Condiciones para Recibir El Bautismo Del Espiritu Santo

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CONDICIONES PARA RECIBIR EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

Jesucristo en los momentos previos a su crucifixión y luego de su resurrección entre muchos temas
eligió el más necesario e importante para sus discípulos: La venida del Espíritu Santo. (Jn 14: 16-17,
Hch 1:5). Esta promesa al igual que otras se cumpliría bajo ciertas condiciones. Podemos pensar
que no son meros requisitos de parte de Dios, sino más bien podemos verlas como la expresión de
su amor y cuidado por sus hijos, esto nos evitaría caer en el engaño y recibir un don falso. (Mt
24:24) justamente para destruir a los hijos de Dios. Veamos por lo tanto estas pautas que nos
darán la certeza para ser llenos del Espíritu Santo.

1. Debemos sentir la necesidad del Espíritu Santo


Aunque parezca obvio, no debemos pasar por alto este punto. Al analizar la parábola de la diez
vírgenes (Mt 25:1-13), las cinco que fueron imprudentes no habían llevado esa vasija con aceite
extra como lo habían hecho las cinco prudentes. Y cuando lo desearon debido a su extrema
necesidad, no lo consiguieron porque ya era demasiado tarde. No lo valoraron cuando estaba a su
alcance, y lo perdieron todo. Ya lo había dicho Jesús: “El que no naciere del agua y del Espíritu no
puede entrar en el reino de Dios” Jn 3:5. Sin el Espíritu Santo nadie podría prepararse para ser
parte de los hijos de Dios redimidos. Y más tarde Jesús agregó: “ mas el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de
agua que salte para vida eterna” Jn 4:14. Tras escuchar esto, la samaritana dijo. “ Señor,
dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla”.

2. Debemos pedirlo en oración:


En consecuencia de lo anterior, surgirá el clamor del corazón de pedirlo, en una de las
parábolas de Jesús, queda claro que Dios está dispuesto a darlo:

“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Lc 11:13

Y eso hicieron sus discípulos en los días previos a su recibimiento: “Todos estos
perseveraban unánimes en oración y ruego…”Hch 1:14

Estas no fueron oraciones formales, que se hacen comúnmente, sino aquellas que
nacieron del corazón y motivadas por la palabras de Jesús, cuya insistencia evidenciaba ese
interés.

3. Creer y obedecer la Palabra de Dios


Los discípulos creyeron en la promesa, y obedecieron a las Palabras de Jesús,
permanecieron en Jerusalén, y perseveraron en la oración. Posteriormente los líderes
religiosos los intimaron a no predicar en el templo, a esto el apóstol Pedro respondió:
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres…Y nosotros somos testigos suyos
de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” Hch
5:29,32

Aquí podemos ver un contraste claro. Por un lado los discípulos de Cristo perseveraban, es
decir que se mantenían en el camino de la obediencia, mientras que los lideres perseveraban
o permanecían en desobediencia, es decir en pecado.

No es que Dios nos pida una obediencia perfecta para darnos el Espíritu Santo, sino que
debe haber una entrega completa, el deseo de agradarle y de seguir su Palabra, ya que Dios
mismo nos ayudará a cumplir su Palabra: “porque Dios es el que en vosotros produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad” Fl 4:13

Por otra parte podemos entender esta desobediencia también en el sentido de lo que
expresó Santiago: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos” y “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es
pecado” Sg 1:22, 4:17

En esa condición de rebelión y descuido del deber conocido es imposible recibir el


Espíritu Santo, ni siquiera orando, como lo expresó el sabio Salomón: “El que aparta su
oído para no oír la ley, su oración también es abominable”. Aquí ley se refiere a los diez
mandamientos, ya que en hebreo la palabra ley está en contraste con abominable, que
significa inmoralidad. Y esto está también en relación con lo que dice en 1 Jn 3:4 “Todo
aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”

El pecado nunca sería un problema para recibir el Espíritu Santo, a menos que se decida
permanecer en él. Si decidimos cambiar y tomar un rumbo diferente, el resultado será el
siguiente: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”Hch 2:38

No es la magnitud del pecado lo que detendría esa bendición, ya que los que recibieron el
Espíritu habían negado y rechazado a Cristo, sino no apartarse de él, aun de los que
consideremos sin importancia.

4. Permanecer cada día con Dios


Los frutos vienen como consecuencia de permanecer cada día en una relación de
dependencia de Cristo y su Palabra. Esta enseñanza se encuentra en Jn 15. Una rama puede
dar fruto permaneciendo en el tronco principal. De lo contrario morirá. El mismo concepto
lo expresó el apóstol Pablo: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa
bondad; pues de otra manera tú también serás cortado”

5. Cumplir con la misión de servir y predicar.


Cuando nos miramos a nosotros mismos y damos un interés desmedido a nuestros intereses,
el fuego del Espíritu, puede apagarse. El fuego, simbolizó el fervor por cumplir con la
comisión de Cristo (Mt 28:19-20). El apóstol Pablo advierte en este sentido: “No apaguéis al
Espíritu” 1Ts 5:19, según el contexto implica mantenerse activo ayudando al débil, y amonestando
al ocioso, entre otras cosas. Y en otra carta expresó: “…sed llenos del Espíritu” Ef 5:18. “sed llenos”
en griego implica continúen siendo llenos, es decir sigan siendo llenos. Es decir que la experiencia
del bautismo del Espíritu es progresiva y continua.

En síntesis debemos sentir la necesidad del Espíritu, pedirlo en oración, obedecer su Palabra,
permanecer en dependencia de Dios y cumplir con la misión que Cristo nos dio.

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