Enrique Lihn - Poesía de Paso
Enrique Lihn - Poesía de Paso
Enrique Lihn - Poesía de Paso
POESÍA DE PASO
jurado
JORGE ZALAMEA
GONZALO ROJAS
JOSÉ EMILIO PACHECO
PABLO ARMANDO FERNÁNDEZ
NIEVE
1
El poliedo de Durero.
En el gran mundo como en una jaula
afino un instrumento peligroso.
GENEVE
UNO
Freud, el resucitado,
vuelve a encender la luz en el abismo
contra su propio voto de censura,
y ésta es la sesión definitiva.
El árbol de la ciencia
es una gran patraña abominable:
ha florecido a expensas del espíritu;
es natural que todo lo envenene.
Atención: fue plantado en Palestina,
fósil viviente, nada más que piedra
nutrida con el polvo del desierto.
Convendría instalarlo en la vitrina
del Museo del Hombre en su lugar
junto al poste totémico.
Empezó por hundir el paraíso
y ha terminado ensombreciendo al mundo.
El mal estuvo en no arrancarlo a tiempo,
en aceptar que se extendiera a bosque,
en no pedir manzanas al manzano.
La máquina, la máquina.
No es aquella de las primeras décadas del siglo:
mutilación y éxtasis de los mejores espíritus
ni esta otra en que se cortan dos líneas paralelas.
mundos opuestos pero confabulados
por una misma obsesión de extenderse a otros mundos.
Sobreviviría a la guerra total un minuto de silencio
por la sorpresa de nuestros muertos
pues, en realidad, somos personas modestas.
Es una máquina... la vi el otro día en la exposición
de Paolozzi.
A estas lejanas tierras sólo nos trae la resaca restos de
estructuras distorsionadas por remotas
explosiones;
el escultor procede con ironía cancelando la función
de las formas y fundiendo en un todo piezas
de aviones y artefactos varios;
pero nosotros oscilamos entre la inocencia y la
ignorancia y no podríamos hacernos un
ídolo de nuestras máquinas sino una
máquina de nuestros ídolos.
Qué diablos: un pueblo subdesarrollado,
involuciones de usos y costumbres cuyo sentido se
adapta a los tiempos
en que era la oración el consuelo del látigo
y el dios de España, la vergüenza de los ángeles.
Nuestras batallas perdidas habrán sembrado en
nosotros el miedo;
nuestras victorias: la transferencia del respeto
de los héroes a quienes les siguieron en el orden
de la rapiña
y los discursos patrióticos.
¿Qué quiere decir pobre de solemnidad?
El Siglo de las Luces
y el nuestro de los chonchones a gas, nos sorprendieron
en actitudes vergonzantes
organizando la miseria donde el cura párroco, en
el Gran Patio Trasero,
en la lucha por los mayorazgos y contra los
muertos protestantes.
Caballeros de pera y bigote, ¡qué exceso de
estatuaria
honorabilidad cortado por una misma tijera!
Muchos de ellos iguales a los otros: el cuello
duro los salvaría todavía de la horca.
Honramos toda clase de tumbas, aun las que
debiéramos hacer saltar en pedazos.
En cualquier álbum de familia se nos oculta el gestor
de negocios extranjeros bajo un aspecto
señorial, con las manos enguantadas
después de introducirlas en el Fondo de Soborno.
No se puede dudar:
de los sesenta mil agentes de la FBI y de la CIA,
sólo uno que otro ha mostrado la hilacha
en su intento por trepar a los carros alegóricos y
ocupar un lugar bamboleante
junto a esas bellezas que lo eclipsaban todo en la
apoteosis del triunfo, menos el sentido de
nuestra derrota.
Todo estaba claro a pesar de tanto resplandor y el
brillo de las miradas y los fuegos artificiales.