Saga El Precio de La Sangre 1 Huff Tanya

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Tanya Huff

EL PRECIO DE LA
SANGRE
Saga de la Sangre, Libro 1

Para John, quien desde el principio ha demostrado


inmensa comprensin por cosas tales como las
llamadas de telfono, las fotocopias, las salidas a
la oficina de correos, el llegar tarde, el levantarse
pronto y las ocasionales ausencias. Gracias...

NDICE
Metal contra madera...
Captulo 1
Captulo 2
Captulo 3
Captulo 4
Captulo 5
Captulo 6
Captulo 7
Captulo 8
Captulo 9
Captulo 10
Captulo 11

Captulo 12
Captulo 13
Captulo 14
Captulo 15
RESEA BIBLIOGRFICA

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Metal contra madera...


Se acab. Vicki estaba tan segura como nunca lo
haba estado en toda su vida. Comenz a correr. A
cincuenta pasos de la esquina, algo se cruz en su
camino. Se desliz al interior del callejn que
separaba dos edificios, y cuando ella lo sigui
pudo ver dos luces rojas a unos cien metros de
distancia.
Ola como si algo acabase de morir al otro
extremo de la calle.
Pudo or el ruido de un motor al encenderse,
movimiento contra la calzada y algo ms... algo
que no quiso identificar.
El mal que se haba demorado en el tnel del
metro no era ms que una plida rplica del que la
esperaba all delante.

Algo lanz un chillido y el sonido la hizo


retroceder media docena de pasos. Ignorando el
fro sudor que la empapaba y el terror que
converta cada respiracin en una agona, se
oblig a avanzar y encendi la linterna.
Haba un joven agazapado sobre un cuerpo
humano, de cuya garganta destrozada todava
manaba sangre. El joven se levant. Su abrigo,
abierto, se agit y se extendi, semejando unas
enormes alas de cuero. Y entonces comenz a
avanzar hacia ella...

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Captulo 1
Ian se introdujo las manos en los bolsillos y
recorri con mirada ceuda el vaco andn del
metro. Tena las manos heladas, se encontraba de
un humor de perros y no saba por qu haba
accedido a encontrarse con Coreen en su
apartamento. Considerndolo todo, hubiera sido
mejor idea elegir un lugar neutral. Su mirada se fue
a posar sobre el reloj luminoso que penda del
techo. Las 12:17. Trece minutos para ir desde
Eglinton Oeste hasta la estacin Wilson, seis
manzanas en autobs y luego una caminata de tres
manzanas hasta casa de Coreen. Imposible.
Voy a llegar tarde. Va a estar mosqueada. Adis
a la posibilidad de reconciliacin. Suspir. Le
haba costado dos horas de splicas y
argumentaciones telefnicas conseguir que ella
accediera a encontrarse con l. Mantener una
relacin con Coreen poda requerir mucho tiempo,

pero ciertamente no era nada aburrido. Dios, tena


un temperamento... Casi sin desearlo, una sonrisa
se dibuj en sus labios; la parte mala de aquel
temperamento poda hacer que uno desease
encontrarse en la montaa rusa en vez de en su
compaa. Para ser una mujer de apenas metro
sesenta de estatura tena una buena pegada.
Volvi a consultar el reloj.
Dnde narices estaba el tren?
12:20.
Estate aqu a las 12:30 u olvdalo, haba dicho,
ignorando por completo el hecho de que en
domingo, la Comisin de Trnsito de Toronto, la
ubicua CTT, reduca drsticamente el nmero de
metros en circulacin y de que a esas horas tendra
suerte si poda coger el ltimo que pasaba.
La parte buena era que, cuando finalmente llegase,
dada la hora que sera y dado que ambos tenan

una clase a las ocho de la maana, tendra que


quedarse. Suspir. Si me dejase pasar la noche en
su apartamento...
Deambul por el andn hasta llegar al extremo sur
y se asom al tnel. No se vea luz alguna, pero
poda sentir en el rostro el viento que significaba
normalmente que el tren no estaba lejos. Tosi con
disgusto y apart la cara. Ola como si algo
hubiese muerto en el interior de aquel tnel; como
cuando en la casa de campo se qued un ratn
atrapado entre las paredes y acab por pudrirse.
Menudo ratn... musit, frotndose la nariz
con el puo. El hedor pareca haberse adherido a
sus fosas nasales. Volvi a toser. Eran graciosas
las malas pasadas que te jugaba la mente. Ahora
que se haba apercibido de l, el olor pareca estar
hacindose ms intenso.
Y entonces escuch lo que parecan ser pasos,
acercndose desde la oscuridad del interior del

tnel. Pesadas zancadas, no como las de un


trabajador que se apresurase para coger el tren
despus de un largo da de trabajo ni las de un
vagabundo tambaleante que buscase la seguridad
del andn. Pesadas zancadas, avanzando
directamente hacia su espalda.
Deleitado ante la inesperada punzada de terror que
se haba apoderado de l, haciendo retumbar su
corazn en el pecho y robndole el aliento de la
garganta, y consciente de que cuando se volviera
la explicacin de todo ello resultara prosaica, Ian
se mantuvo inmvil. Mientras lo desconocido
siguiera sindolo, la furiosa descarga de
adrenalina seguira haciendo que cada sentido
pareciera estar ms vivo y que los segundos se
prolongasen como si fuesen horas.
No se volvi hasta que las pisadas comenzaron a
ascender la media docena de escalones de cemento
que conducan al andn.

Y ya era demasiado tarde. Casi no tuvo tiempo de


gritar.

***
Embozada en su abrigo hasta la barbilla puede
que ya fuera abril, pero en todo caso era un abril
hmedo y helado y la primavera no daba todava
seales de vida, Vicki baj del autobs de
Eglinton y se encamin a la entrada del metro.
Menudo desastre murmur. El anciano que
haba bajado del autobs detrs de ella la mir,
interrogante. Ella le devolvi la mirada durante un
instante y luego sigui su camino. As que no solo
soy una compaa horrible capaz de crisparle
los nervios a cualquiera sino que tambin hablo
sola. Lawrence era guapo, pero no era su tipo. De
hecho no haba encontrado a nadie que fuera su
tipo desde que dejara la Polica, ocho meses atrs.
Deba haber sabido que esto iba a ocurrir desde
que acceda salir con un hombre mucho ms

guapo que yo. No s por qu acept la invitacin.


Esto ltimo no era del todo cierto; haba aceptado
porque se encontraba sola. Lo saba, solo que no
tena la menor intencin de admitirlo.
Se encontraba a mitad del primer tramo de las
escaleras que conducan al andn sur cuando
escuch el grito. O, para ser ms exactos, aquel
grito a medias. Se extingui, sofocado en medio de
un aullido, como cortado en seco. De un salto,
Vicki alcanz el primer recodo. Desde donde se
encontraba solo poda ver la mitad de cada andn
a travs de los cristales, y no tena forma de saber
dnde se estaba produciendo el problema. El
andn sur estaba ms cercano.
Retrocediendo dos pasos y luego un tercero,
exclam: Avisen a la polica! Incluso en el
caso de que nadie la oyera, poda ahuyentar al
causante de aquel grito.
En nueve aos que haba pasado en el cuerpo no

haba utilizado su arma una sola vez. Ahora le


hubiera gustado tenerla consigo. Durante aquellos
nueve aos no haba escuchado jams un grito
como aquel.
Qu demonios te crees que ests haciendo?
protest la parte ms racional de su cerebro. No
tienes un arma! No cuentas con apoyo! No
tienes la menor idea de lo que est pasando ah
abajo! Ocho meses fuera del cuerpo y ya se te
ha olvidado todo lo que aprendiste? Qu
pretendes demostrar?
Vicki ignor la voz y continu avanzando. Puede
que s estuviese intentando demostrar algo. Y
qu?
Cuando por fin lleg al andn, se dio cuenta
inmediatamente de que se encontraba en el lado
equivocado, y por un instante se alegr.
Los azulejos color naranja de la pared de la
estacin parecan haber sido rociados con sangre.

Haba una gran mancha de la que brotaba un


delicado patrn de gotas carmes. Debajo de ella,
en el suelo, con los ojos y la boca abiertos y la
garganta destrozada, se encontraba un joven. No:
el cadver de un joven.
La cena que acababa de tomar se encaram a su
garganta, pero la experiencia acumulada durante la
investigacin de otras muertes la oblig a volver
al estmago.
Comenz a levantarse un viento desde el tnel y
pudo or el metro aproximndose al andn en
direccin norte. Pareca estar muy cerca.
Jess, justo lo que necesitamos.
A las 12:35, una noche de domingo, era
perfectamente posible que el metro no tuviera un
solo pasajero, que nadie se bajara de l y que
nadie reparara en el cadver y la mancha de sangre
esparcida sobre la pared en el extremo sur del
andn norte. No obstante y tal y como andaba el

mundo, era ms probable que un grupo de nios y


una anciana con el corazn dbil se bajasen del
ltimo vagn y se topasen de frente con aquel
cadver reciente, con ojos abiertos y cuya boca
entonaba un mudo aullido.
Solo haba una solucin.
Mientras el rugido del metro inundaba la sala,
Vicki, con el corazn palpitando con furia y la
adrenalina cantndole en los odos, salt a la va.
El paso de madera sobre los rales se encontraba
demasiado lejos, centrado prcticamente sobre los
pilares de cemento, as que ella salt, tratando de
no pensar en la posibilidad de que los muchos
millones de voltios que pasaban por all la
redujeran a cenizas. Por un momento se tambale
sobre el extremo de la lnea divisoria,
maldiciendo su largo abrigo y deseando haber
llevado una chaqueta; y entonces, pese a saber que
era la cosa ms estpida que poda hacer, se
volvi hacia el tren.

Cmo ha llegado tan cerca? La luz era cegadora.


El ruido, ensordecedor. Se detuvo, helada,
deslumbrada, segura de que si continuaba
tropezara y las ruedas metlicas de la bestia la
haran pedazos.
Entonces, algo con forma de hombre apareci en el
tnel sur. No pudo ver mucho, apenas una sombra
parpadeante, negra contra la creciente luz de los
faros del metro, pero fue suficiente para arrancarla
de la inmovilidad y empujarla hacia delante.
Saltaron chispas bajo sus botas, se alz un chirrido
metlico y entonces Vicki apoy las manos sobre
el extremo de la plataforma y se impuls hacia
arriba con todas sus fuerzas. El mundo se llen de
luz y sonido y algo le roz las plantas de los pies.
Sus manos estaban pegajosas y cubiertas de
sangre. Pero no era la suya, y de momento eso era
todo lo que importaba. Antes de que el tren se
detuviera, haba cubierto el cadver con su abrigo

y tena su placa de identificacin en la mano.


El revisor asom la cabeza.
Vicki agit la cartera de cuero en su direccin y
grit:
Cierre las puertas! Ya!
Las puertas, que an no haban terminado de
abrirse, se cerraron.
Reapareci el revisor y Vicki, mientras trataba de
recobrar el aliento, orden secamente:
Haga que el conductor avise a la Polica. Que
les diga que se trata de un 10-33... No importa lo
que eso sea! dijo al advertir su inminente
pregunta. Ellos lo saben! Y no olvide decirles
dnde ha ocurrido haba visto a la gente cometer
estupideces todava mayores en situaciones de
emergencia. Mientras el hombre regresaba
apresuradamente al metro, ech un vistazo a la

cartera, suspir y entonces volvi a colocarse las


gafas en su sitio con un dedo ensangrentado. Una
tarjeta de identificacin de investigador privado
no significaba absolutamente nada en un caso
como aquel, pero la gente responda a la
apariencia de autoridad, no a los detalles
formales.
Se apart unos pasos del cadver. A tan poca
distancia, el hedor de sangre y orina la parte
delantera de los vaqueros del joven estaba
empapada ocultaba por completo los olores
metlicos del metro. Un solitario rostro la
observaba desde el interior del ms cercano de los
vagones. Le gru y se volvi para seguir
esperando.
Menos de tres minutos ms tarde, Vicki escuch el
familiar sonido de las sirenas provenientes de la
calle. Poco le falt para dar saltos de alegra.
Haban sido los tres minutos ms largos de su
vida.

Los haba pasado reflexionando. En sus


pensamientos haba sumado la sangre que rociaba
la pared con la posicin del cuerpo y el resultado
no le gustaba nada.
Ninguna criatura que ella conociese podra haber
propinado un simple golpe con tal fuerza como
para desgarrar la carne como papel higinico y
con tal velocidad que la vctima no hubiese tenido
tiempo de resistirse. Ninguna. Pero algo o alguien
lo haba hecho.
Y estaba all, en el tnel.
Se inclin hasta que pudo ver la oscuridad que se
abra en el interior del tnel. El pelo de su nuca se
le eriz, y no solo por el fro. Se pregunt qu
escondan las sombras. Nunca se haba
considerado una mujer fantasiosa y saba
perfectamente que el asesino deba de haberse
marchado haca ya mucho, pero algo se demoraba
en aquel tnel.

El caracterstico sonido de las botas de polica


contra las baldosas le hizo volverse, con las
manos apartadas cuidadosamente de los costados.
No sera de extraar que un polica que se
presentase en la escena de un crimen violento y se
encontrase con alguien cubierto de sangre sobre el
cadver llegase a alguna conclusin equivocada.
La situacin result confusa durante algunos
minutos, pero afortunadamente cuatro de los seis
agentes haban odo hablar de Victoria Nelson,
y despus del preceptivo intercambio de excusas
se pusieron a trabajar.
... mi abrigo sobre el cadver, hice que el
conductor llamase a la polica y esper Vicki
contemplaba al agente de polica West tomar notas
de forma frentica y tuvo que reprimir una sonrisa.
Todava poda recordar un tiempo en el que ella
era tan joven como l y trabajaba con la misma
intensidad. O casi. Cuando l alz la mirada, ella
seal el cadver con un gesto de la cabeza y

pregunt. Quiere verlo?


Eh, no despus de un instante, aadi, con
cierta timidez. Quiero decir... no debemos tocar
nada antes de que lleguen los de Homicidios.
Homicidios. El estmago de Vicki se encogi y su
humor se agri. Haba olvidado que no estaba al
mando. Haba olvidado que no era ms que una
simple testigo: la primera persona presente en la
escena del crimen. Y eso solo porque haba hecho
algunas cosas bastante estpidas para encontrarse
all. Por un instante los uniformes le haban dado
la impresin de que se encontraba en los viejos
tiempos. Pero Homicidios... su departamento. No,
ya no. Se coloc las gafas en su sitio con el envs
de la mueca.
Al alzar la vista descubri que el agente West la
estaba mirando fijamente. ste agach la vista,
confundido.
Este... no creo que pase nada si se limpia la

sangre de las manos.


Gracias Vicki consigui esbozar una sonrisa
pero ignor su tcita pregunta. Lo bien o mal que
poda ver no era asunto de nadie ms que de ella.
Poco importaba que otra salva de rumores se
extendiese por el Cuerpo. Si fuese tan amable
de acercarme unos pocos pauelos de mi bolso...
El joven agente introdujo una mano en el enorme
bolso de cuero negro y busc a tientas. Encontr
los pauelos los sac y, al ver que su mano estaba
todava intacta, pareci aliviado. El bolso de
Vicki haba sido famoso en toda la ciudad y sus
alrededores.
La mayora de la sangre de sus manos se haba
secado, convirtindose en grumos marrones. A la
poca que no lo haba hecho, los pauelos no
hicieron sino extenderla. A pesar de ello sigui
restregndose las manos, sintindose al hacerlo
como Lady Macbeth.

Destruyendo pruebas?
Celluci, pens. Tenan que enviar a Celluci. Ese
bastardo siempre fue muy silencioso. Mike
Celluci y ella no se haban separado en trminos
demasiado amistosos, pero a pesar de ello, al
volverse pudo controlar la expresin de su rostro.
Solo trataba de hacerte la vida un poco ms
difcil tanto la voz como la sonrisa que la
acompaaba resultaban falsas de forma patente.
l sonri, mientras un largo mechn de pelo
castao le caa sobre el rostro.
Es buena idea hacer aquello que a uno se le da
bien entonces sus ojos la abandonaron para
posarse sobre el cuerpo. Haz tu declaracin con
Dave detrs de l, su compaero agit dos
dedos a modo de saludo. Luego hablar contigo.
Es este tu abrigo?
S, es mo Vicki lo observ mientras

levantaba la prenda empapada de sangre, sabiendo


que en aquel momento no exista para l otra cosa
que el cuerpo y sus inmediatos alrededores.
Pese a que sus mtodos diferan, saba que l era
tan dedicado e intenso en el desempeo de sus
obligaciones como lo era ella misma o lo haba
sido, se corrigi en silencio, y la competencia
no declarada entre ambos haba aadido un
elemento de inters a numerosas investigaciones.
Incluyendo muchas a las que ninguno de los dos
estaba asignado.
Vicki?
Relaj la mandbula y sigui a Dave Graham al
otro lado del andn. Todava segua frotndose las
manos.
Dave, que solo llevaba un mes siendo compaero
de Mike Celluci cuando Vicki dejara el Cuerpo y
se produjera el ltimo encontronazo entre ambos,
sonri con cierta displicencia y dijo:

Qu tal si lo hacemos todo segn el manual?


Vicki dej escapar un suspiro que no saba que
haba estado conteniendo.
Claro. Estupendo dijo buscando refugio de
las emociones en los procedimientos policiales.
Una tcnica conocida y practicada en todo el
mundo.
Mientras hablaban, el metro, libre ahora de
pasajeros, abandon lentamente la estacin.
... respondiendo al grito corres hacia el andn
sur y entonces cruzas las vas enfrente del tren que
viene del norte para alcanzar el cadver. Mientras
cruzas las vas...
Para sus adentros, Vicki se encogi. Dave Graham
era uno de los hombres con menos tendencia a
juzgar que conoca, pero ni siquiera l poda
impedir que la opinin que su insensata acrobacia
le mereca se transmitiese a sus palabras.

... ves cruzar entre las luces y t a una forma de


hombre ataviada con lo que aparentan ser unas
ropas sueltas y anchas. Es as?
En lo esencial, s su accin, desprovista de
todos los detalles que tan cuidadosamente
recordaba, aparentaba no ser ms que una gran
estupidez.
Perfecto cerr su libreta y se rasc el extremo
de la nariz. T... eh... vas a quedarte a echar un
vistazo?
Con la mirada entornada, Vicki examin la escena
del crimen mientras el fotgrafo de la Polica
sacaba otra serie de rpidas fotografas. No poda
ver a Mike, pero escuchaba en cambio su voz,
llegada desde el interior del tnel, impartiendo
rdenes al mejor estilo regalo de Dios al
Departamento de Investigacin Criminal. El
interior del tnel. El pelo de su nuca volvi a
erizarse cuando record la sensacin de que algo

haba estado all, esperando, demorndose, algo


oscuro, algo tenebroso y, bien, si tena que darle
algn nombre, algo malvado. Repentinamente
quiso poner sobre aviso a Celluci. No lo hizo.
Saba cmo habra reaccionado l. Cmo habra
reaccionado ella si la situacin fuera la inversa.
Vicki? Vas a quedarte a echar un vistazo?
Estuvo a punto de contestar que no, que si la
necesitaban para algo ya saban dnde encontrarla,
pero la curiosidad curiosidad por saber lo que
podra encontrar la Polica, por saber cunto
tiempo podra permanecer tan prxima a aquel
trabajo que haba amado sin derrumbarse
convirti su negativa en un un rato entonado a
regaadientes. De ningn modo iba a salir
huyendo.
Mientras observaba, Celluci regres del tnel,
subi las escaleras, volvi al andn e intercambi
algunas palabras con el agente que se ocupaba de

las huellas, sealando con un brazo hacia atrs,


hacia los rales. El otro protest, diciendo que
necesitaba algo ms de luz para realizar su trabajo,
pero Celluci cort su rplica en seco. Con un
bufido disgustado, cogi su maletn y se encamin
hacia el tnel.
Tan encantador como siempre, pens Vicki,
mientras Celluci recoga su abrigo del suelo y se
acercaba hacia ella. El polica se demor unos
instantes con los agentes del juez de instruccin,
que finalmente estaban guardando el cadver en su
correspondiente bolsa de plstico naranja.
No me digas le espet tan pronto como estuvo
lo suficientemente cerca con voz seca, sarcstica,
pero deseando al mismo tiempo con todas sus
fuerzas que su voz no tradujera las contradictorias
emociones que acababan de provocar que se le
hiciera un nudo en la garganta que las nicas
huellas que hay en la escena del crimen son las
mas.

Haba, naturalmente, gran cantidad de huellas


presentes, ninguna de las cuales haba sido
identificada (eso quedaba para la Polica
Metropolitana) pero las sangrientas huellas
dactilares que Vicki haba diseminado por todas
partes resultaban obvias.
Bravo, Sherlock le arroj su abrigo. Y
todas las huellas conducen hasta el dormitorio de
una mujer y all se detienen.
Vicki frunci el ceo, tratando de reconstruir
mentalmente lo que habra ocurrido justo antes de
que ella llegase al andn.
Has revisado el andn sur?
Ah es donde se pierde el rastro y su tono
aadi no le vaciles a papi. Levant una mano
para atajar la siguiente pregunta. He hecho que
uno de los chicos de uniforme interrogue al viejo,
pero est histrico. No para de hablar del
Armagedn. Su yerno viene hacia aqu para

llevrselo a casa. Maana hablar con l.


Vicki lanz una mirada por toda la estacin. Al
otro extremo, el hombre que haba descendido con
ella del autobs y que la sigui al interior del
metro se sentaba y conversaba con una polica.
Incluso a tanta distancia poda advertirse que no se
encontraba bien. Su rostro estaba ceniciento y
pareca farfullar sin control. Su mano, delgada, de
nudillos hinchados, se aferraba a la manga de la
agente. Volviendo de nuevo su atencin a Celluci,
pregunt:
Qu hay del metro? Lo habis clausurado por
esta noche?
S Mike sealo con un gesto hacia el final del
andn. Quiero que Jake limpie toda la sala
destellos intermitentes de luz indicaban que el
fotgrafo segua trabajando. No es el tipo de
caso en el que podemos entrar y salir en un par de
minutos introdujo las manos en los bolsillos y

frunci el ceo. Aunque por la manera en que


han graznado los de la comisin de trnsito uno
creera que hemos ordenado cerrar en hora punta
para detener a alguien por tirar desperdicios.
Y qu... eh, tipo de caso es este? pregunt
Vicki, tan cerca como poda permitirse estarlo de
preguntar si tambin l poda sentir eso... lo que
quiera que fuese eso.
l se encogi de hombros.
Dmelo t; pareces haberte empeado con todas
tus fuerzas para verte metida en medio.
Estaba aqu le espet. Preferiras que lo
hubiera ignorado?
No tenas arma, ni apoyo, ni la menor idea de lo
que estaba pasando le recrimin l de la misma
manera en que ella misma haba hecho un rato
antes. No puedo creer que lo hayas olvidado
todo en solo ocho meses.

Y qu habras hecho t? escupi con los


dientes apretados.
Lo que no hubiera hecho es tratar de matarme
solo para demostrar que todava poda hacerlo.
El silencio que sigui a sus palabras era tan
pesado como un centenar de bloques de cemento y
le hizo a Vicki apretar los dientes an con ms
fuerza. Era eso lo que ella haba hecho? Se mir
las puntas de los pies y entonces levant la vista
hacia Mike. Con su casi metro ochenta de estatura,
eran pocos los hombres a los que tena que mirar
desde abajo, pero Mike, que superaba los dos
metros, le haca parecer una nia. Odiaba parecer
una nia.
Si vamos a volver sobre el tema de mi salida
del Cuerpo, me largo de aqu.
l levant ambas manos en un gesto de
capitulacin.

Tienes razn. Como de costumbre. No vamos a


volver sobre nada.
T sacaste el tema su tono resultaba hostil; no
le importaba. Tendra que haber obedecido a su
instinto y marcharse despus de realizar su
declaracin. Deba de estar loca para ponerse en
semejante situacin, al alcance de Celluci.
La mandbula de Mike se tens.
Ya he dicho que lo senta. Pero adelante, s una
herona si quieres. Es solo que puede ser aadi
en voz baja que no quiera que te maten. Puede
ser que no me apetezca tirar ocho aos de amistad
a la basura...
Amistad? Vicki alz las cejas.
Celluci se pas una mano por los cabellos, un
gesto que acostumbraba a hacer cuando le costaba
mantenerse calmado.

Puede que no quiera tirar a la basura cuatro


aos de amistad y cuatro aos de sexo por culpa
de una estpida discrepancia.
Solo sexo? Eso es para ti? Vicki tom el
camino ms sencillo, ignorando el ms prometedor
tema de la discrepancia. Entre los problemas de
su relacin no se haba contado nunca la falta de
temas de discusin. Bien, pues para m no fue
solo sexo, detective.
Ahora gritaban los dos.
Acaso he dicho que fuera solo sexo?
extendi los brazos y su voz retumb contra los
azulejos de las paredes del metro. Era sexo
estupendo, vale? Era sexo maravilloso! Era...
qu?
El agente West, ruborizado hasta las cejas, dio un
respingo.
Estn impidiendo que saquen el cuerpo

balbuci.
Lanzando un gruido ininteligible por toda
respuesta, Celluci se apoy contra la pared.
Mientras la camilla pasaba junto a ellos y el
contenido de la bolsa naranja fluorescente se
bamboleaba ligeramente de un lado a otro, Vicki
cerr los puos y consider la posibilidad de
lanzar un derechazo directo a la hermosa nariz de
corte clsico de Mike. Por qu permita que le
afectara de aquella manera? Tena ciertamente una
inslita habilidad para burlar escudos que ella
haba erigido cuidadosamente y conmocionar
emociones que crea tener bajo control. Que se
vaya a la mierda de todas formas. Daba igual que,
esta vez, l tuviera razn. Un tic nervioso hizo
temblar el borde de sus labios. Al menos haban
vuelto a hablar...
Cuando la camilla hubo pasado, ella abri el puo,
pos las manos sobre el brazo de l y dijo:

La prxima vez lo har siguiendo las reglas.


Era lo ms cercano a una disculpa que poda
permitirse y l lo saba.
Dejmoslo estar suspir. Mira, sobre lo de
dejar el Cuerpo... no ests ciega, Vicki. Podas
haberte quedado...
Celluci... sise ella apretando los dientes.
Siempre tena que hacer un ltimo y desafortunado
comentario.
No importa alarg la mano y le coloc las
gafas en su sitio. Quieres que te lleve a la
ciudad?
Ella lanz una mirada a la ruina de su abrigo.
Por qu no?
Mientras seguan a los camilleros escaleras arriba,
l le dio un suave golpe en el brazo.

Es bueno poder pelearse de nuevo contigo.


Ella se rindi. Los ltimos ocho meses no haban
sido, en el mejor de los casos, ms que una
victoria prrica. Sonri abiertamente.
Yo tambin te he echado de menos.
Los peridicos del lunes reflejaron el caso del
asesinato en sus portadas. Un diario
sensacionalista incluso mostraba una foto a todo
color de la camilla, mientras sta sala de la
estacin, en la que poda verse la bolsa del cuerpo
como un obsceno manchn de color rodeado de
oscuros azules y grises. Vicki arroj el peridico a
la cada vez ms crecida pila para reciclar que
se amontonaba en la parte izquierda de su
escritorio y se mordisque el pulgar. La teora de
Celluci, que le haba referido a regaadientes
mientras regresaban al centro de la ciudad, inclua
el uso de feniciclidina u otra droga semejante y
alguna clase de garras cosidas a la ropa.

Como el to ese de la pelcula.


Eso eran guantes con cuchillas, Celluci.
Lo que sea.
Vicki no se lo tragaba y saba que, en el fondo, l
tampoco. No era ms que la mejor especulacin
disponible hasta que dispusiese de ms
evidencias. A menudo la respuesta final no
guardaba relacin alguna con la teora con la que
haba comenzado, pero es que odiaba partir de
cero. En cambio, ella prefera dejar que los hechos
cayeran al vaco para ver cmo se ordenaban por
s solos. El problema era que, en esta ocasin,
seguan cayendo y cayendo. Necesitaba ms pistas.
Su mano se encontraba a medio camino del
telfono, cuando record que no haba nada que
ella pudiera hacer y la apart. Ya haba hecho su
declaracin y esa era toda su implicacin en el
asunto.

Se quit las gafas y limpi los cristales con un


pliegue de su suter. Los extremos de su mundo se
hicieron borrosos hasta que le pareci que se
encontraba mirando fijamente a un tnel lleno de
niebla; un tnel muy amplio, ms que adecuado
para la vida cotidiana. Hasta el momento no haba
perdido ms que un tercio de su visin perifrica.
Hasta el momento. Pero no hara ms que
empeorar.
Las gafas solo corrigieron su miopa en parte.
Nada poda corregir el resto.
Muy bien, esto es por culpa de Celluci.
Magnfico. Tengo un trabajo propio que hacer
se dijo con firmeza. Uno que puedo hacer uno
que hara bien en hacer. Sus ahorros no duraran
eternamente, y hasta el momento, teniendo en
cuenta que sus problemas de visin le haban
obligado a rechazar ms de un cliente potencial, su
lista de casos haba sido descorazonadoramente
corta.

Apretando los dientes, apoy la enorme gua de las


pginas blancas de Toronto sobre sus rodillas.
Con suerte, el F. Chan al que estaba buscando,
heredero de una pequea suma de un to
recientemente fallecido en Hong Kong, sera uno
de los veintisiete que aparecan all. Si no era
as... haba casi tres pginas completas de Chans,
diecisis columnas, aproximadamente mil
ochocientos cincuenta y seis nombres... y poda
apostar a que al menos la mitad de ellos tenan
algn Foo en la familia.
En aquel mismo instante Mike Celluci estaba
tratando de capturar a un asesino.
Desech el pensamiento.
No puedes ser polica si no puedes ver.
Se haba buscado un retiro. Descansara en l.

***

Terri Neal se apoy contra la pared del ascensor,


respir profundamente varias veces y, cuando
crey que haba reunido la suficiente energa,
levant el brazo y consult su reloj.
Las doce y diecisiete? se lament. Dnde
demonios se ha ido el lunes y qu sentido tiene
volver ahora a casa? Tengo que volver a salir
dentro de ocho horas. Not el contacto del busca
contra su cadera y elev una silenciosa plegaria
suplicando poder contar con las ocho horas
completas. La compaa ya haba recibido hoy su
libra de carne (el maldito busca haba empezado a
pitar mientras entraba en su coche para regresar a
casa a las 4:20), as que tal vez, solo tal vez, la
dejasen tranquila esta noche.
La puerta del ascensor se abri con un siseo y ella
penetr en el aparcamiento subterrneo.
Saliendo de la oficina murmur, toma dos.
Parpadeando bajo el brillo deslumbrante de los

fluorescentes, comenz a atravesar el vaco garaje.


Su sombra bailaba a su alrededor como una
marioneta enloquecida. Siempre haba odiado la
fra y dura luz de los fluorescentes, que lograban
que el mundo pareciera decididamente hostil. Y
aquella noche...
Sacudi la cabeza. La falta de sueo le haca
pensar cosas extraas. Resistiendo al impulso de
mirar por encima de su hombro, alcanz finalmente
una de las contrapartidas de las interminables
horas extras.
Hola, cario registr su bolsillo en busca del
llavero. Me has echado de menos?
Abri la puerta trasera del coche, levant con
esfuerzo su maletn Esta maldita cosa debe
pesar por lo menos ciento cincuenta kilos! y lo
introdujo en el maletero. Apoyando los codos
sobre la bandeja impermeable, se detuvo, la mitad
del cuerpo dentro del coche y la otra mitad fuera,

inhalando el aroma de la pintura nueva, el vinilo


nuevo, el plstico nuevo y... la putrefaccin.
Frunciendo el ceo, se enderez.
Por lo menos viene de fuera de mi coche.
Repugnada, cerr la puerta del maletero y se
volvi. Que se preocupasen los de seguridad de
ese olor a la maana siguiente. Lo nico que
quera era llegar a casa.
Solo tard un instante en darse cuenta de que nunca
lo hara.
Para cuando el aullido quiso salir de su garganta,
sta haba sido destrozada. La trquea se le inund
de sangre y su grito se convirti en un gorgoteo
espantoso.
Lo ltimo que vio mientras su cabeza se
desplomaba hacia atrs fueron las lneas rojas
goteando oscuras sobre los lados de su nuevo
coche.

Lo ltimo que escuch fue el insistente bip-bip-bip


de su busca. Y lo ltimo que sinti fue el contacto
de una boca contra su destrozada garganta.

***
La maana del martes, la portada de un diario
sensacionalista rezaba: El acuchillador ataca de
nuevo. Bajo este titular, la fotografa del
entrenador de los Maple Leafs de Toronto miraba
desafiante a los lectores y en el pie de foto se
planteaba no por primera vez en lo que iba de
temporada si deba ser destituido, puesto que
los Leafs volvan a encontrarse en las posiciones
de cola de la peor divisin de la Liga. Esta clase
de asociacin extraa era una de las
especialidades del peridico en cuestin.
Despedid al dueo murmur Vicki,
colocndose las gafas sobre la nariz mientras lea
la letra pequea que acompaaba al titular:
historia en pgina dos. En efecto en la pgina

dos, acompaada de una foto del garaje


subterrneo y de la declaracin histrica de la
mujer que haba encontrado el cuerpo, se facilitaba
la descripcin de un cadver mutilado que se
asemejaba con inquietante exactitud al encontrado
por Vicki en la estacin de Eglinton Oeste.
Maldita sea...
El detective de Homicidios,
Mike Celluci, continuaba la
historia, dice que no cree que se
trate de un caso de imitacin, y que
alberga pocas dudas sobre que,
quienquiera que asesin a Terri
Neal, es el mismo que mat a Ian
Reddick la noche del domingo.
Vicki tena la seria sospecha de que Mike no haba
hecho tales declaraciones, aunque entraba dentro
de lo posible que la informacin procediera
efectivamente de l. Raramente encontraba Mike

necesario colaborar con la prensa o siquiera


ocultar el desagrado que le produca. Y nunca se
hubiera mostrado tan diplomtico.
Mientras lea los detalles, un miedo inefable
comenz a palpar su columna vertebral con dedos
helados. Recordaba la persistente presencia que
haba sentido en el tnel y supo que ste no sera
el ltimo asesinato. Estaba marcando el nmero
antes siquiera de haber decidido conscientemente
hacer la llamada.
Mike Celluci, por favor? Qu? No, no quiero
dejar ningn mensaje.
Y qu iba a decirle, se pregunt mientras colgaba.
Qu tengo el presentimiento de que no es ms
que el principio? Eso le encantara.
Arrojando el peridico a un lado, Vicki cogi el
otro diario de la ciudad. En la pgina cuatro se
narraba la misma historia, privada
aproximadamente de la mitad de los adjetivos y

casi toda la histeria.


Ninguno de ellos mencionaba que destrozar una
garganta de un simple golpe era poco menos que
imposible.
Si pudiese sencillamente recordar lo que le
faltaba al cuerpo.
Suspir y se frot los ojos.
Entretanto, haba cinco Foo Chan a los que
visitar...

***
Algo se mova en el pozo. DeVerne Jones se
apoy contra la cerca de alambre y exhal efluvios
de cerveza a la oscuridad, mientras se preguntaba
qu deba hacer. Era su pozo. El primero desde
que le haban nombrado capataz. Deberan
comenzar con los armazones a la maana siguiente,
de manera que para cuando llegase la primavera

estuvieran preparados para recibir el cemento.


Agazapado entre las formas sombras de la
maquinaria, escudri el pozo. Haba algo all. En
su pozo.
Por un instante dese no haber tomado la decisin
de pararse un momento cuando regresaba a casa
desde el bar. Era ms de medianoche y la sombra
que haba vislumbrado no era probablemente ms
que otro desgraciado vagabundo en busca de un
lugar clido en el que descansar a salvo de los
polis. Los obreros lo echaran a la calle por la
maana y no habra pasado nada. Salvo que all
guardaban un montn de equipo carsimo y poda
ser algo ms.
Maldita sea.
Extrajo su juego de llaves y abri la puerta. El
candado estaba abierto. A veces no cerraba bien a
causa del fro y la humedad, pero l haba sido el
ltimo en marcharse y se haba asegurado

personalmente de que estaba correctamente


cerrado. O no lo haba hecho?
Maldita sea dos veces despus de todo, quiz
hubiese sido una suerte el que decidiera pararse a
echar un vistazo.
Las bisagras chirriaron como protesta y la puerta
se abri.
DeVerne aguard un segundo para ver si alguien
reaccionaba al sonido.
Nada.
Te llenas el estmago de cerveza y ya eres un
hroe. Un hroe lo suficientemente sobrio como
para darse cuenta de que poda estarse metiendo
en problemas y no tanto como para que le
importase.
Cuando se encontraba a medio camino del interior
del pozo y sus ojos comenzaban a acostumbrarse a

la oscuridad, volvi a verlo. Una forma humana,


demasiado rpida como para ser un vagabundo,
desapareci detrs de una de la excavadoras.
Tan silenciosamente como le era posible, DeVerne
aceler el paso. Haba cogido al hijo de puta con
las manos en la masa. Se detuvo un instante para
tomar una tubera de un metro de longitud de un
montn de chatarra. No tena sentido arriesgarse.
Hasta una rata acorralada poda ofrecer resistencia
y luchar. El roce del metal contra el metal levant
un gran estrpito, que reson en las paredes del
pozo. Su presencia haba sido anunciada, as que
corri al otro lado de la excavadora, con su arma
en alto y vociferando un desafo.
Alguien yaca sobre el suelo. DeVerne poda ver
sus zapatos emergiendo de una nube de oscuridad.
En el interior de aquella nube o crendola,
DeVerne no poda estar seguro se agazapaba
otra figura.

Volvi a gritar. La figura se incorpor y se volvi,


envuelta en la oscuridad.
No se dio cuenta de que el otro se haba movido
hasta que la tubera le haba sido arrancada de la
mano. Apenas tuvo tiempo de levantar la otra
mano en un ftil intento por salvar su vida.
No puede existir tal cosa! Gimi en silencio
mientras mora.
La maana del mircoles, con un titular de diez
centmetros de altura, el peridico sensacionalista
anunciaba: Un vampiro acecha en la ciudad.

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Captulo 2
Levant el brazo de la mujer y desliz su lengua a
lo largo de la suave piel del interior de su mueca.
Ella gimi y ech la cabeza hacia atrs. Respiraba
entrecortadamente.
Casi.
La observaba con toda su atencin, y cuando su
xtasis comenz a levantar el vuelo, cuando su
cuerpo se arque dulcemente debajo del suyo,
tom entre sus afilados dientes la diminuta vena
pulsante que haba en la base de su pulgar y
mordi. El leve dolor no era ms que otra
sensacin para un cuerpo ya emborrachado de
ellas; y mientras ella se sacuda entre las olas de
su orgasmo, l bebi.
Acabaron al mismo tiempo.

l levant el torso y con gentileza apart una


hmedo mechn de pelo color caoba del rostro de
la mujer.
Gracias dijo suavemente.
No. Gracias a ti murmur ella como
respuesta. Tom su mano y plant un delicado
beso sobre la palma.
Despus se mantuvieron en silencio durante algn
tiempo. Ella iba y vena, al borde del sueo. l
describa con caricias dibujos sobre las suaves
curvas de su pecho, siguiendo las lneas azules de
las venas bajo la piel con las yemas de los dedos.
Ahora que se haba alimentado ya no distraan su
atencin. Cuando estuvo seguro de que la sustancia
coagulante de su saliva haba hecho efecto y las
diminutas laceraciones de su mueca no sangraran
ms, desenred sus piernas de las de ella y se
dirigi hacia el bao para asearse.
Ella despert mientras se vesta.

Henry?
An estoy aqu, Caroline.
Ahora s. Pero te marchas.
Tengo trabajo que hacer.
Se puso un suter y reapareci en la habitacin,
parpadeando por causa de la repentina luz
proveniente de la lmpara de la mesita de noche.
Largos aos de prctica le haban enseado a no
retroceder en circunstancias como esta, pero de
todos modos tuvo que apartar el rostro para darle
a sus sensibles ojos el tiempo de recuperarse.
Por qu no puedes trabajar durante el da,
como una persona normal? protest Caroline,
recogiendo el edredn de los pies de la cama y
arrebujndose debajo de l. Entonces podras
concederme todas las noches a m.
l sonri y contest con absoluta sinceridad:

No puedo pensar durante el da.


Escritores suspir.
Escritores concedi l. Se inclin y pos un
beso sobre su nariz. Somos una raza diferente.
Me vas a llamar?
Tan pronto como tenga tiempo.
Hombres!
l se acerc a la mesilla de noche y apag la
lmpara.
Eso tambin.
Evitando con destreza las manos que lo buscaban a
tientas, le dio un beso de despedida y abandon en
silencio el dormitorio. El apartamento estaba a
oscuras. Detrs de l, el ritmo de la respiracin de
la muchacha cambi casi de inmediato. Supo que

se haba quedado dormida. Normalmente le


ocurra inmediatamente despus de que acabaran,
y no sola estar consciente cuando l se marchaba.
Era una de las cosas que ms le gustaba de ella,
porque significaba que no tena que improvisar
incmodos argumentos sobre las razones de que
jams se quedase a pasar la noche.
Se puso el abrigo y las botas y sali del
apartamento. El sonido de la cerradura al cerrar la
puerta chasque en uno de sus odos. En ciertos
aspectos, sta era la poca ms segura en la que
haba vivido. En otros, la ms peligrosa.
Caroline no albergaba sospechas sobre lo que l
era realmente. Para ella no era ms que un
placentero interludio, un compaero eventual, sexo
sin culpa. Ni siquiera haba tenido que esforzarse
demasiado para que las cosas fueran de aquella
manera.
Frunci el ceo al encontrarse con su imagen en el

espejo del ascensor. Quiero ms. La inquietud


haba estado creciendo en su interior durante algn
tiempo, araando las paredes de su alma,
robndole la poca paz con que contaba. El acto de
alimentarse le haba ayudado a aliviarla, pero no
lo suficiente. Ahogando un grito de frustracin,
gir sobre sus talones y golpe las paredes de
plstico con las palmas de las manos. En aquel
espacio cerrado, el golpe reson como un disparo.
Un patrn de intrincadas grietas emergi a la
superficie de sus manos. Las palmas le ardan,
pero el estallido de violencia pareca haber
limado la agudeza de su inquietud.
Nadie esperaba en el vestbulo para investigar la
causa del sonido y Henry abandon el edificio de
un humor casi alegre.
Haca fro en la calle. Se anud la bufanda y se
levant el cuello de la gabardina. Su naturaleza le
haca menos susceptible que los mortales a las
inclemencias del tiempo, pero eso no significaba

que le gustase sentir el roce del viento helado


arrastrndose por su espalda. Recorri el corto
trecho que separaba la manzana de Bloor, gir
hacia el este y se encamin hacia su casa, con el
extremo de su gabardina de cuero agitndose a la
altura de sus pies.
Pese a que casi era ya la una de la madrugada y a
que definitivamente la primavera haba decidido
retrasarse aquel ao, las calles no estaban todava
vacas. An poda verse un cierto trfico
desplazndose con rutinaria regularidad a lo largo
del eje este-oeste de la ciudad, y cuanto ms se
acercaba a Yonge y Bloor, la interseccin
principal de la ciudad, ms numerosa era la gente
que poblaba las aceras. Era una de las cosas que
ms le gustaba de esta parte de la ciudad, el hecho
de que nunca pareca dormir del todo; y era
precisamente la razn de que hubiese querido tener
su casa lo ms cercana posible a ella. Dos
manzanas ms all de Yonge gir en una rotonda y
sigui la curva que describa hasta el portal de su

edificio.
En su momento haba habitado toda clase de
castillos imaginables, un buen nmero de casas de
campo muy apartadas e incluso una cripta o dos
durante los malos tiempos, pero haban pasado
siglos desde la ltima vez que poseyera un refugio
que se adaptara tan bien a sus necesidades como el
apartamento que haba adquirido en el corazn de
Toronto.
Buenas noches, seor Fitzroy.
Buenas noches, Greg. Alguna novedad?
El guardia de seguridad sonri y alarg la mano
hacia el sistema de apertura de la puerta.
Esto est tranquilo como una tumba, seor.
Henry Fitzroy levant una ceja de color rubio
rojizo pero esper a que el guardia hubiese abierto
la puerta y el timbre cesase en su cacofona

electrnica antes de preguntar:


Cmo puedes estar tan seguro?
Greg sonri de oreja a oreja.
Trabaj como guardia de seguridad en el
cementerio del Monte Pleasant.
Henry sacudi la cabeza y le devolvi la sonrisa.
Deb suponer que tendras una respuesta
preparada.
S, seor. As es. Buenas noches, seor.
La pesada puerta de cristal dio por terminada la
conversacin, as que mientras Greg volva a
coger su peridico, Henry musit un silencioso
buenas noches y se dirigi hacia los ascensores.
Entonces se detuvo. Se volvi hacia la puerta de
cristal.

Un vampiro acecha en la ciudad.


Moviendo los labios mientras lea, Greg deposit
el peridico sobre su mesa. El titular ya no estaba
a la vista.
Henry abri la puerta, sintiendo que su vida haba
quedado reducida a seis palabras.
Ha olvidado algo, seor Fitzroy?
El peridico. Djamelo ver.
Sobrecogido por el tono, Greg obedeci la orden.
Levant el diario de la mesa y Henry se lo
arrebat de las manos.
Un vampiro acecha en la ciudad.
Lentamente, sin hacer movimientos bruscos, Greg
ech la silla hacia atrs, poniendo tanta distancia
como le era posible entre l y el hombre que haba
al otro lado de la mesa. No estaba seguro de por

qu lo haca, salvo acaso porque en sus sesenta y


tres aos, y despus de haber sobrevivido a dos
guerras, no haba visto jams una expresin como
la que ahora poda leerse en el rostro de Henry
Fitzroy. Y esperaba no volver a verla, porque la
furia que mostraba era ms que humana y el terror
que provocaba resultaba ms de lo que el espritu
humano poda resistir.
Dios mo, por favor, que no se vuelva hacia m...
Los minutos se estiraban y el papel se combaba
bajo unos dedos tensos.
Eh, seor Fitzroy...
Unos ojos de color avellana, como humo helado,
abandonaron su lectura. Paralizado por la
intensidad de su brillo, el aterrorizado guardia
tuvo que tragar saliva una, dos veces, antes de
poder continuar.
... puede, eh, quedarse con el peridico.

El miedo que revelaban las palabras del guardia


de seguridad se abri camino sobre la furia de
Henry. Haba peligro en el miedo. Con un
esfuerzo, Henry envolvi de nuevo a su alma de
depredador con el barniz civilizado que tan
cuidadosamente haba construido a lo largo de los
aos.
Odio esta clase de sensacionalismos! arroj
el peridico con fuerza sobre la mesa.
Greg dio un respingo y la silla, impulsada hacia
atrs, fue a chocar contra la pared.
Jugar tan alegremente con los miedos del
pblico es una muestra de irresponsabilidad
periodstica Henry suspir y cubri su furia con
una ptina de hastiado enojo. Cuatrocientos
cincuenta aos de prctica le haban permitido
elaborar una mscara verosmil, a pesar de lo
incmodo que le resultaba llevarla en los ltimos
tiempos. Nos hacen parecer malos a todos.

Greg suspir a su vez y se palme los muslos con


las manos, aceptando aparentemente la
explicacin.
Supongo que para los escritores resulta un tema
muy delicado ofreci.
Para algunos s contest Henry. Est
seguro de lo del peridico? No le importa que me
lo quede?
Por supuesto, seor Fitzroy. Ya he visto los
resultados del hockey su mente haba
comenzado ya a racionalizar lo que acababa de
ver, aadiendo explicaciones que lo hacan
posible, que lo hacan soportable, pero a pesar de
ello no volvi a acercarse a la mesa hasta que la
puerta del ascensor se hubo cerrado y el indicador
luminoso comenz a ascender.
Henry, los msculos agarrotados por el esfuerzo
de mantenerse en calma, se concentraba en
respirar, en controlar la furia en vez de dejar que

sta le controlase a l. En esta poca los de su raza


solo podan tener esperanzas de sobrevivir si se
mezclaban y pasaban inadvertidos y l haba
cometido un error fatal al dejar que su espontnea
reaccin frente al titular fuera presenciada. El
permitir que aflorara su verdadera naturaleza en la
privacidad de un ascensor vaco no poda hacer
mucho dao, pero hacerlo delante de un testigo
mortal era ciertamente harina de otro costal. No es
que esperase que Greg comenzara a sealarlo con
el dedo gritando vampiro...
La culpa que senta por aterrorizar al anciano
colabor tambin a dulcificar su clera. Le
gustaba Greg; en este mundo de igualdad y
democracia era bueno encontrarse con un hombre
dispuesto a servir. Su actitud le recordaba
constantemente a un hombre que viva en sus
tierras cuando l era pequeo. Este recuerdo le
devolvi por un instante a una poca ms sencilla.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron, lo

hizo subir hasta el decimocuarto piso. Una vez all,


sostuvo las puertas para que la seora Hughes y su
mastn pudieran entrar. Como de costumbre, el
perro pas a su lado completamente rgido, con el
pelaje erizado y un gruido sordo en el fondo de la
garganta. La seora Hughes, tambin como de
costumbre, esboz una disculpa.
Realmente no me lo explico, seor Fitzroy.
Normalmente Owen es un perro tan carioso. l
nunca... Owen!
El mastn, agitado por el deseo de atacar,
maniobr para colocar su enorme cuerpo entre su
duea y el hombre de la puerta, como si tratase de
poner la mxima distancia posible entre ella y la
amenaza que perciba.
No se preocupe por ello seora Hughes
Henry apart la mano y las puertas comenzaron a
cerrarse. No todo el mundo tiene por qu
gustarle a Owen. Un instante antes de que las

puertas se cerrasen por completo, le dedic una


sonrisa al animal y le ense los dientes. El mastn
reconoci el gesto como lo que era y trat de
abalanzarse sobre l. Mientras los frenticos
ladridos se apagaban descendiendo hacia el
vestbulo, Henry esboz una nueva sonrisa, esta
vez ms honesta.
Diez minutos a solas con aquel perro y los
problemas que haba entre ambos quedaran
solucionados. La ley de la manada era muy simple:
el ms fuerte dominaba. Pero Owen siempre
acompaaba a la seora Hughes y Henry dudaba
que ella comprendiese esta sencilla verdad. Puesto
que no quera llamar la atencin de su vecina,
toleraba la animosidad del animal. Era una
lstima. Le gustaban los perros y no le costara
demasiado poner a Owen en su lugar.
Una vez en su apartamento, con las puertas bien
cerradas detrs de s, volvi a dedicar su atencin
al peridico y gru.

Un vampiro acecha en la ciudad.


La sangre de los cuerpos de Terri Neal y DeVerne
Jones haba sido drenada por completo.
Y l saba que no era el responsable.
Con un brusco giro de su mueca, arroj el diario
al otro lado de la habitacin, sintiendo una leve
satisfaccin al ver sus hojas revoloteando hasta el
suelo como pjaros heridos.
Maldita sea, maldita sea, maldita sea!
Se aproxim a la ventana, se quit el abrigo y lo
colg en el perchero. Entonces corri las cortinas
que ocultaban la ciudad a la vista. Los vampiros
eran una raza solitaria, seres que no se buscaban
entre s y que no se preocupaban de dnde vagaban
sus hermanos y hermanas. Pese a que sospechaba
que comparta su territorio con otros de su raza, lo
cierto es que poda haber una decena de ellos
movindose, viviendo, alimentndose entre los

patrones de luz y sombra que formaban la noche, y


Henry no sera ms consciente de su presencia que
cualquiera de los mortales entre los que se
escondan.
Y lo peor de todo era que si el asesino era en
efecto un vampiro, deba de ser uno de los nios,
uno de los recin creados, porque solo los que
acababan de experimentar la transformacin
necesitaban sangre en tales cantidades y podran
matar con tan brutal abandono.
No puede ser mo dijo a la noche, apoyando
la frente contra el helado cristal. Era tanto una
plegaria como una afirmacin. Todos los de su
raza teman el dar a luz a tales monstruos, un nio
accidental, un cambio fortuito. Pero l haba sido
cuidadoso; nunca se alimentaba de la misma presa
hasta asegurarse de que la sangre hubiese tenido
tiempo de renovarse, nunca se arriesgaba a que su
propia sangre pasase al otro. Algn da tendra un
hijo, s, pero ste cambiara por eleccin, como l

mismo haba hecho, y cuando lo hiciese le tendra


all para guiarlo, para mantenerlo a salvo.
No. No era suyo. Pero a pesar de ello no poda
dejar que siguiera aterrorizando a la ciudad. El
miedo no haba cambiado con el paso de los
siglos, como tampoco lo haban hecho las
reacciones de la gente frente a l. Y en una ciudad
aterrorizada podran brotar las antorchas y las
estacas afiladas... o los equivalentes
proporcionados por la ciencia del siglo XX.
Y yo deseo menos que nadie pasarme lo que me
resta de vida atado a una mesa de operaciones
hasta que decidan cortarme la cabeza y llenarme la
boca de ajo le cont a la noche.
Encontrara al nio antes de que lo hiciera la
Polica. Antes de que la solucin del enigma
engendrase ms preguntas de las que resolvera.
Encontrara al nio y lo destruira, porque sin un
lazo de sangre no podra controlarlo.

Y entonces levant la cabeza y mostr los


dientes encontrar a su progenitor.

***
Buenos das, seora Kopolous.
Hola cario. Esta maana llegas temprano.
No poda dormir le cont Vicki mientras se
aproximaba a la parte trasera de la tienda, donde
se encontraban los refrigeradores. Y me haba
quedado sin leche.
Coge los cartones. Estn de oferta.
No me gustan los cartones con el rabillo del
ojo pudo ver a la seora Kopolous expresando
silenciosamente la no demasiado favorable
opinin que le mereca alguien que se negaba a
ahorrarse cuarenta y nueve centavos. Tom una
botella y volvi a la caja. No han llegado los
peridicos?

S, s. Estn aqu mismo, cario se inclin


sobre los montones, ocultando con su voluminoso
cuerpo los titulares. Cuando se enderez llevaba
consigo un ejemplar de cada uno de los diarios
matutinos. Los coloc junto a la caja registradora.
Los Sabers vencen a los Leafs por 10-2.
Vicki, que no era consciente de que haba estado
conteniendo la respiracin, dej escapar un
suspiro. Si la prensa no haca mencin de otro
asesinato dejando aparte la carnicera que
aparentemente tena lugar en las eliminatorias de
la divisin significaba que la ciudad haba
conseguido pasar una noche a salvo.
Esas cosas horribles... ests metida en ello,
verdad?
Qu cosas horribles, seora Kopolous?
recogi su cambio y entonces compr un huevo de
Pascua con crema. Qu demonios. Despus de
todo haba algo que celebrar.

La seora Kopolous sacudi la cabeza, pero si su


gesto se deba a lo del huevo o haca referencia a
la vida en general, resultaba imposible de saber
para Vicki.
Es que ests mirando los peridicos con la
misma expresin que tenas cuando aquellas nias
fueron asesinadas.
Eso fue hace dos aos! dos aos y una vida
entera.
Lo s, dos aos. Pero esta vez no te toca a ti
involucrarte en este asunto de bebedores de sangre
cerr la caja registradora con fuerza. Esta vez
es algo sucio.
Es que nunca ha sido algo limpio protest
Vicki, alojando los peridicos bajo su brazo.
Ya sabes lo que quiero decir.
Su tono no dejaba lugar a la argumentacin.

S. Lo s se volvi para marcharse, se detuvo


y entonces se volvi de nuevo hacia el mostrador
. Seora Kopolous, cree usted en vampiros?
La anciana agit la mano en un gesto expresivo.
No creo que sea todo una fantasa dijo,
arrugando las cejas para darle ms nfasis a sus
palabras. Hay ms cosas en el Cielo y en la
Tierra...
Vicki sonri.
Shakespeare?
La expresin de la seora Kopolous no se
dulcific.
Solo porque lo dijera un poeta no significa que
sea menos cierto.
A las 7:14 Vicki estaba de vuelta en su edificio,
una construccin de piedra rojiza ubicada en pleno

centro de Chinatown. El vecindario comenzaba a


despertar. Consider la posibilidad de ir a correr
un rato antes de que los niveles de monxido de
carbono aumentaran, pero la abandon despus de
una inhalacin experimental. Tericamente era
primavera, pero ya habra tiempo ms que
suficiente para correr cuando la temperatura se
ajustase a la estacin. Mientras ascenda las
escaleras de dos en dos, agradeci al cielo la
afortunada combinacin gentica que le
proporcionaba un cuerpo de atleta a cambio de un
mnimo de mantenimiento. Aunque, a la edad de
treinta y uno, no poda decirse cunto tiempo le
durara esa suerte...
Acosada por una punzada de remordimiento,
realiz una tabla de ejercicios mientras escuchaba
las noticias de las 7:30.
A las 8:28 haba ojeado los tres peridicos, se
haba bebido una tetera y media y ya tena
preparada la factura por el asunto de Foo Chan

para ser enviada por correo. Echando la silla para


atrs, se limpi las gafas, dejando que su mundo se
estrechase, convertido en un crculo con un techo
de estuco. Ms cosas en el Cielo y en la Tierra...
No saba si crea en los vampiros, pero en lo que
s crea sin ningn gnero de dudas era en lo que le
decan sus sentidos, a pesar de que uno de ellos se
hubiese vuelto menos fiable en los ltimos
tiempos. Haba algo extrao en el interior de aquel
tnel y ningn ser humano podra haber propinado
un golpe como aquel. En su cabeza le daba vueltas
a una frase leda en el artculo del peridico del
mircoles: ... una fuente bien informada de la
Oficina del Juez informa de que los cuerpos de
Terri Neal y DeVerne Jones haban sido vaciados
de sangre. Era consciente de que la cosa no le
incumba...
Brandon Singh se encontraba normalmente en su
despacho de la Oficina del Juez desde las 8:30.
Acompaado de su inevitable taza de t y su
bizcocho, resultaba una persona encantadora y

abordable hasta por lo menos las 8:45.


Pese a que ella ya no tena ningn tipo de
autoridad oficial que invocar, los jueces de
instruccin eran de hecho cargos pblicos, y ella
segua siendo uno de los ciudadanos que pagaban
su sueldo con sus impuestos. Tom su agenda de
direcciones. Diablos, despus de lo de Celluci,
nada puede ser demasiado malo.
Con el seor Singh, por favor. S, espero
Por qu hacan siempre la misma pregunta
estpida?, se dijo mientras se colocaba las gafas
en su sitio. Como si tuvieras otra opcin...
Aqu el doctor Singh.
Brandon? Soy Vicki Nelson.
Su pesado acento de Oxford la voz que
adoptaba al telfono se aliger.
Victoria? Qu alegra orte de nuevo. Has

estado ocupada desde que dejaste el Cuerpo...


Bastante, s admiti ella, apoyando uno de sus
pies contra la esquina de su escritorio. Desde que
muriera su abuela, all por los setenta, el doctor
Brandon Singh era la nica persona que le haba
llamado Victoria. Ella nunca haba sido capaz de
determinar si era por aquel encanto del viejo
mundo que lo adornaba o si, conocedor del hecho
de que a ella le molestaba escuchar su nombre
completo, lo haca por pura y simple perversidad
. He abierto mi propia agencia de investigacin.
O un rumor al respecto, s. Pero los rumores...
en su mente, Vicki poda verlo cortando el aire
con los gestos de sus largas manos de cirujano,
los rumores tambin te colocaban, ciega como una
piedra, vendiendo lpices en una esquina.
No. Todava no hemos llegado a eso el
enfado le rob la vida a su voz.
En contraste, la voz de Brandon se hizo ms

clida.
Victoria, lo siento. Sabes que no soy un hombre
de tacto. Nunca he tenido demasiadas
oportunidades de desarrollar mis buenos
modales... era un viejo chiste, uno que ambos
recordaban desde su primer encuentro, en plena
autopsia de un conocido traficante de drogas.
Pero, cambiando de tema se detuvo para dar un
sorbo, a cierta distancia del aparato, a juzgar por
el volumen del sonido, qu puedo hacer por ti?
Vicki era una de las pocas personas a quienes no
desconcertaba el hbito de Brandon de ir al grano
en los asuntos sin mediar apenas un mnimo de
conversacin intrascendente y apreciaba el hecho
de que l, que no mostraba tacto frente a los
dems, tampoco lo reclamara a su vez. Una de sus
frases favoritas para establecer el tono de una
conversacin era: No malgastes mi tiempo, soy un
hombre muy ocupado.

Ese artculo del peridico de ayer, el que


hablaba de la prdida de sangre de los cadveres
de Neal y Jones. Deca la verdad?
Su tono formal regres.
No tena noticias de que estuvieses ocupndote
del caso.
No lo hago, exactamente. Pero fui la que
encontr el primer cuerpo.
Cuntamelo.
Y ella lo hizo; el intercambio de informacin era
la moneda con que se pagaban los favores entre
los funcionarios municipales y el hecho de que ella
hubiese dejado de serlo careca de importancia en
este caso particular.
Y en tu opinin profesional? pregunt
Brandon cuando ella hubo acabado su relato, con
tono cuidadosamente neutral.

En mi opinin profesional Vicki imit su tono


y sus palabras, basada en mis tres aos de
experiencia en Homicidios, no tengo ni una sola
pista sobre lo que pudo haber causado la herida
que vi. No es posible que un solo golpe desgarrara
de aquella manera la piel, los msculos y los
cartlagos.
Al otro lado de la lnea, Brandon suspir.
S, s. S lo que ocurri y, francamente, no lo
tengo ms claro que t. Y he estado tratando con
este tipo de cosas bastante ms tiempo que tres
aos. Pero para responder a tu pregunta inicial, la
historia del peridico era esencialmente cierta;
ignoro si se trataba de un vampiro o de un
aspirador muy potente, pero los cuerpos de Neal y
Jones fueron drenados hasta quedar casi secos.
Drenados? entonces no se trataba solo de
una prdida masiva de sangre, algo que uno podra
esperar en una herida de aquellas caractersticas

. Oh, Dios mo.


Escuch a Brandon tomar otro trago.
S, verdad? admiti l con sequedad.
Naturalmente, esto debe quedar entre t y yo.
Naturalmente.
Entonces, si ya tienes toda la informacin que
necesitabas...
S. Gracias, Brandon.
Ha sido un placer, Victoria.
Durante algunos segundos se qued sentada sin
mirar a ningn lugar en particular, considerando
las posibles implicaciones de lo que acababa de
escuchar. Entonces unos pitidos provenientes del
telfono le recordaron que no haba colgado, y al
mismo tiempo la arrancaron de sus ensoaciones.

Drenados... repiti. Mierda se


preguntaba qu iba a hacer con ello la
investigacin oficial. No, s honesta. Te ests
preguntando qu har Mike Celluci con ello.
Bien, no pensaba llamar para descubrirlo.
Aunque era la clase de cosa que unos viejos
amigos podran discutir si uno de ellos haba sido
polica y el otro continuaba sindolo. Salvo que,
sin duda, l me dir cualquier cosa
desagradable, especialmente si piensa que estoy
utilizando el asunto como excusa para poder
mantener algn tipo de contacto con el Cuerpo.
Lo estaba haciendo?
Pens en ello mientras escuchaba las pisadas del
nio de tres aos del piso de arriba corretear de
un lado a otro por el comedor. Era un sonido
tranquilizador, la clase de sonido que te dice todova-bien-en-el-universo, y utiliz su ritmo
acompasado para mantener sus pensamientos en

movimiento, para apartarse del pantano de


lamentacin en el que haba pasado la mayor parte
de los ltimos ocho meses.
No, decidi por fin, no estaba utilizando aquel
rosario de muertes como medio de tratar de
aferrarse a lo que se haba visto obligada a
abandonar. Lo suyo era curiosidad, lisa y
llanamente. La misma curiosidad que cualquier
otro sentira en circunstancias similares. La nica
diferencia era que ella contaba con un medio para
satisfacerla.
Y si Celluci no lo entiende as murmur
mientras marcaba su nmero, puede irse a tomar
por... Buenos das. Mike Celluci, por favor. S,
esperar algn da, se dijo mientras trataba de
quitarle el papel a un viejo caramelo, voy a decir
que no, no esperar y le provocar a la
secretaria de alguien un ataque de histeria muy
serio.

Celluci.
Buenos das. Soy Vicki.
Ya. Y bien? definitivamente no poda
decirse que pareciera encantado de escucharla.
La cosa va de complicar mi vida con otro
cadver o se trata de una llamada amistosa a las...
Vicki consult su reloj mientras l lo haca con el
suyo.
... nueve y dos...
Ocho cincuenta y ocho.
l la ignor.
... un jueves por la maana?
No hay ningn cuerpo, Celluci. Solo quera
saber cmo marchaba la investigacin hasta el
momento.

Eso es informacin policial, Vicki, y en el caso


de que lo hayas olvidado debo recordarte que ya
no eres polica.
La rplica doli, pero no tanto como ella haba
esperado. Bien, dos podan jugar al mismo juego.
As que estis en un callejn sin salida, eh?
Sin ninguna salida? pas las pginas de uno de
los peridicos con la suficiente fuerza como para
que l pudiera escuchar el inconfundible crujido
. Los peridicos parecen haber dado con una
respuesta sacudiendo la cabeza, apart el
receptor de su odo para no resultar ensordecida
por la rplica, expresada de manera enrgica,
acerca de la opinin que le merecan ciertos
periodistas, sus parientes y antecesores y sus
descendientes. Sonri. Aquello le estaba
encantando.
Buen intento, Mike, pero habl con la Oficina
del Juez y me ha confirmado la veracidad de la

informacin.
Estupendo. Por qu no te leo entonces mi
informe por telfono? O, mejor an, podra
enviarte a alguien con una copia de la informacin
sobre el caso y sin duda t lo habrs resuelto,
utilizando tu juego de detective Nancy Drew, para
la hora de comer.
Por qu no discutimos el asunto como seres
inteligentes mientras cenamos? Mientras
cenamos? Dios, Dios. Ha sido esa mi boca?
Cenar?
Oh, bien, de perdidos al ro, como sola decir la
abuela.
S, cenar. Ya sabes. Cuando te sientas por la
noche y te metes comida en la boca.
Oh, cenar. Por qu no has empezado por ah?
Vicki pudo notar alegra en su voz y su propia

sonrisa se curv a modo de respuesta. Mike


Celluci era el nico hombre al que haba conocido
cuyo humor cambiase tan rpidamente como el de
ella. Puede que fuera por eso por lo que....
Invitas t? tambin era bsicamente un
bastardo rooso.
Por qu no? Lo deducir como comida de
negocios; consultando con el mejor funcionario de
la ciudad.
l buf.
Supongo que te acuerdas de que salgo a las
siete.
All estar.
Colg, volvi a colocarse las gafas y se pregunt
qu era exactamente lo que se crea que estaba
haciendo. Mientras hablaban falso, mientras
nos enzarzamos en el enfrentamiento verbal que
utilizamos a modo de conversacin, casi haba

parecido como si los ltimos ocho meses y las


peleas anteriores no hubieran ocurrido nunca. O
puede que su amistad fuera lo suficientemente
fuerte como para emerger intacta desde donde
ellos la haban abandonado. O poda ser, solo
poda ser, que ella hubiese encontrado un asidero
para su vida.
Y espero no haber mordido ms de lo que puedo
masticar susurr al vaco apartamento.

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Captulo 3
Escorndose hacia la derecha para evitar ser
completamente aniquilado por una mochila llena
hasta los topes, Norman Birdwell choc contra un
fornido joven ataviado con una chaqueta de cuero
de la universidad de York y se encontr de vuelta
en el corredor que haba a la salida del aula.
Aferrando an con ms fuerza el asa de plstico de
su maletn, cuadr sus estrechos hombros y volvi
a intentarlo. Siempre haba pensado que se deba
obligar a los estudiantes a salir de las clases
formando filas ordenadas que discurriesen por el
lado izquierdo de la puerta de entrada, de manera
que los que llegasen tarde a la siguiente clase
pudiesen entrar por la derecha sin ser estorbados.
Escurrindose al lado de dos chicas que,
ignorando su presencia, continuaron discutiendo
sobre las injusticias sexistas del control de la
natalidad y los secadores de pelo, consigui entrar

en el aula y se dirigi hacia su sitio.


A Norman le gustaba llegar pronto para poder
sentarse en el centro exacto de la tercera fila.
Consideraba este lugar su asiento de la suerte
desde que en Primero realizase en l un examen de
clculo perfecto. Se haba matriculado en el turno
de tarde de aquella asignatura de Sociologa
porque haba escuchado comentar a dos alumnos
en la cafetera que era un buen lugar para conocer
chicas. Hasta el momento no haba tenido
demasiada suerte. Mientras se arreglaba su nueva
corbata de cuero, se pregunt si no debera pedir
una chaqueta.
Al acercarse a su asiento, su maletn qued
encajado entre los respaldos de dos sillas de la
segunda fila. Lo sacudi tratando de liberarlo, y al
hacerlo su portaminas se le cay del bolsillo y se
perdi entre las sombras.
Oh, joder murmur mientras se arrodillaba

para recogerlo. Llevaba algn tiempo


experimentando con la procacidad verbal,
confiando en que le hara parecer ms macho.
Hasta el momento no haba experimentado
progresos destacables.
Circulaban numerosas leyendas sobre lo que
acechaba bajo los asientos de las aulas de la
universidad de York, pero todo lo que Norman
encontr, aparte de su portaminas que tena solo
desde la noche del domingo y que, por tanto, no
estaba dispuesto a perder, fue un ejemplar
ingeniosamente enrollado del peridico
sensacionalista del domingo. Devolviendo el
portaminas al lugar al que perteneca, Norman
extendi el peridico sobre su rodilla. Saba que
el profesor llegara a clase con quince minutos de
retraso. Tena tiempo de sobra para leer las tiras
cmicas.
Un vampiro acecha en la ciudad.

Con mano temblorosa, lo abri y comenz a leer el


artculo.
Mirad a Birdwell el muchacho de cuello
ancho dio un codazo a su compaero. Se ha
puesto blanco como un fantasma.
Frotndose su contusionada costilla, el
destinatario de esta amistosa caricia lanz una
mirada a la solitaria figura que se sentaba en la
tercera fila del aula.
Qu diferencia hay? gru. Fantasmas,
cretinos; es lo mismo.
Nunca lo supe susurr Norman mirando al
peridico. Lo juro por Dios. Nunca lo supe. No
ha sido culpa ma.
l... no, aquello haba dicho que tena que
alimentarse. Norman no le haba preguntado dnde
ni cmo. Quiz, admita ahora, porque no haba
querido saberlo. No dejes que nadie te vea, haba

sido su nica instruccin.


Se limpi las sudorosas palmas en el peridico y
las levant, manchadas y temblorosas, mientras
juraba: Nunca ms. Lo prometo. Nunca ms.

***
El gong anunci otro encargo de pato Pekn, y
mientras el sonido reverberaba a travs del
restaurante se produjo una ligera disminucin en
las conversaciones que, al menos en tres idiomas
diferentes, estaban teniendo lugar. Vicki se llev a
los labios una cucharada de sopa, agria y caliente,
y mir intrigada a Mike Celluci. Durante la
primera media hora de la velada haba resultado
casi encantador. Ya haba tenido casi toda la
racin de encanto que poda soportar.
Trag y le obsequi su mejor sonrisa del tipo no
me vaciles, chaval, s de qu vas.

As que, todava te empeas en mantener esa


ridcula teora tuya del polvo de ngel y las garras
de Freddy Kruger?
Celluci lanz una mirada a su reloj.
Treinta y dos minutos y diecisiete segundos
sacudi la cabeza con arrepentimiento y un espeso
mechn de cabello le cay sobre los ojos. Este
seor que tienes aqu se apost con Dave a que no
podas aguantar ni media hora. Me acabas de
costar cinco pavos. Te parece bonito?
No deberas quejarte ella persegua a un
pedazo de cebolla verde a lo largo del borde de su
cuenco. Despus de todo, yo pago la cena. Y
ahora contesta a la pregunta.
Y yo que pensaba que estabas aqu para
disfrutar del placer de mi compaa.
Cuando su voz adoptaba ese tono sarcstico ella
llegaba a odiarlo. El hecho de que no lo hubiera

escuchado en los ltimos ocho meses no disminua


su antipata.
Voy a mandar el placer de tu compaa
directamente a las cocinas si no contestas
inmediatamente a lo que te he preguntado.
Maldita sea, Vicki arroj la cuchara contra el
platillo. Tenemos que discutir esto mientras
cenamos?
La cena no tena nada que ver; haban discutido
sobre cada caso en el que haban participado, por
separado y en comn, durante las comidas. Vicki
hizo a un lado su tazn vaco y junt las manos.
Era posible que, ahora que ella haba abandonado
el Cuerpo, l no quisiese discutir los casos. Era
posible, pero poco probable. O al menos ella rez
porque no lo fuera.
Si puedes mirarme a los ojos dijo
tranquilamente y decirme que no quieres hablar
de esto conmigo, me marchar ahora mismo.

Tericamente, l saba que eso mirarla


directamente a los ojos y decirle que no quera
hablar del tema con ella era lo que deba hacer.
El Departamento de Investigacin Criminal no
tena muy buena opinin sobre los investigadores
que no eran capaces de mantener la boca cerrada.
Pero Vicki haba sido una de las mejores; en su
expediente figuraban tres promociones anticipadas
y dos menciones y, lo que era ms importante, su
historial de casos resueltos haba sido uno de los
de ms xito del departamento. La honestidad
deba forzarle a admitir, aunque fuera en silencio,
que desde un punto de vista estadstico este
historial era tan bueno como el suyo, solo que l
haba pasado en el departamento tres aos ms.
Debo prescindir de esta oportunidad? se
pregunt en medio de un prolongado silencio.
Debo renunciar a aprovecharme de su talento y
su habilidad solo porque el dueo de este talento
y esta habilidad es un civil? Trataba de mantener
sus sentimientos personales al margen de las
decisiones.

La mir directamente a los ojos y dijo con lentitud:


Muy bien, genio. Tienes una teora mejor que
la del PCP y las garras?
Sera difcil dar con una peor se burl ella,
mientras se apoyaba en su asiento para permitir
que el camarero sustituyera los cuencos vacos por
platos humeantes llenos de comida. Agradecida
por la oportunidad que se le brindaba para
recobrar la compostura, Vicki se entretuvo jugando
con un palillo y esper que l no advirtiera lo
mucho que esto significaba para ella. De hecho,
ella misma no se haba dado cuenta hasta que la
respuesta de Mike haba vuelto a poner en
funcionamiento su corazn y al mismo tiempo
comenzaba a devolver lentamente a la vida una
parte de ella que crea que haba muerto cuando
abandon el Cuerpo. Su reaccin, lo saba, habra
pasado inadvertida para un observador cualquiera,
pero Mike Celluci era cualquier cosa menos eso.

Por favor, Seor, haz que piense que se est


aprovechando de mis conocimientos. No le dejes
saber lo mucho que necesito esto.
Por primera vez desde haca mucho tiempo, Dios
pareca estar escuchando.
Y tu idea? pregunt Mike intencionadamente
cuando volvieron a quedarse solos con la comida.
Si haba notado su alivio, no dio muestras de ello.
Para Vicki, esto era suficiente.
Es un poco difcil aventurar una hiptesis sin
contar con toda la informacin dijo, tratando de
empujarlo a hablar.
l esboz una sonrisa que hizo que ella
comprendiera, y no por primera vez, por qu los
testigos de ambos sexos estaban dispuestos a
contarle a este hombre hasta la ltima palabra de
lo que saban.

Hiptesis. Bonita palabra. Has estado otra vez


haciendo crucigramas?
S. En los momentos libres que me dejaba el
perseguir a ladrones internacionales de joyas.
Escpelo, Celluci.
Si tal cosa resultaba posible, haban aparecido an
menos pistas en la escena del segundo crimen que
en el primero. Ninguna huella, salvo las de la
vctima, ningn rastro, nadie vio salir o entrar del
garaje al asesino...
... y cuando llegamos haban pasado varias
horas desde el crimen.
Dices que el rastro que se internaba en el tnel
conduca a una sala de mantenimiento?
l asinti, mirando con rostro preocupado a un
guisante.
Haba sangre por toda la pared del fondo. El

rastro llevaba a la habitacin, pero nada sala de


ella.
Tal vez detrs de la pared?
Ests pensando en pasadizos secretos?
Ella asinti con cierta timidez.
Considerndolo todo, esa podra ser una
respuesta con la que podra vivir agit la cabeza
y el rizo volvi a interponerse delante de sus ojos
. Pero no haba nada. Lo comprobamos.
Aunque DeVerne Jones haba sido encontrado con
un jirn de cuero aferrado en su puo, en la tercera
escena del crimen haba poco ms que suciedad.
Suciedad y un vagabundo que farfullaba sobre el
Apocalipsis.
Espera un minuto Vicki arrug la frente
mientras se concentraba y entonces volvi a
colocar las gafas en su lugar. No mencion

tambin el viejo del metro algo sobre el


Apocalipsis?
No. Armagedn.
Es lo mismo.
Ests tratando de decirme que no se trata de un
asesino, sino de cuatro asesinos a caballo?
Gracias. Has sido de gran ayuda.
Supongo que habis investigado las posibles
conexiones entre las vctimas. Alguna cosa que
suponga algn mvil?
Mvil? se golpe la frente con la palma de
la mano. Cmo no se me habr ocurrido eso?
Vicki acuchill una seta y murmur:
Imbcil.
No. No haba conexiones. No haba mvil

aparente. Todava lo estamos investigando se


encogi de hombros, expresin sucinta de su
opinin sobre los posibles resultados de esta
investigacin.
Tal vez una secta?
Vicki, en los ltimos das he hablado con ms
chalados e iluminados que en muchos aos
sonri abiertamente. Mejorando lo presente,
claro.
Caminaban de vuelta a casa. Ella apoyaba la mano
sobre el codo de l, permitiendo que la guiara a
travs de la oscuridad. Casi se encontraban junto a
su apartamento cuando ella pregunt:
Has considerado la posibilidad de que esa
teora del vampiro esconda algo de verdad?
Se detuvo en seco como respuesta a su carcajada.
Lo digo en serio, Celluci.

No. Yo soy Serio Celluci. T has perdido la


cabeza tir de ella para que volviera a ponerse
en camino. Los vampiros no existen.
Ests seguro de eso? Hay ms cosas...
No empieces advirti l a citarme a
Shakespeare. ltimamente he escuchado esa cita
tan a menudo que comienzo a pensar que la
brutalidad policial no es tan mala idea.
Reemprendieron el paseo hacia el edificio de
Vicki.
Tienes que admitir que un vampiro se ajusta a la
perfeccin a todos los parmetros Vicki no
crea en la teora del vampiro ms que Celluci,
pero siempre haba resultado tan deliciosamente
sencillo desconcertarlo...
l dej escapar un bufido.
Perfecto. Alguien vaga por la ciudad vestido de

esmoquin y susurrando: quiero beberme tu


sangre.
Acaso tienes un sospechoso mejor?
Ya lo creo. Un to puesto de PCP hasta las
orejas con unas garras cosidas en la ropa.
Vas a volver a esa estpida teora tuya de
nuevo?
Estpida!
S. Estpida.
No reconoceras una sucesin lgica de hechos
ni aunque te diera una patada en el culo!
Al menos no estoy tan cegada por mi propia
inteligencia como para cerrarme a cualquier
posibilidad que no se me haya ocurrido a m!
Posibilidades? No tienes la menor idea de lo

que est pasando!


Ni t!
Se quedaron en silencio unos instantes, el uno
frente al otro, jadeantes. Entonces Vicki volvi a
colocarse las gafas en su sitio y busc las llaves
en su bolsillo.
Te quedas a pasar la noche?
Sonaba como un desafo.
Claro.
Tambin lo era su respuesta.
Algo ms tarde, Vicki se movi para alcanzar un
rea particularmente sensible y decidi, mientras
reciba una elocuente pero silenciosa respuesta,
que hay ocasiones en las que no necesitas ver lo
que ests haciendo y que, en la oscuridad, la
ceguera nocturna no tiene la menor importancia.

***
El capitn Raymond
Roxborough contempl la forma
gil y encogida de su grumete y se
pregunt cmo poda haber estado
tan ciego. Cierto, haba pensado
que el joven Smith era muy
hermoso, con aquellos rizos
despeinados de un negro azulado y
aquellos ojos como zafiros, pero
nunca, ni por un solo momento,
haba llegado a sospechar que el
muchacho no era en realidad un
muchacho. Aunque, tambin tena
que admitirlo, resultaba una
cmoda solucin para los
sentimientos algo perturbadores
que haba comenzado a abrigar
ltimamente.
Supongo que tiene una buena
explicacin para esto dijo lenta y

cansinamente, mientras se apoyaba


contra la puerta del camarote y
cruzaba los brazos bronceados por
el sol sobre su bien musculado
pecho.
La joven dama jovencita, en
realidad, porque no deba pasar de
los diecisiete se cubri con su
camisa de algodn el voluminoso y
blanco seno que la haba
traicionado y con la otra mano
recogi sus hmedos cabellos, el
otro legado de su interrumpido
bao y se los apart de la cara.
Necesitaba llegar a Jamaica
dijo orgullosamente, a pesar de
que de que el bajo tono de su voz
esconda la traza de un temblor,
y este fue el nico medio que se me
ocurri.

Podrais haber pagado el


pasaje sugiri el capitn
secamente mientras con una mirada
que revelaba deseo recorra la
suave curva de sus hombros.
No tena con lo que pagar.
l se enderez y comenz a
acercarse a ella, sonriendo.
Creo que subestimis el valor
de vuestros encantos.
Vamos, Smith, dale una buena patada en su
deseo azotado por el viento Henry Fitzroy se
recost sobre el respaldo de su silla y se acarici
las sienes. Cun repugnante deba resultar el
capitn? Debera la naturaleza ms elevada del
hroe sobreponerse a su lascivia o acaso careca
de naturaleza elevada? Y qu tipo de hroe sera
sin una?

Y, francamente, querido suspir, eso no me


importa.
Salv el trabajo de la noche y cerr el sistema.
Normalmente, los captulos iniciales de un nuevo
libro le divertan. Resultaba muy excitante
comenzar a conocer a los personajes,
modelndolos para ajustarse a las demandas de la
trama. Pero esta vez...
Apart la silla del escritorio y se acerc a la
ventana de la oficina. Debajo de l, la ciudad
dorma. En algn lugar de ella, escondido por la
oscuridad, acechaba un cazador; cegado,
enloquecido, consumido de hambre y lujuria de
sangre. Se haba jurado que lo detendra, pero
todava no tena la menor idea sobre cmo
empezar la bsqueda. Cmo poda uno
anticiparse a un asesinato cometido al azar?
Con un nuevo suspiro, se levant. Durante las
ltimas veinticuatro horas no se haba producido

otro ataque. Quiz el problema se hubiera resuelto


por s solo. Agarr su abrigo y sali del
apartamento.
Los peridicos matutinos ya deben de haber
salido. Comprar uno y... Mientras esperaba al
ascensor, consult su reloj. Las 6:10. Era mucho
ms tarde de lo que haba credo... y me apuesto
algo a que puedo salir a la calle y volver sin
arder como una tea. Si no estaba equivocado, la
salida del sol se produca hacia las 6:30. Contaba
con poco tiempo, pero tena que saber si se haba
producido otro asesinato, si la carga de
remordimientos completamente irracionales que
pesaba sobre l por no haber podido encontrar y
detener al nio se haba hecho un poco ms
pesada.
El peridico nacional tena un punto de venta justo
a la entrada de su edificio. El titular se refera al
discurso que el Primer Ministro acababa de
pronunciar en las Filipinas concerniente a las

relaciones entre el norte y el sur.


Algo me dice que trabajar en el sur hasta por
lo menos mediados de mayo dijo Henry
mientras se arrebujaba en su gabardina de cuero,
buscando cobijo frente a la brisa helada que
soplaba alrededor del edificio y que le arrancaba
lgrimas a sus ojos.
El expendedor del peridico sensacionalista se
encontraba al final de la manzana y al otro extremo
de la calle. En realidad no haba necesidad de
consultar el otro peridico local. Henry tena todas
sus esperanzas puestas en los titulares de la prensa
amarilla. Esper a que el semforo se pusiera en
verde mientras la apertura de la hora punta de la
maana arrojaba una descarga de acero casi slida
a lo largo de la calle Bloor y entonces cruz,
mientras registraba sus bolsillos en busca de unas
monedas.
Los Leafs pierden por paliza.

Quiz fuera la muerte de las esperanzas de


alcanzar las eliminatorias, pero no era una muerte
de la que Henry tuviese que preocuparse.
Sintiendo un profundo alivio mezclado con una
cierta desesperacin; los Leafs militaban en la
peor divisin de la Liga, despus de todo, pleg
el diario bajo su brazo, se volvi y entonces se dio
cuenta de que el sol estaba a punto de asomar
sobre el horizonte.
Lo senta palpitando sobre el filo del mundo y le
hizo falta toda su fuerza de voluntad para doblegar
el pnico que amenazaba con apoderarse de l.
El ascensor, cruzar la calle, los titulares, todo ello
le haba llevado ms tiempo del que dispona. El
cmo haba dejado que ocurriera despus de ms
de cuatrocientos aos de burlar la persecucin del
sol era algo que careca ahora de importancia. Lo
nico que importaba era ganar el refugio de su
apartamento.

Poda sentir el calor del sol sobre los lindes de su


consciencia. No era una presencia fsica, todava
no, pese a que tanto esto como la quemazn
llegaran muy pronto, sino ms bien una
percepcin de la magnitud de la amenaza, de lo
cerca que se encontraba de la muerte.
La luz del semforo volva a estar en rojo, una
pequea burla del sol dentro de una caja. Mientras
los latidos de su corazn contaban uno tras otro los
segundos, Henry se abalanz sobre la calle. Hubo
muchos frenazos y el parachoques de una furgoneta
que haba tenido que dar un volantazo roz su
muslo como si fuera una caricia. Ignor el brusco
dolor y los insultos de los conductores, golpe con
la mano el cap de un coche casi tan pequeo
como para superarlo de un salto y consigui
deslizarse a travs de un resquicio apenas una
plegaria ms ancho que su retorcido cuerpo.
El sol se hizo gris, luego rosa, luego dorado.

Golpeando con sus suelas de cuero contra el


pavimento, Henry corri entre las sombras,
consciente de que el sol las devoraba detrs de s
y se pegaba a sus talones. En su interior lucharon
el terror y el letargo que la llegada de la maana
impona a los de su raza y gan el terror. Alcanz
la puerta de cristal tintado que conduca a su
edificio apenas unos segundos antes que el sol.
Solo le roz la palma de una mano, conducida a la
seguridad con demasiada lentitud.
Aferrndose la ampollada mano contra el pecho,
Henry utiliz el insistente dolor para impulsarse
hacia el ascensor. Pese a que la difusa luz que
penetraba en el vestbulo no poda quemarlo,
todava se encontraba en peligro.
Est usted bien, seor Fitzroy? el guardia lo
mir con la frente arrugada por la preocupacin
mientras pasaba a su lado en direccin a la puerta
interior.

Incapaz de concentrarse, Henry oblig a su cabeza


a girarse en la direccin en la que saba que deba
de encontrarse el guardia.
Jaqueca murmur y sigui avanzando a
sacudidas.
La luz artificial del ascensor lo revivi un poco y
consigui atravesar el corredor apoyando solo
parte de su peso contra la pared. Por un momento
temi que su destreza estuviera demasiado
debilitada como para recuperar las llaves, pero de
algn modo logr abrir la pesada puerta de
entrada, cerrarla y echar el cerrojo detrs de s.
Aqu se encontraba a salvo.
A salvo. Estas simples palabras lo condujeron al
abrigo de su dormitorio, donde gruesas persianas
le negaban el paso al sol. Se balance, suspir y
finalmente se dej ir, derrumbndose sobre la
cama. Solo entonces se entreg al letrgico
reclamo del da.

***
Vicki, por favor!
Vicki frunci el ceo. Una visita al oftalmlogo no
era algo que la pusiera de buen humor, y todo ese
enfocar el ojo derecho y el ojo izquierdo le estaba
provocando un dolor de cabeza de primera
magnitud.
Qu? gru a travs de los dientes
apretados, solo en parte a causa del soporte sobre
el que descansaba su mandbula.
Ests mirando directamente al objetivo del
examen.
Y?
El doctor Anderson, armado con la paciencia que
la educacin de dos hijos le haba proporcionado,
refren un suspiro y explic, no por vez primera,
en un tono desapasionado y vagamente

tranquilizador:
El mirar directamente a los objetivos del
examen invalida los resultados del examen, y si
eso ocurre tendremos que comenzar de nuevo.
Y lo haran, sin duda. Una y otra vez si era
necesario. Reprimiendo un comentario que
amenazaba con emerger entre la fina lnea de sus
labios, Vicki hizo un esfuerzo por cooperar.
Bien? pregunt al fin, mientras el doctor
Anderson apagaba la luz de permetro y le
indicaba con un gesto que poda levantar la
cabeza.
No ha empeorado...
Vicki se ech hacia atrs, observando el rostro del
doctor.
Y ha mejorado? pregunt sin rodeos.

Esta vez el doctor Anderson no se molest en


ocultar su suspiro.
Vicki. Como ya te he explicado antes, la retinitis
pigmentosa no mejora. Jams. Solo empeora. O
bien ella empuj la parte trasera del permetro
contra la pared, con mucha suerte, la
degeneracin alcanza un punto y se detiene.
He alcanzado yo ese punto?
Solo el tiempo lo dir. Ya has sido bastante
afortunada hasta el momento continu,
levantando una mano para atajar el siguiente
comentario de Vicki. En muchos casos, esta
enfermedad viene acompaada de otros tipos de
condiciones neurodegenerativas.
Sordera, retardos leves, senilidad prematura y
obesidad troncal Vicki buf. Ya pasamos por
todo esto al principio, doctor, y lo cierto es que
nada de ello cambia el hecho de que carezco de
visin nocturna, el extremo exterior de mi visin

perifrica se ha desplazado cuarenta y cinco


grados y que de pronto me he vuelto miope.
Eso poda haber ocurrido de todas maneras.
Vicki empuj sus gafas hacia lo alto de su nariz.
Muy reconfortante. Cundo calcula que me
quedar ciega?
Las uas de la mano derecha del doctor Anderson
tamborilearon contra su cuadernillo de recetas.
Puede que nunca te quedes ciega y, al margen
de tu condicin actual, todava posees una visin
perfectamente funcional. No debes dejar que esto
te amargue.
Mi condicin se quej Vicki, levantndose y
cogiendo su abrigo, como usted la llama, fue la
causa de que abandonara un trabajo que amaba, un
trabajo que poda suponer una diferencia para
mejor en lo que se refiere a la cloaca en que esta

ciudad se est convirtiendo. Y si eso le da igual a


usted, doctor, por mi parte yo prefiero amargarme
un poco.
Abandon la habitacin dando un portazo.

***
Qu te ocurre cario? No eres feliz?
No ha sido un buen da para m, seora
Kopoulos.
La anciana chasque la lengua y sacudi la cabeza
mientras observaba la bolsa tamao familiar de
bolitas de queso que Vicki acababa de depositar
sobre el mostrador.
Ya veo, ya veo. Deberas comer comida de
verdad, cario, si lo que quieres es sentirte mejor.
Estas cosas no son buenas para ti. Y hacen que los
dedos se te pongan naranjas.

Vicki recogi su cambio y lo dej caer en las


profundidades de su bolso. Algn da tendra que
ocuparse de la pequea fortuna que deba de
estarse acumulando all dentro.
Algunas penas, seora Kopoulos, solo puede
curarlas la comida.
Cuando lleg a su apartamento el telfono estaba
sonando.
S, qu?
Hay algo en el sonido de tu dulce tono que hace
que este miserable da merezca la pena.
Cierra la boca, Celluci sosteniendo el
telfono entre el hombro y la cabeza, Vicki trataba
desesperadamente de quitarse el abrigo. Qu
quieres?
Oh-oh. Parece que alguien se ha puesto los
zapatos del obispo.

Contra todo lo que su estado de nimo le dictaba,


Vicki sonri. El uso que l sola hacer de ese
chiste siempre le provocaba el mismo efecto y l
lo saba.
No, no me he levantado por el lado equivocado
de la cama le dijo, acercando su silla de oficina
y arrojndose sobre ella, como muy bien
deberas saber. Es solo que acabo de venir de
visitar al oftalmlogo.
Ah poda imaginrselo apoyado contra el
respaldo de su silla, con los pies sobre el
escritorio. Cada uno de los superiores a los que
haba conocido a lo largo de sus muchos aos de
servicio haba tratado de erradicar este hbito.
Ninguno de ellos haba tenido xito. El oculista
de la muerte. Alguna mejora?
Si su tono hubiera sido compasivo, ella habra
arrojado el telfono al otro extremo de la
habitacin. Pero solo pareca interesado.

Eso no mejora, Celluci.


Bueno, no lo s. He ledo un artculo que dice
que grandes dosis de vitaminas A y E pueden
desarrollar el campo visual y mejorar la
adaptacin a la oscuridad obviamente estaba
citando.
Vicki no poda asegurar si el hecho de que l
hubiese estado leyendo acerca de su problema la
haca sentirse conmovida o furiosa. Dado su
estado de nimo...
Haz algo til con tu tiempo, Celluci. La
abetalipoproteninaemia RP solo corrige los
defectos bioqumicos l no era el nico que
haba estado informndose, y eso no es lo que
yo tengo.
Abetalipoproreinaemia le corrigi su
pronunciacin. Y perdname por preocuparme.
Tambin he ledo que un montn de gente lleva una
vida completamente normal con lo que t tienes

hizo una pausa y ella pudo escuchar cmo tomaba


un sorbo de lo que sin ninguna duda sera caf fro
. Y no es que pretenda sugerir continu que
t hayas vivido alguna vez algo que pueda
definirse como vida normal.
Ella ignor este ltimo comentario, mientras
tomaba un rotulador negro y comenzaba a
desahogar sus frustraciones sobre la parte trasera
de una factura de su tarjeta de crdito.
Vivo una vida completamente normal contest
bruscamente.
Corriendo y escondindote? a su tono le
faltaba muy poco para resultar sarcstico.
Podras haberte quedado en el Cuerpo.
Saba que volveras a empezar con eso con
los dientes apretados, casi escupi las palabras,
pero la enojada voz de Mike Celluci ataj la
diatriba que estaba a punto de comenzar y la
amargura que haba en ella la hizo callarse.

... pero, oh no, no podas soportar la idea de que


dejaras de ser la investigadora estrella, la chica
de pelo rubio con todas las respuestas, que no
seras ms que una parte del equipo. Lo dejaste
porque no podas soportar no ser la primera de la
lista. Y si no ibas a estar en lo alto, si no podas
estar en lo alto, ya no te interesaba el juego!
Cogiste tu cubo y tu pala y tu jodida renuncia! Me
abandonaste a m, Nelson, y no solo al trabajo!
As que durante todas aquellas peleas despus
del diagnstico y despus de su renuncia
aquello era lo que l haba querido decir. Era la
conclusin, el sumario de las horas de
argumentaciones, los concursos de gritos y los
portazos. Todo ello se resuma en aquella ltima
frase. Lo contena todo.
Tu habras hecho lo mismo, Celluci dijo
tranquilamente. Y aunque los nudillos de la mano
que aferraba el receptor estaban blancos por la
tensin, colg con suavidad. Luego arroj el

rotulador al otro extremo de la habitacin.


Su rabia se fue con l.
l se preocupa realmente por ti, Vicki. Por qu es
eso un problema?
Porque los amantes son fciles de conseguir y, en
cambio, los amigos lo suficientemente buenos
como para gritarles son muchsimo ms raros.
Pasndose ambas manos por los cabellos, suspir.
l tena razn, claro, y con su respuesta, ella haba
admitido todo cuanto le era posible. Tan pronto
como se diese cuenta de que ella tambin estaba en
lo cierto, podran comenzar a construir los
parmetros de su relacin. A menos, se le ocurri
de repente, que la ltima noche no fuese ms que
la actuacin de despedida que le permitiese
abandonarla definitivamente con la conciencia
tranquila.
Si lo fue, volvi a colocarse las gafas sobre la

nariz, al menos he dicho la ltima palabra. Tal y


como andaban las cosas, ste era ms bien un
magro consuelo.

***
Vaya. Si es el viejo Norman. Cmo te va,
Norman? Te importa si nos sentamos?
Sin esperar respuesta, el joven apart una silla de
la mesa y tom asiento. Los otros cuatro miembros
del grupo siguieron rpida y estrepitosamente su
ejemplo.
Cuando la pelea por el espacio hubo terminado,
Norman se encontr, arrinconado entre dos tipos a
los que solo conoca como Roger y Bill, mirando a
las tres jvenes muchachas que se encontraban al
otro lado de la mesa redonda. Reconoci a la
rubia. Sola verla colgada del brazo del Roger. La
chica que se sentaba al lado de Bill se mostraba
tan amigable con l que supuso que era su

acompaante. Eso dejaba una libre. Le dedic una


sonrisa lobuna que haba estado practicando en el
espejo del lavabo de caballeros.
Ella pareci confundida, entonces buf y volvi la
mirada.
Ha sido realmente amable por parte del viejo
Norman guardarnos esta mesa, no crees, Bill?
Por supuesto Bill se inclin un poco ms
hacia l y Norman jade, falto de aliento, mientras
el espacio disponible se reduca drsticamente.
Si no fuera por el viejo Norman estaramos
sentados en el suelo.
Norman mir en derredor. Era viernes por la
noche y una multitud abarrotaba el Gallo y el Toro.
Bien, yo, eh... se encogi de hombros saba
que ibais a venir.
Claro que lo sabas Bill le sonri, un poco

desconcertado al descubrir que el pringado de


Birdwell era por lo menos tan alto como l. Se
lo estaba diciendo a Roger justo antes de que
llegramos. Le deca, no sera un viernes por la
noche de verdad si no pasramos parte de l con el
viejo Norman.
Roger se carcaje y las tres chicas sonrieron
complacidas.
Norman no haba cogido el chiste, pero la atencin
de que era objeto le agradaba.
Pag la primera ronda de cerveza.
Despus de todo, es mi mesa.
Y la nica disponible del local murmur la
rubia.
Pag tambin la segunda ronda.
Porque estoy forrado.

El fajo de billetes de veinte que extrajo del


bolsillo de su cazadora cinco mil dlares en
billetes sin marcar era la tercera cosa que haba
pedido dej boquiabiertos al resto de los
ocupantes de la mesa.
Jess, Norman. Qu has hecho? Robar un
banco?
No ha sido necesario dijo con aire de
suficiencia. Y hay mucho ms en el mismo lugar
del que sali este.
Insisti en pagar la tercera y la cuarta rondas, as
como en que se pasasen a la cerveza de
importacin.
La cerveza de importacin tiene ms clase
asegur a Roger, que haba apartado el rostro,
apoyndose sobre el hombro de su chaqueta de
cuero. A las pollitas les encanta.
Pollitas? haba algo amenazante en el eco.

Considerando su fuente, Helen la chica haba


alzado el brazo de manera amenazante. Sostena
una de las jarras de cerveza. Bill le sujet el
brazo, le arrebat la jarra y la apur, estaras
desperdiciando la cerveza.
Los cinco comenzaron a lanzar insistentes
carcajadas. Sin comprender, Norman se les uni.
Nadie podra decir que no lo haba cogido.
Cuando comenzaron a ponerse en pie, Norman se
levant con ellos. La habitacin se balanceaba.
Nunca se haba tomado cuatro cervezas tan
seguido. De hecho, ni siquiera estaba seguro de
haberse tomado cuatro cervezas alguna vez en su
vida.
Adnde vamos?
Nosotros vamos a una fiesta privada contest
Bill, empujndolo con su gruesa mano de vuelta al
asiento.

T te quedas aqu, Norman Roger le puso una


mano sobre el otro hombro.
Confuso, Norman mir alternativamente a uno y
otro. Se iban sin l?
Jess, es como darle patadas a un peluche
murmur Bill.
Roger asinti.
Este... mira, Norman. Es estrictamente con
invitacin. Te llevaramos con nosotros si
pudiramos...
Se estaban yendo sin l. Levant un dedo para
sealar a una de las chicas. Su voz era un gemido
acusador.
Pero se supona que ella iba a ser para m...
Las expresiones de simpata culpable se trocaron
por otras de disgusto y Norman se encontr

rpidamente solo. De algn modo, por encima del


tumulto ensordecedor del pub, la voz de Helen se
arrastr hasta l:
Le devolvera toda su cerveza si no odiase tanto
vomitar.
Despus de tratar infructuosamente de llamar la
atencin de la camarera, Norman enterr la mirada
en el corro de cervezas que haba quedado sobre
la mesa. Se supona que ella iba a ser para l. l
saba que era cierto. Lo estaban engaando. Con la
yema de un dedo tembloroso, dibuj con el lquido
que haba sido derramado sobre la mesa una
estrella de cinco puntas. Acababa de olvidar su
promesa. l les enseara.
Repentinamente, su estmago comenz a protestar
y tuvo que correr tambaleante hacia el bao,
tapndose la boca con las manos. Yo les ensear,
pens con la cabeza enterrada en el inodoro. Pero
puede que... no esta noche.

***
Henry tendi un billete de veinte al hombre que se
sentaba justo al otro lado de la puerta.
Qu tenemos esta noche? no tuvo que gritar
demasiado para que se le escuchara por encima de
la msica, pero es que la noche era joven todava.
Lo habitual el hombre extrajo tres rollos de
tiques del abultado bolsillo izquierdo de una
chaqueta demasiado grande para su tamao
mientras deslizaba el dinero en el interior del
derecho. Cada vez eran ms los locales que
adoptaban el sistema de los tiques para que en el
caso de que, o mejor dicho, cuando se produjera
una redada de la Polica, pudiesen argumentar que
no estaban vendiendo bebidas. Solo tiques.
Supongo que entonces tendr que tomar lo
habitual.
Exacto. Dos aguas de moda un par de tiques

cambiaron de manos. Sabes, Henry? Ests


pagando una barbaridad por un poco de pis y
burbujas.
Henry le sonri y seal todo el desvn con un
gesto amplio de su brazo.
Pago por el ambiente, Thomas.
Ambintame el culo buf Thomas. Oye,
acabo de acordarme. Alex tiene una caja de un
Borgoa medio decente...
No hubiera hecho falta un hombre ms fuerte que
Henry Fitzroy para resistirse a tan tentadora oferta.
No, gracias, Thomas. Nunca bebo... vino se
volvi para contemplar la habitacin y, por un
instante, se encontr frente a otra reunin.
Los atavos, terciopelos brillantes de pavo real,
satenes y lazos trocaban la alargada sala en un
centelleante calidoscopio de color. Odiaba venir

a la Corte y solo haca acto de presencia cuando


su padre lo reclamaba. La falsa adulacin, la
pugna constante por la posicin y el poder, el
delicado equilibrio, capaz de destruir el alma,
que uno se vea obligado a mantener si quera
permanecer alejado del potro y la hoguera; todo
ello provocaba que el joven Duque de Richmond
apretase con fuerza los dientes.
Mientras atravesaba el saln, cada rostro que se
volva para saludarlo luca idntica expresin: una
mscara de frgil alegra sobre una mezcla a
partes iguales de hasto, sospecha y miedo.
Entonces el ritmo Heavy Metal de Anthrax
devolvi la meloda de Greensleeves al pasado.
El terciopelo y las joyas se transformaron en cuero
negro, goma y plstico. La frgil alegra ya solo
ocultaba hasto. Henry lo consideraba una mejora.
Debera estar en la calle, pens mientras se abra
camino hasta el bar-cocina, repasando discusiones
pasadas sobre los recientes asesinatos y las

criaturas a las que se les atribuan. No encontrar


al nio aqu... Pero no se haba alimentado desde
la noche del martes. Quiz el frenes haba
acabado y hubiese pasado a la siguiente fase de su
metamorfosis. Pero el progenitor... sus manos se
convirtieron en puos. Un agudo dolor se levant
desde el interior del vendaje que protega su
ampollada mano derecha. El progenitor todava
debe ser encontrado. Esto s que poda hacerlo
all. En el desvn de Alex haba sentido en dos
ocasiones la presencia de otro depredador en el
aire. Entonces lo haba dejado pasar. Los aromas
de tantas sangres diferentes convertan en una
prdida de tiempo el dedicarse a buscar a un
posible competidor. Esta noche, si volva a
ocurrir, perdera ese tiempo.
Repentinamente, advirti que se le abra un camino
franco en medio de la atestada sala y se apresur a
cambiar su expresin. Los hombres y las mujeres
que se reunan all, con las caras pintadas y el
cuerpo lleno de joyas, estaban todava lo

suficientemente prximos a sus primitivos orgenes


como para reconocer a un cazador que caminase
entre ellos. Con esta son ya tres veces; el guardia
de seguridad, el sol y esta. Te clavars t mismo
las estacas s no eres ms cuidadoso, idiota.
Qu es lo que le estaba ocurriendo ltimamente?
Eh, Henry, qu caro eres de ver Alex, el
dueo del desvn, envolvi con un brazo largo y
desnudo los hombros de Henry, coloc una botella
abierta de agua en sus manos y lo condujo en
direccin contraria a la barra. Hay alguien que
necesita hablar contigo, to.
Alguien que necesita hablar conmigo? Henry
se dej conducir. Esa era la manera en que la
mayora de la gente trataba con Alex. La
resistencia costaba demasiada energa. Quin?
Alex sonri desde las alturas de sus casi dos
metros y le gui un ojo de forma ostentosa.
Ah, ahora mismo te enterars. Qu te has hecho

en la mano?
Henry dedic una mirada a su vendaje. Incluso en
medio de la dbil luz del local pareca brillar en
agudo contraste con el cuero negro del puo.
Me quem.
Las quemaduras son jodidas. Cocinando?
Podras decirlo as sus labios se agitaron
pese a que se dijo severamente que no resultaba
divertido.
Cul es el chiste?
Me llevara mucho tiempo explicarlo. Qu tal
si t me explicas algo a m?
Pregunta, macho.
A qu viene el falso acento jamaicano?

Falso? la voz de Alex se elev por encima


de la msica y media docena de clientes se
agacharon al ver que agitaba su brazo libre como
si fuese el aspa de un molino de viento. Falso?
No hay nada falso en este acento, to. Solo estoy
volviendo a las races.
Alex, t eres de Halifax.
Tengo races ms profundas que las tuyas, te
apuesto lo que quieras le dio un fuerte empujn
mientras, abandonando su acento, aada. Ah
vas, tronco, entregado segn las instrucciones.
La mujer que se sentaba sobre los escalones que
conducan al estudio privado de Alex era
considerablemente ms baja que el metro setenta
de Henry. Su escasa estatura, combinada con sus
vaqueros con rodilleras y un suter que le estaba
grande, le confera un aire de nia abandonada que
su recortado cabello color platino y la intensidad
de su expresin desmentan por completo.

Liberndose del abrazo del Alex, Henry ejecut


una reverencia perfecta, de acuerdo a los usos del
siglo diecisis... aunque nadie en la habitacin
poda reconocerla como tal.
Isabel dijo con tono grave.
Isabel dej escapar un bufido, se aproxim, lo
agarr por las solapas y apret la boca de l
contra la suya.
Henry devolvi el beso con entusiasmo,
manteniendo hbilmente la lengua de la mujer
apartada de sus afilados colmillos. No haba
estado seguro de si se alimentara esta noche.
Ahora lo estaba.
Vaya. Si vais a entregaros a tan descarada
demostracin de heterosexualidad en mi casa, me
largo exhibiendo una exagerada flojera en la
mueca, Alex se fundi con la multitud.
Volver a cambiar de personalidad antes de que

llegue a la puerta observ Henry mientras


tomaba asiento en los escalones, junto a ella. Sus
muslos se tocaron y pudo sentir cmo creca su
hambre.
Alex tiene ms rostros que nadie que yo conozca
dijo Isabel, levantando su botella de cerveza y
rascando la etiqueta.
Henry desliz un dedo sobre la frente de la mujer.
Su piel haba sido blanqueada para hacer juego
con su cabello.
Todos llevamos mscaras.
Bajo el dedo de Henry, Isabel arrug la frente.
Qu profundo. Y todos nos quitamos las
mscaras a medianoche?
No no pudo evitar que la melancola asomase
a su voz. Se daba cuenta de la fuente de su reciente
descontento. Haba pasado demasiado tiempo

desde la ltima vez que hubiera podido confiarle a


alguien la realidad de lo que l era y lo que todo
ello significaba. Demasiado tiempo desde la
ltima vez que haba podido hallar a un mortal con
quien compartir un lazo que consistiera en algo
ms que sangre y sexo. Y el que un nio, creado
del ms profundo lazo que podan llegar a
compartir un mortal y un vampiro, pudiese ser
abandonado, afilaba su sentimiento de soledad
hasta convertirlo en la hoja de una navaja.
Sinti la mano de Isabel sobre su mejilla, vio la
perpleja compasin en su rostro y supo que, por
segunda vez aquella noche, haba dejado que su
mscara cayera al suelo. Comenzaba a sospechar
que, de no encontrar pronto a ese alguien en quien
confiar, la decisin sera tomada por l y sus
secretos seran expuestos por su necesidad lo
quisiera l o no.
As que haciendo un esfuerzo, volvi a
concentrarse en el momento presente, cmo fue

la funcin?
En marzo. En Sadbury se encogi de
hombros, volviendo al presente con l, ya que eso
era lo que pareca querer. No hay mucho ms
que decir.
Si no puedes compartir la verdad, hay cosas
peores que tener a alguien con quien compartir
las mscaras. Su mirada se pos sobre una tenue
lnea azul que desapareca bajo el borde de su
suter y el pensamiento de la sangre fluyendo tan
cerca de la superficie le agit la respiracin. Era
hambre, no lujuria, pero supona que al final
acabaran por ser ms o menos la misma cosa.
Cunto tiempo te quedas en la ciudad?
Solo esta noche y maana.
Entonces no deberamos desperdiciar el poco
tiempo del que disponemos.

Ella enlaz sus dedos con los de l, ignorando el


vendaje. Se levant y se lo llev consigo.
Pens que nunca me lo ibas a pedir.

***
Noche del sbado, a las 11:15. Norman advirti
que se haba quedado sin carbn para el hibachi y
que la nica tienda en la que poda comprarlo
haba cerrado a las nueve. Consider la
posibilidad de utilizar un sustituto y finalmente
decidi que no tena sentido modificar un sistema
que hasta entonces haba funcionado.
La noche del sbado transcurri tranquila.
La noche del domingo...

***
Maldita sea. Maldita sea! Maldita sea!!

La seora Kopolous chasque la lengua y frunci


el ceo. No a causa de las palabras de Vicki,
como podra haber ocurrido cualquier otro da,
sino por el titular del diario sensacionalista que
descansaba sobre su mostrador.
El vampiro mata a un estudiante; joven
encontrado sin sangre en York Mills.

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Captulo 4
Santo Dios, mira a Norman ahora mismo.
Por? Roger sac la cabeza de su taquilla y
se volvi. Literalmente, la boca se le abri por la
sorpresa.
Santo Dios es decir poco, to. Ojal Bill
estuviese aqu para ver esto.
Dnde est?
Roger se encogi de hombros, sin apartar la
mirada de la esplendorosa indumentaria de
Norman Birdwell.
No tengo ni idea. Pero se suicidar si se pierde
esto.
Norman, consciente de las miradas posadas sobre

l, intensific el pavoneo de sus andares. La


cadena que penda de su nueva chaqueta de cuero
negro tintineaba levemente contra la regin
lumbar. Con los ojos entornados, lanz una mirada
al tacn de plata de ley de sus nuevas botas del
ms puro estilo vaquero y se pregunt si no habra
sido buena idea conseguir tambin unas espuelas.
Sus nuevos pantalones vaqueros, de color negro y
ms ajustados que cualesquiera otros que hubiera
llevado en su vida, provocaban un shik-shik casi
presumido cuando se rozaban los interiores de los
muslos.
Se lo haba demostrado. Pensaban que no era guay,
no? Que era una especie de pringado, no? Bien,
a partir de ahora comenzaran a pensar de forma
diferente. Queran algo guay? l les mostrara lo
que era eso, y se lo mostrara con creces. Esa
noche iba a pedir un Porsche rojo. Ya tendra
tiempo de aprender a conducir despus.
Qu coo es eso?

Roger sonri.
No te arrepientes de no haber llegado un poco
ms temprano? pregunt, propinndole a Bill un
amistoso codazo en las costillas. Este es el tipo
de cosas que te quitan el aliento, o no?
Si te refieres a que me dan ganas de vomitar, no
andas muy lejos Bill se dej caer sobre su
taquilla y sacudi la cabeza. Dnde consigue el
dinero para pagar todo eso?
Ve y pregntaselo.
Por qu no...? Bill se enderez y se alej de
la taquilla mientras Norman pasaba a su lado.
Norman lo vio, cruz un instante su mirada con la
de l y luego se apart, rindose entre dientes.
Ja! Idiota. Que se vea cmo te gusta.
Bill se qued inmvil, mirndolo fijamente. La

pregunta sobre el dinero se haba helado en sus


labios. Roger lleg a su lado y le dio una palmada
en el brazo.
Eh, qu pasa?
Bill sacudi la cabeza.
Hay algo diferente en Birdwell.
Roger buf.
S. Nueva ropa y una actitud nueva. Pero en el
fondo sigue siendo el mismo Norman el
Pringado de siempre.
S. Supongo que tienes razn. Pero no estaba
tan seguro. Y no era algo que pudiese explicar con
palabras. Se senta como si acabase de meter una
mano debajo de la cama y se hubiese manchado
los dedos con algo putrefacto, como si una accin
perfectamente normal y cotidiana hubiese ido
horriblemente mal.

Norman, consciente de haberlos impresionado


el mismo Norman que, consumido por el
resentimiento, haba decidido que no le importaba
si un extrao tena que morir, se alej
pavonendose.

***
Victoria Nelson?
S? Vicki mir de arriba abajo a la joven
nia, en realidad. Si ha salido de la
adolescencia debe haber sido hace pocas horas
que se encontraba frente a la entrada de su
apartamento. Si viene a vender algo...
Victoria Nelson, la investigadora privada?
Vicki reflexion un momento antes de contestar y
entonces dijo lentamente:
S.

Tengo un trabajo para usted.


Las palabras fueron pronunciadas con la
intensidad que solo una persona muy joven poda
transmitir y Vicki se sorprendi teniendo que
reprimir una sonrisa.
La muchacha se apart de la cara unos rizos
pelirrojos de un color antinaturalmente brillante.
Puedo pagarle, si eso es lo que le preocupa.
La cuestin del dinero no haba ni siquiera
comenzado a cruzar por la mente de Vicki. Dej
escapar un gruido de forma ostensible. Las
miradas de ambas mujeres se cruzaron durante un
momento lentillas de color. Lo saba. Tan falsas
como el color de su pelo y entonces Vicki
aadi en el mismo tono descarado:
La mayora de la gente suele llamar primero.
Pens hacerlo su encogimiento de hombros

fue tan sutil como si no hubiera existido en


absoluto, y en su voz no haba el menor rastro de
disculpa. Pero se me ocurri que el caso
resultara ms difcil de rechazar en persona.
Casi sin quererlo, Vicki abri la puerta un poco
ms.
Supongo que ser mejor que pase el trabajo
no escaseaba tanto como para tener que aceptar
casos de nios, pero tampoco le hara ningn dao
escuchar lo que la chica tena que decir. Treinta
segundos ms en el pasillo y el seor Chin
aparecer para enterarse de lo que pasa.
El seor Chin?
Al anciano que vive en el piso de abajo le gusta
saber lo que pasa en el edificio. Intenta aparentar
que no habla ingls.
La chica arrug la nariz mientras entraba en el
estrecho saln pasando junto a Vicki, en un gesto

evidente de desaprobacin.
Quiz es que no habla ingls sugiri.
Esta vez, Vicki no se molest en esconder su
sonrisa.
El seor Chin ha hablado ingls desde bastante
antes de que usted o yo naciramos. Sus padres se
instalaron en Vancouver a finales de la dcada de
1880. Era profesor de instituto. De hecho, todava
ensea la asignatura de ingls en el Centro de la
Comunidad China.
Sus verdes ojos se afilaron de forma acusadora y
la chica le devolvi una mirada feroz.
No me gusta que me traten con condescendencia
dijo.
Vicki asinti mientras cerraba la puerta.
Tampoco a m.

Durante el silencio que sigui, Vicki casi pudo or


la conversacin repetida, cada frase, cada palabra,
examinadas en busca de todos sus matices.
Oh dijo la chica al fin, lo siento su frente
se distendi y sonri, ofreciendo un compromiso
. No volver a hacerlo si usted no lo hace
tampoco.
Trato hecho Vicki la condujo a travs de su
diminuto saln. Mientras la acompaaba hasta su
igualmente diminuta oficina, coloc en su sitio el
reclinatorio de piel. Nunca antes haba recibido a
un cliente, o a un cliente potencial, en esta oficina,
y evidentemente haba un par de problemas
inesperados. Yo, eh... traer otra silla de la
cocina.
No se preocupe. Est bien as quitndose el
abrigo, lo acomod sobre el banco de ejercicios
de Vicki y se sent a su lado. Bueno, por lo que
al trabajo se...

An no Vicki apart su propia silla del


escritorio y se sent. Primero, sobre usted. Su
nombre es?
Coreen, Coreen Fergus y sin hacer una pausa,
considerando evidentemente que su simple nombre
proporcionaba todos los detalles necesarios,
continu. Y quiero que encuentre al vampiro que
est aterrorizando a la ciudad.
Veamos era lunes. Demasiado temprano. Y el
ltimo asesinato estaba demasiado prximo. La
ha enviado Mike Celluci?
Quin?
No importa se levant, sacudiendo la cabeza
. Mire. No s quin la ha enviado, pero puede
volver y decirle...
Ian Reddick era mi... arrug la frente,
buscando la palabra que pudiera definir
adecuadamente la naturaleza de su relacin...

amante.
Ian Reddick repiti Vicki. Volvi a sentarse.
Ian Reddick, la primera vctima. El cuerpo que
ella haba encontrado en la estacin de metro de
Eglinton West.
Quiero que encuentre a la cosa que lo mat.
Mire, Coreen su voz adopt el profesional
tono de consuelo que los agentes de polica de
todo el mundo tenan que aprender a utilizar.
Entiendo lo alterada que debe estar, pero, no ha
pensado que este es un trabajo para las
autoridades?
No.
Haba algo sencillamente incontestable en aquel
no. Vicki se subi las gafas y busc una
respuesta mientras Coreen continuaba.
Ellos insisten en buscar a un hombre, sin tener

en cuenta la posibilidad de que el peridico pueda


tener razn; negndose a considerar nada que se
escape a sus estrechas miras.
Negndose a considerar que el asesino podra
ser un vampiro?
Exacto.
El peridico tampoco cree de verdad en la
existencia de ese vampiro. Lo sabe, verdad?
Coreen se apart el cabello de la cara.
Y? Los hechos concuerdan. Falta toda la
sangre. Estoy segura de que el cuerpo de Ian
hubiera sido drenado hasta dejarlo seco si no lo
hubieran encontrado tan pronto.
No sabe que fui yo. Gracias a Dios. Y una vez
ms volvi a verlo, su rostro el clich de una
mscara de terror sobre la herida roja y
completamente abierta que era su garganta. Herida

roja y completamente abierta... no, algo ms,


puesto que toda la parte delantera de su garganta
haba sido arrancada. No cortada, arrancada. Eso
era lo que le faltaba; la incongruencia que la haba
estado reconcomiendo durante toda la semana.
Dnde estaba la parte delantera de la garganta de
Ian Reddick?
... lo har?
Vicki abandon rpidamente los recuerdos.
Djeme que sea franca. Quiere que encuentre al
asesino de Ian, trabajando bajo la suposicin de
que se trata de un vampiro? Murcilagos, atades,
todo el lote.
S.
Y una vez que lo haya encontrado, le atravieso
el corazn con una estaca?
Las criaturas de la noche no suelen ser llevadas

a juicio apunt Coreen con cierta lgica, pero


con una luz acerada en los ojos. Ian debe ser
vengado.
No te pongas triste; ponte seria. Era una solucin
clsica para el dolor que Vicki no desaprobaba
del todo.
Por qu yo? pregunt.
Coreen se enderez an ms.
Era la nica investigadora privada de las
pginas amarillas.
Eso, al menos, tena sentido y explicaba la extraa
coincidencia de la aparicin de Coreen en la
oficina de la mujer que haba encontrado el
cadver de Ian. De todos los bares en todo el....
No poda recordar el resto de la frase pero
comenzaba a comprender cmo se haba sentido
Bogart.

No sera barato Por qu la estoy


previniendo? No me voy a dedicar a cazar
vampiros.
Puedo permitrmelo. Papi paga sus
remordimientos con una esplndida cantidad de
dinero. Se fug con su Asistente Ejecutivo cuando
yo estaba en el instituto.
Vicki sacudi la cabeza.
Mi padre se fug con su secretaria cuando yo
estaba en sexto y nunca he visto un centavo de su
dinero. Los tiempos cambian. Era joven y guapa?
Era muy joven contest Coreen. Y s, era
muy guapo. Han abierto un nuevo despacho de
abogados en las Bahamas.
Como he dicho, los tiempos cambian Vicki
volvi a colocarse las gafas en su sitio y suspir.
Cazar vampiros. Solo que no tena por qu acabar
siendo eso. Se trataba de encontrar a quienquiera,

o a lo que quiera que hubiese matado a Ian


Reddick. Exactamente lo que ella habra hecho si
todava se encontrase en el Cuerpo. El Seor saba
que estaban faltos de personal y que agradeceran
cualquier ayuda.
Coreen, que mientras tanto haba mantenido la
mirada fija sobre el rostro de Vicki, sonri
triunfalmente y sac la chequera de su bolso.
Mike Celluci, por favor.
Un momento.
Vicki tamborile con sus uas sobre la parte
trasera del receptor mientras esperaba que le
pasasen la llamada. Buena parte de la garganta de
Ian Reddick haba desaparecido y Celluci, ese
mierda arrogante, no haba tenido la delicadeza de
mencionar si los otros cuerpos se haban
encontrado en la misma condicin. En este
momento haba dejado de importarle si l no
quera hablar con ella, porque por su parte ella

tena unas ganas sangrientas de hacerlo.


Departamento de Investigacin Criminal.
Sargento-detective Graham al aparato.
Dave? Soy Vicki Nelson. Necesito hablar con
Celluci.
No est aqu en este momento, Vicki. Puedo
ayudarte?
Por la experiencia del breve tiempo que haban
trabajado juntos, Vicki saba que Dave era un
mentiroso an peor que ella. Y si no poda resultar
convincente cuando menta en ocasiones
importantes, mucho menos lo sera para proteger el
culo de su compaero. Encomiable virtud de
Celluci, la de quitarse de en medio cuando la cosa
comenzaba a calentarse.
Necesito un favor.
Dispara.

Ahora el enunciado resultaba crucial. Tena que


sonar como si ella supiera ms de lo que en
realidad saba, o Dave podra desconfiar y
esconderse tras la postura oficial del
Departamento. Sin embargo, con suerte, el hbito
de contestar a sus preguntas poda perdurar en el
Departamento durante aos.
El pedazo de garganta que faltaba en el primer
cadver, ha aparecido?
S.
Hasta el momento iba bien.
Y los otros?
Ni rastro.
Ni siquiera el de la ltima noche?
An no. Por qu?

Curiosidad. Estaba aqu sentada dndole vueltas


a la cabeza. Gracias, Dave.
Dile a tu compaero que es un montn de mierda.
Colg y se qued mirando fijamente a la pared de
enfrente. Poda ser que Celluci se hubiese
guardado la informacin para asegurarse de que
tendra algo con lo que negociar. Poda ser. Poda
que sencillamente hubiese olvidado mencionarlo.
Ja! Poda ser que los cerdos volasen, pero ella lo
dudaba.
Por el momento, tena cosas ms importantes en
que pensar. Como por ejemplo, en qu clase de
criatura era la que se dedicaba a andar por ah con
cuarenta centmetros cuadrados de gargantas y
nueve litros de sangre en el bolsillo.

***
El metro abandon rugiendo la estacin de

Eglinton West en direccin a Lawrence. Cuando el


andn estuvo desierto, Vicki se dirigi hacia el
acceso de los trabajadores que haba en el extremo
sur del mismo. Haba pasado a ser su caso y no
poda limitarse a trabajar con informacin de
segunda mano. Tena que ver la habitacin en la
que, supuestamente, el asesino se haba
desvanecido en el aire.
Lleg frente a un corto tramo de escaleras de
hormign y se detuvo. Le lata la sangre con fuerza
inaudita en los odos. Siempre se haba
considerado inmune a las supersticiones estpidas,
las memorias raciales y los terrores nocturnos,
pero enfrentada a aquel tnel que se adentraba en
la oscuridad, aparentemente interminable, como si
fuera la guarida de algn gigantesco gusano, se
senta de pronto incapaz de abandonar el andn.
Como le haba ocurrido entonces, la noche en que
Ian Reddick muri, cuando estaba segura de que
haba algo all, demorndose, en el tnel, el vello
de su nuca se eriz. Como tal, la sensacin no

haba vuelto, pero el recuerdo era lo bastante


intenso para paralizarla.
Esto es ridculo. Vamos all, Nelson. No hay
nada en ese tnel que pueda hacerte dao. Su pie
derecho dio medio paso hacia delante. Lo peor
que puedes encontrarte es un oficial de la CTT y
una acusacin por allanamiento. El pie izquierdo
se movi y adelant al derecho. Santo Cielo, ests
actuando como una estpida adolescente en una
pelcula de terror. Entonces dio el primer paso. El
segundo. El tercero. Y por fin se encontr sobre el
estrecho pasadizo de hormign que proporcionaba
un acceso seguro a lo largo del tnel.
Lo ves? Nada. Se limpi en el abrigo las palmas
de las manos, repentinamente empapadas de sudor,
y registr su bolso en busca de la linterna. Cuando
tuvo el tranquilizador peso bien agarrado en la
mano, inund el tnel de luz. Hubiera preferido no
tener que utilizarla. Lejos de los fluorescentes de
spera luz del andn, reinaba en el tnel un

crepsculo irreal ms que una verdadera


oscuridad, pero su visin nocturna se haba
deteriorado hasta un punto en que incluso este
crepsculo resultaba impenetrable. La rabia que su
condicin le provocaba acab de disipar lo que
quedaba de su miedo.
Casi hubiera preferido que hubiera algo agazapado
en su camino. Como entrante le hubiera servido su
linterna.
Colocando sus gafas en su lugar, con la mirada fija
en el haz de luz, Vicki comenz a recorrer el
corredor de acceso. Si los metros cumplan sus
horarios y puesto que la CTT no tena nada que
envidiar a Mussolini, sera as el siguiente
tardara en llegar unos, consult la esfera
iluminada de su reloj, ocho minutos. Tiempo de
sobra.
Encontr la primera sala de servicio cuando
todava contaba con seis minutos. La evidencia del

paso de la Polica le hizo arrugar la nariz.


Muy bien, chicos musit mientras la luz de su
linterna recorra las paredes de la sala.
Revolvedlo todo para el prximo que venga.
El agujero que el equipo de Celluci haba
excavado se encontraba a la altura de la cintura, en
el centro mismo de la pared de enfrente. Tena
unos veinte centmetros de dimetro. Caminando
sobre fragmentos de hormign, Vicki se inclin
hacia delante para contar con una mejor vista. La
excavacin no revelaba, tal y como Celluci haba
dicho, otra cosa aparte de polvo y piedras.
As que, si lleg hasta aqu, dnde se...? en
ese momento repar en la grieta que recorra toda
la pared, pasando a travs del agujero que la
Polica haba abierto. Peg la nariz al hormign
para poder realizar un examen ms minucioso. La
tenue presencia de un olor familiar la hizo extraer
su navaja suiza y comenz a rascar

cuidadosamente los bordes de la oscura grieta.


Extrajo unos copos diminutos con la punta de
acero inoxidable de su navaja. Eran de color
marrn rojizo. Poda tratarse de herrumbre. Vicki
prob uno de ellos con la punta de su lengua.
Poda tratarse de herrumbre, pero no lo era. Estaba
bastante segura de a quin perteneca la sangre que
acababa de encontrar, pero por si acaso meti los
copos en una bolsa de plstico para bocadillos.
Entonces se agach e introdujo la hoja bajo la
grieta, en el extremo superior del agujero.
Mientras lo haca, no estaba muy segura de lo que
esperaba encontrar. La mayor parte de la sangre de
Ian haba rociado la pared de la estacin de metro.
No poda haber suficiente en las ropas del asesino
como para empapar toda una grieta en el hormign
hasta una profundidad de quince centmetros, ni
aunque hubiese estado envuelto en toallitas de
papel y hubiese pasado toda la noche apoyado
contra la pared.

Cuando extrajo la navaja vio en su hoja,


mezclados con polvo y trocitos de cemento, copos
rojizos similares a los que acababa de encontrar.
Los introdujo en otra bolsa y rpidamente repiti
el procedimiento en el extremo inferior del
agujero, con idnticos resultados.
El rugido del metro se convirti en una clase de
terror aceptable, bienvenida. Porque la nica
explicacin que Vicki poda encontrar, mientras
toda la sala trepidaba y un centenar de toneladas
pasaba como una exhalacin a su lado, era que lo
que quiera que hubiese matado a Ian Reddick
haba conseguido atravesar un muro de hormign a
travs de una grieta diminuta.
Y eso resultaba patentemente ridculo. O no?

***
Como el ms importante productor y mayorista de
prendas de polister que era, Sigman Incorporated

no contaba exactamente con un edificio de alta


seguridad. Pero desde la muerte de Terri Neal en
el aparcamiento subterrneo haban tratado de
mejorar un poco las cosas.
A pesar de las cuatro pginas y media que
contenan las nuevas regulaciones de admisin y
que le acababan de ser entregadas, el guardia de
seguridad se limit a observar a Vicki mientras
pasaba a su lado antes de regresar a su lectura.
Ataviada con pantalones de pana gris, botas negras
y su chaqueta marinera, poda ser una cualquiera
de las centenares de mujeres que atravesaban el
rea cada da y l no estaba encargado ni
deseaba dedicarse a hacerlo de detenerlas a
todas. Ciertamente no perteneca a la prensa el
guardia haba desarrollado una notable habilidad
para descubrir a las seoras y los caballeros del
cuarto poder y dirigirlos a las instancias
apropiadas. No pareca ser una polica y, adems,
los policas siempre se identificaban. Pareca
saber a dnde se diriga, as que el guardia

decidi no interferir. En su opinin, el mundo


podra encontrar utilidad para unas cuantas
personas ms que supieran a dnde iban.
A las 2:30 de la tarde estaba vaco de gente, lo
que explicaba por qu Vicki se encontraba all
precisamente en aquel momento. Descendi del
ascensor y mir con disgusto a los zumbantes
fluorescentes. Dnde demonios estn aqu las
cmaras de seguridad? Se pregunt mientras el
eco de sus pisadas rebotaba contra las paredes de
hormign pintado.
Aun sin contar con las apagadas siluetas de tiza
podra haber dicho dnde haba cado el cuerpo.
Los coches de los alrededores haban sido
aparcados lejos, dejando un rea abierta de casi
tres espacios de longitud, como si la muerte
violenta fuese de algn modo contagiosa.
Encontr lo que haba venido a buscar medio
escondido debajo de un antiguo y mohoso Sedn

de color azul. Mordindose el labio inferior,


extrajo su navaja y se arrodill junto a la grieta. La
hoja se introdujo sus quince centmetros completos
pero no lleg a tocar el fondo. Sin duda, los copos
marrn rojizo que extrajo no haban goteado del
destartalado automvil.
Se sent sobre sus talones y arrug la frente.
No me gusta nada, nada, el aspecto que tiene
esto.
Extrajo una canica del fondo de su bolso, la
coloc sobre una de las marcas de tiza que an
resultaban visibles y la impuls suavemente. Rod
hacia la pared, alejndose de la grieta en un ngulo
de casi cuarenta y cinco grados. Realiz ms
pruebas y obtuvo resultados similares. La sangre
o, para el caso, cualquier otro lquido, no poda
haber discurrido desde el cuerpo hasta la grieta de
ninguna manera que pudiese considerarse natural.
No es que haya nada siquiera remotamente

natural en todo este asunto murmur mientras


colocaba la tercera bolsa de bocadillos llena de
sangre seca junto a las otras y se arrastraba para
recoger su canica.
En vez de volver a subir al edificio, ascendi la
empinada rampa de salida y apareci en la
avenida St. Clair West.
Perdone.
El encargado de la caseta levant la mirada de su
revista.
Vicki agit una mano en la direccin del garaje
subterrneo.
Sabe lo que hay bajo la ltima capa de
hormign?
l dirigi su mirada hacia la direccin que ella
sealaba, luego de nuevo hacia ella y repiti:

Bajo el hormign?
S.
Tierra, seora.
Ella sonri y se alej rodeando la caseta.
Gracias. Me ha sido de gran ayuda. No se
preocupe, sabr encontrar la salida.
La puerta de la valla metlica protest ligeramente
y se comb hacia delante bajo el peso de Vicki
mientras ella examinaba el interior de la obra. En
el momento actual no era ms que un gran agujero
en la tierra salpicado de otros agujeros ms
pequeos llenos con agua fangosa. Toda la
maquinaria pareca haber sido retirada y el trabajo
se haba detenido. Vicki ignoraba si ello se deba
al asesinato o a las inclemencias del tiempo.
Bueno meti las manos en los bolsillos del
abrigo. No hay ms que tierra.

Si en aquel lugar quedaba algn rastro de sangre,


resultaba imposible de encontrar.

***
No hay problema, Vicki Rajeet Mohadevan
guard las tres bolsas de bocadillos en los
bolsillos de su bata. Puedo analizarlas antes de
irme a casa esta noche sin que nadie se entere.
Vas a estar por aqu?
No Vicki descubri un destello de compasin
en el rostro del investigador, pero decidi
ignorarlo. Despus de todo, Rajeet estaba
hacindole un favor. Si no estoy en casa, te
importa dejarme un mensaje en el contestador?
En el mismo nmero?
El mismo nmero.
Rajeet sonri.

El mismo mensaje?
Vicki no pudo evitar devolverle la sonrisa. La
ltima vez que el laboratorio de la polica la haba
llamado a casa haba sido en medio de la peor
pelea que haban tenido Celluci y ella.
No. Esta vez un mensaje diferente.
Lstima Rajeet dej escapar un exagerado
suspiro de decepcin mientras ella se encaminaba
hacia la puerta. Ya he olvidado algunos de los
lugares en los que le dijiste que poda meterse su
cuaderno de incidencias esboz un saludo,
recuerdo de los viejos tiempos, cuando Vicki
haba sido una joven e intensa mujer de uniforme y
devolvi su atencin al informe que haba estado
cumplimentando antes de la interrupcin.
Mientras atravesaba el pasillo, rodeada por las
familiares baldosas blancas que parecan
abrazarla como un viejo amigo, Vicki consider la
posibilidad de dirigirse a la central para ver si

Celluci se encontraba en su mesa. Podra hablarle


de las grietas, descubrir si haba estado
ocultndole ms informacin y... no. Dado el
estado de nimo en que se haba sumido la ltima
vez que haban hablado, y dado tambin que l no
se haba molestado en llamarla en todo el fin de
semana, el aparecer ahora no sera ms que una
interferencia en su trabajo y esto era algo que
ninguno de los dos haba hecho jams. En esta
clase de casos el trabajo era lo primero, y lo de
las grietas eran interrogantes suplementarios, no
respuestas.
Se encontraba fuera del edificio cuando repar en
el hecho de que la posibilidad de ver a otro
polica sentado en lo que haba sido su mesa no
haba influenciado su decisin de marcharse en un
sentido u otro. Acosada por la vaga sensacin de
haber traicionado su pasado, encogi los hombros
contra el fro del ocaso y comenz a caminar hacia
su casa.

Durante aos, Vicki haba estado prometindose


que se comprara una buena enciclopedia. No lo
haba hecho. La que tena la haba conseguido en
una promocin de la tienda de alimentacin: un
volumen por cinco dlares y noventa y nueve
centavos por cada diez dlares de compra. No
contena demasiada informacin sobre los
vampiros.
Criaturas legendarias... Europa central, Vlad el
Empalador, Bram Stoker... Vicki empuj las
gafas hacia sus ojos y trat de recordar las
caractersticas del Drcula de Stoker. Haba visto
la obra muchos aos atrs y crea haber ledo el
libro en el instituto... solo haca una o dos vidas de
ello.
Era ms fuerte, ms rpido, sus sentidos eran ms
agudos... enumeraba cuanto recordaba con los
dedos. Dorma durante el da, sala de noche y
andaba con un to que coma moscas. Y araas
en su rostro se pint una mueca de disgusto y

volvi la vista a la enciclopedia.


Se deca del vampiro ley que era capaz de
transformarse en murcilago, lobo, niebla o
vapor la habilidad de convertirse en niebla o
vapor poda explicar lo de las grietas. La sangre
de sus vctimas, al ser ms pesada, precipitara,
empapando el estrecho pasaje.
Y una criatura que se levanta de la tumba no
debera de tener problemas para moverse a travs
de la tierra. Colocando una vieja factura de
telfono en la pgina a modo de marcador, se
levant del reclinatorio y encendi la televisin.
De repente, senta la necesidad de romper el
silencio que reinaba en su apartamento.
Esto es de locos musit. Recogi el volumen
de la enciclopedia y sigui leyendo mientras
caminaba de un lado a otro de la habitacin. La
fantasa y la realidad estaban acercndose
demasiado como para que se sintiera cmoda, y no

poda permanecer sentada.


El resto de la entrada detallaba las diferentes
maneras de tratar con los vampiros: desde las
estacas de fresno hasta los crucifijos, pasando por
las semillas de mostaza. Se extenda asimismo
sobre las formas de destruirlos: estacas en el
corazn, decapitacin e inmolacin.
Vicki cerr el delgado volumen y lo dej caer
sobre el suelo. Volvi la cabeza para mirar por la
ventana. A pesar de que la luz de las farolas de la
calle se encontraba a menos de tres metros de su
apartamento, de repente senta con aguda
consciencia la proximidad de la oscuridad que
presionaba contra su ventana. Para tratarse de una
criatura legendaria, pareca que los mtodos para
su destruccin se haban tomado bastante en serio.

***
Detrs de la barricada policial, algo se agazapaba

sobre el trecho de acera en el que el cuarto cuerpo


haba sido encontrado. Pese a que la noche no
poda esconderle nada y pese a que, al contrario
que los que haban estado all antes, l saba lo
que buscaba, no encontr nada.
Nada murmur Henry para s mientras se
pona en pie. Pero debera de haber algo aqu
un nio de su raza poda ser capaz de esconder
sus rastros a los cazadores humanos, pero no a uno
de los suyos. Levant la cabeza y agit las aletas
de su nariz para olfatear la brisa. Un gato no,
dos ocupados en sus propias cazas, la lluvia que
caera antes de que amaneciese y...
Arrug la frente y sus cejas dibujaron una afilada
V. Y qu? Conoca el olor de la muerte en sus
numerosas manifestaciones y poda notar, oculto
bajo el residuo del asesinato de aquella maana, el
tenue hedor de algo ms viejo, ms sucio, algo que
resultaba casi familiar.

Su memoria comenz a escudriar cuatrocientos


cincuenta aos de recuerdos. En algn lugar...
Antes de que se diera cuenta, el coche de polica
estaba casi a su lado y el diminuto sol del corazn
de la linterna comenz a buscarlo. No tuvo tiempo
de moverse.
Mierda! Has visto eso?
El qu? El agente de polica Wojtowicz
asom la cabeza por la ventanilla bajo el amplio
abanico de luz que se derramaba desde lo alto del
coche.
No lo s el agente Harper se inclin sobre el
volante, mirando por encima del hombro de su
compaero, en direccin a la calle. Hubiera
jurado que haba un hombre de pie, all, al otro
lado de las barricadas, justo antes de que
encendiera la linterna.
Wojtowicz suspir.

Entonces estara all todava. Nadie puede


moverse tan rpido. Y adems sac una mano
por la ventanilla y la agit en direccin al lugar,
ah no hay sitio donde esconderse eso inclua
las barricadas, la acera y una zona de csped
fangoso. Pese a que cada irregularidad proyectaba
oscuras sombras, ninguna de ellas era lo
suficientemente grande como para ocultar a un
hombre.
Crees que deberamos salir y echar un vistazo?
T eres el jefe.
Bueno... nada se mova en medio de aquel
marcado contraste de luces y sombras. Harper
sacudi la cabeza. ltimamente la noche le haba
estado poniendo un poco nervioso; se senta
inquieto, desasosegado, pero sin razn aparente.
Supongo que tienes razn. Ah no hay nada.
Naturalmente que tengo razn el coche
continu su marcha a lo largo de la manzana y

Wojtowicz apag el reflector. Lo que pasa es


que ese asunto del vampiro te est afectando.
No crees en los vampiros, verdad?
Claro que no Wojtowicz adopt una postura
ms cmoda en su asiento. No me digas que t
s.
Esta vez le toc el turno de bufar a Harper.
Bueno... contest secamente, Hacienda me
ha hecho una auditora.
Sobre el csped, una sombra yaca tendida sobre
la tierra, recordando. El rastro, mezclado con el de
la tierra y la sangre, era ms fuerte all. Su aroma
borr los siglos.
Era 1593, en Londres. La reina Isabel se sentaba
en el trono, como lo haba hecho durante muchos
aos. l haba estado muerto los ltimos cincuenta
y siete. Volva del teatro, donde acababa de

representarse por vez primera Ricardo III. Le


haba gustado la obra, aunque tena la impresin
de que el autor se haba tomado algunas libertades
con la personalidad del rey.
En un callejn cubierto de desperdicios, un joven
se haba tambaleado. Era muy delgado y sus ropas
estaban desarregladas, pero haba en l una oscura
belleza. Estaba muy borracho. Enroscndose
alrededor de su cuerpo como una diminuta niebla
personal, se encontraba aquel mismo olor.
Henry ya se haba alimentado de una prostituta
detrs del teatro, pero incluso de no haberlo
hecho, no se habra servido de aquel hombre. Por
s mismo, el olor bastaba para provocar su
inquietud, pero adems haba algo en sus ojos
verdes, un brillo demente que no hizo sino
aumentar su cautela.
Os pido disculpas con toda humildad su voz,
la voz de un hombre instruido, se haba convertido

casi en un farfullar vago. Pero he estado en el


Infierno esta noche y encuentro algunas
dificultades para abandonarlo y regresar. Hizo
un gesto teatral y realiz una temblorosa
reverencia en direccin a Henry. Christopher
Marlowe a vuestro servicio, caballero. Tendras
tal vez unos cuantos peniques de sobra para un
trago?
Christopher Marlowe repiti suavemente
Henry ms de cuatrocientos aos despus de que
el desgraciado hubiera muerto. Gir sobre su
espalda y mir a las nubes que cerraban filas
sobre las estrellas. Pese a que haba presenciado
la representacin justo despus de su publicacin
pstuma, en 1604, se pregunt ahora, por vez
primera, cunta investigacin habra tenido que
realizar Marlowe para escribir La Trgica
Historia del Doctor Fausto.

***

Vicki, soy Rajeet. Perdona que llame tan tarde...


veamos... son las 11:15 de la noche del lunes.
Supongo que ya te habrs ido a la cama... pero
supuse que querras conocer los resultados de los
anlisis. Son Ian Reddick y Terri Neal. Lo he
confirmado. No s lo que habrs encontrado, pero
espero que esto ayude.

00up.gif

Captulo 5
...pese a que el Departamento
de Polica rehsa hacer
declaraciones en el momento
actual, la Oficina del Juez ha
confirmado que la sangre del
cuerpo de Mark Thompson, la
quinta vctima, haba sido tambin
drenada por completo. Un vecino
del rea de Don Mills Road y St.
Denis Drive, que desea permanecer
en el anonimato, jura que vio pasar
a un gigantesco murcilago gigante
junto a su balcn poco antes de que
el cadver fuera encontrado.
Jess Vicki arrug el peridico hasta
convertirlo en una apretada masa y lo arroj a la
pared del otro extremo. Murcilagos gigantes!

No me sorprende que quiera permanecer en el


anonimato. Mierda!
La repentina y estridente llamada del telfono la
hizo saltar casi diez centmetros sobre su silla.
Frunciendo el ceo, se dirigi hacia l con enfado,
pero en el ltimo momento record que poda
tratarse de una llamada de negocios y se oblig a
calmarse. Un Qu! exclamado con enfado no
era lo ms adecuado para causar buena impresin
a los clientes potenciales.
Investigaciones Privadas, Nelson al habla.
Ha visto los peridicos de esta maana?
Era una voz joven, femenina y Vicki no
identificaba a su propietaria.
Quin es, por favor?
Soy yo, Coreen Fergus. Ha ledo los
peridicos de esta maana?

S, Coreen, s, pero...
Bien. Eso lo prueba, no?
Que prueba el qu? colocando el telfono
bajo su barbilla, Vicki se acerc a coger su caf.
Comenzaba a pensar que iba a necesitarlo.
Lo del vampiro. Haba un testigo. Alguien lo
vio! la voz de Coreen haba adoptado un tono
triunfante.
Vicki respir profundamente.
Un murcilago gigante podra ser cualquier
cosa, Coreen. Una bolsa de basura que hubiese
salido volando, la sombra de un avin, la colada
cayndose desde un balcn....
Y tambin podra ser un murcilago gigante. Va
a hablar con esa persona, ese testigo, verdad?
En realidad no era una pregunta, y a pesar de que

Vicki haba tratado deliberadamente de no pensar


en la perspectiva de intentar encontrar a un testigo
annimo en medio de los innumerables edificios
de apartamentos existentes en los alrededores de
St. Denis Drive, lo cierto era que el hablar con
esa persona era el siguiente paso lgico. As se
lo asegur a Coreen, prometindole que la
llamara en cuanto supiera algo y colg.
Va a ser como encontrar una aguja en un pajar
pero era necesario. Un testigo podra abrir el
caso por completo.
Se termin el caf y consult su reloj. Haba algo
que deseaba comprobar antes de poner un pie en la
calle. 8:43. Por poco, pero Brandon debera de
estar todava en su despacho.
Lo estaba.
Despus de intercambiar los respectivos saludos
superficiales al menos en uno de los dos casos
, Vicki se refiri a su razn para llamar:

... y los dos sabemos que habis encontrado


cosas que no dicen los peridicos.
Muy cierto, Victoria el juez ni siquiera
pretendi que no comprenda lo que ella estaba
sugiriendo. Pero t sabes, asimismo, que no
puedo contarte esas cosas. Ya no eres miembro de
la Polica.
Pero he sido contratada para trabajar en el caso
le refiri rpidamente los detalles pertinentes de
la visita de Coreen, omitiendo tan solo las
creencias particulares de la chica sobre la
naturaleza sobrenatural del asesino y su ltima
llamada.
Has sido contratada como ciudadana privada,
Victoria y eso no te da ms derecho a recibir
informacin clasificada que a cualquier otro
ciudadano privado.
Vicki ahog un suspiro mientas consideraba la
mejor manera de acometer la situacin. Cuando

Brandon Singh no estaba dispuesto a hablar de


algo, lo deca directamente y sin excusas. Y
entonces colgaba. Si permaneca al aparato y
pareca dispuesto a hablar, es que era posible
convencerlo.
Mira, Brandon. Conoces mi historial. Sabes que
tengo tantas posibilidades de resolver el caso
como cualquier otro de esta ciudad. Y sabes que lo
quieres resuelto. Tendr ms posibilidades si
cuento con toda la informacin disponible.
Concedido. Pero por alguna razn esto me huele
a vigilancia ciudadana.
Vigilancia ciudadana? Confa en m, Brandon.
No me voy a poner ningn traje extrao ni voy a
salir a las calles para hacer que la ciudad resulte
segura para la gente decente dibuj un smbolo
en forma de murcilago en su cuaderno de notas y
entonces arranc rpidamente la hoja, la arrug y
la arroj lejos de s. En las actuales

circunstancias, los murcilagos no eran un motivo


particularmente adecuado. Todo lo que voy a
hacer es investigar. Te prometo que transmitir
todo lo que descubra al departamento de Crmenes
Violentos.
Te creo, Victoria se detuvo. Vicki, consumida
de impaciencia, rompi el silencio.
Vas a decirme que con un asesino como este
suelto, la ciudad puede permitirse el lujo de no
contar conmigo, aunque sea en una posicin
auxiliar?
Tienes buena opinin de ti misma, eh?
Ella pudo notar la sonrisa en sus palabras y supo
que lo tena. Al doctor Brandon Singh le gustaba
contar con todos los recursos disponibles, y
aunque personalmente hubiera preferido una
aproximacin al caso menos intuitiva de la que
ella sola utilizar, tena que reconocer que Vicki
Victoria Nelson representaba de hecho un

recurso muy valioso. Y en cuanto a lo de tener


buena opinin de s misma, no le faltaban razones.
Muy bien dijo al fin. Su tono resultaba an
ms ampuloso que de costumbre, como si
pretendiese compensar su anterior lapso. Pero
no hay demasiada informacin que no se haya
entregado a los peridicos y, francamente, no s
que podrs sacar de ella respir hondo e incluso
el ruido ambiental de la lnea telefnica pareci
guardar silencio para escucharlo. Encontramos
en todas las heridas, salvo la primera, una
sustancia muy semejante a la saliva...
Muy semejante a la saliva? le interrumpi
Vicki. Cmo podra ser algo muy semejante a
la saliva?
Suena imposible. Pero es as. Y lo que es ms, a
todos los cadveres, incluso al del joven Reddick,
les faltaba la parte delantera de la garganta.
Eso ya lo haba descubierto.

No lo dudo por un momento, Vicki temi que


sus interrupciones lo hubieran ofendido, pero l
continu. Aparte de esto, la nica informacin
que no se entreg a la prensa est relacionada con
el tercer cuerpo... el tercer hombre, DeVerne
Jones. Cuando lo encontramos, aferraba en su
mano un pedazo de una delgada membrana.
Membrana?
S.
Cmo la del ala de un murcilago?
Notablemente similar, s.
Ahora le toc a Vicki el turno de respirar
profundamente. Algo muy semejante a saliva y un
ala de murcilago...
Entiendo por qu no se lo contasteis a los
peridicos.

***
Celluci colg el telfono y cogi el peridico. No
saba si la disculpa haba resultado ms fcil
porque la haba ofrecido por telfono o ms dura
porque haba tenido que hablar con el condenado
contestador. No importaba. Lo haba hecho y el
siguiente movimiento le corresponda a ella.
Un segundo ms tarde, Dave Graham apenas tuvo
tiempo de apartar su caf de la lnea de fuego antes
de que su compaero arrojase el peridico contra
la mesa.
Pero t has visto este montn de mierda?
pregunt airado.
Lo del, eh... murcilago gigante?
Que se joda el murcilago! Estos cabrones
encuentran un testigo y no se les ocurre
comunicrnoslo.

Pero bamos a ir a St. Denis esta maana...


S Celluci agarr su chaqueta y lanz una
mirada feroz a Dave para indicarle que se
levantara, pero primero vamos a hacer una
visita al peridico. Un testigo podra darle otra
perspectiva al caso, y no pienso desperdiciar mi
tiempo buscndolo si ellos tienen un nombre.
El nombre de alguien que ve murcilagos
gigantes musit Dave. Pero cogi su propio
abrigo y sigui a su compaero fuera de la sala.
De verdad crees que podra tratarse de un
vampiro? pregunt al alcanzarlo.
Celluci ni siquiera se inmut.
No empieces gru.
Quin es?
La Polica, seor Bowan. Queremos hablar con
usted Celluci sostuvo su placa a la altura de la

mirilla y esper. Despus de un largo instante


escuch el sonido de una cadena al descorrerse y
de dos no, tres cerraduras al ser abiertas.
Retrocedi un paso para colocarse junto a su
compaero mientras la puerta se abra con lentitud.
El anciano los observ con sus ojos legaosos.
Es usted el detective Mike Celluci?
S, pero... la vista del hombre no poda ser
tan buena como para leer su nombre en la placa de
identificacin.
Ella dijo que probablemente aparecera esta
maana abri la puerta un poco ms y se apart
para dejarlos pasar. Pasen, pasen.
Los dos detectives intercambiaron miradas de
asombro mientras entraban en el diminuto
apartamento. Cuando el anciano volvi a echar los
cerrojos, Celluci mir a su alrededor. Una pared,
las ventanas y la puerta del balcn haban sido

cubiertas con pesadas mantas y todas las luces


estaban encendidas. Haba una Biblia sobre una
mesita de caf, y junto a ella un vaso de cristal que
ola a whisky. Lo que quiera que el hombre
hubiera visto, le haba hecho levantar las
barricadas y buscar refugio espiritual.
Cuidadosamente, Dave se sent en una mecedora.
Quin le dijo que vendramos esta maana,
seor Bowan?
La joven seorita que acaba de marcharse. De
hecho, me sorprende que no se hayan cruzado con
ella en el aparcamiento. Una chica verdaderamente
agradable, muy simptica.
Y esa chica verdaderamente agradable y muy
simptica, tena un nombre? susurr Celluci
con los dientes apretados.
El anciano lanz una risa sofocada.

Ella dijo que usted reaccionara de esa manera


sacudiendo la cabeza, recogi una tarjeta de
visita de la mesa de su cocina y la puso en la mano
de Celluci.
Mirando por encima del hombro de su compaero,
Dave tuvo apenas tiempo de leer lo que deca
antes de que Celluci cerrara la mano.
Qu mas dijo la seorita Nelson?
Oh, pareca realmente interesada en que yo
colaborase al mximo con ustedes, caballeros. Me
pidi que les contara todo cuanto le haba dicho a
ella. Naturalmente, no pretenda hacer otra cosa,
aunque no s lo que la Polica puede hacer en este
caso. Ms bien parece cosa para un exorcista o un
sacer.. un bostezo que amenazaba con cortar su
cara por la mitad interrumpi el fluido de las
palabras. Tendrn que perdonarme, pero es que
la pasada noche no pude dormir demasiado.
Puedo ofrecerles una taza de t? La tetera todava

est caliente los dos hombres rehusaron y el


anciano, encogindose de hombros, se sent en un
silln muy usado y los mir, expectante. Van a
hacerme preguntas o prefieren que comience desde
el principio y se lo cuente con mis propias
palabras?
Comience desde el principio y cuntenoslo con
sus propias palabras. Celluci haba escuchado a
Vicki dar esta misma instruccin un millar de
veces y le pareca que ahora mismo estaba
escuchando el eco de su voz. Su enfado se haba
convertido en un reticente aprecio de la habilidad
de Vicki con los testigos. Al margen del humor con
el que se lo hubiese encontrado, lo cierto era que
haba dejado al seor Bowan bien dispuesto para
su visita.
Use sus propias palabras. Si hace falta, le
haremos alguna pregunta.
Muy bien el seor Bowan se frot las manos.

Obviamente, y a pesar del miedo que haba


soportado la noche anterior, disfrutaba de la
posibilidad de contar con una segunda audiencia
en una sola maana. Fue justo despus de la
medianoche. Lo s porque siempre apago la
televisin a esa hora. Bien, me dispona a meterme
en la cama, as que apagu las luces. Entonces
pens que sera mejor que me asomase antes al
balcn para echar un vistazo alrededor del
edificio, por si las moscas. Algunas veces les
confi, inclinndose hacia delante los chicos
andan haciendo el tonto entre aquellos arbustos.
Mientras Dave asenta, Celluci tuvo que ocultar
una sonrisa. Sin duda, el seor Bowan pasaba
mucho tiempo en su balcn, vigilando el
vecindario... y a los vecinos. Los binoculares que
descansaban en el suelo, junto al silln, eran
testigos mudos de ello.
La noche anterior, acababa de salir al balcn
cuando se dio cuenta de que algo andaba mal.

Fue el olor. Como a huevos podridos, solo que


peor. Y entonces estaba all, tan grande como la
vida y dos veces ms feo, y tan cerca que hubiese
podido alargar la mano y tocarlo... si estuviera tan
senil como mi yerno cree. Sus alas extendidas
medan casi tres metros hizo una pausa para
provocar un efecto dramtico. El murcilago
gigante. Nosferatu. El vampiro. Encuentren su
cripta y habrn encontrado a su asesino.
Puede describir a la criatura?
Si lo que me pregunta es si puedo hacerle un
retrato robot, la verdad es que no puedo. Le dir la
verdad, era tan condenadamente rpido que apenas
vi otra cosa que su silueta. Pero lo que s puedo
decirle es que su voz se hizo ms seria y asom
a ella una nota de terror esa cosa tena unos ojos
como jams he visto en ninguna otra criatura
viviente, y le pido a Dios no volver a verlos
jams. Eran amarillos y fros, y supe en aquel
momento que si me miraban yo no durara mucho

tiempo. Era el mal, caballeros, el mal puro. No la


clase de mal diluido del que es presa la
humanidad, sino el fro mal que viene directamente
del propio Satans. Soy un hombre viejo y la
muerte y yo nos hemos hechos muy amigos durante
los ltimos aos; no le tengo mucho miedo a nada,
pero aquello... aquello me aterr hasta el tutano
de los huesos dio un largo trago y examin los
rostros de ambos policas. Pueden creerme o no.
El tipo del peridico no me crey cuando baj a
ver cul era la causa de las sirenas. Pero s lo que
vi y s lo que sent.
Celluci deseaba compartir la opinin del
periodista, quien haba descrito al seor Bowan
como una vieja y entretenida cotorra, pero al
mismo tiempo, por alguna razn que no alcanzaba
a comprender, le resultaba imposible rechazar por
completo lo que el anciano haba visto. Y lo que el
anciano haba sentido. Haba algo en su voz o en
su expresin que haca que a Celluci se le erizase
el vello de la nuca y, pese a que su intelecto

rechazaba lo que estaba pensando, el instinto se


agitaba al borde de la creencia.
Dese poder hablar con ello de Vicki. Pero no lo
dara esa satisfaccin.

***
Dios, odio estas malditas mquinas el
exagerado suspiro que sigui a sus palabras qued
grabado en su enfadada totalidad. Est bien. Yo
hubiera reaccionado de la misma manera.
Probablemente hubiera sido tambin un imbcil.
As que yo tengo razn, t tienes razn, todos
tenemos razn... qu tal si volvemos a intentarlo?
la cinta zumb por unos momentos mientras se
escuchaban solamente los sonidos de fondo: el
rumor de dos voces graves discutiendo, el ritmo
acompasado de una vieja mquina de escribir
manual y el sonido constante de las llamadas
telefnicas. Entonces la voz de Celluci regres,
mostrando solo la dureza suficiente como para que

se entendiera lo que quera decir. Y deja de


sacarle a mi compaero informacin clasificada.
Aunque no creo que sepas lo que eso significa, es
un buen hombre y t le provocas palpitaciones.
Colg sin despedirse.
Vicki sonri a su contestador. Mike Celluci no era
mucho mejor que ella para las disculpas. Aquello
era lo que l entenda por amabilidad extrema. Y
obviamente haba ocurrido antes de que hablara
con el seor Bowan y descubriera que ella haba
estado all primero. Cualquier mensaje que
hubiera dejado despus habra tenido un tono
realmente diferente.
Sorprendentemente, descubrir el nombre de la
fuente annima que citaba la prensa
sensacionalista haba resultado muy fcil. La
primera persona del barrio con la que haba
hablado, haba sonredo y dicho: usted busca al
viejo Bowan. Si alguien ve algo por aqu es l.

Nunca se ocupa de sus propios y jodidos asuntos.


Entonces haba meneado la cabeza en direccin al
nmero 25 de St. Denis con la suficiente fuerza
como para arrojar la cabellera sobre sus ojos.
En cuanto a lo que el seor Bowan haba visto...
por mucho que le costase admitirlo, comenzaba a
pensar que quiz Coreen no se encontrase tan
desencaminada como poda creerse a primera
vista.
Se pregunt si debera llamar a Celluci. Podran
compartir sus impresiones sobre el seor Bowan y
lo que haba presenciado.
No sacudi la cabeza. Era mejor darle tiempo
para que se calmase. Extendi el detallado mapa
de Toronto que acababa de comprar sobre la mesa
de su cocina y decidi que lo llamara ms tarde.
Por el momento, tena trabajo que hacer.
Era fcil olvidar lo grande que era Toronto. A
medida que creca haba ido devorando pueblos

ms pequeos, y no daba muestras de ir a


detenerse. El centro metropolitano, la imagen de la
ciudad que todo el mundo tena, era una parte muy
pequea del todo.
Traz un crculo rojo alrededor de la estacin de
metro de Eglinton West, un segundo alrededor de
la localizacin aproximada del edificio Sigman en
St. Clair West y un tercero alrededor de la obra de
la avenida Symington, donde DeVerne Jones haba
muerto. Entonces, frunciendo el ceo, los uni con
una lnea. Pese a que poda haber pequeas
inexactitudes en la posicin de los crculos
segundo y tercero, la lnea los atravesaba a todos,
cortando la ciudad de sudoeste a noreste.
Las dos ltimas muertes, por el contrario, no
seguan el mismo patrn que las tres primeras, sino
que parecan estar comenzando una lnea nueva.
Y haba ms.
Nadie puede ser tan estpido murmur Vicki

mientras buscaba una regla en su escritorio.


Las primeras dos muertes se encontraban
separadas aproximadamente por la misma
distancia que la cuarta y la quinta. No con
exactitud matemtica pero s lo suficiente como
para que no pudiera deberse a una mera
coincidencia.
Nadie puede ser tan estpido volvi a decir,
golpendose la palma de la mano con la regla. La
segunda lnea corra de noroeste a sudeste, entre
Woodbine y Mortimer. Vicki estaba dispuesta a
apostar cualquier cosa a que en algn momento
entre aquella noche y el amanecer aparecera un
tercer cuerpo para poner fin a la lnea.
Un poco al oeste de la universidad de York, las
lneas se cruzaban.
La X marca el lugar Vicki se coloc las gafas
en su lugar, frunci el ceo y volvi a colocarlas.

Era demasiado fcil. Tena que haber un truco.


Bien. Veamos... dejando la regla sobre el
mapa, comenz a enumerar con los dedos.
Primera posibilidad: el asesino quiere ser
encontrado. Segunda posibilidad: el asesino es tan
capaz como yo de trazar lneas sobre un mapa, ha
establecido un patrn sin ningn significado y
ahora mismo est sentado en Scarborough
retorcindose de la risa por el idiota de polica
que ha cado en la trampa por lo que a este
ejercicio se refera, ella y la polica eran
esencialmente lo mismo. Tercera posibilidad
se qued mirando fijamente al dedo extendido
como si este contuviese la respuesta: estamos
cazando a un vampiro mientras ste caza a su vez,
y quin coo sabe cmo piensa un vampiro.
Celluci era tan capaz como ella de trazar lneas
sobre un mapa, pero a pesar de ello se dirigi al
telfono. A veces, lo obvio se le escapaba. Para su
sorpresa, se encontraba en la comisara. Su

reaccin, en cambio, no tuvo nada de


sorprendente.
Vicki, vete a tomar por el culo.
As que, puedo suponer que el polica ms
grande de Toronto se encontrar esta noche en
Mortimer y Woodbine?
Puedes suponer lo que quieras. Nunca he sido
capaz de evitarlo, pero si piensas que t y tu
pequeo equipo de detective de Nancy Drew vais
a estar all o en las cercanas, ser mejor que te lo
pienses dos veces.
Qu me vas a hacer? Cmo se atreva a
darle rdenes?. Arrestarme?
S, si tengo que hacerlo su tono deca
exactamente lo mismo que sus palabras. Ya no
perteneces al Cuerpo, eres virtualmente ciega de
noche y lo ms probable es que acabes siendo el
cadver y no la herona.

No necesito una niera, Celluci!


Entonces no actes como una nia y qudate en
casa!
Ambos colgaron prcticamente al mismo tiempo.
l saba que ella estara all y ella saba que l lo
saba. Ms an, ella no tena la menor duda de que
si l llegaba a encontrarla la hara arrestar bajo
falsos cargos para mantenerla a salvo. De hecho,
sera ms que probable que la encerrase ya mismo
si creyera que poda dar con ella.
l estaba en lo cierto. De noche era virtualmente
ciega.
Pero la Polica buscaba a un hombre y ella haba
dejado de creer que un simple hombre fuera el
responsable de las muertes. Ciega o no, su
presencia all poda ser el factor que equilibrase
las cosas.
Ahora bien, qu hacer hasta la cada de la noche?

Quiz fuera el momento de hacer un poco de labor


detectivesca y averiguar lo que se deca en las
calles.

***
Eh, Victoria, cunto tiempo sin verte.
S. Por lo menos han pasado un par de meses.
Cmo te va, Tony?
Tony encogi sus delgados hombros bajo la
chaqueta vaquera.
No va mal.
Ests limpio?
l la mir de soslayo. Sus ojos eran de un color
azul plido.
O que ya no eras una poli. No tengo por qu
decirte nada.

Cierto. No tienes por qu.


Caminaron en silencio durante algn tiempo,
abrindose camino entre la multitud que flua
arriba y debajo de la calle. Cuando se detuvieron
en el semforo de Wellesley, Tony suspir.
Vale. Estoy limpio. Ests contenta? Quieres
pirarte y dejarme solo?
Ella sonri.
Es siempre as de fcil?
No. Contigo no. Escucha seal al restaurante
de la esquina, un poco menos cochambroso que el
resto de sus competidores. Ya que me vas a
hacer perder el tiempo, podras comprarme algo
de comida.
Ella le compr la comida pero no la cerveza que
le peda, y le pregunt acerca de lo que se oa en
las calles.

Sobre qu? pregunt, mientras se llenaba la


boca de pur de patatas. Sexo? Drogas?
Rock'n Roll?
Sobre cosas que cazan de noche.
l levant el brazo a la manera clsica de las
pelculas de la Hammer.
Ah, el vampiro.
Vicki tom un sorbo de t tibio y esper mientras
se preguntaba cmo poda haber sobrevivido tanto
aos en el Cuerpo bebiendo ese brebaje. Tony
haba sido su mejor par de ojos y odos en las
calles. No era un chivato, en realidad, sino ms
bien un barmetro que la informaba sobre estados
de nimo y sentimientos; aunque nunca mencionaba
hechos concretos, a menudo la encaminaba en la
direccin adecuada. Ahora tena diecinueve aos.
La primera vez que se encontraron no pasaba de
los quince.

En la calle se dice extendi metdicamente un


pedazo de mantequilla sobre el ltimo de los
panecillos que los peridicos han acertado, por
una vez.
Un vampiro?
l la escudri a travs de la fina lnea de sus
prpados.
El asesino no es humano. Esto es lo que la calle
dice. Chupa sangre, no? Vampiro es un buen
nombre para l. La Polica no lo coger porque
andan buscando a un to sonri. De todas
formas, los polis de esta ciudad no valen una
mierda. No es como antes.
Vaya. Muchas gracias le observ mientras
dejaba el plato completamente limpio. Tony,
crees en vampiros?
l extrajo un pequeo crucifijo de debajo de su
camiseta.

Creo en permanecer con vida.


Ya en el exterior del restaurante, mientras se
levantaba el cuello del abrigo para protegerse
contra el viento, le pregunt si necesitaba dinero.
No poda sacarlo de las calles. l no hubiera
aceptado su ayuda. As que le daba lo que poda si
l estaba dispuesto a cogerlo. Celluci lo llamaba
dinero-de-la-culpa-de-la-clase-media. Aunque
admita que probablemente tena razn, Vicki
prefera ignorarlo.
No Tony se apart un mechn de cabello
castao de la cara. Ando bien de crdito.
Te ests prostituyendo?
Por qu lo preguntas? Ya no puedes
arrestarme, quieres contratar mis servicios?
Quiero darte un tortazo. No te has enterado de
que hay una epidemia?

l brinc para colocarse fuera de su alcance.


Hey, tomo mis precauciones. Como ya he dicho
y solo por un instante pareci mucho mayor de
lo que era, creo en mantenerme con vida.

***
Vicki, no me importa lo que tu yonqui gur
pueda decirte y mucho menos lo que dice la
calle; no existen los vampiros y t ests
perdiendo la cabeza.
Vicki apart el telfono de su oreja antes de que
Celluci colgara con violencia. Sacudiendo la
cabeza, colg con bastante ms tranquilidad. De
acuerdo, le haba avisado. Lo haba hecho a pesar
de lo que le deca el sentido comn y a pesar de
saber perfectamente cul sera su reaccin.
Independientemente de lo que ocurriese aquella
noche, su conciencia estara tranquila.

Y no es que yo crea en vampiros explic al


vaco apartamento mientras se levantaba del
reclinatorio. Yo creo en mantener la mente
abierta y, aadi en silencio, con tristeza,
pensando en Tony y su crucifijo, tambin creo en
mantenerme con vida. Detrs de la silla haba una
bolsa llena con cosas que acababa de comprar.
A las 11:48 Vicki baj del autobs de Woodbine
en Mortimer. Durante algunos momentos, se apoy
contra el cristal de la pequea tienda de
accesorios para el jardn que haba en la esquina,
dndose tiempo para acostumbrarse a la
oscuridad. All, bajo la farola, su visin era
todava funcional. Unos pocos metros ms
adelante, en el punto en el que dos luces, al
solaparse, formaban una especie de crepsculo
con dos sombras, no estaba tan segura de poder
confiar en ella. En la calle principal sera an
peor. Extrajo la linterna del fondo de su bolso y la
prepar, por si acaso.

Lejos, ms all de una marejada de sombras, vio


una seal de trfico y decidi cruzar la calle. No
es que hubiera una razn para ello. La criatura
poda aparecer con la misma facilidad en el lado
oeste de Woodbine o en el este, pero algo haba
que hacer. Moverse era siempre preferible a
quedarse parado.
La Lechera de Terry, en el extremo norte de
Mortimer, pareca estar abierta al menos era el
nico edificio de la vecindad que tena las luces
encendidas, as que se dirigi hacia l.
Puedo hacer algunas preguntas. Comprar una
bolsa de patatas fritas. Averiguar... Mierda!
Haba dos agentes de Homicidios en la tienda,
hablando con un robusto adolescente que
seguramente no era el propietario. Baj, con los
ojos confusos por el repentino brillo de los
fluorescentes, las seis escaleras mucho ms
rpidamente de lo que haba ascendido. En el
aparcamiento de Brewers Retail, al sur de

Mortimer, descubri el coche sin identificaciones


de los agentes pdele al gobierno que ilumine
un metro cuadrado de asfalto en medianoche y
se encamin en la direccin opuesta. No era que
esperase que la criatura fuera a hacer su aparicin
en Woodbine; la calle estaba demasiado bien
iluminada, demasiado concurrida, y existan
demasiadas posibilidades de que apareciera un
testigo. No, apostara su dinero a que sera en una
de las tranquilas calles residenciales que se
escondan detrs.
En Holborne, sin que existiera una razn particular
para ello, gir a la derecha. Las luces de las
farolas estaban bastante distantes entre s y tuvo
que apresurarse al pasar entre una de las islas de
luz y la siguiente, confiando en que la burocracia y
la planificacin municipal no le hubiesen quitado
la calle de debajo de los pies. En un momento
dado tropez con un montn de tierra, su bolso se
le escurri del hombro y choc contra sus rodillas.
El haz de su linterna revolote sobre una pequea

obra en la que se estaba levantando una diminuta


casa en lo que una vez debi de ser un patio
trasero. La criatura ya haba matado en
circunstancias similares, pero de alguna manera
Vicki saba que no volvera a hacerlo. Sigui
caminando.
El repentino aullido de una sirena hizo que el
corazn se le subiera a la garganta y gir sobre sus
talones, apuntando con la linterna como si fuese un
arma. All en la esquina, un camin de bomberos
abandonaba rugiendo la estacin y, con un chirrido
de las ruedas, giraba para coger Woodbine en
direccin norte.
Nervios a flor de piel, eh, Vicki? murmur,
mientras respiraba profundamente para calmarse.
El palpitar de la sangre resonaba en sus odos con
tal fuerza que casi crea que provocara eco, y el
sudor haca que se le pegasen los guantes a las
manos. Ligeramente conmocionada todava,
reanud su camino hacia la siguiente farola y se

apoy contra ella.


La luz que derramaba casi llegaba hasta la casa.
Al menos era la suficiente como para poder ver el
edificio. El poco csped que alcanzaba a
vislumbrar pareca bien cuidado a pesar del
barro primaveral y, encaramados a una valla,
unos rosales, podados para sobrevivir al invierno,
aguardaban la llegada de la primavera. Era un
barrio de clase trabajadora, lo saba, y dada la
presencia del csped, Vicki estaba dispuesta a
apostar a que la mayora de las familias que vivan
all eran de origen italiano o portugus, puesto que
ambas culturas tenan un gran amor por los
jardines. Si efectivamente lo eran, la mayora de
las casas estara decorada con imgenes pintadas
de santos, la Virgen o el propio Cristo.
Vicki se pregunt cunta proteccin podran
ofrecer las imgenes cuando apareciese el asesino.
Calle arriba, dos crculos de luz revelaban la

presencia de un coche que se mova con lentitud. A


Vicki se le antojaban los ojos de una gran bestia,
porque la oscuridad esconda la forma a la que
pertenecan y los faros eran todo lo que alcanzaba
a vislumbrar. Pero a pesar de ello, no necesitaba
ver ms para identificar a un coche de polica.
Solo un polica de patrulla conducira a aquella
velocidad precisa y constante. Ella misma lo haba
hecho demasiadas veces como para equivocarse
ahora. Combati el impulso de apartarse y
esconderse, se volvi y se dirigi con paso
confiado hacia la casa, registrando su bolso en
busca de un inexistente juego de llaves.
El coche pas a su lado.
Vicki volvi a la calle. Saba que su suerte no
poda durar demasiado. Celluci deba de haber
saturado la zona con sus hombres. Ms pronto o
ms tarde se encontrara con alguien a quien
conoca probablemente el propio Celluci, y

no le ilusionaba la perspectiva de tener que


explicar qu estaba haciendo en medio de una caza
del hombre policial.
Continu hacia el oeste por Holborne, ordenando
mentalmente sus argumentos. Pens que otro par
de ojos podran ser de utilidad. Si los tuviera, tal
vez. Dudaba que estuvieseis preparados para
tratar con un vampiro. Cierto, pero no la creeran.
No tienes derecho a mantenerme fuera. Salvo que
s que lo tena. Todos los derechos. Por la misma
razn por la que existan leyes contra el suicidio.
As que, qu es lo que estoy haciendo aqu? No
s si esto es ms estpido que precipitarse sola
al interior de una estacin de metro para
enfrentarse con las manos desnudas a Dios sabe
qu. La oscuridad la envolva, cada vez ms cerca.
Qu estoy intentando demostrar? Que a pesar
de todo todava puedo ser un miembro til de la
sociedad. Buf. Por otro lado, hay un montn de
miembros tiles de la sociedad a quienes no me

voy a encontrar por aqu esta noche.


Lo que devolvi la cuestin a la silenciosa
pregunta, qu estaba tratando de demostrar? Vicki
decidi dejarlo como estaba. Las cosas ya eran lo
suficientemente complicadas por s solas como
para andar empantanndose en ms
introspecciones.
Se detuvo en la esquina de Woodmount. La luz de
tres farolas desapareca en la distancia, a ambos
lados y hacia delante. Los tres globos de luz
suspendidos eran cuanto alcanzaba a ver.
Moviendo la cabeza como un sabueso en busca de
un rastro, inhal con fuerza el fro aire de la noche.
Todo lo que poda oler era la tierra, hmeda y
mohosa, expuesta al final del invierno.
Normalmente le agradaba ese aroma. Esta noche
tena algo de olor a tumba. Un sbito escalofro
recorri su cuerpo y tuvo que abrocharse mejor la
chaqueta. En la distancia se oa el rumor del
trfico y, ms lejos an, el ladrido de un perro.

No pareca haber demasiados indicios para elegir


entre una u otra direccin, as que gir hacia su
izquierda y se dirigi cuidadosamente hacia el sur.
Alguien dio un portazo.
Como respuesta, su corazn comenz a retumbar
en su pecho. Ah estaba. Vicki estaba tan segura
como nunca lo haba estado en toda su vida.
Comenz a correr. Lentamente al principio,
consciente de que un mal paso poda acabar en una
cada o algo peor. La linterna estaba apagada;
necesitaba las luces de las farolas para orientarse,
y el rayo de la linterna confinara su visin a una
zona muy estrecha. Al llegar a la calle Baker, se
detuvo en seco.
Ahora adnde? Sus otros sentidos trataban de
compensar su casi total ceguera.
Un chillido de metal contra madera; unas uas
forzadas a liberar su presa.

Hacia el este. Se volvi y corri de nuevo.


Trastabill, cay, se recuper y sigui corriendo,
confiando en que sus pies encontrasen un camino
que ella no poda ver. Cincuenta pasos ms all de
la esquina, la presencia de una sombra revel que
algo se cruzaba en su camino. Se desliz al
interior del estrecho callejn que separaba dos
edificios y cuando Vicki, respondiendo al instinto
de la persecucin, lo sigui, alcanz a ver las
luces de un par de faros ardiendo a un centenar de
metros de distancia.
Ola como si algo acabase de morir al otro
extremo de la calle. Como la anciana aquella que
haban encontrado en la tercera semana de agosto
pero que haba sido asesinada en su diminuta
habitacin sin ventilacin a comienzos de julio.
Poda or el ruido del motor en funcionamiento,
movimiento contra el suelo y un sonido que no
quiso identificar.

El mal que se haba demorado en el tnel del


metro no era ms que una plida rplica del que la
esperaba all delante.
Una sombra sin contornos definidos pas entre
Vicki y las luces traseras.
Con la mano izquierda apoyada contra un muro de
falso ladrillo que haba a su lado, y sosteniendo la
linterna con la derecha como si fuese el asidero de
una lanza, Vicki se lanz calle adelante sin prestar
atencin a la diminuta voz de su razn, que trataba
de averiguar qu demonios se crea que estaba
haciendo.
Algo lanz un chillido y el sonido la hizo
retroceder media docena de pasos.
Todos los perros del vecindario comenzaron a
aullar.
Ignorando el fro sudor que la empapaba y el terror
que converta cada respiracin en una agona, se

oblig a avanzar; recuper los seis pasos y avanz


otros seis...
Inclinada sobre el maletero del coche, encendi la
linterna.
El horror parpadeaba un poco ms all del
extremo del haz de luz de la linterna, donde la
puerta de madera de un garaje se balanceaba de
manera fortuita, colgada de una nica y doblada
bisagra. La oscuridad pareca moverse dentro de
la oscuridad y la mente de Vicki lo rechaz tan
rpidamente y con tan ciego pnico que la
convenci de que no haba nada all.
Atrapado bajo la luz se agazapaba un joven,
protegindose los ojos con un brazo. A sus pies
haba un cuerpo; un hombre con barba, de unos
cuarenta aos. De su garganta destrozaba manaba
todava sangre. La que formaba el charco del suelo
comenzaba a espesarse y coagularse. Deba de
haber muerto antes de tocar el suelo, porque solo

los muertos caan con un abandono tal que los


haca pasar por marionetas rotas.
Vicki lo vio todo en un instante. Entonces el
hombre que se acurrucaba en el suelo se levant.
Su largo abrigo, abierto, se agitaba y lo envolva
semejando unas grandes alas de cuero negro. Dio
un paso hacia ella. Su rostro pareca
distorsionado. Sus ojos apenas estaban abiertos.
La sangre tea sus palmas y dedos de un carmes
brillante.
Revolviendo el bolso en busca del crucifijo de
plata que haba comprado aquella misma tarde y
que, con la ayuda de Dios, esperaba no llegar a
necesitar, Vicki aspir con fuerza para gritar
pidiendo ayuda. O quiz simplemente para gritar.
Nunca lo supo, porque entonces l dio otro paso y
eso fue lo ltimo que vio durante algn tiempo.

***

Henry cogi a la joven mientras caa y la deposit


gentilmente sobre el pavimento. No haba querido
hacerlo, pero no poda permitir que ella gritara.
Haba demasiadas cosas que no podra explicar a
la Polica.
Ella me vio inclinado sobre el cuerpo, pens,
mientras apagaba la linterna y la devolva al
bolso. Sus sensibles ojos agradecieron el regreso
de la noche. Senta como si se los acabasen de
atravesar con hierros candentes. Me ha visto
claramente. Maldita sea. El sentido comn le
dictaba que deba matarla antes de que ella
pudiera desenmascararlo. Tena la fuerza
suficiente como para hacer que no pareciera
diferente a las otras muertes. Entonces volvera a
estar a salvo.
Henry se volvi y mir, ms all del cuerpo
carne ahora, nada ms, hacia el suelo de tierra
del garaje, ahora destrozado, por el que el asesino
haba huido. Esta noche haba demostrado que las

muertes no eran de ningn modo su


responsabilidad.
Maldita sea! dijo, esta vez en voz alta,
mientras unas sirenas cada vez ms prximas y el
ruido de un portazo le recordaban la necesidad de
actuar inmediatamente. Sujetndose sobre una
rodilla, coloc a la mujer sobre su hombro y
recogi con la otra mano su bolso. El peso no
representaba un problema; como todos los de su
raza, era desproporcionadamente fuerte, pero su
estatura amenazaba con desequilibrarlo
peligrosamente.
Demasiado altas en este maldito siglo musit.
Salt por encima de la valla que delimitaba el
jardn trasero y desapareci en la noche.

00up.gif

Captulo 6
Henry desperdig el contenido del enorme bolso
negro sobre la mesita de caf. Se arrodill y
comenz a registrar aquel caos. Buscaba algo que
se asemejase a una tarjeta de identificacin; una
cartera, un tarjetero, cualquier cosa. Nada.
Nada? Era imposible. En estos tiempos nadie
sala sin identificacin, ni siquiera los que solo lo
hacan de noche. Finalmente, encontr tanto el
tarjetero como la cartera dentro de un bolsillo
lateral, accesible sin necesidad de abrir siquiera
el principal.
Victoria Nelson, investigadora privada. Sin
darse cuenta, haba estado conteniendo la
respiracin mientras registraba el resto de los
papeles. Una investigadora privada, gracias a
Dios. Tema haber secuestrado a algn agente de
polica de paisano, lo que habra desencadenado

una bsqueda por toda la ciudad. A lo largo de los


siglos haba llegado a aprender que la Polica,
fuesen cuales fuesen sus defectos, cuidaba de los
suyos. Un investigador privado, en cambio, no era
ms que un ciudadano, un civil, y probablemente ni
siquiera haba sido echado en falta todava.
Ponindose de pie, Henry examin a la mujer
inconsciente que descansaba en su sof. Pese a que
no le agradaba hacerlo, matara para protegerse.
Confiaba en que esta vez no fuera necesario. Se
quit la gabardina y comenz a pensar en lo que le
dira cuando se despertase...
... si despertaba.
Los latidos de su corazn llenaban el apartamento.
Su corazn lata deprisa, casi el doble de deprisa
que el suyo. Le incitaba a alimentarse, pero
mantuvo al hambre a raya.
Consult su reloj. Las 2:13. Amanecera en cuatro
horas. Si la mujer tena una conmocin...

No haba querido herirla. Desmayar a alguien de


un solo golpe no era tarea fcil, al margen de lo
que las pelculas y la televisin sugiriesen. Una
prctica espordica a lo largo de los siglos le
haba enseado cmo y dnde golpear, pero
ninguna habilidad poda cambiar el hecho de que
un golpe en la cabeza provocaba que el blando
tejido del cerebro rebotase contra las paredes
seas del crneo.
Y no cabe duda de que es un hermoso crneo,
pens. Se acerc un poco ms. Aunque hay una
sombra de obstinacin en la anchura de esa
mandbula. Volvi a examinar su tarjeta de
identificacin. Treinta y uno. Su corto cabello,
entre rubio y castao, no tena un solo rastro de
plata, pero diminutas arrugas comenzaban a
formarse alrededor de sus ojos. Cuando l estaba
vivo, treinta y uno significaba mediana edad.
Ahora era apenas una edad adulta.
No llevaba maquillaje, lo que le agrad. El

delicado y plido tono dorado de sus mejillas


haca que su piel pareciese terciopelo.
Y que su tacto... retir la mano y contuvo a su
hambre an con ms fuerza. Era capricho, no
necesidad, y no dejara que lo controlase.
Los diminutos msculos de su rostro se agitaron y
abri los ojos. Al igual que sus cabellos, no eran
de un color o de otro; ni azules, ni grises, ni
verdes. La punta de su lengua humedeci los
resecos labios y sus ojos lo miraron sin miedo.
Hijo de puta dijo claramente. Y se encogi.
Vicki abandon la oscuridad con un ansia
desesperada de informacin, pero la sangre que
palpitaba en sus odos impidi que compusiera
pensamientos coherentes. Luch contra el malestar.
El dolor y, oh Dios, dola significaba peligro.
Tena que saber dnde se encontraba y cmo haba
llegado hasta all...

Su vista se aclar y se encontr con un rostro de


hombre sobre el suyo. Lo reconoci.
Hijo de puta dijo. Y se encogi. Las palabras,
el movimiento de las mandbulas, provocaron
punzadas de dolor que recorrieron su cabeza. Hizo
lo que pudo por ignorarlas. La ltima vez que
haba visto esa cara, y el cuerpo al que sin duda
estaba pegada, se haba levantado y la haba
atacado. Pese a que no lo recordaba con claridad,
no dudaba que haba sido l el que la haba hecho
perder el conocimiento y el que la haba trado
hasta aqu; dondequiera que se encontrase.
Trat de mirar ms all de l, para hacerse una
idea de lo que la rodeaba, pero la habitacin, si es
que era una habitacin, se encontraba a oscuras.
Saba algo que pudiera utilizar?
Estoy completamente vestida, tendida sobre un
sof en compaa de un asesino loco, y aunque el
resto de mi cuerpo parece funcionar, la cabeza

me duele como si hubiese recibido una paliza.


Solo pareca haber una cosa que pudiese hacer. Se
arroj fuera del silln.
Desafortunadamente, la gravedad result ms
fuerte que su idea.
Cuando golpe el suelo, una descarga de
espectaculares fuegos artificiales estall en su
cabeza, dejando un rastro de destellos verdes,
dorados y rojos en el interior de sus prpados.
Volvi a sumirse en la oscuridad.
La segunda vez que recuper la conciencia,
ocurri ms rpidamente que la primera, y la lnea
entre un estado y el siguiente estuvo ms
claramente delimitada. Esta vez mantuvo los ojos
cerrados.
Eso ha sido bastante estpido apunt una voz
de hombre desde algn lugar sobre su hombro
derecho. Es completamente posible que no me
crea continu, pero no tengo intencin de

hacerle dao.
Para su sorpresa, ella le crea. Puede que fuera su
tono, o el timbre de su voz, o la bolsa de hielo que
sostena contra su mandbula. O puede que su
cerebro se hubiera lesionado, lo que pareca ms
probable.
Nunca quise hacerle ningn dao. Siento ella
not que la bolsa de hielo se mova ligeramente
lo ocurrido, pero no cre que tuviera tiempo para
explicarme.
Con mucho cuidado, Vicki abri un ojo y luego el
otro.
Explicar el qu? el valo plido que era el
rostro del hombre pareca flotar en la tenue luz.
Dese poder verlo con ms claridad.
Yo no mat a ese hombre. Encontr el cadver
poco despus de que usted apareciera.

S? repentinamente, ella repar en lo que


fallaba. Dnde estn mis gafas?
Sus... oh el valo se desvaneci y reapareci
unos momentos ms tarde.
Ella esper, con los ojos cerrados, mientras l
colocaba las patillas sobre sus odos,
aproximadamente en el lugar correspondiente y
empujaba con suavidad el puente hacia su nariz.
Cuando volvi a abrir los ojos, las cosas haban
cambiado de manera significativa.
Podra encender una luz?
Vicki advirti la confusin del hombre mientras se
levantaba. No estaba reaccionando como l haba
esperado; si lo que quera era terror, tendra que
intentarlo ms tarde. En el momento actual la
cabeza le dola demasiado como para que la cosa
resultase. Y, adems, si al final resultaba ser el
asesino, por el momento no haba ni una sola
maldita cosa que ella pudiese hacer al respecto.

La luz ayudaba, aunque no era lo suficientemente


fuerte como para disipar las sombras de las
esquinas. Desde donde ella yaca, poda ver un
equipo de msica muy caro y el extremo de una
librera con puertas de cristal. Lentamente,
equilibrando su cabeza como si fuera un huevo
sobre una cuchara, se incorpor y se sent.
Est segura de que es una buena idea?
No lo estaba. Pero no pensaba admitirlo.
Estoy perfectamente dijo con voz seca. Sinti
en la boca una oleada de nauseas y luch para
combatirla. Mientras se quitaba los guantes,
estudi a su secuestrador con el ceo fruncido.
No pareca un asesino loco. Bravo, Vicki. Eres tan
lista. Describe, en veinticinco palabras o menos,
al perfecto asesino loco. No poda asegurar de
qu color eran sus ojos, pese a que su entrenada
vista le haca conjeturar que eran de un suave
color avellana. En cambio, sus cejas y pestaas

eran de un tono ms rojo que su cabello rubio, un


color que se hubiera oscurecido bajo el sol. Su
cara era ancha sin llegar de ningn modo a resultar
gorda el tipo de cara que se haca merecedora
del adjetivo honesta y su boca mostraba una
ligersima traza del arco de Cupido.
Definitivamente atractivo. Midi su estatura
comparndolo con el equipo de msica y aadi,
pero bajo.
As que comenz a decir, apoyndose con
mucha cautela contra los cojines del sof y
tratando de mantener un tono distendido. Hblales,
deca el manual. Gnate su confianza, por qu
debera creerme que no tiene usted nada que ver
con que la garganta de ese hombre fuera
desgarrada?
Henry se adelant y le tendi la bolsa de hielo.
Usted estaba muy cerca dijo lentamente.
Debi de haber visto...

Ver el qu? Haba visto el cuerpo, lo haba visto


a l inclinado sobre el cuerpo, haba visto las
luces del coche, la puerta del garaje destrozada y
la oscuridad que se levantaba ms all. La
oscuridad se arremolinaba en torno a la
oscuridad y de pronto ya no estuvo all. No.
Sacudi la cabeza y el dolor fsico que esta accin
provoc hizo que lo pensara de nuevo. La
oscuridad se arremolinaba en torno a la
oscuridad y de pronto ya no estuvo all. De
repente, no poda respirar y se debati contra las
fuertes manos que la sujetaban.
No...
S.
Gradualmente, bajo la fuerza de su mirada y de su
contacto, se fue calmando.
Qu...? se humedeci los secos labios y
volvi a intentarlo. Qu era eso?

Un demonio.
Los demonios no... La oscuridad se
arremolinaba en torno a la oscuridad y de pronto
ya no estuvo all. Oh.
Mientras se incorporaba, Henry estuvo a punto de
sonrer. Prcticamente poda ver cmo ella
registraba los hechos, aceptaba la evidencia y
cambiaba su visin del mundo para ajustarse a
ello. No pareca que la hiciera feliz, pero lo haca
a pesar de todo.
Qu estaba usted haciendo all? le agrad el
que su voz sonase casi normal.
Qu debera decirle? Pese a que no se mostraba
exactamente receptiva y no se la poda culpar
por ello, tampoco era abiertamente hostil. La
verdad, entonces, o toda la verdad posible sin
comprometer su seguridad.
Estaba cazando al demonio. Pero llegu un poco

tarde. Evit que se alimentara, pero no pude


impedir que matara a aquel hombre frunci
ligeramente el ceo. Y por qu estaba usted
all, seorita Nelson?
As que ha encontrado mi tarjeta de
identificacin. Por primera vez desde que
recuperara el conocimiento, Vicki repar en que el
contenido completo de su bolso estaba diseminado
sobre una mesita de caf. El ajo, el paquete de
semillas de mostaza, la Biblia, el crucifijo. Todo
ello, mostrado abiertamente, formaba un cuadro
sencillamente ridculo. Buf levemente.
Estaba cazando a un vampiro.
Para su sorpresa, despus de una mirada incrdula
a los contenidos de su bolso, como si tambin l
los estuviese viendo por vez primera, su
secuestrador, el cazador de demonios, ech la
cabeza para atrs y dej escapar una sonora
carcajada.

***
Henry, Duque de Richmond, haba sentido aquella
mirada especulativa sobre l durante toda la
comida. Cada vez que miraba en su direccin, ella
le estaba mirando a su vez, pero cada vez que
intentaba encontrar sus ojos, ella lo esquivaba y
observaba recatadamente su plato. La larga curva
de sus pestaas tan negras que forzosamente
tenan que ser teidas se apoyaba entonces
contra la delicada curva de unas mejillas de
alabastro. En una ocasin crey haberla visto
sonrer, pero enseguida pens que la luz le haba
jugado una mala pasada.
Mientras Sir Thomas, sentado a su izquierda,
peroraba sobre las ovejas, hizo girar una uva entre
sus dedos. Se preguntaba quin podra ser aquella
dama. Tena que pertenecer a la nobleza local,
invitada a Sheriffhutton para la ocasin, porque sin
duda la recordara si hubiese pertenecido a la
comitiva que lo haba acompaado en su viaje

desde Londres. Por lo poco que poda ver de su


traje, deba de ser de color negro. Era una viuda,
entonces, o llevaba ese color porque era
consciente de cun arrebatadora estaba con l y
haba un marido esperndola en sus tierras?
Por primera vez en las ltimas semanas se alegr
de que Surrey hubiera decidido no acompaarlo a
Sheriffhutton. Las mujeres nunca me miran
cuando l est conmigo.
Ah, ha sonredo, esta vez estoy seguro. Se limpi
los restos de la aplastada uva con su manga y tom
su vino. De un solo y frentico trago, apur el
contenido la delicada copa de cristal veneciano.
No poda soportarlo ms.
Sir Thomas.
... naturalmente, en esos casos el mejor carnero
es... S, mi seor?
Henry se inclin para acercarse al anciano

caballero; no quera que el resto de los


comensales escuchase sus palabras. Ya le tomaban
suficientemente el pelo sin necesidad de ello.
Apenas lograba soportar el chascarrillo que el
bufn de su padre, Will Sommers, haba escrito
sobre l; aunque puede que tenga el rostro de su
sire no puede mantener el real paso.
Sir Thomas, Quin es esa mujer que se sienta
al lado de Sir Gilles y su esposa?
Mujer, mi seor?
S, mujer le cost, pero el joven duque
consigui mantener en calma su tono y su voz. Sir
Thomas era un valioso sirviente, haba sido un
valioso chambeln en Sheriffhutton durante todos
los aos que l haba pasado en Francia y aunque
solo fuera por su avanzada edad era merecedor de
respeto. La del vestido negro. La que est junto
a Sir Gilles y su mujer.
Ah, la que est junto a Sir Gilles... Sir

Thomas se inclin hacia delante y la observ


entornando los ojos. La dama en cuestin miraba
recatadamente su plato. Es la viuda de Sir
Beswick.
Beswick? esa maravillosa criatura haba
estado casada con Beswick? Pero si aquel barn
era por lo menos de la edad de Sir Thomas. Henry
no poda creerlo. Pero es un viejo!
Est muerto, mi seor susurr Sir Thomas.
Pero creo que cuando se encontr con su Hacedor
era un hombre ms feliz. Es una muchacha muy
dulce y parece haberse tomado muy mal la muerte
de la vieja cabra. Se la vea poco cuando l estaba
con vida, y ahora mucho menos.
Cunto tiempo estuvieron casados?
Un mes... no, dos.
Y ella vive en el Castillo Beswick?

Si queris llamar castillo a esa ruina, s, mi


seor.
Si queris llamar castillo a este establo
Henry seal con un gesto de su mano al gran
saln, que permaneca prcticamente intacto desde
el siglo XII, cualquier cosa puede ser
considerada un castillo.
Esto es una residencia real protest Sir
Thomas airadamente.
Ella sonri. Lo vi con toda claridad.
Y donde ella mora, el cielo ha descendido a la
Tierra murmur Henry ensoado. Perdido en
aquella sonrisa, haba olvidado dnde se
encontraba.
Sir Thomas lanz una sonora carcajada, dio un
largo trago de cerveza y como resultado hubo que
darle varias palmadas en la espalda, lo que atrajo
toda la atencin que Henry pretenda evitar.

Debiera ser ms cuidadoso con la excitacin,


buen seor caballero le rega el Arzobispo de
York mientras aquellos que haban acudido prestos
al rescate regresaban a sus respectivos asientos.
No soy yo, su Gracia contest Sir Thomas
pamente al prelado. Es el buen duque el que
encuentra el braguero demasiado apretado.
Las mejillas de Henry enrojecieron y maldijo la
pigmentacin de los Tudor, que mostraba cada
pequea desazn como si l fuese una damisela en
vez de todo un hombre hecho y derecho de
diecisis aos.
Ms tarde, cuando los msicos comenzaron a tocar
en la vieja galera del juglar, Henry pase entre
sus invitados tratando con xito segn su opinin,
de esconder su objetivo. Ahora lo estaran
vigilando. Uno o dos de ellos, lo saba bien, eran
informadores de su padre.
Cuando al fin se decidi a cruzar el saln en

direccin a ella, la mujer recogi sus faldones


negros y plateados con una mano y se dirigi hacia
las puertas abiertas que conducan a los jardines
del palacio. Henry la sigui. Lo esperaba, como l
saba que hara, en el segundo de los anchos
escalones; lo suficientemente lejos de la puerta
como para encontrarse a oscuras y lo
suficientemente cerca como para que l la
encontrara.
Hace... eh, hace calor en el saln, no os
parece?
Ella se volvi a mirarlo. Su rostro y su pecho
despedan una tenue luz blanca y plida.
Estamos en agosto.
S... eh, as es de hecho no eran la nica
pareja que haba buscado una respiro del
sofocante y humeante saln, pero todos los dems
haban desaparecido discretamente al ver aparecer
al duque. No... eh, tenis miedo de los

resfriados nocturnos?
No. Amo la noche.
Su voz le record al mar y de pronto tuvo la
impresin de que podra arrastrarlo a las
profundidades con la misma facilidad. En el saln,
bajo la luz de las antorchas, haba credo que no
era mucho mayor que l mismo, pero aqu fuera, a
la luz de las estrellas, pareca no tener edad. Sus
labios se le haban secado repentinamente. Busc
algo ms que decir.
No estuvisteis en la cacera de hoy.
No.
No os gusta la caza, entonces.
A pesar de la oscuridad reinante, sus ojos
atraparon los de l.
Oh, s que me gusta.

Henry trag saliva y se agit. No se encontraba a


gusto. De hecho, su braguero estaba ahora
demasiado apretado. Si algo le haban enseado
los tres aos pasados en la corte francesa era a
reconocer una invitacin de parte de una mujer
hermosa. Confiando en que las palmas de sus
manos no estuviesen sudorosas, le tendi una
mano.
Tenis un nombre? pregunt mientras ella
posaba sus fros dedos sobre los suyos.
Christina.

***
Una vampiresa? Henry mir asombrado a
Christina. Pretenda hacer un chiste.
De veras? ella se apart de la ventana, con
los brazos cruzados debajo del pecho. As es
como me llama Norfolk.

Norfolk es un necio celoso Henry sospechaba


que su padre haba enviado a Norfolk para
vigilarlo, para averiguar por qu permaneca en
Sheriffhutton, una residencia que nunca haba
parecido gustarle, en septiembre. Sospechaba,
adems, que la nica razn de que no hubiera sido
reclamado de vuelta a la corte era que su padre
aprobaba secretamente la relacin que mantena
con una hermossima viuda mayor que l. No era
tan idiota como para creer que su padre no estaba
enterado.
Lo es? Quiz sus cejas de bano se
arrugaron. Alguna vez te has preguntado,
Henry, por qu solamente nos encontramos de
noche?
Con tal de verte, yo...
Alguna vez te has preguntado por qu nunca me
has visto comer o beber?
Pero te he visto en banquetes protest Henry,

confuso. l solo haba pretendido hacer un chiste.


Pero lo cierto es que jams me has visto comer
o dormir insisti Christina. Y esta misma
noche has hecho un comentario sobre mi fuerza.
Por qu me ests diciendo todo esto? su vida
haba llegado a girar en torno a las horas que
pasaban en la gran cama con dosel. Ella era
perfecta. Le resultaba imposible verla de otra
manera.
Norfolk me ha llamado vampiresa sus ojos
atraparon los de l y los sostuvieron, a pesar de
que l intentaba escapar. El prximo paso ser
probarlo. Te dir que, si no soy lo que l dice, por
qu no voy a verte de da se detuvo y su voz se
hizo fra. Y t, intrigado, ordenars que as sea.
Y entonces tendr que huir y no volver a verte
jams, o morir.
Yo... yo nunca te ordenara...

Lo haras, si creyeras que no soy una vampiresa.


Precisamente por eso te lo estoy diciendo.
Henry abri la boca y volvi a cerrarla. Estaba
aturdido. Cuando finalmente recuper el habla, su
voz no era ms que una caricatura de su tono
habitual.
Pero te he visto recibir los sacramentos.
Soy tan buena cristiana como t, Henry. Mejor,
quiz, ya que t tienes ms que perder mientras
mengua el favor de tu padre hacia la Misa
sonri, con cierta tristeza. No soy una criatura
del Diablo. Mis padres fueron mortales.
Nunca la haba visto a la luz del da. Nunca la
haba visto comer o beber. Posea una fuerza
impropia para su sexo o su complexin. Pero
reciba los sacramentos y llenaba sus noches de
gloria.
Cundo su voz casi recobr su timbre

habitual naciste?
En mil trescientos veintisiete. El ao en que
Eduardo III ascendi al trono. El abuelo de tu
abuelo no haba sido concebido todava.
No era difcil pensar en ella como en una belleza
sin edad, inclume a travs de los siglos. A partir
de eso, no resultaba imposible creer el resto.
Vampiresa.
Ella ley la aceptacin en su rostro y abri los
brazos. La tnica suelta que vesta cay al suelo y
liber su presa, dejando que apartara la mirada
ahora que estaba segura de que no lo hara.
Me destruirs? pregunt con dulzura
mientras tenda la red de su belleza sobre l.
Me enviars a la pira? O tendrs la fuerza para
amarme y recibir la recompensa de mi amor?
La luz del fuego proyect su sombra contra los

tapices de la pared. ngel o demonio. A Henry no


le importaba. Era suya. Si por ello condenaba su
alma, ira al Infierno gustoso.
Abri los brazos en respuesta.
Mientras ella se funda en su abrazo, apret los
labios contra el perfumado bano de sus cabellos y
suspir.
Por qu no te has alimentado nunca de m?
Pero es que lo he hecho. Lo hago.
l frunci el ceo.
Nunca he llevado tu marca en mi garganta...
Las gargantas son demasiado pblicas l
poda sentir su sonrisa contra su pecho. Y tu
garganta no es la nica parte de tu cuerpo en la que
he puesto mis labios.

Mientras l enrojeca, ella descendi por su


cuerpo como si quisiera probar su argumento y de
alguna manera, el saber que ella se alimentaba
mientras lo complaca lo elev a tales alturas que
pens que no podra soportar el xtasis. Aquello
bien valdra el Infierno.

***
Fue idea tuya, verdad?
El Duque de Norfolk inclin la cabeza. Sus ojos
parecan sepultados en sombras y las profundas
arrugas que enmarcaban su boca no haban estado
all un mes atrs.
S admiti pesadamente pero ha sido por tu
propio bien, Henry.
Mi propio bien? en la boca de Henry estall
una amarga sombra de risa. Ms bien por el
tuyo. Eso te acerca mucho al trono vio que el

anciano se encoga y eso lo complaci. En verdad


no crea que Norfolk lo estuviese utilizando para
acercarse al trono; el duque haba demostrado su
amistad en innumerables ocasiones, pero Henry
acababa de salir de una dolorosa entrevista con su
padre y deseaba desahogarse.
Contraers matrimonio con Mary, la hija de
Norfolk, antes del final de este mes. Pasars las
navidades en la corte y despus te retirars a tus
tierras de Richmond y nunca volvers a
Sheriffhutton.
Norfolk suspir y pos una mano cautelosa sobre
el hombro de Henry. Tampoco su entrevista con el
padre del joven duque haba resultado agradable;
Lo que no sabe, lo sospecha; le ofrec esto
porque era tu nica salida.
Henry apart la mano de s. Nunca volver a
Sheriffhutton. Nunca volver a verla. Nunca volver
a escuchar su risa o sentir su contacto. Nunca

volver a acariciarla. Apret los dientes para


sofocar el rugido que amenazaba con escaparse de
su garganta.
T no lo entiendes gru y abandon
corriendo el saln antes de que las lgrimas que
senta formarse en sus ojos lo avergonzaran.

***
Christina! corri hacia ella, se arroj a sus
pies y escondi la cabeza en su falda. Por un
instante, su nico mundo fue el contacto de sus
manos y el sonido de su voz. Cuando al fin
consigui reunir la fuerza suficiente para
apartarse, todava no bastaba para mirarla a la
cara. Qu ests haciendo aqu? Padre y
Norfolk, al menos, sospechan, y si te encuentran...
Ella desliz sus fros dedos sobre su frente.
No me encontrarn. Poseo un refugio seguro

para pasar el da y no pasamos tantas noches


juntos como para que puedan encontrarnos se
detuvo, y apoy la mejilla del muchacho contra la
palma de su mano. Me marcho, pero no poda
irme sin decirte adis.
Te marchas? repiti Henry estpidamente.
Ella asinti, haciendo que sus sueltos cabellos le
cubrieran el rostro.
Inglaterra se ha vuelto demasiado peligrosa para
m.
Pero, dnde...?
Francia, creo. Por ahora.
l cogi sus manos entre las suyas.
Llvame contigo. No puedo vivir sin ti.
Una risa irnica se dibuj en el rostro de

Christina.
Tampoco puedes vivir conmigo, exactamente
le record.
Vivir, morir, no-vivir, no-morir... se arroj a
sus pies y abri los brazos. Nada me importa si
estoy contigo.
Eres muy joven.
Sus palabras carecan de conviccin y l pudo ver
la indecisin en su rostro. Ella lo quera! Oh,
bendito Jess y todos los santos, ella lo quera!
Qu edad tenas cuando moriste? pregunt
con decisin.
Ella se mordi el labio.
Diecisiete.
Yo los tendr dentro de dos meses volvi a

arrojarse a sus pies. Podras esperar hasta


entonces?
Dos meses...
Solamente dos l no poda evitar que el
triunfo asomase a su voz.. Entonces me tendrs
para toda la eternidad.
Ella se ri y lo llev hasta su pecho.
Te tienes en muy alta consideracin, mi seor.
As es concedi l con voz sorda.
Si tu mujer apareciera...
Mary? Tiene sus propios aposentos y est
encantada de que sea as todava de rodillas, la
arrastr hasta el lecho.
Dos meses despus, ella comenz a alimentarse de
noche, tomando cada vez tanto como l poda

soportar.
Norfolk situ guardias en su puerta. Henry, digno
hijo de su padre por primera vez en su vida, los
despidi.
Dos meses despus de aquello, mientras afamados
doctores se rascaban la cabeza, asombrados por su
fracaso, mientras Norfolk haca registrar el
vecindario en una bsqueda infructuosa, ella
volvi a llevarlo hasta su pecho y l bebi la
sangre de la vida eterna.

***
Djame ver si lo he entendido bien; eres el hijo
bastardo de Enrique VIII.
As es Henry Fitzroy, una vez Duque de
Richmond y Somerset, Seor de Nottingham y
Caballero de la Liga, apoy la frente contra el fro
cristal de la ventana y dej que su mirada vagara

entre las luces de Toronto. Haba pasado mucho


tiempo desde la ltima vez que contara la historia;
haba olvidado lo exhausto que lo dejaba.
Vicki volvi a mirar el libro sobre la poca Tudor
que descansaba sobre sus rodillas y seal un
prrafo.
Aqu dice que moriste a los diecisiete.
Sacudindose el letargo de encima, Henry se
volvi hacia ella.
Bien. Ya ves que no es cierto.
No pareces un adolescente frunci el ceo.
Yo dira que rondas los treinta, no menos.
l se encogi de hombros.
Envejecemos, pero lentamente.
Aqu no lo dice, pero, no hubo alguna clase de

misterio en torno a tu funeral? como respuesta a


la expresin de sorpresa de Henry, una esquina de
su boca se curv todo lo que poda, teniendo en
cuenta la condicin de su mandbula. Me
licenci en Historia.
No es una carrera un poco extraa para alguien
de tu profesin?
l se refera a la investigacin privada, advirti
ella, pero lo mismo poda aplicarse a la de
polica. Si le hubieran dado una moneda por cada
vez que alguien, normalmente un oficial superior,
haba sacado a colacin aquella antiqusima
castaa, quienes desconocen su propia Historia
estn condenados a repetirla, ahora sera una
mujer rica.
No me ha perjudicado dijo, un poco
intencionadamente. Y el funeral?
S, bien, no fue lo que yo haba esperado, eso
seguro apret las manos entre s para contener

el temblor que lo asaltaba y, aunque trat de


impedirlo, los recuerdos volvieron a fluir...
El despertar... confusin, zozobra. Lentamente, fue
cobrando consciencia del latir de su corazn y
dej que su ritmo lo trajera de vuelta al mundo.
Nunca se haba encontrado en una oscuridad tan
completa y, a pesar de que recordaba las
confortadoras palabras de Christina, comenz a
sentir pnico. Cuando trat de apartar la tapa de la
cripta no pudo hacerlo, y su pnico aument. Su
atad no estaba hecho de piedra, sino de una
madera spera que lo envolva tan estrechamente
que su pecho, al subir y bajar, rozaba contra sus
paredes. Y alrededor, por todas partes, el olor de
la tierra.
No era la tumba de un noble, sino un atad comn.
Grit hasta que su garganta no pudo ms, se
debati y revolc todo lo que el poco espacio con
que contaba le permita y trat de destrozar la

madera. Aunque logr abrir una o dos grutas en la


caja, el peso de la tierra era excesivo.
Se detuvo entonces, advirtiendo que destruir el
atad y ser enterrado por la tierra sera
infinitamente peor. En ese momento comenz a
sentir el hambre. Ms tarde, nunca pudo decir
cunto tiempo haba pasado all tendido,
paralizado por el terror, con una frentica
necesidad prendida de sus tripas, pero lo cierto es
que su cordura penda de un hilo cuando por fin
escuch el sonido de la pala mordiendo la tierra
sobre su tumba.
Sabes? dijo, mientras se restregaba el rostro
con una mano. En sus palabras palpitaba todava el
eco de un tenue terror, hay una buena razn para
que la mayora de los vampiros provengan de la
nobleza; una cripta es algo mucho ms fcil de
soportar. Me haban enterrado con todas las de la
ley y le llev a Christina tres das encontrarme y
sacarme de all todava ahora, cuatrocientos

aos ms tarde, haba veces en que al despertar


volva a encontrarse all. Solo. En la oscuridad.
Enfrentando la eternidad.
As que tu padre Vicki se detuvo. Le costaba
continuar la frase, Enrique VIII, sospechaba?
Henry ri, pero un su tono no haba ni una sombra
de humor.
Oh, ms que eso. Ms tarde me enter de que
haba ordenado que me atravesasen el corazn con
una estaca, que me decapitasen, llenasen mi boca
con ajo y me cosiesen los labios y que mi cabeza
fuera enterrada por separado. Gracias a Dios,
Norfolk fue un verdadero amigo hasta el final.
Volviste a verlo?
Un par de veces. Para mi sorpresa, comprendi
lo ocurrido mejor de lo que yo haba esperado.
Qu pas con Christina?

Ella fue mi gua a travs del frenes que sucede


al cambio. Fue mi guardin durante el ao que
pas durmiendo mientras mi cuerpo se adaptaba a
mi nueva condicin. Me ense a alimentarme sin
matar. Y entonces se march.
Se march? las cejas de Vicki se levantaron
hasta alcanzar casi la lnea de sus cabellos.
Despus de todo aquello, se march?
Henry se volvi de nuevo para contemplar las
luces de la ciudad. Ella podra estar all fuera.
Nunca lo sabra. Ni tampoco, tuvo que admitir con
cierta tristeza, le importaba.
Cuando el lazo entre el progenitor y su vstago
desaparece, preferimos cazar solos. Nuestros ms
estrechos vnculos se forman cuando nos
alimentamos y no podemos alimentarnos los unos
de los otros. apoy la mano contra el cristal.
El lazo emocional, el amor, si quieres llamarlo
as, lo que nos lleva a ofrecer nuestra sangre a un

mortal, nunca sobrevive al cambio.


Pero seguirais pudiendo...
S, pero no es lo mismo arroj lejos de s la
melancola y la mir de nuevo. Eso tambin est
estrechamente ligado a la alimentacin.
Oh. Entonces las historias sobre los vampiros...
eh...
Habilidad? Henry le obsequi una sonrisa
. S, claro. Pero ten en cuenta que contamos con
mucho tiempo para practicar.
Vicki sinti que su rostro se acaloraba y tuvo que
desviar la mirada. Cuatrocientos cincuenta aos
de prctica...
Involuntariamente, apret los dientes y el brusco
acceso de dolor que el gesto provoc fue una
distraccin bienvenida. Esta noche no. Tengo
dolor de cabeza. Cerr el libro sobre su regazo y

lo dej cuidadosamente a un lado. Consult su


reloj. 4:43. Haba odo algunas confesiones
interesantes, pero sta... Exista la opcin, claro
est, de no creer una sola palabra de lo que
acababa de or.
Abandonar el apartamento y aquel caso certificado
de manicomio y llamar a la gente de las batas
blancas para que se ocuparan de encerrar al seor
Fitzroy, hijo bastardo de Enrique VIII, etctera, en
el lugar que le corresponda. El problema era que
ella le crea, y tratar de convencerse de lo
contrario era como tratar de convencerse de una
mentira.
Por qu me has contado todo esto? pregunt
al fin.
Henry se encogi de hombros.
Tal como lo veo yo, tena dos opciones. Poda
confiar en ti o matarte. Si confiaba en ti abri
las manos y luego descubra que haba sido un

error, siempre podra matarme antes de que


tuvieras tiempo de hacerme ningn dao.
Espera un minuto dijo ella, ofendida. No
soy tan fcil de matar! l se encontraba de pie
junto a la ventana; tres, tal vez cuatro metros ms
all. Menos de un latido despus se sentaba en el
silln, a su lado, y tena las manos sobre su cuello.
Ella no hubiera podido detenerlo. Ni siquiera le
haba visto moverse. Oh dijo.
l apart las manos y continu como si no hubiera
sido interrumpido.
Pero si te hubiera matado primero, bien, hubiera
sido... eso. Pero creo que podemos ayudarnos
mutuamente.
Cmo? tan de cerca, su presencia resultaba
un poco abrumadora y ella tena que combatir el
impulso de apartarse... o acercarse. Cuatrocientos
cincuenta aos para desarrollar una poderosa
personalidad, pens, apartando la mirada hacia la

tapicera de terciopelo blanco.


El demonio caza de noche. Al igual que yo. Pero
aquel que lo convoca es un mortal y debe vivir su
vida durante el da.
Ests sugiriendo que nos asociemos?
Hasta que el demonio sea capturado, s.
Ella acarici el terciopelo de adelante atrs, de
adelante atrs y entonces volvi a levantar la
mirada hacia l. Mir sus ojos. Almendra claro.
Tena razn.
Por qu te importa?
Lo del demonio? Henry se levant y camin
hasta la ventana. No me preocupa. No
especficamente, pero los peridicos estn
acusando de los asesinatos a los vampiros, y eso
nos pone a todos en peligro all abajo, los faros
de un solitario coche atravesaron la calle Jarvis.

Hasta hace muy poco, yo mismo pens que se


trataba de uno de nuestra especie; un recin
nacido, abandonado, sin instruir.
Abandonado? Con qu propsito? Para que
aprendiera a valerse por s mismo?
Quiz. Puede que el progenitor no supiera
siquiera que exista.
Cre que habas dicho que tena que existir un
vnculo emocional.
No. Lo que he dicho es que el vnculo no
sobreviva al cambio. Los de mi raza pueden crear
descendientes por razones tan malas y estpidas
como la vuestra. Tcnicamente, todo lo que hace
falta es que el vampiro se alimente con mucha
fuerza y que el mortal se alimente despus de l.
Alimentarse de un vampiro? Cmo demonios
podra ocurrir tal cosa?

l se volvi para mirarla.


Supongo dijo secamente, que no muerdes.
Las mejillas de Vicki ardieron y se apresur a
cambiar de tema.
Estabas buscando al nio?
Esta noche? Henry sacudi la cabeza. Esta
noche ya saba lo que ocurra y estaba buscando al
demonio camin hasta el sof, se inclin sobre
ella, apoyando las manos sobre el taraceado de los
brazos. Cuando concluyan las muertes, lo harn
tambin los rumores y los vampiros volvern al
lugar que les corresponde: el mito y la memoria
racial. Nos gusta que sea as. De hecho, nos
esforzamos para que sea as. Si los peridicos
convencen a los lectores de que somos reales,
podran encontrarnos. Nuestros hbitos son bien
conocidos encontr la mirada de ella, la sostuvo
y mostr los dientes por un instante breve. Por
mi parte, no tengo la menor intencin de acabar

sacrificado por causa de algo que no he hecho.


La liber. Ella ni siquiera se permiti bromear. No
podra haber apartado la mirada aunque hubiera
querido. Devolvi todas sus cosas a su bolso y se
levant. Aunque se encontraba frente a l, prefiri
concentrar su mirada en un lugar indeterminado
sobre su hombro derecho.
Tengo que pensar sobre todo esto mantuvo su
tono de voz tan neutro como le fue posible. Lo
que me has contado... vaya, tengo que pensar sobre
ello.
Poco convincente, pero era lo mejor que poda
hacer. Henry asinti.
Puedo irme, entonces?
Puedes irte.
Ella asinti a su vez y se dirigi hacia la puerta
mientras extraa los guantes de sus bolsillos.

Victoria.
Vicki nunca haba credo que los nombres
contuvieran poder, ni que el pronunciarlos
otorgara ese poder a otros, pero no pudo evitar
volverse lentamente.
Gracias por no sugerir que le contara todo esto
a la Polica.
Ella buf.
La Polica? Acaso parezco idiota?
No. No lo pareces.
Ha tenido muchsimo tiempo para perfeccionar
esa sonrisa, se record ella, mientras trataba de
calmar el repentino y errtico tumulto de su
corazn. Se volvi hacia la puerta, tropez, logr
abrirla y sali lo ms dignamente que pudo de la
habitacin. Se detuvo un instante para recobrar el
aliento a pesar de su cercana. Vampiros.

Demonios. No te preparan para esta clase de


mierda en la academia de la Polica...

00up.gif

Captulo 7
Vicki decidi volver a casa paseando. Las calles
del centro no eran oscuras y en Woodbine se haba
desenvuelto bien con mucha menos luz. Levant el
cuello de su abrigo, enterr profundamente las
enguantadas manos en los bolsillos, por costumbre
ms que por fro y comenz a recorrer la calle
Bloor en direccin oeste. No estaba muy lejos y
necesitaba pensar.
El fro del viento contra su rostro le hizo bien, y
pareci calmar el golpeteo que azotaba su cabeza.
Pese a que tena que caminar con cuidado,
resultaba infinitamente mejor que el traqueteo que
hubiera sufrido de haber tomado un taxi.
Y necesitaba pensar.
Vampiros y Demonios. O, por lo menos, un
vampiro y un demonio. En los ocho aos que haba

pasado en la Polica haba visto un montn de


rarezas y se haba visto forzada a creer en la
existencia de cosas que la mayora de la gente
cuerda, exceptuando a los agentes de polica y los
asistentes sociales, hubieran preferido ignorar. Al
lado de algunas de las crueldades que los fuertes
infligan a los dbiles, lo de los demonios y los
vampiros no resultaba tan difcil de tragar. Y aquel
vampiro pareca ser uno de los buenos.
Volvi a ver su sonrisa y tuvo que obligarse a no
responder al recuerdo.
En la calle Yonge dobl hacia el sur y se detuvo
frente al semforo, ms por costumbre que por
necesidad. Aunque no poda decirse que la
interseccin estuviera baada en luz, lo cierto es
que tampoco estaba a oscuras y apenas haba
trfico. La calle Yonge nunca estaba
completamente vaca, ni siquiera a estas horas de
la noche, pero aquellos que por sus asuntos o su
estilo de vida se encontraban despiertos entre la

medianoche y el amanecer se mantenan


cautelosamente apartados de ella.
Es porque caminas como una poli le haba
explicado Tony una vez.. Despus de algn
tiempo todos tenis la misma pinta. Con uniforme
o sin l; eso no importa.
Vicki no tena razones para no creerlo. Haba
comprobado ms de una vez el efecto por s
misma. Del mismo modo, no tena razones para no
creer a Henry Fitzroy; tambin haba visto al
demonio por s misma.
La oscuridad se agit en un remolino y
desapareci. Apenas haba visto ms que la
insinuacin de una forma sumergindose en la
tierra y daba gracias por ello. El vago perfil que
haba vislumbrado ocultaba tal horror que, incluso
ahora, su mente pugnaba por apartar el recuerdo.
Sin embargo, recordaba perfectamente el hedor de
la putrefaccin.

Pero no haba sido ni la visin ni el olor lo que la


haba convencido de la veracidad de las palabras
de Henry Fitzroy. Aunque no saba cmo poda
hacerse, estaba seguro de que poda tratarse de un
truco. Era su propia reaccin la que la haba
convencido. Su propio terror. La reticencia de su
mente a recordar con claridad lo que haba visto.
El sentimiento de empalagosa maldad y fro que
emanaba de las sombras.
Vicki tembl. Senta fro, un fro que no tena nada
que ver con la temperatura de la noche.
Demonio. Al menos ahora saban lo que estaba
buscando. Lo saban? No, ella lo saba. La idea
de explicarle todo el asunto a Mike Celluci le hizo
esbozar una sonrisa. l no haba estado all.
Pensara que haba perdido la cabeza. Demonios,
si yo no lo hubiera visto, tambin pensara que
estaba mal de la cabeza. Aparte del hecho de que
no poda contrselo a Mike sin traicionar a
Henry...

Henry. Vampiro. Si no era lo que pretenda ser,


qu sentido tendra inventar una historia tan
complicada?
Esa no es la cuestin, se reprendi. Pregunta
estpida. Haba conocido a mentirosos
patolgicos, haba arrestado a un par de ellos,
haba trabajado con otro y el porqu nunca era
algo que le preocupase.
La historia de Henry haba sido tan complicada
que tena que ser la verdad. O no? Se detuvo en la
esquina de la calle College. Solo una manzana ms
all, hacia el oeste, poda ver las luces de la
comisara central. Poda entrar en ella, tomarse un
caf y hablar con alguien que pudiese comprender.
Vampiros y demonios. Bien. De pronto, el edificio
de la comisara pareca encontrarse muy lejano.
Poda seguir su camino hacia el oeste, dejar atrs
la comisara y llegar a casa, pero a pesar de todo
lo ocurrido no se encontraba cansada y no le

agradaba la idea de encerrarse entre cuatro


paredes hasta que hubiese podido disipar la
oscuridad de las sombras que reinaban en sus
pensamientos. Un tranva pas traqueteando a su
lado. Su interior era una cpsula de calor y luz,
vaca salvo por el conductor. Vicki se encamin en
direccin sur, hacia Dundas.
Mientras se aproximaba a la mole de cristal y
cemento del centro Eaton, escuch las campanas
de la catedral de St. Michael dando la hora.
Durante el da, el ruido de la ciudad enmascaraba
su repicar pero en el silencioso y tranquilo tiempo
que preceda al alba su eco reverberaba por todo
el centro de la ciudad. Otras campanas menores
aadan sus tonos, pero eran las de St. Michael las
que dominaban.
Sin saber muy bien porqu, Vicki sigui su sonido.
Una vez, aos atrs, cuando todava estaba de
uniforme, haba perseguido a un traficante de
drogas hasta las escalinatas de la catedral. El

hombre se haba agarrado a las puertas


reclamando santuario. Las puertas no se haban
abierto. Aparentemente, ni siquiera Dios se fiaba
de la noche en el centro de una gran ciudad. El
traficante se haba debatido con todas sus fuerzas
mientras lo arrastraban al coche patrulla. No
pareca haberle divertido el hecho de que Vicki y
su compaero le hubiesen puesto el mote de
Quasimodo.
Ella esperaba que las enormes puertas de madera
estuviesen cerradas pero, para su sorpresa, se
abrieron en silencio. Tambin sin hacer ruido,
penetr en la catedral y las cerr tras de s.
Un cartel, colocado sobre un atril de brillante
cobre, rezaba: Silencio, por favor, Vigilia de la
Semana Santa.
Vicki penetr en el templo. La suela de goma de
sus zapatos cruja levemente contra el suelo.
Apenas la mitad de las luces estaban encendidas,

lo que suma a la iglesia en una atmsfera de


crepsculo irreal, casi mtico. Vicki poda ver,
pero solo porque no intentaba concentrarse en otra
cosa ms que en detalles especficos. Un sacerdote
se arrodillaba frente al altar y en las primeras filas
de bancos se sentaban desperdigadas unas cuantas
mujeres vestidas de negro. Pareca que todas ellas
hubiesen sido cortadas por el mismo patrn. El
tenue murmullo de las voces, entregadas a lo que
Vicki supuso eran oraciones, y el chasquido an
ms tenue de las cuentas de los rosarios, no
parecan perturbar el silencio que reinaba en la
enorme sala. Esperando; pareca que todas ellas
estuviesen esperando. El qu, Vicki lo ignoraba.
El parpadeo de una llama atrajo su atencin. Se
apart hacia una de las naves laterales y la
recorri hasta encontrar una pequea capilla que
se abra en el muro sur. Tres o cuatro filas de
velas en jarritas de cristal rojizo ardan bajo un
mural iluminado por un foco. La Madonna, vestida
de azul y blanco, extenda los brazos como si

pretendiera abrazar a un mundo temeroso. Su


sonrisa ofreca consuelo y el artista haba sido
capaz de impregnar sus ojos de una hlito de
apacible tristeza.
Como muchos otros de su generacin, Vicki haba
recibido una educacin vagamente cristiana.
Reconoca los smbolos y conoca su historia, pero
eso era todo. Se pregunt, no por vez primera, si
algo importante se le habra escapado. Quitndose
los guantes, tom asiento en uno de los bancos.
Ni siquiera s si creo en Dios, admiti en tono de
disculpa mientras contemplaba el mural. Pero
tampoco crea en vampiros antes de esta noche.
El interior de la catedral era clido y confortable.
La siesta de aquella tarde pareca de pronto muy
lejana. Lentamente, se reclin sobre la madera
barnizada y el rostro de la Madonna comenz a
desvanecerse...
En la distancia se alz el estrpito sordo y claro

que revelaba al odo experto que algo haba sido


arrojado violentamente contra el suelo. Vicki se
agit y abri los ojos, pero no pudo reunir la
fuerza suficiente para moverse. Se mantuvo
hundida sobre el banco, ganada por una laxitud
curiosa mientas los sonidos de destruccin se
aproximaban. Poda or voces gritando, ms
satisfechas que enfadadas, pero no alcanzaba a
distinguir las palabras.
En la capilla, el foco pareca haberse apagado.
Envuelta en sombras, iluminada solo por las filas
de velas titilantes, la Madonna continuaba
sonriendo con tristeza, mientras mostraba sus
brazos extendidos al mundo. Vicki frunci el ceo.
Las velas eran pequeas y blancas y la cera
goteaba formando charcos irregulares que se
solidificaban sobre los candelabros metlicos y el
suelo de piedra.
Pero las velas estaban cubiertas... y el suelo, el
suelo era de moqueta.

Un nuevo estrpito, ms cercano que los


anteriores, la hizo temblar, pero no consigui
romper la inercia que la mantena paralizada en el
banco.
Primero vio la hoja del hacha, luego el mango, por
fin el hombre que la portaba. Desde el frente de la
iglesia, al lado del altar, se precipit hacia la nave
lateral. Sus oscuras ropas estaban manchadas de
polvo de yeso, y Vicki crey entrever, debajo del
chaleco de cuero que su respiracin agitaba
poderosamente, el brillo de algn adorno de oro.
La luz de las velas ilumin los pedacitos de cristal
coloreado que se haban clavado sobre la gastada
puntera de sus anchas botas. El sudor haba
ennegrecido sus cortos cabellos, toscamente
recortados para seguir el contorno de su cabeza.
Su boca estaba abierta, mostrando los amarillentos
guijarros que eran sus dientes.
Se detuvo frente a la entrada de la capilla, tom
aliento, se balance y levant el hacha.

El golpe se detuvo a escasos centmetros de la


sonrisa de la Madonna. Un hombre joven,
aparecido repentinamente en su camino, haba
interpuesto su brazo en la trayectoria del mango.
El que blanda el hacha dej escapar un juramento
y trat de liberar el arma. La hoja se mantuvo
exactamente donde estaba.
Desde el punto de vista de Vicki pareci que el
joven realizaba un elegante medio giro de la
mueca y entonces bajaba el brazo, pero debi de
hacer algo ms, porque el del hacha volvi a soltar
un juramento, solt el arma y estuvo a punto de
caer al suelo. Retrocedi a trompicones hacia
atrs y en ese momento Vicki pudo, por primera
vez, ver claramente al joven, que ahora sostena el
hacha contra su cuerpo.
Henry. Las filas de velas encendidas que haba
detrs de l parecieron encender el brillo doradorojizo de sus cabellos y crearon casi un halo sobre
su cabeza. Vesta los colores de la Madonna;

anchas franjas de un encaje blanco como la nieve


en los puos y el cuello y una camisa igualmente
blanca asomando ondulante bajo las mangas
acuchilladas de un jubn azul plido. Sus ojos,
profundos en la oscuridad, se entrecerraron y
levant las manos con un movimiento brusco.
El hacha se parti. El crujido reverber por toda
la capilla, seguido inmediatamente por el retumbar
de los dos pedazos al caer al suelo. Vicki no vio
moverse a Henry, pero lo siguiente que supo fue
que sujetaba al extrao de la chaqueta,
suspendindolo en vilo casi treinta centmetros
sobre el suelo.
La Sagrada Virgen est bajo mi proteccin
dijo. Y sus palabras sosegadas contenan ms
amenaza que cualquier arma.
El hombre del hacha abri la boca y la volvi a
cerrar, pero ningn sonido emergi de ella.
Cojeaba y pareca aterrorizado de pronto. Cuando

lo solt, se derrumb y cay de rodillas, incapaz


en apariencia de apartar sus ojos de los de Henry.
Para Vicki, el vampiro pareca un ngel vengador,
preparado para desenvainar en cualquier momento
una espada llameante y abatir a los enemigos de
Dios. El hombre del hacha pareca compartir esta
percepcin, porque gema dbilmente y levantaba
ambas manos suplicando clemencia.
Henry retrocedi un paso y permiti que su
prisionero apartara los ojos.
Vete orden.
Todava de rodillas, el hombre del hacha se
march, arrastrndose hacia atrs hasta desparecer
de la vista de Vicki. Henry observ un momento
ms el lugar por el que acababa de desaparecer, se
volvi, hizo el signo de la cruz y se arrodill.
Sobre su cabeza, ahora inclinada, Vicki se
encontr con los ojos de la Madonna. De repente
los suyos le pesaban con mucha fuerza. Animados

aparentemente por su propia voluntad, se cerraron.


Cuando volvi a abrirlos, apenas un segundo ms
tarde, el foco que iluminaba el mural volva a estar
encendido, las velas volvan a estar dentro de sus
contenedores de cristal rojizo y una cabeza de
cabello dorado-rojizo permaneca inclinada bajo
la pintura.
La incapacidad de moverse haba desaparecido,
as que se puso en pie, abandon el banco y se
aproxim a la capilla.
Henry...
Ante la mencin de su nombre, se santigu, se
levant y se volvi hacia ella, cerrando su
gabardina de cuero negro mientras lo haca.
Qu...?
l sacudi la cabeza, se llev un dedo a los labios
y, tomndola con gentileza del brazo, la condujo al

exterior de la iglesia.
Has tenido una siesta agradable? pregunt en
el mismo momento en que las pesadas puertas de
madera se cerraban detrs de ellos.
Siesta? repiti Vicki, mientras se pasaba una
mano por los cabellos. Supongo que s.
Henry examin su rostro con expresin
preocupada y el ceo fruncido.
Ests bien? El golpe de antes fue bastante
malo.
No. Estoy bien obviamente, haba sido un
sueo. No tienes acento seal; en el sueo s
que lo tena.
Lo perd hace varios aos. Vine a Canad al
poco de acabar la Primera Guerra Mundial. Ests
segura de que ests bien?

Ya te lo he dicho. Estoy perfectamente


comenz a descender las escalinatas de la
catedral.
Henry suspir y fue tras ella. Recordaba haber
ledo que dormir despus de sufrir una conmocin
cerebral no era necesariamente bueno, pero haba
entrado en la iglesia poco despus que ella. No
haba podido dormir demasiado tiempo.
Solo fue un sueo, se dijo Vicki con firmeza
mientras los dos se dirigan hacia el norte. Puedo
habrmelas con vampiros y demonios, pero lo de
las visiones santas empieza a ser demasiado.
Aunque por qu debera soar con Henry Fitzroy
defendiendo una pintura de la Virgen Mara contra
lo que pareca ser uno de los soldados de
Cromwell era algo que ignoraba. Puede que fuera
una seal. Puede que de hecho fuera a causa del
golpe que haba recibido en la cabeza. En
cualquier caso, las pocas dudas que todava
albergaba acerca de la exaltacin de la cuna de

este bastardo real se haban desvanecido, y aunque


estaba dispuesta a apostar a que era cosa de su
subconsciente ms que de una intervencin de
Dios, decidi mantener la mente abierta. Solo por
si acaso. Espera un minuto...
Me has seguido!
Henry sonri con cautela.
Acababa de revelarte un secreto que poda
costarme la vida. Tena que saber cmo
reaccionabas.
A pesar de su enfado, Vicki tuvo que reconocer
que su explicacin tena sentido.
Y bien?
Dmelo t.
Vicki coloc el asa de su bolso sobre su hombro.

Creo dijo lentamente que tienes razn.


Podemos conseguir ms si trabajamos juntos. As
que, por ahora, tienes una compaera tropez
con una grieta del pavimento, trastabill, recuper
el equilibrio antes de que Henry pudiera ayudarla
y aadi secamente. Pero creo que deberas
saber que, generalmente, solo trabajo de da.
No era el momento de explicarle el porqu.
Todava no.
Henry asinti.
Me parece bien. Por mi parte, y dado que soy un
poco sensible a la luz del sol, prefiero trabajar por
las noches. Entre los dos cubrimos las veinticuatro
horas del da completas. Y hablando de los das
lanz una rpida mirada al este, donde poda
sentir la proximidad del amanecer, creo que
debo irme. Podemos seguir hablando de esto
maana por la noche?
Cundo?

Qu tal un par de horas despus del anochecer?


Me dar tiempo para tomar un bocado.
Desapareci antes de que ella tuviera tiempo de
reaccionar. O de mostrarse de acuerdo.
Maana por la noche veremos quin juega al
hombre honesto con quin buf y se dirigi al
oeste, hacia su casa.
El sol ya haba coronado el horizonte cuando lleg
a su apartamento. Bostezando como si fuera a
romperse las mandbulas, Vicki se meti en la
cama...
...solo para ser despertada de forma violenta unos
cuarenta y cinco minutos ms tarde. Alguien la
estaba zarandeando.
Dnde! Has! Estado! Celluci enfatizaba
cada palabra con una vigorosa sacudida.
Vicki, cuyas reacciones nunca haban sido

demasiado rpidas en los momentos


inmediatamente posteriores al despertar, le dej
terminar la frase antes de levantar sus brazos y
liberarse de los de l, que la sujetaban por los
hombros.
De qu demonios ests hablando, Celluci?
exigi. Mientras se escudaba los ojos con una
mano contra el brillo de la luz que vena de arriba,
recogi sus gafas de la mesilla de noche con la
otra.
Uno de nuestros agentes de uniforme vio a
alguien metiendo precipitadamente en un BMW
ltimo modelo a una mujer que se te pareca. Y a
no ms de cinco manzanas del lugar en el que se
encontr el ltimo cuerpo. Me vas a decir que
anoche no estuviste en el rea de Woodbine?
Vicki se reclin sobre la cabecera de la cama,
colocndose las gafas sobre la nariz.
Qu te hace pensar que es asunto tuyo? no

tena sentido tratar de razonar con Celluci hasta


que se hubiese calmado.
Te dir lo que s es asunto mo abandon de
un salto la cama y a grandes zancadas comenz a
recorrer de un lado a otro la habitacin; tres pasos
y vuelta; tres pasos y vuelta. Estabas en medio
de una investigacin policial. Eso es lo que lo
convierte en asunto mo. Estabas... se detuvo
bruscamente. Aguz la mirada y apunt con un
dedo acusador en direccin a Vicki. Con qu te
has golpeado?
Con nada.
Nada no te provoca un bulto negro y azul en la
mandbula del tamao de un pomelo Celluci
gru. Fue l, no es as? El tipo que te estaba
metiendo en el coche volvi a sentarse en la
cama y condujo con una mano el rostro de ella
bajo la luz.
Has perdido la cabeza! de un golpe, apart

su mano. Ya que no me vas a dejar dormir hasta


que consigas satisfacer tu curiosidad
completamente irracional, te lo dir: estuve en el
rea, s. Y, como no paras de repetirme, apenas
veo en la oscuridad sonri con la dulzura de un
escorpin. Tenas razn en algo. Eso hace que
te sientas mejor?
l respondi con una sonrisa idntica y gru:
Sigue.
Fui con un amigo. Cuando di con mi cara contra
una farola, me llev a su casa para asegurarse de
que estaba bien, vale? seal con un vigoroso
gesto en direccin a la puerta y volvi a dejarse
caer sobre la almohada. Y ahora, lrgate!
Y una mierda que vale golpe la cama con la
mano abierta. Junto a mi actual compaero, eres
la peor mentirosa del mundo, y s perfectamente
cundo intentas colarme una. Quin es ese amigo
tuyo?

No es de tu incumbencia.
Dnde te llev?
Tampoco es de tu incumbencia volvi a
incorporarse y aproxim su cara a la de l.
Ests celoso, Celluci?
Celoso? Maldita sea, Vicki! levant las
manos como si pretendiera sacudirla de nuevo,
pero las dej caer mientras ella entornaba sus ojos
y levantaba las suyas a su vez. Tengo seis
cadveres ah fuera. No quiero que el tuyo sea el
sptimo.
Ella adopt un tono de voz peligrosamente bajo.
Pero t s que puedes ponerte en la lnea de
fuego.
Qu tiene eso que ver? Tena conmigo a la
mitad del jodido Cuerpo de Polica. T estabas
sola!

Oh ella agarr las solapas de su chaqueta y


repentinamente tir de l hasta que sus narices se
tocaron. As que estabas preocupado las
palabras se escurrieron entre sus apretados
dientes. Eso hizo que le doliera terriblemente la
mandbula, pero al menos impidi que le cortara la
garganta a Celluci.
Por supuesto que estaba preocupado.
Entonces por qu no lo has dicho en vez de
asaltarme y acusarme? lo empuj hacia atrs
con tal fuerza que l cay de la cama y tuvo que
debatirse para ponerse en pie.
Y bien? le espet mientras l recuperaba el
equilibrio.
Celluci apart el tupido mechn de cabello de su
frente y se encogi de hombros. Pareca un poco
avergonzado.
Este... yo... no lo s.

Cruzando los brazos sobre el pecho, Vicki se


recost cuidadosamente contra la almohada. Dado
que en el pasado, ella haba hecho exactamente lo
mismo en circunstancias similares, resolvi que
deba dejarlo pasar. Adems, le dola la
mandbula, la cabeza le daba vueltas y haba
vertido suficiente adrenalina en su sangre como
para permanecer despierta una semana.
Has pasado por casa? pregunt.
Lentamente, Celluci se restreg los ojos con una
mano.
No. Todava no.
Volvi a dejar las gafas en la mesilla de noche y
dio unas palmaditas a las sbanas, a su lado.
Un poco ms tarde, una idea se insinu en su
cabeza.
Espera un minuto... cuidado con mi mandbula...

me devolviste la llave de mi apartamento hace


meses para ser ms exactos, se la haba
arrojado.
Hice una copia.
Me aseguraste que no haba copias!
Vicki, t eres una psima mentirosa. Yo soy muy
bueno. Au, eso duele!
Eso pretenda.

***
No mam, no estoy enferma. Es que anoche me
acost muy tarde. Estaba trabajando en un caso
Vicki sostena el auricular del telfono entre el
hombro y la oreja mientras se serva una taza de
caf.
Al otro lado de la lnea escuch cmo su madre
suspiraba profundamente.

Sabes, Vicki. Esperaba que cuando dejases el


Cuerpo yo pudiese dejar de preocuparme de ti. Y
aqu estamos, a las tres de la tarde y todava no
has salido de la cama.
La relacin que poda existir entre la primera y la
segunda afirmacin se le escapaba a Vicki
completamente.
Mam. Ya estoy levantada. Me estoy tomando
un caf tom un trago asegurndose de que
resultaba muy ruidoso. Estoy hablando contigo.
Qu ms quieres?
Quiero que tengas un trabajo como Dios manda.
Vicki era consciente del hondo orgullo que su
madre haba sentido cuando le concedieran las dos
menciones policiales, as que opt por ignorar sus
ltimas palabras. Saba que con el tiempo, si es
que no haba ocurrido todava, la frase mi hija la
investigadora privada comenzara a salpicar las
conversaciones de su madre de la misma manera

en que mi hija la detective de Homicidios lo


haba hecho.
Y lo que es ms, hija, tu voz suena rara.
Me choqu con una farola, mam. Tengo un
moratn en la barbilla. Me duele un poco cuando
hablo.
Te ocurri la noche pasada?
S, mam.
Pero sabes que no puedes ver en la oscuridad...
Esta vez fue Vicki la que suspir.
Mam, comienzas a hablar como Celluci en
aquel momento, Celluci sali del dormitorio,
metindose el borde de la camiseta bajo los
pantalones. Vicki le seal con un gesto la
cafetera, pero l neg con la cabeza y recogi su
abrigo. Espera un minuto, mam cubri el

auricular con una mano y le mir con ojos crticos


. Si vamos a seguir con esto, ser mejor que
traigas una maquinilla de afeitar. Pareces un
terrorista.
Tengo una maquinilla en la oficina.
Y una muda de ropa?
Podrn sobrevivir unas pocas horas a mi camisa
de ayer se inclin sobre ella y la bes con
suavidad, poniendo especial cuidado en no
presionar demasiado la cada vez ms extendida
contusin de color verde y prpura. Supongo
que no servir de nada que te diga que tengas
cuidado.
Ella devolvi el beso con todo el entusiasmo de
que era capaz y contest:
Supongo que no servir de nada el que te pida
que dejes de ser un hijo de puta condescendiente.

l frunci el ceo.
Porque te pido que tengas cuidado?
Porque pareces asumir que no lo tendr. Porque
pareces asumir que voy a hacer algo estpido.
Est bien extendi los brazos en un gesto de
rendicin. Qu te parece no hagas nada que yo
no hara?
Ella consider la posibilidad de decir, esta noche
voy a hacer una visita a un vampiro. Qu te
parece eso? Pero decidi que no era buena idea y
contest:
Pens que no queras que hiciera nada estpido.
l sonri.
Te llamar dijo. Y se march.
Todava ests ah, mam?

No dejan que me vaya a casa hasta las cinco,


cario. Dnde ms podra estar? Qu estaba
pasando ah?
Era Mike Celluci, que acaba de marcharse
sujet el aparato bajo su brazo y, aprovechando la
longitud del cable, se levant para prepararse una
tostada.
As que vuelves a verte con l?
La ltima rebanada de pan estaba un poco mohosa
por los extremos. La arroj a la basura y cogi una
bolsa de galletas de chocolate de marca
desconocida.
Eso parece.
Bueno, ya sabes lo que dicen sobre la primavera
y los caprichos de los hombres jvenes.
Su voz sonaba dubitativa, as que Vicki decidi
cambiar de tema. Las pocas veces que se haban

visto, a su madre pareca haberle gustado Celluci.


Pero, a pesar de ello, opinaba que a cada uno les
ira emocionalmente mucho mejor con alguien de
un temperamento ms calmado.
Ya es primavera?
Las rfagas de viento arrojaban contra su ventana
lo que podra haber sido lluvia, pero pareca ms
bien una nevisca.
Estamos en abril, cario. Eso es primavera.
Cierto. Qu tal tiempo hace por all?
Su madre ri.
Est nevando.
Vicki se limpi las migas de las galletas de
chocolate de su sudadera y se sirvi ms caf.
Mira, mam, esto debe estarle costando al

departamento una fortuna su madre haba


trabajado durante dieciocho aos como secretaria
privada del jefe del departamento de Ciencias
Biolgicas de la Universidad de Queens, en
Kingston y abusaba de los privilegios acumulados
en aquellos aos tanto como le era posible. Ya
sabes que me encanta hablar contigo pero, hay
alguna razn concreta para tu llamada?
Bueno, me estaba preguntando si pensabas venir
para Pascua.
Pascua?
Es este fin de semana. No voy a trabajar maana
ni el lunes, as que haba pensado que podamos
pasar algunos das juntas.
Oscuridad, demonios, vampiros, seis cadveres a
los que la vida les haba sido arrancada
violentamente.
No creo que pueda, mam. El caso en el que

estoy trabajando podra explotar en cualquier


momento...
Despus de escuchar algunos tpicos ms y de
prometer que se mantendra en contacto, Vicki
colg y se dirigi a su banco de ejercicios para
combatir con abdominales tanto las galletas de
chocolate como la culpabilidad.

***
Henry, soy Caroline. Tengo entradas para el
Fantasma el da cuatro de mayo. Dijiste que
queras verla y esta es tu oportunidad. Llmame a
lo largo de los prximos dos das si ests libre.
Era el nico mensaje del contestador. Henry
sacudi la cabeza con un vago sentimiento de
decepcin. No haba razn alguna para que Vicki
Nelson hubiese llamado. Ni tampoco para que l
lo desease.

Est bien contempl su reflejo en el antiguo


espejo que haba sobre la mesa del telfono.
Explcame por qu confi en ella. Las
circunstancias? neg con la cabeza. No. Las
circunstancias dictaban que... dispusiera de ella.
Una solucin mucho ms pulcra que implicaba
muchos menos riesgos. Vuelve a intentarlo. Te
record a alguien? Si llegas a vivir lo suficiente, y
lo hars, todo el mundo te recordar a alguien.
Suspir, se apart del espejo y pas los dedos por
su cabello. Poda negarlo todo cuanto quisiera,
pero lo cierto es que ella le recordaba a alguien,
quiz no por su apariencia, pero s por su forma de
ser.
Ginevra Treschi haba sido la primera mortal a la
que se confiara despus de su cambio. Haba
habido otras con quienes jugueteaba a la confianza,
pero en los brazos de ella poda ser l mismo. No
necesitaba ser nada ms. Ni menos.

Cuando descubri que no poda seguir viviendo en


la Inglaterra Isabelina era al mismo tiempo
demasiado semejante y demasiado diferente a la
Inglaterra que l haba conocido se haba
trasladado al sur, a Italia y por fin a Venecia. La
ciudad de San Marcos tena mucho que ofrecerle a
uno de su especie, porque de noche volva a la
vida su antiguo semblante y en sus sombras poda
alimentarse a voluntad.
Haba sido durante el carnaval, lo recordaba bien.
Ginevra se encontraba en la plaza de san Marcos,
en uno de sus extremos, observando a la multitud
avanzar y retroceder delante de ella como un
calidoscopio viviente. Le haba parecido tan real
en medio de tanta actitud fingida y tanta impostura
que haba tenido que acercarse a ella. Cuando
abandon el lugar, l la sigui hasta la casa de su
padre y pas el resto de la noche averiguando su
situacin y su nombre.
Ginevra Treschi ms de trescientos aos e

innumerables mortales ms tarde y su nombre


todava sonaba en su boca como una bendicin.
La siguiente noche, mientras los sirvientes dorman
y la casa se encontraba a oscuras y en silencio, se
desliz al interior de su dormitorio. Los latidos de
su corazn lo atrajeron hasta el pie de su cama y
cuidadosamente apart las sbanas que la cubran.
A sus casi treinta aos, despus de tres aos de
viudedad, no era hermosa, pero estaba tan llena de
vida incluso dormida que sin casi quererlo se
haba quedado inmvil, mirndola fijamente. Solo
para encontrar, apenas unos momentos ms tarde,
que ella le miraba a su vez.
No quisiera que os apresuraseis a tomar vuestra
decisin le haba dicho secamente, pero
comienzo a quedarme helada y me gustara saber si
debo empezar a gritar.
l haba tratado de convencerla de que se
encontraba en un sueo, pero descubri que no

poda.
Haban pasado casi un ao de noches juntos.
Un convento? Henry levant el codo,
desenredando una larga trenza de cabello color
bano de la parte trasera de su cuello.
Perdname si te digo esto, bella, pero no creo que
disfrutes de la vida conventual.
No estoy bromeando, Enrico. Me marcho con
las Hermanas Benedictinas maana mismo,
despus de la primera misa.
Henry no pudo hablar durante un momento. El
mero pensamiento de su Ginevra encerrada,
apartada del mundo, le golpe con tanta fuerza
como si se tratara de un golpe fsico.
Por qu?logr decir al fin.
Ella se sent, cruzando los brazos alrededor de sus
rodillas.

Tena otra posibilidad, las Hermanas de


Giuseppe Lemmo frunci los labios como si
acabase de saborear algo amargo. El convento
pareca la mejor alternativa.
Pero, por qu haba que elegir, en todo caso?
Ella sonri y sacudi la cabeza.
En los aos que has pasado lejos del mundo
pareces haber olvidado algunas cosas, amor mo.
Mi padre quiere entregarme al Signore Lemmo,
pero me permitir recluirme con Dios aunque solo
sea para sacar a su ms que adulta hija de su casa
su voz se torn ms seria y recorri hacia abajo
con un dedo el pecho desnudo de Henry. Teme a
la Inquisicin, Enrico. Teme que yo pueda atraer a
los Sabuesos del Papa sus labios se torcieron
. O que se vea obligado a denunciarme.
Henry la mir, asombrado.
La Inquisicin? Pero no has hecho nada...

Ella alz ambas cejas.


Yazco contigo todas las noches y eso, aunque
ellos no sepan lo que eres, sera suficiente. Si
llegan a saber que me entrego voluntariamente a un
ngel de la Oscuridad... volvi la mueca para
que la pequea herida resultase claramente visible
... la hoguera sera demasiado buena para m
un dedo apoyado contra los labios de Henry
detuvo su rplica cuando l se dispona a hablar
. S, s, nadie lo sabe, pero adems soy una
mujer que se atreve a utilizar su mente, y en estos
tiempos eso es ms que suficiente. Si mi marido
hubiera muerto dejndome una heredad o un hijo
para llevar su nombre... sus hombros se
levantaron y volvieron a caer.
Desgraciadamente...
l tom su mano.
Existe otra posibilidad.
No suspir ella. Su respiracin tembl

mientras l la soltaba. He pensado largo y


tendido sobre ello, Enrico, y no puedo tomar tu
camino. Es mi necesidad de vivir como lo que soy
lo que ahora me pone en peligro. Sencillamente no
podra existir bajo la mscara que t debes llevar
para sobrevivir.
Era la verdad y l lo saba, pero eso no la haca
ms fcil.
Cuando fui transformado...
Cuando fuiste transformado le interrumpi
ella, si es verdad todo lo que me has contado, tu
pasin era tan grande que no dejaba lugar al
pensamiento racional ni permita considerar lo que
ocurrira despus. Y aunque yo estoy llena de
pasin sus manos resbalaron entre sus piernas
, no puedo perderme en ella.
l la empuj contra los almohadones, atrapndola
debajo de s.

Esto no tiene por qu acabar.


Ella ri.
Te conozco, Enrico con los ojos apenas
abiertos, apret sus caderas contra l. Podras
hacer esto con una monja?
Despus de un momento de sorpresa, l ri a su
vez y acerc sus labios a los de ella.
Si ests segura... murmur junto a su boca.
Lo estoy. Si debo entregar mi libertad, mejor
que sea a Dios antes que a un hombre.
l no pudo hacer otra cosa ms que respetar su
decisin.
Le doli perderla, pero al cabo de unos meses el
dolor fue remitiendo y no le fue difcil averiguar
que las monjas cuidaban bien de ella. Aunque
pens en dejar Venecia, Henry se demor algn

tiempo en la ciudad. Se resista a cortar el ltimo


lazo.
Pasado un tiempo, la suerte quiso que llegara a sus
odos que las Hermanas no haban podido
mantenerla a salvo, despus de todo. En un
sombro caf se encontr con ciertos rumores
alarmantes: los Sabuesos haban ido a por Ginevra
Treschi y se la haban llevado del convento.
Decan que tena tratos carnales con el Demonio.
Decan que iban a dar ejemplo con ella. Haba
pasado tres semanas en sus mazmorras.
Tres semanas de fuego, hierro y dolor.
Quiso asaltar la ciudadela como Cristo a las
puertas del Infierno, pero se oblig a contener su
rabia. No podra salvarla si se arrojaba a los
brazos de la Inquisicin.
Si es que quedaba algo de ella para ser salvado.
La haban encerrado en un ala del palacio del

Dogo, un hombre que estaba ms que deseoso de


colaborar con Roma. El hedor de la muerte
reinaba por los pasillos como una niebla, y el
aroma de la sangre dejaba un rastro tan intenso que
incluso un mortal hubiese podido seguirlo.
La encontr colgada como ellos la haban
abandonado. Le haban atado con fuerza las
muecas a la espalda y haban utilizado una gruesa
y basta cuerda, enroscada alrededor de su lacerada
espalda, para suspenderla del techo. De sus
tobillos quemados colgaban pesos de hierro.
Evidentemente haban comenzado con los azotes,
para pasar despus a mtodos de persuasin ms
dolorosos. Solo haca unas horas que haba
muerto.
...tras confesar haber mantenido relaciones con
el Diablo, fue perdonada y su alma entregada a
Dios se atus cuidadosamente las barbas.
Muy satisfactorio. Debemos devolver el cuerpo a
las Hermanas o a su padre?

El viejo Dominico se encogi de hombros.


No veo qu diferencia puede haber. Ella...
quin sois?
Henry sonri.
Soy la venganza dijo. Cerr la puerta tras de
s y ech el cerrojo.
Venganza Henry suspir y pos las hmedas
palmas de sus manos sobre los pantalones
vaqueros. Los Sabuesos del Papa haban muerto
llenos de terror y suplicando por sus vidas, pero
eso no le haba devuelto a Ginevra. Nada lo haba
hecho, hasta que Vicki se haba inmiscuido en sus
recuerdos. Ella era tan real en su propio mundo
como Ginevra lo haba sido en el suyo, y a menos
que fuera muy cuidadoso corra el riesgo de que
comenzase a serlo tambin en el de l.
Es lo que haba esperado, no?

Alguien en quien confiar. Alguien que pudiera ver


detrs de las mscaras.
Se volvi una vez ms para encontrarse frente a su
reflejo en el espejo. Los dems, hombres y
mujeres en cuyas vidas haba penetrado tras la
muerte de Ginevra, nunca lo haban conmovido de
aquella manera.
Mantenla a distancia se advirti. Al menos
hasta que el demonio sea derrotado su reflejo
pareca mostrarse indeciso y Henry suspir.
Solo espero ser capaz de hacerlo.

***
La muchacha corri a ocultarse
detrs de la pesada mesa. Sus ojos
color zafiro brillaban.
Pens que erais un
caballero, seor!

Ests por completo en lo


cierto, Smith el capitn avanz
inclinado, con felina gracia, sin
apartar un solo instante su burlona
mirada de su presa. O debera
decir seorita Smith? No importa.
Como bien has sealado, yo era un
caballero. Descubrirs que
abandon el ttulo hace tiempo se
abalanz sobre la muchacha, pero
ella se apart gilmente.
Si hacis un solo movimiento
ms hacia m, gritar.
Grita todo lo que quieras
Roxborough apoy una delgada
cadera sobre la mesa. No pienso
impedrtelo. Aunque reconozco que
me causar grave pesar tener que
compartir tan preciada presa con
mi tripulacin.

Fitzroy, qu es esta mierda?


Henry, por favor. Nada de Fitzroy guard el
archivo y apag el ordenador. Y esta mierda
le dijo, enderezndose es mi nuevo libro.
Tu qu? pregunt Vicki, mientras se
colocaba las gafas en su lugar. Lo haba seguido
desde la puerta del apartamento hasta la diminuta
oficina pese a que l le haba pedido que esperara
unos minutos en el saln. Pareca que si iba a bajar
a cerrar su atad, ella estara detrs para verlo.
De veras lees estas cosas?
Henry suspir, tom un libro de bolsillo de la
estantera que haba sobre el escritorio y se lo
tendi.
No. Escribo estas cosas.
Oh en la portada del libro, una joven mujer
apenas vestida era abrazada apasionada, aunque
discretamente, por un joven completamente

desnudo. Por lo que anunciaba la cubierta, el


romance estaba ambientado a finales del siglo
XIX, pero tanto los peinados como los
maquillajes de ambos personajes resultaban
claramente anacrnicos. El nombre de la obra y su
autor aparecan en letra cursiva color lavanda:
Maestro del Destino, por Isabel Fitzroy.
Isabel Fitzroy? inquiri Vicki mientras le
devolva el libro.
Henry volvi a colocar el libro en su lugar, se
apart rodando con la silla del escritorio y se puso
en pie, sonriendo sardnicamente.
Por qu no Isabel Fitzroy? Ciertamente ella
tena tanto derecho al nombre como yo.
El prefijo Fitz se asociaba a los apellidos de los
bastardos y se conceda a los hijos accidentales
reconocidos. El roy identificaba a su padre
como el rey.

No estuviste de acuerdo con el divorcio?


Su sonrisa se torci an ms.
Siempre fui un sbdito leal del Rey, mi padre
hizo una pausa y frunci el ceo, como si tratase
de recordar. Cuando volvi a hablar, su tono era
menos burln. Me gustaba su Graciosa Majestad
la Reina Catalina. Fue muy amable con un pequeo
muchacho confuso a quien se haba arrojado a una
situacin que no comprenda y que nunca le
interes demasiado. Mara, la Princesa Real, quien
podra haberme ignorado o hacerme cosas peores,
me acept como su hermano. Ahora, su voz
adopt un tono cortante. No me gustaba la madre
de Isabel. Y el sentimiento era ciertamente mutuo.
Dado que todas las partes implicadas han pasado
hace mucho tiempo a mejor vida, ahora puedo
decirlo. No, no estuve de acuerdo con el divorcio.
Vicki volvi a mirar a la estantera llena de libros
de bolsillo mientras Henry, diplomtica pero

inexorablemente, la conduca fuera de su oficina.


Me imagino que cuentas con un montn de
material de primera mano para utilizar en los
argumentos murmur con tono dubitativo.
As es contest Henry, mientras se preguntaba
cmo era posible que hubiera gente a quien
resultase ms fcil de concebir la idea de un
vampiro que la de un escritor de novelas
romnticas.
Supongo que de esta manera habrs podido
saldar cuentas con muchas personas de tu pasado
de todos los posibles y extraos escenarios que
Vicki haba imaginado para su encuentro de
aquella noche con el hijo vamprico, bastardo y de
ms de cuatrocientos cincuenta aos de edad de
Enrique VIII, ni uno solo haba incluido el
descubrimiento de que era un escritor de cul
era el trmino? novelones rosa.
l sonri y sacudi la cabeza.

Si ests pensando en mis familiares, la verdad


es que he saldado cuentas con la mayora de ellos.
Todava estoy vivo. Pero no es por eso por lo que
escribo. Soy bueno hacindolo, me gano bien la
vida hacindolo y la mayora del tiempo disfruto
hacindolo hizo un gesto de invitacin en
direccin al sof y tom asiento en el otro extremo
. Podra limitarme a existir entre comida y
comida. En realidad, lo he hecho en el pasado.
Pero prefiero infinitamente una vida de confort a
una miserable existencia en algn mausoleo
infestado de ratas.
Pero si has vivido durante tanto tiempo se
pregunt Vicki mientras tomaba asiento en la
misma esquina que haba abandonado esa misma
maana, por qu no eres rico?
Rico?
Vicki descubri que su sonora risa resultaba muy
atractiva, y al tiempo se encontr especulando

sobre... una bofetada mental devolvi su mente


errante al asunto que se traan entre manos.
Oh, claro continu l. Poda haber
comprado acciones de IBM por unos pocos
centavos en mil novecientos... eh... lo que sea.
Pero, quin poda saberlo? Soy un vampiro, no un
clarividente. Y ahora limpi un pedacillo de
gasa de sus pantalones vaqueros, puedo hacerte
yo una pregunta?
Adelante.
Por qu has credo lo que te cont?
Porque vi al demonio y porque no haba una
razn lgica para que me mintieras no haba
necesidad de hablarle del sueo, o de la visin de
la iglesia. De todas maneras, no haba influido
demasiado en su decisin.
Nada ms?

No soy una persona complicada. Y ahora


imit el tono que l acababa de adoptar, ya est
bien de hablar de nosotros. Cmo se puede
capturar a un demonio?
Muy bien, Henry accedi silenciosamente. Si as
es como lo quieres, ya est bien de hablar de
nosotros.
No lo haremos. Yo lo har inclin la cabeza
hacia el extremo del sof que ella ocupaba. T
te encargars de encontrar al hombre o la mujer
que lo est convocando.
Me parece bien para Vicki, rastrear la fuente
y atraparla era el ms lgico curso de accin, y
cuanto ms alejada se encontrase de aquel
repulsivo jirn de oscuridad, ms feliz se
encontrara. Apoy el pie derecho sobre la rodilla
izquierda y cruz ambas manos sobre el tobillo.
Cmo podemos estar seguros de que nos
enfrentamos a una sola persona, y no a un culto o

una secta?
El deseo concentrado es una parte importante de
lo que trae al demonio a este mundo, y la mayora
de los grupos no pueden alcanzar el necesario
estado de unicidad mental se encogi de
hombros. Dada la tasa de xitos, lo ms
probable es que se trate de una sola persona.
Ella imit su encogimiento de hombros.
Entonces contemos con lo que dictan las
posibilidades. Existe alguna caracterstica o
rasgo distintivo que deba buscar?
Henry alarg un brazo y comenz a tamborilear
con los dedos sobre la tapicera.
Si lo que preguntas es si existe una clase
especfica de persona que convoca a demonios, la
respuesta es no. Bueno arrug el entrecejo
mientras reconsideraba la cuestin, de alguna
manera s. Sin excepcin, son personas que buscan

respuestas fciles, una manera de obtener lo que


desean sin tener que esforzarse por ello.
Acabas de describir el modo de entender la
vida de millones de personas dijo Vicki, seca
. Podras ser un poco ms especfico?
El demonio est siendo convocado para que
consiga bienes materiales; no tendra que matar si
se mantuviese atrapado en el pentagrama
respondiendo sencillamente preguntas. Debes
buscar a alguien que haya adquirido
repentinamente grandes riquezas, dinero, coches.
Y los demonios no pueden crear nada, as que todo
debe venir de alguna parte.
Podramos cogerlo por posesin de bienes
robados? no podan seguir la pista de todos los
pequeos robos que se producan en la ciudad,
pero los coches de lujo, las joyas y las acciones
eran bienes importantes, y por tanto susceptibles
de ser rastreados. El pulso de Vicki se aceler

mientras consideraba las posibilidades que


acababan de abrirse en la investigacin. S! Sus
manos se apretaron hasta convertirse en puos y
golpe el aire con un ademn triunfante. Solo era
cuestin de tiempo. Lo tenan. O la tenan.
Una cosa ms le advirti Henry, mientras
trataba de no sonrer frente a su reaccin. Cmo
lo llamaban? Boxeo fantasma?. Cuanto ms
entre en contacto esa persona con la raza de los
demonios, ms inestable se volver.
S? Bueno, ese es otro rasgo por el que buscar,
pero la verdad es que en estos malditos tiempos,
quin no es un poco inestable? Qu hay del
demonio?
El demonio no es demasiado poderoso.
Vicki dej escapar un bufido.
Acaso t seras capaz de destrozar la garganta
de un hombre de un solo...? se detuvo mientras

Henry asenta en contestacin a la pregunta que


ella no haba terminado de formular. Pero nadie
ms que yo conozca podra hacerlo. Ese ser es
realmente poderoso.
Henry sacudi la cabeza.
No para ser un demonio. Debe alimentarse cada
vez que es convocado para poder afectar a las
cosas materiales de este mundo.
As que mata para alimentarse? Las muertes
fueron completamente fortuitas?
Esas personas no significaban nada para la
persona que controla al demonio, si eso es lo que
preguntas. Si el demonio hubiera estado
asesinando a los rivales personales o de negocios
de una persona, a estas alturas la Polica ya la
habra encontrado. No. Es el demonio el que elige
dnde alimentarse y de quin hacerlo.
Vicki frunci el ceo.

Pero exista un patrn visible en la sucesin de


asesinatos.
Mi suposicin es que el demonio convocado
est bajo el control de otro demonio, ms
poderoso, que pretende que el primero inscriba su
nombre en la ciudad.
Oh.
Henry aguard pacientemente a que ella asimilara
esta nueva informacin.
Por qu? en realidad, no estaba segura de lo
que deseaba saber o de lo que necesitaba
preguntar.
Acceso. Acceso libre y no controlado para el
demonio ms poderoso y todos los de su especie
que desee traer consigo.
Y cuntas muertes harn falta para que el
nombre se complete?

No hay manera de saberlo.


Una? Dos? Debes tener alguna idea salt.
Con una mano le daba esperanza mientras con la
otra se la arrebataba. Hijo de puta. Cuntas
muertes hacen falta para formar el nombre de un
demonio?
Eso depende del demonio en cuestin
mientras Vicki lo miraba con inquietud y enfado,
se puso en pie, camin hasta la biblioteca y abri
una de las puertas de cristal. Extrajo un libro del
tamao de un diccionario y encuadernado en piel.
Probablemente un da haba sido de color rojo,
pero aos de uso haban trocado el color original
por un negro desgastado y grasiento. Volvi a
tomar asiento, esta vez ms cerca de ella, limpi
los cierres metlicos, cubiertos por una ptina
oscura y abri el libro.
Es un manuscrito se maravill Vicki mientras
tocaba cautelosamente el borde de una pgina. Al

instante apart los dedos. Haba sentido una


extraa calidez en el pergamino, como si acabase
de tocar algo obscenamente vivo.
Es muy viejo Henry ignor su reaccin; la
primera vez que haba tocado el libro su reaccin
haba sido muy parecida. Estos son nombres
demonacos. Hay veintisiete de ellos y no tenemos
forma de saber si el autor lleg a conocerlos
todos.
Los nombres, escritos con una espesa tinta en un
trazo inquietantemente curvo, constaban por lo
general de siete u ocho letras.
Todava queda mucho para que el nombre sea
concluido dijo Vicki aliviada. An tena tiempo
para encontrar al bastardo que haba detrs de
todo el asunto.
Henry sacudi la cabeza. Odiaba arruinar su
entusiasmo.

No est trazando su nombre, sino el smbolo que


le corresponde pas varias pginas. Ms
adelante, la lista de nombres se repeta y junto a
cada uno de ellos apareca un signo geomtrico.
Algunos era muy simples. La alfabetizacin es
un fenmeno muy reciente, murmur Henry.
Los smbolos son todo lo que hace falta.
Vicki trag saliva. Repentinamente, senta la boca
seca. Algunos de los smbolos eran realmente muy
simples.
Silenciosamente, Henry cerr el libro y lo
devolvi a su lugar en la estantera. Cuando se
volvi hacia ella, extendi los brazos en un gesto
de impotencia.
Desgraciadamente dijo no puedo detener al
demonio hasta que vuelva a matar.
Por qu no?
Porque tengo que estar all, preparado para

enfrentarme a l. Y la ltima noche concluy la


segunda parte del patrn geomtrico.
Entonces podra haber completado...
No. Lo sabramos si fuera as.
Pero la siguiente muerte, la muerte que vuelva a
dar comienzo al trazado del patrn, podra ser la
que...
No, an no. Ni siquiera los nombres menos
complicados podran ser trazados tan rpidamente.
Estabas preparado para enfrentarte a l la
pasada noche l haba estado all, al igual que
ella. Por qu no lo detuviste entonces? pero
si era tan sencillo, por qu no lo haba hecho
ella?
Detenerlo? la risa que sigui apenas
contena humor. Se mova tan deprisa que
apenas pude verlo. Pero la prxima vez, despus

de que mate, ahora que s a lo que me enfrento,


estar esperndolo. Puedo atraparlo y destruirlo.
Sonaba alentador, si es que la prxima vez haba
un despus de que mate.
Lo has hecho antes?
Ella necesitaba seguridades, certezas pero Henry,
que saba que poda hacerla creer cualquier cosa
que quisiera, descubri que no poda mentir.
Bien, no del mismo modo, nunca haba sido
capaz de mentirle a Ginevra, otra similitud entre
ambas mujeres que hasta el momento no haba
descubierto.
Vicki respir profundamente y se aferr el borde
de su suter.
Henry, puede ser muy malo si el nombre del
demonio se completa y ste se libera?

Malo? suspir y se apoy contra la


estantera. A riesgo de parecer presuntuoso, dir
que sera como abrir las puertas del Infierno.

00up.gif

Captulo 8
Norman recorri con la mirada el interior de El
Gallo y el Toro y frunci el ceo. Las noches del
jueves, el viernes y el sbado, las noches que
haba dedicado a su propsito de conocer chicas,
llegaba pronto lo que normalmente significaba a
las 9:30 10:00 de la noche para asegurarse de
encontrar una mesa libre. De este modo, alguien
tendra que compartirla con l. Esta noche, la del
jueves antes del largo fin de semana de Pascua, el
pub estudiantil estaba tan vaco que pareca que no
tendra compaa.
Irse a casa por Pascua. Menuda chorrada, pens
con suficiencia, mientras con su dedo acariciaba
arriba y abajo la condensacin que se haba
formado en su vaso de ginger ale bajo en caloras.
Sus padres haban parecido decepcionados, pero
l se haba mostrado inflexible. Los chicos
realmente guay pasaban el fin de semana en la

universidad, y Norman era ahora un chico


realmente guay.
Suspir. Aparentemente, lo que no hacan era
acudir a El Gallo y el Toro. Hubiera abandonado y
se hubiera marchado a su casa de no ser por la
pelirroja que se sentaba en la mesa de la esquina.
Era absolutamente preciosa, todo lo que Norman
haba deseado siempre en una mujer, y durante
mucho tiempo la haba adorado desde el otro lado
del aula de la clase de Religiones Comparadas que
compartan. No era demasiado alta, pero su
esplendoroso pelo le otorgaba una poderosa
presencia, y, adems, los centmetros que le
faltaban en altura se vean compensados
generosamente en otras partes de su anatoma.
Norman poda imaginarse rasgndole la blusa y
contemplando con deleite la turgente y suave carne
que esconda. Ella le devolvera una mirada de
arrebatada adoracin y l alargara suavemente su
mano para tocarla. Su imaginacin no iba mucho
ms lejos, as que en sus pensamientos repiti la

escena una y otra vez mientras la observaba desde


el otro lado de la sala.
Una o dos cervezas ms tarde, las voces de la
mesa de la esquina comenzaron a alzarse.
Lo que te estoy diciendo es que existen
evidencias exclamaba la pelirroja de que el
asesino es una criatura de la noche.
Seamos serios, Coreen!
Su nombre era Coreen! El corazn de Norman
adquiri un ritmo irregular y se inclin hacia
delante, tratando de escuchar con ms claridad.
Qu hay de la sangre desaparecida?
demand la muchacha. Todos los cuerpos se
encontraron completamente secos.
Un psicpata buf uno de sus acompaantes.
Una sanguijuela gigante sugiri otro. Una

sanguijuela gigante que se arrastra babeando por


las calles de la ciudad hasta que encuentra una
vctima y entonces... Slurp! dio un largo trago a
su cerveza para ilustrar sus palabras. Todos sus
acompaantes expresaron ruidosamente su
desagrado y lo enterraron en una lluvia de
servilletas. Entonces la voz de Coreen se alz por
encima de la algaraba.
Os estoy diciendo que no hay nada natural en
esas muertes!
Tampoco hay nada natural en una sanguijuela
gigante, que yo sepa murmur una mujer alta y
rubia que vesta una camiseta de franela color rosa
brillante.
Coreen se volvi hacia ella.
Ya sabes a lo que me refiero, Janet. Y de hecho
no soy la nica persona que piensa de esa manera!
Hablas de las noticias de los peridicos? El

vampiro que acecha en la ciudad y todo eso


Janet suspir ostensiblemente y sacudi la cabeza
. Coreen, ellos no se creen todas esas chorradas.
Solo lo hacen porque quieren vender ms
peridicos.
No son chorradas! insisti Coreen,
golpeando la mesa con su jarra vaca. Ian fue
asesinado por un vampiro! su boca se frunci
hasta adoptar una mueca obstinada y el resto de
sus acompaantes intercambiaron miradas
elocuentes. Uno detrs de otro, le presentaron sus
excusas y se fueron marchando.
Coreen ni siquiera levant la mirada mientras
Norman ocupaba la silla que Janet acababa de
abandonar. En ese momento pensaba en lo
estpidos que pareceran sus amigos, por
llamarlos algo, cuando su investigadora privada
encontrase al vampiro y lo destruyera. Pronto
dejaran de rerse de ella.

Norman, despus de tomarse unos instantes para


considerar lo mejor que poda decir, hizo una
tentativa:
Hola la glida mirada que recibi como
respuesta lo desalent un poco, pero trag saliva y
sigui adelante. Yo solo... eh... quera que
supieras que... eh... yo te creo...
Qu crees el qu? el tono de la pregunta
apenas era un poco menos glido que la anterior
mirada.
Lo que t... bien, lo de los vampiros Norman
baj la voz. Y todo eso.
La manera en que pronunci aquellas palabras, y
todo eso, provoc que una corriente helada
recorriera la espalda de Coreen. Lo mir con ms
atencin y, pese a que recordaba vagamente
haberlo visto en una o dos de sus clases, no pudo
ubicarlo con exactitud. Ni pudo asegurar si su falta
de memoria tena ms que ver con l o con la jarra

de cerveza que acababa de beberse.


S continu l, mientras lanzaba miradas a su
alrededor para asegurarse de que nadie pudiera
escucharlos que hay mucho ms en el mundo de
lo que la mayora de la gente cree. Y tambin s lo
que es que se ran de uno pronunci las ltimas
palabras con tal sentimiento que ella tuvo que
creerlas. Y al hacerlo, crey tambin el resto.
No importa lo que sepamos le toc el pecho
con una ua pintada de un rojo apenas un poco
menos brillante que el de su pelo. No podemos
probar nada.
Yo s. En mi apartamento tengo una prueba
completamente irrefutable sonri como
respuesta a su mirada de asombro y asinti para
aadir ms nfasis a sus palabras. Y lo mejor de
todo es, pens, casi frotndose las manos de
impaciencia, que no es un truco. Tengo la prueba
y cuando ella la vea caer rendida en mis brazos

y... una vez ms la imaginacin le dej a oscuras.


Pero no le import que la fantasa le fallase;
pronto tendra la realidad para compensarla.
Puedes ayudarme a probar que Ian fue
asesinado por un vampiro? sus brillantes y
verdes ojos llamearon y Norman, sorprendido y
paralizado, comenz a balbucir.
V-vampiro... absorto por completo en la
prueba que poda ofrecerle, haba olvidado que
ella esperaba encontrar un vampiro.
Coreen tom la repeticin de la palabra como una
afirmacin.
Bien prcticamente le oblig a ponerse de pie
y lo arrastr fuera de El Gallo y el Toro. Norman
descubri que, aunque no era muy grande, no le
faltaba fuerza. Iremos en mi coche. Est ah
fuera, en el aparcamiento.
El mpetu de Coreen se calm un poco mientras

llegaban junto a las puertas. La lnea de telfonos


pblicos atrajo su atencin. Frunci el ceo y
tom una decisin rpida.
Tienes un cuarto de dlar?
Norman rebusc en uno de sus bolsillos y le dio la
moneda. Le hubiera dado el mundo; qu eran
veinticinco centavos? Mientras Coreen marcaba el
nmero, se aproxim lenta y discretamente hacia
ella hasta que, cuando comenz a hablar, estuvo
tan cerca como para escuchar perfectamente sus
palabras.
Hola, soy Coreen Fergus. Oh, lo siento.
Estabas dormida? volvi el rostro para
consultar su reloj. S, ya lo supongo. Pero tienes
que escuchar esto. Por supuesto, es sobre el
vampiro. Por qu otra cosa podra llamarte?
Mira, acabo de hablar con un chico que dice que
tiene una prueba irrefutable... en su apartamento...
espera un minuto. Eres mi detective privado, no mi

madre falt poco para que rompiera el auricular


al colgarlo.
Algunas personas murmur son tan hijas de
puta cuando las despiertas... Vamos le dio a
Norman un ligero empujn en direccin al
aparcamiento. La muerte de Ian ser vengada,
aunque tenga que hacerlo todo por m misma.
Norman, repentinamente consciente de que l, y no
el vampiro con el que Coreen pareca estar
obsesionada, era en parte responsable de la muerte
de Ian, se pregunt lo que iba a hacer a
continuacin. Nada, decidi, ponindose a toda
prisa el cinturn de seguridad mientras Coreen
arrancaba un chillido al asfalto al ponerse en
marcha. Ella va a venir a mi apartamento y eso es
lo importante. Una vez est all, ya me ocupar
del resto. Su pecho se hinch ante el pensamiento
de lo que haba conseguido. Cuando se lo
muestre, quedar tan impresionada que olvidar
tanto al vampiro como a Ian.

El apartamento de Norman se encontraba en un


vecindario formado por altos edificios idnticos
entre s, ubicado en la explanada que haba al
oeste de la universidad de York. El edificio en
cuestin contrastaba agudamente con el entorno.
Seal el aparcamiento de los visitantes y Coreen,
con un ojo puesto en el coche de la Polica
Regional de York que haba estado siguindolos
durante los ltimos cuatrocientos metros, aparc
en la primera plaza libre que encontr y apag el
motor. El coche policial sigui su marcha y
Coreen, consciente de que no deba haber
conducido despus de haberse tomado tres jarras
de cerveza, dej escapar un suspiro de alivio.
Mientras Norman trataba con poco xito de dar
con las llaves, ella examin a travs de las puertas
de cristal el vestbulo beige y marrn y se pregunt
cmo poda l estar seguro de encontrarse en el
edificio correcto. En el ascensor, tamborile con
los dedos sobre la pared de acero inoxidable. Si
no hubiera sentido tanta lstima de s misma en el

pub, si su mente no hubiera estado tan concentrada


en su propia desgracia, jams habra accedido a ir
a ninguna parte con Norman Birdwell. Haba
recordado quin era l en el preciso instante en
que lo vio bajo las brillantes luces del
aparcamiento. Si la universidad de York contaba
con un cretino indiscutible, este era Norman
Birdwell.
Excepto que... frunci el ceo, recordando sus
palabras, la conviccin con que haba asegurado
que saba algo. Por Ian, seguira cualquier pista.
Puede que hubiese en l algo ms de lo que saltaba
a la vista. Examin a Norman, que la miraba con
una expresin que no le gustaba un pice, y
repentinamente advirti a quin le recordaba. Era
Renfield! El sirviente humano del vampiro que no
solo facilitaba la vida de su maestro en el mundo
moderno sino que en ocasiones le procuraba...
Se llev una mano al cuello y roz el diminuto
crucifijo de oro que su abuela le haba regalado

por su primera comunin. Si Norman cretino


Birdwell pensaba que ella iba a ser un aperitivo
de medianoche para su seor no-muerto, muy
pronto se llevara una pequea sorpresa. Palp
discretamente su bolso y se sinti reconfortada al
sentir en su interior la forma de la pequea pistola
de juguete que haba llenado con agua bendita. No
tema utilizarla, y haba visto las suficientes
pelculas de vampiros como para saber cul sera
su efecto. El agua bendita no afectara a Norman,
naturalmente, pero la verdad es que ste no
representaba una gran amenaza.
Cuando empec con todo esto quise cambiarme
al decimocuarto piso dijo Norman mientras
trataba de dominar el temblor de sus manos para
que le fuera posible introducir la llave en la
cerradura. De verdad estoy trayendo a una chica
a mi apartamento!, porque el decimocuarto
piso es en realidad el decimotercero, pero no
haba ningn apartamento libre, as que por ahora
sigo en el noveno.

El nmero nueve tiene una gran significacin


psquica musit Coreen, pasando junto a l para
entrar en el apartamento. El pasillo de entrada, con
su armario ropero y su felpudo de plstico,
conduca a una gran habitacin. No pareca
contener un atad. Haba un viejo sof (cubierto
por una alfombra afgana tejida a mano) apoyado
contra una pared, y un bal metlico de color azul
haca las veces de mesa de caf. Apartado en una
esquina, junto a la puerta que conduca al balcn,
se encontraba un ventilador cuadrado de plstico y
una diminuta mesa enterrada debajo de un
ordenador y diversos equipos informticos. Al
otro extremo de la habitacin, una cocina de gas,
un frigorfico y un fregadero describan medio giro
en torno a una mesa de cromo y vinilo con dos
sillas, la una frente a la otra.
Coreen arrug la nariz. El lugar pareca
perfectamente limpio, pero flotaba en el ambiente
un olor extrao. Entonces se percat de que sobre
cada superficie lisa disponible se haba dispuesto,

por lo menos, un ambientador de aire; pequeas


setas de goma, conchas y platos llenos de falsos
caramelos de plstico. El efecto combinado de
todos ellos resultaba un poco abrumador.
Me permites el abrigo? tuvo que alzar el
tono para que su voz resultara audible sobre el
estruendo provocado por el equipo estreo del
apartamento de arriba.
No ella estornud y extrajo un pauelo de
plstico de su bolsillo. Tienes cuarto de bao?
su cuerpo pareca haber asimilado
repentinamente toda la cerveza que haba tomado
aquella noche.
Oh, s abri una puerta que daba a un armario
vestidor y a un pequeo cuarto de bao. Por
aqu.
Va a refrescarse! Pens, sintiendo ganas de
bailar mientras ella colgaba con esmero su abrigo.
Hay una chica en mi apartamento y se est

quitando la ropa! Limpiaba su apartamento cada


jueves pensando en la eventualidad de que tal cosa
llegase a ocurrir. Y finalmente haba ocurrido.
Limpindose el sudor de las manos en los muslos,
se pregunt si deba sacar las patatas fritas y la
bebida. No, decidi mientras trataba de adoptar
una posicin indiferente sobre el sof, ser mejor
dejarlo para ms tarde. Para despus.
Coreen sali del bao y ech una ojeada al
interior del enorme armario. Tampoco haba
ningn atad; pareca que se encontraba a salvo,
despus de todo. La ropa de Norman se ordenaba
esmeradamente, organizada por tipo de prendas;
las camisas con las camisas, los pantalones con
los pantalones y un traje de polister gris en
solitario esplendor. Sus zapatos, un par de
mocasines marrones y un par de zapatillas
impolutas, estaban alineadas con los tacones frente
a la pared. Aunque no se atreva a registrar los
cajones de su vestidor, Coreen se imagin que

Norman sera probablemente la clase de chico que


doblaba su ropa interior. Apartado en un rincn,
sobre una caja de botellas de leche de plstico, se
encontraba un hibachi. Hubiera investigado el
contenido de la caja, de no ser porque el olor que
se esconda detrs del dulzn aroma de los
ambientadores pareca provenir de aquel rincn y,
mezclado con el efecto de la cerveza, le haba
hecho sentirse un poco enferma.
Probablemente sea algn proyecto de
laboratorio que se ha trado a casa. Su mente
produjo una visin de Norman, vestido con una
bata blanca, conectando los cables a los
electrodos en el cuello de su ltima creacin, y
tuvo que reprimir una risilla tonta mientras
regresaba a la habitacin principal.
Mientras ella tomaba asiento al otro lado del sof,
descubri en el rostro de Norman una expresin
que no le gust nada. Comenzaba a pensar que
haba cometido un error al acceder a acompaarlo

a su apartamento.
Y bien? demand. Dijiste que tenas algo
que ensearme, algo que demostrara la existencia
del vampiro al resto del mundo si no era el
Renfield de esta historia, no alcanzaba a
imaginarse qu papel poda jugar.
Norman frunci el ceo. Haba l dicho eso? No
crea haberlo hecho.
Yo... eh... tengo algo que mostrarte, s, pero no
se trata exactamente de un vampiro.
Coreen buf y se levant. Camin hacia la puerta.
S, ya me lo imagino algo que mostrarle. Si
se atreva a hacerlo, ella se lo cortara.
No, de verdad Norman se levant a su vez, un
poco tambaleante sobre las suelas de sus botas de
vaquero. Lo que puedo ensearte demostrar
que hay fuerzas sobrenaturales actuando en la

ciudad y eso no anda demasiado lejos de lo de los


vampiros, verdad?
No a pesar de su tono suplicante, su voz
sonaba como si de verdad supiera de lo que estaba
hablando. Supongo que no.
As que, por qu no te sientas de nuevo?
Avanz un paso y ella retrocedi tres.
No, gracias. Creo que prefiero quedarme de pie
comenzaba a perder la paciencia. Qu tienes
que ensearme?
Norman se detuvo con aire orgulloso y, despus de
algunas intentonas fallidas, consigui deslizar los
pulgares entre las tirillas de su cinturn. Eso la
impresionara.
Puedo convocar demonios.
Demonios?

Asinti. Ahora ella sera suya y se olvidara de su


novio muerto y su estpida teora del vampiro.
Coreen aadi un sombrero puntiagudo decorado
con estrellas y una varita mgica a su anterior
visin de Norman y esta vez no pudo impedir que
la risilla se le escapara. Ms que nada, sus nervios
eran los responsables de la reaccin, porque en
realidad, a pesar de la reputacin de Norman,
estaba tentada de creer que l deca la verdad y
dejarse convencer.
Pero Norman no poda saberlo.
Se est riendo de m. Cmo se atreve a rerse de
m despus de que yo fuera el nico que no se ri
de ella. Cmo se atreve! Enloquecido por el
dolor y la rabia, Norman se abalanz sobre ella, la
tom por los hombros y apret su boca contra la
de ella con tal fuerza que su labio superior se
parti contra los dientes de Coreen. Ni siquiera
advirti este diminuto dolor mientras comenzaba a

restregar su cuerpo, desde la boca hasta las


caderas, contra la suave y turgente carne de ella.
La enseara a no rerse de l!
De pronto, un nuevo dolor le arrebat el aliento y
lo envi tambaleante hacia atrs. De su boca
escapaban ahogados gimoteos. Tropez con el
borde del bal, se sent, aferrndose la
entrepierna, mientras el mundo se volva rojo,
luego naranja y por fin negro.
Coreen golpe el botn del ascensor para el
vestbulo, mientras se maldeca por su estupidez.
Convocar demonios. S, muy bien gru,
mientras le daba una patada a la pared de acero
inoxidable. Y yo casi me lo creo. Valiente
excusa para ligar! solo que, durante un
momento, mientras l la agarraba por los hombros,
su rostro haba parecido deformarse en una mueca
horrible. Y en ese momento, solo en ese, ella se
haba sentido realmente asustada. Hubiera jurado

que no pareca humano. Pero despus su ataque se


haba convertido en algo a lo que ella haba
aprendido a enfrentarse mucho tiempo atrs, y
entonces el momento y el miedo haban pasado.
Los hombres son todos unos bastardos!
inform al anciano y sumamente sorprendido
caballero indio que aguardaba en el vestbulo.
Al llegar a la puerta, descubri que uno de sus
nuevos guantes de cuero rojo se haba cado del
bolsillo de su chaqueta durante el forcejeo y
segua en el apartamento de Norman.
Estupendo, sencillamente estupendo!
consider la posibilidad de volver y recuperarlo.
Saba que poda habrselas con Norman en una
pelea. Pero finalmente decidi no hacerlo. Si tena
la oportunidad de poner sus manos alrededor de su
delgaducho cuello, probablemente acabara por
estrangularlo.
Encorvando los hombros contra el fro viento,

corri hacia el coche y trat de aliviar la furia de


sus sentimientos quemando sus ruedas contra el
pavimento del aparcamiento.

***
Mientras el dolor retroceda, la furia creca ms y
ms.
Se ha redo de m. Comparto el secreto del siglo
con una chica estpida que cree en los vampiros
y ella se re de m. Cuidadosamente, pues todava
no estaba seguro de si sus piernas podran
sostenerlo, Norman se puso en pie. Todo el mundo
se re siempre de m. Siempre me eligen el ltimo
para jugar al baloncesto. Nunca llevo la ropa
adecuada para el resto de los tos. Incluso se
ren de m cuando consigo calificaciones
perfectas en los exmenes. Eventualmente, haba
renunciado a hablarles de todo ello; de las
matrculas de honor, de sus proyectos utilizados
como ayudas para el estudio por los profesores,

del hecho de haber ganado el premio de ciencias


tres aos consecutivos, de haber ledo Guerra y
Paz en un fin de semana. No les interesaban sus
triunfos. Solo les interesaba rerse de l.
Como ella se haba redo.
La rabia consumi lo que quedaba de su dolor.
Apartando cuidadosamente las rodillas, Norman
empuj el bal contra el muro, luego tom la
alfombra afgana del sof y la colg de la media
docena de ganchos que haba dispuesto sobre la
puerta del apartamento. La gruesa lana impedira
que escapasen la mayora de los olores al pasillo.
Despus abri la puerta del balcn unos cinco
centmetros y la trab con uno de los
ambientadores en forma de seta para impedir que
el viento la cerrase. Ignorando la sbita corriente
de aire helado que penetraba en el apartamento y
el incremento del ruido procedente del piso de
arriba, situ el ventilador encarado hacia la

abertura y lo encendi.
Entonces fue al armario vestidor y recogi el
hibachi y la caja de leche de plstico.
Coloc la diminuta barbacoa tan cerca como le fue
posible del ventilador. Apil tres piedras de
carbn vegetal formando una pequea pirmide,
las roci con lquido inflamable y arroj sobre
ellas una cerilla. La corriente del ventilador y los
fuertes vientos que soplaban en torno al edificio
disiparon la mayor parte del humo. Desconect el
detector de humos de su habitacin, as como los
otros cuatro que haba en el pasillo del noveno
piso. No quera tener que preocuparse por el poco
humo que pudiera permanecer en la habitacin.
Dej que el fuego ardiera y creciera mientras
sacaba las pinturas de colores con las que trazara
el pentagrama.
El suelo de baldosas sin encerar no absorba bien
la tiza, as que l utilizaba pinturas pastel. No

pareca que eso supusiera ninguna diferencia.


Junto a cada una de las cinco esquinas del
pentagrama dispuso dos velas; una negra de unos
veinte centmetros de longitud y otra roja de
quince centmetros. Originalmente, las velas
negras medan treinta centmetros y las rojas,
veinte. Haba tenido que recortarlas y al hacerlo
haba descubierto que las negras eran en realidad
de un prpura oscuro. Tampoco pareca haber
importado.
Una vez encendidas las velas, se arrodill junto a
los carbones, ahora ardientes, y comenz a seguir
los pasos requeridos para convocar al demonio.
Haba comprado quince centmetros de cadena de
oro de dieciocho quilates en una tienda de
Chinatown. Con un par de tijerillas de uas, cort
tres o cuatro eslabones y los dej caer sobre el
brillante corazn rojo de los carbones. Norman
saba que el hibachi no poda siquiera producir el
calor suficiente como para fundir tan pequea

cantidad de oro pero, pese a que despus de cada


ocasin remova minuciosamente las cenizas,
nunca haba encontrado el menor rastro del
precioso metal.
El incienso lo haba obtenido en una tienda de
comestibles que estaba de moda, en la calle Bloor.
No tena la menor idea de para qu podan otras
personas utilizar los anaranjados y brillantes
copos. No poda imaginarse comindoselos,
aunque quiz se utilizasen como especia. Arroj
medio puado a las brasas. Se consumieron
lentamente, emanando un humo espeso y acre que
el ventilador tuvo problemas para disipar.
Tosiendo, frotndose los ojos llorosos con el
envs de una mano, tom el ltimo ingrediente.
Haba obtenido la mirra en una tienda
especializada en aceites de esencias y en la
elaboracin de perfumes personales,
individualizados. Gramo a gramo, haba resultado
ms cara que el oro. Cuidadosamente, utilizando el

juego de medidas de plstico que su madre le


haba dado cuando se mud, disemin la octava
parte de una cuchara sobre los carbones
encendidos.
El pesado aroma del incienso se hizo an ms
poderoso y el aire del apartamento adquiri un
sabor amargo que empap el interior de la boca y
la nariz de Norman. La primera noche que lo haba
intentado haba estado a punto de detenerse en este
paso, incapaz de soportar el peso de la tradicin
relacionada con la sustancia. Durante siglos, la
mirra haba sido utilizada para tratar los
cadveres, y todos aquellos siglos de muerte
parecan ser liberados cada vez que el aceite se
derramaba sobre los carbones. La segunda vez, el
pensamiento en los muertos no tena demasiada
importancia frente a lo que saba que vendra
despus. Ahora, la sptima vez que realizaba el
ritual, no le distraa un pice de la tarea que tena
entre manos.

Haba comprado las agujas esterilizadas, idnticas


a los que la Cruz Roja utilizaba para extraer las
primeras gotas de sangre de los donantes, en una
tienda de suministros mdicos. Normalmente
odiaba esta parte, pero esta noche la rabia lo
impulsaba sin duda ni pausa. El pequeo dolor se
extendi desde las yemas de sus dedos hasta
juntarse con la agitacin pulstil de su entrepierna,
y la brusca tensin sexual estuvo a punto de
abortar el ritual. Su respiracin se agit
poderosamente, pero de alguna manera logr
mantener el control.
Tres gotas de sangre sobre los carbones y,
acompaando a cada una de ellas, una palabra de
convocatoria.
Haba encontrado las palabras en uno de los textos
que se utilizaban en la asignatura de Religiones
Comparadas. El ritual lo haba creado por s
mismo, utilizando a partes iguales datos obtenidos
por medio de la investigacin y el sentido comn.

Cualquiera podra haberlo hecho, pens con


suficiencia, pero solo yo lo he conseguido.
El aire que haba sobre el centro del pentagrama
se agit, vibr y cambi, como si algo lo estuviese
expulsando desde el interior. Norman se levant y
esper, contemplando con mirada inquieta
mientras el denso aroma de las especias ardiendo
dejaba paso a un hedor ftido de podredumbre y el
ritmo del equipo estreo de su vecino ceda frente
a un sonido que vibraba de forma inaudible, pero
imposible de ignorar en el cerebro y en los huesos.
El demonio tena el tamao de un hombre y su
forma era vagamente humana. Aquella ligera
semejanza era precisamente lo que resultaba ms
horrible.
Norman, la respiracin agitada y acelerada,
camin hasta el borde del pentagrama.
Te he convocado declar. Soy tu amo y
seor.

El demonio inclin la cabeza y sus rasgos


cambiaron y temblaron como si no hubiese crneo
bajo la hmeda cubierta de piel.
Eres mi amo y seor dijo, aunque el carnoso
agujero que era su boca no adaptase su constante
movimiento a las palabras.
Debes hacer mi voluntad.
Los enormes ojos amarillos sin prpado
examinaron los lindes de su prisin.
S admiti al fin.
Alguien se ha redo de m esta noche. No quiero
que vuelva a hacerlo nunca ms.
El demonio aguard en silencio, esperando
instrucciones ms precisas, mientras su color
cambiaba de un negro fangoso a un marrn
verdoso, y de nuevo al negro.

Mtala! Ah estaba. Lo haba dicho. Se


aferr las manos entre s para detener su temblor.
Se senta como si midiera ms de tres metros de
estatura, poderoso, invencible. Por fin se haba
decidido a tomar el mando y aceptaba el poder que
era suyo por derecho! La pulsacin se hizo ms
intensa, hasta que todo su cuerpo tembl a su
comps.
A quin debo matar? pregunt el demonio.
Su tono, levemente divertido, devolvi a Norman a
la tierra. Temblando de furia, exclam:
No te ras de m! se lanz hacia delante y,
justo a tiempo, record y torci el pie en un ngulo
complicado para evitar que cruzase el pentagrama.
En respuesta a su acometida, el demonio se haba
abalanzado sobre l. Ahora se encontraban tan
cerca que sus narices casi se tocaban.
Ja! Norman escupi la palabra hacia l

mientras retroceda. Eres como ellos! Piensas


que eres tan importante y yo solo soy una
mierda...! Bien, recuerda tan solo que t ests ah
dentro y yo estoy aqu fuera. Yo te controlo! Yo
soy tu amo y seor!
Indiferente en apariencia al chorro de vitriolo que
acababa de arrojarse contra l, el demonio volvi
a ocupar el centro del pentagrama.
T eres el amo y seor dijo plcidamente.
A quin debo matar?
El humor no pareca haberse desvanecido de la
voz de la criatura, lo que provoc que una clera
casi incoherente se apoderara de Norman. A travs
de la niebla roja que nublaba sus sentidos, era
consciente de que gritar sencillamente Mata a
Coreen! no servira para nada. Tena que pensar.
Cmo se encuentra a una persona concreta en
medio de una ciudad de casi tres millones de
habitantes? Camin ruidosamente hasta la pared de

enfrente y regres, tropez con el tacn de su bota


derecha y a punto estuvo de caer. Cuando, despus
de tambalearse, logr recuperar el equilibrio, se
agach y recogi la prenda de cuero escarlata que
haba estado a punto de hacer que cayera al suelo.
Aqu!
El demonio recogi el guante que le acababa de
ser arrojado con una garra de quince centmetros.
Los jirones de piel que pendan entre su brazo y su
cuerpo se tensaron con el movimiento. Norman
sonri.
Encuentra a la pareja de este guante y mata a la
persona que lo lleve. No dejes que nadie te vea.
Vuelve al pentagrama cuando hayas acabado.
El olor de putrefaccin persista, pero el demonio
ya haba desaparecido. Como Norman saba, era
un desagradable efecto secundario que solo el
tiempo poda disipar. Mientras chupaba el dedo
que se haba pinchado durante el ritual, Norman se

plant junto a la ventana con aire orgulloso y


contempl la noche.
Nadie jur volver a rerse de m nunca
ms ya no habra ms juguetes ni ms ropa ni
ms ordenadores; esta noche haba asumido el
verdadero poder, y cuando el demonio regresase,
bien alimentado con la sangre de Coreen, lo
enviara a traerle un smbolo de ese poder. Algo
que el mundo se vera obligado a respetar.
El ritmo de la pulsacin se intensific una vez ms
y Norman, apoyado sobre el alfizar de la ventana,
comenz a seguirlo sacudiendo las caderas.

***
Todava enfurecida, Coreen detuvo el coche en el
aparcamiento del McDonalds. Norman Birdwell.
No poda creer que hubiese llegado a hablar con
Norman Birdwell, y mucho menos que hubiese
subido a su apartamento. Sus palabras haban

sonado tan verosmiles y su tono haba resultado


tan convincente all en el pub. Sacudi la cabeza,
molesta ante su propia credulidad. Naturalmente,
no haba sabido de quin se trataba mientras se
encontraban en el local, pero a pesar de ello...
Espero que aprecies esto, Ian dijo a la noche,
mientras cerraba la puerta de su coche con llave
. Cuando jur que encontrara a tu asesino,
nunca pens que tendra que tratar con la lbido de
un cretino haca fro. Revis sus bolsillos en
busca de los guantes antes de recordar que solo
tena uno. Apretando los dientes, entr en el local.
Algunos males solo podan ser reparados
recurriendo a una racin grande de patatas fritas.
De camino al mostrador, descubri un rostro
familiar y se desvi.
Eh, Janet. Pens que os marchabais todos a casa
de Allison.
Janet levant el rostro y sacudi la cabeza.

Es una larga historia murmur entre bocado y


bocado de su hamburguesa.
Coreen buf y arroj el guante superviviente sobre
la pila de trastos que haba en el asiento de al
lado. Bajo la luz de los fluorescentes, su brillo
resultaba casi obsceno.
Ah, s? Bueno, pues yo tengo una todava ms
larga. No te vayas.
Un poco ms tarde, Janet miraba asombrada a
Coreen. Un pastel de manzana se haba detenido a
medio camino de su boca abierta.
... as que le di un rodillazo en las pelotas y me
largu dio un largo trago de coca-cola light.
Y apuesto a que no vuelvo a ver mi otro guante
nunca ms aadi con voz triste.
Janet cerr la boca con un castaeteo sonoro.
Norman Birdwell? balbuci.

S, lo s suspir Coreen. Nunca debiera


habrselo dicho a Janet. Gracias a Dios que se
aproximaba un largo fin de semana; eso frenara un
poco la difusin de la historia. Ms bien idiota.
Debe de haber sido la cerveza.
No hay cerveza suficiente en el mundo... no,
espera, en el universo, para hacerme ir a ninguna
parte con ese cretino declar Janet, haciendo
girar los ojos.
Coreen aplast las rodajas de cebolla que haba
apartado de su hamburguesa hasta convertirlas en
una especie de pur.
Dijo que saba algo sobre la criatura que mat a
Ian murmur a modo de disculpa.
Verdaderamente no debera habrselo dicho a
Janet. Qu pensara ahora de ella?
Estupendo buf Janet. Otro valeroso
cazador de vampiros y t te lo tragas.

Coreen afil la mirada.


No te burles.
Qu no me burle? Es tan sensato creer que fue
el demonio de Norman el que asesin a Ian como
pensar que fue algn estpido vampiro saba
que las palabras eran un error en el preciso
instante en que abandonaban su boca, pero para
entonces ya era demasiado tarde.
La existencia de los vampiros ha sido
documentada histricamente y todos los hechos
concuerdan...
Veintitrs minutos ms tarde (Janet haba estado
cronometrando la leccin con discretas miradas a
su reloj) Coreen se detuvo bruscamente y se
levant.
Tengo que ir al bao un momento dijo.
Esprame. Regreso enseguida.

Ni de coa murmur Janet en cuanto Coreen


hubo desaparecido escaleras abajo en direccin a
los servicios. Recogi sus cosas y se dirigi hacia
la salida, mientras se pona la chaqueta. Apreciaba
a Coreen, pero si escuchaba una sola palabra ms
sobre vampiros sera ella la que mordera a
alguien. Cualquier vampiro con el que Coreen se
topase podra alegar defensa propia.
Al llegar a la puerta, advirti que se haba llevado
por equivocacin el guante rojo de Coreen.
Maldita sea! Si se lo devuelvo es capaz de
seguir otra hora con el rollo ese del conde
Drcula. Se qued inmvil un momento, azotando
levemente la palma de su mano con el guante,
mientras trataba de decidir si deba hacer lo
correcto o correr para salvar su cordura.
Gan la cordura.
Coreen ya estaba ascendiendo las escaleras.
Mientras las brillantes luces del establecimiento

convertan en llamas lo alto de su cabeza, Janet


desliz el guante al interior de su bolsillo, dio
media vuelta y escap a la noche. Si salgo
corriendo, pens, y al instante se puso en
movimiento, puedo estar lejos de las luces del
aparcamiento antes de que a Coreen se le ocurra
mirar por la ventana. En la oscuridad que haba
ms all, se encontrara a salvo.

***
Lleg atravesando la tierra. Prefera viajar de
aquella manera porque as no tena que
desperdiciar su energa en permanecer invisible. Y
hasta que se hubiese asesinado, no tena demasiada
energa para desperdiciar. Enseguida pudo sentir a
su presa sobre su cabeza, pero esper. La sigui
hasta que no sinti ninguna otra presencia cercana.
Entonces emergi.
El deseo de alimentarse era intenso, casi

abrumador. Le haba sido ordenado por su amo y


seor, y adems estaba en su naturaleza. Solo el
miedo a las consecuencias que su fracaso podra
acarrear fren el golpe asesino que su instinto
acababa de lanzar, de manera que golpease el
hueso y no el blando tejido.
La presa grit y se desplom, en silencio pero
viva.
Deseaba agacharse y lamer la clida sangre que
llenaba el aire de la noche con el aroma del
sustento, pero saba que si comenzaba a
alimentarse no sera capaz de detenerse. Este no
era el lugar establecido. Alzando en vilo a la
presa, se volvi de cara al viento y comenz a
correr, utilizando los tres miembros que le
quedaban libres. No poda arrastrar a su presa por
el suelo ni poda alzar el vuelo con una carga tan
pesada. Deba confiar en su velocidad para no ser
visto.

La presa morira. Obedecera a su amo y seor


en aquello, pero tambin obedecera a un maestro
ms antiguo. La presa morira en el lugar exacto
que corresponda al patrn.
Olvidado, el guante rojo yaca un poco ms all de
las luces del aparcamiento. Junto a l, una mancha
de un rojo an ms oscuro comenzaba a
congelarse.

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Captulo 9
Ampliando nuestra noticia de
cabecera, continan las extraas
muertes en el rea de Toronto. El
sptimo cuerpo fue encontrado por
la Polica a primeras horas de esta
maana en la avenida Foxrun, al
sur del Club de Campo y Golf de
Oaksdale. Los investigadores de
Homicidios presentes en el lugar
del crimen han confirmado que la
muerte se produjo despus de un
fuerte golpe en la garganta, pero
no confirman por el momento si el
cuerpo tambin haba sido vaciado
su sangre. La Polica no revelar el
nombre de la vctima hasta que se
haya notificado a los parientes ms
cercanos. En otro orden de cosas,

el tiempo en el Ontario meridional


ser algo ms fro de lo
acostumbrado para esta estacin
y...
Vicki extendi un brazo y apag la radio. Se
mantuvo unos momentos inmvil sobre su banco de
ejercicios, escuchando distradamente los sonidos
de la ciudad, tratando de convencerse de que el
retumbar de un camin distante no era el tumulto
producido por un millar de pies con garras, y que
el agudo aullido que llegaba desde el este no era
ms que una sirena.
Hasta el momento, no parece haber hordas
demonacas se agach y apret las palmas de
las manos contra el suelo de parqu. Toquemos
madera pareca que todava tena tiempo para
encontrar al bastardo responsable de todas
aquellas muertes y romperle cada hueso del...
Reprimi el pensamiento, se puso en pie y se

dirigi al saln. Haba colocado el mapa de la


ciudad sobre la pared. La venganza estaba muy
bien, pero entregarse a ella dificultara el
problema ms acuciante: encontrar al canalla.
Las primeras seis muertes haban ocurrido las
noches del domingo, el lunes y el martes, con una
semana de diferencia. El asesinato de la noche de
este jueves haba supuesto una ruptura del patrn.
Vicki mir el mapa entornando los ojos y traz un
crculo alrededor de la avenida Foxrun. No tena
la menor idea de cmo encajaba aquello
geogrficamente, o siquiera si encajaba en el
patrn o acababa de hacerlo pedazos.
Se coloc las gafas en la posicin correcta y
oblig sus mandbulas a distenderse.
Henry podra jugar a conectar los hechos aquella
noche, cuando despertase; ella tena otras pistas
que seguir.
Si l estaba en lo cierto y la persona que estaba

convocando al demonio reciba bienes materiales


a cambio de cada muerte, la desaparicin de tales
bienes deba de haber sido denunciada. Encontrar
lo robado significaba encontrar al que invocaba al
demonio. Y encontrar a ste significaba poner fin a
las muertes. Era muy simple; lo nico que ella
tena que hacer era revisar cada informe de
incidencias ocurrido en las ltimas tres semanas
en la ciudad y seguir la pista a robos poco usuales
y sin explicacin aparente.
Lo cual suspir, no me llevar ms de dos
aos pero incluso eso, una bsqueda de dos
aos, era preferible a pasar un solo segundo ms
con los brazos cruzados. El problema era que, con
las dieciocho divisiones de la Polica
Metropolitana, no saba por dnde comenzar.
Tamborile sobre el mapa con su lpiz. Sin duda,
el informe matutino de la Divisin 31 contendra
detalles que no haban sido facilitados a la prensa.
Detalles que Henry poda necesitar para

determinar la ubicacin del prximo lugar, el


prximo asesinato. Adems, las dos lneas
trazadas por las seis muertes anteriores se
cruzaban en territorio de la Divisin 31. Puede que
aquello no significase nada, pero al menos era
algo con lo que empezar.
Tomando la bolsa con los cuatro donuts dos
rellenos de mermelada de cereza y dos recubiertos
de chocolate con una mano y la bolsa con los
cafs en la otra, Vicki baj la cabeza y dobl la
esquina para entrar en Norfinch Drive. Con el
hospital York-Finch a su espalda, nada se
interpona entre ella y un feroz viento del norte
excepto la comisara de polica y unos cuantos
kilmetros cuadrados de desolacin industrial.
Slido y achaparrado, el edificio de la Divisin
31 era una psima proteccin.
Mientras ella se aproximaba, un coche patrulla
abandon el aparcamiento de la comisara. Se
volvi y lo observ torcer hacia el este y perderse

por la avenida Finch. A las 9:20 de la maana, un


Viernes Santo, el trfico era muy escaso y sera
fcil llevarse la equivocada impresin de que la
ciudad haba aprovechado la oportunidad una
festividad religiosa observada tan solo por una
tercera parte de la poblacin para dormir. La
ciudad, como Vicki saba perfectamente, nunca se
tomaba un descanso. Si no se trataba de las
preocupaciones del trfico, lo seran las
preocupaciones domsticas. Al fin y al cabo,
durante estos das las amorosas familias
aprovechaban para pasar todo el da juntas. Y el
corredor Jane-Finch, hacia el que el coche se
haba dirigido, no era un lugar en el que abundasen
los trabajos en los que uno pudiera tomarse unos
das de vacaciones y, por el contrario, en los
mejores das los nimos tendan a estar un poco
caldeados...
Cuando todava trabajaba de uniforme, haba
pasado un ao entero trabajando en la comisara
31. Al recordar ciertos momentos y experiencias

mientras continuaba en direccin a la comisara,


Vicki descubri que no aoraba en absoluto el
trabajo policial.
Bueno, bueno, pero no es esta la vieja pero
nunca olvidada Victoria Nelson? Qu te trae
hasta el culo del mundo?
Solo he venido para ver tu cara sonriente,
Jimmy Vicki deposit ambas bolsas sobre el
mostrador y se coloc bien las gafas. Tena los
dedos helados. Es primavera y, como las
golondrinas, regreso a Capistrano. Est el
sargento por aqu?
S. Est en...
No es su jodido asunto el dnde estoy! el
rugido hubiera hecho temblar un edificio menos
slido. Siguindolo de cerca, el sargento de
guardia Stanley Iljohn apareci en el rea de
servicio, pas al lado de Jimmy y se detuvo junto
al mostrador. Dijiste que estaras aqu a las

nueve gru. Llegas tarde.


En silencio, Vicki levant la bolsa de los donuts.
Sobornos buf el sargento, mientras los
extremos de su extremadamente cuidado mostacho
trepidaban por la fuerza de la exhalacin. Bien,
ya puedes sacarte el dedo del culo. Ven aqu y
sintate. Y en cuanto a ti mir a Jimmy de arriba
abajo, vuelve al trabajo.
Jimmy, que de hecho estaba trabajando, sonri y lo
ignor. Vicki hizo lo que se le ordenaba, y
mientras Iljohn tomaba asiento en la mesa del
sargento de guardia, arrastr una silla y se sent
junto a l.
Unos pocos momentos ms tarde, el sargento se
limpiaba meticulosamente el azcar que haba
cado sobre el frente de su almidonada camisa.
Bien. T y yo sabemos que permitirte leer los
informes de incidencias va estrictamente en contra

del reglamento del departamento.


S, sargento de hecho, si cualquier otro
hubiera estado de guardia, probablemente ella no
habra podido lograrlo sin recurrir a ms altas
instancias.
Y ambos sabemos que lo que ests haciendo no
es sino alimentar de forma descarada la reputacin
que te ganaste por tu milagrosa capacidad para
saltarte todos esos reglamentos.
S, sargento Iljohn haba sido el primero en
recomendarla para un ascenso. Para l, su historial
de arrestos haba sido la mejor prueba de lo
acertado de su decisin. Cuando ella haba dejado
el Cuerpo, l la haba llamado, la haba
interrogado sobre sus proyectos y prcticamente le
haba ordenado que hiciera algo con su vida. No
es que hubiera resultado un gran apoyo, pero sus
bruscas buenas intenciones haban sido algo a lo
que aferrarse cuando Mike Celluci la haba

acusado de querer escapar.


Y si me acabo pringando por causa de este
asunto, voy a tener que explicarles que utilizaste
esas tcnicas de combate cuerpo a cuerpo en las
que se supone que todos los investigadores
privados sois tan jodidamente buenos para
dominarme y leer los informes sobre mi cuerpo
sangrante.
Me ests pidiendo que te d unos cachetes?
pese a que apenas superaba la estatura mnima
para ser admitido en el Cuerpo, existan
numerosos rumores que aseguraban que Stanley
Iljohn jams haba perdido una pelea. Con nadie.
No seas listilla.
Lo siento, sargento.
l dio unos golpecitos con un dedo sobre la
carpeta que yaca sobre su escritorio y su rostro
adopt una expresin solemne.

Realmente crees que puedes hacer algo con


esto? pregunt.
Vicki asinti.
En estos momentos le confi en voz baja,
tengo mejores posibilidades que cualquier otro en
la ciudad.
Iljohn la mir durante un largo rato.
Yo tambin s trazar lneas en un mapa dijo
al fin. Y cuando alineas las seis primeras
muertes, la x marca el lugar. Justo al norte de
aqu. Cada poli de la comisara est buscando
cualquier cosa extraa, algo que pueda identificar
al asesino y puedes estar segura de que estos
informes agit la mano en un gesto fugaz para
sealar los informes de incidencias de las ltimas
dos semanas que pendan sobre la pared, al otro
lado del escritorio han sido peinados muy, muy
a fondo. Ya sabes, con peines de pas muy finas.
Por todos los que estamos aqu y por los nios y

nias de tu viejo patio de juegos.


Pero no por m.
l asinti, mostrando su acuerdo.
No por ti golpe con la palma de la mano los
papeles que haba sobre la mesa. Esta ltima
muerte se ha producido en mi territorio y me lo
estoy tomando como algo personal. Si sabes algo
que no me ests contando, ser mejor que lo
escupas ahora mismo.
Hay un demonio que est escribiendo un nombre
con sangre por toda la ciudad. Si no lo
detenemos, solo ser el principio de muchos
horrores.
Cmo lo sabes?
Un vampiro me lo ha contado.
Ella le mir directamente a los ojos y minti.

Todo lo que s se lo he contado a Mike Celluci.


Est a cargo del caso. Solo pienso que podra
seros de ayuda si pudiera echar una ojeada a esos
informes por m misma.
Iljohn entorn la mirada. Vicki hubiera jurado que
no la crea. No del todo.
Lentamente, despus de un prolongado instante que
pareci contener todo el tiempo que haban
trabajado juntos, l empuj la carpeta hasta el otro
extremo de la mesa.
Quiero que esta sea la ltima muerte gru.
No tanto como yo, pens Vicki.
Cuntas muertes eran necesarias para trazar el
nombre de un demonio?
Agach la cabeza para leer.

***

Las vctimas uno y siete eran estudiantes de la


universidad de York. No es una conexin
demasiado slida para servir de base a una
investigacin.
Celluci suspir.
Vicki, en este momento, yo basara una
investigacin en pistas mucho ms tenues. Has
llamado solo para causarme problemas o tienes
algo ms constructivo que decir?
Vicki juguete con el cable del telfono entre sus
dedos. Hacia el final de la tarde, tras una visita a
la Divisin 52, su bsqueda la haba conducido
por fin a algo significativo. Uno de los policas de
uniforme que venan de hacer su ronda la haba
escuchado hablando con el sargento de servicio
sobre casos inusuales de robo y la haba puesto al
corriente sobre uno que l haba tenido que
investigar. El problema era que no se le ocurra la
manera de presentarle la informacin a Celluci.

As que, pensis centrar la bsqueda en York?


pregunt en vez de ello.
l volvi a suspirar.
S. Por ahora. Por qu?
Ella respir profundamente. La verdad era que no
haba manera sencilla de hacerlo.
No me preguntes cmo lo s, porque si te lo
cuento no me creeras, pero existen grandes
posibilidades de que la persona que andas
buscando vista una chaqueta de cuero negro. Una
chaqueta de cuero negro de novecientos dlares.
Jess, Vicki! Estamos hablando de una
universidad. La mitad de la jodida gente de all
llevar cazadoras de cuero negro.
No como esta. Tengo una descripcin completa
para ti.

Y puede saberse cmo la has conseguido?


Quiz en una galleta de la fortuna?
Vicki abri la boca y volvi a cerrarla.
Sencillamente era demasiado complicado.
No puedo contrtelo dijo al fin. Estara
comprometiendo mis fuentes.
Ocltame informacin vital, Vicki, y me
encargar personalmente de comprometer a fuentes
que ni siquiera sabas que tenas.
Escchame, cabrn! Puedes creerme o puedes
no hacerlo, eso es cosa tuya. Pero no te atrevas a
amenazarme! prcticamente le escupi la
descripcin y colg el auricular con fuerza. De
acuerdo. Haba hecho lo correcto al contarle a la
Polica lo que saba. Estupendo. Podan actuar o
no. Y Mike Celluci poda irse directamente al
Infierno.
Salvo porque aquello era precisamente lo que ella

trataba desesperadamente de evitar.


Frustrada, apret los dientes. Arroj de una patada
una silla de la cocina hasta el saln. Con la
respiracin agitada, contempl, inmvil durante
unos instantes, el mueble roto.
La vida era ms sencilla antes le dijo.
Suspir y volvi al telfono. La universidad de
York era la nica conexin que tenan y Coreen
Fergus estudiaba en ella. Probablemente no podra
prestarles demasiada ayuda. Celluci, el irritante
hijo de puta, tena razn. Encontrar una chaqueta
de cuero en un campus universitario sera ms o
menos tan sencillo como dar con un poltico
honrado. Pero tampoco perda nada por intentarlo.
Coreen Fergus, por favor?
Lo siento, pero Coreen no se encuentra aqu en
estos momentos. Quiere que le deje algn
mensaje?

Sabe cundo volver?


Me temo que no. Se march esta maana a pasar
unos pocos das con unos amigos.
Se encuentra bien? si la chiquilla haba
sufrido algn dao por haber acudido al
apartamento de algn hombre extrao...
Bueno, se puede decir que est un poco
conmocionada; era muy amiga de la chica cuyo
cuerpo encontraron anoche.
Suficientemente malo era, tan poco tiempo despus
de lo de Ian, pero al menos no haba nada ms
serio.
Cuando regrese a casa, me hara el favor de
decirle que Vicki Nelson la ha llamado?
Claro. Eso es todo?
Eso es todo.

Y, en efecto, aquello era todo, salvo que Henry


consiguiese dar con algo concreto.

***
ste, ste o ste la mirada de Henry alternaba
entre el mapa y la pgina con los smbolos.
Puedes descubrir cul es el prximo punto del
patrn? Vicki se inclin sobre la mesa, tan lejos
como le era posible del grimorio. Vacilaba en
decir que del antiqusimo libro emanaba un aura
de maldad pues le sonaba a clich de novela de
terror, pero no se le haba pasado por alto que
incluso Henry evitaba tocarlo en la medida de lo
posible.
Henry, ocupado con el transportador y la regla, ri
con poca alegra.
Los tres siguientes puntos en tres posibles
patrones seal el mapa.

Magnfico Vicki se enderez y empuj sus


gafas hacia arriba. Ms complicaciones Por
dnde empezamos?
Por dnde empiezo la corrigi Henry con aire
ausente. Se enderez a su vez y comenz a frotarse
las sienes. La brillante luz que Vicki pareca
necesitar para trabajar comenzaba a provocarle
dolor de cabeza. Ser mejor que elija esta rea
pos un dedo sobre el mapa, justo al este del ro
Humberd, entre las avenidas Lawrence y Eglinton
. Este patrn es el menos complicado de los
tres. Tericamente, es el ms sencillo de finalizar.
Tericamente?
Henry se encogi de hombros.
El conocimiento de los demonios no es una
ciencia exacta. No existen respuestas claras y
establecidas. Los expertos en el tema tienden a
morir jvenes.

Vicki respir profundamente y exhal el aire con


lentitud. Nunca haba respuestas claras y
establecidas. A estas alturas, ella ya debera
saberlo.
As que nunca has hecho esta clase de cosas
antes.
No, de hecho no. Esta clase de cosas no
ocurren demasiado a menudo.
Entones, si no te molesta que te lo pregunte
extendi un dedo en direccin al grimorio,
manteniendo cautelosamente la distancia, cmo
es que posees uno de estos?
Henry volvi la mirada hacia el libro, aunque, por
su expresin, Vicki hubiera asegurado que no lo
estaba viendo.
Se lo arrebat a un loco dijo con tono spero
. Y no es algo de lo que me apetezca hablar en
este momento.

Est bien Vicki tuvo que contener el impulso


de apartarse de la desnuda clera que lata en la
voz de Henry. No tienes por qu hacerlo. Est
bien.
Con esfuerzo, l apart de s el recuerdo y logr
esbozar lo que esperaba que fuera una sonrisa
conciliatoria.
Lo siento. No pretenda asustarte.
Ella se puso rgida.
No lo has hecho.
La sonrisa de l se hizo ms genuina.
Bien.
Consciente de que se estaba burlando de ella,
Vicki se aclar la garganta y cambi de tema.
Dijiste la otra noche que no haba manera en que

pudiramos saber si estos eran todos los nombres


demonacos.
Exacto haba tratado de no pensar en esa
posibilidad.
As que las muertes podran responder al
trazado de un nombre que no se encuentra en el
libro.
Exacto de nuevo.
Mierda abrazndose el torso con los brazos,
Vicki se apart para acercarse a la ventana y
apoy la frente contra el fro cristal. Todo lo que
alcanzaba a ver de la ciudad que se abra debajo
de ella eran unos puntos de luz, y stos parecan
fros y burlones. Qu se supone que vamos a
hacer con todo esto?
Exactamente lo que estamos haciendo
probablemente no haba sido ms que una pregunta
retrica, pero haba veces, Henry lo saba, en que

incluso stas necesitaban respuesta, y quera


proporcionarle todo el consuelo que le fuera
posible. Y confiar y rezar y no abandonar.
Vicki levant el rostro y se volvi para mirarlo.
Yo nunca abandono.
l sonri.
Nunca he pensado que lo hicieras.
Realmente tiene una sonrisa magnfica, pens
Vicki, apreciando la manera en que sus ojos se
arrugaban en los extremos. Sinti que sus propios
labios comenzaban a doblarse en respuesta y se
reprendi mentalmente. No tena la menor
intencin de que su rostro mostrase la repentina y
poderosa oleada de deseo que la haba asaltado.
Cuatrocientos cincuenta aos de prctica, un
cuerpo de poco ms de veinte aos y una
habilidad y potencia sobrenaturales...

Henry escuch la aceleracin de su corazn y su


sensible olfato capt un nuevo aroma en el aire.
No se haba alimentado durante las ltimas
cuarenta y ocho horas. Pronto tendra que hacerlo.
Si me desea, sera estpido negarse... haca
mucho tiempo que haba superado la necesidad de
probarse a s mismo forzando las cosas. Al fin y al
cabo, saba que poda tomar lo que quisiera.
Dejara que ella tomara el primer paso. Y qu hay
de la promesa de no ahondar en su relacin
hasta que hubiesen acabado con el demonio?
Bien, algunas promesas fueron hechas para ser
rotas.
El ritmo de los latidos de la mujer comenz a
calmarse. Aunque Henry aplaudi en silencio su
control, no se molest en ocultar su desilusin.
La cosa es la voz de Vicki vacil y tuvo que
aclararse la garganta. Esto es ridculo. Tengo
treinta y un aos; no soy una adolescente, que
descubr algunas cosas en la Divisin 31 que

podran estar relacionadas con nuestro caso.


De veras? Henry alz una de sus cejas
dorado-rojizas y se acomod sobre el extremo de
la mesa.
Vicki, que hubiera dado la parte delantera de su
dentadura a cambio de la capacidad de levantar
una nica ceja sin que el resto del rostro se
inmutara, frunci el entrecejo ante la imagen que l
compona. Para ser sincera, no crea que fuera
consciente de la manera en que la luz derramada
por la araa le otorgaba un brillo bruido al color
de sus cabellos, ni de cmo la posicin que haba
adoptado tensaba sobre sus poderosos muslos los
pantalones de pana marrn que vesta. Con
esfuerzo, logr reconducir sus pensamientos. No
era el momento para este tipo de cosas; lo que
quiera que acabase por pasar tendra que esperar.
Numerosos testigos, principalmente empleados
del McDonalds, aseguraron haber reparado en un

olor repugnante que persista en los alrededores


del aparcamiento del centro comercial Jane-Finch.
Algo como azufre y carne podrida. La compaa
del gas envi a un tcnico pero no encontr
ninguna fuga.
El demonio? Henry se inclin sobre el mapa,
tratando de ignorar su creciente apetito. Resultaba
difcil, estando ella tan cercana y, al menos
fsicamente, tan dispuesta. Pero el cuerpo fue
encontrado...
Hay algo ms. Alguien asegur haber visto a un
oso corriendo por la acera de la calle Jane. La
Polica ni siquiera se molest en investigar la
denuncia porque el testigo dijo que apenas lo
haba entrevisto un instante mientras pasaba por la
zona con su coche, a casi cien kilmetros por hora.
El demonio esta vez no era una pregunta.
Vicki asinti.

Hay muchas probabilidades volvi a la mesa


y al mapa. Mi suposicin es que cogi el cuerpo
aqu y lo arrastr por aqu para darle muerte en
este lugar. Por qu? Sin duda deba haber gente
ms cercana.
Quiz en estas ocasiones tuviera instrucciones
acerca de a quin deba matar.
Me tema que ibas a decir eso.
Es la nica respuesta lgica dijo Henry,
ponindose en pie. Pero mira la parte buena.
No hay ninguna parte buena resopl Vicki.
Haba terminado el da consultando el informe del
juez de instruccin.
Aun a riesgo de parecer una especie de
Pollyanna dijo l con voz seca, siempre hay
una parte buena. O al menos una parte menos mala.
Si el demonio recibi instrucciones de asesinar a
esa mujer en concreto, quiz la Polica sea capaz

de encontrar la conexin entre ella y el que lo


convoca.
Y si no es ms que una nueva forma de
perversidad demonaca?
Entonces no estamos peor que antes. Ahora, si
me disculpas, y ya que el itinerario se ha visto
trastocado, creo que ser mejor que vaya hasta el
Humberd por si el demonio vuelve a ser
reclamado esta noche.
Junto a la puerta, Vicki se detuvo. Estaba plida.
Un sbito y horrible pensamiento acababa de
cruzarse por sus pensamientos.
Qu es lo que impide que esa cosa entre en la
casa de alguien, donde nadie pueda verlo o
detenerlo?
Los demonios contest Henry mientras la
sonrea para infundirle confianza y se abrochaba el
abrigo no pueden entrar en la casa de alguien a

menos que sean expresamente invitados.


Pensaba que eso se aplicaba a los vampiros...
Poniendo una mano sobre su espalda, a la altura de
la cintura, Henry la condujo firmemente pero con
gentileza al exterior del apartamento.
Eso le hubiera gustado dijo mientras echaba
el cerrojo al seor Stoker.

***
Henry se apoy contra la valla del cementerio y
contempl la pequea coleccin de tranquilas
tumbas. La mayora contaba con lpidas de piedra,
de tamao y edad uniformes. Los pocos
monumentos de mrmol resultaban pretenciosos y
parecan encontrarse fuera de lugar.
Hacia el oeste, el cementerio se interrumpa en la
canalizacin del ro Humberd. El rumor sordo de
las aguas subterrneas llenaba la noche de sonido.

Hacia el norte se levantaban reas residenciales.


Hacia el este y el sur, tan solo tierra vaca. Se
pregunt si el cementerio tendra algo que ver con
aquella ausencia de desarrollo. Incluso en una
poca de ciencia como esta, los muertos eran
considerados unos malos vecinos. Henry no poda
entender el porqu; a los muertos jams se les
hubiera ocurrido escuchar a Twister Sister a 130
decibelios a las tres de la madrugada.
Poda sentir algo. No el patrn, pero s una
anticipacin del mismo. Una corriente de
malevolencia, esperando su momento, esperando
la muerte definitiva que la anclara
irrevocablemente al mundo. Esta sensacin, que
provocaba que se le erizase el vello de la parte
trasera del cuello y que le haca gruir, era tan
poderosa como para convencerle de que haba
elegido correctamente. Este nombre sera el
primero en ser trazado. El Seor Demonaco a
quien corresponda sera el primero en ser
liberado de la oscuridad y el que dara comienzo a

la matanza.
Deba detener al demonio durante los pocos
segundos que transcurriran entre su aparicin y el
golpe mortal, porque una vez que la sangre de la
vctima tocase la tierra, se las tendra que ver con
el Seor Demonaco. Desgraciadamente, el patrn
haca posible que la muerte se produjese en un
rea ms amplia de la que l poda vigilar de una
vez, as que haba hecho la nica cosa que poda
hacer: trazar un pentagrama extendido ms all de
los lmites del rea, dejando sin cerrar los ltimos
quince centmetros. Cuando el demonio penetrase
en su interior, para tomar una vida que se
encontrase all o asesinar una que hubiese llevado
consigo, lo cerrara. Una prisin esotrica como
aquella no durara ms que unos pocos segundos,
pero le proporcionara el control durante el tiempo
suficiente como para llegar hasta el demonio y...
... y detenerlo Henry suspir y se levant el
cuello de su gabardina. Temporalmente el

problema era que los demonios menores podan


ser reemplazados con facilidad. Si consegua
detener a ste, nada impedira que su amo y
seor convocase a otro.
Afortunadamente los demonios, como la mayora
de los matones, no eran insensibles al dolor y no le
resultara demasiado difcil convencerlo para que
hablase.
Si es que puede hablar introdujo las manos en
los bolsillos y se dej caer sobre la valla. Algunos
rumores aseguraban que no todos podan hablar.
Exista una complicacin adicional que no haba
mencionado a Vicki porque saba que ella se lo
hubiese tomado a broma. Aquella noche, en todas
partes del mundo, millones de personas lloraban la
muerte de Cristo. Puede que este siglo hubiese
perdido la capacidad de ver el poder de la fe, pero
Henry no lo haba hecho. La mayora de las
religiones posean un da de la oscuridad en sus

calendarios y, debido a la enorme extensin de la


Iglesia Catlica, el suyo era uno de los ms
potentes. Si el demonio volva antes del momento
del renacimiento de Cristo, sera ms fuerte, ms
peligroso, ms difcil de vencer.
Consult su reloj. 11:40. Constreido por siglos
de tradicin, el demonio sera convocado a
medianoche. Si es que lo convocaban aquella
noche. De acuerdo con lo que Vicki le haba
contado, todas las muertes anteriores se haban
producido entre la medianoche y la una de la
madrugada. Se pregunt cmo poda la Polica
haber ignorado una pista tan obvia.
El viento haca que la gabardina se agitase en
torno a sus rodillas y azotaba brillantes mechones
de su cabello. Como todos los depredadores
superiores, poda mantenerse inmvil mientras
durase la caza, con los sentidos aguzados y prestos
a captar el primer rastro, visin o sonido de su
presa.

Pas la medianoche.
Henry sinti que el corazn de la oscuridad se
extenda y que la corriente de maldad se haca ms
fuerte por momentos. Se puso tenso. Tendra que
moverse entre un latido de su corazn y el
siguiente.
Entonces la corriente comenz a desvanecerse.
Cuando se hubo disipado hasta no ser ms que una
mera posibilidad, Henry volvi a consultar el
reloj. 1:20. Esa noche, por alguna razn, el peligro
haba pasado.
El alivio hizo que se dejara caer sobre la valla,
sonriendo de manera estpida. No haba deseado
la lucha. Estaba agradecido porque se hubiese
demorado. Volvera al centro de la ciudad. Tal vez
se pasase por el apartamento de Caroline, comiese
algo y pasase el resto de las horas que quedaban
hasta el amanecer sin preocuparse por la
posibilidad de ser hecho pedazos por las hordas

del Infierno.
Apacible, no cree?
El anciano de cabellos blancos nunca supo lo
cerca que haba estado de morir. Solo la
renovacin del latido del patrn, como si hubiese
podido sentir la inminencia de la muerte, haba
detenido el golpe de Henry. Ocult los colmillos
bajo los labios y enterr sus temblorosas manos en
los bolsillos.
Le he asustado?
No la noche se encargaba de ocultar al
cazador mientras Henry pugnaba por volver a
levantar su mscara de civilizacin. Me he
sobresaltado. Eso es todo.
La brisa que corra desde el ro le haba impedido
captar el aroma de la sangre y el sonido del agua
haba camuflado el de los zapatos de suela de
crespn al aproximarse. Poda excusrsele por

haberse dejado sorprender. Pero no por ello


resultaba menos embarazoso.
Vive usted por aqu?
No mientras se aproximaba, Henry revis su
anterior impresin acerca de la edad del hombre.
No pasara de los cincuenta y su porte atltico y
aseado y su apariencia saludable revelaban a un
hombre que trabajaba al aire libre.
Eso pens. Me acordara de usted sus ojos
eran de color azul plido. Inmediatamente por
encima de la solapa de una chaqueta gris de corte
bajo lata una vena bajo la piel bronceada. A
menudo camino de noche cuando no puedo dormir.
Con las manos tendidas a ambos lados de sus
gastados vaqueros, pareca esperar una
explicacin por parte de Henry. Sus nudillos
arrugados eran elocuentes testigos de numerosas
peleas pasadas. Por alguna razn, Henry dudaba
que hubiera perdido muchas de ellas.

Estaba esperando a alguien la adrenalina que


todava corra por su sangre le haca mostrarse un
poco brusco, aunque la simpata que le inspiraba
aquel hombre comenzaba a disolverla. No se ha
presentado respondi a la tranquila sonrisa del
hombre con otra, captur aquella mirada azul
plido y la retuvo. Conducindolo hacia las
sombras del cementerio, mientras permita que su
hambre se alzase, consider el final al que haban
conducido las ltimas horas y entonces,
esforzndose por contener una risa ligeramente
histrica, Henry advirti la verdad que contena
una afirmacin en la que siempre haba credo: La
vida no es solo ms extraa de lo que imaginas;
es tambin ms extraa de lo que puedas
imaginar. Un vampiro que espera la llegada de
un demonio acaba dando un paseo por un
cementerio acompaado por un extrao. Algunas
veces adoro este siglo.

***

Detective? Quiero decir... seorita Nelson?


el joven agente se ruboriz por su error y se
aclar la garganta. El... eh... sargento dice que
podra interesarle la llamada que recib esta
maana.
Vicki levant la mirada de la pila de informes de
incidencias que estaba revisando y empuj sus
gafas hacia arriba. Se preguntaba cundo habran
comenzado a admitir nios en el Cuerpo. O quiz
cundo alguien con veinte aos de edad haba
comenzado a parecerle tan terriblemente joven.
El agente enderez un poco la espalda y comenz a
leer sus notas:
A las 8:02 del sbado 23 de mayo, el seor
John Rose, residente en el nmero 42 de la
avenida Birchmont denunci la desaparicin de un
objeto perteneciente a su coleccin de armas.
Dicha coleccin, incluyendo al objeto
desaparecido, se mantena guardada bajo llave

detrs de un muro falso en el stano del seor


Rose. Ni el muro ni la cerradura parecan haber
sido forzados, y el seor Rose jur que solo l y
su mujer conocan la combinacin. Asimismo, la
entrada de la casa no pareca tampoco haber sido
forzada. Todos los papeles y permisos parecen
estar en orden y...
Agente?
S, seorita.
Qu objeto haba desaparecido de la coleccin
del seor Rose?
Perdone?
Vicki suspir. Haba pasado toda la noche sin
dormir y el da estaba siendo muy largo.
De qu arma se trataba?
Oh el agente volvi a enrojecer y volvi a

consultar sus notas. El... objeto desaparecido


era un rifle de asalto ruso, un AK-47. Con
municin, seorita.
Mierda!
S, seorita.

***
No puedo creerlo! Norman dio una patada al
expendedor de peridicos. El tacn de sus botas
golpe el metal, provocando un estrpito sordo,
muy satisfactorio para l. No haba terminado de
leer la noticia de portada sobre la sptima vctima
y ya haba descubierto que el demonio haba
matado a la chica equivocada. Y lo que era peor,
haba asesinado a la chica equivocada el jueves
por la noche y l haba tenido que esperar al
sbado para enterarse.
Coreen haba vivido dos das ms!

La pulsacin en el interior de su cabeza, que al


contrario de las ocasiones anteriores no haba
desaparecido junto con el demonio, se hizo ms
intensa.
Extrajo el monedero del interior de uno de los
bolsillos de su pantaln, murmurando:
Un pas decente debera tener unos servicios de
informacin decentes si se hubiera enterado
ayer mismo, habra convocado de nuevo al
demonio la noche del viernes, en vez de pasarla
navegando por la red en busca de alguien que
pudiera ayudarle a hacer funcionar su nuevo
ecualizador. Es una pena que no pueda llevar eso
a clase. Todos se fijaran en m. Lo que ms le
molestaba era que el demonio haba regresado el
jueves y se haba vuelto a marchar para
conseguirle el rifle sin decirle siquiera que la
haba fastidiado.
Cuando advirti que el peridico del sbado

costaba un dlar veinticinco estuvo a punto de


cambiar de idea, pero la noticia trataba sobre l,
al menos de algn modo, as que, refunfuando,
introdujo las monedas en el cajetn del
expendedor. Adems, necesitaba saber lo que el
demonio haba hecho para poder castigarlo esa
noche. Mientras lo mantuviera atrapado en el
pentagrama, deba de existir una manera de
daarlo o castigarlo...
Con el diario guardado bajo su brazo se hubiera
llevado dos, pero la edicin del sbado era
demasiado voluminosa se encamin hacia la
pequea tienda de la esquina para comprar una
bolsa de carbn. Solo le quedaba una y necesitaba
tres para realizar el ritual.
Desgraciadamente, le faltaban setenta y seis
centavos.
Qu?
Las bolsas de carbn valen tres dlares y

cincuenta y nueve centavos, ms el impuesto de


veinticinco centavos, lo que hace un total de tres
dlares y ochenta y cuatro centavos. Y t solo
tienes tres dlares y ocho centavos.
Mire, se lo dejar a deber.
La anciana sacudi la cabeza.
Lo siento. No fiamos.
Norman entrecerr los ojos.
Yo nac en este pas. Tengo mis derechos
trat de alcanzar la bolsa, pero la mujer la
escondi debajo del mostrador.
No fiamos repiti, esta vez con ms firmeza.
Norman se dirigi al otro lado del mostrador, pero
cuando se encontraba a medio camino, la mujer
sac una escoba de alguna parte y comenz a
blandirla contra l. Recogiendo su dinero,

retrocedi precipitadamente.
Probablemente sabe kung fu o algo semejante.
Volvi a colocar el peridico bajo su brazo y se
dirigi hacia su apartamento. Durante el trayecto,
volvi a dar una patada al expendedor de
peridicos. El cajero automtico ms cercano
cerraba a las seis. Era imposible llegar a tiempo.
Tendra que dirigirse al centro comercial al da
siguiente para encontrar uno abierto.
Y todo aquello por culpa de la anciana seora.
Cuando hubiese administrado un castigo apropiado
al demonio y se hubiese asegurado de que Coreen
reciba lo que se mereca, puede que tuviese
tiempo para hacer algo en lo referente al problema
de la inmigracin.
El latido de su cabeza se hizo an ms intenso.

***

Mira esto!
Restregndose el rostro con las manos, Vicki
respondi sin levantar la mirada.
Ya lo he ledo. Yo lo traje, recuerdas?
Es que la ciudad entera ha perdido la cabeza?
La ciudad entera est aterrorizada, Henry
volvi a ponerse las gafas y suspir. Pese a que no
tena la menor intencin de contrselo, lo cierto
era que ella misma haba dormido la noche
anterior con la luz encendida y todava tena muy
presente la sensacin de un despertar brusco, con
el corazn en la garganta, empapada de sudor,
segura de que algo estaba trepando por la escalera
de incendios en direccin a su ventana. T has
tenido muchos aos desde 1536 para
acostumbrarte a la muerte violenta. El resto de
nosotros no somos tan afortunados.
Los tres peridicos del sbado mostraban la

noticia de la sptima muerte en portada, como si


pretendieran compensar la falta de noticias tpica
del Viernes Santo. Ninguno de ellos olvidaba
enfatizar el hecho de que tambin esta vez el
cadver haba sido encontrado sin sangre, y los
tres, incluyendo el ms serio diario nacional que
finalmente haba tenido que unirse a la comitiva,
incluan artculos sobre vampiros, columnas de
opinin sobre vampiros, digresiones histricas y
cientficas sobre vampiros, al mismo tiempo que
proclamaban abiertamente que tales criaturas no
existan realmente.
Sabes cmo acabar todo esto? Henry arroj
el peridico que sostena contra el sof. Se abri y
la mitad de las pginas se desparramaron por el
suelo.
Vicki gir sobre s misma para encararse a l
mientras abandonaba su limitado campo de visin.
Con un incremento de las ventas? pregunt,

reprimiendo un bostezo. Despus de pasar todo un


da leyendo informes de incidencias le dolan
terriblemente los ojos, y la noticia de que el
individuo que se dedicaba a invocar al demonio
haba decidido recurrir a armas ms
convencionales era todo lo que necesitaba or.
Henry, incapaz de permanecer quieto, atraves la
habitacin en cuatro furiosas zancadas, dio la
vuelta y volvi a hacerlo. Apoyando los brazos
contra el respaldo del sof, se inclin hacia ella.
Tienes razn. La gente tiene miedo. Y los
peridicos, por la razn que sea, han decidido
darle un nombre a ese miedo: vampiro se
incorpor y se pas una mano por el cabello. La
gente que escribe estas noticias no cree en
vampiros y la mayora de quienes las leen
tampoco, pero estamos hablando de una cultura en
la que hay ms gente que conoce su signo
astrolgico que su grupo sanguneo. En alguna
parte, all fuera, hay alguien que se est tomando

todo esto muy en serio y que est dedicando su


tiempo a afilar estacas.
Vicki se encogi de hombros. Sus palabras tenan
mucho sentido, y ciertamente no sera ella la que
ejerciera el papel de abogado defensor de la
naturaleza y costumbres de sus contemporneos.
Una de las cadenas locales emite Drcula hoy.
Oh, magnfico Henry hizo un gesto de rechazo
con ambas manos y comenz a caminar de nuevo
. Ms combustible para el fuego. Vicki, tanto t
como yo sabemos que hay por lo menos un
vampiro que vive en Toronto y, por lo que a m se
refiere, preferira no encontrarme con que algn
ciudadano, arrojado a un frenes asesino por los
medios, hiciera algo que yo pudiera lamentar
basndose en el estpido hecho de que jams me
ha visto de da hizo una pausa y respir
profundamente. Y lo peor de todo es que no
puedo hacer absolutamente nada al respecto.

Vicki se puso en pie y camin hasta encontrarse


junto a l frente a la ventana. Poda comprender
cmo se senta.
Dudo que sirva de mucho, pero tengo una amiga
que escribe una columna de inters humano en uno
de los peridicos sensacionalistas. La llamar
cuando llegue a casa, a ver si puede hacer algo
para apaciguar algo toda esta historia.
Qu piensas decirle?
Exactamente lo mismo que t acabas de decirme
sonri. Salvo la parte sobre que el vampiro
que vive en Toronto.
Henry logr devolverle una sonrisa torcida.
Gracias. Probablemente pensar que te has
vuelto loca.
Vicki se encogi de hombros.

Yo era una poli, recuerdas? Ella ya piensa que


me volv loca hace dcadas.
Vicki se encontr con su propia mirada reflejada
en el cristal. Por primera vez adverta que Henry
Fitzroy, nacido en el siglo diecisis, era diez
centmetros ms bajo que ella. Por lo menos. Ella
siempre haba sido una esnob en lo referente a la
estatura y lo reconoca. Por eso le sorprendi
descubrir que en este caso no le importaba en
absoluto. Sus orejas se pusieron tan rojas como lo
haban hecho las mejillas del joven agente de
aquella maana. Carraspe y pregunt:
Vas a volver esta noche al Humberd?
El reflejo de Henry asinti, sombro.
Y cada noche, hasta que algo ocurra.

***
Anicka Hendle acababa de terminar un turno

agotador en Emergencias. Mientras aparcaba el


coche en la calle de su casa, no poda pensar en
otra cosa ms que en la cama. Ni siquiera los vio
hasta que casi haba llegado al porche.
Roger, el hermano mayor, aguardaba sentado en el
escaln ms alto. Bill, el ms joven, permaneca
sobre el helado csped, apoyndose contra la casa.
A su lado, inclinado contra el muro que haba tras
l, haba algo que pareca un palo de hockey. La
luz no era suficientemente buena como para
asegurarlo. Los dos, junto a toda una coleccin de
amigos, vivan de alquiler en la casa contigua, y
aunque Anicka se haba quejado en ms de una
ocasin al casero por causa del ruido y de la
suciedad, no pareca haber manera de librarse de
ellos. Saltaba a la vista que se haban pasado toda
la noche bebiendo. Poda oler la cerveza.
Buenos das, seora Hendle.
Justo lo que ella necesitaba, un encuentro con los

Hermanos Dalton.
Puedo hacer algo por ustedes caballeros?
normalmente eran demasiado torpes o estaban
demasiado bebidos para que el sarcasmo tuviera
algn efecto sobre ellos, pero no haba perdido la
esperanza.
Bien... la sonrisa de Roger era un tajo
iluminado en medio del valo gris de su cara.
Puedes contarnos por qu nunca te vemos de da.
Anicka suspir; estaba demasiado agotaba para
tratar con cualquier idea estpida que se les
acabase de ocurrir.
Soy enfermera; estoy en el turno de noche
dijo. Habl lentamente, pronunciando las palabras
con claridad. Por consiguiente, trabajo durante
las noches.
No basta Roger tom otro largo trago de la
botella que sostena en la mano izquierda. La mano

derecha segua escondiendo algo que reposaba


sobre sus rodillas. Nadie trabaja de noche todo
el tiempo.
Yo s era ridculo. Reanud su camino. Y
ahora ser mejor que volvis al sitio del que
habis salido antes de que llame...
Unas manos la aferraron por lo hombros,
tomndola por completo por sorpresa.
A quin vas a llamar? inquiri Bill,
apretndola contra su cuerpo.
Repentinamente aterrorizada, se debati
frenticamente tratando de liberarse.
Nosotros tres la voz de Roger pareca llegar
desde muy lejos nos vamos a quedar aqu
quietecitos hasta que salga el sol. Luego ya
veremos.
Estaban locos. Ambos estaban locos. El pnico le

dio la fuerza que necesitaba y se liber del abrazo


de Bill. Corri tambalendose hacia las escaleras
del porche. Esto no poda estar ocurriendo de
verdad. Tena que llegar a casa. En casa estara a
salvo.
Vio que Roger se interpona en su camino. Deba
pasar sobre l. Apartarlo de su camino.
Entonces repar en el bate de bisbol que haba en
su mano.
La fuerza del golpe la envi de vuelta al csped.
Su boca y su nariz estaban destrozadas. No poda
reunir el aire suficiente para gritar.
Derramando sangre por toda la cara, se alz sobre
las rodillas y los codos y trat de alcanzar la casa.
Si puedo llegar a casa, estar a salvo.
El sol est saliendo. Trata de esconderse dentro
de la casa.

Eso es prueba suficiente para m.


Haban afilado uno de los extremos del palo de
hockey. Los dos hombres se apoyaron sobre l y
apretaron con todas sus fuerzas. La madera
atraves la chaqueta, luego el uniforme, despus la
carne y los huesos y por fin se clav en la tierra.
Mientras el primer rayo de sol se deslizaba por
encima del garaje, Anicka Hendle patale una
ltima vez y entonces se qued inmvil.
Ahora vamos a ver jade Roger mientras
apartaba a un lado su cerveza..
La luz del sol se movi con lentitud sobre el patio,
toc un zapato blanco y delicadamente se derram
sobre todo el cuerpo. La sangre, vertida sobre la
tierra helada, arda con una luz carmes.
No ocurre nada Bill se volvi hacia su
hermano; los ojos muy abiertos, el rostro, un
plido pergamino. Se supona que tena que

convertirse en polvo, Roger.


Roger retrocedi dos pasos y vomit
ruidosamente.

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Captulo 10
Levantaos todos para escuchar la palabra del
Seor. Leeremos hoy el Evangelio segn san
Mateo, captulo veintiocho, versculos uno al siete.
Alabada sea la palabra del Seor.
Al terminar el Sabbat, mientras comenzaba a
amanecer el primer da de la semana, vinieron
Mara Magdalena y la otra Mara para ver el
sepulcro. Y, contemplad el portento, hubo un
gran terremoto; porque el ngel del Seor
descenda a la Tierra, y vino e hizo rodar la
piedra que obstrua la entrada, y se sent sobre
ella. Su semblante era como el relmpago y su
tnica, blanca como la nieve: y por miedo de l,
los guardianes temblaron y se quedaron como
muertos. Y el ngel alz la voz y dijo a las
mujeres: no temis, porque s que buscis a
Jess, el que fue crucificado. No se encuentra

aqu: porque ha subido a los cielos, como fue


predicho. Venid, contemplad el lugar en el que
yaca el Seor. Y marchad rpidamente y
contadle a los discpulos que l se ha levantado
de entre los muertos; y maravillaos, porque l ha
marchado delante de vosotras a Galilea; all lo
vern. No olvidis lo que os he dicho. As
terminaba la leccin.
El Gloria que se enton entonces pareci ir a
levantar el tejado de la iglesia y, durante unos
momentos, la fe en la vida eterna prometida por el
Dios cristiano fue suficiente para alzar un brillante
muro entre el mundo y las fuerzas de la oscuridad.
Por desgracia, no dur demasiado.

***
Atrs, por favor. Hganse a un lado.
Con las manos atadas a la espalda, los dos

hermanos fueron conducidos a travs de la


barricada policial hasta el paseo. Los vecinos y
curiosos se echaron hacia delante y luego
retrocedieron, como un mar viviente que rompiera
contra un acantilado de uniformes azules. Ninguno
de los dos repar en la presencia de los
espectadores. Roger, apestando a vmito, se
agitaba, sacudido constantemente por las arcadas y
William sollozaba en silencio. Sin demasiadas
contemplaciones fueron introducidos en uno de los
coches patrulla, rodeados por los constantes
chasquidos producidos por los disparos de media
decena de cmaras.
Ignorando a los periodistas y sus incesantes
preguntas formuladas a gritos, dos de los agentes
subieron al coche, encendieron la sirena y
maniobraron a travs de la multitud que abarrotaba
el paseo. Los otros dos se aadieron al grupo que
impeda el acceso al callejn. El investigador al
cargo del caso haba dicho: No se habla con los
medios, con un tono que no dejaba lugar a dudas.

A continuacin sacaron el cadver. Al moverse, la


camilla provocaba una macabra parodia de vida
en el interior de la bolsa de plstico. Una docena
de pares de pulmones jadearon y volvieron a
comenzar los disparos de las cmaras fotogrficas,
mientras por encima de todo ello se escuchaba el
zumbido de la crnica realizada en el lugar de los
hechos por un reportero de televisin. El aroma
suavemente antisptico del equipo de los
investigadores dejaba un rastro casi visible sobre
el hmedo aire de la maana.
La he visto antes de que los polis la metieran en
la bolsa relataba una vecina a una audiencia
vida de detalles. Hizo una pausa, disfrutando de
la importancia del momento y se arregl el abrigo
con el que cubra su camisn de franela. Su cara
estaba completamente contusionada y tena las
piernas abiertas asintiendo con gesto de
sabidura, aadi. Supongo que ya saben lo que
eso significa.

Quienes la escuchaban imitaron su gesto.


Mientras la ambulancia abandonaba el lugar, los
policas comenzaron a dispersarse, apartndose
del camino de Mike Celluci y su compaero, que
acababan de aparecer.
Quiero declaraciones de todo el que haya visto
algo o crea que haya visto algo orden Celluci.
En cualquier otro momento le habra divertido la
reaccin de la multitud. La mitad de quienes la
componan se pavoneaban por el lugar mientras el
resto trataba de escabullirse sin atraer la atencin.
Aquella maana, sin embargo, estaba muy lejos de
sentir ninguna alegra. Aquel asesinato no tena el
menor sentido, y eso le causaba una rabia tan fra
que comenzaba a dudar si alguna vez volvera a
sentirse bien.
Los periodistas, para quienes la noticia era ms
real que lo que de hecho haba ocurrido,
aparecieron por todas partes, demandando alguna

clase de declaracin por parte de la Polica. Los


dos investigadores de Homicidios los apartaron
silenciosamente hasta llegar a su coche. Un
rudimentario instinto de conservacin impidi a
todos los periodistas interponerse en su camino.
Mientras Celluci abra la puerta del coche, Dave
se inclin hacia l y murmur:
Tenemos que decir algo, Mike. Si no lo
hacemos, solo Dios sabe lo que se inventarn
Celluci lanz una mirada iracunda a su compaero,
pero ste no retrocedi. Lo har yo si lo
prefieres.
No dedic una mirada ceuda a la manada de
chacales y alz la voz. Anicka Hendle est
muerta por culpa de las estpidas historias que
habis estado difundiendo sobre los vampiros.
Sois tan responsables como los dos cretinos que
acabamos de llevarnos detenidos. Estupenda
noticia. Espero que os sintis orgullosos de ella.

Se coloc al volante y cerr la puerta del coche


con fuerza suficiente como para que el eco pudiese
escucharse en las casas vecinas.
Un periodista se destac de la masa aturdida,
micrfono en mano, pero Dave Graham sacudi la
cabeza.
Yo no lo hara sugiri tranquilamente.
Todava con el micrfono encendido, el periodista
se detuvo y toda la manada observ cmo los dos
investigadores abandonaban el lugar. Un silencio
antinatural rein sobre la escena hasta que el
coche desapareci al otro extremo del callejn y
entonces, una voz volvi a poner en marcha a los
periodistas.
La he visto antes de que los polis la metieran en
la bolsa...

***

Todava tienes esa amiga en el peridico?


Celluci? Vicki se apoy sobre su
reclinatorio, colocando el telfono sobre sus
rodillas. De qu demonios ests hablando?
De esa tal Fellows, la que escribe en el diario
sensacionalista. Todava la ves?
Vicki frunci el ceo.
Bueno, no se puede decir exactamente que me
vea con ella...
Por el amor de Dios, Vicki, no es el momento
de ser tmidos! No te estoy preguntando si os
estis acostando; hablas con ella o no?
S de hecho, pensaba llamarla aquella misma
tarde para ver si poda hacer algo que aliviara el
miedo de Henry hacia las hordas de ciudadanos
armados con estacas y ristras de ajo. Qu extraa
casualidad haba llevado a Mike Celluci a pensar

en Anne Fellows aquel mismo da? Solo se haban


encontrado una vez y, la verdad es que no parecan
haberse gustado. En realidad se haban pasado
toda la fiesta dando vueltas el uno alrededor del
otro como perros que se buscasen la garganta.
Por qu?
Coge un bolgrafo y un papel. Hay algunas cosas
que quiero que le digas.
La seriedad de su tono hizo que Vicki se
apresurase a hacer lo que se le peda. Cuando l
comenz a hablar, ya tena entre las manos un
bolgrafo y una libreta de notas manchada de caf.
Cuando l hubo terminado, ella dej escapar un
tranquilo improperio.
Jess, Mike. Supongo que los jefazos no saben
que me ests proporcionando esta informacin,
verdad? al otro lado del telfono se escuch un
suspiro abatido y, antes de que l pudiera hablar,
ella dijo. No importa. Era una pregunta

estpida.
No quiero que esto vuelva a ocurrir, Vicki. Los
peridicos empezaron esto. Ellos pueden ponerle
fin.
Vicki repas los detalles de la vida y la muerte de
Anicka Hendle, garabateados entre hojas de papel
de su propia mano, y no le cost comprender la
rabia y la frustracin de Celluci. De hecho, un eco
de aquella misma rabia y aquella misma
frustracin recorra su espina dorsal como un dedo
helado.
Har lo que pueda.
Esperemos que sea suficiente.
Reconoci al instante la finalidad de esta ltima
frase y supo que l estaba colgando. Grit su
nombre. Los segundos que tuvo que esperar antes
de saber que l la haba odo fueron los ms largos
que haba pasado en mucho tiempo.

Qu? gru l.
Estar en casa esta noche.
Ella poda escuchar su respiracin as que supo
que segua al aparato.
Gracias dijo Celluci al fin. Colg de forma
casi cuidadosa.
Desde donde se sentaba, junto a la pared trasera
de Druxy, Vicki poda ver la puerta, as como la
mayor parte de las calles Bloor y Yonge a travs
de las enormes ventanas. Haba decidido que la
historia era demasiado importante como para
arriesgarse a una conversacin telefnica que
pudiese provocar algn malentendido, y haba
logrado convencer a Anne para que se encontraran
en aquel lugar a la hora de la comida. Saba que,
hablando cara a cara, contaba con ms
posibilidades de convencer a la columnista de que
la prensa tena parte de la responsabilidad en que
no se produjera un segundo caso como el de

Anicka Hendle.
Mordi descuidadamente el extremo de cartn
plegado de su vaso de caf. Henry deseaba que la
prensa dejase de cubrir el asunto del vampiro
para protegerse y Vicki se haba mostrado de
acuerdo en ayudarlo en todo lo que pudiera.
Debiera haberse dado cuenta de que Henry no era
el nico que se encontraba en peligro. El vaso se
rompi y ella solt un improperio cuando el caf
caliente se verti sobre su mano.
Valiente detective. Podra haberte golpeado en
la cabeza con una barra de hierro y ni siquiera te
habras dado cuenta de que me encontraba aqu.
Cmo...?
He entrado por la pequea puerta de la esquina
este, oh gran investigadora Anne Fellows tom
asiento frente a Vicki y se sirvi cuatro sobres de
azcar en el caf. Y ahora, qu es eso tan
importante como para que tengas que arrastrarme

fuera de la oficina en medio de un da de lluvia?


Vicki removi su aperitivo con un palillo. No
saba cmo comenzar.
Una mujer ha sido asesinada esta maana...
Odio reventar la burbuja en la que vives,
cario, pero muchas mujeres son asesinadas todas
las maanas. Qu hace que este caso sea tan
especial como para que hayas decidido
compartirlo conmigo?
Este es diferente. Has ledo ya los peridicos
de hoy? Has escuchado las noticias?
Anne pas la mirada sobre su bocadillo de carne
acecinada.
Dame un respiro, Vicki. Es sbado de Pascua y
no estoy de servicio. Ya es suficientemente malo
tener que revolcarse en esa mierda durante toda la
semana.

Bien, entonces djame que te hable de Anicka


Hendle Vicki consult sus notas, ms para
aclarar sus pensamientos que en busca de
informacin. El asunto est relacionado con los
peridicos y las noticias sobre vampiros...
No, t tambin no! No podras creer la cantidad
de idiotas que han estado llamando a la redaccin
durante las ltimas dos semanas Anne tom un
sorbo de caf, frunci el ceo y le ech otro sobre
de azcar. No me lo digas: los nios estn
asustados y los vampiros no existen.
Vicki pens en Henry, escondido de la luz del sol
apenas a dos manzanas de distancia de aquella
misma tienda especializada en comida extica, y
despus en la joven mujer que haba sido
empalada con tal fuerza con un palo de hockey
afilado que su cuerpo haba sido atravesado y se
haba quedado clavada sobre el suelo como una
mariposa en la coleccin de un entomlogo.

Eso es exactamente lo que quiero que escribas


dijo a travs de los dientes apretados. Le
expuso entonces cada horripilante detalle del caso
de Anicka como si se encontrase en el estrado de
los testigos, sin dejar que su tono de voz tradujese
emocin alguna. Era la nica manera en que poda
hacerlo sin empezar a gritar o a arrojar cosas.
A poco de que su relato diera comienzo, Anne
dej su bocadillo sobre el plato. No volvi a
tocarlo.
La prensa inici esto dijo Vicki a modo de
conclusin. Y es responsabilidad de la prensa
ponerle fin.
Por qu me has llamado precisamente a m?
Haba muchos periodistas en la escena del crimen.
Porque una vez me dijiste que la diferencia
entre un reportero y un columnista es que el
columnista puede permitirse el lujo de no solo
preguntar, sino tambin tratar de responder.

Anne levant las cejas.


Todava te acuerdas de eso?
No suelo olvidar muchas cosas.
Las dos mujeres bajaron la mirada hacia las notas
y Anne suspir con suavidad.
Tienes suerte las recogi. Vicki hizo un gesto
afirmativo mientras ella las guardaba en su
mochila. Har lo que pueda, pero no te prometo
nada. La ciudad est llena de capullos y no todos
leen lo que yo escribo. Supongo que no servir de
nada que te pregunte dnde conseguiste esta
informacin la mayor parte eran detalles que
normalmente no se revelaban a la prensa. No
importa se levant. Puedo utilizarla sin
mencionar el nombre de Celluci. Espero que seas
consciente de que has arruinado mi domingo.
Vicki asinti y arrug el vaso vaco.

Feliz fin de semana de Pascua.

***
Henry Fitzroy no puede ponerse en este
momento, pero si deja su nombre y su nmero de
telfono despus de la seal, se pondr en contacto
con usted tan pronto como le sea posible. Si eres
t, Brenda, deja de preocuparte. Lo tendr
acabado antes de la fecha lmite.
Mientras sonaba el tono, Vicki se pregunt quin
sera Brenda y que sera aquello que Henry tena
que acabar. Entonces record al Capitn Macho y
a la joven damisela de los senos turgentes. La idea
de un vampiro con un contestador automtico
continuaba divirtindola, aunque tena que admitir
que resultaba muy til. Criaturas de la noche,
bienvenidas al siglo veinte.
Henry, soy Vicki. Mira, no tiene mucho sentido
que vaya a verte esta noche. No tenemos nada

nuevo y la verdad es que no puedo ayudarte con tu


vigilancia. Llmame si ocurre algo. Si no, yo te
llamar maana.
Frunci el ceo mientras colgaba. No poda evitar
que, cuando le hablaba a una mquina, su voz
sonase un poco como la de Jack Webb narrando
los viejos episodios de Dragnet.
Jurara que tena un queso dans por alguna
parte musit. Volvi a colocarse las gafas en su
sitio. El viernes tena un buuelo.
Recogi su abrigo y su bolso y se dirigi hacia la
puerta. Cuando Celluci saliese de la comisara, se
dirigira a casa de su abuela para pasar el domingo
de Pascua en compaa de una congregacin de
tos, tas, primos y sus respectivas descendencias.
Ocurra todos los aos y, salvo que tuviera que
trabajar, no exista una excusa lo suficientemente
buena como para no presentarse. Si no poda
conseguir de ellos lo que necesitaba y despus

de lo ocurrido con Anicka Hendle, dudaba que lo


consiguiese; al margen de lo mucho que su familia
lo apoyase y quisiese, no podran comprender su
rabia y su frustracin dejara la celebracin
sobre las ocho. Eso le dejaba tiempo para ir a
revisar los informes de incidencias de otra
divisin.
Mientras cerraba la puerta, el telfono comenz a
sonar. Se detuvo, mirando el interior del
apartamento a travs de una rendija de quince
centmetros. No poda ser Henry. No crea que
fuera Celluci. Coreen se encontraba todava fuera
de la ciudad. Probablemente se trataba de su
madre. Cerr la puerta. Hoy no estaba preparada
para la culpa.

***
... as como todos los cables, el generador y un
supresor de corriente. En suma, un sistema
completo Vicki tamborile con el extremo de su

bolgrafo sobre el informe. Lo que ella saba de


ordenadores cabra fcilmente en la punta de un
alfiler, y todava dejara espacio suficiente para
que una pareja de ngeles bailaran un tango pero,
si haba ledo bien los nmeros, el sistema que
haba sido sustrado del almacn cerrado y
vigilado de la tienda de ordenadores haca que el
pequeo clnico que ella tena en su apartamento
pareciera un baco.
Vaya, vaya. Pero si es la Victoria Alada.
Los labios de Vicki dibujaron una mueca. Despus
de un instante, la modific unos milmetros a cada
extremo, logrando casi esbozar una sonrisa.
Sargento de personal Gowan. Qu inesperado
placer.
Gowan no se molest en esconder su desagrado.
Recogi bruscamente los informes que haba sobre
la mesa y se volvi para encararse con el agente
de guardia.

Qu coo est una civil haciendo aqu? agit


los papeles delante de su cara. Y dnde
consigui la autorizacin para consultar esto?
Bueno, yo... comenz el sargento de guardia.
Gowan lo cort.
Quin coo eres t? Esta es mi comisara y yo
decido quin puede venir y quin no impuls la
barriga en direccin a Vicki y sta tuvo que
levantarse a toda prisa, para no quedar atrapada
detrs de la mesa. Me importa una mierda qu
clase de investigadora cojonuda fuera en el
pasado. Esta civil no tiene ninguna jodida cosa que
hacer en los alrededores de este edificio.
No hace falta que le d un infarto, sargento de
personal. Vicki se puso el abrigo y se colg el
bolso sobre el hombro. Ya me marcho.
Exacto, coo. Ya te marchas. Y no vas a volver,
Nelson. Recuerda que las venas de su garganta

se hincharon y un destello de odio llame en sus


plidos ojos no me importa a quin tuviste que
chuprsela para conseguir tu rango. El caso es que
ya no lo tienes. No lo olvides!
Vicki sinti que los msculos de su mandbula se
tensaban por el esfuerzo de mantener el control. En
su mano derecha, el lpiz se parti. El chasquido
de la madera al romperse reson por toda la
tranquila comisara como la detonacin de una
escopeta. El operador de radio dio un respingo,
pero ni l ni el sargento de guardia dijeron una
sola palabra. Ni siquiera parecan estar
respirando. Movindose con precisin frgil,
Vicki dej caer ambos fragmentos del lpiz en una
papelera y avanz un paso. Su mundo se centraba
en los dos acuosos crculos azules que la miraban
con desprecio debajo de unas cejas gris-plateado.
Dio otro paso. Sus dientes estaban apretados con
tal fuerza que la tensin zumbaba en sus odos.
Vamos sonri l con desprecio. Golpame.

Har que te detengan tan rpido que tu culo estar


entre rejas antes de que tu cabecita sepa lo que ha
pasado.
Apretando los dientes y las uas, Vicki logr
mantener a raya su furia. Perder los estribos no
servira de nada y adems, por mucho que odiara
admitirlo, Gowan tena razn. Su rango ya no la
protega de l ni del sistema. Maniobrando de
alguna manera alrededor de la neblina roja de su
rabia, logr salir de la comisara.
Una vez en los escalones, comenz a temblar y
tuvo que apoyarse contra el muro de ladrillos hasta
calmarse. Tras ella, poda or cmo la voz de
Gowan se levantaba de nuevo. En este preciso
momento, el sargento de guardia estara
soportando el chaparrn de su clera y la
enfureca que no hubiera nada que ella pudiera
hacer para impedirlo. De haber sabido que el
sargento de personal pensaba presentarse en la
comisara en su da libre, ni siquiera todas las

hordas del Infierno la habran obligado a acudir


all.
Desde siempre, Gowan haba aspirado
desesperadamente a alcanzar el rango de detective,
pero jams haba logrado abandonar el uniforme.
Ignorando el hecho de que, en muchos aspectos,
eran los sargentos de personal los que dirigan el
Cuerpo, deseaba con todas sus fuerzas llegar a ser
un detective, pero haba sido superado dos veces a
la hora de las promociones y ahora saba que
nunca lo conseguira. Haba odiado a Vicki por su
xito y la odiaba todava ms porque era una mujer
que haba conseguido vencer a los chicos en su
propio juego. Final y definitivamente, la odiaba
porque en una ocasin, despus de habrselo
encontrado dando una paliza a un muchacho en las
celdas, le haba hecho objeto de una severa
reprimenda.
El sentimiento era mutuo. El poder siempre atrae
a quienes abusan de l. Nunca haba olvidado

aquella leccin, recibida en las conferencias de


orientacin de la academia de la Polica. Algunos
das resultaba ms fcil de recordar que otros.
Estaba demasiado nerviosa como para volver
andando, as que par un taxi, pensativa. Malditos
los veinte dlares que iba a costarle el viaje a
casa.
La tarde haba sido una total prdida de tiempo.
Llamara a un amigo que saba de ordenadores y le
dara los datos del sistema robado. Quiz l
pudiera proporcionarle alguna idea del uso que
poda darse a una mquina como aquella. Supona
que vala casi para cualquier cosa, pero no perda
nada por preguntar y, quien sabe, quiz
consiguiese alguna otra pista sobre el individuo
que estaba invocando al demonio.
Se acomod lo mejor que pudo sobre la tapicera,
que despeda un olor a establo, mientras la lluvia
golpeaba las mugrientas ventanas del taxi. Despus

de todo, cuntos piratas informticos con


chaqueta de cuero, un rifle de asalto y su propio
demonio personal puede haber en Toronto?

***
Celluci se present poco despus de las nueve.
Vicki examin su expresin durante largo rato.
Dijo:
Te han tratado con guantes de seda.
Como si estuviesen caminando sobre cscaras
de huevo reconoci l con expresin enfadada.
Tienen buena intencin.
No me hables de sus intenciones arroj el
abrigo sobre una silla. Las conozco
perfectamente!
La pelea que sigui los dej a ambos exhaustos.

Cuando termin y cuando asimismo hubo


terminado su inevitable consecuencia, Vicki apart
los hmedos cabellos de la frente de Celluci y
tiernamente deposit un beso sobre ella. l suspir
sin abrir los ojos, pero la abraz con ms fuerza.
Tirando del edredn con un dedo, lo extendi
sobre ambos, volvi a apretarse contra l y apag
la luz.
Haba buenas razones para que numerosos policas
se entregasen al abuso de una u otra clase de
sustancias. Durante los cuatro aos que haba
durado su relacin, hasta que Vicki abandonase el
Cuerpo, ella haba sido la vlvula de escape de
Celluci y l lo haba sido para ella. Solo porque la
situacin haba cambiado, esto no tena por qu
hacerlo. Ella no saba lo que haba sido de l
durante los ocho meses que haban estado sin
hablarse. Y no quera saberlo.
Apartando un poco su cuerpo para ponerse ms
cmoda, Vicki cerr los ojos. Adems,

considerndolo todo, no quera dormir sola. Sera


agradable tener a alguien clido a quien agarrarse
cuando las pesadillas se presentasen.

***
El viento doblaba los rboles que rodeaban el
cementerio. Sus siluetas eran desiguales y
salvajes. Henry se estremeci. Tres noches de
espera haban afilado su susceptibilidad. Deseaba
una lucha de cualquier clase.
Hasta perder sera mucho mejor que esto.
Sus conocimientos sobre los demonios estaban
llenos de lagunas que la imaginacin deba llenar y
su imaginacin lo haca servicialmente.
La senda de poder, esperando todava un ancla,
trepidaba malhumorada. El domingo de Pascua
haba llegado y la simblica resurreccin de
Cristo la debilitaba.

Entonces cambi.
El latido se aceler y la oscuridad se espes.
Haba all algo ms que la noche.
En algn lugar, Henry lo supo inmediatamente, el
pentagrama haba sido dibujado. El fuego ya
estaba encendido. La llamada haba comenzado.
Su cuerpo se tens y extendi sus sentidos,
preparado para cerrar su propio pentagrama a la
menor seal. Era l. El demonio menor. Si no
lograba detenerlo, lo seguira el maestro. Y con l,
el fin del mundo. Su mano derecha se alz y traz
en el aire el signo de la cruz.
Seor, prstame tu fuerza.
Lo siguiente que supo fue que se encontraba de
rodillas sobre la tierra hmeda. De sus ojos,
sensibles a la luz, brotaban lgrimas mientras una
detrs de otra, innumerables imgenes de gloria
danzaban en el interior de sus prpados.

***
La tercera gota de sangre cay sobre las brasas y
el aire que haba sobre el pentagrama se
estremeci y cambi. Norman se sent sobre sus
talones y esper. Aquella misma tarde haba
averiguado dnde viva Coreen. Piratear los
archivos de la universidad sobre los estudiantes
haba resultado insultantemente fcil. Aquella
noche no habra errores. Ella pagara por lo que le
haba hecho.
El latido de su cabeza creci y creci hasta que
pareci que todo el mundo pareci estar
trepidando con l.
Arrug la frente mientras el trmulo brillo se haca
ms pronunciado y la vaga silueta de la criatura
comenzaba a aparecer a la vista. Pareca estar
luchando contra algo, debatindose contra algn
oponente invisible. Su boca se abri en un
silencioso aullido y abruptamente, el pentagrama

qued vaco.
En el mismo instante, las brasas que haba sobre el
hibachi ardieron con tal fuerza que Norman tuvo
que apartarse hacia atrs para evitar que las
llamas lo alcanzaran. El latido se convirti en un
agudsimo zumbido. Desesperado, Norman se tap
los odos con las manos, pero aquello sigui y
sigui y sigui.
Durante tres o cuatro segundos, unas llamas de
casi dos metros danzaron frente a sus ojos.
Entonces, el acero templado del hibachi se fundi
y se convirti en escoria, las llamaradas
desaparecieron y un golpe de viento proveniente
del centro del pentagrama apag la velas y las
arroj contra la pared, donde quedaron aplastadas.
Esto no es p-posible balbuci en medio del
repentino silencio.
El eco todava repicaba en sus odos, pero incluso
el latido haba desaparecido, dejando tras de s tan

solo un vaco doloroso. Una parte de su mente se


encogi llena de terror, mientras otra se negaba a
creer la evidencia de lo que acababan de
presenciar sus ojos.
El calor suficiente como para fundir el hibachi
debera de haber arrasado todo el apartamento.
Extendi una mano temblorosa y toc el enorme
grumo de metal fundido en que se haba convertido
la barbacoa. Las puntas de sus dedos crepitaron y
un segundo despus sinti el dolor.
Dola demasiado para gritar.

***
Cuando recobr la vista, Henry logr ponerse de
nuevo en pie a duras penas. Nada le haba
golpeado con tanta fuerza desde haca siglos. Sin
embargo, en ningn momento, ni siquiera durante
el primer instante de pnico que haba seguido a la

ceguera, haba credo que se trataba de la llegada


del Seor de los demonios. No saba por qu, pero
no haba podido creerlo.
Qu fue entonces? pregunt, apoyndose
contra un ngel de cemento mientras se limpiaba el
barro de las rodillas.
Apenas poda sentir ya la presencia maligna cuyo
nombre estaba siendo trazado. Se haba retirado
tan lejos como poda sin regresar al infierno.
Alguna idea, seor, seora...? pregunt
mientras se volva para mirar el nombre de la
lpida. Grabada en la piedra, a los pies del ngel,
se encontraba la respuesta.
Christus Resurrexit. Cristo ha resucitado.
Henry Fitzroy, vampiro, educado como un buen
catlico, cay de rodillas y enton silenciosamente
un Ave Mara... por si acaso.

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Captulo 11
Coreen atraves las puertas momentos antes de
que la clase diera comienzo y se dirigi hacia el
grupo de sus amigos. La mirada frgil y traslcida
de sus ojos revelaba que haba dormido poco y
haba llorado mucho. Incluso el brillo rojizo de
sus cabellos pareca haberse apagado.
El grupo se abri para hacerle sitio. En la
seguridad de aquel crculo, se le ofrecieron
numerosas sonrisas de simpata y conmocin. Pese
a que Janet haba sido amiga de todas ellas,
Coreen era la ltima que la haba visto con vida, y
eso le otorgaba a su dolor una inmediatez de la que
careca el resto.
Ninguno de ellos, y Coreen menos que nadie, haba
advertido la expresin de odio que atravesaba el
rostro de Norman Birdwell cada vez que miraba
en su direccin.

Cmo se atreve a seguir viva cuando yo dije que


iba a morir.
El latido haba regresado en algn momento a lo
largo de la noche. Cada pulso reafirmaba la
certeza de Norman de que el poder segua en sus
manos. Cada pulso demandaba que Coreen pagara
por lo que le haba hecho.
Coreen se haba convertido en el smbolo de todos
aquellos que alguna vez se haban redo de l. De
cada zorra que se haba abierto de piernas para los
chicos del equipo de ftbol americano pero no
para l. De cada estpido atleta que le haba
apartado como si no se encontrase all. Bien, de
hecho s que se encontraba all y pronto se lo
demostrara. Azuzara a su demonio sobre cada
uno de ellos... pero primero Coreen tena que
morir.
Con sumo cuidado, traslad su mano vendada
desde su regazo hasta el brazo de la silla. Despus

de pasar una noche entera casi sin dormir, haba


acudido al ambulatorio antes de ir a clase. Si eso
era por lo que pagaba su cuantioso seguro mdico,
no estaba impresionado.
Primero, le haban hecho esperar hasta que dos
personas que haban llegado antes que l fueran
atendidas a pesar de que, evidentemente, su
caso era ms urgente, y luego aquella estpida
vaca de la enfermera le haba hecho dao al
ponerle la gasa. Ni siquiera les haba interesado la
historia que haba preparado sobre cmo se haba
herido.
Sosteniendo su cartera sobre las rodillas en un
difcil equilibrio, extrajo el pequeo libro negro
que se haba comprado en el instituto para apuntar
los telfonos de las chicas. Las primeras cuatro o
cinco pginas haban sido arrancadas sin
contemplaciones y en la primera de las restantes,
bajo la palabra Coreen, Norman escribi
Centro Mdico Estudiantil.

A partir de este momento, pensaba saldar todas sus


cuentas.
No comprenda lo que haba fallado la noche
anterior. Haba realizado el ritual
meticulosamente, sin un solo fallo. Algo deba de
haber interferido. Algo haba detenido al demonio.
Algo haba detenido a su demonio. Norman frunci
el ceo. Evidentemente, existan cosas ms
poderosas que la criatura que convocaba para
hacer su voluntad. Eso no lo gustaba. No le
gustaba nada. Cmo se atreva nadie a interferir
con sus asuntos?
No vea ms que una solucin. Tena que
conseguir un demonio ms poderoso.
Despus de la clase, se dirigi al principio del
aula y se interpuso entre el profesor y la puerta. A
lo largo de los aos haba llegado a aprender que
la mejor manera de obtener respuestas era
bloquear la posibilidad de escape.

Profesor Leigh? Tengo que hablar con usted.


Con aire resignado, el profesor dej su pesado
maletn sobre el atril. Trataba de mostrarse
solcito y accesible con sus alumnos, consciente de
que unos pocos momentos dedicados a contestar a
sus preguntas podan clarificar el trabajo de todo
un semestre, pero Norman Birdwell era capaz de
acorralarlo solo para demostrar lo inteligente que
era.
Qu es esta vez, Norman?
Qu era esta vez? El latido de su mente se haba
hecho tan intenso que resultaba difcil concentrarse
y pensar. Haciendo un esfuerzo, logr recordarlo.
Se trata del tema de mi tesis. Dijo usted hace
tiempo que, al igual que existe una hueste de
demonios menores, tambin hay Seores
Demonacos. Supongo que stos, los Seores
Demonacos son los ms poderosos.

S, Norman. As es se pregunt por un


instante cmo se habra lastimado el joven los
dedos. Me imagino que se los pill en un tarro de
galletas metafrico...
Bueno, cmo puede saberse el que vas a
conseguir? Es decir, si vas a convocar a un
demonio, cmo puedes estar seguro de que el que
convocas es un Seor Demonaco?
El profesor Leigh alz las cejas. De pronto tena la
impresin de que aquella tesis iba a ser un
verdadero infierno. Por decirlo de alguna manera.
Norman, los rituales para convocar a un
demonio son extremadamente complicados...
Norman contuvo una sonrisa despectiva. Puede
que los rituales no estuviesen sistematizados y
descritos de forma especfica, pero no eran
complicados en absoluto. Naturalmente, nunca
sera capaz de convencer al profesor de eso. El
pobre crea que l saba algo.

Por qu se distinguen en el caso de un Seor


Demonaco?
Bueno, para empezar necesitas el nombre de
uno.
Dnde puedo encontrarlo?
No voy a hacer la investigacin por ti, Norman
el profesor recogi su maletn y se dirigi hacia
la puerta, esperando que Norman se apartase de su
camino. Pero ste se mantuvo exactamente dnde
se encontraba. Enfrentado con la alternativa de un
duelo de empujones o una rendicin, el profesor
Leigh suspir y se rindi.
Te sugiero que tengas una charla con la doctora
Sagara, de la biblioteca de la universidad de
Toronto, seccin Libros Raros. Es posible que
tenga algo que te sirva de ayuda.
Norman sopes por un momento el valor de la
informacin que le haba proporcionado y

entonces asinti y se apart, apoyndose contra la


pizarra. Era menos de lo que haba esperado, pero
al menos era un comienzo, y todava tena diez
horas hasta la medianoche.
Estupendo. Llamar a la doctora Sagara y le
dir que vas a ir a verla una vez en el pasillo, el
profesor Leigh sonri. Casi le hubiera gustado
estar presente para presenciar el choque entre la
fuerza irresistible y el objeto inamovible. Casi.
Unos copos de nieve se posaron hmedos sobre la
cara de Norman mientras esperaba la llegada del
autobs. Cambio el peso de un pie a otro. Estaba
contento de haber elegido los mocasines. Haba
descubierto que las botas de vaquero apenas
ofrecan proteccin contra el fro. La chaqueta de
cuero negro lo mantena razonablemente caliente,
aunque la amplia solapa tena la mala costumbre
de agitarse con el viento y azotarle la nuca.
El autobs se aproximaba. Norman camin hasta el

bordillo y al instante se vio engullido por una


oleada de estudiantes y fue empujado hacia atrs,
casi hasta el final de la cola. Todos sus esfuerzos
para recuperar su lugar fracasaron, y finalmente
decidi abandonar. Enfurecido, se dej llevar
hacia delante por el balanceo de la masa.
Simplemente espera... Movi su maletn,
ignorando que al hacerlo golpeaba la espinilla del
muchacho que se encontraba a su lado. Cuando
tenga a mi Seor Demonaco no habr ms colas,
no habr ms autobuses, no habr ms codazos.
Lanz una mirada a la espalda del alto y flacucho
joven al que perteneca el codo en cuestin. Tan
pronto como tuviera una oportunidad, le hara un
hueco en su lista.

***
Vicki se dej llevar por la corriente de estudiantes
y, conducida por ella, sali en el autobs. Las
conversaciones escuchadas a escondidas durante

el largo trayecto le haban enseado dos cosas:


que casi nada haba cambiado demasiado desde
los tiempos en que ella fuera a la universidad y
que el lenguaje, en cambio, pareca haber
experimentado una cierta transformacin.
... y entonces va mi viejo y me suelta que si me
quiero llevar el buga le tengo que decir a dnde
voy y...
Y lo ms deprimente de todo es que
probablemente est matriculado en Lengua Inglesa.
Vicki se abroch la chaqueta y lanz una rpida
mirada hacia el autobs. Las puertas acababan de
cerrarse detrs del ltimo estudiante que hua del
campus. Mientras ella miraba, el vehculo, lleno
hasta los topes, se puso en marcha. Bueno, de
modo que estaba all. Ya no poda cambiar de idea
hasta dentro de otros cuarenta minutos.
Se senta un poco estpida, pero la verdad es que
aquella era la nica idea que se le haba ocurrido.

Con un poco de suerte, el jefe del departamento de


informtica podra y estara dispuesto a hacerlo
decirle quin poda poseer o usar un equipo
como el que haba sido robado. Era posible que
Coreen tuviera informacin de utilidad para
ayudarla a encontrar la aguja viviente en aquel
pajar, pero cuando haba llamado a su
apartamento, hacia las 8:30, no haba obtenido
respuesta.
Despus de colocarse las gafas en su lugar,
comenz a atravesar el aparcamiento. Buscaba
chaquetas de cuero negro. Como Celluci haba
sealado, eran muy numerosas, tanto entre los
chicos como entre las chicas. Vicki saba
perfectamente que las caractersticas fsicas no
tenan nada que ver con la capacidad para cometer
crmenes, pero a pesar de ello sigui buscando.
Seguramente, alguien capaz de convocar a un
demonio debera mostrar alguna manifestacin
externa, un rasgo que revelase esa clase de
maldad.

***
Norman tom el primer asiento disponible. Su
mano herida debiera haberle hecho merecedor de
uno, pero ninguno de sus egostas y egocntricos
compaeros se dign a ofrecrselo. Y eso a pesar
de que los mir a todos y cada uno de ellos.
Malhumorado, extrajo la calculadora del bolsillo
delantero de su camisa y comenz a calcular el
tiempo que le iban a llevar sus gestiones en el
centro de la ciudad. En aquel mismo instante se
estaba perdiendo una clase de geometra analtica.
Sera la primera clase a la que faltaba en su vida.
A sus padres les dara un ataque si se enteraban.
No le importaba. Al igual que en el pasado se
haba dedicado a conseguir todos los
sobresalientes y matrculas de honor posibles
llevaba un minucioso registro de todas las notas
que haba obtenido en su vida, se haba
apercibido durante los ltimos das de que en la
vida haba cosas ms importantes.

Como saldar las cuentas.


Para cuando el autobs arrib finalmente a la
estacin del metro, Norman haba elaborado una
fantasa completa sobre la manera en que
reorganizara el mundo, un mundo en el que a los
deportistas y los de su clase se les colocara en el
lugar que les corresponda y en el que l
conseguira todo el respeto y las mujeres que se
mereca. Con la barbilla alta, descendi
pavonendose las escaleras que conducan a los
andenes, ajeno a las cejas alzadas y los mocasines
que lo seguan. Un mundo creado por Norman
Birdwell estara hecho para reconocer la vala de
Norman Birdwell.
Doctora Sagara?
Qu?
La vehemencia en la voz de la anciana sorprendi
ligeramente a Norman; ni siquiera haba
preguntado nada todava.

El profesor Leigh me dijo que deba hablar con


usted.
Sobre qu? lo examin por encima de sus
gafas.
Estoy trabajando en un proyecto sobre
demonios...
Los del Consejo de Direccin? se ri con
disimulo y entonces, al no percibir reaccin
alguna, sacudi la cabeza. Era un chiste.
Oh Norman la mir, molesto por la falta de
luz. Ya era suficientemente malo que la propia
Sala de Libros Raros estuviera a oscuras. Unas
cuantas luces fluorescentes seran un comienzo
decente hasta que toda aquella basura apestosa
pudiese ser volcada en una base de datos. Pero lo
que realmente no resultaba necesario era que
aquella presuncin reinase tambin en las oficinas.
La lmpara de cobre proyectaba una esfera de luz
dorada sobre el escritorio, pero el rostro de la

doctora Sagara estaba a oscuras. Mir a su


alrededor, buscando un interruptor en alguna
pared, pero no pudo encontrar ninguno.
Y bien? la doctora Sagara tamborile con
los dedos sobre el secante de su escritorio.
Qu es lo que el profesor Leigh piensa que tiene
su proyecto que ver conmigo? Por telfono result
particularmente poco especfico.
Necesito informacin sobre los Seores
Demonacos. Su voz adopt el ritmo del latido
de su cabeza.
Entonces necesitas un grimorio.
Un qu?
He dicho habl muy lentamente y enfatizando
cada palabra, como si se estuviera dirigiendo a un
idiota que necesitas un grimorio; un libro
arcaico, casi mitolgico, que versa sobre el saber
de los demonios.

Norman se inclin hacia ella, entornando un poco


los ojos al penetrar en la esfera de luz de la
lmpara.
Tiene usted uno?
Bien, el profesor Leigh parece creer que as es.
Norman apret los dientes. Ojal la universidad de
Toronto prestase ms atencin a los reglamentos
de jubilacin. Saltaba a la vista que aquella vieja
estaba senil.
Lo tiene?
No junt los dedos y se reclin sobre su
asiento. Pero si de veras est interesado, le
sugiero que contacte con un joven llamado Henry
Fitzroy. Vino a visitarme cuando se traslad a
Toronto. Era la viva imagen de su padre cuando
era joven, puede usted creerme. El padre senta un
gran amor por las antigedades, en particular por
los libros antiguos. Don algunos de los mejores

volmenes que tenemos aqu. Solo Dios sabe lo


que el joven Henry puede haber heredado.
Entonces, ese tal Henry Fitzroy posee un
grimorio?
Acaso me parezco a Dios? No s lo que posee,
pero si hay alguien que puede tener uno en esta
ciudad, ese es l.
Norman sac la agenda electrnica de su maletn.
Tiene su nmero?
S. Pero no voy a drselo. Ya sabe su nombre.
Bsquelo por su cuenta. Si no aparece en el listn
telefnico, es obvio que no desea ser molestado.
Norman se la qued mirando, perplejo. No poda
dejar de decrselo, o s? El latido se convirti en
un estruendo de timbales entre sus odos.
S, s que poda.

Buenas tardes, joven.


Norman continu mirndola.
La doctora Sagara suspir.
Buenas tardes repiti con ms firmeza.
Tiene que decrmelo...
No tengo que decirle nada la tendencia a
gemir encabezaba la ms que considerable lista de
rasgos de personalidad que no poda tolerar.
Vyase.
No puede hablarme de esa manera! protest
Norman.
Puedo hablarle como me plazca. Ese es mi
privilegio. Y ahora, va a marcharse por su propio
pie o prefiere que llame a los agentes de seguridad
de la universidad?

Respirando agitadamente por la nariz, Norman dio


media vuelta y sali con precipitacin.
La doctora Sagara lo observ mientras
abandonaba su despacho. Frunci el entrecejo y
dos lneas verticales se dibujaron sobre su frente.
Tendra una charla con el profesor Leigh sobre
esto. Obviamente, todava la guardaba rencor por
aquel suficiente.
Lo va a lamentar. Norman atraves a toda prisa la
apacible y silenciosa Sala de Libros Raros y se
escor hacia el torniquete de entrada. Todos lo
lamentarn! La salida estaba al otro lado de la
mesa del guardia de seguridad. Si alguien vuelve a
rerse de m, lo matar.
Se arroj contra la barra de salida y su cartera
qued atrapada entre sta y la mesa. El ruido
rechinante que provoc sobresalt al guardia.
No, no necesito su ayuda! gru Norman.
Tir con la mano vendada de la cartera atrapada y

solo consigui encajarla un poco ms. Esto es


culpa suya dijo con voz resentida mientras el
guardia daba la vuelta a la mesa para ver qu se
poda hacer. Si construyeran estas cosas
correctamente habra espacio suficiente para
pasar!
Si fuera usted ms cuidadoso... murmur el
guardia. Manipul el mecanismo, con la esperanza
de no tener que avisar a alguien de mantenimiento.
No me hable de esa manera! No ha sido culpa
ma a pesar de su incmoda posicin, Norman
se incorpor y mir al guardia directamente a los
ojos. Quin es su supervisor?
Qu...? el guardia, que nunca se haba
considerado un hombre particularmente
imaginativo, tuvo de pronto la impresin de que
algo no del todo humano lo estudiaba desde el otro
lado de la enfurecida mirada de aquel muchacho.
Repentinamente, los msculos de sus piernas se

aflojaron y sinti deseos desesperados de apartar


la mirada.
Su supervisor, quin es? Voy a cursar una
queja y usted perder su trabajo.
Que yo...? Qu?
Ya me ha odo con un ltimo tirn, consigui
liberar el maletn. Uno de sus costados haba
quedado muy rayado. Espere! sin dejar de
mirarlo, Norman camin de espaldas hacia la
puerta y casi tropez con dos estudiantes que se
disponan a salir. Lanz una mirada furiosa al
perplejo guardia. Ya lo ver!
Cuando lleg a la calle Bloor se encontraba un
poco ms tranquilo. A cada paso que daba se
imaginaba a s mismo cogiendo uno de esos
estpidos libros raros de su estantera, arrojndolo
sobre la acera delante de s y envindolo de una
patada a la calzada, en medio del trfico. Su
respiracin todava estaba un poco agitada. Entr

en la cabina telefnica de la gasolinera y comenz


a hojear el listn telefnico en busca del nombre
que la vieja loca le haba proporcionado.
Henry Fitzroy no figuraba en la gua.
Mientras la dejaba caer, Norman estuvo a punto de
soltar una carcajada.
Si pensaban que una minucia como esa iba a poder
detenerlo...
De camino a su apartamento, aadi a la doctora
Sagara, al guardia de seguridad de la biblioteca y
a un malhumorado funcionario de la CTT a su
libro negro. No le preocupaba demasiado la falta
de nombres concretos; sin duda un Seor
Demonaco no tendra demasiadas dificultades
para hacer su trabajo sin ellos.
Una vez en casa, aadi a la lista a su vecino del
piso de arriba. Ms que nada, porque el ritmo de
msica Heavy Metal que provena de su

apartamento pareca realzar el latido que resonaba


en el interior de su cabeza.
Introducirse en el sistema de la compaa
informtica le llev menos tiempo del que haba
esperado, especialmente teniendo en cuenta que
solo poda utilizar una mano.
El nico Henry Fitzroy que pudo encontrar viva
en el nmero 278 de la calle Bloor East,
apartamento 1407. Teniendo en cuenta la
proximidad a Yonge y Bloor, Norman supuso que
se tratara probablemente de un edificio de
viviendas de alto nivel. Recorri con la mirada su
propio y diminuto apartamento. Tan pronto como
pudiera convocar a su propio Seor Demonaco, l
vivira en una direccin como aquella y con el
nivel de lujo que le corresponda.
Pero primero tena que conseguir el grimorio.
No le caba duda de que el tal Henry Fitzroy
posea uno. La excntrica vieja lo saba, pero no

haba querido decrselo por algn estpido


escrpulo.
Naturalmente, Henry Fitzroy no se lo prestara. No
tena sentido siquiera intentarlo. La gente que viva
en esa clase de apartamentos era demasiado celosa
con las cosas que posea. Solo porque tena
montones de dinero y viva por encima de todo el
mundo, rechazara una peticin perfectamente
razonable. No, l no le prestara el libro.
Probablemente ni siquiera sabe lo que es.
Seguro que cree que solo es una antigualla que
vale dinero. Yo s cmo utilizarlo. Eso lo
convierte en mo por derecho tomar un libro que
le perteneca por derecho no sera robar.
Norman se volvi y contempl el amasijo metlico
que haba sido su hibachi. Solo haba una manera
de conseguir un objeto en un edificio de alta
seguridad.

***
Algo nuevo para hoy? pregunt Greg mientas
tomaba asiento en la silla que el otro acababa de
dejar vaca. Debera haber esperado un poco ms.
La silla estaba todava caliente. Odiaba sentarse
en una silla que el culo de otro hubiera calentado.
El coche de la seora Post, del 1620, volvi a
calarse en la rampa del aparcamiento Tim ri
entre dientes y se rasc la barba. Cada vez que
lo intentaba arrancar, el coche se le iba para
abajo, le entraba el pnico y se le volva a calar.
Finalmente tuvo que dejarlo rodar hasta que qued
apoyado contra la puerta del fondo del garaje y
volvi a empezar desde all. Casi se me salen las
tripas de la risa.
Algunas personas observ Greg no
nacieron para conducir coches normales se
inclin y recogi un paquete que haba sobre el
suelo, junto a la mesa. Qu es esto?

El guardia del turno de da se detuvo con la


chaqueta de hockey a medio poner. Acababa de
colgar la guerrera del uniforme en la percha.
Oh, eso. Lleg esta maana. Lo han trado los de
UPS de Nueva York. Es para ese escritor del piso
catorce. Llam por telfono en su apartamento y le
dej un mensaje en el contestador automtico.
Greg volvi a dejar el paquete en el mismo sitio
del que lo haba recogido.
Supongo que el seor Fitzroy bajar ms tarde a
por l.
Supongo que s Tim se detuvo al otro lado de
la mesa. Greg, he estado pensando.
Ten cuidado se burl el guardia de mayor
edad.
No, esto va en serio. He estado pensando sobre
el seor Fitzroy. Hace ya cuatro meses que trabajo

aqu y en todo ese tiempo no lo he visto una sola


vez. Jams baja a recoger su correo. Nunca le he
visto sacar su coche hizo un gesto vago en
direccin al paquete. Nunca he podido hablar
con l por telfono. Siempre hablo con el
contestador.
Yo lo veo la mayora de las noches seal
Greg mientras se reclinaba sobre el asiento.
S, esa es la cuestin. Lo ves de noche. Me
apuesto algo a que jams aparece antes de que se
haya puesto el sol.
Greg frunci el ceo.
Adnde quieres ir a parar?
Esos asesinatos... los cuerpos sin sangre. Creo
que el seor Fitzroy lo hizo. Creo que es un
vampiro.
Y yo creo que te has vuelto loco contest

Greg secamente, dejando que las patas delanteras


de la silla cayeran sobre el suelo con un golpe
sordo. Henry Fitzroy es un escritor. No puedes
esperar que acte como una persona normal. Y en
cuanto a eso de los vampiros... estir el brazo y
sac del interior de su viejo maletn de piel un
ejemplar del peridico sensacionalista de aquel
mismo da... creo que ser mejor que leas esto.
Despus de que los Leafs hubieran ganado
finalmente las eliminatorias de la divisin al cabo
de los siete partidos, la portada estaba dedicada
en su totalidad al hockey. El caso de Anicka
Hendle se trataba en la pgina cuatro.
Tim ley el artculo, alzando y frunciendo las
cejas cuando se topaba con algn detalle
especialmente escabroso. Cuando hubo terminado,
Greg alz una mano para atajar su reaccin y dio
la vuelta a la pgina. La columna de Anne Fellows
no trataba de apelar a la razn de los lectores.
Refera la muerte de Anicka Hendle con cada

pizca de emocin y sentimiento que el caso


contena. Arrojaba abiertamente la
responsabilidad sobre las espaldas de los medios,
incluyndose a s misma en la culpabilidad
colectiva y reclamaba el fin de una estrategia
editorial basada en el miedo de la poblacin.
Acaso no existen suficientes horrores reales en
nuestras calles sin necesidad de que inventemos
otros nuevos?
Quieres decir que todo este asunto de los
vampiros no era ms que una invencin?
Eso parece, no?
Y solo para vender peridicos... Tim sacudi
la cabeza con disgusto. Deposit el peridico
sobre la mesa, sealando la fotografa de la
portada. Crees que los Leafs van a llegar este
ao a las finales?
Greg resopl.

Creo que hay ms posibilidades de que eso


ocurra que de que Henry Fitzroy sea un vampiro
acompa al joven guardia hasta el exterior del
edificio y luego mantuvo la puerta abierta para
dejar pasar a la seora Hughes y su mastn.
Abajo, Owen! El seor no quiere tus besos.
Limpindose la cara, Greg contempl al enorme
perro mientras entraba en el ascensor, arrastrando
a la seora Hughes detrs de s.
El vestbulo siempre pareca un poco pequeo
despus de que Owen lo hubiera atravesado. Se
asegur de que la cerradura de la puerta interior
estuviese echada estaba un poco suelta, tendra
que hablar con los de mantenimiento antes de
regresar a su mesa y coger el peridico.
Entonces se detuvo. A su memoria acababa de
emerger, arrastrado por el olor de la tinta o el
tacto del papel, el recuerdo de la primera noche en
que las noticias sobre el vampiro haban aparecido

en los peridicos. Recordando la reaccin de


Henry Fitzroy al ver el titular, se dio cuenta de que
Tim estaba en lo cierto: nunca haba visto a aquel
hombre antes de la puesta del sol.
A pesar de todo se reprendi, un hombre
tiene derecho a trabajar a la hora que quiera y
dormir a la que le venga en gana y, sin embargo,
no poda sacudirse de encima el recuerdo de la
furia bestial que haba asomado durante un fugaz
instante a los ojos del hombre ni la sensacin de
inquietud que acariciaba su nuca con dedos
helados.

***
Mientras la luz del sol abandonaba la ciudad,
Henry comenz a despertar. Poco a poco, cobr
consciencia de las sbanas que cubran su cuerpo
desnudo, de cada una de las hebras que dibujaban
una lnea diferente contra su piel, de la tenue
corriente de aire que acariciaba sus mejillas como

la respiracin de un nio. Cobr consciencia


tambin de los tres millones de personas que
vivan su vida alrededor de l y la cacofona
estuvo a punto de volverle sordo hasta que logr
apartarla de s y volvi a hacerse el silencio. Por
fin, fue consciente de s mismo. Abri los ojos y
escudri la oscuridad.
Odiaba los despertares, el momento de extrema
vulnerabilidad que poda percibir. Cuando
finalmente vinieran a por l, sera entonces cuando
ocurrira; no durante las horas del olvido, sino en
medio de aquel crepsculo, en el tiempo que
mediaba entre la luz y la oscuridad. Sentira la
estaca. Sentira la muerte. Y no podra hacer nada
para evitarla.
A medida que se haca ms viejo, ocurra cada vez
ms temprano. Cada ao que pasaba, su despertar
se arrastraba unos segundos ms hacia el da. Pero
nunca ocurra ms deprisa. Se levantaba de la
misma manera en que lo haba hecho cuando

estaba vivo: despacio.


Siglos atrs, le haba preguntado a Christina cmo
era para ella.
Como despertarse de un sueo profundo... un
instante no estoy ah y al siguiente s.
Alguna vez sueas?
Ella rod sobre su costado.
No. No lo hacemos. Ninguno de nosotros puede.
Creo que eso es lo que ms aoro.
Sonriendo, ella desliz una ua a lo largo de la
parte interior del muslo de l.
Nosotros aprendemos a soar despiertos. Debo
ensearte cmo?
Algunas veces, en los segundos que seguan a su

despertar, crea escuchar voces de su pasado:


amigos, amantes, enemigos, la voz de su padre
ordenndole que se pusiera en marcha si no
queran llegar tarde. A lo largo de cuatrocientos
cincuenta aos de existencia, aquello era lo ms
parecido que haba experimentado a lo que los
mortales llamaban soar.
Se sent y se estir, pero entonces se detuvo. Se
encontraba incmodo. Abandon la cama en
absoluto silencio y, caminando sobre la alfombra,
se dirigi hacia la puerta del dormitorio. Si haba
algo vivo en el apartamento, sentira su presencia.
El apartamento estaba vaco, pero eso no calm su
inquietud.
Se ase y se visti. Mientras lo haca, aquella
sensacin de que algo andaba mal fue en aumento.
Senta algo, pero no era capaz de alcanzar ese
algo, no poda terminar de comprenderlo. Cuando
baj al vestbulo para recoger su paquete, la

sensacin se hizo ms intensa. Gracias a su


prolongada experiencia, logr mantener una
conversacin intrascendente con Greg y flirtear un
poco con la anciana seora Mackenzie. Pero
mientras tanto, todo lo que en l no era aquella
mscara de civilidad que a lo largo de tanto
tiempo haba conseguido componer experimentaba
una mirada de sensaciones extraas y trataba de
localizar la fuente del peligro.
Mientras regresaba al ascensor, pudo sentir la
mirada del guardia de seguridad sobre su espalda.
Se volvi y le obsequi con una media sonrisa.
Las puertas se abrieron y penetr en la cabina. Las
compuertas de acero inoxidable, al cerrarse,
ocultaron la expresin que Greg le devolva.
Tendra que ocuparse ms tarde de lo que quiera
que fuese que molestaba al viejo guardia.

***
Investigaciones Privadas Nelson puesto que

no haba manera de determinar si quienes llamaban


eran o no potenciales clientes, haba decidido
asumir que todos ellos lo eran. Su madre pona
numerosas objeciones. Pero la verdad es que haca
lo mismo con una gran cantidad de cosas que no
tena la menor intencin de cambiar.
Vicki, soy Henry. Escucha, creo que sera mejor
que vinieras esta noche.
Por qu? Has descubierto algo que debamos
discutir antes de que salgas?
Esta noche no voy a salir.
Qu? baj el pie de lo alto del escritorio y
mir fijamente el telfono. Espero que tengas
una buena razn para quedarte en casa.
Pudo escuchar su suspiro.
No, no exactamente. Es solo una sensacin
extraa.

Vicki buf.
Intuicin vamprica?
Si quieres llamarlo as.
As que has decidido quedarte en casa esta
noche porque tienes una sensacin extraa?
Esencialmente, s.
Vas a dejar que los demonios anden sueltos por
toda la ciudad solo a causa de un presentimiento?
No creo que vaya a haber ningn demonio suelto
por la ciudad esta noche.
Qu? Por qu no?
Por lo que ocurri anoche. Cuando el poder de
Dios se extendi y dijo no.
Qu has dicho?

La verdad es que no me comprendo del todo...


Qu ocurri anoche, Fitzroy? la pregunta
escap a travs de sus dientes como un gruido.
Haba interrogado a testigos hostiles que se haban
mostrado ms generosos con los detalles.
Mira, te lo contar cuando ests aqu no
quera explicar por telfono una experiencia
religiosa a una mujer educada en el siglo veinte.
Ya tendra suficientes dificultades para
convencerla cuando lo hiciera cara a cara.
Tiene esa sensacin extraa algo que ver con
lo que ocurri anoche?
No.
Entonces, por qu...?
Escucha, Vicki. A lo largo de los aos he
aprendido a confiar en mis presentimientos. Y
estoy seguro de que, en el pasado, t tambin lo

has hecho ms de una vez.


Vicki empuj sus gafas contra su nariz. Lo cierto
era que no tena demasiadas opciones.
Simplemente, tena que creer que l saba lo que
estaba haciendo. Creer en la existencia de los
vampiros haba sido ms sencillo.
Muy bien. Tengo algunas cosas que hacer por
aqu, pero en cuanto me sea posible ir a verte.
Perfecto.
Su voz sonaba tan diferente a otras ocasiones que
ella no pudo por menos que preocuparse. Frunci
el ceo.
Henry, algo va mal?
S... no... simplemente ven cuando puedas.
Escucha, tengo un... maldita sea! Vicki se
qued mirando al receptor. El agudo pitido al otro

lado de la lnea le inform de que a Henry Fitzroy


no le importaba lo que ella tuviera. Y a pesar de
ello se supona que tena que correr a su encuentro
solo porque l tena una sensacin extraa. Justo
lo que necesitaba musit mientras revolva su
bolso. Un vampiro deprimido.
La lista que el profesor de informtica le haba
proporcionado contena veintitrs nombres, los de
los estudiantes que en su opinin posean los
conocimientos y la capacidad necesarios para
operar un sistema como el que haba sido robado.
Aunque, tal y como l haba sealado, a menudo
los ms sofisticados sistemas domsticos no eran
utilizados ms que para jugar. Incluso usted
podra utilizar uno de ellos para eso, haba
aadido. No saba cuntos de los veintitrs
posean una chaqueta de cuero negro. Aquella no
era precisamente la clase de cosas a las que l
prestaba atencin.
Alguno de ellos ha actuado de manera extraa

ltimamente?
l haba sonredo con cansancio.
Seorita Nelson. Esta gente no hace otra cosa
ms que actuar de manera extraa.
Vicki consult su reloj. 9:27. Cmo demonios se
le haba hecho tan tarde? Haba estado desde las
cuatro de la tarde tratando de dar con Celluci, sin
ningn xito. Aunque saba que las probabilidades
de encontrarlo a esta hora en el trabajo eran
mnimas, decidi volver a intentarlo. No estaba
all. Ni tampoco en su casa.
Despus de dejarle un nuevo mensaje, colg.
Bien, no podr decir que no he intentado
transmitirle toda la informacin relevante.
Clav la lista en el pequeo tablero de notas que
haba sobre la mesa. De hecho, no tena la menor
idea de lo relevantes que podan ser aquellos

nombre. Las posibilidades de que pudiera sacarse


algo significativo de la lista eran mnimas, pero
hasta el momento era la nica pista que tenan, y
aquellos veintitrs nombres eran al menos un punto
de partida.
9:46. Lo mejor sera que fuera cuanto antes a ver a
Henry y descubriera qu era exactamente lo que le
haba ocurrido la noche anterior.
La mano de Dios. Estupendo.
Dejando de lado a los demonios y el Armagedn,
no era capaz de imaginarse lo que poda haberle
causado tal impresin a un vampiro de
cuatrocientos cincuenta aos de edad.
Dejando de lado a los demonios y el
Armagedn... alarg una mano hacia el telfono
para llamar a un taxi. Te ests volviendo un
poco indiferente respecto al fin del mundo.
Su mano se encontraba ya sobre el aparato, cuando

son una llamada. El ritmo de su corazn se


desboc.
Bueno respir profundamente. Puede que
no del todo indiferente al cabo de tres llamadas
crey que haba recuperado suficientemente el
control como para contestar.
Hola, cielo. Llamo en un mal momento?
Me estaba yendo en este momento, mam
otros cinco minutos y ya no la hubiera encontrado
en el apartamento. Su madre posea un sexto
sentido sobre esas cosas.
A esta hora?
Ni siquiera son las diez, mam.
Ya lo s, cario, pero est muy oscuro y con tus
ojos...
Mam, mis ojos estn perfectamente. No pienso

abandonar las calles bien iluminadas y prometo


tener mucho cuidado. Ahora, de verdad, tengo que
irme.
Sales sola?
No. He quedado con alguien.
Con Mike Celluci?
No, mam.
Oh Vicki casi pudo or cmo se alzaban las
orejas de su madre. Cmo se llama?
Henry Fitzroy Por qu no? Aparte de colgar,
no haba forma de conseguir que su madre dejase
el telfono con su curiosidad sin satisfacer.
A qu se dedica?
Es escritor siempre que se limitase a
contestar escuetamente las preguntas de su madre

no tendra que mentirla. Ciertamente, no era muy


probable que le preguntara: es uno de esos
muertos vivientes chupadores de sangre?
Y qu piensa Michael de todo esto?
Cmo debera sentirse? Sabes muy bien que
Mike y yo no mantenemos ese tipo de relacin.
Si t lo dices, cario. Y, es guapo, ese tal
Henry Fitzroy?
Vicki pens sobre ello durante un momento.
S. Lo es. Y tiene una presencia... su voz se
apag. Pensaba sobre ello. Su madre se ri.
Parece una cosa seria.
Lo cual le record el asunto que se traa entre
manos.
Lo es, mam. Muy serio. Por eso tengo que

marcharme inmediatamente.
Muy bien, muy bien. Es solo que, como no
pudiste venir para Pascua, pens que podra
dedicarme un poco de tiempo ahora. He tenido
unas vacaciones muy tranquilas. Ya sabes, un poco
de televisin, cenar sola, irme a la cama
temprano...
No importaba que Vicki fuera consciente de que su
madre la estaba manipulando. Nunca haba servido
de nada.
Muy bien, mam. Puedo dedicarte algo de
tiempo.
No quiero molestarte, cario.
Madre...
Casi una hora ms tarde, Vicki pudo por fin colgar
el auricular. Consult su reloj y gru. Jams se
haba encontrado con alguien tan capacitado como

su madre para llenar el tiempo con nada en


absoluto.
Al menos, el mundo no ha terminado en el
interin murmur. Busc con los ojos entornados
el nmero de Henry en su libreta de telfonos y le
llam.
Henry Fitzroy no puede ponerse al telfono en
este momento...
De todos los imbciles...! colg el telfono a
mitad del mensaje. Primero me pide que vaya a
verle y luego desaparece no era muy probable
que hubiera encontrado el descanso eterno
mientras su madre la mantena prisionera. No crea
que ni siquiera un vampiro tuviera la presencia de
nimo suficiente como para conectar su
contestador automtico despus de haber sido
desmembrado.
Se puso la chaqueta, recogi el bolso, encendi su
propio contestador y abandon el apartamento.

Movindose cautelosamente, consigui atravesar


el oscuro camino que conduca hasta la acera y
entonces se dirigi hacia las brillantes luces que,
poco ms de media manzana ms all, sealaban el
discurrir de la calle College. En principio haba
pensado en tomar un taxi, pero si Henry no se
encontraba en casa prefera caminar.
El intento de su madre por llamar la atencin sobre
su minusvala no tena nada que ver con su
decisin. Nada.

***
Henry descolg el auricular y entonces apret los
dientes cuando el que haba llamado colg sin
dejar siquiera que el mensaje finalizara. Haba
pocas cosas que odiara ms, y ya era la tercera vez
que le ocurra aquella noche. Haba conectado el
contestador al sentarse a escribir, ms por hbito
que por cualquier otra razn. Su intencin era
contestar si era Vicki la que llamaba. Pero, claro,

no poda saber quin estaba llamando si ni


siquiera se dignaban hablar. Consult su reloj. Las
diez y once minutos. Habra ido algo mal? Marc
su nmero y escuch el mensaje completo antes de
colgar. No le dijo nada en absoluto.
Dnde estaba?
Consider la posibilidad de ir hasta su
apartamento y tratar de seguir alguna clase de
rastro, pero casi inmediatamente descart la idea.
El presentimiento que le impulsaba a quedarse en
el apartamento era ms fuerte que nunca. Penda
sobre l, mantenindolo en una especie de
incomodidad nerviosa.
Puesto que tena que ocuparse en algo, trat de
aprovechar la sensacin para la escritura.
Smith se escurri hacia un lado,
los ojos color zafiro muy abiertos,
y se hizo con la afilada navaja que

descansaba entre los tiles de


afeitado del capitn.
Un paso ms le advirti,
con un tono intrigante y peligroso
en la voz y os corto el cuello.
No funcionaba. Suspir, guard el archivo y apag
el ordenador. Qu estaba reteniendo a Vicki tanto
tiempo?
Incapaz de permanecer quieto, se dirigi hacia el
saln y contempl la ciudad a sus pies. Por
primera vez desde que comprara el apartamento,
sus luces no lo hipnotizaron. Solo poda pensar en
que se hacan ms y ms oscuras y la oscuridad se
extenda hasta que todo el mundo se perda en ella.
Se acerc al equipo de msica, lo encendi,
introdujo un CD, lo sac y apag el aparato.
Entonces comenz a recorrer de un lado a otro la
habitacin. De un lado a otro, de un lado a otro, de
un lado...

A travs incluso de las puertas de cristal de la


librera, poda sentir la presencia del grimorio,
pero, al contrario que Vicki, l no dudaba en
llamarlo malvado. Un poco ms de cien aos atrs
haba sido uno de los tres nicos grimorios
verdaderos que quedaban en el mundo. Al menos
eso le haban dicho, y no tena razones para
desconfiar de las palabras del hombre que lo haba
hecho... ni entonces, ni ahora.
As que usted es Henry Fitzroy el doctor O'
Mara estrech la mano de Henry. Sus plidos ojos
brillaban. He odo tantas cosas de usted, de
boca de Alfred aqu presente, que casi siento como
si lo conociera.
Lo mismo siento yo replic Henry. Se quit
los guantes de noche y devolvi el apretn
aplicando exactamente la misma presin que el
otro haba ejercido sobre su mano. El vello de su
nuca se le haba erizado y, por alguna razn, senta
que aparentar ser ms fuerte que aquel hombre

sera igual de peligroso que aparentar ser ms


dbil. Alfred siente gran admiracin por usted.
Soltando la mano de Henry, el doctor O' Mara
puso una manos sobre el hombro de Alfred.
De veras?
Sus palabras posean un tono afilado, y el
honorable Alfred Waverly se apresur a llenar el
consiguiente silencio, mientras sus hombros se
inclinaban bajo la fuerza de aquella mano de
nudillos blancos.
No es que yo le haya dicho nada, doctor. Es
solo que...
Que os cita constantemente Henry finaliz la
frase y la acompa de su sonrisa ms seductora.
Me cita? su sombra expresin se dulcific
un tanto. Bueno, supongo que uno no puede
poner objeciones a eso.

Alfred sonri. Sus ojos brillaron sobre las


mejillas levemente ruborizadas, y la expresin de
terror que haba provocado que Henry interviniera
abandon su semblante como si nunca hubiera
existido.
Si me perdona, seor Fitzroy. Hay un montn de
asuntos que requieren mi atencin el doctor
agit una mano expresiva. Alfred le presentar
al resto de los invitados.
Henry inclin la cabeza y observ de soslayo la
desaparicin de su anfitrin.
Los otros diez invitados eran todos, como el
honorable Alfred, jvenes, ricos, frvolos y
hastiados. Henry conoca ya a tres de ellos. El
resto eran extraos para l.
Despus de que las pertinentes presentaciones
fueran realizadas y se dijeran las palabras
adecuadas, volvieron a encontrarse solos. Alfred
acept un whisky de un impasible camarero, se

inclin hacia Henry y dijo:


Bueno, qu te parece?
Me parece que me has engaado vilmente
contest Henry mientras rechazaba una copa.
Esto tiene muy poco de guarida de iniquidad.
Los extremos de la sonrisa de Alfred temblaron
nerviosamente. A la luz titilante de las lmparas de
gas, su rostro resultaba an ms plido que de
costumbre.
Vamos Henry, yo nunca dije que lo fuera
recorri el borde de su vaso de whisky con un
dedo. Puedes considerarte afortunado por
encontrarte aqu. Aqu nunca hay ms de doce
invitados y el doctor O' Mara requiri
especficamente tu presencia despus de que
Charles... eh, sufriera su accidente.
Accidente. Charles estaba muerto, pero la
sensibilidad victoriana de Alfred jams le

permitira utilizar esa palabra.


Hace rato que quera preguntrtelo, Alfred. Por
qu ha querido el doctor O' Mara invitarme?
Alfred se ruboriz.
Porque le he contado todo sobre ti.
Todo sobre m? teniendo en cuenta la
existencia de las leyes contra la homosexualidad y
las preferencias de Alfred, Henry lo dudaba. Para
su sorpresa, el joven asinti.
No saba qu hacer. Y el doctor O' Mara...
bueno, es de esa clase de personas a las que uno le
cuenta cosas.
No me cabe la menor duda musit Henry. Dio
gracias a Dios y a todos los santos porque Alfred
no supiera la verdad de lo que l era en realidad
. Tambin te acuestas con l?

Henry, por favor!


El hijo bastardo de Enrique VIII tena poca
paciencia con las convenciones sociales. Volvi a
formular la pregunta.
Te acuestas con l?
No.
Pero lo haras...
Alfred asinti. Pareca a un tiempo miserable y
lleno de gozo.
Es realmente magnfico.
Abrumador sera ms bien la palabra que Henry
habra elegido. La personalidad del doctor era
como la ola de un maremoto, engulla a todas las
personalidades menores que se cruzaban en su
camino. Henry no tena la menor intencin de ser
engullido, pero pudo ver lo que ocurrira si fuera

un joven frvolo como pretenda aparentar. De


hecho, poda ver cmo haba sido en el caso del
resto de los muchachos que llenaban la habitacin,
y no le gustaba.
Poco despus de las siete el doctor desapareci y,
desde algn lugar en las profundidades de la casa,
se elev el sonido de un gong.
Es la hora susurr Alfred, agarrando el brazo
de Henry. Vamos.
Para sorpresa de Henry, el grupo entero, cada uno
de ellos ataviado de manera impecable, se dirigi
con tranquilidad hacia el stano. Sobre las paredes
de la enorme habitacin central se haban alineado
numerosas antorchas, y en uno de sus extremos se
levantaba lo que pareca ser un bloque de piedra
de casi un metro de altura. De hecho, de
encontrarse tendido sobre l un caballero en
efigie, el lugar podra haber pasado perfectamente
por una cripta. Alrededor de Henry, sus

acompaantes comenzaron a quitarse la ropa.


Desvstete le conmin Alfred, arrojando una
tnica negra en su direccin. Y ponte esto.
De pronto, Henry comprendi y tuvo que morderse
la lengua para reprimir una carcajada. Haba sido
elegido como el duodcimo miembro de un
aquelarre; un grupo de jvenes aristcratas
vestidos con ropa de cama de color negro que se
entregaban a sus insignificantes travesuras en un
stano lleno de humo. Divertido, permiti que
Alfred lo ayudara a cambiarse hasta que el doctor
O' Mara apareci detrs del altar.
La tnica del doctor era roja, el color de la sangre
fresca. En su mano derecha sostena un crneo
humano; en la izquierda, un libro antiguo. La
alegra de Henry se esfum. Aquel hombre debera
de haber tenido el aspecto de un sicofante o un
idiota. No era as. Sus plidos ojos ardan y su
personalidad, cuidadosamente oculta cuando se

vieran en el vestbulo, pareca haber sido liberada


para iluminar con llamas la sala. Utiliz su voz
para espolear a los jvenes e inducirles un frenes.
Un instante la cmara era inundada con el fragor
de su voz; al siguiente se haca apenas un
murmullo, se enroscaba alrededor de ellos y los
empujaba a unos contra otros.
El desagrado de Henry creci con la histeria que
estaba contemplando. Trat de mantenerse a un
lado, oculto en las sombras ms espesas, apartado
de las antorchas, observando. Una sensacin de
peligro lo mantena en el lugar, un aguijoneo que
suba y bajaba por su espina dorsal y que le deca
que, con todo lo absurdo que pudiese parecer
aquello, al menos el doctor no estaba jugando; la
presencia malvada que se derramaba desde el altar
era bien real.
Al llegar la medianoche, dos de los hombres a
quienes no conoca, sus cuerpos cubiertos por
completo de negro, trajeron un gato al altar. Un

tercero portaba un cuchillo. El gato se debata,


tratando de escapar.
Sangre. Sangre! Sangre!! Sangre!!
El aroma de la sangre se mezcl con el olor del
humo y del sudor y Henry sinti que su apetito
creca. El canto se elev en intensidad y volumen,
pulsante como el latido de un corazn. Su ritmo lo
golpeaba. Las tnicas comenzaron a caer al suelo,
exponiendo la carne a la luz y, por todas partes,
brotando justo desde debajo de la superficie,
apareci sangre... y sangre... y sangre. Sus labios
se retrajeron, mostrando los dientes, y Henry
retrocedi.
Entonces, sobre la masa arremolinada de los
cuerpos que haba entre ellos, se top con los ojos
del doctor.
Lo sabe.
El terror surgi y se elev por encima del ansia de

sangre y le oblig a escapar de la casa. Vestido


solo con la tnica y ms asustado de lo que haba
estado en trescientos cincuenta aos, regres a
toda prisa a su santuario. Lleg all poco antes del
alba y se sumi en el sopor del alba con el
recuerdo de la mirada del doctor todava frente a
sus ojos.
Regres la noche siguiente. No senta deseos de
hacerlo, pero deba afrontar el peligro. Y
eliminarlo.
Saba que volvera sin levantarse de la silla
que ocupaba al otro lado del escritorio, el doctor
O' Mara hizo un gesto de invitacin sealando una
silla. Sintese, por favor.
Aguzando los sentidos, Henry penetr lentamente
en la habitacin. Aparte de los sirvientes que
descansaban en la tercera planta de la casa, el
doctor era el nico ser vivo que la habitaba. Poda
matarlo y abandonar el lugar sin que nadie llegase

a saberlo. Pero la curiosidad era muy intensa.


Contuvo su mano y se sent. Cmo era que este
mortal lo conoca? Qu quera de l?
Os camuflis muy bien, vampiro le espet el
doctor. De no ser porque yo ya estaba al
corriente de la existencia de vuestra raza, jams
habra tomado en consideracin las palabras del
joven Alfred. Le habis causado una gran
impresin. Y a m. En cuanto descubr lo que
erais, supe que os quera a mi lado.
Matasteis a Charles para que hubiera un puesto
vacante que yo pudiera ocupar.
Naturalmente que lo hice. No puede haber ms
de doce Henry esboz una mueca de disgusto y
el otro se carcaje a modo de respuesta. Vi
vuestra cara, vampiro. Lo querais. Todas esas
vidas. Toda esa sangre. Gargantas jvenes que
destrozar. Y se os hubieran entregado
gustosamente si yo se lo hubiera ordenado se

inclin hacia delante. Sus ojos plidos


resplandecan como heladas llamas. Puedo
proporcionroslo. Todas y cada una de las noches.
Y qu os dar yo a cambio?
La vida eterna sus manos se convirtieron en
puos y sus palabras resonaron como taidos de
campana. Me convertiris en lo mismo que sois
vos.
Eso era suficiente. Ms que suficiente. Henry
abandon la silla de un salto y se abalanz sobre
la garganta del doctor.
Solo para chocar contra una barrera invisible que
lo atrapaba como si fuera una mosca en una tela de
araa. Poda revolcarse y debatirse, pero no poda
avanzar ni retroceder. Por un momento trat de
luchar contra ella con todas sus fuerzas hasta que
se detuvo, jadeando, mostrando los dientes y con
la cara contrada por un silencioso gruido.

Ya me imaginaba que os mostrarais remiso a


cooperar el doctor se levant y rode la mesa,
hasta encontrarse tan prximo a Henry que ste
poda sentir su aliento mientras le hablaba.
Pensasteis que era un idiota pomposo, no es as,
vampiro? Nunca se os ocurri que poda contar
con verdadero poder; poder obtenido de lugares
oscuros por medios inefables, ganados como
recompensa por actos que incluso vos os
extremarais al conocer. El mismo poder que ahora
os aprisiona y que continuar hacindolo hasta que
seis mo.
No podis obligarme a transformaros una
furia desnuda apartaba todo miedo de su voz.
Es posible que no. Sois fsicamente muy
poderoso y mentalmente, casi mi igual. Tampoco
puedo sangraros y beberme vuestra sangre, pues un
solo contacto os liberara volvindose, el
doctor tom un libro que reposaba sobre la mesa y
lo sostuvo frente al rostro de Henry. Pero si yo

no puedo obligaros, tengo acceso a aquellos que s


podrn.
El libro estaba forrado con una piel rojiza y
grasienta. Era el mismo que haba sostenido
durante la ceremonia, la noche anterior. A tan
corta distancia, Henry poda sentir cmo la
malevolencia emanaba de l. Aquella presencia lo
azot como si fuera algo fsico y se debati contra
las cadenas invisibles tratando de apartarse.
ste dijo el doctor mientras acariciaba
amorosamente el libro es uno de los ltimos
verdaderos grimorios que quedan sobre la faz de
la Tierra. He odo que solo existen otros dos en
todo el mundo. El resto no son sino plidas copias
de estos tres. El hombre que lo escribi vendi su
alma a cambio del conocimiento que contiene.
Desgraciadamente para l, el Prncipe de las
Mentiras la cosech antes de que pudiese darle
algn uso a un tesoro tan trabajosamente ganado.
Si tuviramos tiempo, mi querido vampiro, os

contara todo lo que tuve que hacer para obtenerlo.


Pero no lo tenemos. Tambin vos debis ser mo
antes de que amanezca.
El perverso deseo que poda leerse en sus ojos era
tan arrebatador que Henry se sinti enfermo.
Comenz a debatirse una vez ms, luchando con
ms fuerza. El doctor volvi a rer y se apart de
l.
Despus de meses de ceremonias e
investigaciones, he conseguido aprender lo que
necesito para controlar al demonio dijo el
doctor de modo coloquial mientras enrollaba la
alfombra que haba delante del fuego. El
demonio puede otorgarme todo lo que le pida,
salvo la vida eterna. Vos podis drmela, as que
el demonio lograr que lo hagis lanz una
mirada al pentagrama grabado sobre el suelo.
Podris vencer a un Seor del Infierno, vampiro?
No lo creo.

Con la boca seca y la respiracin abandonando su


cuerpo en laboriosos jadeos, Henry recurri a
todas sus fuerzas en un intento de vencer las
cadenas de su prisin. Luchaba por su vida. Los
msculos se tensaron y los tendones estaban a
punto de reventar. Y justo cuando crea que no
podra contener por ms tiempo un aullido de
desesperacin, su brazo derecho se movi.
El doctor O' Mara abri el libro y comenz a leer.
Las velas ya estaban encendidas y un polvo
inmundo se consuma en el fuego.
El brazo derecho de Henry volvi a moverse. Y
luego el izquierdo.
Un brillo tenue comenz a formarse en el centro
del pentagrama.
Repentinamente, Henry advirti lo que estaba
ocurriendo. Parte del poder que mantena sus
cadenas estaba siendo vertido en la invocacin.
Las cadenas se debilitaban. Se debilitaban...

El brillo comenz a hacerse ms slido, a


precipitarse sobre s mismo y a cobrar forma.
Con un rugido de rabia, Henry se liber y atraves
de un salto vertiginoso la habitacin. Antes de que
el doctor pudiera reaccionar, Henry lo agarr, lo
alz en vilo y lo arroj con toda la fuerza que le
quedaba contra la pared opuesta.
La cabeza del doctor impact contra el
revestimiento de la madera y la madera fue ms
resistente. La cosa en el interior del pentagrama se
disolvi rpidamente hasta que en la habitacin
solo quedaron un olor pestilente y un recuerdo de
horror como mudos testigos de su paso.
Temblando, sin fuerzas, Henry permaneca de pie
sobre el cuerpo. La luz haba abandonado los
plidos ojos, reduciendo su color a un gris
apagado. La sangre tea todo el muro. Sangre
clida y roja. Henry, que estaba desesperadamente
necesitado de alimento, dio gracias a Dios porque

aquella sangre no atrajese a su hambre. Hubiera


preferido morir de inanicin antes de alimentarse
de aquel hombre.
A pesar de que su piel repudiaba el contacto
recogi el grimorio del suelo y sali tambaleante a
la noche.
Debera haberlo destruido Henry miraba
fijamente al grimorio con las palmas de las manos
apoyadas contra el cristal de la librera. Nunca se
haba preguntado por qu no lo haba hecho.
Dudaba que quisiera conocer la respuesta.

***
Eh, Victoria!
Vicki se encontraba dentro de una cabina
telefnica entreabierta. Se volvi, mientras su
corazn realizaba una interpretacin personal pero
bastante fiel del funcionamiento de un martillo

neumtico.
Tony sonri.
Oye, mira que ests tensa. Crea que habas
dicho que no ibas a volver a trabajar de turno de
noche.
En el turno de noche le corrigi ella de forma
ausente, mientras su corazn comenzaba a recobrar
un ritmo normal. Acaso parece que estoy
trabajando?
Siempre parece que ests trabajando.
Vicki suspir y lo mir de arriba abajo.
Fsicamente no tena buen aspecto. La ptina de
mugre que lo cubra revelaba que haba estado
durmiendo en la calle, y su rostro demacrado que
las comidas no haban sido demasiado abundantes
en los ltimos tiempos.
No tienes buen aspecto.

He estado mejor admiti l. No me


importara comerme una hamburguesa y algunas
patatas fritas.
Por qu no? el contestador automtico de
Henry insista en que todava no estaba disponible
. Puedes contarme lo que has estado haciendo
ltimamente?
l entorn la mirada.
Acaso tengo pinta de loco?

***
Los tres carbones ardan en el fondo de una sartn
de hierro que su madre le haba comprado. Era la
primera vez que la utilizaba. El oro, el incienso y
la mirra ya haban sido aadidos. Las tres gotas de
sangre crepitaban en el fuego. Norman se apart
rpidamente. Por si acaso.
La noche anterior, algo haba impedido que el

demonio se materializara pero, puesto que hasta el


momento era la primera y nica vez que tal cosa
ocurra, la estadstica dictaba que esta noche el
demonio deba de ser capaz de atravesar la
barrera. Norman crea ciegamente en las
estadsticas.
El aire en el interior del pentagrama tembl. Los
dedos vendados de Norman comenzaron a arderle,
y por un momento temi que volviera a ocurrir. No
debera. Estadsticamente. No debera.
No ocurri.
Te he convocado declar, inclinndose hacia
delante cuando el demonio se hubo formado por
completo. Soy tu amo y seor.
Eres mi amo y seor concedi el demonio.
Pareca casi asustado y no dejaba de mirar detrs
de s.
Norman contempl con sorna a aquella miserable

herramienta. Despus de aquella noche gobernara


a un demonio de verdad, y entonces nada podra
detenerlo.

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Captulo 12
Sabes lo que es un grimorio?
S, maestro se alzaba, encorvado, en el centro
mismo del pentagrama. Todava temeroso despus
del ardiente dolor que lo haba enviado de vuelta a
su mundo la ltima vez que fuera convocado.
Bien. Irs aqu.
El amo le mostr un edificio sealado sobre el
mapa. Tradujo la informacin a su propia imagen
de la ciudad, una visin ms compleja y mucho
menos limitada.
Te dirigirs a este edificio por la ruta ms
directa. Robars el grimorio del apartamento 1407
y volvers de inmediato al pentagrama utilizando
la misma ruta. No permitas que nadie te vea.

Debo alimentarme record al maestro con


tono hosco.
S. Muy bien. Alimntate entonces de camino
all. Quiero el grimorio tan pronto como sea
posible. Has comprendido?
S, maestro llegado el momento, se
alimentara de ste que lo convocaba. As le haba
sido prometido.
Poda sentir la impaciencia del Seor Demonaco
al que serva. Poda sentir su clera creciendo
mientras se alejaba del camino que representaba
su nombre. Saba que esta clera caera sobre l
de forma an ms severa cuando por fin se
manifestase en la Tierra.
Haba innumerables vidas a lo largo de su ruta.
Tantas, que por fin decidi alimentarse en un lugar
que sealaba el nombre de un segundo Seor.
Haran falta cuatro muertes ms para finalizar el
trazo de este segundo nombre, pero quiz este otro

Seor podra protegerlo del primero si llegaba a


controlar el portal.
No conoca la esperanza, porque la esperanza le
era extraa a los de su raza, pero en cambio saba
bien lo que era el oportunismo, as que no dejara
pasar las oportunidades de aprovecharse.
Sin embargo, se aliment con rapidez y viaj
cautelosamente, tratando de no atraer la atencin
del poder que haba interrumpido la invocacin la
noche anterior. La raza de los demonios haba
combatido a este poder en el pasado y, por su
propio inters, no deseaban volver a hacerlo.
A medida que se aproximaba al edificio que el
maestro haba sealado, comenz a sentir la
proximidad del grimorio. Extendiendo las alas,
descendi lentamente, una sombra contra las
estrellas, y se pos en el balcn. La llamada del
libro se haca ms y ms poderosa. Su oscuro
poder estaba reaccionando a la cercana de uno de

los suyos.
Sinti tambin una vida junto al libro, pero no
reconoci su naturaleza; demasiado rpido para
ser un mortal y demasiado lento para ser un
demonio. No lo comprenda pero, qu poda
importar eso? La comprensin no le era necesaria.
Husme el metal que rodeaba el cristal y no le
impresion. Un metal blando, un metal mortal.
No dejes que te vean.
Si no poda ver la calle, entonces las vidas de la
calle no podran verlo a l. Hinc las garras en el
marco y arranc la puerta de sus goznes.

***
El capitn Roxborough se
acerc, con las manos a ambos
lados del cuerpo y los ojos verde

grisceo siguiendo constantemente


la hoja.
Seguramente no creers...
comenz. Solo unos reflejos felinos
le permitieron salvar la vida
cuando la navaja describi un letal
arco hacia l y tuvo que apartarse
de un salto. Todo un pliegue de su
camisa haba sido sajado, pero la
piel que haba debajo permaneca
intacta. Con un esfuerzo supremo,
logr no perder los nervios.
Estoy empezando a perder mi
paciencia contigo, Smith.
Henry se qued helado, con los dedos suspendidos
sobre el teclado. Haba odo un ruido proveniente
del balcn. No un sonido fuerte, sino algo as
como el rumor de las hojas agitadas por el viento.
Pero era algo que estaba fuera de lugar.
En apenas un par de segundos se encontraba en el

saln. La abrumadora peste a podredumbre le


advirti de lo que iba a encontrarse. Un habito de
doscientos aos de edad le hizo llevarse una mano
a la cadera a pesar de que no haba utilizado
espada desde los primeros aos del siglo
diecinueve. Solo posea un arma, su revlver de
servicio y sta se encontraba envuelta en hule y
guardada en el stano. Y no creo que tenga tiempo
de ir a por ella.
La criatura se encontraba de pie. Su silueta se
recortaba contra la oscuridad de la noche. Tena la
puerta de cristal entre las garras. Su cuerpo casi
ocupaba por completo el pequeo solario que
enlazaba el comedor con el balcn.
Entrelazado alrededor de la peste como una cuerda
roja senta el aroma de la sangre fresca. Henry
advirti que la criatura acababa de alimentarse, y
al mismo tiempo record cunto tiempo haba
pasado desde la ltima vez que l lo hiciera.
Respir profundamente y se estremeci. He sido

un idiota por no haber protegido el apartamento!


Un pentagrama abierto como el que haba
preparado junto al ro Humber habra sido
suficiente. Debera haberlo sabido... Ahora, todo
se derrumbaba entre sus manos.
Detente, demonio! No se te ha invitado a
entrar!
Unos ojos enormes, amarillos, sin prpado, se
volvieron hacia l mientras sus rasgos parecan
reformarse para acomodarse al movimiento.
Se me ha ordenado sise. Le arroj la puerta.
Henry se hizo a un lado y el cristal se hizo aicos
en el lugar que acababa de abandonar. Cerr las
manos, salt y golpe con ambos puos la cabeza
del demonio. La superficie del cuerpo de ste se
colaps sobre s misma como corcho hmedo,
absorbi el impacto y volvi a cobrar forma. Su
contragolpe sorprendi a Henry con la guardia
baja y lo envi volando contra la mesita de caf,

que se hizo pedazos. Rod por el suelo, evitando


por estrecho margen un golpe mortal, y de un salto
se puso en pie. Ahora sostena en la mano un
puntal metlico, cuyo extremo roto mostraba una
punta brillante y afilada.
El demonio hiri el brazo de Henry por debajo del
codo.
Conteniendo un grito, Henry se tambale, estuvo a
punto de caer al suelo y clav el puntal en la
cadera de la criatura.
Un golpe del ala estuvo entonces a punto de
detenerlo, pero el pnico le dio fuerzas y avanz
dando patadas. Bajo sus talones sinti que el
tejido ceda. Su hombro recibi un golpe dirigido
a su garganta. Se dej caer, trat de sujetar un pie
deforme y tir con todas sus fuerzas. La parte
trasera del crneo del demonio result ser ms
resistente que la televisin de Henry, pero no
mucho ms.

***
Abajo, Owen! Tranquilo! la seora Hughes
se inclin sobre la correa y logr cogerla y atar
con ella al perro justo antes de que el animal,
ladrando de forma histrica, se precipitase hacia
delante y la arrastrase por todo el pasillo.
Owen, cllate! apenas poda escuchar sus
propios pensamientos. El perro era tan ruidoso...
sus ladridos, al rebotar contra las paredes,
resultaban an ms molestos de lo que haban sido
dentro del apartamento. Aunque el edificio estaba
insonorizado, aquel estrpito deba de estarse
oyendo en todos los apartamentos. Tena que sacar
a Owen a la calle antes de que el comit de
vecinos se decidiera a sacarla a ella.
Una puerta se abri al otro extremo del corredor y
apareci un vecino al que apenas conoca. Se
trataba de un militar retirado, dueo a su vez de
otros dos pequeos perros, cuyos ladridos podan
escucharse provenientes del interior de su

apartamento. Sin duda respondan al frenes de


Owen.
Qu demonios le pasa? le grit cuanto
estuvo lo suficientemente cerca como para hacerse
or.
No lo s se tambale y estuvo a punto de caer
al suelo cuando Owen se abalanz bruscamente
contra la puerta del apartamento de Henry Fitzroy.
El animal comenz a escarbar en los bordes de la
puerta con las uas y, al ver que de esa manera no
consegua nada, trat de excavar debajo de ella.
La seora Hughes tir de l sin demasiado xito.
Le habra gustado saber lo que Owen tena contra
el seor Fitzroy. Naturalmente, no antes de estar
segura de que no iban a expulsarla de la
comunidad por perturbar la paz.
Owen! Sintate! Owen la ignor. Nunca
haba actuado as antes se explic. De repente
se puso como loco y ha comenzado a ladrar como

si estuviera posedo. Pens que si lo sacaba a la


calle...
Al menos estaramos todos ms tranquilos
concedi el hombre. Puedo echarle una mano?
Por favor... su voz sonaba un poco
desesperada.
Entre los dos, lograron arrastrar al mastn, que
continuaba ladrando, hasta el ascensor.
De verdad que no lo comprendo jade la
anciana. Normalmente no le hara dao a una
mosca.
Bueno, en realidad no le ha hecho dao a nadie,
aparte de unos pocos tmpanos la tranquiliz.
Apartando la rodilla de la compuerta del ascensor,
aadi. Buena suerte!
Mientras el ascensor descenda, sigui oyendo los
profundos ladridos de Owen, as como los

enfurecidos aullidos de sus dos perros. Entonces,


tan repentinamente como haban comenzado,
pararon. El hombre se detuvo, frunci el ceo,
escuch un ltimo aullido quejumbroso y entonces
se hizo a su alrededor un completo silencio.
Sacudiendo la cabeza, volvi a entrar en su
apartamento.

***
Un fluido viscoso y amarillento manaba de sus
numerosas heridas. Recogi el grimorio y coje
hasta el balcn. Los nombres y encantamientos que
contena aquel volumen de conocimientos
demonacos suponan un peso terrible. Con mucho,
era la cosa ms pesada que jams hubiera tenido
que transportar. Y adems estaba herido. Aquel
no-mortal con el que haba luchado haba logrado
herirlo. La mayor parte de su superficie se agitaba
con lentitud, cambiando de un negro moteado de
gris a un gris moteado de negro y la membrana de
su ala derecha haba sido desgarrada.

Deba llevar el grimorio a su maestro, pero antes


tendra que alimentarse. A pesar de la membrana
herida podra alcanzar la calle desde aquella
elevada vivienda, pero una vez all tendra que dar
rpidamente con una vida para poder curarse.
Haba muchas cerca. No tendra ninguna dificultad
en encontrar una.
Plane hacia la noche, dejando tras de s una
mancha oleosa, amarillenta y brillante.

***
La seora Hughes sonri al escuchar a Owen
saltar entre los arbustos. Para su tranquilidad, el
animal se haba calmado en el ascensor y desde
entonces se haba comportado como una oveja.
Como si fuera consciente de sus pensamientos,
reapareci en un claro, se asegur de que ella
segua all, ladr con alegra y volvi a sus juegos
entre los arbustos.

Saba que deba llevarlo con la correa, incluso en


el descampado cercano al barranco, pero cuando
salan solos de noche, sin nadie en los
alrededores, siempre le dejaba correr suelto. Esto
era bueno para ambos, porque a ninguno le gustaba
caminar al ritmo del otro.
Enterr las manos en los bolsillos y se encogi
para protegerse de una repentina rfaga de viento
helado. Primavera. Estaba segura de que, cuando
ella era nia, la primavera llegaba antes de Pascua
y nunca tenan que llevar guantes un diecisis de
abril. El viento volvi a soplar y la seora Hughes
arrug la nariz con desagrado. Desde el Este
llegaba un hedor insoportable. Ola como si algo
del tamao de un mapache hubiera muerto y se
encontrase ahora en una avanzado estado de
descomposicin. Y, lo que era peor, por la manera
en que los arbustos estaban agitndose, era
evidente que Owen tambin lo haba percibido y
se dispona a seguir el rastro.

Owen! avanz un par de pasos, preparando


la cadena. Owen! el ftido olor a carne
putrefacta se hizo ms intenso y ella suspir.
Primero la histeria y ahora esto. Tendra que
pasarse toda la noche baando al perro. Ow...
El demonio arranc la segunda parte de la palabra
de su garganta, recogi el cuerpo que se
desplomaba con la otra garra y se llev la zona
herida al agujero informe que era su boca.
Sorbiendo ruidosamente, comenz a ingerir la
sangre que necesitaba para curar sus heridas. Pero
entonces trastabill y estuvo a punto de soltar la
comida cuando un enorme peso se arroj sobre su
espalda y unas garras dibujaron lneas de dolor
desde sus hombros hasta sus caderas. Gruendo y
babeando un fluido rojo, se volvi.
Owen enseaba los dientes y tena las orejas
gachas, pegadas contra el crneo. Su propio
gruido se convirti en un aullido y se abalanz
sobre la criatura. El demonio detuvo su vuelo con

un golpe terrible y aterriz pesadamente sobre tres


patas. La sangre tea sus cuartos delanteros, casi
completamente negros. Enloquecido por la
proximidad del demonio, volvi a gruir y lanz
un mordisco al pedazo de ala que penda medio
desgarrado, destrozndolo con sus poderosas
mandbulas.
Antes de que el animal pudiera utilizar los
poderosos msculos de su cuello y sus cuartos
delanteros, el demonio le propin una patada. La
garra destroz una costilla y se incrust quince
centmetros en el cuerpo del animal, derramando
una brillante masa de intestinos sobre la tierra.
Pero Owen, con una ltima y dbil sacudida de la
cabeza, logr rasgar la herida membrana un poco
ms, antes de que la luz de sus ojos se apagara con
lentitud. Con un postrer gruido lleno de odio,
muri.
Pero incluso despus de muerto, sus mandbulas

mantenan la presa y el demonio tuvo que


destrozarlas antes de poder liberarse.
Diez minutos ms tarde, una pareja de
adolescentes que andaban buscando un poco de
intimidad, lleg hasta el barranco. La senda que
seguan estaba salpicada de rocas y agujeros y,
puesto que sus ojos no se haban acostumbrado
todava a la oscuridad, resultaba doblemente
traicionera. El muchacho caminaba ligeramente
adelantado, conduciendo a la chica de la mano
detrs de s. No es que experimentase una
caballerosa necesidad de comprobar la seguridad
el camino. Simplemente estaba un poco ms
ansioso por llegar a donde pretendan.
Cuando l comenz a caer, agitando
enloquecidamente su otro brazo, ella le solt la
mano. No quera verse arrastrada en su cada.
l golpe el suelo con un peculiar sonido sordo y
all se qued, inmvil, durante unos momentos,

tratando de escudriar las densas sombras.


Pat?
Su respuesta fue casi un lloriqueo. Se arrastr
precipitadamente hacia atrs y se puso en pie.
Tanto sus manos como sus rodillas estaban sucias,
como si hubiera cado sobre barro. Despeda un
olor que ella no terminaba de identificar pero que
le hizo arrugar la nariz.
Pat?
Los ojos del muchacho estaban abiertos por
completo. Estaba casi blanco. Su boca estaba
abierta pero no emerga ningn sonido de ella.
Ella frunci el ceo y, despus de dar dos pasos
cautelosos en su direccin, se agach. La tierra
que palpaba con las yemas de los dedos estaba
hmeda y ligeramente pegajosa. El olor se haba
hecho ms intenso. Gradualmente, sus ojos se
fueron acostumbrando a la oscuridad y entonces,

libre como estaba de cualquier atavismo machista,


grit. Y continu gritando durante mucho tiempo.

***
Vicki entorn la mirada, tratando
desesperadamente de enfocar las turbias y
distantes luces. Saba que el brillante haz de luz
blanca que se internaba en el barranco tena que
ser el reflector de un coche de polica, pero no
consegua distinguir el coche en cuestin. Poda
or una confusa algaraba de voces, pero no
localizaba a la multitud de la que deba provenir.
Era tarde. Debera estar en el apartamento de
Henry. Pero deba de haber algo all que pudiera
hacer para ayudar... con una mano apoyada en el
muro de hormign que rodeaba la oficina central
de ManuLife, se volvi hacia la plaza de St. Paul y
se dirigi hacia la luz.
Nunca dejaba de asombrarla lo rpidamente que
un accidente de cualquier clase poda atraer a una

multitud. Incluso un domingo a medianoche. Es


que ninguna de aquellas personas tena que
levantarse a la maana siguiente para trabajar?
Dos coches ms de polica pasaron cerca de ella y
un par de jvenes que se apresuraba a unirse a la
multitud de curiosos estuvieron a punto de
derribarla. Apenas se percat de su presencia.
Ms all de la medianoche...
Deslizando los dedos por el hormign, comenz a
avanzar ms deprisa hasta que una de las voces,
que se destacaba por encima de la algaraba, la
hizo detenerse en seco.
... con la garganta destrozada como los
anteriores.
Henry se haba equivocado. El demonio haba
vuelto a asesinar esta noche. Pero, por qu aqu,
prcticamente en el centro de la ciudad, a
kilmetros de distancia del patrn que delineaban
las otras muertes? Henry y la extraa sensacin

que lo haba mantenido en su apartamento aquella


noche...
Maldita sea! confiando en que sus pies
pudiesen encontrar el camino que sus ojos no
vean, Vicki se volvi y comenz a correr. Se
abri pas entre el constante flujo de curiosos que
se dirigan al lugar. Tropez con un bordillo que
no haba visto, se golpe el hombro contra una
confusa sombra que probablemente era una farola
y tuvo que esquivar por lo menos a tres personas
demasiado lentas como para apartarse de su
camino. Tena que llegar cuanto antes a casa de
Henry.
Cuando se encontraba ya junto a su edificio, pas a
su lado una ambulancia a toda velocidad. Al poco,
surgiendo del otro lado de la avenida circular,
apareci un grupo de personas. Siguiendo a la
ambulancia doblaron la esquina y se adentraron en
la plaza de St. Paul como una comitiva de
fantasmas. El guardia de seguridad deba de ser

uno de ellos, porque cuando Vicki atraves las


puertas y penetr en el vestbulo, su mesa estaba
vaca.
Maldita sea dos veces!
Extendi una mano insegura y logr encontrar el
interruptor que abra la puerta interior pero, como
ella se haba temido, el cerrojo estaba echado y el
guardia se haba llevado la llave consigo.
Demasiado furiosa y demasiado preocupada hasta
para soltar un improperio, sacudi la puerta con
todas sus fuerzas. Para su sorpresa, la puerta se
abri mientras la cerradura protestaba soltando un
chasquido. Entr de puntillas, se tom un par de
segundos para cerrar la puerta cuidadosamente
detrs de s los viejos hbitos nunca mueren,
atraves a la carrera el vestbulo interior y golpe
rpidamente los botones del ascensor.
Saba que seguir golpendolos no servira de nada,
pero a pesar de ello no pudo dejar de hacerlo.

La subida hasta el decimocuarto piso pareci


tardar das, incluso meses y el exceso de
adrenalina la oblig a golpear las paredes. La
puerta de Henry estaba cerrada. Tan segura estaba
de que se encontraba en problemas que ni siquiera
se le haba ocurrido llamar. Revolvi su bolso a
toda prisa hasta dar con las ganzas y respir
profundamente varias veces para que su pulso se
calmase. Pese a que su miedo segua gritando
Deprisa! se oblig a trabajar calmada y
meticulosamente. Introdujo lentamente la ganza
adecuada y ms lentamente an realiz las
delicadas manipulaciones que conseguiran
reemplazar a la llave.
Despus de unos pocos segundos extendidos hasta
la agona, durante los cuales lleg a pensar que la
compleja cerradura estaba ms all de su
habilidad, justo cuando comenzaba a desear que
apareciera Harry el Sucio para arrancar la puerta
de sus goznes, escuch el familiar chasquido.
Volvi a respirar; gracias a Dios que los

constructores no haban instalado cerraduras


electrnicas. Arroj las ganzas de nuevo a su
bolso y abri la puerta.
El viento que penetraba en la habitacin por el
balcn haba disipado la mayor parte de la
pestilencia, pero an permaneca en la habitacin
el rastro de un olor a podredumbre. Volvi a
recordar el cadver de la anciana que haba
encontrado en pleno verano, seis semanas despus
de su muerte. Pero esta vez su imaginacin le puso
al cuerpo el rostro de Henry. Era consciente de
que el olor provena del demonio, pero sus tripas
insistan en pensar de manera diferente.
Henry?
Extendiendo la mano hacia atrs, cerr la puerta y
busc a tientas el interruptor de la luz. No vea una
maldita cosa. Henry podra estar muerto a sus pies
y ella nunca...
No estaba a sus pies. Yaca tendido de bruces

sobre el volcado sof. La mitad de su cuerpo


estaba cubierta por la tapicera desgarrada. Y no
estaba muerto. Los muertos yacen en una postura
imposible de imitar para los vivos.
Por todas partes, innumerables y diminutos
cristales cubran la alfombra, hacindola brillar
como una pista de patinaje cubierta. La puerta de
cristal del balcn, la mesita de caf, la televisin...
la parte de Vicki entrenada para observar en
medio del desastre inventariaba los diferentes
fragmentos coloreados a medida que ella se
mova. De hecho, Henry pareca encontrarse en
mejor estado que su apartamento.
Luch contra la puerta del solario hasta obligarla a
cerrarse por encima de unos grumos pastosos y
pegajosos de fluido amarillo, y entonces se
arrodill junto al sof y puso las manos sobre la
hmeda piel de la garganta de Henry. Su pulso era
tan lento que cada latido de su corazn pareca
llegar solo despus de un pensamiento.

Esto es lo normal? Cmo demonios se supone


que voy a saber lo que es normal en tu caso?
Apart de l la tapicera desgarrada con tanto
cuidado como le fue posible y descubri que,
milagrosamente, no pareca tener ningn hueso
roto. Mientras enderezaba con lentitud sus brazos y
piernas advirti lo pesados que eran sus huesos, y
se pregunt por un instante si seran el resultado de
su naturaleza vamprica o simplemente una
herencia de su pasado mortal. Pero la verdad es
que en aquel momento no importaba. Su cuerpo
estaba lleno de cortes y laceraciones, provocados
tanto por los fragmentos de cristal como por lo que
no podan ser otra cosa ms que las garras del
demonio.
Las heridas, incluso las ms profundas, apenas
sangraban. Y no todas lo hacan.
Su piel estaba fra y hmeda, los ojos vueltos
hacia atrs y l mismo no responda a ningn

estmulo. Pareca haber sufrido una conmocin. Y


cualquiera que fuese la validez de las leyendas
sobre vampiros, Vicki supo de pronto que al
menos se equivocaban en un punto: Henry Fitzroy
no era ms inmortal que ella; se estaba muriendo.
Maldita sea. Maldita sea! Maldita sea!!
Guiando con una mano el cuerpo de Henry para
deslizarlo sobre los destrozados cojines, levant
con esfuerzo el sof hasta colocarlo de pie. Volvi
a arrodillarse y recogi su bolso. La cuchilla
pequea de su navaja del Ejercito Suizo estaba
ms afilada. La utilizaba con menos frecuencia. La
apoy contra la piel de su mueca. La piel se
comb y ella se detuvo, mientas elevaba una
silenciosa plegaria para que aquello funcionase.
No importaba en qu estuvieran equivocadas las
leyendas sobre vampiros. En esto tenan que estar
en lo cierto.
No le doli tanto como haba esperado. Presion

el corte contra los labios de Henry y aguard. Una


gota carmes resbal por el borde de su boca,
dibujando una lnea rojiza a lo largo de su mejilla.
Entonces su garganta se movi, un pequeo trago
convulso. Sinti que los labios se ajustaban a su
mueca y su lengua lami una vez y luego otra la
sangre que brotaba de ella. El vello de su nuca se
eriz y, casi involuntariamente, apret la herida
con ms fuerza contra la boca de l.
l comenz a alimentarse. Al principio de forma
frentica. Luego ms calmadamente, cuando un
jirn de su consciencia pareci advertir que la
sangre no le iba a ser negada.
Sabr cundo ha de detenerse? Su respiracin
se agit poderosamente a medida que las
sensaciones que recorran su brazo provocaron
respuestas en otras partes de su cuerpo. Ser
capaz de detenerlo si no lo hace?
Durante dos, tres minutos le vio alimentarse, y en

todo ese tiempo l no fue ms que eso: hambre,


nada ms. Le record a un recin nacido aferrado
a un pecho, y ese pensamiento provoc que bajo la
chaqueta, el suter y el sujetador, los pezones se le
endurecieran. Comprendi por qu tantas historias
de vampiros asociaban la sangre con el sexo.
Aquella era una de las acciones ms ntimas en
que haba tomado parte en toda su vida.
Primero solo haba dolor, pero luego lleg la
sangre. No haba nada ms que sangre. Su mundo
era la sangre.
Ella contempl como la consciencia comenzaba a
retornar a su cuerpo. La mano de l se alz
lentamente, agarr la suya y la apret contra su
boca.
Ahora comenzaba a sentir la vida que la sangre le
suministraba. La oli, la escuch, la reconoci y
combati la neblina rojiza que demandaba que la
tomara. Sera tan fcil abandonarse al hambre...

Ella fue consciente del forcejeo interior que lo


azotaba mientras l beba un ltimo trago y
entonces apartaba su mueca casi con brusquedad.
No comprenda. Ella poda sentir su necesidad y
se senta a su vez arrastrada hacia l. Levant la
mueca de nuevo y la dirigi hacia su boca. Gotas
carmes comenzaron de nuevo a brotar del corte.
l la apart de s con una fuerza que la sorprendi.
Los brazos de ella mostraban las marcas blancas
de sus dedos. Desgraciadamente, era toda la fuerza
que le quedaba. Su cuerpo volvi a quedar inerte y
la cabeza cay sobre el hombro.
El dolor causado por su presa la ayud a disipar la
niebla. Volva a ser consciente, aunque todava
resultaba desesperadamente difcil pensar. Cambi
de posicin. La habitacin dio vueltas a su
alrededor, y mientras trataba de combatir las
sombras que pesaban sobre su mente advirti por
qu se haba detenido l. No poda darle toda la
sangre que necesitaba, no sin entregarse ella

misma en el proceso.
Mierda, mierda, mierda! no es que fuera muy
creativo, pero la hizo sentir mejor.
Apoy la espalda contra el sof, puso una mano
sobre el cuerpo de l y sac las llaves de sus
pantalones. Si iba a salvar la vida de Henry no
poda perder ms tiempo forzando cerraduras.
Necesita ms sangre. Tengo que encontrar a
Tony.
Trat de ponerse en pie a toda prisa, lo que no
result ser una buena idea. El mundo se desliz
hacia un lado y corri tambaleante hacia la puerta.
Cmo poda haber tomado tanto en tan poco
tiempo? Respirando pesadamente, logr salir al
pasillo y llam frentica al ascensor.

***
Dios mo, es Owen.

Owen? Greg se abri camino a empujones entre


la multitud. Si Owen haba sido herido, la seora
Hughes poda necesitar su ayuda.
Owen no solo haba sido herido. Sus mandbulas
haban sido desgarradas y tena la cabeza
destrozada.
En cuanto a la seora Hughes, ya no necesitaba su
ayuda o la de nadie.

***
Tena que llegar a Yonge y Bloor, pero su cuerpo
no estaba cooperando. Su confusin no se estaba
desvaneciendo. De hecho, empeoraba cada vez
ms y se vea obligada a esquivar un objeto tras
otro. Pero, obstinadamente, se negaba a abandonar.
Para cuando alcanz la calle Church, la rendicin
se haba convertido en una posibilidad plausible.
Eh, Victoria.

Unas manos fuertes la sujetaron mientras se


desplomaba y se aferr a la chaqueta vaquera de
Tony. Se mantuvo as, inmvil, casi inerte, hasta
que la acera dej de amenazar con levantarse y
golpearla en la cara.
Ests bien, Victoria? Tienes un aspecto de
mierda.
Ella se apart un poco. Solt su chaqueta y se
colg de su brazo. Cmo demonios se supone
que voy a hacer esto?
Tony, necesito tu ayuda.
Tony la estudi un momento, entornando los ojos.
Alguien te ha dado una paliza?
Vicki sacudi la cabeza y rez por no haberse
golpeado sin darse cuenta mientras se arrastraba
hasta all.

No. No es eso. Yo...


Ests drogada?
Claro que no! la involuntaria indignacin la
hizo enderezarse.
Entonces, qu cojones te ha pasado? Hace
veinte minutos estabas perfectamente.
Lo mir guiando los ojos. La luz de las farolas
haca ms difcil enfocar la vista. Pareca ms
enfadado que preocupado.
Te lo explicar de camino.
Quin dice que voy a ir a ninguna parte?
Tony, por favor...
El momento que l tard en cambiar de opinin fue
el ms largo que Vicki haba pasado en mucho
tiempo.

Bueno, supongo que no tengo nada mejor que


hacer dej que ella lo condujera. Pero espero
que tengas una buena explicacin.

***
Greg observaba, con los ojos muy abiertos, por
encima del hombro del fornido agente de polica.
Todo lo que alcanzaba a ver de la seora Hughes
era un zapato con la planta manchada de rojo y un
poco de una pierna cubierta con leotardos. El
investigador bloqueaba la visin del cuerpo.
Pobre seora Hughes. Pobre Owen.
No hay duda el juez se levant e indic con
un gesto a los camilleros de la ambulancia para
que se hicieran cargo del cuerpo. Lo mismo que
los otros.
Un murmullo atemorizado recorri la multitud. Lo
mismo que los otros. El vampiro!

En respuesta al sonido, uno de los investigadores


de la Polica se volvi y contempl la ladera de la
colina.
Qu demonios est haciendo toda esa gente
ah? Llvenselos detrs de los coches.
Inmediatamente!
Greg se movi con los otros. No prestaba atencin
a las especulaciones que se escuchaban a su
alrededor. Estaba entregado a sus propios
pensamientos. A pesar de lo avanzado de la hora,
reconoci entre la multitud a varios de los
inquilinos de su edificio. Henry Fitzroy no estaba
entre ellos. Tampoco estaban muchos otros a los
que conoca, pero la ausencia del seor Fitzroy se
haba vuelto de pronto muy importante.
Owen, a quien gustaba todo el mundo, nunca haba
mostrado simpata por el seor Fitzroy.
Incapaz de olvidar la expresin que haba aflorado
a los ojos del joven ni el terror que le haba

provocado, Greg no tuvo dudas de que el seor


Fitzroy era capaz de matar. La cuestin era, lo
haba hecho?
Abrindose paso por el borde la multitud, se
apresur de vuelta a la calle Bloor. Haba llegado
la hora de obtener algunas respuestas.

***
Vampiros. Demonios. Tony se dio un golpecito
con la ua del pulgar contra los dientes y estudi
el rostro de Vicki con expresin neutral aunque
cautelosa.
Por qu me cuentas este secreto a mi?
Vicki se dej caer sobre la pared del ascensor y se
frot las sienes. Eso era. Por qu?
Porque estabas cerca. Porque me debes algunos
favores. Porque confo en ti y s que no me
traicionars.

La mir asustado y luego, de pronto, complacido.


Haba pasado mucho tiempo desde la ltima vez
que alguien confiara en l. Que confiara de verdad.
Sonri. De repente, pareca varios aos ms
joven.
Esto va en serio, no, Vicki? No es ninguna
coa?
Ninguna coa asinti Vicki abatida.
Caminando cuidadosamente entre los cristales,
Tony lleg junto al sof y mir a Henry desde lo
alto. Tena los ojos muy abiertos.
La verdad es que no tiene mucha pinta de
vampiro.
Qu esperabas? Un esmoquin y un atad?
no pareca haber experimentado cambios desde
que ella se marchara y, si no estaba mejor, por lo
menos no haba empeorado.

Oye, reljate Victoria. Esto es una cosa muy


rara, sabes?
Ella suspir y apart un mechn de cabello
dorado-rojizo de la frente de Henry.
Lo s. Lo siento. Estoy preocupada.
Tranquila Tony le puso una mano en el
hombro mientras rodeaba el sof. Lo
comprendo, exhal un profundo suspiro y se frot
las manos contra los vaqueros. Qu tengo que
hacer?
Ella le mostr dnde deba arrodillarse y entonces
coloc la punta de la navaja contra su mano.
Quiz sea mejor que lo haga yo mismo sugiri
al verla vacilar.
Quiz s.
El contraste entre el rojo de su sangre y la palidez

de la piel era muy intenso, y Vicki sinti que sus


manos temblaban mientras conduca el corte a la
boca de Henry.
Qu demonios estoy haciendo? se pregunt
mientras ste comenzaba a succionar y la
expresin de Tony se tornaba casi beatfica. Hago
de chulo para un vampiro.
Sangre de nuevo. Pero esta vez, su necesidad no
era tan grande y le cost mucho menos cobrar
consciencia del mundo que lo rodeaba.
Lo est haciendo. De verdad es un...
Un vampiro, s.
Es... eh, interesante cambi un poco su
posicin, tirando de la pernera de sus pantalones.
Vicki record la sensacin y dio gracias porque
Tony no pudiera verla sonrojarse. Se quit la
chaqueta y se dirigi al bao, preguntndose si el

vampiro moderno guardara algo de utilidad en el


botiqun. La severidad de las heridas de Henry
requera algo ms que el diminuto equipo de
primeros auxilios que llevaba en su bolso, aunque
improvisara si era necesario.
Para su sorpresa, el vampiro moderno tena tanto
gasas como esparadrapos. Los recogi, junto con
dos manoplas de bao, una toalla y un albornoz de
felpa que colgaba de la puerta y volvi a toda
prisa al saln, apoyndose en las paredes y los
muebles siempre que le era posible. Primero se
ocupara del profundo corte que Henry tena en el
brazo y luego descansara. Posiblemente durante
un par de das.

***
Con dificultad a causa del temblor de sus manos,
Greg logr abrir el casillero de la sala de recreo y
sac el poste de crquet de su caja.

Solo por precaucin, se dijo mientras


examinaba la punta. Una precaucin razonable.

***
Tratando de no pensar en la profundidad o la
gravedad del corte, Vicki limpi la herida y,
despus de presionar todo lo que pudo los
desgarrados bordes de la piel y el msculo, la
vend con la gasa. El brazo de Henry se
estremeci, pero no hizo ademn alguno de
apartarlo.
Tony mantena los ojos cuidadosamente apartados.
Con la percepcin del yo vino la confusin. De
quin se estaba alimentando? El olor de Vicki era
inconfundible, pero no conoca al otro joven.
Poda sentir cmo retornaban sus fuerzas, cmo su
cuerpo comenzaba a curarse. Ya tena sangre ms
que suficiente para mantenerse con vida. Ahora,

todo lo que necesitaba era tiempo.


Creo que ha terminado.
Se ha detenido, entonces?
Tony levant la mueca.
Eso es lo que suele significar terminado el
corte de su mueca tembl un poco, pero solo una
minscula gota de sangre resbal bajo la mugrienta
manga de la chaqueta vaquera.
Vicki se inclin hacia delante.
Henry?
Espera un minuto Tony se balance sobre sus
talones y se puso en pie. Si vas a despertarlo,
ser mejor que me largue.
Qu?

No me conoce y no creo que sea una buena idea


que me quede aqu mientras t tratas de
convencerlo de que no se lo voy a contar a nadie.
Vicki lo pens de nuevo y lleg a la conclusin de
que no era una mala idea. No saba cmo se
tomara Henry el que ella hubiese traicionado su
secreto con un completo extrao. Si ella estuviera
en su lugar, tambin se mostrara cauta.
Acompa a Tony hasta la puerta.
Cmo te sientes?
Cachondo. Y un poco confuso aadi antes de
que ella pudiera decir nada. No creo que haya
tomado de m tanto como de ti. Adems, soy
mucho ms joven.
Y mucho ms bocazas extendi un brazo y
pos una mano sobre su hombro.
Gracias dijo con suavidad.

Hey, no me lo hubiera perdido por nada del


mundo por un instante su rostro fue franco,
vulnerable. Entonces regres su sonrisa arrogante
. Ya me contars cmo acaba todo el asunto.
Te lo contar sac un puado de billetes de
su bolsillo y se los puso en la mano. Bebe
mucho lquido en las prximas horas. Y, Tony,
cuando salgas, trata de no dejarte ver por el
guardia de seguridad.
Que te follen, Vicki.

***
En el ascensor, Greg golpeaba el poste de casi un
metro de longitud contra su pierna. En realidad no
crea que Henry Fitzroy fuera un vampiro. No del
todo. Pero es que tampoco poda creer que la
seora Hughes estuviera muerta y, sin la menor
duda, lo estaba. A lo largo de su prolongada vida
haba llegado a descubrir que la creencia no tiene

demasiado que ver con la realidad.


Al llegar al piso decimocuarto se cuadr de
hombros y sali al corredor. Estaba
completamente determinado a hacer lo que deba.
No se consideraba un hombre especialmente
valeroso, pero tena una responsabilidad sobre los
inquilinos del edificio. No haba vacilado contra
los nazis, no haba vacilado en Corea y no pensaba
vacilar ahora.
Frente a la puerta del piso de Henry Fitzroy se
asegur de que la pernera de su pantaln cubra la
estaca. No la utilizara si no era necesario. Llam
a la puerta.
Maldita sea! la mirada de Vicki corri
alternativamente de Henry a la puerta. El que haba
llamado no era un polica. La llamada de un
polica era inconfundible. Pero en las actuales
circunstancias, lo peor que poda hacerse era
ignorarla. Si alguien de la calle haba visto al

demonio encaramado en el balcn de Henry...


La mirilla le mostr la distorsionada imagen del
viejo guardia de seguridad de la entrada principal.
Mientras ella lo observaba, levant la mano una
segunda vez y volvi a llamar. No saba lo que
quera. No le importaba. No poda dejarle hablar
con Henry. Tendra que librarse de l sin
permitirle ver el campo de batalla en que se haba
convertido el saln. Si el guardia abrigaba alguna
sospecha y su expresin revelaba que no estaba
del todo tranquilo tena que convencerlo de que
Henry se haba pasado el ltimo par de horas muy
ocupado. Y si no sospechaba, tena que asegurarse
de que no empezase a hacerlo.
Esto es una locura, se dio cuenta Greg de pronto.
Debera estar aqu despus del amanecer,
cuando est durmiendo. Sus dedos se movieron
nerviosamente arriba y abajo del palo de crquet.
Puedo conseguir la llave maestra y asegurarme,
de una manera u otra y... La puerta se abri y con

ella su boca. Una mujer con el pelo revuelto, ms


o menos cubierta con un albornoz de hombre, lo
miraba con aire sooliento.
Vicki haba apagado todas las luces del
apartamento excepto la que haba directamente a
su espalda, sobre la entrada, confiando en que su
brillo deslumbrara al guardia y le impidiera ver
algo ms all de su cuerpo. De pie entre la puerta
y el marco, apoyada contra ambos, dej que el
borde superior del albornoz se escurriera un poco
hacia abajo. No es que pretendiera cegar al
guardia con su belleza, pero si haba evaluado al
anciano correctamente, esta era exactamente la
clase de situacin que podra avergonzarlo.
O puede que no fuera ms que una idea estpida.
Pero era lo nico que se le haba ocurrido.
Puedo ayudarlo? pregunt, conteniendo un
bostezo no del todo fingido.
Um, no, yo... es esta la casa del seor Fitzroy?

S Vicki se coloc las gafas en su lugar. Sin


que ella lo pretendiera, el albornoz se escurri un
poco ms. Pero est durmiendo. Est un poco...
se detuvo el tiempo suficiente como para que las
orejas del guardia terminasen de enrojecer...
exhausto.
Oh Greg se aclar la garganta mientras se
pregunt cmo podra salir de aquello
conservando un poco de dignidad. Saltaba a la
vista que Henry Fitzroy no haba abandonado su
apartamento en las ltimas horas. Y era igualmente
evidente que no se haba dedicado a clavar sus
garras en el cuello de aquella joven... o en ninguna
otra parte de su anatoma. A la que, por cierto,
Greg no estaba mirando. Yo solo... eh... el caso
es que ha habido un incidente en la zona del
barranco y pens que tal vez el seor Fitzroy
pudiera haber visto algo o escuchado algo, ya que
normalmente est despierto de noche. Quiero
decir, ya s que sus ventanas no dan a ese lugar,
pero...

No creo que haya podido advertir nada.


Estaba... de nuevo la pausa. De nuevo el rubor
en el rostro del guardia... ocupado.
Mire. Siento de veras haberles molestado.
Hablar con el seor Fitzroy en otra ocasin.
Pareca completamente deprimido.
Sin poder contenerse, Vicki extendi una mano
hacia l.
Ese incidente del que habla. Le ha ocurrido
algo a alguien que usted conozca?
Haba simpata genuina en su voz. Greg respondi:
La seora Hughes y Owen. Owen era su perro.
Viven justo al final del pasillo seal en aquella
direccin y Vicki se sobresalt al descubrir lo que
su mano sostena.
l sigui su mirada y se ruboriz an ms. Las

brillantes franjas pintadas en la parte alta del poste


de crquet parecan burlarse de l. Se haba
olvidado de que lo llevaba consigo.
Nios explic apresuradamente. Dejan
trastos por todas partes. Voy a devolverlo a su
lugar.
Oh con gran esfuerzo, ella logr apartar la
vista de la estaca. Sera catastrfico demostrar
demasiado inters en ella. Arrebatrsela de la
mano y arrojarla por el hueco del ascensor, que
era lo primero que se le haba ocurrido hacer,
sera posiblemente considerado un exceso de
inters. Siento mucho lo de la mujer y el perro
logr decir.
El hombre volvi a asentir.
Tambin yo entonces se enderez y Vicki
pudo casi ver cmo se echaba el sentido del deber
y la responsabilidad sobre los hombros. Tengo
que volver a mi puesto. Siento mucho haberles

molestado. Buenas noches, seorita.


Buenas noches.
Esper hasta escuchar el chasquido del cerrojo y
entonces se dirigi de vuelta al ascensor. Mientras
las puertas se cerraban detrs de l, dedic una
mirada al poste de crquet y sacudi la cabeza. La
ltima vez que se haba sentido tan avergonzado
haba sido a los diecinueve, durante la Primera
Guerra Mundial, cuando por equivocacin haba
entrado en los baos del Cuerpo Femenino
Auxiliar de la Armada Britnica.
Vampiros. Ja! Debo de estar volvindome
senil.
Vicki se dej caer sobre la puerta. Le temblaban
las rodillas. Haba estado muy cerca. Volvi a
encender la luz del saln y se acerc a Henry.
Tena los ojos abiertos y haba levantado un brazo
para protegerlos de la luz.

Te sientes mejor? pregunt.


Eso depende... Mejor que qu? dej caer las
piernas del sof y se sent derecho. No se haba
sentido tan mal desde haca muchsimo tiempo.
Vicki se sent junto a l y, al ver que estaba a
punto de caerse, le ayud a ponerse derecho.
Aparentemente el seor Stoker no estaba
exagerando cuando describi los poderes de
recuperacin de los vampiros.
Henry trat de esbozar una sonrisa.
El seor Stoker era un escritorcillo gir los
hombros y extendi ambas piernas. Todo pareca
funcionar correctamente, aunque no con facilidad
ni sin dolor. Quin era el chico?
Su nombre es Tony. Ha vivido en la calle desde
que era un nio. Es de los que aceptan a la gente
por lo que es.

Incluso a los vampiros?


Ella estudi su rostro. No pareca enfadado.
Incluso a los vampiros. Y sabe lo que es estar
solo.
Confas en l?
Absolutamente. O hubiera pensado en otra cosa.
Otra persona aunque no tena la menor idea de
en qu o en quin. Ni siquiera haba pensado en
Celluci. Ni una sola vez. Lo que es buena muestra
de que, al menos inconscientemente, soy ms
lista de lo que parezco. Celluci no habra
reaccionado de manera positiva. Supongo que
podra haber robado algo en la Cruz Roja.
Necesitabas ms y no queras...
No poda la interrumpi con voz tranquila.
Si hubiera tomado ms, lo habra tomado todo
bajo la contusin prpura y verde que mostraba su
frente, sus ojos estaban sombros. Poda sentir

tu vida y poda sentir el creciente deseo de


tomarla.
Ella sonri sin poder evitarlo.
Qu? Henry no vea razones para sonrer.
Esta noche, la muerte los haba rondado a ambos
muy de cerca.
Una frase de un libro infantil que, no s cmo,
acaba de aparecer en mi cabeza. No es como un
len domado. Parece ser que tampoco t ests
domado del todo, verdad? Porque aparentas ser
tan civilizado...
l pens sobre ello unos instantes.
Puede ser. Supongo que, desde tu punto de vista,
no lo estoy. Eso te asusta?
Ella levant ambas cejas e inmediatamente las
volvi a dejar caer. Estaba demasiado cansada
para mantener la expresin.

Oh, por favor.


Henry sonri entonces, tom su mano y la condujo
hasta la luz. Examin la mueca.
Gracias dijo. Suavemente, traz con un dedo
la trayectoria de la vena.
Cada pelo en el cuerpo de Vicki se eriz y tuvo
que tragar saliva antes de poder hablar.
Me alegro de que hayas vuelto.
Hubiera hecho lo mismo por cualquiera.
Con la mano de Vicki todava entre las suyas, la
sonrisa de Henry cobr de pronto un aire
confundido.
Llevas mi bata.
Empujando las gafas contra su nariz, Vicki trat de
refrenar el impulso de arrojarse contra la pila de

ropa que se amontonaba sobre la mesa del


comedor.
Es una larga historia le dej que la atrajera
hacia s y se humedeci los labios. Su piel
palpitaba bajo su mano. Y ni siquiera est tocando
una zona sensible.
Entonces, repentinamente, la expresin de Henry
cambi y ella se volvi para ver lo que haba
causado tal expresin de horrorizada incredulidad.
Una de las puertas de cristal de la librera, intacta
como por milagro, estaba abierta.
El demonio dijo Henry. Su voz era fiel reflejo
de su expresin; tiene el grimorio.

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Captulo 13
Henry se puso trabajosamente en pie. Le costaba
mantener el equilibrio. Se balance.
Debo...
Vicki corri a su lado, lo sostuvo y le ayud a
volver al sof.
Qu debes hacer? Ahora mismo no puedes ni
tenerte en pie.
Debo recuperar el grimorio antes de que el
Seor Demonaco sea convocado apart las
manos de ella y volvi a levantarse, ms firme esta
vez. Si comienzo ahora mismo, podra ser capaz
de seguir el rastro del demonio. Si quiere llevarse
el grimorio consigo, tiene que mantener por fuerza
su forma fsica.

Cmo vas a seguir su rastro?


Por el olor.
Vicki mir al balcn y luego a Henry.
Olvdalo. Tiene alas, recuerdas? Ir volando.
No importa lo que seas. No podrs seguir el rastro
de algo si no puedes oler el lugar por el que ha
ido.
Pero...
Pero nada. Si no fueras lo que eres, estaras
muerto. Puedes creerme. No he vivido tantos
siglos como t, pero he visto los suficientes
cadveres como para estar segura.
Tena razn. Henry camin hasta la ventana y
apoy la cabeza contra el cristal. Fro y suave,
ayud a calmar el dolor de su cabeza. Todo su
cuerpo funcionaba, pero todo l le dola. No poda
recordar la ltima vez que se sintiera tan dbil o

que su cuerpo estuviera tan castigado. Ahora que


el mpetu inicial que proporcionaba el acto de
alimentarse haba pasado, la necesidad de
descanso para curar sus heridas resultaba
doblemente evidente.
Me has salvado la vida admiti.
Entonces no la desperdicies Vicki sinti un
tenue eco de calor emanando del corte de su
mueca. Lo ignor. Puede que ms adelante
tuvieran la oportunidad de continuar donde lo
haban dejado, pero ciertamente, ste no era el
momento. Aparte de que cualquier cosa ms
enrgica que unos pocos besos probablemente
nos matara a ambos. Recogi sus ropas, se
dirigi a la cocina y cerr la puerta.
Ya has hecho todo lo que has podido. Ahora
deja que otro se encargue.
O sea, t.

Acaso ves a alguien ms por aqu?


Henry logr esbozar media sonrisa.
No ella tambin estaba en lo cierto en eso.
Haba tenido su oportunidad y haba fallado.
Estupendo se cerr la cremallera de los
pantalones y se quit el albornoz. Puedes
reunirte conmigo despus de la cada del sol si
para entonces te ves capacitado para moverte.
Dame un da de descanso y estar
completamente recuperado. De acuerdo, tal vez no
completamente se enmend al or el bufido
incrdulo de Vicki. Pero lo suficientemente bien
como para ser de utilidad.
Eso bastar. Te dejar un mensaje en el
contestador automtico tan pronto sepa dnde es
ms posible que vaya a estar.
Tienes menos de veinticuatro horas para

encontrar a la persona que se ha hecho con el


grimorio en una ciudad de ms de tres millones de
habitantes. Puede que hayas sido una buena
polica, Vicki, pero...
Era la mejor le inform mientras se pona la
sudadera tratando de evitar que las gafas cayeran
al suelo.
Est bien. Eras la mejor... pero no eres tan
buena. Nadie lo es.
Puede que no su tono discuta el argumento,
aunque sus palabras no lo hicieran. Pero
mientras t pasabas las noches esperando el ataque
del demonio, yo no me he pasado los das de
brazos cruzados caminando cuidadosamente
sobre los cristales, volvi al sof y se sent para
calzarse. Uno de los objetos que el demonio
rob fue un ordenador de tecnologa punta.
Aparentemente, no los fabrican ms listos ni ms
rpidos que ste en particular. Despus de reunir

numerosas pistas y conexiones, esta maana he


estado en la universidad de York y he hablado con
el jefe del departamento de Informtica. Me ha
dado una lista de veintitrs nombres. Los nombres
de los estudiantes que podran hacer funcionar esa
mquina se enderez y se coloc las gafas en su
lugar. As que en vez de una entre un milln, las
posibilidades se reducen a veintitrs entre casi
veinte mil.
Magnfico Henry se arranc la destrozada
camisa del cuerpo mientras atravesaba la
habitacin. Se dej caer con cuidado sobre el sof
y la arroj hecha un ovillo sobre lo que quedaba
de su televisin. Solo uno entre veintitrs, entre
veinte mil.
No es una relacin tan mala. Y lo que es ms, no
tengo que preocuparme por los veinte mil. La gente
que figura en esa lista forman parte de un grupo
bastante definido. Si no puedo encontrarlos
directamente creo que podr reconocerlos.

En un da? Porque si el grimorio va a ser


utilizado maana por la noche, ese es todo el
tiempo con el que cuentas antes de que la matanza
d comienzo.
Ella levant la barbilla y frunci las cejas.
Entonces, qu es lo que sugieres? Que
abandone porque t piensas que es imposible?
Creste que podras derrotar al demonio menor,
recuerdas? su mirada recorri sus numerosas
heridas. As que no puede decirse que seas
infalible en lo que a este asunto se refiere.
Henry cerr los ojos. Sus palabras cortaban ms
profundamente que cualquier otro golpe que
hubiera sufrido aquella noche. Tena razn. Por su
culpa el grimorio haba desaparecido. Por su culpa
el mundo poda afrontar dolor y muerte a una
escala que muy pocas mentes mortales podan
siquiera concebir.
Henry, lo siento. No tena que haberlo dicho.

Pero es cierto se le haba acercado. Poda


sentir los latidos de su corazn haciendo temblar
el aire que haba entre ellos. Sus manos tomaron
suavemente las de l y supo que ahora vendran
todos los tpicos que no podran aliviar su culpa.
S dijo ella.
Sus ojos se abrieron bruscamente.
Pero no habras vivido tanto tiempo de no haber
sido capaz de aprender de tus errores. Cuando
encuentre a esa persona, voy a necesitar tu ayuda.
Vaya, muchas gracias justo lo que ahora
necesitaba, ser tratado con condescendencia por
una persona cuyos antepasados sin duda se haban
apiado en una miserable cabaa campesina
cuando l cabalgaba al lado de un rey. Apart sus
manos de la de ella. El movimiento le provoc un
agudo dolor en el brazo, pero se esforz en
permanecer impasible.

Antes de que su Alteza Real empiece a


comportarse como un esnob, quiz quieras
considerar a quin ms puedo recurrir. Creme,
una sospecha de invocacin demonaca no ser
suficiente para impresionar a la Polica. De hecho,
ni siquiera creo que constituya un crimen.
Qu hay del joven Tony?
Tony sigue su propio camino. Y, adems, este
no es el tipo de cosas en las que l puede
ayudarme.
As que soy el nico valiente de la ciudad?
Eres el nico valiente de la ciudad.
Sus ojos se encontraron un momento y Vicki
record repentinamente que aquello era algo que
no se deba hacer. Todas las historias, todas las
pelculas sobre vampiros advertan de ello. Por un
momento se sinti suspendida en equilibrio sobre
el borde de un abismo y tuvo que combatir el

impulso de arrojarse a sus profundidades.


Entonces el momento pas y donde antes se
encontraba el abismo no qued ms que un par de
cansados ojos almendrados. Ella se dio cuenta,
con el corazn sobresaltado, de que era el hombre
y no el vampiro el causante de sus reacciones. O
quiz el hombre en cuanto vampiro. O el vampiro
en cuanto hombre. O cualquier cosa. Maravilloso.
La ciudad, quin sabe si el mundo, est a punto
de estallar en llamas y yo me dedico a pensar con
la entrepierna.
Tengo que empezar temprano. Ser mejor que
me vaya.
Supongo que s.
Quedaban muchsimas cosas por decir.
l la contempl mientras se pona la chaqueta. El
rumor de sus latidos era casi abrumador. De haber
tomado un poco ms de su sangre, no habra
podido contenerse y le habra arrebatado tambin

la vida. Las vidas. No haba alimento ms dulce


para los vampiros. Muchos de los de su raza
haban sucumbido a ese insano apetito. Al traerle
al joven, ella los haba salvado a ambos.
Realmente era una mujer extraordinaria. Muy
pocos mortales hubieran tenido la fuerza suficiente
para resistirse a la atraccin de su necesidad.
Ahora deseaba ms. Ms de ella.
Si sobreviva a las siguientes veinticuatro horas...
Ella se detuvo de camino a la puerta, apoyndose
en el respaldo de una silla.
Acabo de acordarme. Dnde estabas antes? Te
estuve llamando y siempre me encontraba con tu
contestador.
Por eso llegaste tan tarde?
No tena mucho sentido venir si no te
encontrabas aqu.

Estaba aqu. Conect el contestador para poder


seleccionar las llamadas sus cejas se alzaron
mientras las de ella se arrugaban. T no lo
haces?
Si estoy en casa, contesto el telfono.
Si yo lo hubiera hecho y t hubieras estado aqu
cuando apareci el demonio...
Ambos estaramos muertos ella finaliz la
frase.
l asinti.
Vicki?
Con la mano en el picaporte, ella se volvi.
Te das cuenta de que hay muchas posibilidades
de que fracasemos? De que es muy posible que no
encuentres nada o que tal vez no haya nada que
podamos hacer para detener al Seor Demonaco?

Ella le sonri y entonces Henry descubri con


asombro que no era l el nico depredador
presente en la habitacin.
No contest. No me doy cuenta de tal cosa.
Descansa.
Y entonces se march.

***
Ros de sangre recorran las
calles de la ciudad. Y quienes,
implorantes, se arrastraban por
ellas, volvan su rostro hacia Vicki
en busca de salvacin. Levant las
manos para auxiliarlos y vio que la
sangre manaba a borbotones de
grandes heridas melladas en sus
muecas.
Est llegando, Vicki Henry
Fitzroy cay de rodillas delante de

ella y dej que la sangre fluyera


sobre l. Abri la boca bajo la
riada.
Ella trat de retroceder pero no
pudo moverse. Sus piernas estaban
hundidas en el hormign hasta las
rodillas.
Est llegando, Vicki dijo
Henry de nuevo. Se inclin hacia
delante y comenz a lamer la
sangre que corra por sus brazos.
Repentinamente, un viento
helado azot su espalda y pudo or
el sonido de unas garras contra la
piedra. Algo inmenso se arrastraba
hacia ella. Pero no poda volverse
a mirarlo. El hormign y las manos
de Henry la inmovilizaban. Solo
poda luchar contra lo que la

apresaba y escuchar cmo aquello


se acercaba, ms y ms, ms y ms.
El olor de la putrefaccin se hizo
ms intenso y cuando ella volvi a
mirar hacia abajo ya no era Henry
quien se encontraba all, sino el
cuerpo en descomposicin de la
anciana, cuya boca se aferraba a
su mueca. Junto a ella se
encontraba lo que quedaba de Mike
Celluci.
Por qu no me lo contaste?
inquira a travs de aquella
ruina que era su boca. Por qu
no me lo contaste?
Vicki busc a tientas el interruptor de la lmpara y
se sent jadeante al hacerse la luz. Su corazn lata
furiosamente. La pesadilla que la acababa de
despertar no era ms que la ltima de una
prolongada serie. Afortunadamente, no recordaba

las anteriores en detalle.


Con manos temblorosas, se coloc las patillas de
las gafas sobre las orejas y consult el reloj. 5:47.
Ni siquiera tres horas de sueo.
Apag la alarma, que estaba programada para las
6:30 y sac los pies de la cama. Si la persona que
convocaba al demonio segua actuando como lo
haba hecho hasta entonces, el Seor Demonaco
aparecera a medianoche. Eso le proporcionaba
poco ms de dieciocho horas para encontrarlo, a l
o a ella, y hacerle tragar el maldito grimorio
pgina a pgina. Las pesadillas la haban
aterrorizado y nada la enfureca ms que el miedo
respecto al que no poda hacer nada.
Lenta, cuidadosamente, se levant. Sin duda, el
litro de zumo de naranja y los dos comprimidos de
hierro que se haba tomado al llegar a su
apartamento la habran ayudado a compensar la
prdida de sangre, pero saba que no iba a

encontrarse en las mejores condiciones. No hoy.


No durante algn tiempo. El corte de su mueca
pareca haberse curado casi por completo, aunque
la piel que lo rodeaba pareca un poco magullada
y sensible. El recuerdo de la alimentacin de
Henry se haba mezclado con el del sueo, as que
los apart a ambos a un lado. Ya tendra tiempo de
separarlos ms tarde. Por ahora, haba cosas ms
importantes de las que preocuparse.
Por su gusto, se hubiera quedado ms tiempo en la
ducha, tratando de limpiarse la sensacin que el
sueo le haba dejado sobre la piel, pero no poda
apartar de su cabeza la absurda idea de que haba
algo detrs de ella. El vapor bloqueaba la vista y
el sonido. Se senta vulnerable y tuvo que
abandonar el bao.
Despus de haber encendido la cafetera y con otro
litro de zumo de naranja en la mano, se acerc a la
ventana y se qued de pie un momento junto a ella,
contemplando las calles. Solo se vea luz en una o

dos ventanas ms. Mientras observaba, el joven


Edmond Ng apareci en el portal y se dirigi a la
esquina para recoger el montn de ejemplares del
peridico matutino que deba repartir. No era
consciente de que aquel poda ser su ltimo
trayecto. En solo dieciocho cortas horas, las
hordas del Infierno podran estar haciendo pedazos
la ciudad y a sus habitantes.
Y lo nico que se interpone en su camino es una
ex poli medio ciega y el hijo bastardo de Enrique
VIII dio un largo trago a la jarra de zumo y
empuj las gafas contra su nariz. Esta clase de
cosas le hacen pensar a una, no es cierto?
El nico problema era que no quera pensar en lo
que aquello traa a su mente.
Encontrar a uno entre veintitrs entre veinte mil.
En realidad, de poder recurrir a los recursos de la
Polica, las probabilidades no seran del todo
malas. Aunque no pudiera conseguir las

direcciones de todos los estudiantes de la lista de


la administracin de la universidad y,
francamente, dudaba que pudiera hacerlo sin una
orden hablar con algunos de ellos poda
proporcionarle mucha informacin. Normalmente,
cualquiera que perteneciese a un grupo saba quin
comparta su forma de ver las cosas; y si uno de
los veintitrs era la persona a la que estaba
buscando, cualquiera de ellos podra sealrselo.
Naturalmente, caba la posibilidad de que despus
de reunir todas las piezas y evidencias hubiese
formado una imagen errnea. De que no solo
estuviera buscando el rbol equivocado, sino que
lo estuviera haciendo en el bosque equivocado.
Una gota de sudor descendi por su espalda y tuvo
que esforzarse para no darse la vuelta. Saba que
el apartamento estaba vaco, que no haba nadie
detrs de ella, y no pensaba dejarse asustar por
fantasmas. Ya haba suficientes horrores de verdad
en los que invertir el miedo.

Todava tena tiempo para desayunar antes de salir


para York; no tena sentido presentarse en un
campus vaco. A las 6:35, despus de haberse
comido unos huevos revueltos y haber apurado
casi por completo una segunda taza de caf,
telefone a Mike Celluci. Dej que sonara tres
veces y colg. Qu iba a decirle? Que pensaba
que saba quin era el asesino? Eso lo haba
sabido desde la noche en Woodbine, cuando haba
conocido a Henry. Que uno de los veintitrs
genios de la informtica de la universidad de York
se dedicaban a convocar demonios en su tiempo
libre y que si no era detenido iba a convocar ms
de los que l o ella o cualquiera podran controlar
y destruiran el mundo? Pensara que estaba loca.
Todo acaba por desembocar en el demonio.
Todo. Mierda el ordenador robado que
apuntaba, si bien de forma tenue, hacia uno de los
veintitrs estudiantes no tena relacin alguna con
los asesinatos que Celluci estaba investigando
salvo por el demonio. Y cmo es que conozco

la existencia del demonio? Me lo ha contado un


vampiro.
Apur la taza y la dej sobre la mesa con ms
fuerza de la necesaria. El asa se rompi en su
mano. Con una brusca sacudida del brazo la arroj
al otro lado de la habitacin y escuch satisfecha
como se haca aicos al chocar contra la pared.
Su satisfaccin desapareci un latido ms tarde.
Una ex poli medio ciega y el hijo bastardo de
Enrique VIII repiti, hundindose ms y ms en
la certidumbre de que ya no era una polica.
Porque a pesar de todo, a pesar de sus ojos y a
pesar de su resignacin, durante los ltimos ocho
meses haba seguido pensando en s misma como
en una polica. Y ya no lo era. No tendra apoyo ni
soporte. Estara completamente sola hasta la
puesta de sol, y quien necesitaba contar con toda la
informacin no era Mike Celluci, sino Henry
Fitzroy.

Maldita sea se frot los ojos con la manga y


al hacerlo empuj las gafas hasta la punta de su
nariz. No le haca ms feliz pensar que nunca
hubiera llegado tan lejos de seguir formando parte
del Cuerpo, que las reglas y los reglamentos, con
todo lo flexibles que pretendan ser, le hubieran
atado las manos. Tampoco hubiera llegado tan
lejos si nunca hubiera estado en el Cuerpo, porque
la informacin, sencillamente, no habra estado
disponible para ella. Parece que soy
exactamente lo que la situacin requiere: una
mujer solitaria contra el Armagedn.
Respir profundamente y relaj las mandbulas.
Bien, vamos con ello los huevos se haban
asentado en su estmago como un pedazo de plomo
y su garganta pareca haberse convertido en un
pilar doloroso que guardaba poca semejanza con
la carne. Eso estaba bien. Poda aprovecharlo.
Con suerte, ms tarde habra tiempo para
preocuparse de sus sensaciones.

Debiera haber llevado una copia de la lista al


apartamento de Henry la noche anterior. Ahora no
tena tiempo de copiarla ni de pasar por all para
entregrsela.
Henry, soy Vicki afortunadamente, el
contestador poda aparentemente almacenar
mensajes de duracin ilimitada, porque la lista de
los nombres y sus planes para aquel da
consumieron casi cinco minutos de cinta.
Cuando sepa algo ms te lo har saber.
Las siete menos cinco. Diecisiete horas. Vicki
meti la lista en su bolso, recogi su chaqueta y se
dirigi a la puerta. Tardara una hora en llegar a
York, as que solo contara con diecisis horas
para su bsqueda.
Ya estaba en la puerta, tratando de encontrar la
llave, cuando son el telfono. Intrigada por saber
quin poda llamarla tan temprano, esper mientas
sonaba el mensaje de su contestador y luego el

tono.
Seorita Nelson? Hola. Soy Coreen. Mire, si
ha estado tratando de localizarme, lo siento. Es
que no estaba por aqu. Me haba ido un tiempo
con unos amigos.
Vicki ech el cerrojo. Hablara con Coreen ms
tarde. De un modo o de otro, a medianoche el caso
estara cerrado.
Es que me encontraba un poco deprimida
porque la chica que asesinaron, Janet, era una
buena amiga ma. No es que pueda hacer nada,
pero pienso que si no hubiera sido tan idiota con
lo de Norman Birdwell, ella me hubiera esperado
para que la acercara a casa.
Mierda! la cerradura resultaba tan difcil de
volver a abrir como lo haba sido de cerrar.
Norman Birdwell era uno de los nombres de la
lista.

Supongo que si consigue encontrar al vampiro


que mat a Ian, tambin habr dado con el que
mat a Janet, no cree? Ahora ms que nunca,
quiero que d con l.
Se detuvo y su suspiro fue casi enmascarado por el
traqueteo de la cerradura al abrirse.
Bueno... eh... estar todo el da en casa por si
quiere llamar...
Coreen? No cuelgues. Soy yo, Vicki Nelson.
Vaya. Hola pareca un poco avergonzada por
haber sido sorprendida hablndole al contestador
. La he despertado? Mire, siento haberla
llamado tan temprano, pero es que tengo un
examen hoy y quera pasar por la biblioteca para
estudiar un poco.
No hay problema, te lo aseguro. Necesito
hablarte sobre Norman Birdwell.

Por qu? No es ms que un cretino.


Es muy importante.
Vicki casi oy su encogimiento de hombros.
De acuerdo. Qu quiere saber?
Lo conoces bien?
Pooor favoor... no le he dicho que es un
cretino? Est en mi clase de Religiones
Comparadas. Eso es todo.
Has dicho antes que fuiste idiota con lo de
Norman Birdwell...
Qu?
Acabas de decir que si no hubieses sido tan
idiota con lo de Norman Birdwell, es posible que
Janet te hubiese esperado para que la llevaras a
casa.

S, bueno... nunca hubiera ido con l si no me


hubiera tomado las cervezas, pero dijo que poda
demostrar que los vampiros existen y que saba
quin haba matado a Ian. Bueno, es posible que no
fuera eso exactamente lo que dijo... pero en todo
caso fue algo muy parecido. Sea como sea, el caso
es que fui con l a su apartamento, pero todo lo
que l quera era... ya sabe, darse el lote. No tena
nada que ver con los vampiros.
Te llegaste a fijar si en su apartamento haba
algn ordenador? Uno grande y bastante
complicado.
Bueno, tena uno. No s lo complicado que era.
Estaba muy ocupada tratando de evitar que me
achuchase mientras contaba todas aquellas
patraas sobre convocar demonios.
El mundo se detuvo un instante.
Seorita Nelson? Est usted ah?

Creme, no me voy a ninguna parte Vicki se


sent en su escritorio y lo revolvi todo en busca
de un algo con lo que escribir. Esto es muy
importante, Coreen. Dnde vive Norman?
Eh... en algn lugar al oeste del campus.
Puedes darme su direccin exacta?
No.
NO? Vicki respir profundamente y trat de
recordar que gritar no servira de nada. Colocando
el auricular bajo su barbilla cogi el listn
telefnico que haba junto al escritorio. Bird...
Birddal... Birden...
Pero si es tan importante, quiz podra llevarla
hasta all. Bueno, aquella noche conduje hasta el
lugar, as que probablemente podra volver a
encontrarlo. Probablemente.
Probablemente es suficiente para m no

figuraba ningn Birdwell en el listn telefnico.


Tena sentido. Era muy posible que se hubiese
mudado al apartamento aquel mismo otoo, al
comienzo del curso y la compaa telefnica no
registraba los nuevos nmeros hasta finales de
mayo, aproximadamente. Estar all enseguida.
Dnde podemos encontrarnos?
Bueno, no puedo quedar hasta las cinco. Como
le he dicho, hoy tengo un examen.
Coreen, esto es importante!
Tambin lo es mi examen su tono no revelaba
la menor disposicin para el compromiso.
Y antes del examen...?
Tengo mucho que estudiar.
Muy bien. 5:00. un poco ms de dos horas antes de
la puesta del sol y siete horas antes de la
medianoche. Contaba con una identificacin

positiva, as que siete horas deba de ser tiempo


de sobra. Y, adems, gritar no servira de nada.
A las cinco, entonces. Dnde?
Sabe donde se encuentra el Auditorio Burton?
Puedo averiguarlo.
Nos encontraremos en la entrada norte.
Perfecto. A las cinco en punto en la entrada
norte del Auditorio Burton. All te ver.
Vicki colg el telfono y se qued un momento
sentada frente a l, mirndolo fijamente. De todas
las posibles situaciones que podran haberse
producido, incluyendo la ltima y desesperada
lucha con el Seor Demonaco, sta, la de que
aparecera alguien para entregarle la solucin en
las manos, no se le haba pasado por la
imaginacin. No debera sorprenderla; a menudo,
una vez que se sacaban a la luz las preguntas

apropiadas, las respuestas no tardaban en


seguirlas.
Mientras dibujaba garabatos sobre la cubierta del
listn telefnico, llam al directorio de asistencia
de la compaa. Por si acaso.
Hola. Estoy buscando un nmero reciente.
Norman Birdwell. No tengo su direccin, pero s
que se encuentra en algn lugar al oeste de la
universidad de York.
Un momento, por favor. S. Aqu tenemos un
nmero perteneciente a un tal N. Birdwell...
Vicki apunt el nmero sobre la cubierta, a lo
largo de la interpretacin de un artista de un
aparato de telfono.
Sera tan amable de proporcionarme tambin
su direccin?
Lo siento, pero no se nos permite facilitar esa

informacin.
Ms lo sentir cuando llegue el fin del mundo
murmur Vicki mientras cortaba la
comunicacin con el pulgar. El que le hubieran
dado la respuesta que era de esperar no lo haca
menos frustrante.
En el nmero que le haban proporcionado no se
oa ms el pitido de un mdem. Vicki colg
rpidamente.
Parece que tendr que confiar en Coreen.
8:17. Bostez. Poda pasar el resto del da
tratando de localizar a N. Birdwell, quien,
adems, poda o no ser Norman Birdwell, pero lo
que de verdad necesitaba eran otras cuatro o cinco
horas de sueo. Siempre le haba gustado
levantarse temprano y acostarse pronto. La prdida
de sangre, combinada con la falta de sueo, la
haba dejado atontada. Probablemente, a pesar de
todo debera ir a la universidad de York y tratar de

hablar con el resto de quienes figuraban en la lista,


pero ahora que la oportunidad de recuperar algo
de sueo le haba sido puesta al alcance de la
mano, su cuerpo pareca estar tomando por su
cuenta la decisin de aprovecharla.
Se dej caer sobre la cama, arroj la ropa al suelo
y logr permanecer despierta el tiempo suficiente
como para programar la alarma para la una de la
tarde. Sus ojos se cerraron casi antes de que su
cabeza tocara la almohada. La llamada de Coreen
haba disipado la incertidumbre, haba definido la
amenaza y haba proporcionado a Vicki un arma
con la que combatir las pesadillas si volvan.
En ocasiones es la potencia de
fuego la que nos proporciona el
triunfo, ya sea por superioridad
numrica o por la calidad de
nuestras armas, pero la mayora de
las veces es el conocimiento lo que
define nuestras victorias. Cuando

conoces algo, pierde todo su poder


sobre ti.
Vicki despert con las palabras de uno de sus
instructores de la academia resonando en su
cabeza. Era un hombre muy dado a la retrica
florida, una especie de Shakespeare de poca
monta, pero lo que le haba redimido a los ojos de
los cadetes no era solo el hecho de que crea con
plena conviccin en lo que deca sino que la
mayora de las veces estaba en lo cierto.
El monstruo tena un nombre. Norman Birdwell.
Ahora, poda ser derrotado.
Despus de comer un cuenco de sopa, un bocadillo
de tomate asado y otro comprimido de hierro,
llam a Henry.
... as que en el mismo momento en que Coreen
me lleve a alguna direccin, te llamar y te lo har
saber. Por la forma en que habla de l, no creo que

represente ninguna amenaza si no hay demonios


por all. Har que Coreen me lleve de vuelta a
York y te esperar.
Con el dedo sobre el botn de desconexin, se
sent escuchando el tono del telfono. Su mirada
estaba perdida en la distancia. Trataba de tomar
una decisin. Finalmente se decidi.
Bueno, no puede hacer ningn dao fuera a
creerlo o no, en todo caso era informacin que
debera tener.
Mike Celluci, por favor? S. Espero.
No estaba en el edificio y el joven que se
encontraba al otro lado del telfono no resultaba
demasiado cooperativo.
Si fuera tan amable de decirle que ha llamado
Vicki Nelson.
S, seorita. Es eso todo? evidentemente,

aquel joven no haba odo hablar de ella y no


estaba impresionado.
El tono de Vicki cambi. No haba alcanzado su
rango siendo tan joven sin adquirir la habilidad de
tratar con jovenzuelos insolentes. Dispar las
palabras como una rfaga:
Dgale que debera investigar a un estudiante de
la universidad de York. Nombre, Norman
Birdwell. Le dir ms cuando sepa ms.
S, seor! Quiero decir, seorita.
Sonri con cierta tristeza al colgar.
Muy bien. As que ya no soy una poli le dijo a
la foto que haba sobre el escritorio y que la
mostraba vestida de uniforme. Esa no es razn
para tirar al nio por el retrete. Puede que haya
llegado la hora de establecer una nueva relacin
con el Departamento de Polica.

Como contaba con tiempo y muy pocas cosas que


hacer con l, decidi dirigirse a la universidad de
York en transporte pblico. La experiencia de una
juventud pasada tratando de ahorrar hasta el ltimo
penique la mantena alejada de los taxis siempre
que le era posible, y a pesar de que se quejaba e
injuriaba a la CTT tanto y tan a menudo como
cualquier otro habitante de Toronto, tena que
admitir que si no tenas demasiada prisa o no te
importaba perder el tiempo en un habitculo lleno
hasta los topes con solo Dios saba quin, te
acababan llevando a donde queras ir y ms o
menos cuando necesitabas llegar.
Durante el largo trayecto hasta la universidad,
reuni todo lo que saba en un largo y meticuloso
informe. Para cuando hubo llegado al ltimo
trasbordo, ya haba dado con la pregunta final.
Cuando tuvieran a Norman Birdwell, qu hacan
con l?
Primero le arrebatamos el grimorio, con lo que

la amenaza inmediata queda conjurada. Su


mirada se perdi ms all de la ventana en
direccin a las moles grisceas de los edificios
industriales de una sola planta. Y entonces
qu? Lo mximo por lo que se le podra encausar
sera por posesin de objetos robados y por
guardar un arma prohibida. Una palmada en la
mueca y unas pocas horas de trabajo
comunitario y a la calle para que pueda volver a
convocar demonios otra vez... eso si no le liberan
directamente por algn tecnicismo. Despus de
todo, era el responsable de que siete personas
hubieran sido asesinadas, antes incluso de haber
puesto sus manos sobre el grimorio. Tena que
haber alguna salida. Porque la nica solucin que
se lo ocurra, la ms evidente, la ms permanente,
no poda siquiera considerarse. Puede que si le
dice al tribunal cmo consigui el ordenador, la
chaqueta y todo lo dems, le declaren loco.
Encuntralo.

Consigue el grimorio.
Deja que la Polica se encargue del resto. Sonri a
su translcido reflejo. Dejar que la Polica se
encargara de ello... desde donde se sentaba,
sonaba agradable.

***
Coreen esperaba en el exterior del Auditorio
Burton, junto a la puerta principal. En medio de
aquella tarde de primavera cubierta y un poco
lluviosa, su pelo rojo pareca un faro iluminado.
He acabado el examen antes de lo que pensaba
dijo mientras Vicki se aproximaba. Menos
mal que usted tambin se ha adelantado. Me
hubiera aburrido de tener que esperar demasiado.
Mi coche est aparcado en la parte de atrs
mientras se diriga hacia l acompaada por Vicki,
se apart un mechn de cabello de la cara. Sus
brillantes ajorcas de plstico tintinearon. Nunca

s si es bueno o es malo acabar los exmenes muy


pronto. Puede significar que lo has bordado o que
has metido la pata y te vas creyendo que lo has
bordado.
No pareca esperar una respuesta, as que Vicki se
mantuvo en silencio, pensando: yo nunca fui tan
joven.
Personalmente creo que me ha salido muy bien.
Ian siempre deca que no tiene sentido creer que
has fracasado cuando no hay nada que puedas
hacer al respecto al recordar a Ian pareci
entristecerse y no volvi a pronunciar palabra
hasta que estuvieron en el coche, de camino a
Shorenham Drive.
Norman lo est haciendo despus de todo,
verdad?
Vicki mir fijamente a la joven. Sus nudillos
estaban blancos sobre el volante.

Haciendo el qu? pregunt. Lo haca para


ganar tiempo, porque no saba lo que Coreen
quera decir.
Convocando demonios, como me dijo. Estuve
pensando en ello despus de que hablase con
usted. Por qu tena que ser un vampiro y no un
demonio lo que mat a Ian y Janet? Por eso
estamos aqu, verdad?
Vicki consider sus opciones. La verdad tendra
que valer. Obviamente, Coreen no pensara que
haba perdido la cabeza. Considerndolo todo,
aquel era un dudoso consuelo.
S dijo calmadamente. La verdad es que lo
est haciendo.
Coreen tom la curva en direccin a Hullmar
Drive. Las llantas chirriaron dbilmente contra el
pavimento.
Y usted est aqu para detenerlo.

No era una pregunta, pero Vicki la contest a pesar


de todo.
No. Estoy aqu para encontrarlo.
Pero yo ya s... cuatro, cinco, seis... dnde est
entr en el aparcamiento de un complejo
formado por cuatro edificios de apartamentos.
Es ese edificio de all. Detuvo el coche a cierta
distancia de la puerta mientras Vicki anotaba la
direccin.
Recuerdas el nmero de su apartamento?
Nueve algo Coreen se encogi de hombros.
El nueve es un nmero poderoso. Probablemente
lo ayuda en sus encantamientos.
Perfecto Vicki sali del coche y Coreen fue
tras ella.
Creo que deberamos cogerlo ahora mismo.

Vicki se par en seco. Mir a la muchacha de


arriba abajo.
Perdn?
Coreen le devolvi una mirada desafiante.
Usted y yo. Deberamos cogerlo ahora mismo.
No seas ridcula, Coreen. Ese hombre es muy
peligroso.
Norman? Peligroso? buf con aire burln
. Puede que su demonio sea peligroso, pero
Norman es un desgraciado. Yo misma puedo
cogerlo si usted no est interesada hizo ademn
de dirigirse hacia la puerta, pero Vicki se
interpuso en su camino.
Quieta ah, chica. No es el momento de jugar a
la herona aficionada.
Herona aficionada? la voz de Coreen se

elev una octava. Est despedida, seorita


Nelson! girando sobre sus talones, evit el
cuerpo de Vicki y se dirigi con firmes zancadas
hacia el edificio.
Vicki suspir y la sigui. Solo utilizara la fuerza
fsica como ltimo recurso. Despus de todo, ni
siquiera podr entrar en el edificio.
La puerta que daba al vestbulo interior estaba
entreabierta y Coreen irrumpi por ella como
Elliot Ness persiguiendo a Capone. Pegada a sus
talones, Vicki alarg los brazos para detenerla.
Coreen, yo...
Quietas las dos.
El hombre que acababa de aparecer desde detrs
de la palmera no tena el menor atractivo. Alto y
desgarbado, se mova como si algunas partes de su
cuerpo le hubiesen sido prestadas por cualquier
otro. Por encima del bolsillo de su camisa

asomaban innumerables bolgrafos y sus


pantalones de polister estaban cortados casi
cinco centmetros por encima de sus tobillos.
Coreen entorn la mirada y se dirigi directamente
hacia l.
Norman, no seas i...
Coreen la mano de Vicki sobre su hombro la
detuvo en seco. Quiz sera mejor que
hiciramos lo que el seor Birdwell sugiere.
Sonriendo de oreja a oreja, Norman levant el
AK-47 robado.
Vicki no estaba dispuesta a apostar la vida de
nadie a que el claramente visible cargador
estuviera vaco, y menos cuando el informe de la
Polica aseguraba que tambin haba desaparecido
municin.
Uno de los cuatro ascensores del edificio se

encontraba en el vestbulo en aquel momento. Sus


puertas estaban abiertas. Norman indic con un
gesto a las dos mujeres que entraran.
Estaba mirando por mi ventana y os vi en el
aparcamiento les dijo. Supe que estabais aqu
para detenerme.
Bueno, tienes razn... comenz a decir
Coreen, pero inmediatamente, al sentir que Vicki
apretaba el puo que sujetaba su brazo, se call.
Vicki apenas tena dudas de que poda arrebatarle
a Norman el arma sin que nadie, salvo tal vez el
propio Norman, saliese herido. Pero tan seguro
como el demonio que no tena intencin de hacerlo
mientras se encontraran en el interior de un
ascensor cuyas paredes parecan ser de acero
inoxidable. Despus de la primera rfaga, las
balas rebotadas los hubieran hecho pedazos a los
tres. Sigui aferrando el brazo de Coreen mientras
atravesaban el pasillo hasta el apartamento de

Norman. El can del rifle de asalto ruso se mova


alternativamente de la una a la otra como alguna
especie de indicador enloquecido.
Que nadie abra la puerta, te lo suplico, rez.
Puedo ocuparme yo sola de esto si todo el mundo
se mantiene en calma. No poda contar con que no
apareciese repentinamente ningn vecino para
interponerse accidentalmente en la lnea de fuego,
as que tendra que esperar a que llegasen al
apartamento antes de hacer su movimiento.
El apartamento de Norman no estaba cerrado con
llave. Vicki empuj a Coreen delante de s. En el
preciso instante en que cierre la puerta...
Escuch el chasquido, solt el brazo de Coreen, se
volvi... y fue apartada a un lado por la furiosa
Coreen que se arrojaba sobre su secuestrador.
Maldita sea!
Esquiv un codo que se mova salvajemente y trat
de apartar a Coreen de la lnea de fuego. El

oscuro, casi azulado metal del can choc contra


sus gafas. Entrevi fugazmente los blancos dedos
de Norman aferrando el asidero del arma. Coreen
se agarr a su hombro. Su visin perifrica estaba
muy limitada y no pudo ver el arco que la culata
reforzada de acero describa hacia su cara. El
golpe fall el frgil hueso de su sien por un pelo,
pero impact contra su crneo, empujndola contra
la pared y sumindola en las sombras.

***
Las cejas de Celluci dibujaron una aguda V al
encontrarse con la gran cantidad de mensajes
telefnicos que lo esperaban. Los desparram
sobre su mesa y comenz a comprobar sus
remitentes. Dos periodistas, una ta, Vicki, los de
la tintorera, uno de los periodistas de nuevo... y
de nuevo. Sin decir una palabra, gruendo, los
estruj y se los guard en el bolsillo. No tena
tiempo para esa clase de basura.

Haba pasado todo el da peinando el rea donde


se haban encontrado los cadveres de la ltima
mujer asesinada y de su perro. Haba interrogado a
los dos chicos que encontraran los cuerpos y a la
mayora de la gente que viva en un radio de cuatro
manzanas. Haban encontrado, diseminadas por
todo el lugar, gran cantidad de huellas que
sugeran que el hombre al que estaban buscando
iba descalzo, tena solo tres dedos en cada pie y
unas uas largusimas.
Nadie haba visto nada, aunque un borracho que
dorma un poco ms all del barranco aseguraba
haber odo un ruido extrao, algo as como el batir
de la orza de un velero, mientras el viento
arrastraba hasta l un olor a huevos podridos. El
laboratorio de la Polica acababa de informarle de
que entre los dientes del mastn se haban
encontrado unas partculas idnticas al pedazo de
lo que fuera que DeVerne Jones sujetaba cuando
haba muerto. Y no se haba acercado un pice a la
resolucin del caso.

O al menos no se haba acercado a una respuesta


que estuviera dispuesto a considerar.
Ms cosas en el Cielo y en la Tierra...
Abandon dando un portazo la sala de la brigada y
entr con pasos ruidosos en el pasillo. El nuevo
edificio del cuartel general de la Polica pareca
haber sido concebido para amortiguar el ruido
pero a pesar de ello haba hecho todo cuanto
poda.
A este lugar le faltan algunas puertas con las que
dar portazos.
Y el jodido Shakespeare podra haberse metido
en sus malditos asuntos!
Mientras pasaba junto a la mesa del cadete de
guardia, ste se inclin hacia l.
Eh, detective. Una tal Vicki Nelson llam antes
preguntando por usted. Se mostr muy insistente en

que usted debera investigar...


La mano levantada de Celluci le oblig a
detenerse.
Pusiste todo eso por escrito?
S, seor. Le dej una nota sobre su mesa.
Entonces has hecho tu trabajo.
S, seor, pero...
No me digas cmo hacer el mo.
El cadete trag saliva nerviosamente, haciendo
que su nuez se balancease sobre el rgido cuello de
su uniforme.
No, seor.
Con una mueca de desagrado, Celluci sigui su
camino. Necesitaba estar solo para pensar un

poco. En este momento, la ltima cosa que


necesitaba era Vicki.

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Captulo 14
Henry sali de la ducha y frunci el ceo al
encontrarse frente a su reflejo en el espejo de
cuerpo entero. Los cortes menores y las abrasiones
que haba sufrido la noche anterior ya se haban
curado. El corte ms grave lo estaba haciendo y no
le causara problemas. Desenroll la tira de
esparadrapo de alrededor del vendaje de su brazo
y con mucho cuidado tir de la gasa. Dola.
Sospechaba que seguira hacindolo durante algn
tiempo, pero por el momento poda utilizar el
brazo si era cuidadoso. Haban pasado tantos aos
desde la ltima vez que sufriera una herida grave
que su mayor problema sera acordarse de ello
para no hacerse ms dao.
Se volvi ligeramente de lado y sacudi la cabeza.
Grandes manchas verdosas debidas a las
contusiones que ya comenzaban a desvanecerse
cubran todava la mayor parte de su cuerpo.

De hecho, me resulta familiar...


La punta de la lanza lo alcanz por debajo del
brazo derecho, lo levant y lo arroj de la silla.
Durante el breve instante de un latido de corazn
se qued suspendido en el aire y entonces,
mientras la multitud estallaba en vtores y
aclamaciones, se desplom con gran estrpito
sobre el suelo. El sonido provocado por su
armadura al chocar contra la tierra del campo de
liza rebotaba en el interior de su cabeza tanto o
ms de lo que su cabeza rebotaba contra el interior
del yelmo. Casi no le importaran las cadas si no
fuesen tan rematadamente ruidosas.
Cerr los ojos. Solo hasta que el ruido se
detenga...
Cuando volvi a abrirlos se encontraba frente a sir
Gilbert Talboy, el marido de su madre. De dnde
diablos ha salido? se pregunt. Dnde ha ido mi
yelmo? Le gustaba sir Gilbert as que trat de

esbozar una sonrisa. Pero su cara no pareca


responder a las rdenes.
Podis levantaros, Henry? Su Gracia, el Rey,
se est aproximando.
Las palabras de sir Gilbert estaban teidas de una
urgencia que atraves el zumbido de los odos de
Henry. Podra levantarse? No estaba muy seguro.
Todo el cuerpo le dola pero no pareca tener nada
roto. El Rey, a quien no deba de haber
complacido que hubiera sido desmontado, se
mostrara menos complacido todava si lo
encontrada tendido sobre el polvo. Con los dientes
apretados, permiti que sir Gilbert lo ayudara a
ponerse de cuclillas y entonces, termin de
ponerse en pie.
Henry se balance pero, de alguna manera,
consigui mantener el equilibrio. Incluso despus
de que todas las manos que lo sostenan se
hubiesen retirado. Su visin se enturbi y luego

volvi a concentrarla en el Rey, una figura


resplandeciente vestida de seda roja y tela dorada
que se aproximaba desde la tribuna del campo de
torneos. Desesperadamente, trat de reunir su
disperso ingenio. No haba gozado del favor de su
padre desde que tontamente haba dejado que se
supiera que segua considerando a Catalina la
nica y verdadera Reina de Inglaterra. Esta sera
la primera vez que su padre hablaba con l desde
que se haba unido a aquella zorra luterana. Tres
aos despus, la corte de Francia todava bulla
con las historias de su hermana mayor, Mara y
Henry no poda creer que su padre hubiera
colocado en el Trono a Ana Bolena.
Desgraciadamente, Enrique VIII haba hecho
exactamente eso.
Dando gracias a Dios porque su armadura no le
permitiese inclinarse sobre una rodilla dudaba
de que una vez en el suelo pudiese volver a
levantarse o, en su caso, controlar la cada

Henry hizo una reverencia lo mejor que pudo y


esper a que el Rey hablara.
Llevas el escudo demasiado lejos del cuerpo.
Acrcalo ms y ningn hombre podr introducir la
punta de su lanza por debajo de l, levant un
brazo cuyas Reales manos estaban cubiertas de
resplandeciente oro y pedrera y lo coloc
doblado contra su costado. Llvalo aqu.
La coraza se clav contra una contusin
particularmente sensible y Henry, sin poder
evitarlo, dej escapar un gemido.
Te duele no es as?
No, Sire admitir el dolor no hara mucho en
favor de su causa.
Bueno. Si no te duele ahora, lo har ms tarde
un cacareo sordo escap de su garganta y
entonces arrug las cejas dorado-rojizas sobre un
par de profundos y pequeos ojos. No nos ha

complacido verte tendido en el campo.


La siguiente respuesta era la que contaba. Henry se
humedeci los labios.
Lo siento, Sire. Ojal hubieseis estado vos en
mi lugar.
La gruesa cara enrojeci peligrosamente.
Hubierais deseado ver a vuestro Soberano
desmontado?
El rea circundante se sumi inmediatamente en el
silencio, mientras los cortesanos contenan la
respiracin.
No, Sire, porque de haber estado vos en mi
silla, habra sido sir John el que mordiese el
polvo.
El Rey Enrique se volvi y contempl a sir John
Gage, un hombre diez aos ms joven que l y que

se encontraba en el cenit de su fuerza y su


fortaleza. Comenz a rer.
S, gran verdad, muchacho. Pero el novio nunca
participa en la justa no vaya a ser que se le rompa
la lanza.
Tambalendose a causa de una amistoso golpe en
la espalda, Henry hubiera cado de no ser por la
discreta ayuda de sir Gilbert. Ri con los otros,
pues para eso haba hecho el Rey un chiste, pero
aunque estaba agradecido de volver a contar con
su favor todo en lo que de verdad poda pensar era
en sumergir su magullado cuerpo en un bao
caliente.
Henry levant un brazo.
Quiz un poco ms delgado, pero
definitivamente el mismo de siempre dej
escapar un gemido cuando, al hacer girar los
msculos de sus hombros, se roz una de las
abrasiones a medio curar. Heridas que en el

pasado habran tardado semanas o incluso meses


en curarse, ahora desaparecan al cabo de pocos
das. Y, sin embargo, una buena armadura de
torneo me hubiera venido a las mil maravillas la
pasada noche.
La pasada noche... haba tomado ms sangre de
Vicki y su joven amigo de la que habitualmente
consuma al cabo de un mes. Ella le haba salvado
la vida, casi a costa de la propia, y le estaba
agradecido, pero aquello no haca sino provocar
toda una nueva serie de complicaciones. Nuevas
complicaciones que tendran que esperar a que las
viejas se hubiesen resuelto.
Se puso el reloj en torno a la mueca. 8:10. Puede
que Vicki hubiera llamado mientras l se
encontraba en la ducha.
No lo haba hecho.
Magnfico. Norman Birdwell, universidad de
York y te llamar. As que llama de una vez se

qued mirando al telfono. La espera era la peor


parte del saber que el grimorio estaba ah fuera, en
alguna parte, a punto de ser utilizado.
Se visti. 8:20. Todava ninguna llamada.
Las guas de telfonos estaban guardadas en el
armario del pasillo. Las sac, por si acaso. No
figuraba ningn Norman Birdwell. De hecho, no
apareca un solo Birdwell.
El mensaje lo encadenaba al apartamento. Ella
esperara encontrarlo all cuando llamase. No
poda marcharse y comenzar a buscar por su
cuenta. Y en cualquier caso, no tena sentido
hacerlo cuando ella estaba tan cerca.
8:56. Ya haba recogido la mayora de los
cristales. El telfono son.
Vicki?
Por favor, no cuelgue. Est usted hablando con

un ordena...
Henry estrell el auricular contra el telfono con
la suficiente fuerza como para agrietar el plstico.
Maldita sea volvi a escuchar el mensaje de
Vicki, por tercera vez desde que se pusiera el sol y
no le dijo nada nuevo. Esta vez colg con ms
cuidado. Nada pareca haber sufrido dao excepto
la carcasa.
9:17. El montn de chatarra metlica que haba
sido su televisin y la estructura de una mesita de
caf yacan apilados junto a la entrada, esperando
a que los bajaran al cuarto de la basura. No estaba
seguro de qu hacer con el sof. Para ser sinceros,
no le importaba un pice el sof. Por qu no
llamaba?
9:29. Todava quedaban manchas sobre la
alfombra y el balcn segua sin tener puerta
aunque haba cubierto la entrada con una plancha
de madera contrachapada, pero esencialmente

todo rastro de la batalla haba desaparecido del


apartamento. Ya no quedaba ninguna tarea
repetitiva y mecnica que le impidiese pensar. Y
por alguna razn no poda dejar de pensar en el
cuerpo quebrantado de una mujer, colgado de un
gancho oxidado.
Maldita sea, Vicki! Llama ya!
El espacio vaco de la estantera atrajo su
atencin, y los remordimientos que hasta entonces
haba conseguido mantener a raya asaltaron las
barricadas. El grimorio era suyo. La
responsabilidad era suya. Si hubiera sido ms
fuerte. Si hubiera sido ms rpido. Si hubiera sido
ms listo. Con sus cuatrocientos cincuenta aos de
experiencia debiera haber sido capaz de mostrar
ms inteligencia que un nico mortal cuya edad no
era siquiera la dcima parte de la suya.
Mir a la ciudad lleno de pesar.
Debera haber... dej que su voz se apagara.

No haba nada que pudiera haber hecho de forma


diferente. Aunque hubiera seguido creyendo que el
asesino era un nio abandonado de su raza, aunque
Vicki no se hubiera topado con l mientras se
inclinaba sobre aquel cadver, aunque no se
hubiera decidido a confiar en ella, nada de todo
aquello hubiera cambiado la batalla de la noche
pasada. Nada hubiera cambiado su derrota y la
prdida del grimorio. Lo nico que podra haber
cambiado el desenlace habra sido la destruccin
del grimorio cuando cay en sus manos, en el siglo
diecinueve y, francamente, dudaba que hubiese
podido destruirlo, entonces o ahora.
Con la mano derecha se sujetaba ligeramente el
antebrazo izquierdo. En contraste con el austero
blanco de la venda, su piel pareca an ms plida
que de costumbre.
Sin embargo reconoci, si Vicki no se
hubiera cruzado en mi camino yo estara muerto
y entonces no quedara nadie para impedir la

llegada del Seor Demonaco. Se mordi los


labios. Aunque no es que est haciendo
demasiado para impedirlo.
Por qu no llamaba?
Comenz a caminar, adelante y atrs, adelante y
atrs, junto a la ventana.
Ella haba perdido mucha sangre la noche anterior.
Se habra topado con algn problema que su
debilidad le hubiera impedido solventar?
Record el tacto de la carne muerta de Ginevra
contra sus manos mientras la descolgaba. Haba
estado tan viva. Tan viva como Vicki...
Por qu no llamaba?

***
Haca ya un buen rato que se encontraba
consciente y desde entonces haba permanecido

inmvil, tendida, con los ojos cerrados, esperando


que el latido que azotaba sus sienes dejase de
retumbar en sus odos. El tiempo era esencial, s,
pero cualquier movimiento brusco la hara
vomitar, y no vea en qu podra eso ayudarlas.
Era mejor aguardar, reunir toda la informacin y
todas las fuerzas posibles y moverse solo cuando
pudiera conseguir algo.
Lami sus labios y not el sabor de la sangre.
Poda sentir su clida humedad descendiendo
morosamente desde su nariz.
Le haban atado los pies por los tobillos.
Igualmente, sus brazos estaban maniatados juntos,
desde las muecas hasta casi los codos; sus
ataduras eran de tela, no cuerdas. La haban
tendido sobre un costado, con las rodillas alzadas
y la mejilla izquierda sobre una superficie dura y
pegajosa. Probablemente el suelo. Alguien le
haba quitado la chaqueta. Sus gafas no estaban
sobre su nariz. El pnico la asalt al darse cuenta

de ello y tuvo que esforzarse por contenerlo.


Poda or o quiz sentir unos pasos cercanos,
detrs de ella y una respiracin gangosa
proveniente de la misma direccin. Norman. De la
direccin opuesta le llegaba una respiracin
agitada y cortante, cada exhalacin un gruido de
furia. Coreen.
As que todava est viva. Bien. Y por cmo suena
su respiracin, no parece herida. Mejor an.
Vicki sospechaba que Coreen estaba tambin
atada. De otro modo, no se hubiera quedado tan
quieta.
Con todo, esto es algo bueno. Poca gente muere
tan deprisa como los hroes aficionados. Claro
que, no es que los profesionales lo estn
haciendo mucho mejor, aadi, mientras una aguja
candente se abra paso por la parte trasera de su
cabeza.
Durante un momento no pudo ms que repetir para

sus adentros si Coreen no hubiera interferido,


hasta que el nuevo dolor se confundi sobre el
fondo del antiguo.
La peste residual dejada en el ambiente por el
demonio era muy fuerte. Y se mezclaba con los
olores del carbn ardiente, las velas, los
ambientadores de aire y las tostadas. Solo en un
edificio acostumbrado a la presencia de
estudiantes hubiera sido posible una cosa como
aquella.
Podras ofrecerme algo, sabes? Me muero de
hambre.
Ya comers despus.
Vicki no se sorprendi de que Norman hablara con
la boca llena. Probablemente se saca los mocos y
lleva calcetines con las sandalias. En todos los
aspectos, un gran tipo.
Despus de qu?

Despus de que el Seor Demonaco te haga


ma.
S realista, Birdwell! Los demonios no son tan
poderosos.
Norman lanz una carcajada.
Unos dedos helados dibujaron un patrn arriba y
debajo de la columna vertebral de Vicki y tuvo que
contenerse con todas sus fuerzas para no volverse.
No quera que la cosa en que se haba convertido
Norman Birdwell estuviera a su espalda. Haba
odo una vez a un hombre rer de aquella manera.
El equipo de los SWAT haba necesitado siete
horas para acabar con l, y entre tanto haban
perdido dos de los rehenes.
Ya vers dijo, mientras masticaba la tostada
. Primero haba pensado en cortarte en
pedacitos, muy, muy despacio. Despus iba a
utilizarte como parte del ritual para invocar al
Seor Demonaco. Te he dicho ya que necesito

una vida? Hasta que apareciste, haba pensado en


utilizar al nio del apartamento del otro lado del
pasillo su voz se hizo ms cercana y pudo sentir
un dedo extendido tocando su espalda. Ahora he
decidido utilizarla a ella y conservarte a ti para
m.
Eres repugnante, Birdwell!
NO DIGAS ESO!
Contusionada o no, Vicki abri los ojos justo a
tiempo para ver cmo Norman se arrojaba hacia
delante y abofeteaba a Coreen en el rostro.
Privada de sus gafas, apenas perciba los detalles,
pero por la manera en que haba sonado, deba de
haber sido un golpe muy fuerte.
Te he hecho dao? pregunt. La furia haba
desaparecido de su voz tan repentinamente como
apareciera.
La brillante masa de cabello de Coreen se agit de

un lado a otro mientras sacuda la cabeza.


No le dijo levantando la barbilla. Haba un
rastro de miedo en su voz, pero por encima de l,
la rabia segua siendo mucho ms poderosa.
Oh Norman se termin la tostada y se limpi
las manos en el pantaln vaquero. Bueno. Ya te
lo har.
Vicki poda comprender la furia de Coreen y la
aprobaba. Ella misma estaba furiosa. Por la
situacin, por Norman, por su impotencia. Pero,
aunque hubiera preferido vociferar y gritar, se
esforzaba obstinadamente por mantener su rabia a
raya. Liberarla ahora, cuando se encontraba
maniatada, no le hara ningn bien a ella, ni a
Coreen, ni a la ciudad. Aspir profundamente y
dej escapar el aire con lentitud. Se senta como si
su cabeza estuviese suspendida en un peligroso
equilibrio sobre el fin del mundo y un movimiento
en falso pudiese hacerla caer al infinito.

Perdone no haba pretendido susurrar, pero


sus exiguas fuerzas no daban para ms.
Norman se volvi.
S?
Me preguntaba... Traga saliva. Combate el
dolor. Contina... si podra... mis gafas
respira, dos, tres, mientras Norman espera
pacientemente. No se va a marchar a ninguna
parte, despus de todo. Sin ellas no puedo ver
lo que est haciendo.
Oh aunque no poda verlo, casi poda sentir
cmo se arrugaban sus cejas. No sera justo que
te perdieras esto.
Abandon al trote su lnea de visin para
buscarlas. As que no sera justo, eh? Bien,
supongo que debo alegrarme de que no haya
decidido vender entradas para la funcin.

Ten acuclillado sobre ella, coloc muy


cuidadosamente las patillas de plstico sobre sus
orejas y subi las gafas hasta lo alto de su nariz
con un delicado empujn. Mejor?
Vicki parpade mientras sus ojos comenzaban a
enfocar el intrincado diseo que dibujaban las
puntadas de sus botas de vaquero.
Mucho mejor. Gracias tan de cerca y
considerando solo sus rasgos y no la expresin, no
poda considerrsele tan poco atractivo. Quiz un
poco delgado y desgarbado, pero eso era algo que
se solucionara con el tiempo. Un tiempo con el
que tristemente, y gracias a Norman Birdwell,
ninguno de ellos contaba.
Bien le dio unas palmadas en las mejillas y el
toque, sutil como haba sido, provoc ondas de
dolor por toda su cabeza. Te dir lo mismo que
le he dicho a ella. Si gritas o haces cualquier
sonido fuerte, os mato a las dos se incorpor y

continu. Ahora voy a lavarme los dientes.


Siempre me los cepillo despus de comer
extrajo de su bolsillo lo que pareca ser un grueso
bolgrafo y desenrosc el capuchn. Era un cepillo
de dientes porttil, con un depsito de pasta de
dientes en el mango. Deberais tener uno de
estos les dijo, haciendo una demostracin de su
funcionamiento. Su tono era santurronamente
presumido. Yo nunca he tenido una caries.
Por suerte no esper a que respondieran.
Alguna providencia afortunada haba situado a
Coreen justo al otro lado de la pequea habitacin,
por lo que Vicki no necesitaba mover la cabeza
para verla. Estudi a la joven durante unos
segundos y advirti la contusin rojiza que
coloreaba una de sus plidas mejillas. Incluso con
las gafas experimentaba dificultades para enfocar
la vista.
Ests bien? pregunt en voz baja.

T qu crees? Coreen no se molest en bajar


la voz. Estoy atada a una de las sillas de la
cocina de Norman Birdwell... con calcetines!
Vicki baj la mirada. En efecto, al menos media
docena de calcetines ataban cada pierna de Coreen
a las patas cromadas de la silla de cocina.
Calcetines de nailon gris, negros y marrones,
estirados hasta el lmite, imposibles de romper.
Intrigada a pesar de todo, dio un tirn experimental
a sus propias ataduras; no respondan como si
fueran calcetines. Puesto que pareca ms seguro
que mover la cabeza, desliz sus brazos a lo largo
del suelo hasta que pudo verlos. Corbatas. Al
menos cuatro, puede que cinco. Las sombras
arremolinadas del tejido de cachemira y el choque
de los discordantes colores impedan asegurarlo.
Puede que tuviera ms que ver con su propia
debilidad que con la habilidad de Norman
dudaba que hubiese sido miembro de los boy-scout
, pero lo cierto era que pareca saber cmo
hacer nudos.

Estabas a punto de saltar sobre l, verdad?


Qu? Vicki alz la mirada y al instante
dese no haberlo hecho, porque su cuerpo protest
con oleadas alternativas de vrtigo y nuseas.
Cuando entramos en el apartamento y yo... yo...
vaya. Lo siento.
Sonaba ms a desafo que a disculpa.
No te preocupes por eso ahora Vicki trag
saliva, tratando de no alimentar el charco que
comenzaba a formarse bajo su barbilla. Lo
nico importante es... tratar de escapar de este lo.
Qu te crees que he estado intentando?
Coreen dio un fuerte tirn que solo consigui
enviar la silla un par de centmetros hacia atrs.
No puedo crermelo! Es que no puedo
crermelo!
Al detectar en su voz la inminencia de un ataque de

pnico, Vicki, adoptando el tono ms seco de que


era capaz, dijo:
Es algo as como La Revancha de los Novatos,
de Alfred Hitchcock.
Coreen la mir perpleja, sorbi y sonri de forma
un tanto convulsa.
O La Invasin de los Ultragenios, de David
Cronenberg ofreci en respuesta.
Buena chica. A Vicki le hizo falta toda la energa
que le quedaba para poder sonrer de forma
aprobadora. Aunque el que Coreen no se tomase
en serio a Norman resultaba peligroso, el peligro
sera an mayor si la chica se derrumbaba.
Trat de luchar una vez ms contra sus ataduras,
pero en vano. Le haca ms dao a ella que a las
corbatas. Sin embargo, no dej de intentarlo. Si de
verdad estaba llegando el fin del mundo, estara
maldita si abandonaba bajo el tacn de las

ridculas botas de vaquero de Norman Birdwell.


Poda herirla o matarla si es lo que quera, pero
aquello sera un insulto.

***
Ya es suficiente! Henry se apart de la
ventana y se precipit hacia la puerta. Tena un
nombre y tena un lugar. Ya era hora de que se
uniera a la caza. No tendra que haber esperado
tanto.
Se fren junto a la puerta, recogi su abrigo y
logr aparecer en el pasillo con una cierta
apariencia de normalidad. Introdujo la llave en la
cerradura y se dirigi hacia las escaleras, odiando
la charada que le obligaba a caminar a la
velocidad de un mortal.
Una vez en el rellano, abandon la mscara y se
movi con tanta velocidad como sus doloridos
msculos le permitan.

Faltaban poco menos de dos horas hasta la


medianoche.
Haba olvidado por completo que la escalera
estaba incluida en el sistema de vigilancia por
video del edificio.

***
Vicki se arrastr de vuelta a la conciencia
pensando, esto tiene que terminar. Cada vez que
trataba de moverse, cada vez que intentaba
levantar la cabeza, volva a sumergirse en el pozo.
Ocasionalmente, la oscuridad la reclamaba cuando
no estaba haciendo otra cosa que yacer
completamente inmvil, mientras trataba de
reservar sus fuerzas para otro intento de liberarse.
Voy a tener que pensar en algo ms.
El debatirse una vez tras otra no haba conseguido
ms que empeorar su condicin fsica. Su reloj

haba quedado al descubierto. Lo consult.


Las diez y siete minutos. Probablemente Henry
est echando pestes en este preciso instante. Oh,
Dios mo, Henry! Su involuntaria sacudida
provoc un nuevo destello de dolor. Olvid
advertirle sobre el guardia de seguridad...

***
Pese a que reconoca la importancia de las
cmaras de vigilancia, a Greg nunca le haban
gustado. Siempre le hacan sentirse como un
mirn. Dos o tres guardias en patrulla constante
mientras otro los supervisaba desde una posicin
central en la caseta, esa era la clase de trabajo que
le gustaba. Una cmara no poda sustituir a un
hombre entrenado cuando llegaba el momento.
Pero a los hombres haba que pagarles y a las
cmaras no, as que ellas eran sus nicas
compaeras.

Mientras la joven y atractiva mujer abandonaba el


jacuzzi y recoga su toalla, Greg apart
recatadamente la mirada. Puede que se estuviese
haciendo viejo, pero aquellos dos diminutos
jirones de tela no eran lo que l llamara un traje
de bao. Cuando volvi a mirar, el monitor no
mostraba ms que ordenadas filas de coches en el
aparcamiento del edificio.
Se reclin sobre el respaldo de su silla y arregl
la banda negra que luca alrededor del brazo en
honor de la seora Hughes y Owen. El edificio no
sera lo mismo sin ellos. A medida que la noche
avanzaba, segua esperando verlos aparecer para
dar su ltimo paseo antes de irse a la cama, y cada
vez que le ocurra tena que recordarse que nunca
los volvera a ver. El joven al que haba sustituido
haba levantado una ceja ante la banda negra y ante
su explicacin. Los jvenes de hoy en da no
posean un concepto real del respeto; ni por los
muertos, ni por la autoridad ni por ellos mismos.
Henry Fitzroy era uno de los pocos jvenes que

haba conocido durante los ltimos aos que


comprendan tales cosas.
Henry Fitzroy. Greg se mordi el labio inferior. La
pasada noche haba hecho una cosa muy, muy
estpida. Se senta avergonzado y un poco triste
pero, extraamente, no estaba del todo seguro de
haber cometido un error. Como su viejo sargento
sola decir: Si camina como un pato, habla como
un pato y acta como un pato, hay buenas
probabilidades de que se trate de un pato. El
sargento se estaba refiriendo a los nazis, pero
Greg pensaba que la mxima resultaba asimismo
aplicable para los vampiros. Aunque albergaba
muchas dudas sobre que un joven de la clase del
seor Fitzroy hubiese podido cometer tan brutal
asesinato no haba ni un asomo de locura en la
mirada que Greg haba sorprendido semanas atrs;
en realidad, haba resultado terrorficamente
cuerda, tampoco poda creer que un caballero
como el seor Fitzroy permitiese a una dama que
estuviera visitando su apartamento acudir a

contestar la puerta vestida con una deshabill. Se


hubiera levantado y hubiera abierto la puerta l
mismo. Cuando se haba calmado lo suficiente
como para poder pensar sobre ello, Greg se haba
dado cuenta de que ella tena que estar
escondiendo algo.
Pero qu?
Un movimiento en uno de los monitores atrajo su
atencin y Greg se volvi a mirarlo. Frunci el
ceo. Una sombra negra haba parpadeado a travs
de la escalera de incendios del sptimo piso. Algo
demasiado rpido para que pudiera reconocerlo.
Se acerc a los controles y comenz a activar las
cmaras de las escaleras.
Segundos ms tarde, la cmara del quinto piso
capt a Henry Fitzroy bajando las escaleras de dos
en dos. Pareca encolerizado. Tena el aspecto de
un joven perfectamente normal, de mal humor, que
se hubiera hartado de esperar al ascensor y

hubiera decidido bajar andando por las escaleras.


Aunque el propio Greg nunca habra bajado desde
el piso catorce, tuvo que admitir que no haba nada
sobrenatural en que Henry Fitzroy lo hiciera. Ni en
la manera en que lo haca.
Suspirando, devolvi los controles a su habitual
secuencia fortuita.
Y qu pasa si no acta como un pato todo el
tiempo? se pregunt en voz alta.

***
Henry haba llegado al sexto piso cuando el
sobreesfuerzo al que haba sometido a su cuerpo,
unido al castigo sufrido la noche pasada, comenz
a pasarle factura y tuvo que ralentizar su marcha
hasta acomodarla a un ritmo ms parecido al de
una carrera humana. Mientras doblaba el recodo
agarrado al pasamanos, gru al descubrir que sus
msculos no le respondan como debieran.

En vez de tocar el suelo solo entre vuelo y vuelo,


tena que descender los escalones de dos en dos.
Estaba de mal humor cuando lleg a su coche y
ascendi la rampa del aparcamiento mucho ms
rpido de lo que hubiera sido prudente. El tubo de
escape chirri contra el hormign. El estridente
sonido le oblig a calmarse. No llegara antes si
destrozaba el coche o atraa la atencin de la
Polica.
En el semforo, mientras esperaba con
impaciencia la luz verde, descubri un olor
familiar.
Un BMW? Debes de estar de coa Tony
apoy los antebrazos sobre la ventana abierta y
chasque la lengua. Si ese reloj es un Rolex
aadi en voz baja, quiero que me devuelvas mi
sangre.
Henry saba que tena una gran deuda con el
muchacho, as que hizo todo lo posible por

contener la furia que lo embargaba. Trat de evitar


que sus labios se hicieran atrs y advirti que no
haba tenido demasiado xito.
Si Tony dudaba de lo que haba visto la noche
anterior, la expresin de Henry lo convenci de
que haba muy poca humanidad en l. De haberse
dirigido aquella furia contra l, habra salido
corriendo y no se hubiera detenido hasta la salida
del sol. Sea como fuere, apart los brazos del
coche, por si acaso.
Pens que tal vez querras hablar...
Ms tarde si el mundo sobreviva a aquella
noche, hablaran. Por el momento, no le
preocupaba.
S. Estupendo. Ms tarde me va bien. Una
cosa... Tony arrug el entrecejo. Victoria se
encuentra bien?
No... la luz se puso verde. Puso el coche en

movimiento... lo s.
Tony se qued mirando al coche desaparecer a
toda velocidad, con los labios apretados y las
manos enterradas profundamente en los bolsillos.
Jugueteaba entre los dedos con una moneda de
cuarto de dlar.

***
Este es mi nmero de telfono Vicki le tendi
la tarjeta y le dio la vuelta para que l pudiera ver
el nmero escrito en el reverso. Y este es el
nmero al que puedes llamar si ests en apuros y
no puedes dar conmigo.
Mike Celluci? Tony sacudi la cabeza.
No me cae muy bien, Victoria.
Y qu?
Tampoco yo le caigo bien.

Tengo pinta de que me importe? Llmalo de


todos modos.
Sac la moneda de su bolsillo y se dirigi hacia la
cabina telefnica de la esquina. Despus de pasar
cuatro aos por infinidad de bolsillos la tarjeta se
haba desgastado, pero el nmero todava
resultaba legible. Ya haba llamado al nmero que
figuraba en el anverso y haba desperdiciado un
cuarto de dlar para hablar con el estpido
contestador. Todo el mundo saba que Victoria
nunca tena el contestador encendido si se
encontraba en casa.
Quiero hablar con Mike Celluci.
Al aparato.
Victoria tiene problemas estaba tan seguro de
ello como alguna vez lo hubiera estado de algo en
toda su vida.
Quin?

Tony entorn los ojos mirando al auricular. Y


pensar que le llamaban el mejor polica de la
ciudad. Menudo gilipollas.
Vicki Nelson. Alta, rubia, agresiva, antes era
poli... te acuerdas?
Qu clase de problemas?
Bien. Celluci pareca preocupado.
No tengo ni idea.
Dnde?
No lo s Tony poda escuchar cmo alguien
rechinaba los dientes al otro lado de la lnea. De
no ser la cosa tan seria, estara disfrutando como
un nio. T eres el poli. Avergualo.
Colg sin esperar a la explosin. Haba hecho lo
que poda.

Mike Celluci se qued mirando fijamente al


telfono y le lanz una retahla de insultos en
italiano.
Despus de pensar un poco, haba reconocido la
voz. Perteneca al pequeo protegido callejero de
Vicki, y eso le otorgaba a la informacin suficiente
credibilidad como para que no pudiera ignorarla
sin ms. Sac del bolsillo una bola de papelitos
rosas arrugados, los arroj sobre la mesa de la
cocina y comenz a revisarlos.
Norman Birdwell. Universidad de York lo
sostuvo frente a la luz en un gesto por completo
ftil y entonces lo arroj junto a los otros.
Vicki nunca haba sido una temeraria. Siempre
haba jugado segn las normas, las haba hecho
trabajar para ella. Nunca hubiera tratado de
detener a un posible asesino en serie a un
posible asesino en serie psicpata sin contar
con apoyo. Pero es que ya no cuenta con apoyo,

no es as? Y podra ser que sintiera que tiene


algo que demostrar...
Marc el nmero de la central antes siquiera de
haber concluido el pensamiento.
Soy Celluci, Darrel. Necesito el nmero de
alguien que est en la Administracin de la
universidad de York. Ya s que estamos en plena
noche. Necesito el nmero de su domicilio. Ya s
que no estoy de servicio. T no eres el que paga
mi tiempo libre, as que qu coo te importa?
sostuvo el telfono bajo la barbilla y recogi su
mochila del respaldo de la silla. Mientas
esperaba, registr su interior. Bueno. Llmame a
casa cuando lo tengas. Y, Darrel, esto tiene la
mxima prioridad. Quiero ese nmero para ayer.
Recogi su chaqueta y la coloc junto al telfono.
Odiaba tener que esperar. Siempre haba odiado
tener que esperar. Recuper el papelito rosa de la
pila.

Norman Birdwell.
No s de qu chistera has sacado este nombre,
Nelson gru. Pero si acudo al rescate y no te
encuentro cubierta de mierda hasta el cuello, los
desarreglos oftalmolgicos y la inseguridad sern
los menores de tus problemas.

***
Norman le hablaba al grimorio. Llevaba un buen
rato hacindolo. Sus murmullos apagados haban
acabado por convertirse en un constante ruido de
fondo que acompaaba a Vicki en sus entradas y
salidas de la consciencia. Ocasionalmente lograba
distinguir unas pocas palabras, relacionadas
normalmente con que el mundo comenzara muy
pronto a tratar a Norman de la manera en que se
mereca. Vicki estaba harta.
Hey, Norman!

El murmullo se detuvo. Vicki trat de enfocar la


mirada en Coreen. La muchacha pareca...
avergonzada?
Con el grimorio apretado contra el pecho, Norman
entr en su campo de visin. El mero pensamiento
de que alguien pudiese sostener ese libro tan de
cerca la hizo estremecer. La nica vez que lo haba
tocado, all en el apartamento de Henry, su piel se
haba apartado de l y el recuerdo todava dejaba
un poso de incomodidad en su mente.
Mira, Norman. Creo que tengo que ir al servicio
la voz de la muchacha era baja e intensa y no
dejaba lugar a dudas sobre su sinceridad.
Repentinamente, Vicki se encontr deseando que
la muchacha no hubiera dicho eso.
Eh... evidentemente, Norman no tena idea de
cmo tratar con el problema.
Mira. Si me desatas, caminar tranquilamente
hasta el bao y entonces volver a mi silla para

que puedas atarme de nuevo. Puedes apuntarme


con tu estpida arma todo el rato si lo crees
necesario. De veras tengo que ir.
Eh...
Tu Seor Demonaco no va a quedar muy
impresionado si aparece y se encuentra con que me
he meado en su pentagrama.
Norman mir fijamente a Coreen durante un largo
rato. Sus manos acariciaban de arriba abajo la
cubierta de piel oscura del grimorio.
No creo que lo hagas.
Ponme a prueba y vers.
Puede que fuera por su sonrisa, o puede que fuera
por el tono de su voz, pero el caso es que Norman
decidi no arriesgarse.
Mientras la desataba, Vicki volvi a perder la

conciencia. Poco ms tarde la recuper. Coreen


volva a estar atada en su silla. Estaba diciendo:
Qu hay de ella?
Norman balance ligeramente su arma.
Ella no importa. De cualquier modo muy pronto
va a estar muerta.
Vicki comenzaba a sentir la inquietante sensacin
de que l poda estar en lo cierto. Sencillamente,
no tena fuerzas a las que recurrir y cada vez que
trataba de escapara de la negrura, el mundo
pareca apartarse de ella un poco ms. Est bien.
Si estoy muerta de todas formas, grito, l me
dispara, los vecinos llaman a la Polica. Esa
cosa no tiene un silenciador. Por desgracia,
puede volver a golpearme en la cabeza. Esa era
la ltima cosa que necesitaba. Si consigo que
Coreen grite tambin, puede ser que lo pongamos
tan nervioso que dispare a una de las dos.

Pero Coreen, la muchacha que crea en la


existencia de los vampiros, los demonios y quin
saba qu ms, no comprenda realmente lo que
estaba a punto de ocurrir. No es culpa suya. No se
lo cont.
Consider el peso de la vida de Coreen contra el
de la ciudad. No era una decisin que tuviera
derecho a tomar. Pero lo hizo de todas formas. Lo
siento Coreen.
Se humedeci los labios y aspir tan fuerte como
le fue posible.
Cor... la culata del rifle golpe el suelo a
escasos centmetros de su nariz, haciendo retumbar
las baldosas. El sonido y la vibracin le
arrancaron de los pulmones lo que le quedaba de
su cuidadosamente atesorado aliento. Dej escapar
un grito casi silencioso de dolor. Gracias a Dios,
tena el seguro puesto...
Calla la boca dijo Norman con prepotencia.

No tena muchas ms alternativas aparte de


obedecer, porque la oscuridad estaba volviendo a
reclamarla.
Norman recorri el apartamento con la mirada. Se
senta exultante, satisfecho consigo mismo. Pronto,
todos aquellos que lo haban tratado como si fuese
un don nadie, una cosa insignificante, pagaran.
Extendi el brazo y acarici el libro. El libro lo
deca.
10:43. La hora de comenzar a dibujar el
pentagrama. Era mucho ms complejo que el que
haba utilizado hasta entonces y quera asegurarse
de hacerlo correctamente.
Iba a ser la mejor noche de su vida.

00up.gif

Captulo 15
No era tan estpida como para subir a los coches
de los extraos. Se haba criado entre historias de
terror sobre secuestros y violaciones y jovencitas
cuyos cadveres eran encontrados semanas ms
tarde en avanzado estado de descomposicin en
canales de irrigacin. Pero a pesar de ello, todas
las advertencias de su madre se haban
desvanecido de sus pensamientos en el instante
mismo en que se haba encontrado con los ojos del
extrao y haba acudido a su llamada.
Las oficinas de administracin, dnde estn?
Saba dnde se encontraban las oficinas de
administracin, o al menos crea saber dnde se
encontraban... claro que ya no estaba segura de lo
que pensaba. Se humedeci los labios y respondi:
El edificio Ross haba visto una oficina en

Ross; puede que ms de una.


Que est dnde?
Ella se volvi y seal. Un instante ms tarde, se
encontr preguntndose qu haca a aquellas horas
en medio del bulevar de St. Lawrence, mirando
fijamente los faros de un coche que se alejaba en
direccin al campus y embargada por una vaga
sensacin de decepcin.
Henry consult el directorio del edificio y frunci
el ceo. Solo una de las oficinas que figuraba en la
lista poda contener lo que necesitaba: la Oficina
de Programas Estudiantiles, S302. Sinti la
presencia de algunos mortales desperdigados por
el edificio. Tendra que ocuparse de ellos sobre la
marcha.
10:52. El tiempo se agotaba. La tenue luz era una
bendicin. Cualquiera que hubiera estado
vigilando no habra visto ms que una sombra un
poco ms densa parpadeando a travs del oscuro

vestbulo.
El primer tramo de escaleras que encontr
conduca solo al segundo piso. Encontr un
segundo, subi hasta el tercer piso y comenz a
seguir los nmeros que mostraban las placas de las
puertas. 322, 313, 316... 340? Se volvi y mir a
la salida de incendios que acababa de dejar atrs.
Tena que haber un patrn. Nadie, ni siquiera en el
siglo veinte, numerara las dependencias de un
edificio completamente al azar.
No tengo tiempo para esto gru. 340, 342,
344, 375a... al llegar a un corredor en cruz, los
nmeros se dividan en dos direcciones. Se
detuvo. Haba voces en alguna parte y decan
cosas que no poda ignorar.
Bueno, y qu esperabais? Habis pronunciado
el nombre de un Seor Demonaco en el templo de
su consorte.
Templo? Consorte? Haba ms gente

implicada? Tambin se haba equivocado al


suponer que era una sola persona la que estaba
convocando al demonio? No tena tiempo de
asegurarse. No poda permitirse el lujo de hacerlo.
Sigui por el corredor y dobl un recodo. Al
fondo del pasillo, se vea luz detrs de una puerta.
Pareca haber varias personas hablando a la vez.
No estars sugiriendo que el Demonio tiene un
alias...
Exacto. Qu hacis?
Qu podemos hacer? Esperamos.
T puedes esperar si quieres se alz una
tercera voz sobre el tumulto pero Lexi le da un
puntapi a la estatua y grita con todas sus fuerzas:
Ashwarn, Ashwarn, Ashwarn! Devulvenoslo!
Henry se detuvo, con la mano apoyada en la
puerta. Haba seis vidas en el interior de la

habitacin, pero no senta ninguna presencia


demonaca. Qu estaba ocurriendo?
No ocurre nada.
Qu quieres decir con nada?
Exactamente lo que acabo de decir. Nada el
joven que se sentaba en la cabecera de la mesa
repar en la presencia de Henry, que los miraba
parpadeando desde el umbral de la puerta. Sonri.
Hola. Parece que se ha perdido.
Estaban jugando a un juego. Saltaba a la vista por
la presencia de numerosos dados de colores sobre
la mesa. Pero, qu clase de juego trataba sobre
invocaciones demonacas?
Estoy buscando los archivos sobre los
estudiantes.
Amigo, est en el lugar equivocado un

muchacho alto se rasc su oscura barba. Lo que


usted busca es el EOO como Henry lo mirara
sin comprender, sonri y aadi. El Edificio de
Oficinas Oeste. EOO. Ah es dnde est toda esa
mierda.
S, pero el EOO cierra a las cinco dejando
cuidadosamente encima de la mesa la figurilla de
plomo que haba estado sosteniendo, uno de los
otros jugadores consult de un vistazo su reloj.
Son las once y ocho minutos. No creo que
encuentre a nadie all.
Las once y ocho minutos. Ms tiempo
desperdiciado en una bsqueda ftil.
Hey, no se ponga as, hombre. Podemos
ayudarlo en algo?
Podemos seguir jugando? musit una chica.
El resto la ignor.
Por qu no? Despus de todo, buscaba a un

hombre que se dedicaba a convocar demonios. La


conexin era ms bien tenue pero no se perda
nada por intentarlo.
Estoy buscando a un tal Norman Birdwell.
El joven que presida la mesa torci el labio.
Por qu? pregunt. Le debe dinero?
Lo conoces?
Desgraciadamente dijo todo el grupo al
unsono.
Se hubieran redo, pero Henry se encontraba junto
a la mesa antes siquiera de que el primer sonido
escapara de sus bocas. En silencio, intercambiaron
miradas inquietas y Henry pudo notar cmo el
recuerdo de nueve cuerpos, con las gargantas
destrozadas, afloraba inmediatamente a sus
mentes. No poda dominar mentalmente a un grupo
tan numeroso como este. Solo poda confiar en que

fuesen lo suficientemente jvenes como para


responder a la autoridad.
Necesito su direccin.
Nosotros... eh... una vez jugamos en su
apartamento. Grace, no la tenas t apuntada?
Todos volvieron la vista hacia Grace mientras ella
comenzaba a buscar entre sus papeles. Pareca
haberse dedicado a apuntarlo todo y Henry tuvo
que contener un impulso de ayudarla en la
bsqueda.
Se ha metido Norman en problemas?
Henry mantuvo la mirada en los papeles, deseando
que la muchacha encontrara cuanto antes el que
necesitaba.
S.
Los jugadores que se encontraban ms prximos a

l se apartaron discretamente. Haban reconocido


a un depredador. Un segundo ms tarde, con la
arrogancia propia de la juventud, decidieron que
ellos no podan ser la presa, se relajaron y
volvieron a su lugar.
Dejamos... eh... dejamos de jugar con l porque
comenzaba a tomarse el asunto demasiado en
serio.
S. Comenzaba a actuar como si todo esto fuera
real. Como si fuese a encontrarse con guerreros y
hechiceros y bestias de enormes patas detrs de
cada esquina.
Est zumbado.
Es solo un juego.
Un juego al que apenas jugamos seal uno
de ellos.
Tiene problemas serios? Me refiero, los de

Norman.
S.
Dejaron de hablar despus de eso. No posean la
experiencia necesaria para comprender en plenitud
las implicaciones del tono de voz de Henry.
Grace le tendi el papel dubitativamente. No
estaba segura del todo de que fuera a conservar los
dedos.
Espere un momento protest el muchacho alto
. A m tampoco me gusta Norman, pero no creo
que debamos darle su... Henry se volvi y lo
mir directamente a los ojos. El muchacho se puso
plido y los cerr.
Mientras pona el coche en marcha y abandonaba
el aparcamiento quemando el caucho de sus
ruedas, Henry consult su reloj. 11:36. Le quedaba
muy poco tiempo.

***
... y una ltima lnea aqu Norman se
enderez y contempl orgullosamente el suelo de
su apartamento. El contorno blanco del pentagrama
quedaba casi oculto por los smbolos rojos y
amarillos que lo rodeaban. Acarici la pgina por
la que haba abierto el grimorio, siguiendo con las
yemas de los dedos el trazo del diagrama que
acababa de reproducir.
Pronto le dijo al libro. Pronto.
El olor de la pintura acrlica, tan cercano a la nariz
de Vicki, aumentaba sus nauseas y provocaba que
le picaran los ojos. Ya no tena fuerzas para
ignorarlo, as que lo soport sin ms. Se le haba
ocurrido la idea de borrar un poco el pentagrama
sin que Norman se diese cuenta, pero la haba
desechado al darse cuenta de que lo nico que
conseguira sera liberar al demonio mucho antes.
Tena que haber algo que ella pudiese hacer. No

admitira, no poda admitir, que Norman Birdwell


hubiera ganado.
Coreen lanzaba miradas al pentagrama y a
Norman, y luego de nuevo a la pintura hmeda.
Despus de todo era real. Todo ello era real. Y
aunque siempre lo haba credo, solo ahora
comenzaba a creer. Se le haba quedado la boca
seca y su corazn lata con tal fuerza que estaba
segura de que el delgaducho cretino poda orlo;
trat con ms fuerza de liberar su pierna derecha.
Cuando Norman la haba atado de nuevo al volver
del cuarto de bao, haba conseguido aflojar un
poco los calcetines. Desde entonces, mientras l se
dedicaba a hacer solo Dios saba qu, ella haba
conseguido poco a poco liberarse un poco ms.
Ms pronto o ms tarde, conseguira soltar la
pierna. Por el momento, su mente se negaba a
considerar cualquier cosa aparte de esta.
Las cinco velas que Norman haba colocado
alrededor del pentagrama eran todas nuevas.

Haba sido mucho ms fcil encontrar las velas


rojas y amarillas en espiral, necesarias para el
nuevo ritual, que las negras de cualquier clase.
Llevaba el grimorio consigo, guardado debajo de
un brazo cuando necesitaba utilizar las manos y
apretado contra el pecho cuando no era as. Haba
comenzado a sentirse incompleto sin l, como si
fuera una parte ms de su cuerpo e incluso se lo
haba llevado al Neumtico Canadiense cuando
haba comprado el nuevo hibachi. Mientras lo
sostena junto a s, tena una clara consciencia de
que sus ms locos sueos estaba a punto de
convertirse en realidad.
El latido de su cabeza se haba hecho ms intenso,
ms salvaje y ms imperativo. Su tono variaba con
sus acciones... o quiz sus acciones variaban con
su tono. Norman ya no estaba seguro.
Despus de sacar la diminuta barbacoa de su caja
y situarla junto al balcn, se volvi para
comprobar si su audiencia estaba impresionada.

La mujer mayor haba vuelto a cerrar los ojos. Sus


gafas se haban escurrido por su nariz lo suficiente
como para poder ver sobre ellas, pero todava
respiraba y eso era lo nico que importaba. Se
hubiera sentido realmente molesto si hubiera
decidido morirse, porque entonces hubiera tenido
que utilizar a Coreen en su lugar y tena otros
planes para ella. A su vez, Coreen no pareca
impresionada, pero al menos estaba asustada. Por
el momento, eso sera suficiente.
Ya no te res la toc con el grimorio en la
espalda. El modo en que ella se retorci tratando
de apartarse de su contacto le hizo estremecer de
placer. Entonces se agach para colocar las tres
briquetas de carbn.
No hay nada de lo que rerse, Norman Coreen
se agit en su silla, tratando de volverse. Norman
se encontraba un poco detrs de ella y odiaba no
ver lo que estaba haciendo. Aunque quera gritar,
trat de mantener un tono de voz calmado. A los

locos hay que hablarlos con cuidado. Al menos


eso era lo que ella haba ledo en un libro. Mira,
esto ya ha ido demasiado lejos. La seorita Nelson
necesita que la vea un mdico suplicar un poco
no le hara ningn dao. Por favor, Norman.
Djanos ir y olvidaremos que te hemos visto.
Dejaros ir? esta vez le toc a Norman rerse
de ella. Seguramente, ni siquiera el Seor
Demonaco podra proporcionarle algo que lo
complaciera tanto. Se ri de ella de la manera en
que todo el mundo, durante toda su vida, se haba
estado riendo de l. Su risa creci y creci y
Norman se acab encogiendo bajo su peso. Sinti
cmo resonaba en el grimorio, sinti cmo su
cuerpo comenzaba a reverberar con el sonido, lo
sinti entrelazarse alrededor del latido de su
cabeza.
Norman! Vicki no pudo gritar demasiado
fuerte, pero bast para interrumpir su risa. De
acuerdo. As que es verdad que los nombres

contienen poder. Otra cosa que aadir a la


nutrida lista de cosas en las que me he estado
equivocando ltimamente. Vicki trat de enfocar
la vista en la cara del joven, no pudo hacerlo y
abandon. La demente histeria de su risa se haba
detenido. Eso haba conseguido con las pocas
fuerzas con que contaba, y tendra que contentarse
con la victoria ganada.
Las cejas de Norman dibujaron una profunda v.
Mir disgustado a la mujer tendida sobre el suelo.
Estaba contento de que ella fuese a morir. Haba
hecho que dejase de rer. Todava ceudo,
encendi las velas y apag la luz de la habitacin.
Ni siquiera el respingo que dio Coreen ante el
inesperado crepsculo fue suficiente para mejorar
su humor. Su expresin no se dulcific hasta que
las briquetas estuvieron encendidas y el aire de la
habitacin, inundado por el humo de un puado de
incienso, comenz a tornarse de un azul espeso.
Solo quedaba una cosa por hacer.

Cuando Vicki volvi a abrir los ojos, sinti ms


pnico que en cualquier momento a lo largo de
aquella noche.
Cundo se ha vuelto todo tan oscuro?
No poda ver ms que cinco puntos de luz
parpadeantes. El resto de la habitacin, Norman,
Coreen, todo, haba desaparecido. Y el aire... ola
de una manera extraa, densa. Costaba respirar.
Santo Dios, estoy murindome?
Trat de moverse, de luchar, de vivir. Sus brazos y
sus piernas seguan atados. Eso le dio fuerzas.
Todava estaba viva. Su corazn y su respiracin
se calmaron. Si segua atada es que no estaba
muerta. Todava no.
Las luces eran velas, no podan ser otra cosa y el
aire estaba saturado de incienso. Deba de haber
empezado.

No vio a Norman acercarse, ni siquiera fue


consciente de su presencia hasta que,
cuidadosamente, volvi a colocarle las gafas en su
lugar. Sus manos estaban calientes. La agarr por
los brazos y tir de las cuerdas hasta exponer su
mueca izquierda. Ella crey ver la tenue lnea
que sealaba el lugar en el que Henry se haba
alimentado la noche anterior y supo que su
imaginacin la estaba engaando. A esta hora, con
esta luz, ni siquiera podra haber visto la herida si
le hubiesen arrancado la mano de cuajo.
Sinti el fro contacto de una hoja contra su piel y
el corte que le abra una vena. Y luego otra. No
eran cortes horizontales, seguros, como el que ella
y Tony se haban hecho la noche anterior, sino
cortes verticales que dejaban su mueca sumida en
la oscuridad y que hacan que un charco caliente
comenzase a formarse en la palma de su mano.
Tienes que permanecer con vida durante toda la
invocacin le dijo Norman. Separ sus brazos

del cuerpo y los coloc junto a algunos de los


smbolos que rodeaban el pentagrama. As que
solo te voy a hacer esto en una mueca. No te
mueras demasiado deprisa ella escuch el
sonido metlico del cuchillo al caer sobre el suelo
y los pasos de Norman alejndose.
Ya lo creo que no... la rabia la fatigaba, as que
dejo que se esfumara. Ahora solo lo esencial. No
te vas a morir. Especialmente cuando morirse
significaba desangrarse sobre un suelo mugriento y
desencadenar sobre la ciudad, por no mencionar al
mundo, un Armagedn. Estaba tendida sobre el
costado izquierdo. Su corazn no poda
encontrarse a ms de diez centmetros del suelo.
Recurriendo a todas sus escasas fuerzas, consigui
colocar el brazo derecho bajo el izquierdo y elev
la mueca herida todo lo posible. Quiz no ms de
diez centmetros, pero ayudara a retardar el fluir
de la sangre.
La presin debe de ser muy baja... podra

aguantar... durante horas.


Puede que solo fuese una cuestin de tiempo, pero
mientras le quedase un jirn de vida el tiempo
sera suyo, no de l.

***
Con la oreja aplastada contra el suelo por el peso
de su cabeza, todo lo que poda or era un rtmico
siseo, como el sonido del mar dentro de una
caracola. Permaneci escuchando ese sonido,
ignorando el cntico que se alzaba a su alrededor.
Podra haber identificado el edificio concreto
dentro del complejo aunque no hubiera tenido la
direccin. El poder que lo rodeaba, la inminencia
del mal, provocaban que cada pelo del cuerpo de
Henry se erizase. Sali del coche antes siquiera de
que se hubiese detenido por completo, y un
instante despus atraves la puerta cerrada de
cristal e irrumpi en el vestbulo. El cristal

reforzado no era suficientemente grueso como para


resistir el macetero de hormign que haba
arrojado contra l.

***
Norman escupi la ltima palabra disonante y dej
que su mano izquierda se posara sobre el grimorio
abierto que sostena con la derecha. Le dola la
garganta, le picaban los ojos y temblaba de
excitacin, esperando la vibracin del aire que
sealara la proximidad del demonio.
No se produjo.
Un instante el pentagrama estaba vaco y el
pulsante latido entonaba un ritmo glorioso dentro
de su cabeza. Al siguiente, sin un aviso, algo
ocupaba el interior del pentagrama. Y en su
cabeza, aparte un tenue eco, reinaba el silencio.
Norman lanz un grito y cay de rodillas. Se

cubri el rostro con ambas manos y el grimorio,


olvidado, cay al suelo.
Coreen se agit y se debati contra sus ataduras.
Su consciencia, incapaz de aceptar lo que estaba
viendo, la abandonaba.
Vicki intent respirar tranquilamente entre sus
apretados dientes. Por primera vez en su vida,
estaba agradecida por no poder ver de verdad.
Cada miedo que alguna vez haba abrigado, cada
pesadilla sufrida, cada terror experimentado desde
la infancia hasta aquel preciso instante pareca
emanar de la forma apenas definida que se
encontraba en el interior del pentagrama. Se
mordi los labios para no gritar y recurri a su
condicin fsica, al dolor, a la debilidad, para
aislarse de la presencia del Seor Demonaco.
Duele tanto que no puede doler mucho ms.
Su reaccin pareci divertir a la cosa del
pentagrama.

Los colores que brotaban de ella adoptaban


tonalidades que ningn color debera poseer,
creando tinieblas que aterrorizaban el corazn y
sombras que helaban el alma. De pronto, la
oscuridad se arremolin y cobr forma: una
criatura de rubios cabellos, ojos azules y dientes
muy, muy blancos. Delgado y hermafrodita, no
tena sexo, sino que pareca pertenecer a ambos al
mismo tiempo.
Ya basta dijo el Seor Demonaco. Examin
los lindes de su prisin y entonces a las vidas que
lo rodeaban. Ignor a Coreen pero, acercndose al
borde del pentagrama junto al que estaba tendida
Vicki, se agach y sonri con aprobacin,
observando los patrones que su sangre derramaba
dibujaba sobre el suelo.
As que t eres la vida que abre mi camino al
poder sonri y Vicki dio gracias por no ser
capaz de ver ms que una borrosa sombra de su
expresin. Pero no ests cooperando

demasiado, verdad?
Solo la laxitud de sus msculos le dio el tiempo
suficiente para combatir el impulso de bajar la
mueca sangrante hacia el suelo. Repentinamente,
reconoci algo en la criatura y eso le dio fuerzas.
Yo... te conozco no su cara, no la criatura
especficamente, pero la esencia, oh, la esencia la
conoca bien.
Y yo te conozco a ti, Victoria algo se retorci
en el interior de los ojos del Seor Demonaco.
Y esta vez he ganado. Se ha acabado, Victoria.
Vicki odiaba realmente aquel nombre.
No hasta que... cante la gorda.
Un chiste? En tu posicin? Creo que haras
mejor en utilizar tu fuerza para suplicar clemencia
se alz y se limpi las manos contra los muslos
. Es una pena que no pueda permitrsete vivir.

Me hubiera proporcionado inmenso placer


comprobar tus reacciones a mis planes.
En aquel momento, todo lo que Vicki deseaba era
reunir saliva suficiente para poder escupir.
Se volvi a Norman, quien todava se ocultaba
acobardado detrs del hibachi.
Levntate!
Recogiendo el grimorio y sostenindolo frente a s
como si fuera un talismn, Norman se puso en pie.
Librame!
El labio inferior de Norman cay y en su
semblante se pint una expresin testaruda.
No. Yo te he convocado. Soy tu amo y seor.
La risa del Seor Demonaco hizo aicos las
ventanas del apartamento.

Como si sus miembros estuviesen sujetos por hilos


y el Maestro Demonaco fuese el titiritero, Norman
comenz a avanzar tambaleante hacia el
pentagrama.
No gimi. Soy tu amo y seor.
Est luchando, advirti Vicki. Haba esperado
que su voluntad se consumira inmediatamente
como una cerilla. La presuncin y el egosmo
resultaban mejor defensa de lo que pensaba.

***
Mientras Henry abandonaba el ascensor en el
noveno piso, el olor de la sangre estuvo a punto de
abrumarlo. Se elevaba por encima del persistente
hedor demonaco y lo atrajo hasta la puerta que
buscaba. Estaba cerrada.
El metal resisti. Pero la madera de la jamba se
astill y cedi.

Vicki escuch el ruido como si le llegase desde


una gran distancia. Lo reconoci, comprendi su
significado, pero no le import demasiado.
El Seor Demonaco se percat tambin del ruido,
pero lo ignor. Su atencin estaba centrada en
Norman, quien se encontraba a escasos
centmetros del borde del pentagrama, sudando,
temblando, perdiendo la batalla.
La palabra que lo impela pareca formada en su
mayor parte por consonantes. Desgarraba sus
odos y desgarraba su garganta.
El Seor Demonaco gru y se volvi. Se movi,
desprovisto ya de toda semblanza de humanidad.
Cuando repar en Henry sus facciones se
asentaron y sonri.
Vienes a verme, Nio de la Noche? Eres t el
campen? Has venido a salvar al mundo mortal
de la dominacin?

Henry sinti que su voz golpeaba su mente y se


sacudi su influencia. Cuando respondi, su
propio gruido apenas era un poco menos
demonaco.
Vuelve a tu agujero, engendro de Satn! Este
mundo no te pertenece!
Engendro de Satn? El Seor Demonaco
sacudi la cabeza. Ests desfasado, Henry
Fitzroy. Este mundo ya no cree en el Seor
Oscuro. Disfrutar demostrndole lo equivocado
que est, y no hay nada que t puedas hacer para
impedrmelo.
No te permitir destruir este mundo sin luchar
no se atreva a apartar la mirada del Seor
Demonaco para mirar a Vicki, pese a que saba
que la sangre cuyo aroma inundaba la habitacin
era la de ella.
Lucha todo lo que quieras hizo una elegante
reverencia. Igualmente perders.

No! Norman se encontraba de pie, con las


piernas separadas y el grimorio debajo del brazo,
sujetando el AK-47 con tal fuerza que sus dedos se
haban puesto blancos. Yo he pronunciado tu
nombre! Yo soy tu amo y seor! No me
ignorars! No lo hars! No lo hars! No lo
hars!
Una corta rfaga atraves el pentagrama, cortando
prcticamente al Seor Demonaco por la mitad.
Bramando de furia, ste perdi el control de su
forma y volvi a convertirse en el torbellino de
sombras que haba sido al principio.
Tenencia ilcita de armas de fuego, pens Vicki
confusa, mientras los casquillos rebotaban contra
los armarios de la cocina, detrs de ella.
El estrpito devolvi a Coreen a la conciencia.
Con la fuerza que le prestaba el pnico, comenz a
debatirse salvajemente contra sus ataduras. Se
balanceaba violentamente de un lado a otro,

haciendo que la silla rebotase sobre el suelo.


Como una noche cayendo sobre s misma, el Seor
Demonaco volvi a reformarse al mismo tiempo
que la temperatura del apartamento descenda
bruscamente. Sonri, mostrando unos enormes y
curvados dientes que antes no haba tenido. Una
vez ms, Norman comenz a avanzar hacia l,
tambaleante.
La luz inund la habitacin, disipando bruscamente
las sombras y una voz grit:
Quietos! Polica!
El primer instante de expresiones heladas por la
sorpresa fue casi divertido. Entonces Henry se
protegi los ojos con el brazo, el Seor
Demonaco gir sobre sus talones para encararse
con aquel nuevo adversario y Norman se precipit
hacia la puerta, gritando:
No, es mo! No podis detenerme! Es mo!

En aquel mismo instante, Coreen logr al fin


liberar su pierna. Mientras Norman pasaba a su
lado, ella le dio una patada.
El muchacho trat de mantener el equilibrio,
agitando los brazos. El grimorio cay al suelo. Un
segundo ms tarde, Norman se desplom sobre el
pentagrama.
Entonces ya no hubo Norman, pero sus aullidos se
prolongaron uno o dos segundos.
Mike Celluci, de pie junto al interruptor de la luz,
con su 38 en una mano, realiz involuntariamente
con la otra el signo de la cruz.
Jesucristo musit en medio del repentino
silencio. Qu infiernos est ocurriendo aqu?
El Seor Demonaco se volvi hacia l.
Exacto, detective. Es el Infierno lo que est
ocurriendo aqu.

Aquello era peor que cualquier cosa que Celluci


pudiese haber imaginado. No era posible que
hubiera visto al matn con el rifle de asalto
desaparecer en el aire. Ni a la cosa que
permaneca en medio de la habitacin, sonriendo.
Pero s los haba visto. A ambos.
Entonces se percat de la presencia de Vicki y
todas aquellas rarezas pasaron a un segundo plano.
Quin ha hecho esto? inquiri mientras se
acercaba a su lado y se inclinaba sobre una rodilla
. Qu est pasando? esta vez su tono haba
resultado un poco desesperado. Mientras buscaba
el pulso en la garganta de Vicki, no perdi de vista
al Seor Demonaco. Despus de lo visto al entrar,
aquella era la amenaza ms obvia.
Ms o menos lo que parece contest Henry.
Saltaba a la vista que el fornido agente de la ley
era un amigo de Vicki. Ahora no importaba por
qu se encontraba all. Aquel es un Seor

Demonaco. Acaba de destruir a... la persona que


lo invoc y nosotros tenemos un montn de
problemas.
Problemas? pregunt Celluci, sin plantearse
por el momento si crea en todo aquello o no.
S dijo el Seor Demonaco y atraves el
pentagrama. Sin esfuerzo le arrebat el arma a
Celluci y la arroj por la ventana.
Celluci le observ pasar a su lado, sin poder hacer
nada para impedirlo, y entonces, con los labios
apretados, se inclin sobre Vicki, ignorando el
sudor fro que empapaba todo su cuerpo. Comenz
a deshacer los nudos de las corbatas y vend su
mueca herida con la primera que consigui
desatar.
No servir de nada dijo el Seor Demonaco.
Mientras toda la atencin se concentraba en Vicki
se desliz a un lado, se arremolin y se lanz
hacia el grimorio.

Henry fue ms rpido. Recogi el libro y


retrocedi. Para su sorpresa, el Seor Demonaco
gru, pero le dej ir.
No tienes poder advirti Henry. Ests en
este mundo pero no tienes poder.
La invocacin no habr terminado admiti el
Seor Demonaco, sin apartar los ojos del libro
hasta que la mujer haya muerto.
Entonces la invocacin no va a terminar
Celluci consigui soltar las ataduras a base de
fuerza bruta y arroj con rabia las corbatas rotas al
otro extremo de la habitacin.
Terminar muy pronto seal el Seor
Demonaco. Se est muriendo.
No. No es as gru Celluci mientras
incorporaba el cuerpo inerte de Vicki.
S. Me estoy muriendo. Vicki dese poder sentir

la mano que sostena su rostro, pero no haba


podido sentir nada desde haca algn tiempo. Le
picaban los ojos, pero no tena fuerzas para
parpadear. Ojal no estuviera acabando de aquella
manera. Pero haba hecho todo lo que estaba en su
mano. Ahora solo deseaba tiempo para descansar.
Entonces el Seor Demonaco alz el rostro y la
mir directamente a los ojos, con expresin de
impaciencia, pero abiertamente triunfante.
Cuando ella hubiera muerto, l habra ganado.
Maldita sea si le dejo ganar. Se aferr con todas
sus fuerzas a la vida que le quedaba y la sacudi.
No voy a morir. No voy a morir!
No... voy... a morir.
As se habla Celluci no se molest en sonrer.
Ninguno de ellos lo hubiera credo. Escucha.
A travs de las destrozadas ventanas, llegaba hasta

ellos desde la calle el sonido de las sirenas.


La caballera? pregunt Vicki.
l asinti.
Llam a los refuerzos en cuanto llegu al
edificio. Pareca que el lugar estaba bajo asedio.
Viene una ambulancia con ellos. No importa
cunta sangre hayas perdido. Te la repondrn y...
Creo que tambin he sufrido una conmocin
cerebral...
Tu cabeza es demasiado dura. Lo soportar
se volvi hacia el Seor Demonaco arrojndole
su conviccin sobre los hombros mientras lo haca
. No te vas a morir.
La criatura sonri de forma desagradable.
Todos los mortales mueren con el tiempo.
Naturalmente, har todo lo posible para que ocurra

ms temprano que tarde.


Sobre mi cadver dijo Celluci.
No es necesario Henry sacudi la cabeza.
No puede matarla o ya lo habra hecho en el
instante mismo en que abandon el pentagrama. Su
muerte es la culminacin del ritual y l no puede
interferir en el ritual. Todo lo que puede hacer es
esperar.
Si te quedas dijo acercndose al Seor
Demonaco, no dejaremos de combatirte. No
podemos destruirte, pero sin tu poder lo pasars
muy mal.
El Seor Demonaco lo observaba mientras se
mova, entornando los ojos.
No, advirti Vicki, no lo mira a l. Mira al
grimorio.
As que, qu es lo que sugieres? se burl.

Qu me rinda? Tiempo es todo lo que necesito. Y


lo tengo en abundancia.
Vicki apret el brazo de Celluci, tratando de
apartarlo de delante de s.
Un trato... quieres... el grimorio si su lengua
no estuviera tan jodidamente espesa. Vete...
rompe la invocacin... es tuyo.
En su momento, tendr el grimorio. No tenis la
menor idea de cmo utilizar el conocimiento que
contiene no se molestaba en esconder su deseo
mientras miraba fijamente el volumen de saber
demonaco. Vuestro trato no me ofrece nada.
El poder dado libremente tiene ms fuerza que
el que se toma por la fuerza Coreen enrojeci
cuando los dos hombres y el Seor Demonaco se
volvieron hacia ella. Bueno, es as. Todo el
mundo lo sabe.
Y el poder otorgado voluntariamente no es algo

muy comn en el mundo del que t vienes


aadi Henry, asintiendo con lentitud. Podra
ser el fundamento de un golpe maestro.
El nombre... escrito... en la ciudad la raza de
los demonios haba demostrado que no careca de
ambicin.
Un advenedizo, un avaro el Seor Demonaco
pronunci una cuantas palabras ms en un lenguaje
que sonaba como una pelea de gatos y su forma
comenz a agitarse de nuevo.
Por qu esperar a tener este mundo cuando
podras tener otro ahora mismo? le espet
Henry. Quieres el grimorio. Con l podrs
controlar a otros de tu raza. Derrotar a tus
enemigos...
Ssss...
Te lo daremos voluntariamente a cambio de que
rompas la invocacin y vuelvas al lugar del que

has venido. Aquel que te ha convocado ha


desaparecido. Nada te retiene aqu ya. Por qu
esperar cuando puedes gobernar?
Haciendo un esfuerzo, el Seor Demonaco
consigui mantener su forma y extendi unas
manos que ya no eran manos del todo.
Dmelo. Cumplir el trato.
Jralo sobre tu nombre.
Assss lo jjjjuro.
Y jura que nunca lo utilizars contra la
humanidad aadi Coreen precipitadamente,
antes de que Henry pudiese moverse.
Susss conocimientos sssslo pueden
utilizarsssse contra los demoniossss.
Ella frunci los labios.

Jralo de todas formas. Sobre tu nombre.


Lo jjjjuro. Lo jjjjuro.
Henry avanz un paso y deposit el libro sobre lo
que quedaba de las manos del Seor Demonaco.
Al instante, el ente y el grimorio desaparecieron.
Vicki comenz a rer tontamente.
Celluci le lanz una mirada iracunda.
Qu? le espet.
Solo... me estaba preguntando... qu es lo que...
pensabas... poner en tu informe.

***
He hablado con Henry Tony se termin la
gelatina y deposit el tazn sobre la bandeja.
Vino y me cont lo que haba ocurrido. Dijo que
tena derecho a saberlo. Es un to la mar de fro.

Creo que me estaba probando.


Probablemente asinti Vicki. Lo que sabes
sobre l es muy peligroso.
Tony se encogi de hombros.
Yo no soy una amenaza. Me trae por culo la
hora a la que un to se levanta.
Me trae sin cuidado... le corrigi ella.
Sonri.
Eso es lo que he dicho.
Los zapatos de la enfermera chirriaron ligeramente
contra el suelo mientras entraba en la habitacin.
La hora de visitas ha terminado. Puede volver
maana.
Tony mir a la enfermera, luego a Vicki y se

levant. Al llegar a la puerta se detuvo y se


volvi.
Gurdame la gelatina.
Vicki hizo una mueca.
Es toda tuya prometi.
La enfermera se entretuvo unos instantes; alis las
mantas y revis el goteo y los vendajes que
cubran el brazo izquierdo de Vicki desde la mano
hasta el codo. Al salir, se top con Mike Celluci.
Lo siento incorporndose, bloque la entrada
. Las horas de visita han terminado.
Celluci la apart con suavidad y, mientras ella
comenzaba a protestar, le mostr su placa y dijo:
Asuntos de la Polica y cerr la puerta.
Sacudi la cabeza al ver los crculos color

prpura bajo los ojos de Vicki, chasque la lengua


mirando al goteo, se inclin, la bes y dijo, sin
incorporarse.
Ests hecha una mierda.
En realidad, cada minuto me siento mejor ella
extendi el brazo y apart el rizo de la frente de
Celluci. Ayer s que me senta hecha una
mierda. Y hablando de ayer, dnde estuviste?
Escribiendo mi informe se dej caer sobre la
silla que Tony acababa de abandonar, junto a la
cama. S. Rete todo lo que quieras. Es una parte
del trabajo policial de la que puedes alegrarte de
haberte librado.
No la doli tanto como antes. Con el tiempo,
sospechaba, dejara de dolerle del todo.
Qu has contado?
La verdad sonri como respuesta a su

expresin. De acuerdo. No toda la verdad.


Y Norman?
Escap mientras yo trataba de mantenerte con
vida. Afortunadamente, el jefe sigue vindote con
muy buenos ojos y cree que eso es excusa
suficiente. Hay una orden de busca y captura
contra l se encogi de hombros. No creo que
engorde mi historial de arrestos, pero al menos los
asesinatos terminarn. Adems, supongo que al
final consigui lo que haba ido a buscar.
Vicki no estaba muy segura de estar de acuerdo,
as que guard silencio. Apestaba demasiado a ojo
por ojo. Y el mundo entero acaba ciego.
Tu nuevo novio parece un poco tmido.
Su tono la hizo sonrer.
Ya te lo he dicho. Es escritor. Est
acostumbrado a la soledad.

Claro. Y como yo te he dicho a ti, eres una


psima mentirosa. Pero le debo una por haberse
ocupado de esa... adolescente, as que lo dejar
estar por ahora.
La sonrisa de Vicki se torci. Coreen no saba que
finalmente haba dado con su vampiro y que ese
vampiro haba logrado convencerla de que muchas
de las cosas que haban ocurrido no haban pasado
en realidad.
Gracias a la intervencin de Henry, para Coreen,
tanto el demonio menor como el Seor Demonaco
nunca haban existido, y el nico culpable de todo
haba sido Norman Birdwell. De algn modo,
Norman estaba consiguiendo por lo menos el
reconocimiento que se mereca.
Extendi su brazo sano y le dio un azote en el
muslo.
Esa adolescente, como t la llamas, acaba de
pagarme una minuta ms que decente por todo este

embrollo, as que ser mejor que empieces a


tratarla con un poco ms de respeto.
Celluci hizo una mueca.
Vicki, esa chica es una cabeza loca. No tengo
idea de cmo consigui l que se mantuviera
callada. Bueno, ya sabes... no poda decirlo.
Eso lo hara demasiado real... pero me
aterrorizaba la idea de que fuese con el cuento a la
prensa. Y ahora se puso en pie y se dirigi hacia
la puerta creo que ser mejor que me marche a
ver si puedo dormir un poco.

***
El sueo tardaba en llegar. Juguete con las
pldoras que pretendan que se tomara, escuchando
el creciente silencio del hospital.
Era cerca de la una de la maana cuando la puerta
volvi a abrirse.

Ests despierta dijo con suavidad.


Ella asinti en silencio, consciente de que l poda
verla a pesar de que ella no pudiera.
Me estabas esperando?
Ella trat de responder con un tono desenfadado.
Bueno. El caso es que pens que probablemente
no te presentaras en las horas regulares de visita
sinti que la cama se arrugaba al tomar l
asiento en un borde.
No estaba muy seguro de si querras verme.
Por qu no iba a querer?
Bueno. Supongo que no guardas recuerdos
demasiado agradables de los momentos que hemos
compartido.
No demasiados, no de hecho, algunos de los

recuerdos eran realmente agradables, pero ahora


no estaba muy segura de querer recordrselo. Con
cuatrocientos cincuenta aos de experiencia, sin
duda habra jugado muchsimas manos.
Protegido por la oscuridad, Henry frunci el ceo.
Sus palabras haban dicho una cosa, pero su olor...
Debe de haberte costado entrar aqu.
Los hospitales no tienen demasiadas sombras
admiti l. Esperaba poder verte despus de
que salieras...
Claro Entenda l lo que le estaba
ofreciendo? Y ella?. Podemos ir a cenar.
Ella no pudo verlo sonrer, pero escuch su risa y
sinti la fra presin de sus dedos contra su mano.
Crees en el destino? pregunt l.
Creo en la verdad. Creo en la justicia. Creo en

mis amigos. Creo en m misma no lo haba


hecho durante algn tiempo, pero ahora volva a
hacerlo. Y creo en los vampiros.
Los labios de Henry acariciaron la piel de su
mueca y el clido contacto de su aliento eriz
cada pelo de su cuerpo.
Eso bastar.

***

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RESEA BIBLIOGRFICA
Tanya Huff
Naci en Halifax (Nueva Escocia) y se cri en
Ontario, donde reside en la actualidad. Public sus
primeros textos en The Picton Gazette cuando
tena diez aos y continu escribiendo mientras
trabajaba como cocinera en la reserva naval de de
Canad, mientras estudiaba comunicacin. Poco
tiempo despues se licenci en Ryerson
Polytechnical Institute y comenz a trabajar para
los almacenes Bakka, como dependienta durante
ocho. En el ao 2000 comenzo a escribir una
columna para una revista de Toronto.
La autora ha escrito nmerosas obras y tiene una
recopelacin de historias cortas. Sus obras han
sido nominadas para los premios Aurora. Una de
sus obras mas importantes es La saga de novelas
vampricas que tiene como protagonista a Vicki
Nelson, cuya primera entrega es El precio de la

sangre, ha obtenido un rotundo xito y sus


derechos han sido comprados por la productora
Chum Television and Kaleidoscope Entertainment,
que ha realizado una serie de televisin. (Blood
Ties)

El precio de la Sangre
La investigadora privada Vicki Nelson presencia
el primer ataque perpetrado por una fuerza de
siniestra magia que pronto sembrar el terror
sobre Toronto. A medida que los asesinatos se
suceden, Vicki se involucra ms y ms en la
investigacin. Renueva su tormentosa relacin con
un antiguo novio, el polica Mike Celluci, mientras
se asocia con el escritor Henry Fitzroy, hijo
ilegtimo de Enrique VIII, que a lo largo de los
siglos ha acumulado conocimientos sobre los
anhelos de vida ms all de la muerte de un
vampiro. A menos que Vicki, Mike y l consigan
encontrar el modo de detener la amenaza, su
verdadera naturaleza podra ser descubierta y su

vida sacrificada a los miedos de la humanidad.


Terrorfico thriller de vampiros de nuestro
tiempo, que combina pgina a pgina el suspense
vertiginoso con el humor sarcstico Book Sense

Saga de la Sangre
1. Blood Price (1991) - El precio de la Sangre
2. Blood Trail (1992) - El Rastro de la Sangre
3. Blood Lines (1992) - El Linaje de la Sangre
4. Blood Pact (1993) - El Pacto de la Sangre
5. Blood Debt (1997) - La Deuda de la Sangre

***

Tanya Huff.
Ttulo original ingls: Blood Price
Editor original: Daw Books, Mayo/1991
Traduccin: Manuel Mata lvarez-Santullano
de esta edicin: La Factora de Ideas, S.L.
Primera edicin: abril de 2007
Diseo de la coleccin: Dami Mathews
ISBN: 978-84-96689-58-9
Depsito legal: B-9941-2007

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