Bagú. Tiempo, Realidad Social y Conocimiento.
Bagú. Tiempo, Realidad Social y Conocimiento.
Bagú. Tiempo, Realidad Social y Conocimiento.
"Lo esencial en todo aquello que ayud al hombre a salir, por decirlo as, de la naturaleza -comprueba Martin Buber (1950, 191)--y, a pesar de su debilidad como ser natural, a
mantenerse frente a ella [. . .] fue que se uniera a sus semejantes". No hay ser humano sino en
el contacto con seres humanos.
Comparte el hombre esta condicin de su existencia con los otros primates que le precedieron
en la escala filogentica, como el australopiteco, forma tarda de oreopiteco, as como
probablemente las formas tempranas de esta variedad, que algunos paleontlogos ubican hace
5.000.000 de aos. Tambin con otros mamferos, insectos y seres vivos de organizacin
elemental.
Hay dos escalas de complejidad en esta condicin. En una, el ser vivo es o no es, vive o
muere segn se mantenga, o no, su ntima conexin con otros seres de su especie, como en los
casos del hombre y algunos organismos muy elementales. En otra, el ser vivo slo puede
llegar a ser es decir, desarrollar su potencial mientras mantenga esa ntima conexin. Es
tambin el caso del hombre y, adems, de algunos de sus antepasados ms inmediatos. En la
primera escala lo que est en juego es la existencia misma del individuo; en la segunda, el
grado de desarrollo de su existencia.
En la vasta serie de la evolucin de las especies, el hombre, primate superior capaz de
descubrir nexos entre fenmenos e inventar smbolos mltiples, slo pudo sobrevivir porque
sobrevivi el grupo de sus iguales. Lo que tena de biolgicamente diferente su sistema
nervioso y, en particular, su corteza cerebral necesitaba para desarrollarse del contacto
incesante con otros miembros de la nueva especie. Si el pitecntropo, una ve/ aparecido en el
cuadro de la vida sobre la tierra, no hubiera podido seguir existiendo en grupo, de el no habra
surgido el hombre contemporneo, sino que habra revertido a tipos inferiores de evolucin o,
quiz, desaparecido radicalmente.
A manera de referencia para toda su teora del fenmeno humano, Teilhard de Chardin
escribi una frase "el fenmeno social: culminacin, y no atenuacin, del fenmeno
biolgico" (1955, 247) que, en el contexto de su obra, puede interpretarse en ms de un
sentido. Uno de ellos es que la personalidad del ser humano slo puede lograrse como
fenmeno social. Queda eliminada cualquier concepcin de lo humano como dado, en toda su
realidad, desde que el hombre como individuo surge a la vida.
No se trata de hbito ni de condicionamiento, sino del contenido del proceso gentico en cada
miembro de la especie. Engels y Marx lograron decirlo en estilo preciso: "Los individuos se
hacen los unos a los otros, tanto fsica como espiritualmente, pero no se hacen a s mismos"
(1846, I, 2, 40).
Los dos jvenes pensadores alemanes escriban 37 aos despus del primer anuncio
evolucionista de Lamarck y 12 antes de la lectura pblica conjunta de los trabajos fundadores
de Darwin y Wallace. En ese manuscrito del ao 46, que ellos no publicaron en vida, se
haban propuesto, tan slo, "esclarecer las cosas ante nosotros mismos". Cuando fue hallado,
algunos de los pasajes aparecan suprimidos, al parecer por propia mano de los autores. En
uno de stos se lee nada menos que lo siguiente: "Reconocemos solamente una ciencia: la
ciencia de la historia" (ibidem, Apndice, 676) . Como al comenzar el manuscrito haban
dejado establecido que "la primera premisa de toda historia humana es, naturalmente, la
existencia de individuos humanos vivientes" (ibidem, I, II, 19), si no hubieran eliminado
aquel pasaje, esta "primera premisa" habra sido aplicada a la nica ciencia del hombre por
ellos reconocida.
Esta "primera premisa" es tan vlida hoy como cuando ambos la enunciaron. De ella
partimos nosotros tambin para nuestro anlisis, porque de hombres vamos a hablar. Slo que,
para comprender su alcance, debemos agregar las dos observaciones siguientes:
1.
2.
b) LA RELACIN FUNDAMENTAL:
REALIDAD SOCIAL
MIENTO DE LA REALIDAD SOCIAL
Y CONOCI-
CAPTULO VI
LA APTITUD GNOSEOLGICA
a] HACIA UNA TEORA DEL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD SOCIAL. 1.
Pensar sobre cmo pensamos, sobre cmo llegamos a conocer el mundo fsico y a
conocernos nosotros mismos tiene en Occidente la antigedad de su cultura. Los griegos
dejaron los grmenes de una gnoseologa. La Edad Media resolvi su problema trasladndolo
a la teologa. A partir del Renacimiento se va elaborando una gnoseologa que aspira a
acompaar el desarrollo cientfico y otra que se mueve dentro de los lmites de una verdad
revelada, absoluta o intuida.
Conocer el mundo fsico no es, sin embargo, lo mismo que conocer la realidad social de
los hombres, aunque ambos procesos tienen captulos comunes. En la cultura occidental,
cuya teora del conocimiento de lo fsico tiene races tan antiguas, slo surgen contribuciones
parciales y esto a partir del siglo xix para la elaboracin de una teora del conocimiento
de la realidad social. Hay, claro est, aportes utilizables y fecundos procedentes de otras
disciplinas cientficas, y en la historia de la filosofa occidental surgen lneas de pensamiento
que es indispensable explorar. Tarea sta nada compleja, porque se trata de clsicos de fcil
acceso.
Thomas Hobbes (1588-1679) es claro, didctico. Los pensamientos del hombre,
considerados individualmente, son "una representacin o apariencia de alguna cualidad o
accidente de un cuerpo fuera de nosotros, lo cual es comnmente llamado un objeto. Un
objeto determinado acta sobre los ojos, odos y otras partes del cuerpo del hombre; y
mediante la diversidad de su accin, produce la diversidad de aspecto [...]. No hay
concepcin en la mente humana que no haya sido en su origen, totalmente o por partes,
engendrada en los rganos de los sentidos".
El proceso es ste: "La causa de la sensacin es el cuerpo externo, u objeto, que
presiona el rgano caracterstico de cada sentido [.. .] y esa presin, por la mediacin de los
nervios y otras fibras y membranas del cuerpo contina internamente hasta el cerebro y el
corazn, ocasiona all una resistencia, o contra-presin, o empeo del corazn de
descargarse, empeo que, por estar orientado hacia afuera, parece ser alguna cosa exterior a
nosotros. Y este parecer o fantasa es lo que los hombres llaman sentido; y consiste./en
cuanto al ojo, en una luz o color figurados; en cuanto al odo, en un sonido; en cuanto a la
nariz, en un olor; en cuanto a la lengua y el paladar, en un sabor; y en cuanto al resto del
cuerpo, en calor, fro, dureza, suavidad y todas las otras cualidades que discernimos mediante la sensibilidad. Todas las dichas cualidades, llamadas sensoriales, estn en el objeto
que las ocasiona adems de tantos movimientos diversos de la materia por los cuales
presionan nuestros rganos diversamente. No hay nada en nosotros que sea presionado y que
sea algo ms que diversos movimientos (porque el movimiento slo produce movimiento) ".
(Leviathan, 1651, cap. I. Trad. nuestra).
Triunfo de la mecnica, pero llevando sus consecuencias hasta un materialismo integral,
porque Hobbes niega la existencia del alma y, en el enfrentamiento de Iglesia y Estado, toma
el partido de este ltimo.
Su gnoseologa y su negacin de la metafsica se conectan en seguida con una posicin
militante: las universidades del mundo cristiano, basndose en Aristteles, ensean que la
cosa vista arroja sobre el ojo una "especie visible", la cosa oda una "especie audible", y as
sucesivamente, lo cual constituye "un discurso sin significacin", que deber ser suprimido
cuando se reajuste la funcin de las universidades en el Commonwealth. Mecanicismo,
xx, cuyo programa explcito es el de acabar con los residuos metafsicos y testas en la formulacin cientfica y forjar un lenguaje cientfico objetivo.
Pero la solucin fundamental que ofrece su gnoseologa, en contraposicin a la de
Locke, le ubica como un extremista del subjetivismo. "Que ni nuestros pensamientos ni
pasiones, ni ideas formadas por la imaginacin, existen sin la mente, es lo que todos
admitirn. Y a m me parece no menos evidente que las distintas sensaciones o ideas
impresas sobre el Sentido, como quiera que se mezclen o combinen (es decir, cualquiera sea
el objeto que compongan), no pueden existir sino en una mente que las perciba [...]. Lo
que se dice de la existencia absoluta de seres impensables sin ninguna relacin con el hecho
de que se les perciba es para m perfectamente incomprensible [. ..]. No es posible que
tengan ninguna existencia fuera de las mentes o cosas pensantes que les perciban". En
consecuencia, "todos aquellos cuerpos que componen el poderoso esqueleto del mundo
carecen de toda sustancia sin una mente [y por lo tanto] mientras no sean realmente percibidos por m, o no existan en mi mente o en la de cualquier otro espritu creado, no deben
tener ninguna existencia, o bien subsistir en la mente de algn Espritu Eterno" (ibdem,
parte I). En definitiva, es Dios el que nos asegura la existencia de toda la realidad material y
de su continuidad histrica.
Hay otras formas de subjetivismo en el pensamiento occidental cuyo significado ltimo
no es tan claro. Despojadas de su vaguedad terminolgica y metodolgica, se advierte en
ellas un esfuerzo grande por captar la verdad de los universales, por salvar el principio del
ordenamiento por clases y especies de todo lo real, por comprender la permanencia del
cambio a travs de las mltiples formas transitorias. En algunos autores, lo que ellos
consideran actividad mental o entes metafsicos evoca los principios de ese ordenamiento
fundamental de una realidad eternamente cambiante que ellos advierten pero no logran
explicarse con mayor claridad. Es comn denominar subjetivistas o idealistas a estas
posiciones.
David Hume (1711-1776) es, como Locke, hijo de una era de optimismo racionalista, de
progreso econmico y orgullo nacional. La "esencia de la mente", explica, tan desconocida
para nosotros como "la de los cuerpos externos", slo puede sernos accesible mediante
"cuidadosos y exactos experimentos y la observacin de aquellos efectos particulares que
resultan de sus diferentes circunstancias y situaciones". De la experiencia se debe partir y
ella es tambin el lmite del conocimiento posible: "no podemos ir ms all de la experiencia
y cualquier hiptesis que pretenda descubrir las ltimas cualidades originales de la naturaleza
humana debe de inmediato ser rechazada como presuntuosa y quimrica".
La filosofa moral, reconoce, tropezar con algunos inconvenientes, en su ejercicio
metodolgico, que no tiene la filosofa natural. "Debemos, por tanto, reunir nuestros
experimentos en esta ciencia partiendo de una observacin cuidadosa de la vida humana, y
tomarlos tales como aparecen en el curso comn del mundo, es decir, en la conducta de los
hombres en compaa, en las actividades econmicas y en sus placeres. Cuando los
experimentos de esta clase sean juiciosamente recogidos y comparados, podemos tener la
esperanza de organizar sobre ellos una ciencia que no ser inferior en certeza, y que ser muy
superior en utilidad, a cualquiera otra concebida por la inteligencia humana". Parece el
manifiesto de una escuela conductista en psicologa o de una ctedra de sociologa de la
encuesta en Estados Unidos.
Se trata de "la ciencia del hombre", que constituye "la nica slida base de las otras
ciencias" y que debe levantarse "sobre la experiencia y la observacin". Desde que se aplic la
"filosofa experimental" a los "temas naturales" ha transcurrido ms de un siglo hasta que
pueda aplicarse a los "temas morales", lo cual slo poda haber ocurrido en Gran Bretaa,
patria del autor, porque "el progreso de la razn y la filosofa slo pueden surgir en una tierra
de tolerancia y libertad" (A trcatisc on human nature, 1739-1740, introduccin. Trad.
nuestra).
El origen de nuestro conocimiento constituye un proceso elemental, que el autor
explica en trminos claros. "Todas las percepciones de la mente humana se resuelven en dos
clases distintas, que llamar Im presiones e Ideas. La diferencia entre stas consiste en los
grados de fuerza y vivacidad con los cuales golpean la mente y encuentran su ruta hasta
nuestro pensamiento o conciencia. A aquellas percepciones que entran con mayor fuerza y
violencia podemos llamar Impresiones; y, con este nombre, abarco todas nuestras
sensaciones, pasiones y emociones, tal como hacen su primera aparicin en el alma. Por
Ideas quiero significar las imgenes debilitadas de stas en el pensamiento y el razonamiento;
tales como, por ejemplo, son todas las percepciones por el presente discurso, exceptuando
slo las que se produzcan por la vista y el tacto, y exceptuando el placer inmediato o el
desagrado que pueda ocasionar". Este planteamiento conduce a "una proposicin general":
"todas nuestras ideas simples en su primera aparicin derivan de impresiones simples, que
corresponden a ellas, y que ellas exactamente representan". El autor reconoce en seguida que
"no es absolutamente imposible que las ideas surjan antes que sus impresiones
correspondientes" (ibdem, seccin I. Trad. nuestra).
Hume, ateo y antimetafsico, liberal y orgulloso de su britanidad, filsofo de la libertad
burguesa en los aos en que la burguesa britnica esclavizaba africanos y los venda en
varios continentes, escribe, con vocablo preciso, la teora del conocimiento para su "ciencia
del hombre". Es la teora de la "representacin exacta", que no admite margen de error ni
duda acerca de sus transparentes y elementales mecanismos. La victoria de la pura
racionalidad, que no necesita ya invocar a Dios, ni al alma, ni a la metafsica.
La versin caricaturizada de esta corriente gnoseolgica est dada por el sensacionismo
de tienne Condillac (1754) y el conductismo del hombre-mquina de Julien La Mettrie
(1748).
El subjetivismo berkeliano y el objetivismo tipo "papel blanco" han ido alternndose en
el transfondo de la polmica gnoseolgica durante los siglos XIX y XX, cuando los oponentes
eran filsofos o ensayistas que no lograban hacer aportes nuevos al anlisis heredado del
siglo XVIII. Pero, al margen de esos sectores, hubo otras contribuciones, de distinta
procedencia, que fueron agregando elementos fundamentales para superar las posiciones
iniciales.
Sartre tiene razn cuando observa que la teora del conocimiento constituye el punto dbil
del marxismo (1960, 30n), pero algunos de los escasos textos de los clsicos de esa escuela
sobre la materia son importantes en ms de un sentido.
El joven Marx escribi en 1845, en su primera tesis sobre Feuerbach, un puado de
lneas que anunciaban, casi en clave, la posibilidad de una teora del conocimiento que
superara, con amplitud, los trminos dados de la polmica. "El defecto principal de todo el
materialismo que ha existido hasta ahora, incluyendo el de Feuerbach, es que concibe el
objeto, la realidad, lo sensible, slo en la forma de objeto de contemplacin pero no como
actividad sensorial humana, como prctica, no subjetivamente. Ocurre as que, en oposicin
al materialismo, el aspecto activo ha sido desarrollado por el idealismo, pero slo en
abstracto, ya que, por supuesto, el idealismo no conoce la verdadera actividad sensorial como
tal" (trad. nuestra de la versin inglesa) . El sujeto en el idealismo es activo; en el materialismo tipo siglo XVIII es pasivo. Para "todo el materialismo que ha existido hasta ahora" el
sujeto contempla la realidad exterior, no la asimila como "actividad sensorial humana". El
materialista admite, aunque no lo sepa, un desdoblamiento fatal: yo y el mundo, entre los
FINAL
SNTESIS
Grande como es en su conjunto, el conocimiento de lo social en Occidente tiene hondas
y muy extendidas franjas de inadecuacin y obsolescencia. En sus modos de percibir lo
social, en su teora intrnseca del hombre, en la invencible disociacin de su epistemologa, en sus contenidos tericos.
Con su ciencia social, Occidente ha logrado explicarse con xito algunos de sus propios
procesos, pero le es imposible comprender otros, propios y ajenos. Ni an sumando la
ortodoxia y la heterodoxia, su ciencia social ha podido contribuir significativamente a
encontrar los cursos de accin de mayor trascendencia. Los dos episodios ms decisivos
de construccin de sociedades nuevas la organizacin capitalista en Estados Unidos
desde la segunda mitad del XIX y la organizacin sovitica han sido impulsados con
mucha mayor audacia emprica que conocimiento terico. Considerablemente menor es
el aporte que puede hacer para crear lo nuevo en el inmenso tercer mundo.
Ocurre que los ritmos de intensidad se aceleran. Es importante reconocer que la historia
de las sociedades humanas ha sido un proceso altamente conservador. Nuestra realidad es
diferente. Inclusive hasta la importancia de la experiencia histrica se reduce, a menos
que sepamos traducirla a claves inditas: se est perfilando ya la posibilidad de construir
sociedades con pautas fundamentalmente nuevas.
Lo que necesitamos es una ciencia del hombre (como no hay ser humano sino en lo social,
la ciencia de lo social es la del hombre) que tienda hacia una visin unificada del hombre y
su sociedad, cuyas especializaciones respondan a una necesidad metodolgica y no a una
escisin insalvable del universo del conocimiento; que se despoje de todos los fantasmas
mecanicistas, teolgicos y metafsicos, pero que no se sienta forzada a recaer en un
fatalismo tecnologista llamando estructuras a lo que antes se llamaba Jehov, sino que se
empee en explicar lo humano como fenmeno precisamente humano, incorporando a su lgica la realidad de la opcin y aceptando la enorme complejidad que la opcin agrega a
todos los procesos sociales; que, sabiendo que el hombre se expresa con smbolos, sea capaz
de traducir al lenguaje cientfico los smbolos que aqul usa en ciertos intentos por
comprender lo ms trascendental para l como en algunas expresiones religiosas y
artsticas, no menospreciando su grandeza porque se manifiesten al margen de la ciencia;
que, conociendo el adormecido potencial de desarrollo del hombre, haga un tipo de anlisis
que permita interpretar los procesos sociales en funcin de lo que aqul ha sido o es y de lo
que est capacitado para ser; que no venga a curar el mal social de la inseguridad en el
individuo ofrecindole la sabidura eterna e invariable, sino que apele a su, capacidad
creadora para que la bsqueda de una explicacin tenga el vigor de lo continuamente renovado; que pueda verterse en tcnicas de accin y, finalmente, que huya de la utopa: tanto de
la de Toms Moro como de la de ese dibujo de la sociedad occidental que sus cientficos
insisten que es pero que no es.
Hay una rica herencia cultural que incorporar en Oriente, Occidente y el tercer mundo
y una caudalosa sabidura popular que traducir. Hay, finalmente, una necesidad histrica
apremiante: la de ordenar mejor lo que sabemos y descubrir, de lo que no sabemos, el mayor
fragmento que nos sea posible para que nuestra ciencia del hombre pueda aplicarse con
mayor eficacia a la obra que permitir no continuar pagando el bienestar material de algunas
minoras con un ocano de mrtires, ni tolerando la opresin poltica, social y cultural por
incapacidad organizativa.