Analisis Institucional - Fernando Gonzalez
Analisis Institucional - Fernando Gonzalez
Analisis Institucional - Fernando Gonzalez
Fernando M. González*
El proyecto epistemológico
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¿Por qué la dificultad sólo aparecería en los dos polos? Lourau ofrece
razones demasiado endebles. ¡Basta solamente con tratar de poner de acuer-
do en esa supuesta "rectificación de fronteras" ¿y dentro de un mismo
cambio? a las psicologías experimentales y las clínicas para darse cuenta de
que no todo se reduce a lo propuesto!
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Para el caso del psicoanálisis, más que hablar de "indeterminación del imaginario", habría
que aducir otro tipo de "determinaciones" además de las socioeconómicas. De otra forma, se
tendería a reducir al inconsciente a no ser más que la "expresión" desplazada y medio tortuosa
de aquello que sucede en otra parte.
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Resulta llamativo que Rene Lourau tienda a reducir el psicoanálisis tanto a la biografía
individual como a la indeterminación de lo imaginario. Con ello no hace sino abundar en los
prejuicios institucionales de tipo académico que ni siquiera llegan a "intereses". Esta reducción
tendría sus efectos en el tipo de malentendidos y desencuentros entre el AI y el psicoanálisis.
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Y para eso no es necesario andar tras los efectos de los recortes de otros
campos. Pero si se quiere hacer de la institucionalizacion un "enigma de
enigmas", en ningún caso se invalida a los saberes producidos en otros
ámbitos ni existen criterios consistentes que digan que este problema sería
el que debería unir a todas las ciencias sociales, ni menos constreñirlas a
"rectificar sus fronteras".
Más aún, los propios sociólogos diseminados en diferentes sociologías
pueden terminar por sumar a su heterogéneo campo esta sugerencia
"contrasociológica". Con ello, el primer tipo de "rebasamiento" quedaría
sólo como la promesa de desentrañar el "enigma de enigmas".
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"El análisis institucional recorta su campo móvil a través de la sociología, la psicología, el
psicoanálisis [y] busca menos el operar una reconfiguración del campo teórico que un desmem-
bramiento de ese campo".
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El AI terminó por constituirse en una disciplina más en La Sorbona (Paris VIII), integrando
un doctorado que forma especialistas para tiempos "fríos". Además, entró en el principio de
equivalencia de las territorializadas disciplinas sociológicas.
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Una cosa es afirmar que los actores sociales no viven en las simples y
falsas evidencias en lo que les concierne —en otros términos, que el efecto
Weber no los determina a tal grado—, y otra que sólo los especialistas en
ciencias sociales pueden opinar acerca de las prácticas de aquellos. Contra
esta segunda dicotomía sí parecen pertinentes las afirmaciones de Lourau.
No obstante, eso no descalifica a los sociólogos en su capacidad de aportar
otro tipo de conocimientos que no sea el puro pleonasmo del producido
directamente por los implicados.
A su vez, la búsqueda de rigurosidad no implica necesariamente el olvido
de la génesis social de lo que se produce ni tampoco deducir de dicha
génesis la producción de conceptos, porque entre la génesis teórica y la
social existe una discontinuidad, aunque no sea radical.
De estos tres intentos de "superación" quedan algunas cosas rescatables.
Entre otras, la voluntad de tomar seriamente a los actores institucionales al
grado de inventar un dispositivo de análisis que intente dilucidar, junto
con ellos, lo que les sucede. Y, por tanto, no expropiarles la información,
sino devolvérselas de doble manera y sobre la marcha del análisis en vivo;
y después, eventualmente, a partir de un texto escrito.
En años posteriores, los sugerentes desarrollos de Lourau acerca de la
implicación replantearán de otra forma las complejas relaciones del
investigador con su objeto de estudio.7 Relaciones que condicionan tanto
el tipo de acercamiento como lo que se deja fuera o silencia. Incidencia,
pues, en la configuración del campo de investigación, en la construcción
del objeto, y en la presentación del resultado final de la investigación.
Es ahí donde el tercer intento de "superación" se recrea por un camino
diferente a los anteriormente señalados. El análisis de la implicación y sus
diferentes planos, en efecto, es un asunto que atraviesa a todas las disciplinas
sociales. Esto amplía el campo del análisis permite que esta "contrasocio-
logía" no quede encajonada en el territorio de las intervenciones socio-
analíticas. Pero —justo es decirlo— no es Lourau el que inventa esa cuestión
ni necesariamente el AI tiene la última palabra.
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En este punto de la implicación, véase Lourau, 1989 y 1994.
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El proyecto político
Este apartado acerca del proyecto político del AI está contenido práctica-
mente en el desarrollo previo. Me explico. Lourau supone que a diferencia
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de la parusía cristiana —que llegará un buen día para poner punto final a
una situación dada—, los momentos de transparencia revolucionaria son
intensos y puntuales, y los siguen grandes periodos de opacidad. Esta
opacidad-transparencia queda inexplicada. De pronto, los extralúdicos de
ayer no atinan a penetrar la opacidad de la sociedad de hoy.
Lourau tiene "demasiado" claro que en esos periodos todos parecen
volverse "sociológicos", y que fácilmente se dan cuenta del arbitrario que
sostiene a todo orden social. Es el tiempo de los "analizadores históricos",
concebidos como reveladores espontáneos de una situación dada.
La representación del no sangriento mayo francés me parece que
interfiere la capacidad crítica, la cual tiende, a su vez, a volver comparables
diferentes acontecimientos históricos muy diversos, como la Revolución
Francesa, el episodio de la Comuna, y el 68 en París. Por lo pronto, este
último suceso les sirvió a los institucionalistas para pensar en lo que
denominaron como lo instituyente, que habitaría como negatividad en
el corazón de lo instituido.
Frente a la utopía de las parusías laicas y sus promesas, se coloca el
Estado como la gran institución omnipresente que constriñe y busca
imponer su lógica a todas las demás.
Dos elementos básicos describen su accionar:
El otro efecto que sigue lógicamente a ese presencia estatal en las diferentes
formaciones institucionales es el de imponerles tarde o temprano su "ley"
de equivalencia: que todo movimiento termine institucionalizándose y se
vuelva como los otros, es la marca brutal que hace visible al Estado. 8
Si se acepta tal cual el primer postulado, entonces cualquier intervención
institucional, por más pequeña que sea, debería tener por rebote un efecto
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sobre el conjunto. Este planteamiento maximalista que ahora nos hace son-
reír tenía hace algunos años un sentido de justificación "progresista"; no
comprometerse a realizar un socioanálisis para contribuir a una reforma.
De ahí que no pocos institucionalistas estuvieran fascinados con la palabra
estallamiento de lo instituido, creyendo que era la encarnación pura de lo
instituyente, produciéndose una analogía entre éste y lo revolucionario.
La lógica que primaba era la del aleteo de una mariposa en China que
tendría repercusiones en el resto del ecosistema político.
La forma Estado en su omnipresencia centralizadora,9 ¿se confundiría
acaso con la sociedad? ¿Todas las instituciones no serían sino sus clones bonsái?.
Ciertas expresiones lo dan a pensar, pero otras contradicen esta lectura. De las
primeras, las siguientes: el Estado como "el condensado de lo económico y
de las otras instancias", o también como "el resumen de la formación social",
y todavía "como el punto de reencuentro y de sobredeterminación de todas
las transversalidades sociales" (Lourau, 1978b:53).
En resumen, resulta más que sorprendente cómo la gran institución, con
esa densidad aparentemente descrita, se. diluya en los momentos "calientes",
y deje ver abiertamente lo arbitrario de sus formas y no, como es su espe-
cialidad, a través de un espejo oscuro. Veamos ahora lo que Lourau piensa
sobre la institución.
La noción de institución
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He aquí una definición de negatividad que ofrece Lourau: "es la presencia-ausencia de lo
oculto, de lo reprimido, del secreto. Desde esta perspectiva, ella juega en la economía de lo sim-
bólico el papel de fuera productiva, despla7.ando sin cesar el sentido de eso que es dicho y hecho,
revelando la potencia de eso que no es dicho, y de eso que no llega a ser acción" (Lourau,
1972:241). Nuevamente, dicha noción —como la noción de institución— abarca diferentes
órdenes de cosas que no son equiparables. Y, como plus, introduce la noción de "represión"
—al parecer en sentido psicoanálitico— en las instituciones. Se hace presente, de nuevo, la
heterogeneidad que habita a la disciplina institucionalista.
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El socioanálisis
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campo de intervención del staff analítico sin que éste se lo espere, y tiene que
ver con los efectos de la intervención en vivo) y, por último, los analizadores
"artificiales", como el dispositivo construido ad hoc para. intervenir.
Conviene hacer una aclaración. Citando a Antoine Savoye:
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¿Por qué resulta tan difícil evacuar esa "amenazante dicotomía"? Entre
otras razones, por lo que ya vimos acerca del estatuto problemático del
objeto teórico del AI, y de su campo móvil y mestizo. El punto de sutura
de dos lógicas diferentes es difícil de lograr, si no imposible. Más aún, si
Lourau tiende a ver al psicoanálisis como lo individual, constituido por un
imaginario "indeterminado". Doble prejuicio que puede inclinar fácilmente
a tomar partido por la sociología, y que podría llevar a visualizar las repre-
sentaciones psicoanalíticas sólo como el "síntoma" supraestructural de las
auténticas determinaciones sociohistóricas. Lo único que se logra, si se
acepta esta perspectiva, es vaciar la especificidad del aparato psíquico.
No obstante, en el socioanálisis no se trata—según lo expresa Lourau—
de analizar a los individuos y su inconsciente, sino a lo que denomina
como sus implicaciones sintagmáticas grupales para relacionarlas con las
paradigmáticas sociohistóricas. Veamos un breve ejemplo de una inter-
pretación hecha por Lourau en una institución psicoanalítica de grupos,
que le pidió ser analizada. Se trata de la Asociación Mexicana de Psicoterapia
Analítica de Grupos (AMPAG).
Alguien llamado Hernán sueña que el profesor Lourau "es un jugador
extranjero comparado por el club AMPAG". Se trata de un miembro de
esta Asociación, pero también de la llamada Asociación Psicoanalítica Mexi-
cana (APM) —la que se consideraba, hasta hace poco, guardiana de la orto-
doxia freudiana.
Para poder interpretar este material hay que saber qué niveles tocar y
cuáles no y, además, referirse tanto a la historia institucional como nacio-
nal. En este caso la interpretación de los sueños difiere claramente de la
técnica freudiana. Asimismo, esta vez la totalidad compuesta que consti-
tuye el relato del sueño no se descompone en sus cadenas asociativas que
llevarían a precisar los significantes singulares del soñante. Se trata más
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El análisis de la demanda
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Lo mismo puede pasar en el caso del psicoanálisis.
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Bibliografía
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