Gargantua y Pantagruel

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Primer Fragmento

"Garganta y Pantagruel" de Franoise Rabelais


De las consideraciones que hizo el filsofo Trouillogan respecto a las
dificultades del matrimonio
Terminadas las anteriores palabras, dijo Pantagruel al filsofo Trouillogan:
Os llega ahora el turno de responder a nuestra pregunta. Debe Panurgo
casarse o no?
Las dos cosas respondi Trouillogan.
Qu decs?
Lo que acabis de or.
Qu es lo que he odo?
Lo que he dicho.
Ah, ah! En esas estamos? intervino
Panurgo. Pasemos por ello. Debo casarme o no?
Ni lo uno ni lo otro respondi Trouillogan.
Que el diablo me lleve dijo Panurgo, si no me vuelvo loco o logro
entenderos. Esperad: me pondr los lentes sobre la oreja izquierda para tratar de
oiros mejor.
En aquel momento vio Pantagruel, en la puerta de la sala, al perrito de Garganta,
al que llamaban "Kyne" porque se fue el nombre del perro de Tobas.Entonces
dijo a los reunidos:
Nuestro rey anda por las cercanas; levantmonos.
Aun no haba terminado de pronunciar estas palabras, cuando Garganta entraba
en el saln del banquete. Todos se pusieron de pie para rendirle pleitesa, y
Garganta, una vez que hubo saludado con su caracterstica amabilidad a todos
los concurrentes, dijo:
Amigos mos: os ruego encarecidamente que no dejis vuestros asientos ni
vuestras razones. Acercadme una silla a este extremo de la mesa y dadme algo
para beber en vuestra compaa. Y ahora decidme: Sobre qu punto versaban
vuestras palabras?

Pantagruel le respondi que se hallaban tratando una cuestin planteada por


Panurgo: la de saber si se deba casar o no y que tanto el padre Hipotadeo como
el maestro Rondibilis haban evacuado ya sus respuestas. En el momento en que
l entraba responda el fiel Trouillogan, quien, cuando Panurgo le haba
preguntado: "Debo casarme o no?", respondi: "Las dos cosas a un tiempo" y al
preguntrselo por segunda vez: "Ni lo uno ni lo otro". Panurgo se hallaba confuso
ante tan contradictorias respuestas y aseguraba
que no entenda su finalidad.
Me parece dijo Garganta que yo s la entiendo. Tal respuesta es parecida
a la de un anciano filsofo, quien, interrogado sobre si tena alguna mujer,
contest: "La tengo, pero no me tiene. La poseo, pero no me posee".
Tal respuesta recuerda agreg Pantagruel la que cierta espartana
caprichosa dio cuando la preguntaron si alguna vez haba hecho algo con un
hombre, pues contest que nunca, pero que eran varios los hombres que haban
hecho algo con ella.
Ser bueno, entonces agreg Rondibilis que mantengamos nuestra
neutralidad en medicina y el trmino medio en filosofa, por participacin de una y
otra extremidad, por abnegacin de ambas y mediante la divisin del tiempo
dedicado tanto a la una
como a la otra.
Estimo dijo Hipotadeo que lo declar mucho ms claramente el Santo
Enviado cuando dijo: "que los casados sean como no casados y los que tienen
mujer, como si no la tuvieran".
Interpreto lo de tener y no tener mujer concluy Pantagruel en el sentido de
que tenerla es utilizarla para el uso a que la naturaleza la dedic, es decir, para la
ayuda, compaa y esparcimiento del hombre. El no tener mujer es tanto como
caer en la molicie, no contaminar ese sublime afecto que el hombre debe a su
Creador, renunciar a las obligaciones que por la ley natural debe el hombre a su
patria, a la comunidad, a sus amigos y dejar en estado de abandono sus negocios
por el afn inusitado de contentar siempre a la mujer. Aceptando esta
interpretacin, no me parece que resulten antagnicos ni contradictorios los
trminos de tener y no tener mujer al mismo tiempo.

Segundo Fragmento
" Iba pues arrastrado, con el culo en el suelo, por la potranca que multiplicaba su
coceo contra l y hua despavorida por los setos, los fosos y los zarzales. Le chaf
la cabeza, hasta el extremo que el cerebro salt junto a la cruz donde se canta el
Hosanna; luego los brazos en piezas, uno aqu y otro all, las piernas igualmente
y finalmente hizo una carnicera del vientre de modo que, al llegar al convento, la
potranca slo llevaba el pie derecho y la sandalia arrollada.
(...)
- Cmo ser -observ Garganta- que el hermano Jean pueda tener tan
hermosa nariz?
- Porque as lo quiso Dios -repuso Grandgousier-; que El, en su divino arbitrio, nos
modela como los alfareros sus vasijas.
- Y como el monje Jean -aadi Poncrates- fue el primero en acudir al mercado
de las narices, adquiri las ms bellas y grandes.
- Seguid si queris -adujo Jean-, pero, segn la verdadera filosofa monstica,
habis de saber que lo que decs se debe a que mi nodriza tena las tetas blandas
y, hundindose en ellas mi nariz como en manteca, fueron creciendo a su sabor,
como crece la pasta con la levadura. Las nodrizas de pechos duros hacen chatos
a los chiquillos. "

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