El Ladrón Mago. Flota Con Un Libro.

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Conn, ladronzuelo de oficio, roba a Nevery, un poderoso mago, una piedra que resulta ser su amuleto.

En
condiciones normales, tendra que haber muerto calcinado; sin embargo, la piedra brilla en su mano. Nevery,
al verlo, lo invita a cenar para que se convierta en su
aprendiz.
Desterrado de Wellmet desde hace ms de veinte
aos por ser crtico con la duquesa, Nevery volver a la
ciudad tras recibir una carta en la que se le avisa que el
nivel de magia est bajando de forma alarmante.
Mientras, Conn sigue mostrando sus dotes como
mago, pero no podr demostrarlo hasta que descubra
cul es su amuleto. Slo tiene 30 das. No sabe por
dnde empezar, los das van pasando hasta que el plazo
est a punto de cumplir, y se siente fuertemente a
trado por una joya que luce la mismsima duquesa!
Cmo conseguirla? Muy fcil: robndola...

Sarah Prineas

El ladrn mago
El ladrn mago 1

ePUB v2.1
Moower 29.03.12

El ladrn mago
Sarah Prineas
Ttulo original: Book #1 : Magic Tief: Stolen
Edicin en formato digital: febrero de 2011
2008, Sarah Prineas
2008, Random House Mondadori, S.A.
Travessera de Grcia, 47-49. 08021 Barcelona
2008, Matuca Fernndez de Villavicencio, por la traduccin
2008, Oliver Burston, por la ilustracin de la cubierta
Ilustraciones interiores: Antonio Javier Caparo
Quedan prohibidos, dentro de los lmites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, as como el alquiler o cualquier otra forma de
cesin de la obra sin la autorizacin previa y por escrito de los titulares del copyright. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algn fragmento de esta obra.

Notas MOOWER
Puesto que muchos no se dedican a traducir las runas de las cartas para
saber que es lo que dicen, me he tomado la licencia de traducirlas y
aadirlas para que as no os perdis nada del libro.
Debido a esto licencia tomado encontraris la traduccin de las runas
justo debajo de stas, cosa que en los libros originales no podris
encontrar

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n ladrn tiene mucho


de mago. Yo soy
rpido con las manos.
Y puedo hacer desaparecer cosas. Pero un da se me
ocurri robarle al mago su locus
magicalicus y el que estuvo a punto
de desaparecer para siempre fui yo.
Ocurri en Crepsculo, una
noche oscura como el interior del
saco de un ladrn. Las calles estaban desiertas. Una neblina tiznada
de holln se elevaba desde el ro y
las sombras hacan eco en las callejuelas. A mi alrededor, la ciudad
pareca hueca y vaca, desolada y muerta.
Mis pies descalzos resbalaban sobre los adoquines, baados por la
lluvia de la tarde. Mal da para mis rpidas manos rateras. Todava no
haba conseguido afanarme la cena ni una moneda de cobre con que
comprarla. Mi barriga grua de hambre. Habra probado en otro lugar,
pero el Underlord tena una orden de busca y captura contra m, y sus
secuaces no dudaran en molerme a palos si me encontraban. Sin bajar la
guardia, me adentr en un callejn.
Ya era tarde. Empez a llover otra vez. No era una lluvia fuerte, pero
s fra, de esas que te calan hasta los huesos y te hacen tiritar. Una buena

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noche para las anguilas mortificantes. Me acurruqu en mi escondite y


pens en cenas calientes.
Fue entonces cuando lo o. Paso paso tac. Paso paso tac. Me ocult
en las sombras del callejn y esper. Se fue acercando. Un anciano,
pens. Un viejo achacoso con barba y capa, encorvado sobre un bastn,
subiendo por la empinada calle y farfullando algo para s. Su bolsa, decid, pagara mi cena, aunque l todava no lo supiera.
Convertido en un soplo de aire, una sombra de movimientos ligeros
como plumas y manos rpidas, me acerqu por detrs como un fantasma, deslic una mano en el bolsillo de su capa, agarr lo que encontr
y me esfum. Sin dejar rastro.
O eso crea. Ajeno a lo sucedido, el anciano sigui su camino; yo regres a mi callejn y abr la mano para ver el fruto de mi esfuerzo.
Incluso en las sombras, lo que acababa de robar era ms oscuro que
la propia oscuridad, y, aunque pequea, una piedra no ms grande que el
puo de un beb, pesaba ms que el corazn de un hombre camino de la
horca. Era un objeto mgico. La locus magicalicus del mago. Mientras
la contemplaba, la fantstica piedra empez a brillar. Suavemente al
principio, como un rescoldo rojo y candente en una chimenea en invierno. Luego estall un intenso relmpago y una luz poderosa y deslumbrante inund el callejn, haciendo que las sombras, cual gatos negros,
huyeran despavoridas.
O regresar al mago. Paso paso tac. Paso paso tac. Cerr rpidamente la mano y guard la piedra en las profundidades de mi bolsillo. El
callejn qued nuevamente a oscuras. Mientras me daba la vuelta,
pestaeando para sacudirme el resplandor de los ojos, el anciano apareci bambolendose por la esquina con su bastn, alarg una mano imponente y me agarr por el hombro.
Vaya, vaya, muchacho dijo. Su voz era fuerte y grave.
No me mov. Reconozco el peligro cuando me tiene atrapado.

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El viejo me clav una mirada penetrante. Silencio durante un largo y


tenebroso instante. En mi bolsillo, pesada y caliente, la piedra. Al cabo,
dijo:
Pareces hambriento.
Lo estaba, la verdad. Asent despacio.
En ese caso, te invito a cenar. Chuletas de cerdo, patatas, tarta?
Tragu saliva. La cabeza me estaba diciendo que no era una buena
idea. El viejo era mago, como dos y dos son cuatro, y qu clase de idiota se sienta a cenar con un mago?
Pero la barriga, vaca desde el da anterior, me estaba diciendo ms
alto an que quera chuletas de cerdo y patatas con pimienta y tarta. Me
pidi que asintiera y eso hice.
Bien dijo el viejo mago. La posada de la esquina an est
abierta. Me solt y ech a andar calle abajo. Le segu. Me llamo
Nevery dijo. Y t?
Desvelarle tu nombre a un mago no es, por lo general, una buena
idea. No contest. Me limit a caminar a su lado. El mago pareca estar
mirando al frente, hacia la posada de la esquina, pero advert que sus
ojos penetrantes me estaban observando por debajo del ala de su
sombrero.
La posada estaba iluminada nicamente por un fuego de carbn que
arda en la chimenea y, aparte del posadero, no haba nadie ms.
Cena orden el mago, y alz dos dedos.
El posadero asinti y fue a buscar la comida. Nos sentamos a una
mesa, yo con la espalda apoyada contra la pared y Nevery bloquendome el camino hacia la puerta.
Vaya, vaya, muchacho dijo mientras se quitaba el sombrero.
Con la luz del fuego, vi que tena los ojos negros y el pelo, la barba y las
cejas plateadas. Debajo de la capa de color gris oscuro llevaba unos pantalones, una levita con el cuello de terciopelo y un chaleco con bordados, todo de color negro y un poco gastado, como si en otros tiempos

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hubiera tenido ms dinero. Apoy su bastn de puo dorado contra la


mesa. Una noche fra y hmeda para los viajeros, no crees?
Una noche fra y hmeda para cualquiera, pens. Asent una vez
ms.
Me mir. Le mir.
Sin embargo, te veo bien declar, como hablando para s. No
percibo efectos adversos.
Efectos adversos? De qu estaba hablando?
Todava no me has dicho tu nombre prosigui.
Y tampoco tena la menor intencin de hacerlo. Me encog de
hombros.
Nevery abri la boca para decir algo ms cuando el posadero lleg
con nuestra comida y nos plant delante dos enormes platos.
Las chuletas de cerdo estaban crujientes y aromticas; las patatas,
con sus brillantes lomos marrones salpicados de pimienta negra,
nadaban en mantequilla. El posadero regres poco despus con una tarta
cubierta de moras y espolvoreada con azcar. El mago dijo algo, pero no
le o. Empu el tenedor y cort una patata. La dej en remojo unos segundos antes de darle un gran bocado.
Deca repiti el mago, mirndome fijamente que es probable
que mi locus magicalicus te mate de un momento a otro. Me sorprende
que no lo haya hecho ya.
Tragu saliva. El trozo de patata resbal por mi garganta como una
bola de plomo y o el eco cuando aterriz en mi vaco estmago.
Matarme, haba dicho? La piedra locus iba a matarme? Me llev la
mano al bolsillo. Entonces me vi sacar la piedra. Sobre mi palma,
pareca un trocito de noche con contornos suaves.
Parpade y la piedra empez a crecer, y de repente mi mano estaba
cubierta por una masa oscura y pesada. El fuego de la chimenea tembl
y se apag.

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A lo lejos, o gritar al posadero. El mago agarr su bastn y se levant de un salto.


En mis manos, el calor de la piedra se transform en hielo. Sigui
creciendo y, pese a mis esfuerzos por soltarla, ella se negaba a abandonarme. El glido peso creci y se expandi hasta envolverme por completo y sumergirme en un negro abismo donde el viento me clavaba agujas de hielo y ruga con una voz que me retumbaba en los huesos.
Escudri la densa oscuridad.
En ese momento, el mago Nevery apareci ante m.
Dime tu nombre! grit.
Negu con la cabeza. El viento aullaba y me tiraba del pelo y la ropa
con sus glidos dedos.
Nevery volvi a gritar; me costaba or su voz por encima del viento.
Si no me dices tu nombre ahora mismo, mentecato, no podr
salvarte!
El viento soplaba con furia a mi alrededor. De la piedra brot un aire
helado que me alcanz con sus fros dedos y tir de m. Apartndolos de
un manotazo, aull mi nombre.
Connwaer!
En la lejana o la voz fuerte y grave de Nevery gritar mi nombre
junto con otras palabras, un conjuro mgico. A continuacin not que su
mano, tibia y firme, se posaba en la ma y coga la piedra.
El viento ces, el aire se calde y se hizo el silencio.
Cuando, transcurrido un rato, abr los ojos, estaba tendido en el suelo
de madera de la posada, con el fuego ardiendo en la chimenea y Nevery
sentado a la mesa, engullendo el ltimo bocado de tarta. Se limpi la
boca con una servilleta y se reclin en su silla, bajando la vista hacia m.
Ni rastro de la piedra.
Vaya, vaya, muchacho dijo con la mirada chispeante. Mi
locus magicalicus habra debido matarte en cuanto posaste tus

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ladronzuelos dedos en ella, pero no lo hizo. Y como no ests muerto, me


interesas.
Pestae y, temblando, me levant del suelo. En la mesa me esperaba mi plato de chuletas de cerdo con patatas. Y la tarta de moras espolvoreada con azcar. Podra haber echado a correr en ese mismo instante. El viejo no habra podido impedrmelo. Una veloz carrera hasta
la puerta y luego a volar por las calles oscuras y empinadas de Wellmet.
Pero no lo hice. Porque le interesaba al mago.
El caso es que yo, con mis rpidas manos, soy un buen ladrn. Pero
como aprendiz de mago, sera an mejor.

Llegue a esta horrible ciudad al caer la noche. Varios guardias


intentaron arrestarme. La crcel, s me cogen. Us conjuro
Remirrimer para eludirlos. Les obligu a retroceder hasta
Crepsculo, al oeste del ro. Peligroso lugar.
Largo suplicio, mi destierro de Wellmet. Viajando sin cesar,
mi libro de magia extraviado, mi magia debilitada. Solo he
vuelto por carta de Brumbee.
Querido Nevery:
S que cuando abandonaste Wellmet juraste que
nunca volveras, pero algo terrible est sucediendo
aqu. Hemos observado los niveles mgicos y hemos
descubierto algo sumamente preocupante: el nivel de
magia en Wellmet est bajando. Lleva aos hacindolo, pero ltimamente ha descendido de manera
brusca y alarmante, y los maestros no logramos dar
con la causa.
La duquesa, naturalmente, se niega a cooperar.
Tienes que regresar y ayudar a la ciudad en este
momento de necesidad. Por favor, no le digas a nadie
que te he escrito.
Nevery, no s qu hacer. Tienes que ayudarnos.

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Muy atentamente,
maestro Brumbee,
director de la Academia de Wellmet, & c.

Carta no menciona que llevo veinte aos desterrado de Wellmet.


Tpico de Brumbee. Demasiado preocupado para pensar en consecuencias de incitarme a regresar a ciudad.

Cosas que hacer:


1. Buscar alojamiento en Crepsculo.
2. Reunirme con Brumbee.
3. Reunirme con Underlord Crowe.
4. Contratar guardaespaldas. Benet?
Tras mi llegada a Crepsculo busqu lugar donde cenar.
Nota personal: comprobar adosyncratichi de locus magicalicus, asegurarme de que no le ha afectado aventura de esta
noche.
No tena previsto contratar criado. Talvez lo despida, dudo
que me sirva de algo. El muchacho ladrn est envuelto en una
manta junto a chimenea, dormido. Desde aqu parece fardo de
harapos con pies sucios asomando por una punta y mugrienta
mata de pelo negro asomando por la otra.
Solo tiempo para breve anotacin. Estoy cansado del viaje y
debo meditar sobre lo que est por llegar.

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He forzado la cerradura de tu diario, Nevery. Conn

n mi primera maana como aprendiz me despert el mago


Nevery. Alto, vestido con su toga gris de mago, se encontraba de pie a mi lado, dndome puntadas leves con el pie.
Levntate, muchacho. Seal con el bastn una
jofaina de agua que descansaba sobre la mesa. Lvate y renete conmigo en el comedor para desayunar.
Desayunar!
Cuando se march de la habitacin, me frot la modorra de los
ojos y sal de la manta.
Lvate, haba dicho el mago.
Me acerqu a la mesa, a la jofaina
de agua. Met el dedo. Brrr. Estaba
fra como un adoqun.
Baj a desayunar y encontr al
mago en la misma mesa que
habamos compartido la noche anterior. Estaba bebiendo t con el

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bastn de puo dorado apoyado contra la pared, junto a su silla. Me percat de que una de las mangas de su capa llevaba una insignia cosida
con hilo azul marino: el dibujo de un reloj de arena con alas.
Te has lavado? pregunt.
Me encog de hombros, sin apartar la vista de la mesa. Haba bollos
calientes, tocino, gachas y t. Me encamin hacia mi asiento, pero
Nevery me agarr del brazo.
Te has lavado?
Bueno, la verdad era que no. Todava no. Negu con la cabeza.
Seal la escalera.
Cuando te hayas lavado podrs comer.
Y si no me daba prisa me dejara sin tocino, seguro. Sub corriendo a
la habitacin. Me quit la camisa, me roci con agua, y me frot a conciencia las manos y la cara. Regres al comedor tiritando de fro.
Nevery asinti.
Me sent y alcanc los bollos.
El mago me miraba mientras coma. Bueno, en realidad tena la
mirada puesta en m pero la cabeza en otro lado.
Mejor as. Tena unas gachas con mantequilla de las que ocuparme.
El posadero nos sirvi ms comida. Por ltimo, me zamp los restos de
tarta de la noche anterior.
Satisfecho? pregunt Nevery.
Asent.
Menos mal murmur al tiempo que se levantaba y coga su
bastn. Acompame, muchacho.
Camino de la puerta, se encasquet el sombrero de copa chata y ala
ancha, y se detuvo a saldar cuentas con el posadero.
Un hombre poco hablador, me dije.
Adnde vamos? le pregunt mientras apretaba el paso para
darle alcance.

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Me lanz una de sus miradas penetrantes y sigui andando. De vez


en cuando yo deba caminar al trote para no rezagarme.
Nevery dobl por la calle Strangle y continu por Fleetside, observando las destartaladas casas y las tiendas oscuras, como si buscara algo.
Finalmente se detuvo delante de una taberna, la clase de local al que se
accede bajando un par de escalones, la clase de lugar al que la gente
acude para hacer tratos turbios.
Espera aqu, muchacho dijo, y desapareci dentro de la taberna.
Me apoy contra la pared de ladrillo. Un fuerte viento remova los
desperdicios de las alcantarillas y deslizaba sus fros dedos por debajo
de mi camisa. Los adoquines semejaban trozos de hielo bajo mis pies.
La ciudad pareca aterida y desierta. Me abrac para darme calor.
Al rato, Nevery sali de la taberna seguido de un hombre alto de
cuello grueso, con el pelo de punta y cara de muy pocos amigos.
Guardaespaldas, matn, secuaz. Vesta un traje marrn, chaleco de lana
rojo y cinturn ancho con hebilla de bronce. Por el aspecto del bolsillo
de la chaqueta, deduje que llevaba un cuchillo y una bolsa de monedas
casi vaca. Aquel hombre iba a trabajar para Nevery, supuse, as que no
intentara robarle.
Subi pesadamente los escalones y, cruzando sus descomunales
brazos, me clav una mirada feroz.
Es este, seor? Tena una voz ronca y profunda.
Efectivamente, como aprendiz de mago, abr la boca para contestar,
pero Nevery se me adelant.
Lo es. Se detuvo para guardar una monedas de cobre en la
bolsa.
Me llamo Conn dije.
El nuevo guardaespaldas se inclin hacia m y, bajando la voz para
que Nevery no pudiera orle, dijo:
Mantente alejado de m. Me mostr el puo.
Vale, entendido. Me hice a un lado.

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En marcha dijo Nevery.


Ech a andar calle abajo, balanceando el bastn, con el nuevo matn
a su lado.
Yo les segua, tratando de or la conversacin, pero hablaban con un
tono muy bajo.
Llegamos a la Casa del Anochecer, residencia de uno de los habitantes ms malvados de Wellmet: Crowe, el Underlord. Seguro que
quiere entrar ah, Nevery?, me dieron ganas de preguntarle. Pero mantuve la boca cerrada.
Por fuera, la residencia de Crowe no estaba mal. Delante, una
enorme verja de hierro y un muro alto rematado con pinchos. Dentro,
una gran mansin de piedra. Difcil entrar en ella, difcil salir de ella. Un
lugar al que no deseaba volver. No obstante, me dije que con Nevery no
corra peligro.
El mago intercambi unas palabras con los dos secuaces de la verja
y estos nos dejaron pasar. Luego intercambi otras palabras con los
cuatro secuaces de la puerta principal y estos nos dejaron pasar.
Le llevaremos hasta Underlord Crowe dijo uno de los
secuaces, pero el matn se queda aqu.
De acuerdo. La voz de Nevery sonaba tranquila, pero repar en
la fuerza con que empuaba el bastn. Benet, espera aqu. Se gir
para seguir al secuaz y ech a andar detrs de l. Se detuvo y me mir.
Lo mismo te digo, muchacho.
Martilleando el suelo negro y lustroso con su bastn, tac tac tac,
cruz el vestbulo y desapareci con el hombre tras una puerta alta y
negra, que volvi a cerrarse con un golpe seco.
Mir en derredor. Un secuaz se haba marchado con Nevery y dos
haban regresado a la caseta situada junto a la puerta de entrada. Eso dejaba otro secuaz para vigilarme a m y al nuevo matn de Nevery. Benet
estaba mirando ferozmente al secuaz, con las piernas separadas y los
brazos cruzados sobre el pecho. El tipo le miraba con igual ferocidad.

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Manteniendo la cabeza gacha, me sent en el suelo helado con la espalda pegada a la pared.
El secuaz se volvi hacia m y entorn los ojos.
Yo a ti te conozco.
No dije nada.
El secuaz asinti.
Eres ese que fuerza cerraduras. Crowe tiene una orden de busca y
captura contra ti.
Cscaras!
Se acerc, me cogi por los hombros y me levant del suelo. Lanc
una rauda mirada a Benet, que, con los brazos cruzados, no se movi de
donde estaba. Nada iba a hacer por m.
A mi seor le encantar tener unas palabritas contigo bram el
secuaz.
Unas palabritas no era lo que el Underlord quera de m.
Simultneamente, le clav una patada en la espinilla, sacud los
hombros y me solt. Agachando el cuerpo para esquivar su embestida,
ech a correr por la lustrosa piedra del vestbulo en direccin a la puerta
por la que haba desaparecido Nevery.
Eh, t! grit el secuaz. Despus de alertar a sus compaeros,
corri tras de m.
Cruc la puerta y fui a parar a un vestbulo vaco. La segunda puerta
con la que me encontr no estaba cerrada con llave, de modo que la atraves como una flecha y la cerr bruscamente tras de m. Estaba en otro
vestbulo.
Tena que encontrar a Nevery. Mis pies descalzos corran sin hacer
ruido, detenindose para probar con cada puerta. Cerrada, cerrada, cerrada. El vestbulo giraba; me agach para asomar la cabeza por la esquina. Si un guardia est buscando intrusos, dirige la mirada al frente,
no al suelo.

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Por un lado, un vestbulo vaco. Por el otro, dos secuaces custodiando una puerta. Al parecer, Crowe segua teniendo ah su despacho, me
dije. Y Nevery estaba dentro. Retroced y prob con el pomo que tena
ms cerca, una bola de bronce irregular con una cerradura enorme. Cerrada. Mir por el ojo: oscuridad. Pegu la oreja a la puerta: silencio.
Rescat del bolsillo mi ganza y forc suavemente la cerradura. Abr
con sigilo, entr y volv a cerrar. La habitacin estaba a oscuras, pero
pude adivinar la presencia de otra puerta al fondo.
Camin hasta ella, sigiloso como una pluma, y recurr de nuevo a mi
ganza. Cruc otra estancia vaca hasta la siguiente puerta.
Por la rendija inferior sala luz. Mir por el ojo de la cerradura. Poco
poda ver. Una candela parpadeante, puede que un estante con libros, la
esquina de un marco dorado.
Y, de repente, un ruido. Clic-tic, clic-tic, clic-tic, clic-tic-tic-tic.
Saba quin haca aquel ruido: el Underlord. Mucho, mucho tiempo atrs, haba cometido la estupidez de deslizar una mano en el bolsillo de
Crowe para ver qu contena. Y qu obtuve por mi esfuerzo? El clicticn, un aparato metlico, del tamao de una mano, que sostena cuatro
discos seos llenos de muescas. Crowe lo utilizaba para contar, para calcular, y cada vez que surga una cifra, el aparato haca clic-tic.
Dentro de la habitacin, Nevery dijo algo con voz ronca. Pareca
enfadado.
Cuando me alej de la cerradura, advert que la estancia tena una
tercera puerta.
Camin hasta ella y agach la cabeza para mirar por la ornamentada
cerradura. Al otro lado de la puerta haba un hombre gritndole a alguien. Era un mago con el cabello blanco, pero no era Nevery. Luca
una toga negra con ribetes dorados y una cadena de oro en el cuello de la
que penda una locus magicalicus.

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sin el mercurio! grit. Necesito como mnimo otra medida, de lo contrario Baj la voz y no pude or el resto, pero sonaba
funesto, como afiladas dagas en un callejn oscuro.
Frunciendo el entrecejo, seal una esquina de la habitacin y o que
una puerta se abra y se cerraba con un golpe seco. Luego el mago se dio
la vuelta y camin hasta una librera. Despus de mirar a su alrededor,
empuj un panel situado junto al estante superior. La librera se abri
para revelar un espacio oscuro. El rellano superior de una escalera, comprend. El mago baj por ella, dejando abierta la puerta-librera.
Qu era lo que se traa entre manos? Cosas de magos, probablemente, y yo, como aprendiz de mago que era, tena que seguirle y descubrirlo. Sin ms tardar, extraje mi ganza y la introduje en la cerradura.
Aquella era elegante, pero de calidad, con sus pestaas, tachuelas y
almenas. Finalmente respiracin relajada, dedos rpidos consegu
ajustar la ganza y la cerradura gir. Abr la puerta y mir dentro de la
habitacin. Estaba vaca.
Camin hasta la escalera, que se abra profunda y oscura como un
pozo. Baj unos peldaos y aguc el odo; luego segu bajando, sumergindome cada vez ms en la oscuridad. Era una escalera estrecha y
empinada, y me vea obligado a mantener una mano sobre la pared para
no perder el equilibrio. Llegu a un giro. Asom la cabeza por la esquina. Nada salvo el contorno difuminado de otro giro y, detrs, unas
luces. Segu bajando.
Cuando llegu al segundo giro saqu la cabeza una vez ms. Retroced rpidamente. Luces brillantes, movimiento, un espacio grande.
Demasiada gente ah abajo para poder continuar. Se oa un martilleo de
metal contra metal, el chirrido de un engranaje, la voz de un hombre
blasfemando. Un olor acre, como de metal quemado, flotaba en el aire y
me produca picor en la garganta.
Me qued un rato escuchando, hasta que o unos pasos que suban.
Conteniendo la respiracin, regres sigilosamente a la puerta-librera,

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cruc la estancia y entr en el cuarto oscuro contiguo. Cerr la puerta


tras de m y utilic la ganza para volver a girar la cerradura.
Algo se estaba cociendo. Crowe tena un taller o algo parecido ah
abajo, y a saber qu otras cosas. l y el mago de pelo blanco estaban
tramando algo, como dos y dos son cuatro. Tena que averiguar qu.
Pero yo deba regresar a la entrada.
Con sumo sigilo, cerrando cada puerta a mi paso, llegu hasta el
vestbulo principal.
Cruc la puerta de puntillas. Benet el Matn estaba all, al fondo,
pero ni rastro de los secuaces del Underlord. Sigiloso como un gato,
avanc por el suelo negro y lustroso.
Cuando estuve cerca, Benet extendi su largo brazo, me agarr y me
propin un guantazo en plena cara. Haba recibido golpes peores, pero
aquel me pill desprevenido, por lo que sal despedido contra la pared,
me golpe la cabeza y me mord el labio.
Sin decir nada, Benet volvi a cruzar los brazos y me mir
fijamente.
Los odos me pitaban por el guantazo cuando Nevery y el secuaz
asomaron por la puerta del fondo. Tac, tac, tac, sonaba el bastn de
Nevery contra el suelo de piedra. Me alegraba de verle. No todo el
mundo sale vivo de una reunin con el Underlord. Nevery me clav una
de sus miradas penetrantes pero no dijo nada. El secuaz que lo acompaaba me clav a su vez una mirada feroz, pero tampoco dijo nada.
Permaneciendo lo ms lejos posible de Benet, segu a Nevery hasta
la verja de la Casa del Anochecer. Por el tono de su conversacin con el
matn, la reunin no haba ido bien.
Confi en que Nevery fuera prudente y se cuidara de tener tratos con
Crowe. Solo una cosa poda sucederle a quien haca enfadar al Underlord. Y esa cosa tena que ver con pesos, cadenas y el ro en una noche
oscura. Me entraban escalofros solo de pensarlo.

De Nevery Flinglas, mago,


a Su Excelencia Willa Forestal, duquesa de Wellmet
Vuesa Excelencia:
Recientemente se me ha informado de que Wellmet est sufriendo un descenso en su nivel de magia, por lo que he decidido
visitar la ciudad para comprobarlo. Desde mi regreso del exilio
s, estoy aqu he observado el deterioro y la desolacin que,
segn mis lecturas sobre el tema, caracterizan un descenso mgico. Son muchas las casas abandonadas y en mal estado, las
calles estn desiertas, la gente, aptica; el tejido de la ciudad se
est desbaratando. Estoy seguro de que tiene a los maestros trabajando en el asunto, pero, como bien sabe, son unos mequetrefes
incompetentes.
As pues, mis servicios ofrezco. Si levanta la orden de exilio
si considera que veinte aos de destierro son suficientes, dedicar todos mis esfuerzos a identificar la causa del deterioro mgico y tomar las medidas necesarias para corregirlo. Puede enviar una respuesta con Benet, mi hombre, o escribirme a la
posada del callejn Half Chick, en Crepsculo.
Atentamente,

NEVERY

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P. D.: Willa, si opta por expulsarme nuevamente de la


ciudad, me ir y tendr que batallar sola con el problema.

De Su Excelencia, Willa Forestal


duquesa de Wellmet,
a Nevery Flinglas, mago
Nevery:
Estoy al corriente de su regreso. Admito que
Wellmet tiene un problema y que los maestros han
hecho poco o nada para solventarlo. Como
siempre, antepongo las necesidades de la ciudad a
las mas y, por consiguiente, levanto la orden de
exilio. Ahora bien, un paso en falso, Nevery, y
me asegurar de que vuelvan a expulsarlo. Nada
de experimentos pirotcnicos. No ponga a prueba
mi paciencia.
A da de hoy, 4 de nonembre,
yo, duquesa Willa Forestal, & c.

Duquesa ha contestado; no obstante, debo andar con pies de


plomo, pues podra cambiar de parecer y ordenar mi arresto. Su
carta significa que puedo volver a Heartsease. Seguro que la
casa se est cayendo a trozos, pero es el lugar idneo para mis
actividades. Maana a primera hora: dejar posada y poner a
criado y a Benet a adecentar casa.
Una vez instalado, tendr que averiguar postura de los
maestros.
Probablemente muchacho intil como criado. Una molestia
ms que otra cosa. Solo su desayuno ya cost cuatro monedas
de cobre:
Tres bollos
Tocino
Cuatro huevos
Dos tazas de t
Taza de leche
Cuenco de gachas con: mantequilla, azcar moreno, frutos
secos
Una manzana
Una patata fra
Resto de tarta de moras
Aunque es cierto que tiene mejor cara.
Lo envi a comprar papel, pluma y tinta.

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Sospecho que podra quedarse con dinero y desaparecer.


Tal vez fuera lo mejor para l.

a maana de mi segundo da como aprendiz de Nevery


amanec enrollado en mi manta delante del fuego. El ojo me
dola a causa del bofetn que Benet me haba propinado el
da antes, pero no era grave. Todava poda ver por l.

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No haba nadie ms en la habitacin. Me levant y camin hasta la


puerta. Seguro que Benet y Nevery estaban en el comedor zampndose
todo el tocino. Baj.
Nevery y Benet estaban reuniendo sus cosas. Oh, no, me haba perdido el desayuno? Al llegar al pie de la escalera, fren en seco.
El mago me lanz una de sus miradas penetrantes. Benet me ignor.
Est bien, muchacho dijo Nevery, volvindose a sentar. Pero
come deprisa. Entretanto yo tomar otra taza de t. Se volvi hacia
Benet. Recoge las cosas, nos marcharemos enseguida.
Benet asinti y subi a la habitacin.
El posadero trajo bollos rancios del da anterior y algunas cosas ms.
Me prepar un bocadillo con un bollo, jamn y queso, y le pegu un
bocado.
Nevery se sirvi otra taza de t. Luego me sirvi una a m y beb
para ayudarme a bajar la comida.
Adnde vamos? pregunt antes de darle otro mordisco al
bocadillo.
No respondi de inmediato. En la mano tena un trozo de papel, una
carta, que hizo rebotar unas cuantas veces contra el mantel. Luego dijo:
A Heartsease.
Abr la boca para preguntar dnde quedaba, pero el mago levant
una mano para hacerme callar.
Limtate a comer, muchacho. Responder a tus malditas preguntas
antes de que las formules. Bebi un sorbo de t. Heartsease es una
gran mansin que tiene su propia isla en el ro. Es mi hogar, pero lleva
veinte aos desocupada.
Abr la boca para hacer otra pregunta.
No preguntes por qu lleva tantos aos vaca dijo. Digamos
que hace un tiempo tuve algunos problemillas en Wellmet. Confrmate
con eso.
Me conform, por el momento. Asent una vez y segu comiendo.

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Puede que no te hayas percatado prosigui Nevery, pero la


ciudad se halla en medio de una crisis. El nivel de magia est bajando.
Durante aos lo hizo lentamente, pero, segn me han contado, de un
tiempo a esta parte el nivel ha sufrido una cada vertiginosa. Si no la frenamos, Wellmet se desintegrar.
Y qu vamos a hacer para solucionarlo? pregunt.
Nevery enarc sus espesas cejas grises.
Vamos? Voy a solicitar el cargo de director del Saln de
Maestros para poder investigar el problema y tratar de solventarlo.
Me observ atentamente un instante. Podra ser peligroso.
Eso ya lo haba supuesto. Los maestros eran bastante temerarios y,
para colmo, Nevery estaba tratando con Underlord Crowe.
Nevery procedi a explicarme cmo estaba organizado el poder en
Wellmet. Yo ya lo saba, pero le dej hablar mientras escuchaba y
coma. Su explicacin fue bastante ajustada. As es como yo lo veo: la
duquesa, con la ayuda de su consejo electo, dirige la ciudad; vive en el
Palacio de la Aurora, situado en el lado este del ro, lo que la gente
llama Amanecer. La mayor parte de los barrios elegantes, la gente rica y
las tiendas refinadas se encuentran en ese lado. Los magos lo mantienen
protegido y bien cuidado. Con mi aspecto, uno no puede entrar a plena
luz del da all, a menos que le apetezca pasar una temporada en uno de
los elegantes calabozos de la duquesa.
Luego est Crepsculo, en la orilla oeste. Es mucho ms pequeo
que Amanecer porque se apretuja en un meandro del ro. En Crepsculo
se encuentran los talleres, las fbricas y los almacenes. All manda el
Underlord. Crowe adora el poder y el dinero y tiene secuaces encargados de hacer que se cumplan sus rdenes. Si hiciera falta, matara a su
propia familia para conseguir lo que quiere. Todos los ladrones, vagabundos, rateros y taberneros entregan una parte de sus ganancias al Underlord. Es una especie de impuesto, con la diferencia de que los

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recaudadores de impuestos de la duquesa no te muelen a palos si no


puedes pagar.
Y en el centro del ro que atraviesa Wellmet descansa una hilera de
islas gobernadas por los maestros, o sea, los magos.
La mayor parte del tiempo los tres poderes maestros, duquesa y
Underlord se complementan. En general, no es un mal sistema.
Siempre que vivas al este del ro, en Amanecer.
Nevery sigui explicando la organizacin poltica de Wellmet mientras yo terminaba mi bocadillo. De vez en cuando asenta levemente
para indicarle que estaba atendiendo. Mientras l siguiera hablando, yo
poda seguir comiendo. Ech un vistazo a los bollos. Puede que uno con
mantequilla esta vez. Mmmm, y pepinillo en vinagre. Qu pena que no
quedara tocino.
Me ests escuchando, muchacho?
Levant la vista del plato. Nevery frunci el entrecejo, como si estuviera a punto de transformarme en sapo. Contuve el aliento.
Pero en ese momento Benet apareci en la escalera cargado de bolsas. El mago se levant, cogi su bastn y se puso el sombrero.
Dale unas cuantas bolsas al muchacho y pongmonos en marcha
dijo.
Agarr mi bollo con mantequilla y me acerqu a la escalera para que
Benet me pasara una parte del equipaje. Sin mirarme siquiera, dej caer
dos bolsas al suelo y sali de la posada, detrs de Nevery.
Mir las bolsas: una para cada mano. Eso me dejaba sin manos para
sostener el bollo. La puerta de la posada se cerr con un golpe seco.
Nevery y Benet no me esperaran, como dos y dos son cuatro. Pegu un
mordisco al bollo y me guard el resto en el bolsillo, levant las bolsas
qu llevaba Nevery en ellas?, piedras? y sal a la calle.
Masticando y arrastrando el equipaje, aceler el paso para alcanzar a
Nevery y Benet. Doblaron una esquina y tuve que echar a trotar para no
rezagarme, calle Strangle abajo, con las bolsas rebotndome en las

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piernas. Senta como si una mano gigante me estuviera empujando. Conmigo detrs resoplando, atravesamos Crepsculo. El aire apestaba a alcantarilla y humo de carbn, y a medida que nos acerbamos al ro, a
lodo y peces muertos.
Nevery sigui la calle Shittail colina abajo hasta que llegamos al ro,
que seguramente tena un nombre, aunque casi todo el mundo lo llamaba
el ro. Aqu se encontraba el Puente Nocturno, que cruzaba la corriente hasta Amanecer, la parte de la ciudad que perteneca a la duquesa.
El Puente Nocturno tena casas construidas encima, las cuales
parecan damas orondas levantndose la falda para cruzar un arroyo. El
arroyo, naturalmente, era el ro, y este ruga por debajo de las faldas de
las damas en su descenso.
Nevery encabez la marcha por la oscura calzada que transcurra
entre las casas. Al llegar a la mitad del puente, gir por un estrecho
pasaje entre edificios.
Arrastrando las bolsas, baj detrs de Nevery y Benet por una escalera techada. Supuse que la escalera terminaba a la altura del ro, pero me
equivocaba. Segua bajando hasta desembocar en un tnel de piedra.
Un tnel que conduca, comprend entonces, a las islas de los maestros situadas en medio del ro. Un pasadizo secreto! El tnel estaba a
oscuras y ola a pescado y humedad, como el ro, y el suelo de piedra
bajo mis pies descalzos estaba fro y mojado. Nevery sostuvo en alto su
locus magicalicus, susurr una palabra y de la mano que sujetaba la
piedra brot una llama azul. Segu a Nevery y su mano llameante, que
dibujaba sombras en la piedra de las curvadas paredes, mientras su
bastn avanzaba con un tac tac sordo. Al rato, llegamos a una verja de
hierro que ocupaba todo el ancho del pasadizo. Nevery pronunci quedamente unas palabras. La locus magicalicus solt una lluvia de chispas
blancas y lanz un dedo de fuego hasta la cerradura; la verja se abri
con un suave chasquido.
Uno de estos das, me dije, tena que conseguirme una piedra locus.

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Nevery, Benet y yo cruzamos, y la verja se cerr suavemente a


nuestras espaldas.
Continuamos por tortuosos tneles hasta llegar a un largo pasadizo
lleno de goteras y otra verja. Nevery sostuvo la locus magicalicus en
alto. La llama azul mostr una verja oxidada cubierta de telaraas. En la
piedra del suelo haba algo grabado; mis dedos palpaban unas runas
hmedas.
Nevery murmur una palabra. Un conjuro, como antes, para abrir la
verja. La piedra locus lanz su dedo de luz blanca hasta la cerradura.
Nada.
Nevery arrug la frente y repiti la palabra. Nada.
Tena los brazos cansados. Con un suspiro, dej las bolsas en el
suelo y me sent sobre una de ellas.
Ten cuidado con esas bolsas, muchacho dijo Nevery sin apartar
los ojos de la verja.
Vale. Pero las bolsas no haban tenido cuidado conmigo, a que no?
Abr una y mir dentro. Libros. Con razn.
Nevery se puso de rodillas y examin la cerradura.
Yo era muy bueno forzando cerraduras. De hecho, era clebre por
ello. Pero la cerradura de la verja tena una forma extraa y supuse que
esa clase de mecanismo no se abrira para m hasta que hubiera adquirido una formacin de mago como es debido, de modo que no dije
nada. Nevery apret la locus magicalicus directamente contra la cerradura y grit la palabra mgica.
Una flecha de luz verdiazul sali disparada del ojo de la cerradura,
hizo saltar la piedra de su mano y estall en una lluvia de chispas que
cayeron al suelo y crepitaron en los charcos. Con un largo gemido, la
verja se abri araando el suelo.
Vamos dijo Nevery tras recuperar su locus magicalicus, y ech
a andar, tac tac, por el pasadizo, seguido de Benet. Cog las bolsas y fui
tras ellos. La verja se cerr a mis espaldas con otro gemido.

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Finalmente, llegamos a una larga escalera ascendente. Una vez arriba, Nevery apart unas cuantas zarzas secas y sali a la luz griscea
del invierno. Benet se detuvo en el ltimo escaln, bloquendome el
paso, de modo que tuve que escurrirme por su lado para ver qu haba
fuera.
Heartsease. Quiz en otros tiempos habra sido una gran mansin,
con hileras de lustrosos ventanales y columnas en la fachada, pero de
eso haca mucho. Ahora era una mole de piedra tiznada, con las
ventanas rotas y un enorme boquete en el centro, como si alguien hubiera agarrado una roca gigante y la hubiera dejado caer justo en el centro,
donde debera estar la entrada.
Dos alas del edificio, a uno y otro lado del gran orificio central, se
mantenan todava en pie. Las dos tenan cuatro plantas, con una hilera
de ventanucos por debajo del maltrecho tejado, por el que asomaban algunas chimeneas como una hilera de dientes picados.
Me gust nada ms verla.
Por la expresin de Nevery, supe que a l tambin le gustaba,
aunque probablemente nunca lo reconocera. Benet pareca indiferente.
Delante de la casa se extenda un patio cubierto de hierbajos y arbolillos que se abran paso entre el empedrado. En el centro se alzaba un
gran rbol con las ramas ennegrecidas, pero en lugar de hojas estaba invadido por pjaros negros como el carbn. Estaban posados sobre las ramas, quietos y silenciosos, observndonos con sus brillantes ojos amarillos. Tuve la sensacin de que llevaban all mucho tiempo, esperando
algo.
Nevery se dirigi hacia una de las alas de la mansin. Al acercarnos
al rbol, los pjaros se agitaron y graznaron suavemente, hablando de
nosotros. Nevery los ignor.
La casa tena una puerta arqueada que colgaba precariamente de los
goznes. Nevery empuj la hoja y esta se abri con un chirrido a una

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habitacin espaciosa y oscura, abarrotada de muebles destartalados, cajas y toneles polvorientos.


Se detuvo en el umbral y mir a su alrededor.
Bien dijo, comenzaremos por este lado de la casa, Benet.
Primero mi estudio y luego el resto. Tendremos que retirar todo esto.
Me mir. Haz algo til, muchacho alarg una mano, y psame
los libros.
Encantado. Le tend las bolsas y Nevery desapareci por una escalera angosta, apartando telaraas con el bastn y levantando un soplo de
polvo a cada paso.
Y dejndome a solas con Benet. El matn cogi su equipaje y
sigui al mago. Lo imit, pero al llegar a la escalera fren en seco y se
volvi hacia m. Retroced unos pasos
Seal la habitacin abarrotada de trastos.
Lmpiala.
No tena la ms mnima intencin de discutir con Benet. Siguiendo a
Nevery, subi por la escalera y desapareci.
Contempl el batiburrillo de trastos. Sera mejor que empezara
cuanto antes. Primero sacara las cajas, despus las sillas, las mesas y el
resto de muebles, y luego decidira qu poda aprovecharse y qu no.
Levant la tapa de madera putrefacta que cubra una de las cajas y
entonces comprend por qu Nevery me haba asignado a m, su aprendiz, esta tarea en concreto.

Nuevamente instalado en Heartsease.


El ala este parece slida; por lo menos, cuatro de sus
plantas.
Cajas de parafernalia mgica, libros e incluso muebles en estado aceptable. Casa necesita ms trabajo para hacerla habitable, pero hoy hemos adelantado bastante.

Me gusta Heartsease. Conn

a caja estaba llena de objetos mgicos envueltos en papel de


plata polvoriento. Haba otras diez u once cajas como esa.
Me habra gustado abrirlas una a una y ver su contenido,
pero supona que Nevery querra hacerlo personalmente.
As pues, me limit a despejar el
resto de la planta baja, arrastrando
cajas vacas y toneles rotos hasta el
patio. Encontr una escoba roda
por los ratones, y proced a retirar
telaraas y cagarrutas de roedor del
suelo y las paredes. El techo me
quedaba demasiado alto.
Despus sub a ver a Nevery.
Estaba sentado en una silla, en un cuarto polvoriento de una planta superior, leyendo un libro ms polvoriento an.
Nevery dije.

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Levant la vista y cerr el libro con un golpe seco. Una pequea


nube de polvo se alz en el aire y le hizo estornudar.
Qu? pregunt irritado, mientras se frotaba la nariz.
Abajo hay cajas con objetos mgicos. Quiere que las suba?
No respondi. Benet lo har.
Regres a su lectura. Mir en torno a la habitacin. El elevado techo
tena flores y arabescos de yeso en las esquinas, todos con una costra de
polvo encima. La habitacin tena unas cuantas sillas ms, tapizadas con
viejas telas descoloridas, y una larga mesa con la superficie araada y
pesadas patas de madera labrada. En el suelo haba una alfombra
polvorienta.
Apoyado contra la pared, descansaba un leo la mitad de alto que
yo, con un deslustrado marco dorado. Me agach para echarle un
vistazo. Tena manchas de mugre y humo, como si en otros tiempos hubiera estado colgado encima de una chimenea. Le sacud las telaraas y
el polvo.
Qu es, Nevery?
Un cuadro dijo sin volver la cabeza.
Eso poda verlo.
Un cuadro de qu? pregunt.
De un dragn.
Un animal?
Nevery cerr el libro.
Eres un ignorante, muchacho.
Tena razn, lo era.
El dragn era un reptil gigante, con alas, cuernos y crestas, que
poda echar fuego por la nariz explic Nevery.
Mientras hablaba vislumbr, entre las manchas de humo y mugre, la
clase de criatura que me estaba describiendo, aunque solo la silueta.
Los dragones son una especie extinguida continu Nevery.
Antes de que pudiera preguntarle qu significaba extinguida, dijo:

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Significa que han muerto todos, muchacho. Jams vers un dragn.


Abri su libro y seal con la cabeza una librera que cubra de arriba
abajo una pared del cuarto. Estaba abarrotada de libros y polvo.
Qutale el polvo. Y no hagas ruido. Quiero leer en paz.
Encontr un trapo y puse manos a la obra. Los libros estaban viejos
y mohosos. Abr uno para ver cmo era por dentro, y al hacerlo emiti
un crujido. Nevery levant la vista y frunci el entrecejo. Cerr el libro
con cuidado, le pas el trapo y lo devolv al estante. Al cabo de unos
minutos, el trapo ya estaba sucio y yo cubierto de polvo de los pies a la
cabeza. Pero continu con la tarea.
Finalmente, Benet regres de lo que fuera que haba estado haciendo
y Nevery lo envi a buscar las cajas que contenan los objetos mgicos.
Por ahora, djalas aqu dijo. Benet dej en el suelo la caja que
transportaba y baj a por ms. Me acerqu a mirar.
Nevery empez a abrir las cajas una a una y me fue pasando las
tapas, que yo fui apilando junto a la puerta. Hecho esto, de la primera
caja sac un objeto envuelto en papel de plata y lo abri.
Dentro haba un globo de cristal del tamao de un puo. Lo levant.
En la luz griscea, la superficie adquiri un brillo irisado, como aceite
sobre agua.
Qu es? pregunt.
Un globo visualizador respondi Nevery. Mantenlo siempre
lustroso. Tienes que utilizar un trapo de seda, o de lo contrario se empaar y ya no servir.
Asent. Vale. Mantenerlo brillante. Buen trabajo para un aprendiz.
Nevery dej el globo con sumo cuidado sobre la alfombra, al lado de
su silla, y desenvolvi otros tres, cada cual ms grande que el anterior.
Me arrodill y los observ detenidamente. Globos visualizadores?
Qu hacen?
Visualizar dijo.
No era una gran respuesta, la verdad.

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Nevery cogi el globo de mayor tamao y lo examin detenidamente. A diferencia de los dems, tena la superficie chamuscada, como
si alguien lo hubiera asado a fuego lento. Me lo tendi.
Inservible dijo.
Tena la superficie spera. La frot con la manga, pero no mejor.
Quise estudiarla con detenimiento, pero Nevery ya le estaba retirando el
papel a otro objeto, un cuenco hecho con el caparazn de una tortuga.
Luego extrajo un pequeo cuchillo de plata deslustrada protegido por
una vaina de cuero. Tras examinar la hoja y probarla en el pulgar, lo dej a un lado, dndolo por intil. Lo cog y me lo guard en el bolsillo. La
siguiente caja contena piezas de metal, pequeas herramientas, mbolos
y resortes, todo oxidado.
Hum dijo Nevery, pasndome la caja.
La coloqu al lado de mi globo visualizador chamuscado, luego recog los pedazos arrugados de papel de plata y los dej junto a la puerta,
con los dems trastos.
Despus de vaciar la primera caja, Nevery pas a la siguiente. El
primer objeto que desenvolvi fue un pequeo caimn disecado, con los
ojos de cristal y los dientes amarillentos. Se qued mirndolo unos instantes antes de tendrmelo.
Basura.
Lo puse con el resto de mis cosas. Para entonces, ya tena hambre,
as que rescat el bollo que me haba guardado en el bolsillo y le fui
dando bocados mientras observaba cmo Nevery examinaba las dems
cajas. Finalmente se sent en su silla, en medio de la estancia, cubierto
de polvo y rodeado de objetos mgicos, cajas vacas y papel de plata arrugado. Levant un libro enorme procedente de la ltima caja.
La tapa era de cuero gastado y las pginas tenan los cantos rados.
El libro estaba lleno de puntos de papel, hojas secas, diagramas con la
tinta descolorida y fragmentos de mapas, todo amarrado con una correa
ancha de cuero provista de una cerradura.

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Vaya, vaya farfull Nevery para sus adentros. Estaba seguro


de que lo haban quemado. Sac su locus magicalicus, susurr una palabra mgica y la cerradura se abri con un suave pop.
Olvidndome del bollo, me inclin para mirar.
Mi gesto distrajo a Nevery. Levant la vista.
Tienes trabajo que hacer, muchacho.
Levantndome de un salto, devolv el bollo al bolsillo, agarr un
trapo, cog un libro de la estantera y me puse a desempolvarlo.
Aqu no gru Nevery. Seal la puerta con la cabeza. Fuera.
Vale. Tena que salir de all, me haba quedado claro.
Pasamos el resto del da limpiando y acondicionando Heartsease. Al
caer la noche, estbamos agotados y muertos de fro. Benet haba encontrado un arcn repleto de mantas apolilladas. Cog unas cuantas, reun
en un fardo el globo visualizador, la caja de herramientas, el caimn disecado y el cuadro del dragn, y me dirig a la ltima planta de la casa.
La escalera de mano que conduca al desvn tena la mitad de los
travesaos rotos, pero consegu subir de todos modos. Encaram mis
pertenencias y asom la cabeza por la trampilla. El desvn era ms
pequeo que las habitaciones inferiores. Tena el techo bajo e inclinado
y ventanucos sin cristal, pero era acogedor. Entr y mir a mi alrededor.
Aparte de m y de mis cosas, la habitacin estaba vaca. Una gruesa capa
de polvo cubra el suelo, y el yeso de las paredes estaba agrietado. Ola a
polvo y a madera podrida.
Prepar una cama con las mantas y me acurruqu en ellas, mordisqueando mi bollo. Haba sido un da largo y productivo, y estaba
cansado. Diger el ltimo bocado y me qued dormido.

Nota personal: con esos sucios harapos muchacho parece un


ladronzuelo granuja. Que lo es. Pero no puedo tener criado con
semejante pinta. Seguramente est lleno de piojos. Tengo que
darle unas monedas de cobre para que se compre ropa y un peine
antipiojos.
Tiempo condenadamente hmedo. He pillado feo catarro.

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n mi tercer da como
aprendiz de Nevery,
despert
con
ms
hambre que un ejrcito

de ratas.
El aire que se colaba por los
ventanucos del desvn era glido.
Me ech una manta apolillada sobre
los hombros, descend por la escalera de mano y me dirig a la planta
de abajo. Los escalones de mrmol
me congelaban los pies, y para
cuando llegu a la segunda planta
estaba tiritando. Benet estaba preparando el fuego en la amplia
chimenea.
Al verme entrar, me lanz una mirada feroz y seal un cubo que
descansaba junto a la escalera. No dijo nada. No era necesario. Saba lo
que quera de m.
Cog el cubo y me dirig al pozo que haba en el patio. Los pjaros
encaramados al rbol negro me observaban sin mover una pluma.
Cuando hube llenado el cubo, puse rumbo al calor de la cocina. Cscaras. Seguro que Nevery se daba cuenta de que no me haba lavado.
Volv al pozo, dej el cubo en el suelo y utilic al agua para lavarme
la cara y el cuello, las manos y los pies. Brrr. Hasta envuelto en la manta
me castaeteaban los dientes mientras llenaba nuevamente el cubo y

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regresaba como una flecha a la cocina. Benet seal una tetera puesta al
fuego, as que la llen de agua y me acurruqu junto a la chimenea para
calentarme.
Hay algo para desayunar? pregunt.
Benet no respondi.
Al rato entr lo bastante en calor como para mirar a mi alrededor. La
habitacin, en realidad, no era una cocina. Probablemente haba sido un
saln en otros tiempos, porque tena ventanales altos, papel en las
paredes y flores de yeso en el techo, como el estudio de Nevery. Dos damas de yeso blanco, que estaban envueltas en ropajes y sostenan una
repisa de mrmol, flanqueaban la chimenea. Benet haba trasladado a esta habitacin mobiliario y utensilios de cocina: sillas y una mesa maciza
con marcas de cuchillo en la superficie, y, junto al fuego, una tetera, un
trbede de hierro y un taburete de tres patas. Tambin haba un armario
con la puerta abierta; supuse que lo utilizaramos de despensa.
El agua de la tetera rompi a hervir. Benet la retir del fuego, la
coloc sobre el trbede y aadi un puado de hojas de t de una caja
que haba sobre la mesa. Tras dejarlo reposar un rato, verti el t en una
taza de florecitas con el canto dorado desportillado. Me lanz una
mirada feroz y seal el techo.
Comprendido: Lleva el t a Nevery.
Dej la manta junto a la chimenea y sub al estudio. Nevery estaba
en su polvorienta silla, leyendo el grueso libro que haba rescatado de
una caja el da antes.
Aguard en la entrada hasta que levant la vista.
Le traigo t dije.
Bien, acrcamelo repuso antes de estornudar.
Los objetos mgicos todava estaban desperdigados por el suelo, de
modo que tuve que sortearlos hasta llegar a la silla de Nevery. Le tend
la taza. El mago aspir el vapor del t, volvi a estornudar y se frot la

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nariz con un pauelo. Camin hasta la puerta, pero una vez all me
detuve.
Qu pasa, muchacho? pregunt.
Creo que debera quitar un poco ms de polvo.
Me mir con expresin ceuda.
Para que deje de estornudar expliqu.
Estornudo, muchacho, porque he cogido fro.
Est enfermo? pregunt.
Naturalmente que estoy enfermo repuso en tono enojado. Seguro que t tambin has cogido fro alguna vez. Ya sabes lo que es.
Coger fro? Yo siempre tena fro en invierno, pero nunca haba
cogido fro. Sacud la cabeza.
Hummm dijo Nevery. Alguna vez has tenido dolor de barriga? Diarrea? Fiebre?
No dije.
Eso significa que nunca has estado enfermo. Extrao, muy extrao Dej a un lado la taza. Acrcate.
Cruc de nuevo la estancia y me detuve delante de l. Me cogi la
cabeza y hurg en mi pelo.
No tiene bichos murmur para s. Hummm
Di un paso atrs.
Nevery me mir de arriba abajo.
Supongo, muchacho, que te estars preguntando qu pasa con el
desayuno.
Ciertamente.
Acompaa a Benet a la ciudad. Comprar provisiones y t le ayudars a traerlas.
Vale. Adis al desayuno porque probablemente no haba ni un solo
pedazo de comida en todo Heartsease. Asent y, tiritando, regres junto
al fuego de la cocina. Benet apenas me concedi unos instantes para
calentarme. Bajamos al vestbulo, se detuvo para ponerse un abrigo

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grueso y guardarse una bolsa de monedas de cobre en el bolsillo, y


partimos.
Ignoraba cmo bamos a cruzar las verjas mgicas, pero Nevery
haba pensado en ello. Benet se sac del bolsillo una piedra menuda envuelta en un trapo. No era una locus magicalicus, sino algo menos poderoso, porque Benet no era mago. Puso la piedra sobre la cerradura y la
verja se abri.
Atravesamos todas las verjas hasta llegar a la escalera que conduca
al Puente Nocturno. Segu a Benet hasta lo alto del puente y el denso
trfico de la maana.
Dobl a la izquierda, en direccin a Crepsculo.
Vamos a la plaza Sark? pregunt.
Benet podra comprar provisiones all, y ms baratas que en cualquier otro lugar de Crepsculo. Mientras recorramos las sucias calles
empedradas, mantuve los ojos bien abiertos. Underlord Crowe haba
emitido una orden de busca y captura contra m, lo que significaba que
sus secuaces no dudaran en sacarme de las calles si conseguan echarme
el guante.
Pero no vi nada inquietante. Tal vez fuera demasiado temprano para
que los maleantes estuvieran rondando por la ciudad.
Segu a Benet por una callejuela tortuosa. De repente, fren en seco
y choqu con l. Lanzndome una mirada feroz, extrajo la bolsa que
Nevery le haba dado y me tendi unas monedas.
Me llev las manos a la espalda. Qu pretenda al darme tanto
dinero?
Sin mirarme siquiera, dijo:
El seor Nevery dice que tienes que comprarte ropa. Seal la
puerta de una tienda. Date prisa.
Comprarme ropa! Cog las monedas y entr en la tienda. Era un establecimiento de ropa usada, atestado de cajones con calcetines viejos,
enaguas salpicadas de manchas y camisas con remiendos. Parpadeando

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en la tenue luz, camin hasta un perchero lleno de abrigos, escog uno y


me lo prob. Demasiado grande.
Not una mano sobre mi hombro y gir rpidamente sobre mis
talones. La seora de la tienda estaba mirndome con expresin ceuda.
Qu quieres, muchacho?
Tiene algo como esto pero un poco ms pequeo? pregunt,
mostrndole el abrigo.
Fuera de aqu. Conozco a los de tu clase. Eres un golfo de la calle.
Me cogi del brazo y tir de m hacia la puerta.
No. Tengo dinero. Mire. Hice sonar las monedas sobre la palma
de mi mano.
Se detuvo. Agit de nuevo el dinero, que produjo un alegre tintineo
en la oscuridad de la tienda. La mujer mene la cabeza.
De acuerdo, si tienes dinero, la cosa cambia.
Me busc un pantaln grueso, unos calcetines y una camisa que
combinara con el abrigo demasiado grande, una bufanda de lana y una
gorra. Y botas, le dije. Unas botas gruesas y resistentes para poder andar
deprisa. Para poder seguir a Nevery.
La tendera quera regatear, pero yo no dispona de tiempo, Benet me
haba dicho que me diera prisa. As que le pagu lo que me pidi, me
quit los viejos harapos, me puse toda la ropa nueva y me at los cordones de las botas. Guard el cuchillo y la ganza en el bolsillo del abrigo y sal a reunirme con Benet.
Estaba fuera, esperando con cara de impaciencia.
La ropa nueva me haca sentir diferente, y no solo porque me abrigara ms. Cuando iba vestido de golfo, me senta como un golfo y me
mova furtivamente entre las sombras. Pero con esta ropa ya no me daba
miedo caminar a plena luz del da. Ahora, despus de todo, era el aprendiz de Nevery.
Todava me quedaba una moneda del dinero que Benet me haba
dado, as que cuando llegamos a la plaza Sark par en un puesto para

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comprar no robar! un bollo con una salchicha dentro, y luego corr


para alcanzar a Benet.
Quieres? le pregunt, tendindole mi desayuno. Tem que
fuera a zamprselo todo, pero en lugar de eso me ignor, como vena
siendo habitual en l.
Recorrimos los tristes puestos y tenderetes de la plaza Sark. Haba
algunas personas comprando, envueltas en andrajos y chales. Al final de
una hilera de puestos, divis a un secuaz del Underlord vigilando la
plaza con un garrote en la mano. Mis pies temblaron y quisieron echar a
correr, pero mi nueva indumentaria de aprendiz despist al maleante y
sus ojos ni siquiera repararon en m. Agachando la cabeza y mordisqueando mi bollo, segu a Benet.
Con el dinero que le haba dado Nevery, compr provisiones que iba
cargando en una carretilla por cuyo alquiler haba pagado una moneda
de cobre.
Senta curiosidad por la piedra que Benet haba utilizado para abrir
las verjas de los tneles secretos, as que aprovechando un momento en
que estaba discutiendo el precio de los huevos con un tendero, deslic
una mano en su bolsillo manos rpidas para examinarla. La piedra
era gris, de tacto suave y no ms grande que la ua de un pulgar, y
pareca cualquier cosa menos mgica. Me pregunt cmo funcionaba y
si abrira otras cerraduras adems de las mgicas. Mientras nos dirigamos al siguiente puesto, devolv la piedra al bolsillo de Benet.
En cuanto la carretilla estuvo llena, regresamos al Puente Nocturno.
La calle Fleetside descenda sinuosamente hacia el ro, y desde lo alto de
la empinada colina se divisaba el lado este de Wellmet, Amanecer,
donde la duquesa gobernaba y las calles estaban limpias, y donde yo
haba estado solo unas pocas veces, de noche, abriendo puertas con mi
ganza para los cacos.
Desde mi posicin tambin se divisaba la hilera de islas donde
vivan los magos de Wellmet. La isla ms grande, donde se hallaba la

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academia, estaba ro arriba, por encima del Puente Nocturno. La academia era un edificio inmenso, con agujas y torrecillas en lo alto. La
siguiente isla era donde los maestros tenan su saln de reuniones, que
estaba protegido por un muro de piedra construido a ras de agua.
Heartsease, la casa de Nevery, estaba en la isla situada ms al norte. Me
apart el pelo de la cara para verla mejor. El casern, con su enorme
boquete en el centro, pareca un pastel al que alguien hubiera dado un
inmenso bocado.
Corr para alcanzar a Benet, camin detrs de l hasta llegar a
Heartsease y le ayud a subir la carretilla por la escalera de la isla. Los
dos llegamos resoplando.
Benet descarg la carretilla, pasndome las cosas para que las subiera a la cocina. Al cabo de varios viajes, la cocina era un revoltijo de
bolsas, cajas y paquetes. Benet se qued mirndolos con las manos en
las caderas.
Vamos a almorzar? pregunt.
Me mir y solt un gruido. Recul ligeramente por si decida darme
otro guantazo.
Quieres comer? dijo.
Asent.
Seal las provisiones.
Pues cocina.
Hummm. No haba cocinado en mi vida. Pero seguro que aprendera
a hacerlo.

Cada vez hace ms fro. Posibilidad de que las nieves se adelanten; eso podra significar invierno muy fro. Ro podra congelarse. Hoy, peor del catarro.
Envi a Benet y muchacho a Crepsculo para comprar provisiones. Les o regresar. Estaba estudiando libro de magia,
reaprendiendo encantamiento del embero. Baj a la cocina.
Muchacho cocinando almuerzo. Trozo entero de tocino en una
sartn y patatas calcinndose sobre las brasas. Patatas poco
hechas, tocino crudo por dentro. Tras probar un trozo, arrebat
sartn al muchacho, cort patatas en rodajas y tocino en lonchas
y lo cocin todo hasta que estuvo hecho.
Muchacho me pregunt cmo hacer bollos. Se lo expliqu,
pero, si se parecen a sus patatas, no habr quien se los coma.
Los maestros se renen maana. Enviar como espa a
muchacho criado, suponiendo que encantamiento del embero funcione como es debido. Despus, si muchacho me da problemas, lo
despedir.

A quien llama muchacho criado? Conn

la maana siguiente prepar unos bollos siguiendo las instrucciones de Nevery. Harina, agua, levadura, una pizca
de mantequilla y sal. Remov la mezcla con una cuchara de
madera y la volqu en una cacerola, que coloqu sobre las
brasas del fuego. Luego puse el tocino a frer en la sartn, llen la tetera
de agua y la colgu de su gancho, sobre el fuego.

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Cuando los bollos se doraron, los retir del fuego. Prob uno.
Pareca un huevo. Duro y crujiente por fuera, blando y jugoso por dentro. No estaba nada mal! Me tom otro, con miel esta vez, y luego un
poco de tocino y una taza de t.
Benet apareci en lo alto de la escalera refunfuando para s. Tena
el pelo de punta y el aspecto feroz de un oso. Mantuve las distancias
mientras se serva una taza de t. Prepar una bandeja y la subi a la tercera planta, al estudio de Nevery.
Acab de entrar en calor junto a la chimenea, bebiendo mi taza de t,
y despus sub al estudio y asom la cabeza por la puerta.
Nevery, que pareca enfadado y tena la nariz colorada por el catarro,
estaba pasendose delante del fuego. l y Benet haban estado hablando,
como dos y dos son cuatro, y Benet, que estaba de pie junto a la ventana,
no pareca contento.
Entra, muchacho dijo el mago.
Entr. Advert que no haba tocado los bollos.
Los maestros tienen previsto reunirse esta maana dijo.
Asent.

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Ests dispuesto a hacer de espa en la reunin? Tendrs que someterte al encantamiento del embero.
Asent de nuevo. Ya era hora de que empezara a hacer cosas
mgicas.
No puedo predecir en qu te transformars, muchacho me
previno Nevery. El embero te convertir en un animal acorde con tu
personalidad.
Me mir de arriba abajo, intentando, sin duda, imaginar en qu clase
de animal me convertira.
No tengo miedo, Nevery dije.
Benet, apoyado en la pared con los brazos cruzados, solt un
gruido.
Me pregunt si ese encantamiento haba sido utilizado antes con l y,
de ser as, en qu clase de criatura se haba convertido.
Hummm resopl Nevery. En ese caso, lo probaremos.
Puedes irte, Benet.
El matn sali del estudio lanzndome una doble racin de mirada
feroz.
Nevery se acerc a la mesa, donde estudi una pgina de su libro de
magia durante unos instantes mientras murmuraba algo para s. Luego
cerr el libro con un golpe seco, se limpi la nariz con el pauelo y sac
su piedra locus del bolsillo.
Acrcate, muchacho dijo. Me coloqu delante de l. No te
resistas al encantamiento mientras est actuando. Te doler un poco.
Mucho, quera decir. Pero no estaba asustado.
Ahora, no te muevas.
Nevery respir hondo y pos la locus magicalicus, negra como la
noche, sobre mi frente. La piedra tena un tacto suave y clido. En la estancia se hizo un silencio sepulcral. La presin fue en aumento, y de repente sent como si los tmpanos fueran a estallarme.

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A continuacin, subiendo como una espiral y rebotando contra mi


crneo, la voz de Nevery reson en mis odos. Mientras pronunciaba el
encantamiento, la piedra locus empez a brillar. La sostuvo sobre mi
cabeza y de la piedra brot una lluvia de chispas que nos envolvi como
una cortina de deslumbrante luz.
La voz se hizo ms fuerte, las palabras brotaban de la boca de
Nevery cada vez ms raudas. Mi piel pareca papel en llamas y las rodillas empezaron a fallarme. Ca al suelo. Vi un destello, o un trueno ensordecedor y de repente perd la conciencia.
Pasado un rato abr los ojos. Volv a cerrarlos. La habitacin haba crecido mucho; las sillas se alzaban por encima de mi cabeza. Magia, seguro. O unos pasos. Eran de Nevery. Abr de nuevo los ojos. El mago,
inmenso, se estaba inclinando sobre m y alargaba una mano enorme
hacia mi cabeza.

Solt un alarido y di un salto atrs; Nevery, sobresaltado, cay de espaldas sobre la alfombra. Estaba tan gracioso, ah despatarrado, que casi
me ech a rer. Pero por qu era tan grande?
Se levant del suelo.
Muchacho dijo, acrcate y mira esto.
Cogi un tablero grande de la mesa y lo puso en el suelo.
Me acerqu sigilosamente para echar una ojeada.
Caramba. Y yo que haba temido que la criatura acorde con mi personalidad fuera una cucaracha o un ratn de cloaca. Como dos y dos son
cuatro que eso mismo haba pensado Nevery.
Pero la imagen que me devolva el espejo era la de un gato joven y
flacucho, negro como la noche, de chispeantes ojos azules y cola torcida. Era igual que yo, pero con ms pelo.
Eres t dijo Nevery, apartando el espejo. Se sent en su silla y
me mir. El encantamiento ha funcionado a la perfeccin.

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Sin orle apenas, levant una pata, la dobl y por ella asomaron unas
zarpas afiladas.
La reunin de los maestros tendr lugar dentro de una hora dijo
Nevery.
Me di la vuelta para examinar la cola que se curvaba sobre mi lomo.
Asombroso.
Dedica ese tiempo a familiarizarte con tu nuevo aspecto. Tengo
trabajo que hacer. Se dio la vuelta y empez a remover los papeles
que tena sobre la mesa.
Permanec quieto durante un rato, ejercitndome en retorcer la cola y
erguir las orejas cada vez que Nevery pasaba una pgina. De arriba cayeron unas motas de polvo y sent un deseo feroz de atraparlas y llevarlas
a mi guarida. Brinqu sobre mis cuatro patas. Notaba un gran equilibrio;
no habra podido caerme aunque lo hubiera intentado. Me puse a dar
saltos por la estancia. Era la cola! La cola me mantena perfectamente
equilibrado en todo momento. Qu divertido! Practiqu el merodeo
sigiloso. Mi negro pelaje se confunda fcilmente con las sombras de la
habitacin.
Oh, qu gran ladrn podra ser un gato!
Hice otro recorrido relmpago.
Nevery dej caer sobre la mesa el libro que estaba leyendo.
Caray, muchacho, no puedes estarte quieto?
Me agazap sobre las patas traseras y salt sobre su pie.
Nevery lo apart con expresin ceuda.
Djate de travesuras. Se acerca la hora de la reunin.
Agarr su bastn, se puso la toga gris y me cogi en brazos. Mientras recorramos los tneles hmedos y oscuros, me instruy en susurros
sobre aquello a lo que deba prestar atencin. Cuando llegamos a la isla
del Saln de Maestros, abri la verja, me dej en el suelo y me empuj
con la punta del pie. Arque la cola y part en busca de informacin.

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Arrimndome a las sombras de los pasadizos, y sintiendo el fro del


suelo de piedra en mis patas, me col en el Saln de Maestros. La sala
de reuniones se encontraba al final de un largo pasillo, como me haba
indicado Nevery, pero la puerta estaba cerrada. Me acerqu
sigilosamente y aguc el odo. Poda or voces, pero no palabras.
Cscaras.
No poda entrar.
Volv sobre mis cuatro patas hasta la verja del tnel y esper a Nevery.
Lleg al instante, muy impaciente en su toga gris. Me levant del suelo
y regresamos a Heartsease a toda prisa.

En cuanto cerr la puerta del estudio, se quit la toga y el sombrero,


sac su piedra locus, dio una palmada y de la piedra brot una lluvia de
chispas. Agarr dos puados y los verti sobre mi cabeza. Not el
cosquilleo, vi el destello y o el trueno.
Al rato, cuando abr los ojos, Nevery estaba mirndome desde arriba. Me sent en el suelo y levant una mano. Ya no tena pelaje, ni zarpas. Mir por encima de mi hombro. Tampoco mi preciosa cola torcida.
Me desperec y, tambalendome, me levant. Ya echaba de menos la
cola.
Ahora, muchacho, hblame de la reunin. Se sent a la mesa y
empu la pluma, listo para tomar notas.
Oh, oh, esto no iba a gustarle.
Ver, Nevery comenc.
S, muchacho?
Respir hondo.
No pude entrar.
Arroj la pluma sobre la mesa, salpicando la superficie de tinta.
Maldita sea. Tendrs que volver despus del almuerzo.
Asent.

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Y espero que esta vez consigas entrar de una forma u otra. Irritado, seal la puerta. Dile a Benet que te d algo que hacer hasta
entonces.
Cuando sala, le o farfullar:
Intil.
Y sent una sensacin de vaco en el estmago.

Condenado muchacho. Lo envi al Saln de Maestros a espiar


y regres con manos vacas.
Encantamiento el embero tuvo extrao efecto, en todo caso.
Nota personal: debo leer libros antiguos de magia de Sarpent para ver si habla de esa clase de efecto. Por lo general, someterse a este encantamiento no es experiencia agradable. ltima vez que lo prob con Benet, desastre. Al muchacho pareci
gustarle.
Posibilidad de que locus magicalicus, al haber estado en
contacto con muchacho, haya desarrollado afinidad con l? Extraa adosyncratichi. Debo investigarlo ms.
Nota personal: no permitir que muchacho cocine; mejor que
lo haga Benet.

uando terminamos de almorzar, fui a buscar agua para lavar


y me reun con Benet en la cocina. Haba hecho t y una
cesta de madalenas de postre. Acerqu la nariz.
Huelen
bien

dije.
Benet estaba sentado en una
silla con el respaldo inclinado contra la pared. En las manos tena
unas agujas de tejer y, junto a la
silla, una montaa de lana negra; las
agujas hacan un ruidito constante:
tic-clic-tic tic-clic-tic. No contest.
Bueno.
Quieres otra? Cog una madalena y le alargu la cesta. La
ignor.
Devolv la cesta a la mesa, di un bocado a mi madalena y lo acompa con un sorbo de t.

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Benet me observaba en silencio. Su agujas de tejer centelleaban, veloces y plateadas, bajo la negra lana.
Me zamp la ltima madalena y otra taza de t. Luego rescat las
migajas del fondo de la cesta y me las com tambin.
Qu sensacin da ser un gato? me pregunt Benet.
Me qued petrificado. Benet me haba hablado! Lo mir, pero no
pareca enfadado: no haba ferocidad en su mirada.
Bueno dije lentamente, es difcil explicarlo. Ni siquiera
estaba seguro de poder explicrmelo a m mismo. Lo de la cola es
increble.
No te doli? pregunt. El encantamiento?
No ms de lo que dola cambiarse de ropa.
No.
Me clav una mirada feroz, aunque fugaz.
A m me parece que mientes.
Le observ atentamente. De modo que a Benet le haba dolido
cuando Nevery prob el encantamiento con l.
En esta casa no nos ira mal un gato dijo Benet. La despensa
est llena de ratones. Dej el fardo de lana y las agujas en el suelo y
se levant. El seor Nevery quiere verte.
Salt de la silla.
Vale.
Sub con Benet al estudio. Los restos de madalena y t de Nevery
descansaban sobre la mesa y un fuego vigoroso arda en la chimenea.
Nevery estaba sentado a la mesa con el libro de magia delante.
Cuando entr, afil la mirada y arrug el entrecejo. Enseguida comprend que, si no consegua la informacin que necesitaba, tendra
problemas.
Se levant.
Bien, muchacho dijo, y sostuvo en alto su locus magicalicus.

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Di un paso al frente. Consult el libro de magia una ltima vez, pos


la piedra sobre mi frente y volvi a hacer lo de las chispas y el
encantamiento.
Esta vez prest mayor atencin, a fin de memorizar las palabras del
conjuro. Eso es lo que se supone que debe hacer un aprendiz de mago:
aprender conjuros. Pero no haba acabado de pronunciarlo cuando se
hizo la oscuridad y el silencio.
Cuando despert, Nevery estaba sentado frente a su mesa, trabajando. Me desperec y di un paseo sigiloso por la habitacin. Al llegar
junto a Nevery, me sent delante de l con la cola curvada sobre las patas. No me hizo caso.
Suspir y esper tumbado.
Finalmente, Nevery se levant.
Los maestros ya habrn acabado de almorzar. Cogi el bastn y
se cal el sombrero de ala ancha. Y esta vez, muchacho, ms te vale
regresar con algo ms que una puerta cerrada.
Vale, entendido. Se puso la toga, salt a sus brazos y partimos.
Tal como haba hecho por la maana, avanc sigilosamente por los pasadizos de piedra hasta la sala de reuniones. Esta vez, por suerte para m,
la puerta estaba abierta. Entr.

Los maestros estaban sentados alrededor de una larga mesa presidida


por un mago gordinfln. Nadie me vio entrar. Me acurruqu bajo la silla
del mago gordinfln, entre las sombras, y aguc el odo. Estaban hablando del debilitamiento de la corriente de magia en la red de las candelas que alumbraban Amanecer, la parte este de la ciudad.
El maestro gordinfln se llamaba Brumbee. Tena la cara redonda y
rosada y vesta una llamativa toga amarilla de seda y terciopelo sobre un
sencillo traje de tres piezas negro. En la manga de la toga, bordada, luca
la insignia de una avispa de rayas negras y amarillas. Le palp el bolsillo

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con una pata. Dentro haba una piedra locus y una anilla con llaves. No
poda quitrselas para echarles un vistazo porque, aunque buenos
merodeadores, a los gatos no se les da bien sacar objetos de los bolsillos.
Cuando me estaba acomodando de nuevo junto a la silla para escuchar, Brumbee me agarr por la cintura con sus grandes y delicadas
manos y me coloc sobre su regazo. Forceje, pero me sujet firmemente por el pescuezo y, a rengln seguido, me dio un restregn detrs
de las orejas.
Qu gatito tan mono murmur en voz baja.
Eso significaba que poda relajarme. Me sent con la cola sobre las
patas, listo para empaparme de informacin que llevar a Nevery.
Finalmente, los maestros terminaron su debate sobre las candelas.
Bien dijo Brumbee. Introdujo una mano en el otro bolsillo de su
toga y extrajo una servilleta que despeda un delicioso aroma. La abri,
un emparedado que le haba sobrado del almuerzo!, y me acerc un trocito de pollo al hocico. Lo com y me relam los bigotes. Me temo que
debo exponer una vez ms el problema del descenso del nivel mgico
que padece Wellmet. Brumbee pase la mirada por los dems magos. La duquesa espera que hagamos algo para solventar el problema.
Y no queremos que la situacin se nos vaya de las manos.
Estoy de acuerdo en que la situacin es cada vez ms preocupante
dijo una maga con una mata de pelo gris recogido en un moo desgreado en lo alto de la cabeza. Y que necesitamos a alguien que dedique toda su atencin a resolver esta crisis. Qu me dices, Brumbee?
Estaras dispuesto a hacerlo?
El mago gordinfln mene la cabeza.
No, no, Periwinkle. Yo no quiero hacerlo. Lo haras t, Sandera?
En el otro extremo de la mesa, una mujer ms bien joven y de aspecto entusiasta neg con la cabeza.
No, Brumbee. Pero, como todos sabis, nos queda otra opcin.
Mir a los presentes.

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No te estars refiriendo a Pettivox? inquiri Periwinkle, la


mujer del pelo gris.
Brumbee sacudi la cabeza.
Ni hablar. No lo invit a la reunin de hoy para que pudiramos
hablar del asunto con libertad. Pettivox no es el mago adecuado.
Tiene sed de poder convino Sandera, y eso lo vuelve peligroso. Y, adems, pasa demasiado tiempo viajando a la ciudad del
desierto. Pero sigue existiendo otra opcin.
Un mago alto, de rostro severo, golpe la mesa con su puo huesudo
y mir ferozmente a Brumbee.
No podemos mencionar a Nevery!
Brumbee enarc las cejas.
Yo no he mencionado a Nevery.
Pero estabas pensando en l repuso el mago de rostro severo.
Me he dado cuenta. Todos sabemos que ha conseguido que le revoquen
la orden de exilio y que ha regresado a Wellmet. Y todos sabemos por
qu.
La maga del pelo gris asinti.
Es cierto que Nevery ha vuelto. Y no me parece que pedirle que
nos dirija a nosotros, los maestros, en esta crisis sea tan mala idea.
Desde luego, mejor l que Pettivox.
El mago de rostro severo solt un gruido.
Nevery es un peligro. No se sujeta a las leyes que rigen el uso de
la magia en esta ciudad. Nos meter en un lo. He odo que ya est en
tratos con el Underlord.
El mago gordinfln me hizo una caricia tranquilizadora.
An as, creo que todos somos conscientes de que en momentos
como este lo que necesitamos es un mago como Nevery. l es el nico
que puede hacer de contrapeso frente a la duquesa y el Underlord. Y a
pesar de su atolondramiento, es el mejor mago que ha conocido esta
ciudad.

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Estoy de acuerdo. Nevery es la mejor opcin dijo Periwinkle.


Yo tambin le secund la entusiasta Sandera.
Trammel? pregunt Brumbee.
Oh, est bien respondi el mago de rostro severo. Pero no
contis conmigo para arrastrarme hasta su espantoso casern y suplicarle que nos dirija.
No te preocupes, Trammel dijo Brumbee. Sus dedos repiquetearon en mi cabeza. Presta atencin, parecan estar diciendo. Me
acomod. Tengo el presentimiento de que Nevery vendr a vernos.
Asinti. Pronto tendremos una reunin con l. Y creo que con esto
podemos dar por terminada la sesin.
Los dems magos se levantaron cuchicheando y recogiendo los
papeles.
Bien. Ya tena lo que necesitaba. Me dispuse a saltar del regazo de
Brumbee para correr a contarle las novedades a Nevery, pero la mano
rolliza del mago me fren.
Ya puedes irte, gatito. Sonri y me dio otro restregn debajo de
la barbilla. Muy a mi pesar, ronrone. Vuelve junto a tu amo todo lo
deprisa que puedas.
Salt de su falda y sal de la sala de reuniones como alma que lleva
el diablo.

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e vuelta en Heartsease,
Nevery me convirti
nuevamente
en
muchacho y le cont
lo que haban dicho los maestros.
Que estaban preocupados por la
crisis mgica y que el mago Pettivox quera ser el lder, pero que
los maestros saban que Nevery estaba en Wellmet y queran que fuera
l quien tomara el mando.
Solo tiene que pedirlo le
dije.
Puedo sacar mis propias conclusiones, muchacho repuso secamente Nevery. Se levant de la silla y empez a pasearse por la habitacin. Y todos coincidieron en no dar su apoyo a Pettivox?
pregunt.
Asent.
Sandera dijo que tena sed de poder.
Pettivox es un buen mago, pero como lder puede ser terrible.
Hummm Si estn dispuestos a ofrecerme el puesto, significa que la
situacin es ms grave de lo que pensaba. Me pregunto si me precipit al
ir a ver al Underlord. Se llev las manos a la espalda y pase un poco
ms, farfullando bajo la barba.
Al darse la vuelta, se percat de que yo segua all.

72/299

Ya puedes irte, muchacho. Me hizo seas para que abandonara


la habitacin.
Di dos pasos hacia la puerta. Entonces me detuve.
Nevery? dije.
Fren en seco, frunciendo el entrecejo.
Qu, muchacho?
Me estaba preguntando cundo voy a empezar a aprender trucos
como ese.
Trucos? De qu ests hablando?
Si soy su aprendiz, Nevery, no debera aprender el encantamiento del embero? Me lo s todo salvo el final, y necesito el resto.
Nevery mene la cabeza y su ceo se hizo ms profundo.
No digas tonteras, muchacho. T no eres mi aprendiz. Te tom
como criado y nada ms.
Que no era su aprendiz? Lo mir de hito en hito. Algo extrao estaba sucediendo en mi barriga, como si se le estuviera desprendiendo el
fondo y un gran agujero negro se estuviera abriendo en ella. No era su
aprendiz. Era su criado.
No estaba seguro de poder aceptar algo as, ni siquiera tratndose de
alguien como Nevery.
Sin aadir nada ms, Nevery se acerc a la mesa, cogi su libro de
magia y volvi a sentarse. Lo abri y seal un punto con el dedo. Se
aclar la garganta.
Muy bien, muchacho, rectame el encantamiento del embero.
Tragu trabajosamente el nudo que tena en la garganta.
Dice as: tumbriltumbrilulartambefranjevaneekhouten franjelickavanfranjelocar hice una pausa para coger aire
franjelilfraajellumiolendilarterkolil
Tarkolil me corrigi Nevery, levantando la vista del libro.
Eso, tarkolil dije, lilotarkolilotar-kennan Me detuve.
Ya est, luego todo se vuelve negro.

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Se produjo un largo silencio. Finalmente, Nevery asinti y cerr el


libro.
El encantamiento no tendr efecto a menos que la magia est concentrada en algo concreto y se libere con una locus magicalicus. Pero te
lo sabes entero, muchacho.
Muy bien, pero eso ya no tena importancia.
Prefer terminar de una vez.
Yo no sirvo para criado, Nevery. Gracias gracias por convertirme en gato y ensearme Heartsease. Me mir los pies para no tener
que mirarlo a l y me di la vuelta para salir del estudio.
Espera dijo Nevery. Me qued donde estaba, de espaldas a l.
Prefieres volver a robar en las calles de Crepsculo a trabajar para m
como criado? Sonaba enfadado.
Lo medit. Yo era bueno robando, y ms an forzando cerraduras.
La mayor parte del tiempo me las apaaba bien. La mayor parte del
tiempo lograba que el Underlord y sus secuaces no se fijaran en m. Pero
a veces, por mucho que me esforzara, la cosa se pona fea. Pasaba varios
das sin nada que llevarme a la boca, o el fro arreciaba sin que tuviera
una sola moneda con que pagarme un rincn en una carbonera atestada
para pasar la noche, o tena que pelearme con una anguila despistada o
alguien me robaba los zapatos
Trabajar para Nevery sera, sin duda alguna, ms agradable. No me
importaba barrer y sacar brillo a los globos visualizadores e ir a por agua
si era su aprendiz, pero no poda hacerlo como criado. Aunque eso significara volver a Crepsculo.
Mene, la cabeza y me encamin a la puerta.
Espera dijo. Detuve mis pasos, pero tampoco ahora me volv.
De acuerdo. Suspir. Puede que necesite un aprendiz.
De repente, todo me pareci mucho ms brillante. Gir sobre mis
talones.
Satisfecho? pregunt Nevery.

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En ese momento el sol sali y se pos directamente en la ventana, y


un rayo de luz estall directamente en mi cara. Parpade, deslumbrado.
La luz del atardecer, densa como la miel pero ms clara, ms dulce, inund la estancia. Motas de polvo bailaron en el aire cual diminutas estrellas. Me di cuenta de que estaba sonriendo.
Satisfecho, Nevery respond.
Bien dijo speramente. Ahora, baja a cenar algo.

Nunca he tenido ni deseado aprendiz. Y sigo sin quererlo.


Para empezar, no s ensear, y no quiero un aprendiz todo el
da pegado a m. Probablemente muchacho me d ms quebraderos de cabeza que alegras.
No tiene locus magcalicus (serio problema), embustero empedernido, ladrn, etc., come como lima, saca de quicio a Benet.
Por otro lado, posee interesantes dones. No conozco a
ningn mago que haya podido repetir encantamiento del embero
despus de escucharlo solo dos veces, pero muchacho lo hizo.
Sorprendente. Adems, extrao que no haya estado nunca enfermo, pese a ser golfillo que vive en la calle. Seguramente tiene
afinidad con magia de la ciudad. Aunque no conozco precedente
de algo as.
Nota personal: enviar a Benet por materiales para fabricar
medidor de nivel ambiental de magia. Debo determinar si, tal
como dicen, ritmo del deterioro mgico se ha acelerado.
Lista para Benet:
hilo de cobre, muelles
lentes pticas (panvexas, pancavas)
mercurio (todo el que pueda conseguir)
cristal de la verdad (oscuro, a ser posible)
pndulos portuarios (tres)
polvos de bruir
partelet
tuercas y tornillos de diferentes tamaos.

unca antes haba estado en el taller de


Nevery, el lugar donde
preparaba su magia. El
mago haba encargado a Benet que
arrancara de las paredes el rado papel y las encalara, y en un candelabro de cristal suspendido del techo haba candelas encendidas, de
modo que la estancia estaba limpia y bien iluminada, aunque no ordenada. En el centro de la habitacin, descansaba una mesa alta cubierta de
alambiques y bobinas de cobre, tazas sucias, globos visualizadores, retales de seda y papeles, y, en medio, un batiburrillo de paquetes envueltos en papel marrn.

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Por la maana, cuando entr con el t y un plato de bollos con miel,


encontr a Nevery sentado frente a la mesa en un taburete alto. Me mir,
y sus pobladas cejas grises descendieron para fruncir el ceo.
Llama antes de entrar, muchacho rezong. Me has hecho
derramar el mercurio.
Efectivamente, bolitas de plata lquida rodaron por la mesa y cayeron al suelo.
Yo lo recoger! Dej el t y los bollos, agarr un tarro de
cristal y me abalanc sobre el mercurio.
Detente! bram Nevery saltando del taburete. Me qued muy
quieto mientras l se inclinaba y me arrebataba el tarro. Fjate bien,
muchacho. Seal el interior del tarro, que contena un poso de
cristales verduscos. Turmalina inform. Nunca, bajo ningn concepto, hay que mezclar mercurio con turmalina.
Contempl el tarro y luego las bolitas de mercurio del suelo.
Por qu no?
Porque cuando se mezclan, explosionan. Limpi otro frasco de
cristal con la manga y me lo tendi. Ahora recoge el mercurio. Con
cuidado. Cuesta mucho conseguirlo y necesito hasta la ltima gota.
Me arrodill debajo de la mesa y fui tras el mercurio mientras
Nevery, sentado en su taburete, desayunaba. Descubr que el mercurio
era astuto y no se dejaba cazar. Se me escurra de los dedos y se divida
en bolitas an ms pequeas. El mejor mtodo para recogerlo consista
en arrastrarlo a soplidos y levantarlo con el propio frasco. Claro que
entonces el mercurio que ya haba conseguido atrapar intentaba escapar
de nuevo.
Me pregunt para qu serva el mercurio. El mago de cabellos blancos que haba visto en la mansin del Underlord haba dicho que quera
ms.
Nevery dije mientras animaba a una bolita plateada a entrar en
el tarro. Por qu no deben mezclarse el mercurio y la turmalina?

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Ya te lo he dicho, porque explosionan.


S, pero por qu explosionan? Atrap la ltima bolita de mercurio, sal a rastras de debajo de la mesa y me levant. Dej el frasco
sobre la mesa, aunque bien lejos del tarro que contena la turmalina. Me
inclin para examinar el mercurio. Pareca un espejo lquido girando
suave y plcidamente. Qu pasa con el mercurio y la turmalina? Si
por separado no explosionan, por qu lo hacen cuando los unes?
Nevery termin su t, dej la taza sobre la bandeja y asinti mientras
se mesaba la punta de la barba.
Es una buena pregunta, muchacho. Se levant. Ven conmigo.
Lo segu hasta el estudio, donde sac de un estante un libro grueso
encuadernado en cuero rojo.
Toma. Coloc el libro en mis manos. El primer captulo te
dar la respuesta a tu pregunta. Lelo y luego te preguntar para ver si lo
has entendido.
Pero
Nevery frunci el entrecejo.
Si quieres ser mi aprendiz, muchacho, debers aprender a no discutir conmigo y hacer lo que te mando. Sin ms, sali de la habitacin
y cerr la puerta con un golpe seco.
Me acerqu a la mesa, tom asiento y abr el libro. Hum. La viejas
pginas tenan los mrgenes marrones y quebradizos. La tinta, no obstante, despeda un extrao brillo, y casi todas las hojas estaban adornadas con dibujos de diferentes colores. Lo cerr y me di un paseo por la
habitacin.
Nevery estaba trajinando en su taller y seguro que no quera ser
molestado.
Muy bien, no lo molestara. Desde nuestra llegada a Heartsease,
haba deseado explorar la otra ala de la mansin.
Sal del estudio. En el patio soplaba un viento fuerte, y oscuros
nubarrones se paseaban por un cielo de un tono ligeramente ms claro.

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Nubarrones cargados de lluvia. De nieve no. An no haca tanto fro


como para que nevara.
Sorteando las zarzas y hierbajos, rode la casa hasta divisar una
ventana por la que se poda entrar. Estaba separada del suelo por dos
veces mi estatura, pero una espesa enredadera trepaba por la pared hasta
ella, de modo que tom esa va. Los cristales estaban rotos. Cogido a la
enredadera con una mano, alargu la otra y descorr el pestillo, levant
el marco de la ventana y entr.
Era un taller. Pestae hasta que mis ojos se acostumbraron a la penumbra y advert que la lluvia haba entrado por el boquete de la ventana;
las cortinas y la alfombra estaban podridas y hmedas. La estancia, que
ola a moho, tena una mesa con taburetes y las paredes estaban forradas
de estantes. Sobre la mesa haba incontables alambiques y frascos de
cristal invadidos por el polvo y las telaraas.
Tambin haba una especie de artefacto metlico del tamao de mi
mano, con piones y mbolos que parecan haberse derretido, como si
les hubiera cado un rayo. Me lo guard en el bolsillo para enserselo a
Nevery.
Entonces encontr las cosas interesantes.
Al fondo de la estancia haba un elegante escritorio de madera labrada con un bal debajo cerrado con llave. El bal tena ribetes metlicos y estaba cubierto de polvo y telaraas.
Lo saqu a rastras de debajo del escritorio y lo limpi con la manga
del abrigo. La cerradura pareca bsica, un sencillo cilindro de cuatro
clavijas. Saqu mi ganza. Saba s, saba que deba esperar a que
lo abriera Nevery. Pero no poda esperar. Tena que averiguar qu haba
dentro.
Me arrodill delante del bal, molde la ganza hasta darle la forma
idnea y la introduje en la cerradura. Dedos rpidos: los alambres encajaron en el lugar justo y la cerradura gir. Suavemente. Como si hubiera

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estado esperando a que alguien la abriera. Me guard la ganza y, al levantar la tapa del bal, se oy un chirrido.
Estaba lleno de piedras.

De Nevery Flinglas, mago,


a los maestros de Wellmet.
Antiguos colegas:
No me cabe duda de que estis al corriente de mi regreso a
Wellmet. Me complace informaros de que la orden de exilio que
me oblig a abandonar la ciudad veinte aos atrs ha sido levantada por orden de Su Excelencia, la duquesa.
He advertido que la ciudad est padeciendo un descenso en su
nivel mgico; confo en que tambin vosotros lo hayis notado.
En mi opinin, los magos del Saln de Maestros necesitan
una persona que los dirija para, en primer lugar, acotar el problema, y en segundo, elaborar un plan para frenar el deterioro
mgico. Ofrezco mis servicios y por la presente expreso mi disposicin para ser vuestro gua en esta crisis.
Cuando hayis ponderado mi oferta, podis enviarme la
respuesta a Heartsease.

NEVERY FLINGLAS

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as piedras que haba encontrado estaban dispuestas sobre cinco


bandejas forradas con
terciopelo azul descolorido y apiladas unas encima de las otras. En el
fondo del bal, hall un libro cubierto de cuero agrietado que tena
grabadas en oro unas runas y un
reloj de arena con alas en los costados. Haba visto antes ese reloj. Tallado en la piedra del suelo de la entrada de Heartsease, y en la insignia
que Nevery luca en la toga.
Dej el libro a un lado y distribu las bandejas por el suelo, a mi
alrededor, para inspeccionar las
piedras. La primera era un guijarro
gris, plano y redondo, del tamao de la palma de mi mano. Cuando pas
el dedo por la suave superficie, la sent caliente y extraamente
acogedora. Cerr los ojos y ante m apareci la imagen de una dama alta
y delgada con el pelo gris y un vestido gris. La dama levant una mano,
en la que sostena el guijarro gris, y se desvaneci.
La siguiente piedra era negra, spera al tacto, con incrustaciones de
cristal ahumado. La levant y vislumbr a un hombre barbudo y

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corpulento que me recordaba a Nevery. El hombre me mir con el entrecejo fruncido y me apresur a devolver la piedra a su lecho de
terciopelo.
La siguiente era un fino fragmento de cristal azulado. Lo acarici y
vi a una muchacha rubia que me sonri tmidamente, antes de darse la
vuelta y desaparecer.
Sentado sobre la enmohecida alfombra del taller, examin la piedras
una a una. Algunas estaban vacas, como si les hubieran chupado hasta
la ltima gota de magia. Otras me producan un cosquilleo en las yemas
de los dedos, y las haba que daban un respingo antes de recuperar su inmovilidad, como si se hubieran vuelto a dormir.
La ltima piedra estaba envuelta en un retal de seda amarillenta
sujeto con una cinta deshilachada. Cuando levant el pequeo paquete
con la intencin de abrirlo, lo not muy ligero, como si no contuviera
nada, aunque poda notar la suavidad de la piedra bajo la seda. Con
sumo cuidado, deshice la cinta y la piedra rod por la tela hasta posarse
en la palma de mi mano.
En ese momento, experiment un fro mareo por todo el cuerpo que
me revolvi el estmago y me llen la visin de puntos negros. La
piedra me estaba rechazando. La dej en el suelo y retroced hasta la puerta a trompicones, donde me dobl en dos, tiritando de fro.
Apoyado en la jamba, respir hondo. Desde donde estaba, la piedra
pareca una fina gema del tamao del puo de un beb. Me acerqu y me
arrodill frente a ella para examinarla mejor, pero sin tocarla. De un
tono aberenjenado, pareca un ojo morado, pero al observarla ms detenidamente vi que estaba cubierta de fisuras que la atravesaban de lado a
lado. En realidad, haba ms fisuras que piedra. Tena que mencionrselo a Nevery.
La dej donde estaba, devolv las dems piedras al bal y cog el
libro para enserselo a mi maestro. Mientras cerraba la tapa, vislumbr
un movimiento por el rabillo del ojo.

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Me volv raudo, temiendo que la piedra morada hubiera decidido


atacarme de nuevo.
Pero no era la piedra. Era una gata.
Estaba sentada delante de la puerta, observndome con unos ojillos
amarillo verdosos. Tena la cara y la cola a rayas grises y negras y el
resto del cuerpo blanco, como si alguien la hubiera sujetado por las
orejas y la cola y sumergido en leja. Posea un porte elegante y pareca
bien alimentada.
La punta de su cola tembl. Me arrodill y acarici el suave pelaje
entre las orejas. Ronrone y frot la carita contra mi mano.
Le gustara venir conmigo, seorita? pregunt.
Me guard el libro de cuero agrietado en el bolsillo, junto con el extrao artefacto de metal derretido, y regres a la ventana. Con la gata
siguindome, me encaram al alfizar y mir afuera.
Haba empezado a llover y una cortina de agua helada ocultaba el
patio. Salt, chapoteando con las botas, en tanto que la gata descenda
remilgadamente por la enredadera.
Buen trabajo, Dama dije. Quieres que te lleve en brazos
para que no te mojes? La levant del suelo y me la puse debajo del
abrigo.
Corr por el inundado patio metiendo las botas en los charcos. Junto
a la puerta del almacn haba una enorme pila de lea; probablemente la
haba cortado Benet. Pas por delante de ella y entr.
Sub a la cocina chorreando. Benet estaba delante de la mesa
troceando un pollo con un cuchillo largo.
Al verme, dej de trocear.
Te est buscando dijo, sealando el techo con el cuchillo.
Asent y dej a la gata en el suelo. Dama estornud y, ofendida, se
apart de m. Tal vez pensaba que la lluvia era culpa ma.
Se llama Dama dije. Es muy buena cazando ratones.
Benet solt un gruido.

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Y l no est contento.
No, saba que no lo estaba.
Sub lentamente hasta el estudio. Al orme entrar, Nevery levant la
vista de un libro, se puso en pie y dej caer el libro sobre la mesa con un
estruendo. Me detuve con la mano en el pomo.
Te encomend una tarea, muchacho bram. Te dije que leyeras el primer captulo y has desobedecido.
No he desobedecido repuse. Bueno, no exactamente
Lo has ledo? Seal el libro de cuero rojo, que segua abierto
sobre la mesa.
No dije.
Nevery pareca mercurio mezclado con turmalina.
Entonces, no lo has ledo.
Respir hondo. Saba que lo que iba a decirle no le iba a gustar.
Nevery, no s leer.
El mago me mir con cara de pasmo. Mene la cabeza. Murmur
algo entre dientes y luego pregunt:
No has ido a la escuela?
Lo mir con idntica estupefaccin. Me haba criado en Crepsculo,
lo saba muy bien. A qu escuela esperaba que hubiera ido?
Nevery volvi a sentarse.
Yo no dispongo de tiempo para ensearte a leer, muchacho.
Tendrs que ir a la academia.
Al colegio?
Nevery baj las cejas.
No discutas mis rdenes, jovencito.
No pensaba discutir con l. Ira al colegio.

ntregu a Nevery el libro que haba encontrado en el viejo


taller y le habl del bal lleno de piedras. Tambin le ense
el artefacto de metal derretido. Lo gir en sus manos, examinando los resortes y piones atascados.
Qu es? pregunt.
Un condensador mgico contest, dejndolo sobre la mesa.
Qu es un condensador?

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Me lanz una mirada impaciente por debajo de las cejas y cogi de


nuevo el artefacto.
Ves esto? Dio un golpecito a un tubo de un dedo de ancho que
se abra como una boca sonriente. Es la vlvula de entrada. Absorbe
la magia ambiental y seal una protuberancia de metal la almacena aqu. El mercurio retiene la magia. De ese modo, el mago puede
examinar y probar la magia almacenada antes de liberarla de nuevo por
esta vlvula. Seal un pequeo ventilador y me tendi el artefacto.
Pesaba ms de lo que pareca. No me gust.
Eres un condenado fisgn, muchacho rezong Nevery.
Despus de reirme un poco ms por haberme colado en la otra ala
de la mansin, pronunci su castigo por lo que l llamaba fisgoneo y yo
simple curiosidad: me oblig a meter en el almacn la lea cortada por
Benet, donde permanecera al abrigo de la lluvia y sera ms fcil de recoger por las maanas, cuando Benet necesitara lea para el fuego de la
cocina.
Terminada la tarea, regres al estudio. Nevery estaba sentado en su
silla, leyendo el libro con el reloj de arena grabado en la tapa.
Ya he recogido y almacenado la lea dije. No haba dejado de
llover ni un segundo mientras lo haca, de modo que estaba empapado,
muerto de fro y algo cansado. Me acerqu a la chimenea, donde arda
un fuego vigoroso.
Nevery no levant la vista del libro.
En ese caso, ve a buscarte algo que hacer.
En realidad, Nevery dije, colocando mis ateridas manos delante
de las llamas, quera hablarle de las piedras.
Cerr bruscamente el libro.
Las piedras que encontraste en el taller.
Asent y me sent cerca de la chimenea con las piernas cruzadas.
Son piedras locus magicalicus, verdad? pregunt.

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Naturalmente respondi Nevery. Hizo una pausa. Los magos


a quienes pertenecieron ya llevan mucho tiempo muertos. Levant el
libro. Esta es la crnica de mi familia. Aqu estn anotados sus
nombres y las descripciones de las piedras.
Ah dije. Mir fijamente el fuego. De modo que el hombre barbudo de la piedra spera y la chica tmida del cristal azulado estaban
muertos.
Nevery me clav una de sus miradas penetrantes.
Imagino, muchacho, que con lo fisgn que eres examinaste las
piedras.
S. Suspir. La dama gris es mi preferida.
La dama gris repiti Nevery.
La que tena la piedra plana de ro. Me gust su sonrisa.
Nevery se inclin hacia delante y me cogi por el mentn para obligarme a volver la cabeza.
Me ests mintiendo, muchacho? pregunt, furibundo.
Pestae e intent apartarme, pero me tena bien agarrado.
Me ests mintiendo? repiti.
No! dije.
Finalmente me dej ir y se reclin en su silla, fulminndome con la
mirada.
Retroced hasta quedar fuera de su alcance.
No leste nada sobre las piedras y sus dueos en el libro, verdad?
No, Nevery respond. Los dueos se me aparecieron al tocar
la piedras.
En serio? Qu interesante. Hblame de ello.
De acuerdo. Le habl de cada piedra y de lo que haba visto o sentido al tocarla. De vez en cuando me interrumpa para consultar el libro,
luego asenta y me indicaba que prosiguiera. Le habl de la gema
morada, de cmo me haba atacado.

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No me sorprende repuso Nevery, teniendo en cuenta que es


la piedra de mi ta bisabuela Alwae. Tuviste suerte de que no hiciera
algo peor.
Haba terminado de hablarle de las piedras. Nos quedamos un rato
callados, l hojeando el libro, yo contemplando el fuego.
Nevery se aclar la garganta.
Como probablemente habrs observado, la locus magicalicus refleja la personalidad de la persona que la lleva. Un mago dbil tiene una
piedra blanda y quebradiza, y hace toda clase de esfuerzos por protegerla. La piedra de un mago tenaz es dura y resistente.
Ah. Record que la piedra de Nevery era muy dura y suave, tan lisa
que casi pareca un espejo. Y muy, muy peligrosa. Su hielo y su viento
haban estado a punto de acabar conmigo despus de que se la robara.
Hizo una pausa y me mir.
Me ests escuchando, muchacho?
Asent y sigui hablando.
La piedra de un mago puede ser un mero guijarro recogido en la
cuneta de un camino o una gema como la de Alwae, aunque estas aparecen muy raramente y pueden tener consecuencias funestas. Una locus
magicalicus, cuando lleva un tiempo con un mago, puede asimilar algunos de sus rasgos. Y cuando el mago muere, retiene su personalidad.
Es posible destruir una piedra? pregunt.
Hummm, s, si el mago intenta ejercer una magia mayor de la que
la piedra es capaz de tolerar. En ese caso, el mago tambin perece.
Todo eso era muy interesante y Nevery me lo estaba contando
porque ahora era verdaderamente su aprendiz. Permanecimos callados
un rato. Dama apareci en la habitracin y, despus de olisquear el pie
de Nevery, trep hasta mi regazo. La acarici mientras miraba el fuego
apoyado en la silla de mi maestro. En la habitacin haca una temperatura agradable y el fro que haba pillado trasladando la lea se haba
evaporado con el fuego. Lo nico que necesitaba necesitaba ahora era

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algo de cena, pero estaba demasiado a gusto para bajar a buscarla. Dama
ronrone.
Qu es eso? pregunt Nevery, cerrando el libro sobre las
piedras locus.
El qu? Levant la vista, pestaeando. Me haba quedado dormido? Dama baj de mi regazo y se desperez.
Nevery la seal.
Una gata dije.
Eso ya lo veo. Qu est haciendo aqu?
Vive aqu dije. Nevery frunci el entrecejo, pero, antes de que
pudiera decidir que no quera a Dama en la casa, aad: Benet dice
que la necesitamos para los ratones.
Hummm. Tal vez. Dej el libro y se levant. Bien,
muchacho, vas a tener que buscarte una locus magicalicus, cuanto antes
mejor. Ah, y maana iremos a la academia.

Muchacho posee interesante don. Muy sensible a loci magicalici. Puede leerlas. Vio a mi madre en su piedra locus; la
llam la dama gris.
Todava no he recibido respuesta de maestros a mi carta. Seguro que estn analizando la redaccin de la primera frase, tras
lo cual se pondrn a debatir qu hacer de cena.

Ya te dije que soy mago. Conn

l da siguiente, Nevery decidi llevarme a la academia por


la tarde porque haba odo que los maestros iban a reunirse
al anochecer.
Todava no me esperan dijo, recogiendo su bastn
y encasquetndose el sombrero de ala ancha. Mejor mantener la intriga. Andando, muchacho.

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Seguido por m, sali de la mansin con paso presto, cruz el patio


encharcado y tom la escalera que bajaba hasta el tnel y la verja. Sin el
ms mnimo titubeo, sostuvo en alto su locus magicalicus y pronunci el
conjuro de abertura. Despus de un chisporroteo y un destello, la verja
se abri y Nevery sigui andando mientras yo lo segua al trote para no
rezagarme.
Nevery dije. Quera hablar con l sobre la bsqueda de mi locus
magicalicus y el tema del colegio. Iban a ensearme a leer, eso estaba
claro, pero qu ms?
Escucha, muchacho dijo, detenindose un instante para clavarme una de sus miradas penetrantes antes de reemprender la marcha.
Asent para indicarle que estaba escuchando.
Debes llamarme preceptor, no Nevery.
Lo mir sin comprender. Acaso su nombre no era Nevery?
Por qu? pregunt.
Como muestra de respeto, muchacho.
Pero si yo lo respeto dije. Era cierto, lo respetaba.
Mene la cabeza.

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Para mostrar que respetas el hecho de que yo posea conocimientos, experiencia y habilidades que t no posees. Que soy tu preceptor.
Lo rumi mientras Nevery abra otra verja.
Pero yo tambin poseo conocimientos, experiencia y habilidades
que usted no posee, Nevery. Y por lo menos yo no le llamaba viejo
del modo en que l me llamaba muchacho.
Tal vez, pero yo te enseo repuso Nevery.
Yo tambin podra ensearle lo que s, si quiere dije, acelerando el paso para darle alcance.
De veras? Me lanz otra de sus miradas. Como qu?
Como robar bolsillos y abrir cerraduras, conocer las rutas secretas
de la ciudad, caminar en las sombras. Vale la pena aprenderlo.
Nevery abri la boca para decir algo, pero finalmente opt por cerrarla y seguir andando, haciendo tac tac tac con su bastn contra los
hmedos adoquines del tnel. Cruzamos una verja lustrosa y ms ornamentada que las dems.
Bien dijo, esta es la entrada de la academia. Sgueme.
Tomamos la escalera que suba hasta la isla de la academia. La escalera desembocaba en un amplio patio enlosado que en ese momento
estaba repleto de estudiantes y maestros que charlaban animadamente.
El colegio propiamente dicho era un edificio enorme con cuatro torres
en punta flanqueadas por alas de cuatro plantas, que se extendan como
brazos envolventes.
Mientras Nevery cruzaba el patio, conmigo trotando detrs, la gente
detena sus conversaciones y se congregaba en pequeos grupos para
mirarlo y sealarlo. Nevery no les prest atencin; conocindolo, probablemente ni repar en ellos. Cuando llegamos a la amplia escalinata
que conduca a la entrada principal de la academia, ech a andar, tac tac,
hacia la puerta, y de repente se dio la vuelta. Haba reconocido a
alguien.

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Oh, no, tambin yo. El mago gordinfln del Saln de Maestros. De


repente tem que no me quisiera en su academia.
Brumbee dijo Nevery con una inclinacin de cabeza.
Brumbee, que llevaba el mismo traje oscuro bajo la chillona toga
amarilla que le haba visto en la reunin, pareca sorprendido.
Nevery!
Los maestros se renen esta noche, verdad? pregunt mi
preceptor.
Efectivamente. Brumbee parpade. Quiz deberamos ir a
mi despacho para mmmm hablar de ello?
No puedo respondi Nevery. Tengo unos asuntos que atender
antes de la reunin.
Oh! Entonces, asistirs? pregunt Brumbee.
S dijo Nevery. Me seal. Este muchacho de aqu es mi
aprendiz. Necesita una plaza en la academia.
Tu aprendiz? pregunt Brumbee. T nunca has tenido
aprendiz.
Nevery frunci el entrecejo.
Pues ahora lo tengo. Puedes admitirlo?
Brumbee me ech un vistazo rpido. Luego me observ con ms
detenimiento.
Creo que s.
Bien. Nevery se volvi hacia m. Prtate adecuadamente,
muchacho, e intenta aprender algo. Se dio la vuelta para marcharse.
Brumbee lo agarr por la manga.
Nevery!
Qu?
Solo quera decirte que el mago gordinfln baj la voz
que te necesitamos aqu. Gracias por haber regresado a Wellmet.
Nevery pareca sorprendido. Cogi la mano rolliza de Brumbee y le
dio un enrgico apretn antes de alejarse por la escalinata.

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Brumbee lo mir mientras se alejaba y luego se volvi hacia m.


Vaya, vaya, as que eres el aprendiz de Nevery.
Asent.
Acompame, por favor.
Lo segu hasta el interior de una galera de techos altos. Desde la terraza del primer piso descenda una escalera doble y la piedra del suelo
era negra y resbaladiza. Cruzamos el amplio vestbulo hasta una puerta
que estaba abierta. Brumbee me invit a pasar.
Mis estancias dijo. Este es mi despacho, y al lado tengo un
taller y un estudio. Es muy cmodo. Cerr la puerta. As nadie nos
molestar.
La habitacin, pintada de un amarillo ms oscuro que el de su toga,
tena un escritorio de madera labrada con una cmoda butaca detrs, algunos bancos y estanteras pegados a las paredes, una alfombra azul
marino salpicada de estrellas en el suelo y otro par de butacas. En una de
ellas, hecho un ovillo, descansaba un orondo gato negro, mientras que
otro de pelaje atigrado nos observaba desde el alfizar de la ventana. Me
qued en la entrada mientras Brumbee cruzaba la estancia para sentarse
detrs de su escritorio.
Vaya, vaya dijo, mirndome y cruzando sus manos regordetas. Me parece a m que t y yo ya nos conocemos. Aunque el encantamiento del embero es del todo ilegal, presiento que Nevery lo utiliz
contigo. T eres el gato, verdad?
Cscaras. Seguro que ahora me echaba por haber espiado a los maestros. Se me pas por la cabeza la posibilidad de mentirle, pero nada
bueno sacara con eso. Asent.
Hummm. Seal una butaca. Quieres sentarte?
La butaca pareca cmoda, pero prefer quedarme cerca de la puerta.
Saba, presenta, que estaba destinado a ser el aprendiz de Nevery, pero
tema que Brumbee me castigara por espiar a los maestros

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expulsndome de la academia o dicindome que era demasiado burro


para estudiar.
Brumbee estaba sacando de los cajones de su escritorio papel, pluma
y tinta. A continuacin acopl un plumn de metal a la pluma.
Cmo te llamas?
Conn dije. No era mi nombre completo, pero por el momento
sera suficiente.
Bien. Brumbee sumergi la pluma en la tinta y escribi algo en
el papel. Luego levant la vista. Dime, qu edad tienes?
Ignoraba la respuesta a esa pregunta. Me encog de hombros.
Hummm murmur Brumbee. Cuntos aos has
estudiado?
No contest. Aquello era una encerrona. Me dieron ganas de regresar
a Heartsease e intentar persuadir a Benet de que me enseara a leer.
Brumbee dej la pluma.
Tienes intencin de responder a mis preguntas, Conn?
Respir hondo. Nevery me quera all, de modo que all me quedara.
Si puedo, s contest.
Me observ mientras yo permaneca inmvil junto a la puerta.
Hummm Asinti. Me parece que ya entiendo. Se qued
un rato en silencio, rumiando . Ya lo tengo dijo para s. Luego se
dirigi a m. Cmo conociste a tu preceptor?
He ah una pregunta que poda responder.
Intent robarle su locus magicalicus.
Los ojos de Brumbee se abrieron como platos.
Que hiciste qu?
Bueno, de hecho se la rob.
Y no te mat?
Negu con la cabeza y di unos pasos hacia el escritorio.

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Lo intent al cabo de un rato, pero no se lo permit. Nevery lo encontr interesante, as que despus de quitarme la piedra locus me tom
como su aprendiz.
Ya dijo Brumbee.
Bueno, no exactamente aclar. Me sent en una butaca. Al
principio me tom como su criado, pero luego se dio cuenta de que deba ser su aprendiz.
Cielos dijo Brumbee. Y ahora, Conn a ver si lo he entendido bien ahora Nevery necesita que la academia te ensee algunas
cosas para que puedas ser un buen aprendiz.
Eso es contest. Bsicamente, he de aprender a leer.
Entiendo dijo Brumbee. Leer. Aqu podemos ensearte ese
tipo de cosas, desde luego.
Respir aliviado. No iba a echarme, despus de todo.
Puedo empezar hoy? pregunt.
Hoy ya es un poco tarde, pero puedes comenzar maana. Imagino
que sabes que la mayora de nuestros alumnos, tanto aprendices como
estudiantes ordinarios, ingresan en la academia a una edad bastante ms
temprana que la tuya.
Asent.
Brumbee farfull algo mientras jugueteaba con su pluma.
Pero no creo que deba ponerte con los nios ms pequeos.
Neg con la cabeza. No, me temo que eso no funcionara.
Hummm Guard silencio. Luego me pregunt: Qu has aprendido hasta ahora, Conn?
Un poco sobre las piedras locus. Y que el mercurio y la turmalina
no deben mezclarse. Repas en mi cabeza los ltimos das. Y el encantamiento del embero, y todas las palabras clave para abrir las verjas
que conducen a Heartsease, y un conjuro para hacer luz.
Estupendo! exclam Brumbee con una sonrisa. Te importara ensearme tu locus magicalicus?

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Oh, oh.
Todava no tengo mi locus magicalicus dije.
Brumbee dej de sonrer.
Claro que la tienes. Has de tenerla, de lo contrario Nevery jams
te habra aceptado como aprendiz.
Pues lo hizo repliqu.
Esto es de lo ms irregular dijo Brumbee. Sin una piedra
locus, cmo puede Nevery? Se interrumpi de golpe . Hablar
del asunto con l. Ha de ayudarte a buscar una piedra locus. En la academia tenemos una extensa coleccin, son propensas a congregarse
aqu. Y Nevery tendr que presentarte al Saln de Maestros. Por tradicin, los aprendices de los magos han de ser reconocidos por nuestro
cuerpo rector.
Asent. Haba visto cmo trabajaban los maestros; no les tena
miedo.
En cuanto al tema de aprender a leer prosigui Brumbee,
creo que ser mejor que formes parte de una clase de estudiantes
mayores y recibas clases particulares complementarias. Tendrs que trabajar muy duro para ponerte al da.
No me importaba. Trabajara duro y me pondra al da.

Frustrado por reunin con maestros.


Haban recibido m carta, y se habran pasado semanas analizando mi eleccin de papel y tinta si no hubiera llegado en el
momento en que lo hice.
Mentecatos.
Pero al final, pese a protestas de Pettivox, maestros
acordaron que yo los guiara en esta crisis.
Nota personal: enviar a Benet a plaza Sark a comprar mercurio. Preguntar a Brumbee si a los maestros les sobra un
poco. Nunca haba sido tan difcil conseguirlo.

l da siguiente, Nevery me dijo que deba comparecer ante


los maestros para que me aprobaran como su aprendiz.
Despus podra empezar mis clases en la academia.
Camino del Saln de Maestros, Nevery pareca distrado.
Caminaba por los tneles con paso ligero, obligndome a andar al trote
para no rezagarme. No me pareci buena idea hacerle las preguntas que
me rondaban por la cabeza. Qu iban a preguntarme los maestros? Les
importara que todava no supiera leer? Querran saber sobre mi locus
magicalicus? Me descubriran si menta?

103/299

Y si no me aceptaban?
Llegamos al Saln de Maestros y segu a Nevery por un pasillo largo
en el que nuestros pasos resonaban. Cuando llegamos a la enorme puerta
de doble hoja, me dijo:
Espera aqu hasta que te avise.
Antes de que pudiera responder, ya se haba escurrido en la sala y
cerrado la puerta tras de s.
No tena motivos para estar demasiado nervioso, y sin embargo estaba temblando. Me pase arriba y abajo delante de la puerta, temiendo
que en cualquier momento se abriera y un maestro me metiera en la sala
para soltarme una regaina. Pero nadie sali. Al rato, me sent en el
suelo.
Finalmente la puerta se abri con un chirrido y me incorpor de un
salto. La maga de nombre Periwinkle se detuvo en el umbral con las
manos sobre las caderas. La mir a travs del desgreado flequillo que
cubra mis ojos. Llevaba la misma toga gris que el primer da que la vi,
con la insignia de una flor azul cosida en la manga, y un vestido azul
marino debajo; era de espaldas anchas y pareca fuerte, y llevaba su pelo
gris recogido en un moo desmadejado.

104/299

Me mir de arriba abajo.


Eres el muchacho de Nevery? pregunt.
Asent.
No eres como te imaginaba. Pareca decepcionada.
Me pregunt cmo me haba imaginado. Un poco ms alto, quiz.
Condenado Nevery farfull entre dientes. Este muchacho
parece una rata de cloaca.
Me mir.
Pero si llevo botas protest. Y mi abrigo marrn, una camisa
bastante aseada, una bufanda de lana y un pantaln con parches en las
rodillas en lugar de agujeros.
No pasa nada, muchacho, pero dile a Nevery que te corte el pelo.
Y una advertencia antes de entrar. Baj la voz. Nevery no es
Call y contempl el techo mientras se frotaba la barbilla no
goza de la simpata de todos los maestros. Por ese motivo, es posible
que alguno se niegue a reconocerte como su aprendiz.
Pura poltica, estaba diciendo. Puede que algunos maestros me rechazaran nicamente para fastidiar a Nevery. De todas formas, yo era el
aprendiz de Nevery, les gustara o no.
La maga afil la mirada.
Entiendes lo que te digo? Ve con pies de plomo.
Lo entenda. Asent.
Bien. Abri la puerta un poco ms y me invit a entrar.
La sala de reuniones era tal como la recordaba, pero no tan grande
como le haba parecido a mi yo gato. La mesa ocupaba casi todo el largo
de la estancia y tena muchos asientos vacos, como si en otros tiempos
hubiera habido ms maestros que en la actualidad. De las paredes colgaban leos mugrientos con marcos deslustrados, as como algunos estantes repletos de libros polvorientos que pareca que nadie leyera. Al
fondo de la sala, haba un amplia chimenea apagada.

105/299

Cuando entr, los magos se volvieron hacia m. Haban estado discutiendo; lo saba por el humo que sala de las orejas de Nevery y la expresin ceuda del mago sentado frente a l.
Ese tena que ser Pettivox. Era muy alto, ms alto incluso que
Nevery, y corpulento, con el pelo y la barba blancos, una dentadura
blanca reluciente y labios rojos.
Conoca esa cara. Era el mago que haba visto en casa del Underlord,
en el taller subterrneo secreto. Tragu saliva y desvi la mirada.
Pettivox vesta una toga de seda negra con galones dorados en los
puos y el cuello, y en la manga la insignia de unas runas bordadas con
hilo dorado; tambin luca pesados anillos de oro en los dedos y una cadena, de oro, en el cuello, de la que penda un cristal blanco opaco del
tamao de una ua. Su locus magicalicus. Qu curioso que la exhibiera
de ese modo. Probablemente estaba orgulloso de ella y quera presumir.
No me gustaba ese hombre. Y era evidente que yo tampoco le gustaba a l. Me mir como quien se mira la suela del zapato despus de pisar algo blando y maloliente.
Ponte ah dijo Periwinkle, sealando el extremo de la mesa.
Obedec y me qued muy quieto mientras los magos me estudiaban
desde su asientos. Nevery me lanz una mirada rauda antes de desviar
los ojos con el entrecejo fruncido, como si no le gustara lo que acababa
de ver. Periwinkle tom asiento a su lado.
Sentados a la mesa tambin estaban Brumbee, rollizo y satisfecho en
su toga amarilla; Sandera, la dama de aspecto entusiasta; Trammel, el
hombre del rostro severo y, junto a Pettivox, el mago flaco y menudo
que pareca un murcilago y que me haba dejado entrar como gato en la
sala.
Brumbee se aclar la garganta.
Nevery?
Nevery, que pareca todava enfadado, hizo un gesto seco con la
cabeza.

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Est bien, Brumbee, lo haremos segn el protocolo. Me seal


con un dedo al tiempo que fulminaba a Pettivox con la mirada. Yo,
Nevery Flinglas, presento a este muchacho ante mis colegas maestros
para que lo acepten como mi aprendiz.
Muy bien dijo apresuradamente Brumbee, paseando una mirada
nerviosa por la mesa. Se trata nicamente de una formalidad, por
supuesto. Podemos pasar ya a aceptar a Conn como aprendiz de
Nevery?
Quiero ejercer mi derecho a formular algunas preguntas dijo
Pettivox. Pese a tratarse de un hombre grande, su voz era fina y aguda.
Brumbee suspir.
Adelante, Pettivox.
Adelante, pens. Pregunta, pregunta.
Pettivox se inclin hacia delante, como un buitre, apoyando las
manos en la mesa.
Cuntanos, Conn, dnde vivas antes de conocer a tu preceptor?
Hummm. No era la pregunta que esperaba.
En Crepsculo contest.
Entiendo. Y tenas a alguien que cuidara de ti?
Negu con la cabeza. Adnde quera ir a parar?
Pettivox esboz una sonrisa hipcrita.
En ese caso, cmo te ganabas la vida en Crepsculo?
Antes de contestar, medit la respuesta. Pettivox estaba trabajando
con Crowe, me dije, de modo que probablemente saba de m ms de la
cuenta. A lo mejor quera empujarme a mentir para luego acusarme de
embustero.
Como ladrn, bsicamente dije. A veces robaba bolsillos,
pero se me da mejor forzar cerraduras.
A los maestros no les gust mi respuesta. Periwinkle frunci el entrecejo y Brumbee juguete con su pluma. Pero menos les habra gustado que hubiese mentido.

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Pettivox se recost en su silla y mir ufano a Nevery.


Un ladrn, Nevery? Solo t osaras presentar a un ladrn como
aprendiz.
Nevery cruz los brazos pero no respondi.
Sandera habl por primera vez, con voz firme y clara.
No te parece probable, Pettivox, que este muchacho ya le haya
mostrado su talento a Nevery, razn por la cual lo ha tomado como
aprendiz y razn por la cual nosotros deberamos aceptarlo? Me mir
bondadosamente. Te importara ensearnos tu locus magicalicus?
Cscaras. Haba confiado en que no me preguntaran por mi piedra
locus.
Todava no tengo dije.
Pettivox solt un bufido.
Esto es absurdo.
Brumbee, que ya saba que no tena una locus magicalicus, mene la
cabeza. El ceo de Periwinkle se acentu.
Vamos, Nevery, pens, di algo.
Pero Nevery no dijo nada. Estaba mirando fijamente la mesa con los
brazos cruzados y la expresin ceuda.
Y bien, Nevery? dijo Pettivox.
Nevery guard silencio. Sent un escalofro y apret los puos con
fuerza para frenar el temblor. Nevery iba a cambiar de opinin con respecto a m. Finalmente, levant la vista y asinti, como si acabara de
tomar una decisin.
Yo lo acepto, y t tendrs que confiar en m y aceptarlo tambin,
o enfrentarte a las consecuencias.
Pettivox golpe la mesa con el puo.
Una amenaza! Tpico de ti! Qu beneficio puede reportarle a
Nevery obligarnos a aceptar como aprendiz a un ladronzuelo que carece
de locus magicalicus y probablemente informa al Underlord de todo lo
que averigua?

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Lo dudo mucho repuso enseguida Brumbee. Conn no es


ningn espa. Me lanz una mirada fugaz. O, por lo menos, no es
un espa del Underlord. Creo que deberamos darle una oportunidad no
solo porque Nevery nos lo pide, sino por su propio bien. Propongo que
lo aceptemos como aprendiz.
Pettivox abri la boca para protestar, pero Brumbee se apresur a
continuar.
Con una condicin, no obstante. Ha de encontrar una locus magicalicus en, digamos, treinta das. Es tiempo suficiente, Nevery?
Nevery asinti.
Tendr que serlo. Seal la puerta. Hemos terminado contigo, muchacho. Espera fuera.
No hizo falta que me lo pidiera dos veces. Sal disparado de la sala
para aguardar en el pasillo.
Cerr la puerta y me apoy sobre la hoja porque las rodillas me
temblaban. La cosa no haba ido tan mal. Los maestros me haban aceptado bueno, ms o menos. Solo tena que encontrar mi locus magicalicus, y para ello dispona de treinta das. Pero por dnde deba
empezar?

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erminada la reunin con


los maestros, Nevery y
yo
regresamos
a
Heartsease
por
los
tneles. Yo iba callado, pues tena
mucho en que pensar. Treinta das
deberan bastar para encontrar una
locus magicalicus, no? Y Pettivox? Si era un maestro, qu haca
trabajando con Crowe?
Lo cierto, muchacho, es que
has conseguido despertar mi curiosidad dijo Nevery sin dejar de
andar. Me pregunto cmo conseguiste sobrevivir en Crepsculo.
Tengo unas manos rpidas
dije. Y tuve suerte.
Tal vez convino Nevery, detenindose para abrir una verja,
pero eso no es todo. La suerte y el hurto no te criaron de nio. Quin lo
hizo?
Oh, oh.
Mi madre respond.
Llegamos a la verja de Heartsease. Nevery la abri y lo segu por la
escalera hasta el patio. Me detuve junto al rbol y mir hacia el oeste. En
las ramas, los pjaros negros se mecan como hojas en la brisa. El sol
acababa de ponerse y, a lo lejos, el cielo de Crepsculo apareca

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salpicado de vetas anaranjadas. Como estrellas a travs de las nubes, ya


podan adivinarse algunas luces.
Nevery golpe el empedrado con el bastn.
Vamos, muchacho, hblame de ella.
Y me llamaba fisgn!
Se llamaba Black Maggie dije. Tena el pelo y los ojos
negros, y me ense a abrir cerraduras.
Maggie me haba enseado a respirar con calma y a mantener los dedos firmes, sin temblar, y tambin a extraer monederos de los bolsillos
con la suavidad de una pluma.
Est muerta?
Asent. La haban matado. Crowe la haba matado. No con sus propias manos. Pag a sus secuaces para que partieran las piernas a Maggie a
fin de que no pudiera andar, y a los pocos das muri. Pero no quera
mencionar al Underlord, porque no me pareca bueno que nos pusiera a
Crowe y a m en el mismo pensamiento.
Cunto hace de eso? me pregunt.
El viento soplaba con fuerza. Tiritando de fro, me ce el abrigo al
cuerpo.
El verano que llovi tanto y el ro se desbord y se llev por
delante los embarcaderos. Lo recuerda?
No dijo Nevery. Ech a andar por el patio en direccin a la
casa, mirando hacia los clidos ventanales. He vivido veinte aos en
el exilio, muchacho, pero hace siete aos hubo un verano excepcionalmente hmedo en todos los Ducados Peninsulares. Pudo ser entonces?
Lo medit. Siete aos. Cuando Maggie muri, cuando la mataron, yo
ya era lo bastante mayor para cuidar de m mismo. Asent.
Pero no quera seguir hablando de mi madre.
Nevery? pregunt.
Qu? dijo por encima de su hombro.
Corr para darle alcance.

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He visto antes a Pettivox.


De veras? Dnde?
En casa del Underlord.
Llegamos a la puerta del almacn, y Nevery se detuvo en el umbral.
Explcate.
Mientras usted hablaba con el Underlord me di una vuelta por la
casa dije.
Si no vas con cuidado, muchacho, tu condenado fisgoneo te
meter en serios aprietos me advirti Nevery.
Seguramente.
Me parece que Pettivox est trabajando para el Underlord
continu.
Nevery frunci el entrecejo.
Y da la casualidad de que Pettivox es el maestro que ms se opuso
a que te convirtieras en mi aprendiz.
No tiene nada que ver con eso, Nevery dije.
Gir sobre sus talones y cruz el almacn hacia la angosta escalera.
Escchame bien, muchacho dijo, quitndose el sombrero.
Pettivox puede ser sospechoso de muchas cosas, pero no de colaborar
con el Underlord. Como maestro que es, no le conviene. Si, efectivamente, viste a Pettivox en casa del Underlord, cosa que dudo, probablemente fue porque quera consultar con Crowe el descenso del nivel de
magia que sufre Wellmet. La prdida de magia le preocupa tanto como a
los dems maestros. Y ahora, no quiero que vuelvas a mencionarme este
asunto.
Captado. No volvera a mencionrselo.

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l da siguiente, Nevery
tena prisa por llegar al
Saln de Maestros.
Haba convocado una
reunin con el Underlord, me
explic.
Est pidiendo ayuda a la persona equivocada dije.
Mantente
al
margen,
muchacho replic Nevery, avanzando con paso ligero por el tnel
que llevaba a la academia. Tienes
otras cosas de que preocuparte. No
puedo ayudarte a buscar tu locus
magicalicus. Tendrs que encontrarla solo.
Tena treinta das. Bueno, ahora veintinueve. Tiempo de sobra. De
todas formas, no saba muy bien qu tena que hacer para dar con mi
piedra locus. Se me aparecera un da, as, sin ms? Tropezara con
ella y sabra de inmediato que era mi piedra? Vendra a m? Tendra
yo que salir al mundo a buscarla?
Cuando llegamos a la academia, Nevery se detuvo en lo alto de la
escalera. Haba una estudiante esperando.
Bienvenido, maestro Nevery dijo con una inclinacin. El
maestro Brumbee me orden que lo esperara aqu, seor. Dijo que tiene
un aprendiz que necesita clases particulares.

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Nevery asinti.
Es este muchacho. Me seal.
La chica pareca mayor que yo, o en cualquier caso era ms alta.
Tena unos ojos felinos de color gris y el cabello pelirrojo. Lo llevaba
muy corto, como si se lo hubiera rebanado con un cuchillo. Me desagrad desde el principio.
Muy bien, seor dijo. Y mirndome aadi: Sgueme.
Nevery comenc. Prefera no tener que ir con esa sabionda.
No discutas, muchacho repuso. Y no causes problemas.
Me mir severamente antes de alejarse por la escalera, tac tac tac,
rumbo al Saln de Maestros.
La chica me estaba mirando con altivez.
Deprisa dijo mientras cruzaba apresuradamente el patio sin prestar atencin a los dems estudiantes, que tenan sus miradas clavadas en
m.
La segu, mirndolos a mi vez. Llevaban puesta, como la muchacha,
una toga gris encima de la ropa, pero los colores de las insignias de las
mangas variaban. La de la chica era verde con letras amarillas.
Entramos y recorrimos un pasillo hasta una sala de estudio. Ella dej
su bolsa en el suelo, se sent en un banco, de cara a m, y apoy la espalda en la mesa. Por debajo de la toga asomaba un vestido de encaje de
seda negra que le llegaba hasta los tobillos, y unos botines tambin
negros. Se concedi unos instantes para mirarme de arriba abajo.
Cmo te llamas? me pregunt. Supongo que tienes un
nombre aparte de muchacho.
Conn respond. Connwaer.
Pero bueno. Por qu haba hecho eso? Con excepcin de Nevery,
nadie conoca mi verdadero nombre. Y voy y se lo suelto a esta horrible
muchacha.
Connwaer dijo, mirando el techo. Eso no es un pjaro?
Lo era, y ms le vala no decir nada ms al respecto.

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De plumas negras?
Asent.
Me lanz una mirada chispeante, llena de malicia.
Te queda bien.
Pestae, sorprendido. Puede que la chica, despus de todo, no fuera
tan horrible.
Yo me llamo Rowan. Soy estudiante ordinaria, no aprendiz de
maga, pero asisto como oyente a las clases de los aprendices. El maestro
Brumbee me ha dicho que necesitas aprender a leer.
S dije.
Se inclin para sacar algunas cosas de su bolsa: papel, lpices y un
par de libros.
Nunca he enseado a nadie a leer. Ignoro por qu el maestro
Brumbee me ha encomendado a m esta tarea. Me indic que me
acercara.
Me sent en el banco, a su lado.
Puede que est enfadado contigo dije.
Ja! exclam, y me lanz otra mirada chispeante. Yo creo
que quiere ensearme el don de la paciencia.
Pareca una persona impaciente; tal vez fuera ese el motivo.
Rowan abri un libro con runas escritas en todas sus pginas.
Es un libro de runas de la clase de los pequeos. Me dijo rpidamente los nombres. Luego desliz el libro por la mesa. Toma,
mratelas un rato. Yo tambin tengo que estudiar. Abri el otro libro.
Gir las pginas, mirando de nuevo las runas, y avanc hasta llegar a
las palabras. Si juntaba las runas, estas formaban patrones: palabras. Las
examin un rato hasta que Rowan cerr su libro y me quit el mo de las
manos.
Ya es suficiente dijo. Voy a sondearte.
A sondearme?
Dej escapar un suspiro.

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Voy a preguntarte para ver si sabes distinguir una runa de otra.


Segua sin comprender.
Si ya me las s.
Apoy un codo en la mesa y la barbilla en la mano, y se qued
mirndome.
Ya te has aprendido las runas?
Y cmo unirlas para formar palabras.
Ya. Demustramelo.
Recuper el libro y form algunas palabras.
Rowan me clav su mirada altiva.
Conque ya sabas leer.
No, no saba dije.
Mene la cabeza.
Mientes.
Por qu iba a mentir sobre algo as? pregunt. Se me ocurran
otras cosas mucho mejores sobre las que mentir.
Me mir durante un rato.
Tienes razn. Pero es que lo has aprendido con una rapidez asombrosa. De pronto esboz una gran sonrisa que dio a su cara severa y
altiva un aire mucho ms simptico. Puede que, simplemente, yo sea
muy buena profesora.
En ese momento, la puerta se abri y un grupo de estudiantes con togas grises irrumpi en la sala. Rowan recuper su expresin severa y altiva y cerr bruscamente el libro de runas.
Oh, lo siento, lady Rowan se disculp un estudiante, resoplando. No sabamos que estuviera estudiando aqu. Empezaron a
retroceder.
No importa dijo. Ya hemos terminado. Me pas el libro.
Toma. Estudia esta noche y maana seguiremos con la leccin.
Cuando se levant, me fij en la insignia de su manga. En el centro
haba un rbol espigado cosido con hilo verde y amarillo. Debajo, una

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hilera de figuras que ahora reconoca como runas. Runas que formaban
palabras. La insignia de Rowan deca: -R-B-O-L y H-O-J-A.

Underlord vino al Saln de Maestros, cruz el ro a remo con


tres escoltas. No es un hombre grande, y habla bajito, pero
llena habitacin con su presencia. Poderoso.
Underlord, muy tranquilo.
Comparto su preocupacin, maestro Nevery me dijo.
Lo dudo. No es mago, por qu iba a compartirla?
S que no gozo de buena reputacin al este del ro dijo
Crowe. Se llev una mano al bolsillo, a lo que sigui un extrao chasquido. Pero en realidad, maestro Nevery, no soy
ms que un hombre de negocios que, en los duros tiempos que
corren, lucha por mantener las fbricas abiertas para que los
obreros puedan ganarse el sustento.
Probablemente sea cierto. Por qu querra Crowe reducir el
nivel de magia de la ciudad si eso hara que las fbricas dejaran
de funcionar? No tiene sentido.
Por otro lado continu Crowe, mis clculos indican
que se ha exagerado la gravedad de la crisis.
A qu se refiere? le pregunt.
Underlord se encogi de hombros muy suavemente. Otra vez
extrao chasquido.
Las candelas todava iluminan Amanecer. Las fbricas
siguen produciendo. Es cierto que funcionan un treinta por ciento
ms lentas, pero funcionan. No veo razn para tanto pnico.
Puso manos sobre la mesa y se inclin haca delante.

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Qu estn haciendo exactamente los maestros para remediar el problema? pregunt.


Estamos estudiando la situacin dije. Por ahora
disponemos de poca informacin.
Por desgracia, as es.
Despus de conversar un rato ms sin llegar a ninguna conclusin, Crowe abandon reunin.
Desconoca existencia de ese Underlord antes de mi regreso a
Wellmet. Crowe, hombre civilizado. De todos modos, no es de
fiar.

No puede confiar en Crown. Conn

as seis da estudiando con Rowan mientras, por otro lado,


segua buscando mi locus magicalicus. La lectura iba bien. La
bsqueda, no.
El sptimo da, Rowan me esperaba en la escalinata de la
academia. Llevaba su bolsa de libros y pareca impaciente.
Llegas tarde, Conn dijo, girando sobre sus talones y cruzando el
suelo reluciente de la galera. Hoy no hay clase. Se detuvo y seal
la puerta de Brumbee. El maestro quiere hablar contigo. Me clav
una de sus miradas chispeantes. Te has metido en algn lo,
jovencito?

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Esperaba que no.


Buena suerte dijo.
Gracias. Asent, cruc el vestbulo y llam a la puerta de Brumbee.
Adelante! dijo. Abr la puerta y entr sigilosamente. Ah,
Conn, eres t. Brumbee estaba sentado detrs de su escritorio, que estaba cubierto de papeles y libros repletos de puntos. Seal una butaca.
En la otra estaban sentados sus dos gatos. No me esperan en el Saln
de Maestros hasta dentro de media hora, de modo que disponemos de un
rato para charlar.
Genial. Necesitaba hablar con alguien sobre el problema de mi
piedra locus. Me acerqu y tom asiento.
Cmo van las clases con tu tutora? me pregunt Brumbee.
Bien.
Ests aprendiendo las runas?
Asent. En realidad, yo no quera hablar de mis estudios. Por otro
lado, me daba cuenta de que Brumbee no deseaba hablar de otra cosa.
Excelente! Esboz una gran sonrisa.

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Brumbee dije antes de que pudiera preguntarme si haba aprendido a deletrear C-O-N-N. Qu he de hacer para encontrar mi locus
magicalicus?
Oh. Se removi en su asiento. Luego abri un cajn, como si
estuviera buscando algo. En realidad, Conn, es Nevery quien debe
ayudarte.
No tiene tiempo dije.
Lo s respondi con pesar. Debido al asunto del deterioro
mgico. Es un problema muy grave y confiamos en que Nevery descubra la causa.
Asent. Saba que era un problema muy grave. ltimamente, Nevery
estaba muy distrado. Se pasaba horas manejando aparatos y haciendo
calibrados mgicos en su taller, y noches enteras leyendo libros en busca
de precedentes relacionados con la situacin de Wellmet; eso, cuando no
estaba reunido con los dems maestros. Aparentemente, no haba encontrado an una respuesta y, como resultado de ello, estaba frustrado e
irascible.
Es una situacin difcil, Conn. Lo entiendes?
No, en realidad no lo entenda.
Brumbee sigui hablando mientras jugueteaba con una pluma que
haba sacado del cajn.
Vers, muchacho, es muy extrao que Nevery te haya aceptado
como aprendiz antes de haber encontrado tu piedra locus.
La decepcin se arremolin en mi estmago. Entonces, Brumbee no
crea que yo debiera ser aprendiz.
Yo soy mago, Brumbee dije. Y solo me quedan veintitrs
das para encontrar mi locus magicalicus.
Brumbee suspir y asinti.
Y Nevery est demasiado ocupado. Muy bien, Conn, te ayudar
en lo que pueda.
Solt un suspiro de alivio.

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Brumbee se levant y camin hasta la puerta.


Acompame. Empezaremos por la coleccin de piedras de la
academia.
Me condujo hasta un cuarto oscuro y polvoriento que perteneca a la
biblioteca.
Es aqu. Voy a buscar unas velas.
Aguard en la oscuridad hasta que Brumbee regres con un candelabro de seis brazos. Extrajo de su bolsillo su locus magicalicus, que era
redonda y marrn como un huevo, y la emple para encender las velas.
Susurraba una palabra y acercaba la piedra a cada mecha y, tras un leve
chisporroteo, brotaba una llama.
Cuando la estancia se ilumin al fin, advert que estaba llena de cajas de madera, todas etiquetadas y apiladas ordenadamente sobre
estantes.
Muy bien. En estas cajas dijo Brumbee, sealando los estantes, hay piedras locus magicalicus minuciosamente catalogadas. La
corriente las trae hasta la academia; aqu las almacenamos, y esperamos
a que sus magos aparezcan, lo que ocurre unas veces y otras no.
Tenemos muchas ms piedras que magos, como puedes comprobar. Las
conservamos por si las moscas.
Asent pero supuse que no era mucha le gente de Crepsculo que se
acercaba hasta la academia para reclamar una piedra.
Te explicar lo que tienes que hacer prosigui Brumbee.
Abre cuidadosamente las cajas y toca las piedras una a una, asegurndote de devolverlas luego a su sitio. Si tu locus magicalicus est aqu,
sentirs la llamada.
Vale.
Y cmo es esa llamada?
Brumbee apret los labios.
Es diferente para cada mago. Para algunos, la llamada puede ser
algo casi indetectable, como un susurro. Para otros, un cosquilleo. En

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casos excepcionales, segn me han contado, la llamada es sobrecogedora, como si una gigantesca ola de magia te envolviera. Me
mir y sacudi la cabeza. Sea como fuere, si tu piedra est aqu, sabrs que es tuya en cuanto la toques. Sonri y me dio unas palmaditas
en el hombro. Ahora debo ir al Saln de Maestros. Te dejo con lo
tuyo.
Gracias dije.
De nada, hijo. Y mucha suerte.
Brumbee sali y, cuando cerr la puerta, el aire agit las llamas de
las velas.
Contempl las cajas, hileras e hileras de cajas, todas etiquetadas y
amontonadas en pilas que llegaban hasta el techo. Examinarlas una por
una me llevara das.
Adems, mi locus magicalicus no estaba all. Lo saba.

Demasiado por hacer. Construccin de artefacto va muy lenta.


No consigo alinear correctamente condenados cristales de la verdad. Prcticamente imposible encontrar una sola gota de mercurio en la ciudad. Me pas quince horas en biblioteca de academia, todava me quedan miles de pginas por leer, notas que
transcribir, que cotejar.
Necesito secretario. Decididamente, muchacho carece de temperamento para trabajo administrativo. Hace demasiadas preguntas. Y tiene una letra espantosa. Pedir a Brumbee un
estudiante avanzado de la academia para que me ayude.
Sal de la biblioteca tarde, cerca de medianoche. Cruc
tneles y cuando llegu a verja de Heartsease, muchacho estaba
acurrucado en un rincn, durmiendo.
Me haba olvidado de l. Menuda lata. Lo zarande con
pie para despertarlo.
Saqu mi locus magicalicus, pronunci las palabras de
abertura.
Llevas mucho rato esperando, muchacho dije. Por
qu no utilizaste la ganza para abrir la verja?
Se levant entumecido y cruzamos la verja.
Lo intent dijo.
Imagino que la cerradura le chamusc sus dedos ladrones.
Llegamos a Heartsease en silencio. Subimos a la cocina.
Benet dormido, as que ped a muchacho que me preparara t
mientras calentaba mis manos frente al juego. Fro y humedad

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de condenada biblioteca de la academia se me han metido en los


huesos.
Nota personal: he de conseguirle a Benet fogn para
cocinar.
Muchacho me trajo taza de t y bollo. Muy callado.
Ahora que lo pienso, muchacho a menudo callado. Poco hablador. Afortunadamente, porque no soporto a los parlanchines.
Beb t, entr en calor..
Muchacho dije, t eres un maestro forzando puertas,
no es cierto?
Asinti.
Termin t, sub a m estudio, donde tengo varias cajas cerradas con llave. All, muchacho me ense a forzar cerraduras.
Mas difcil de lo que parece.
Algunas instrucciones del muchacho:
Llaves tienen pestaas.
Truco est en insertar ganza en cerradura para reemplazar
pestaa.
Fcil cuando llave slo tiene una pestaa; la ganza hace
girar la cerradura como s de un pestillo se tratara y, como dice
muchacho, YA ESTAS DENTRO.
Algunas llaves tienen pestaas alrededor de todo el cilindro.
Estas, dice muchacho, son COMPLICADAS.
Otras llaves tienen almenillas o tachuelas, y las hay que
tienen pestaas, tachuelas y almenillas. Estas, dice muchacho,
son MUY INTERESANTES.
Las cerraduras son como enigmas, segn muchacho. No obstante, un ladrn diestro es capaz de abrir la cerradura ms complicada en menos de un minuto.

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Muchacho tambin dice que un ladrn ha de llevar siempre


dos ganzas, una de ellas escondida por si los guardias lo detienen. Cogi de la mesa aguja de tejer de Benet, diciendo que
poda servir como ganza. Dice que tambin conviene llevar
cuchillo pequeo, porque un ladrn de MANOS
RPIDAS, como l dice, puede utilizarlo para abrir cerraduras sencillas.
Yo no creo que existan CERRADURAS
SENCILLAS.
Probando, probando, consegu quedarme encerrado fuera del
estudio. Muchacho, entretanto, dentro, calentndose junto al
fuego. Se neg a dejarme entrar. Lo maldije. Finalmente forc
cerradura y entr.
Imagino que aprender a robar bolsillos es ms difcil.

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uedaban veinte das.


No me haba molestado en examinar
las piedras locus de la
academia. Como resultado de ello,
Brumbee se senta decepcionado.
Mi locus magicalicus no est
ah le dije.
Cmo puedes estar tan seguro? me pregunt. No has
buscado lo suficiente.
No est.
Mene la cabeza y me despach. No poda, dijo con pesar,
dedicarme ms tiempo si yo no
colaboraba.
Dieciocho das.
Rowan haba dicho a sus profesores que estaba preparado para
unirme a los dems estudiantes de la clase de aprendices. Por alguna
razn, ella tambin asista a esa clase.
Por lo general me haba explicado, los estudiantes ordinarios
no necesitamos saber mucho de magia, pero a m me interesa.
Aunque no seas aprendiz? pregunt.
Aunque no sea aprendiz, Connwaer.

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Pero Rowan no siempre vena a clase. Cuando no vena, la echaba de


menos.
La clase para aprendices se imparta en una habitacin alargada, de
techos altos, con muchas ventanas por donde entraba la luz a raudales.
Un polvo fino flotaba en el aire y las motas, cual diminutas estrellas,
brillaban en los dbiles rayos del sol invernal.
En la clase solo haba cinco estudiantes, seis contndome a m, y ese
da estbamos sentados en parejas, repasando conjuros de un libro,
leyndolos en voz alta pero queda. Para poder invocar la magia, deca
Periwinkle era nuestra profesora, las palabras deban rodar suavemente por nuestra lengua sin error ni vacilacin.
Como yo era el peor estudiante, Periwinkle me haba puesto con el
mejor estudiante. Keeston era un chico mayor que yo y estaba muy orgulloso de su locus magicalicus, una piedra negra y brillante como la de
Nevery pero de aspecto astilloso. La insignia bordada en su toga representaba un arco de piedra. Tambin estaba orgulloso de su fsico: era alto
y fuerte, de cabello ondulado y ojos azul oscuro. Era el aprendiz de Pettivox, y tambin estaba orgulloso de eso.
No le gustaba trabajar conmigo porque todava me costaba leer en
voz alta. Lo obligaba a ir ms lento, deca. Keeston me miraba con desdn cada vez que tena que parar y juntar las runas para formar palabras.
Entonces llegamos a un conjuro del que yo algo saba. El encantamiento del embero que Nevery haba utilizado para transformarme en gato.
Keeston tena el libro y estaba leyendo el conjuro en voz alta. En un momento dado, cometi un error.
Es tarkolil dije, interrumpindole.
Keeston me mir desafiante.
Te equivocas, novato. Es terkolil. Lo dice en el libro. Es que no
sabes leer?
S s leer repliqu. Y el libro est equivocado. Es tarkolil.
Keeston se reclin en su silla y me mir con desdn.

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Profesora llam.
Periwinkle, con sus mechones de pelo gris escapados del moo, se
acerc.
Tienes alguna pregunta, Keeston?
No exactamente, profesora respondi Keeston. El nuevo cree
que en el encantamiento del embero sale la palabra tarkelel.
Otra vez se equivocaba.
Tarkolil le correg.
Mire, profesora dijo Keeston sealando el libro, que descansaba
sobre la mesa. El nuevo est equivocado.
Periwinkle se inclin para examinar el texto.
Es verdad. Me clav una mirada severa para hacerme callar y se
incorpor. Keeston tiene razn y Conn est equivocado.
La mir boquiabierto. Yo saba que no estaba equivocado.
Keeston sonri con suficiencia.
Ahora, aprendices dijo Periwinkle a la clase en general,
podis abrir de nuevo vuestros libros y estudiar el siguiente captulo.
Dicho esto, se inclin para hablarme en voz baja. Y t, Conn,
olvidars todo lo que sabes sobre el embero, por tu propio bien.
El libro est equivocado le susurr.
Periwinkle dirigi la vista al techo, solt un suspiro y volvi a
bajarla.
Naturalmente. El libro est equivocado a propsito. Nuestros estudiantes no necesitan utilizar el embero, que es un encantamiento especialmente peligroso. De ah que se haya escrito con un error, para que
los estudiantes no lo pongan involuntariamente en prctica y se conviertan a s mismos en sapos.
De acuerdo, lo entenda. Pero eso no quera decir que me gustara.
Me parece una tontera hacer eso con la magia. Qu sentido tiene
ensear conjuros que no pueden utilizarse?

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Chist susurr Periwinkle, sealando mi libro. Cierra la boca


y lee.
Abr mi libro a regaadientes y empec a leer.
Rowan entr poco despus y se sent a mi lado.
Qu me he perdido? susurr. Estaba resoplando.
Sapos dije en voz baja. Dnde estabas?
Se encogi de hombros y abri su libro.
Asuntos de Estado, muchacho.
Ja, ja. Le mostr la pgina por la que bamos y segu reconstruyendo
el conjuro Larpenti para convertir el agua en otros lquidos. Me pregunt
dnde estribara el error y si Nevery estara dispuesto a ensearme el
conjuro Larpenti en su versin correcta.
Terminada la clase, me desped de Rowan, me colgu la bolsa de los
libros al hombro y me dirig a la escalera que conduca a los tneles
secretos para esperar all a Nevery. Estaba pensando por dnde debera
buscar mi locus magicalicus cuando Keeston y tres de sus amigos, un
chico y dos chicas, aparecieron delante de m.
Me dispona a rodearlos cuando se desplazaron para bloquearme la
entrada a la escalera.
El maestro Nevery es tu preceptor, verdad? pregunt Keeston.
La pregunta no tena nada de malo. Asent.
Pero t no tienes una locus magicalicus, de modo que no puedes
saber si eres realmente mago, verdad?
Yo saba a ciencia cierta que era mago, pero no tena que demostrarle nada a Keeston. Me encog de hombros.
Keeston se acerc un poco ms.
Verdad?
Encontrar mi piedra locus. Algn da.
Keeston se acerc un poco ms.
Mi preceptor asegura que si t, un granuja ladrn, fueras su aprendiz, te hara azotar.

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Dej la bolsa en el suelo para tener las manos libres. Sospechaba que
esa conservacin solo poda tener un final.
Por qu razn, lameculos? pregunt.
Por irrespetuoso, entre otras cosas dijo Keeston con altivez.
Eso era absurdo.
Yo respeto a Nevery.
Qu os deca? Keeston mir a sus tres amigos, que asintieron.
Se volvi de nuevo hacia m. Has llamado a tu preceptor No se
atrevi a pronunciar el nombre de Nevery.
Los dems aprendices teman a Nevery. En cuanto lo tenan cerca, se
ponan a temblar como gelatina. Les haba odo contarse historias unos a
otros, historias que, supona, haban escuchado de sus preceptores.
Como que veinte aos atrs Nevery fue desterrado de Wellmet por intentar matar a la duquesa, algo que yo no crea, y por intentar prender
fuego al Palacio de la Aurora, algo que, conociendo a Nevery, poda ser
cierto.
En cualquier caso, Keeston todava pareca molesto por eso.
Llamas a tu preceptor por su nombre de pila dijo.
Asent.
Deberas llamarle preceptor.
Asent de nuevo.
Eso mismo me dijo l, pero acordamos que poda llamarle Nevery
si le enseaba a forzar cerraduras.
Keeston se irgui cuan alto era y adopt un aire triunfal para hablar.
Qu os deca? Sus amigos se alinearon cual muequitos en un
escaparate y asintieron de nuevo. Mi preceptor te hara azotar por eso,
granuja.
Igual que hace contigo, pelota? pregunt.
Y entonces me atac.
No lo esperaba tan pronto, de modo que el puetazo me dio en plena
cara.

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Keeston era ms grande que yo, pero para sobrevivir en Crepsculo


hay que saber pelear. Viendo venir el segundo gancho, me agach y le
asest un poderoso codazo debajo de las costillas. Cuando Keeston se
dobl por la mitad, jadeando, le propin una patada en las posaderas.
Cay al suelo con un alarido.
Asustados, sus supuestos amigos retrocedieron.
Cscaras. Seguro que acababa de meterme en un buen lo. Y la zona
de la cara donde Keeston me haba pegado me dola. En fin. Recog mi
bolsa, rode a los estudiantes y me encamin a la escalera.
Esa noche, antes de cenar, Nevery y yo nos sentamos en su estudio, l
en su silla en una punta de la mesa y yo en la otra, con mis libros y
papeles. Tena mucho que leer, y Rowan haba insistido en que trabajara
en mi caligrafa, la cual, deca, era espantosa.

Clav los codos en la mesa, apoy la cabeza en las manos y me puse


a leer un libro de historia. Hablaba de cosas muy interesantes, como los
orgenes de la magia en los Ducados Peninsulares, entre los cuales se
contaba Wellmet. Cada ciudad formaba parte de una
Tuve que parar y silabear la palabra. Con-fe-de-ra-cin. Me levant para coger el lexicn del estante y regres a la mesa. Busqu la palabra. Confederacin: alianza de diferentes grupos o personas para un
fin comn. Me pregunt cul era ese fin. Segu leyendo.
Wellmet, prosegua el texto, formaba parte de una confederacin
flexible de ciudades, cada una de las cuales estaba construida sobre un
ndulo mgico. Un ndulo mgico, explicaba el lexicn, era un lugar
donde, por alguna razn todava por determinar, se concentraba la magia. En los espacios entre los ndulos, donde la magia era poca o inexistente, haba vastos pramos y desiertos y, ms cerca de la ciudades,
tierras de labranza, minas y bosques.

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Yo nunca me haba parado a pensar en esas cosas. Antes de conocer


a Nevery, jams haba pensado en nada salvo en encontrar algo que
comer y un lugar caliente donde dormir. Esto era fascinante. La magia
era la fuente de vida de un lugar, y atraa a las personas, lo que haca que
sobre esos ndulos mgicos nacieran ciudades. Tena mucho sentido.
Me ests escuchando, muchacho? pregunt Nevery alzando la
voz.
Parpadeando, levant la vista. Qu?
Seal mi cara.
Has vuelto a pelearte, por lo que veo. Benet?
Oh. Me palp la zona de la cara donde Keeston me haba pegado.
Una contusin, a estas alturas probablemente morada y brillante, debajo
del ojo.
No respond. Con Keeston, un muchacho de la academia.
Hummm murmur Nevery. El aprendiz de Pettivox, si no me
equivoco.
Asent.
Me mir severamente.
No tolerar ms peleas, muchacho.
Lo s. Pero ese chico no me cae bien.
Nevery enarc la cejas.
No?
No respond. Ver, Nevery, a m no me molesta que Keeston
me llame granuja y ladrn, porque lo soy. Pero cuando yo le dije lo que
era, me atac.
En serio? Nevery se recost en su silla y se mes la punta de la
barba. Y qu fue lo que le llamaste?
Lameculos y pelota.
Oh. Me mir. Los labios le temblaron. Y te puso un ojo
morado.
Efectivamente.

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Est bien, muchacho. Pero no dejes que vuelva a ocurrir.


Tpico comentario de Nevery. Qu me estaba diciendo con eso?
No dejes que Keeston vuelva a ponerte el ojo morado? No vuelvas
a pelearte con l? No dejes que vuelva a llamarte granuja? No
vuelvas a llamarle pelota?
Inclin la cabeza sobre el libro, pero no lograba concentrarme. No
poda dejar de pensar en la pelea bueno, en realidad, no haba sido
una pelea en toda regla y en lo que Keeston haba dicho y por qu lo
haba dicho. Hummm. Puede que Keeston no me hubiera atacado porque
le llam pelota, sino porque
Nevery? dije.
Levant la vista del libro.
Qu, muchacho?
Lo medit unos instantes.
Creo que a Keeston le pega su preceptor.
Nevery me mir fijamente.
Te preocupa que yo pueda pegarte?
Ni se me haba pasado por la cabeza. Me detuve a rumiarlo.
No.
No lo toleraras, verdad? dijo Nevery.
No, ni siquiera viniendo de Nevery. Negu con la cabeza.
Nevery asinti.
Precisamente por eso, muchacho, t no eres ni un granuja ni un
ladrn.
Oh. Eso tena mucho sentido. De todas formas, me dije, mantendra
a raya a Keeston. No estaba seguro de que fuera un mal tipo. Probablemente, si yo tuviera un preceptor que me pegara, tambin ira por ah
atacando a la gente.
Y si no encontraba pronto mi locus magicalicus, dejara de ser
aprendiz. Ignoraba qu sera entonces. Nada, quiz.

En la cena, despus de tarde de estudio, muchacho me pregunt


sobre naturaleza de la magia.
Pregunta que hace todo aprendiz, tarde o temprano.
Le expliqu teora de Micnu sobre la emergencia de la
magia.
Micnu escribi un tratado donde explica que la magia
probablemente emerge de algn tipo de convergencia geolgica y
atmosfrica.
Convergencia atmosfrica repiti lentamente muchacho.
Me expliqu un poco ms.
GEOLGICO, relacionado con la forma en que se comporta el suelo. Atmosfrico, relacionado con el aire, incluido el
clima. Tienes que leer ms, muchacho dije.
No tengo tiempo repuso.
Bscalo. Actualmente, las teoras de Micnu gozan de
una amplia aceptacin, pero no son las nicas ideas que existen
sobre la naturaleza de la magia. Los escritos de Carron, de
quinientos aos de antigedad, sostienen que la magia yace bajo
la tierra, como el agua, y aflora en determinados lugares.
Muchacho asinti.
Qu diran Micnu y Carrn sobre el hecho de que
Wellmet se est quedando sin magia?
Buena pregunta.
T qu crees? pregunt.

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Muchacho lo medit unos minutos. Benet sirvi pescado y


verdura, pas cesta con bollos. Com y esper.
Bueno dijo muchacho al fin, supongo que Micnu
dira que se ha producido un cambio en el clima de Wellmet, o
quiz un terremoto, y que eso ha alterado la con... la convergencia. Mientras que Carrn dira que el pozo se est secando.
Asent. En esencia, correcto.
Pero yo no creo que sea por eso continu muchacho.
Benet solt un bufido mientras aada ms bollos a la cesta.
Entonces dije, por qu crees que es?
No lo s. Muchacho cogi un trozo de pescado de su
plato y se lo dio a la gata, que estaba debajo de la mesa.
Luego se incorpor y dijo: Necesito meditarlo un poco ms.
Tambin yo necesito meditarlo. Interesante conversacin.
Estoy de acuerdo en que ideas de Micnu y Carrn no explican
lo que est pasando en Wellmet. Despus de cenar, llev a
muchacho al estudio y le d a leer primer libro sobre los anales
de Carrn y el tratado de Micnu.
Maana me reno con estudiante avanzado de la academia,
alguien seguramente con aptitudes para hacerme de secretario.

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uedaban diecisis das.


Y ya haba perdido demasiado
tiempo
haciendo de estudiante
y aprendiz. A partir de entonces,
dedicara todas las horas del da a
buscar mi locus magicalicus.
Nevery, Benet y yo estbamos
desayunando en la cocina.
Nevery dije despus de engullir una cucharada de gachas y
limpiarme la boca con la manga.
Usa la servilleta, muchacho,
no la manga gru Nevery.
Me mir la manga. De qu estaba hablando?
Nevery levant su servilleta y la
us para limpiarse la boca.
Oh, de modo que era para eso.
Me limpi con la servilleta y segu hablando.
Nevery, necesito una de esas piedras que abren las verjas de los
tneles.
Lo que necesitas es un corte de pelo intervino Benet.
No tena tiempo para cortes de pelo.
Sera posible, Nevery?

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Una piedra-llave? dijo Nevery. Bebi un sorbo de t y devolvi la taza a la mesa. Para qu la quieres?
El bocado de gachas que estaba comiendo se sec dentro de mi boca.
Tragu con dificultad.
Necesito ir a Wellmet para buscar mi locus magicalicus dije.
Est bien. Me apunt con la cuchara. Pero irs a la academia
cada da.
No respond. No pensaba ir. No tena tiempo.
Yo haba crecido en Crepsculo. Por lo tanto, me dije, encontrara mi
locus magicalicus en Crepsculo. Y si pensaba buscar all, ms me vala
cambiar de aspecto. Si me paseaba con el abrigo, la gorra, la bufanda de
lana y las slidas botas, alguien un ladrn, un vagabundo se me tirara encima, me arrastrara hasta un callejn y me despellejara como a
un pollo.

En cuanto puse un pie en la margen oeste del ro, busqu el callejn


ms cercano, me quit las botas y la ropa de abrigo y lo escond todo debajo de una losa, en un agujero seco. Luego me unt la cara, el pelo y
los pies de mugre. Lleva su tiempo acumular una capa de roa, pero con
esto bastara.
Acto seguido, me lanc a la bsqueda de mi piedra locus.
Empec por la zona del ro, deslizndome con sigilo entre los almacenes, los muelles y las tabernas. Nada.
Algo ms al sur, los muelles se acababan y las marismas flanqueaban el ro. Cuando viva en Crepsculo, sola remover el barro
porque a veces llegaba hasta all, arrastrado por la corriente, metal para
vender, y otras veces incluso una o dos monedas de cobre en una bolsa
rada o un fardo de ropa vieja.
La bsqueda de mi locus magicalicus en el fango fue infructuosa. Lo
nico que consegu fue coger un poco de fro. Y mucho barro.

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Diez das.

Me alej del ro y prob en las viviendas de los obreros de Steeps,


pero no encontr nada. Luego prob en los aledaos de la Casa del
Anochecer, la mansin del Underlord.
Entrada la tarde, me encontraba en un callejn hurgando en una pila
de basura harapos y madera putrefacta, botellas rotas y una rata
muerta, cuando levant la vista y vi a un hombre, vestido con una
toga de mago negra, que pasaba frente a la boca del callejn. Pettivox!
Si iba a encontrarse de nuevo con el Underlord, como dos y dos son
cuatro que algo se traa entre manos, dijera lo que dijera Nevery.
Sal cautelosamente del callejn y lo segu calle arriba, arrimndome
a las sombras.
Pettivox dobl por una callejuela en direccin al ro y descendi por
una empinada escalera que iba a parar a una de las fbricas que bordeaban la orilla. Me ocult en un portal hasta que entr.
Seguirlo no me iba a ser fcil, pero tena que averiguar qu estaba
tramando.
La fbrica era un edificio enorme, de ladrillo tiznado, con chimeneas
humeantes y estrechos ventanucos pintados de negro. Me col en el interior, siguiendo de cerca al mago y agradeciendo el polvo y la oscuridad. Y el estruendo de las mquinas. Era una fbrica de tejidos. Manchados de holln, los obreros iban y venan entre las mquinas de hilar como
fantasmas. En las mquinas propiamente dichas, propulsadas por magia
trada a travs de inmensos conductos elevados, hileras de nios con la
cabeza gacha enhebraban husos con dedos giles. Llevaban el pelo muy
corto para evitar que se les enganchara en las mquinas. Cuando pas
por su lado, ni siquiera levantaron la vista.
Pettivox estaba al fondo de una hilera de bobinas rodantes, hablando
con un hombre, un jefe de la fbrica vestido con un traje negro. Se

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estaban comunicando a gritos para hacerse or por encima del fragor de


la mquinaria, de modo que, incluso oculto en las sombras, pude or casi
todo lo que decan.
Puede conseguir ms? grit Pettivox.
El hombre de la fbrica neg con la cabeza y farfull algo.
Pettivox frunci el entrecejo
Necesito ms mercurio! Si no me lo proporciona, el Underlord
Se inclin y gru algo en la oreja del hombre. El hombre tembl.
Luego asinti.
Pettivox gir sobre sus talones y se alej a grandes zancadas por las
hileras de mquinas. Lo segu hasta la calle, la cual, pese al cielo gris,
me pareci radiante despus de la oscuridad de la fbrica.
Tom de nuevo la empinada calle y gir por una esquina, todava en
la direccin a la casa del Underlord. Apret el paso para no perderlo de
vista, pero caminaba muy deprisa.
Me haba quedado muy rezagado, pero vi que volva a girar. Ech a
correr calle arriba y dobl por la misma esquina, que daba a un callejn.
Y ah estaba Pettivox, esperndome.
Aj! exclam al tiempo que me agarraba. Al reconocerme afil
la mirada. T!
Sujetndome con fuerza por los brazos, me empuj callejn adentro.
Mir por encima de mi hombro y vi que el callejn terminaba en un
muro de ladrillo. No tena salida. Estaba atrapado.
El muchacho de Nevery dijo Pettivox. Agit los brazos hasta
liberarme y di un paso atrs, tratando de recuperar el aliento. Pettivox
avanz, obligndome a adentrarme an ms en el callejn. Me estabas
siguiendo, metiendo la nariz donde no te llaman. Vigila no te la vaya a
arrancar un cuervo.
Se refera a Underlord Crowe.
Esboz una sonrisa nauseabunda. Sus blancos dientes brillaron.

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Me pregunto qu pensara Nevery si su pequeo espa


desapareciera.
Pensara que me haba fugado, eso pensara. No poda permitir que
Pettivox me llevara a casa del Underlord, porque ya nunca saldra de
all.
Cuando alarg los brazos para agarrarme, me agazap por debajo de
ellos y ech a rodar por el suelo en direccin a la boca del callejn. Pettivox se dio la vuelta, gritando algo, pero para entonces yo ya me haba
puesto de pie y me diriga como una flecha a la calle empedrada.
Aunque no me persigui, segu corriendo como alma que lleva el diablo,
doblando esquinas y bajando empinadas escaleras, hasta sentir que el
aire me desgarraba los pulmones y las piernas amenazaban con fallarme.
Por fin llegu al callejn donde haba escondido el abrigo y las
botas. Jadeando, me apoy en la pared de ladrillo. Zoquete. Mira que dejarte atrapar as. Zoquete. A partir de ahora tendra que ir con ms
cuidado.
Ha habido suerte? me pregunt Nevery cuando esa noche le
llev el t.

Negu con la cabeza.


Nevery, he visto a Pettivox en Crepsculo.
Ahora no, muchacho. Y no me has puesto miel en el t.
Sin decir nada, me llev el t a la cocina, le puse miel y se lo sub de
nuevo. Nevery me dio distradamente las gracias. Tena la nariz hundida
en un grueso libro de magia de un mago fallecido haca largo tiempo
que haba sacado de la biblioteca de la academia. Estaba claro que no
quera interrupciones de ningn tipo. Me march sin hacer ruido y sub a
mi habitacin del desvn. A la luz de una vela, le el tratado de Micnu.
Cuando me pareci que ya era tarde, apagu la vela y me acurruqu
entre las mantas. Pero fui incapaz de conciliar el sueo.

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Nueve das. Ocho. Siete. Seis

Me pasaba todo el da, hora a hora, recorriendo las calles fras y


hmedas de Crepsculo buscando mi locus magicalicus. Confiaba en
que en un momento dado tropezara sin querer con una piedra y notara
por dentro un cosquilleo de reconocimiento, entonces sentira el impulso
de cogerla y sabra que era mi piedra locus, la prueba de que era un
mago, mi razn para continuar en Heartsease, junto a Nevery.
Pero los das pasaban y solo consegua golpes y araazos en los dedos de los pies.
Cinco das.

Regres tarde a Heartsease. Sucio, aterido y hambriento, emerg


sigilosamente del tnel secreto y cruc el oscuro patio procurando no
despertar a los pjaros que habitaban en el rbol negro. No quera or sus
graznidos. Salvo por la clida luz dorada de las ventanas, la imponente
mansin era una sombra irregular contra la noche.
Molido, sub trabajosamente las escaleras hasta la cocina. Benet estaba all. Su calceta, un revoltijo de hilo negro, descansaba sobre la
mesa. Nevery le haba conseguido un fogn, y estaba atareado montndolo y orientando el conducto para que el humo saliera por la ventana.
Haba roto un cristal y estaba encaramado a una silla, rellenando los
boquetes que quedaban entre el marco de la ventana y el conducto para
mantener a raya el aire fro del exterior. Dama le observaba con la cola
curvada sobre las patas, y un fuego vigoroso arda en la chimenea.
Cuando entr, Benet se volvi hacia m.
Alguna novedad? pregunt.
Negu con la cabeza.
Hum gru, y se concentr de nuevo en la ventana.

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Me sent, cruc los brazos sobre la mesa y descans la cabeza en ellos unos instantes.
Me despert Benet con unos golpecitos en el brazo. El cuello me
dola por la mala postura. Seal el techo.
T.
Vale. Me enderec y me frot los ojos. Era tarde. Seguro que Nevery
estaba esperando su t.
Benet me alarg la bandeja. Haba dos tazas, una tetera y un plato de
pan con mantequilla. Lo mir sin comprender.
Nevery no tiene tiempo para tomar el t conmigo, Benet dije.
No es para ti repuso speramente.
No era para m. Entonces, para quin?
Ha contratado a un secretario dijo Benet. Un estudiante de la
academia para que lo ayude con la lectura y la escritura.
Un secretario.
Sub al estudio y entr con la bandeja del t. Nevery estaba dentro
con su nuevo secretario.
Keeston.
Me detuve, congelado. Keeston y Nevery estaban sentados a la
mesa, rodeados de libros y papeles. En la chimenea arda un fuego.
Todo muy cordial y acogedor.
Keeston levant la vista y esboz una sonrisa malvada.
Su criado ha trado t, maestro Nevery dijo.
Me descongel lo suficiente para entrar y apartar con cuidado algunos libros a fin de dejar la bandeja sobre la mesa.
No soy su criado. Lameculos.
Nevery levant la vista. Yo no esperaba que hablara, pero lo hizo.
Es mi aprendiz, Keeston.
S, maestro, por supuesto se apresur a contestar Keeston, palideciendo ligeramente.
Me di la vuelta para marcharme.

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Espera, muchacho dijo Nevery. Gir sobre mis talones. Mir a


Keeston. Baja y dile a Benet que volveremos a tomar t ms tarde.
Nos espera una larga noche.
S, maestro. Keeston se levant y sali del estudio con paso
ligero.
Cuando la puerta se hubo cerrado, Nevery se volvi hacia m.
Y bien?
Es el aprendiz de Pettivox dije. Y no me caba duda, ahora que
haba vuelto a verlo en Crepsculo, donde tericamente no se le haba
perdido nada, de que Pettivox estaba trabajando para el Underlord.
Ya hemos hablado de eso, muchacho. Pettivox es un maestro,
como yo, y ha tenido el detalle de ofrecerme los servicios de su aprendiz. Nevery arrug la frente. Estamos trabajando juntos para resolver
la crisis que padece la ciudad.
El Underlord tiene algo que ver con ella dije.
Nevery me mir con exasperacin.
Todo esto no tiene nada que ver con Underlord Crowe.
Yo presenta que s tena algo que ver con Crowe y su taller subterrneo, y con Pettivox. Pero Nevery no quera or hablar del asunto. Y yo
estaba demasiado cansado para discutir. No poda pensar con claridad.
Ahora, muchacho dijo, sealando la puerta, vete a la cama.
Es evidente que ests agotado.
A la cama. Vale. Me encamin hacia la puerta. A medio camino, sin
embargo, me detuve.
Pero tenga cuidado con lo que le cuenta a Keeston.
No soy ningn idiota, muchacho gru Nevery. Keeston me
resulta til.
Y yo no, estaba diciendo. Cscaras.
Me fui a la cama.

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Quedaban cuatro das.

Y nada todava.
Decid pasar por la academia para ver si Brumbee tena mapas de la
ciudad. Casi haba terminado con Crepsculo y no me quedaba ms
remedio que cruzar el ro para rastrear Amanecer, la parte de la ciudad
gobernada por la duquesa.
Utilic la piedra-llave para cruzar las verjas del tnel. El aire era fro
y hmedo, las paredes chorreaban limo, el suelo tena una fina capa de
agua. Resbaladiza. Era como estar dentro de una serpiente.
Cuando llegu a la verja de la academia, vi una silueta, oscura y encorvada, sentada en el peldao inferior de la escalera.
Rowan. Se levant muy tiesa, con los brazos cruzados. Pareca
impaciente.
Qu te traes entre manos, joven Connwaer?
Me pregunt cuanto tiempo llevaba all. Un buen rato, supuse.
Pareca tener fro.
Hola, Rowan.
S, s, hola y todo eso dijo, irritada. Te he estado esperando
cada maana y no has aparecido un solo da. Has dejado los estudios?
Asent.
Necesito hablar con Brumbee.
Sobre tu reingreso en la academia?
No dije, rodendola. Sobre cmo encontrar mi locus
magicalicus.
Rowan se desplaz hacia un lado, bloquendome el paso.
El maestro Brumbee me lo ha contado. Y se te est acabando el
tiempo, cierto?
Al orselo decir en voz alta, mi estmago sali disparado hacia arriba
y forceje un rato con mi garganta.

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Probablemente palidec, porque Rowan se apresur a aadir:


Pero eso no puede ser ms importante que estudiar.
Lo es dije.
Se llev las manos a las caderas y me fulmin con la mirada.
Ests cometiendo una estupidez, Conn. Ya encontrars tu locus
magicalicus, tarde o temprano. Entretanto, trabaja para el maestro
Nevery.
No puedo.
Por qu no? A m me parece la solucin ms obvia.
Sencillamente, no poda. Negu con la cabeza.
Como quieras dijo Rowan. En la tenue luz, su cabello pelirrojo
pareca puro fuego y los ojos le brillaban de indignacin. Gir sobre sus
talones y se alej por la escalera.

He encontrado precedente de prdida de magia en otra ciudad.


Secretario tropez en biblioteca de la academia con viejo texto
arrugado. Relato sobre destruccin de Arhionvar, ciudad de las
Montaas Feroces.
Segn texto, Arhionvar era prspera encrucijada comercial
sobre poderoso ndulo mgico cuando, de repente, se le acab la
magia. A falta de esa fuente de vida, Arhionvar pereci. Texto
insina que muerte de Arhionvar no fue causada por fenmeno
natural. Preocupante.
Todava no tengo sensacin de alarma, pero sospecho que deberamos estar ms preocupados. Probablemente ideas del
muchacho tengan cierto fundamento: prdida de magia en Wellmet podra ser problema causado por el hombre. No culpara de
ello al Underlord, como no duda en hacer muchacho, porque
Crowe no es mago y porque la prdida de magia no le beneficiara. Pero debo meditarlo ms.
Secretario, ciertamente til. Organizado. Buena letra. Obedece rdenes. No me acribilla a preguntas.

oy era el ltimo da.


Benet me recibi en la cocina con una mirada feroz.
Oye gru, deja de gandulear y encuentra la
piedra de una vez.
No contest, simplemente agarr el cubo y sal a buscar agua. A mi
vuelta, dej el cubo junto a la chimenea y baj a buscar lea para el
fuego. Para entonces, Benet tena
listo el desayuno de Nevery y Keeston; dos tazas, una tetera humeante
y una cesta con madalenas. Seal
las escaleras y me llev la bandeja.
No estaban en el estudio, de modo que sub al taller y llam a la puerta.
El desayuno, Nevery dije.
Tras un largo instante, me respondi con sequedad:
Djalo junto a la puerta, muchacho.

153/299

Coloqu la bandeja en el suelo y apoy la frente contra la puerta.


Probablemente, Nevery haba perdido la cuenta. Probablemente no recordaba que hoy era el ltimo da. Quera hablar con l antes de
marcharme, pero no poda entrar mientras l y Keeston se hallaran en
medio de un experimento.
Regres a la cocina.
Dama estaba delante del fuego, ronroneando. Me acuclill a su lado
para entrar en calor antes de reemprender la bsqueda. En realidad, tena
ganas de volver a la cama. Estaba cansado. Empezaba a pensar que
nunca encontrara mi locus magicalicus. Puede que, despus de todo, no
fuera un mago.
Oyedijo Benet, interrumpiendo mis oscuros pensamientos.
Levant la vista. Estaba sumergido hasta los codos en masa de pan.
Levant un dedo enharinado y seal la mesa.
Me acerqu a mirar. Un jersey de lana negro, de cuello alto. Tena
pinta de abrigar. Lo haba tejido Benet.
Prubatelo dijo.
Me quit el abrigo y me lo puse. Me iba grande, las mangas me
cubran las manos, pero abrigaba. Me puse encima el abrigo y la
bufanda.
Gracias dije.
Hum gru Benet. Llvate un bollo.
Gracias dije de nuevo. Agarr un bollo y un trozo de queso y
me los guard en el bolsillo del abrigo. Volver ms tarde dije, y
me march.
Volvera cuando hubiera encontrado mi locus magicalicus, quera
decir en realidad. Y si no la encontraba, probablemente jams volvera.

Secretario Keeston no tiene iniciativa, ni ideas, ni curiosidad


por la magia. Hace lo que se le ordena y punto.
Lo envi a buscar libros a biblioteca de academia. Necesito
comprobar calibrado del partelet porque la maldita cosa est mal
ajustada.
Cuando secretario se march, Benet entr con t, me puso
delante plato de bollos.
Eso me record algo.
Cuando regrese el muchacho, dile que quiero hablar con l.
Quera decirle que leyera el tratado sobre Arhionvar y luego
me contara qu opinaba de l.
Benet me lanz mirada feroz.
No s si volver, seor.
Me di cuenta de que secretario haba subido con sigilo y
tena oreja pegada a la puerta.
Eso es todo, Benet dije. Cuando Benet sali, secretario
entr.
Me irrit. No me gusta la gente que escucha a escondidas.
Keeston se sent a la mesa y cogi un bollo.
Maestro Nevery, sin querer le he odo hablar de su
aprendiz con su criado. Quiz le interese saber, seor, que Conn
lleva tiempo sin aparecer por la academia. Me han contado que
lo han visto adentrarse en Crepsculo, y eso slo puede significar, seor, que ha vuelto al hurto.
Fuera de aqu dije.

155/299

Pero seor... aull Keeston.


Largo! Me levant y seal puerta.
Keeston sali disparado.
Maldita sea, haba olvidado qu da era hoy. Qu estpido,
qu descuidado. Consult revista. Comprend que hoy se cumplan
treinta das desde la presentacin del muchacho a los maestros.
Puede que Benet tenga razn y muchacho no regrese a
Heartsease.
Condenado muchacho. Tiempo cada vez peor. Anoche nev,
probablemente tambin nieve hoy. Seguro que est en la ciudad,
metindose en los.

espus de abandonar Heartsease, abriendo las verjas de los


tneles con la piedra, sal al Puente Nocturno y dobl hacia
el este. Era cerca de medioda y Amanecer bulla de gente
Las calles estaban cubiertas de una pasta sucia, una
mezcla de barro, estircol de caballo y nieve de la noche anterior. Los
pies se me empaparon en cuanto di unos pasos y, pese al jersey de Benet
que llevaba bajo el abrigo, notaba las mordeduras del viento. Me cubr la
cara con la bufanda lo mejor para esconderme de los guardias,
pens y me adentr en Amanecer.

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La mayora de los edificios de esta parte de la ciudad eran de piedra


gris y las calzadas, de adoquines negros. Las calles estaban flanqueadas
de tiendas con letreros prominentes que chirriaban con el viento. La
gente, envuelta hasta las orejas en gruesos abrigos, iba de un lado a otro
con paso ligero, pero los ciudadanos ms adinerados viajaban en carruajes o coches tirados por giles caballos cuyo aliento se condensaba en
el glido aire.
Decid empezar cerca del ro e ir subiendo desde all en direccin al
centro de la ciudad, hacia la colina donde se alzaba el Palacio de la Aurora, la residencia de la duquesa.
Pas el da entero dando vueltas por calles y callejones. Intentaba
permanecer atento al ms mnimo indicio de llamada de mi locus magicalicus, pero no notaba nada. Aunque tampoco estaba seguro de cmo deba permanecer atento a la llamada. Era parecido a escuchar? Sencillamente lo sabra? Sera, como haba dicho Brumbee, como ser arrastrado por una oleada de magia?
Tena los pies entumecidos y los calcetines empapados, y un viento
glacial procedente del ro me acuchillaba la espalda. Cuando empez a
caer la noche y los magos salieron a la calle a encender las candelas, encontr una casa con una trampilla que conduca a una carbonera. Me

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saqu el cuchillo de la bota y abr la trampilla haciendo palanca. Baj y


encontr un rincn en el que echarme a dormir.
Sin embargo, no fui capaz de pegar ojo. Me pas la noche tiritando
de fro y contemplando la oscuridad, tratando de detener mis pensamientos. Todava tena el bollo y el trozo de queso en el bolsillo, pero ni
siquiera poda comer.
Al alba, cuando la luz se ti de gris, sal de la carbonera envuelto
en polvillo de carbn y reemprend la bsqueda por la ciudad.
Calle arriba, calle abajo, calle arriba, calle abajo. Los adoquines
parecan bloques de hielo y el viento me clavaba sus glidos dedos en el
cogote. Las nubes perdieron altura y empezaron a arrojar copos de nieve
que parecan agujas. Me senta completamente vaco. Si alguien me hubiera golpeado, habra sonado a hueco.
Entrada la tarde, la nieve arreci y puse rumbo al centro de la
ciudad.
Caminaba con la cabeza gacha, escudriando los adoquines nevados
con la bufanda sobre la cara. De repente, una mano grande me agarr
por el hombro.
Eh, t.
Levant la vista. Un guardia. Me baj la bufanda lo justo para poder
hablar.
Voy a llevar un mensaje.
No me digas? Ensamelo. El guardia alarg una mano
enguantada.
Est aqu dije, apuntando hacia mi cabeza.
Adnde te diriges? pregunt con suspicacia.
Al Palacio de la Aurora.
Cscaras. Pero, hueco como estaba, era el nico lugar de Amanecer
que me vena a la cabeza.
El guardia frunci el entrecejo.
Dudo mucho que dejen entrar a los de tu calaa dijo.

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Pues all me dirijo. De hecho, ahora que haba mencionado el


Palacio de la Aurora, me di cuenta de que realmente quera ir all. A la
cima de la colina. S. No se me ocurra un lugar mejor.
El guardia se encogi de hombros. Era evidente que me haba
credo.
Sigue tu camino. Retir la mano y ech a correr calle arriba.
No haba comido nada el da antes, ni siquiera el bollo y el trozo de
queso, que se haban desintegrado en mi bolsillo; no haba pegado ojo
en toda la noche y la noche previa apenas haba conseguido dormir unas
horas, pero, por la razn que fuera, de pronto me senta bien. La inquietud que me haba devorado durante los ltimos treinta das haba decidido retirar sus garras y largarse a otro lado. Qu alivio.
Camino del Palacio de la Aurora empez a caer la noche y un mago
cubierto con una capa camin delante de m encendiendo con su locus
magicalicus las candelas. Las luces fulguraban en la creciente oscuridad,
tiendo de rosa las nevadas calles y la piedra gris de los edificios. Mientras suba por la colina, pasaron por mi lado varios carruajes, con sus
caballos exhalando vaho, los cascos despidiendo grumos de nieve fangosa, y las ruedas traqueteando sobre los adoquines.
Finalmente llegu al Palacio de la Aurora, donde viva la duquesa y
desde donde diriga la ciudad. Tambin los carruajes se haban encaminado hacia alll: la duquesa daba una fiesta.
Delante del palacio haba un muro bajo, que me llegaba a la cintura,
coronado por una verja de hierro negra. Apoy las manos en los barrotes
para mirar. El palacio era un enorme edificio rectangular, construido con
una piedra del color rosado de la aurora. Columnas y esculturas ornamentadas bordeaban la fachada, dando al palacio el aspecto de una tarta
lista para comer. Los carruajes rodaban por el camino de entrada y se
detenan a unos metros de la puerta de doble hoja, a la que se acceda
por una amplia escalinata con estatuas de piedra rosa a los lados. Las
candelas ardan en los apliques, y bajo su luz vi cmo elegantes damas

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envueltas en pieles y caballeros de etiqueta abandonaban el calor de sus


carruajes, suban por la helada escalinata y entraban en el palacio.
Mis treinta das haban expirado. Nunca encontrara mi locus magicalicus. Ya no era aprendiz de Nevery. Ya nunca sera mago.
Eso significaba que era un simple ladrn.
Y donde haba damas y caballeros elegantes, me dije, tena que
haber buenas joyas, perlas y oro. Tena que encontrar la forma de entrar
en el palacio y robar algunas alhajas.
La entrada estaba custodiada por guardias vestidos con gruesos uniformes de lana color verde oscuro y botas altas de cuero. En la verja
principal, donde arrancaba el camino, tambin haba guardias, y estaba
empezando a atraer su atencin con mis merodeos.
As pues, me alej lentamente para buscar un lugar en el que esperar
a que se hiciera de noche.
Pas unas horas apoyado en el muro de un callejn. Gruesos copos
de nieve caan del cielo y se amontonaban en el suelo, y de vez en
cuando una rfaga de viento levantaba un torbellino blanco. Yo esperaba
dando saltitos y hablando solo.
Rodear la casa me deca y me asomar a las ventanas para
echar un vistazo. Los guardias no me vern. Encontrar a alguien con
joyas y conseguir robrselas, cuando no est mirando.
Pareca un buen plan.
Finalmente me pareci que no poda esperar ms. Era tarde, cerca de
medianoche, calcul, y la fiesta estara en su momento lgido. Sal del
callejn y sub por la colina hasta el Palacio de la Aurora.
Lejos de la verja de entrada, el muro ganaba altura y estaba rematado
por pinchos de hierro coronados de nieve. Siguiendo el muro, dobl por
una esquina y me encontr en un tranquilo y estrecho callejn que
transcurra entre el muro del palacio y un edificio de ladrillos sin
ventanas. Un lugar perfecto, sin guardias a la vista. El muro del palacio
estaba hecho de enormes bloques de piedra con fantsticas ranuras entre

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ellos. Me quit las botas, las un por los cordones, me las colgu del
cuello y emprend el ascenso.
Una vez arriba, aferrado a los pinchos, me agazap unos instantes
para escudriar el otro lado. Sacndome los copos de nieve de las
pestaas, vislumbr lo que pareca un cuidado jardn lleno de bultos de
nieve que probablemente escondan setos, arriates y senderos sinuosos.
Al fondo del jardn estaba la fachada lateral del palacio, con todas sus
ventanas iluminadas. Pareca un barco luminoso navegando sobre un
ocano de espuma.
Me descolgu hasta quedar suspendido de las puntas de los dedos y
me dej caer, aterrizando con un crujido de ramas y un chapoteo de
nieve sobre un arbusto. Me incorpor rpidamente, me sacud la nieve
del abrigo y me ocult detrs del arbusto para calzarme las botas y atarme los cordones. Luego mir a mi alrededor. Silencio, salvo por el
vago rumor de voces y msica que llegaba del interior del palacio.
Delante tena una amplia terraza rodeada por un muro bajo y, al
fondo, unas puertas hechas con pequeas ventanas que daban directamente a ella. Las ventanas estaban empaadas, por lo que solo alcanzaba
a ver luces brillantes, colores y movimiento. Pareca un lugar agradable,
acogedor.
Me acerqu un poco ms.
En ese momento, se abri una de las puertas. Un soplo de alegre
msica escap por ella antes de que alguien volviera a cerrarla tras de s.
Rowan?
No me haba visto. Calzaba unos mocasines finos, pero aun as camin por el suelo nevado hasta el muro, retir la nieve y se sent con un
hondo suspiro. Llevaba puesto un vestido de terciopelo verde, de manga
larga, con encajes en el cuello y los puos. Luca una diadema tambin
de terciopelo verde, acompaada de unos pendientes y un collar de
perlas.
Ni por un momento se me ocurri robarle a ella las joyas.

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Escal el muro bajo y ca sobre la terraza con un revuelo de nieve.


Hola, Ro dije. Ests muy guapa.
Me mir sobresaltada, luego esboz una de sus sonrisas altivas.
Me alegro de verte, Connwaer.
Yo tambin me alegraba de verla. Sonre a mi vez.
Supongo que debera preguntarte qu haces aqu dijo, formando
con su aliento una nube de vaho en el glido aire.
Me encog de hombros y me sent a su lado.
Lo mismo podra preguntarte yo.
Supongo que s.
Es una fiesta muy elegante dije.
Rowan se volvi hacia las fulgurantes ventanas.
Mucho.
Llena de damas y caballeros distinguidos dije.
Me lanz una mirada afilada.
Qu ests tramando?
Nada. Solo senta curiosidad.
Ya. Te gustara verla mejor?
Desde luego. Asent.
Rowan se levant. Los copos de nieve se haban posado sobre su
vestido y su pelo de fuego.
Por aqu.
Cruzamos la terraza hasta una larga ventana que estaba menos empaada que las dems. Mir por ella. Candelabros, parejas bailando,
macetas con rboles verdes, guirnaldas de flores.
Entonces, al otro lado de la pista de baile, en un collar que luca una
mujer sentada en una elegante butaca de madera labrada, la vi. Una
gema verde y fulgurante. La gema ms bella del mundo.

Secretario y yo en taller, ajustando condenado partelet en medidor. Distrado. Dichosa gata del muchacho maullando por
toda la casa.
Demasiado que hacer y muy poco tiempo para hacerlo.
Debo determinar si prdida de magia se debe o no a causa
natural.
Mand a Benet a buscar al muchacho para que la gata se
calle de una vez y me deje trabajar.

Lo siento, Nevery. Conn

ese a lo lejos que la tena, poda verla con absoluta claridad.


La gema era grande como la palma de mi mano, tena la
forma y el color de una hoja y facetas que la hacan centellear
con la luz.
Piensas volver algn da a la
academia? me pregunt Rowan.
La gema era la pieza central del
collar de la dama, que pareca hecho
de diamantes y gemas verdes ms
pequeas. Pero esas piedras me
traan sin cuidado. Solo me importaba la gema con forma de hoja, mi
gema.
Conn? pregunt Rowan.
Qu? Ah, la academia.

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No lo s dije. Ves a esa dama de all? La seal con el


dedo.
La mujer estaba hablando con otras personas congregadas a su
alrededor. Luca un vestido verde, parecido al de Rowan, y mi gema refulga sobre la tela como si me estuviera llamando.
Rowan se inclin para seguir el rumbo de mi dedo.
S, la veo.
Sabes dnde vive? Seguro que poda colarme en su casa,
dondequiera que estuviera, y robarle la joya mientras dorma.
Vive aqu respondi Rowan. Me mir con una media sonrisa en
los labios. Es la duquesa.
Oh. Bien. En ese caso no tendra que ir muy lejos. Solo me quedaba
aguardar a que la fiesta terminara para poder actuar. Sera arriesgado,
pero la gema lo mereca.
Al otro lado de la terraza se abri una de las puertas acristaladas.
Lady Rowan llam una voz profunda, acompaada de msica y
risas que salan de la fiesta.
Antes de que pudieran verme, me agazap detrs de Rowan, salt el
muro y me escond entre las sombras.
Rowan ech a andar por la terraza arrastrando los pies. Para borrar
mis huellas, supuse.
Estoy aqu, Argent dijo. Su voz sonaba irritada. Necesitaba
respirar aire fresco.
Ser mejor que entre. Hace una noche terriblemente fra.
No haca tanto fro.
Rowan murmur algo como respuesta, entraron y la puerta se cerr
con un educado clic.
De repente, la noche se me antoj tremendamente vaca. Segua
nevando y las ventanas de la fiesta proyectaban sus luces brillantes
sobre el jardn.

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Necesitaba un lugar tranquilo y oscuro donde esconderme hasta que


todo el mundo se hubiera marchado a casa y el sueo reinara en el Palacio de la Aurora.
El muro por donde haba entrado era tan buen lugar como cualquier
otro. Pegado a las sombras, cruc el jardn y me acurruqu detrs de un
arbusto.
La oscuridad de la noche se intensific. Dej de nevar y las nubes se
dispersaron, desvelando un cielo de terciopelo negro salpicado de estrellas. Tena el fro metido en los huesos, pero no me importaba. Las luces
de la fiesta se fueron apagando poco a poco, junto con el murmullo de la
msica y las risas. Me levant y camin arriba y abajo detrs del arbusto, con la mano en la pared para no tropezar. Un fuerte cosquilleo me
recorra todo el cuerpo, como agujas diminutas pinchndome la piel.
Tena el pelo erizado y los dedos me temblaban de la emocin.
Haba llegado el momento.
Me quit el abrigo y la bufanda, consciente de que el jersey negro
tejido por Benet se fundira ms fcilmente con las sombras. Raudo y
sigiloso, cruc el jardn, trep hasta la terraza y me acerqu a la puerta,
donde permanec agazapado unos instantes. El jardn estaba en calma y
las estrellas brillaban en el cielo. Al otro lado del palacio, una tenue
pincelada gris tea el cielo por el este; faltaba poco para que amaneciera. No importaba. Solo me llevara unos minutos robar la gema con
forma de hoja. Saba exactamente dnde estaba.
Intent abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave. Saqu el
cuchillo, lo introduje en el ojo y la cerradura gir, suave como la
mantequilla. La puerta se abri; entr y cerr tras de m.
Me hallaba en un saln de baile, oscuro e inmenso, que ola vagamente a sudor y a flores marchitas. Me quit las botas y los calcetines y
los dej junto a la puerta, para recogerlos al salir. Arrimado a la pared,
fui a parar a un pasillo en penumbra. Me detuve para aguzar el odo.
Nada, solo silencio.

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Avanc por el pasillo, adentrndome cada vez ms en el palacio.


Gir por una esquina, luego por otra y sub un tramo de escalera sin
tropezar con nadie, sin divisar luz alguna. Al llegar a la tercera esquina,
asom la cabeza y me encontr con un largo pasillo alfombrado, en el
que haba una candela a media lumbre como nica iluminacin; a media
altura del pasillo haba una puerta custodiada por un enorme guardia,
uniformado de verde, con una lanza en la mano. Cuando me asom por
segunda vez, el guardia se volvi para escudriar el pasillo. Retroced
rpidamente hacia las sombras, conteniendo la respiracin.
Cscaras! Aquel guardia era una cerradura que no poda forzar.
Pero la gema con forma de hoja estaba detrs de esa puerta. Tena
que entrar como fuera. Deba probar por fuera, a travs de una ventana?
Deba intentar distraer al guardia? Quiz esconderme y esperar a que
amaneciera, confiando en que para entonces el guardia se hubiese
marchado?
No, no poda esperar. La gema quera que entrara y la cogiera ya.
Entonces el problema se resolvi solo.
Del exterior del palacio lleg un grito ahogado, que instantes despus recibi una contestacin desde el interior.
Asom la cabeza por la esquina y vi que el guardia enderezaba la espalda y empuaba firmemente la lanza. El alboroto que llegaba de abajo
fue en aumento: primero gritos, luego alguien haciendo sonar una campana. Por el extremo opuesto del pasillo otro guardia asom la cabeza y
pregunt al centinela apostado en la puerta:
Algn problema, Jas?
El centinela se volvi hacia su compaero al tiempo que se alejaba
de la puerta.
No. Eres t, Merik? Qu est pasando?
Me agazap, listo para echar a correr a la mnima oportunidad. Solo
con que el guardia diera un paso ms, tendra tiempo suficiente para alcanzar la puerta. Solo un paso ms

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Los guardias de la verja han encontrado pisadas en la nieve, junto


al muro del jardn explic el otro guardia. La capitana Kerrn ha
dado la voz de alarma. Estamos rastreando el palacio.
Cscaras. Me haba olvidado de las pisadas. Qu tonto.
El centinela de la puerta avanz unos pasos ms hacia su compaero.
Pues aqu todo est tranquilo.
Era cuanto necesitaba.
Como una flecha, sal de mi escondite y corr hasta la puerta. Llevaba el cuchillo en la mano y lo introduje en la cerradura en el mismo instante en que el centinela se daba la vuelta. La puerta cedi y, para
cuando trat de agarrarme, yo ya estaba dentro, cerrando la puerta y trabando la cerradura con el cuchillo.
Me di la vuelta, respirando trabajosamente, e inspeccion la habitacin. Oscuras ventanas con cortinajes, suelo de piedra, cuadros dorados, butacas acolchadas y un escritorio.
Y de pie, junto a una cama con dosel, la duquesa con los ojos abiertos como platos, la melena pelirroja con vetas grises recogida en dos
trenzas, una vela en una mano y un cuchillo en la otra.
Quin eres y qu quieres? me pregunt secamente. La llama
de la vela tembl, proyectando sombras en las paredes y el techo.
Dijo algo ms, pero apenas pude orla, tan fuerte era la llamada de la
gema.
A mi espalda, la puerta retumbaba con los golpes de los guardias
mientras uno de ellos peda refuerzos a voz en grito.
Mis ojos se desplazaron hasta una caja de madera labrada que descansaba sobre una mesa, en la otra punta de la habitacin.
Estaba ah, por supuesto que estaba ah. Su llamada me arrastraba
como una ola.
Camin hasta la caja. Estaba cerrada con llave. No poda
entretenerme.
La llave? pregunt.

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La duquesa, que no se haba movido de su sitio, me mir con


arrogancia.
No pienso drtela.
Bueno, el cuchillo se haba comportado hasta el momento. Lo introduje en la cerradura y esta, ms que girar, estall, como si la gema
deseara salir tanto como yo deseaba entrar. La tapa se abri de golpe. La
puerta, entretanto, vibraba con los esfuerzos de los guardias por entrar.
Dentro de la caja, sobre un forro de terciopelo verde oscuro, estaba
el collar. Y en el centro del collar, la gema con forma y color de hoja
fulgur como si la hubieran iluminado por dentro. Con ayuda del
cuchillo, la separ del collar y le arranqu el engarce. La gema cay en
mis manos como si formara parte de m. Estaba destinada a ser ma.
La puerta se resquebraj en dos y los guardias irrumpieron en la habitacin lanzando alaridos.
Tiene un cuchillo! grit alguien.
Al darme la vuelta, un objeto contundente me golpe y ca derribado
al suelo con un guardia encima. El cuchillo y mi gema salieron despedidos de mis manos y resbalaron por el lustroso suelo. El guardia me
sujetaba con fuerza mientras yo lanzaba patadas y me retorca. Le mord
la mano, sus dedos cedieron y logr escurrirme.
Acto seguido vi un destello, sent un fuerte dolor en la cabeza y perd el conocimiento.

uando volv en m, la llamada de la gema se haba debilitado


y apenas poda sentirla. Pero estaba cerca, as que supuse
que todava me hallaba dentro del Palacio de la Aurora.
Solo que no en la zona ms agradable.
Estaba sentado en una silla muy
dura con las manos esposadas a la
espalda. La cabeza me dola. Abr
los ojos. Paredes grises y hmedas.
Sin ventanas. Una candela en un
farolillo proyectaba sombras nerviosas en la habitacin. Dos guardias
con cara de pocos amigos.
Estaba metido en un serio
apuro.
Uno de los guardias, alto, con
una barba canosa de tres das, se percat de que haba despertado.
Est despierto dijo. Le dar flster. Avisa a la capitana Kerrn.

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De acuerdo dijo su compaero.


El guardia que se haba quedado conmigo se acerc a una mesa para
verter agua en una taza, a la que aadi unos polvillos procedentes de un
frasco. Los removi con un dedo y me acerc la taza.
Bebe orden.
Observ el agua. Pareca aceitosa, y tena una pelcula de polvo en la
superficie. Estaba sediento, pero que no pensara ese tipo ni por un momento que iba a beberme esa cosa. Negu con la cabeza.
El guardia me agarr por el cogote.
O te lo bebes o te lo hago tragar a la fuerza. T eliges bram.
Y eso fue lo que finalmente hizo. Acab tosiendo, boqueando, con la
pechera del jersey mojada, y l con las espinillas pateadas.
Esperaba que el flster fuera ms amargo, parecido al veneno quiz,
pero solo saba a agua.
Al cabo de un rato, que pas contemplando la cerradura de la puerta
y palpando las esposas ceidas a mis muecas, lleg la capitana.
Era alta todos los guardias lo eran, deba de haber una estatura
mnima requerida, con una melena rubia recogida en una trenza que le
caa por la espalda y unos ojos de un azul grisceo que semejaban astillas de hielo. Vesta el mismo uniforme verde que los dems guardias,
con un galn dorado cosido en una manga.
Se ha tomado el flster? pregunt.
Podra abrir esa cerradura con una ganza dije, sealando la puerta con la barbilla. Tengo una ganza en el cuello de la camisa.
Por qu haba dicho eso?
El guardia y la capitana me miraron.
Ya veo que s dijo la capitana Kerrn. Espere fuera. Hablaba de una forma rara, las r hacan grgaras en el fondo de su garganta y las s sonaban como sh.
La capitana cruz los brazos y me mir con ferocidad.

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Puede mirarme todo lo ferozmente que quiera dije, pero le


advierto que estoy acostumbrado. Benet siempre me mira as.
Cmo te llamas? me pregunt la capitana.
Conn respond al instante. Connwaer, de hecho. Es un pjaro
de plumas negras. No suelo contarle esto a nadie. La mir con suspicacia. Me lo ha hecho decir el flster?
Yo soy la que hace las preguntas aqu espet Kerrn. T
limtate a contestarlas. Por qu intentaste asesinar a la duquesa? Para
quin trabajas?
Pestae y la mir atnito.
Por qu querra matar yo a la duquesa?
Dmelo t, Connwaer. La capitana se inclin hacia m y habl
en un susurro amenazador. Por qu querras matar a la duquesa?
Medit la pregunta.
Bueno, puede que, si estuviera loco, quisiera hacerlo, o si pensara
que es una persona realmente mala. Negu con la cabeza. Pero incluso as, no creo que intentara matarla.
La capitana Kerrn entorn los prpados.
Entonces, no queras matar a la duquesa?
No! exclam. Qu le hizo pensar que quera matarla?
La capitana se relaj de forma casi imperceptible y se apoy en la
mesa.
Te apresaron en sus aposentos armado con un cuchillo.
Asent.
Es cierto. Tena que coger la gema.
Al or eso, la capitana Kerrn se puso rgida.
Te refieres al tesoro ducal?
No dije. Me revolv en mi silla, cada vez ms dura. Me refiero a la gema. La que brilla con una luz verde, como una hoja al sol.
Es muy bella. Sabe a cul me refiero?
Lo s dijo Kerrn. Contina.

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Es ma dije.
No repuso la capitana. Es parte del tesoro ducal.
No dije con contundencia. Es ma.
Quin te pidi que la robaras? Trabajas para el Underlord?
Nadie me lo pidi, Kerrn. Es ma. Mene la cabeza con frustracin. Seguro. He de decir la verdad por culpa de ese flster que me
han dado. Por qu no me cree entonces?
La capitana frunci el entrecejo.
Porque haces demasiadas preguntas. Se dio la vuelta y se pase
por la celda. El flster no le ha hecho efecto dijo para s.
S me lo ha hecho repliqu. Lo que pasa es que no me hace
las preguntas adecuadas.
Kerrn cruz la celda con dos raudas zancadas y me agarr por el
jersey.
Entonces dime t cules son las preguntas adecuadas.
Pens en ello unos instantes mientras Kerrn cruzaba los brazos y
aguardaba. Las preguntas adecuadas.
Ni siquiera yo me he hecho las preguntas adecuadas dije lentamente. Conn me pregunt, por qu entraste en el Palacio de la
Aurora? Para encontrar la gema me respond. Pero por qu? me
pregunt.
Y la respuesta me inund como un gran rayo de sol, llenando cada
grieta y recodo de la hmeda y oscura habitacin. Claro. Cmo haba
podido ser tan estpido? Mir a la capitana, estremecido de felicidad.
Kerrn, tena que encontrar la gema con forma de hoja porque es
ma. En serio. Soy mago y esa piedra es mi locus magicalicus.

Brumbee vino a verme, preocupado porque muchacho no ha estado yendo a academia. Se qued a cenar.
Benet lleg. Dijo que un guardia se haba presentado en
Puente Nocturno con mensaje: muchacho arrestado en Palacio
de la Aurora, se requiere presencia del maestro Nevery.
Primer sentimiento, alivio. Por lo menos, muchacho no estaba muerto. Brumbee pregunt qu haba hecho.
Lo arrestaron por robar una gema del tesoro de la
duquesa dijo Benet.
Brumbee:
Oh, Nevery, cuanto lo siento.
Lo mir sin comprender.
Por qu?
Brumbee Vacil. Luego:
Se dira que Conn vuelve a robar.
Robar? Sumamente improbable. Yo tena una explicacin
mucho mejor.
Brumbee dije, mi aprendiz ha encontrado al fin su
locus magicalicus. Vienes conmigo?
Por supuesto que vino.

176/299

a capitana Kerrn decidi


que la primera dosis de
flster no me haba
hecho efecto. Yo le dije
que s, pero no me crey, as que
me dio otra.
Esta vez me ataron los pies, de
modo que me gan un labio sangrante y volv a empaparme la
pechera del jersey, pero nadie fue
pateado.
Kerrn y el guardia de la barba
de tres das, de nombre Farn, se
turnaron para hacerme preguntas.
Las mismas preguntas una y otra
vez, durante horas.
Yo les deca la verdad y ellos no
me crean.
En realidad, me daba igual, porque finalmente haba encontrado mi
locus magicalicus.
Es verdad que soy mago les deca, y Nevery no tardara en llegar, y en cuanto aclarara las cosas me devolveran mi locus magicalicus y
podra irme a casa, a Heartsease. Ira a la academia, Brumbee estara encantado, Dama ronroneara, Benet hara bollos y Rowan y yo volveramos a ser amigos.

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No quiero or hablar otra vez de esos condenados bollos le dijo


Farn a Kerrn. No conseguiremos sonsacarle nada ms, capitana. Ser
mejor que hagamos venir a ese tal maestro Nevery.
Kerrn asinti.
Scale la ganza del cuello de la camisa, Farn, y qudate con l
por si las moscas. Sali de la celda a grandes zancadas y cerr con un
portazo.
Al principio, el guardia no abri la boca, pero una vez que le hube
explicado cmo encontrar la ganza que llevaba cosida dentro del cuello
de la camisa, se volvi ms hablador. Cuando le pregunt cunto tiempo
llevaba en la celda, me dijo que un da y medio. Me cont que, efectivamente, se requera una estatura mnima para ser guardia del palacio.
Tambin que el castigo por intentar matar a la duquesa era la horca, pero
yo le expliqu que no haba intentado matar a la duquesa y que no estaba
preocupado. Me dijo que debera estarlo.
Al rato empec a notarme muy dbil. Llevaba das sin comer y sin
dormir.
Me descubr hablando de los bollos de Benet, una vez ms.
Est bien! espet Farn. Te traer algo de comer. Se levant y se encamin a la puerta. Lo que sea con tal de que te calles.
As que se march. En cuanto la puerta se hubo cerrado, deslic mis
manos esposadas por debajo de los pies y, cuando las tuve delante, examin detenidamente las esposas. La cerradura era un simple pistn retorcido; tena la herramienta justa. Palp los dobladillos del pantaln,
donde tena escondida otra ganza. Tras darle la forma adecuada, forc
la cerradura y me quit las esposas. Despus me desat los pies.
Fui hasta la puerta y pegu la oreja. No me pareci que hubiera
nadie vigilando fuera. La puerta no me dio ms trabajo que las esposas,
tan solo un suave ajuste y la cerradura cedi al instante. Haba llegado la
hora de recuperar mi locus magicalicus. Ahora me estaba llamando con

178/299

mayor insistencia; saba que me hallaba cerca y quera que fuera a


buscarla.
Abr la puerta con sigilo y asom la cabeza.
El guardia Farn estaba de pie en la habitacin contigua, con una
bandeja de comida y una jarra de agua en las manos, mirando por encima de su hombro a la capitana Kerrn, que en ese momento estaba entrando por una puerta arqueada. Seguida de Benet y
Hola, Nevery! exclam, abriendo la puerta de par en par y saliendo de la celda.
Nevery me mir con exasperacin conoca bien esa mirada,
pero, antes de que pudiera hablar, a Farn se le cay la bandeja al suelo y
la capitana Kerrn cruz la habitacin a grandes zancadas, me agarr por
el cogote, me arrastr de nuevo hasta la celda y me espos las manos
por delante. Acto seguido, me sent bruscamente en la silla y me clav
una mirada feroz.
Nevery se acerc a la puerta con Benet, que se alzaba imponente detrs de l mirando con ferocidad. Aunque por una vez no me miraba a
m, sino a Kerrn.
Saba que vendra, Nevery dije. Empec a levantarme pero Kerrn me aplast contra la silla.
Sintate gru.
Sonre a Nevery.
Ellos decan que no vendra, pero yo les deca que s. Mi preceptor vendr y me sacar de aqu, deca.
Ah, conque ahora soy tu preceptor. Se volvi hacia Kerrn. Es
mi aprendiz, capitana. Qutele las esposas.
Nevery, me han arrestado porque intent robar la gema del collar
de la duquesa
Silencio, chico. Nevery seal las esposas. A qu espera?dijo a la capitana. Quteselas.
Kerrn neg con la cabeza.

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No se las quitar sin una orden de la duquesa.


Nevery lo interrump, creo que no debera sacarme de aqu,
porque si lo hace, intentar robarla de nuevo. S que no debera, pero lo
har, estoy seguro.
Qu te ocurre, muchacho? pregunt Nevery. Me estudi con
expresin ceuda. Ests muy parlanchn.
Es el flster explic la capitana Kerrn.
Hace que la gente diga todo el rato la verdad dije.
Hum dijo Nevery. De modo que te han dado flster. Menudo
desperdicio.
Por qu dice eso? pregunt.
Porque t dices siempre la verdad.
No es cierto, Nevery. Yo le miento todo el rato.
Silencio, muchacho. Se dio la vuelta hacia Benet. Ve a ver
por qu tarda tanto Brumbee.
S, seor. Benet se detuvo un momento y me mir. Ests
bien?
S dije. Me alegro mucho de verte, Benet.
No le escuches intervino Nevery. Y vete de una vez.
Nevery dije, le he mentido.
En serio? Cundo? Puede que pensar en ello te mantenga calladito un rato. Seal la puerta y le lanz un grito a Benet: A qu
esperas!
Benet se march. Despus de mirarme fugazmente, Nevery se apoy
en su bastn y contempl fijamente el suelo. La capitana bloque la puerta. Intent pensar en las veces que haba mentido a Nevery.
Y no me vino ninguna a la cabeza. En Crepsculo haba sido ladrn,
lo que conlleva, bsicamente, ser un mentiroso. Pero desde que estaba
con Nevery, aunque haba cosas que no le haba contado, jams le haba
mentido. Porque, sencillamente, no haba necesitado hacerlo.

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Me dispona a explicrselo cuando Benet lleg acompaado de


Brumbee, que pareca preocupado.
Hola, Brumbee! lo salud.
Hola, Conn. Me alegra comprobar que ests bien. Estbamos muy
preocupados por ti. Dirigi su atencin a Nevery. La duquesa ha
ordenado que comparezcamos ante ella. Intent explicarle que baj
la voz para que solo Nevery y yo pudiramos orle que, segn
Conn, esa gema es su locus magicalicus, pero no s si me ha credo.
Me mir con nerviosismo. Nevery, ni siquiera estoy seguro de
creerlo yo. Ningn mago ha posedo jams una piedra locus de semejante tamao y valor.
Nevery se encogi de hombros.
Si la duquesa necesita una prueba, le proporcionaremos una
prueba.
Oh, de modo que Nevery haba adivinado lo de mi locus magicalicus. No tena que explicarme. Abr la boca para decir algo ms sobre
mi piedra cuando Nevery me interrumpi.
Calla, muchacho, por lo que ms quieras. Se volvi hacia
Brumbee. Hablaremos con la duquesa, y usted seal a la capitana
Kerrn, que lo mir con el ceo fruncido subir con el muchacho dentro de unos minutos. Esperarn fuera hasta que los llamemos. Vamos.
Nevery sali con paso ligero y su bastn haciendo tac tac en el suelo
de piedra, seguido de Brumbee y Benet.
Una vez solos, la capitana Kerrn prob su mirada feroz conmigo, y
Farn, que estaba apostado en la puerta con los brazos cruzados, la
secund.
Decid ignorarlos, lo cual no me result difcil porque mi locus magicalicus me estaba diciendo lo impaciente que estaba por que fuera a
buscarla. En el pasado, me haba preguntado muchas veces cmo sera
la llamada de mi piedra locus. En realidad, no se pareca en nada a una
llamada. Ms bien era una fuerte atraccin, un tamborileo profundo en

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los huesos grandes de las piernas y el crneo, y un zumbido dbil y hormigueante en los huesos menudos de los dedos de las manos y los pies.
Me estaba costando mucho mantenerme quieto.
Por suerte, no tuve que esperar demasiado.
Ya ha pasado tiempo suficiente anunci la capitana Kerrn.
Cgelo, Farn.
Me levant de un salto. Farn me agarr por el jersey y me sac de la
celda, detrs de Kerrn. Hubiera podido ir por mi propio pie, porque la
llamada de mi piedra locus era cada vez ms fuerte e bamos en la direccin correcta. Me llevaron hasta una puerta doble con un guardia
apostado fuera. Mi cuerpo entero vibraba con la llamada de mi piedra
locus.
Puedes or eso? pregunt a Farn, que todava me tena agarrado por el jersey. Frunci el entrecejo y no respondi.
La puerta se abri y Brumbee asom la cabeza.
Entren dijo, abriendo la puerta un poco ms.
Farn y yo entramos detrs de la capitana Kerrn a una habitacin que
pareca un despacho y estaba abarrotada de sillas y mesas con tapetes de
encaje y macetas con rboles. La capitana salud con la cabeza a la
duquesa, que estaba sentada en una silla de madera oscura labrada,
frente a un amplio y lustroso escritorio repleto de libros y papeles. Rowan estaba de pie al lado del escritorio. Nevery tambin estaba all, apoyado en su bastn y con cara enfurruada, y tambin Benet y Brumbee,
as como algunos guardias del palacio. Farn me empuj hacia delante y
golpe el interior de mi pierna para obligarme a arrodillarme. Mir a la
duquesa desde el suelo. Ella se inclin sobre el escritorio y me observ
con el mentn alzado, plida y fra, y muy bella.
Finalmente, se enderez y dijo algo. La voz grave de Nevery dijo
algo a su vez. Sacud la cabeza en un esfuerzo por or lo que decan,
pero la llamada de mi piedra era cada vez ms fuerte. Hice ademn de
levantarme, pero Farn me lo impidi clavando una mano en mi hombro.

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La piedra estaba en el rincn, detrs de uno de los guardias de la


duquesa. Forceje y Farn me apret con ms fuerza.
Entonces alguien dijo algo y Farn me solt.
Aqu, aqu, aqu, deca mi piedra locus. Me levant
tambalendome.
Vale, ah voy le dije.
Cruc el despacho, dejando atrs a Rowan y a una duquesa boquiabierta, a Nevery y a Brumbee, y me agach detrs del guardia. Ah, en el
rincn, detrs de esa mesa.
Me arrodill, levant la orilla de una alfombra con flecos y, efectivamente, ah estaba. Incluso en la oscuridad del rincn mi locus magicalicus refulga contra la piedra del suelo tal como la recordaba: verde,
con la forma y el color de una hoja y centelleantes facetas. Al levantarla
la sent contenta, en casa, pesada y slida en mi mano.
Cuando me di la vuelta, todas las miradas se hallaban fijas en m.
Nevery estaba intentando reprimir una sonrisa bajo la barba.
Supongo que eso es prueba suficiente dijo Brumbee.
La capitana Kerrn pareca a punto de explotar.
Ha hecho trampa. El maestro Nevery hizo una seal al ladrn para
indicarle dnde estaba escondida la piedra.
Todos se volvieron hacia la duquesa, a la espera de una rplica. Pero
ella me estaba mirando a m. Tena el rostro plido y altivo, y, mientras
me examinaba de arriba abajo, la mueca de su labio me dijo que no le
gustaba lo que estaba viendo. Tom conciencia de mi aspecto: pelo enmaraado, pies descalzos, polvillo de carbn en la ropa, la gema de su
collar en mis manos esposadas. El aspecto de un ladrn.
Luego sacudi lentamente la cabeza.
El maestro Nevery no saba dnde estaba escondida la gema. El
muchacho la encontr solo.
Y su afinidad con la piedra es fcil de demostrar dijo Nevery.
Me hizo un gesto con la cabeza. Haz algo de magia.

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Magia. Vale. Haba visto a Nevery invocar el conjuro de la luz montones de veces. Sostuve la piedra en alto y pronunci la palabra:
Lothfalas!.
La magia se arremolin dentro de m como un torbellino y estall
hacia fuera inundando toda la habitacin. Mi piedra locus fulgur como
un rayo congelado en el instante de caer. Aferrados a la piedra, los
huesos de mis manos brillaron con una luz rojiza. Las esposas se abrieron de golpe y se desintegraron en una lluvia de chispas. Mi cuerpo se
convirti en una llamarada blanca que parpadeaba y bailaba pero no
quemaba. La gente retrocedi estremecida, cubrindose la cara.
Nevery se acerc a m levantando una mano para protegerse los ojos.
Contuve la respiracin.
Cmo lo paro? le pregunt. La voz me sali chillona y
trmula.
Simplemente, desea que pare respondi con calma.
Vale. Cerr los ojos y dese que la magia cesara. Y eso hizo.
Cuando los abr de nuevo, el resplandor se haba desvanecido; la
locus magicalicus no era ms que una gema con la forma y el color de
una hoja en primavera sobre mi mano.
Los dems, cegados por la luz, estaban parpadeando. La duquesa
pareca desconcertada, y los ojos grises de Rowan brillaban como
estrellas.
Bueno dijo Brumbee, yo dira que con eso queda todo dicho,
Nevery.
Nevery me estaba mirando con una sonrisa extraa.
Ciertamente respondi. Ha sido toda una demostracin,
muchacho.
Esboc una sonrisa temblorosa. Era mago, como dos y dos son
cuatro.

Muchacho ha encontrado su locus magicalicus. Demostracin


nada desdeable.
Benet y yo lo trajimos luego a casa. Lo sentamos en un
taburete de la cocina mientras parloteaba sin cesar, aferrado a
su locus, hablando a la gata, a Benet y, sobre todo, a m.
Benet trajo t. Me pregunt:
Piensa callar algn da?
Observ al muchacho.
Lo dudo respond.
Muchacho se zamp tres bollos con mantequilla y se pase
por la habitacin, contndonos a Benet y a m que ignoraba
que Rowan fuera la hija de la duquesa. De repente fren en
seco, como si se hubiera dado de morros contra un muro, y por
su cara cruz una expresin de asombro y desconcierto.
Benet me mir. Asent.
Cgelo.
Los ojos del muchacho se cerraron de golpe y empez a tambalearse. Benet se acerc y lo sujet justo cuando se
desplomaba.
Llvalo a la cama dije.

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or la maana despert,
como siempre, en mi
habitacin del desvn,
enrollado
en
varias
mantas. La habitacin estaba helada. El aire entraba en mis pulmones como astillas de hielo y sala
en forma de vapor blanco. Tena la
nariz congelada. Una capa de
cristales de hielo cubra las mantas.
Si hubiera pasado una noche tan fra
en las calles de Crepsculo, habra
despertado en un portal hecho un
ovillo y muerto de fro. O no habra
despertado. Me alegraba de estar en
casa.
Fuera, el viento aullaba y el
cielo, o al menos el pedazo que
poda ver por los ventanucos, era
gris.
Y mi locus magicalicus se haba extraviado entre las mantas. Hurgu
hasta dar con ella. Me arrebuj en las mantas, apoy la espalda en la
pared y mir la piedra al trasluz. En su interior brillaba con una luz cambiante, veteada, como el sol resplandeciente a travs de las hojas de los
rboles.

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Ningn mago haba tenido antes una locus magicalicus como esta.
La mayora de las gemas locus eran ms pequeas, me haba dicho
Nevery. Las gemas grandes eran peligrosas, no haba dicho eso tambin? Mi piedra locus era, sin duda, la gema ms valiosa de la ciudad,
puede que de los Ducados Peninsulares. Por qu haba venido a m? No
tena sentido.
Quiz Nevery lo supiera.
En fin. Hora de levantarme. Al salir de las mantas, not que tena el
cuerpo algo rgido y dolorido por la experiencia de los ltimos dos das,
y que mi cabeza se quejaba ligeramente de los coscorrones que haba
recibido de los guardias de la duquesa. Pero nada grave, por fortuna.
Sorprendido, advert que el abrigo y el jersey negro estaban cuidadosamente doblados en el suelo, con las botas y los calcetines al lado.
La ltima vez que los haba visto fue antes de colarme en el Palacio de
la Aurora. Tiritando de fro, me vest, me guard la locus magicalicus en
el bolsillo y baj a la cocina.
Benet no se haba levantado an. Reanim los rescoldos del fogn y
la chimenea y aad ms lea antes de coger el cubo e ir a por agua. En
la puerta me detuve para taparme la cara con la bufanda y esconder las
manos bajo las mangas del abrigo.
Cuando sal, un viento feroz sopl por la esquina, clavndome sus
glidas garras en los huesos, y a punto estuvo de derribarme. Diminutos
copos de nieve, agitados por la ventisca, se arrastraban por el patio. En
el rbol, de espaldas al viento, los pjaros hacan equilibrios, contrariados y molestos.
Contuve el aliento y puse rumbo al pozo. Los pjaros repararon en
m. De repente, abandonaron sus ramas entre fuertes graznidos, salpicando el suelo de excrementos y soltando plumas que giraban con el viento. Como una nube negra, sobrevolaron el patio y me rodearon sin dejar de cotorrear, rozndome con las suaves puntas de sus alas. Solt el
cubo. Giraron a mi alrededor como un conducto de alborotados jirones

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negros antes de emprender el regreso al rbol y posarse nuevamente en


las ramas.
Los observ fijamente, y ellos a m, mientras cotorreaban quedamente, ahuecando el plumaje.
Nunca haba odo que hubiera pjaros que se comportaran as. Qu
extrao. Con un ojo en el rbol, recuper el cubo, fui hasta el pozo y lo
llen de agua; luego regres a la casa y sub a la cocina. Benet estaba
sentado a la mesa con el pelo tieso hacia arriba, como si tuviera la
cabeza cubierta de pinchos.
Buenos das dije, y traslad el cubo al fogn para llenar el hervidor de agua.
Benet me lanz una mirada feroz que me hizo muy feliz. Me quit el
abrigo y empec a preparar el t.
Puedo verla? me pregunt Benet.
Se refera a mi locus magicalicus. Camin hasta el abrigo, saqu la
gema del bolsillo y la dej sobre la mesa antes de volver junto al fogn
para verter agua caliente en la tetera.
Cuando le llev su taza, Benet estaba examinando la piedra sin
tocarla.
Es peligrosa? pregunt.
Acerqu una silla y me sent a su lado. Levant la piedra. Era fra y
algo spera al tacto; si hubiera sido un gato, habra tenido el lomo arqueado y el pelaje erizado, pero no bufara y tampoco araara.
No lo creo dije.
La locus magicalicus de Nevery me haba atacado cuando intent
robarla, y supona que si alguien intentaba robar la ma, probablemente
lo matara. Pero saba que no hara dao a Benet.
Hum gru Benet. Se mes el pelo y bebi un sorbo de t.
Lea dijo.
Vale. Me levant, me guard la piedra locus en el bolsillo y fui a por
ms lea para el fogn y la chimenea. Cuando hube terminado, Benet se

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haba despabilado lo suficiente para ponerse a hacer bollos, y una vez


cocidos me com tres con mermelada y queso.
Luego sub una bandeja con t y bollos al estudio.
Asom la cabeza y ah estaba Nevery, sentado a la mesa con un
grueso libro delante.
El desayuno, Nevery dije, dejando la bandeja sobre la mesa.
Levant la vista. Frunci el entrecejo.
Te has lavado?
Sonre.
No.
Seal la puerta.
Despus de lavarme y vestirme en mi cuarto del desvn, cog el
cubo, ahora vaco, y baj a la cocina.
Keeston estaba sentado a la mesa, observando a Benet frer tocino y
patatas en el fogn. Tena los pies encaramados a una silla, un libro
apoyado en las rodillas y mantequilla del bollo que se estaba zampando
en los dedos.
Entr y dej el cubo junto a la puerta.
No deberas ir a por ms agua? pregunt Keeston.
Mir a Benet.
El hervidor est lleno dijo.
Me sent en el suelo, junto a la chimenea, y Dama trep a mi regazo
ronroneando.
De modo que has decidido volver dijo Keeston. Dej el libro
sobre la mesa, en medio de un lecho de migas.
Siempre fue esa mi intencin dije.
He odo que has estado merodeando por Crepsculo prosigui
Keeston.
Dnde lo haba odo? Se lo haba contado Pettivox? Cscaras.
Keeston estaba haciendo de espa para su preceptor, como dos y dos son

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cuatro. Y eso significaba que todo lo que oa iba directamente al


Underlord.
As que, en lugar de contestar, me encog de hombros.
Benet golpete ruidosamente la sartn contra el fogn. Cuando levant la vista, me lanz una mirada feroz y seal a Keeston con el
mentn.
Quera que le contara lo de mi locus magicalicus. Yo quera presumir de ella delante de Keeston, hacer que los ojos se le salieran de las rbitas de asombro y envidia. Pero probablemente era preferible que no lo
supiera. De ese modo, me dije, Crowe tampoco lo sabra.
Fui a Crepsculo en busca de mi piedra locus le expliqu.
Y diste con ella? pregunt Keeston. Treme un plato de ese
tocino que ests friendo dijo a Benet.
Asent.
Keeston parpade antes de recuperar su mueca desdeosa.
Una piedrecilla corriente, imagino. Acarici su locus magicalicus, el fragmento de roca negra y brillante que llevaba pendida del
cuello con una cadena de oro. Algo que encontraste al borde de algn
camino.
Me encog de hombros, sin negarlo ni afirmarlo.
Benet golpe la sartn contra la superficie del fogn, sirvi patatas y
tocino en tres platos y me trajo uno a la chimenea, plant bruscamente
otro delante de Keeston y se sent a la mesa con el tercero.
Keeston asi el tenedor y se llev un trozo de tocino a la boca.
Uau, quema! Mir acusadoramente a Benet.
Benet lo ignor.
Keeston solt el tenedor y se volvi hacia m.
Supongo que es bueno que hayas encontrado tu piedrecilla. No
ser muy poderosa, pero al menos podrs servirle de algo a tu preceptor.

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Asent y cog un trozo de tocino de mi plato. Despus de soplar, se


lo ofrec a Dama. Lo olisque, baj de mi regazo y se alej despacio, as
que me lo com.
Cuando levant la vista, me percat de que Nevery estaba en la
puerta.
Comindote todo el tocino, muchacho? dijo suavemente.
Casi gru Benet.
Keeston se puso muy tieso.
Quiere que nos pongamos a trabajar ya, maestro Nevery?
Nevery le observ, pensativo. Keeston se encogi.
Tengo asuntos que atender en el Saln de Maestros respondi al
fin. Te quedars aqu cotejando y numerando mis apuntes. Se
volvi hacia m. Yo estaba engullendo deprisa el desayuno, porque saba
que Nevery no iba a esperarme, y el tocino me gustaba casi tanto como
los bollos. Y t, muchacho, cuando hayas terminado con todo el tocino de la isla, ve a buscar tus libros. Nos vamos a la academia.

every y yo salimos de casa.


No le has contado a Keeston lo de tu locus magicalicus me dijo.
Se sujet el sombrero con una mano y se apoy firmemente en el bastn mientras avanzbamos como podamos por el patio
lleno de nieve, zarandeados por un viento glacial.

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Negu con la cabeza y me apart la bufanda de la cara para


responder.
No me pareci una buena idea.
Porque sigues sospechando de Pettivox.
Asent.
Caray, muchacho, cuando se te mete una idea en la cabeza no la
sueltas.
Mira quin fue a hablar.
Bajamos al tnel y llegamos a la verja de Heartsease. En la tenue luz
que entraba por la boca del tnel pude distinguir el dibujo grabado en la
piedra bajo nuestros pies: el reloj de arena alado.
Nevery me clav una de sus miradas penetrantes.
Me has visto abrir las verjas con anterioridad, muchacho.
Recuerdas los conjuros de abertura?
Asent.
En ese caso, brela. Nevery seal la verja con el bastn.
Rescat mi locus magicalicus del bolsillo. En la penumbra del tnel
brillaba con intensidad, y sus vetas de una luz verdosa se escurran por
mis dedos. La sostuve en alto y pronunci la palabra.

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Sessamay!
Un rayo de luz blanca emergi de mi piedra locus y, dibujando una
estela de chispas verdes, penetr en la cerradura. La verja se abri con
violencia, salt sobre los goznes, rebot contra la pared y volvi cerrarse. Por los barrotes bajaron chispas azuladas y la cerradura escupi
algunas brasas.
El fragor ces y volvi el silencio. Nevery mene la cabeza.
Hum. Intntalo otra vez.
Respir hondo, le dije a la magia que se comportara y pronunci el
conjuro. De nuevo el rayo blanco, el rebote y las chispas, pero esta vez
Nevery introdujo el bastn en la abertura para impedir que la verja se
cerrara de nuevo.
A una velocidad vertiginosa, atravesamos todas las verjas del tnel
hasta la academia. Al llegar a la escalera, Nevery se apoy en su bastn
y me mir.
Ahora, muchacho, a estudiar. Yo tengo que asistir a una reunin
en el Saln de Maestros.
Vale. Se alej, con el tac tac de su bastn en el tnel. Sub.
Rowan me estaba esperando en lo alto de la escalera, envuelta en un
clido abrigo negro por el que asomaba su toga gris de estudiante. Tena
la cabeza hundida en una bufanda de rayas grises y verdes y la punta de
la nariz colorada.
Buenos das, Ro dije.
Me salud con un movimiento de cabeza y camin a mi lado. El viento glido soplaba en el patio con virulencia; trozos de hielo flotaban
en la superficie negra y agitada del ro. Agachamos la cabeza y
apretamos el paso. Cuando llegamos a la entrada de la academia, tena la
cabeza y las manos completamente congeladas.
La galera estaba abarrotada de estudiantes con togas grises que, escapando del fro helador del patio, se haban congregado all para

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esperar el comienzo de la primera clase de la maana. Algunos se volvieron un momento hacia nosotros y siguieron con sus conversaciones.
Rowan se estaba quitando la bufanda.
La llevas contigo? me pregunt en voz baja.
Se refera a mi locus magicalicus. Asent.
Qu piensas hacer?
Rowan no se andaba con rodeos.
No contrselo a nadie respond.
Asinti y se desaboton el abrigo.
Est muy enfadada? pregunt. Me refiero a tu madre.
Rowan desvi la mirada.
Lo ignoro. A veces es difcil saberlo.
Los grupos de estudiantes empezaron a dispersarse: la primera clase
estaba a punto de empezar. Un estudiante choc con Rowan y se disculp. Este no era buen lugar para hablar.
Rowan se encogi de hombros y nos dirigimos a la clase de aprendices, donde Periwinkle nos ense un conjuro para encender velas. Me
dije que podra utilizarlo si alguna vez necesitaba convertir una vela en
un charco de cera.
Cuando salimos del aula, un Brumbee con cara preocupada me estaba
esperando. La duquesa, dijo, quera verme.

Me he puesto en contacto con Nevery, pero est muy ocupado en


el Saln de Maestros y me ha pedido que te transmita de su parte algunos consejos. El primero no estoy seguro de entenderlo. Dice que te diga
que la duquesa es como una cerradura enigmtica.
Complicada quera decir Nevery. Ve con pies de plomo y no
te fes de ella. Deslic una mano en el bolsillo de mi abrigo para asegurarme de que llevaba conmigo mi locus magicalicus, aunque saba
perfectamente que estaba all.

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Su segundo consejo es que no hagas magia. El tercero, que no le


cuentes nada.
Si no s nada, Brumbee.
Bueno, tal vez Nevery piense que s. Se retorci las manos.
Por ltimo, que cuando la duquesa termine contigo te vayas directamente a casa.
Hablaba como si temiera que la duquesa fuera a comerme.

Llegue al Saln de Maestros para reunin. Pettivox ausente.


Tanto mejor, porque ese hombre me saca de quicio. Maestros
me preguntaron por mis indagaciones sobre deterioro mgico.
Les habl de posible precedente, la desaparecida ciudad
montaosa de Arhionvar.
Hemos encontrado pruebas documentales dije. La
prdida de magia en Arhionvar ocurri de forma sbita. La
ciudad fue abandonada en cuestin de semanas.
Les dije que cuando concluyera mis mediciones estara en condiciones de transmitirles ms informacin sobre situacin y sobre
posibles planes de accin.
Mucho trabajo que hacer antes de eso.
Nota personal: no olvidarme de hablar con muchacho sobre
los peligros de las gemas locus.

Ya los habia imaginado. Conn

199/299

ientras ascenda por


la colina, camino
del Palacio de la
Aurora, baraj las
posibles razones por las que la
duquesa poda querer verme.
Crea que poda ayudar a resolver el problema del descenso del
nivel mgico? Yo, desde luego, deseaba ayudar, pero, como Nevery
habra sealado el primero, poco
saba hacer aparte de abrir puertas,
producir luz y convertirme en gato,
lo cual ni siquiera estaba seguro de
poder hacer an, aunque estaba deseando intentarlo.
El siguiente pensamiento me
hel la sangre cuando cruzaba la verja del Palacio de la Aurora,
resquebrajando con mis pies la nieve endurecida. La duquesa detestaba
lo bastante a Nevery como para haberlo desterrado de la ciudad durante
veinte aos. Significaba eso que iba a por l? Pensaba que yo iba a
contarle algo sobre el trabajo de Nevery?
Mene la cabeza y me concentr en el camino. La primera vez que
haba estado all era de noche, nevaba y las parpadeantes candelas tean
el cielo de rosa. Ahora el camino hasta la escalinata del Palacio de la
Aurora se haba convertido en una resbaladiza plancha de hielo. Sub los

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escalones, rastrillados y pulidos, hasta la puerta de doble hoja, custodiada por dos guardias con abrigo verde, botas de cuero y lanza en
mano.
Es l? pregunt uno de ellos.
El picaporte de la puerta gir con suavidad, pero justo cuando me
dispona a abrirla not una mano pesada en mi hombro.
Oye dijo un guardia.
Levant la vista. Aunque alto y barbudo, no reconoc en l a ningn
guardia de los calabozos del palacio.
Debo ver a la duquesa dije.
Yo le acompaar comunic el guardia a su compaero. Abri
la puerta y me empuj adentro. Camina calladito. Agarrndome del
brazo, cruzamos el vestbulo, giramos a la izquierda por un pasillo
alfombrado y, a rengln seguido, por otro pasillo desnudo que enseguida
reconoc.
El guardia no me llevaba ante la duquesa. Trat de soltarme.
Estate quieto dijo, sujetndome con ms fuerza. La capitana
quiere hablar contigo.
Yo no quera hablar con la capitana. Como dos y dos son cuatro que
no quera.
El guardia me arrastr hasta una puerta con un marco de hierro. La
abri y me propin un empujn.
La capitana Kerrn estaba dentro, sentada a una mesa en lo que
pareca la sala de reunin de los guardias. Espadas y lanzas descansaban
erguidas en rejillas apoyadas contra las paredes, y la mesa, rodeada de
bancos, ocupaba casi toda la estancia.
Haba otros guardias sentados entre ellos Farn, el de la barba de
tres das, unos jugando a las cartas y otros limpiando armas o engrasndose las botas.
Todos levantaron la vista cuando entr. Al ver que era yo, todos arrugaron el entrecejo menos Farn, que se levant para bloquear una

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puerta que haba en la pared del fondo. Kerrn dej sobre la mesa una
daga y una piedra de afilar.
Mir en derredor; la nica salida posible era la puerta por la que
haba entrado, pero el guardia que tena a mi espalda no dudara en
apresarme si intentaba huir por ella.
Kerrn se levant, entornando sus ojos de hielo, mientras me miraba
de arriba abajo.
La duquesa te espera, de modo que ser breve dijo con sus extraas sh y esas r que sonaban como si estuviera haciendo grgaras. Desde lo sucedido ayer he averiguado algunas cosas sobre ti.
Puede que hayas engaado a la duquesa y a esos magos, pero yo s
quin eres en realidad. Has crecido en Crepsculo y eres un conocido
ladrn.
Lo era dije, reculando. Ya no lo soy.
Nos hiciste quedar mal continu Kerrn al colarte en el palacio y robar la gema de la duquesa.
Fueron ustedes quienes quedaron mal al no atraparme repliqu.
Kerrn rode rpidamente la mesa. Retroced hacia la puerta, pero
antes de alcanzarla me agarr por la solapa del abrigo y se inclin para
gruir en mi cara:
Escucha bien, ratero. Todos los guardias de la ciudad saben quin
eres y lo que has hecho. Me zarande con tal violencia que los dientes
me castaetearon. Al primer paso en falso, te arrestaremos.
Me solt y recul a trompicones, topndome con el guardia que me
haba llevado. Todos los guardias que haba en la sala me clavaron su
mirada ms amenazadora.
Capt el mensaje.
La capitana Kerrn se dio la vuelta.
Llvatelo.

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El guardia me cogi por el abrigo y me sac de la sala. Cruzamos los


pasillos a paso ligero y subimos por una escalera hasta el pasillo alfombrado con la puerta de doble hoja al fondo.
El guardia llam a la puerta y abri. La duquesa estaba sentada en su
escritorio con una pila de papeles dentro. Cuando el guardia me empuj
hacia delante, levant la vista, se quit los anteojos y enarc las cejas.
El guardia inclin la cabeza sin soltarme el cogote.
La duquesa se levant.
Est bien. Seal la puerta. Puede retirarse.
Pero, Excelencia protest el guardia, la capitana Kerrn me ha
ordenado que no lo pierda de vista hasta que se marche.
Retrese, he dicho. Comunique a mis consejeros que nos reuniremos en breve.
S, Excelencia. Con otra inclinacin de cabeza, el hombre se
march.
La duquesa volvi a sentarse.
Y ahora Conn, verdad?
Asent. Me pregunt qu imagen tena de m. Me vea igual que un
ladrn, como Kerrn? O acaso como un mago, despus de mi demostracin del da anterior?
Seal con elegancia una cmoda butaca situada delante del
escritorio.
Sintate, te lo ruego.
Me quit el abrigo y tom asiento.
La duquesa se pas un minuto examinndome y yo hice lo propio.
Ya la haba visto das atrs, pero entonces haba estado demasiado distrado con la llamada de mi locus magicalicus. Poda ver su parecido con
Rowan. Era alta y esbelta, con un bello rostro plido y afilado y unas seductoras arruguitas alrededor de los ojos y los labios. Su cabellera pelirroja estaba recogida en una trenza en lo alto de la cabeza, a modo de
corona. Llevaba un vestido verde oscuro con cuello de terciopelo y con

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el emblema de la familia rbol y hoja bordado en cada manga. Sus


largos dedos estaban manchados de tinta y llevaba los anteojos colgados
de una cadena de oro alrededor del cuello.
Finalizado el repaso, se reclin en su butaca.
Llevas encima mi gema? pregunt.
Asent.
Hummm. Me mir por encima de los anteojos. Veo que
Nevery no te ha reclamado.
De qu estaba hablando?
No luces el reloj de arena alado, el emblema de su familia dijo.
Nevery es mi maestro, si es eso a lo que se refiere repliqu.
Yo, en tu lugar, no estara tan segura repuso severamente.
Haras bien en andarte con pies de plomo. Nevery es peligroso y nadie
puede fiarse de l.
Me pregunt cmo reaccionara si le dijera que Nevery haba dicho
eso mismo de ella.
Conoces la historia de esta ciudad, Conn? Llega hasta ah tu
educacin?
Casi no he ido a la escuela dije.
Muy bien. Veinte aos atrs, en un experimento de magia pirotcnica, Nevery hizo volar por los aires una parte de Heartsease y del Palacio de la Aurora. Lo sabas?
Negu con la cabeza. Hubiera querido saber ms detalles, pero
entonces la duquesa aadi:
Pdele a tu preceptor que te lo cuente. Se inclin hacia atrs y
tir de un cordn con borlas que haba junto la pared. Te apetece una
taza de t?
Asent.
Instantes despus, la puerta se abri y apareci un criado.

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T con bollos orden la duquesa. La puerta volvi a cerrarse.


Sus ojos se afilaron ligeramente. Tal vez estaba sonriendo. Tengo entendido que te encantan los bollos.
S dije. Y estaba hambriento. Puede que la duquesa no fuera tan
mala. Despus de todo, era la madre de Rowan.
Apoy los codos en la mesa y descans el mentn en una mano.
Siento curiosidad por ti, Conn. Mi hija asegura que eres su amigo,
y ella no hace amigos con facilidad.
La puerta se abri de nuevo y el criado entr sigilosamente con una
bandeja que contena un servicio de plata para el t y una fuente repleta
de esponjosos bollos ligeramente tostados y baados en mantequilla.
Mmmm. El criado dej la bandeja sobre el escritorio, hizo una reverencia y se march.
La duquesa sigui hablando mientras serva el t y se inclinaba sobre
la mesa para tenderme una taza.
Me pregunto, Conn, qu significado tiene el hecho de que la joya
principal del tesoro ducal haya resultado ser una locus magicalicus.
Aadi una gotas de leche de una jarrita. Porque estars de acuerdo
en que es significativo.
Asent y engull un pedazo de bollo. Saba cul iba ser su siguiente
comentario.
Y se pregunta por qu yo.
Me mir por encima del canto de su taza, con el rostro suavizado por
el vapor que emanaba del t.
Efectivamente. Por qu la gema ms valiosa del tesoro ducal te
ha elegido a ti?
No lo s contest. Era cierto, no lo saba. Necesitaba rumiarlo
un poco ms.
Beb un sorbo de t y me dije que deba andar con pies de plomo,
pues Nevery me haba advertido que la duquesa era como una cerradura

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enigmtica. Me haba dado t y bollos y pareca buena persona, pero que


lo pareciera no quera decir que lo fuera.
Dej su taza sobre la mesa.
Yo creo que el hecho de que tu locus magicalicus proceda de mi
tesoro es una seal de que mi familia debe reconciliarse con la magia.
Sabas, Conn, que hace aos era costumbre que la casa regente de
Wellmet tuviera un maestro en la corte, un mago con sus propios
aposentos en el Palacio de la Aurora? Y era necesario que ese mago
tuviera una fuerte conexin con la casa ducal.
Adnde quera ir a parar exactamente?
Conozco muy bien a tu preceptor continu. Estoy segura de
que Nevery nunca pretendi tomarte como aprendiz y que estara encantado de poder quitarse de encima esa responsabilidad. Creo que
haras bien en abandonar su hmedo y viejo casern y venirte a vivir
aqu, al Palacio de la Aurora.
Donde podra tenerme vigilado, vena a decirme. Y aunque estaba en
lo cierto con respecto a Nevery no me haba querido como aprendiz,
como dos y dos son cuatro, no tena intencin de dejar Heartsease.
Negu con la cabeza.
Como quieras dijo.
Mir de reojo los bollos. Mejor me abstena de coger otro. Necesitaba concentrarme en las preguntas que deseaba hacerle.
Duquesa dije. Era eso correcto? Duquesa? Deba llamarla de
otra manera?
La duquesa levant las cejas y esper.
Qu cree que le est sucediendo a la magia de Wellmet?
Ni siquiera parpade ante el brusco cambio de tema.
Mi consejero dice que se trata de un descenso natural y que con el
tiempo recuperar su nivel normal. Me han asegurado que la ciudad no
corre ningn peligro.

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Eso era absurdo. Mi piedra locus era extraa y excepcional, y el


hecho de que hubiera aparecido justo ahora era un claro indicio de que
algo grave estaba sucediendo.
Pero es consciente de que la magia nos est abandonando,
verdad? dije. Y sin ella la ciudad morir. Nunca lo haba visto
de esa forma, pero al expresarlo en voz alta ca en la cuenta de que era
cierto: si la magia pereca, Wellmet perecera con ella. Y eso ocurrira
pronto.
La duquesa me mir con escepticismo.
Estoy segura de que ests repitiendo las ideas alarmistas de
Nevery.
No repuse, cada vez ms frustrado. Nevery est de acuerdo
con usted. Tampoco l cree que la ciudad corra peligro, pero los dos se
equivocan.
No me digas? Mene la cabeza. Y qu crees que est sucediendo, exactamente?
Lo ignoro.
Desviando la mirada hacia la puerta, la duquesa dijo:
En ese caso, puede que mi enlace con los maestros desee compartir contigo su opinin al respecto.
Oh, no. Me di la vuelta y, en efecto, ah estaba Pettivox, de pie en el
umbral, alto y ancho, con su locus magicalicus, como una ua de pulgar,
fulgurando sobre su chaleco negro. Entr.
Palp mi locus magicalicus sobre el bolsillo del abrigo.
Maestro lo salud la duquesa.
Pettivox hizo una reverencia.
Excelencia. Sin mirarme siquiera, prosigui. Qu est
haciendo aqu el fracasado aprendiz de Nevery?
Largarse dije, ponindome en pie. Mir a la duquesa. Pettivox es la persona que le ha estado diciendo que no hay razn para
preocuparse?

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No me contest. Y no era necesario. Conoca la respuesta.


Mientras Pettivox me fulminaba con la mirada, lo rode y abandon
el despacho. Eludiendo a los guardias, sal del Palacio de la Aurora a las
calles iluminadas de Amanecer.
Era hora de regresar a Heartsease. Pero, cscaras!, seguro que la
duquesa le contara a Pettivox lo de mi locus magicalicus y que Pettivox
se lo contara luego a Crowe. Y Nevery no iba a estar contento conmigo.

Sal de Saln de Maestros y regres a casa. Verjas todava


en sus goznes, por lo que supuse que muchacho no haba regresado an de reunin con duquesa.
Entr en la cocina. Ni rastro de Benet.
Sub al taller, o golpes que venan de arriba, del desvn,
donde muchacho se ha montado su guarida. Trep por destartalada escalera de mano.
Benet all, con farolillo en el suelo, fabricando lo que pareca
un marco de madera. El marco de una ventana. Tena con l vidrio, masilla y algunos clavos. Me salud con la cabeza.
Hace tiempo que quera hacerlo, seor dijo.
En desvn hace fro glacial. Buen hombre, Benet, por
pensar en poner cristales en ventanas.
Observ cuarto del muchacho.
Nido de mantas agujereadas junto a la pared.
Pila de libros cuidadosamente amontonados al lado.
Platillo con una vela.
Cuadro de dragn apoyado en la pared.
En suelo, ordenada coleccin le chismes.
Globo visualizador chamuscado.
Caja de herramientas oxidadas.
Caimn disecado.
Mir chimenea, examin conducto, taponado con ramitas y
excrementos de pjaros; algo haba construido ah su nido.

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Dnde est? pregunt Benet. Con el martillo, hundi


un clavo en un esquina del marco de la ventana.
La duquesa quera verlo contest.
Benet no dijo nada.
Baj a estudio, aviv fuego, le. Secretario haba tabulado
anotaciones, como le orden. Un buen trabajo.
Finalmente, muchacho lleg. Pareca aterido y cansado. Se
acerc al fuego para calentarse.
Y bien? le pregunt, dejando a un lado papeles que
lea.
Estuvo un rato callado, rumiando.
Tena razn, Nevery. Es complicada.
Qu te dijo? pregunt.
Muchacho sonri.
Dijo que usted es peligroso y de poco fiar.
Condenada mujer.
Y qu quera de ti?
Muchacho volvi a callar unos minutos. Estaba sentado en
suelo de chimenea con piernas cruzadas; gata se le subi al
regazo, ronroneando.
Pettivox estaba all dijo. Est aconsejando a la
duquesa sobre el descenso del nivel mgico.
Oh, no. Otra vez Pettivox.
Escucha, muchacho dije. Pettivox es el consejero de
la duquesa en asuntos mgicos y es su trabajo mantenerla informada sobre el descenso del nivel mgico. Pero dime, qu quera
de t la duquesa? El muchacho bostez y se frot los ojos.
Hacerme una pregunta. Por qu la gema haba venido
hasta m.

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Ja. Tpico de la duquesa, no andarse con rodeos.


Y qu respondiste? pregunt.
Que no lo saba.
Lgico. Pero si conozco bien a muchacho, no ser porque no
lo haya rumiado.
Algo ms? pregunt.
No.
No?insist.
Neg con la cabeza.

uando baj a desayunar al da siguiente de mi encuentro con


la duquesa, Nevery y Keeston estaban en la mesa,
comiendo, y Benet en su silla inclinada sobre dos patas contra la pared, tejiendo algo con hilo rojo.
Como dos y dos son cuatro que Pettivox haba contado a Keeston, su
aprendiz, lo de mi locus. Cuando entr en la cocina, ponindome el jersey y peinndome con los dedos, me estaba mirando de hito en hito.

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Benet seal el fogn, donde me aguardaba un plato de bollos y tocino. Colgu la bufanda y el abrigo, con mi locus magicalicus en el
bolsillo, en el perchero que haba junto a la puerta, fui a recoger mi plato
y me un a ellos en la mesa. Keeston segua todos mis movimientos.
Buenos das, Nevery dije, llevndome una racin de bollo y tocino a la boca.
Levant la vista del libro que tena abierto sobre la mesa, al lado de
su plato vaco.
Hum farfull, mirndome de arriba abajo. Benet tiene razn,
necesitas un corte de pelo.
Despus de cenar repuso Benet. Sus agujas hacan clic-tic, clictic.
Com en silencio durante un rato, rumiando y tratando de ignorar la
mirada fascinada de Keeston. Me haba despertado con una duda.
Nevery dije, la capitana del Palacio de la Aurora, Kerrn
Asinti sin dejar de leer.
Por qu habla de esa forma tan rara?
Nevery levant la vista.
A qu te refieres, muchacho?

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Deca flster as: flshterrrr.


Ah. Nevery asinti. Porque es de Helva, una ciudad que est
situada muy al sur, ms all de los Ducados Peninsulares.
Me qued igual.
Y por qu eso le hace hablar raro?
Porque en Helva hablan helvano, que tiene sonidos distintos; por
eso le cuesta pronunciar nuestro idioma.
Nuestro idioma?
Helvano? pregunt. Quiere decir que tienen palabras diferentes para todo?
Exacto, muchacho contest Nevery, regresando a su libro.
Saba lo que estaba pensando: No tengo tiempo para preguntas estpidas. Pero yo no haba conocido nunca a una persona que hablara
otro idioma. Lo cual no era de sorprender, porque la mayora de la gente
viajaba fuera de Wellmet, no a Wellmet.
Idioma. Palabras diferentes para todo. Ese nuevo concepto me inund como una ola.
Conjuros mgicos dije. Claro!
De qu hablas, muchacho? pregunt severamente Nevery.
Los conjuros mgicos son un idioma ms. Cuando decimos
lothfalas, significa luz en el lenguaje de la magia.
Al otro lado de la estancia, mi locus magicalicus, respondiendo al
conjuro, ardi con una intensidad cegadora incluso a travs de la tela del
abrigo. Keeston se estremeci.
Apaga esa luz, muchacho me orden Nevery, parpadeando.
Obedec.
Antes de que contines con tus descabelladas afirmaciones
prosigui, has de leer ms sobre teora mgica. Est demostrado
que los conjuros mgicos no son ms que una ristra de fragmentos de
palabras enlazados, destinada a focalizar la mente del mago o la maga

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para que de ese modo pueda, con su locus magicalicus, acceder a las
provisiones de magia de la ciudad y llevar a cabo el conjuro.
Negu con la cabeza.
No estoy de acuerdo, Nevery. Los conjuros son un idioma en s
mismo y nosotros lo utilizamos para decirle a la magia lo que debe
hacer. Tena mucho sentido.
Nevery estaba meneando la cabeza con expresin ceuda.
Tonteras. Lee el ensayo de Jaspers sobre el tema, muchacho, y
luego hablamos.
Cerr su libro con un golpe seco y se puso a hablar con Benet,
pidindole que buscara ms mercurio cuando fuera al mercado de la
plaza Sark.
Yo no prestaba atencin, distrado como estaba engullendo mi bollo,
bebiendo t y rumiando sobre magia, idiomas, ndulos mgicos y Wellmet. Si los conjuros mgicos eran realmente un idioma, a quin
perteneca? A qu o a quin hablaban los conjuros? Era posible que un
ndulo mgico no fuera una convergencia atmosfrica o un afloramiento, sino un ser viviente y pensante?
A Nevery no iba gustarle nada esa idea. Gruira y me dira que leyera tal o cual tratado y dejara de hablar de cosas que no comprenda.
Pero yo saba, en el fondo de mi ser, que tena razn.
Y bien, muchacho? dijo Nevery, interrumpiendo mis
pensamientos.
Levant la vista parpadeando. l, Benet y Keeston estaban de pie,
junto a la mesa, esperndome. Ca en la cuenta de que estaba con la taza
de t en una mano y el bollo en la otra, mirando embobado la pared.
Nevery mene la cabeza.
T y Keeston iris al mercado con Benet y lo ayudaris a traer las
provisiones.
Asent mientras me terminaba aprisa y corriendo el bollo y el t. Una
vez que Keeston se puso su toga de aprendiz y yo mi abrigo y mi

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bufanda, bajamos y nos fuimos con Benet, que iba muy abrigado y llevaba una porra en el cinturn.
Al salir, el viento nos atac con sus afilados dientes, atravesando
nuestras ropas. Cruzamos el patio tiritando de fro. En el rbol, los pjaros brincaban sobre las ramas, cotorreando animadamente.
Seguimos a Benet hasta el tnel. Keeston tena las orejas coloradas
por el fro.
Cuando llegamos a la verja, nos detuvimos y esper a que Benet
sacara su piedra gris. En lugar de eso, cruz los brazos y aguard en
silencio.
Keeston me mir nervioso.
No quieres abrirla t?
Oh.
Puedo abrirla si quieres, pero no se me da demasiado bien.
Decidos de una vez gru Benet.
Keeston llevaba su locus magicalicus colgada de la cadena de oro
sobre la toga de aprendiz. Sin ms dilacin, la cogi, la dirigi hacia cerradura, cerr los ojos para concentrarse y pronunci el conjuro de
abertura. Nada. Sujet la piedra con ms fuerza y prob de nuevo. Tras
un tenso momento, la cerradura gir y la verja se abri con un chirrido.
Recorrimos los fros y hmedos tneles y subimos al Puente
Nocturno.
Mir de soslayo a Keeston y a su piedra locus con la elegante
cadena.
Ser mejor que la escondas le dije.
Por qu? pregunt. Estaba orgulloso de haber abierto las verjas
y el desprecio haba vuelto a su voz.
T qu crees? dije.
Abandonamos el puente y nos adentramos en Crepsculo. La calle
Fleetside, cubierta de hielo y nieve aplastada y flanqueada de viviendas
sucias y ruinosas, suba sinuosamente por la colina; el aire ola a humo y

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a pozos negros destapados; gente vestida con harapos nos observaba


desde los oscuros portales.
Keeston guard rpidamente su locus magicalicus debajo de la camisa y se aboton la toga hasta el cuello.
Emprendimos el ascenso con el viento en contra. Benet delante, con
la mano sobre la porra, y Keeston y yo detrs. Agach la cabeza y hund
las manos en los bolsillos del abrigo.
En mi mente se arremolinaban preguntas e ideas elaboradas a medias. Si los conjuros eran el idioma de un ser mgico, podra aprender a
hablarle a travs de mi locus magicalicus? Estara dispuesto a escucharme? Podra hablarme, contarme qu estaba pasando?
Record la pregunta que la duquesa me haba hecho el da anterior:
por qu la gema haba venido a m, cuando yo no era ms que un
granuja ladrn?
Nevery me haba preguntado en una ocasin cmo haba logrado
sobrevivir en Crepsculo. Le dije que haba sido gracias a la suerte y a
mis manos rpidas, y a que mi madre no haba fallecido hasta que fui lo
bastante mayor para cuidar de m mismo. Pero esa no era la verdadera
explicacin.
Era posible que, mientras creca en Crepsculo, la magia de Wellmet
se hubiera encargado de que yo no enfermara o acabara trabajando como
un esclavo en una fbrica o ahuyentando anguilas mortificantes en una
carbonera hmeda, o congelndome en un callejn hasta morir.
La magia me haba protegido y, cuando juzg que estaba preparado,
me llev hasta Nevery y, de ah, hasta mi locus magicalicus.
Saba, como dos y dos son cuatro, por qu la magia haba hecho todo
eso. Sencillamente, me haba elegido. Me haba salvado para que yo
pudiera salvarla a ella. Era mi deber hacer algo para frenar el deterioro
mgico.
Keeston dijo algo, interrumpiendo mis pensamientos.
Qu? pregunt.

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Estbamos doblando por la calle Strangle, dejando atrs lo peor del


viento. Rode un charco helado.
Te he preguntado que cmo te atreves a hablarle as a tu preceptor
repiti Keeston.
As cmo? Saba que a Keeston no le gustaba que llamara a
Nevery por su nombre de pila, pero eso ya lo habamos hablado.
Lo interrumpiste cuando estaba leyendo, no te asustaste cuando te
ri y luego le llevaste la contraria. No estoy de acuerdo, Nevery,
dijiste. Trag saliva. Si yo le dijera eso al maestro Pettivox, me apaleara hasta que me dolieran los huesos.
Me encog de hombros.
Nevery no hara una cosa as.
Cmo lo sabes? Keeston pareca realmente intrigado. Todo
el mundo tiene terror al maestro Nevery, incluidos los dems maestros.
Tiene a ese baj la voz a ese violento mercenario trabajando
para l. Adems, fue desterrado por hacer volar su mansin, y tiene
mucho genio.
Simplemente no lo hara. Volv a encogerme de hombros. A
m, por lo menos, no, y a ti tampoco.
Keeston mene la cabeza.
Adems, Benet no es tan malo aad.
Caminando un paso por delante de nosotros, Benet mir por encima
de su hombro con un bufido.
Y entonces nos atacaron.

Anoche termin medidor para calcular nivel mgico. Efectu algunas mediciones preliminares. Hallazgos no del todo inesperados. Nivel mgico de Wellmet ha dejado de bajar. Se halla
completamente estable, inalterable. Pero muy, muy bajo. Peligrosamente bajo.
Rele tratado de Micnu. Descenso del nivel mgico podra
deberse a fro extremo; ndulo donde se asienta Wellmet podra
estar, sencillamente, congelado, y cuando llegue el deshielo de la
primavera, magia volver a manar.
Con todo, Arhionvar es un precedente que no puede
desestimarse.
Quiz proponga a maestros que reduzcamos uso de magia
hasta deshielo de primavera.

Esta equivocado, Nevery. Conn

220/299

enet, Keeston y yo
giramos por una callejuela que conduca a la
plaza Sark cuando
cuatro hombres fornidos se
plantaron ante nosotros. Secuaces
de Crowe, me dije; tenan ese aspecto cruel que los caracteriza, e
iban armados con garrotes y cuchillos. Cscaras. Qu estpido haba
sido. Crowe tena una orden de
busca y captura contra m y, ahora
que tena la gema locus magicalicus, seguro que me quera con l
ms que nunca. Probablemente
tena hasta al ltimo de sus secuaces
vigilando el Crepsculo.
Benet se detuvo; Keeston y yo
permanecimos detrs de l.
Huid nos dijo en voz baja.
Ni hablar. Mir por encima de mi hombro y el pnico me estruj el
estmago. Otros dos secuaces haban aparecido por la boca de la callejuela; no tenamos escapatoria.
Tenemos otros dos detrs, Benet le inform.
Benet blasfem y empu la porra que llevaba sujeta al cinturn.

221/299

Los seis secuaces de Crowe formaron un crculo a nuestro alrededor.


Benet dio un paso adelante y, esquivando la embestida de un garrote,
golpe a uno en la mandbula; otro arroj a Keeston al suelo y cuatro me
sujetaron. Pele con furia, retorcindome, repartiendo patadas y mordiscos, pero eran demasiado fuertes.
Benet! grit cuando empezaron a arrastrarme por la callejuela.
Uno de ellos me tap la boca con la mano; le clav un mordisco y me
maldijo al tiempo que me golpeaba en la cabeza.
Con un rugido, Benet apart violentamente a los dos tipos con los
que estaba peleando y arremeti contra los que me tenan agarrado. Me
liber de uno de ellos pero otro me pill rpidamente por el brazo.
Keeston estaba en el suelo, contemplando la pelea con los ojos abiertos de par en par.
Haz magia! le grit mientras clavaba un codazo en la nariz de
un secuaz. Keeston rescat su locus magicalicus de debajo de la toga y
la sostuvo en alto con manos temblorosas. Vamos! grit de nuevo.
No pu-puedo recordar ningn conjuro aull.
Uno de los tipos se volvi hacia l y Keeston retrocedi chillando
hasta un montculo de nieve.
Benet golpe con su porra en la mano del hombre que me tena
sujeto. Logr soltarme al tiempo que hurgaba en mi bolsillo para rescatar mi locus magicalicus.
Benet, tpate los ojos! dije, y mientras se llevaba las manos a
la cara grit: Lothfalas!
Cuando saqu la piedra del bolsillo la magia brot de ella con una
explosin cegadora, inundando la callejuela de un torrente de luz blanca.
Los secuaces retrocedieron. Apagu la luz y devolv la piedra al bolsillo.
Despejado resopl, y mientras nuestros atacantes se frotaban los
ojos, cegados por la luz, Benet golpe a uno de ellos en la cabeza y se
dio la vuelta para lidiar con otro.

222/299

El tipo que haba recibido mi codazo se limpi la sangre de la nariz


mientras me apartaba de un empujn, desenvain un cuchillo de su cinturn y asest un golpe en el brazo de Benet. Benet bram de dolor.
Resoplando, reculamos frente los tres hombres que quedaban en pie; dos
de ellos, a los que Benet haba derribado, se estaban levantando, y otro
yaca en el suelo, gimiendo. Gotas de sangre salpicaban la nieve del
suelo.
Cogedlos orden trabajosamente uno de los secuaces, retirndose la sangre de la cara, y volvieron al ataque.
Benet la emprendi a golpes con su porra, crac crac crac, mientras
su otro puo era un martillo y los secuaces eran clavos. Uno de ellos
pas por mi lado tambalendose y chorreando sangre por la nariz. Otro
cay al suelo con un gemido. Pero, con todo, seguan atacando.
Solo conoca otro conjuro y no deseaba utilizarlo, pero no tena eleccin. Me coloqu detrs de Benet, sujet con fuerza mi locus magicalicus y recit el encantamiento del embero. Tumbriltumbrilulartambe
Uno de los tipos fue a por m pero lo esquiv, resbalando en la nieve, sin
dejar de recitar. En ese momento un garrote cruz el aire, roz a Benet y
aterriz con fuerza en medio de mi pecho. Ca de rodillas, respirando
con dificultad. Por favor, magia pens al tiempo que, entre jadeo y
jadeo, segua pronunciando el conjuro, no conviertas a Benet en un
oso, porque lo detesta. Y tampoco a Keeston. Solo a los maleantes, por
favor.
Con el ltimo aliento que me quedaba, remat el conjuro
lilotarkolilotar-kennan!
Con un chisporreteo de chispas azules, el encantamiento del embero
hizo explosin a lo largo de la callejuela, arrojndome contra una pared
y luego contra el suelo. Donde estaban los secuaces, el aire se parti en
dos e instantes despus se uni de nuevo con un bum ahogado. Se form
un remolino de chispas azules y cuatro garrotes y un cuchillo cayeron el
suelo.

223/299

En el lugar ocupado por los secuaces haba ahora tres ratas con la
cola pelona y escamada, un gallo, una culebra negra y un hombrecillo
peludo con una larga cola, temblando y mirando desconcertados a su
alrededor. Una de las ratas buf y salt al pie de Benet, que se la quit
de encima con una patada. La rata huy despavorida por la callejuela,
seguida de sus compaeros.
Impertrrito, Benet se apoy en la pared, sostenindose las costillas
con un brazo mientras el otro le colgaba inerte. Por sus dedos corran
gotas de sangre que caan en la nieve. Keeston estaba de pie, sosteniendo su piedra locus con las dos manos y con la mirada clavada en la
culebra negra que se deslizaba sinuosamente por la nieve en pos de los
dems bichos.
Lo siento dije mientras me levantaba. Los huesos me dolan.
Es el nico conjuro que conozco.
Ha funcionado dijo Benet. Seal con la cabeza hacia el lugar
por el que haban huido las ratas y dems criaturas. Vendrn ms.
Tenamos que largarnos cuanto antes de Crepsculo. Benet se mir
el corte del brazo con una mueca de dolor y lo cubri con la otra mano
para detener la hemorragia.
Vamos gru.
Descendimos por la colina, de espaldas al viento, hasta el Puente
Nocturno y los tneles secretos que llevaban a las islas. Yo procuraba
caminar despacio, porque mis costillas se quejaban con cada paso que
daba; tena la cara dolorida por el porrazo que me haba asestado el
secuaz del Underlord. Finalmente llegamos a la primera verja, donde
saqu mi piedra locus y pronunci el conjuro de abertura. La verja se abri violentamente y Benet meti la bota para impedir que se cerrara.
A medida que cruzbamos las verjas como flechas, los ojos de Keeston se iban abriendo un poco ms. Cuando llegamos a la verja de
Heartsease, le dije:

224/299

Aprisa, corre a avisar a Nevery de que estamos llegando. Y


Keeston sali disparado sin titubear.
Benet se detuvo al llegar al pie de la escalera. Tena la cara plida y
de sus dedos brotaba sangre. Esper hasta que asinti. Entonces
subimos.

Estaba escribiendo conclusiones sobre deterioro mgico.


Puerta de abajo se abri de golpe y secretario apareci de repente en m estudio, resoplando, con ojos como platos. Dijo que
los haban atacado en Crepsculo.
Cuando los vi subir, muchacho pareca ileso, pero Benet
tena herida sangrante en brazo; caminaba con mano sobre el
hombro del muchacho para no caer.
Limpi y vend feo corte en el brazo de Benet, palp enorme
chichn en su cabeza. Me apart la mano, sealando al
muchacho.
Le pegaron un garrotazo en las costillas dijo.
Muchacho protest, pero finalmente consegu que se quitara
el jersey y la camisa. Tena fea herida que sangraba, pero costillas seguan enteras. Mientras volva a vestirse, prepar t,
aad hierbas analgsicas y le di una taza a cada uno.

227/299

enet
dije
al da

siguiente.
Estate
quieto
farfull. Me estaba cortando el
pelo con unas tijeras. Estaba sentado en un taburete, en el centro de
la cocina, y Keeston delante de la
mesa, con una pila de papeles que
Nevery le haba ordenado leer.
Qu crees que ocurri en la
pelea? pregunt.
Crea saberlo, pero deseaba
saber si Benet pensaba lo mismo.
Nos atacaron contest Benet, hiciste magia y escapamos.
Asent.
Estate quieto insisti. Sigui cortando durante un rato.
No cortes mucho dije. Ras, ras, ras. Benet, creo que esos tipos iban a por m.
Hum murmur. Eso crees?
Lo crees t?
S.
Keeston levant la vista de sus papeles.
Yo tambin creo que iban a por ti, Conn.

228/299

Benet solt un gruido. Segua enfadado con Keeston por no


habernos ayudado a repeler a los secuaces.
Keeston tembl bajo la mirada feroz de Benet.
D-dos fueron a por Benet, cuatro intentaron agarrarte a ti y a m
me ignoraron.
Asent. As lo recordaba yo.
Y tambin record, con un ligero sobresalto, que probablemente
Keeston estaba informando a Pettivox, su preceptor, de todo lo que vea
y oa. Cscaras. Ahora que Keeston haba empezado a caerme bien.
En fin, simplemente tendra que vigilar lo que deca delante de l.
De modo que los secuaces de Crowe haban ido a por m; incluso el
propio Keeston lo pensaba. Nevery no lo creera. Pero, en mi opinin,
ese ataque solo haca que confirmar dos cosas. Una, que Pettivox haba
contado a Crowe lo de mi locus magicalicus, y dos, que Crowe pensaba
que yo era una amenaza para sus planes, cualesquiera que fueran, y se
estaba esforzando ms que nunca por retirarme de las calles.
Tena que averiguar qu se traan entre manos. Y ahora que saba
que los secuaces del Underlord andaban tras de m, tendra que ir con
mucho cuidado cada vez que saliera de Heartsease.
Est un poco torcido dijo Keeston.
Benet y yo lo miramos.
Me seal.
El corte de pelo. El lado izquierdo est ms largo que el derecho.
Benet le lanz un gruido. Keeston se encogi en su asiento y regres a sus papeles.
Benet dio unos retoques al lado izquierdo.
Unas horas ms tarde, me hallaba en el estudio de Nevery, leyendo y
con la mesa repleta de libros. Nevery me haba dicho que leyera un
tratado sobre una ciudad desaparecida, pero no era lo que ms me

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apeteca. Quera averiguar si otros magos haban escrito sobre conjuros


mgicos.

Keeston estaba en la otra punta de la mesa, cotejando notas de


Nevery. Nevery, por su parte, estaba en el Saln de Maestros preparando
la presentacin de sus conclusiones sobre el deterioro mgico. No tena
muy claro lo que pensaba decirles.
Fuera haca un fro de mil demonios. Los ventanales estaban cubiertos de hielo y el viento aullaba alrededor de la casa. Pese a la compaa
de Keeston, me senta apesadumbrado y vaco por dentro. La magia se
haba desvanecido, no poda sentir su clida presencia. Tiritaba constantemente y el cuerpo me peda cada vez ms mantas.
Al or los pasos de Benet, levant la vista del libro. Entr en el estudio seguido de Rowan.
Hola, Ro dije.
Keeston se levant de un salto.
Lady Rowan!
Hola, Keeston; hola, Conn. Se quit el abrigo, la toga de estudiante y la bufanda, y se acerc al fuego para calentarse las manos. Los
guardias me han trado en barca. El ro se est helando dijo. No
creo que pueda hacer ms fro del que ya hace.
No haba venido a hablar del tiempo. Cerr el libro, me sacud las
mantas y me levant con cuidado. Todava me dolan las costillas y tena
magullado un lado de la cara. Rowan enarc las cejas.
Supongo que piensas contarme qu te ha pasado.
Quieres ver el desvn? le pregunt.
Me encantara contest con una sonrisa. Keeston hizo ademn
de acompaarnos, pero Rowan lo detuvo: Lamento haber interrumpido tu trabajo, Keeston. Contina. Volveremos enseguida.

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Subimos a la cuarta planta y trepamos al desvn por la escalera de


mano.
Esta es tu habitacin? pregunt Rowan.
Asent y le tend una manta. Yo me envolv con otra y me sent en el
suelo con la espalda contra la pared. Rowan se sent a mi lado.
Y bien? pregunt.
A Benet y a m nos atacaron en Crepsculo dije. Pero estamos bien.
Caramba.
Permanecimos un rato callados.
Qu est pasando? pregunt Rowan.
Me encog de hombros.
Algo est pasando murmur.
Por qu lo dices? pregunt.
Alz la vista hacia el techo inclinado.
Mi madre se rene cada da con ese desagradable maestro,
Pettivox.
Al or mencionar a Pettivox me puse en guardia.
Sabes de qu hablan?
Rowan me lanz su mirada chispeante.
Me ests preguntando, Connwaer, si espo a mi madre?
Esto s. Asent.
Hummm. Se ci la manta a los hombros. Aqu hace un fro
que pela.
No era para tanto. Se estaba mucho mejor desde que Nevery haba
pedido a Benet que pusiera cristales en las ventanas. Esper.
Creo que Pettivox la est vigilando dijo Rowan. Para ver qu
piensa hacer, o quiz para impedir que haga algo. Mi madre no es tonta,
Conn. Sabe que algo est pasando.
Asent.

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Y bien? dijo con impaciencia. De qu se trata? Sospecho


que, sea lo que sea, ests metido hasta el fondo. Y supongo que tiene
que ver con tu ltimo ojo morado.
Respir hondo y lo medit unos instantes. No poda tener la certeza
de que su madre no estuviera trabajando con Pettivox y el Underlord.
Pero s saba que poda confiar en Rowan.
Ro, qu crees que es la magia? le pregunt. Asista de oyente a
las clases de los aprendices, seguro que haba meditado sobre eso.
Bueno Me mir y luego desvi los ojos. Siempre he odo
que la magia es peligrosa. Estoy estudiando magia para conocer las normas que se precisan para mantener la ciudad a salvo. Tembl y se
acurruc un poco ms en la manta. He ledo lo que Micnu y Carron
han escrito sobre los ndulos mgicos, desde luego. Imagino que la magia es lo que ellos dicen, una fuerza natural que se concentra en un lugar
concreto.
No, no es eso dije. La magia es un ser viviente. Y la magia
de Wellmet, su ser mene la cabeza, est en peligro.
Rowan me mir boquiabierta.
Me apresur a continuar.
La magia me eligi para que encontrara la gema con forma de
hoja. Deslic una mano por debajo de la manta hasta el bolsillo y
saqu mi locus magicalicus. Su luz verde primavera fulgur en la tenue
luz de la habitacin. Yo soy la persona que debe ayudarlo.
A quin? A ese ser mgico? pregunt Rowan. Mene la
cabeza en seal de negacin.
He de salvarlo.
Se apart ligeramente de m y me mir de arriba abajo con las cejas
enarcadas.
No me crea. Pero ya no tena nada que perder si le contaba el resto.
Nevery cree que el nivel mgico simplemente est bajando, pero
yo creo que el Underlord le est haciendo algo a la magia. He visto a

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Pettivox en la Casa del Anochecer y en Crepsculo, lo que quiere decir


que est ayudando a Underlord Crowe. Tengo que averiguar qu estn
haciendo y encontrar la forma de detenerlo.
Ya dijo Rowan.
S. Cscaras, no quera que Rowan pensara que solo deca
tonteras. Nos quedamos un rato callados. En la habitacin haca tanto
fro que poda ver mi aliento. Al otro lado de las ventanas escarchadas,
el cielo estaba oscureciendo.
Pettivox pregunt a mi madre sobre ti dijo al fin.
No me sorprendi. Y probablemente la duquesa se lo haba contado
todo sobre el ladrn que le haba robado la gema ms grande de su
collar.
Rowan esboz una sonrisa torcida.
Le dijo que te haba pedido que sirvieras como maestro ducal.
En cierto modo, as era. Me encog de hombros.
Connwaer dijo Rowan con impaciencia. Mi madre, que detesta la magia, te pidi a ti me seal con el dedo, el aprendiz ex
ladrn de su peor enemigo, que fueras su maestro. Ya te he dicho que mi
madre no tiene un pelo de tonta. Sabe que algo est pasando y sabe que
t ests involucrado.
Oh. Bueno, mejor as.
Crees lo que te he contado del ser mgico?
Mene la cabeza.
No lo s. Es bueno, es algo tpico de ti, no crees? Me parece
una idea muy extraa. Tengo que meditarla.
Vale.
Qu piensas hacer? pregunt Rowan.
No estaba seguro. Pero no poda quedarme de brazos cruzados y esperar a que algo ocurriera. Cuando Nevery regresara, tendra que convencerlo de que haba llegado el momento de ir la ciudad para averiguar
qu estaba pasando realmente.

Preparndome para presentar hallazgos a maestros esta noche.


Notas cotejadas, precedentes enumerados, grficos dibujados.
Sin embargo, conclusiones poco claras. Nivel de magia se
mantiene sumamente bajo.
Encuentro que temperatura ha cado en la misma medida.
Tiempo empeorando. Fro sin precedentes. Ro helado casi por
completo.
El fro, con todo, no basta para explicar tan impresionantes
cadas en nivel de magia. No estoy seguro de que deterioro mgico sea fenmeno natural.

Debe salvar la magia. Conn

ese a los cristales nuevos, en mi desvn haca un fro glacial.


Una corriente glida descenda por la chimenea y dibujaba remolinos en la habitacin. Aunque estaba completamente
vestido y arropado con todas mis mantas, el fro y la sensacin de vaco me impedan conciliar el sueo. Cog las mantas y baj a
dormir al estudio, junto a la chimenea.

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En mitad de la noche me despert Nevery, dndome golpecitos con


el pie. Me acord de mi primer da como aprendiz, aunque en realidad
haba tardado ms en convertirme en su aprendiz. Tuve la sensacin de
que haba pasado una eternidad. Nevery se quit el sombrero y la capa y
los dej sobre una silla. Luego ech una palada de carbn al fuego, que
chisporrote agradecido.
Bostec, me sent sin desprenderme de las mantas y apoy la espalda en la pared. Seguramente, Nevery acababa de llegar de su reunin
en el Saln de Maestros. Por la expresin de su cara, deduje que no
haba ido bien.
Qu explic a los maestros? pregunt.
Nevery camin hasta su silla, apart el sombrero y la capa y tom
asiento
Qu interesante que me lo preguntes, muchacho. Si te explico lo
que se habl en la reunin, a quin se lo contars?
Parpade.
A nadie. Sal de las mantas y me levant trabajosamente.
He comprendido, muchacho, por qu tienes tantas ganas de convencerme de que Pettivox est compinchado con el Underlord.
Porque est compinchado con el Underlord.
Nevery pareca enojado. Tena las cejas juntas, frunciendo el
entrecejo.
En la reunin, Pettivox me dijo algo en lo que no haba cado.
Oh, no. El pnico empez a abrirse paso en mi estmago.
En primer lugar continu Nevery, Pettivox ha reconocido
que ha estado yendo a Crepsculo, pero nicamente porque es el maestro designado como enlace de la duquesa, y la duquesa lo envi a que vigilara al Underlord. Y me dijo algo ms.
La estancia permaneci en silencio un largo instante. En la chimenea, pequeas llamas laman el carbn.
Tu nombre dijo finalmente Nevery es un nombre real.

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Asent. Connwaer. Me haca pensar en plumas negras y ojos amarillos y brillantes.


Y tambin lo es Crowe.
El pnico creci dentro de mi estmago y descendi por mis piernas
y brazos. Empec a temblar.
Nevery dije, y la voz tambin me tembl.
Nevery se levant frunciendo el ceo.
Pettivox me cont que hace mucho tiempo Crowe te reconoci a
ti, su sobrino, como su sucesor, viviste en su casa y te ense a espiar y
a moverte a hurtadillas. Puedes negarlo?
Mene la cabeza. No, no poda.
Nevery seal la puerta.
Fuera de aqu. T no eres mi aprendiz.
S lo soy dije, apretando los puos.
Vete! bram.
Sal y cerr con un portazo.
Cuando bajaba por la oscura escalera, repar en que las piernas me
flaqueaban. Me sent en un escaln y hund la cabeza en las manos.
De modo que Nevery ya haba descubierto que el Underlord y yo
compartamos el mismo apellido. Eso haba bastado para que Pettivox lo
convenciera de que era un embustero y un espa. Haca mucho que yo ya
no perteneca a Crowe, pero, aunque se lo dijera, Nevery no me creera.
Entretanto, l y los dems magos iban a estudiar la situacin y a esperar
a que los niveles de magia subieran. Pero no iban a subir. Tena el
presentimiento de que las cosas iban a empeorar muy pronto.
O pasos y levant la cabeza. Ignoraba cmo haba sucedido, pero
tena lgrimas en las mejillas. Las enjugu rpidamente.
Benet estaba subiendo con una bandeja y una vela.
Qu ocurre? me pregunt.
Me apart para dejarlo pasar, pero se detuvo unos escalones antes.

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No saba qu decirle. Confiaba plenamente en Benet, pero era el


hombre de Nevery.
Tengo que salir dije.
Nevery no se creera nada de lo que yo le dijera, de modo que tena
que encontrar una prueba. Poda entrar a hurtadillas en la mansin del
Underlord. Crowe y Pettivox estaban tramando algo all. Si los espiaba,
seguro que consegua la prueba que necesitaba.
Salir? dijo Benet. A la ciudad?
Asent.
Benet me clav una mirada feroz.
No seas estpido.
Ir con cuidado dije.
Mene la cabeza y sigui su camino.
Esta vez, cuando utilic mi piedra locus para cruzar la verja del tnel, la
magia entr en la cerradura dibujando un arco y chisporrote, la verja se
abri con un chirrido y ah se qued. Ni chispas, ni choques, ni portazos.

Inspeccion mi locus magicalicus en la penumbra. Tuve la sensacin


de que brillaba con menos intensidad de lo normal. El nivel mgico deba de estar muy bajo. La noche me pareca vaca y ms fra que nunca.
No me quedaba mucho tiempo.
Las calles de Crepsculo estaban oscuras y desiertas. Un viento helado y sibilante ascenda por las empinadas calles, levantando remolinos
de nieve a su paso. Las fbricas situadas junto al ro estaban paradas y
en silencio. Sub por las tortuosas callejuelas, rumbo a la Casa del
Anochecer, con los ojos y los odos bien atentos, pero no vi nada, y nada
se oa salvo el viento.
Finalmente, cuando estuve lo bastante cerca, encontr un callejn sin
salida abarrotado de basura y cubierto por una capa de hielo. Me arrodill en un recodo del fondo y abr una pequea cavidad en un

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montculo de nieve. El viento me acuchill los dedos al sacar mi locus


magicalicus del bolsillo e introducirla en la cavidad.
Tras comprobar que estaba solo en el callejn, pos una mano sobre
la gema y susurr el encantamiento del embero.
El encantamiento brot de mi locus magicalicus, trep por mi mano
y, con un pop, se hizo la oscuridad.
Abr los ojos; el callejn haba aumentado de tamao. Tambaleante,
me incorpor sobre mis cuatro patas y sent el fro de los adoquines helados en ellas. El viento me alborotaba el pelaje. Contempl mi locus
magicalicus. El encantamiento haba derretido la nieve a su alrededor y
ahora descansaba sobre un charquito de agua que ya se empezaba a congelar. La acarici con una pata y me alej por el callejn, en direccin a
la mansin del Underlord.

Plante a muchacho su perfidia. Como era de esperar, ha huido.


Sin duda, para informar a Crowe de que ha sido descubierto.
Nunca quise un aprendiz. Deb tener presente desde el principio lo que es en realidad: un ladrn, adems de embustero y espa. Qu estpido fui al olvidarlo. Maldito muchacho.

undindome
con
la
noche,
recorr
sigilosamente las callejuelas hasta llegar a la
Casa del Anochecer. Aunque era
tarde, haba luz en las ventanas enrejadas. El aire pareca invadido de agujas invisibles; zumbaba y palpitaba, erizndome el pelaje. Algo estaba pasando ah dentro, como dos y
dos son cuatro.
Camin despacio hasta a la verja, me escurr entre dos barrotes y
avanc por el borde del camino de grava, rodeando la casa, hasta desembocar en un patio pequeo y sucio con unos cuantos cobertizos. O que
una puerta se abra y cerraba, y pasos que crujan sobre la nieve helada.

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Otra puerta chirri. Alguien que visitaba el retrete, me dije. Me acerqu


un poco ms. Cuando ese alguienun secuaz de Crowe con un cuchillo
en el cinturn regres a la casa, lo segu y entr detrs de l sin que
reparara en mi presencia.
Recorr los pasillos en penumbra asomndome a las puertas que encontraba abiertas y agradeciendo mi negro pelaje, que me mantena
oculto en las sombras, hasta que llegu a la habitacin de la librera y la
escalera donde haba visto a Pettivox durante la visita de Nevery. En la
habitacin no haba nadie y la librera estaba abierta, con el oscuro rellano detrs.
Cruc con sigilo y, al llegar a la estrecha escalera, me detuve mientras mis bigotes vibraban. Poda oler algo malo, algo prfido. Si hubiera
sido un gato de verdad, probablemente habra reconocido el olor, pero lo
nico que saba era que pona mi cola y mis orejas en tensin.
Aun as, tena que bajar. Me agazap en el primer escaln, con la
cola en guardia, y mir. Nada salvo oscuridad. Descend otros tres escalones. De abajo me lleg un traqueteo metlico y el chirrido de un engranaje. Hombres vociferando. A rengln seguido, un fragor como de
vientos y truenos en una tormenta, seguido de un crac, como el de un
rayo al caer. El escaln tembl bajo mis patas. Qu estaban haciendo
ah abajo? Tena que seguir, tena que averiguarlo. Baj un poco ms y
escudri la oscuridad que se extenda ante m.
Mis ojos tropezaron con dos puntitos rojos de luz a la altura del
suelo. Se me eriz el pelaje. Baj otro escaln.
De la penumbra, subiendo trabajosamente, emergi una rata inmensa, ms grande que yo, con una cola pelona y escamada, el pelo
tioso y los dientes afilados. La rata agach la cabeza y buf. Sus ojos
rojos brillaron.
Entonces ca en la cuenta de que era uno de los hombres del Underlord que nos haban atacado a Benet y a m en el callejn. Me haba reconocido? Saba que era yo quien lo haba convertido en rata?

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Subi otro escaln hasta quedar justo por debajo de m. Entonces,


gruendo y agitando la cola, me atac.
Justo cuando saltaba sobre m, ensendome los dientes, rod sobre
mi espalda y levant las cuatro patas con las garras en alto. Nuestros
cuerpos se enredaron y bajamos dos escalones dando tumbos. Le di un
zarpazo en el hocico y cuando la rata, bufando, salt sobre m, me apart
velozmente, aterrizando sobre mis cuatro patas, y me qued agazapado,
gruendo y agitando la cola.
La rata me atac de nuevo, decidida a clavarme sus afilados colmillos en el costado, pero logr zafarme y le arranqu la cola con los dientes. Tena un sabor repugnante. Cuando se volvi como una flecha
para araarme, escup la cola, salt sobre su lomo y le clav un par de
zarpazos en sus ojillos colorados. Cegada, chillando y meneando la
cabeza, la rata retrocedi.
Me alej lentamente sin dejar de observarla. Se haba quedado agazapada en el escaln, bufando y frotndose los ojos. Con gran sigilo, baj un peldao y luego otro.
El pelaje volvi a su lugar y segu bajando hasta la primera curva.
Tras comprobar que la rata no me segua, dobl y llegu a la segunda
curva. Ahora, el fragor de los engranajes era casi ensordecedor. Me sent en el escaln y asom la cabeza por la esquina.
Como en mi primera visita, vi un espacio inmenso lleno de hombres
y engranajes metlicos que brillaban con la luz. Retroced, pestae y
asom de nuevo la cabeza, con ms cuidado esta vez.
El gigantesco taller estaba cavado en la roca e iluminado con candelas y antorchas repartidas por las paredes y el techo. En una larga
mesa haba hombres encorvados sobre papeles grficos o planos y
otros forcejeando con una gruesa manguera embravecida. Alrededor de
la habitacin haba ms mesas, cubiertas de botes y frascos de cristal,
cachivaches de cobre, tubos, alambres y cajas con tornillos.

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Y en medio, ocupando casi todo el espacio, haba un artefacto


enorme y orondo que llegaba hasta el techo. La parte central era un gran
depsito remachado, rodeado de tubos y esferas. A un lado tena una cadena de rechinantes engranajes; al otro, bobinas de cobre, mangueras y
tubos de cristal de los que goteaba mercurio. El convulsivo artefacto respiraba agitadamente.
Mientras lo observaba, un largo pistn situado cerca del suelo avanz con un gemido y puso en marcha un inmenso engranaje; los hombres
empezaron a vociferar, nubes de vapor salieron con un silbido y de repente se oy una fuerte rfaga de aire, como si algo estuviera siendo aspirado por el artefacto. En un costado se abri una vlvula. El mecanismo chirri, se oy un trueno y las luces se apagaron, y de repente, dentro de m, experiment una dolorosa sensacin de vaco y soledad.
Volvi la luz. Algunos hombres se acercaron a la mquina para comprobar el estado de las esferas mientras otros lean los grficos. La atmsfera se calm y la mquina zumb.
Retroced, sub algunos escalones y, temblando, me sent. En medio
de la oscuridad, sobre el escaln, comprend qu estaban haciendo.
Estaban aspirando toda la magia de Wellmet y almacenndola. El artefacto era un condensador, como el aparato derretido que haba descubierto en Heartsease, pero mucho, mucho ms grande. Una crcel para la
magia. Qu pensaban hacer con ella una vez que la hubieran aspirado
toda? Aniquilarla?
Me lam la pata y me frot la cara y los bigotes. Haba llegado el
momento de actuar. Tena la prueba que necesitaba. Ahora tena que largarme de all, convertirme de nuevo en muchacho y contarle a alguien lo
que estaba pasando. An no era demasiado tarde.
Ech a correr escaleras arriba, pas por el lugar donde haba luchado
con la rata y alcanc el rellano. Estaba cruzando la habitacin cuando
me di cuenta de que estaba rodeado.

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La rata, sangrando por el hocico y enseando los dientes, me estaba


esperando, y se haba trado refuerzos: otras dos ratas.
Tres contra uno. Tena todas las de perder. Sin detenerme, corr
como una flecha hacia la puerta. Las ratas, chillando, saltaron sobre sus
cuatro patas y fueron tras de m.
Cruc velozmente un pasillo, dobl una esquina y me encontr con
tres puertas cerradas. Un callejn sin salida. Las ratas aparecieron por la
esquina y frenaron en seco. Luego se acercaron lentamente, gruendo y
agitando la cola. Una me ense los colmillos y salt sobre m al tiempo
que sus compaeras me acribillaban a dentelladas. Repartiendo a mi vez
mordiscos y zarpazos, finalmente logr zafarme mientras unos colmillos
me araaban la pata delantera. Me ergu sobre mis cuatro patas y ech a
correr como alma que lleva el diablo.
Con las ratas pisndome los talones, recorr pasillos y dobl esquinas
hasta que llegu al vestbulo principal. Mis garras derraparon sobre el
resbaladizo suelo de piedra mientras corra hacia la puerta.
En ese momento entraba un secuaz de Crowe. Atnito, vio cmo
avanzaba disparado hacia l, me colaba entre sus piernas y sala a la fra
y oscura noche. La puerta se cerr a mis espaldas con un golpe seco, dejando las ratas dentro.
Baj a trompicones los escalones de la entrada y me sent en el suelo
helado, temblando y respirando con dificultad. El corte en la pata me escoca y tena mordeduras de rata en el lomo y los costados. Finalmente,
cojeando, me adentr en la noche.

Estuve hasta tarde controlando nivel mgico con medidor. Descendi bruscamente en varias ocasiones. Alarmado. Casi no
queda magia en la ciudad.
Fui al estudio a consultar notas. Le hasta amanecer. No
extraje conclusiones nuevas. Cansado. Benet me trajo t.
Conn no ha vuelto an, seor dijo.
Le respond que el condenado muchacho no volvera nunca.
Benet me pregunt por qu. Le dije que el muchacho era un espa del Underlord.
No lo es, seor replic.
Le dije que dispona de una prueba: muchacho y Underlord
tienen mismo apellido.
Benet se mostr sorprendido.
En serio? Luego se encogi de hombros. De todos
modos, Conn no es un espa de Crowe.
Cmo lo sabes? le pregunt.
No puede serlo. Benet estaba junto a la puerta, con
los brazos cruzados. Pareca muy seguro de lo que deca.
Seor, los hombres que nos atacaron en Crepsculo eran
hombres de Crowe, e iban a por Conn.
Por qu Crowe enviara hombres para atacar a su propio
espa?
No s muy bien qu pensar.

egres al oscuro callejn donde haba escondido mi locus


magicalicus. La cavidad se haba helado y tuve que escarbar
con las garras para poder rescatarla. La dej en el suelo,
coloqu encima mis patas delanteras y, mentalmente, pronunci el encantamiento del embero al revs.
Mi piedra locus brill dbilmente en la oscuridad; casi todo el ser
mgico se hallaba apresado en el artefacto del Underlord. Repet el encantamiento al revs. Lentamente, me fui transformando de gato a
muchacho. Repet el encantamiento hasta que la ltima garra y el ltimo
pelo del bigote hubieron desaparecido. Lo ltimo que desapareci fue
mi cola.

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Cuando levant la vista ya haba amanecido. En el brazo tena un


tajo largo y sanguinolento, la dentellada de una de las ratas. Me escoca,
pero no haba perdido mucha sangre. Con el cuerpo entumecido por
haber pasado tanto tiempo agazapado, me puse en pie y me guard la
locus magicalicus en el bolsillo del abrigo. Las nubes se cernan, bajas y
grises, sobre mi cabeza, y copos de nieve rodaban por la boca del callejn. Asom la cabeza. No vi a nadie.
No estaba seguro de cul deba ser mi siguiente paso. Lo mejor sera
ir a ver a Nevery e intentar convencerlo de que haba visto el artefacto.
Pero Nevery
Suspir pesadamente. Nevery estaba furioso conmigo y no creera
nada de lo que yo le contara. No tena tiempo para discutir con l.
Otra opcin era ir a ver a Brumbee. Pero qu poda hacer l? Sin
duda se retorcera las manos con nerviosismo y convocara de inmediato
una reunin de maestros. Adems, Pettivox haba dicho a los dems
maestros que yo era un espa de Crowe. Cscaras.
Entonces record algo que Rowan me haba dicho. Su madre, la
duquesa, era una mujer inteligente. Saba que algo pasaba. Presenta que
ella me tomara en serio si le contaba lo del artefacto del Underlord.

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Tomada la decisin, puse rumbo hacia el Palacio de la Aurora.


Cruc Crepsculo y el Puente Nocturno todo lo deprisa que pude y sub
por la colina que conduca al Palacio de la Aurora, detenindome de vez
en cuando para respirar.
Era temprano y las calles estaban desiertas. Demasiado tranquilas. El
nivel de magia estaba tan bajo que hasta las personas que no eran magas
se haban percatado de ello y se haban encerrado en sus acogedoras casas, temerosas de lo que pudiera estar sucediendo fuera.
Finalmente, llegu al Palacio de la Aurora. Estaba caminando por el
crujiente hielo que cubra el camino, despidiendo vaho por la boca,
cuando los dos guardias apostados en la puerta principal me vieron.
Uno era Farn, el guardia que me haba dado el flster en el calabozo.
Empez a bajar por la escalinata viniendo hacia m.
Me detuve.
Farn grit por encima del hombro a su compaero:
Dile a la capitana Kerrn que el ladrn del mago est aqu. Descendi a la carrera y alarg una mano para agarrarme.
Esta vez la duquesa no me estaba esperando, comprend. Maldita
sea, Kerrn me haba advertido que si volva a verme por el palacio me
devolvera al calabozo, me esposara y me obligara a beber flster. Era
evidente que no me dejara hablar con la duquesa.
Me agach para esquivar la mano de Farn. El guardia resbal en el
hielo y cay al suelo.
Vuelve aqu! bram mientras se pona en pie.
Por la puerta principal de palacio asomaron otros dos guardias, que,
de inmediato, echaron a correr hacia m.
Recul.
Decidle a la duquesa que enve hombres a Crepsculo! grit.
El Underlord est robando la magia de Wellmet!
No poda perder ms tiempo. Farn me persegua, seguido de sus
compaeros.

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Atravesaron la verja y me persiguieron colina abajo, gritando a voz


en cuello. Uno de ellos se separ del grupo y tom un atajo.
Yo corra como si la vida me fuera en ello. Doblaba esquinas, bajaba
por callejuelas, y segua oyendo los gritos. Tenan a muchos hombres a
los que alertar y todos conocan esa parte de la ciudad mejor que yo.
Finalmente, les di esquinazo y me escond en una carbonera de un
callejn desierto. Agazapado en la oscuridad, trat de recuperar el aliento. Las piernas, agotadas por la carrera, me temblaban. Fuera, el
fragor de la persecucin se fue diluyendo.
Al rato sal. Tena que regresar a Heartsease. Era posible que Nevery
estuviera dispuesto a escucharme. Cabizbajo, cubrindome la cara con la
bufanda, tom una calle flanqueada de tiendas an cerradas. Al doblar
una esquina, alguien me agarr y me cubri la cabeza con una bolsa
negra.

Intentando trabajar. Distrado. Benet convencido de que


muchacho no es ningn espa. Benet, un buen hombre, no se
deja engaar fcilmente.
Decid tratar de visualizar al muchacho. Esperaba verlo con
Crowe.
Globos visualizadores sensibles a la presencia de magia. Locus magicalicus y habilidades mgicas del muchacho deberan
permitir que apareciera dentro del globo visualizador claro como
estrella fugaz en cielo nocturno. Saqu brillo al globo ms
grande con trapo de seda, lo sumerg en cuenco de agua tibia,
pronunci conjuro Anstriker.
Nada. Atmsfera mgica insuficiente para que conjuro funcione. Globo visualizador permaneci oscuro, inservible.

presado. Pero no por los hombres de Kerrn. Los hombres


de Kerrn no empleaban el mtodo de la bolsa negra.
Forceje, pero los
individuos que me
tenan inmovilizado me asestaron
dos mamporros, enrollaron una
cuerda alrededor de la bolsa y uno
de ellos me carg al hombro. Grit,
pero la bolsa ahogaba mi voz. Y las
calles estaban desiertas, nadie
podra orme.
Los hombres caminaban a paso
ligero mientras mi cabeza, que colgaba boca abajo, daba bandazos dentro de la bolsa. Estaba completamente a oscuras y el trapo que tena pegado a la cara ola a moho y patatas rancias.

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Mi portador se detuvo un instante, luego sigui andando. O el chirrido de una puerta que se abra y cerraba
Quieres que lo lleve yo? pregunt una voz profunda.
No hace falta respondi mi portador. Pesa menos que una
pluma.
Llegar de un momento a otro dijo otra voz.
Esperaron de pie. Me retorc y mi portador me dej en el suelo, pero
me mantuvo aferrado por los hombros.
Otra persona entr en la habitacin. Caminaba con andar pesado. Silencio. Sent un hormigueo, como si alguien me estuviera observando.
Estis seguros de que es l? pregunt. Pettivox. Reconoc su
voz aguda al instante.
S, seor respondi uno de sus hombres. El ladrn. El Underlord tena una orden de busca y captura contra l. Lo conocemos.
Excelente. Estar encantado. Pettivox hizo una pausa. Lo
meteremos en uno de los trasteros del stano. Querr verlo ms tarde. Es
muy escurridizo, no permitis que se os escape.
Quin quera verme ms tarde? Underlord Crowe? He ah alguien
a quien yo, decididamente, no deseaba ver. Me revolv hasta liberarme
de las manos de mi captor, pero tena la cuerda demasiado apretada y lo
nico que consegu fue darme de bruces contra el suelo. Uno de los
hombres ri.
De nuevo a hombros, bajamos por una escalera y atravesamos un
pasillo que haca eco. Los hombres retiraron la cuerda, me quitaron la
bolsa y antes de que pudiera ver dnde estaba, me arrojaron a un agujero
oscuro. Un segundo despus, cerraron la puerta y echaron la llave.
Tras concederme unos instantes para respirar hondo, saqu la ganza del
bolsillo y tante la puerta, buscando el ojo de la cerradura. Lo encontr.
Tena un tacto spero, deba de estar oxidada. Pero si una llave poda

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abrirla, yo tambin. Me dispona a explorar la cerradura con la ganza


cuando o el roce de una bota contra la piedra del suelo. Al otro lado de
la puerta haba un centinela.

Devolv la ganza al bolsillo. La habitacin era un agujero completamente negro. La cruc con las manos al frente hasta que toqu una
pared. Saqu del bolsillo mi locus magicalicus; su tenue brillo era un pedacito difuminado de luz en mi mano. Apenas alumbraba.
La habitacin era pequea, puede que de tres pasos de ancho, con el
techo bajo y sin ventanas. Las paredes, de una piedra pegajosa, irradiaban fro. No ese fro glido que te corta la respiracin, sino ese fro
hmedo que se te mete en los huesos, entumecindolos.
Camin durante cuatro horas por el cuartucho aferrado a mi locus
magicalicus y parando de vez en cuando para comprobar si el guardia
segua apostado en la puerta. Tena que salir de ah como fuera. La magia estaba en apuros. Si Pettivox y el Underlord tenan intencin de
hacer algo con ella, lo haran pronto.
Choqu con una pared y gir sobre mis talones para cruzar la celda,
paso-paso-paso, hasta la puerta. Fuera, dos voces profundas estaban hablando. Al rato, o un tintineo de llaves en la cerradura.
Me apart de la puerta, con la mano en el bolsillo, empuando mi
piedra locus, y arrim la espalda a la pegajosa pared. La puerta se abri
con un chirrido y una sombra irrumpi en la celda.
Clic-tic. Clic-tic-tic.
Detrs de la sombra apareci alguien con un farol.
Deslumbrado, me proteg los ojos con una mano. Cuando recuper la
visin, se acerc y pude reconocerlo.
Era Underlord Crowe.
Tena el mismo aspecto de siempre. Corriente. Ni alto ni bajo; ni
guapo ni feo; ni viejo ni joven. Impecable traje negro, capa con cuello

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de pelo. Cabello negro engominado. Ojos grises como cerraduras, como


cerraduras grises con un orificio en medio que solo mostraba vaco. Me
mir de arriba abajo, impasible.
Tena una mano en el bolsillo de la capa, donde transportaba su
clicticn.
El fro de la pared me atraves la ropa y se col en mis huesos. Sent
un escalofro.
Connwaer dijo con calma.
Asent.
Sin apartar la vista de m, se dirigi a uno de los hombres que custodiaban la puerta.
Habis comprobado si lleva alguna ganza encima?
No, seor respondi, nervioso, el hombre. La luz del farol
tembl sobre las hmedas paredes de la celda.
Pues comprobadlo orden Crowe. Buscad en el pelo, en el
cuello de la camisa, en las botas y en los dobladillos de la ropa. Pero que
bajo ningn concepto se os ocurra tocar la locus magicalicus.
S, seor.
Crowe asinti; luego se hizo un silencio tenebroso.
Tengo entendido que tu locus magicalicus es excepcional dijo
al fin.Y Pettivox dice que te has mostrado interesado en nuestros
asuntos. No ha sido muy inteligente por tu parte atraer mi atencin de
ese modo cuando llevabas tanto tiempo eludindola.
Guard silencio. No tena intencin de cruzar una sola palabra con l
si poda evitarlo.
Tus nuevas habilidades te hacen, a mis ojos, an ms valioso.
No contest.
Veo que sigues tan terco como siempre. Hizo una pausa. Clictic. Es evidente que no piensas colaborar. Por lo tanto, tendremos que
ocuparnos de ti. Crowe avanz unos pasos y retroced por la fra
pared hasta un recodo del minsculo cuartucho. No te preocupes, no

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vamos a hacerte dao. Simplemente te dejaremos aqu. Clic-tic-tic-tic,


tic-tic. Cuatro das, tal vez cinco, dependiendo de como vayan las cosas, y dejars de interferir en mis planes, como tu madre. No lo deca
como una amenaza, nicamente me estaba informando de lo que iba a
pasar. Su actitud era completamente fra, ms an que el viento helado
del ro. Me mir de arriba abajo, calculando con sus ojillos hasta qu
punto era yo valioso, y el resultado fue que no lo era en absoluto.
Gir sobre sus talones y la capa revolote a su espalda.
Encargaos de l dijo a los hombres, y parti.
El secuaz que sostena el farol lo dej al lado de la puerta y entr en
la celda con su compaero, bloqueando la salida.
Ahora, estate quietecito dijo. Cuando alarg un brazo para cogerme, me agach y extraje la locus magicalicus del bolsillo.
Cuidado con la piedra! grit uno de los hombres.
Su compaero me agarr por el cuello del abrigo y me estamp con
fuerza contra la pared. Mi piedra locus sali volando de mi mano y rod
por el suelo. Antes de que pudiera ir tras ella, el hombre me clav el
antebrazo en la garganta, impidindome respirar.
No te muevas gru. No me mov.
Mientras me tena inmovilizado contra la pared, el otro hombre me
cache de arriba abajo y no tard en encontrar la ganza que llevaba en
el bolsillo.
Sigue buscando dijo su compaero.
Mientras este me echaba su aliento hediondo a la cara, el otro busc
en el cuello de mi camisa, me pas los dedos por el pelo, me quit las
botas y las registr. Finalmente encontr la otra ganza en el dobladillo
del pantaln.
Sin decir nada, salieron del cuartucho con el farol, cerraron la puerta
y echaron la llave.

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Tante el suelo en la oscuridad hasta dar con mi locus magicalicus,


que haba dejado de brillar, y me la guard en el bolsillo. Luego localic
las botas y me las puse.
Me sent con la espalda pegada a la pared. De repente, me senta
muy cansado. Esta vez Nevery no vendra a rescatarme, como haba
hecho con anterioridad, cuando los guardias de la duquesa me apresaron
en el Palacio de la Aurora. Y, sin una ganza, no poda forzar la puerta.
Un miedo sobrecogedor me recorri por dentro, sumndose al fro
de la pared y el suelo. Simplemente te dejaremos aqu, haba dicho
Crowe. Simplemente te dejaremos morir aqu, haba querido decir,
aunque eso llevara su tiempo. Cuatro o cinco das. Me acurruqu en un
rincn con la cabeza sobre las rodillas y los brazos alrededor de las
piernas.
En el cuartucho reinaban el silencio y la oscuridad. Las horas
pasaban y el fro era cada vez ms intenso. Nevery no vendra a por m.
El Underlord me haba dejado all mientras acababa con la magia de
Wellmet. Y yo no poda hacer nada para impedirlo. Los escalofros dieron paso a los temblores.
Not algo en la coronilla. Alc la vista, con los dientes apretados
para contener el tembleque. Nada, solo silencio. En ese momento, algo
blando e increblemente fro me roz la mejilla. Me apart bruscamente,
con los ojos muy abiertos, incapaz de ver nada. Saqu la locus magicalicus del bolsillo.
Lothfalas susurr. La luz centelle y luego fue perdiendo
fuerza, hasta quedar reducida a un fino crculo luminoso a mi alrededor.
Revoloteando por encima de mi cabeza, casi pegada al techo, vislumbr
una nube de sombras vibrantes. En ese momento una sombra larga y oscura se despeg de la nube y, ondeando, como un pauelo de seda, descendi en mi direccin. Me apart de un salto, pero pude sentir su fro
amenazador.
Anguilas mortificantes. Un nido entero.

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Lothfalas repet, ms alto esta vez. La luz de mi piedra locus


centelle y se contrajo. La nube de anguilas, sobrecogida, se dispers
por el techo. Algunas sombras descendieron sinuosamente por las
paredes, mientras que otras se congregaron en los rincones.
Empu con fuerza mi locus magicalicus. La luz era cada vez ms
dbil. Expectantes, las anguilas se retorcan al otro lado del tenue crculo
de luz. La luz era cada vez ms dbil.
Lothfalas dije con voz temblorosa.
De la piedra brot un resplandor apenas visible. Las anguilas estrecharon el crculo.
Lothfalas! Lothfalas! Lothfalas!

Segn medidor, nivel mgico sumamente bajo. Preocupado.


Presiento que se avecina una tragedia. Prob de nuevo globos
visualizadores. Todava nada. Fue el muchacho a ver a
Crowe? O est tramando otra cosa?
Cuando hubo anochecido, Keeston entr en el taller. Plido,
tiritando de fro. Los dientes le castaeteaban.
Lo he Visto, maestro. Estoy casi seguro de que era l.
Hizo pausa. Estaba temblando. Por fuerza tena que
serlo. Le cubrieron la cabeza con una bolsa.
De qu ests hablando? pregunt.
M-maestro Nevery, mi preceptor me envi a trabajar con
usted para que pudiera tenerle informado de todo lo que suceda
aqu. Yo no quera, seor, pero me oblig. Lo s-siento mucho.
De modo que tambin t eres un espa? pregunt,
enfadado.
Keeston pareca desconcertado.
Tambin, seor?
M aprendiz ha estado pasando informacin al Underlord
dije.
Keeston se enjug lgrimas.
Conn? Imposible, seor. Conn nunca le espiara.
Te equivocas repliqu. En este preciso instante est
con Crowe.
Keeston mene la cabeza.

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No, seor. O si lo est, no es por propia voluntad. Eso


es justamente lo que vena a decirle. Los hombres de Pettivox
han secuestrado a Conn y lo tienen encerrado en un trastero. El
Underlord estaba a punto de llegar. Creo que tienen intencin de
ma-matarle.
Diantre de muchacho. Primero Benet y ahora Keeston.
Deseo creerles. Solo una forma de estar seguro.

e estaba comportando como un idiota.


Lothfalas
dije de nuevo, y
me puse en pie.
La luz de mi locus magicalicus
se debilit todava ms. Ya solamente iluminaba mi mano, que
apareca teida de un verde plido.
En el resto de la celda solo haba
oscuridad. Una anguila mortificante
se desprendi del techo para instalarse en mi cuello con su cuerpo
fro y penetrante. Presa de un escalofro, la toqu con mi piedra locus y
la anguila cay al suelo, pero en ese momento empez a treparme otra
por la pierna. La ahuyent de una patada y corr hasta la puerta. Bajo la

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tenue luz de mi piedra locus, vi la cerradura, oxidada, con el ojo en el


centro.
Acerqu la locus magicalicus a la cerradura con una mano mientras
con la otra me apartaba de la cara una anguila mortificante.
Sessamay! grit, y segu con los dems conjuros de abertura
que conoca.
brete!, orden a la cerradura. No estaba pronunciando los conjuros debidos, probablemente la magia no entenda lo que le estaba
pidiendo. Pero si la magia quera que la salvara, tendra que ayudarme a
escapar de las anguilas y a salir de esa prisin.
Nada ocurri. Ni el ms mnimo parpadeo o destello de magia. Del
techo empezaron a caer ms anguilas, como pesos muertos, fros, mientras otras me suban por los pies. Sent que un pauelo helado flotaba
alrededor de mi cuello, cindose cada vez ms. Conteniendo la respiracin, golpe la piedra contra la cerradura y pronunci de nuevo los conjuros de abertura.
La luz de mi piedra locus se apag y las anguilas mortificantes se
enredaron en mi cuerpo. Entonces la magia hizo un ltimo esfuerzo por
congregarse. Mi piedra locus escupi una rfaga de chispas que sali
disparada contra la cerradura y estall. Me arroj contra la puerta, girando el pomo. Y arrastrando conmigo una mirada de anguilas mortificantes, sal precipitadamente al pasillo.
Nevery estaba all. La puerta lo derrib y su bastn sali volando por
los aires, junto con una ganza. Estaba intentando forzar la puerta para
librarme de mi prisin.
Keeston estaba a su lado, con cara de pasmo y un farol en la mano.
Ca al suelo envuelto en un enjambre de anguilas.
Maldita sea, muchacho dijo Nevery. Qu demonios ests
haciendo?
Cuidado con las anguilas! grit.

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Ahuyentadas por el resplandor del farol, las anguilas mortificantes


retrocedieron. Unas cuantas, formando una nube oscura, se congregaron
en el hueco de la puerta.
Nevery las vio. Agarr su bastn y se levant.
La luz del farol las mantendr a raya dijo. Ests bien,
muchacho?
S contest tembloroso, mientras me alejaba a rastras de la puerta. Una anguila se aventur hasta el pasillo para evaluar la situacin.
Keeston se estremeci.
Que no se te caiga el farol, Keeston gru Nevery.
Si se le caa, estbamos perdidos.
Nevery enderez la espalda y frunci el entrecejo.
Por qu no contestaste cuando te llam?
Desde el otro lado de la puerta?
No le o dije. Probablemente las anguilas haban ahogado el
sonido.
Hummm musit Nevery. Bueno, ser mejor que nos
vayamos.
Gir sobre sus talones y se alej con su bastn, tac tac tac, por el
pasillo. Keeston y yo le seguimos. La luz del farol creaba una burbuja
protectora a nuestro alrededor, y finalmente dejamos atrs la guarida de
las anguilas mortificantes.
Subimos hasta la planta baja de la casa de Pettivox, que no haba
visto al entrar por la bolsa que me cubra la cabeza. Era un lugar oscuro
y lgubre.
Keeston encabezaba la marcha con el farol en alto. Nevery se rezag
para caminar a mi lado.
Y bien? me pregunt con expresin ceuda.
Nevery, no estoy con Crowe dije.
Me he dado cuenta, muchacho.

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Hemos llegado a la puerta principal dijo Keeston por encima de


su hombro.
Benet estaba ah, vigilando a dos hombres de Pettivox, a los que
haba amordazado y maniatado. Al verme, asinti.
Lo encontr?
S dijo Nevery. Se detuvo para abotonarse la capa. Lleva a
Conn y Keeston a Heartsease.
Se encamin hacia la puerta.
No, Nevery dije.
Nevery detuvo sus pasos y se volvi para mirarme.
Ya has causado suficientes problemas, muchacho replic con
impaciencia. El nivel de magia ha descendido drsticamente estos dos
ltimos das. Tengo una reunin en el Saln de Maestros.
Mene la cabeza.
Qu pasa, muchacho? pregunt Nevery.
Benet se acerc para poder or mejor y Keeston se detuvo a nuestro
lado con el farol en alto.
Apret los puos. Estaba seguro de que Nevery no iba a creerme.
El Underlord y Pettivox estn robando la magia en este preciso instante, Nevery. Tenemos que detenerlos.
Muchacho comenz Nevery, no tengo
Nevery lo interrump, desesperado. Hoy he estado en la Casa
del Anochecer Ayer, quiero decir. Y vi la mquina. Me estremec al
recordar cmo retumbaba y el vaco que haba dejado en la noche
cuando aspir la magia. El Underlord y Pettivox han construido un
condensador y han succionado casi toda la magia de la ciudad. Si no los
detenemos ahora, acabarn por robarla toda y Wellmet perecer.
Ests seguro de que viste una mquina? pregunt Nevery.
Un artefacto?
Asent.
Era enorme.

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En casa del Underlord? Cmo conseguiste entrar?


Abr la boca para responder.
No importa aadi rpidamente Nevery. Prefiero no saberlo.
Se qued mirndome mientras se mesaba la punta de la barba.
Solamente ir si no hay ms remedio, Nevery dije.
Y qu hars? Detener al Underlord? Destruir su artefacto
mgico?
Asent. La magia me haba elegido para esto y no tena intencin de
dejarla morir sin haber intentado ayudarla.
Se produjo un largo silencio. Aguard, conteniendo la respiracin.
Nevery poda optar por pensar que yo era un ladrn embustero o confiar
en m.
Hummm dijo al fin. Un artefacto succionador. Supongo que
algo as es posible. Me mir fijamente. En todo este tiempo,
muchacho, no me has mentido nunca?
Mene la cabeza. Nunca.
Nevery asinti despacio.
En ese caso, iremos juntos.

uando salimos de casa de Pettivox volva a ser de noche.


Me haba pasado el da entero en el cuarto del stano.
Tenemos que avisar a la duquesa y pedirle que enve
a sus guardias a la Casa del Anochecer dije.
Nevery se detuvo al pie de la escalera.

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Ve t, Benet.
Mejor que vaya Keeston dije. Estaba de nuestro lado, y necesitbamos a Benet con nosotros.
Nevery enarc las cejas.
T crees? Se volvi hacia Keeston. Qu dices t, Keeston?
Podemos confiar en ti?
Keeston, todava con el farol en la mano, trag saliva y asinti.
S, seor. Se lo juro. Le juro que puede confiar totalmente en m
y
Vale, vale le interrumpi Nevery. Corre al Palacio de la Aurora y cuntale a la duquesa lo que est pasando. Dile que estamos en
Crepsculo y que enve tantos guardias como le sea posible. Lo has
entendido?
S, seor. Keeston gir sobre sus talones y se march a toda
prisa, resbalando ligeramente en la nieve.
Vamos dije, y los tres, Nevery, Benet y yo, pusimos rumbo al
Puente Nocturno para pasar Crepsculo.
Las calles estaban oscuras y desiertas; las candelas, apagadas. La
noche pareca desolada, vaca. Me llev la mano al bolsillo para acariciar mi locus magicalicus y la sent igualmente vaca y muerta. Se le
haba agotado la magia.
Descendimos por la colina como tres sombras negras, resquebrajando con nuestros pies las aceras heladas, hasta el Puente Nocturno y la
angosta calzada que transcurra entre sus edificios.
Alto dijo de repente Benet, agarrndonos a Nevery y a m por el
brazo. El glido aire tea de blanco nuestra respiracin. Delante, el
puente apareca completamente negro, como una cueva profunda.
Qu ocurre? pregunt Nevery.
Benet neg con la cabeza.
Demasiado tranquilo. Es posible que el Underlord tenga guardias
al acecho.

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Benet, no podemos esperar susurr.


Se sac la porra del cinturn.
Ir delante.
Lo seguimos. Nuestros pasos retumbaban en medio de tanta
quietud
Y, de pronto, de las sombras, emergieron inopinadamente cinco
siluetas negras. Secuaces de Crowe que, sin previo aviso, nos embistieron agitando sus garrotes.
Blandiendo la porra, Benet se adelant para recibirlos.
Marchaos! nos grit por encima del hombro antes de esquivar
un puetazo.
Como no podamos cruzar el puente, Nevery y yo retrocedimos,
seguidos por tres secuaces. En ese momento, Benet lanz su porra, que
atraves el aire, golpe a uno de los hombres en la nuca y lo derrib
como un rbol recin talado. Luego salt sobre los otros dos.
Yo me encargo de ellos! grit. Marchaos de una vez!
Huimos a toda velocidad.
Mir por encima de mi hombro y vi que uno de los hombres lograba
zafarse de Benet y vena a por nosotros. Apretamos el paso.
Nevery y yo corramos sin hablar; el secuaz de Crowe nos segua sin
gritar. Poda or nuestros jadeos, el martilleo del bastn de Nevery, el
crunch crunch crunch de nuestros pies y de los pies que nos seguan por
la calzada helada.
Aumentamos la velocidad y giramos por una calle; la capa de
Nevery onde con gran revuelo al doblar la esquina. Sac su locus
magicalicus.
Remirrimer dijo, y procedi a mascullar un conjuro.
No haba suficiente magia. Nuestro perseguidor estaba acortando
distancias. Le tir de la manga.
Vamos!
Nevery blasfem y reemprendimos la carrera.

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Por aqu dije, sealando una calle que bajaba hasta el ro.
La ribera de Amanecer estaba formada por una sucesin de muros de
piedra con escaleras que conducan a embarcaderos de madera. Nos detuvimos en la orilla para recuperar el aliento.
El glido aire estaba completamente inmvil. Si alguien lo hubiera
golpeado, se habra roto en mil pedazos. No se oa correr el agua.
Seal el ro.
Se ha helado. Creo que podemos cruzarlo caminando sobre el
hielo.
De acuerdo convino Nevery disponindose a cruzar el ro; justo
en ese momento nuestro perseguidor nos embisti.
Era grande y musculoso. Me apart de un manotazo y le asest un
puetazo a Nevery.
Nevery forceje y juntos rodaron por una escalera que desembocaba
en un embarcadero. Fui tras ellos y, desde el ltimo escaln, salt sobre
la espalda del hombre y le mord la oreja. Saba an peor que la cola de
la rata. El hombre me arroj al suelo de una sacudida. Entonces Nevery
le propin un fuerte porrazo en la cara con el mango dorado de su
bastn.
Ay! grit el hombre.
Retrocedi tambalendose y echando sangre por la nariz.
Me levant trabajosamente.
Est bien? pregunt a Nevery.
Lo estoy, muchacho resopl.
A nuestras espaldas, el hombre se llev las manos a la cara y sacudi
la cabeza, rociando el suelo con gotitas de sangre.
Me volv para escudriar el ro, que, inmvil, se extenda frente a
nosotros cubierto por una capa de hielo limpio y oscuro. A nuestra
izquierda se alzaba el Puente Nocturno y, en la orilla opuesta, no brillaba ninguna luz.
Tante el hielo con el pie. Nevery me sigui sin protestar.

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Emprendimos la marcha deslizando los pies, chas chas, por la superficie helada; Nevery se apoyaba en su bastn para no resbalar. La ribera
se fue alejando. Arriba, el negro cielo apareca salpicado de estrellas que
centelleaban como dagas.
A medio camino, nos detuvimos. Mi aliento formaba nubecillas
blancas delante de mi cara. Mir atrs. El secuaz de Crowe nos segua.
Continuemos dijo Nevery.
El hielo flaque bajo mis pies.
Un momento susurr. Toqu la superficie con la mano y el fro
me quem la piel. Poda sentir la corriente del ro bajo los dedos.
Me levant muy despacio y el hielo cruji. Era una capa muy fina
que apenas alcanzaba a cubrir el agua.
Tendremos que rodearlo susurr.
Nevery asinti. Rodeamos la capa de fino hielo y nos dirigimos de
nuevo hacia la orilla de Crepsculo.
Mir por encima de mi hombro. Nuestro perseguidor era una silueta
negra sobre el negro hielo. Creyendo que nos dara alcance tomando el
camino ms corto, lleg hasta el fino hielo y sigui andando.
Se va a hundir dije.
En ese preciso instante, el hielo cedi y, como una piedra arrojada a
un charco, el hombre fue engullido por el ro, blasfemando y retorcindose. Mir a Nevery.
Sigue dijo con gravedad.
Continuamos nuestro camino temiendo que el hielo se resquebrajara
bajo nuestros pies y las glidas aguas nos engulleran tambin a nosotros.
Cerca de la orilla de Crepsculo, advert que en las casas y almacenes todo era oscuridad y silencio. Trepamos por la ladera rocosa del
ro y desembocamos en un sendero lleno de surcos que rodeaba el muro
lateral de un almacn.
Nos detuvimos para recuperar el aliento. Al rato, empec a andar de
nuevo.

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Espera, muchacho dijo Nevery.


No podemos esperar dije. Puede que ya sea demasiado tarde.
Apret el paso y Nevery corri hasta darme alcance. Doblamos por
el almacn y tomamos la calle empinada que tenamos ms a mano,
flanqueada por casas de vecinos semiderruidas.
Demasiado tarde para qu? pregunt Nevery.
Mene la cabeza. No haba tenido tiempo de meditarlo con
detenimiento.
El Underlord construy el artefacto para apoderarse de toda la
magia.
Si el artefacto es para eso, yo dira que tiene planeado secuestrar
la ciudad.
Exacto. La magia no solo serva para hacer funcionar las fbricas o
mantener encendidas las candelas. La magia era el alma de la ciudad. A
partir de sus clculos, Crowe haba deducido que con el artefacto podra
controlar toda la magia, haciendo que la gente se viera obligada a pagar
por ella. De ese modo, l mandara en toda la ciudad, no solo en Crepsculo. Pero Crowe estaba equivocado.
Nevery, la magia no puede permanecer encerrada en ese artefacto.
Si lo hace, perecer. Y eso ocurrira pronto, si no logrbamos liberarla
antes.
Muchacho, la magia no es un ser viviente.
No era el momento de discutir con l. Si no nos dbamos prisa, sera
demasiado tarde.
Subimos por las empinadas calles hasta la Casa del Anochecer. Nos
asomamos a la verja. El edificio estaba completamente a oscuras y en silencio, pero haba una atmsfera tensa y expectante.
Deberamos esperar a que lleguen los guardias de la duquesa
me susurr Nevery.

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Negu con la cabeza. Los guardias de palacio iban a tener que lidiar
con los secuaces del Puente Nocturno, y eso podra demorarlos
demasiado.
Supongo que no tienes ningn plan dijo Nevery.
No, no lo tena.
Creo que deberamos entrar sin ms dije.
No me extraa que siempre andes metido en los, muchacho
murmur Nevery.
Vamos dije.
Arrimados a las sombras, cruzamos la verja y rodeamos la mansin
del Underlord hasta alcanzar la puerta por la que yo haba entrado disfrazado de gato. No haba nadie vigilando.
Avanzamos por los oscuros pasillos, detenindonos de vez en
cuando para aguzar el odo. No se oa nada. Todos los secuaces de
Crowe estaban bloqueando el puente, me dije. No haban contado con
que alguien pudiera cruzar el ro por el hielo. No obstante, seguro que
no haban dejado el artefacto completamente desprotegido.
Finalmente llegamos al cuarto cuya escalera conduca al taller subterrneo. La puerta-librera estaba cerrada y en la estancia reinaba la
oscuridad.
La librera se abre susurr a Nevery.
Camin hasta el panel y empuj. La librera gir y la angosta escalera se abri como un pozo oscuro.
Sin vacilar, baj con Nevery hasta la segunda curva y asom la
cabeza. El tenebroso taller estaba iluminado con una luz tenue; en el
centro se alzaba el artefacto succionador, hinchado y lustroso como una
sanguijuela gigante atiborrada de sangre. Los engranajes y pistones estaban parados y el mercurio descansaba inmvil en sus tubos de cristal.
El depsito remachado sobresala en el centro. La magia estaba atrapada
en su interior.

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Poda sentir el hormigueo quejumbroso de la magia retorcindose en


su prisin, intentando escapar. Y un ligero zumbido en el aire. Todava
quedaba una pizca de magia flotando fuera del artefacto, donde se
hallaba atrapado el resto.
Haba hombres pasendose entre las sombras y, sentado a una de las
mesas cubiertas de grficos, estaba Pettivox escribiendo algo a la luz de
su piedra locus.
Me llev una mano al bolsillo para acariciar mi locus magicalicus.
La magia era capaz de destruir una piedra, me haba dicho Nevery en
una ocasin, y a su mago con ella. Respir hondo. La magia me haba
elegido para esto, me dije a m mismo. No poda marcharme y dejarla
morir. Trac mentalmente un camino entre la escalera y el artefacto.
Como mnimo deba intentarlo.
Rode la esquina.
Qu haces, muchacho? o susurrar a Nevery, pero segu
bajando.
Uno de los hombres dio la alarma y su voz retumb en el gigantesco
taller. Pettivox alz la vista. Al verme, se levant de un salto, derribando
la silla con un fuerte estruendo.
T! grit.
Llegu al pie de la escalera y ech a correr.
Los secuaces me rodearon, pero yo segu corriendo en direccin al
artefacto. Aunque no estaba seguro de lo que iba a hacer cuando llegara
all. Si llegaba.
Uno de los hombres trat de apresarme y otro me agarr por la
manga, pero logr zafarme. Pettivox cruz el taller a grandes zancadas,
pegando gritos que se confundan con el alboroto. Di un rpido giro para
escapar de otro hombre y de repente top con Pettivox, que me agarr
por el pelo. Dos secuaces se apresuraron a inmovilizarme. Me retorc
como un gusano, pero estaba atrapado.

273/299

Pettivox me solt y me cruz la cara con un manotazo; si los


secuaces no me hubieran tenido sujeto, habra cado al suelo.
T gru de nuevo.
Sacud la cabeza. Tena un diente medio roto y la boca me sangraba.
Ante mis ojos bailaban puntos negros. Mientras los hombres me retenan
fuertemente por los brazos, volv a mirar el imponente artefacto, con sus
engranajes y cables brillando en la tenue luz.
Pettivox se inclin sobre m, ensendome los dientes.
Date por muerto, ladrn. El Underlord no tardar en volver y te
matar con sus propias manos. Ech el puo hacia atrs para asestarme otro golpe. Cerr los ojos y apret los dientes.
Entonces o un grito.
Pettivox! aull Nevery. Abr rpidamente los ojos.
Nevery descendi por la escalera con su capa gris ondeando detrs
de l. Cuando lleg abajo, blandi su bastn y lo estrell contra una
mesa abarrotada de piezas sobrantes de cobre, las cuales cayeron ruidosamente al suelo.
Pettivox se volvi rpidamente.
Los secuaces que me sujetaban miraron estupefactos a Nevery, pero
sin aflojar los dedos.
Cruzando la habitacin, y aspirando la poca magia que quedaba
fuera del artefacto, Nevery empez a pronunciar un conjuro. Las palabras brotaron de su boca como un torrente, inundando la sala y rebotando
contra las paredes. Justo debajo del techo, aparecieron briznas de niebla
que se unieron para formar nubes grises cargadas de lluvia. El
descomunal taller se sumi en la penumbra.
Nevery grit la ltima palabra del conjuro. Los nubarrones tronaron
y lanzaron un rayo. Con un alarido, Pettivox se apart de su trayectoria
y el rayo impact contra el suelo, calcinndolo. Mis captores retrocedieron. Entonces estall un trueno.

274/299

Nevery inici otro conjuro mientras Pettivox se pona a recitar otro.


Las paredes devolvan el eco de sus voces.
Sobre nuestras cabezas, las panzas de los nubarrones se hincharon y
finalmente reventaron, escupiendo relmpagos en todas direcciones que
rebotaban en las paredes y se estrellaban contra el artefacto. De los remaches y engranajes saltaron chispas, pero la magia permaneci atrapada
dentro.
Un rayo azul silb por encima de mi cabeza. Mis dos captores se estremecieron. Era mi oportunidad.
Girando bruscamente los hombros, logr zafarme de ellos, les clav
una patada en la espinilla y ech a correr a toda prisa hacia el artefacto.
Los secuaces fueron tras de m lanzando alaridos.
Trep por la base de piedra sobre la que descansaba el artefacto y me
encaram a un pistn. El metal chispeaba. Uno de los hombres salt con
la intencin de agarrarme un pie, pero alargu un brazo hasta un engranaje y me impuls hacia arriba, quedando fuera de su alcance.
Continu mi ascenso, salvando tubos y aferrndome a mangueras, hasta
llegar al orondo depsito.
Abajo, Nevery y Pettivox seguan gritando y sus voces rebotaban en
las paredes de piedra. Estall otro trueno y en ese momento las nubes se
abrieron, liberando un torrente de lluvia helada.
Sacudindome el agua de los prpados, segu subiendo. La lluvia se
converta en hielo cuando entraba en contacto con el depsito y apenas
notaba los dedos. Uno de los secuaces decidi seguir mis pasos. Otro
aull y me arroj una botella, que estall justo por encima de mi cabeza.
Cerr rpidamente los ojos para protegerlos de la lluvia de cristales.
Cuando los abr de nuevo, saqu mi locus magicalicus del bolsillo.
La gema brill tenuemente en la tempestuosa luz.
No conoca ningn conjuro para estos casos. Descans la frente
sobre el fro cobre del depsito y golpe suavemente mi locus magicalicus contra la superficie.

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Sal le dije a la magia. Sal a travs de la piedra.


Dentro, la magia se retorca; poda sentirla, aprisionada, desesperada, moribunda.
Junto a mi cabeza estall otra botella. El secuaz que estaba trepando
me agarr por el tobillo y tir de m. Resbal y estuve en un tris de perder mi locus magicalicus, pero me agarr con fuerza a una rueda dentada
con la otra mano y aguant. El hombre tir de mi tobillo con violencia y
yo le respond con una patada, y otra. Aullando de dolor, se precipit al
vaco, rebotando en la pared del depsito antes de estrellarse contra el
suelo.
Con manos temblorosas, deslic mi locus magicalicus por la superficie del depsito y la detuve sobre una de las junturas remachadas.
Sal susurr. Este es un buen lugar. Martille la juntura con
la piedra. La magia haca presin contra el depsito. La juntura cruja y
se hinchaba, pero segua aguantando.
Por aqu, magia susurr de nuevo.
Dentro del depsito, la magia se tranquiliz, cambi de posicin y
concentr toda su atencin en m y en mi locus magicalicus. Era como
estar mirando un cielo nocturno lleno de estrellas y sentir, de repente,
que las estrellas te devolvan la mirada.
Cerr los ojos. Respira hondo, relaja las manos. Imagin que mi
mano atravesaba la piedra locus, se introduca en el artefacto y abra la
cerradura. Por aqu. Vamos.
La habitacin contuvo el aliento. Los gritos, los truenos, los relmpagos sibilantes se desvanecieron. Tan solo un silencio negro y aterciopelado que llenaba mi cabeza y me calmaba la respiracin.
La juntura que transcurra por el costado del depsito se hinch, y
luego se rasg como una tela. En medio de rayos y truenos que retumbaban al unsono, la magia sali precipitadamente por mi piedra locus y
rugi por todo mi cuerpo. Un torbellino de luz centelleante, chispas,
llamaradas blancas y miles de estrellas invadi mis ojos. Aferrado a mi

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locus magicalicus, la magia sigui saliendo hasta inundar el taller.


Luego explot hacia arriba, reventando la tapa del depsito, atravesando
la Casa del Anochecer y borboteando sobre la oscura noche. En mi
mano, mi locus magicalicus se desintegr en una nube de polvo chispeante mientras yo era arrojado al vaco, como una hoja transportada por
el viento.
Cre que iba a morir.
Pero en lugar de eso, el mundo se detuvo. Dentro de mi cabeza la
magia me habl. Sus palabras eran un murmullo sordo, profundo, que
retumbaban en mi crneo y en los huesos de mis brazos y piernas.
Qued flotando en el aire, envuelto en un manto de luz clida y
acogedora.
Luego, todo se volvi negro.

Artefacto destruido. Podemos confiar en no volver a ver nada semejante en este mundo. Destruido a costa de la locus magicalicus del muchacho, y casi a costa de su vida.
Despus de que muchacho liberara magia y Casa del
Anochecer fuera arrasada, me descubr en el fondo de un gran
foso oscuro, rodeado de cascotes y pequeos incendios, con moho
descendiendo y escombros asentndose. Ni el menor rastro del
artefacto. Haba quedado completamente destruido.
Consegu reunir un poco de luz con conjuro Lothfalas y
busqu a muchacho entre los escombros.
Lo encontr encajado en una grieta abierta en la pared, como
si lo hubieran colocado all para protegerlo. Infinidad de escombros bloqueaban el paso hasta la grieta. Lo cre muerto. Estaba
plido, fro, inmvil, cubierto por fina capa de polvo brillante,
los restos de su locus magicalicus.
Una prdida demasiado grande para poder soportarla.
Los guardias de la duquesa llegaron, junto con Benet, que
me ayud a retirar las vigas y cascotes que cubran el cuerpo del
muchacho. Finalmente, logramos sacarlo. Coloqu una mano en
su pecho, comprob que an respiraba.
Lo envolv con mi toga y con el abrigo de Benet, lo traje a
Heartsease y lo met en la cama.
Ped a Trammel que lo examinara. Muchacho no tiene ni
un rasguo, dijo Trammel, ni lesiones aparentes. Simplemente

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est aterido y exhausto. Necesita dormir. Mantenerlo bien abrigado y esperar a que se despierte.
As que aqu estamos, esperando.

Gracias, Nevery. Conn


De nada, Conn. Nevery

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espert. Aunque tena


los ojos cerrados,
saba dnde estaba; reconoca el olor a polvo
y moho de mi cuarto del desvn.
Pero estaba tumbado en una cama
de verdad, cubierta de mantas, y la
habitacin estaba caldeada.
Mi locus magicalicus haba
perecido. Dentro de m, en el lugar
que haba ocupado, senta un profundo y oscuro vaco. Pero, afortunadamente, la magia estaba a salvo.
La senta en el aire, a mi alrededor,
ms clida an que las mantas.
Abr los ojos. Era mi cuarto,
efectivamente. Estaba tumbado en una cama, y un fuego arda en la chimenea. Por las ventanas entraba un sol radiante que acariciaba el suelo e
iba a posarse en el cuadro del dragn. Sentado en una silla, junto a la
cama, estaba Nevery con la cabeza echada hacia atrs, dormitando.
Me sent con cuidado, de espaldas a la pared que haba junto a la
cama. La habitacin empez a dar vueltas y cre que iba a desmayarme.
Mi movimiento despert a Nevery. Parpadeando, baj la cabeza y se
frot la nuca. Entonces se volvi hacia m y me mir estupefacto.
Ests bien, muchacho? pregunt. Tena la voz ronca.

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Asent. La habitacin tembl y cerr los ojos. Sent la mano de


Nevery debajo de mi barbilla. Abr de nuevo los ojos. Nevery me estaba
mirando con el entrecejo fruncido.
Estoy bien dije.
Me mir de arriba abajo y finalmente se recost en su silla.
Recuerdas lo ocurrido?
Hablar era mejor que asentir.
S dije. Bueno, en realidad, no del todo. Qu le pas a Pettivox? Y a Underlord Crowe?
Hummm. Debiste decirme desde el principio que Crowe era tu to.
Tena razn, deb decrselo. Pero ahora no quera hablar de eso.
Nevery aguard unos instantes antes de proseguir.
Pettivox desapareci despus de que el artefacto fuera destruido y
lo han dado por muerto. Crowe est en los calabozos de la duquesa, a la
espera de ser juzgado.
Oh. Me preguntaba si la duquesa tena pensado condenarlo a la
horca. Lo dudaba. La duquesa prefera exiliar a la gente. De repente me
asalt un profundo cansancio.
Benet est bien prosigui Nevery, y tambin Keeston. Dijo
algo ms, pero los ojos se me cerraron y mi cuerpo se tambale hacia un
costado. Nevery dej de hablar, se apresur a sujetarme y me tumb en
la cama con suavidad.
La escalera de mano cruji y o la profunda voz de Benet.
No, est dormido dijo Nevery.
Y entonces, en efecto, me dorm.
Cuando despert por segunda vez, la habitacin estaba a oscuras, salvo
por el fuego que agonizaba en la chimenea, y Keeston era el que dormitaba en la silla, junto a mi cama. Al parecer, me encontraba un poco
mejor.

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Me sent sobre la cama y la habitacin no dio vueltas. En mi interior


segua notando el doloroso vaco dejado por mi locus magicalicus. Pero
no quera pensar en eso. Estaba sediento. En la otra punta del cuarto
haba una mesita con la calceta de Benet, algunas tazas y una jarra que
probablemente contena agua. Saqu las piernas de la cama y me puse
en pie. Gran error. La habitacin empez a dar vueltas y de repente me
descubr obteniendo un primer plano del suelo.
Keeston se enderez de golpe, y o que alguien suba por la escalera
de mano. La trampilla se abri y Benet entr con una vela.
Estoy bien dije. Solo me he cado.
Dej la vela sobre la mesa, se acerc a grandes zancadas, me levant
del suelo y me devolvi a la cama, agachando la cabeza para no golpersela contra el techo inclinado. Luego mir ferozmente a Keeston.
Se supone que has de vigilarlo.
Keeston se llev una mano a su locus magicalicus.
Lo s-siento dijo.
Benet se volvi para lanzarme una de sus feroces miradas.
Tienes hambre?
Un hambre voraz.
No te muevas de la cama me orden. Luego seal a Keeston. Viglalo. Y se march.
Me sent con la espalda apoyada en la pared.
Debes estar en la cama dijo, nervioso, Keeston.
Estoy en la cama repuse.
No dijo Keeston, quiero decir que deberas estar tumbado.
Me encog de hombros.
Me encuentro mejor sentado. No era del todo cierto, pero iba a
tener que sentarme de todos modos cuando Benet trajera la comida. Observ a Keeston. Pareca cansado y algo inquieto. Ests bien?
pregunt.

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Tuvo un escalofro. Su mano segua aferrada a su locus magicalicus.


Yo imaginaba cul era la causa de su temor. El jefe de su preceptor estaba en los calabozos de la duquesa y probablemente pensaba que tambin l sera arrestado.
No te preocupes dije. Nevery le dir a todo el mundo que nos
ayudaste. Y sabe que no estabas al corriente de lo que tramaba Pettivox.
Keeston me mir.
S lo estaba.
No del todo dije. No sabas lo del artefacto.
Keeston se relaj ligeramente.
Eso es cierto, no lo saba.
Permanecimos callados un rato. La llama de la vela proyectaba agitadas sombras en las paredes. De repente, Keeston dijo:
Crees que el maestro Nevery me aceptara como aprendiz?
La pregunta cay pesadamente en el vaco que mi piedra locus haba
dejado en mi interior. Yo ya no era mago; de hecho, ahora que ya no
tena una locus magicalicus, ni siquiera era aprendiz. Sent que un nudo
de tristeza me aprisionaba la garganta.
No lo s alcanc a decir. A Nevery no le gustaba tenerme
como aprendiz.
S le gustaba dijo Keeston. Se lo preguntars?
Deberas preguntrselo t mismo dije. Quiz le aceptara.
Benet apareci por la trampilla con una bandeja que dej sobre la
mesa, despus de apartar las tazas y la jarra. Haba trado una segunda
vela, de modo que ahora haba ms luz en el cuarto. Me tendi un bollo
y una taza de t y me tom ambas cosas, pero no consiguieron llenar mi
vaco.

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A los pocos das, ya estaba lo bastante recuperado. Entrada la maana,


me levant, me vest y, con las botas en la mano, baj a la cocina. Benet
estaba all, cortando manzanas.

Te has levantado dijo.


Asent. Dama, que estaba en la chimenea, se desperez y se me acerc ronroneando. Dej las botas en el suelo y me sent junto al fuego
para que pudiera trepar a mi regazo.
Vas a ponrtelas? dijo Benet. Levant la vista. Estaba
sealando mis botas.
Ya no me entran dije. El jersey negro, en cambio, me quedaba
mejor. Probablemente haba crecido mientras estaba convaleciente.
Necesitas unas nuevas dijo Benet. Dej a un lado el cuenco con
los cortes de manzana y se puso a amasar.
De modo que Benet daba por sentado que iba a quedarme en
Heartsease. Yo no estaba tan seguro de que Nevery estuviera de
acuerdo. Sin una piedra locus ya no poda ser su aprendiz, y Nevery
saba que no era mi intencin hacerle de criado. Tampoco era ya ladrn,
por lo que no poda volver a vivir en las calles de Crepsculo.
El maestro Nevery dijo que si hoy te levantabas, lo encontraras
en la biblioteca de la academia.
Pero ya no poda abrir las verjas de los tneles para llegar a la academia. Cscaras.
Dej una piedra-llave para ti. Benet seal con su dedo enharinado mi abrigo, que colgaba de un clavo junto a la puerta. La piedra estaba en el bolsillo, deduje.
Gracias dije.
Baj a Dama de mi regazo y me levant. Despus de ponerme el abrigo sal al patio. Haca un sol radiante y el aire ola a fresco, aunque todava era fro. La nieve se haba derretido. En el gran rbol ya no haba

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pjaros y las negras ramas tenan en las puntas generosos brotes colorados. El invierno haba tocado a su fin.
Cosa que yo agradeca enormemente. Haba perdido la costumbre de
caminar descalzo. Al cruzar el patio, sent el fro y la humedad de los
adoquines en los pies.
Cruc los tneles sin ninguna prisa, utilizando la piedra para poder
abrir las verjas. La magia saltaba briosa y fulgurante sobre las cerraduras. El ser mgico se encontraba mejor, me dije.
Antes de tomar la escalera de la academia, tuve que apoyarme en la
pared del tnel para descansar. Una vez arriba, me detuve para recuperar
el aliento.
Al otro lado del patio, estudiantes con togas grises charlaban y
jugaban en grupos, disfrutando del ltimo sol del invierno. Rowan abandon el grupo con el que estaba y se acerc a m; llevaba su toga de
estudiante y su bolsa de libros.
Me dio un abrazo. Tan solo era una pizca ms alta que yo, advert.
No haba duda de que haba crecido. Descans mi cabeza en su hombro
durante unos instantes.
Dio un paso atrs y me mir de arriba abajo.
Veo que has decidido abandonar tus botas, Connwaer.
Se me han quedado pequeas dije.
Hummm A mi madre le gustara que le hicieras una visita.
Vale. Pero ahora tena que ir a buscar a Nevery a la biblioteca.
Cruzamos el patio hasta la academia. Al vernos, los estudiantes detenan sus conversaciones para mirarnos. Baj la cabeza y segu andando; Rowan alz el mentn, en actitud altiva y severa, como el da
que la conoc.
Entramos en el edificio.
Brumbee estaba en la puerta de su despacho, hablando con Periwinkle. Cuando nos vio, se acerc a nosotros.

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Mi querido Conn dijo con una sonrisa, cunto me alegro de


ver que ests mejor. Estbamos muy preocupados. Me mir los
pies. Veo que no vas calzado
Las botas se me han quedado pequeas dije.
Ah, bueno. Seguro que Nevery se encargar de poner remedio a
eso. En cuanto ests completamente recuperado, confiamos en que retomes tus estudios.
En serio?
Ahora tengo clase dijo Rowan. Ms tarde pedir que alguien
me lleve en barca a Heartsease para ponerte al da, de acuerdo?
Gracias.
Rowan sonri, se ech la bolsa al hombro y se march.
Brumbee esboz una sonrisa de oreja a oreja.
Bien! Y ahora, si buscas a Nevery, est en la biblioteca.
Cuando suba por la escalera, los estudiantes que aguardaban en el
patio empezaron a entrar para su primera clase, charlando y alborotando
la galera. Abr la puerta de la biblioteca, entr y cerr de nuevo. Nevery
estaba sentado a una mesa cerca de la ventana. Al or la puerta, levant
la vista y asinti. Esper junto a la puerta mientras recoga su bastn y
su cartera de lona, se abotonaba la toga y se calaba el sombrero. Salimos
al pasillo. Algunos estudiantes pasaron por nuestro lado lanzndonos
miradas de curiosidad. Nevery se apoy en el bastn y me mir con el
entrecejo arrugado.
Ven conmigo dijo. Se dio la vuelta y ech a andar escaleras
abajo, paso paso tac, paso paso tac.
Lo segu sin rechistar.
Llegamos al vestbulo de la academia y bajamos la escalinata hasta
el patio. Todos los estudiantes haban entrado ya.
Nevery dej la cartera en el suelo y carraspe.
Por tu aspecto, yo dira que deberas seguir en cama.

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Cruc los brazos para protegerme del fro. Aunque el sol calentaba,
del ro suba una brisa fresca.
Estoy bien, Nevery dije.
Eso dices siempre, muchacho, pero a m no me lo parece.
Me mir los pies descalzos.
Nevery suspir.
Perdiste tu locus magicalicus.
Asent.
Y, por lo visto, tambin las botas.
Se me han quedado pequeas expliqu.
Lo imagino dijo. Golpe con el bastn la cartera que descansaba a sus pies. Mira lo que hay dentro.
Me arrodill y hurgu en la cartera.
Esto? Saqu un libro.
No dijo. Hubo un golpe de viento y Nevery se llev la mano al
sombrero para impedir que volara. La toga.
Todos los magos y aprendices vestan una toga, y tambin los estudiantes de la academia, como Rowan. Era una toga gris con una insignia
en la manga que indicaba la familia o la casa a la que pertenecan. En la
bolsa, entre los libros, una botella con un tapn de cera y algunos
papeles sueltos, haba una toga. La saqu, me levant y se la tend.
Nevery me la tendi a su vez.
Es para ti, muchacho dijo. Eres estudiante y aprendiz. Necesitas una toga.
Oh. Me quit el abrigo y me puse la toga sobre el jersey. La lana gris
estaba apolillada y salpicada de quemaduras superficiales, y el rado dobladillo rozaba el suelo. En la manga haba una insignia bordada con
hilo azul descolorido, el mismo reloj de arena con alas tallado en la
piedra de la verja del tnel de Heartsease y grabado en oro en la tapa del
bal de las piedras locus de Nevery.
Nevery se inclin hacia delante y acarici la insignia.

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El reloj de arena alado. El emblema de mi familia.


Haba sido su toga en sus tiempos de estudiante.
La aboton con cuidado y enroll las mangas, que me cubran las
manos.
Si hay algo de lo que estoy completamente seguro, Conn dijo
Nevery con la voz ronca, es de que t eres mago y encontrars otra
locus magicalicus.
Respir hondo. S. S, Nevery tena razn.
Yo era mago. Estudiara en la academia, aprendera cuantos conjuros
me fuera posible e intentara convencer a los maestros de que la magia
era un ser viviente. Y un da, si no encontraba mi locus magicalicus en
Wellmet, saldra al mundo a buscarla.
Y ahora, muchacho, volvamos a casa dijo Nevery.
Ech a andar por el patio, y, tras unos instantes, lo segu.
Corr para darle alcance.
Nevery dije, creo que voy a necesitar una habitacin para
trabajar.
Sigui andando.
Te refieres a un taller?
Asent. Tena mucho trabajo por delante. A falta de una locus magicalicus, tendra que idear el modo de atraer la atencin de la magia para
poder hablarle y que ella me hablara a m.
Tambin necesitar mercurio. Y turmalina.
Nevery se detuvo en lo alto de la escalera que conduca al tnel y me
clav una de sus miradas penetrantes.
Pero cuando mezclas turmalina con mercurio, muchacho,
explotan.
Sonre.
Lo s, Nevery, lo s.

BENET. Tipo de aspecto temible al que,


sin embargo, le gusta tejer, cocinar y limpiar. Le han roto la nariz tantas veces que ya
la tiene completamente aplastada. Si fuera
un animal, sera un gran oso. Es moreno de
pelo, y lo lleva muy corto y tieso hacia arriba, como un cepillo. No te gustara encontrrtelo en un callejn oscuro, pero te
gustara comerte sus bollos.

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CONNWAER. Su pelo negro y enmaraado le cae sobre sus ojos, azules y


brillantes. Casi toda su vida ha sido un golfillo y ha vivido en la calle, de modo que
siempre est en guardia y es algo receloso;
por otro lado, es muy pragmtico y honesto. Est flaco, pero es fuerte y tenaz.
Tiene una sonrisa torcida (de ah la cola
torcida del gato). Conn ignora su edad;
podra tener entre doce y catorce aos. Es
un gran amigo, pero asegrate de no llevar
nada de valor en los bolsillos al alcance de
sus hbiles dedos.
NEVERY FLINGLAS. Es alto, con el cabello gris, una barba larga y gris, unas cejas
espesas y grises y unos ojos negros afilados
y penetrantes. Es impaciente, grun y a
menudo impetuoso, pero en su interior se
oculta un corazn bondadoso (l nunca lo
reconocera). Impenetrable y probablemente peligroso, Nevery es un mago difcil
de definir pero al que merece la pena
conocer.

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PETTIVOX. Es muy alto y ancho de espaldas, con el pelo y la barba blancos, los
dientes tambin muy blancos y los labios
rojos. Es el preceptor de Keeston. A Conn
no le gusta ninguno de los dos.

ROWAN FORESTAL. Es una muchacha


alta y delgada, tiene unos quince aos, cabello pelirrojo y ojos grises. Es muy inteligente y posee un gran sentido del humor,
aunque puede ser mordaz. Hija de la
duquesa. Le interesa mucho la esgrima.
LA DUQUESA. Willa Forestal es la madre
de Rowan y se parecen fsicamente. Es una
mujer con un cargo de mucha responsabilidad, y eso se nota. Posee una gran inteligencia pero, a diferencia de Rowan, carece
de sentido del humor. La duquesa controla
el rea de Wellmet llamada Amanecer y
detesta la magia (aunque comprende que es
necesaria para la supervivencia de
Wellmet).

ACADEMIA. Ubicada en una isla del ro


que corre entre Crepsculo y Amanecer,
es una escuela para los estudiantes ricos y
los magos potenciales de Wellmet. Conn
ingresa en ella tras convertirse en aprendiz
de Nevery.
PALACIO DE LA AURORA. Residencia de la duquesa y de Rowan. El palacio
es un enorme edificio rectangular, poco
interesante desde el punto de vista arquitectnico pero muy ornamentado para que
ofrezca un aspecto elegante.

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CASA DEL ANOCHECER. Residencia


de Underlord Crowe. Este edificio, que semeja una fortaleza, es asfixiante, con
ventanas estrechas y un gigantesco laberinto subterrneo. La Casa del Anochecer
est vigilada por corpulentos secuaces de
Crowe. El que entra sin invitacin no
suele salir vivo de ella.
HEARTSEASE. La ancestral residencia
de Nevery en la isla. La parte central de la
casa vol por los aires a causa de un experimento pirotcnico de Nevery veinte
aos antes de esta historia. As pues, al
conservar los dos extremos intactos, se
tiene sensacin de que le hayan pegado un
mordisco.
SALN DE MAESTROS. Centro de reunin de los magos que controlan y protegen la magia de Wellmet. Es un gran e imponente edificio de piedra gris asentado
sobre una isla rodeada por un muro que
est construido a ras de agua.

En Wellmet, algunas personas escriben con runas que sustituyen las letras del alfabeto. De hecho, en El ladrn mago encontrars algunos
mensajes escritos con runas.

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Las maysculas se crean aadiendo una raya debajo de la letra en


cuestin, por ejemplo:

A mayscula
B mayscula

Comienzo de una frase:


Final de una frase (punto):
Coma:
Signos de interrogacin:

Agradecimientos
A Jenn Reese por su generosa amistad y por creer en el poder de las
historias.
A mi agente, Caitlin Blasdell, y mi editora, Melanie Donovan. Y al
equipo de Harper-Collins: ayudante editorial Greg Ferguson, directora
editorial PhoebeYeh, correctora Kathryn Silsand, diseadora Sasha
Illingworth, artista Antonio Javier Caparo, y las diosas de los subderechos, Camilla Borthwick, Jean McGinley y Joan Rosen.
A Sandra McDonald, Chance Morrison, Charlie Finlay, Toby Buckell, Dave Schwartz, Elizabeth Glover, Heather Shaw, Lisa Bradley, Deb
Coates, Rachel Swirsky, Christopher East, Melissa Marr, Dean Lorey,
Patrick Samphire,Tim Pratt, Paul Melko y Steph Burgis (especialmente).
Y cuatro veces gracias a Greg van Eekhout por sus alentadores comentarios, por sus anotaciones al manuscrito y por animarme a consumir
tocino.
A Anne y Ward Bing, y a Anne Hankins. Un agradecimiento clido
a Pat y Frank Hankins. Y a mis queridos Theo y Maud.
Y, por encima de todo, gracias a John, el mejor marido del mundo.
Y s, tambin el mejor crtico.

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