El Ladrón Mago. Flota Con Un Libro.
El Ladrón Mago. Flota Con Un Libro.
El Ladrón Mago. Flota Con Un Libro.
En
condiciones normales, tendra que haber muerto calcinado; sin embargo, la piedra brilla en su mano. Nevery,
al verlo, lo invita a cenar para que se convierta en su
aprendiz.
Desterrado de Wellmet desde hace ms de veinte
aos por ser crtico con la duquesa, Nevery volver a la
ciudad tras recibir una carta en la que se le avisa que el
nivel de magia est bajando de forma alarmante.
Mientras, Conn sigue mostrando sus dotes como
mago, pero no podr demostrarlo hasta que descubra
cul es su amuleto. Slo tiene 30 das. No sabe por
dnde empezar, los das van pasando hasta que el plazo
est a punto de cumplir, y se siente fuertemente a
trado por una joya que luce la mismsima duquesa!
Cmo conseguirla? Muy fcil: robndola...
Sarah Prineas
El ladrn mago
El ladrn mago 1
ePUB v2.1
Moower 29.03.12
El ladrn mago
Sarah Prineas
Ttulo original: Book #1 : Magic Tief: Stolen
Edicin en formato digital: febrero de 2011
2008, Sarah Prineas
2008, Random House Mondadori, S.A.
Travessera de Grcia, 47-49. 08021 Barcelona
2008, Matuca Fernndez de Villavicencio, por la traduccin
2008, Oliver Burston, por la ilustracin de la cubierta
Ilustraciones interiores: Antonio Javier Caparo
Quedan prohibidos, dentro de los lmites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, as como el alquiler o cualquier otra forma de
cesin de la obra sin la autorizacin previa y por escrito de los titulares del copyright. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algn fragmento de esta obra.
Notas MOOWER
Puesto que muchos no se dedican a traducir las runas de las cartas para
saber que es lo que dicen, me he tomado la licencia de traducirlas y
aadirlas para que as no os perdis nada del libro.
Debido a esto licencia tomado encontraris la traduccin de las runas
justo debajo de stas, cosa que en los libros originales no podris
encontrar
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Muy atentamente,
maestro Brumbee,
director de la Academia de Wellmet, & c.
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bastn de puo dorado apoyado contra la pared, junto a su silla. Me percat de que una de las mangas de su capa llevaba una insignia cosida
con hilo azul marino: el dibujo de un reloj de arena con alas.
Te has lavado? pregunt.
Me encog de hombros, sin apartar la vista de la mesa. Haba bollos
calientes, tocino, gachas y t. Me encamin hacia mi asiento, pero
Nevery me agarr del brazo.
Te has lavado?
Bueno, la verdad era que no. Todava no. Negu con la cabeza.
Seal la escalera.
Cuando te hayas lavado podrs comer.
Y si no me daba prisa me dejara sin tocino, seguro. Sub corriendo a
la habitacin. Me quit la camisa, me roci con agua, y me frot a conciencia las manos y la cara. Regres al comedor tiritando de fro.
Nevery asinti.
Me sent y alcanc los bollos.
El mago me miraba mientras coma. Bueno, en realidad tena la
mirada puesta en m pero la cabeza en otro lado.
Mejor as. Tena unas gachas con mantequilla de las que ocuparme.
El posadero nos sirvi ms comida. Por ltimo, me zamp los restos de
tarta de la noche anterior.
Satisfecho? pregunt Nevery.
Asent.
Menos mal murmur al tiempo que se levantaba y coga su
bastn. Acompame, muchacho.
Camino de la puerta, se encasquet el sombrero de copa chata y ala
ancha, y se detuvo a saldar cuentas con el posadero.
Un hombre poco hablador, me dije.
Adnde vamos? le pregunt mientras apretaba el paso para
darle alcance.
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Manteniendo la cabeza gacha, me sent en el suelo helado con la espalda pegada a la pared.
El secuaz se volvi hacia m y entorn los ojos.
Yo a ti te conozco.
No dije nada.
El secuaz asinti.
Eres ese que fuerza cerraduras. Crowe tiene una orden de busca y
captura contra ti.
Cscaras!
Se acerc, me cogi por los hombros y me levant del suelo. Lanc
una rauda mirada a Benet, que, con los brazos cruzados, no se movi de
donde estaba. Nada iba a hacer por m.
A mi seor le encantar tener unas palabritas contigo bram el
secuaz.
Unas palabritas no era lo que el Underlord quera de m.
Simultneamente, le clav una patada en la espinilla, sacud los
hombros y me solt. Agachando el cuerpo para esquivar su embestida,
ech a correr por la lustrosa piedra del vestbulo en direccin a la puerta
por la que haba desaparecido Nevery.
Eh, t! grit el secuaz. Despus de alertar a sus compaeros,
corri tras de m.
Cruc la puerta y fui a parar a un vestbulo vaco. La segunda puerta
con la que me encontr no estaba cerrada con llave, de modo que la atraves como una flecha y la cerr bruscamente tras de m. Estaba en otro
vestbulo.
Tena que encontrar a Nevery. Mis pies descalzos corran sin hacer
ruido, detenindose para probar con cada puerta. Cerrada, cerrada, cerrada. El vestbulo giraba; me agach para asomar la cabeza por la esquina. Si un guardia est buscando intrusos, dirige la mirada al frente,
no al suelo.
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Por un lado, un vestbulo vaco. Por el otro, dos secuaces custodiando una puerta. Al parecer, Crowe segua teniendo ah su despacho, me
dije. Y Nevery estaba dentro. Retroced y prob con el pomo que tena
ms cerca, una bola de bronce irregular con una cerradura enorme. Cerrada. Mir por el ojo: oscuridad. Pegu la oreja a la puerta: silencio.
Rescat del bolsillo mi ganza y forc suavemente la cerradura. Abr
con sigilo, entr y volv a cerrar. La habitacin estaba a oscuras, pero
pude adivinar la presencia de otra puerta al fondo.
Camin hasta ella, sigiloso como una pluma, y recurr de nuevo a mi
ganza. Cruc otra estancia vaca hasta la siguiente puerta.
Por la rendija inferior sala luz. Mir por el ojo de la cerradura. Poco
poda ver. Una candela parpadeante, puede que un estante con libros, la
esquina de un marco dorado.
Y, de repente, un ruido. Clic-tic, clic-tic, clic-tic, clic-tic-tic-tic.
Saba quin haca aquel ruido: el Underlord. Mucho, mucho tiempo atrs, haba cometido la estupidez de deslizar una mano en el bolsillo de
Crowe para ver qu contena. Y qu obtuve por mi esfuerzo? El clicticn, un aparato metlico, del tamao de una mano, que sostena cuatro
discos seos llenos de muescas. Crowe lo utilizaba para contar, para calcular, y cada vez que surga una cifra, el aparato haca clic-tic.
Dentro de la habitacin, Nevery dijo algo con voz ronca. Pareca
enfadado.
Cuando me alej de la cerradura, advert que la estancia tena una
tercera puerta.
Camin hasta ella y agach la cabeza para mirar por la ornamentada
cerradura. Al otro lado de la puerta haba un hombre gritndole a alguien. Era un mago con el cabello blanco, pero no era Nevery. Luca
una toga negra con ribetes dorados y una cadena de oro en el cuello de la
que penda una locus magicalicus.
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sin el mercurio! grit. Necesito como mnimo otra medida, de lo contrario Baj la voz y no pude or el resto, pero sonaba
funesto, como afiladas dagas en un callejn oscuro.
Frunciendo el entrecejo, seal una esquina de la habitacin y o que
una puerta se abra y se cerraba con un golpe seco. Luego el mago se dio
la vuelta y camin hasta una librera. Despus de mirar a su alrededor,
empuj un panel situado junto al estante superior. La librera se abri
para revelar un espacio oscuro. El rellano superior de una escalera, comprend. El mago baj por ella, dejando abierta la puerta-librera.
Qu era lo que se traa entre manos? Cosas de magos, probablemente, y yo, como aprendiz de mago que era, tena que seguirle y descubrirlo. Sin ms tardar, extraje mi ganza y la introduje en la cerradura.
Aquella era elegante, pero de calidad, con sus pestaas, tachuelas y
almenas. Finalmente respiracin relajada, dedos rpidos consegu
ajustar la ganza y la cerradura gir. Abr la puerta y mir dentro de la
habitacin. Estaba vaca.
Camin hasta la escalera, que se abra profunda y oscura como un
pozo. Baj unos peldaos y aguc el odo; luego segu bajando, sumergindome cada vez ms en la oscuridad. Era una escalera estrecha y
empinada, y me vea obligado a mantener una mano sobre la pared para
no perder el equilibrio. Llegu a un giro. Asom la cabeza por la esquina. Nada salvo el contorno difuminado de otro giro y, detrs, unas
luces. Segu bajando.
Cuando llegu al segundo giro saqu la cabeza una vez ms. Retroced rpidamente. Luces brillantes, movimiento, un espacio grande.
Demasiada gente ah abajo para poder continuar. Se oa un martilleo de
metal contra metal, el chirrido de un engranaje, la voz de un hombre
blasfemando. Un olor acre, como de metal quemado, flotaba en el aire y
me produca picor en la garganta.
Me qued un rato escuchando, hasta que o unos pasos que suban.
Conteniendo la respiracin, regres sigilosamente a la puerta-librera,
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NEVERY
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piernas. Senta como si una mano gigante me estuviera empujando. Conmigo detrs resoplando, atravesamos Crepsculo. El aire apestaba a alcantarilla y humo de carbn, y a medida que nos acerbamos al ro, a
lodo y peces muertos.
Nevery sigui la calle Shittail colina abajo hasta que llegamos al ro,
que seguramente tena un nombre, aunque casi todo el mundo lo llamaba
el ro. Aqu se encontraba el Puente Nocturno, que cruzaba la corriente hasta Amanecer, la parte de la ciudad que perteneca a la duquesa.
El Puente Nocturno tena casas construidas encima, las cuales
parecan damas orondas levantndose la falda para cruzar un arroyo. El
arroyo, naturalmente, era el ro, y este ruga por debajo de las faldas de
las damas en su descenso.
Nevery encabez la marcha por la oscura calzada que transcurra
entre las casas. Al llegar a la mitad del puente, gir por un estrecho
pasaje entre edificios.
Arrastrando las bolsas, baj detrs de Nevery y Benet por una escalera techada. Supuse que la escalera terminaba a la altura del ro, pero me
equivocaba. Segua bajando hasta desembocar en un tnel de piedra.
Un tnel que conduca, comprend entonces, a las islas de los maestros situadas en medio del ro. Un pasadizo secreto! El tnel estaba a
oscuras y ola a pescado y humedad, como el ro, y el suelo de piedra
bajo mis pies descalzos estaba fro y mojado. Nevery sostuvo en alto su
locus magicalicus, susurr una palabra y de la mano que sujetaba la
piedra brot una llama azul. Segu a Nevery y su mano llameante, que
dibujaba sombras en la piedra de las curvadas paredes, mientras su
bastn avanzaba con un tac tac sordo. Al rato, llegamos a una verja de
hierro que ocupaba todo el ancho del pasadizo. Nevery pronunci quedamente unas palabras. La locus magicalicus solt una lluvia de chispas
blancas y lanz un dedo de fuego hasta la cerradura; la verja se abri
con un suave chasquido.
Uno de estos das, me dije, tena que conseguirme una piedra locus.
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Finalmente, llegamos a una larga escalera ascendente. Una vez arriba, Nevery apart unas cuantas zarzas secas y sali a la luz griscea
del invierno. Benet se detuvo en el ltimo escaln, bloquendome el
paso, de modo que tuve que escurrirme por su lado para ver qu haba
fuera.
Heartsease. Quiz en otros tiempos habra sido una gran mansin,
con hileras de lustrosos ventanales y columnas en la fachada, pero de
eso haca mucho. Ahora era una mole de piedra tiznada, con las
ventanas rotas y un enorme boquete en el centro, como si alguien hubiera agarrado una roca gigante y la hubiera dejado caer justo en el centro,
donde debera estar la entrada.
Dos alas del edificio, a uno y otro lado del gran orificio central, se
mantenan todava en pie. Las dos tenan cuatro plantas, con una hilera
de ventanucos por debajo del maltrecho tejado, por el que asomaban algunas chimeneas como una hilera de dientes picados.
Me gust nada ms verla.
Por la expresin de Nevery, supe que a l tambin le gustaba,
aunque probablemente nunca lo reconocera. Benet pareca indiferente.
Delante de la casa se extenda un patio cubierto de hierbajos y arbolillos que se abran paso entre el empedrado. En el centro se alzaba un
gran rbol con las ramas ennegrecidas, pero en lugar de hojas estaba invadido por pjaros negros como el carbn. Estaban posados sobre las ramas, quietos y silenciosos, observndonos con sus brillantes ojos amarillos. Tuve la sensacin de que llevaban all mucho tiempo, esperando
algo.
Nevery se dirigi hacia una de las alas de la mansin. Al acercarnos
al rbol, los pjaros se agitaron y graznaron suavemente, hablando de
nosotros. Nevery los ignor.
La casa tena una puerta arqueada que colgaba precariamente de los
goznes. Nevery empuj la hoja y esta se abri con un chirrido a una
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Nevery cogi el globo de mayor tamao y lo examin detenidamente. A diferencia de los dems, tena la superficie chamuscada, como
si alguien lo hubiera asado a fuego lento. Me lo tendi.
Inservible dijo.
Tena la superficie spera. La frot con la manga, pero no mejor.
Quise estudiarla con detenimiento, pero Nevery ya le estaba retirando el
papel a otro objeto, un cuenco hecho con el caparazn de una tortuga.
Luego extrajo un pequeo cuchillo de plata deslustrada protegido por
una vaina de cuero. Tras examinar la hoja y probarla en el pulgar, lo dej a un lado, dndolo por intil. Lo cog y me lo guard en el bolsillo. La
siguiente caja contena piezas de metal, pequeas herramientas, mbolos
y resortes, todo oxidado.
Hum dijo Nevery, pasndome la caja.
La coloqu al lado de mi globo visualizador chamuscado, luego recog los pedazos arrugados de papel de plata y los dej junto a la puerta,
con los dems trastos.
Despus de vaciar la primera caja, Nevery pas a la siguiente. El
primer objeto que desenvolvi fue un pequeo caimn disecado, con los
ojos de cristal y los dientes amarillentos. Se qued mirndolo unos instantes antes de tendrmelo.
Basura.
Lo puse con el resto de mis cosas. Para entonces, ya tena hambre,
as que rescat el bollo que me haba guardado en el bolsillo y le fui
dando bocados mientras observaba cmo Nevery examinaba las dems
cajas. Finalmente se sent en su silla, en medio de la estancia, cubierto
de polvo y rodeado de objetos mgicos, cajas vacas y papel de plata arrugado. Levant un libro enorme procedente de la ltima caja.
La tapa era de cuero gastado y las pginas tenan los cantos rados.
El libro estaba lleno de puntos de papel, hojas secas, diagramas con la
tinta descolorida y fragmentos de mapas, todo amarrado con una correa
ancha de cuero provista de una cerradura.
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n mi tercer da como
aprendiz de Nevery,
despert
con
ms
hambre que un ejrcito
de ratas.
El aire que se colaba por los
ventanucos del desvn era glido.
Me ech una manta apolillada sobre
los hombros, descend por la escalera de mano y me dirig a la planta
de abajo. Los escalones de mrmol
me congelaban los pies, y para
cuando llegu a la segunda planta
estaba tiritando. Benet estaba preparando el fuego en la amplia
chimenea.
Al verme entrar, me lanz una mirada feroz y seal un cubo que
descansaba junto a la escalera. No dijo nada. No era necesario. Saba lo
que quera de m.
Cog el cubo y me dirig al pozo que haba en el patio. Los pjaros
encaramados al rbol negro me observaban sin mover una pluma.
Cuando hube llenado el cubo, puse rumbo al calor de la cocina. Cscaras. Seguro que Nevery se daba cuenta de que no me haba lavado.
Volv al pozo, dej el cubo en el suelo y utilic al agua para lavarme
la cara y el cuello, las manos y los pies. Brrr. Hasta envuelto en la manta
me castaeteaban los dientes mientras llenaba nuevamente el cubo y
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regresaba como una flecha a la cocina. Benet seal una tetera puesta al
fuego, as que la llen de agua y me acurruqu junto a la chimenea para
calentarme.
Hay algo para desayunar? pregunt.
Benet no respondi.
Al rato entr lo bastante en calor como para mirar a mi alrededor. La
habitacin, en realidad, no era una cocina. Probablemente haba sido un
saln en otros tiempos, porque tena ventanales altos, papel en las
paredes y flores de yeso en el techo, como el estudio de Nevery. Dos damas de yeso blanco, que estaban envueltas en ropajes y sostenan una
repisa de mrmol, flanqueaban la chimenea. Benet haba trasladado a esta habitacin mobiliario y utensilios de cocina: sillas y una mesa maciza
con marcas de cuchillo en la superficie, y, junto al fuego, una tetera, un
trbede de hierro y un taburete de tres patas. Tambin haba un armario
con la puerta abierta; supuse que lo utilizaramos de despensa.
El agua de la tetera rompi a hervir. Benet la retir del fuego, la
coloc sobre el trbede y aadi un puado de hojas de t de una caja
que haba sobre la mesa. Tras dejarlo reposar un rato, verti el t en una
taza de florecitas con el canto dorado desportillado. Me lanz una
mirada feroz y seal el techo.
Comprendido: Lleva el t a Nevery.
Dej la manta junto a la chimenea y sub al estudio. Nevery estaba
en su polvorienta silla, leyendo el grueso libro que haba rescatado de
una caja el da antes.
Aguard en la entrada hasta que levant la vista.
Le traigo t dije.
Bien, acrcamelo repuso antes de estornudar.
Los objetos mgicos todava estaban desperdigados por el suelo, de
modo que tuve que sortearlos hasta llegar a la silla de Nevery. Le tend
la taza. El mago aspir el vapor del t, volvi a estornudar y se frot la
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nariz con un pauelo. Camin hasta la puerta, pero una vez all me
detuve.
Qu pasa, muchacho? pregunt.
Creo que debera quitar un poco ms de polvo.
Me mir con expresin ceuda.
Para que deje de estornudar expliqu.
Estornudo, muchacho, porque he cogido fro.
Est enfermo? pregunt.
Naturalmente que estoy enfermo repuso en tono enojado. Seguro que t tambin has cogido fro alguna vez. Ya sabes lo que es.
Coger fro? Yo siempre tena fro en invierno, pero nunca haba
cogido fro. Sacud la cabeza.
Hummm dijo Nevery. Alguna vez has tenido dolor de barriga? Diarrea? Fiebre?
No dije.
Eso significa que nunca has estado enfermo. Extrao, muy extrao Dej a un lado la taza. Acrcate.
Cruc de nuevo la estancia y me detuve delante de l. Me cogi la
cabeza y hurg en mi pelo.
No tiene bichos murmur para s. Hummm
Di un paso atrs.
Nevery me mir de arriba abajo.
Supongo, muchacho, que te estars preguntando qu pasa con el
desayuno.
Ciertamente.
Acompaa a Benet a la ciudad. Comprar provisiones y t le ayudars a traerlas.
Vale. Adis al desayuno porque probablemente no haba ni un solo
pedazo de comida en todo Heartsease. Asent y, tiritando, regres junto
al fuego de la cocina. Benet apenas me concedi unos instantes para
calentarme. Bajamos al vestbulo, se detuvo para ponerse un abrigo
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academia, estaba ro arriba, por encima del Puente Nocturno. La academia era un edificio inmenso, con agujas y torrecillas en lo alto. La
siguiente isla era donde los maestros tenan su saln de reuniones, que
estaba protegido por un muro de piedra construido a ras de agua.
Heartsease, la casa de Nevery, estaba en la isla situada ms al norte. Me
apart el pelo de la cara para verla mejor. El casern, con su enorme
boquete en el centro, pareca un pastel al que alguien hubiera dado un
inmenso bocado.
Corr para alcanzar a Benet, camin detrs de l hasta llegar a
Heartsease y le ayud a subir la carretilla por la escalera de la isla. Los
dos llegamos resoplando.
Benet descarg la carretilla, pasndome las cosas para que las subiera a la cocina. Al cabo de varios viajes, la cocina era un revoltijo de
bolsas, cajas y paquetes. Benet se qued mirndolos con las manos en
las caderas.
Vamos a almorzar? pregunt.
Me mir y solt un gruido. Recul ligeramente por si decida darme
otro guantazo.
Quieres comer? dijo.
Asent.
Seal las provisiones.
Pues cocina.
Hummm. No haba cocinado en mi vida. Pero seguro que aprendera
a hacerlo.
Cada vez hace ms fro. Posibilidad de que las nieves se adelanten; eso podra significar invierno muy fro. Ro podra congelarse. Hoy, peor del catarro.
Envi a Benet y muchacho a Crepsculo para comprar provisiones. Les o regresar. Estaba estudiando libro de magia,
reaprendiendo encantamiento del embero. Baj a la cocina.
Muchacho cocinando almuerzo. Trozo entero de tocino en una
sartn y patatas calcinndose sobre las brasas. Patatas poco
hechas, tocino crudo por dentro. Tras probar un trozo, arrebat
sartn al muchacho, cort patatas en rodajas y tocino en lonchas
y lo cocin todo hasta que estuvo hecho.
Muchacho me pregunt cmo hacer bollos. Se lo expliqu,
pero, si se parecen a sus patatas, no habr quien se los coma.
Los maestros se renen maana. Enviar como espa a
muchacho criado, suponiendo que encantamiento del embero funcione como es debido. Despus, si muchacho me da problemas, lo
despedir.
la maana siguiente prepar unos bollos siguiendo las instrucciones de Nevery. Harina, agua, levadura, una pizca
de mantequilla y sal. Remov la mezcla con una cuchara de
madera y la volqu en una cacerola, que coloqu sobre las
brasas del fuego. Luego puse el tocino a frer en la sartn, llen la tetera
de agua y la colgu de su gancho, sobre el fuego.
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Cuando los bollos se doraron, los retir del fuego. Prob uno.
Pareca un huevo. Duro y crujiente por fuera, blando y jugoso por dentro. No estaba nada mal! Me tom otro, con miel esta vez, y luego un
poco de tocino y una taza de t.
Benet apareci en lo alto de la escalera refunfuando para s. Tena
el pelo de punta y el aspecto feroz de un oso. Mantuve las distancias
mientras se serva una taza de t. Prepar una bandeja y la subi a la tercera planta, al estudio de Nevery.
Acab de entrar en calor junto a la chimenea, bebiendo mi taza de t,
y despus sub al estudio y asom la cabeza por la puerta.
Nevery, que pareca enfadado y tena la nariz colorada por el catarro,
estaba pasendose delante del fuego. l y Benet haban estado hablando,
como dos y dos son cuatro, y Benet, que estaba de pie junto a la ventana,
no pareca contento.
Entra, muchacho dijo el mago.
Entr. Advert que no haba tocado los bollos.
Los maestros tienen previsto reunirse esta maana dijo.
Asent.
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Ests dispuesto a hacer de espa en la reunin? Tendrs que someterte al encantamiento del embero.
Asent de nuevo. Ya era hora de que empezara a hacer cosas
mgicas.
No puedo predecir en qu te transformars, muchacho me
previno Nevery. El embero te convertir en un animal acorde con tu
personalidad.
Me mir de arriba abajo, intentando, sin duda, imaginar en qu clase
de animal me convertira.
No tengo miedo, Nevery dije.
Benet, apoyado en la pared con los brazos cruzados, solt un
gruido.
Me pregunt si ese encantamiento haba sido utilizado antes con l y,
de ser as, en qu clase de criatura se haba convertido.
Hummm resopl Nevery. En ese caso, lo probaremos.
Puedes irte, Benet.
El matn sali del estudio lanzndome una doble racin de mirada
feroz.
Nevery se acerc a la mesa, donde estudi una pgina de su libro de
magia durante unos instantes mientras murmuraba algo para s. Luego
cerr el libro con un golpe seco, se limpi la nariz con el pauelo y sac
su piedra locus del bolsillo.
Acrcate, muchacho dijo. Me coloqu delante de l. No te
resistas al encantamiento mientras est actuando. Te doler un poco.
Mucho, quera decir. Pero no estaba asustado.
Ahora, no te muevas.
Nevery respir hondo y pos la locus magicalicus, negra como la
noche, sobre mi frente. La piedra tena un tacto suave y clido. En la estancia se hizo un silencio sepulcral. La presin fue en aumento, y de repente sent como si los tmpanos fueran a estallarme.
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Solt un alarido y di un salto atrs; Nevery, sobresaltado, cay de espaldas sobre la alfombra. Estaba tan gracioso, ah despatarrado, que casi
me ech a rer. Pero por qu era tan grande?
Se levant del suelo.
Muchacho dijo, acrcate y mira esto.
Cogi un tablero grande de la mesa y lo puso en el suelo.
Me acerqu sigilosamente para echar una ojeada.
Caramba. Y yo que haba temido que la criatura acorde con mi personalidad fuera una cucaracha o un ratn de cloaca. Como dos y dos son
cuatro que eso mismo haba pensado Nevery.
Pero la imagen que me devolva el espejo era la de un gato joven y
flacucho, negro como la noche, de chispeantes ojos azules y cola torcida. Era igual que yo, pero con ms pelo.
Eres t dijo Nevery, apartando el espejo. Se sent en su silla y
me mir. El encantamiento ha funcionado a la perfeccin.
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Sin orle apenas, levant una pata, la dobl y por ella asomaron unas
zarpas afiladas.
La reunin de los maestros tendr lugar dentro de una hora dijo
Nevery.
Me di la vuelta para examinar la cola que se curvaba sobre mi lomo.
Asombroso.
Dedica ese tiempo a familiarizarte con tu nuevo aspecto. Tengo
trabajo que hacer. Se dio la vuelta y empez a remover los papeles
que tena sobre la mesa.
Permanec quieto durante un rato, ejercitndome en retorcer la cola y
erguir las orejas cada vez que Nevery pasaba una pgina. De arriba cayeron unas motas de polvo y sent un deseo feroz de atraparlas y llevarlas
a mi guarida. Brinqu sobre mis cuatro patas. Notaba un gran equilibrio;
no habra podido caerme aunque lo hubiera intentado. Me puse a dar
saltos por la estancia. Era la cola! La cola me mantena perfectamente
equilibrado en todo momento. Qu divertido! Practiqu el merodeo
sigiloso. Mi negro pelaje se confunda fcilmente con las sombras de la
habitacin.
Oh, qu gran ladrn podra ser un gato!
Hice otro recorrido relmpago.
Nevery dej caer sobre la mesa el libro que estaba leyendo.
Caray, muchacho, no puedes estarte quieto?
Me agazap sobre las patas traseras y salt sobre su pie.
Nevery lo apart con expresin ceuda.
Djate de travesuras. Se acerca la hora de la reunin.
Agarr su bastn, se puso la toga gris y me cogi en brazos. Mientras recorramos los tneles hmedos y oscuros, me instruy en susurros
sobre aquello a lo que deba prestar atencin. Cuando llegamos a la isla
del Saln de Maestros, abri la verja, me dej en el suelo y me empuj
con la punta del pie. Arque la cola y part en busca de informacin.
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Y espero que esta vez consigas entrar de una forma u otra. Irritado, seal la puerta. Dile a Benet que te d algo que hacer hasta
entonces.
Cuando sala, le o farfullar:
Intil.
Y sent una sensacin de vaco en el estmago.
dije.
Benet estaba sentado en una
silla con el respaldo inclinado contra la pared. En las manos tena
unas agujas de tejer y, junto a la
silla, una montaa de lana negra; las
agujas hacan un ruidito constante:
tic-clic-tic tic-clic-tic. No contest.
Bueno.
Quieres otra? Cog una madalena y le alargu la cesta. La
ignor.
Devolv la cesta a la mesa, di un bocado a mi madalena y lo acompa con un sorbo de t.
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Benet me observaba en silencio. Su agujas de tejer centelleaban, veloces y plateadas, bajo la negra lana.
Me zamp la ltima madalena y otra taza de t. Luego rescat las
migajas del fondo de la cesta y me las com tambin.
Qu sensacin da ser un gato? me pregunt Benet.
Me qued petrificado. Benet me haba hablado! Lo mir, pero no
pareca enfadado: no haba ferocidad en su mirada.
Bueno dije lentamente, es difcil explicarlo. Ni siquiera
estaba seguro de poder explicrmelo a m mismo. Lo de la cola es
increble.
No te doli? pregunt. El encantamiento?
No ms de lo que dola cambiarse de ropa.
No.
Me clav una mirada feroz, aunque fugaz.
A m me parece que mientes.
Le observ atentamente. De modo que a Benet le haba dolido
cuando Nevery prob el encantamiento con l.
En esta casa no nos ira mal un gato dijo Benet. La despensa
est llena de ratones. Dej el fardo de lana y las agujas en el suelo y
se levant. El seor Nevery quiere verte.
Salt de la silla.
Vale.
Sub con Benet al estudio. Los restos de madalena y t de Nevery
descansaban sobre la mesa y un fuego vigoroso arda en la chimenea.
Nevery estaba sentado a la mesa con el libro de magia delante.
Cuando entr, afil la mirada y arrug el entrecejo. Enseguida comprend que, si no consegua la informacin que necesitaba, tendra
problemas.
Se levant.
Bien, muchacho dijo, y sostuvo en alto su locus magicalicus.
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con una pata. Dentro haba una piedra locus y una anilla con llaves. No
poda quitrselas para echarles un vistazo porque, aunque buenos
merodeadores, a los gatos no se les da bien sacar objetos de los bolsillos.
Cuando me estaba acomodando de nuevo junto a la silla para escuchar, Brumbee me agarr por la cintura con sus grandes y delicadas
manos y me coloc sobre su regazo. Forceje, pero me sujet firmemente por el pescuezo y, a rengln seguido, me dio un restregn detrs
de las orejas.
Qu gatito tan mono murmur en voz baja.
Eso significaba que poda relajarme. Me sent con la cola sobre las
patas, listo para empaparme de informacin que llevar a Nevery.
Finalmente, los maestros terminaron su debate sobre las candelas.
Bien dijo Brumbee. Introdujo una mano en el otro bolsillo de su
toga y extrajo una servilleta que despeda un delicioso aroma. La abri,
un emparedado que le haba sobrado del almuerzo!, y me acerc un trocito de pollo al hocico. Lo com y me relam los bigotes. Me temo que
debo exponer una vez ms el problema del descenso del nivel mgico
que padece Wellmet. Brumbee pase la mirada por los dems magos. La duquesa espera que hagamos algo para solventar el problema.
Y no queremos que la situacin se nos vaya de las manos.
Estoy de acuerdo en que la situacin es cada vez ms preocupante
dijo una maga con una mata de pelo gris recogido en un moo desgreado en lo alto de la cabeza. Y que necesitamos a alguien que dedique toda su atencin a resolver esta crisis. Qu me dices, Brumbee?
Estaras dispuesto a hacerlo?
El mago gordinfln mene la cabeza.
No, no, Periwinkle. Yo no quiero hacerlo. Lo haras t, Sandera?
En el otro extremo de la mesa, una mujer ms bien joven y de aspecto entusiasta neg con la cabeza.
No, Brumbee. Pero, como todos sabis, nos queda otra opcin.
Mir a los presentes.
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e vuelta en Heartsease,
Nevery me convirti
nuevamente
en
muchacho y le cont
lo que haban dicho los maestros.
Que estaban preocupados por la
crisis mgica y que el mago Pettivox quera ser el lder, pero que
los maestros saban que Nevery estaba en Wellmet y queran que fuera
l quien tomara el mando.
Solo tiene que pedirlo le
dije.
Puedo sacar mis propias conclusiones, muchacho repuso secamente Nevery. Se levant de la silla y empez a pasearse por la habitacin. Y todos coincidieron en no dar su apoyo a Pettivox?
pregunt.
Asent.
Sandera dijo que tena sed de poder.
Pettivox es un buen mago, pero como lder puede ser terrible.
Hummm Si estn dispuestos a ofrecerme el puesto, significa que la
situacin es ms grave de lo que pensaba. Me pregunto si me precipit al
ir a ver al Underlord. Se llev las manos a la espalda y pase un poco
ms, farfullando bajo la barba.
Al darse la vuelta, se percat de que yo segua all.
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estado esperando a que alguien la abriera. Me guard la ganza y, al levantar la tapa del bal, se oy un chirrido.
Estaba lleno de piedras.
NEVERY FLINGLAS
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corpulento que me recordaba a Nevery. El hombre me mir con el entrecejo fruncido y me apresur a devolver la piedra a su lecho de
terciopelo.
La siguiente era un fino fragmento de cristal azulado. Lo acarici y
vi a una muchacha rubia que me sonri tmidamente, antes de darse la
vuelta y desaparecer.
Sentado sobre la enmohecida alfombra del taller, examin la piedras
una a una. Algunas estaban vacas, como si les hubieran chupado hasta
la ltima gota de magia. Otras me producan un cosquilleo en las yemas
de los dedos, y las haba que daban un respingo antes de recuperar su inmovilidad, como si se hubieran vuelto a dormir.
La ltima piedra estaba envuelta en un retal de seda amarillenta
sujeto con una cinta deshilachada. Cuando levant el pequeo paquete
con la intencin de abrirlo, lo not muy ligero, como si no contuviera
nada, aunque poda notar la suavidad de la piedra bajo la seda. Con
sumo cuidado, deshice la cinta y la piedra rod por la tela hasta posarse
en la palma de mi mano.
En ese momento, experiment un fro mareo por todo el cuerpo que
me revolvi el estmago y me llen la visin de puntos negros. La
piedra me estaba rechazando. La dej en el suelo y retroced hasta la puerta a trompicones, donde me dobl en dos, tiritando de fro.
Apoyado en la jamba, respir hondo. Desde donde estaba, la piedra
pareca una fina gema del tamao del puo de un beb. Me acerqu y me
arrodill frente a ella para examinarla mejor, pero sin tocarla. De un
tono aberenjenado, pareca un ojo morado, pero al observarla ms detenidamente vi que estaba cubierta de fisuras que la atravesaban de lado a
lado. En realidad, haba ms fisuras que piedra. Tena que mencionrselo a Nevery.
La dej donde estaba, devolv las dems piedras al bal y cog el
libro para enserselo a mi maestro. Mientras cerraba la tapa, vislumbr
un movimiento por el rabillo del ojo.
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Y l no est contento.
No, saba que no lo estaba.
Sub lentamente hasta el estudio. Al orme entrar, Nevery levant la
vista de un libro, se puso en pie y dej caer el libro sobre la mesa con un
estruendo. Me detuve con la mano en el pomo.
Te encomend una tarea, muchacho bram. Te dije que leyeras el primer captulo y has desobedecido.
No he desobedecido repuse. Bueno, no exactamente
Lo has ledo? Seal el libro de cuero rojo, que segua abierto
sobre la mesa.
No dije.
Nevery pareca mercurio mezclado con turmalina.
Entonces, no lo has ledo.
Respir hondo. Saba que lo que iba a decirle no le iba a gustar.
Nevery, no s leer.
El mago me mir con cara de pasmo. Mene la cabeza. Murmur
algo entre dientes y luego pregunt:
No has ido a la escuela?
Lo mir con idntica estupefaccin. Me haba criado en Crepsculo,
lo saba muy bien. A qu escuela esperaba que hubiera ido?
Nevery volvi a sentarse.
Yo no dispongo de tiempo para ensearte a leer, muchacho.
Tendrs que ir a la academia.
Al colegio?
Nevery baj las cejas.
No discutas mis rdenes, jovencito.
No pensaba discutir con l. Ira al colegio.
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algo de cena, pero estaba demasiado a gusto para bajar a buscarla. Dama
ronrone.
Qu es eso? pregunt Nevery, cerrando el libro sobre las
piedras locus.
El qu? Levant la vista, pestaeando. Me haba quedado dormido? Dama baj de mi regazo y se desperez.
Nevery la seal.
Una gata dije.
Eso ya lo veo. Qu est haciendo aqu?
Vive aqu dije. Nevery frunci el entrecejo, pero, antes de que
pudiera decidir que no quera a Dama en la casa, aad: Benet dice
que la necesitamos para los ratones.
Hummm. Tal vez. Dej el libro y se levant. Bien,
muchacho, vas a tener que buscarte una locus magicalicus, cuanto antes
mejor. Ah, y maana iremos a la academia.
Muchacho posee interesante don. Muy sensible a loci magicalici. Puede leerlas. Vio a mi madre en su piedra locus; la
llam la dama gris.
Todava no he recibido respuesta de maestros a mi carta. Seguro que estn analizando la redaccin de la primera frase, tras
lo cual se pondrn a debatir qu hacer de cena.
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Para mostrar que respetas el hecho de que yo posea conocimientos, experiencia y habilidades que t no posees. Que soy tu preceptor.
Lo rumi mientras Nevery abra otra verja.
Pero yo tambin poseo conocimientos, experiencia y habilidades
que usted no posee, Nevery. Y por lo menos yo no le llamaba viejo
del modo en que l me llamaba muchacho.
Tal vez, pero yo te enseo repuso Nevery.
Yo tambin podra ensearle lo que s, si quiere dije, acelerando el paso para darle alcance.
De veras? Me lanz otra de sus miradas. Como qu?
Como robar bolsillos y abrir cerraduras, conocer las rutas secretas
de la ciudad, caminar en las sombras. Vale la pena aprenderlo.
Nevery abri la boca para decir algo, pero finalmente opt por cerrarla y seguir andando, haciendo tac tac tac con su bastn contra los
hmedos adoquines del tnel. Cruzamos una verja lustrosa y ms ornamentada que las dems.
Bien dijo, esta es la entrada de la academia. Sgueme.
Tomamos la escalera que suba hasta la isla de la academia. La escalera desembocaba en un amplio patio enlosado que en ese momento
estaba repleto de estudiantes y maestros que charlaban animadamente.
El colegio propiamente dicho era un edificio enorme con cuatro torres
en punta flanqueadas por alas de cuatro plantas, que se extendan como
brazos envolventes.
Mientras Nevery cruzaba el patio, conmigo trotando detrs, la gente
detena sus conversaciones y se congregaba en pequeos grupos para
mirarlo y sealarlo. Nevery no les prest atencin; conocindolo, probablemente ni repar en ellos. Cuando llegamos a la amplia escalinata
que conduca a la entrada principal de la academia, ech a andar, tac tac,
hacia la puerta, y de repente se dio la vuelta. Haba reconocido a
alguien.
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Lo intent al cabo de un rato, pero no se lo permit. Nevery lo encontr interesante, as que despus de quitarme la piedra locus me tom
como su aprendiz.
Ya dijo Brumbee.
Bueno, no exactamente aclar. Me sent en una butaca. Al
principio me tom como su criado, pero luego se dio cuenta de que deba ser su aprendiz.
Cielos dijo Brumbee. Y ahora, Conn a ver si lo he entendido bien ahora Nevery necesita que la academia te ensee algunas
cosas para que puedas ser un buen aprendiz.
Eso es contest. Bsicamente, he de aprender a leer.
Entiendo dijo Brumbee. Leer. Aqu podemos ensearte ese
tipo de cosas, desde luego.
Respir aliviado. No iba a echarme, despus de todo.
Puedo empezar hoy? pregunt.
Hoy ya es un poco tarde, pero puedes comenzar maana. Imagino
que sabes que la mayora de nuestros alumnos, tanto aprendices como
estudiantes ordinarios, ingresan en la academia a una edad bastante ms
temprana que la tuya.
Asent.
Brumbee farfull algo mientras jugueteaba con su pluma.
Pero no creo que deba ponerte con los nios ms pequeos.
Neg con la cabeza. No, me temo que eso no funcionara.
Hummm Guard silencio. Luego me pregunt: Qu has aprendido hasta ahora, Conn?
Un poco sobre las piedras locus. Y que el mercurio y la turmalina
no deben mezclarse. Repas en mi cabeza los ltimos das. Y el encantamiento del embero, y todas las palabras clave para abrir las verjas
que conducen a Heartsease, y un conjuro para hacer luz.
Estupendo! exclam Brumbee con una sonrisa. Te importara ensearme tu locus magicalicus?
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Oh, oh.
Todava no tengo mi locus magicalicus dije.
Brumbee dej de sonrer.
Claro que la tienes. Has de tenerla, de lo contrario Nevery jams
te habra aceptado como aprendiz.
Pues lo hizo repliqu.
Esto es de lo ms irregular dijo Brumbee. Sin una piedra
locus, cmo puede Nevery? Se interrumpi de golpe . Hablar
del asunto con l. Ha de ayudarte a buscar una piedra locus. En la academia tenemos una extensa coleccin, son propensas a congregarse
aqu. Y Nevery tendr que presentarte al Saln de Maestros. Por tradicin, los aprendices de los magos han de ser reconocidos por nuestro
cuerpo rector.
Asent. Haba visto cmo trabajaban los maestros; no les tena
miedo.
En cuanto al tema de aprender a leer prosigui Brumbee,
creo que ser mejor que formes parte de una clase de estudiantes
mayores y recibas clases particulares complementarias. Tendrs que trabajar muy duro para ponerte al da.
No me importaba. Trabajara duro y me pondra al da.
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Y si no me aceptaban?
Llegamos al Saln de Maestros y segu a Nevery por un pasillo largo
en el que nuestros pasos resonaban. Cuando llegamos a la enorme puerta
de doble hoja, me dijo:
Espera aqu hasta que te avise.
Antes de que pudiera responder, ya se haba escurrido en la sala y
cerrado la puerta tras de s.
No tena motivos para estar demasiado nervioso, y sin embargo estaba temblando. Me pase arriba y abajo delante de la puerta, temiendo
que en cualquier momento se abriera y un maestro me metiera en la sala
para soltarme una regaina. Pero nadie sali. Al rato, me sent en el
suelo.
Finalmente la puerta se abri con un chirrido y me incorpor de un
salto. La maga de nombre Periwinkle se detuvo en el umbral con las
manos sobre las caderas. La mir a travs del desgreado flequillo que
cubra mis ojos. Llevaba la misma toga gris que el primer da que la vi,
con la insignia de una flor azul cosida en la manga, y un vestido azul
marino debajo; era de espaldas anchas y pareca fuerte, y llevaba su pelo
gris recogido en un moo desmadejado.
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Cuando entr, los magos se volvieron hacia m. Haban estado discutiendo; lo saba por el humo que sala de las orejas de Nevery y la expresin ceuda del mago sentado frente a l.
Ese tena que ser Pettivox. Era muy alto, ms alto incluso que
Nevery, y corpulento, con el pelo y la barba blancos, una dentadura
blanca reluciente y labios rojos.
Conoca esa cara. Era el mago que haba visto en casa del Underlord,
en el taller subterrneo secreto. Tragu saliva y desvi la mirada.
Pettivox vesta una toga de seda negra con galones dorados en los
puos y el cuello, y en la manga la insignia de unas runas bordadas con
hilo dorado; tambin luca pesados anillos de oro en los dedos y una cadena, de oro, en el cuello, de la que penda un cristal blanco opaco del
tamao de una ua. Su locus magicalicus. Qu curioso que la exhibiera
de ese modo. Probablemente estaba orgulloso de ella y quera presumir.
No me gustaba ese hombre. Y era evidente que yo tampoco le gustaba a l. Me mir como quien se mira la suela del zapato despus de pisar algo blando y maloliente.
Ponte ah dijo Periwinkle, sealando el extremo de la mesa.
Obedec y me qued muy quieto mientras los magos me estudiaban
desde su asientos. Nevery me lanz una mirada rauda antes de desviar
los ojos con el entrecejo fruncido, como si no le gustara lo que acababa
de ver. Periwinkle tom asiento a su lado.
Sentados a la mesa tambin estaban Brumbee, rollizo y satisfecho en
su toga amarilla; Sandera, la dama de aspecto entusiasta; Trammel, el
hombre del rostro severo y, junto a Pettivox, el mago flaco y menudo
que pareca un murcilago y que me haba dejado entrar como gato en la
sala.
Brumbee se aclar la garganta.
Nevery?
Nevery, que pareca todava enfadado, hizo un gesto seco con la
cabeza.
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l da siguiente, Nevery
tena prisa por llegar al
Saln de Maestros.
Haba convocado una
reunin con el Underlord, me
explic.
Est pidiendo ayuda a la persona equivocada dije.
Mantente
al
margen,
muchacho replic Nevery, avanzando con paso ligero por el tnel
que llevaba a la academia. Tienes
otras cosas de que preocuparte. No
puedo ayudarte a buscar tu locus
magicalicus. Tendrs que encontrarla solo.
Tena treinta das. Bueno, ahora veintinueve. Tiempo de sobra. De
todas formas, no saba muy bien qu tena que hacer para dar con mi
piedra locus. Se me aparecera un da, as, sin ms? Tropezara con
ella y sabra de inmediato que era mi piedra? Vendra a m? Tendra
yo que salir al mundo a buscarla?
Cuando llegamos a la academia, Nevery se detuvo en lo alto de la
escalera. Haba una estudiante esperando.
Bienvenido, maestro Nevery dijo con una inclinacin. El
maestro Brumbee me orden que lo esperara aqu, seor. Dijo que tiene
un aprendiz que necesita clases particulares.
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Nevery asinti.
Es este muchacho. Me seal.
La chica pareca mayor que yo, o en cualquier caso era ms alta.
Tena unos ojos felinos de color gris y el cabello pelirrojo. Lo llevaba
muy corto, como si se lo hubiera rebanado con un cuchillo. Me desagrad desde el principio.
Muy bien, seor dijo. Y mirndome aadi: Sgueme.
Nevery comenc. Prefera no tener que ir con esa sabionda.
No discutas, muchacho repuso. Y no causes problemas.
Me mir severamente antes de alejarse por la escalera, tac tac tac,
rumbo al Saln de Maestros.
La chica me estaba mirando con altivez.
Deprisa dijo mientras cruzaba apresuradamente el patio sin prestar atencin a los dems estudiantes, que tenan sus miradas clavadas en
m.
La segu, mirndolos a mi vez. Llevaban puesta, como la muchacha,
una toga gris encima de la ropa, pero los colores de las insignias de las
mangas variaban. La de la chica era verde con letras amarillas.
Entramos y recorrimos un pasillo hasta una sala de estudio. Ella dej
su bolsa en el suelo, se sent en un banco, de cara a m, y apoy la espalda en la mesa. Por debajo de la toga asomaba un vestido de encaje de
seda negra que le llegaba hasta los tobillos, y unos botines tambin
negros. Se concedi unos instantes para mirarme de arriba abajo.
Cmo te llamas? me pregunt. Supongo que tienes un
nombre aparte de muchacho.
Conn respond. Connwaer.
Pero bueno. Por qu haba hecho eso? Con excepcin de Nevery,
nadie conoca mi verdadero nombre. Y voy y se lo suelto a esta horrible
muchacha.
Connwaer dijo, mirando el techo. Eso no es un pjaro?
Lo era, y ms le vala no decir nada ms al respecto.
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De plumas negras?
Asent.
Me lanz una mirada chispeante, llena de malicia.
Te queda bien.
Pestae, sorprendido. Puede que la chica, despus de todo, no fuera
tan horrible.
Yo me llamo Rowan. Soy estudiante ordinaria, no aprendiz de
maga, pero asisto como oyente a las clases de los aprendices. El maestro
Brumbee me ha dicho que necesitas aprender a leer.
S dije.
Se inclin para sacar algunas cosas de su bolsa: papel, lpices y un
par de libros.
Nunca he enseado a nadie a leer. Ignoro por qu el maestro
Brumbee me ha encomendado a m esta tarea. Me indic que me
acercara.
Me sent en el banco, a su lado.
Puede que est enfadado contigo dije.
Ja! exclam, y me lanz otra mirada chispeante. Yo creo
que quiere ensearme el don de la paciencia.
Pareca una persona impaciente; tal vez fuera ese el motivo.
Rowan abri un libro con runas escritas en todas sus pginas.
Es un libro de runas de la clase de los pequeos. Me dijo rpidamente los nombres. Luego desliz el libro por la mesa. Toma,
mratelas un rato. Yo tambin tengo que estudiar. Abri el otro libro.
Gir las pginas, mirando de nuevo las runas, y avanc hasta llegar a
las palabras. Si juntaba las runas, estas formaban patrones: palabras. Las
examin un rato hasta que Rowan cerr su libro y me quit el mo de las
manos.
Ya es suficiente dijo. Voy a sondearte.
A sondearme?
Dej escapar un suspiro.
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hilera de figuras que ahora reconoca como runas. Runas que formaban
palabras. La insignia de Rowan deca: -R-B-O-L y H-O-J-A.
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Brumbee dije antes de que pudiera preguntarme si haba aprendido a deletrear C-O-N-N. Qu he de hacer para encontrar mi locus
magicalicus?
Oh. Se removi en su asiento. Luego abri un cajn, como si
estuviera buscando algo. En realidad, Conn, es Nevery quien debe
ayudarte.
No tiene tiempo dije.
Lo s respondi con pesar. Debido al asunto del deterioro
mgico. Es un problema muy grave y confiamos en que Nevery descubra la causa.
Asent. Saba que era un problema muy grave. ltimamente, Nevery
estaba muy distrado. Se pasaba horas manejando aparatos y haciendo
calibrados mgicos en su taller, y noches enteras leyendo libros en busca
de precedentes relacionados con la situacin de Wellmet; eso, cuando no
estaba reunido con los dems maestros. Aparentemente, no haba encontrado an una respuesta y, como resultado de ello, estaba frustrado e
irascible.
Es una situacin difcil, Conn. Lo entiendes?
No, en realidad no lo entenda.
Brumbee sigui hablando mientras jugueteaba con una pluma que
haba sacado del cajn.
Vers, muchacho, es muy extrao que Nevery te haya aceptado
como aprendiz antes de haber encontrado tu piedra locus.
La decepcin se arremolin en mi estmago. Entonces, Brumbee no
crea que yo debiera ser aprendiz.
Yo soy mago, Brumbee dije. Y solo me quedan veintitrs
das para encontrar mi locus magicalicus.
Brumbee suspir y asinti.
Y Nevery est demasiado ocupado. Muy bien, Conn, te ayudar
en lo que pueda.
Solt un suspiro de alivio.
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casos excepcionales, segn me han contado, la llamada es sobrecogedora, como si una gigantesca ola de magia te envolviera. Me
mir y sacudi la cabeza. Sea como fuere, si tu piedra est aqu, sabrs que es tuya en cuanto la toques. Sonri y me dio unas palmaditas
en el hombro. Ahora debo ir al Saln de Maestros. Te dejo con lo
tuyo.
Gracias dije.
De nada, hijo. Y mucha suerte.
Brumbee sali y, cuando cerr la puerta, el aire agit las llamas de
las velas.
Contempl las cajas, hileras e hileras de cajas, todas etiquetadas y
amontonadas en pilas que llegaban hasta el techo. Examinarlas una por
una me llevara das.
Adems, mi locus magicalicus no estaba all. Lo saba.
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Profesora llam.
Periwinkle, con sus mechones de pelo gris escapados del moo, se
acerc.
Tienes alguna pregunta, Keeston?
No exactamente, profesora respondi Keeston. El nuevo cree
que en el encantamiento del embero sale la palabra tarkelel.
Otra vez se equivocaba.
Tarkolil le correg.
Mire, profesora dijo Keeston sealando el libro, que descansaba
sobre la mesa. El nuevo est equivocado.
Periwinkle se inclin para examinar el texto.
Es verdad. Me clav una mirada severa para hacerme callar y se
incorpor. Keeston tiene razn y Conn est equivocado.
La mir boquiabierto. Yo saba que no estaba equivocado.
Keeston sonri con suficiencia.
Ahora, aprendices dijo Periwinkle a la clase en general,
podis abrir de nuevo vuestros libros y estudiar el siguiente captulo.
Dicho esto, se inclin para hablarme en voz baja. Y t, Conn,
olvidars todo lo que sabes sobre el embero, por tu propio bien.
El libro est equivocado le susurr.
Periwinkle dirigi la vista al techo, solt un suspiro y volvi a
bajarla.
Naturalmente. El libro est equivocado a propsito. Nuestros estudiantes no necesitan utilizar el embero, que es un encantamiento especialmente peligroso. De ah que se haya escrito con un error, para que
los estudiantes no lo pongan involuntariamente en prctica y se conviertan a s mismos en sapos.
De acuerdo, lo entenda. Pero eso no quera decir que me gustara.
Me parece una tontera hacer eso con la magia. Qu sentido tiene
ensear conjuros que no pueden utilizarse?
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Dej la bolsa en el suelo para tener las manos libres. Sospechaba que
esa conservacin solo poda tener un final.
Por qu razn, lameculos? pregunt.
Por irrespetuoso, entre otras cosas dijo Keeston con altivez.
Eso era absurdo.
Yo respeto a Nevery.
Qu os deca? Keeston mir a sus tres amigos, que asintieron.
Se volvi de nuevo hacia m. Has llamado a tu preceptor No se
atrevi a pronunciar el nombre de Nevery.
Los dems aprendices teman a Nevery. En cuanto lo tenan cerca, se
ponan a temblar como gelatina. Les haba odo contarse historias unos a
otros, historias que, supona, haban escuchado de sus preceptores.
Como que veinte aos atrs Nevery fue desterrado de Wellmet por intentar matar a la duquesa, algo que yo no crea, y por intentar prender
fuego al Palacio de la Aurora, algo que, conociendo a Nevery, poda ser
cierto.
En cualquier caso, Keeston todava pareca molesto por eso.
Llamas a tu preceptor por su nombre de pila dijo.
Asent.
Deberas llamarle preceptor.
Asent de nuevo.
Eso mismo me dijo l, pero acordamos que poda llamarle Nevery
si le enseaba a forzar cerraduras.
Keeston se irgui cuan alto era y adopt un aire triunfal para hablar.
Qu os deca? Sus amigos se alinearon cual muequitos en un
escaparate y asintieron de nuevo. Mi preceptor te hara azotar por eso,
granuja.
Igual que hace contigo, pelota? pregunt.
Y entonces me atac.
No lo esperaba tan pronto, de modo que el puetazo me dio en plena
cara.
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Una piedra-llave? dijo Nevery. Bebi un sorbo de t y devolvi la taza a la mesa. Para qu la quieres?
El bocado de gachas que estaba comiendo se sec dentro de mi boca.
Tragu con dificultad.
Necesito ir a Wellmet para buscar mi locus magicalicus dije.
Est bien. Me apunt con la cuchara. Pero irs a la academia
cada da.
No respond. No pensaba ir. No tena tiempo.
Yo haba crecido en Crepsculo. Por lo tanto, me dije, encontrara mi
locus magicalicus en Crepsculo. Y si pensaba buscar all, ms me vala
cambiar de aspecto. Si me paseaba con el abrigo, la gorra, la bufanda de
lana y las slidas botas, alguien un ladrn, un vagabundo se me tirara encima, me arrastrara hasta un callejn y me despellejara como a
un pollo.
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Diez das.
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Me sent, cruc los brazos sobre la mesa y descans la cabeza en ellos unos instantes.
Me despert Benet con unos golpecitos en el brazo. El cuello me
dola por la mala postura. Seal el techo.
T.
Vale. Me enderec y me frot los ojos. Era tarde. Seguro que Nevery
estaba esperando su t.
Benet me alarg la bandeja. Haba dos tazas, una tetera y un plato de
pan con mantequilla. Lo mir sin comprender.
Nevery no tiene tiempo para tomar el t conmigo, Benet dije.
No es para ti repuso speramente.
No era para m. Entonces, para quin?
Ha contratado a un secretario dijo Benet. Un estudiante de la
academia para que lo ayude con la lectura y la escritura.
Un secretario.
Sub al estudio y entr con la bandeja del t. Nevery estaba dentro
con su nuevo secretario.
Keeston.
Me detuve, congelado. Keeston y Nevery estaban sentados a la
mesa, rodeados de libros y papeles. En la chimenea arda un fuego.
Todo muy cordial y acogedor.
Keeston levant la vista y esboz una sonrisa malvada.
Su criado ha trado t, maestro Nevery dijo.
Me descongel lo suficiente para entrar y apartar con cuidado algunos libros a fin de dejar la bandeja sobre la mesa.
No soy su criado. Lameculos.
Nevery levant la vista. Yo no esperaba que hablara, pero lo hizo.
Es mi aprendiz, Keeston.
S, maestro, por supuesto se apresur a contestar Keeston, palideciendo ligeramente.
Me di la vuelta para marcharme.
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Y nada todava.
Decid pasar por la academia para ver si Brumbee tena mapas de la
ciudad. Casi haba terminado con Crepsculo y no me quedaba ms
remedio que cruzar el ro para rastrear Amanecer, la parte de la ciudad
gobernada por la duquesa.
Utilic la piedra-llave para cruzar las verjas del tnel. El aire era fro
y hmedo, las paredes chorreaban limo, el suelo tena una fina capa de
agua. Resbaladiza. Era como estar dentro de una serpiente.
Cuando llegu a la verja de la academia, vi una silueta, oscura y encorvada, sentada en el peldao inferior de la escalera.
Rowan. Se levant muy tiesa, con los brazos cruzados. Pareca
impaciente.
Qu te traes entre manos, joven Connwaer?
Me pregunt cuanto tiempo llevaba all. Un buen rato, supuse.
Pareca tener fro.
Hola, Rowan.
S, s, hola y todo eso dijo, irritada. Te he estado esperando
cada maana y no has aparecido un solo da. Has dejado los estudios?
Asent.
Necesito hablar con Brumbee.
Sobre tu reingreso en la academia?
No dije, rodendola. Sobre cmo encontrar mi locus
magicalicus.
Rowan se desplaz hacia un lado, bloquendome el paso.
El maestro Brumbee me lo ha contado. Y se te est acabando el
tiempo, cierto?
Al orselo decir en voz alta, mi estmago sali disparado hacia arriba
y forceje un rato con mi garganta.
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ellos. Me quit las botas, las un por los cordones, me las colgu del
cuello y emprend el ascenso.
Una vez arriba, aferrado a los pinchos, me agazap unos instantes
para escudriar el otro lado. Sacndome los copos de nieve de las
pestaas, vislumbr lo que pareca un cuidado jardn lleno de bultos de
nieve que probablemente escondan setos, arriates y senderos sinuosos.
Al fondo del jardn estaba la fachada lateral del palacio, con todas sus
ventanas iluminadas. Pareca un barco luminoso navegando sobre un
ocano de espuma.
Me descolgu hasta quedar suspendido de las puntas de los dedos y
me dej caer, aterrizando con un crujido de ramas y un chapoteo de
nieve sobre un arbusto. Me incorpor rpidamente, me sacud la nieve
del abrigo y me ocult detrs del arbusto para calzarme las botas y atarme los cordones. Luego mir a mi alrededor. Silencio, salvo por el
vago rumor de voces y msica que llegaba del interior del palacio.
Delante tena una amplia terraza rodeada por un muro bajo y, al
fondo, unas puertas hechas con pequeas ventanas que daban directamente a ella. Las ventanas estaban empaadas, por lo que solo alcanzaba
a ver luces brillantes, colores y movimiento. Pareca un lugar agradable,
acogedor.
Me acerqu un poco ms.
En ese momento, se abri una de las puertas. Un soplo de alegre
msica escap por ella antes de que alguien volviera a cerrarla tras de s.
Rowan?
No me haba visto. Calzaba unos mocasines finos, pero aun as camin por el suelo nevado hasta el muro, retir la nieve y se sent con un
hondo suspiro. Llevaba puesto un vestido de terciopelo verde, de manga
larga, con encajes en el cuello y los puos. Luca una diadema tambin
de terciopelo verde, acompaada de unos pendientes y un collar de
perlas.
Ni por un momento se me ocurri robarle a ella las joyas.
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Secretario y yo en taller, ajustando condenado partelet en medidor. Distrado. Dichosa gata del muchacho maullando por
toda la casa.
Demasiado que hacer y muy poco tiempo para hacerlo.
Debo determinar si prdida de magia se debe o no a causa
natural.
Mand a Benet a buscar al muchacho para que la gata se
calle de una vez y me deje trabajar.
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Es ma dije.
No repuso la capitana. Es parte del tesoro ducal.
No dije con contundencia. Es ma.
Quin te pidi que la robaras? Trabajas para el Underlord?
Nadie me lo pidi, Kerrn. Es ma. Mene la cabeza con frustracin. Seguro. He de decir la verdad por culpa de ese flster que me
han dado. Por qu no me cree entonces?
La capitana frunci el entrecejo.
Porque haces demasiadas preguntas. Se dio la vuelta y se pase
por la celda. El flster no le ha hecho efecto dijo para s.
S me lo ha hecho repliqu. Lo que pasa es que no me hace
las preguntas adecuadas.
Kerrn cruz la celda con dos raudas zancadas y me agarr por el
jersey.
Entonces dime t cules son las preguntas adecuadas.
Pens en ello unos instantes mientras Kerrn cruzaba los brazos y
aguardaba. Las preguntas adecuadas.
Ni siquiera yo me he hecho las preguntas adecuadas dije lentamente. Conn me pregunt, por qu entraste en el Palacio de la
Aurora? Para encontrar la gema me respond. Pero por qu? me
pregunt.
Y la respuesta me inund como un gran rayo de sol, llenando cada
grieta y recodo de la hmeda y oscura habitacin. Claro. Cmo haba
podido ser tan estpido? Mir a la capitana, estremecido de felicidad.
Kerrn, tena que encontrar la gema con forma de hoja porque es
ma. En serio. Soy mago y esa piedra es mi locus magicalicus.
Brumbee vino a verme, preocupado porque muchacho no ha estado yendo a academia. Se qued a cenar.
Benet lleg. Dijo que un guardia se haba presentado en
Puente Nocturno con mensaje: muchacho arrestado en Palacio
de la Aurora, se requiere presencia del maestro Nevery.
Primer sentimiento, alivio. Por lo menos, muchacho no estaba muerto. Brumbee pregunt qu haba hecho.
Lo arrestaron por robar una gema del tesoro de la
duquesa dijo Benet.
Brumbee:
Oh, Nevery, cuanto lo siento.
Lo mir sin comprender.
Por qu?
Brumbee Vacil. Luego:
Se dira que Conn vuelve a robar.
Robar? Sumamente improbable. Yo tena una explicacin
mucho mejor.
Brumbee dije, mi aprendiz ha encontrado al fin su
locus magicalicus. Vienes conmigo?
Por supuesto que vino.
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los huesos grandes de las piernas y el crneo, y un zumbido dbil y hormigueante en los huesos menudos de los dedos de las manos y los pies.
Me estaba costando mucho mantenerme quieto.
Por suerte, no tuve que esperar demasiado.
Ya ha pasado tiempo suficiente anunci la capitana Kerrn.
Cgelo, Farn.
Me levant de un salto. Farn me agarr por el jersey y me sac de la
celda, detrs de Kerrn. Hubiera podido ir por mi propio pie, porque la
llamada de mi piedra locus era cada vez ms fuerte e bamos en la direccin correcta. Me llevaron hasta una puerta doble con un guardia
apostado fuera. Mi cuerpo entero vibraba con la llamada de mi piedra
locus.
Puedes or eso? pregunt a Farn, que todava me tena agarrado por el jersey. Frunci el entrecejo y no respondi.
La puerta se abri y Brumbee asom la cabeza.
Entren dijo, abriendo la puerta un poco ms.
Farn y yo entramos detrs de la capitana Kerrn a una habitacin que
pareca un despacho y estaba abarrotada de sillas y mesas con tapetes de
encaje y macetas con rboles. La capitana salud con la cabeza a la
duquesa, que estaba sentada en una silla de madera oscura labrada,
frente a un amplio y lustroso escritorio repleto de libros y papeles. Rowan estaba de pie al lado del escritorio. Nevery tambin estaba all, apoyado en su bastn y con cara enfurruada, y tambin Benet y Brumbee,
as como algunos guardias del palacio. Farn me empuj hacia delante y
golpe el interior de mi pierna para obligarme a arrodillarme. Mir a la
duquesa desde el suelo. Ella se inclin sobre el escritorio y me observ
con el mentn alzado, plida y fra, y muy bella.
Finalmente, se enderez y dijo algo. La voz grave de Nevery dijo
algo a su vez. Sacud la cabeza en un esfuerzo por or lo que decan,
pero la llamada de mi piedra era cada vez ms fuerte. Hice ademn de
levantarme, pero Farn me lo impidi clavando una mano en mi hombro.
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Magia. Vale. Haba visto a Nevery invocar el conjuro de la luz montones de veces. Sostuve la piedra en alto y pronunci la palabra:
Lothfalas!.
La magia se arremolin dentro de m como un torbellino y estall
hacia fuera inundando toda la habitacin. Mi piedra locus fulgur como
un rayo congelado en el instante de caer. Aferrados a la piedra, los
huesos de mis manos brillaron con una luz rojiza. Las esposas se abrieron de golpe y se desintegraron en una lluvia de chispas. Mi cuerpo se
convirti en una llamarada blanca que parpadeaba y bailaba pero no
quemaba. La gente retrocedi estremecida, cubrindose la cara.
Nevery se acerc a m levantando una mano para protegerse los ojos.
Contuve la respiracin.
Cmo lo paro? le pregunt. La voz me sali chillona y
trmula.
Simplemente, desea que pare respondi con calma.
Vale. Cerr los ojos y dese que la magia cesara. Y eso hizo.
Cuando los abr de nuevo, el resplandor se haba desvanecido; la
locus magicalicus no era ms que una gema con la forma y el color de
una hoja en primavera sobre mi mano.
Los dems, cegados por la luz, estaban parpadeando. La duquesa
pareca desconcertada, y los ojos grises de Rowan brillaban como
estrellas.
Bueno dijo Brumbee, yo dira que con eso queda todo dicho,
Nevery.
Nevery me estaba mirando con una sonrisa extraa.
Ciertamente respondi. Ha sido toda una demostracin,
muchacho.
Esboc una sonrisa temblorosa. Era mago, como dos y dos son
cuatro.
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or la maana despert,
como siempre, en mi
habitacin del desvn,
enrollado
en
varias
mantas. La habitacin estaba helada. El aire entraba en mis pulmones como astillas de hielo y sala
en forma de vapor blanco. Tena la
nariz congelada. Una capa de
cristales de hielo cubra las mantas.
Si hubiera pasado una noche tan fra
en las calles de Crepsculo, habra
despertado en un portal hecho un
ovillo y muerto de fro. O no habra
despertado. Me alegraba de estar en
casa.
Fuera, el viento aullaba y el
cielo, o al menos el pedazo que
poda ver por los ventanucos, era
gris.
Y mi locus magicalicus se haba extraviado entre las mantas. Hurgu
hasta dar con ella. Me arrebuj en las mantas, apoy la espalda en la
pared y mir la piedra al trasluz. En su interior brillaba con una luz cambiante, veteada, como el sol resplandeciente a travs de las hojas de los
rboles.
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Ningn mago haba tenido antes una locus magicalicus como esta.
La mayora de las gemas locus eran ms pequeas, me haba dicho
Nevery. Las gemas grandes eran peligrosas, no haba dicho eso tambin? Mi piedra locus era, sin duda, la gema ms valiosa de la ciudad,
puede que de los Ducados Peninsulares. Por qu haba venido a m? No
tena sentido.
Quiz Nevery lo supiera.
En fin. Hora de levantarme. Al salir de las mantas, not que tena el
cuerpo algo rgido y dolorido por la experiencia de los ltimos dos das,
y que mi cabeza se quejaba ligeramente de los coscorrones que haba
recibido de los guardias de la duquesa. Pero nada grave, por fortuna.
Sorprendido, advert que el abrigo y el jersey negro estaban cuidadosamente doblados en el suelo, con las botas y los calcetines al lado.
La ltima vez que los haba visto fue antes de colarme en el Palacio de
la Aurora. Tiritando de fro, me vest, me guard la locus magicalicus en
el bolsillo y baj a la cocina.
Benet no se haba levantado an. Reanim los rescoldos del fogn y
la chimenea y aad ms lea antes de coger el cubo e ir a por agua. En
la puerta me detuve para taparme la cara con la bufanda y esconder las
manos bajo las mangas del abrigo.
Cuando sal, un viento feroz sopl por la esquina, clavndome sus
glidas garras en los huesos, y a punto estuvo de derribarme. Diminutos
copos de nieve, agitados por la ventisca, se arrastraban por el patio. En
el rbol, de espaldas al viento, los pjaros hacan equilibrios, contrariados y molestos.
Contuve el aliento y puse rumbo al pozo. Los pjaros repararon en
m. De repente, abandonaron sus ramas entre fuertes graznidos, salpicando el suelo de excrementos y soltando plumas que giraban con el viento. Como una nube negra, sobrevolaron el patio y me rodearon sin dejar de cotorrear, rozndome con las suaves puntas de sus alas. Solt el
cubo. Giraron a mi alrededor como un conducto de alborotados jirones
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Sessamay!
Un rayo de luz blanca emergi de mi piedra locus y, dibujando una
estela de chispas verdes, penetr en la cerradura. La verja se abri con
violencia, salt sobre los goznes, rebot contra la pared y volvi cerrarse. Por los barrotes bajaron chispas azuladas y la cerradura escupi
algunas brasas.
El fragor ces y volvi el silencio. Nevery mene la cabeza.
Hum. Intntalo otra vez.
Respir hondo, le dije a la magia que se comportara y pronunci el
conjuro. De nuevo el rayo blanco, el rebote y las chispas, pero esta vez
Nevery introdujo el bastn en la abertura para impedir que la verja se
cerrara de nuevo.
A una velocidad vertiginosa, atravesamos todas las verjas del tnel
hasta la academia. Al llegar a la escalera, Nevery se apoy en su bastn
y me mir.
Ahora, muchacho, a estudiar. Yo tengo que asistir a una reunin
en el Saln de Maestros.
Vale. Se alej, con el tac tac de su bastn en el tnel. Sub.
Rowan me estaba esperando en lo alto de la escalera, envuelta en un
clido abrigo negro por el que asomaba su toga gris de estudiante. Tena
la cabeza hundida en una bufanda de rayas grises y verdes y la punta de
la nariz colorada.
Buenos das, Ro dije.
Me salud con un movimiento de cabeza y camin a mi lado. El viento glido soplaba en el patio con virulencia; trozos de hielo flotaban
en la superficie negra y agitada del ro. Agachamos la cabeza y
apretamos el paso. Cuando llegamos a la entrada de la academia, tena la
cabeza y las manos completamente congeladas.
La galera estaba abarrotada de estudiantes con togas grises que, escapando del fro helador del patio, se haban congregado all para
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esperar el comienzo de la primera clase de la maana. Algunos se volvieron un momento hacia nosotros y siguieron con sus conversaciones.
Rowan se estaba quitando la bufanda.
La llevas contigo? me pregunt en voz baja.
Se refera a mi locus magicalicus. Asent.
Qu piensas hacer?
Rowan no se andaba con rodeos.
No contrselo a nadie respond.
Asinti y se desaboton el abrigo.
Est muy enfadada? pregunt. Me refiero a tu madre.
Rowan desvi la mirada.
Lo ignoro. A veces es difcil saberlo.
Los grupos de estudiantes empezaron a dispersarse: la primera clase
estaba a punto de empezar. Un estudiante choc con Rowan y se disculp. Este no era buen lugar para hablar.
Rowan se encogi de hombros y nos dirigimos a la clase de aprendices, donde Periwinkle nos ense un conjuro para encender velas. Me
dije que podra utilizarlo si alguna vez necesitaba convertir una vela en
un charco de cera.
Cuando salimos del aula, un Brumbee con cara preocupada me estaba
esperando. La duquesa, dijo, quera verme.
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escalones, rastrillados y pulidos, hasta la puerta de doble hoja, custodiada por dos guardias con abrigo verde, botas de cuero y lanza en
mano.
Es l? pregunt uno de ellos.
El picaporte de la puerta gir con suavidad, pero justo cuando me
dispona a abrirla not una mano pesada en mi hombro.
Oye dijo un guardia.
Levant la vista. Aunque alto y barbudo, no reconoc en l a ningn
guardia de los calabozos del palacio.
Debo ver a la duquesa dije.
Yo le acompaar comunic el guardia a su compaero. Abri
la puerta y me empuj adentro. Camina calladito. Agarrndome del
brazo, cruzamos el vestbulo, giramos a la izquierda por un pasillo
alfombrado y, a rengln seguido, por otro pasillo desnudo que enseguida
reconoc.
El guardia no me llevaba ante la duquesa. Trat de soltarme.
Estate quieto dijo, sujetndome con ms fuerza. La capitana
quiere hablar contigo.
Yo no quera hablar con la capitana. Como dos y dos son cuatro que
no quera.
El guardia me arrastr hasta una puerta con un marco de hierro. La
abri y me propin un empujn.
La capitana Kerrn estaba dentro, sentada a una mesa en lo que
pareca la sala de reunin de los guardias. Espadas y lanzas descansaban
erguidas en rejillas apoyadas contra las paredes, y la mesa, rodeada de
bancos, ocupaba casi toda la estancia.
Haba otros guardias sentados entre ellos Farn, el de la barba de
tres das, unos jugando a las cartas y otros limpiando armas o engrasndose las botas.
Todos levantaron la vista cuando entr. Al ver que era yo, todos arrugaron el entrecejo menos Farn, que se levant para bloquear una
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puerta que haba en la pared del fondo. Kerrn dej sobre la mesa una
daga y una piedra de afilar.
Mir en derredor; la nica salida posible era la puerta por la que
haba entrado, pero el guardia que tena a mi espalda no dudara en
apresarme si intentaba huir por ella.
Kerrn se levant, entornando sus ojos de hielo, mientras me miraba
de arriba abajo.
La duquesa te espera, de modo que ser breve dijo con sus extraas sh y esas r que sonaban como si estuviera haciendo grgaras. Desde lo sucedido ayer he averiguado algunas cosas sobre ti.
Puede que hayas engaado a la duquesa y a esos magos, pero yo s
quin eres en realidad. Has crecido en Crepsculo y eres un conocido
ladrn.
Lo era dije, reculando. Ya no lo soy.
Nos hiciste quedar mal continu Kerrn al colarte en el palacio y robar la gema de la duquesa.
Fueron ustedes quienes quedaron mal al no atraparme repliqu.
Kerrn rode rpidamente la mesa. Retroced hacia la puerta, pero
antes de alcanzarla me agarr por la solapa del abrigo y se inclin para
gruir en mi cara:
Escucha bien, ratero. Todos los guardias de la ciudad saben quin
eres y lo que has hecho. Me zarande con tal violencia que los dientes
me castaetearon. Al primer paso en falso, te arrestaremos.
Me solt y recul a trompicones, topndome con el guardia que me
haba llevado. Todos los guardias que haba en la sala me clavaron su
mirada ms amenazadora.
Capt el mensaje.
La capitana Kerrn se dio la vuelta.
Llvatelo.
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Benet seal el fogn, donde me aguardaba un plato de bollos y tocino. Colgu la bufanda y el abrigo, con mi locus magicalicus en el
bolsillo, en el perchero que haba junto a la puerta, fui a recoger mi plato
y me un a ellos en la mesa. Keeston segua todos mis movimientos.
Buenos das, Nevery dije, llevndome una racin de bollo y tocino a la boca.
Levant la vista del libro que tena abierto sobre la mesa, al lado de
su plato vaco.
Hum farfull, mirndome de arriba abajo. Benet tiene razn,
necesitas un corte de pelo.
Despus de cenar repuso Benet. Sus agujas hacan clic-tic, clictic.
Com en silencio durante un rato, rumiando y tratando de ignorar la
mirada fascinada de Keeston. Me haba despertado con una duda.
Nevery dije, la capitana del Palacio de la Aurora, Kerrn
Asinti sin dejar de leer.
Por qu habla de esa forma tan rara?
Nevery levant la vista.
A qu te refieres, muchacho?
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para que de ese modo pueda, con su locus magicalicus, acceder a las
provisiones de magia de la ciudad y llevar a cabo el conjuro.
Negu con la cabeza.
No estoy de acuerdo, Nevery. Los conjuros son un idioma en s
mismo y nosotros lo utilizamos para decirle a la magia lo que debe
hacer. Tena mucho sentido.
Nevery estaba meneando la cabeza con expresin ceuda.
Tonteras. Lee el ensayo de Jaspers sobre el tema, muchacho, y
luego hablamos.
Cerr su libro con un golpe seco y se puso a hablar con Benet,
pidindole que buscara ms mercurio cuando fuera al mercado de la
plaza Sark.
Yo no prestaba atencin, distrado como estaba engullendo mi bollo,
bebiendo t y rumiando sobre magia, idiomas, ndulos mgicos y Wellmet. Si los conjuros mgicos eran realmente un idioma, a quin
perteneca? A qu o a quin hablaban los conjuros? Era posible que un
ndulo mgico no fuera una convergencia atmosfrica o un afloramiento, sino un ser viviente y pensante?
A Nevery no iba gustarle nada esa idea. Gruira y me dira que leyera tal o cual tratado y dejara de hablar de cosas que no comprenda.
Pero yo saba, en el fondo de mi ser, que tena razn.
Y bien, muchacho? dijo Nevery, interrumpiendo mis
pensamientos.
Levant la vista parpadeando. l, Benet y Keeston estaban de pie,
junto a la mesa, esperndome. Ca en la cuenta de que estaba con la taza
de t en una mano y el bollo en la otra, mirando embobado la pared.
Nevery mene la cabeza.
T y Keeston iris al mercado con Benet y lo ayudaris a traer las
provisiones.
Asent mientras me terminaba aprisa y corriendo el bollo y el t. Una
vez que Keeston se puso su toga de aprendiz y yo mi abrigo y mi
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bufanda, bajamos y nos fuimos con Benet, que iba muy abrigado y llevaba una porra en el cinturn.
Al salir, el viento nos atac con sus afilados dientes, atravesando
nuestras ropas. Cruzamos el patio tiritando de fro. En el rbol, los pjaros brincaban sobre las ramas, cotorreando animadamente.
Seguimos a Benet hasta el tnel. Keeston tena las orejas coloradas
por el fro.
Cuando llegamos a la verja, nos detuvimos y esper a que Benet
sacara su piedra gris. En lugar de eso, cruz los brazos y aguard en
silencio.
Keeston me mir nervioso.
No quieres abrirla t?
Oh.
Puedo abrirla si quieres, pero no se me da demasiado bien.
Decidos de una vez gru Benet.
Keeston llevaba su locus magicalicus colgada de la cadena de oro
sobre la toga de aprendiz. Sin ms dilacin, la cogi, la dirigi hacia cerradura, cerr los ojos para concentrarse y pronunci el conjuro de
abertura. Nada. Sujet la piedra con ms fuerza y prob de nuevo. Tras
un tenso momento, la cerradura gir y la verja se abri con un chirrido.
Recorrimos los fros y hmedos tneles y subimos al Puente
Nocturno.
Mir de soslayo a Keeston y a su piedra locus con la elegante
cadena.
Ser mejor que la escondas le dije.
Por qu? pregunt. Estaba orgulloso de haber abierto las verjas
y el desprecio haba vuelto a su voz.
T qu crees? dije.
Abandonamos el puente y nos adentramos en Crepsculo. La calle
Fleetside, cubierta de hielo y nieve aplastada y flanqueada de viviendas
sucias y ruinosas, suba sinuosamente por la colina; el aire ola a humo y
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Anoche termin medidor para calcular nivel mgico. Efectu algunas mediciones preliminares. Hallazgos no del todo inesperados. Nivel mgico de Wellmet ha dejado de bajar. Se halla
completamente estable, inalterable. Pero muy, muy bajo. Peligrosamente bajo.
Rele tratado de Micnu. Descenso del nivel mgico podra
deberse a fro extremo; ndulo donde se asienta Wellmet podra
estar, sencillamente, congelado, y cuando llegue el deshielo de la
primavera, magia volver a manar.
Con todo, Arhionvar es un precedente que no puede
desestimarse.
Quiz proponga a maestros que reduzcamos uso de magia
hasta deshielo de primavera.
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enet, Keeston y yo
giramos por una callejuela que conduca a la
plaza Sark cuando
cuatro hombres fornidos se
plantaron ante nosotros. Secuaces
de Crowe, me dije; tenan ese aspecto cruel que los caracteriza, e
iban armados con garrotes y cuchillos. Cscaras. Qu estpido haba
sido. Crowe tena una orden de
busca y captura contra m y, ahora
que tena la gema locus magicalicus, seguro que me quera con l
ms que nunca. Probablemente
tena hasta al ltimo de sus secuaces
vigilando el Crepsculo.
Benet se detuvo; Keeston y yo
permanecimos detrs de l.
Huid nos dijo en voz baja.
Ni hablar. Mir por encima de mi hombro y el pnico me estruj el
estmago. Otros dos secuaces haban aparecido por la boca de la callejuela; no tenamos escapatoria.
Tenemos otros dos detrs, Benet le inform.
Benet blasfem y empu la porra que llevaba sujeta al cinturn.
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En el lugar ocupado por los secuaces haba ahora tres ratas con la
cola pelona y escamada, un gallo, una culebra negra y un hombrecillo
peludo con una larga cola, temblando y mirando desconcertados a su
alrededor. Una de las ratas buf y salt al pie de Benet, que se la quit
de encima con una patada. La rata huy despavorida por la callejuela,
seguida de sus compaeros.
Impertrrito, Benet se apoy en la pared, sostenindose las costillas
con un brazo mientras el otro le colgaba inerte. Por sus dedos corran
gotas de sangre que caan en la nieve. Keeston estaba de pie, sosteniendo su piedra locus con las dos manos y con la mirada clavada en la
culebra negra que se deslizaba sinuosamente por la nieve en pos de los
dems bichos.
Lo siento dije mientras me levantaba. Los huesos me dolan.
Es el nico conjuro que conozco.
Ha funcionado dijo Benet. Seal con la cabeza hacia el lugar
por el que haban huido las ratas y dems criaturas. Vendrn ms.
Tenamos que largarnos cuanto antes de Crepsculo. Benet se mir
el corte del brazo con una mueca de dolor y lo cubri con la otra mano
para detener la hemorragia.
Vamos gru.
Descendimos por la colina, de espaldas al viento, hasta el Puente
Nocturno y los tneles secretos que llevaban a las islas. Yo procuraba
caminar despacio, porque mis costillas se quejaban con cada paso que
daba; tena la cara dolorida por el porrazo que me haba asestado el
secuaz del Underlord. Finalmente llegamos a la primera verja, donde
saqu mi piedra locus y pronunci el conjuro de abertura. La verja se abri violentamente y Benet meti la bota para impedir que se cerrara.
A medida que cruzbamos las verjas como flechas, los ojos de Keeston se iban abriendo un poco ms. Cuando llegamos a la verja de
Heartsease, le dije:
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enet
dije
al da
siguiente.
Estate
quieto
farfull. Me estaba cortando el
pelo con unas tijeras. Estaba sentado en un taburete, en el centro de
la cocina, y Keeston delante de la
mesa, con una pila de papeles que
Nevery le haba ordenado leer.
Qu crees que ocurri en la
pelea? pregunt.
Crea saberlo, pero deseaba
saber si Benet pensaba lo mismo.
Nos atacaron contest Benet, hiciste magia y escapamos.
Asent.
Estate quieto insisti. Sigui cortando durante un rato.
No cortes mucho dije. Ras, ras, ras. Benet, creo que esos tipos iban a por m.
Hum murmur. Eso crees?
Lo crees t?
S.
Keeston levant la vista de sus papeles.
Yo tambin creo que iban a por ti, Conn.
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undindome
con
la
noche,
recorr
sigilosamente las callejuelas hasta llegar a la
Casa del Anochecer. Aunque era
tarde, haba luz en las ventanas enrejadas. El aire pareca invadido de agujas invisibles; zumbaba y palpitaba, erizndome el pelaje. Algo estaba pasando ah dentro, como dos y
dos son cuatro.
Camin despacio hasta a la verja, me escurr entre dos barrotes y
avanc por el borde del camino de grava, rodeando la casa, hasta desembocar en un patio pequeo y sucio con unos cuantos cobertizos. O que
una puerta se abra y cerraba, y pasos que crujan sobre la nieve helada.
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Estuve hasta tarde controlando nivel mgico con medidor. Descendi bruscamente en varias ocasiones. Alarmado. Casi no
queda magia en la ciudad.
Fui al estudio a consultar notas. Le hasta amanecer. No
extraje conclusiones nuevas. Cansado. Benet me trajo t.
Conn no ha vuelto an, seor dijo.
Le respond que el condenado muchacho no volvera nunca.
Benet me pregunt por qu. Le dije que el muchacho era un espa del Underlord.
No lo es, seor replic.
Le dije que dispona de una prueba: muchacho y Underlord
tienen mismo apellido.
Benet se mostr sorprendido.
En serio? Luego se encogi de hombros. De todos
modos, Conn no es un espa de Crowe.
Cmo lo sabes? le pregunt.
No puede serlo. Benet estaba junto a la puerta, con
los brazos cruzados. Pareca muy seguro de lo que deca.
Seor, los hombres que nos atacaron en Crepsculo eran
hombres de Crowe, e iban a por Conn.
Por qu Crowe enviara hombres para atacar a su propio
espa?
No s muy bien qu pensar.
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Mi portador se detuvo un instante, luego sigui andando. O el chirrido de una puerta que se abra y cerraba
Quieres que lo lleve yo? pregunt una voz profunda.
No hace falta respondi mi portador. Pesa menos que una
pluma.
Llegar de un momento a otro dijo otra voz.
Esperaron de pie. Me retorc y mi portador me dej en el suelo, pero
me mantuvo aferrado por los hombros.
Otra persona entr en la habitacin. Caminaba con andar pesado. Silencio. Sent un hormigueo, como si alguien me estuviera observando.
Estis seguros de que es l? pregunt. Pettivox. Reconoc su
voz aguda al instante.
S, seor respondi uno de sus hombres. El ladrn. El Underlord tena una orden de busca y captura contra l. Lo conocemos.
Excelente. Estar encantado. Pettivox hizo una pausa. Lo
meteremos en uno de los trasteros del stano. Querr verlo ms tarde. Es
muy escurridizo, no permitis que se os escape.
Quin quera verme ms tarde? Underlord Crowe? He ah alguien
a quien yo, decididamente, no deseaba ver. Me revolv hasta liberarme
de las manos de mi captor, pero tena la cuerda demasiado apretada y lo
nico que consegu fue darme de bruces contra el suelo. Uno de los
hombres ri.
De nuevo a hombros, bajamos por una escalera y atravesamos un
pasillo que haca eco. Los hombres retiraron la cuerda, me quitaron la
bolsa y antes de que pudiera ver dnde estaba, me arrojaron a un agujero
oscuro. Un segundo despus, cerraron la puerta y echaron la llave.
Tras concederme unos instantes para respirar hondo, saqu la ganza del
bolsillo y tante la puerta, buscando el ojo de la cerradura. Lo encontr.
Tena un tacto spero, deba de estar oxidada. Pero si una llave poda
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Devolv la ganza al bolsillo. La habitacin era un agujero completamente negro. La cruc con las manos al frente hasta que toqu una
pared. Saqu del bolsillo mi locus magicalicus; su tenue brillo era un pedacito difuminado de luz en mi mano. Apenas alumbraba.
La habitacin era pequea, puede que de tres pasos de ancho, con el
techo bajo y sin ventanas. Las paredes, de una piedra pegajosa, irradiaban fro. No ese fro glido que te corta la respiracin, sino ese fro
hmedo que se te mete en los huesos, entumecindolos.
Camin durante cuatro horas por el cuartucho aferrado a mi locus
magicalicus y parando de vez en cuando para comprobar si el guardia
segua apostado en la puerta. Tena que salir de ah como fuera. La magia estaba en apuros. Si Pettivox y el Underlord tenan intencin de
hacer algo con ella, lo haran pronto.
Choqu con una pared y gir sobre mis talones para cruzar la celda,
paso-paso-paso, hasta la puerta. Fuera, dos voces profundas estaban hablando. Al rato, o un tintineo de llaves en la cerradura.
Me apart de la puerta, con la mano en el bolsillo, empuando mi
piedra locus, y arrim la espalda a la pegajosa pared. La puerta se abri
con un chirrido y una sombra irrumpi en la celda.
Clic-tic. Clic-tic-tic.
Detrs de la sombra apareci alguien con un farol.
Deslumbrado, me proteg los ojos con una mano. Cuando recuper la
visin, se acerc y pude reconocerlo.
Era Underlord Crowe.
Tena el mismo aspecto de siempre. Corriente. Ni alto ni bajo; ni
guapo ni feo; ni viejo ni joven. Impecable traje negro, capa con cuello
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Ve t, Benet.
Mejor que vaya Keeston dije. Estaba de nuestro lado, y necesitbamos a Benet con nosotros.
Nevery enarc las cejas.
T crees? Se volvi hacia Keeston. Qu dices t, Keeston?
Podemos confiar en ti?
Keeston, todava con el farol en la mano, trag saliva y asinti.
S, seor. Se lo juro. Le juro que puede confiar totalmente en m
y
Vale, vale le interrumpi Nevery. Corre al Palacio de la Aurora y cuntale a la duquesa lo que est pasando. Dile que estamos en
Crepsculo y que enve tantos guardias como le sea posible. Lo has
entendido?
S, seor. Keeston gir sobre sus talones y se march a toda
prisa, resbalando ligeramente en la nieve.
Vamos dije, y los tres, Nevery, Benet y yo, pusimos rumbo al
Puente Nocturno para pasar Crepsculo.
Las calles estaban oscuras y desiertas; las candelas, apagadas. La
noche pareca desolada, vaca. Me llev la mano al bolsillo para acariciar mi locus magicalicus y la sent igualmente vaca y muerta. Se le
haba agotado la magia.
Descendimos por la colina como tres sombras negras, resquebrajando con nuestros pies las aceras heladas, hasta el Puente Nocturno y la
angosta calzada que transcurra entre sus edificios.
Alto dijo de repente Benet, agarrndonos a Nevery y a m por el
brazo. El glido aire tea de blanco nuestra respiracin. Delante, el
puente apareca completamente negro, como una cueva profunda.
Qu ocurre? pregunt Nevery.
Benet neg con la cabeza.
Demasiado tranquilo. Es posible que el Underlord tenga guardias
al acecho.
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Por aqu dije, sealando una calle que bajaba hasta el ro.
La ribera de Amanecer estaba formada por una sucesin de muros de
piedra con escaleras que conducan a embarcaderos de madera. Nos detuvimos en la orilla para recuperar el aliento.
El glido aire estaba completamente inmvil. Si alguien lo hubiera
golpeado, se habra roto en mil pedazos. No se oa correr el agua.
Seal el ro.
Se ha helado. Creo que podemos cruzarlo caminando sobre el
hielo.
De acuerdo convino Nevery disponindose a cruzar el ro; justo
en ese momento nuestro perseguidor nos embisti.
Era grande y musculoso. Me apart de un manotazo y le asest un
puetazo a Nevery.
Nevery forceje y juntos rodaron por una escalera que desembocaba
en un embarcadero. Fui tras ellos y, desde el ltimo escaln, salt sobre
la espalda del hombre y le mord la oreja. Saba an peor que la cola de
la rata. El hombre me arroj al suelo de una sacudida. Entonces Nevery
le propin un fuerte porrazo en la cara con el mango dorado de su
bastn.
Ay! grit el hombre.
Retrocedi tambalendose y echando sangre por la nariz.
Me levant trabajosamente.
Est bien? pregunt a Nevery.
Lo estoy, muchacho resopl.
A nuestras espaldas, el hombre se llev las manos a la cara y sacudi
la cabeza, rociando el suelo con gotitas de sangre.
Me volv para escudriar el ro, que, inmvil, se extenda frente a
nosotros cubierto por una capa de hielo limpio y oscuro. A nuestra
izquierda se alzaba el Puente Nocturno y, en la orilla opuesta, no brillaba ninguna luz.
Tante el hielo con el pie. Nevery me sigui sin protestar.
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Emprendimos la marcha deslizando los pies, chas chas, por la superficie helada; Nevery se apoyaba en su bastn para no resbalar. La ribera
se fue alejando. Arriba, el negro cielo apareca salpicado de estrellas que
centelleaban como dagas.
A medio camino, nos detuvimos. Mi aliento formaba nubecillas
blancas delante de mi cara. Mir atrs. El secuaz de Crowe nos segua.
Continuemos dijo Nevery.
El hielo flaque bajo mis pies.
Un momento susurr. Toqu la superficie con la mano y el fro
me quem la piel. Poda sentir la corriente del ro bajo los dedos.
Me levant muy despacio y el hielo cruji. Era una capa muy fina
que apenas alcanzaba a cubrir el agua.
Tendremos que rodearlo susurr.
Nevery asinti. Rodeamos la capa de fino hielo y nos dirigimos de
nuevo hacia la orilla de Crepsculo.
Mir por encima de mi hombro. Nuestro perseguidor era una silueta
negra sobre el negro hielo. Creyendo que nos dara alcance tomando el
camino ms corto, lleg hasta el fino hielo y sigui andando.
Se va a hundir dije.
En ese preciso instante, el hielo cedi y, como una piedra arrojada a
un charco, el hombre fue engullido por el ro, blasfemando y retorcindose. Mir a Nevery.
Sigue dijo con gravedad.
Continuamos nuestro camino temiendo que el hielo se resquebrajara
bajo nuestros pies y las glidas aguas nos engulleran tambin a nosotros.
Cerca de la orilla de Crepsculo, advert que en las casas y almacenes todo era oscuridad y silencio. Trepamos por la ladera rocosa del
ro y desembocamos en un sendero lleno de surcos que rodeaba el muro
lateral de un almacn.
Nos detuvimos para recuperar el aliento. Al rato, empec a andar de
nuevo.
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Negu con la cabeza. Los guardias de palacio iban a tener que lidiar
con los secuaces del Puente Nocturno, y eso podra demorarlos
demasiado.
Supongo que no tienes ningn plan dijo Nevery.
No, no lo tena.
Creo que deberamos entrar sin ms dije.
No me extraa que siempre andes metido en los, muchacho
murmur Nevery.
Vamos dije.
Arrimados a las sombras, cruzamos la verja y rodeamos la mansin
del Underlord hasta alcanzar la puerta por la que yo haba entrado disfrazado de gato. No haba nadie vigilando.
Avanzamos por los oscuros pasillos, detenindonos de vez en
cuando para aguzar el odo. No se oa nada. Todos los secuaces de
Crowe estaban bloqueando el puente, me dije. No haban contado con
que alguien pudiera cruzar el ro por el hielo. No obstante, seguro que
no haban dejado el artefacto completamente desprotegido.
Finalmente llegamos al cuarto cuya escalera conduca al taller subterrneo. La puerta-librera estaba cerrada y en la estancia reinaba la
oscuridad.
La librera se abre susurr a Nevery.
Camin hasta el panel y empuj. La librera gir y la angosta escalera se abri como un pozo oscuro.
Sin vacilar, baj con Nevery hasta la segunda curva y asom la
cabeza. El tenebroso taller estaba iluminado con una luz tenue; en el
centro se alzaba el artefacto succionador, hinchado y lustroso como una
sanguijuela gigante atiborrada de sangre. Los engranajes y pistones estaban parados y el mercurio descansaba inmvil en sus tubos de cristal.
El depsito remachado sobresala en el centro. La magia estaba atrapada
en su interior.
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Artefacto destruido. Podemos confiar en no volver a ver nada semejante en este mundo. Destruido a costa de la locus magicalicus del muchacho, y casi a costa de su vida.
Despus de que muchacho liberara magia y Casa del
Anochecer fuera arrasada, me descubr en el fondo de un gran
foso oscuro, rodeado de cascotes y pequeos incendios, con moho
descendiendo y escombros asentndose. Ni el menor rastro del
artefacto. Haba quedado completamente destruido.
Consegu reunir un poco de luz con conjuro Lothfalas y
busqu a muchacho entre los escombros.
Lo encontr encajado en una grieta abierta en la pared, como
si lo hubieran colocado all para protegerlo. Infinidad de escombros bloqueaban el paso hasta la grieta. Lo cre muerto. Estaba
plido, fro, inmvil, cubierto por fina capa de polvo brillante,
los restos de su locus magicalicus.
Una prdida demasiado grande para poder soportarla.
Los guardias de la duquesa llegaron, junto con Benet, que
me ayud a retirar las vigas y cascotes que cubran el cuerpo del
muchacho. Finalmente, logramos sacarlo. Coloqu una mano en
su pecho, comprob que an respiraba.
Lo envolv con mi toga y con el abrigo de Benet, lo traje a
Heartsease y lo met en la cama.
Ped a Trammel que lo examinara. Muchacho no tiene ni
un rasguo, dijo Trammel, ni lesiones aparentes. Simplemente
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est aterido y exhausto. Necesita dormir. Mantenerlo bien abrigado y esperar a que se despierte.
As que aqu estamos, esperando.
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pjaros y las negras ramas tenan en las puntas generosos brotes colorados. El invierno haba tocado a su fin.
Cosa que yo agradeca enormemente. Haba perdido la costumbre de
caminar descalzo. Al cruzar el patio, sent el fro y la humedad de los
adoquines en los pies.
Cruc los tneles sin ninguna prisa, utilizando la piedra para poder
abrir las verjas. La magia saltaba briosa y fulgurante sobre las cerraduras. El ser mgico se encontraba mejor, me dije.
Antes de tomar la escalera de la academia, tuve que apoyarme en la
pared del tnel para descansar. Una vez arriba, me detuve para recuperar
el aliento.
Al otro lado del patio, estudiantes con togas grises charlaban y
jugaban en grupos, disfrutando del ltimo sol del invierno. Rowan abandon el grupo con el que estaba y se acerc a m; llevaba su toga de
estudiante y su bolsa de libros.
Me dio un abrazo. Tan solo era una pizca ms alta que yo, advert.
No haba duda de que haba crecido. Descans mi cabeza en su hombro
durante unos instantes.
Dio un paso atrs y me mir de arriba abajo.
Veo que has decidido abandonar tus botas, Connwaer.
Se me han quedado pequeas dije.
Hummm A mi madre le gustara que le hicieras una visita.
Vale. Pero ahora tena que ir a buscar a Nevery a la biblioteca.
Cruzamos el patio hasta la academia. Al vernos, los estudiantes detenan sus conversaciones para mirarnos. Baj la cabeza y segu andando; Rowan alz el mentn, en actitud altiva y severa, como el da
que la conoc.
Entramos en el edificio.
Brumbee estaba en la puerta de su despacho, hablando con Periwinkle. Cuando nos vio, se acerc a nosotros.
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Cruc los brazos para protegerme del fro. Aunque el sol calentaba,
del ro suba una brisa fresca.
Estoy bien, Nevery dije.
Eso dices siempre, muchacho, pero a m no me lo parece.
Me mir los pies descalzos.
Nevery suspir.
Perdiste tu locus magicalicus.
Asent.
Y, por lo visto, tambin las botas.
Se me han quedado pequeas expliqu.
Lo imagino dijo. Golpe con el bastn la cartera que descansaba a sus pies. Mira lo que hay dentro.
Me arrodill y hurgu en la cartera.
Esto? Saqu un libro.
No dijo. Hubo un golpe de viento y Nevery se llev la mano al
sombrero para impedir que volara. La toga.
Todos los magos y aprendices vestan una toga, y tambin los estudiantes de la academia, como Rowan. Era una toga gris con una insignia
en la manga que indicaba la familia o la casa a la que pertenecan. En la
bolsa, entre los libros, una botella con un tapn de cera y algunos
papeles sueltos, haba una toga. La saqu, me levant y se la tend.
Nevery me la tendi a su vez.
Es para ti, muchacho dijo. Eres estudiante y aprendiz. Necesitas una toga.
Oh. Me quit el abrigo y me puse la toga sobre el jersey. La lana gris
estaba apolillada y salpicada de quemaduras superficiales, y el rado dobladillo rozaba el suelo. En la manga haba una insignia bordada con
hilo azul descolorido, el mismo reloj de arena con alas tallado en la
piedra de la verja del tnel de Heartsease y grabado en oro en la tapa del
bal de las piedras locus de Nevery.
Nevery se inclin hacia delante y acarici la insignia.
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PETTIVOX. Es muy alto y ancho de espaldas, con el pelo y la barba blancos, los
dientes tambin muy blancos y los labios
rojos. Es el preceptor de Keeston. A Conn
no le gusta ninguno de los dos.
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En Wellmet, algunas personas escriben con runas que sustituyen las letras del alfabeto. De hecho, en El ladrn mago encontrars algunos
mensajes escritos con runas.
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A mayscula
B mayscula
Agradecimientos
A Jenn Reese por su generosa amistad y por creer en el poder de las
historias.
A mi agente, Caitlin Blasdell, y mi editora, Melanie Donovan. Y al
equipo de Harper-Collins: ayudante editorial Greg Ferguson, directora
editorial PhoebeYeh, correctora Kathryn Silsand, diseadora Sasha
Illingworth, artista Antonio Javier Caparo, y las diosas de los subderechos, Camilla Borthwick, Jean McGinley y Joan Rosen.
A Sandra McDonald, Chance Morrison, Charlie Finlay, Toby Buckell, Dave Schwartz, Elizabeth Glover, Heather Shaw, Lisa Bradley, Deb
Coates, Rachel Swirsky, Christopher East, Melissa Marr, Dean Lorey,
Patrick Samphire,Tim Pratt, Paul Melko y Steph Burgis (especialmente).
Y cuatro veces gracias a Greg van Eekhout por sus alentadores comentarios, por sus anotaciones al manuscrito y por animarme a consumir
tocino.
A Anne y Ward Bing, y a Anne Hankins. Un agradecimiento clido
a Pat y Frank Hankins. Y a mis queridos Theo y Maud.
Y, por encima de todo, gracias a John, el mejor marido del mundo.
Y s, tambin el mejor crtico.