Andersen LaSirenita
Andersen LaSirenita
Andersen LaSirenita
La sirenita
Hans Christian Andersen (1805-1875)
La sirenita
-Todava eres demasiado joven -respondi la abuela. Dentro de unos aos, cuando tengas quince, el rey te
dar permiso para subir a la superficie, como a tus
hermanas.
La Sirenita soaba con el mundo de los hombres, el
cual conoca a travs de los relatos de sus hermanas, a
quienes interrogaba durante horas para satisfacer su
inagotable curiosidad cada vez que volvan de la superficie. En este
La sirenita
-Bien, ya puedes salir a respirar el aire y ver el cielo! Pero recuerda que el mundo de
arriba no es el nuestro, slo podemos admirarlo! Somos hijos del mar y no tenemos alma
como los hombres. S prudente y no te acerques a ellos. Slo te traeran desgracias!
Apenas su padre termin de hablar, La Sirenita le di un beso y se dirigi hacia la
superficie, deslizndose ligera. Se senta tan veloz que ni siquiera los peces conseguan
alcanzarla. De repente emergi del agua. Qu fascinante! Vea por primera vez el cielo azul
y las primeras estrellas centelleantes al anochecer. El sol, que ya se haba puesto en el
horizonte, haba dejado sobre las olas un reflejo dorado que se dilua lentamente. Las
gaviotas revoloteaban por encima de La Sirenita y dejaban or sus alegres graznidos de
bienvenida.
-Qu hermoso es todo! -exclam feliz, dando palmadas.
Pero su asombro y admiracin aumentaron todava: una nave se acercaba despacio al
escollo donde estaba La Sirenita. Los marinos echaron el ancla, y la nave, as amarrada, se
balance sobre la superficie del mar en calma. La Sirenita escuchaba sus voces y
comentarios. "Cmo me gustara hablar con ellos!", pens. Pero al decirlo, mir su larga
cola cimbreante, que tena en lugar de piernas, y se sinti acongojada: "Jams ser como
ellos!"
A bordo pareca que todos estuviesen posedos por una extraa animacin y, al cabo de
poco, la noche se llen de vtores: "Viva nuestro capitn! Vivan sus veinte aos!" La
pequea sirena, atnita y extasiada, haba descubierto mientras tanto al joven al que iba
dirigido todo aquel alborozo. Alto, moreno, de porte real, sonrea feliz. La Sirenita no poda
dejar de mirarlo y una extraa sensacin de alegra y sufrimiento al mismo tiempo, que
nunca haba sentido con anterioridad, le oprimi el corazn.
La fiesta segua a bordo, pero el mar se encrespaba cada vez ms. La Sirenita se dio
cuenta en seguida del peligro que corran aquellos hombres: un viento helado y repentino
agit las olas, el cielo entintado de negro se desgarr con relmpagos amenazantes y una
terrible borrasca sorprendi a la nave desprevenida.
-Cuidado! El mar...! -en vano la Sirenita grit y grit. Pero sus gritos, silenciados por el
rumor del viento, no fueron odos, y las olas, cada vez ms altas, sacudieron con fuerza la
nave. Despus, bajo los gritos desesperados de los marineros, la arboladura y las velas se
abatieron sobre cubierta, y con un siniestro fragor el barco se hundi. La Sirenita, que
momentos antes haba visto cmo el joven capitn caa al mar, se puso a nadar para
socorrerlo. Lo busc intilmente durante mucho rato entre las olas gigantescas. Haba casi
renunciado, cuando de improviso, milagrosamente, lo vio sobre la cresta blanca de una ola
cercana y, de golpe, lo tuvo en sus brazos.
La sirenita
El joven estaba inconsciente, mientras la Sirenita, nadando con todas sus fuerzas, lo
sostena para rescatarlo de una muerte segura. Lo sostuvo hasta que la tempestad amain.
Al alba, que despuntaba sobre un mar todava lvido, la Sirenita se sinti feliz al acercarse a
tierra y poder depositar el cuerpo del joven sobre la arena de la playa. Al no poder andar,
permaneci mucho tiempo a su lado con la cola lamiendo el agua, frotando las manos del
joven y dndole calor con su cuerpo.
La primera cosa que vio el joven al recobrar el conocimiento, fue el hermoso semblante
de la ms joven de las tres damas.
-Gracias por haberme salvado! -le susurr a la bella desconocida.
La Sirenita, desde el agua, vio que el hombre al que haba salvado se diriga hacia el
castillo, ignorante de que fuese ella, y no la otra, quien lo haba salvado.
Pausadamente nad hacia el mar abierto; saba que, en aquella playa, detrs suyo, haba
dejado algo de lo que nunca hubiera querido separarse. Oh! Qu maravillosas haban sido
las horas transcurridas durante la tormenta teniendo al joven entre sus brazos!
Cuando lleg a la mansin paterna, la Sirenita empez su relato, pero de pronto sinti
un nudo en la garganta y, echndose a llorar, se refugi en su habitacin. Das y ms das
permaneci encerrada sin querer ver a nadie, rehusando incluso hasta los alimentos. Saba
que su amor por el joven capitn era un amor sin esperanza, porque ella, la Sirenita, nunca
podra casarse con un hombre.
Slo la Hechicera de los Abismos poda socorrerla. Pero, a qu precio? A pesar de todo
decidi consultarla.
-...por consiguiente, quieres deshacerte de tu cola de pez! Y supongo que querrs dos
piernas. De acuerdo! Pero debers sufrir atrozmente y, cada vez que pongas los pies en el
suelo sentirs un terrible dolor.
-No me importa -respondi la Sirenita con lgrimas en los ojos- a condicin de que
pueda volver con l!
La sirenita
Pero el destino le reservaba otra sorpresa. Un da, desde lo alto del torren del castillo,
fue avistada una gran nave que se acercaba al puerto, y el prncipe decidi ir a recibirla
acompaado de la Sirenita.
La desconocida que el prncipe llevaba en el corazn baj del barco y, al verla, el joven
corri feliz a su encuentro. La Sirenita, petrificada, sinti un agudo dolor en el corazn. En
aquel momento supo que perdera a su prncipe para siempre. La desconocida dama fue
pedida en matrimonio por el prncipe enamorado, y la dama lo acept con agrado, puesto
que ella tambin estaba enamorada. Al cabo de unos das de celebrarse la boda, los esposos
fueron invitados a hacer un viaje por mar en la gran nave que estaba amarrada todava en el
puerto. La Sirenita tambin subi a bordo con ellos, y el viaje dio comienzo.
-Sirenita! Sirenita! Somos nosotras, tus hermanas! Mira! Ves este pual? Es un
pual mgico que hemos obtenido de la bruja a cambio de nuestros cabellos. Tmalo y,
antes de que amanezca, mata al prncipe! Si lo haces, podrs volver a ser una sirenita como
antes y olvidars todas tus penas.
La sirenita
Al caer la noche, la Sirenita, angustiada por haber perdido para siempre a su amado,
subi a cubierta. Recordando la profeca de la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su
vida y a desaparecer en el mar. Procedente del mar, escuch la llamada de sus hermanas:
La Sirenita, conmovida, mir hacia abajo, hacia el mar en el que navegaba el barco del
prncipe, y not que los ojos se le llenaban de lgrimas, mientras las hadas le susurraban:
-Fjate! Las flores de la tierra esperan que nuestras lgrimas se transformen en roco de
la maana. Ven con nosotras! Volemos hacia los pases clidos, donde el aire mata a los
hombres, para llevar ah un viento fresco. Por donde pasemos llevaremos socorros y
consuelos, y cuando hayamos hecho el bien durante trescientos aos, recibiremos un alma
inmortal y podremos participar de la eterna felicidad de los hombres -le decan.
-T has hecho con tu corazn los mismos esfuerzos que nosotras, has sufrido y salido
victoriosa de tus pruebas y te has elevado hasta el mundo de los espritus del aire, donde no
depende ms que de ti conquistar un alma inmortal por tus buenas acciones! -le dijeron.
La sirenita
La sirenita
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