Bernardo Jobson y Su Propia Parte de Atrás
Bernardo Jobson y Su Propia Parte de Atrás
Bernardo Jobson y Su Propia Parte de Atrás
Jefe, usted se confunde. Que yo mida 1,95 y pese 102, no quiere decir que si me sacan medio litro
del vital elemento, no quede medio dopado.
Bueno, no s, pero parientes vivos ya no te quedan, segn me consta. Quin es el moribundo
ahora
Nadie. Soy yo el que quiere ir al hospital, ahora mismo.
Qu te pasa? esto lo dice enojndose consigo mismo, porque ya est entrando por la variante.
Jefe, no me lo va a creer. No me lo va a creer!!
No s qu cara pongo, pero s la que pone l. Se asusta: Corazn, hgado, pulmn?, al mismo tiempo
busca el trmino ese, difcil, ese trmino que cuanto mejor lo dice la gente, ms se piensa en el gran
mdico que perdi la sociedad.
Algn trastorno cardiovascular?
Niego con la cabeza.
Visceral?
Tampoco digo.
Y como ya est a punto de agotar su diagnstico precoz, apela a lo increble, a lo que no puede ser en
esta poca.
Me imagino que no tendr nada que ver con el sistema gnito-urinario, no?
Y, ms o menos le contesto, tengo un grano en el culo.
Diez minutos despus estoy parado en el hall del hospital Pirovano mirando la gua de consultorios
externos. Parezco un tailands recin llegado buscando la temperatura media de Jujuy en la gua de
telfonos. No s qu especialidad elegir: "enfermedades secretas", "culologa", "anologa",
"ojetologa"? No figura ninguna, y a esa enfermera de la mesa de entradas no le pienso preguntar ni
aunque me muera. Si fuera vieja todava, pero no tiene ms de 25 y hay que ver lo bien que est.
El portero, o algo as, acude en mi ayuda. Y como todos los porteros tienen obligacin de ser mdicos
frustrados, cancheros viejos, empricos de la medicina, que lo ven a uno y ya saben lo que tiene, me
pregunta:
Algn problema, seor? Busca a alguien?
S, la verdad que s. Pero no s exactamente a quin.
Juro que mi respuesta fue totalmente natural, pero l ya sospechaba algo turbio.
Usted all, usted ac... hoy est prohibido enfermarse del hgado, el reumatlogo tiene hepatitis...
Pienso en lo que voy a decirle.
Me duele el recto (y todo el mundo pensando qu lstima, un muchacho con ese fsico y maricn).
Quiero que me revisen el recto (y la misma conclusin, ahora ya sin ninguna duda sobre mi
desviacin sexual).
Busco al rectlogo (y lo mismo; ste quiere disimular que es maricn, lo cual no deja de ser peor.
Por lo menos, que afronte su desgracia con altivez, caramba).
La cola se acorta, faltan dos tipos y no s todava qu voy a decirle, entonces pienso que el punto que
est delante mo me puede salvar. Quisiera ver cmo le explica l, que tiene bichitos juguetones, as
aprovecho la bolada. l entonces crea un antecedente y lo mo se hace menos grave.
Cuando le llega el turno, la enfermera le pregunta nombre, apellido, edad, domicilio y por poco hincha
de quin. Con soberbia cara de otario me acerco a escuchar el crucial dilogo.
Qu problema tiene? pregunta elle, y l, a punto de carsele la cara de vergenza por lo frgil ser
humano que es, responde:
Tengo una ua encarnada.
Pienso en la famosa clnica de diagnstico que podramos fundar el portero y yo y luego de dar mi
filiacin, la enfermera me mira y me pregunta con la mirada: qu problema tiene? Yo, mudo.
Finalmente accede al ritual.
Qu problema tiene, seor?
Bueno... tengo un dolor.
Apoya la cabeza en la palma y me vuelve a mirar. Est esperando que le diga dnde.
S? me pregunta, dejando en el aire: "qu me dice?"
S le contesto.
El agitadsimo dilogo no deja de constituir una escena pintoresca que matiza la espera de todos los
pacientes. Todos miran, detrs mo, no hay nadie. Esto puede durar todo el da. Pienso: "Aydame, miss
Nightingale. Vos sabs de estas cosas".
Dolores durante la miccin? me pregunta sutilmente.
Dolores durante la miccin parece el nombre de una mina de la sociedad colombiana, pienso.
No le contesto. Y con un gesto le indico que siga intentando.
me entran ganas de ir al bao, va recto. "Lo nico que me faltaba, me digo, que me agarren ganas de
cagar". El grito del de la ua encarnada va a parecer un susurro de amor comparado con el mo. Qu
frgil y espiritual que es uno. Trato de engaarme y me digo que ya cagu. Mentira, me grita mi
inconsciente, mientras pienso que algn da debo escribir un ensayo sobre la vida y la caca: dos cosas
difciles de aguantar.
Como la temperatura ambiente no es la ms propicia para quedarse totalmente en pelotas, me dejo la
camisa y los zapatos, bien a lo grasa de balneario de Quilmes. Me siento en la camilla y me observo el
aparato gnito-urinario, como dira el portero. Da lstima. Replegado sobre s mismo, parece el
experimento de un jbaro que ha reducido un bandonen. Cuando el de la ua encarnada opina que
prefiere que le corten el pie antes de que se atrevan a tocarle la ua otra vez, entra el futuro mdico,
orgullo de la familia.
Pngase en cuclillas me ordena.
Me pongo en cuclillas y pienso que lo nico que falta es que me suene un disparo para que yo salga en
busca de la meta.
Abra un poco ms las nalgas.
Las abro.
Un poco ms insiste.
Doctor, no crea que no quiero colaborar con la ciencia, pero mido 1,95.
El tipo se re y me dice que est bien.
Para distraerme un poco, bajo la cabeza y miro hacia atrs. Me pregunto cmo no manda todo a la
mierda y se manda a mudar tambin l. El espectculo es deplorable, pero siento las manos fras en
ambos glteos y dos pulgares acercndose sugestivamente por ambos flancos. Instintivamente me hago
el estrecho.
No, por favor, qudese tranquilo. As no puedo hacer nada.
Le pido perdn y rindo la ciudadela. Los pulgares se asumen y se acercan a las puertas del palacio ya.
"Vos tocame noms, tocame apenas y te cago encima", pienso. Ostensiblemente acuciadas por la
posicin decbito panzal, las ganas de cagar se acentan y ahora s, me niego rotundamente.
El tipo se enoja y como ya ha entrado en confianza (despus de todo ya me ha tocado el culo) me dice:
"che djese de embromar, parece mentira". (Lo que pasa es que no puedo abrirlo, qu carajo, llamalo
como quieras, pero me cago, qu quers que le haga?).
Como sospecha algo, me pregunta:
Qu le pasa?
Doctor, perdneme, pero usted quiere creer que justo ahora?
S.
No se ve inflamacin dice el recin llegado desde la frontera con Bolivia.
Qu te parece?
No s. Palp a ver qu pasa. Yo Ano V todava no di.
El colega desaparece. De pronto, la situacin se hace tensa. Me vuelve a abrir sin ms trmite, se acerca
todo lo que puede y, jugando, decide auscultar de zurda. Le miro el tamao del dedo, manos de pianista
ms bien no tiene.
Doctor, perdn, pero usted piensa meterme eso adentro? le pregunto con pnico.
Por supuesto me responde mientras cubre de vaselina el dedo.
Pero dgame, no tiene algo ms... finito?
Bueno, esccheme bien. Ahora va en serio. O se deja palpar o se va a su mdico.
Me dejo palpar.
Cuando las galaxias explotaron en el ncleo central del universo, todo fue durante un instante un rojo
que nunca se volver a repetir, una explosin en el seno ms ntimo de cada una de las estrellas que se
expandieron por el espacio buscando con sus puntas el lugar cosmolgico, horadando el infinito como
floretes incomparables, mientras el sol, vagabundo desde la eternidad, buscaba exactamente el centro
de todo el sistema, calcinando todo lo que encontraba a su paso en una carrera devastadora que super
continentes, desequilibr el nivel de la superficie de los planetas, emergieron montaas y los volcanes,
que durante millones de siglos se haban aburrido en las entraas mismas de la tierra, emergiendo
tambin como bestias, como una estampida de bfalos inconmensurable vomitando el rojo inicial, hasta
que Dios dijo: basta, paremos aqu si queremos formar un planeta".
Bernardo Jobson sala del quirfano ad hoc, horadado y profanado en lo ms ntimo, con la orden de
volver al otro da para ser observado por el especialista en el asunto, sujeto que le aplicara un aparato
"que se llamar todo lo rectoscopio que quieran
deca Bernardo pero no deja de ser un fierro en el culo, hablando inteligentemente". En el
momento de salir, el tipo de la ua encarnada apoyndose lastimosamente en uno de sus talones, va
tambin hacia la salida. Jobson no sabe por qu, pero el tipo le sonre y le dice: "Qu da, no?" al
tiempo que camina junto a l. Jobson siente una de las famosas puntadas y se agarra del desuado para
no caerse, gesto civil y sin implicancias, que el tipo de acuerdo a lo visto, interpreta como un signo de
amor a primera vista. Bernardo esboza otra sonrisa y entonces las cosas empeoran, porque el tipo de la
ua, con cara de mufa, impotencia, asco y dolor a la vez, levanta instintivamente el pie de Aquiles y
como Bernab Ferreira en su tarde ms gloriosa, le encaja una patada en el centro del culo. Por un
segundo los dos se miran, sorprendidos. Despus, al unsono pegan el grito inicial, el llamado de amor
indio, pero de indio alzado, Tarzn navegando de liana en liana y llamando a todo el continente
africano con voz tomada por un intempestivo resfro e inmediatamente dan comienzo al primer festival
mundial del cante jondo, no sin matizarlo, asiduamente con pasos de baile cal y danza rabiosamente
moderna, todo por buleras, claro est".
No fuimos testigos de nada de esto, pero lo imaginamos tan patticamente, tan en carne propia, que an
varios das despus de nuestra conversacin con Bernardo Jobson, titubebamos tmidamente antes de
sentarnos en una silla.