El Concepto de Vivencia en G. Simmel y E
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Índice
Sinopsis Veintitrés
Prólogo Veinticuatro
Uno Veinticinco
Dos Veintiseis
Tres Veintisiete
Cuatro Veintiocho
Cinco Veintinueve
Seis Treinta
Siete Treintaiuno
Ocho Treinta y dos
Nueve Treinta y tres
Diez Treinta y cuatro
Once Treinta y cinco
Doce Treinta y seis
Trece Treinta y siete
Catorce Treinta y ocho
Quince Treinta y nueve
Dieciséis Cuarenta
Diecisiete Cuarenta y uno
Dieciocho Cuarenta y dos
Diecinueve Cuarenta y tres
Veinte Cuarenta y cuatro
Veintiuno Cuarenta y cinco
Veintidós Epílogo
Sinopsis
Una noche cambia todo para ambos…
Día a día, aprenden a sanar como uno solo. Nick y Evi descubren que tal
vez la amistad (y eventualmente el amor) puede superar el desamor de la peor
clase, aunque eso signifique abandonar la vida que creyeron vivir y abrazar un
nuevo y desconocido futuro.
Septiembre 2013
Accidentalmente.
¿Dónde están Cecelia y Frank? Se suponía que estarían aquí hace treinta
minutos. Como si mi mente los llamara de alguna manera, escucho la entrada del
hospital abrirse. Cecelia corre, con Frank caminando lentamente detrás de ella.
Él se ve terrible.
—Oh, Dios mío, Nick, ¿qué pasó? —Su pánico aumenta mi presión
arterial, y puedo sentir mi garganta estrechándose y mi sangre hirviendo en mis
oídos. Ni siquiera puedo pensar en las posibilidades, así que estoy seguro que no
voy a hablar con Cecelia al respecto.
—¿Y Bria?
Hago un gesto a la pequeña figura que yace en la silla de la sala de
espera. Cecelia se precipita y me quedo allí con Frank. Sólo me
mira. Normalmente, cuando él me da sus miradas de acero, quiero acurrucarme
y esconderme en cualquier lugar, menos bajo su mirada.
No esta vez.
Meto las manos en los bolsillos de mis pantalones. Quiero salir de aquí, de
esta mierda mental. Quiero despertar y hacer que todo esto sea una especie de
pesadilla enferma.
Frank y yo nos dirigimos a Cecelia, que ahora acuna a Bria en sus brazos,
a pesar de que Bria es una niña y es demasiado grande para ser cargada de esa
manera. Me doy cuenta que Cecelia está llorando. Frank se sienta junto a Cecelia
y me pide que me siente a su lado. Así que lo hago. Y esperamos. Ninguno de
nosotros dice nada.
No.
Un puto rasguño.
La puerta se abre de nuevo y otro médico entra. Somos los únicos aquí, así
que sé que viene por nosotros. No lleva blusones sangrientos como el
último. Lleva una bata de laboratorio blanca y su cara es ilegible.
No.
—Se han ido, señor Wilder. Lo siento tanto. Esta es la peor parte de mi
trabajo. Intentamos todo lo que podíamos…
Escucho los pasos del doctor detrás de mí mientras empujo, y allí está ella,
acostada sobre su espalda, cubierta de la cabeza a los pies con una fina sábana
azul. Solo sé que es ella porque veo su largo y rubio cabello cayendo por un
costado de la mesa de metal.
Isabel se ve tan tranquila. Sé que eso es lo que todos dicen sobre la gente
muerta, pero es verdad. La oí gritar cuando nos estrellamos contra el árbol.
Recuerdo su grito distorsionado mientras ellos volaban a través del parabrisas.
Me sorprende que no luzca preocupada. Ella siempre estaba preocupada por
algo.
Porque yo derrapé.
Muertos.
No paro de decirle que la amo. Lo digo una y otra vez hasta que mi voz es
ronca, y siento que Frank me saca de la habitación.
—Tu hija está despierta —dice él en voz baja—. Tienes que hablar con ella.
—No ignoro el hecho de que él usara la palabra hija en lugar de su nombre. Mi
hija. Somos solo ella y yo ahora. Mi respiración se atasca en mi garganta. Apenas
he formado las palabras en mi mente y ahora tengo que pronunciarle las palabras
a mi hija. ¿Cómo?
—Por Bria —me recuerda él. Salgo y rápidamente me limpio la cara con la
manga de mi camisa. No quiero que me vea llorar. No aún. No ahora.
Por Bria.
Ella corre a mis brazos mientras llora, obviamente consciente de que lo que
sea que tuvo lugar esta noche era muy grave, y que su madre y su hermano se
han ido.
—No, pequeña. Ahora solo somos tú y yo. Tenemos que cuidarnos el uno
al otro. ¿Bien? —Mi voz se quiebra nuevamente y lloro en el hombro de mi hija
de tres años.
Porque, aunque conseguimos el peor final del 50/50 del reparto, al menos
solo una familia tiene que sufrir ahora.
Junio, 2014
No quiero decir la palabra con “P” en voz alta, pero Violet piensa que va
a hacerlo oficial pronto. Y Dios, quiero esto tan desesperadamente.
—¿Hola?—grito.
Él debe estar en el dormitorio. Pongo mi bolso sobre el sofá y paso por alto
la puerta del dormitorio.
¿Qué?
Tal vez.
Y grito.
Todo lo que quiero hacer ahora es patear a Mia, darle un puñetazo a Mia,
golpear a Mia… matar a Dan.
—Por favor, dime que esto es solo una especie de malentendido. —En el
momento en que lo digo, quiero levitar fuera de mi cuerpo, apuntar un dedo
hacia mí y reírme socarronamente. Porque creo que esa es la pregunta más
estúpida que he hecho. Por supuesto que no es un malentendido.
Sonríe.
—Evi… —Dan toca la cama junto a él. Veo que Mia se levanta y camina
hacia el armario, donde su ropa se encuentra en un montón en el piso. Vomito.
Probablemente ella hizo un striptease para Dan. Ella siempre fue presumida con
respecto a su cuerpo.
La odio.
—Siéntate, Evi —ordena Dan. Como una debilucha, voy. Pero es solo
porque necesito más que una explicación. Él es mi vida, mi otra mitad. Hemos
sido pareja por siete años. No puedo creer que esté dispuesto a tirarlo todo, por
la promiscua Mia.
—¿Cómo pudiste?—susurro.
Ah, la palabra con “P” era en realidad una palabra con “I”. ¡Infiel!
—Sí.
¿Gracias?
Remuevo las lágrimas mientras paso junto a él, para tomar mi maleta.
—Empacaré tus cosas y las llevaré a casa de tus padres mañana —dice él.
Hay tantas cosas que quiero decir, hacer, golpear… pero justo ahora, solo
necesito alejarme.
Él la ama.
Él ama a Mia.
No a mí.
Septiembre de 2014
Nicholas Wilder
Siento que debo borrar las dos últimas frases, pero como este es el
1.458.987º correo electrónico que he enviado, lo voy a dejar. Tengo la sensación
de que todas mis solicitudes de trabajo están siendo succionadas por la Nube de
todos modos. Cambiando de tema… pero ¿qué es la Nube? Suena tan ominoso.
Juro que soy una persona normal que busca un trabajo normal. Si, por
casualidad, sigue interesado en contratarme, estaría eternamente agradecida.
También me gusta hornear cupcakes, así que tendría eso como un bono.
Evi Halle
Gracias,
Evi Halle
Nuevamente… disculpas. No puedo creer que dije eso. Ignore por favor
mi último correo electrónico. He vuelto totalmente incómodo a esto ahora. Tengo
un mal caso de vómito verbal electrónico, especialmente en situaciones como
esta.
Obviamente.
Saludos,
Evi Halle
Asunto: Entrevista
Gracias por enviar los que pasaron a ser los tres emails más entretenidos
de mi jornada de trabajo hasta el momento. Estaremos encantados de recibirla
para una entrevista. Prometo que no hay materia fecal involucrada en sus
responsabilidades cotidianas. Mi suegra se entrevistará con usted, ya que es ella
quien ha estado cuidando a Bria, mi hija de cuatro años, durante el último año.
Nick Wilder
—No me importa lo que Dan haga en su tiempo libre, Vi. Puede tener sexo
con quien se le plazca. Solo espero que le salgan verrugas genitales.
—No sé lo que vi, Ev. Pudo haber sido cualquiera… —Su silencio en el
otro extremo sugiere que de verdad lo vio con ella.
No me importa.
No me importa.
No me importa.
—A las ocho.
—Eso pensé también, pero tal vez la hagan luego que Bria vaya a la
cama… —Violet se ríe suavemente—. ¿Qué?
—Te equivocas.
—Como sea, Evi. Llámame cuando acabes. ¿Me repites dónde viven?
—West Bellevue.
—¿Son ricos?
Suspiro.
—Bien. Ten cuidado, Ev. No te metas en ningún auto extraño. —Es tan
paranoica sobre las cosas más ilógicas. En su mente, todo el mundo va a
atraparnos, y si no, están pensando en ello.
A los veinticinco, es un poco vergonzoso admitir que vivo con mis padres
de nuevo. Me incorporo y estiro, llevando mis brazos sobre mi cabeza y
moviéndolos de lado a lado. Una de mis manos golpea la pared. Sin dudas es
más pequeño aquí de lo que recuerdo.
—¿De verdad vas a ir a una entrevista para ser niñera? —pregunta Elijah,
y lo miro confundida—. Quiero decir… estarás cuidando del bebé de alguien —
dice, como si eso explicara mi confusión. Ladeo la cabeza y me cruzo de brazos.
Buen intento.
—Bueno… —comienza papá. Parece que está a punto de decir algo, pero
en cambio, se encoge de hombros y sigue comiendo.
—Tendré que informarles que resulta que soy una excelente niñera. No me
hubieran pedido una entrevista si pensaran que no estaba calificada —digo de
mal humor.
—Evi, cariño, sólo estamos bromeando —dice papá, riéndose para sí—. En
su mayor parte.
Tengo que contener una arcada física ante su sugerencia. Preferiría morir
que trabajar en The Shoe Barn. Los pies me dan asco.
—Oh sí, ahora esa suena más como tú —dispara mamá dulcemente,
tomándome en broma.
Enciendo la radio para tener algún ruido de fondo, pero lo único que sale
es una canción pop pegadiza, y tengo que apagarla inmediatamente. Es una
distracción, y ya estoy demasiado nerviosa. Y no hay absolutamente nada de
tráfico, algo con lo que había contado, así que voy a llegar temprano. Horripilante.
Mierda, Vi. Este lugar es enorme. BlahVue es como esperaba, sin embargo, y estoy
segura que me sentiré muy pobre en el momento en que entre.
Servirá.
Cierro mi auto, pero pronto me doy cuenta que no tiene sentido en este
barrio. Este es el tipo de lugar que tiene un programa de vigilancia vecinal. Dios,
esos voluntarios deben estar tan aburridos cada noche. Bellevue tiene alrededor
de un asesinato al año.
—¿De dónde vienes? —pregunta Cecelia, y tengo que apartar los ojos de
un gran retrato que cuelga de la pared.
—¿Son esos los niños? —pregunto, señalando el retrato. Dos niños están
sentados junto a una chimenea encendida. Se ve demasiado perfecto para ser una
verdadera chimenea. Un bebé, un niño, posiblemente basado en su mameluco
azul, y una niña pequeña. Están sonriendo a la lente de la cámara. Miro más de
cerca. Debe ser Bria. Nick mencionó que tenía cuatro años. Esta debe ser una vieja
foto. Pensé que era un niño. No dos. No estoy seguro que pueda manejar a dos.
Estoy tan poco cualificada. Elijah tenía razón.
Cecelia aclara su voz y me señala para que camine por el pasillo con ella,
ignorando descaradamente mi pregunta. Siento que mis manos comienzan a
sudar, y las limpio en mi vestido.
Mierda.
—¿Y tu padre?
—Trabaja en Microsoft.
Coge un trozo de papel, y sus ojos lo escanean con avidez. Me doy cuenta
con horror que ha impreso mis correos electrónicos, los que le escribí a Nick
Wilder.
De todas las cosas embarazosas sobre esa hoja de papel, ¿eso es lo que
escoge?
Tan intimidante como es, me gusta Cecelia. Es amable y atenta. Debe ser
una gran abuela para Bria y… Ni siquiera sé el nombre del niño.
—¿Qué edad tiene el otro niño? —pregunto—. Nick sólo mencionó a Bria
—explico mientras su expresión cae. Me mira con curiosidad—. El retrato —
aclaro aún más, señalando al vestíbulo detrás de nosotros.
—Oh, Dios mío —susurro, tapándome la boca con la mano—. Eso es tan
horrible —digo, mordiendo mi labio inferior una vez más. Ahora me siento como
una idiota por sacar el tema.
—No puedo esperar para conocerla —digo, con ganas de cambiar el tema.
Cecelia se ríe. —Oh, claro, las horas y la paga, por supuesto. Serán
cuarenta horas a la semana estándar de trabajo, aunque ya que estás interina,
Nick quizás te necesita más a menudo si está lejos. Se te pagarán horas extras por
ello, obviamente. La paga es buena, veinte dólares por hora incluyendo baja por
enfermedad y dos semanas de vacaciones por año. Todo esto es negociable. Nick
realmente sólo quiere a alguien que conecte con Bria, y está dispuesto a negociar
todo esto. La experiencia pasada, la remuneración, las horas… todo es
negociable. ¿No te importa viajar? Es posible que Nick te pueda pedir que viajes
con él y Bria, si se presenta la ocasión.
—Por supuesto —digo, asintiendo—. Eso suena bien para mí. —¿Viajar?
Sonrío.
Evianna,
Querido Nick,
¡O.P.D!
¡Gracias, gracias!
Evianna,
Nick
Cinco
—No puedo creer que te hayan contratado. —Mi madre sonríe al lado de
mi tocador. Ha estado aquí por la última hora, ayudándome a empacar.
—No sé por qué estás tan sorprendida —dije, apretando los dientes. Lancé
mis camisetas en una maleta—. No es que sea una loca. Soy una graduada
universitaria. De hecho, tengo dos títulos universitarios. Nunca he tenido
problemas con la ley. Soy mentalmente estable. Soy normal —digo, aunque sé
que mi madre va a reír. Lo hace.
—Sí, bueno, cuando tu novio de siete años te engaña y no tienes otro sitio
donde vivir, conseguir un trabajo es lo primero que debes hacer. —Levanto mi
mano porque sé que está a punto de insinuar que tengo un lugar para vivir—. Y
por otro lugar para vivir, me refiero a un lugar en que una persona normal de
veinticinco años, debe vivir. Eso no incluye esta casa, en mi opinión.
—Han pasado tres meses. He estado deprimida por mucho tiempo. Creo
que no tengo nada que sanar, honestamente. Lo único que necesito es un nuevo
comienzo. Necesito poner un poco de tiempo y espacio entre todo… para
procesar todo. Este es el siguiente paso lógico.
La miro. A los casi cincuenta años, parece que no ha pasado de los treinta.
Es más baja que yo, con el pelo corto y castaño y ojos marrón oscuro. Ella es medio
puertorriqueña, aunque no sabe ni una palabra en español. Es hermosa, exótica.
Tengo ojos verdes por mi padre, que es alto, pálido y mitad escocés. Elijah y yo
conseguimos nuestro color de piel de mamá. Parece que siempre estamos
bronceados, y mi papá siempre está quemado por el sol.
—Está bien —dice, sin estar convencida. ¿Qué es lo que las hace tan
escépticas acerca de todo?—. Dios, toda la situación es tan triste —dice ella
suavemente—. Viudo con una hija joven. Ni siquiera puedo imaginarlo. —Ella
coloca una pila de ropa al lado de la maleta. Se está llenando. Sé que no podré
lleva toda mi ropa esta vez, pero como mi familia y yo estuvimos de acuerdo en
cenar los domingos, puedo reponer mi ropa cada semana.
Miro hacia abajo y frunzo el ceño. No recuerdo que Cecelia me haya dicho
lo que hace. Me encojo de hombros.
—Nada nada. Sólo me pregunto cómo es él. Me pregunto si, sabes… días
largos, viviendo con él, si es atractivo. Es un viudo, después de todo…
—¡Evi! —grita Elijah desde el fondo de la escalera—. ¡La cena está lista!
Es tan perezoso.
Bajo las escaleras y noto las velas sobre la mesa. Dios mío, mi mamá se ha
esforzado porque es “mi noche”. Grita con entusiasmo cuando me siento y me
da un pequeño paquete.
—Sólo un pequeño regalo ya que te vas —dice con aire de suficiencia—.
Pensé que lo disfrutarías durante tu tiempo libre.
No les cuento los doce libros que introduje en los bolsillos exteriores de la
maleta hace un momento.
Madres.
—El twig está muy de moda —bromeo, chupando mis mejillas—. Voy a
comer papel para la cena —digo, fingiendo un acento francés y posando
ridículamente.
Otro viaje.
Estos últimos tres meses fueron duros, no puedo negarlo. Si nada más,
ansío un nuevo comienzo. Un nuevo trabajo, un nuevo lugar para vivir… un
descanso. Me siento como la mitad de la persona que solía ser, me imagino una
tortuga con la mitad de un caparazón. La otra mitad está en otra parte, reservado
para la persona que más me lastimó, Dan. Quizás nunca me curaré. Tal vez nunca
consiga recuperar la otra mitad del caparazón. Pero tengo que intentarlo. Y
aunque mañana se sienta importante por varias razones, lo más grande que
puedo esperar es ser feliz otra vez.
Limpio una lágrima salada de mi mejilla. Casi nunca lloro, pero por
primera vez en tres meses, no estoy llorando por Dan o Mia, o porque la vida no
funcionó como esperaba.
Estoy llorando lágrimas de alegría, porque sé, por primera vez desde que
lo conocí, que Dan y yo nunca debimos estar juntos. Y se siente bien estar
avanzando.
¿Se fue otra vez? Caray, ¿este tipo alguna vez está en casa?
—Hay una entrada separada por allí —dice Cecelia, apuntando a una
puerta más allá de la piscina—. Si alguna vez llegas tarde—añade—. Tendrás las
llaves de la casa principal, que puedes usar cuando quieras.
—Tienes una cocina completa allí —dice, señalando una pequeña pero
agradable cocina con electrodomésticos modernos—. Y la lavadora y secadora
están por allí —añade, apuntando a una pequeña habitación en la cocina—. Hay
un dormitorio y un baño completo. Creo que deberías tener todo lo que necesitas.
Por favor, siéntete libre de decorar lo que quieras.
Asiento y asimilo todo. Un pequeño asiento de cuero cerca de la puerta, y
una decoración vignette1 junto a ella, con un televisor, una pequeña mesa de café
y una alfombra. Hay una pequeña barra de desayuno separando la cocina de la
sala con dos taburetes de cromo.
—El baño está justo a la derecha —añade, señalando una puerta. Echo un
vistazo. Es un baño grande, tamaño estándar, con una bañera, un accesorio de
ducha, y un gran lavado.
—Cecilia, esto es perfecto —digo—. De verdad. Creo que seré muy feliz
aquí.
—Tiene un viaje de trabajo programado para esta noche, así que estará de
vuelta en la mañana cuando vuelva de Portland. Estará enseñando en una
universidad una vez a la semana este semestre. Lamenta no haber podido
conocerte.
—Bueno, acomódate. Iré a despertar a Bria y hacerle saber que estás aquí.
Está muy emocionada por conocerte. —Cecelia sonríe y comienza a salir.
Espero su respuesta.
—Bria era tan joven cuando sucedió. Ella obviamente es mucho mejor
manejando sus problemas porque es tan joven. Pero si, está bien. Feliz, incluso.
Todavía tiene pesadillas de vez en cuando, pero en general, es una niña feliz.
Nick es…—Se interrumpe y mira algo indistinguible sobre mi hombro. Sé que
sólo está pensando—. Nick se pondrá mejor. Todavía está lidiando con las
secuelas. Él amaba muchísimo a Isabel, y se tomó sus muertes muy fuerte.
Asiento.
—¿Y tú?
—Extraño a mi hija y nieto todos los días —dice en voz baja—. Pero tengo
suerte de poder pasar tanto tiempo con Bria. Veo muchísimo de Isabel en ella.
Eso lo hace más fácil.
Me quedo callada mientras sus ojos buscan los míos. Siento que he
superado algún tipo de frontera, pero tenía que saberlo. Matthias me ha estado
atormentando, y tengo que saber que todos están emocionalmente estables.
—Oh, no —dice riendo—. Bria está emocionada de tenerte aquí. Está harta
de mí. —Suelta una risita—. Nos vemos en un par de horas.
Las palabras de Cecelia son tranquilizadoras. Voy a estar tratando con dos
personas, todos los días, que acaban de perder la mitad de sus mundos. No
puedo imaginar el dolor que aún deben estar sintiendo. Es reconfortante saber
que Bria parece estar bien ahora. Mi corazón sufre por Nick. ¿Perder al amor de
tu vida y a tu hijo en un momento fatal? Ni siquiera puedo imaginarlo.
—¿Edes una ladona? —pregunta y luego sonríe—. No, no puedes sed una
ladona. Edes demasiado hedmosa. ¿Edes mi niñera? La abuela Ceecee dice que
hoy drecibo una nueva niñera —continúa, es un hecho.
Me río.
Arruga su nariz.
—Soy Evianna —digo, caminando hacia ella—. Pero puedes llamarme Evi.
—¿Qué te gusta haced, Evi? —La miro, tratando de decidir lo que quiso
decir. Ella parece notar mi duda, porque suspira y continúa—. ¿Paga divertirte?
—Me fulmina con la mirada.
—¡Ooh! ¡A mí también! Creo que vamos a ser las mejorrres amigaz —Salta
y agarra mi mano—. ¡Vamos, quiero mostrarte todos mis librrros!
¿Ven? Esto no fue tan malo. No sé por qué Elijah y mis padres creen que
esto es tan extraño.
—¡Ooh bueno, ustedes dos se han conocido! —Ella se dirige hacia mí y nos
evalúa. Bria está sosteniendo mi mano.
Bria y yo pasamos la mayor parte del día mirando sus libros y leyéndolos
en voz alta. Incluso conseguí darle de comer su almuerzo y preparé su cena. Toda
esta cosa de cuidar de otro ser humano no es tan difícil como pensé que sería.
Una cosa que he notado es que Bria es muy transparente. Tan crédula. Tan
tolerante. Secretamente deseo que haya más personas como ella. Supongo que es
por esto que dicen que el optimismo de un niño no puede ser derrotado, porque
maldita sea, Bria me hace querer ser feliz todo el tiempo.
—Bueno, parece que las dos se llevan muy bien —dice Cecelia, tomando
algo de pollo y brócoli, y dándome un plato—. Ten, come algo. —Tomo el plato
y me siento a la mesa. No puedo evitar sonreír. Hoy fue excepcionalmente bueno,
y sé que tomé la decisión correcta al tomar este trabajo.
Te quiero.
También te quiero.
—Shh —digo, acariciándola de nuevo—. Está bien, Bria. Fue solo una
pesadilla.
—¿En la cama de mi papi? Es ahí donde siempre voy después de tener una
pesadilla. ¿Dormirás ahí conmigo?
Los doy vuelta. Shadow of the Wind de Carlos Ruiz Zafón. Sonrío. Uno de
mis favoritos. Mis ojos echan un vistazo a los otros títulos. Letters from Motherless
Daughters: Words of Courage, Grief, and Healing de Hope Edelman.
¿Qué estoy haciendo? Soy realmente una fisgona. Nick está leyendo un
libro sobre las hijas sin madre, algo que Bria es y siempre será, y yo estoy acostada
aquí, mirándolo.
Rápidamente los pongo de regreso para que los lomos no estén frente a
mí. Bria comienza a roncar, me giro e intento dormir.
Tiene nervios.
Mucho.
Ocho
Sexy. Maldición.
Siento que mis mejillas se calientan, y miro a otro lado. Sus ojos están tan
enfadados… No esperaba que estuviera enfadado.
—No estaba segura de si debía hacerlo, pero estaba tan asustada. Estaba
llorando, y yo no sabía qué hacer. Saqué tu almohada y usé la mía, y lavaré las
sábanas…
Él levanta la mano.
Miro hacia abajo mis pies y me balanceo sobre mis talones, esperando a
que diga algo más.
Ugh.
—Oh, bueno, es que este aquí ahora —digo. Trato de actuar animada a
pesar de que no he tomado café todavía.
Doy un sorbo al café, y en un esfuerzo por evitar estar a solas con Nick,
decido tomar una toalla y ropa fresca para Bria. Siempre que Elijah y yo
jugábamos bajo la lluvia, mi madre siempre tenía toallas y ropa seca que nos
esperaban en la puerta trasera. Subo a la habitación de Bria, tomo un suéter, unos
pantalones y unos calcetines cálidos y peludos. Recojo una toalla fresca en mi
camino de regreso.
Mientras busco a través de los armarios, puedo sentir los ojos de Nick
sobre mí. Me doy la vuelta.
—Siento haberte gritado antes —dice, y me mira. Sus ojos están tan…
tristes. Como si hubiera estado conteniendo las lágrimas durante mucho tiempo,
y el dolor se haya grabado en su cara permanentemente. De hecho, todo su
cuerpo parece derrotado, cansado y, en general, infeliz. Resisto el impulso de
acercarme y abrazarlo. Pienso en el libro en su mesita de noche, y mi corazón se
hunde.
Él asiente y sorbe su café. Me parece ver sus ojos recorrer mi cuerpo, pero
no estoy segura. Me sonrojo de todos modos.
—¿De Seattle?
—Ya veo.
—Sólo hasta el final del semestre en diciembre. —Me mira, y sus ojos son
inquebrantables—. Así que titulada en inglés —dice, refiriéndose a mis
vergonzosos correos electrónicos. De hecho, casi todos los encuentros que he
tenido con Nick han sido embarazosos, ahora que lo pienso—. ¿Qué quieres hacer
con tu vida?
—Sé que no quieres ser niñera para siempre —dice, relajando su cara un
poco. El ceño fruncido se ha ido. Ahora sólo parece interesado.
—Está bien. Estoy bien, de verdad —explico—. Podría haber sido peor.
Se encoge de hombros.
—Supongo.
—¿Quiénes?
Desnudos.
La forma en que ambos se veían tan culpables, y sin embargo tan cómodos
entre ellos.
—¿No llegarás tarde al trabajo? —pregunto. Son más de las nueve ya. Él
viene alrededor de la barra de desayuno y deja su taza de café en el fregadero.
Estoy apoyada en el mostrador a medio metro de distancia, y aspiro una
bocanada de él, sudor y canela. Trato de fingir que no me gusta, pero me gusta.
Me gusta mucho. Demasiado. Miro sus pantalones cortos de baloncesto y una
camiseta. Debe haber acabado de hacer ejercicio.
—Me estoy tomando el día libre, señorita Halle —dice, pasando junto a
mí. Ignoro los escalofríos que atraviesan mi espalda mientras el aire se mueve
entre nuestros cuerpos. Le miro justo mientras él mira hacia atrás. Sus ojos se
abren su camino hacia los míos, y siento mi cuerpo tensarse—. Debemos hacer
algo con Bria hoy —dice alegremente, y de esa manera se ha ido.
¿Por qué? ¿Por qué Nick Wilder tiene que ser tan caliente? Es como si el
universo estuviera jugándome una mala pasada. Rápidamente lavo las tazas de
café y trato de comer un plátano, pero todavía no tengo apetito. Mi mente está
girando por la conversación que acabo de tener.
No se puede juzgar la pena de otra persona, todos estamos de duelo por algo, y
cada uno tiene el derecho a estar triste por lo que demonios quiera estar triste. ¿Por qué
sus palabras me afectan tan fuertemente? Tal vez porque era la única persona que
realmente me hizo sentir bien acerca del duelo. Todos los demás siempre se
burlaban y le culpaban. Todo el mundo en mi vida tenía una opinión diferente.
Mis padres lo llamaron una basura infiel. Sabía que sólo trataban de hacerme
sentir mejor, pero sus palabras no habían llenado el vacío que llevo en mi
corazón. Violet, bendita sea, había dejado una bolsa de caca de perro en llamas
en la puerta de su casa durante una semana entera. Todo el mundo decía que era
su culpa, y que debía olvidarle.
Era tan fácil para ellos decir eso. Excepto que ninguno de ellos me permitió
tener mi duelo, llorar, y simplemente revolcarme en mi tristeza. Después de que
la fase inicial de insultos por parte de mis padres acabara, dejaron de hablar de
Dan. Estoy bastante segura que su razonamiento era que, si dejaban de hablar de
ello, me olvidaría de él antes. Pero eso no sucedió. Sólo se hizo más fuerte en mi
cabeza.
Honestamente, sólo quería a alguien que dijera, Oye, está bien que estés
triste. Sólo quería a alguien que dijera, Sólo tómate tu tiempo para llorar. Sólo quería
que alguien que dijera exactamente lo que Nick me había dicho hace dos minutos.
Acababa de conocer al tipo, y él ya parecía entenderme mejor que mis amigos y
familia.
Nueve
Si hice una lista de todas las cosas que imaginé que Evianna sería, cansada
y frágil no habrían estado en esa lista. Y encima de eso, nunca pensé que en
realidad me gustaría como persona. Pero me agrada. Disfrutaba sus correos
electrónicos, seguro, pero no esperaba sentirme tan cómodo alrededor de ella.
Me siento culpable por estar tan enojado con ella esta mañana, porque
ahora sé lo frágil que es. Se encontraba a un segundo de llorar cuando hablamos
de su ex, y maldita sea, no me gustó, no me gustó nada. Y lo loco es, ni siquiera
creo que se dé cuenta de lo rota y cansada que está.
Sin su sonrisa.
Sin su risa.
¡911!
-Ev xx
—No, entró hace un minuto. Subió para cambiarse. Rechazó la ropa que le
escogí —digo, encogiéndome de hombros.
—¿A dónde quieres ir hoy? —pregunta mientras abre tres huevos en una
sartén.
Delicioso.
Continúa—: Pensé que podrías ser bueno para Bria llegar a conocerte
mejor.
Asiento con entusiasmo, y los labios de Nick se curvan hacia arriba en una
pequeña sonrisa.
—¡Claro! —chillo.
Se ríe.
—No. Nunca.
—Qué buena que la rueda de la fortuna esté abierta, llueva o haga sol —
dice y sonríe en mi dirección.
Dan me llevó allí por nuestro aniversario de siete años hace unos meses.
Todo el viaje hasta allí, el parabrisas está inundado con enormes gotas.
Odio conducir con este tipo de lluvia, por lo que me alegra que Nick esté
conduciendo. Parece seguro pero también un poco tenso, está contemplando
todos sus alrededores, concentrándose en la carretera. Me pregunto quién estaba
manejando el auto que mató a Isabel y Matthias. Odio preguntarme eso, pero
algo me dice que se trató de Nick. La manera en que sus ojos observan a cada
auto alrededor de él, la manera en que sus ojos se alzan al espejo retrovisor cada
diez segundos… es una persona manejando defensivamente. Es una persona
intentando activamente evitar un accidente.
Otro accidente.
Once
La lluvia.
—Lo entiendo —dice, y calla el resto del camino hacia la gran rueda.
Doce
—¿Qué?—grita Nick.
Nick mira alrededor del terreno desolado y luego sus ojos encuentran los
míos. Su sonrisa cae y sus ojos se oscurecen cuando ve a Bria tirando de mi blusa,
y sus ojos vagan hacia nuestras manos juntas. Algo cae sobre él y sacude su
cabeza violentamente, palideciendo. Parece que acaba de ver un fantasma.
Maldición.
Pero aquí estoy, siendo rechazada por algo que no tenía la intención de
hacer. No puedo controlar sus sentimientos y él debe saber eso. Solo estoy
haciendo mi trabajo.
Tantas cosas para hacer recuerdos nuevos y más felices. Simplemente miro
fijamente la extensión brumosa. Apoyo mi cabeza contra el frío plástico, tratando
de olvidar la última vez que estuve en una de estas cosas.
Esta no es una propuesta de matrimonio, pero sé que quiero estar contigo por el
resto de mi vida.
Me río amargamente cuando pienso en eso último. Ahora más como Mia
y Dan por siempre.
—Genial —murmuro.
—Mi mami y mi herrrmano están en aldun lugar allí —dice ella, señalando
la niebla blanca—. La abue Ceecee dice que están en el cielo, en las nubed.
Dios.
¿Él está llorando? Oh Dios, ¿y qué pasa si está llorando? Miro mientras su
cuerpo permanece inmóvil. Es probable que él haya pasado la etapa de llorar en
este momento.
Bria se retuerce en mi regazo, sin verse afectada por sus tristes palabras de
hace un momento. Ella mira a su papá, y siento que se desploma físicamente
sobre mí. Su pena la está afectando.
No puedo soportarlo más. Tengo que hacer algo. Tenemos como treinta y
cinco minutos más, y ya siento que han pasado horas.
Nick niega con la cabeza y me mira como si estuviera loca. Sólo sonrío y
me encojo de hombros.
—No —dice Bria en voz baja—. ¿Cómo se juega? —Sus curiosos ojos color
miel, me miran desde el regazo.
Ella mira a Nick con curiosidad. Veo una pequeña sonrisa en el borde de
sus labios.
Miro a Nick. Se sienta y cruza los brazos, claramente divertido. Lo que sea
que estaba sintiendo antes se ha ido. Es el Nick de la cocina esta mañana. Inclino
la cabeza y lo evalúo.
Asiento con aprobación. Si sólo este juego fuera real. Me gustaría saber lo
que Nick Wilder está pensando ahora.
—Creía que sí. Una vez. Pero dicen que el verdadero amor no termina. Así
que… supongo que no.
—Lo sé. —Lo miro mientras caminamos—. Quiero decir que lo entiendo,
pero sinceramente no tengo ni idea de lo que se siente al perder todo de una vez.
Así que no voy a decir que lo entiendo. Sólo voy a decir que siento mucho que
esto te haya pasado. No es justo. Sin embargo… es casi hermoso que hayas tenido
algo que haga el decir adiós tan difícil.
Sin éxito.
Sabía que estaba sobre-analizando todo, así que cuando Violet se presentó
con dos botellas de vino y algo de comida china, casi lloré porque estaba tan
agradecida.
—Oh, Dios mío, eres la mejor —respiro mientras se escabullía por mi lado
y dentro de mi nueva vivienda. Rápidamente miro hacia la casa, y todas las luces
están apagadas. Nick probablemente esté dormido, y aunque sé que las visitas
femeninas están bien, todavía estoy nerviosa.
—Gracias.
—Pero…
—Está bien —digo—. No soy tan alegre como solía ser, pero lo estoy
intentando.
—Hmm.
—¡Dime! —grito.
Me levanto y abro la puerta. Nick está de pie allí, y me mira con cautela
antes de mirar a Violet. Se apoya en el marco de la puerta.
—No, sólo quería venir y darte las buenas noches. Lo siento, no sabía que
tenías compañía —dice con timidez, mirando a Violet—. Y te que quería decir
gracias de nuevo por el día de hoy.
—Hola, Violet. Soy Nick. —Él sonríe, pero sus ojos se mueven de nuevo a
los míos.
—Sí —dice, meciéndose sobre sus talones. Pone sus manos en sus
bolsillos—. Tu jefe —añade, y juro que le veo ruborizarse un poco. Me río
débilmente—. Bueno, que tengáis una buena noche chicas —dice—. Evianna,
¿nos vemos mañana un poco antes de las nueve?
—Sí —digo.
—De acuerdo. Buenas noches —dice, y sus ojos se vuelven más suaves—.
Espero que estés bien ahí. —Señala a la casa de huéspedes—. Hazme saber si
necesitas algo.
—¡Alto! —grito, más fuerte esta vez—. No estás ayudando, sólo para que
lo sepas.
—Cuando me hablaste de él, imaginaba un tipo más viejo, de George
Clooney. Ya sabes, guapo, pero inalcanzable. Pensé que tal vez estabas
experimentando un enamoramiento de colegiala o algo así. Pero Nick es joven, y
a Nick totalmente le gustas.
—Sí. Oh, dios, sí. Es tan obvio. ¿Vino a decir buenas noches? Mierda.
—Sólo estoy diciendo… si hubiera sabido que se veía así, y que le gustas
también, te habría dicho que es hora de que siga adelante. Podrías ser la mujer
perfecta para él. Bria te ama, y ha pasado casi un año…
—¿En serio?
—Bien… —digo con cautela. Tiene esa mirada simpática en sus ojos—.
¿Por qué me lo preguntas así?
Su rostro cae, y en el instante en que mira hacia otro lado, sé que tiene algo
que ver con Dan y Mia.
—No viste el… —Se aleja—. Oh. Mierda. No mires —pide, y antes de que
pueda decir cualquier otra cosa, agarro mi computadora y voy a su perfil de
Facebook.
9 de septiembre de 2014
Mis ojos analizan las palabras, así como los comentarios abajo. ¡Y oh! Hay
una foto. Encantador. Mis ojos se balancean sobre el diamante grande en el dedo
anular de Mia. Siento un nudo en mi garganta.
¡El amor de mi vida me pidió que me casara con él hoy, y le dije SÍ!
Estábamos juntos hace sólo tres meses. Ahora me doy cuenta que su
relación debe haber sobrepasado la mía… y tengo que tragar unas cuantas veces
para suprimir el vómito.
La miro fijamente.
Oh Dios mío…
Antes de que pueda responder, tiro mi cabeza sobre el sofá y grito en las
almohadas. Estaba muy bien. Durante tanto tiempo, me rompí, pero el último
par de semanas, sentí que estaba sanando. Ahora… ahora siento como si
estuviera de regreso al inicio. Violet sólo se sienta allí y me frota la espalda en
silencio, calmándome.
Sé que la ruptura fue difícil para ella y Marcus, también. Todos éramos
amigos. Violet, Marcus, Dan y yo nos conocimos en nuestra primera clase
universitaria. Mia se unió a nuestro grupo un año antes del incidente. La llevé a
casa. Los presenté. Fuimos compañeras en una clase de literatura, y nos volvimos
amigas cercanas. Siempre hubo algo raro en ella, sin embargo. Ella y Dan se
hicieron muy cercanos, pero no pensé en eso. La idea era demasiado absurda,
demasiado loca… hasta que sucedió.
Así que supe que Violet los había echado de menos. Sabía que Marcus
también lo hacía, y estaba agradecida de que hubieran elegido mi lado. Eran
leales, Violet y Marcus, y también evitaron a Mia. Pero no podía negar que era
difícil para ellos. Dan y Mia nos sorprendieron a todos.
Su cara se suaviza.
Pero se siente bien estar feliz por alguien por una vez.
Él se gira, y sus ojos me rodean salvajemente sobre mí. Jalo mi cabello con
nerviosismo. ¿Por qué él me está viendo de esa forma?
Mierda.
—No, me refiero, te ves bien, pero… ¿Has estado llorando? —Veo como el
gesticula con su cuchara, inseguro de lo que decir—. Mierda… —murmura—. Lo
siento. Estoy siendo grosero. No tienes que decirme.
Él se ríe.
—Te hice avena. Siéntate y relájate. —Veo el lugar al lado de él. Por
supuesto, un plato humeante de avena descansa esperándome, a un lado la miel
y un pequeño recipiente de arándanos—. No estaba seguro de lo que te gustaba
en tu avena, o si te gustaba la avena, pero hice un poco para mí unos minutos
atrás y pensé que te gustaría un poco.
Mierda.
Considerado.
Mis ojos observan el traje, las pantalones grises oscuro y la camisa blanca
que está desabotonada ligeramente, haciendo que se vea un poco rudo en los
extremos, como si no estuviera completo. De alguna manera, eso hace lo que yo
estoy sintiendo peor, mucho peor.
Nick desliza el periódico hacia mí sin verme, y yo tengo que evitar sonreír.
Cuan doméstico. Estoy muy nerviosa para leer. Estoy muy nerviosa para hacer
algo. Debe de ser porque él es mi jefe. Solo es intimidante…excepto que no lo es,
no en realidad. Solo estoy nerviosa a su alrededor sin ninguna importancia.
Pero no puedo evitarlo. Sus manos son fuertes, con callos… pero también
gentiles. Es un doctor. Tiene manos perfectas de doctor.
¡Ugh!
—Bueno, tengo algo que pueda que te haga sentir mejor —dice él,
inclinándose un poco más bajo. Inclinándose más cerca de mi rostro. Lo veo, me
está enfrentando directamente, y sus ojos se arrugan hacia arriba en una
sonrisa—. Vamos de vacaciones en noviembre. Tradición anual.
—¿Tienes pasaporte?
—¿Discúlpame?
Antes de que pueda hacer o decir algo, Bria me está arrastrando hacia
arriba de las escaleras.
El día pasa lentamente. No tengo tanta energía como al tenía ayer, gracias
al vino. Y estar con una niña de cuatro años todo el día es agotador. Pero entre
jugar con muñecas, leer, y construir fuertes, tuve mucho tiempo para pensar.
Era como cuanto adoraba a Bria. Esa era una enorme. Probablemente la
más grande de todas.
Pero yo no podía.
Sé que dicen que no puedes escoger con quien te conectas, pero tomé una
decisión justo allí, justo allí en el suelo del fuerte cuando Bria tomaba la siesta a
mi lado, que no iba a permitir que Nick me afectara más. Tenía que poner cara
de póker.
Con esperanza.
Quince
Evianna parece estar bien aquí, lo que me agrada. Bria ya la adora. Soy
más feliz cuando está cerca. Suele ser alegre e ingeniosa, siempre y cuando no
hablemos de su ex.
Espero que sea feliz aquí. Sé que probablemente no tiene nada que ver
conmigo. Es Dan, su ex, pero no puedo evitar preguntarme si no le agrado. Le
hice algunas preguntas muy intrusivas la última vez que tuvimos una
conversación real. No sé por qué me sentí obligado a hablar con ella sobre su ex,
pero por alguna razón quería hacer que se sintiera mejor. Se veía tan rota.
Siempre.
Dieciséis
Mi plan funcionó, más o menos, pero implicó evitar a Nick a toda costa.
Dejo de pensar en él la mayor parte del tiempo, pero casi nunca lo veo.
Afortunadamente para mí, no se toma más días libres, y por las mañanas me
aseguro de desayunar sola, en mi casa de huéspedes. Él siempre está muy
cansado cuando llega a casa al final del día, también, por lo que se me hace más
fácil salir rápidamente.
En los otros cuatro días, Bria y yo hacemos todo tipo de cosas. Vamos al
parque, museos, la playa, la biblioteca (mi actividad favorita), horneamos galletas
y vemos películas. Todavía tengo que hornear mis famosos pastelitos.
Es divertido ser la niñera de Bria. Nunca supe que los niños pudieran ser
tan divertidos. Me despierto emocionada de ir a trabajar, así que eso es bueno
supongo. Cecelia pasa cada pocos días para saludar y pasar el rato.
Leo su mensaje actual, y tengo que leerlo dos veces, tres veces, porque mi
mandíbula está en el suelo.
¿Estás despierta?
Pero no puedo dejar de sentir que hay un cierto peso detrás de sus
palabras.
¡LLÁMAME! EMERGENCIA.
ENLOQUECIENDO.
—Oh. Lo siento.
—Ev, sólo el hecho de que estés llamando a Vi sobre lo que debes decir me
muestra que ya estás totalmente loca por él. —Me siento allí en silencio mientras
oigo a Violet murmurar algo en el fondo. Entonces está de vuelta en la línea—.
Marcus tiene razón. Quiere verte. Digo, simplemente ve a la casa y llama a su
puerta. Usa tu lencería sexy —susurra.
Exasperada, cuelgo.
No podía dormir. Pensé que tampoco podías. Hice pasteles. Creo que prometiste
pastelitos cuando te contraté. Siento como si me hubieran engañado al contratarte ya que
tuve que hacerlos yo mismo Encuéntrame en la cocina.
Miro mi teléfono por unos buenos cinco minutos. ¿Quiere que lo vea en la
cocina? Ni siquiera preguntó. Y… ¿está coqueteando conmigo?
Forcejeo para abrir la puerta, pero casi que no quiero que él me vea
todavía. Está bailando por ahí, probablemente debido a la música, y está
glaseando un lote de pastelitos.
Ugh.
Maldición.
Lo miro.
Él ríe.
—Oye, combinamos.
Me doy vuelta.
—No te preocupes por eso. Ella estará feliz sólo por pasar un rato contigo.
Te adora. —Su voz baja cuando dice la última parte, y me mira con ojos
interrogantes, como si estuviera tratando de discernir por qué ella me aprecia
tanto.
—Es una gran chica —digo honestamente—. Tan feliz. Es difícil no ser feliz
a su alrededor.
—No —miento.
Tengo planes. Se supone que tengo que encontrarme con Violet y Marcus
para una película, pero odio ser la tercera rueda en una de sus citas. Estoy segura
que no les importará estar solos.
—Gracias —le digo, sorprendida—. Eso es muy bonito. —Me observa sin
decir palabra, esperando una respuesta. Una pequeña sonrisa aparece en las
comisuras de su boca. Trato de no notar cómo ha crecido un poco su desaliñada
barba, es sexy. Añade a su look perfecto-aunque-desaliñado—. ¿Estás seguro que
no es una cosa solo para la familia? —pregunto, dudosa.
Lo miro, esto viene del tipo que hace menos de un mes se asustaba cuando
alguien le preguntaba si queríamos el pase para la familia.
—Por supuesto que iré —susurro en voz baja. De repente me siento
alterada emocionalmente.
—Oh. El ex.
—Bien —miento.
—Gracias —agrego.
Una sola lágrima resbala de mis ojos y por mis mejillas. Siento que Nick se
pone rígido junto a mí, y un segundo después me jala contra él. Lloro en su
camisa mientras me abraza.
Oh Dios mío.
—No te preocupes, Evianna. —Ni siquiera mira hacia abajo. Sólo fija su
mirada en la mía.
—Tanto por ser 100 por ciento emocionalmente estable, ¿eh? —bromeo,
refiriéndome a mi primer correo electrónico enviado. Miro hacia abajo y muerdo
mis labios para no llorar más.
Me aparto primero. Por suerte, tengo la excusa de secarme los ojos y bajar
la mirada. No me atrevo a encontrarme con su mirada. Tengo miedo de lo que
dirá.
Perfecto.
Parece desconcertado.
¿O sí?
Decido que ya que hemos cruzado un límite físico, bien podría cruzar uno
emocional.
—El año pasado fue más difícil. Su cumpleaños fue dos semanas después
del accidente. —Se mueve inquieto, y espero que se cierre o me diga que nunca
haga otra pregunta sobre Isabel. Pero no lo hace. Parece aliviado de hablar de
ello—. Por mucho tiempo, estuve en negación de todo. Este hecho enorme y
espantoso nos sucedió a Bria y a mí… un momento que marcará para siempre mi
vida, donde nada será igual. Y por tanto tiempo, catalogué mi vida en dos áreas:
antes y después. Solo recientemente estoy aprendiendo que está bien vivir a
pleno en el después.
Estoy sorprendida por sus palabras. Parece mucho más sólido que hace
unas cuantas semanas. Sé que la pena viene en olas, oleajes, pero parece como si
esté dando un paso importante hacia delante. Sonrío.
—Esa es una buena manera de pensar las cosas —digo—. Antes y después.
—No creo que Isabel hubiera querido que fuera miserable para siempre —
dice en voz baja, mirándome.
—No serás miserable para siempre. Lo veré. —En el minuto que lo digo,
me doy cuenta de cómo suena, y pongo una mano sobre mi boca. Nick echa la
cabeza hacia atrás y ríe. Dios, su risa es magnífica.
—¿Es así?
—Sí —replico—. Aunque tenga que hacerte jugar Qué preferirías cada
maldito día.
Me río.
—Treinta y dos.
—Eso pensaba —cuento—. Eres tan sabio. Sabía que tenías que ser un
anciano —bromeo. Sonríe—. Pero en serio. Es lindo verte comportarte conforme
tu edad.
Se pasa la mano con fluidez a través del cabello mientras me observa con
curiosidad. Mi corazón se detiene cuando sus ojos miran mis labios. Quiero tanto
que los bese.
—Los pastelitos están fríos —dice, y mientras lo dice, puedo decir qué
batalla ganó.
Isabel.
Y con razón. Ella podría siempre ganar, y tengo que estar preparada para
estar bien con ello.
Dieciocho
Miro como Evianna cubre los pastelitos, usando sus manos de una manera
que me intriga. Está claro que ha glaseado un montón de pastelitos. Puedo decir
por la manera familiar que extiende el chocolate uniformemente a través de los
pasteles calientes con un cuchillo.
Nunca pensé que me sentiría de esta manera por alguien nunca más.
Especialmente después de Isabel. Ha pasado un poco más de un año. No sé
técnicamente cuánto tiempo tiene que pasar antes de que empiece a sentirme bien
con sentir de nuevo. Supongo que varía de persona a persona. No hay reglas
exactas para este tipo de cosas.
O, podría.
Listo. Luzco elegante y como alguien que encaja. Me coloco mis zapatos
de tacón bajo y la chaqueta de cuero de Violet. Todavía no la he devuelto.
Secretamente, espero que la haya olvidado. La uso casi todos los días.
Reviso mi reloj. Son las cinco. Nos vamos a las cinco y cuarto. En lugar de
pasear por mi habitación, decido ir a la casa temprano. Además, tengo un regalo
de cumpleaños para Bria. Salí muy temprano en la mañana para conseguirlo,
espero que le guste.
—¡Estás aquí! ¡Estoy tan emocionada de que vengas! ¡Te ves tan hedmosa!
—Justo cuando estoy a punto de agacharme y abrazarla, veo a Nick. Se detiene a
medio paso de la cocina, y su boca está abierta. Sus ojos se fijan en la míos, y
siento mi cuerpo entero llamear. Su mirada es muy dura, intensa…
—Por supuesto.
—La Bella y la Bestia —digo—. Es una de mis películas favoritas. Creo que
te encantará. —De hecho, sé que le encantará.
—Algo así. Es una baraja de “Qué prefieres”. Ya sabes, ¿El juego que
jugamos en la Gran Rueda?
Miro a Nick.
—Es su cumpleaños, Nick —me burlo—. Por supuesto que voy a darle un
regalo.
Extiende la mano y me aprieta el brazo, y el gesto me sorprende, pero de
la mejor manera. Un rayo de electricidad se dispara por el brazo que está tocando,
y trato de contener un jadeo audible. No esperaba que me tocara, pero se siente
bien, normal…
—Sí. ¡Vamos!
Nick toma la otra mano de Bria y me mira de lado. Miro a Bria, y ella está
sonriendo mientras caminamos al auto. Le doy una sonrisa de suficiencia a Nick,
porque sé lo que ella está pensando. Yo también lo estoy pensando. Parecemos
una gran familia feliz. Me alegro de que haya dejado de llover, porque no quería
mojarme el pelo. Casi nunca lo aliso, así que, cuando lo hago, tiene que durar
por días.
—No quería decir nada frente a Bria, pero solo quiero que sepas que Dan
es un idiota por engañarte. Él perdió, claramente, porque te ves… guau… —Su
voz se va apagando, y mi boca se abre. Está mirando fijamente mis labios otra
vez, una mirada conflictiva en su rostro—. Te ves muy, muy bien, Evianna.
Sólo nos lleva diez minutos llegar al centro de la ciudad. Nick deja el auto
con un valet, y todos salimos. Es un lugar italiano en el que nunca he estado, y es
lujoso, realmente lujoso. Me siento mal vestida. El restaurante está adornado, y
deliciosos olores se encuentran con mi nariz mientras la anfitriona nos muestra
nuestros asientos. Nick saca mi asiento y me deja sentarme primero, seguida de
Bria a mi lado. Él tiene esa mirada conflictiva en su cara otra vez.
Mientras la camarera le da una silla alta a Bria y consigo que se instale,
vuelvo mi rostro para mirar alrededor del restaurante. Mis ojos examinan a la
pareja sentada junto a nosotros, y mi corazón se detiene, literalmente, se detiene.
Siento que la sangre se drena de mi rostro, y susurro palabrotas bajo mi
respiración.
Por favor dios, que esto sea una broma. Una enfermiza y horrible broma.
Dan y Mia están sentados junto a nosotros, y por el aspecto de él, me han
notado también. Veo a Mia inclinarse sobre la mesa y susurrar al oído de Dan.
Trato de no quedarme mirando, así que miro a mis manos.
Nick mira nerviosamente alrededor, y mis ojos se lanzan hacia Dan, quien
está susurrándole a Mia. Nick sigue mi mirada, y debe sumar dos más dos porque
se tensa, y su rostro se vuelve duro. Les dispara una mirada de desaprobación, y
por eso, estoy agradecida.
Bria no parece notar que algo está mal, porque está sentada en silencio
junto a mí y colorea el lugar en blanco del individual que la mesera trajo para ella
junto con la silla alta. Rápidamente miro a Nick, mi cara revela mi urgencia. Mi
cara grita, no puedo sentarme aquí, junto a ellos.
—Está tan celoso —dice, con un brillo en sus ojos. Veo sus ojos moverse a
Dan, y volver a mí—. Oh, sí. Esto lo está matando. —Parece feliz.
Vuelvo mi rostro hacia ellos y fuerzo una sonrisa. Estoy bastante segura
que se ve más como una mueca.
Ella.
—Oh —dice Dan. No creo que esperara que Nick hablara—. Soy Dan
Wal…
Tengo que aguantar reírme en voz alta por la reacción de Dan. La sangre
se le escurre de la cara, y me busca para una explicación. Solo me encojo mis
hombros y sonrío.
No puedo creer que solía pensar que estaba enamorada de este tipo. Él ni
siquiera era tan apuesto. Quiero decir, justo ahora se ve como una mierda, perdió
peso, y tiene círculos oscuros bajo sus ojos, y está extremadamente nervioso.
Realmente no luce como alguien feliz en la vida. Secretamente espero que sea por
el embarazo de Mia.
Nick se ahoga con su agua y cubre su cara con sus manos, pero puedo
decir por su tembloroso cuerpo, que se está riendo.
—Oh… —digo, y miro hacia otro lado—. Perdón, sólo asumí eso por la
apresurada boda.
—Sí, bueno, cuando amas a alguien tanto como amo a Mia, ¿por qué
esperar? —sisea Dan. Sus ojos se mueven de Nick a mí—. Durante mucho tiempo,
lo único en nuestro camino fuiste tú.
—Adiós —digo en voz baja. Quiero que el suelo se abra y me trague toda.
La frase se repite en mi cabeza, las frías palabras de Dan que parecían salir
tan fácilmente. ¿Cuánto tiempo las había retenido?
—¿Quién, cariño?
Yo sonrío.
—Sólo alguien que solía conocer —le digo—. Tienes razón. Es un hombre
malo.
Dios, de todas las cosas que Dan debe decir en frente de Nick. Dan siempre
es así, pero no sé por qué me sorprende. Siempre habla primero, piensa en
segundo lugar. Siempre soltaba cosas terribles y entonces se disculpaba conmigo
inmediatamente después.
¿Cómo lo amé?
Tal vez realmente nunca lo hice. Pensé que lo hice, pero mirando hacia
atrás, no estoy tan segura.
—Estoy bien. Sólo torpe. Choqué con uno de los camareros, fui cortado
con algún vidrio.
—Déjame verlo —digo, extendiendo la mano, pero él la aparta.
—Siéntate —exige.
¿Qué demonios?
—Lo que Dan dijo… —Me alejo—. Quiero que sepas que no me
considero… no…
—Hmm… —digo. Él fija su boca en una línea firme, pero sé que él está
intentando realmente difícil no sonreír—. No hay postre para ti —le digo. Él se
opone.
—¡Pero tienen el mejor tiramisú aquí! —Gimotea y finge lanzar una mini-
rabieta. Bria se echa a reír histéricamente. Él asiente—. Bien —dice, suspirando.
Sorprendemos a Bria con un pastelito y una vela y ella dice que cinco ya
es mucho mejor que cuatro, lo que nos hace reír. Tanta sabiduría ya a los cinco
años. Nick se niega a dejarme pagar mi comida, por supuesto y todos salimos
riéndonos. He olvidado completamente mi carrera con Dan y Mia hasta que veo
a Dan sentado en un banco justo afuera del restaurante. Mia está a su lado, le está
acariciando el pelo y poniendo un paquete de hielo en su ojo. Me toma un
segundo darme cuenta que están allí, y cuando lo hago, Nick me aleja de repente
antes de que nos vean.
Mierda.
El ojo de Dan.
El nudillo de Nick.
—Veo mi auto justo allí, y tenemos prisa —dice Nick, señalando al Porsche
gris y agitando su boleto de servicio al chico. El tipo toma el boleto de Nick y
corre hacia el estrado, agarrando las llaves de Nick.
Suave.
Y todo así que no veo que Nick Wilder acaba de golpear a mi ex-novio.
Definitivamente no.
—Buenas noches — le digo a Nick antes de cerrar la puerta sin mirar atrás.
Sé que me está mirando. Quiero quedarme. Quiero poner a Bria en la cama
con él, y quiero olvidar que este es mi trabajo, y quiero pretender que es sólo un
tipo que piensa que soy bonita y que me llevó a una buena cena.
Pero no puedo.
Porque este es mi trabajo, y él no es sólo un tipo que piensa que soy bonita
y pagó por mi cena. Es Nick Wilder.
Cruzó la línea.
—Ten —digo con un poco de dureza. Dejo caer los guisantes en la mesa
de café de cristal, y hacen un ruido fuerte, sorprendiéndolo. Sólo mira la bolsa
blanca, y luego sus ojos se encuentran con los míos.
Pongo las manos en las caderas y espero a que diga algo más.
No lo hace.
Mientras camino hacia mi puerta, siento que mis ojos arden con lágrimas.
Veinte
No había manera de que dejara que Dan se fuera tranquilo luego de decirle
eso a Evianna.
No.
Sin embargo, debería ir a hablar con ella. Cualquier ser humano decente
habría hecho lo mismo que yo, y de ninguna manera es un reflejo de mis
crecientes sentimientos por ella.
Veo a la persona del lado del conductor salir y caminar hasta la puerta.
¡Mierda!
Dan está de pie allí, viéndose triste. Su ojo izquierdo está cerrado por la
hinchazón, y entra antes de que pueda cerrarle la puerta en la cara, que es lo que
quiero hacer.
—¿Qué demonios haces aquí, Dan? —siseó haciendo tan poco ruido como
puedo.
—Cálmate. Mia está en el auto al frente. Sólo quería venir muy rápido y
disculparme. —Cruzo mis brazos y lo miro. Continúa—. Por todo.
—Está bien… —digo, molesta—. ¿Cómo supiste dónde vivía?
—Busqué en Google.
—Siento que debería estar asustada. —Sólo sonríe. Para ser honesta, no
estoy tan asustada. Dan siempre ha sido ingenioso y práctico. Él me hará daño o
nada, pero quiero que se vaya. Es raro que esté aquí, y no quiero que Nick lo
sepa.
—Comprensible. Sé que hice una cosa de mierda. Vivo con ello todos los
días, Ev.
No.
Maldita sea.
—Estoy tan, tan, tan triste, Ev. Sólo te dije esas cosas hirientes porque me
sorprendió que hubieras seguido adelante tan rápidamente. Francamente, estaba
un poco celoso. De ti y de Nick.
—Trabajo para él, Dan. Soy la niñera de Bria. Él sólo estaba siendo
protector.
Violet.
Mierda.
Le doy a Dan una mirada, y me voy, cerrando la puerta detrás de mí. Nick
se pasea al lado de la piscina, y no simplemente está enfadado… está echando
humo.
—Nick, yo…
Escucho mi puerta abrirse, y Dan se queda allí con los ojos abiertos.
Mantengo mis ojos bajos, porque no quiero ver la cara de Nick en este
momento.
Se ve tan bien.
—Me alegro que se disculpara —dice Nick entre dientes, y se pasa la mano
por su pelo con irritación—. Pero todavía no lo quiero cerca de mi puta casa.
—¿Qué?
—Le diste bastante bien —digo, y se vuelve hacia mí. Su cara me choca, es
emocional, torturado… por mí.
Mantengo mis ojos hacia adelante, sobre todo porque mi estómago está
dando saltos mortales. La mini-cascada en la piscina es una buena distracción.
Tomo unas cuantas respiraciones para calmarme. Él está mirando la cascada,
también. Lo puedo ver por mi visión periférica.
—Shh. Está bien. Fue difícil. Entiendo. Ver a Dan… Estoy segura que fue
difícil.
Me aparto y la miro.
—Sí, lo fue. Pero no creo que esté llorando por eso. —Ella ladea su cabeza
y me mira con curiosidad—. Creo… creo que estoy llorando por Nick.
Veintidós
Dan y Mia.
Mi teléfono suena otra vez, y aparto las cobijas, molesta. Cuando miro
hacia abajo, sonrío. Mi mamá. Ella está haciendo lasaña, y ella me invitó a unirme
a ellos.
Sí.
Miraré la Bella y la Bestia con Bria, y luego iré a la casa de mis padres para
cenar.
Ni siquiera a Nick.
Sin respuesta.
Evianna,
Volveremos al mediodía.
Nick
Son las doce menos cuarto, así que sé que volverán pronto. Miro alrededor
de la cocina y camino hacia la nevera. Los dibujos y pinturas de Bria decoran el
aparato de acero inoxidable, y sonrío ante un dibujo reciente que ha sido colgado.
Son dos figuras hechas de palos, y Bria ha escrito “Evi y yo” en la parte inferior.
Las figuras están tomadas de la mano.
¿Debería?
Sólo he estado una única vez, e incluso así, apenas tuve tiempo de mirar
alrededor. Sé que está mal, pero tengo tanta curiosidad acerca de él. Siento que
lo conozco muy bien, y aun así no lo hago. Ni siquiera sé si usa lentes de contacto
o no. Decido hacerlo, manteniendo mis oídos atentos para escuchar el sonido de
un auto en la calzada.
Cómo su cara se suavizó cuando supo que Bria había tenido una pesadilla.
¿Qué?
Me alejo.
Mi corazón late.
Si pensaba que había alguna posibilidad de que algo pasara entre Nick y
yo, esta foto demostró que eso nunca sucedería.
Nunca lo había visto lucir tan feliz.
Ni siquiera conmigo.
Todo esto es tan estúpido. Perdió todo. Sólo tiene a Bria. Mi único trabajo
es cuidar a Bria. No tengo derecho a sentir esto por Nick.
Ella es intuitiva.
Ella me arrastra arriba antes de que pueda decirle cualquier cosa, y noto
que no nos sigue arriba. Me quito mis zapatos bajos junto a su puerta y enciendo
el DVD, y luego me meto en la cama con ella, y nos acurrucamos bajo las sábanas.
Estoy emocionada de mostrarle esta película. Es una de mis favoritas.
—Bria, solo tienes cinco años. Tienes años para enamorarte. Sucederá, y
será increíble.
—Bueno.
—Cualquier cosa es posible, Nick. Dios, ella tiene cinco años. Deja que crea
en cuentos de hadas.
—La vida real no funciona como las películas de Disney, Bria. La vida real
es difícil, y a veces pierdes a la gente, y a veces estás realmente triste.
Simplemente no quiero que te hagas ilusiones.
—No te metas, Evianna. Ella es mi hija, y la criaré para que crea lo que me
dé la gana que quiere que ella crea. No te agradezco expresar ideas románticas e
irrealistas a las que ella se aferre. Ya ha tenido suficiente dolor en su vida. No
necesita otra razón para estar decepcionada —grita.
—¿Por qué no puedes simplemente dejarla creer? ¿Cuál es el daño en
creer?
Estoy sin aliento cuando termino, y Nick solo me mira fijamente. Sus fosas
nasales están dilatadas, y puedo decir que tiene mil réplicas para mí.
—No sabía que fueras tan optimista, Evianna —dice en voz baja.
Me doy la vuelta, lista para irme, pero Nick me agarra el brazo. Me acerca
a él, pero no lo suficientemente cerca para que nos toquemos, aunque estamos a
sólo unos centímetros de distancia. Ambos estamos respirando pesadamente, y
sus ojos están ligeramente dilatados. No me suelta el brazo.
Me rio.
Sólo tuve suerte porque nos amábamos mucho más para compensarlo.
—¿Qué lechion?
—Amor verdadero.
Veinticuatro
Un dardo de nerf.
Gimo.
—¿Dan? ¿Violet?
—¿Qué? —pregunto.
Le golpeo el brazo.
—¿Por qué? —Me mira con preocupación—. ¿Por qué es tan malo?
—¿Por Bria? ¿Porque es siete años mayor que yo? ¿Porque es mi jefe? —
Grito.
—¡Oh, tonterías! Tu padre es cinco años mayor que yo. La edad es sólo un
número, y siete no es tan grande de una diferencia.
—¿No? ¿Por qué estás tan segura que no? ¿Cómo sabrás si no lo intentas?
Nick y yo juntos.
—Está bien, entonces. —Él asiente. Y luego se aleja, como sí que Nick es
un buen hombre es la única pregunta que tiene que hacer.
—Lo sé —le digo en voz baja—. Ojalá pudiera haber sido alguien más.
Cualquiera, menos Nick. Pero no lo es. Es él, y es tan importante para mí, y ha
pasado por tantas cosas. ¿Cómo pasó esto?
—No —respondo en voz baja—. Pero hará que todo sea más fácil.
—No hacer nada es fácil. Es por eso que mucha gente lo hace.
Me rio.
—Evianna, para con todo este asunto de jefe y empleada, ¿de acuerdo? —
Sus palabras me impactan—. Son dos personas que trabajan juntas. Pero son dos
humanos, y los seres humanos son criaturas emocionales. No pienses en él como
tu jefe. Lo conociste por eso, pero te enamoras de la persona que es, sin importar
su relación contigo.
Miro a mi madre, y ella sonríe, colocándose el pelo detrás de las orejas.
—Sólo espera. No hay nada que puedas hacer en este momento. Espera y
mira qué pasa. Ya sé lo que quieres. Ahora sólo tienes que esperar a que Nick
admita que quiere lo mismo.
Veinticinco
Nick: Hoy estoy en casa. Está esta cosa llamada el día de Colón. Puede que
hayas oído de ella. Te llevaré algo de sopa para la comida. Mejórate. ¡Eso es una
orden!
Yo: Bien, gracias. Sin necesidad de la sopa. Tengo algo de sopa de pollo
enlatada en alguna parte por aquí. No querría contagiarte con cualquiera que sea
la enfermedad que tengo. Oye… Eso es lo que Cristóbal Colón debería haberle
dicho a los nativos americanos. Qué irónico. Ya sabes… Porque es el día de Colón.
Nick: Sopa de pollo en lata es lo más triste. Te llevaré algo alrededor del
mediodía. No me importa si me enfermo. Tú lo vales.
¿Tú lo vales?
Auch.
Con enfado lanzo mi teléfono al otro lado de la cama y pongo las sábanas
por encima de mi cabeza. Mi cabeza palpita, y me siento demasiado enferma para
meditar los significados ocultos de Nick ahora mismo. Simplemente quiero
volver a dormir.
—Hola —dice—. Bria está viendo la Bella y la Bestia de nuevo, así que
pensé que era un buen momento para traer un poco de sopa.
—Demasiado tarde.
No dice nada. Sólo entra y cierra la puerta tras él, y me doy cuenta que
pensaba venir sin importar qué. Esa es la razón por la que dejó a Bria delante de
la televisión.
—¿Evi?
Vuelve a salir, e intento tomar algo de sopa. Sin ningún éxito. Ni siquiera
tengo un indicio de apetito. Me acuesto y pongo el brazo por encima de mi
cabeza. Dios, me encuentro fatal. Mi dolor de cabeza ha regresado, y escucho a
Nick entrar de nuevo. El sofá se hunde donde se sienta a mi lado, y puedo sentir
su calidez a mi lado a pesar de que tengo los ojos cerrados.
—No, eso no es necesario, Nick. Necesitas vigilar a Bria. Estoy segura que
ustedes tenían cosas divertidas planeadas para hoy.
Se ríe.
Se encoge de hombros.
—No tenía nada más que hacer hoy. Bria me ayudó. Hay una olla entera
en mi refrigerador.
—Oh. —Yo digiero sus palabras. Pasó toda la mañana haciendo sopa. Para
mí—. Estaba delicioso. Simplemente no tengo apetito.
—Me encanta esta película —susurro. Siento que la calma del sueño se
hace cargo.
—Está bien —susurro, y tengo que evitar llorar porque está siendo
realmente dulce y cuidadoso ahora mismo.
Se levanta despacio, quitando mis piernas de su regazo. Se acerca a mi
gabinete y toma un vaso nuevo. Actúa como si este fuera su apartamento, lo cual
técnicamente es, supongo. Probablemente por eso es tan cómodo aquí.
—Fuera con Cecelia. Están teniendo una tarde de chicas. —Se sienta de
nuevo junto a mí.
—Está bien. Bria ama a su abuela y ambas entendieron cuando les dije que
estaba vigilándote.
—¿Nick? —pregunto.
—¿Sí?
Guau.
—¿Verdad o reto?
—Verdad. Siempre.
Yo sonrío.
Me mira, confundido.
—¿Qué?
Sus ojos se deslizan hasta los míos, y de repente veo tanto dolor, tanto
dolor.
Por favor no diga que no. Ya sé que mi corazón se rompería si dijera que
no.
Con eso, se levanta y camina hacia la puerta principal. Quiero reír. Quiero
llorar. Quiero correr y besarlo apasionadamente, pero también quiero caminar y
abrazarlo. No hago nada. Abre la puerta y me mira.
Pero por ahora, solo tengo que concentrarme en el trabajo y Bria. No puedo
distraerme. Es difícil no distraerme cuando aparece todas las mañanas, y cada
mañana siento que debo besarla en vez de despedirme e irme.
Tal vez ha pasado tanto tiempo desde que he estado con una mujer. Tal
vez sólo estoy reaccionando de esta manera porque estamos muy cerca todo el
tiempo.
Pero entonces, ¿por qué me hace sentir como si fuera el tipo más
afortunado cuando me sonríe?
Veintisiete
El siguiente par de semanas pasa volando. Estoy ocupada con Bria porque
Nick está fuera de la ciudad y pasamos nuestro tiempo tallando calabazas y
preparándonos para Halloween, que parece ser la festividad favorita en la casa
de los Wilder. Me ofrezco para terminar de coser el disfraz de Bria, Cecelia estaba
trabajando en él, pero se torció la muñeca, y preparamos la casa para la fiesta
anual de Halloween de los Wilder.
Descubro pronto que éste es el primer año sin Isabel, dado que Nick no
hizo una fiesta el año anterior, por una buena razón, así que me siento obligada
a hacerlo todavía mejor. Estoy emocionada porque nos vamos a México en dos
semanas y paso mucho de mi tiempo tratando de no pensar en estar en el paraíso
con Nick, especialmente después de nuestro juego Verdad o Reto hace un par de
semanas.
—¡Sí, éste es! —Miro alrededor y me doy cuenta que puede en cierto modo
parecer común y corriente para una niña de cinco años como Bria, que vive en el
lujo. Pero ella solo sonríe y deambula por ahí, asimilando todo.
Miro alrededor buscando a Bria, y ella está conversando con Elijah, quien
está sentado en el sofá, leyendo.
—El Señor de los Anillos —responde Elijah—. ¿Lo has leído alguna vez?
—¿Ha sucedido…algo?
—Nada, mamá. Nada ha ocurrido, y ¿sabes qué? Estoy bien con eso. No
creo que él se sienta de la misma manera sobre mí, así que lo hace más fácil de
superar.
—Creo que estás equivocada. Lo sé. Las cosas que me has dicho…como
dije antes, no puedes elegir de quien te enamoras. A veces, las relaciones más
grandes son aquellas que nunca esperaste. Las que te hacen perder la cabeza y
desafiar cada opinión que alguna vez has tenido.
—Será divertido —dice ella y sirve una copa de vino para ella misma—.
¿Quieres una?
—Claro.
—Lo sé. Pero parece estar bien. Ni si quiera ha tenido una pesadilla desde
la primera noche.
—Creo que tú estás ayudando con eso. —Mi madre me tiende una copa
de vino y las chocamos para decir ¡salud!
Miro hacia abajo sin decir nada. Me gustaría tener la esperanza de que ella
tiene razón, pero es tan difícil de decir.
El timbre suena y salto. Lucho para poder hacerlo antes de que mis padres
lo hagan. Camino rápidamente hacia la puerta y limpio mis palmas en mis
pantalones, no sé por qué estoy tan nerviosa. Es solo Nick.
—Estuvo bien. Traje vino —dice y saca una botella de aspecto caro.
—El Señor de los Anillos, ¿eh? —Me mira y levanta las cejas. Simplemente
me encojo de hombros con inocencia. Bria corre de regreso a Elijah—. Tú debes
ser Elijah, el joven que está corrompiendo a mi muy pequeña hija con los cuentos
de Tolkien.
Elijah solo sonríe.
—¡Elijah! —grito.
Nick ríe aún más fuerte. Siento mis mejillas sonrojarse, y me voy, haciendo
señas a Nick para que me siga. Él lo hace. No lo miro cuando entramos a la cocina.
Lo presento a mi madre.
—Por supuesto. Ella nos cuida tan bien a nosotros, es lo menos que puedo
hacer.
Mientras nos sentamos a comer, noto alegremente cómo Nick se lleva bien
con mi familia. A Bria también les agradan, pero eso no me sorprende. Elijah y
Nick discuten del Señor de los Anillos, y me siento en silencio entre Bria y Nick.
No he leído los libros, pero claramente, Nick sí, porque es muy apasionado por
ellos.
Ayudo a mi madre a servir la barbacoa, puré de patatas, y una ensalada.
Nick sigue gimiendo y frotándose el vientre. Bebe una cerveza y se ríe con mi
padre como si se conocieran desde hace mucho tiempo. Por supuesto, todo el
mundo está impresionado de que sea médico.
—Bueno, espero que Evianna haya sido útil —dice mi madre—. Ella
disfruta trabajando para ti.
—Bueno, eres tan joven, así que sí, te considero un niño. No eres mucho
mayor que Evianna, después de todo.
Debe ser porque no lo he visto en días, o porque esta es la primera vez que
realmente hemos estado solos desde el juego de la Verdad o Reto. Pero juro, el
efecto que tiene en mí es cada vez peor.
—Oh. ¿Por qué? —Él solo ladea su cabeza hacia un lado. Me aclaro la
garganta—. Quiero decir, ¿por qué quieres ver mi vecindario?
Ella mira entre Nick y yo, y puedo decir que quiere decir algo más. Pero
no lo hace. Asiente.
—Yo tampoco —dice—. Sí. Debe ser interesante. Isabel solía planificar
estas cosas. La mayoría de nuestros amigos estarán allí… Estoy interesado en ver
cómo es.
Él mira hacia otro lado, y puedo decir que todavía es doloroso hablar.
—Sí —susurro.
Se acerca; tan cerca, de hecho, que nos estamos tocando. Estoy de pie frente
a una casa con una valla baja. Me empuja suavemente contra él, y me pone debajo
de él poniendo sus manos en la cerca detrás de mí. Mi corazón golpea contra mi
pecho, y siento el nudo en mi estómago se hace más fuerte en anticipación. Ya
está oscuro, pero puedo ver su cara a causa de las luces de las calles. Me mira con
preocupación, confusión…
—Nick —susurro—. No… —Me alejo. Trato de formar las palabras, pero
no puedo encontrarlas.
—No digas nada —dice—. No estoy listo para las palabras, Evi.
Me alejo aún más, pero Nick me agarra el brazo y me acerca él para que
no nos separe un centímetro. Inhalo su olor, y siento todo mi cuerpo reaccionar a
él, necesitando más, deseando más.
Caminamos en silencio.
Veintiocho
No pude evitarlo. Su piel brillaba bajo la luz de la luna… y una parte muy
egoísta de mí quería tocar los labios que de alguna manera me cautivaban.
Lentamente pero seguramente, me encuentro deseando estar con ella, aprender
sobre ella, hablar con ella, tocarla…
Excepto cuando estoy con Evianna. Nada me duele cuando estoy con ella.
Veintinueve
Traductora Brisamar58
—Tomo nota —digo reuniendo mis cosas—. Gracias por su ayuda —digo
mientras me voy.
—¡Es una fiesta de disfraces, Evi! Eso significa que cuando estás con la
máscara, no eres tú misma. Eres anónima.
—Y… si tanto tú como Nick llevan una máscara, las reglas dicen que no
puedes guardar rencor contra nadie al día siguiente. Aprovecha.
—Hola —digo, bajando las ventanas—. Yo vivo aquí. ¿Hay espacio para
estacionar…?
—Gracias —murmuro. Eso estuvo bien. Ni siquiera le dije a Nick que iba
a venir. Él realmente nunca me invitó, pero yo había ayudado a planificar ciertos
aspectos, así que creo que ambos supusimos que podría aparecer en algún
momento. Yo vivo aquí, después de todo.
Me aparco, y noto que hay gente caminando por el patio trasero. Espero
haber cerrado mi puerta.
Ya puedo decir que estas personas son muy ricas. Muchos trajes de baile,
trajes elaborados, costosos trajes de renacimiento, esmoquin… Bajo la mirada
hacia mi traje. Me siento desaliñada. ¡En mi propia casa! Me acerco a la casa de
huéspedes y abro rápidamente, dejo mi bolso en la cama y reviso mi reflejo una
última vez. Violet tenía razón. El lápiz labial rojo realmente resalta mis ojos.
Apago todas las luces y cierro, poniendo las llaves en uno de los amplios
bolsillos de mi falda. Camino por el patio trasero, buscando a Nick. Ni siquiera
sé cuál es su disfraz, así que mantengo los ojos abiertos por un hombre alto,
moreno. No lo veo, o no puedo verlo, todo el mundo lleva una máscara. Cuando
me acerco a la puerta de atrás, un hombre me detiene y me entrega una máscara.
Es adornada; negra y blanca, y tiene una banda elástica. Me la pongo, ajustando
mi sombrero, y la cabeza dentro.
La casa está llena de gente. No se parece a la casa que veo todos los días;
los sofás y las mesas han sido empujados a los perímetros de cada habitación para
dar paso a toda la gente, y calabazas y luminarias salpican el suelo. En realidad
es un poco espeluznante, porque las luces están apagadas, y sólo las velas
iluminan el camino. No hay manera de encontrar a Nick aquí. Debería haber
traído mi teléfono, lo llamaría…
De repente, lo veo. Está justo delante de mí, en la sala. Está vestido con un
traje y tengo que ahogar una carcajada, porque creo que está intentando ser el
señor Darcy de Orgullo y Prejuicio. Sabe que es mi libro favorito. Ya lo hemos
hablado antes. Está hablando con otro hombre, y no creo que me reconozca.
Apenas lo reconozco. También lleva una máscara y usa un sombrero de copa. Él
por lo menos consigue una “A” por el esfuerzo. No puedo creer que esté aquí
como el Sr. Darcy…
Cierra la puerta ligeramente. Está oscuro ahí, y abro la puerta, mis ojos
están buscándolo. Está parado junto a su ventana, mirando hacia fuera. Está
bebiendo una cerveza.
Es delicioso.
Es emocionante.
Eso es todo.
Pienso en ir tras ella. Pero si lo hago, tendré que admitir mis sentimientos,
y todavía necesito arreglar todo. Fue un gran beso. Apasionado. Delicado.
Íntimo. Sensual. Todavía puedo probarla en mis labios, y sonrío cuando pienso
sus agallas para hacer algo así.
Pensó que estaba escondida detrás de la máscara, pero supe que era ella
cuando escuché a alguien entrar. Podía olerla, el olor ligero y florido que siempre
la rodeaba, como un nuevo día de primavera. Quise girar. Pensé que quizá sólo
había venido a saludar.
Es extraño ver a todos mis “amigos” de nuevo, los mismos que parecieron
desaparecer después de la muerte de Isabel, sólo para reaparecer cuando prometí
comida y bebida gratis.
Sé que ninguno de ellos tendría una buena respuesta. Ella era su amiga.
Yo no. Isabel los conocía; yo no los conocía muy bien. Puedo ver cómo podría ser
raro estar en mi casa sin ella. Quiero decir… a veces era raro que yo estuviera en
la casa sin ella.
Seguro.
Ajusto mi camisa y paso mis manos sobre mis labios, pensando en Evianna
y lo bien que me sentí al besarla.
Deslizo la puerta para abrirla y jalo mi maleta hacia adentro, noto que la
cocina está vacía. Dejo mi maleta y mi cartera por la mesa del comedor y me
muevo para hacerme una taza de café. Estoy segura que no voy a estar
durmiendo en el vuelo, y de esta forma puedo leer. El vuelo es un poco como de
seis horas y vamos a llegar al aeropuerto de Cancún temprano en la mañana.
Planeo tomar una siesta en la playa, con una bebida en la mano.
Ya que nadie está cerca, comienzo a preparar una bolsa con bocadillos para
el avión para Bria. Me aseguro que ella tome una siesta extra larga para
compensar la falta de sueño de esta noche. Mientras estoy en ello, preparo
algunos emparedados de queso para que Nick, Bria y yo comamos ahora, para
que no tengamos que comprar comida de mierda del aeropuerto.
―Huele bien ―dice Nick, cargando una pequeña maleta detrás de él. Bria
le sigue, y ella huele el aire aprobadoramente.
Prometo beber tanto como sea posible para olvidar lo bien que se siente
besar a Nick.
Mi corazón se detiene. Nick está mucho más adelante para que pueda
escucharlo. Sacudo mi cabeza rotundamente.
―Sí, lo es.
Sigo a Nick y a Bria a nuestra fila. Nick toma la ventana, Bria se sienta en
el medio, y yo tengo el pasillo. Una vez que nos hemos abrochado, Bria se inclina
hacia mí y descansa su cabeza en mi hombro. Levanto el reposa brazos y
envuelvo mis brazos alrededor de ella. Intento no pensar en Nick ―en su lugar
saco mi libro y comienzo a leer. Nunca he estado en un vuelo tan largo, y la idea
de estar atrapada al lado de Nick por seis horas es un poco terrorífico.
―Ella en verdad puede dormir en cualquier lugar ―susurro mientras el
avión comienza.
―No voy a decir que lo siento, porque no puedo enfatizar con algo con lo
que no puedo experimentar, algo con lo que no puedo imaginar que le pase a una
persona que yo amo. Así que no voy a decir que se va a poner mejor, porque ya
sabes que lo hará. Solo voy a decir que está bien sentirse triste, porque tu dolor
importa. Me enseñaste eso. No quiero que te culpes por siempre por algo que
estaba completa y totalmente fuera de control.
Sé que ese hecho no debería de hacerme sentir feliz, pero lo hace. Me hace
sentir exuberante. Animada. Optimista.
Me doy cuenta de lo que quería decir mi madre, como podía ser fácil
enamorarse de Nick, dado nuestro predicamento. Porque enamorarse de alguien
no es todo sobre fuegos artificiales, la explosión y la química. Algunas veces
sucede suavemente, lentamente y es la última cosa que esperas.
Ninguno de los dos dice algo más por el resto del vuelo, pero continuamos
sosteniendo nuestras manos todo el tiempo. Logro dormirme eventualmente.
Estamos todos muy cansados después de aterrizar, así que no digo mucho
mientras el transporte nos lleva de Cancún a nuestro complejo en Tulum, a dos
horas en auto. Me coloco las gafas de sol y me acurruco con Bria en el asiento
trasero, mientras Nick duerme en la parte delantera. Quiero empaparme de todo,
pero ahora mismo estoy exhausta y extremadamente sofocada. El aire
acondicionado está encendido, pero toda la Riviera Maya en México está
experimentando lo que a los lugareños les gusta llamar “clima de huracán”, lo
que significa que hace calor y hay mucha humedad. Viniendo de Seattle, donde
el clima es fresco, el clima cálido aquí automáticamente nos lleva a un sueño
ligero mientras conducimos a lo largo de la costa.
Una vez que llegamos, sin embargo, tengo que pellizcarme, porque se
siente como el paraíso. Es el paraíso. El autobús nos deja en un pequeño edificio
en el agua, y no hay nada más alrededor. Nick mencionó que reservó este
complejo porque está lejos de todos los otros complejos, y no bromeaba. El
pequeño edificio de madera es el único visible en todas las direcciones. Mientras
el conductor nos ayuda con nuestro equipaje, llevo a Bria al vestíbulo mientras
Nick nos registra.
Cuando el trabajador del hotel se va, coloca las llaves del carrito de golf en
la mesita de la entrada y camina hasta el vestíbulo.
—Sí, hemos venido aquí por años. Conozco al dueño; solía ser médico.
Ellos organizan una conferencia anual en el centro de Tulum cada año para
pediatras, así que trato de reservar unas vacaciones al mismo tiempo.
Voy a sentarme en mi cama con cuidado, sin querer disturbar las sábanas.
—Tal vez debería ser médico —bromeo—, si eso significa que voy a ir a
conferencias en el paraíso una vez al año.
—¿Tienes hambre?
—No si puedo comer aquí —le digo, señalando la arena blanca y el agua
clara a sólo unos metros de distancia.
—¡Evi!
Oigo a Bria chillar desde algún lugar detrás de mí. Me doy la vuelta y Bria
corre hacia mí con algunos juguetes de arena y algunos flotadores para sus
brazos. Ella también lleva un traje de baño, y doy un vistazo a Nick.
Mierda.
Está sin camisa, y… maldición.
Tengo que mantener mis ojos hacia adelante para evitar mirarlo fijamente.
Pero, vaya.
—No hay problema. Quiero decir… Necesitaba a alguien que cuidara Bria
mañana. No iba a dejarte pasar por un día.
De repente, todo parece más claro. Estoy aquí sentada junto a Nick, en el
lugar donde solía ir de vacaciones con Isabel. Besé a Nick, porque pensé que
llevaba el disfraz para mí, pero realmente, era para Isabel.
No.
No lo es.
Treinta y tres
Recojo mis llaves, mi teléfono y los lanzo en una bolsa con mi toalla, y
después de sentarme unos minutos para matar el tiempo, toco la puerta de Nick.
Nadie responde. Intento una vez más, y luego abro lentamente la puerta.
Nick y Bria aún están durmiendo, y Nick tiene sus brazos alrededor de
ella en la cama gigante. Los observo por unos segundos.
—Volveré muy tarde esta noche —me dice, colocándose una camisa
blanca de botones—. Carga todo a la habitación, y llámame si necesitas algo.
Estaré en el correo electrónico, también.
Eso no ayuda.
Evi,
Probablemente esté tomando una siesta ahora mismo, así que siéntete libre
de enviar un correo de respuesta.
Nick.
PD: Algunos de los otros médicos me llevaran a tomar algo más tarde.
PD1: Si llego más tarde de las diez o las once. No te preocupes por mí.
Nick,
En México.
Evi
Asunto: Hola
Evianna,
Tu empleador,
Nick
Su empleada,
Evianna
No responde.
Eso no me impide revisar mi correo electrónico cada hora por el resto del
día.
Bria y yo damos un paseo por la playa antes de la cena, y luego, pido una
ensalada y algo de pescado, que Bria devora. Ella es la menos exigente del mundo
para sus cinco años de edad. Mientras le doy un baño, deja de jugar de repente y
me mira seriamente.
—¿Evi?
—¿Si?
Una vez Bria está dormida, reviso mi correo electrónico, pero no hay nada
de Nick. Son las ocho y tengo dos horas hasta que esté en casa. Veo algunas
películas, tomo un baño relajante y luego bebo una copa de vino en el porche y
pienso en cómo voy a pasar ocho días más con Nick.
Apenas pasadas las once, escucho un ruido sordo al otro lado de la puerta.
Confundida, miro a través de la mirilla, y Nick esta recostado contra la puerta,
mirando su teléfono.
¿Qué demonios?
—Puedes dormir aquí. Dormiré con Bria esta noche. Sólo le diré que
llegaste tarde y no querías despertarla.
Me atrevo a mirarlo mientras él mira sus pies. Se saca los zapatos con
dificultad, agarrando el tocador para sostenerse.
Cruzo los brazos y lo miro fijamente. Todavía está mirando sus pies.
—Pero no la extraño como antes. Solía hacer mucho daño, Evi… no tienes
ni idea. Cada segundo dolía sin ella. Ahora es un dolor distante, y vine y se va,
pero sobre todo, se ha ido. Todos mis mejores recuerdos solían involucrarla.
Ahora se están desvaneciendo, y nuevos recuerdos se están formando con… —
arrastra las palabras, deteniéndose a media voz, y lo atrapo antes de que se caiga.
—. Mis recuerdos de ella están siendo reemplazados por recuerdo de ti.
—Tal vez he estado bebiendo tanto durante el día que mi tolerancia está
mejorando.
—Tal vez —dice a través de sus manos. Luego me mira a través de sus
dedos—. Jesús, Evi. ¿Qué me estás haciendo?
No creo que alguna vez me haya sentido así de mal. Por suerte, Evianna
se llevó a Bria a desayunar y luego a la playa esta mañana, por lo que fui capaz
de dormir. Evianna me dejó una botella de Advil y una gran botella de agua en
la mesa de noche. Me tomé dos Advil y me bebí la mitad de la botella, para
después pararme bajo la ducha.
Voy al ordenador para comprobar mi correo, está muerto, por lo que voy
a la habitación de Evianna y abro rápidamente el portátil. Lo he usado antes.
Estoy seguro que no le importará.
Gracias por consultar por nuestro programa de Inglés aquí en Seúl. Somos
la escuela de habla inglesa más grande de Seúl, y contratamos aproximadamente
veinte maestros por semestre.
Lo mejor,
Sam Gyeong
Director
Y por Dios, se ve tan bien usando nada más que un traje de baño.
Se va a ir.
Demonios. ¿Por qué me conoce tan bien? Veo sus ojos bailar a mí
alrededor, intentando determinar la situación.
—Bien —respondo, y pasa sus ojos sobre mí una última vez antes de
apartarlos—. Estaba pensando… ¿estarás aquí para las fiestas?
Odio sonar como una patriarca enojado, pero en este momento, me está
enfadando con su vaguedad.
—¿De qué estás hablando? —Se cruza de brazos, y maldita sea si Evianna
no es caliente como infierno. Maldita sea.
—Nada.
Nick se veía extrañamente molesto por algo por los siguientes días. Él es
cortante conmigo, y su tono siempre es rudo, no lo entiendo.
―¿Así que, así es cómo vamos a hacer esto? ―Él asiente, dándome una
pequeña sonrisa de regreso—. Está bien ―digo, enfrentándolo. Sus cejas se
elevan una pulgada. Él no estaba esperando el reto.
―Hablo en serio.
―Entenderé que esto no es suficiente para ti, Evi. Entenderé si quieres irte
y ver el mundo. No quiero que vayas a ningún lado, pero lo entenderé. ¿Está
bien?
―Lo que intento decir es…si quieres ir a Corea del Sur, lo entenderé.
―¿Qué? ―Sus ojos están tristes, y él pone sus manos en sus bolsillos
tímidamente―. ¿Cómo sabes sobre Corea del Sur?
―No, no voy a ir. Mi padre creyó que me hacía un favor al aplicar por mí,
y yo rechacé la posición inmediatamente. Te lo preguntaré de nuevo. ¿Cómo es
que sabes de Corea del Sur?
―Nick ―dije, suspirando―. Siento que hayas tenido que ver eso, pero
siento más que pensaras que no podías hablar conmigo acerca de esto.
―¿Evi? ―pregunta, y giro la cabeza para verlo. Tiene una mano detrás de
su cabeza, y siento que mi corazón se acelera. La mirada en su rostro…
―¿Sí?
Oh, Dios. Aquí viene. Mi corazón martillea contra mi pecho. Ba-da-bum. Ba-
da-bum. Ba-ba-da-da-dum-dum…
Vaya.
De repente estoy muy nerviosa. Esta es la primera vez que vamos a estar
juntos en una forma que no esté relacionada con el trabajo, y Bria no va a ser más
un intermedio. Es un poco temeroso pensarlo. No solo porque estoy emocionada
de una buena forma, sino porque estoy nerviosa por lo que puede significar.
¿Cómo es que esto va a cambiar nuestro arreglo? Nick no puede salir con
la niñera, así que asumo que puedo ser reemplazada, pero yo sí necesito dinero.
Y no quiero que nadie más cuide a Bria. En verdad me gusta ser su niñera. ¿Y qué
si se vuelve en algo serio? ¿Estoy lista para ser la madre de Bria? ¿Querría Bria
eso?
―¡Nicholas Wilder! ¡Bájame ahora! ¡No voy a entrar allí! ―Pero parece
que no tengo opción, porque la próxima cosa que sé, estoy siendo sumergida en
el agua tibia y salda. Hundo mi cabeza y grito cuando salgo―. Jódete, Nick
―digo, riéndome y moviéndome. Él solo está sonriendo y mirándome.
―Yo solo…no estoy segura que pueda comenzar una relación con alguien
que aún esté de luto, ¿Sabes?
Nick camina hacia mí y me jala hacia él. Tengo que decirlo, a pesar de la
conversación seria, amo la proximidad.
―Evi, siempre voy a estar de luto. Siempre voy a amar a Isabel ―dice él
silenciosamente.
―Sé que lo harás. Y no espero que alguna vez te detengas. Espero que
nunca te detengas. Porque lo que tenías era tan, tan especial. Solo que no estoy
segura de ser la número dos de alguien. Yo era la número uno de Dan. Quiero
ser la número uno de alguien.
―Evianna, por favor ven a una cita conmigo ―ruega Nick. Él se acerca y
jala mi rostro hacia él―. Sí, Isabel era la número uno en mi corazón. Cuando tú
y yo nos conocimos, no quería salir con nadie. No pensaba que me sentiría de la
forma en que me sentía con Isabel con alguien más. No creía estar listo. Pero
fuiste tan buena conmigo, y me enamoré. Poco a poco, me encontré
enamorándome de ti.
Él continúa.
―Así que te estoy pidiendo que me des una oportunidad. Cuando nos
conocimos, no tenía idea de que ibas a ser tan importante para mí. No tenía idea
que me quedaría despierto pensando en ti. No tenía idea de que comenzaría a
visualizar una vida contigo. Solo te estoy pidiendo una noche. Te estoy pidiendo
un poco de fe.
―¿Fe en qué?
Veo que sus ojos estudian mi rostro, y siento que una lágrima se desliza
por mi mejilla.
Alrededor de las cuatro, una vez que estoy bonita y bronceada, me dirijo
hacia dentro y me preparo. Me aterrorizó ligeramente, porque el restaurante del
hotel es agradable, y sólo traje pantalones cortos y camisetas sin mangas. Por
suerte, recordé llevar una falda larga que puede convertirse en un buen traje. Me
ducho lentamente, cantando junto con el iPod posicionado en mi habitación, y
seco mi cabello. Lo dejo suelto, pero tomo una sección detrás de mi oreja y lo
sujeto con un broche.
Me pongo una camiseta negra básica recta y sin tiras y la falda ancha verde
oliva. Termino con mis sandalias de cuero. Hace demasiado calor afuera para
usar un suéter. El sol comienza a ponerse, y me siento en el borde de la cama,
esperando a Nick. Alrededor de las cinco y cuarenta y cinco, oigo un golpe en su
puerta, y una voz de mujer resuena a través de las paredes. Debe ser su amiga
médico.
Nick está de pie allí con pantalones cortos de color caqui y una camisa de
botones blanca y de manga corta. Lleva unos mocasines de color marrón, y lleva
una única, grande y rosada dalia. Se ve tan bien. Bronceado, esbelto, afeitado, y
su cabello está incluso un poco suavizado en lugar de su habitual cabello loco.
—Papá, ¿por qué no puedo ir? —Oigo a Bria gimotear detrás de él antes
de que cualquiera de nosotros tenga la oportunidad de decir algo. Nick se da la
vuelta lentamente y se agacha.
—Porque, cariño. Es una cena para adultos esta noche. Lo siento, princesa.
Te prometo, cuando regresemos a Seattle, te llevaré a cenar. ¿Está bien?
—Te vas a divertir mucho con tu amiga especial esta noche, Bria. —Ella
me abraza más fuerte. Una mujer aparece detrás de Nick.
—Oh sí. Flavia es una vieja amigo de la familia. Bria la conoce y la ama.
Sólo van a ver una película antes de acostarse.
—Está bien —digo con incertidumbre. Nick nos guía por el camino hacia
el carrito de golf—. Gracias por la flor —dije, señalando la dalia.
—De nada, Evianna —dice Nick correctamente, y tengo que evitar reírme.
Realmente está en modo cita nocturna—. Después de ti —dice, haciendo un gesto
para que entre primero en el carro.
Sostiene mi mano y me ayuda a subir. Una vez que estoy sentada, se acerca
al lado del conductor y pone en marcha el motor. Sostengo la dalia en mi mano
y sonrío. Ya me gusta “Nick modo cita”. Desliza un brazo alrededor de mi
hombro y se dirige hacia la carretera principal. Giro para mirarlo, y él me está
sonriendo.
Cambié de opinión.
Mi cuerpo se tensa.
—No. Fue sólo un error honesto —dice, caminando más rápido ahora
hacia la parte trasera del hotel, donde supongo que el restaurante nos espera.
—Pero…
Mientras caminamos, jadeo cuando veo la mesa que sólo puedo presumir
que es nuestra. Es una especie de habitación privada, no la había notado las otras
veces que vinimos aquí.
Tenemos una mesa privada en una terraza con vistas al océano, y las velas
salpican la pasarela e iluminan la mesa. Radiantes flores locales están ubicadas
en un vaso corto y blanco, actuando como pieza central, y platos blancos y
cubiertos de oro componen el resto de la mesa. Nuestra mesa es la única en la
cubierta, y me doy cuenta que la cubierta está protegida con una pantalla, aunque
eso no le quita la belleza.
Nick tira de mi silla mientras el camarero nos sirve un poco de vino blanco.
Levanto mis cejas.
—Oh, puedo ser muy romántico cuando quiero serlo —dice con confianza,
y por alguna razón, la forma en que lo dice envía escalofríos por mi cuerpo. El
camarero se va—. Salud —dice, levantando su copa de vino.
—Lo haces.
Sonrío.
—Lo sé —digo, tomando sus manos en las mías—. Es aterrador para mí,
también.
—A veces es bueno tener miedo —susurra, y sus ojos se mueven hacia mis
labios.
—La mejor comida —dice entre bocados—. Sólo lo mejor para ti.
Antes de que yo pueda decir algo, me acerca a él para que nuestras caras
están a sólo centímetros de distancia. Dejo de respirar, y mi corazón golpea
repetidamente contra mi caja torácica.
—Sinceramente, no lo sé.
—Deberíamos decírselo.
—Sí —Él da otro paso atrás y baja la mirada hacia sus pies—. Debería
hablar con ella.
Pero tenemos que saber que Bria está bien con la idea de una nueva niñera,
de mí siendo una parte más grande de su vida, con la idea de Nick y yo…
Me quedo allí y miro hacia abajo, y puedo decir que está pensando lo
mismo.
Mi corazón se detiene.
¿Estás despierta?
Sonrío, y camino hasta el escritorio para conseguir un bolígrafo.
Respondo.
Sí.
¿Estás bien?
Físicamente… no.
Oh mí.
No estás ayudando.
Lo siento
¿Estarías de acuerdo?
Sí.
Estoy de acuerdo.
Besar a Nick es como todo lo que todo el mundo dice de los besos, todo en
uno. Es todo: fuegos artificiales, mariposas, lenguas, labios y manos volando.
Siento que Nick toma mi rostro con una mano y me toma la cintura con la otra
mano, y esa mano baja, levantándome por las nalgas. Su beso se profundiza, y su
lengua en mi boca me hace sentir como si fuera masilla en sus brazos, explorando
y explorando. Podía hacer lo que quisiera en este momento. Soy suya. La mano
en mi cara se mueve hacia atrás de mi cabeza, y mis brazos lo acercan aún más.
Le aprieto fuertemente la camisa con los puños y me mordisquea los labios con
los dientes. Gimo en voz alta.
Sé que es lo mejor que sólo nos besemos. Sé eso. Pero ahora mismo,
mientras nuestros cuerpos se mueven en sincronía y mis manos están
descubriendo cada centímetro de su cuerpo duro, quiero más. Mi cuerpo anhela
más. Pasa la lengua por mi labio inferior y gimo de nuevo.
—Si sigues haciendo ruidos así, voy a tener que tomarte aquí mismo,
ahora mismo —dice bruscamente, y todo mi cuerpo palpita. Lo miro a los ojos, y
son… intensos. Confundidos y preocupados, pero también vivos y apasionados.
Como si no supiera cómo puede sentirse así por mí. Aprieta su boca contra la mía
de nuevo, y su dulce aliento envía una corriente eléctrica a través de todo mi
cuerpo.
Oh, mierda.
—Bria, cariño… —gruñe Nick. Veo a Bria retirarse, y ella se aleja de Nick,
yendo hacia su habitación. Pongo mi cara en mis manos. Me siento tan culpable.
Como si nos hubieran pillado haciendo algo totalmente equivocado. Lo cual, de
alguna manera, hacíamos—. ¡Bria! —grita Nick, y miro hacia arriba. Bria ha
abierto la puerta del balcón en su habitación, y está corriendo hacia la playa.
Ella asiente, y veo que las lágrimas comienzan a derramarse por su rostro.
—Pero de una manera diferente. Voy a ser… menos una niñera, y más una
parte de tu familia. ¿Está bien para ti?
Ay.
No.
No puede seguir siendo la niñera de Bria. Sé que ese hecho solo devastará
a Bria.
Nos hemos metido en esta situación. Mis sentimientos por ella eclipsaron
el sentido común, y deberíamos haberle dicho buenas noches y despedirnos.
Podríamos haber introducido a Bria a la idea lentamente, en el transcurso de unas
pocas semanas. Eso es lo que deberíamos haber hecho. En cambio, mi hija
constantemente hace preguntas sobre Evi y yo, y por lo que puedo decir, no
quiere que Evi deje de ser su niñera, nunca.
Es tan buena, tan feliz. Y la rompí. Todo lo que tenía que hacer era esperar,
pero no lo hice, no pude, y lo arruinamos.
La amo.
—Voy al baño —digo unos minutos más tarde cuando desaparece la señal
del cinturón de seguridad.
Mientras camino, pienso en lo que voy a decirle a Nick. Había tenido tanto
miedo de competir contra Isabel, que nunca me puse a pensar que solo podía
haber una mujer en la vida de Nick: Bria. Él tenía que centrarse en ella. Tenía que
ponerla en primer lugar, y yo definitivamente no lo culparía por eso cuando
inevitablemente lo hace. Ella ha pasado por mucho, perdiendo a Isabel y
Matthias. Aunque duele admitirlo, mis propias palabras anoche fueron
exactamente lo que yo necesitaba oír.
Fui estúpida por pensar que todo esto podría funcionar tan fácilmente.
Nada era fácil. Nada bueno era alguna vez fácil. ¿No es así?
Llamo al único baño en la parte trasera del avión, y miro alrededor. Nadie
está mirando. Espero. Escucho a Nick abrir la puerta, y luego me lleva dentro del
baño con él.
—¿Eso es todo?
—¿Qué quieres que diga, Nick? Claro que estoy de acuerdo. Lo entiendo.
Realmente lo hago. Necesitas poner a Bria en primer lugar, y lo entiendo
totalmente. Me voy a tomar unos días y pensar en todo.
—Sí, bueno, es gracioso cómo el amor parece hacer que todo parezca
insignificante.
Mierda.
—Sé que dijimos que íbamos a esperar unos días para pensar todo, pero
va a ser muy difícil no besarte…—Lo miro a través de mis pestañas. Sus pupilas
se oscurecen—. Verdad o reto —susurro.
Sorbo una gran bocanada de aire por sus palabras, y hago lo que él dice,
levantándome y dándome la vuelta. Apoyo los brazos contra la puerta del baño,
y siento que se presiona contra mi espalda.
Me pongo de pie y salpico mi cara con agua fría. Miro mi reflejo. Mi piel
está bronceada y besada por el sol, y mis ojos están extra verde en este momento.
No me he cepillado el pelo en probablemente dos días, pero en vez de estar
andrajoso, está ondulado y grueso debido al agua del océano. Mis labios están
rojos por el sol.
Han pasado tres días desde que vi a Evi. No puedo dejar de pensar en ella.
Cuando acordamos un descanso, algo de tiempo para moldear las cosas mejor,
nunca imaginé lo miserable que sería. Estoy de regreso al trabajo, y Cecilia está
cuidando a Bria por los próximos días mientras Evi se toma un tiempo personal.
Yo no sabía lo diferente que eran nuestras vidas sin ella, como eran más oscuros
mis días. Hacía el desayuno para dos, pero Cecilia no llenaba exactamente el
mismo espacio en mi corazón como lo hace Evi.
No si puedo evitarlo.
Cuarenta y uno
Sabía que lo amaba cuando “hogar” pasó de ser un lugar a una persona.
De repente, no me siento cómoda en mi propia casa, la casa en la que crecí. Mi
hogar es Nick, y él no está aquí, por eso me siento incómoda.
Paso mis días en completa y absoluta ociosidad. Estoy abrumada por los
acontecimientos en México, y mis padres piensan que estoy en casa porque tengo
tiempo libre. Pero la verdad es que solo necesito cerrar la cabeza por unos días y
ver repeticiones de Sex and the City. Ni siquiera creo que deje mi habitación
excepto para comer y ducharme.
Hago una lista de pros y contras. Pero todavía es injustamente obvio cuál
es la respuesta. Sé en mi corazón cual es mi decisión, y no es porque siempre elija
los felices para siempre, aunque me pregunto por un día o dos si esa es la única
razón. No, sé que elegiré ir con Nick por la forma en que me hace sentir.
Violet pasa en mi tercer día libre, y aunque trato de no agobiarla con mis
problemas, no puedo evitar sentirme tan confundida.
—Creo que deberías ir allí ahora mismo y decirle todo lo que acabas de
decirme —dice, vertiendo vino blanco en vasos de plástico. Estamos sentadas en
mi cama en la casa de mis padres—. Fácil.
—No creo que pueda esperar nueve meses, Vi —susurro. Ella se desploma
a mi lado y ambas tomamos de nuestro vino tranquilamente. —. Por eso me tomé
un tiempo libre. Para pensar en esto. Porque es sólo cuestión de si quiero o no
salir con Nick. Tengo que tener en cuenta mi trabajo, mi futuro, los sentimientos
de Bria y los sentimientos de Nick. Quiero estar segura que estoy tomando la
decisión correcta.
—Bueno, alejarse sería fácil. ¿Eso cómo te haría sentir? —Mi cara cae y ella
sonríe—. De acuerdo, un compromiso. Esperar nueve meses hasta que Bria vaya
a la escuela. —Sacudo la cabeza vigorosamente—. Contratar una nueva niñera y
salir con Nick. —Mi cabeza se levanta, pero sigo sacudiendo la cabeza
solemnemente—. Continuar siendo la niñera de Bria y salir con Nick.
—Tus chicos lo entenderán. Cuando se trata del amor, las cosas siempre
se resuelven.
—Son las invitaciones más feas que he visto, Ev —dice, riendo entre
dientes. Asiento y sonrío.
—Estoy feliz por ellos —digo, y mi voz confiada me asusta. Miro a Violet,
sorprendida—. ¿De verdad dije eso?
Ella ríe. —Estás tan enamorada de Nick Wilder que esto ni siquiera te
molestó. ¿Recuerdas tu reacción a su compromiso?
—Has llegado tan lejos, Evi. Todo este tiempo, pensabas que estabas
ayudando a Nick a seguir adelante, y sin embargo, él te está ayudando a seguir
adelante. Se necesitan el uno al otro. Se están ayudando mutuamente.
Más tarde esa noche, reviso mi teléfono, y toda mi cara se funde en una
sonrisa cuando veo un texto de Nick.
Por mucho que este tiempo para pensar fuera necesario, realmente te extraño. Creo
que eso dice todo lo que uno de nosotros necesita saber.
Sonrío y respondo.
—¿Hola?
—Bueno. Todavía estás despierta. —Es Nick, y escuchar su voz hace que
mi cuerpo se sienta como si alguien estuviera echando agua caliente sobre mi
cabeza. Me encanta la forma en que me hace sentir así. Me río.
—No puedo creer que esté a punto de preguntarte esto… pero no creo que
pueda volver a dormir sin verte.
—Ni siquiera lo pensé así, pero supongo que no se ve bien porque es muy
tarde, ¿verdad?
Estoy sobre Mercer Island ahora, nada lejos. Ni siquiera enciendo la radio.
Estoy muy nerviosa. Entro en el carril derecho para salir a Bellevue, y ahí es
cuando veo al perro caminar justo en mi camino, un par de metros delante de mí
en la rampa de salida.
Voy a golpearlo.
Tal vez eso me hace estúpida, pero me niego a herir a un animal inocente,
incluso si significa presionar mis frenos tan fuerte como pueda.
Incluso si significa que siento que el auto golpea y gira sobre el separador
central.
Me niego.
Ni siquiera me molesto con algo que no tenga que ver con llegar con
Evianna tan pronto como sea jodidamente posible.
Y golpeo.
Y golpeo.
—No puedo, Frank. Sólo necesito que cuiden a Bria. Evianna estuvo en un
accidente de auto. Necesito ir al hospital.
—Overlake.
—Los llamaré cuando sepa algo. Gracias por cuidar de Bria. —Me doy la
vuelta y Frank me llama.
—Nick… —Me giro mientras me observa—. Espero que esté bien.
—También yo —susurro.
Y esperamos.
50 jodido 50.
Creo que podría romperme, más que la última vez, y no creo que pueda
sobrevivir a eso.
—¿Cómo está? —pregunta Samantha sin aire—. Por favor, sólo díganos
que está bien.
Por favor.
Antes que sepa lo que estoy haciendo, estoy atrayendo al doctor hacia un
apretado abrazo. Todos se ríen. No me doy cuenta que estoy llorando hasta que
mi visión se vuelve borrosa y una gota de agua cae en su cuello.
Porque aun cuando estuvimos en la peor parte del trato 50/50, al menos
hoy las posibilidades estuvieron a favor de ambos.
Porque hoy, dos milagros ocurrieron y estoy tan, tan, tan contento que
fuéramos uno de los dos milagros.
Cuarenta y tres
¡Tres!
Pobre Trisha. Es probable que haya sufrido, y eso me pone muy triste.
—Mi nombre es Frank —dice, e intenta sonreír. Frank. ¿De dónde conozco
ese nombre?—. El marido de Cecelia —aclara.
¿Por qué está aquí el marido de Cecelia? Debe sentir mi confusión, porque
se ríe y sigue hablando.
—Estoy bien. Duele moverme, pero aparte de eso, estoy bien. ¿Cómo
estás?
—Cecelia me dijo que tienes cáncer —balbuceo—. Diría que estás peor.
—Sí, como cuando Isabel murió. Fue difícil. ¿Pero sabes qué? Tuve una
hija increíble que hizo algunas cosas increíbles con su vida, una de las cuales está
abajo comiendo el almuerzo. Y eso es sólo una cosa. Era una doctora. Ayudaba a
la gente todos los días. Encontré la paz sabiendo que tocó a tanta gente en su poco
tiempo aquí en la tierra. Me recuerdas a ella un poco —dice, y miro hacia abajo,
tratando de no llorar—. Ambas son intrépidas. Ella también habría salvado al
perro.
—Pienso que es por eso que Nick te ama —añade, y él mira hacia otro lado
mientras mis ojos se dirigen a los suyos.
—No… —Me alejo. Es raro hablar con Frank sobre esto. ¿No? Me siento
cómoda, pero algo me dice que hablar con el padre de la esposa de Nick sobre
Nick es extraño.
—No tienes que tener miedo de admitirlo. Esperaba que alguien como tú
entrara en su vida eventualmente. Tiene que seguir adelante. Bria tiene que
seguir adelante. Me alegro de que seas tú, y no una libertina de la calle.
—No. Me quedo.
Ella sonríe.
—Nos diste un susto, Evianna —dice solemnemente. Veo que Frank toma
a Bria de ella, y luego se van, dejándome sola con Cecelia—. Nick ha estado
nervioso, preocupado.
—Lo siento —digo, pero no puedo evitar sonreír un poco que Nick
estuviera tan preocupado.
—Sí.
Miro hacia abajo. Dios, jodidamente golpearía al perro si lo hubiera sabido.
—No. Porque eres feliz. Quería a alguien feliz para Bria, pero sobre todo
para Nick. No tenía la intención de ser casamentera, pero en el momento en que
te conocí, sabía que si Nick se enamorara de alguien de nuevo, serías tú. Quería
eso para él. Echaba de menos lo feliz que solía estar con Isabel. Y Bria necesita un
padre feliz.
Analizo sus palabras y miro por la ventana. Tiene vistas a una zona
boscosa, y el cielo es azul brillante. No hay señales de la lluvia que me puso aquí.
—Oh sí. Ciertamente lo hiciste —dice en voz baja—. Así que gracias.
Lucho para moverme, pero es una causa perdida. Debo haberme roto una
costilla, porque incluso intentar levantarme es terriblemente doloroso. Incluso
levantar mi brazo derecho unos centímetros me hace gritar de dolor. Oigo pasos
que llegan a la habitación.
—Oh, Dios mío, estás despierta —dice Violet, y corre hacia mi cama. Como
Bria, no me abraza.
—Sí —dice riéndose—. Y una pierna rota, y una conmoción cerebral. Oh,
y te quitaron el bazo.
—¿Qué? —grito en voz alta, y las dos nos reímos—. ¿Qué voy a hacer sin
mi bazo?
Violet asiente y la toma. Ni siquiera comprueba para ver cuál era, y eso me
dice que ya la ha leído.
—Querida Ev —comienza—. Espero que te mejores pronto. Con amor,
Dan y Mia.
—¿Eso es todo? Yo grito. Casi me muero, y todo lo que dice es: ¿Que te
mejores pronto?
Nick.
No lo sabía.
Violet lee mi mente, y las recoge todas y las coloca en mi regazo. Antes de
que diga algo más, se va, y estoy sola con diez tarjetas, todas de Nick. Abro la
primera.
Abro la siguiente.
Nuestras cicatrices nos hacen saber que nuestro pasado fue real.
Te amo. Ardientemente.
Estoy llorando porque está aquí, y es la única persona que tenía que ver
desde despertar. Es mi número uno.
—¿Puedo leértela?
—Por supuesto.
—No vuelvas a asustarme así otra vez, ¿de acuerdo? —susurra, y veo en
sus ojos lo asustado que estaba por mí—. ¿Alguien nunca te enseñó a no frenar
por los animales cuando está lloviendo?
—¿De dónde viene esa cita? —digo, bromeando. Él ríe—. Pero con toda
seriedad… te amo, Nick.
—Me alegra que digas eso —dice, y se levanta—. Porque tengo que
despedirte. Oficialmente esta vez.
—Porque me mudaré.
—¿Dónde?
Se ríe de mi reacción.
¿Qué?
Enero 2015
—¿Estás segura que eso es todo? —Mi madre sube a su auto la última de
mis cajas—. ¿Revisaste dos veces?
—Es todo. Y si no, estoy a sólo tres horas en auto. —Sonrío y voy a abrazar
a papá y a mi hermano, lo que resulta ser bastante difícil, mientras me equilibrio
en un pie.
—Recuerda, Corea del Sur sigue siendo una opción —murmura papá en
mi oreja, y pongo los ojos en blanco.
—Papá, estaré bien. Voy a enseñar un día a la semana este semestre para
tantear el terreno. Creo que podría ir por mi doctorado en inglés. Me gusta cómo
suena profesora Halle.
—Evi, ¡detente!
Algunas cosas nunca cambian.
No empiezo a enseñar hasta el final del mes, y decir que estoy nervioso es
un eufemismo. He estado preparando el plan de estudios toda la semana, y
espero ser una buena profesora. Profesora asistente, estaré enseñando una clase
de Literatura Británica 101, pero en realidad estoy muy emocionada por poder
enseñar a una clase llena de impresionables estudiantes de primer año.
—Sólo digo que está bien estar nerviosa por la primera vez.
—Bien —le respondo con honestidad—. Nos sentamos con ella la semana
pasada y le conté todo. No es necesario decir que está emocionada de que yo sea
una parte más permanente de la familia.
—No. Es una casa más simple y más pequeña. Me alegro. Será bueno tener
un nuevo comienzo.
—Muy bien —dice ella, mirándome—. Es una lástima, esta casa es…
—¡Mamá!
Antes de que diga algo más, salgo del auto lo más rápido posible, lo cual
no es muy rápido. Nick abre la puerta principal, y noto el gran camión de
mudanza en mi antiguo lugar de estacionamiento.
—Muy lista.
Una vez que todo el mundo se ha ido, quedamos sólo Nick, Bria, y yo.
Cuando miro hacia Nick desde el lado del pasajero del camión de
mudanza, sé que está diciendo algunas palabras de despedida a la casa que
compró con ella. Sé que es triste para él. Espero que sea, de alguna manera,
porque creo que por eso lo amo tanto, porque tiene la capacidad de amar con
tanta fuerza. Nicholas Wilder ama las cosas muy intensamente. Lo admiro por
eso.
—También, estoy triste de no ser más tu niñera, pero ¿sabes qué? Te vas a
divertir mucho en el preescolar. Y estaré contigo todos los días cuando estés en
casa. Todavía podemos hacer todas las cosas que hicimos cuando era tu niñera,
pero esta vez, no es mi trabajo. Haré esas cosas contigo porque quiero hacerlo.
¿Tiene sentido?
—Di. —Ella mira por la ventana—. Espero que te cases con papá.
Cuando Nick regresa al auto, noto que sus ojos están ligeramente mojados
por las lágrimas. Le doy una sonrisa amable mientras el camión grande se
prende, y extiendo mi mano libre para posarla sobre su pierna. Me mira con
gratitud y luego nos vamos.
Es una casa estilo campestre con una valla blanca, y la casa está pintada de
amarillo claro, y tiene acabados en blanco. Es agradable, pero no abiertamente
enorme. Es una casa normal. Una casa perfecta. El interior es igual de
maravilloso, pisos de madera, una cocina nueva, y una chimenea. Es el tipo de
lugar que hubiera elegido yo misma. El patio trasero es espacioso, y hay un
balcón grande en el segundo piso, presumiblemente el dormitorio principal, mi
nuevo dormitorio.
Nick cierra con llave el camión por la noche, y traemos un par de colchones
de aire y sacos de dormir. Los de la mudanza van a descargar mañana, pero Nick
declaró que esta noche es “la noche de estreno de la casa”, y estamos planeando
pedir pizza para la cena. No he pensado en cómo voy a dormir en un colchón de
aire con la pierna rota, pero no me detengo en ello.
Cuando regresamos abajo, no puedo dejar de notar al bajar que Nick tiene
un colchón de aire grande y bolsas de dormir colocadas en el dormitorio principal
y dos almohadas. Nunca he dormido con Nick antes, así que es un poco
emocionante.
Él vuelve a bajar las escaleras, dos a la vez, igual que yo. Bueno, antes del
accidente. Ahora cojeo por todas partes.
Bueno, eso y el hecho de que Cecelia fue una total entrometida. Pero
gracias a Dios que lo fue, o sino no estaría aquí, sentada en el suelo con este
hombre guapo, comiendo pizza en nuestra nueva casa, y sintiéndome tan
jodidamente viva y afortunada a pesar de todo. La vida es bastante buena.
Me inclino hacia atrás sobre mis brazos, y veo a Nick mientras se levanta
para poner la pizza en la cocina. Ni siquiera tenemos nevera o una papelera, así
que no tengo ni idea de lo que le lleva tanto tiempo.
—Dame un minuto —dice, y lo oigo hacer ruido por ahí. Creo que oigo el
clic de un encendedor, pero no estoy segura.
—¿Qué podrías estar haciendo? No sacamos nada excepto pijamas y
nuestros cepillos de dientes.
Me rio.
Extiende la manta y luego las velas. Pone las tazas y viene a sentarse a mi
lado.
Antes de que pueda decir o hacer algo, se inclina y me besa fuerte. Tengo
que dejar de gemir en voz alta mientras su mano atrae mi rostro más cerca del
suyo y se enreda en mi cabello.
—No pienso usar mi pierna izquierda, así que sí, estaré bien.
Él sonríe y se levanta.
—Qué tal si te dejo saber si no estoy bien. —Sonríe cuando lo dice, y rozo
mis labios contra los suyos—. Nick —gime, y ese gemido me mata, me destroza,
en pedacitos pequeños. No estoy seguro que alguna vez quiera volver a estar
completo.
—Por amor a Dios, Nick, estoy bien. Me electrifica cada vez que tocas mi
piel en ciertos lugares. Siento que estoy en llamas.
Sé que está cerca, porque me aferra el cabello y mueve sus caderas hacia
arriba y hacia mi boca.
—Nick, Nick, Nick —dice una y otra vez. Nunca pensé que me gustaría
tanto el sonido de mi nombre.
Justo cuando doblo los dedos con ligereza, grita y se remueve contra mí.
Continúo mi ritmo, y luego lo ralentizo cuando suelta un enorme soplo de aire.
Lentamente saco mis dedos, y después de un último movimiento de mi lengua,
la miro.
—Tu turno —dice, y esas dos palabras son mis dos palabras favoritas que
jamás se pronunciarán en mi vida.
—Evi —digo a regañadientes—. Cuando estés mejor. Va a ser difícil… —
No puedo continuar, pero me imagino que lo que tiene en mente será difícil con
su rotula—. Por mucho que quiera, tenemos que ser cuidadosos esta noche.
¿Bueno?
Mentí. Pensé que el sentimiento justo antes de tener sexo con Evianna era
el sentimiento más grande. Pero, en realidad tener sexo con ella, es el sentimiento
más grande nunca.
Estoy apoyado ligeramente para que mi peso no esté sobre ella, su costilla
todavía está sanando, y estoy tratando de ser lo más suave posible, pero es difícil
cuando todo lo que quiero hacer es lanzar sus piernas sobre mis hombros y
follarla sin sentido.
Miro hacia abajo justo cuando los dos nos liberamos, y los dos gritamos en
voz alta mientras las olas de placer se abren paso desde ella, hacia mí y hacia ella.
Estamos compartiendo esto juntos, y nuestras miradas se sostienen todo el
tiempo. No estoy seguro si alguna vez he sentido esta conexión con nadie.
—¿En serio?
—¿Qué?
La gente comienza a pararse para irse, y espero que nuestra fila sea
despachada. Camino ininterrumpidamente, usando mi vientre como punto de
direccionamiento. Desafortunadamente, estar embarazada con un traje de
graduación no es lindo, sólo me hace ver inmensa.
Cuando el sol comienza a bajar en el césped verde, siento que mis ojos
comienzan a decaer. Puede que haya podido quedarme despierta hasta hace un
año, pero ahora que estoy llevando a otro ser humano, apenas puedo llegar a las
nueve de la noche.
Nick me lleva hacia Bria, y la recojo en mis brazos, lo cual es una tarea
difícil. Ella me abraza cariñosamente, y regresamos a nuestro auto. Nick me
sostiene la mano mientras conducimos por el campus y hacia Portland, hacia
nuestra casa. Apenas estoy despierta cuando pongo a Bria en la cama y me dirijo
al dormitorio.
Estoy dormida antes incluso de registrar qué hora es.
—Shh, está bien, cariño. Solo respira. —Él comienza a frotarme la espalda,
y unos minutos después, otra llega.
—Lo sé. Está bien. Todo estará bien. Vamos a esperar por unos minutos.
Llamaré a Cecelia.
—¡Nick! —grito.
—¿Evi? ¿Ya viene el bebé? —pregunta Bria de manera soñolienta. Veo que
Nick se mueve hacia el armario y empieza a empacar una bolsa de hospital para
nosotros.
Cuando siento que decae, los ojos de Bria están abiertos con miedo.
—¿Es eso normal? —pregunta, claramente horrorizada.
—Nick —le digo con urgencia. Siento un chorro de líquido entre mis
piernas—. Acabo de romper fuente.
Adentro y afuera.
Adentro y afuera.
Nick abre la puerta mientras ella se apresura a entrar, y corre hacia mí,
tirando de mí hacia un apretado abrazo.
—No puedo esperar a conocerlo —dice, sus ojos brillando. Frank falleció
el año pasado, y como consecuencia, Cecelia se mudó justo al final de la calle. Me
encanta tenerla cerca.
Bria se acerca a mí, y aunque estoy segura que otra contracción llegará
pronto, la levanto hacia mí. Ella tiene casi ocho años, pero no puedo evitar amar
cargarla en mis brazos.
—Nos vemos pronto, nena. Puedes venir a conocer a tu hermano muy
pronto.
Nick está tranquilo junto a mí, y aunque hemos estado casados durante
dos años, estoy segura que estar aquí, viéndome dar a luz a nuestro hijo es un
poco extraño para él. Extiendo la mano y aprieto la suya, y él me da una sonrisa
impresionante. Su sonrisa aún hace que mi corazón tamborilee.
—Nick…
—Shh —dice—. Enfócate en dar a luz a nuestro hijo. Sólo quería que
supieras que eres increíble.
Es hora.
No pasa nada.
Nuestro hijo.
—Un último gran empuje, Evianna —grita el doctor—. Su cabeza está casi
fuera. Tiene cabello castaño, igual que su padre.
—Oh, Dios mío —dice Nick, sus ojos llenándose de lágrimas—. Evi, es
hermoso.
Miro a mi bebé, nuestro hijo, y mi corazón se llena con algo que nunca
había sentido antes. Es como si mi alma fuera una, y ahora son dos. Este bebé es
mío, nuestro, y nunca he sido más feliz. Instintivamente extiendo mis brazos, y
el doctor lo coloca en mi pecho.
—No creo que alguna vez hayas estado más bella —dice. En vez de
responder con un comentario sarcástico, sólo sonrío y miro a nuestro bebé. Las
lágrimas fluyen… y fluyen, y fluyen. El médico me dice que se está
amamantando con éxito, y escucho algo acerca de un consultor de lactancia. Una
vez que ha terminado, cortan el cordón y se lo llevan para lavarlo y asegurarse
de que todo está bien.
—Es perfecto —el doctor murmura, poniéndolo en los brazos de Nick. Veo
a Nick balancearlo de un lado a otro—. Seis libras, tres onzas. 45 centímetros de
largo. Llego un poco anticipado, pero está perfectamente sano.
El doctor se va, y Nick y yo estamos solos con nuestro nuevo hijo. Miro a
Nick, y la adoración es muy evidente en su rostro. Podría llorar para siempre de
felicidad.
—¿Franklin?
—Por Frank…
Lo hice.
Fin
Créditos
Moderación:
Genevieve
Traducción:
Addictedread Genevieve
âmenoire Magnie
Brisamar58 Smile.8
Caami VckyFer
Flochi ZoeAngelikal
Corrección y revisión:
Genevieve
Diseño:
Genevieve