El Quijote

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Autor:Miguel de Cervantes

Titulo Don Quijote


Adaptacin, notas y actividades Agustn Snchez Aguilar
Editorial VICENS VIVES.

Capitulo 1 Un caballero en busca de aventuras

En un lugar de la Mancha vivi un hidalgo1 alto y seco de carnes que


rondaba los cincuenta aos y tena fama de hombre bueno. Cuentan que se
llamaba Alonso Quijano y que llevaba una vida modesta y sin lujos, aunque
en su casa nunca falt la comida ni unas buenas calzas de terciopelo que
lucir los das de fiesta. Don Alonso viva con una criada que pasaba de los
cuarenta aos y con una sobrina que no llegaba a los veinte, y era un
hombre madrugador y amigo de la caza que haba trabado una estrecha
amistad con el cura y el barbero de su aldea. Por su condicin de hidalgo,
apenas tena obligaciones, as que dedicaba sus muchas horas de ocio a
leer libros de caballeras. Y tanto se aficion a las historias de gigantes y
batallas, caballeros andantes y princesas cautivas, que lleg a vender buena
parte de sus tierras para comprar libros y ms libros. De da y de noche, don
Alonso no haca otra cosa ms que leer. Por culpa de los libros, abandon la
caza y descuid su hacienda2 , hasta que a fuerza de tanto leer y tan poco
dormir, se le sec el cerebro y se volvi loco. A veces soltaba de golpe el
libro que tena entre manos, blanda con fuerza su vieja espada y empezaba
a acuchillar las paredes como si se estuviera defendiendo de una legin de
fieros gigantes. Se haba convencido de que todo lo que contaban sus libros
era verdad, y as fue como se le ocurri el mayor disparate que haya
pensado nadie en el mundo: decidi hacerse caballero andante y echarse a
los caminos en busca de aventuras. Me llamar don Quijote de la Mancha,
se dijo. Batallar contra gigantes y malandrines3 , defender a los
hurfanos y a las viudas y me har famoso con
mis hazaas. De modo que un da de julio al amanecer se puso una
armadura de sus bisabuelos, mont a lomos de su caballo y se escap por la
puerta trasera de su casa, decidido a probar su valenta en mil y una
aventuras. Llevaba una lanza y una espada que haban criado polvo en un
rincn durante muchos aos, y lo primero que hizo al salir de su aldea fue
pensar en su amada Dulcinea del Toboso. Seguro que estar bordando mi
nombre con hilos de oro, se dijo. Y es que, como todos los caballeros
andantes amaban a una princesa, don Quijote se haba buscado una dama a
la que adorar y servir. Tras darle muchas vueltas al asunto, haba elegido a
una moza labradora del pueblo del Toboso de la que haba estado
enamorado en otro tiempo. Se llamaba Aldonza Lorenzo, tena sobre el labio
un lunar que pareca un bigote y poda tumbar a un puerco con una sola
mano, pero don Quijote le haba dado el nombre principesco de Dulcinea y

se la imaginaba como una dama criada entre algodones, con los cabellos
rubios como el oro y con la piel ms blanca que el marfil.

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