Plutarco
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RESUMEN
Las Vidas de Alejandro y Csar de Plutarco contienen una comparacin
agonal entre ambos hegemnes a partir de los relatos heroicos que stos
consideran paradigmticos y que justifican sus acciones: Alejandro lee las
hazaas de Aquiles (Alex. 8; 26) y Csar lee las hazaas del propio
Alejandro (Caes. 11). Esta cualidad lectora de los hroes toma un sesgo
marcadamente libresco en dos pasajes de sus biografas, ligados a la
ciudad de Alejandra. El primero es la fundacin de la capital helenstica
por Alejandro (Alex. 26). El segundo es el sitio de Csar a esta ciudad,
cuando ocurre el incendio que consume la Gran Biblioteca (Caes. 49). Este
trabajo analiza cmo, en las Vidas, la ciudad egipcia concentra un legado
del libro-paideia, que conduce de Homero a Alejandro y de ste a Csar
como un bastin de integracin cultural, no exento de tensiones, en el
sincrtico y agonal mundo grecorromano.
ABSTRACT
The Plutarch's Lives of Alexander and Caesar presents an agonal comparison
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PALABRAS CLAVE:
Plutarco- Vidas- Alejandro- Csar- Alejandra- Libro.
KEYWORDS:
Plutarch- Lives- Alexander- Caesar- Alexandria- Book.
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acerca del sitio real de la tumba y del lugar donde permaneci el cuerpo del
macedonio.7
Aunque las razones concretas del establecimiento de la ciudad no son
explicitadas en las fuentes antiguas, se especula que la eleccin del enclave
geogrfico se debi a su favorable conexin con el mar. Tal ubicacin convirti a
Alejandra en el primer puerto que dominaba estratgicamente el intercambio
del comercio y de las comunicaciones entre el Mediterrneo oriental y
occidental. Significativamente, ninguna de estas causas de orden ms
pragmtico son mencionadas por Plutarco. Al contrario, si se cotejan los relatos
en torno a la fundacin de la ciudad en fuentes griegas y latinas, ya sean
historiogrficas o novelsticas,8 se advierte que la versin dada por nuestro
autor es decididamente libresca, en el sentido concreto y simblico del trmino.
No obstante, el sesgo biblifilo que subyace en el pargrafo 26, donde se
narra los hechos de Alejandro en Egipto, no es ocasional sino que revela su
coherencia con la estructura total de la biografa. Por ejemplo, pasados los
primeros pargrafos, cuando se alude a la instruccin del joven Alejandro por
Aristteles (Alex. 8), Plutarco describe la disposicin al conocimiento del
macedonio
definindolo
como
fillogos
ka
filomaths
ka
filanagnstes
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en cambio, pone en boca del hroe una alusin intertextual a Ilada.IX: incorpora
al bos de Alejandro el pos homrico, en una lnea de continuidad de accin.
Debe notarse, adems, que aqu Plutarco no cita ninguna fuente directa
especfica, y que este hecho no aparece en las dems versiones existentes. Puede
conjeturarse, incluso, que se trata de uno de esos detalles que el queronense
libremente incorpora a la biografa para darle mayor credibilidad o vehemencia
a los hechos (Wiseman, 1993; Pelling, 2002). No obstante, sea o no un anexo de
mano de nuestro autor, la estrategia y el tratamiento dado suscitan varias
respuestas posibles. Si ya en poca arcaica, Soln adverta acerca de las ficciones
de los poetas,13 en el mundo grecorromano, Homero ya es reconocido
decididamente como el primer y gran maestro de la palabra de invencin.
Plutarco, sin embargo, hace que su personaje tenga una interpretacin literal del
mundo y tome los hechos poticos al pie de la letra. Incluso el propio autor
parece no poner en duda ni desacreditar la intencin de Alejandro de buscar en
Troya la lira de Aquiles. Qu significa este crdito a las intenciones del hroe?
Una respuesta es que el queronense intenta retratar, una vez ms, la particular
disposicin de Alejandro a asimilarse con el hroe aqueo y a considerar su
tiempo histrico en continuidad directa con el mtico de aquel. Otra
interpretacin es que Plutarco compone esta versin con un matiz
deliberadamente literario-textual porque busca fundir, en un mismo plano,
paidea potica y bos. El procedimiento, sin duda, va ms all de la comparacin
de un personaje biografiado con un hroe mtico, estrategia usual en la vertiente
encomistica que alimenta la biografa imperial.
En la visin plutarquea, Alejandro no se instruye solamente en la paidea sino
que la vive y acta en consecuencia con ella. La incidencia de los gneros
poticos en la narracin biogrfica es un recurso frecuente en Plutarco: muchas
de las acciones de sus personajes tienen, directa o indirectamente, resonancias
13 . (21D) [...mucho falsean los poetas] (Ferrat, 1968: 84s).
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literarias que son significativas para la comprensin del thos de esos hombres.14
En el caso de Alejandro, tal como lo ha demostrado Mossman (1988), el autor
hace explcito el gusto del hroe por la lectura de la pica, la tragedia y los
ditirambos, precisamente los gneros cuyos modelos influyen ms claramente
en la construccin del thos del rey y su intempestivo thyms (mpetu, arrojo)
en el bos plutarqueo.15
sta estrategia recurrente cobra una significacin ms decisiva en el relato de
la fundacin de Alejandra (Alex. 26). El la versin de Plutarco, el rey macedonio
llega a Egipto despus de sitiar Tiro y Gaza. Ahora bien, el comienzo del nuevo
pargrafo cuenta la siguiente ancdota:
Habindole presentado una arquilla que pareci la cosa ms preciosa y
rara de todas a los que reciban las joyas y dems equipajes de Daro,
pregunt a sus amigos qu sera lo ms preciado y curioso que podra
guardarse en ella. Respondieron unos una cosa y otros otra, y l dijo que en
ella iba a colocar y tener defendida la Ilada, de lo que dan testimonios
muchos escritores fidedignos. Y si es verdad lo que dicen los alejandrinos
sobre la fe de Heraclides, no le fue Homero ocioso ni dej de pagar su
escote en aquella campaa, pues refieren que, apoderado de Egipto, quiso
edificar en l una ciudad griega, capaz y populosa, a la que impusiera su
nombre, y que ya casi tena medido y circunvalado el sitio segn la idea de
los arquitectos, cuando, quedndose dormido a la noche siguiente, tuvo
una visin maravillosa: parecile que un varn de cabello cano y venerable
aspecto, puesto a su lado, le recit estos versos: En un undoso y resonante
14 Acerca de la influencia de los modelos literarios en el relato de las Vidas Paralelas, remitimos a
un trabajo anterior donde hemos indagado en la confluencia de la histora y el pthos en las Vidas
de Nicias y Craso (Chialva, 2010). Tambin Mossman (1988) proporciona una extensa lista de
personajes biografiados por el queronense que dan cuenta de este procedimiento narrativo.
15 ' , ,
, . (Plutarco Alex.
8.3.1-4.1) [No poda procurarse otros libros en el interior del Asia, por lo que dio orden a
Hrpalo para que se los enviase; y le envi los libros de Filisto, muchas copias de las tragedias
de Eurpides, de Sfocles y de Esquilo, y los ditirambos de Teleste y de Filxeno.] (Ranz
Romanillos, 1971: 34) El gusto de Alejandro por la lectura en los momentos de descanso aparece
reiterado en Alex. 23.3.1-4.1: ,
. [Cuando no tena que hacer se levantaba, y lo primero era
sacrificar a los dioses y tomar el desayuno sentado; despus pasaba el da en cazar, o en resolver
algn asunto militar o en despachar los juicios o en leer.] (Ranz Romanillos, 1971: 51).
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momentos en que est ocioso (schol... Alex. 23. 3.1; Caes. 11.5.1), y lee,
precisamente, las historias en torno a Alejandro (Caes. 11).20 Ms all del hombre
de accin que definitivamente es Csar, Plutarco se ocupa de manifestar el lazo
de admiracin y rivalidad que aquel estableca con el propio Alejandro, del cual
era seguidor, incluso, en el ejercicio de la lectura y en su aficin a los libros. No
es casual, que en la versin literaria que siempre modela nuestro bigrafo, Csar
llora al leer las historias sobre Alejandro, mientras que en la versin de
Suetonio, Csar llora al ver una estatua del rey (I.7.1). 21 Esa visin helenstica del
general romano, creada por Plutarco, sigue una lnea de continuidad que
proviene de la pica, de los hroes que cantan o, en el caso de las biografas
plutarqueas, leen relatos de hazaas de hroes para emular sus actos. Plutarco
parece as deslizar en sus biografas, sobre personajes y hechos pasados, la
proyeccin hacia su propio tiempo, que l concibe como helenstico imperial.
En virtud de esa condicin lectora filohelnica es que Alejandro perdona a
los descendientes de Pndaro en el castigo de los habitantes de Tebas (Alex. 11) y
Csar da libertad a los de Cnido en honor a Teopompo (Caes. 48). No obstante,
dicha herencia y continuidad de la paidea griega no est excenta de quiebres y
reformulaciones. En el pargrafo 49 se narra el incendio de la Gran Biblioteca y
el rescate de los bibldia (libros, escritos):
20
,
,
,
(Plutarco Caes. 11.5.1-6.5) [Del mismo modo se cuenta que en otra ocasin, hallndose
desocupado en Espaa, lea un escrito sobre las cosas de Alejandro, y que se qued pensativo
largo rato, llegando hasta derramar lgrimas; y como se admirasen los amigos de lo que podra
ser, les dijo: Pues no os parece digno de pesar el que Alejandro de esta edad reinase ya sobre
tantos pueblos, y que yo no haya hecho todava nada digno de memoria?.] (Ranz Romanillos,
1971: 123)
21 La diferencia de esta ancdota en ambos boi radica, tambin, en el momento en el cual cada
uno ubica el episodio citado: mientras Plutarco lo remite a la poca de la pretura de Csar,
Suetonio lo ubica en la poca de la cuestura. Segn Agudo Cubas (1995: 21), es esta ltima fecha
la ms acertada, ya que en ese perodo Csar tena aproximadamente la misma edad de
Alejandro despus de sus conquistas.
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