Enid Blyton - Los Cinco 03 - Los Cinco Se Escapan
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LOS CINCO
Enid Blyton
INDICE
CAPITULO I
CAPTULO II
CAPTULO III
UN DESAGRADABLE TROPIEZO.................................................. 21
CAPITULO IV
UN PEQUEO TRASTORNO......................................................... 27
CAPTULO V
EN LA MEDIANOCHE .................................................................... 33
CAPTULO VI
CAPITULO VII
BUENAS NOTICIAS......................................................................... 45
CAPITULO X
CAPTULO XI
CAPITULO XII
CAPITULO XVI
CAPTULO XX
CAPTULO XXI
CAPITULO I
VACACIONES DE VERANO
-Jorge, querida, sintate y ponte a hacer algo -dijo la seora Kirrin-. No haces ms
que ir de un lado para otro con Tim, entrando y saliendo a cada momento, y yo quiero
descansar un poco.
-Lo siento, mam -dijo Jorgina cogiendo a Tim por el collar-. Pero es que me
siento muy sola sin los otros. Oh, qu ganas tengo de que llegue maana! He estado
sin ellos tres semanas enteras.
Jorgina estaba interna en un colegio con su prima Ana, y al llegar las vacaciones,
ella, Ana y los dos hermanos de sta, Julin y Dick, se juntaban y lo pasaban muy
bien. Ahora estaban en las vacaciones de verano y ya haban transcurrido tres
semanas desde que empezaron. Ana, Dick y Julin haban ido de viaje con sus
padres y Jorgina no haba podido acompaarlos porque su padre y su madre la
haban querido tener con ellos.
Al da siguiente iban a llegar los primos de Jorgina para pasar juntos el resto de
las vacaciones en la vieja casa de sta, "Villa Kirrin".
-Qu bien cuando estemos todos juntos! -dijo Jorge (como siempre se la llamaba) a
Tim, su perro-. Ser estupendo, Tim. No te parece?
-Guau -ladr Tim lamindole a su amita la desnuda rodilla.
Jorge iba vestida como de costumbre, o sea exactamente igual que un muchacho, con
shorts y jersey. Siempre haba querido ser un nio y no contestaba nunca cuando la
llamaban Jorgina. Por eso todo el mundo la llamaba Jorge. Haba echado mucho de
menos a sus primos durante las primeras semanas de las vacaciones de verano.
-Y pensar que antes me gustaba tanto estar sola -dijo Jorge a Tim, el cual
siempre pareca entender todo lo que su amita le deca-. Pero ahora comprendo que
era una tonta. Es mucho mejor tratar con otros y compartir los juegos y tener
amigos.
Tim golpe el suelo con el rabo. l tambin se senta muy feliz en compaa de
los otros chicos. Estaba deseando volver a ver a Julin, Dick y Ana.
Jorge llev a Tim a la playa. Hizo visera con la mano para resguardar sus ojos del
sol y empez a mirar la baha. A su entrada y justamente en medio, casi pareciendo un
centinela, haba una pequea y rocosa isla en cuya parte ms alta se destacaba un
antiguo y ruinoso castillo.
-Bien, este verano visitaremos otra vez la isla Kirrin -dijo Jorge suavemente-. No
he podido ir all todava porque mi bote lo estn arreglando, pero pronto estar
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dispuesto y entonces ir. Y volver a registrar el castillo por todos sitios. Oh, Tim,
te acuerdas de la magnfica aventura que tuvimos el verano anterior?
Tim lo recordaba perfectamente bien, porque l mismo haba participado en la
fascinante aventura. Haba estado abajo, en los stanos del castillo, con los otros;
haba ayudado a encontrar all un tesoro y lo haba pasado en grande con los cuatro
chicos que l amaba. Dio un pequeo ladrido.
-Ests recordando, verdad, Tim? -dijo Jorge, acaricindolo-. No crees que ser
magnfico volver a la isla otra vez? Y volver a meterse en los stanos? Y, oh, te
acuerdas cmo Dick se meti por aquel oscuro pozo para rescatarnos?
Era emocionante ir recordando todas las cosas que haban ocurrido el ao
anterior. A Jorge le pareca el da enormemente largo. Al da siguiente iban a llegar
sus primos.
"Le pedir permiso a mam para que nos deje ir a la isla y vivir all durante una
semana -pens Jorge-. Ser la cosa ms fantstica que podamos hacer este verano.
Vivir en mi propia isla!"
La isla era propiedad de Jorge. En realidad perteneca a su madre, pero ella haba
dicho, dos o tres aos atrs, que cuando Jorge fuera mayor se la regalara, y desde
entonces Jorge la consideraba como suya. Tambin consideraba suyos todos los
conejos que vivan en la isla, as como los pjaros salvajes y toda clase de animales.
"Le dir que iremos a pasar una semana en la isla, cuando vengan mis primos pens excitadamente-. Nos llevaremos la comida y las dems cosas y viviremos all por
nuestra cuenta. Nos sentiremos como Robinson Crusoe."
Al da siguiente fue a buscar a sus primos, conduciendo ella misma el caballito que
tiraba de la tartana. Su madre haba querido ir tambin, pero deca que no se
encontraba muy bien: Jorge estaba por ese motivo algo intranquila. ltimamente su
madre deca con frecuencia que no se encontraba bien. Tal vez se tratara del fuerte
calor veraniego. El tiempo haba sido muy caluroso los ltimos das. Da tras da el
cielo se haba mostrado de un azul intenso, limpio de nubes y con fuerte sol. A
Jorge se le haba puesto la piel muy morena y sus ojos resultaban sorprendentemente
azules enmarcados por su quemado rostro. Llevaba el pelo tan corto como de
costumbre y realmente resultaba difcil saber si era chico o chica.
El tren lleg. Tres manos se agitaban frenticamente tras una ventanilla y Jorge
lanz una exclamacin de alegra al reconocer a sus primos.
-Julin! Dick! Ana! Por fin habis llegado!
Los tres chicos salieron precipitadamente del vagn. Julin llam a un mozo.
Nuestros equipajes estn en el vagn. Hola, Jorge, cmo ests? Caramba, qu
morena te has puesto.
Todos ellos estaban morenos. Todos haban cumplido un ao ms desde que
tuvieron la fantstica aventura en la isla Kirrin. La misma Ana, la ms pequea de
todos, no pareca ya tan nia ahora. Fue corriendo hacia Jorge para abrazarla y luego se
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agach junto a Tim, el cual estaba totalmente loco de alegra de volver a ver a sus
tres amiguitos.
Se arm un terrible alboroto. Todos queran contar sus cosas a la vez y Tim no
paraba de ladrar.
Creamos que el tren nunca iba a llegar!
Oh, Tim, precioso, eres el mismo de siempre.
Guau, guau, guau!
Mam siente mucho no haber podido venir a recogeros tambin.
Jorge, qu morena ests! Me parece que lo vamos a pasar muy bien.
GUAU, GUAU!
Clmate, precioso Tim, y qudate quieto. Has estado a punto de partirme en
dos la corbata. Oh, querido perrazo, qu grande es volverte a ver!
Guau!
El mozo trajo el equipaje, que fue trasladado en seguida a la tartana. Jorge
chasque el ltigo y el paciente caballito empez a andar. Los cinco, dentro de la
pequea tartana, empezaron todos a hablar lo ms alto que podan, sobre todo Tim,
cuya canina voz era profunda y poderosa.
Espero que tu madre no est enferma dijo Julin, que quera mucho a su ta
Fanny. sta era muy buena y gentil y gustaba mucho de que sus sobrinos fueran a
su casa a pasar sus perodos de vacaciones.
Supongo que ser cosa del calor dijo Jorge.
Y to Quintn? dijo Ana. Est bien?
A los tres chicos no les agradaba mucho to Quintn, porque sola tener muy
mal genio, y aunque estaba contento de recibirlos en su casa, en realidad no le
gustaban mucho los nios. Por eso stos siempre se sentan molestos ante l y se
alegraban cuando se alejaba de su presencia.
Pap est muy bien dijo Jorge alegremente. Pero est preocupado por
mam. Apenas le hace caso cuando est buena y contenta, pero cuando est mala
se contrara mucho. Por eso debis ser, por el momento, un poco amables con l. Ya
sabis cmo se pone cuando se enfada.
Los chicos lo saban. Cuando las cosas no le iban bien era mejor mantenerse
alejado del to. Pero eso no quera decir que to Quintn pudiera desanimar a los
chicos aquel da. Estaban en vacaciones; iban a "Villa Kirrin"; estaban junto al mar y
tenan junto a ellos al magnfico Tim y muchas y agradables cosas en perspectiva.
Podremos ir a la isla Kirrin, Jorge? pregunt Ana. Llvanos! No la
hemos visitado desde el verano pasado. El tiempo era malo en el invierno y en las
vacaciones de Pascua. Pero ahora es esplndido.
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Por supuesto que iremos dijo Jorge, brillantes sus azules ojos. Sabis lo que
he pensado? He pensado que sera maravilloso que pasramos all una semana entera
por nuestra cuenta. Ahora somos mayorcitos y estoy segura de que mam nos dejar.
Pasar una semana entera en la isla! grit Ana. Es demasiado bonito para
que sea verdad.
Nuestra isla dijo Jorge, muy contenta. No te acuerdas que promet
repartirla entre los cuatro para que todos fusemos dueos? Pues sigo pensando igual.
La isla es de todos, no ma.
Y Tim? pregunt Ana. No podramos hacerlo a l partcipe en la
propiedad?
Mi parte es la de l dijo Jorge. Tir de las riendas y detuvo el caballito.
Los cuatro contemplaron la azul baha.
All est la isla Kirrin dijo Jorge. Nuestra querida y pequea isla.
Qu trabajo me cuesta no ir a visitarla. Hasta ahora no he podido, porque mi bote
estaba estropeado.
-Pues iremos todos juntos -dijo Dick-. Pienso si los conejitos seguirn tan
domesticados y sumisos como siempre.
-Guau! -ladr Tim al punto. El solo hecho de or la palabra "conejo" le excitaba
considerablemente.
-Desecha tus pensamientos sobre los conejos de Kirrin -dijo Jorge-. Ya sabes que
no te dejaremos que les des caza, Tim.
El can abati el rabo y mir desconsoladamente a Jorge. Era la nica cosa en
que l y su amita no estaban de acuerdo. Tim estaba convencido a ms no poder de
que los conejos eran unas cosas que haban sido creadas para darles caza. Pero Jorge
opinaba todo lo contrario.
-Vamos -dijo Jorge al caballito, sacudindolo con las riendas. El animalito
emprendi el trote con direccin a "Villa Kirrin". Pronto estuvieron en la puerta
principal.
Una mujer de cara avinagrada apareci por una puerta y se dirigi a ayudar a
desembarcar el equipaje. Los chicos no la conocan.
-Quin es sa? -susurraron a Jorge.
-Es la nueva cocinera -contest la aludida-. Juana ha tenido que ir a cuidar a su
madre, que se ha roto una pierna. Entonces mam trajo esta otra cocinera. Se llama
la seora Stick.
-No le cae mal el nombre (Nota del traductor: Stick quiere decir, en ingls, palo,
bastn, garrote) -ri Julin-. En realidad, parece un viejo bastn. No me gustara que
estuviera aqu mucho tiempo. Prefiero que vuelva Juana. Me es ms simptica la obesa
Juana, y adems se porta muy bien con Tim.
-La seora Stick tiene tambin un perro -dijo Jorge-. Es un animal horrible,
una especie de perro sarnoso y mal encarado. Tim no lo puede tragar.
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CAPTULO II
LA FAMILIA STICK
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irritable.
-Ya est bien! Qu es lo que sucede? En mi vida he odo tal escndalo.
Entonces apareci Jorge por la puerta, que cruz rauda como el viento, dispuesta a rescatar
a Tim. Se lanz sobre los dos perros y trat de apartar a Tim. Su padre le grit.
-Ven aqu, t, tontina. No sabes hacer nada mejor que separar a dos perros con las
manos? Dnde est la manga de riego?
Estaba cerca. Julin corri hacia ella, abri la espita y apunt hacia los perros. Al
momento el chorro de agua los oblig a separarse, sorprendidos. Julin vio a Edgar que
estaba cerca y no pudo resistir la tentacin de enfocarlo un momento con la manga. Edgar dio
un grito y desapareci rpidamente.
-Por qu has hecho eso? -pregunt to Quintn, enojado-. Jorge, ata a Tim en seguida.
Seora Stick, no le he dicho que no deje salir al perro de la cocina si no est atado? No
estoy dispuesto a tolerar que vuelvan a pasar cosas como sta. Y el almuerzo? Ya s.
Retrasado, como de costumbre.
La seora Stick desapareci, refunfuando, por la cocina, llevndose consigo a su
remojado perro. Jorge, huraa, at a Tim. ste se sent en su perrera y mir a su amita con
ojos suplicantes.
-Te he dicho que no le hagas el menor caso a ese perro sarnoso -dijo Jorge
severamente-. Ahora ya ves lo que ha ocurrido. Has conseguido que mi padre se ponga de
mal humor para el resto del da, y la seora Stick est tan enfurruada que no querr
hacer ningn pastel para la hora del t.
Tim lanz un gemido y apoy la cabeza contra las patas. Se lami un poco los pelos
con la punta de la lengua. Era bien triste estar atado, pero, de todas formas, haba
conseguido morder un poco las orejas al otro perro.
Poco despus se dirigan todos a almorzar.
-Siento haber soltado a Tim -dijo Julin a Jorge-. Pero es que me daba unos tirones que
estuvo a punto de arrancarme el brazo. Me resultaba imposible retenerlo! Es mucho ms
fuerte que el otro perro, verdad?
-S -dijo Jorge, orgullosa-. Lo es. Se hubiera comido de un bocado al perro de la seora
Stick si lo hubisemos dejado. Y tambin a Edgar.
-Y a la seora Stick -dijo Ana-. A todos. No me gusta ninguno de ellos.
El almuerzo no resultaba muy agradable, porque ta Fanny no estaba all, pero s
to Quintn, y to Quintn, cuando estaba de mal humor, no era una persona muy a
propsito para alegrar el almuerzo. Ri a Jorge y a los otros. Ana casi hubiera
deseado que no hubieran ido a "Villa Kirrin"! Pero su espritu se tranquiliz
cuando pens en el resto del da: seguramente comeran fuera, tal vez en la playa o
quizs en la misma isla Kirrin. To Quintn no iba a estar siempre con ellos
estropendolo todo.
La seora Stick apareci para llevarse los platos y traer la carne de cerdo. Puso
los platos unos encima de otros sobre la mesa, con gran ruido.
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-No es necesario que haga eso -dijo to Quintn, irritable. La seora Stick no dijo
nada. Estaba muy enfadada con to Quintn, por supuesto! Puso silenciosamente el
ltimo plato encima de los dems.
-Qu vais a hacer hoy? -pregunt to Quintn hacia el final del almuerzo.
Empezaba a encontrarse algo ms contento y no le gustaba estar rodeado de
rostros sombros.
-Hemos pensado en ir de excursin -dijo Jorge vidamente-. Le he pedido permiso a
mam y ha dicho que s, con tal que la seora Stick nos prepare unos bocadillos
-Bien. Supongo que no se lo tomar muy a pecho -dijo to Quintn intentando
hacer gracia. Todos sonrieron cortsmente-. Pero podis pedrselo.
Hubo un silencio. A nadie le gustaba la idea de pedir a la seora Stick que hiciera
los bocadillos.
-Cmo me hubiera gustado que no hubiera trado a Stinker -dijo Jorge
lgubremente-. Todo sera mucho ms fcil si l no estuviera aqu.
-Es se el nombre de su hijo? -pregunt to Quintn.
Jorge hizo un gesto.
-Oh, no. Yo me refera al perro. Se llama Tinker, pero yo le llamo Stinker por lo
mal que huele. (Nota del traductor: Stinker en ingls quiere decir hediondo)
-No parece un nombre muy bonito -dijo su padre, entre las risas de los dems.
-No -dijo Jorge-. Pero es un perro muy antiptico.
Al final fue ta Fanny la que consigui de la seora Stick que hiciera los
bocadillos. La seora Stick fue a servir el desayuno a la cama a ta Fanny y entonces
convinieron en lo de los bocadillos, aunque a la cocinera no le hizo gracia.
-Yo no me compromet al principio a trabajar para tres chicos ms -dijo,
huraa.
-Ya le advert que vendran, seora Stick -dijo ta Fanny pacientemente-. Yo no
saba que iba a estar enferma cuando ellos viniesen. Si yo hubiese estado bien
hubiera podido hacer los bocadillos y muchas otras cosas. Solamente le pido que
trabaje lo mejor que pueda hasta que yo me encuentre mejor. Quizs maana est ya
bien. Dejemos que los chicos se diviertan durante una semana y entonces, si todava me
encuentro mal, estoy segura de que le ayudarn a usted un poco en su trabajo. Pero lo
principal es que lo pasen bien durante unos das primero.
Los chicos cogieron sus bocadillos y salieron de la casa. En el camino encontraron a
Edgar, con su acostumbrado aspecto de pillete.
-Por qu no me dejis ir con vosotros? -pregunt-. Dejadme acompaaros a esa
isla. S muchas cosas sobre ella, ya lo creo.
-No, t no sabes nada sobre la isla -dijo Jorge con ojos relampagueantes-. Y yo
no te llevar nunca all. La isla es ma entiendes? Bueno, nuestra. Pertenece a nosotros cuatro y tambin a Tim. Nunca permitiremos que vayas.
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CAPTULO III
UN DESAGRADABLE TROPIEZO
El bote de Jorge estaba casi arreglado, pero no del todo. Le faltaba todava una
capa de pintura. Resultaba muy alegre, porque Jorge haba escogido una reluciente
pintura roja. Los remos estaban tambin pintados de rojo.
-Oh, hay posibilidad de que est terminado esta tarde? -pregunt Jorge al
hombre que arreglaba el bote.
Este movi la cabeza.
-No, Jorge -dijo-. Os llenarais todos de pintura. Estar dispuesto maana, pero no
antes.
A los chicos les haca gracia or que el hombre del bote o el pescador llamasen a
su prima Jorge. Todos los del pueblo saban de qu modo ella anhelaba parecer
un chico. Sus primos conocan tambin qu fiera y orgullosa era, y se decan riendo:
"Bien: todos saben que ella se comporta como un muchacho, y si quiere que la
llamen Jorge en lugar de 'seorita Jorgina', all ella. Bien merecido se lo tiene."
Por eso Jorgina era el "seorito Jorge" y estaba muy orgullosa con sus jerseys y
shorts cuando iba a la playa y remaba tan bien como cualquier pescador y nadaba
mejor que todos sus primos.
-Iremos a la isla maana, entonces -dijo Julin-. Hoy merendaremos en la playa.
Luego daremos un paseo.
Merendaron en la arena, con Tim a su lado, el cual comparta ms de la mitad del
gape. Los bocadillos no estaban muy buenos. El pan era demasiado rancio; no tenan
dentro bastante mantequilla y, en general, estaban duros. Pero eso a Tim le traa sin
cuidado. Engull todos los que pudo, moviendo el rabo tan frenticamente que
echaba arena encima de los chicos.
-Tim, saca el rabo de la arena si quieres moverlo -dijo Julin quitndose arena
de la cabeza por cuarta vez. Tim volvi a mover el rabo con gran fuerza desparramando gran cantidad de arena. Todos rieron.
-Vamos a dar un paseo ahora -dijo Dick-. Mis piernas tienen ganas de hacer
ejercicio. A dnde vamos?
-Podemos ir a la parte ms alta de las rocas, desde donde podemos ver bien la
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est detrs de la isla. Lo que pasa es que no lo podemos ver, eso es todo. Pero
apuesto a que el humo es de un barco. Sabemos que nadie puede ir a la isla, salvo
nosotros. Los dems no conocen el camino.
-Si alguien ha ido a mi isla -empez Jorge, hecha una fiera-, si alguien ha ido
a mi isla, yo... yo... yo...
-T estallars y te convertirs en humo -dijo Dick-. Ahora ya no se ve. Estoy seguro
de que se trataba de un barco que echaba humo.
-Si mi bote estuviera ya arreglado! -dijo Jorge, impaciente-. Esta tarde ir por l.
Estoy dispuesta a llevarme el bote aunque la pintura est hmeda todava.
-No seas idiota! -dijo Julin-. Sabes muy bien qu bronca nos llevaramos si
volviramos a casa con las ropas y las cosas manchadas de rojo. Ten sentido comn,
Jorge.
Jorge olvid la idea. Escudri el horizonte para ver si apareca algn barco de
vapor por uno u otro lado de la isla, dispuesto a entrar en la baha, pero el barco
no apareci.
-Probablemente ha anclado en cualquier sitio -dijo Dick-. Vmonos ya! Es que
vamos a pasarnos el resto del da aqu plantados?
-Creo que lo mejor ser volver a casa -dijo Julin, consultando su reloj de pulsera-.
Es casi la hora del t. Espero que tu madre se haya levantado, Jorge. Es mucho ms
divertido cuando ella est en la mesa.
-Oh, espero que se haya levantado -dijo Jorge-. Vmonos ya. Regresemos.
Mientras regresaban seguan contemplando la isla Kirrin, pero lo nico de
particular que podan ver eran los grajos y las gaviotas inundando el cielo, pero
nada de humo. Seguramente se trataba de un barco.
-De todas formas, maana ir a echar un vistazo -dijo Jorge firmemente-. Si
alguien ha entrado en mi isla, lo echar.
-Nuestra isla -corrigi Dick-. Jorge, quisiera que recordaras que dijiste que la
repartiras entre nosotros.
-S, lo har -dijo Jorge-. Pero no puedo impedir el sentir que todava es ma. Vamos
aprisa! Empiezo a tener hambre.
Por fin llegaron a "Villa Kirrin". Pasaron por el vestbulo y se metieron en el
cuarto de estar. Ante su sorpresa, Edgar estaba all, leyendo uno de los libros de
Julin.
-Qu ests haciendo aqu? -dijo Julin-. Y quin te ha dicho que puedes coger
mi libro?
-No estoy haciendo dao a nadie -dijo Edgar-. Si quiero leer un rato
tranquilamente, no puedo hacerlo?
-Espera a que mi padre regrese y te encuentre aqu -dijo Jorge-. Y si has estado
en su despacho, vers cmo lo sentirs.
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-S, he estado all -dijo Edgar, sorprendido-. He visto esos instrumentos tan
bonitos con los que trabaja.
-Cmo te has atrevido! -exclam Jorge ponindose plida de rabia-. Ni siquiera nos
permiten a nosotros que entremos all. Y, adems, haber tocado sus cosas!
Julin observ a Edgar con curiosidad. No poda imaginar cmo era posible
que el muchacho se hubiera vuelto de pronto tan insolente.
-Dnde est tu padre, Jorge? -pregunt-. Creo que ser mejor que lo llamemos para
que departa un poco con Edgar. Edgar parece que est loco.
-Llamadlo si queris -dijo Edgar, todava recostado en el sof y pasando las hojas
del libro de Julin insolentemente-. l no vendr.
-Por qu lo dices? -pregunt Jorge, asustada de pronto-. Dnde est mi madre?
-Llmala a ella tambin, si quieres -dijo el chico con aire socarrn-. Venga!
Llmala!
Los chicos, de pronto, se sintieron asustados. Qu era lo que quera decir Edgar?
Jorge sali corriendo escaleras arriba hacia el dormitorio de su madre, llamndola a
grandes voces.
-Madre! Madre! Dnde ests?
Pero la cama de su madre estaba vaca. No estaba hecha, pero s vaca. Jorge se
meti en los otros dormitorios, llamando desesperadamente:
-Madre! Madre! Padre! Dnde estis?
Pero no hubo contestacin. Jorge corri escaleras abajo con la cara blanca como el
papel.
Edgar le hizo un gesto.
-Qu te haba dicho? -dijo-. Te dije que podas llamar todo lo que quisieras, que
ellos no vendran.
-Dnde estn? -pregunt Jorge-. Dmelo en seguida!
-A ver si los encuentras -dijo Edgar.
Se oy una sonora bofetada y Edgar se incorpor, guarecindose la mejilla
izquierda con la mano. Jorge lo haba abofeteado con todas sus fuerzas. Edgar
levant la mano para devolverle el bofetn, pero Julin se le encar.
-No pelears con Jorge -dijo-. Es una chica. Si quieres pelea, aqu estoy yo.
-No importa ser una chica -dijo Jorge intentando apartar a Julin-. Voy a pelear
con Edgar y le voy a golpear. Ya vers si no.
Pero Julin la apart a un lado. Edgar empez a acercarse a la puerta, pero all
estaba Dick.
-Un momento -dijo Dick-. Antes de que te vayas, dnde estn nuestros tos?
-Gr-r-r-r-r-r -gru Tim con voz amenazadora, cosa que hizo espantarse a Edgar.
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El perro enseaba sus enormes dientes, con el pelo del cuello erizado, y tena un
aspecto sobrecogedor.
-Coged al perro -dijo Edgar con voz temblona-. Parece que quiere abalanzarse
sobre m.
Julin cogi a Tim por el collar.
-Quieto, Tim! -dijo-. Ahora, Edgar, cuntanos lo que queremos saber, y
cuntanoslo en seguida, o lo vas a pasar mal.
-Bien, no hay mucho que contar -dijo Edgar sin separar la vista de Tim. Mir a
Jorge y sigui-: Tu madre se ha puesto de pronto muy enferma, con terribles dolores;
han llamado al doctor y se la han llevado a una clnica. Y tu padre ha ido con ella.
Eso es todo!
Jorge se sent en el sof, con la cara tan plida que pareca enferma.
-Oh -dijo-. Pobre madre! Ojal no hubiramos salido esta maana. Cmo nos
enteraremos de lo que ha ocurrido?
Edgar haba salido de la habitacin cerrando la puerta tras l. Tim no lo haba
seguido. Se oy tambin un portazo en la cocina. Los chicos quedaron mirndose
unos a otros, con aire abatido. Pobre Jorge! Pobre ta Fanny!
-Seguramente han dejado una nota en cualquier sitio -dijo Julin echando un
vistazo por todo el rededor. Vio una carta puesta en el borde del gran espejo que
haba en la habitacin, dirigida a Jorge. Se la dio a ella. Era del to Quintn.
-Lela rpido -dijo Ana-. Oh, querida, esto es realmente un mal comienzo para
nuestras vacaciones!
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CAPITULO IV
UN PEQUEO TRASTORNO
Jorge ley la carta en voz alta. No era muy larga y a todas luces se vea que se
haba escrito apresuradamente.
Querida Jorge:
Tu madre se ha puesto muy mala. Voy a llevarla a una clnica. No pienso dejarla
hasta que no se encuentre mejor. Esto podr tardar varios das o tal vez una semana. Te
telefonear todos los das a las nueve de la maana para decirte cmo se encuentra. La
seora Stick se cuidar de todos vosotros. Trata de que todo vaya bien hasta que est
de vuelta.
TU PADRE.
-Oh, querida! -exclam Ana viendo qu apenada estaba Jorge. Jorge quera mucho a
su madre, y por una vez aparecieron lgrimas en sus ojos. Jorge nunca lloraba, pero era
terrible volver a casa y encontrarse con que su madre haba tenido que marcharse
porque estaba muy enferma. Y tambin su padre se haba marchado! Slo
quedaban en la casa la seora Stick y Edgar.
-Qu pena me da que mi madre se haya tenido que ir -solloz Jorge, de pronto,
apoyando la cabeza en un cojn-. Ella... ella a lo mejor no vuelve jams.
-No seas tonta, Jorge -dijo Julin sentndose y rodendola con el brazo-. Claro que
volver. Por qu no iba a hacerlo? Ya has visto que tu padre estar slo unos das
con ella hasta que se encuentre mejor, cosa que ocurrir pronto. Animo! No es
propio de ti encontrarte de esa manera.
-Pero ni siquiera les he dicho adis -solloz la pobre Jorge-. Y yo le encargu a mi
madre que convenciera a la seora Stick para que hiciera los bocadillos en lugar de
hacerlo yo. Necesito ir a ver a mam y ver por m misma cmo est.
-No sabes dnde se la han llevado, y aunque lo supieras, seguramente no te
dejaran entrar a verla -dijo Dick-. Vamos a tomar el t. As nos encontraremos
mejor.
-Yo no puedo comer nada -dijo Jorge fieramente. Tim puso la nariz entre sus
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Stick lo de llamar a la polica. Quiz lo que le asustaba era pensar que la polica habra
llamado a to Quintn, y ste hubiera regresado hecho una fiera. A to Quintn le traan sin
cuidado un centenar de seoras Stick!
Volvi con los otros.
-El t lo servirn en seguida. A ver si nos animamos!
Cuando la seora Stick trajo el t no resultaba muy agradable estar sentado a la mesa.
Jorge estaba sofocada por haber llorado. Ana estaba todava trastornada. Dick intent
animarlos a todos contando algunos chistes, pero sonaban tan aburridos que pronto abandon
la empresa. Julin estaba muy serio y ponderado. Pareca una persona mayor. Tim se sent
al lado de Jorge con la cabeza apoyada en su rodilla.
"Cmo me gustara tener un perro que me quisiera tanto", pens Ana. Tim miraba a su
amita con sus pardos ojos en actitud devota. No tena ojos ni odos ms que para Jorge, ahora
que ella estaba triste.
Ninguno saba qu les iban a poner con el t, pero de todos modos era bueno y cuando
terminaron todos se sentan mejor. Nadie quera ir a la playa, por si acaso sonaba el
telfono y dieran noticias del estado de la madre de Jorge. Por eso se sentaron todos en el
jardn, pendientes del telfono.
Desde la cocina lleg una cancin.
Jorgita, Jorgita, pastel y salchicha, se sienta y se pone a llorar, Jorgita, Jorgita...
Julin se levant. Se dirigi a la ventana de la cocina y mir dentro. Edgar estaba all
solo.
-Sal fuera, Edgar! -dijo Julin con voz agria-. Te ensear a cantar otra cancin! Venga!
Sal!
Edgar no se movi.
-Es que no puedo cantar si quiero? -dijo.
-Oh, s -dijo Julin-. Pero no esa cancin. Te voy a ensear otra. Sal!
-No quiero -dijo Edgar-. T quieres pegarme.
-Exacto -dijo Julin-. Pienso que una pequea paliza te sentar mejor que cantar esa
cancin metindote con una chica. Vas a salir? O quieres que entre yo?
-Mam! -llam Edgar sintiendo pnico de repente-. Mam! Dnde ests?
Julin de pronto meti su largo brazo por la ventana de la cocina y cogi por su
larga nariz a Edgar, zarandendolo tan fuerte que Edgar grit, lleno de pnico.
-Djame! Sultame! Me ests haciendo dao! Sultame! Me ests haciendo
dao! Sultame, por Dios!
La seora Stick entr precipitadamente en la cocina. Dio un grito cuando vio lo
que estaba haciendo Julin. Vol hacia l. Julin retir el brazo y qued esperando
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-Es capaz -dijo Julin con voz profunda-. Pienso que lo mejor ser que
tengamos a Tim siempre con nosotros, da y noche, y que slo nosotros le demos
de comer de nuestros propios platos.
Jorge acerc hacia s a Tim, horrorizada ante la idea de que alguien estuviera
dispuesto a envenenarlo. Pero la seora Stick era terrible y muy capaz de hacer una
cosa as pens Jorge. Cmo ansiaba que su padre y su madre volvieran! Era horrible le
estar solos de esa manera.
El telfono son de repente e hizo que todos se levantaran. Tim empez a gruir.
Jorge se meti en casa y cogi el auricular. Oy la voz de su padre y su corazn empez
a latir violentamente.
-Eres t, Jorge? -pregunt su padre-. Estis todos bien? No tuve tiempo de
quedarme para controslo todo.
-Padre, cmo est mam? Dmelo rpido -dijo Jorge.
-No podremos saberlo hasta pasado maana -dijo su padre-. Yo telefonear maana
por la maana y tambin al da siguiente. No puedo regresar hasta que no sepa que
ella est mejor.
-Oh, padre, es terrible estar aqu sin ti y sin mam -dijo la pobre Jorge-. La
seora Stick es horrible.
-Ahora, Jorge -dijo su padre con aire impaciente-, estoy seguro de que vosotros
podris arreglaros solos mientras yo estoy fuera. No me metis ms complicaciones
en la cabeza, que ya tengo bastante con la enfermedad de tu madre.
-Cundo crees que volvers? -pregunt Jorge-. No puedo ir yo a ver a mam?
-No -dijo su padre-. Han dicho que no podr ser hasta dentro de dos semanas.
Yo estar de vuelta tan pronto como pueda. Pero ahora no pienso dejar a tu
madre sola. Ella me necesita. Adis, y que seis todos buenos.
Jorge colg el telfono. Se volvi a los otros.
-No sabrn nada acerca del estado de mam hasta pasado maana -dijo-.
Tenemos que arreglrnoslas solos con la seora Stick hasta que pap vuelva. Y,
Dios mo, a saber cundo volver! No es terrible?
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CAPTULO V
EN LA MEDIANOCHE
La seora Stick estaba aquella noche de muy mal humor y no haba servido
todava la cena. Julin fue a preguntarle sobre el particular, pero encontr cerrada la
puerta de la cocina.
Volvi con los dems con el rostro sombro, porque todos ellos tenan mucho
apetito.
-Ha cerrado la puerta -inform-. Qu mujer ms pesada! No creo que quiera
servirnos esta noche la cena.
-Podemos esperar hasta que se vaya a la cama -dijo Jorge-. Entonces buscaremos a
ver qu podemos encontrar en la despensa.
Se fueron hambrientos a la cama. Julin se puso a escuchar para saber cundo la
cocinera y Edgar se iban a la cama. Cuando oy que suban la escalera y que
cerraban la puerta del dormitorio baj hasta la cocina. Estaba muy oscuro y cuando
iba a encender la luz oy el aliento de alguien que respiraba pesadamente. Quin
podra ser? Acaso Stinker? No. No era ningn perro. Era la respiracin de una
persona. Julin se qued quieto, con la mano en el interruptor de la luz, pasmado y
algo asustado. No poda ser un ladrn, porque los ladrones no se dedican a dormir en
las casas donde entran a robar. No podan tampoco ser la seora Stick ni Edgar.
Entonces, de quin se trataba?
Encendi la luz. La cocina se ilumin completamente y los ojos de Julin se
fijaron en la figura de un hombre pequeo que estaba tendido en el sof. Estaba
durmiendo profundamente, con la boca enteramente abierta.
No tena un aspecto muy agradable. Haca das que no se haba afeitado, y tena
la cara de un negro azulado. Pareca tambin que no se haba lavado desde haca
tiempo, porque tena negras las manos y las uas. Tena el aire desaliado a ms no
poder, lo mismo que Edgar, exactamente.
"A lo mejor es el padre de Edgar -pens Julin-. Qu aspecto! Pobre Edgar,
cmo iba a ser mejor con un padre y una madre as?"
El hombre empez a roncar. Julin no saba qu hacer. Quera acercarse a la
despensa y abrirla, pero por otro lado no quera tener jaleo si se despertaba el
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-Supongo que es porque sabe que tu padre va a telefonear, Jorge -dijo Julin-. Y
quiere portarse bien. Cundo te dijo que telefoneara? A las nueve, verdad? Bien.
Ahora son las ocho y media. Vamos a ir rpidamente a la playa unos minutos.
Fueron todos a la playa, ignorando la presencia de Edgar al pasar por el jardn,
el cual les haca morisquetas de burla. Los chicos no pudieron impedir el pensar que
estaba loco. Al fin y al cabo, no se portaba como un muchacho de la edad de Julin.
Cuando regresaron eran aproximadamente las nueve menos diez.
-Me voy a sentar en el cuarto de estar hasta que suene el telfono -dijo Julin-. No
quiero que el seor Stick lo oiga primero.
Pero, para su infortunio, cuando entraron en la casa oyeron a la seora Stick
hablando por telfono en el vestbulo!
-S, seor -oyeron que deca-, todo est normal. Puedo arreglrmelas sola con los
chicos, aunque a veces hacen cosas molestas. S, seor. Desde luego, seor. Bien, seor,
es una suerte que mi marido est aqu. Le han dado permiso en el barco; as podr
ayudarme en muchas cosas y todo ser ms fcil. No se preocupe por nada, seor, y
no tenga prisa en volver. Yo llevo la casa muy bien.
Jorge entr en la habitacin como una exhalacin, y arranc el auricular de
manos de la seora Stick.
-Padre! Soy yo, Jorge! Cmo est mam? Dmelo, rpido!
-No est peor, Jorge -dijo la voz de su padre-. Pero no podemos saber nada
definitivo hasta maana por la maana. Estoy contento de que la seora Stick me
haya dicho que todo va bien. Estoy muy trastornado y preocupado y es para m un
alivio poderle decir a tu madre que todos estis bien y que todo va bien, y que todo
se desarrolla normalmente en "Villa Kirrin".
-Pero no es as -repuso Jorge alborotadamente-. No es cierto. Todo es horrible.
Pueden los Stick marcharse y dejar que nos las arreglemos nosotros solos?
-Caramba, por supuesto que no -dijo la voz de su padre, con tono sorprendido y
enojado-. Qu es lo que piensas? Espero, Jorge, que sers razonable y te portars
bien. Puedo decirte...
-Habla con l, Julin -dijo Jorge desesperadamente, poniendo el auricular en las
manos de Julin. El muchacho lo aplic a la oreja y empez a hablar con clara voz.
-Buenos das, seor. Soy Julin. Me alegro mucho de que ta Fanny no est peor.
-Lo estar si se entera de que las cosas no van bien en "Villa Kirrin" -dijo to
Quintn con voz exasperada-. No puedes convencer a Jorge para que entre en
razn? Dios mo, es que no puede aguantar a los Stick una semana o dos? Te lo
digo francamente, Julin, no pienso que los Stick se vayan en mi ausencia; yo quiero
que todo est preparado en la casa para cuando vuelva tu ta. Si es que no podis
resistir su compaa, lo mejor que podis hacer es regresar a vuestra casa con
vuestros padres para el resto de las vacaciones. Pero Jorge no ir con vosotros. Ella
debe quedarse en "Villa Kirrin". sta es mi ltima palabra sobre el particular.
-Pero, seor, yo querra decirle que... -empez Julin pensando cul sera la mejor
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CAPTULO VI
JULIN DERROTA A LOS STICK
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-No seas tonta -dijo-. Ya te he dicho que pasaremos el tiempo juntos. Si has
fraguado un plan, nosotros formaremos parte de l. Pero nosotros estaremos aqu
contigo, ocurra lo que ocurra.
-Quedaos si queris -dijo Jorge-. Pero cuando lleve adelante el plan comprenderis
que no os queda ms remedio que dejar esta casa. Vamos, Tim! Vamos a ver si Jim
ya tiene el bote preparado.
-Iremos contigo -dijo Dick, que estaba muy apenado por Jorge. A pesar del aire
retador de su prima, haba podido notar que sta era muy desgraciada. La salud de su
madre la tena muy preocupada. Adems estaba disgustada con su padre y muy
trastornada a causa de que comprenda que sus primos podran dejarse de
preocupaciones y pasarlo bien si regresaban a su casa.
No era un da muy agradable aqul. Jorge se mostraba muy testaruda insistiendo
en que los dems marchasen a su casa y la dejasen a ella sola. Se enfad bastante al
notar que, por su parte, ellos insistan en quedarse.
-Estis estropeando mi plan -dijo al final-. Debis marcharos, realmente debis
marcharos. Os digo que estis estropeando mi plan completamente.
-Bueno, cul es tu plan? -pregunt Julin, impaciente-. No puedo impedir el
tener la sensacin de que t dices que tienes un plan slo para que nos vayamos.
-Yo tengo un plan de verdad -dijo Jorge perdiendo la paciencia-. Sabis de sobra
que no es fingido. Si yo digo que tengo un plan es que lo tengo realmente. Pero no
voy a echarlo a rodar revelndolo. No me preguntis. Es un secreto.
-Yo pienso que en realidad deberas contrnoslo -dijo Dick sintindose ofendido-. Al
fin y al cabo, somos tus mejores amigos, no es as? Y pensamos quedarnos contigo
aqu, hayas hecho un plan o no, incluso aunque te lo echemos por tierra, como
dices. Nos quedaremos contigo.
-No dejar que estropeis mi plan -dijo Jorge con los ojos llameantes-. Estis
contra m lo mismo que los Stick. Oh, Jorge, no digas eso -dijo Ana, casi con lgrimas en los ojos-. No rias con
nosotros. Ya es bastante malo que tengamos que estar riendo a cada momento con
los Stick para que tambin nos peleemos nosotros.
Jorge, de pronto, pareci avergonzada.
-Lo siento -dijo-. Soy una idiota. No quiero pelear. Pero yo s lo que me digo.
Yo llevar adelante mi plan y no os dir en qu consiste, porque en otro caso os
estropear las vacaciones. Por favor, creedme.
-Ser mejor que hoy comamos fuera de casa -dijo Julin levantndose-. Nos
sentiremos mejor hoy fuera de casa. Y voy a ir a arreglarle las cuentas al viejo Stick.
-Eres muy valiente! -dijo Ana, que en aquel momento pensaba que se hubiera
muerto antes que enfrentarse con el seor Stick.
La seora Stick estaba muy antiptica y de mal humor. Por un lado se senta
victoriosa, pero por otro estaba muy enojada por haber notado que le haban
desaparecido el pastel de carne y las tartas de jamn. Su marido estaba explicndole
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-Oh Tim! -dijo-. Eres un perro muy inteligente. No has querido tocar la
comida envenenada, verdad?
-Guau! -ladr Tim con aire decidido.
Stinker oy el ladrido y aplic la nariz junto a la puerta de la cocina.
Jorge lo llam con fuerte voz.
-Stinker, Stinker, ven aqu! Tim no quiere su comida. Puedes tomrtela t. Ven
ac, Stinker, aqu la tienes.
Edgar lleg corriendo detrs de Stinker.
-No le des eso -dijo.
-Por qu no? -pregunt Jorge-. Vamos, Edgar, dime por qu no.
-A l no le gusta la carne cruda -dijo Edgar despus de una pausa-. El slo toma
galletas especiales para perros.
-Eso es mentira! -grit Jorge con los ojos centelleantes-. Yo lo vi ayer comiendo
carne. Aqu, Stinker, ven y cmete esto!
Edgar le arrebat la escudilla a Jorge y ech a correr metindose en la casa. Jorge
quiso perseguirlo, pero Julin, que haba saltado por la ventana cuando Edgar
apareci, la detuvo.
-No, vieja amiga! -dijo-. No vas a conseguir nada. La carne est ahora
probablemente ardiendo en la chimenea de la cocina. De ahora en adelante
nosotros mismos le daremos de comer a Tim con carne que compremos al carnicero
con nuestro propio dinero. No tengas miedo de que haya comido nada de la
escudilla. Es un perro muy inteligente.
-Lo poda haber hecho si hubiera estado hambriento -dijo Jorge, con la cara verde
ahora. Pareca encontrarse enferma-. l no quiso que Stinker comiera de la escudilla
porque la comida estaba envenenada. Es una prueba, verdad?
-Creo que s que lo es -dijo Julin-. Pero no te preocupes, Jorge. A Tim nadie lo
envenenar.
-Podran hacerlo, podran hacerlo -dijo Jorge acariciando a su enorme perro en la
cabeza-. Oh, no puedo soportar este pensamiento, Julin. Realmente no puedo.
-Pues no pienses ms en ello -dijo Julin-. Anda, tmate una galleta.
-Y no piensas que los Stick pueden querer envenenarnos a nosotros tambin? -dijo
Ana, sbitamente asustada, contemplando su galleta y haciendo conjeturas si deba
morderla o no.
-No, tonta. Ellos slo quieren acabar con Tim porque nos guarda muy bien -dijo
Julin-. No te asustes. Slo estaremos con los Stick un da o dos ms y podemos
pasarlo en grande. Ya lo vers!
Pero Julin haba dicho esto slo para confortar a su hermanita. En su fuero interno
estaba muy preocupado. Casi deseaba llevarse a Dick y a Ana a su propia casa.
Pero l saba que Jorge no hubiera querido ir con ellos. Y cmo iban a poder dejarla
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sola con los Stick? Era enteramente imposible. Eran amigos y tenan que permanecer
juntos hasta que ta Fanny y to Quintn regresasen.
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CAPITULO VII
BUENAS NOTICIAS
-No creis que deberamos ir abajo despus de que los Stick se vayan a la
cama, para coger algo de comida? -dijo Dick en vista de que aquella noche no
servan la cena.
Julin no se senta inclinado a ello. No quera enfrentarse de nuevo con el
seor Stick. No porque le tuviera miedo, sino porque se trataba de un asunto muy
desagradable. Estaban en su casa, la comida era de ellos. Por qu tenan que
hurtarla o mendigarla? Era algo ridculo.
-Ven aqu, Tim! -llam Julin. El can dej la compaa de Jorge y fue con
Julin. -T vas a ir conmigo a persuadir a la seora Stick para que nos d las
cosas mejores que haya en la despensa -dijo Julin con una risa burlona.
-Buena idea! -dijo Dick-. Podemos ir todos. -Es mejor que no -dijo Julin-. Yo
solo me las puedo arreglar muy bien.
Baj la escalera y se encamin por el pasillo que daba a la cocina. Baj y anduvo
con tal cautela que nadie en la cocina lo oy hasta que no hubo franqueado la puerta.
Fue entonces cuando Edgar levant la vista y vio a Julin y a Tim.
Edgar se asust ante la vista del enorme perro, que ahora grua fieramente. Se
escondi tras el sof de la cocina mientras contemplaba medrosamente a Tim.
-Qu quieres ahora? -pregunt la seora Stick apagando el transistor.
-Cenar -dijo Julin, sonriente-. Cenar! Las mejores cosas de la despensa, compradas
con el dinero de mi to y cocinadas en la cocina de mi ta, con gas pagado por
ella... s, cenar! Abra la puerta de la despensa y djeme ver qu hay dentro.
-Y que no tiene agallas! -empez el seor Stick con voz asombrada.
-Si quieres puedes llevarte un poco de pan con queso. sta es mi ltima palabra.
-Pues bien, sta no es mi ltima palabra -dijo Julin acercndose a la puerta de la
despensa-. Quieto, Tim! Grue todo lo que quieras, pero no muerdas nada ni a
nadie... todava!
Los gruidos de Tim eran realmente aterradores. El mismo seor Stick se fue al
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CAPITULO VIII
EL PLAN DE JORGE
La seora Stick haba estado escuchando mientras Jorge hablaba por telfono y
se haba enterado de que la madre de Jorge estaba mejor y que su padre no quera regresar hasta que ella pudiese hacerlo, cosa que ocurrira dentro de unos diez das.
Por consecuencia, los Stick tenan diez das para pasarlo en grande. De eso no
caba la menor duda!
Jorge de pronto sinti que el apetito le haba vuelto. Se comi el lomo de cerdo
afanosamente y unt la salsa con el pan. Se tom tres tazas de t y dio por
terminado el desayuno.
-Me siento mejor -dijo.
Ana la cogi por la mano. Estaba tambin muy contenta de la mejora de su ta.
Si no fuera por los terribles Stick, ellos podran pasarlo de lo mejor. Entonces, de repente, Jorge dijo algo que contrari a Julin.
-Bien, ahora que s que mam est mejor podr aguantar a los Stick yo sola
con Tim. Por eso quiero que os marchis a vuestra casa para que pasis sin m el
resto de las vacaciones. Yo aqu lo pienso pasar muy bien.
-Alto ah, Jorge -dijo Julin-. Este asunto est ya resuelto. Hemos tratado antes
sobre l. A m se me ha metido en la cabeza quedarme en esta casa y has de saber
que cuando a m se me mete algo en la cabeza, lo hago, lo mismo que t, Jorge. No me
contrares.
-Bien -dijo Jorge-. Ya os dije que he fraguado un plan y que vosotros no tomis
parte en l. Me temo que acabaris comprendiendo que no os quedar ms remedio
que regresar a vuestra casa, tanto si queris como si no.
-No seas tan misteriosa, Jorge! -exclam Julin, impaciente-. Cul es ese extrao
plan? Es mejor que nos lo cuentes, aunque no formemos parte de l. No tienes confianza en nosotros?
-Desde luego. Pero vosotros me haris callar si os lo cuento -dijo Jorge
huraamente.
-Por eso mismo ser mejor que nos lo cuentes -dijo Julin sintindose incmodo.
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Jorge tena la cabeza muy dura y cuando se empeaba en algo lo haca hasta las
ltimas consecuencias. Y a saber qu es lo que se propona hacer!
Pero Jorge no quiso decir ni una palabra ms. Julin cej en su empeo al final,
pero secretamente decidi no apartar la vista de Jorge. De esta manera su secreto
plan lo tendra que llevar a cabo ante sus ojos.
Pero Jorge no pareca querer llevar a cabo su extrao plan. Se ba otra vez con
los otros, dio un paseo con ellos y hasta rem. No quera ir a la isla Kirrin, por eso
los otros no le importunaron para que los llevase, sobre todo teniendo en cuenta que
ella no quera apartarse de la playa, no fuera a ser que Edgar viniese con un
recado de su padre.
El da era magnfico. Los chicos se haban llevado pastas y frutas, y merendaron
en la playa. A Tim le haban preparado un enorme y jugoso hueso.
-Tengo que ir de tiendas -dijo Jorge hacia la hora del t-. Vosotros podis ir a
la casa y ver si la seora Stick nos piensa preparar el t, y yo entre tanto ir a
comprar unas cuantas cosas.
Julin enderez las orejas al punto. Acaso Jorge los estaba despachando para que
no viesen cmo desarrollaba su plan?
-Yo ir contigo -dijo Julin levantndose-. Dick puede encargarse de la seora
Stick por una vez y llevarse consigo a Tim.
-No, marchaos vosotros -dijo Jorge-. Yo no tardar gran cosa.
Pero Julin estaba decidido a no marcharse. Al final acompaaron a Jorge porque
Dick no quera encararse con la seora Stick sin Julin o Jorge.
Jorge entr en una tiendecita y compr una nueva pila para su linterna. Tambin
pidi dos cajas de cerillas y un bote de alcohol metlico.
-Para qu quieres todo eso? -pregunt Ana.
-Oh, lo necesito -repuso Jorge sin aadir nada ms.
Volvieron todos a "Villa Kirrin". El t estaba preparado en la mesa! La verdad,
no era un t extraordinario, puesto que se compona tan slo de pan, jamn y un
pote de t; pero, de todos modos, resultaba apetecible.
Aquella tarde llovi. Los chicos se sentaron alrededor de la mesa y se pusieron a
jugar a las cartas. Sus corazones estaban alegres ahora que saban que la madre de
Jorge estaba mejor. Hacia la mitad del juego Julin se levant y toc el timbre. Los
otros lo miraron grandemente sorprendidos.
-Por qu has tocado el timbre? -pregunt Jorge, estupefacta.
-Para decirle a la seora Stick que nos traiga algo de cenar -dijo Julin, sonriente.
Pero nadie contest al timbre. Julin lo volvi a tocar una y otra vez.
La puerta de la cocina se abri al final y la seora Stick se dirigi al pasillo, con
un mal humor evidente. Entr luego en el cuarto de estar.
-A ver si dejis de llamar al timbre! -dijo, irritada-. No estoy dispuesta a
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CAPITULO IX
UNA NOCHE EMOCIONANTE
Hubo un silencio slo interrumpido por las olas que se abatan contra la
embarcacin.
Entonces se oy la voz de Jorge en la oscuridad, repentinamente alegre.
-Oh, Julin, de verdad quieres eso? De verdad queris venir conmigo? Yo estaba
asustada porque me iba a llevar una regaina haciendo esto, porque pap dijo que yo
deba permanecer en "Villa Kirrin" hasta que l regresase, y ya sabes cmo odia que
lo desobedezcan. Pero yo pens que si me quedaba all vosotros lo harais tambin, y
yo no quiero que seis desgraciados con esos horribles Stick; por eso decid
marcharme. Y no os dije que vinieseis conmigo para que no os rieran tambin a
vosotros. Nunca pens en pedroslo.
-A veces eres un poco tontuela, sabes, Jorge? -dijo Julin-. Si te has de llevar una
bronca, nos la llevaremos todos nosotros. Estamos unidos en todo. Por supuesto que
iremos contigo; yo tomar toda la responsabilidad de nuestra escapada y le dir a
tu padre que lo hicimos por mi culpa.
-Oh, no, no hagas eso -repuso Jorge rpidamente-. Yo le dir que fue idea ma. Si
hago mal no me importa cargrmelas luego. Ya lo sabes.
-Bueno, no vamos a discutir eso ahora -dijo Julin-. Al fin y al cabo, vamos a estar
una semana o diez das en la isla Kirrin y tendremos todo el tiempo que queramos
para hablar del asunto. Lo que hay que hacer ahora es volver a casa, despertar a
los dems y hablar tranquilamente sobre tu plan. Puedo decirte que has tenido una
idea excelente!
Jorge estaba alegre.
-Me entran ganas de darte un abrazo, Julin! -exclam-. Dnde estn los remos?
Ah, aqu estn. El bote se ha alejado bastante de la orilla.
Rem fuertemente hacia la orilla. Julin salt del bote y lo introdujo en la arena
con la ayuda de Jorge.
Ilumin con su linterna el interior del bote y lanz una exclamacin.
-Vaya, te has trado en esa caja un montn de cosas -dijo-. Pan, jamn,
mantequilla y pertrechos. Cmo te las has arreglado para coger esas cosas sin que la
seora Stick te viera esta noche? Supongo que bajaste a la cocina y lo sacaste de la
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despensa.
-S, as lo hice -dijo Jorge-. Pero no haba nadie en la cocina esta noche. Quizs el
seor Stick ha ido a dormir arriba. O a lo mejor ha vuelto a su barco. De todas
formas, no haba nadie cuando yo entr, ni siquiera Stinker.
-Ser mejor que dejemos las cosas aqu -dijo Julin-, dentro de la caja. Djala
tapada y as nadie sospechar lo que hay dentro. Tenemos que meter muchas ms
cosas para todos nosotros cuando vayamos a vivir a la isla. Caramba, la cosa se
presenta fantsticamente divertida!
Los chicos emprendieron el camino hacia la casa sintindose muy excitados. Julin
se levant los faldones de la bata, porque estaban mojados y le daba fro en las
piernas.
Tim correteaba alrededor, no pareciendo sorprendido en lo ms mnimo de las
cosas que estaban sucediendo.
Cuando llegaron a la casa despertaron a los otros dos, que escucharon
sorprendidos todo lo que haba ocurrido aquella noche. Ana se excit tanto al saber
que todos iban a pasar una temporada en la isla, que empez a dar gritos.
-Oh! Es la cosa ms fantstica que puede ocurrir! Oh! Y pensar...
-Calla! -dijeron tres furiosas voces en voz baja-. Vas a despertar a los Stick!
-Lo siento! -susurr Ana-. Pero, oh, es que es una cosa tan emocionante...
Empezaron a hacer sus planes.
-Si vamos a estar una semana o diez das, tenemos que llevarnos muchas cosas dijo Julin-. La cuestin es sta: podemos conseguir suficiente comida para tanto
tiempo? Aunque vaciemos enteramente la despensa no creo que baste para una
semana siquiera. Nosotros siempre estamos muertos de hambre.
-Julin -dijo Jorge de repente, recordando algo-. Ya s lo que vamos a hacer! Mi
madre tiene en su dormitorio un armario lleno de comestibles. Ella guarda docenas y
docenas de latas de conserva por si en invierno nos hace falta: recuerda que ms de una
vez estuvimos varios das bloqueados por la nieve y no podamos ir al pueblo. Y yo s
dnde mam guarda la llave! No podemos abrir el armario y coger unas cuantas
latas?
-Por supuesto -dijo Julin, encantado-. Creo que ta Fanny no se dar cuenta. Y de
todas formas, podemos hacer una lista de las cosas que cojamos, y si ta Fanny se da
cuenta las reemplazaremos por otras que compremos. Pronto ser mi cumpleaos y
espero tener entonces ms dinero.
-Dnde est la llave? -susurr Dick.
-Vamos al dormitorio de mam y os lo ensear -dijo Jorge-. Espero que no se
la haya llevado.
Pero la madre de Jorge se encontraba muy mal cuando se march y no se acord
para nada de la llave del armario de los comestibles.
Jorge tante el fondo de un cajn del tocador y sac dos o tres llaves enganchadas
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-Creo que ser mejor que no les digamos nada -dijo Julin al final-. Yo
particularmente no me siento inclinado a contarles mentiras deliberadas, y por otro
lado no pienso tampoco decirles la verdad. Ya s lo que tenemos que hacer. Hay un
tren que sale de la estacin a eso de las ocho, que es el nico que podemos coger si
queremos volver a nuestra casa. Buscaremos una gua de ferrocarriles y la dejaremos
abierta en la mesa del cuarto de estar, haciendo ver que pensamos coger un tren, y
nos iremos por detrs de la casa, donde est el pantano, como si nos encaminsemos a
la estacin.
-Oh, s, entonces los Stick se creern que hemos ido a coger el tren para volver a casa
-dijo Ana-. Nunca adivinarn que nos hemos ido a la isla.
-sa es una buena idea -dijo Jorge, complacida-. Pero cmo nos enteraremos
cundo vuelven pap y mam?
-No puedes dejar un recado a alguien de confianza? -pregunt Julin.
Jorge se puso a pensar.
-Quizs a Alf, el pescador -dijo al final-. l me cuid a Tim cuando no me
dejaban tenerlo en casa. S que no nos traicionar.
-Entonces iremos a buscar a Alf antes de marcharnos -dijo Julin-. Ahora ser
mejor que busquemos la gua de ferrocarriles para dejarla abierta sobre la mesa.
Encontraron la gua y subrayaron el rengln donde figuraba la hora de salida del
tren que los Stick deban creer que los chicos haban cogido. Encontraron tambin
varios abrelatas y los guardaron en los bolsillos. Julin cogi tambin dos o tres
cajas de cerillas. Pensaba que las dos que haba comprado Jorge no eran suficientes.
A aquella hora empezaba ya a amanecer y la casa se iluminaba poco a poco por los
rayos del sol.
-Quizs est abierta ya la panadera -dijo Julin-. Podemos ir a ver. Son cerca de
las seis.
Fueron a la panadera. No estaba abierta, pero los nuevos panes estaban ya
hechos. El panadero estaba fuera tomando el sol. Haba hecho los panes por la noche y
los haba preparado para venderlos por la maana. Les hizo seas a los chicos.
-Muy temprano vens -dijo-. Cuntos panes recin hechos queris? Seis! Qu
gracia! Y para qu?
-Para comer -dijo Jorge riendo.
Julin pag y se hicieron con seis enormes panes. Luego fueron a la carnicera.
Tampoco estaba abierta, pero el carnicero estaba barriendo el patio.
-Querra vendernos un hueso grande para Tim, por favor? -pregunt Jorge.
Le vendi uno enorme, que Tim observ vehementemente. Pens que tena
hueso para das!
-Ahora -dijo Julin mientras se encaminaban hacia donde estaba el botemeteremos todas estas cosas dentro del bote, volveremos a casa y haremos ruido para
que los Stick se enteren de que estamos all. Luego iremos al pantano para que se
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C APITULO X
OTRA VEZ LA ISLA KIRRIN!
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-Creo que nadie ha notado nuestra escapada -dijo Julin-. Excepto Alf, el chico
pescador, por supuesto. Dick: nosotros le contamos lo de nuestra salida a la isla,
pero no se lo hemos dicho a nadie ms.
Los chicos haban llamado a casa de Alf cuando iban camino de la caleta. Alf
estaba solo en el corral. Su madre estaba fuera y su padre pescando. Le contaron su
secreto. Alf movi la cabeza y les prometi formalmente no decrselo a nadie.
Evidentemente, estaba muy orgulloso de que depositaran en l su confianza.
-Si mi padre y mi madre vuelven, avsanos -dijo Jorge-. Lleva tu bote lo ms
cerca de la isla que te atrevas y danos una voz. T sabes acercarte a la isla ms que
nadie.
-Lo har -dijo Alf sintiendo deseos de marcharse con los chicos.
-As, pues, ya sabes -dijo Julin, mientras remaba hacia la isla-: si por cualquier
causa nuestros tos regresasen antes de lo previsto, nos enteraramos en seguida y
volveramos a "Villa Kirrin". Pienso que lo hemos planeado todo de lo mejor.
-S, es cierto -dijo Dick. Se volvi de cara a la isla, que estaba ya bastante cerca.
-Pronto llegaremos. No ser mejor que Jorge coja los remos? -propuso Ana.
-S -dijo Jorge-. Hemos llegado al camino difcil, donde hay que sortear las rocas.
Dame los remos, Julin.
Cogi los remos y los dems contemplaron con admiracin con qu destreza iba
sorteando las escarpadas rocas. Era una chica formidable. Podan estar seguros con
ella.
El bote lleg a la pequea caleta. Era una especie de puerto natural rodeado de
rocas y cubierto de arena. Los chicos salieron del bote alegremente y se dispusieron
a meterlo tierra adentro.
-Ms adentro todava -dijo Jorge-. Ya sabis que las tormentas azotan muchas
veces esta caleta y no quisiera que el mar se nos llevara el bote.
Pronto estuvo el bote bien instalado dentro de la arena. Los chicos se sentaron,
jadeando y resoplando.
-Vamos a tomar el desayuno ahora -dijo Julin-. No me veo con nimos de
trasladar todas estas pesadas cosas por el momento. Desayunaremos sobre la arena
caliente.
Cogieron pan recin hecho, jamn y un pote de mermelada. Ana puso los tenedores,
los cuchillos y los platos. Julin abri dos latas de cerveza.
-Un desayuno sencillo -dijo, dejando las latas sobre la arena-. Pero es de lo mejor
para personas que tienen tanta hambre como nosotros.
Se lo comieron todo, salvo un tercio del pan. A Tim le dieron sus galletas y su
hueso. Se comi aqullas rpidamente y en seguida se sent con toda
tranquilidad, dispuesto a roer el sabroso hueso.
-Qu suerte tiene Tim de no tener que molestarse en usar cucharas, tenedores,
cuchillos ni tazas -dijo Ana tendindose de espaldas al sol, porque no tena ganas de
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comer nada ms-. Oh, si siempre vamos a tener unos desayunos tan estupendos en la
isla, casi dira que no quisiera volver nunca a casa.
Tim tena sed. Se incorpor, jadeante, con la lengua fuera, ansiando que su amita
le diese algo para beber. A l no le gustaba la cerveza.
Jorge lo mir perezosamente.
-Oh, Tim, tienes sed? -dijo-. Oh, querido, por ahora siento como si no pudiera
levantarme. Tendrs que esperar unos minutos. Luego ir al bote y te traer agua.
Pero Tim no poda esperar. Se levant y se dirigi a unas rocas cercanas. En una
cavidad descubri un poco de agua de lluvia, que empez a beber afanosamente.
Los otros, al orle beber, se echaron a rer.
-Verdad que es inteligente Tim? -murmur Ana-. A m nunca se me hubiera
ocurrido buscar agua entre las rocas.
Los chicos estaban despiertos desde medianoche, y ahora que haban comido
bien se sentan muy soolientos. Uno a uno se durmieron sobre la clida arena. Tim
los mir estupefacto. No era de noche! Y los chicos estaban durmiendo a pierna
suelta. Bien, bien, todo tiempo es bueno para que un perro se eche tambin a
dormir. Tim fue junto a Jorge, apoy la cabeza entre las patas y se durmi.
El sol estaba muy alto cuando despertaron los chicos. Julin fue el primero en
despertarse. Luego lo hizo Dick, sintindose muy acalorado, porque el sol apretaba
fuerte. Todos se incorporaron, bostezando.
-Dios bendito! -exclam Dick mirndose los brazos-. El sol la ha tomado
conmigo. Esta noche me van a doler terriblemente las quemaduras. Hemos trado
crema Para el sol, Julin?
-No. No habamos previsto eso -dijo Julin-. Animo! Todava tienes que quemarte
mucho ms antes de que acabe el da. El sol va a calentar hoy de lo lindo. No hay ni
una nube en el cielo!
Despertaron a las chicas. Jorge se quit de encima la cabeza de Tim.
-Con esa cabezota tan pesada me produces pesadillas -dijo-. Oh, caramba,
estamos en la isla, verdad? Por un momento haba credo que estaba en la cama en
"Villa Kirrin"!
-Es maravilloso estar aqu por tanto tiempo, solos, con toneladas de buenas cosas
para comer y pudiendo hacer lo que nos d la gana -dijo Ana, muy satisfecha.
-Creo que los Stick se habrn alegrado de nuestra marcha -dijo Dick-. "Cara
Sucia" podr a su antojo meterse en el cuarto de estar y coger los libros.
-Y Stinker podr corretear por toda la casa y meterse en nuestras camas para
descansar sin miedo a que se lo coma Tim -dijo Jorge-. Bien, dejmoslos. Ahora
que hemos huido no me importan nada esas cosas.
Era muy agradable estar sentados en la arena hablando de todas esas cosas. Pero
pronto, Julin, que no poda estar quieto mucho rato una vez despierto, se puso de pie y
se desperez.
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-Aqu est! sta es! -exclam Julin asomndose.- Tendr que encender la
linterna. Las ventanas son aqu muy estrechas y est todo muy oscuro.
Encendi la linterna y los chicos contemplaron el interior de la habitacin donde
pensaban guardar las cosas y dormir.
Jorge profiri una fuerte exclamacin.
-Caramba! No podemos usar esta habitacin! El techo se ha hundido despus
del verano pasado.
As era, en efecto. La linterna de Julin ilumin un montn de piedras
desparramadas por el suelo. Era enteramente imposible usar ahora la vieja habitacin.
En todo caso sera muy peligroso hacerlo, porque a cada momento podan caer ms
piedras.
-Vaya! -dijo Julin-. Qu hacemos ahora? Tenemos que buscar otro sitio donde
guardar las cosas y dormir!
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CAPTULO XI
EN EL VIEJO NAVIO NAUFRAGADO
Era desesperante encontrarse de pronto con los planes deshechos. Los chicos saban
que no haba en el ruinoso castillo ninguna otra habitacin capaz para albergarlos. Y
aunque encontrasen algn refugio al aire libre -porque el tiempo era bueno-, siempre
poda ponerse a llover, o desencadenarse una tormenta.
-Y las tormentas en la isla Kirrin son muy violentas -dijo Julin recordando una o
dos de ellas-. Te acuerdas de la tormenta que sac tu barco del fondo del mar, Jorge?
-Oh, s -dijeron Jorge y Ana juntas. Ana aadi vehementemente:
-Si podemos, vayamos hoy a ver el barco. Tengo muchas, ganas de ver si est
todava incrustado en las rocas, como estaba el ao pasado cuando lo exploramos.
-Primero hemos de pensar en qu sitio vamos a dormir -dijo Julin
firmemente-. No s si te habrs dado cuenta, pero son las tres de la tarde. Hemos
estado horas durmiendo en la arena, supongo que cansados de la otra noche- Lo que
tenemos que hacer es encontrar algn refugio donde guardar las cosas y preparar las
camas.
-Bien, pero donde dormiremos? -dijo Dick-. No hay algn otro sitio en el viejo
castillo.
-Tenemos los stanos debajo -dijo Ana, temblorosa-. Pero yo no quiero ir all.
Est, todo muy oscuro y misterioso.
-Nadie quera dormir en los stanos! -Dick frunci el ceo y se puso a pensar
fuerte. -No podramos guarecernos en el barco? -propuso.
-Podemos ir a ver -dijo Julin-. De cualquier modo, no me resulta muy agradable
vivir en un barco hmedo y podrido, pero si todava est encallado, puede ser que el
sol lo haya secado y entonces podramos llevar all nuestras cosas y preparar las camas.
-Vamos ahora mismo a verlo -dijo Jorge.
Se dirigieron a lo alto de la muralla que circundaba el castillo. Desde all podan
ver perfectamente el barco. ste haba salido a la superficie el ao anterior y se haba
incrustado firmemente entre las rocas.
Llegaron a la muralla y pudieron ver el barco, que no se hallaba en el sitio donde
esperaban encontrarlo.
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-Se ha movido de sitio -dijo Julin, sorprendido-. Est entre esas rocas, ms cerca
de la orilla que antes. Pobre viejo barco! Seguramente las olas han vuelto a abatirse
sobre l este invierno, verdad? Tiene ms apariencia de barco naufragado que el
ltimo verano.
-No creo que nos sea posible dormir en l -dijo Dick-. Est muy estropeado. Lo
que s pienso es que podemos dejar las cosas dentro del barco. Me parece que
podramos llegar a l por aquellas rocas que se le aproximan desde la orilla.
-S, creo que podremos -dijo Jorge-. El ltimo verano tenamos que ir en bote cuando
la marea era baja, pero ahora me parece que podremos llegar andando por las rocas.
-Lo intentaremos dentro de una hora -concluy Julin sintindose excitado-. La
marea habr bajado entonces.
-Vamos entre tanto a echar una ojeada al pozo -propuso Dick, y todos
emprendieron el camino hacia el patio del castillo, donde el verano anterior haban
descubierto un pozo cuyas aguas estaban ms bajas que el nivel del mar.
Los chicos contemplaron el pozo y levantaron la vieja tapa de madera.
-Est ah la escalera de hierro. Yo baj por ella el ao pasado -dijo Dick
asomndose-. Ahora vamos a buscar la entrada de los stanos. Est muy cerca de
aqu.
Encontraron la entrada, pero, ante su sorpresa, montones de piedras haban sido
all acumuladas.
-Quin habr hecho eso? -dijo Jorge frunciendo el ceo-. Nosotros no fuimos!
Alguien ha estado aqu!
-Turistas, supongo -dijo Julin-. Te acuerdas que vimos una columna de humo por
aqu el otro da? Apuesto a que se trataba de turistas. Ya sabes que la historia de la
isla y el castillo y los stanos y el tesoro que encontramos el ao pasado ha aparecido
en muchos peridicos. Supongo que algunos pescadores habrn hecho dinero trayendo
turistas a nuestra isla.
-Cmo se han atrevido? -dijo Jorge fieramente-. Pondr un letrero que diga: "El
que entre aqu ir a la crcel. No quiero extraos en nuestra isla.
-Bueno, no hay que preocuparse mucho por la entrada de los stanos -dijo Julin-.
No creo que ninguno de nosotros quiera meterse all dentro. Mira el pobre Tim!
Est mirando muy tristemente a esos conejos. No es gracioso?
Tim estaba sentado detrs de los chicos, mirando con gran tristeza los conejos que
le rodeaban en el verde suelo del patio. Miraba a los conejos, luego a Jorge y
despus otra vez a los conejos.
-No, Tim -dijo Jorge firmemente-. No cambiar de modo de pensar con lo de los
conejos. T no les dars caza en nuestra isla.
-Supongo que pensar que eres muy injusta con l -dijo Ana-. Al fin y al cabo,
t dijiste que l participara de una cuarta parte de la propiedad de la isla contigo, y
por eso l piensa que puede hacerse con su parte de los conejos.
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Todos rieron. Tim movi la cola y mir esperanzado a Jorge. Iban cruzando el
patio del castillo. De repente Julin se detuvo.
-Mirad! -exclam, sorprendido, sealando algo que haba en el suelo-. Mirad!
Alguien ha estado aqu! Aqu han encendido fuego!
Miraron al sitio del suelo donde indicaba Julin. Haba un montn de ceniza.
Seguramente alguien haba encendido fuego all. Haba tambin en el suelo una colilla
de cigarrillo. No caba la menor duda de que alguien haba estado en la isla!
-Si vienen aqu turistas le dir a Tim que los ataque! -grit Jorge, furiosa-. Este
sitio es de nuestra propiedad y no quiero que venga nadie. Tim, t no puedes dar caza
a los conejos, pero s a todo bicho viviente con dos piernas, excepto nosotros.
Entendido?
Tim empez a mover la cola al punto.
-Guau! -ladr, completamente de acuerdo. Mir por todo el rededor como si
esperase que apareciera alguien a quien dar caza. Pero no apareci nadie.
-Creo que la marea habr bajado ya -dijo Julin-. Vamos a ir a comprobarlo. Si es
as, podemos ir por esas rocas hasta llegar al barco. Es mejor que Ana no venga.
Podra resbalar y caer sobre las rocas.
-Desde luego que ir! -grit Ana, indignada-. Vosotros tambin podis caeros lo
mismo que yo.
-Bueno, ya veremos si la cosa ofrece mucho peligro -dijo Julin.
Emprendieron el camino hacia lo alto de la muralla. Observaron el barco y las
rocas y pudieron ver que stas eran azotadas por las olas muy pocas veces, por lo
que podan dirigirse al barco con relativo poco peligro.
-Si te pones entre Dick y yo, puedes venir con nosotros -dijo Julin-. Pero dejars
que te ayudemos a pasar por los sitios ms difciles y no armars jaleo. No queremos
que caigas y que te lleven las olas.
Bajaron de la muralla y se dirigieron a las resbaladizas rocas que conducan al
barco. La marea haba bajado bastante y ahora era posible llegar hasta el barco
andando por las rocas, cosa que les fue imposible a los chicos el verano anterior.
-Ya hemos llegado! -exclam Julin tocando el casco del barco con la mano.
Resultaba un barco muy grande, ahora que estaban junto a l. Se alzaba majestuoso ante ellos, cubierto de algas marinas y oliendo a cosa hmeda y vieja. El agua
casi le cubra la popa, pero no la proa, que estaba a cubierto del mar incluso
cuando la marea era alta.
-Ha sido zarandeado por las olas este invierno -dijo Jorge contemplando el viejo
navo-. Tiene una porcin de agujeros ms en el casco, verdad? Y ha desaparecido
parte del mstil y del puente. No s cmo nos las arreglaremos para entrar en l.
-He trado una cuerda -dijo Julin deslindose de la cintura, donde la tena
arrollada, una gruesa maroma-. Slo medio minuto para hacer un lazo. Luego
intentar sujetarlo en aquel trozo de palo que sobresale de la cubierta.
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Lanz la cuerda dos o tres veces, pero no pudo enganchar el palo. Jorge se la
arrebat con impaciencia y al primer intento lo enganch. Ella tena mucha
experiencia en hacer cosas por ese estilo y lo haca muchas veces mejor que un chico.
Ana la mir con admiracin.
Jorge trep por la cuerda como un mono y pronto estuvo en la inclinada y
hmeda cubierta. Por poco resbala y cae, pero se agarr a tiempo a un saliente.
Julin ayud a Ana a subir y luego los dos chicos la siguieron.
-Huele horriblemente, verdad? -dijo Ana tapndose la nariz-. Todos los barcos
naufragados huelen de esta manera? Yo no pienso ir a explorar los camarotes
como hicimos el verano pasado. All debe de oler peor todava.
Por tanto, los otros dejaron a Ana sobre la medio podrida cubierta mientras
ellos iban a explorar el interior del buque. Llegaron a los camarotes, que olan muy
mal y estaban llenos de algas. Tambin exploraron el camarote del capitn, que era
el mayor de todos. Pero estaba enteramente claro que all no podran dormir, ni
siquiera dejar las cosas, de tan hmedo y podrido que estaba todo. Julin, en
algn momento, tuvo miedo de taladrar el suelo con el pie.
-Volvamos a cubierta -dijo-. Aqu no podemos seguir. Est todo muy maloliente
y oscuro.
Estaban dirigindose a cubierta cuando oyeron una exclamacin de Ana.
-Caramba! Venid rpido! He encontrado algo!
Echaron a correr todos en direccin a Ana, por la hmeda y resbaladiza
cubierta. Ana estaba en el mismo sitio donde la haban dejado, con los ojos
centelleantes de excitacin. Sealaba con el dedo a la parte opuesta de la cubierta.
-Qu es eso? -pregunt Jorge-. De qu se trata?
-Mirad, eso no estaba all la otra vez que vinimos al barco. Seguro! -dijo Ana,
todava sealando. Los otros miraron hacia donde ella indicaba. Vieron una gran caja
abierta en cuyo interior haba un pequeo cofre negro. Qu cosa ms
extraordinaria!
-Un cofre pequeo y negro! -dijo Julin, sorprendido-. No, esto no estaba ah
antes. Y no hace mucho que lo han trado. Est seco y nuevo! A quin
pertenecer? Y por qu lo habrn trado aqu?
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CAPITULO XII
LA CUEVA ENTRE LAS ROCAS
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cuando venimos a Kirrin. Aqu est todo lleno de aventuras. Esta es la tercera.
-Creo que ser mejor que salgamos del barco -dijo Julin observando cmo volva
la marea-. Vmonos ya, no sea que nos coja la marea alta y tengamos que estarnos
aqu horas y horas. Yo bajar primero por la cuerda. Luego sgueme t, Ana.
Bajaron por la cuerda y pronto estuvieron sobre las rocas. Justo cuando
llegaron a la ms prxima a la isla, Dick se detuvo.
-Qu te pasa? -dijo Jorge-. Sigue adelante!
-No es una cueva aquello que hay en aquella roca lejana? -dijo Dick sealando
con el dedo-. Enteramente lo parece. Si lo es, tendremos un sitio magnfico donde
guardar nuestras cosas y dormir, si es que la marea no la alcanza.
-No hay ninguna cueva en Kirrin -empez a decir Jorge. Pero pronto tuvo que
callarse. Lo que Dick estaba sealando pareca en verdad una cueva. Al fin y al cabo,
Jorge no haba explorado nunca esa parte rocosa de la isla, que estaba muy lejos del
interior y no poda verse desde tierra.
-Iremos a ver -dijo. Cambiaron su direccin y en vez de seguir por el camino de
la ida cruzaron la masa de rocas y se encaminaron hacia un saliente rocoso donde
pareca estar la cueva.
Por fin llegaron. Afiladas rocas guardaban la entrada y medio la ocultaban. Era
realmente difcil verla salvo desde el sitio donde haba sealado Dick.
-Es una cueva! -exclam Dick, muy contento, introducindose en ella-. Y a fe
que es magnfica!
Era realmente una cueva estupenda. Su suelo estaba recubierto de seca y finsima
arena y estaba lo suficiente alta para que el agua no la alcanzase durante las mareas,
salvo en caso de fuerte temporal. En todo su alrededor tena como una especie de
asiento de piedra.
-Exactamente como si la hubiramos preparado nosotros! -grit Ana
alegremente-. Podemos meter aqu todas nuestras cosas. Qu estupenda es!
Vendremos aqu y viviremos y dormiremos. Y fjate, Julin, hay una claraboya por
donde entra la luz!
La muchachita seal hacia arriba, y los dems pudieron ver que el techo de la
cueva tena un agujero por donde entraba la luz.
-Podremos entrar nuestras cosas a travs de ese agujero -dije Julin haciendo
planes rpidamente-. Nos costara mucho trabajo traerlas por el camino que hemos
seguido hasta ahora. Tenemos que salir y buscar por encima de la cueva ese
agujero y cuando lo encontremos nos ser fcil meter las cosas con la ayuda de una
cuerda.
Aqul haba sido un gran descubrimiento.
-Nuestra isla es mucho ms interesante de lo que habamos supuesto -dijo Ana
sintindose muy dichosa-. Hemos encontrado una cueva magnfica.
La primera cosa que hacer, por supuesto, era ir por encima de la cueva para
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abrieron una lata de manzanas en conserva que comieron con gran placer, as como el
jugo que contena la lata. Despus de esto se encontraban todava hambrientos y
abrieron dos latas de sardinas, que tomaron con galletas. Haba sido realmente una
buena comida.
-Dulce de jengibre para terminar, por favor -dijo Dick-. Caramba, poca gente en
el mundo habr disfrutado de una comida como sta.
-Ser mejor que vayamos en seguida a buscar brezos para los colchones -dijo
Jorge, soolienta.
-Quin quiere brezos? -dijo Dick-. Yo, no! Esta magnfica arena blanda es lo nico
que quiero y un cojn y una o dos mantas. Dormir aqu mejor que en la cama!
Las mantas y los cojines fueron repartidos por el arenoso suelo de la cueva.
Empezaba a oscurecer y encendieron una vela. Los cuatro adormecidos chicos se
miraron unos a otros. Tim, como de costumbre, estaba con Jorge.
-Buenas noches -dijo Jorge-. No puedo estar despierta ni un minuto ms. Buenas...
noches... a... todos.
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CAPTULO XIII
UN DA EN LA ISLA
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Ana tuvo una maana muy feliz, arreglndolo todo y poniendo los cacharros, los
cuchillos y las cucharas en un sitio, la olla en otro y al lado las latas de conserva.Haba
preparado ciertamente una buena despensa!
Envolvi los panes en un mantel que haba trado y lo puso en el sitio ms fresco
de la cueva que encontr. Tambin puso all las tinas de agua y los vasos.
Entonces la muchachita emprendi el trabajo de hacer las camas.
Decidi hacer dos, una en cada extremo de la cueva.
-Jorge, yo y Tim dormiremos en este sitio -decidi, disponiendo los brezos
adecuadamente para hacer la cama-. Y Julin y Dick en este otro sitio. Necesito
muchos ms brezos. Oh, Dick, ests ah? Llegas a tiempo. Quiero ms brezos.
Pronto las camas estuvieron magnficamente preparadas, cubiertas con mantas.
Los cojines hacan de almohadas.
"Qu lstima que no hayamos trado pijamas! -pens Ana-. Los pondra bajo las
almohadas y quedara todo muy bien. Caramba! Qu bonita ha quedado la
casa!" Julin lleg, resbalando por la cuerda. Mir a su alrededor, maravillado.
-Vaya -dijo-. Has dejado la cueva magnfica, Ana. Todo pulcro y en orden. Eres
una nena estupenda.
A Ana le gust que le dijera Julin que la cueva estaba muy bien, pero no le
agrado que la llamase "nena".
-S, ha quedado muy bien, verdad? -dijo-. Pero por qu no ests vigilando all
arriba, Julin?
-Ahora le toca el turno a Dick -repuso el aludido-. Ya han pasado las dos horas. Y
si tomsemos unos bizcochos? Me gustara tomar uno o dos y creo que a los otros
tambin les gustar. Vamos a tomarlos encima de la cueva. Jorge y Tim estn all con
Dick.
Ana, como buena ama de casa, saba exactamente dnde estaba la lata de las
galletas. Cogi diez y se puso a trepar por la cuerda. Julin hizo lo mismo. Pronto
estuvieron los cinco recostados en el gran matorral de genista mordisqueando las
galletas. Tim, ms que mordisquear, las devoraba.
El da transcurri apacible y perezosamente. Todos tomaban parte en el turno de
la guardia, aunque Julin haba reido por la tarde a Ana a causa de que sta
se haba dormido durante la vigilancia. Esto la llenaba de vergenza.
-Eres demasiado pequea para hacer de centinela, eso es todo -dijo Julin-. Eso
no nos ocurrira nunca a nosotros tres ni a Tim.
-Oh, no, djame que yo tambin haga la vigilancia -implor la pobre Ana-.
Nunca, nunca ms me dormir. Pero es que el sol calentaba tanto, y...
-Excusas -dijo Julin-. Siempre que haces algo, metes la pata. Est bien, te dar
otra oportunidad para comprobar si eres lo suficiente mayor como para hacer las cosas
que hacemos nosotros.
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Pero la vigilancia result infructuosa. Aunque todos fueron a su puesto por turnos
en busca de algn extrao navo, ninguno apareci. Los chicos estaban decepcionados.
Queran saber a toda costa quin o quines haban puesto el cofre en el barco y por
qu, y lo que poda haber dentro.
-Ser mejor que nos vayamos ya a la cama -dijo Julin cuando el sol haba
desaparecido-. Son casi las nueve. Vamos! Estoy deseoso de meterme a dormir en
una de esas magnficas camas que tan bien ha preparado Ana!
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CAPTULO XIV
PERTURBACIN EN LA NOCHE
La cueva estaba oscura, aunque no tanto como para que fuera necesario
encender velas. Sin embargo, resultara muy bonito encender una. Por eso Ana cogi
una cerilla y encendi una vela. Al momento extraas sombras empezaron a danzar
por el interior de la cueva.
-Me gustara que encendiramos fuego -dijo Ana. -Pasaremos demasiado calor opin Julin-. Adems nos llenaremos de humo. En una cueva como sta no se
puede encender fuego. No hay chimenea.
-S que hay -dijo Ana sealando el agujero del techo-. Si encendemos fuego
justamente debajo del agujero har las veces de chimenea, verdad?
-Podra ser -dijo Dick, pensativo-. Pero yo no lo creo. La cueva se llenara de
humo sofocante. No podramos dormir.
-Entonces no podramos encender el fuego a la entrada de la cueva? -dijo Ana,
que entenda que en una casa siempre deba haber fuego encendido en cualquier lugar-. As espantaremos a los animales salvajes! Eso es lo que haca la gente hace
mucho tiempo. Lo he ledo en mi libro de historia. Encendan hogueras a la entrada
de las cuevas para espantar a los animales salvajes que podan andar rondando.
-Pero qu clase de animales salvajes crees t que pueden andar rondando por
aqu? -pregunt Julin perezosamente, mientras terminaba de tomar una taza de cacao-. Leones? Tigres? O quiz temes que aparezcan un elefante o dos?
Todos se echaron a rer.
-No, yo realmente no pienso que animales como sos vayan a aparecer -dijo Ana-.
Slo digo que estara muy bien dormir con un fuego que nos cubra la entrada de la
cueva.
-Quiz piensa Ana que los conejos pueden meterse aqu y mordernos los dedos
de los pies -dijo Dick.
-Guau! -ladr Tim enderezando las orejas, como siempre haca cuando oa hablar
de conejos.
-Yo pienso que no debemos encender fuego -opin Julin-. Porque lo podran ver
desde el mar y poner sobre aviso a cualquiera que llegase a la isla para contrabandear.
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-Oh, no, Julin, la entrada de esta cueva est oculta al mar; estoy segura de que
desde all no podran ver el fuego -dijo Jorge, al punto-. Est ah enfrente esa lnea de
altas rocas que lo cubren todo completamente. A m me gustara que encendiramos
fuego.
-Muy bien, Jorge! -dijo Ana, gozosa de haber encontrado a alguien que fuera de su
opinin.
-Pero no vamos ahora a cansarnos trayendo lea -dijo Dick, que no tena la
menor gana de moverse.
-No hace falta -dijo Ana vehementemente-. Yo misma he trado hoy un montn de
lea, por si necesitbamos fuego, y la he dejado en el fondo de la cueva.
-Verdad que es una perfecta mujercita de su casa? -dijo Julin con gran
admiracin-. Ella podr dormirse cuando est haciendo la vigilancia, pero tiene los ojos
bien abiertos cuando se trata de prepararnos una casa con todas las comodidades.
Se levantaron y se dirigieron al fondo de la cueva para traer lea. Ana haba trado
unas brazadas de palitroques que los grajos haban dejado cuando hacan sus nidos
en la torre. Todos trabajaron en preparar el fuego. Julin trajo una porcin de
marojos secos para meterlos entre la lea. Encendieron el fuego en la entrada de la
cueva. Los chicos volvieron a sus camas de brezos y se echaron sobre ellas, mirando
los rojos resplandores de las llamas y oyendo crujir la lea. La cueva tena un aspecto
sobrenatural y emocionante.
-Esto es fantstico -dijo Ana medio dormida-. Realmente fantstico. Oh, Tim,
aprtate un poco. Ests echado encima de mi pie. Jorge, llvate a Tim contigo. T
siempre acostumbras dormir con l.
-Buenas noches -dijo Dick durmindose-. El fuego se est apagando ya, pero
ahora no vamos a molestarnos en poner ms lea. Seguro que todos los tigres, los
leones y los elefantes han huido ya despavoridos.
-Tonto! -dijo Ana-. No empieces a fastidiarme con eso, que a ti te ha gustado el
fuego ms que a m misma. Buenas noches.
Se durmieron pacficamente y soaron con muchas cosas.
Julin despert dando un salto. Algn ruido extrao lo haba despertado. Se puso
a escuchar. Tim estaba gruendo profundamente:
-Grrrrr! Grrrrr!
Jorge se despert tambin y puso soolientamente la mano sobre el can.
-Qu pasa, Tim? -pregunt.
-Es que ha odo algo, Jorge -dijo Julin en voz baja desde su cama, que estaba al
otro lado de la cueva.
Jorge se incorpor cautelosamente.
Tim segua gruendo.
-Ssssss! -dijo Jorge, y el perro call.
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veo una luz en alta mar. Seguramente el bote se est acercando all.
No haba nada ms que ver o que or y pronto los dos chicos se deslizaron por la
nudosa cuerda hasta el fondo de la cueva. No despertaron a los otros, que todava
estaban durmiendo apaciblemente. Tim dio un salto y se puso a lamer a Julin y
a Jorge alegremente. Ahora no grua ya.
-Eres un buen perro, eh? -dijo Julin acaricindolo-. Nada se te escapa a tus
aguzadas orejas, verdad?
Tim se sent de nuevo a los pies de Jorge. Estaba claro que la causa de su
sobresalto haba desaparecido. sta poda haber sido la presencia de extraos en el
viejo navo. Pues bien: ellos iran al da siguiente a averiguar qu haba pasado
durante la noche.
Ana y Dick se indignaron mucho a la maana siguiente cuando oyeron a Julin
contar la historia.
-Deberas habernos despertado! -dijo Dick, enfadadsimo.
-Lo hubiramos hecho si hubiese habido algo de particular que ver -dijo Jorge-. Pero
lo nico que vimos fue la luz de una linterna, aparte que cremos or algunas voces.
Cuando la marea hubo bajado lo suficiente, los chicos y Tim se encaminaron por las
rocas hacia el viejo navo. Treparon luego hasta llegar a la inclinada y resbaladiza
cubierta. Dirigieron la mirada hacia la caja donde estaba guardado el cofre. La tapa
de la caja estaba cerrada.
Julin intent abrirla. Para ello tuvo que apartar un taco de madera que alguien
haba puesto all para evitar que se abriera con el movimiento del barco.
-Hay algo dentro? -pregunt Jorge avanzando con cuidado hacia donde estaba
Julin.
-S -afirm Julin-. Fjate! Latas de conserva! Y tazas y platos y otras cosas, justo
como si alguien hubiese venido a esta isla a vivir tambin. No es gracioso? El cofre
est aqu todava, cerrado como antes. Y aqu hay algunas velas y un pequeo candil
y unas cuantas mantas. Por qu habrn trado aqu todo esto?
Realmente era un rompecabezas. Julin frunci el ceo durante unos minutos,
pensando intensamente.
-Parece como si alguien se propusiera vivir en la isla durante cierto tiempo,
probablemente para vigilar las cosas que vayan trayendo de contrabando. Pues bien,
los vigilaremos de da y de noche!
Abandonaron el navo sintindose excitados. Tenan en la cueva un magnfico sitio
donde ocultarse. All nadie los encontrara. Y desde su escondrijo podan vigilar si
alguien se acercaba al barco o vena a desembarcar en la isla.
-Y qu hay de la caleta donde hemos dejado nuestro bote? -dijo Jorge de pronto-. Si
ellos vienen a la isla, seguro que la utilizarn, porque es muy peligroso desembarcar en
otro sitio.
-Y si desembarcan en la caleta vern nuestro bote -dijo Dick, alarmado-. Ser
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CAPTULO XV
QUIN HAY EN LA ISLA?
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CAPITULO XVI
LOS STICK SE LLEVAN UN SUSTO
Pero los Stick no se marchaban! Los chicos se asomaban de vez en cuando por el
agujero del techo de la cueva y siempre vean a un Stick o a otro. Lleg la tarde y
empez el da a ponerse oscuro. Los Stick no se haban marchado todava. Julin
corri a la orilla y descubri un pequeo bote. Los Stick haban sido muy hbiles
sorteando las rocas.
-Parece como si los Stick hubiesen venido para pasar la noche -dijo Julin
lgubremente-. Nos van a estropear nuestra estancia aqu. Nos hemos escapado para
huir de los Stick, y como si nada; los Stick estn otra vez con nosotros. Vaya fastidio.
-Asustmoslos -dijo Jorge, con los ojos brillantes a la luz de una vela en la cueva.
-Qu es lo que quieres decir? -dijo Dick animndose. A l siempre le gustaban las
ideas de Jorge, por descabelladas que parecieran a veces.
-Pues bien: yo supongo que ellos se irn a dormir a una de las habitaciones de
los stanos, verdad? -dijo Jorge-. No hay ningn sitio a propsito para cobijarse entre las ruinas, si no, hubiramos estado nosotros all. El nico sitio son los stanos.
A m no me gusta dormir all, pero no creo que a los Stick les importe.
-Bueno, pero qu, cul es tu idea?
-No podramos ir abajo y hacer ruido para que los ecos lo repitan por todos los
pasadizos? -dijo Jorge- Ya sabis cmo nos asustaron los ecos la primera vez que fuimos a los stanos. Solamente tendremos que decir una palabra o dos y entonces los
ecos se pondrn a repetirla una y otra vez.
-Oh, ya recuerdo! -dijo Ana-. Y cmo se asust Tim cuando ladr! Los ecos se
pusieron a ladrar y l se crey que haba centenares de perros escondidos ladrando.
Estaba terriblemente asustado.
-Es una buena idea -dijo Julin-. Nos vengaremos de los Stick por haber
invadido nuestra isla. Si del susto que les demos se marchan, entonces s que ser un
triunfo para nosotros. Vayamos.
-Qu hacemos con Tim? -pregunt Ana-. No ser mejor dejarlo aqu?
-No. El puede venir y ponerse a la entrada de los stanos para hacer la guardia y
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-Vmonos ya! -dijo Julin al final-. Voy a reventar de ganas de rer. Vmonos ya!
"Vmonos ya!", susurraron los ecos. "Vmonos ya, ya, ya!"
Emprendieron el regreso, guindose por la raya que haba dibujado en la pared Julin con el
yeso. Era imposible equivocar el camino siguiendo aquella lnea.
Llegaron por fin a la escalera de entrada y la subieron, encontrando al final a Ana y Tim.
La pequea Ana ri cuando los otros le contaron lo que haban hecho.
-Omos al viejo Stick gritar que nos marchsemos -dijo Jorge-. Estaba muy asustado.
Y Stinker gema de un modo que parta el alma. Apuesto a que, despus de esto, los
Stick se marcharn maana. Les hemos dado un buen susto.
-Lo hemos pasado en grande! -exclam Julin-. Fue una lstima que me entrasen ganas
de rer, porque iba a empezar ya a imitar al elefante.
-Es curioso que los Stick estn en la isla -dijo Dick, pensativo-. Se han marchado de "Villa
Kirrin", pero no han venido a buscarnos. Deben de estar en tratos con los contrabandistas.
Seguramente por eso la seora Stick entr a trabajar con tu madre, Jorge, para estar cerca
de la isla cuando llegara el tiempo de que los contrabandistas necesitaran su ayuda.
-No podramos volver a "Villa Kirrin"? -pregunt Ana, quien, a pesar de que la isla le
gustaba mucho, no se senta muy cmoda en ella ahora que los malvados Stick estaban all.
-Volver! Abandonar una aventura justo cuando est empezando! -dijo Jorge
despreciativamente-. Qu tonta eres, Ana! Vuelve t si quieres, pero estoy segura de que
nadie querr acompaarte.
-Oh, Ana ante todo quiere estar con nosotros -dijo Julin sabiendo que Ana poda sentirse
ofendida por la sugerencia de marcharse sola-. No te preocupes! Sern los Stick los que se
marchen!
-Volvamos a la cueva -dijo Ana, siempre pensando en la seguridad. Emprendieron el
camino a travs del patio hasta la pequea muralla que rodeaba el castillo. Atravesaron la
muralla y se dirigieron a la cueva. Julin encendi la linterna cuando pens que nadie vera la
luz, porque era imposible ver nada en la oscuridad de la noche y no quera que ninguno de
ellos cayese por el agujero en vez de deslizarse por la cuerda tranquilamente. Julin
encontr por fin el agujero y lo ilumin, por lo cual los otros pudieron bajar con seguridad
al interior de la cueva, uno a uno. Ech luego un vistazo al oscuro mar cuando algo llam su
atencin.
Haba una luz mar adentro y estaba haciendo seales. A lo mejor haban visto la luz
de su linterna!
Julin observ, haciendo cabalas sobre si sera un barco haciendo seales, a qu distancia
estara y por qu haca las seales.
"Quiz van a llevar ms material de contrabando al barco naufragado para que los Stick
lo recojan -pens-. Cmo me gustara averiguarlo yendo otra vez al barco. Pero sera
peligroso ir all de da; los Stick podran vernos.
Las seales se producan durante un buen rato, como si estuvieran transmitiendo un
mensaje. Pero Julin no poda descifrarlo. Seguramente se trataba de seales que
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CAPITULO XVII
UN DISGUSTO PARA EDGAR
Los chicos durmieron bien aquella noche, y como Tim no gru estuvieron
seguros de que nada poda haber ocurrido. Se desayunaron magnficamente con
lengua de cerdo, pan con mantequilla, melocotones en conserva y cerveza.
-Se est acabando la cerveza -dijo Julin, apenado-. Es la mejor bebida que hay.
-Este ha sido el mejor gape que he tenido nunca. -dijo Ana-. Realmente el mejor.
En la isla Kirrin comemos muy bien. Me pregunto si los Stick harn tantas comidas
como nosotros.
-Puedes apostar a que s! -dijo Dick-. que habrn saqueado la despensa de ta
Fanny y cogido todo lo bueno que hayan encontrado.
-Oh, los muy bestias! -dijo Jorge, con los ojos chispeantes-. Nunca me haba
parado a pensar que pueden haber robado en la casa y cogido toda clase de cosas.
-Seguramente lo han hecho -dijo Julin con el ceo fruncido-. Nunca se me
ocurri pensarlo. Lo malo sera, Jorge, que tu madre regresase sintindose dbil y
se encontrase con que le han desaparecido un montn de cosas.
-Oh, querida! -dijo Ana, desanimada- No sera una cosa terrible?
-S -dijo Jorge, muy malhumorada-. Es posible. Son muy capaces. Si se han
atrevido a venir a nuestra isla y vivir aqu, lo mismo pueden haberse atrevido a
robar en casa de mam. Cmo me gustara poder descubrirlo.
-Ellos pueden haber trado un montn de cosas en un bote, porque tienen que
haber llegado hasta aqu en un bote. Si han trado cosas robadas, las habrn dejado
en algn sitio de por aqu, supongo que abajo en los stanos. -Podemos echar un
vistazo por los alrededores sin que nos vean los Stick -sugiri Dick.
-Vamos a echar un vistazo ahora mismo -dijo Jorge, a quien le gustaba hacer las
cosas en seguida-. Ana, querrs t quedarte aqu para limpiar y arreglar la cueva?
Ana dudaba entre acompaar a los otros y volver a jugar a "las casitas". A ella
le gustaba mucho arreglar la cueva y poner cada cosa en su sitio y hacer las camas.
Al final se decidi por esto ltimo.
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Los otros se fueron trepando por la cuerda. Tim se qued con Ana, porque
tenan miedo de que se pusiese a ladrar y los delatase.
Ana lo at y el can gru un poco, pero sin hacer mucho ruido.
Cuando los tres estuvieron encima de la cueva miraron hacia el castillo.
All pudieron ver, no a uno, sino a todos los Stick, que, al parecer, salan de los
stanos.
Parecan disfrutar mucho del sol y los chicos no se sorprendieron, porque los
stanos eran fros y muy oscuros.
Los Stick miraron por todo el derredor. Stinker iba al lado de la seora Stick, con
el rabo abatido.
-Estn buscando las vacas, los carneros y los caballos que oyeron esta noche susurr Dick a Julin.
Los Stick hablaron entre ellos durante un minuto o dos y luego enfilaron el
camino de la costa que daba frente al barco naufragado. Edgar se dirigi a la habitacin
donde primeramente haban pensado los chicos pasar las noches, la que tena el techo
derrumbado.
-Yo voy a rondar a los dos Stick -susurr Julin a los otros-. Vosotros dos vigilad a
Edgar a ver lo que hace.
Julin desapareci, escondindose entre los matorrales mientras segua la pista de
los Stick. Jorge y Dick se dirigieron con suma cautela al castillo.
Pudieron or a Edgar silbando. Stinker estaba deambulando por el patio.
Edgar sali de la ruinosa habitacin cargado con unos cojines, que evidentemente
haban sido guardados all. Jorge se puso encarnada de rabia y apret furiosamente el
brazo de Dick.
-Los mejores almohadones de mam! -susurr-. Oh, los muy bestias!
Dick tambin se sinti enfadado. Estaba claro que los Stick haban decidido estar
cmodos durante su estancia en la isla. Cogi un montn de tierra del suelo, apunt
con cuidado y lo lanz al aire. Un lluvia de tierra cay entre Edgar y Stinker.
Edgar solt los almohadones y mir hacia arriba, asustado. Estaba claro que
pensaba que algo haba cado del cielo. Jorge cogi otro montn de tierra, apunt, y
lo lanz a su vez al aire. Cay sobre Stinker, y el perro lanz un aullido y desapareci
por el agujero que conduca a los stanos.
Edgar mir al cielo y luego a su alrededor con la enorme boca muy abierta.
Qu estara ocurriendo? Dick aprovech cuando miraba en direccin opuesta para
lanzarle otro montn de tierra. Esta vez cay sobre el alarmado Edgar. Entonces Dick
hizo un mugido como l saba hacerlo, exactamente igual que una vaca furiosa, y
Edgar qued clavado en el suelo con el terror pintado en su rostro. Otra vez esas
vacas! Dnde estaban?
Edgar ech a correr chillando de pavor y desapareci por la entrada de los stanos
despus de haber dejado los almohadones en el suelo.
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reca que los Stick se haban propuesto dejarles las manos libres. Hasta haban cogido
el reloj de la cocina!
Edgar no apareci, por lo que Dick no tuvo ms trabajo que el de sentarse en el
suelo y mirar de lejos a los otros. Despus de algn tiempo, Julin y Jorge hicieron
seas a Dick para que fuese con ellos.
-Hemos trado todas las cosas -dijo Julin-. Ahora voy a ir a lo alto de esa roca
para ver si los Stick vuelven. Si todava estn en el barco, empezaremos a meter
las cosas por el agujero de la cueva.
En seguida volvi.
-He podido ver su bote atado al barco -dijo-. Todava hay para rato. Vamos a
poner las cosas a buen recaudo! A pesar de todo, hemos tenido suerte. Acercaron las
cosas al agujero y llamaron a Ana. -Ana! Hemos trado montones de cosas para
meterlas en la cueva. Ponte debajo y ve cogindolas!
Pronto toda clase de cosas eran introducidas en la cueva. Ana estaba
estupefacta. Los objetos de plata y todas las dems cosas que podan estropearse
con la cada fueron envueltos en las alfombras y deslizados con una cuerda.
-Dios bendito! -exclam Ana-. Esta cueva parecer realmente una casa de verdad
cuando haya puesto cada cosa en su lugar!
Justo cuando estaban terminando su tarea, los chicos oyeron voces en la distancia.
-Los Stick han vuelto! -dijo Julin yendo a mirar cautelosamente a lo alto de la
cueva. Tena razn. Haban vuelto en el bote y estaban ahora encaminndose hacia el
castillo, cargados con el cofre del barco.
-Sigmoslos, y veamos qu ocurre cuando vean que en la habitacin no hay
nada! -dijo Dick-. Vamos todos!
Salieron de la cueva por el agujero y se instalaron detrs de un grupo de matas
desde el cual podan observar sin ser vistos. Los Stick dejaron el cofre en el suelo y
empezaron a mirar por todos sitios buscando a Edgar. Pero a Edgar no se le vea
por ninguna parte.
-Dnde est ese chico? -inquiri la seora Stick, impaciente-. Ha tenido tiempo
ms que suficiente para hacer lo que tena que hacer. Edgar! Edgar! Edgar!
El seor Stick se dirigi a la ruinosa habitacin y se asom dentro. Volvi en
seguida.
-Se ha llevado todas las cosas abajo -dijo-. Debe de estar en el stano. Esa
habitacin est completamente vaca.
-Yo le dej encargado que cuando terminara su tarea se sentara a tomar el sol dijo la seora Stick-. Mira que meterse en el stano! Edgar!
Esta vez Edgar oy y su cabeza se asom por la entrada de los stanos. Pareca
asustado en extremo.
-Ven aqu! -dijo la seora Stick-. Te has llevado abajo todas las cosas en vez
de estar sentado tomando el sol como te dije!
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CAPITULO XVIII
UN INESPERADO PRISIONERO
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Stinker dej escapar todava otro abatido lamento y la seora Stick se dirigi a los
stanos para sacarlo de all. El seor Stick la sigui y a Edgar le falt tiempo para
irse tambin con ellos.
-Rpido! -dijo Julin incorporndose-. Ven conmigo, Dick. Aprovechemos la
ocasin para coger el cofre! Corramos!
Los dos muchachos echaron a correr por el patio del ruinoso castillo. Cada uno
cogi un asa del pequeo cofre y se lo llevaron. Llegaron a donde estaba Jorge.
-Lo llevaremos a la cueva -susurr Julin-. T qudate aqu unos minutos y mira a
ver qu ocurre.
Los chicos se dirigieron a la cueva con el cofre. Jorge sigui escondida tras un
matorral, vigilando. A los pocos minutos reapareci el seor Stick y empez a mirar
alrededor en busca del cofre. Su boca se abri con signo de gran sorpresa cuando vio que
el cofre haba desaparecido. Grit dirigindose a la entrada del stano.
-Clara! El cofre ha desaparecido!
La seora Stick regresaba de abajo al lado de Stinker y seguida de Edgar.
Sali a flor de tierra y mir a su alrededor.
-Desaparecido? -dijo, enormemente sorprendida-. Dnde est?
-Eso es lo que yo quisiera saber! -dijo el seor Stick-. Lo dejamos aqu hace
unos minutos y desaparece. Se ha marchado slito al igual que las otras cosas.
-Eso es que hay alguien en la isla! -dijo la seora Stick-. Y vamos a descubrir
quin es. Tienes preparada la escopeta?
-S -dijo el seor Stick golpendose el cinturn-. T coge una buena estaca. Iremos
con Tinker. Si no conseguimos encontrar a los que nos estn estropeando el plan es
que yo no me llamo Stick.
Jorge sali sigilosamente de su escondrijo para avisar a los otros. Antes de
deslizarse por la cuerda cubri el agujero del techo de la cueva con zarzas. Lleg al
suelo y les cont a los dems lo que haba ocurrido.
Julin haba estado intentando abrir el cofre, pero todava estaba cerrado. Mir
a Jorge.
-Tenemos suerte de que todava nadie haya cado por el agujero del techo -dijo-.
Ahora nos estaremos quietos, y t, Tim, no vayas a ladrar ni a gruir.
Durante algn tiempo no se oy nada. Luego se oy a distancia un ladrido de
Stinker.
-Quietos ahora -dijo Julin-. Estn cerca. Los Stick estaban una vez ms encima
de la cueva rebuscando cuidadosamente entre los matorrales. Fueron al gran
matorral donde los chicos solan esconderse y vieron la yerba aplastada que haba
all.
-Alguien ha estado aqu -dijo el seor Stick-. Me pregunto si no estarn en el
centro de este matorral. Es tan espeso que podra ocultar a un ejrcito. Voy a echar
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-No s nada .-dijo Edgar con tono insolente-. Pap y mam nunca me cuentan
nada. Eso es todo. No s nada de contrabandistas. Os lo digo.
Estaba enteramente claro para los chicos que Edgar realmente no conoca las
razones por las que sus padres haban ido a la isla.
-Bien. No me sorprende que no quieran revelar sus secretos a "Cara Sucia" -dijo
Julin-. Apuesto a que en seguida se ira de la lengua. De todas formas, sabemos que
ste es un asunto de contrabandistas.
-Dejadme marchar -dijo Edgar hoscamente-. No tenis derecho a retenerme aqu.
-No pensamos dejarte marchar -dijo Jorge rpidamente-. T eres nuestro prisionero
ahora. Si te dejsemos ir con tus padres les contaras que nos has visto, y no tenemos
intencin de que se enteren de que estamos aqu. Has de saber que pensamos
deshacer su plan.
Edgar comprendi. Comprendi un montn de cosas.
-Fuisteis vosotros los que se llevaron los almohadones y las otras cosas? pregunt.
-Oh, no, querido Edgar -contest Dick-. Fueron las vacas, verdad? Es que no te
acuerdas de lo que le contaste a tu madre sobre centenares de vacas que mugan y
te echaban cosas encima y se llevaron los almohadones que dejaste en el suelo?
Seguramente que no has olvidado el asunto de las vacas.
-Entonces fuisteis vosotros? -dijo Edgar, ceudo-. Qu vais a hacer conmigo? Est
claro que yo no pienso seguir aqu.
-Pero seguirs, "Cara Sucia" -dijo Julin-. T te estars aqu hasta que te dejemos
marchar, y esto no ocurrir hasta que hayamos aclarado el pequeo misterio de los
contrabandistas. Y te advierto que cualquier metedura de pata por tu parte ser
castigada por Tim.
-Sois una pandilla de bestias -dijo Edgar al ver que no poda hacer otra cosa que
obedecer a los chicos-. Mi padre y mi madre se pondrn furiosos contra vosotros.
Su padre y su madre estaban en aquel momento pasmados a ms no poder. No
haban encontrado, por supuesto, a nadie escondido en el matorral. Cuando el
seor Stick termin la bsqueda mir a su alrededor para ver dnde estaba Edgar.
Pero a Edgar no se le vea por ningn sitio.
-Dnde est ese estpido chico? -dijo, y grit-: Edgar! ED... GAR!
Pero no hubo respuesta. Los Stick emplearon una buena porcin de tiempo en
busca de Edgar encima y debajo del suelo. La seora Stick estaba convencida de que
el pobre Edgar se haba metido en los stanos e intent enviar a Stinker a buscarlo.
Pero Stinker no lleg ms all de la primera celda. Recordaba los peculiares ruidos
que se haban producido durante la noche ltima y no estaba en forma para explorar
los stanos.
Julin, una vez terminado con Edgar, fij su atencin en el cofre.
-Voy a abrirlo de algn modo -dijo-. Estoy seguro de que dentro hay cosas de
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me
gustara
que
fueran
mas
no
es
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CAPTULO XIX
UN GRITO EN LA NOCHE
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-Bien, creo que Ana ha dado en el clavo -dijo Julin-. Inteligente que es!
Pienso que tienes razn. No son contrabandistas los que estn usando la isla, son
secuestradores!
-Qu son secuestradores? -pregunt Ana.
-Gente que raptan nios o personas mayores y las ocultan en cualquier sitio hasta
que una gran cantidad de dinero es pagada por ellos -explic Julin-. Esa cantidad se
llama rescate. Hasta que el rescate es pagado, el prisionero permanece en poder de los
secuestradores.
-Bien, eso es lo que ha ocurrido aqu entonces -dijo Dick-. Apuesto a que eso es!
Se ve que han raptado a una nia rica y la han llevado al barco naufragado para
que la recojan los Stick. Malvada gente!
-Y omos el grito de la niita justo cuando la metan en los stanos -dijo Jorge-.
Julin, tenemos que rescatarla.
-S desde luego. No tenemos miedo. La rescataremos.
Edgar se despert y se uni a la conversacin de pronto.
-De qu estis hablando? -dijo-. Rescatar a quin?
-Nada que te interese -dijo Julin.
Jorge lo zarande y le susurr:
-Lo que esperamos nosotros es que la madre del querido Edgar est tan
trastornada por la prdida de su hijito como la madre de la nia -dijo.
-Maana encontraremos a la nia y la rescataremos -dijo Julin-. Supongo que los
Stick la tendrn bien vigilada, pero ya veris cmo encontraremos la manera.
-Estoy cansada ahora -dijo Jorge echndose en la cama-. Vamos a dormir. Si nos
acostamos temprano, nos despertaremos descansados y frescos. Oh, Ana, pon esas
muecas en su sitio. No voy a dormir con tres de ellas.
Ana cogi las muecas y el oso y los sac de la cama.
-No os preocupis -oy Jorge que deca-. Yo cuidar de vosotros hasta que
volvis con vuestra amita. Dormid tranquilos.
Pronto estuvieron todos dormidos. Todos menos Tim. que tena siempre un ojo
abierto. No haba necesidad de poner a nadie de guardia si estaba con ellos Tim. Era
el mejor guardin que poda haber.
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CAPTULO XX
UN RESCATE Y UN NUEVO PRISIONERO!
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-Hola! Quines sois? Oh, por favor, sacadme de aqu! Estoy muy sola y
asustada!
-Vamos a abrir la puerta! -dijo Julin en tono animoso-. No te asustes, que todos
somos nios. Pronto estars a salvo.
Descorri los cerrojos y abri la puerta. Dentro de la celda, a la luz de una
lmpara, se vea una niita, con la cara asustada y muy blanca y grandes ojos
negros; el pelo rojo oscuro le caa por las mejillas y se notaba que haba estado
llorando amargamente, porque tena la cara sucia y llena de lgrimas. Dick se le
acerc y la rode con el brazo.
-Todo va bien ahora -dijo-. Ests salvada. Te llevaremos con tu madre.
-Quiero ir con ella, quiero ir con ella -dijo la niita con lgrimas en los ojos otra
vez-. Por qu estoy aqu? No me gusta estar aqu.
-Oh, no es ms que una aventura que has tenido -dijo Julin-. Ahora ya casi ha
terminado. Slo le falta un poquitn. Te llevaremos a nuestra cueva para darte el
desayuno. Tenemos una cueva muy bonita.
-Oh, tenis una cueva? -dijo la niita restregndose los ojos-. Quiero ir con
vosotros. Me gustis, pero los otros no.
-Desde luego que no -dijo Jorge-. Mira! Este es Tim, nuestro perro. El quiere
ser amigo tuyo.
-Qu perro ms bonito! -exclam la nia poniendo los brazos alrededor del
cuello de Tim. El la lami con fruicin. Jorge estaba contenta. Puso su brazo
alrededor de los hombros de la nia.
-Cmo te llamas? -pregunt.
-Jennifer Mary Armstrong -dijo la niita-. Y t?
-Jorge -dijo Jorge, y la niita asinti, creyendo que Jorge era chico, no una chica,
porque llevaba pantalones lo mismo que Julin y Dick y tena el pelo corto y muy
rizado.
Los otros dijeron tambin sus nombres y entonces ella mir a Edgar, que no
haba dicho nada hasta entonces.
-ste es "Cara Sucia" -dijo Julin-. No es amigo nuestro. Fueron su padre y su
madre quienes te encerraron aqu, Jennifer. Ahora nosotros vamos a dejarle en tu sitio.
Menuda sorpresa se van a llevar cuando lo encuentren aqu!
Edgar dio un grito de espanto e intent escaparse. Pero Julin, de un fuerte
empujn, lo meti en la celda.
-Esta es la nica manera de demostrar a gente como t y tus padres que la maldad
cuesta cara! -dijo el chico desaforadamente-. Y esto lo hacemos para castigarte. La
gente como t no entiende de blanduras. Creas que ramos blandos y tontos,
verdad? Pues bien; hora vas a tener la misma experiencia que Jennifer. Es algo que
os conviene a ti y a tus padres. Adis!
Edgar empez a gemir lleno de miedo cuando not que Julin echaba totalmente
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CAPTULO XXI
UNA VISITA A LA COMISARIA DE POLICA
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cmo se puso! No haba nadie en la casa para prepararle comida, todo estaba
revuelto y la mitad de las cosas haban desaparecido. l est ahora en la comisara
de polica.
-Caramba! -exclam Jorge-. El mismo sitio a donde vamos a ir nosotros ahora.
Nos lo encontraremos all. Oh, queridos, espero que no est de muy mal humor. No
se puede hacer nada cuando mi padre est enfadado.
-Vamos! -dijo Julin-. En cierto modo es una suerte que tu padre est all,
Jorge. Podemos explicarlo todo a l y a la polica al mismo tiempo.
Se despidieron de Alf, que se encontraba muy sorprendido de ver a Jennifer con
los otros. No poda comprender de dnde la haban sacado. Ciertamente ella no
haba ido a la isla con los dems, pero haba regresado en su mismo bote. Qu era
aquello? Era algo misterioso para Alf.
Los chicos llegaron a la comisara de polica y franquearon la entrada, ante la
sorpresa del polica que haba all.
-Hola! -dijo-. Qu os trae por aqu? Vens a denunciar un robo o algo por el
estilo?
-Od! -dijo Jorge, de pronto, oyendo una voz que provena de la habitacin
contigua-. Es la voz de mi padre!
Se acerc a la puerta. El polica la llam, molesto.
-No entres -le dijo-. El inspector est ah y est muy ocupado. No quiere que le
interrumpan.
Pero Jorge haba abierto ya la puerta de golpe y haba entrado en la habitacin. Su
padre volvi la cabeza y la vio. Se incorpor.
-Jorge! Dnde habis estado? Cmo os habis atrevido a marcharos de casa? Nos
han robado. Ahora precisamente estaba denunciando el robo al inspector.
-No te preocupes, pap -dijo Jorge-. Nosotros hemos encontrado todas las
cosas. Cmo est mam?
-Mejor, mucho mejor -dijo su padre, todava enfadado-. Menos mal que por fin
podr decirle a tu madre dnde estis. No haca ms que preguntarme por vosotros
y yo le tena que contestar que estabais todos bien para que no se preocupara, pero
yo no tena la menor idea de dnde ni cmo estabais. Estoy muy disgustado contigo.
Dnde habis estado?
-En la isla -dijo Jorge, huraa, como siempre que su padre se enfadaba con ella-.
Julin te lo contar todo.
Julin entr en la habitacin, seguido de Dick, Ana, Jennifer y Tim. El inspector,
un hombre alto e inteligente, con negros ojos bajo las espesas cejas, los mir
serenamente. Cuando vio a Jennifer dio un respingo y se incorpor.
-Cmo te llamas, pequea? -pregunt.
-Jennifer Mary Armstrong -dijo Jenny con voz sorprendida.
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-Ella puede venir a "Villa Kirrin" con nosotros -dijo el padre de Jorge, todava
sorprendido por todo lo que acababa de or-. Yo he trado conmigo a Juana, nuestra
antigua cocinera, para que ponga en orden todas las cosas de la casa. Ella podr
cuidar de los chicos.
-Est bien, padre -dijo Jorge firmemente-. Iremos a "Villa Kirrin" solamente por hoy,
porque nosotros hemos planeado pasar otra semana en la isla hasta que mam se ponga
buena y regrese. Ella dijo que podamos hacerlo y el tiempo es muy bueno ahora. Juana
podr dedicarse a arreglarlo todo para cuando vuelva mam, porque no tendr la
molestia de cuidar de nosotros. Nosotros, por nuestra cuenta, lo podemos pasar
perfectamente en la isla.
-Ciertamente los chicos se merecen un premio por el buen trabajo que han hecho dijo el inspector.
-Muy bien -dijo el padre de Jorge-. Podis volver a la isla, pero estaris de vuelta en
"Villa Kirrin" cuando tu madre regrese, Jorge.
-Oh, s, desde luego -dijo Jorge-. Tengo muchas ganas de volver a ver a mam.
Pero en casa no se est bien si no est ella. Es mejor ir a la isla.
-Yo tambin quiero ir -dijo Jenny inesperadamente-. Dgales a mis padres que
vayan a Kirrin, por favor, y entonces podr pedirles permiso para que me dejen ir con
los otros a la isla.
-Lo har -dijo el inspector, sonriendo a los cinco chicos. Le resultaban muy
simpticos. El padre de Jorge se levant.
-Vmonos ya -dijo-. Quiero comer algo. Todo esto me ha hecho coger un apetito
enorme. Vamos a ver si Juana nos ha preparado algo.
Todos se marcharon, hablando animada y atropelladamente, haciendo que el pobre
padre de Jorge se sintiera un poco turbado. Siempre apareca en escena en el punto
culminante de las aventuras de los chicos!
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CAPTULO XXII
OTRA VEZ EN LA ISLA KIRRIN
Pronto llegaron a "Villa Kirrin". Juana, la antigua cocinera, les dio una gran
bienvenida, y escuch asombrada sus aventuras.
Luego les prepar la comida.
Mientras estaban comiendo, Julin vio a travs de la ventana una figura que l
conoca demasiado bien.
-El viejo Stick! -exclam levantndose-. Quedaos aqu. Voy a hablar con l.
Sali de la casa y se encar con el seor Stick.
-Quiere usted saber dnde est Edgar? -dijo Julin misteriosamente.
El seor Stick pareca sorprendido. Mir a Julin sin saber qu decir.
-Est abajo, en los stanos, encerrado en aquella celda -dijo Julin, todava ms
misteriosamente.
-Qu vas a saber t dnde est Edgar! -dijo el seor Stick-. Dnde habis estado
vosotros? No os habais marchado a casa?
-No le importa a usted -repuso Julin-. Pero si quiere encontrar a Edgar, vaya
a esa celda que le he dicho!
El seor Stick lanz al muchacho una mirada desdeosa y se march. Julin ech
a correr en direccin a la comisara de polica. Estaba seguro de que el seor Stick
le contara a su mujer lo que haba dicho y que ella insistira en que fueran a la isla
para ver si aquello era verdad. Por eso el nico trabajo para la polica era vigilar la
costa hasta que llegasen los Stick.
Los chicos terminaron de comer, y to Quintn anunci que tena que volver junto
a su mujer, que quera saber cmo estaban todos.
-Le contar que lo habis pasado muy bien en la isla -dijo-. Los detalles
extraordinarios ser mejor que se los contemos cuando regrese.
Se meti en un coche y los nios empezaron a considerar si podan ya volver a la
isla o no. Decidieron esperar todava un poco.
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Justo a la hora del t llamaron a la puerta. Un alto polica apareci ante los ojos
de los chicos.
-Est aqu el seorito Julin? -pregunt-. Oh, usted es el chico que nos
conviene, seor. Los Stick acaban de salir en el bote hacia la isla y nosotros hemos
de seguirlos. Pero no conocemos bien el camino por entre las rocas que rodean la isla
Kirrin. Podra guiarnos usted o la seorita Jorgina?
-Yo soy el "seorito Jorge", no la seorita Jorgina -dijo Jorge framente.
-Lo siento, seor -dijo el polica sonriendo-. Bien. Puede usted venir tambin?
-Iremos todos! -dijo Dick-. Tengo ganas de volver a dormir esta noche en la
cueva. Maana podemos enviar el bote para recoger a la familia de Jenny. Iremos
todos.
El polica dud unos instantes porque le pareca demasiada gente para meterse en el
bote, pero no haba tiempo que perder. Todos se metieron en el bote con tres policas.
Tim, como de costumbre, se puso a los pies de Jorge.
Jorge gui el bote tan inteligentemente como siempre, y pronto atracaron en la
arenosa caleta. Los Stick evidentemente haban llegado ya.
-Ahora, sin hacer ruido -dijo Julin-. He trado mi linterna. Espero que los Stick
estn ya abajo, buscando a Edgar.
Descendieron por los escalones que conducan al fondo de los stanos. Ana fue
tambin esta vez, cogida de la mano de un polica. Caminaban con sumo cuidado por
los hmedos y oscuros pasadizos.
Llegaron al final a la puerta de la celda donde haban dejado encerrado a Edgar.
Todava tena echados los cerrojos!
-Fijaos! -dijo Julin en un susurro, iluminando la puerta con su linterna-. Los Stick
no han estado aqu todava.
-Sssssss! -dijo Jorge, notando que Tim grua por lo bajo-. Alguien se acerca.
Escondmonos! Supongo que sern los Stick.
Se escondieron tras una especie de valla que haba cerca. Pudieron or pisadas
que iban aproximndose y luego la airada voz de la seora Stick.
-Si han encerrado aqu a mi Edgar tendrn que vrselas conmigo! Encerrar de
esa manera a un inocente! No lo entiendo. Si l est aqu, dnde est la nia?
Contstame a eso. Dnde est la nia? Me parece que el jefe ha hecho un doble
juego con nosotros para quedarse con todo el dinero. No haba dicho que nos dara
cien libras si tenamos encerrada a Jenny Armstrong durante una semana? Ahora
pienso que debe de haber mandado a alguien a la isla para sacar a la nia y
encerrar a Edgar.
-Puede que tengas razn, Clara -dijo el seor Stick, cuya voz se oa cada vez ms
cerca-. Pero por qu tena que saber Julin que Edgar estaba encerrado aqu? Hay
un montn de cosas que no acabo de entender.
Ahora estaban ya los Stick delante de la puerta de la celda con Stinker a sus pies.
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Stinker, al parecer, oli a los que estaban escondidos y empez a gruir por lo bajo. El
seor Stick le dio un palmetazo.
-Basta! Ya es suficiente con que tengamos que or nuestras voces resonando por el
pasadizo para que t tambin te pongas a chillar!
La seora Stick llam con fuerte voz:
-Edgar! Ests ah? Edgar!
-Mam! S, estoy aqu! -grit Edgar-. Scame de aqu! Estoy muy asustado.
Scame de aqu!
La seora Stick descorri los cerrojos y abri la puerta. Vio a Edgar a la luz de la
lmpara que haba en la celda. El corri hacia ella, sollozando.
-Quin te ha metido aqu? -pregunt la seora Stick-. Dselo a tu padre y l le
romper la cabeza a quien sea, verdad? Hay que ver, encerrar a un pobre y asustado
nio de esta manera! Qu maldad!
De pronto la familia Stick se llev el susto mayor de su vida, pues un alto polica
apareci entre las sombras con una linterna en una mano y un bloc de notas en la
otra.
-Ah! -dijo el polica con voz profunda-. Usted tiene razn, Clara Stick.
Encerrar a un pobre y asustado nio en esta celda es una maldad, y eso es lo que
usted ha hecho, verdad? Usted encerr aqu a Jenny Armstrong! Ella es una nia
pequea. El chico de usted saba que no le iba a pasar nada malo, pero esta niita
tena miedo de morir!
La seora Stick qued pasmada, abriendo y cerrando la boca, pero sin encontrar
una palabra que decir. El seor Stick gritaba como un ratn atrapado.
-Estamos copados! Esto es una trampa. Estamos copados!
Edgar empez a llorar como un nio de cuatro aos. Los Stick de pronto
pudieron ver a la luz de la linterna a los otros chicos.
-Sapos y culebras, aqu estn todos los chicos y Jennifer tambin! -exclam el
seor Stick, altamente espantado y sorprendido-. Qu es todo esto? Qu ha
sucedido? Quin ha encerrado a Edgar?
-Tendr usted las respuestas cuando lleguemos a la comisara -dijo el polica-.
Seguidme.
Los Stick siguieron al polica. Edgar segua llorando. Imaginaba a sus padres en la
crcel y a l en un terrible reformatorio. No le sentara mal separarse una temporada
de sus padres. As podra aprender a ser un buen chico.
-Nosotros no les acompaaremos -dijo Julin, cortsmente, al polica-. Vamos a
pasar aqu la noche. Usted puede regresar en el bote de los Stick. Ellos conocen bien
el camino. Llvese tambin a su perro. Est ah. Le llamamos Stinker.
Encontraron al fin el bote de los Stick y stos y el polica embarcaron en l. Stinker
tambin subi, contento de alejarse de la ira mirada de los ojos verdes de Tim.
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FIN
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