Brioso. El Vocativo y La Interjección W, Habis, 2, 1971

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 14

EL VOCATIVO Y LA INTERJECCION .

"5

Mximo Brioso Snchez


Los estudios sobre el vocativo, si bien no son todo lo numerosos
que podra esperarse, forman una de las parcelas ms selectas pero
tambin ms tradicionales de la investigacin estilstico-sintctica,
al menos en lo que respecta al campo del griego antiguo. En el
siglo pasado, Ch. T. Pfuhl, H. Menge, K. J. Kockel, J. Eibel y otros,1
examinaron activamente diversos aspectos de la cuestin. Como en
otros muchos hechos gramaticales, las interpretaciones sicolgicas
han tenido amplia primaca. En el dominio concreto del vocativo
esta prioridad hubo de verse grandemente beneficiada, sobre todo,
desde que se prest una atencin decidida al curioso comportamiento de la interjeccin rl, a la que pronto intentse someter a estrictas reglas. Ya los manuales de Khner-Gerth 2 y Gildersleeve, 3 de
1898 y 1900 respectivamente, resumieron interesantes noticias al
respecto. El primero, por ejemplo, notaba que Demstenes, en el
De cor., siempre se dirige a su rival despreciativamente con un simple Alaxlvri. 4 El segundo, recoga las valiosas aportaciones de
A. Hug sobre el Banquete de Platn. Estos datos forman hoy parte,
junto con otros muchos, del acervo diramos acadmico, que por
principio suele transmitirse de cita en cita sin ms.
1. Detallada bibliografa en Schwyzer-Debrunner, Gr. Gramm. II, p. 59.
2. Ausfhrliche griechische Grammatik II, 1, p. 48 s.
3. Syntax of Classical Greek 1, p. 5 ss.
4. Sobre este punto vid, ms adelante. La noticia debe proceder de J. Eibel, cuyo trabajo
De vocativi usu apud decem ora lores Atticos, Wrzburg, 1893, no hemos podido desgraciadamente
consultar.

35

M. BRIOSO SANCHEZ

No hay duda de que la idea de la carga emocional imaginable a


priori en el uso o no uso de una interjeccin, es fcilmente admisible. Si esta interjeccin, adems, lleva normalmente su existencia
ligada al raro caso que el vocativo es, el xito para toda interpretacin sicolgica est asegurado. Y cuando las cifras la corroboran
brillantemente cualquier duda ha de parecer absurda y anacrnica.
J. A. Scott, en una serie de notables artculos, vino justamente a
cumplir esta ltima funcin para casi toda la literatura arcaica y
clsica. En adelante, sera la fuente preferida de todos los autores.
Otras contribuciones han acabado de redondear su tarea y sus resultados. 6
Es evidente, desde luego, que de esta cadena de estudios han
salido conocimientos de apreciable vala. Hoy podemos seguir, con
bastante riqueza de datos, la historia del problema desde Homero a
los papiros tolemaicos y el Nuevo Testamento. 7 Pero es tambin un
hecho que apenas si existen intentos de fijar los lmites de todas
estas radicales conclusiones sicolgicas. Slo pueden citarse muy
contados casos que escapen a esta afirmacin. 8 Ahora bien, que el
uso y no uso de J.) no obedecen slo a bases estrictamente emocionales (y sociales), es fcil de deducir incluso ya desde las pginas del
propio Scott. Este (II, p. 83) admite lgicamente que en los trgicos
the omission or use of the interjection is largely a matter of hiatus
and rhythm, the position of the vocative in the verse, in general,
determined the use. Entre sus reglas, enumeradas en diversos lu5. The vocative in Homer and Hesiod, Am. Iourn. of Phil. 24 (1903), pp. 192-6; The vocative in Aeschylus and Sophocles, id. 25 (1904), pp. 81-4, y Additional Notes on the vocative,
id. 26 (1905), pp. 32-43. En adelante sern citados como Scott I, II y III respectivamente.
6. Gildersleebe-Miller, The vocative in Apollonius Rhodius, Am. Journ. of Phil. 24 (1904),
pp. 197-9; Wackernagel, Vorl. ber Syntax I, pp. 310-2; Mayser, Grammatik den griechischen Papyri aus den Ptolemiierzeit II, 1, p. 55; Moulton Grammar of he New Testament Greek III,
p. 33 ss.; Schwyzer-Debrunner, loc. cit., en especial p. 61. De cierto inters es el reciente artculo de G. Giangrande, Use of the vocative in Alexandrian epic, Class. Quart. 18 (1968), pp. 52-9.
Otros estudios sobre el vocativo no han tocado el tema que ahora nos ocupa: as el de A. Nehring,
Anruf, Ausruf und Anrede. Ein Beitrag zur Syntax des Einwortsatzes, Festschrift Th. Siebs,
pp. 95-144, o la magistral obra de J. Svennung, Anredeformen, Uppsala, 1958 (cf. especialmente
pp. 199-245, que tratan del griego).
7. Un extenso y moderno resumen en Jos S. Lasso de la Vega, Sintaxis Griega I, Madrid,
1968, pp. 339-344.
8. Cf. Kieckers en IF 23 (1908), pp. 361-2. El exhaustivo artculo de R. Loewe en KZ 53
(1925), pp. 115-149, an dentro de la interpretacin tradicional, supone interesantes aportaciones:
vid, sobre todo, pp. 128, 137 y 141. Un breve resumen y crtica en Lasso de la Vega, op. cit.,
p. 342 ss.

36

EL VOCATIVO Y LA INTERJECCION (11

gares, tambin expone una (ibid.) que es tpicamente posicional. Y,


adems, algunas de sus otras normas tambin contradicen las prevalentes motivaciones sicolgicas. Dos construcciones reclaman de
manera automtica la interjecin : a) participio funcionando como
vocativo sin el nombre correspondiente, y b) adjetivo igualmente
sin nombre. 9 Otros datos podran ser observados desde el mismo
punto de vista. Por ejemplo, es innecesario afirmar, como lo hace
Scott (III, p. 33 s.), que en la lrica el natStitee es siempre nombrado
(por familiaridad) con (I), cuando queda bien claro, a lo largo de sus
exposiciones, que neci sin interjeccin, de un modo tambin casi
prcticamente automtico, se refiere a un sirviente. 10 Si quisiramos
expresarnos de otro modo, podramos hacerlo as : la oposicin
/ ncr. es de tal naturaleza, a pesar de las excepciones, que ambos miembros se comportan semnticamente de modo distinto. El
uso de uno u otro no depende en esencia de las circunstancias sicolgicas, sino de una bien definida y estabilizada convencin social.
Ya R. Loewe (op. cit., p. 123), en el caso de giros como J.) Tcat"
Ka143150E0), etc., en Herdoto, aludi al hecho que acabamos de mencionar. Que en este punto el usual imperativo pueda ser un apoyo
para la ausencia de la interjeccin, como el mismo autor (p. 140)
pretenda, es totalmente secundario.
Donde creemos que Scott ha cometido errores manifiestos, llevado por el rigor de sus propios esquemas, es en algunos ejemplos
concretos que desarrolla con especial detenimiento. As, en III, p. 39,
afirma que en el Hiplito de Eurpides (v. 902 ss.), dos fases emotivamente distintas son evidenciadas por el uso del vocativo. En la
primera parte de este dilogo entre Hiplito y Teseo, el hijo en tanto conserva su calma utiliza en siete ocasiones vocativo sin interjeccin, pero cuando con el calor de la disputa se produce su ex9. Sobre los trgicos, vid. II p. 81 ss.; sobre este Loewe, p. 128.
10. Hay, desde luego, excepciones. Scott (III p. 33, 40 s.) y Loewe (p. 140) notan ya Tcognis
v. 1249 y Aristfanes, Acharn. 432, 1003, 1136 y 1140. Podemos aadir Sfocles, Philoct. 201, Eurpides, Hec. 194, Phoen. 532 (a ms de un ejemplo discutible como Troj. 782) y el notable pasaje
de Esquilo, Choeph. 653 s., donde a ra:, ,ta, dirigidos a un esclavo, siguen c iat, nat,
tambin al mismo. El plural nat8en se comporta de un modo bastante libre con frecuencia.
Baste citar Esquilo, Suppl. 176 y 600, Sfocles, E.C. 1255 y 1751, E.R. 142, Eurpides, Med. 914,
956 y 1053, Cycl. 587. Sobre el 1.) nar.8e1 de Platn, Banquete 175 b y el di /zar de Menn 82 b,
cf. Loewe p. 140. Por otra parte, giros como Antigona 211 nai Ilevoudwl, 1149 /zar., Mov Tbeelov,
etc., parecen indicar que la oposicin poda cesar (al menos en poesa) cuando el contexto era
suficientemente explcito.

37

M. BRIOSO SANCHEZ

plosin emotiva (v. 1060 ss.), cada vocativo por l empleado lleva
ya (7.). En palabras del autor : the shift from vocative without the
interjection to vocative with interjection exactly corresponds to the
change in his self-control (ibid.). Pero los hechos, vistos desde ms
cerca, son un tanto diferentes. Entre los vv. 902 y 1059, Hiplito
dice Tc-rEp siete veces. De estos siete vocativos, tres se dan con cierto distanciamiento entre s (vv. 923, 983 y 1041), en momentos en
que puede hablarse de un real self-control. Los restantes se acumulan en un corto prrafo (vv. 902-915), en un instante, en cambio,
particularmente dramtico. La situacin, pues, es distinta. Por lo
dems, no son raros los pasajes trgicos en que este mismo vocativo es intencionadamente reiterado. En la memoria de todos est
la sobrecogedora plegaria de Esquilo, Choeph. 479-509, con 7C&TEP
seis veces sin interjeccin y con posiciones no casuales. Creemos
que un hecho como ste precisara ser examinado desde puntos de
vista ms objetivos. Por otra parte, la segunda serie de vocativos
(con (7.) ) responde a tipos diversos, precisamente de los que con la
mayor frecuencia llevan en tragedia la interjeccin, " y explicables
en su mayora segn los modelos por el propio Scott estudiados. Las
mnimas exigencias metodolgicas nos inducen a pensar que los dos
grupos de vocativos pertenecen a planos no paralelos, y que este
dato debi ser tenido en cuenta previamente.
En el mismo lugar, Scott expone un segundo caso semejante. En
Ifigenia en Alide (v. 864 ss.), Clitemestra muestra su emocin al

saber el fin destinado a su hija con una serie de vocativos, todos


con J./ : en total tambin siete. Aquiles y el coro, hasta la lnea 975,
le respondern con otros dos, igualmente con interjeccin. Por el
contrario, Ifigenia desde el verso 1368 demostrar su entereza con
cuatro vocativos, todos sin Como en el ejemplo anterior, basta un
examen ms detallado para poner en duda las fciles conclusiones
del autor. Estos cuatro ltimos vocativos son simplemente un reiterado1,...frrep, sobre cuyo comportamiento volveremos dentro de
unos instantes. Y en la misma escena, Ifigenia se dirige a Aquiles
(1418), a Orestes (1452) y al coro (1467) siempre con (33.
11. V. 1060(.11 (kat, 1074 (.7> 86.41.crr', 1082 <7.) Suonlacava p.trep, di mapa?. yovat, 1092 di qnlativn...
xeSpn (suponemos que el siguiente est regido por la misma interjeccin), 1094 s. 11 Tc61.14 / sal
Tcd."Eptx0thn'c r.k8ov TpoMvtov, 1098 viot.

38

EL VOCATIVO Y LA INTERJECCION

En ambos ejemplos, las palabras de mximo inters, y en las


que se sustenta la argumentacin de Scott, son neerEp y ph-Vrep. Justamente, en todos sus artculos se echa en falta un detallado anlisis
del vocabulario de la esfera del parentesco. De entre las pocas indicaciones que a este respecto encontramos, destaca (III, p. 34) aqulla en que se nos dice que en Herdoto the familiar family greetings such as father, mother, wife, son, and aaughter have the interjection... No exceptions to this rule. Tomando como tacita base
esta afirmacin, es evidente que casos como los de los siete necup
y los cuatro lj-rsp, mencionados deban ser sumamente favorables a
la tesis sicolgica. Herdoto, probablemente, representara en la segunda mitad del siglo V el uso normal; Eurpides, por el superior
contenido dramtico de las escenas trgicas, nos mostrara impresionantes excepciones. No obstante, los hechos son discutibles. Y,
en primer lugar, es ya altamente sospechoso que los vocativos sin a
se usen en ambos casos en momentos de perfect calmness y de
complete control, y no en otros en que la tensin escnica hubiese
ya desbordado los lmites de toda noble mesura. Pero hay an otra
dificultad que arranca, creemos, de la escasa atencin que el fillogo americano dedicara a la interesante gama de los nombres de parentesco. No es aqu el lugar de proceder a un exhaustivo examen
de esta cuestin, 12 pero s queremos aportar algunos elementos de
juicio. En tragedia, los trminos neersp y pritrEp tienen un comportamiento en nada semejante al que presentan en Herdoto. Si tomamos exclusivamente aquellos vocativos en que estas palabras o bien
ocupan por s solas el giro completo, o bien la primera posicin, es
decir, en situacin tal que se encuentren en contacto con la interjeccin o con el lugar que, de existir sta, normalmente ocupara, 13
las cifras para los tres principales trgicos son las siguientes :
net-cEp
ncup
ro lTrep
LATEE)
14,5 %
85,5 %
7,5 %
Esquilo ...
... 92,5 %
20
34,5
80
Sfocles
... 65,5
78,5
21,5
Eurpides 14
... 67,5
32,5
12. Hay nuevos datos en el ya mencionado artculo de R. Loewe, pp. 135 y 139 sobre todo.
13. Casos tales como Eurpides Bac. 254 dufk Inisp11 rcnp, Hipp. 601 11 ?ata pfrup, etc., son
pues excluidos. Naturalmente entran en las cifras que sealamos meras variantes del tipo tiaxep
y pkup. Por otra parte, los vocativos como Eurpides Androm. 504, Hec. 177, etc., son considerados como uno slo. No han sido incorporados los vocativos de los fragmentos y de Eurfpides solamente son tenidas en consideracin las obras con seguridad autnticas.
14. Hemos utilizado el Index Aeschyleus de G. Italie y el Lexicon Aeschyleum de G. Dindorf.

39

M. BRIOSO SANCHEZ

Esquilo, como puede comprobarse, mantiene un porcentaje mayor para la ausencia de la interjeccin en ambos casos. Sfocles y
Eurpides aparecen con cantidades casi paralelas. A la vista de stas,
cabe preguntarse si verdaderamente la falta de cl en ambos vocativos puede ser un signo relevante en determinada escena, y tambin si los indicios de perfect calmness y de complete control
no han de descubrirse a partir de otros criterios. Los porcentajes de
las formas sin interjeccin, frente a las que la poseen, son superiores a los que (segn Scott : III, p. 34 s.) Sfocles y Eurpides tienen
para el vocativo con (.15 de modo global. 15 Estas anomalas requieren una explicacin que dudamos pueda dar el simple punto de
vista sicolgico. De acuerdo con ste, el trmino semnticamente
caracterizado se esperara fuese el menos frecuente. Qu otro sentido tiene, si no es as, escribir que el abuso de la interjeccin en
tico trajo consigo su invalidacin expresiva y otras frases que reiteradamente hemos ledo?
Es claro que, si exceptuamos unas pocas categoras definidas
por el propio Scott, el vocativo en tragedia mantiene una gran
libertad. O dicho de otro modo, cuando est sujeto a normas, stas
evidentemente no estn cimentadas de un modo necesario y nico
en el plano emocional, al menos tal como hasta hoy ha venido interpretndose. En la misma Ifigenia en Alide, a slo dos lneas de distancia, y sin que el tono emotivo hyase alterado, la protagonista
(vv. 640 y 642) puede decir r) necup y neerep. Un poco ms adelante,
en un dilogo que por el lado de la joven es carioso e inocente, emplear varias veces J.) neerep, y de nuevo, en una simple pregunta
(v. 662), ncrep, al igual que las dos veces que siguen, para retornar
en la lnea 676 a I neerep. En Edipo en Colono, en los varios dilogos
entre el ciego protagonista y sus hijas, podemos hallar situaciones
anlogas. Por ejemplo, los pasajes 324-336 y 1099-1118, en que se
producen dos encuentros de caractersticas similares. En el primero alternan las formas con y sin interjeccin, y en el segundo hay
un gran rigor en la presencia de r.), excepto en el necup final (v. 1117)
pronunciado por Antgona. En la misma obra, Polinices se dirige a
Para Sfocles el Lexicon Sophocleurn de Ellendt, as como para Eurpides A Concordance ro
Euripides de Allen e Italie.
15. Sfocles 60 %, Eurpides 54 %.

40

EL VOCATIVO Y LA INTERJ1tCCION

su padre (vv. 1268-1345) con una serie oscilante de Tcdc-rEp y .r) nekup,
sin que el tono de su discurso cambie notablemente desde el principio al final.
Otros hechos requeriran justificaciones que an no han sido
dadas de modo suficientemente satisfactorio. Los nombres propios
de personas, en el caso de aparecer solos, en el siglo V, tanto en
prosa (cf. Herdoto y Tucdides : Scott, III, p. 33; Loewe, pp. 115 y
129) como en tragedia (Scott, III, p. 38), rehuyen sistemticamente
la vecindad de la interjeccin. 16 Scott nos dice que the interjection
must have added here a certain familiar tone too undignifief for
tragedy (ibid.). Tipo de explicacin que, aparte de no ser vlida
para Herdoto, es naturalmente forzada y nos obligara a aadir
un casustico here a cada norma semejante, con lo que tendramos una increble complicacin en los usos. Como Sfocles dice
veinte veces (I ZED" y slo en una ocasin Ze g , la regla debera enunciarse aqu de modo inverso. 17 Como este mismo vocativo se comporta de manera distinta en Esquilo, la justificacin tambin tendra que ser distinta. " Ya que nat es utilizado para los sirvientes
y 1S Tcca para los que no lo son o temporalmente no son sentidos
como tales, deberamos de nuevo invertir la norma.
Cuando se trata de algunos de los casos de rgido empleo expuestos por Scott, concretamente los nombres propios de personas que, solos, son incapaces de recibir en los textos de tragedia la
interjeccin, o los nombres de seres inanimados apoyados siempre
en ella (Scott, II, p. 82, y III, p. 35 s.), o ante la presencia de un
participio (II, p. 81, y III, p. 35) o adjetivo (II, p. 82 s., y III, p. 36 s.),
ambos sin el nombre correspondiente y con (I obligado, toda posibilidad de matizacin emocional por el uso o no uso de la interjeccin quedara excluida. Con lo cual, un nmero enorme de vocativos debera ser calificado (segn este enfoque) de expresivamente
neutro. Es paradjico, al mismo tiempo, que sean estas construc16. Para Scott las nicas excepciones han de ser explicadas por razones particulares: as,
por ejemplo, para la tragedia III p. 38 s. Ms tarde, la situacin cambiar. Para Jenofonte,
vid. Loewe p. 133 s.
17. La aclaracin de Scott es en este punto tambin semejante: here it is an appeal lo the
sympathetic, human personality in the divine (II p. 82. El subrayado es nuestro).
18. En Esquilo (segn el citado Index de Italie) las veces que aparece Ze g con (5 representan slo el 56 % del total.

41

M. BRIOSO SANCHEZ

ciones las que ms espacio hayan acaparado en la exposicin de


Scott. Por lo dems, estamos frente a tipos de vocativos que generalmente, por su propio contenido, suman un alto grado de emotividad. Una amplia serie de categoras semnticas y formales bien
definidas no admitiran, pues, los dos niveles squicos que la teora
aqu enjuiciada implica. Parece que habra que comenzar un examen de la cuestin, no con el apriorstico criterio sicolgico mentalmente aceptado, sino ms bien por el establecimiento y anlisis
de toda estructura que estadsticamente se revele con un uniforme
comportamiento ante la interjeccin. No negamos que Scott lo
haya hecho : que no ha sacado las lgicas consecuencias, es lo menos que se nos ocurre.
Los nombres propios de persona (solos) han tenido un camino
propio. En Homero slo hay unos pocos con Pero en Hesiodo (Trabajos y das) c fipc:rn aparece cinco veces. En los trgicos, como sabemos, muy rara vez se lee la interjeccin a su lado, y una situacin
anloga se da en Herdoto. En cambio, en Aristfanes (como luego
en Platn), sin que para ello sea necesario un detenido anlisis, se
observa que lo corriente es ya el empleo de (1.). Veamos ahora, sin
embargo, dos pasajes de cierto inters. De acuerdo con las notas de
Scott (III, p. 41) en las Ranas el total de los vocativos con (7.) es slo
del 64 %, de los ms bajos de Aristfanes (su promedio es de 80 %).
La razn provendra de ser una de las obras with most parody of
tragedy and most mock or actual elevation (III, p. 40). Pues bien,
a partir del v. 832, Dioniso se dirige doce veces a Esquilo y Eurpides bajo las formas AicrxISke y Ept7d8rj, sin g/ Tambin Plutn habla
al primero (v. 1500) con un simple Alcrx151E. 20 Segn las cifras de
Scott, en las Ranas el nmero total de vocativos es de 112, el de
los que tienen la interjeccin, slo de 72. Si los trece vocativos citados la hubiesen tenido, esta obra habra de ser alineada entre las
de porcentaje aproximadamente medio. No obstante, ante la realidad de que ambos nombres propios no admiten (I, es posible recu19. Es notable que, segn ha indagado G. Giangrande (Class. Quart. XVIII p. 53), los dioses,
que en la liada y la Odisea son invocados siempre sin tT, por el poeta y los dems humanos,
reciben por primera vez la interjeccin en el Himno homrico III (vv. 14, 179, 526), no en los
lricos como crean an Scott y Gildersleeve, y precisamente en religious epicletic formulas.
Giangrande encuentra el mismo hecho en los lricos y ms tarde en Apolonio de Rodas.
20. No obstante, cuando Dioniso alude a los poetas con expresas calificaciones, lo hace ya
con la interjeccin: cf. vv. 835, 851, 852.

42

EL VOC4TIVO Y LA INTERJECCION

rrir a dos explicaciones. Una, la ms cmoda y favorable a Scott y


sus continuadores, es recurrir al expediente de la parodia. A esta
primera solucin, en principio, no podemos oponer reparo alguno.
Si, como recordamos, los nombres propios en tragedia no suelen
aportar la interjeccin, esta tesis es perfectamente legtima. La otra
es apuntar que Aristfanes, simplemente trat de evitar un, por reiterado, demasiado escandaloso hiato.
El segundo ejemplo es Acarnienses 400-479. Aqu Dicepolis puede exclamar cl -rpt.o-p.axpt.' Ept.n1811 (v. 400) y (I ykuxrsa-r' Epurct81
(vv. 462 y 467), pero en cada ocasin en que pronuncia este nombre
solo, siempre (seis veces) dir Epucl81) o EptTc,8Lov. 21 De nuevo es
lgico pensar en una razn de eufona, confirmada por lo dems
cuando en la lnea 475 leemos Eptird8Lov r.) ykuxncesov xr pik-ranov.
Aunque sera muy sencillo multiplicar los ejemplos, vamos a limitarnos a recoger otra noticia que aparece repetidas veces mencionada en casi todos los autores que han tratado del asunto que
nos ocupa. n Ya hemos aludido a ella en las primeras lneas de este
trabajo. En el manual de Khner-Gerth, se nos dice que Demstenes, en el De cor., siempre se dirige a su rival mit Verachtung
con un simple Alcrxvii. Si aadimos que el nmero de veces que se
da este vocativo en todo el discurso es de treinta y seis, y que en
la produccin entera de Demstenes se eleva a cuarenta y una, incluso sin necesidad de una habilidosa presentacin este dato puede
estar entre los ms firmes puntales de la tesis sicolgica. Sin embargo, tambin en este caso un anlisis ms detenido puede ofrecer serios motivos de duda. En primer lugar, no deja de ser atrayente la
comparacin con los pasajes de Aristfanes que estudibamos : Ranas 832 ss. (Ato-xIS).E, Eptadb) y Acarnienses 400-479 (E1Spe1tPri,
EpucC8Lov). Aunque a cierta distancia en el tiempo, creemos que la
cotejacin ha de ser til. Aristfanes, por su parte, por su frecuencia en el uso de (I es evidentemente una cima pareja a la que Platn
representa en la prosa. No obstante, en estos dos pasajes concre21. Cf. Acharn. 404 (Exipman, Eliptnt8wv) con Nubes 222 45 UmpavE4, Oi itoxpwrOwv. Naturalmente a nuestro favor est tambin cualquier motivacin basada en la medida del verso.
22. La leemos ya en Khner-Gerth, op. cit. II, 1, p. 48 y en el mencionado artculo de
R. Loewe, p. 145. Tambin en Wackernagel, Vorl. ber Syntax I, p. 311, Schwyzer-Debrunner II
p. 61 y Lasso de la Vega, op. cit., p. 341.

43

M. BRIOSO SANCHEZ

tos que ahora nos interesan, se ha permitido dar reiteradamente un


mismo vocativo sin interjeccin. Las dos razones antes expresadas
(parodia o evitacin del hiato), en el fondo no se excluyen. Si los
trgicos rehuan poner en contacto la interjeccin con los nombres
propios de persona, pudo ser no ajeno a esto el tradicional horror
a la que Dionisio de Halicarnaso (de comp. 167) llama 96.)vnvnav
=pecho-14. Sagazmente, Gildersleeve aventur ya una vez 23 que, en
el caso de los nombres de dioses, este taboo poda tener su origen
en la poesa dactlica y en el comienzo voclico de muchos de ellos. 24
En este punto, la tesis del momento sicolgico sera aplicable aqu
(en Aristfanes) slo en el sentido de la falsa dignidad que una parodia trgica requiere. Pues bien, en el discurso de Demstenes la
idea de la parodia no es admisible, pero s lo es en cambio la de la
amenaza del hiato. Sin embargo, el problema requiere un planteamiento de mayor alcance. De un lado, Demstenes es, despus de
Iscrates, uno de los oradores en que el hiato es ms cuidadosamente evitado. 25 Del otro, como leemos en R. Loewe (p. 145), segn los
datos de Eibel, en los oradores id es de regla ante nombres de personas particulares tanto si estn a favor o en contra del propio autor,
y hay que esperar a Iseo (9, 23) para encontrar la primera excepcin. Los motivos para los mantenedores de la postura sicolgica
son obvios : ...fehlt auch bei den Einzelnamen das S, wenn der
Redner im Zorn spricht, und bisweilen auch wieder bei rhetorischen
Fragen (Loewe, ibid.). En Demstenes, pues, confluyen ambas tendencias, la hostilidad ante el hiato y las excepciones en este concreto
uso del vocativo. Nuestro parecer es que en el caso del vocativo
Alcrxlvri, ambas han podido actuar simultneamente. Es cierto que
el propio Esquines, en toda su obra, nombra a su enemigo Demstenes varias veces sin interjeccin. Pero es tambin verdad lo contrario, 26 y una situacin semejante hallamos en el Contra Demstenes de Dinarco. Admitimos que Demstenes emplea en aquella obra
23. Am. fourn. of Phil. 24 (1904), p. 197.
24. Pero respecto a esto ltimo hemos de recordar que Homero precisamente no se distingue
por sus escrpulos ante el hiato: cf. Khner-Gerth, op. cit. I, 1, p. 190 ss.
25. Sobre esto Khner-Gerth, op. cit. 1, 1, p. 199 y Fr. Blass, Die attische Beredsamkeit,
III, 1, p. 100 ss. La base para toda investigacin en este terreno sigue siendo la obra de E.
Benseler, de hiatu in oratoribus Atticis el historicis Graecis libri duo, Fribergae, 1841.
26. Ocho y seis veces respectivamente. En el Contra Ctesifonte no.60.0eve se lee una vez
en boca de Esquines y dos en las de sus oyentes, y ,Imukr0EvE; en cuatro ocasiones: cf. S. Preuss,
lndex Aeschineus. El propio Ctesifonte es aludido dos veces, siempre con la interjeccin.

44

EL VOCATIVO Y LA INTERJECCION

tal ferocidad y desgrana tan nutrida sarta de insultos, 27 que hacen


pensar corrientemente en el odio y la clera mayor imaginables.
Pero es el caso que, incluso en esos desmedidos improperios, hallamos una confirmacin a nuestra tesis. Todas las frases insultantes
dirigidas contra Esquines tienen ju antepuesto. En esto cmplese la
regla tradicional de que los nicos apelativos que no llevan ja necesariamente en los oradores son ypapticesEi3 y dvepurcE, 28 por ms que
encierren en s los dichos ms graves y venenosos. Igualmente, en
los oradores los adjetivos y participios sin nombres expresos, llevan tIS con regularidad (Loewe, p. 149). Ahora bien, contra ambas reglas hay una excepcin en el De cor., excepcin que ya Eibel (p. 22)
citada como la nica por l encontrada : 1 1.1.0p6v.rrre en 243, 6. Loewe
(ibid.) puede argir que estamos an der Spitze einer mit starken
Affekt gesprochenen rhetorischen Frage. Pero para nosotros la motivacin de esta sorprendente rotura de normas est con toda seguridad en el mero temor a la omisin del hiato. 29 Basta pensar que
es, al mismo tiempo, la nica expresin insultante que en todo el
discurso empieza por vocal. Y este transparente caso nos confirma
en nuestra sospecha de que el citado fenmeno no estuvo ausente
de la atencin del orador cada vez que nombraba a su rival. Como
en los ejemplos de Aristfanes, se trataba de un empleo demasiado
reiterado que, con la interjeccin, hubiera resultado de una tosquedad insufrible.
En modo alguno, sin embargo, pretendemos negar radicalmente
los supuestos postulados sico-sociales de la presencia o ausencia de
la interjeccin. Slo buscamos ver el problema desde otras perspectivas ms equilibradas, dando paso a la posibilidad de ampliar
otros anlisis y otros resultados. Un dato de tanta importancia como
es el hiato, por recurrir al ejemplo que ms prximo tenemos, apenas si ha sido tenido en cuenta excepto de un modo pasajero y en
exceso terico.
Es evidente, por otra parte, que no slo el uso y no uso de la
27. Sobre estos particulares rasgos de su estilo, cf. Blass, op. cit. III, 1, p. 92 s. Para
otros datos, id., p. 82 ss.
28. Y en ciertos casos ecv8pr.;: cf. Loewe, p. 148, que cita a su vez a Eibel, p. 18 y 21.
29. Obsrvese cmo en la misma obra Demstenes recurre incluso al orden de palabras
para evitarlo. As, frente a Lisias 12, 36 J., axvrIulrywre nv-ruiv, Demstones (312) dir (.73 icvrwv
btxdrurce.

45

M. BRIOSO SANCHEZ

interjeccin puede tener un transfondo estilstico y sicolgico. Es


ms, el empleo mismo del vocativo, haciendo ya caso omiso de la
interjeccin, de su presencia o ausencia, admite tambin ser estudiado desde un punto de vista anlogo. Veamos un ejemplo, por claro y conocido no menos instructivo. Es de fcil comprobacin que
Iscrates es uno de los oradores que menos vocativos emplea. En
total, para un buen nmero de obras y algunas de gran extensin,
hemos contado aproximadamente unos cuarenta. 30 La mayora (31)
se reparte entre los discursos judiciales. Es ms, de estos ltimos,
veintisis se encuentran en el Trapectico. 31 Es decir, que en un solo
discurso de los ms tpicamente forenses, se acumulan ms de la
mitad de la cifra total de los vocativos isocrticos. Los epidcticos,
como era de esperar, poseen escassimos vocativos y la mayora carece de ellos. En todo caso, cuando existen, es normal que el nico
o casi nico vocativo se lea en el comienzo mismo del texto : as en
el Busiris, A Nicocles, Evgoras (con un segundo vocativo muy cerca del final, en el pargrafo 73), Filipo y Plataico (dos : en los pargrafos 1 y 6). 32 Si repasamos los discursos epidcticos que nos es
dado leer con anterioridad a Iscrates, veremos que el fenmeno
suele reiterarse : en los pasajes que conservamos de Gorgias slo
encontramos tres vocativos, 33 y en el Epitafio de Lisias (?) se lee
otro, justamente tambin en su comienzo. Otras obras anlogas se
comportan de modo semejante. 34 Cualquier discurso judicial, en
cambio, normalmente est sembrado de ellos. Dicho de otro modo,
un rasgo como el vocativo puede ya ser una marca diferenciadora
30. Salvo algn error involuntario por nuestra parte, todos con 15. Respecto al nmero,
merece la pena recordar que slo ya en el De cor. de Demstenes aparece un centenar de
vocativos.
31. Sobre el especial carcter de esta pieza, cabe recordar la vieja y hoy normalmente no
compartida tesis de Benseler, con apoyo en otro hecho relevante: la abundancia de hiatos.
32. Esto se repite, asimismo, en el discutible A Demnico.
33. Dos en el Palamedes y el tercero en el exordio del Olmpico citado por Aristteles,
Rhet. III, 14, 1414 b 29.
34. En Tucdides el discurso fnebre del libro II no posee vocativos. No existen tampoco
en otros turracptot 16yot: en el del Pseudo-Demstenes y en lo que conservamos del pronunciado
por Hiprides. En cuanto al de Scrates en el Menxeno posee tres vocativos, todos con G. La
relacin existente entre los sucesivos discursos epidcticos es un interesante y (por ahora) no
agotado tema. Hoy puede darse por segura, por ejemplo, la influencia de por lo menos algunos
aspectos tucidideos sobre Iscrates (cf. L. Bodin en Mlanges Gustave Glotz I, 93 ss. y W. Jaeger,
Paideia (trad. esp.), Mxico, 1967, p. 861 s.) y una relacin bastante concreta entre el Epitafio
de Lisias (?) y el Panegrico de Iscrates: vid. H. Ll. Hudson-Williams, Thucydides, Isocrates
and the rhetorical method of Composition, Class. Quart. 42 (1948), pp. 76-81. De gran inters es
tambin la extensa contribucin de G. Colin en la REG, 1938, pp. 209-266 y 305-394.

46

EL VOCATIVO Y LA INTERJECCION ri

de dos tipos de expresin literaria, una ms viva y directa, otra ms


artificiosa y distante. En Iscrates, incluso la mayor parte de sus
discursos forenses, impregnados ya de los rasgos ms esenciales de
su estilo, responden, bajo esta perspectiva, a la intromisin de un
modo de hacer jurdico muy poco usual.
Abundando ms en esta cuestin podemos recordar, en una obra
tan propicia para el estudio del vocativo como es el Banquete platnico, dos datos que convendra destacar convenientemente. En primer lugar, los discursos de Fedro, Pausanias, Erixmaco, Aristfanes
y Agatn son, en grado mayor o menor, piezas epidcticas, y no es
sorprendente, pues, que de los ciento quince vocativos con que la
obra cuenta, estos discursos, que abarcan una amplia extensin, retengan un nmero muy reducido y oscilante entre tres vocativos en
los dos ltimos y ninguno absolutamente en el primero. Todos los
vocativos de las cinco piezas oratorias (nueve en total) llevan 1.). y,
en general, estn tambin situados al comienzo y final de cada discurso. Si dejamos aparte el elogio socrtico del amor por la clara
influencia de sus partes dialogadas, el de Alcibiades tiene por s
solo diecisiete vocativos, de ellos dos sin interjeccin. En segundo
lugar, con estos datos contrasta (y los corrobora a un tiempo) la
comprobacin de que la cifra mayor de vocativos sin r) de todo el
texto se acumula en el momento de la entrada de Alcibiades (212 d
ss.). 35 Las consecuencias son claras. De un lado, se confirma numricamente la idea ,admisible ya a priori, de que los discursos de
tipo epidctico tienden a una mnima cifra de vocativos, y (podemos
aadir) dentro de stos a los acompaados por la interjeccin. De
otro, que a esta tendencia se contrapone aquella otra, bien conocida, de un tipo de oratoria muy diferente, aqu representado por el
discurso de Alcibiades, que no slo admite un mayor nmero de
vocativos, sino incluso algunos sin interjeccin, con lo cual su proceder se revela mucho ms prximo a (por ejemplo) la prosa cuasidramtica y descriptiva que podra representarse por el resto de la
obra y, en especial, por el momento narrado en 212 d y ss. 36 La oposicin de ambos procedimientos creemos ha de ser entendida dentro
de la divergencia general de dos estilos de oratoria. El estudio del
35. Hasta 213 e 12 siete en total, todos sin ir,. De ellos, cinco son pronunciados por el propio
Alcibades. Naturalmente hay que tener en cuenta la abundancia de imperativos del pasaje:
cf. Loewe, p. 137.
36. Sobre este discurso, vid. Loewe, p. 138.
47

M. BRIOSO SANCHEZ

vocativo, tanto de su nmero como de su relacin con la interjeccin 1, no puede hacerse sin tener en cuenta razonablemente cada
obra y cada gnero completo. De ah que en vez de la disgregacin
de mltiples momentos emocionales, tengamos como preferible el
anlisis global y sistemtico del vocativo, dentro de un ms amplio
enfoque crtico. Es as como, por ejemplo, dentro de las directrices
de una obra tan compleja como el Banquete, dos firmes orientaciones estilsticas podran ser examinadas ya desde el punto de vista
de la simple conducta del vocativo. 37
Es muy probable que por este camino llegsemos a descubrir
mayor nmero de datos. Pero no es lo que ahora ms nos importa.
Slo hemos tratado, en realidad, de favorecer con unas breves aportaciones la renovacin de un interesante problema.
Nuestra ms profunda conviccin es que los motivos de ndole
social y sicolgica, pertinazmente defendidos stos, sobre todo, en
la abrumadora mayora de los trabajos hasta hoy dedicados al tema, son indudablemente de gran importancia. Pero tambin somos
conscientes de que diversas motivaciones, en parte slo sugeridas
por Scott y otros, poseen mucha mayor fuerza de la que se les ha
concedido. La tarea que se impone es trazar los lmites entre ambos
campos. Estructuras enteras y tipos bien definidos de vocativos,
excluyen la posibilidad del enfrentamiento de las correspondientes
parejas. El hiato y la posicin en el verso se revelan como fundamentales en ciertos momentos y gneros. Los datos que para un
autor como Herdoto son vlidos, no son fielmente aplicables a
otro como Eurpides. La consecuencia es clara : en esta investigacin estamos an iniciando el camino. Aqu hemos querido slo sugerir ejemplos y dudas. Otro da, si nos es posible, volveremos de
un modo ya ms sistemtico al planteamiento de nuevos problemas.

37. Otros muchos casos podran ser examinados. Por citar slo uno ms, mencionaremos el
decisivo papel que el vocativo puede jugar en las parodias. Scott (III, p. 32) seal ya el rasgo
pindrico de Aristfanes Av. 905. Entre la multitud de lugares que mereceran recordarse, citaremos slo Platn, Protag. 337 c 7, en que Hipfas ('Initter.5 6 crap6;) inicia su breve perorata con
el na,p6Nne;.
un altisonante 7)

48

También podría gustarte