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GUIN DE AUDIOCUENTO

TTULO: EL DIABLO Y EL RELOJERO


AUTOR: DANIEL DEFOE
ADAPTACIN: ODORICA RUBIO MARQUEZ Y MARIA DEL ROSARIO MENDOZA
CARRRANZA
DURACIN: 5 MINUTOS

NARRADOR

OPERADOR

NARRADOR

(CON VOZ MISTERIOSA EN TODO EL CUENTO) Poco


despus de morir su marido una honesta y pobre viuda que
viva en la parroquia de San Bennet Funk, cerca del Mercado
Real, dej libres algunas habitaciones de la casa para alojar
huspedes y as aliviar su renta. La buhardilla le haba cedido
a un artesano relojero que se dedicaba a hacer engranajes este
trabajaba para los comerciantes que vendan relojes, segn es
costumbre de esta actividad.
SONIDO DE RELOJ
Cierto da un hombre y una mujer fueron a hablar con el
fabricante de engranajes por algn asunto relacionado con su
trabajo. Subieron por las escaleras y cuando ya estaban cerca
de los ltimos escalones, vieron la puerta del altillo donde
trabajaba completamente abierta y al hombre

OPERADOR

SONIDO TRUENO

NARRADOR

MUJER:

Estaba colgado de una viga del techo. (SONIDO DE LOBO)


en ese mismo momento apareci un hombre corriendo con un
pequeo banco, el hombre con cara de estar muy asustado
coloco el banquillo debajo del desventurado que penda del
techo y subindose rpidamente, sac un cuchillo del bolsillo
mientras sostena el cuerpo del ahorcado con una mano, hizo
seas con la cabeza a la mujer y al hombre que vena detrs de
ella que no hacia falta que entrara, al mismo tiempo el hombre
manipulaba el cuchillo como si fuera cortar la cuerda y salvar
al relojero, pero nada de esto suceda.
El hombre segua subido en el banquillo tocando el nudo sin
cortarlo. La mujer que se haba detenido en un instante supuso
que algo entorpeca la accin y grito de nuevo a su
acompaante:
-

NARRADOR:

( CON VOZ DESESPERADA) Sube y ayuda al


hombre

Pero el hombre que estaba subido en el banquillo nuevamente


les hizo seas de que se quedaran donde estaban y no entraran
en la habitacin, los dos tuvieron la impresin de que el
hombre les deca:

HOMBRE 1:

(CON VOZ PAUSADA) tranquilos lo har enseguida.

NARRADOR:

MUJER:

Despus el hombre movi el cuchillo dos veces como si cortara


la cuerda, y se detuvo nuevamente. Mientras el relojeros segua
colgado y murindose. Ante esto la mujer reacciono:

El Diablo y el relojero
[Cuento. Texto completo]

Daniel Defoe
Viva en la parroquia de San Bennet Funk, cerca del Mercado Real, una honesta y pobre viuda
quien, despus de morir su marido, tom huspedes en su casa. Es decir, dej libres algunas
de sus habitaciones para aliviar su renta. Entre otros, cedi su buhardilla a un artesano que
haca engranajes para relojes y que trabajaba para aquellos comerciantes que vendan dichos
instrumentos, segn es costumbre en esta actividad.
Sucedi que un hombre y una mujer fueron a hablar con este fabricante de engranajes por algn asunto relacionado con
su trabajo. Y cuando estaban cerca de los ltimos escalones, por la puerta completamente abierta del altillo donde
trabajaba, vieron que el hombre (relojero o artesano de engranajes) se haba colgado de una viga que sobresala ms baja
que el techo o cielorraso. Atnita por lo que vea, la mujer se detuvo y grit al hombre, que estaba detrs de ella en la
escalera, que corriera arriba y bajara al pobre desdichado.
En ese mismo momento, desde otra parte de la habitacin, que no poda verse desde las escaleras, corri velozmente otro
hombre que llevaba un escabel en sus manos. ste, con cara de estar en un grandsimo apuro, lo coloc debajo del
desventurado que estaba colgado y, subindose rpidamente, sac un cuchillo del bolsillo y sosteniendo el cuerpo del
ahorcado con una mano, hizo seas con la cabeza a la mujer y al hombre que vena detrs, como queriendo detenerlos
para que no entraran; al mismo tiempo mostraba el cuchillo en la otra, como si estuviera por cortar la soga para soltarlo.
Ante esto la mujer se detuvo un momento, pero el hombre que estaba parado en el banquillo continuaba con la mano y el
cuchillo tocando el nudo, pero no lo cortaba. Por esta razn la mujer grit de nuevo a su acompaante y le dijo:
-Sube y ayuda al hombre!
Supona que algo impeda su accin.
Pero el que estaba subido al banquillo nuevamente les hizo seas de que se quedaran quietos y no entraran, como
diciendo: Lo har inmediatamente.
Entonces dio dos golpes con el cuchillo, como si cortara la cuerda, y despus se detuvo nuevamente. El desconocido
segua colgado y murindose en consecuencia. Ante la repeticin del hecho, la mujer de la escalera le grit:
-Que pasa? Por qu no bajas al pobre hombre?
Y el acompaante que la segua, habindosele acabado la paciencia, la empuj y le dijo:
-Djame pasar. Te aseguro que yo lo har -y con estas palabras lleg arriba y a la habitacin donde estaban los extraos.
Pero cuando lleg all cielos! el pobre relojero estaba colgado, pero no el hombre con el cuchillo, ni el banquito, ni
ninguna otra cosa o ser que pudiera ser vista a oda. Todo haba sido un engao, urdido por criaturas espectrales enviadas
sin duda para dejar que el pobre desventurado se ahorcara y expirara.
El visitante estaba tan aterrorizado y sorprendido que, a pesar de todo el coraje que antes haba demostrado, cay
redondo en el suelo como muerto. Y la mujer, al fin, para bajar al hombre, tuvo que cortar la soga con unas tijeras, lo cual
le dio gran trabajo.
Como no me cabe duda de la verdad de esta historia que me fue contada por personas de cuya honestidad me fo, creo
que no me dar trabajo convencerlos de quin deba de ser el hombre del banquito: fue el Diablo, que se situ all con el
objeto de terminar el asesinato del hombre a quien, segn su costumbre, haba tentado antes y convencido para que fuera

su propio verdugo. Adems, este crimen corresponde tan bien con la naturaleza del Demonio y sus ocupaciones, que yo
no lo puedo cuestionar. Ni puedo creer que estemos equivocados al cargar al Diablo con tal accin.
Nota: No puedo tener certeza sobre el final de la historia; es decir, si bajaron al relojero lo suficientemente rpido como
para recobrarse o si el Diablo ejecut sus propsitos y mantuvo aparte al hombre y a la mujer hasta que fue demasiado
tarde. Pero sea lo que fuera, es seguro que l se esforz demonacamente y permaneci hasta que fue obligado a
marcharse.

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