Pablo Davalos 2008 Sumak Kawsay y Las Cesuras Del Desarrollo1
Pablo Davalos 2008 Sumak Kawsay y Las Cesuras Del Desarrollo1
Pablo Davalos 2008 Sumak Kawsay y Las Cesuras Del Desarrollo1
desarrollo
Pablo Dvalos
De todos los conceptos creados desde la positividad de la economa neoliberal, el
concepto de crecimiento econmico como base del desarrollo social es, de hecho, uno
de los que ms connotaciones simblicas y polticas posee. Es un concepto hecho a la
medida de las ilusiones y utopas del neoliberalismo y del capitalismo tardo. Con la
misma fuerza que el creyente cree en la epifana de la voluntad divina, el economista
neoliberal, cree en las atribuciones y virtudes mgicas que tiene el crecimiento
econmico. Es una especie de doximancia en la que la sola enunciacin del
crecimiento econmico se convertira en taumaturgo de la realidad.
Esta nocin del crecimiento econmico recupera las necesidades polticas del
neoliberalismo, y, para legitimarse, apela al concepto decimonnico e iluminista del
progreso. En efecto, desde esta perspectiva el crecimiento econmico sera otro
smbolo de progreso y ste, por definicin, no admite discusiones. De esta manera, el
neoliberalismo pretende tejer una solucin de continuidad histrica con el iluminismo y
con las promesas emancipatorias de la modernidad. En la simblica moderna, toda
persona, o todo pueblo, al menos tericamente, quiere progresar, quiere salir
adelante; quiere superarse. Para el neoliberalismo, poner trabas al progreso es ser
retardatario. Poner trabas al crecimiento es una aberracin de los pueblos atrasados
que, de forma imperativa, deben modernizarse. Oponerse al desarrollo, por tanto, es
antihistrico. Estar en contra del crecimiento econmico es sntoma y signo de
oposicin al cambio.
Pero el crecimiento econmico, vale decir el desarrollo, por antonomasia es obra de
los mercados y, a su vez, de las empresas privadas. La empresa privada (y en su
forma ms moderna: la corporacin), gracias al discurso neoliberal del crecimiento
econmico se creen portadoras de una misin de trascendencia histrica: asegurar el
cumplimiento de una de las promesas ms caras de la modernidad capitalista: el
progreso econmico en condiciones de libertad individual.
En esta nocin de crecimiento y desarrollo econmico el discurso neoliberal crea un
fetiche al cual rinde tributos, oraciones, y penitencias. El crecimiento econmico,
segn la doctrina neoliberal, resolver por s solo los problemas de la pobreza,
iniquidad, desempleo, falta de oportunidades, inversin, contaminacin y degradacin
ecolgica, etc.
El crecimiento econmico se convierte en la parusa del capital. En el horizonte utpico
hacia el cual necesariamente hay que llegar, a condicin de que, obviamente, se dejen
libres los mercados y que el Estado respete las reglas de juego del sector privado. En
la teologa del neoliberalismo, la parusa del crecimiento econmico solo puede
provenir de la mano invisible de los mercados. Gracias a esta nocin de crecimiento
econmico, el neoliberalismo puede deconstruir aquellos modelos econmicos y
sociales que comprendan la intervencin del Estado; y posicionar su proyecto poltico
como un modelo de crecimiento por la va de los mercados. El crecimiento econmico,
en las coordenadas tericas y polticas del neoliberalismo, permite desarmar aquellas
nociones de planificacin social, de bienes pblicos y solidaridades colectivas que
formaron parte del debate poltico latinoamericano y mundial, antes de la larga noche
neoliberal.
Ahora bien, la teora del crecimiento econmico por la va de los mercados y como
base del desarrollo, es una invencin reciente. Su formulacin como parte de las
teoras del desarrollo y su reformulacin como propuesta de mercados libres y
competitivos como nico espacio histrico posible del desarrollo econmico, est
relacionada con la contrarrevolucin monetarista de Friedman y de la Escuela de
Chicago, producida en los aos cincuenta y sesenta del siglo pasado.
En realidad, el crecimiento como dispositivo conceptual del desarrollo neoliberal, es un
argumento vaco. En efecto, el crecimiento econmico, strictu sensu, no existe. Lo que
existe es la acumulacin del capital, y el capital no es ni una cosa ni un conjunto de
objetos, es una relacin social mediada por la explotacin y la reificacin. La
acumulacin del capital implica, por definicin, la ampliacin de las fronteras de la
explotacin y de la enajenacin humana. A ms crecimiento, ms acumulacin de
capital, y, por tanto, ms explotacin, ms degradacin, ms enajenacin.
El desarrollo basado en la nocin neoliberal del crecimiento econmico, es un discurso
mentiroso y encubridor de las relaciones de poder que genera la acumulacin del
capital en su momento especulativo. El crecimiento econmico como teleologa (o
como finalidad) social y fetichismo de la historia es un dispositivo simblico y
epistmico que tiene una funcin poltica: aquella de generar los consensos
necesarios para posibilitar la acumulacin del capital en su momento especulativo y
neoliberal.
Tiene tambin una funcin histrica: aquella de cerrar los espacios de posibles
humanos en las coordenadas de la economa y del mercado. El neoliberalismo es el
fin de la historia moderna. No hay nada ms all del fin de la historia: las utopas
desaparecen y las metanarraciones de la modernidad se fragmentan. En el mundo
neoliberal se han cumplido con las promesas emancipatorias de libertad y progreso.
Sin embargo, esa libertad y progreso son puestas en las perspectivas del mercado y la
libre empresa, y el ser humano que mide a su condicin humana en la reificacin de
las cosas, ya fue cuestionado por los filsofos marxistas de la Escuela de Frankfurt,
adems, el discurso del crecimiento econmico ha sido objeto de un intenso
cuestionamiento, desde Ivn Illich, Arnold Naess, Herbert Marcuse, hasta Arturo
Escobar y Serge Latouche, entre otros.
De esas crticas y cuestionamientos al discurso neoliberal del crecimiento econmico,
y utilizando una figura de la retrica que implica ruptura, interrupcin y fisuras, habra
de recordar aquellas cesuras que esta nocin ha producido y cuyas connotaciones
histricas y sociales son ineludibles a la hora de repensar al desarrollo y sus
alternativas, sobre todo en momentos de fin de la historia y de posmodernidad
neoliberal.
La primera de esas cesuras es cuando el discurso del crecimiento econmico
fragmenta y rompe la relacin del ser humano con la naturaleza. Desde el proyecto de
Descartes del hombre como amo y seor de la naturaleza, hasta el informe de la
Comisin Brundtland de 1986, pasando por la Cumbre de Ro y las preocupaciones
recientes sobre el calentamiento global, el desarrollo econmico y el discurso del
crecimiento, no han podido cerrar esa cesura. Todo lo contrario, ahora genera
problemas que antes parecan inconcebibles.
La visin de los mercados como alternativa histrica para la relacin hombre-
naturaleza est ampliando esta cesura y presentndonos escenarios que antes nos
habran parecido impensables. Solo desde una visin de un extremo egosmo con el
presente, y absoluta enajenacin con el futuro, puede pensarse que la produccin de
alimentos ahora sea para los autos y no para los seres humanos. Los biocombustibles
ponen al discurso del crecimiento econmico en la frontera final de la utilizacin de la
naturaleza. Qu viene despus? Quiz la privatizacin del aire? La
comercializacin del clima, como lo pretende el proyecto HAARP?
Comprendemos, gracias a esa propuesta de privatizacin de la naturaleza, que el
concepto de desarrollo sustentable de la Comisin Brundtland, nunca fue ms que un
simulacro, una expiacin del capitalismo tardo en su hora neoliberal. Una coartada
para los proyectos privatizadores del Banco Mundial. Sin embargo, el calentamiento
global es una amenaza real. El capitalismo y su discurso del desarrollo, gracias a la
cesura que se produjo cuando se instrumentaliz la naturaleza y se rompi la unidad
del hombre con su entorno, estn provocando una de las crisis ms graves y
profundas que pone en peligro a toda la existencia humana sobre la Tierra. En la
perspectiva del mercado no hay posibilidades de frenar el cambio climtico y el
calentamiento global. Llegar un da en el que la humanidad tenga que optar entre la
vigencia de los mercados capitalistas o su propia pervivencia. Llegar un da en el que
los conocimientos y saberes ancestrales de los pueblos indgenas sean la nica
opcin para salvar al planeta de la devastacin provocada por el libre mercado.
Una segunda cesura del discurso del crecimiento econmico y el desarrollo, es aquella
relacionada con la tica. Ni el desarrollo, ni el crecimiento econmico son ticos, y no
pueden serlo, porque al incorporar variables ticas al crecimiento econmico, ste
corre el riesgo de entrar en serias contradicciones lgicas que pondran en peligro la
validez epistemolgica de la economa en su conjunto.
El comportamiento maximizador del homo economicus est reido con la tica, e
impide la eleccin racional en mercados competitivos. Un consumidor ante una
mercanca nunca piensa en los dems, sino en s mismo. El momento en el que se
atraviese en su eleccin individual cualquier preocupacin tica por los dems, sus
decisiones econmicas se invalidan automticamente. Para la teora vigente del
consumidor, que fundamenta a todo el edificio conceptual de la economa moderna,
stas no seran decisiones racionales.
Pensar de manera tica, por definicin, es pensar en contra del mercado y del inters
individual. Pensar ticamente no es racional, al menos en los contenidos que la
economa entiende por racional. tica y crecimiento econmico son dimensiones
contrapuestas. La cesura con respecto a la tica, ha producido una instrumentalizacin
del conocimiento, del saber social y de la convivencia humana.
Una sociedad que se dedica a la industria de la guerra, puede exhibir envidiables
parmetros e indicadores de desarrollo econmico, pero esa sociedad puede revelarse
como un peligro para las dems. Mientras ms crezca en trminos econmicos esa
sociedad, ms riesgos existen para la paz del mundo.
Una leccin que el capitalismo quiere olvidar con la experiencia del nazismo en
Alemania y la reconstruccin econmica por la va de la industria blica. El profesor
Galbraith, con su fina irona, deca que los nazis, luego de haber resuelto el problema
del desempleo en Alemania, se dedicaron a resolverlo en el resto de Europa y el
mundo.
Esa cesura entre la tica y el crecimiento hace que en la subjetividad del capitalismo,
el fin justifique los medios y que al final la tica aparezca como recurso estratgico en
la necesidad de legitimar al poder. No hay que olvidar que el ndice de crecimiento de
los mercados de Defensa (el ndice Spade Defense) ha crecido una media del 15%
entre los aos 2001 y 2006, gracias a la guerra en contra del terrorismo, y que esta
guerra ha provocado el aparecimiento de graves atentados a los derechos humanos
fundamentales en todas partes del mundo.
Es posible, entonces, devolver la tica a la convivencia humana? La respuesta
aparece condicionada a la existencia de los mercados como reguladores sociales e
histricos. Los mercados no son espacios para la tica. Son espacios para el lucro
individual y la accin estratgica. Rescatar la tica implica superar al mercado. Los
mercados al instrumentalizar la tica ponen en riesgo la paz del mundo y las
condiciones de una convivencia pacfica entre los pueblos.
Una tercera cesura del discurso del desarrollo y el crecimiento econmico es con la
historia y cultura propias de los pueblos. El desarrollo y el crecimiento econmico
vacan de contenidos a esas historias y culturas y los llenan con aquellos que se
considera vlidos desde la lgica de la rentabilidad, el corto-placismo, el egosmo y el
clculo estratgico. Cuando el crecimiento econmico se aproxima a sociedades o
pueblos que no estn contaminados de modernidad ni desarrollo econmico, los
fagocitan en funcin de las necesidades de la acumulacin del capital, y colonizan
aquello que Habermas denomina el mundo de la vida.
Para el crecimiento econmico, las costumbres tradicionales de los pueblos y sus
culturas son obstculo que hay que superar eliminndolas por medio de estrategias de
modernizacin. En las coordenadas del mercado, no pueden subsistir las diferencias
culturales, a condicin de que se conviertan en excelentes mecanismos de mercadeo.
El desarrollo y el crecimiento econmico no tienen idea de lo que significa el respeto
cultural, y la convivencia en contextos de diversidad social y cultural. Los mercados no
soportan la diversidad humana. La extraordinaria diversidad cultural de los pueblos del
mundo es una amenaza que debe ser controlada. El mundo liso y llano de Burguer
King, de Nike, de Mc Donalds, de Coca Cola, de Wal-Mart, etc., es la apuesta por
colonizar esa diversidad cultural e integrarlas al capitalismo como otra dimensin del
mundo corporativo.
Una cuarta cesura es, paradjicamente, con la misma economa. Aunque parezca
inverosmil, el desarrollo econmico ms que provocar el crecimiento econmico para
toda la sociedad, en realidad lo que consigue es la administracin poltica de la
escasez. El discurso neoliberal del crecimiento econmico es un discurso de la
escasez. El mecanismo de los precios como taumaturgos de la realidad, es la
expresin del control poltico a la escasez. De hecho, todo el discurso de la economa
neoliberal est construido sobre las nociones de la escasez.
Los conceptos del neoliberalismo (entre ellos los conceptos de precios como costo
marginal, el concepto de agente maximizador, de rendimientos decrecientes, de
equilibrio general, de curvas de indiferencia, etc.) son conceptos que relevan de una
analtica de la escasez. No se trata de la existencia o constatacin de una situacin de
escasez, sino de su racionalizacin y operacionalizacin poltica por medio del poder,
y la economa, de este modo, se convierte en otra forma de ejercer el poder. El
desarrollo crea escasez. El desarrollo y el crecimiento econmico crean pobreza. La
pobreza es inherente al desarrollo y al crecimiento econmico. Toda la estrategia de
ajuste y reforma estructural del FMI y del Banco Mundial, y su terapia de shock,
provocaron artificialmente la escasez, y provocaron y exacerbaron la pobreza como
requisito ineludible para que puedan operar las leyes del mercado capitalista.
Pensar que el crecimiento econmico puede resolver los problemas de la pobreza es
ingenuo, primero porque se tiende a pensar a la pobreza en trminos de economa (el
dlar diario del Banco Mundial), cuando en realidad es un fenmeno poltico; y,
segundo, porque se supone que la pobreza puede ser superada desde la misma
economa (por ello Marx se resista a hablar de pobreza, para l la pobreza era una
manifestacin social e histrica de la explotacin, lo que haba que resolver era la
explotacin humana emancipando al trabajo, y no como ahora lo pregona el poder con
microfinanzas o microempresas), cuando debera superarse desde la poltica.
Ninguna sociedad, incluida aquellas que puedan autodenominarse como
desarrolladas han resuelto los problemas de la pobreza, y menos an de la
explotacin. El discurso de la economa neoliberal como analtica de la escasez sirve
de cobertura y coartada para ocultar la distribucin de la renta social. Si toda la
sociedad participa en la produccin del excedente social, lo lgico sera esperar que el
discurso del desarrollo y el crecimiento econmico resuelvan la distribucin y
participacin de toda la sociedad de este excedente. Gracias al discurso neoliberal del
crecimiento econmico, el excedente social se privatiza y la escasez se convierte en el
mejor argumento de control poltico que asegura la privatizacin de la riqueza social.
Una quinta cesura, y quiz de las ms graves, es la colonizacin epistmica. Cuando
se asume al discurso del desarrollo y del crecimiento econmico, es imposible ver al
mundo de otra manera. Quiz Wallerstein tenga demasiada razn cuando nos propone
impensar las ciencias sociales. Para Wallerstein, el desarrollo es un mito
organizacional. La colonizacin epistemolgica provoca la indiferencia hacia aquellos
saberes que no relevan de los marcos tericos dados por la modernidad y por el
desarrollo, y tambin provoca la destruccin de esos saberes, sobre todo cuando
empiezan a convertirse en peligrosos. En una expresin fuerte y cargada de
simbolismo y de razn, Boaventura de Souza Santos los llama epistemicidios.
La colonizacin epistemolgica producida por el discurso del crecimiento econmico
ha neutralizado la capacidad que tendra la humanidad en repensar las alternativas al
capitalismo. Quiz es ms difcil desaprender que aprender. Para salir de esta
colonizacin, quiz sea necesario un largo trabajo de olvido sobre todo aquello que
aprendimos a propsito del desarrollo y del crecimiento. Superar esta cesura
epistmica es una de las tareas ms complejas del presente porque la razn siempre
es autorreferencial, y la analtica del crecimiento econmico ha hundido sus races en
la episteme moderna incluida en sus propuestas emancipatorias.
Todos estos procesos no pueden mantenerse sin la utilizacin estratgica de la
violencia. El libre mercado necesita de la violencia como la vida necesita del oxgeno.
A ms libre mercado ms violencia. Todas las reformas neoliberales del crecimiento
econmico han sido impuestas y se mantienen desde la violencia. La violencia asume
el formato de la poltica como una extensin de la guerra, y sta como una condicin
hobbesiana de existencia. El desarrollo y el crecimiento econmico fragmentan al
hombre de su sociedad y lo inscriben en una relacin marcada, precisamente, por la
violencia. La libertad de los mercados implica crceles, persecucin, terrorismo de
Estado, torturas, genocidios, impunidad. El crecimiento econmico es violento por
naturaleza. Generar violencia y administrarla polticamente, bajo una cobertura de
democracia, ha sido uno de los desafos ms importantes del neoliberalismo. El
concepto neoliberal que permiti la domesticacin de la poltica, incluido el
sometimiento de la democracia a las coordenadas del mercado, ha sido aquel del
Estado social de derecho.
Es necesario cerrar estas cesuras. Est en juego la pervivencia del hombre sobre la
Tierra. El discurso neoliberal del desarrollo basado en el crecimiento econmico no
puede tener una segunda oportunidad. Si se la damos quiz sea demasiado tarde para
nuestro futuro. Su legado de destruccin ambiental, degradacin humana, violencia
social, colonizacin de las conciencias, terrorismo de Estado, genocidios, expulsin de
pueblos enteros, guetizacin, entre otros aspectos, hacen imperativo (casi como los
imperativos morales de Kant), que busquemos alternativas al desarrollo en su
conjunto.
El Presidente boliviano Evo Morales, indgena de procedencia aymara, ha dicho que
hay que pensar en superar al capitalismo como sistema social e histrico. Los
indgenas del Ecuador, a inicios de los noventa, y en la lnea de repensar las
alternativas al capitalismo como sistema, produjeron uno de los conceptos polticos
ms complejos de la era presente: el Estado Plurinacional, que obliga a reconsiderar
los contenidos que fundamentan al contrato social y a la sociedad en su conjunto. Los
zapatistas mexicanos desafiaron a las tradicionales teoras del poder cuando
expresaron su mandato poltico como: mandar obedeciendo.
Son los mismos indgenas de Bolivia, Ecuador, y Per, los que ahora proponen un
concepto nuevo para entender el relacionamiento del hombre con la naturaleza, con la
historia, con la sociedad, con la democracia. Un concepto que propone cerrar las
cesuras abiertas por el concepto neoliberal del desarrollo y el crecimiento econmico.
Han propuesto el sumak kawsay, el buen vivir.
Es probable que la academia oficial, sobre todo aquella del norte, sonra
condescendiente, en el caso de que logre visibilizar al concepto del buen vivir, y que lo
considere como un hecho anecdtico de la poltica latinoamericana. Sin embargo, es
al momento la nica alternativa al discurso neoliberal del desarrollo y el crecimiento
econmico, porque la nocin del sumak kawsay es la posibilidad de vincular al hombre
con la naturaleza desde una visin de respeto, porque es la oportunidad de devolverle
la tica a la convivencia humana, porque es necesario un nuevo contrato social en el
que puedan convivir la unidad en la diversidad, porque es la oportunidad de oponerse
la violencia del sistema.
Sumak kawsay es la expresin de una forma ancestral de ser y estar en el mundo. El
buen vivir expresa, refiere y concuerda con aquellas demandas de dcroissance de
Latouche, de convivialidad de Ivn Ilich, de ecologa profunda de Arnold Naes. El
buen vivir tambin recoge las propuestas de descolonizacin de Anbal Quijano, de
Boaventura de Souza Santos, de Edgardo Lander, entre otros. El buen vivir, es otro
de los aportes de los pueblos indgenas del Abya Yala, a los pueblos del mundo, y es
parte de su largo camino en la lucha por la descolonizacin de la vida, de la historia, y
del futuro.
Es probable que el Sumak Kawsay sea tan invisibilizado (o lo que es peor, convertido
en estudio cultural o estudio de rea), como lo fue (y es) el concepto del Estado
Plurinacional. Mas, en la prosa del mundo, en su signatura de colores variados como
el arcoiris, en su tejido con las hebras de la humana condicin, esa palabra, esa
nocin del buen vivir, ha empezado su recorrido. En los debates sobre la nueva
Constitucin ecuatoriana, junto a los derechos de la naturaleza y el Estado
Plurinacional, ahora se ha propuesto el Sumak Kawsay como nuevo deber-ser del
Estado Plurinacional y la sociedad intercultural. Es la primera vez que una nocin que
expresa una prctica de convivencia ancestral respetuosa con la naturaleza, con las
sociedades y con los seres humanos, cobra carta de naturalizacin en el debate
poltico y se inscribe con fuerza en el horizonte de posibilidades humanas.
Pablo Dvalos, economista y catedrtico ecuatoriano - http://alainet.org/active/23920