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Micromachismos
-el poder masculino en la pareja moderna-
Luis Bonino 1
Este artculo est dedicado especialmente a los varones que estn intentando revisar, rebelarse y denunciar los cdigos machistas en los que fueron entrenados y que se estn esforzando para lograr igualdad con las mujeres. Pretende ser un llamado a seguir profundizando en la reflexin y autocrtica sobre los propios comportamientos, aplaudiendo los propios logros en el camino hacia la igualdad, pero sin olvidar que queda an mucho por recorrer. Es un aporte realizado desde la conviccin que los varones no debemos anclarnos en lo ya conseguido ni sobrevalorarlo, que junto a nuestros deseos de cambio tambin hay resistencias, que la autocomplacencia es mala consejera, que es necesario ver los no-cambios que existen dentro del proceso de cambio. Y que la igualdad real solo es posible si los varones detectamos y desactivamos todos los obstculos y resistencias grandes y pequeos, propios y sociales, cotidianos o no- que se oponen a ella
Qu pensamos cuando vemos a ese varn que se dice progre, eludir o esquivar con justificaciones su quehacer en el hogar? Y de ese to majo, que dice que puede hacer pocas cosas en casa porque llega tarde y cansado del trabajo, pero que tiene tiempo para sentarse dos horas frente al ordenador? Y cuando escuchamos al que dice que es muy compaero porque ayuda en todo a su pareja?. O qu sentimos ante el que, cuando su pareja le reclama algo justo, se queja del estilo que ella emplea descalificando as dicho reclamo ?. Y qu opinamos del que comenta que l no es machista porque disfruta baando, preparndole la comida y jugando con su nia?. O, de ese otro que se dice de izquierdas pero se enfada silenciosamente si su pareja le pide consejo y luego ella hace algo diferente a lo aconsejado?. Si somos varones progresistas, es probable que algunos pensemos que ms de uno de esos ejemplos nos muestran actitudes un poco machistas, pero que no tienen demasiada importancia. Otros disculparamos a los varones que tienen esas actitudes, porque aunque no sean correctas son trazas del machismo que uno no puede sacarse de encima de repente. Si somos bastante autocrticos, puede ser que tengamos un cierto cargo de conciencia al vernos reflejados, aunque inmediatamente podramos decir que no permiten ver las cosas buenas que s hacemos los varones. Si furamos
1 Luis Bonino. Psicoterapeuta y Director del Centro de Estudios de la Condicin Masculina, de Madrid. www.luisbonino.com [email protected]
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conservadores, probablemente ni tomramos en cuenta la propuesta de reflexionar sobre lo que los varones hacen, ya hartos de los cuestionamientos de las mujeres a nuestro modo de ser. Pero, si furamos mujeres nuestra respuesta sera diferente. Seguramente pensaramos: la verdad que esas actitudes las sufrimos todos los das, pero qu vamos a hacer!. Quizs no tendramos claro porque l se comporta as, pero si fuera nuestra pareja lo llevaramos mal y, algo le reprocharamos. Pero tambin nos reprocharamos culpabilizndonos luego de preguntarnos si es tan buen hombre, por qu quejarse o enojarse?. Y nuestras relaciones cercanas Qu diran si nos quejamos de lo que ellos hacen?. Seguramente nos reprocharan a nosotras nuestra actitud reactiva y no el comportamiento de ellos: no s por que te enojas por esta tontera!. o no sabes el hombre que tienes al lado, te lo envidio, no s de qu te quejas!. Entonces seguramente nos cuestionaramos ms an: Cmo es posible, si esas actitudes son definidas por casi tod@s (y por m misma) como pequeeces, nos irriten tanto -a m como a otras mujeres-, afecten nuestra tranquilidad, nos sobrecarguen tanto, nos hagan sentir ninguneadas o impotentes para cambiar la situacin, nos lleven a aislarnos de nuestra pareja o nos depriman?.Seremos las mujeres muy sensibles, exigentes, poco compresivas, irritables, no conformes con nada, resentidas, perfeccionistas, muy feministas, o poco agradecidas con los varones buenos con quienes estamos en pareja?. O est pasando algo ms, que no es responsabilidad femenina?. Los varones tendrn algo que ver en todo esto?
Las estrategias masculinas para mantenerse por arriba de las mujeres. Los ejemplos comentados, nos muestran actitudes masculinas muy frecuentes en la cotidianeidad de las parejas heterosexuales. Son comportamientos que realizan varones que han abandonado ya el machismo puro y duro de la generacin que los preceda, que se sienten igualitarios y que lo son en muchos aspectos de su vida, que no son dominantes, pero que, como parte de lo que an no han podido o querido cambiar, logran que la mujer con quien estn se someta a las propuestas que l, por activa o por pasiva, impone a la relacin. Las mujeres podrn aceptar, soportar o rechazar dichas actitudes, evaluarlas como injustas o ignorarlas, pero no por ello estn libres de ser afectadas, fsica o mentalmente, aunque no se den cuenta en el momento. Quienes han estudiado los mecanismos que usan quienes tienen poder sobre las dems personas, nos han enseado que uno de los ms importantes para mantenerse en l y seguir imponiendo, es opacar, ocultar, hacer un pacto de silencio entre poderosos y guardar en secreto los modos en que retienen ese poder, con todo lo que lo acompaa (prestigio, superioridad en las escala social, xito, etc.). Esto es as tanto en las grandes corporaciones (el tema del dinero negro, por el que se canalizan negocios e influencias es un ejemplo de ello), como en las relaciones entre mujeres y varones. Si queremos que las relaciones de poder se transformen en relaciones de paridad se hace imprescindible visibilizar esos mecanismos de opacamiento, desenmascarar lo oculto, lograr transparencia y develar los secretos que permiten mantener las jerarquas. Este artculo 90
procurar contribuir a este objetivo, enfocndolo al mbito de las relaciones de pareja heterosexual. Para este propsito nos sern de gran ayuda algunas de las conclusiones a las que llegaron Maurice Godelier y Pierre Bourdieu -dos prestigiosos socilogos franceses- luego de investigar en los 80 a dos pueblos primitivos, los baruya en Oceana y los bereberes en frica. Intentando entender diversos aspectos de la dominacin masculina hacia las mujeres ellos han echado luz sobre cmo se ejerce en lo cotidiano tal dominacin, as como sus efectos en las mujeres. Sus conclusiones son muy tiles para comprender lo que est en juego en los ejemplos cotidianos con los que iniciamos este artculo, y que representan claramente modos masculinos habituales y ocultos de situarse por arriba de las mujeres en las relaciones de pareja. Godelier y Bourdieu pusieron el acento en estudiar el predomino social masculino y las formas en que los varones se aseguran el prestigio y la superioridad sobre las mujeres, perpetuando las normas de la organizacin social de dominacin masculina, generadora de esa superioridad. Godelier, estudiando al pueblo baruya, se interes en deconstruir los cmo de la dominacin, lo que llam la maquinaria de la dominacin. l seal como uno de los elementos bsicos de dicha maquinaria a los ritos de iniciacin, ceremonias muy estudiadas por la antropologa definindolos como ceremonias de paso, a travs de los cuales los varones realizan un examen de masculinidad. Lo novedoso de las ideas de este socilogo es que defini estos ritos como un punto culminante de un proceso de entrenamiento especfico que dura toda la vida masculina al que otros autores han llamado la educacin para el privilegio que, dice Godelier, sigue aun hoy impartindose. l nos descubre como en todo ese proceso, los varones adquieren - transmitidos por otros varones en espacios y actividades definidos como solo masculinos-, un cdigo de funcionamiento vital para la autonoma y el poder, con estmulos y habilidades especficas para acceder al poder personal y, especialmente, para mantener el poder de domino sobre las mujeres y saber retenerlo. Los ritos y la educacin que suponen, excluyen a las mujeres y las apartan del acceso al aprendizaje vital para el logro de la autonoma y el poder y al apartarlas se les ocultan las claves de dicho aprendizaje, y tambin -y esto es importante para el tema que nos ocupa- se les oculta el conocimiento de las estrategias que se utilizan para lograr ese apartamiento, y que son eficaces en tanto ocultas. Uno de los interesantes ejemplos de exclusin femenina entre los baruya era la apropiacin masculina de la msica, recurso que para ellos otorgaba gran poder porque era considerado el medio por excelencia que permita la conexin directa con los dioses y el intercambio con los otros pueblos (hoy diramos que esa apropiacin es machismo puro y duro). Para asegurar esta exclusin mantenan en secreto para las mujeres las claves para el aprendizaje musical incluido el uso de instrumentos, y as les impedan tanto la utilizacin del recurso, como la conexin e intercambios que permita. Quedaban as condenadas a la dependencia hacia los varones para relacionarse con los dioses y los otros extranjeros. La efectividad de esta apropiacin estaba dada en gran parte porque no se realizaba por la fuerza, sino a travs de diferentes estrategias manipulativas ms o 91
menos ocultas o naturalizadas que se utilizaban cotidianamente y que lograban que si se rebelan ante el mandato masculino las mujeres se anularan, coartaran, convencieran, culpabilizaran, desanimaran, inhibieran su rebelda (hoy llamaramos a estas estrategias machismo sutil). La mayora de estas estrategias estaban basadas en reafirmar los mitos ancestrales que legitimaban la superioridad masculina, y con su utilizacin, la exclusin se consolidaba sin rebelda femenina. Godelier llam los secretos del poderoso al conjunto de ocultamientos que estudi como parte integral de la educacin masculina. l sugiere que esos secretos -que al mantenerse bloquean y boicotean el acceso femenino a la igualdad-, no circulan solo entre los baruya, sino que son componentes de las sociedades en los que los varones aun tienen el poder (incluida nuestra sociedad occidental desarrollada). Concluye con la idea que la ruptura de esos secretos, la disminucin de la eficacia de las ocultas maniobras para apropiarse del poder y retenerlo, y la libre disponibilidad de los recursos y habilidades ocultados, favorecera la produccin de una importante fisura en la maquinaria de la dominacin masculina. Los varones perderan el monopolio de las herramientas para obtener y retener poder personal y de dominio, pero tambin dara libre acceso a las mujeres a esas herramientas, con lo que el juego democrtico podra desarrollarse realmente al disponer ambos, mujeres y varones de los mismos recursos y legitimidad Bordieu, por otra parte, ha mostrado travs de sus estudios sobre el pueblo bereber cmo, el entrenamiento para llegar a ser un hombre como se debe (que incluye ser superior a las mujeres), va consolidando un modo masculino de ubicarse en jerarqua con las mujeres y un modo de percibirlas desde arriba, similar al de otros grupos dominantes. Una mirada del dominante deca Bourdieu (como la del seor feudal desde su castillo o como la de quien est en la sala VIP de los aeropuertos), que sigue todava hoy tan incorporada como hbito masculino que no se percibe como tal, sino como el modo normal de ver importante tambin esto para el tema de este artculo-. Esta mirada naturaliza y oculta la jerarqua de gnero, favorece no ver las necesidades de las mujeres (ya que a quien est por debajo se ve menos), y permite evadirse de la responsabilidad por los efectos que sobre ellas tiene la propia conducta dominante ejerce sobre atribuyendo esos efectos a la naturaleza o a la debilidad de ellas. La posibilidad de transformacin de las jerarquas tiene como prerrequisito desnaturalizar lo naturalizado, cuestionar la naturalidad masculina de ponerse por arriba. Tambin Bourdieu se suma se suma a las ideas de Godelier en cuanto a los ritos de iniciacin, destacando su carcter de ritos de de institucionalizacin, de acceso al club masculino al que las mujeres no pueden entrar.
Ha pesar que los baruya y los berebere parecen muy alejados de nosotros, los varones actuales, progresistas, democrticos, igualitarios, no nos diferenciamos como concluyen Godelier y Bourdieu-, demasiado de ellos en cuanto a nuestro modo de percibir desde arriba a las mujeres, mantener en clave actual - los secretos del poderoso y monopolizar la utilizacin - del cdigo para la autonoma y el poder.
Es cierto que el machismo puro y duro ya no se lleva. Ya no se puede tan fcilmente utilizar abiertamente el cdigo del poderoso, sus claves y sus trucos secretos para facilitan el estar por arriba, sin ser tachado de machista. Pero eso no implica que los varones renieguen totalmente de estar en esa posicin ni que dejen de 92
naturalizar su posicin de privilegio social. Los comportamientos masculinos que tienen por objetivo la exclusin de la mujer del terreno del poder y del derecho a la autonoma no han desaparecido, sino que se han modificado para lograr los mismos efectos. Al menos en el Occidente democrtico ya no se excluye explcitamente a las mujeres del reino de los que tienen derecho a ser persona y no objeto, sino que se lo hace de un modo sutil y oculto (incluso para los varones mismos) a travs de diferentes trucos secretos para mantenerse por arriba, aprendidos -como los baruya- en el proceso de hacerse hombre.
Aunque cueste reconocerlo, la mayora de los varones no hemos abandonado totalmente los cdigos de dominacin y exclusin de las mujeres transmitidos de generacin en generacin, ni hemos cambiado totalmente el natural modo desde arriba con el que se las percibe. O acaso es muy diferente la actitud de los hombres baruya con la msica, al truco manipulativo de los directivos varones que utilizan las reuniones informales fuera del trabajo para las grandes decisiones empresariales, para as excluir las mujeres en puestos de decisin, ya que estas generalmente no pueden ir a dichas reuniones si tienen cargas familiares? En esas reuniones, opacas para las mujeres, no solo se toman decisiones sino que son parte activa de la creacin de redes de intercambio e influencia imprescindibles para ascender en la jerarqua laboral. Ni tampoco son muy diferentes a los berebere y baruya los varones que tomamos como ejemplos al principio del artculo. En la prxima seccin nos ocuparemos de develar lo oculto en sus comportamientos. Cdigos, secretos, miradas, trucos masculinos para retener poder, maquinarias de la dominacin, mecanismos para mantenerse por arriba de las mujeres, machismos sutiles y no slo explcitos.en el pasado pero tambin en el presente. Los varones que nos sentimos igualitarios deberamos hacer algo con todo esto, ya todos estos mecanismos son un muro que impide la igualdad, al excluir a las mujeres de los recursos sociales y personales que les debera permitir -como a nosotros-, legitimar la individuacin y la validez del tiempo propio, afianzarse en ver las propias percepciones como vlidas, las propias ideas como apropiadas, los propias comportamientos como adecuados, y los propios recursos como confiables. Y con ello, equivalentes en voz y voto en lo pblico y en lo domstico. Godelier y Bordieu nos han mostrado un camino: revelar los secretos del poderoso -transparentar lo oculto-, para compartir con las mujeres el cdigo de habilidades necesarias para lograr la autonoma, y para contribuir a erradicar esas ocultas maniobras masculinas para mantenerse en posicin superior, bloqueando la autonoma femenina. A mi me ha parecido muy enriquecedor y autocuestionador este camino y por l me muevo hace tiempo, empujado por dos situaciones. La primera, convivir en pareja con una mujer que no me permiti nunca estar por arriba y que ha visibilizado siempre mis maniobras de retencin de poder, lo que me oblig a tener que ir reconociendo, no sin contradicciones, mis resistencias no reconocidas a lo igualitario. La otra, trabajar en psicoterapia con mujeres, y descubrir los daos a la autonoma femenina que provocan los pequeos comportamientos cotidianos de dominio de los modernos baruyas y bereberes que son (somos) muchos de los nuevos varones, los progresistas que ya se sienten igualitarios. 93
En mi tarea de psicoterapeuta he podido ir comprobando con el tiempo cmo las mujeres, al reconocer las pequeas y continuas actitudes masculinas de dominio cotidiano, quedan menos atrapadas en ellas y con ms posibilidades de reclamo y accin frente al varn que los realiza, y cmo el desenmascaramiento, deshabituacin y erradicacin de dichos comportamientos por parte de los varones, junto al distanciamiento de la posicin desde la que se ejercen, es un factor clave par el logro de una relacin democrtica y saludable entre mujeres y varones en lo cotidiano. Quiero aclarar que al hablar del dominio, me refiero al poder de dominio que es la capacidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de otras personas. Es un poder impositivo que se ejerce de modo visible u ocultamente sobre o contra l@s otr@s,
En las relaciones de pareja, y desde hace siglos, este poder se adjudica a los varones y no a las mujeres y su ejercicio determina prcticas abusivas sobre la individualidad femenina y permite adems a los varones monopolizar el llamado poder de microdefinicin que consiste en la capacidad y habilidad de una persona en imponer sus propios intereses, creencias y percepciones.
El poder de dominio es diferente al poder de actuacin y autoafirmativo, que es la capacidad de hacer y transformar, es la fuerza personal de existir, decidir y autoafirmarse, es el poder para ser y hacer. Sirve para disponer de uno mism@, ejercer la autonoma, evitar ser esclav@s de otr@s, y decir "yo y no. Permite la colaboracin con otr@s, o ejercer la autoridad delegada democrticamente. Quienes lo ejercen deben tener una legitimidad social que los autorice (y esta legitimidad slo la han obtenido hasta hace muy poco los hombres).
Existe otro poder, el poder heteroafirmativo -diferente al autoafirmativo-, que es la capacidad de cuidado y dedicacin a otr@s, necesaria para que las personas cuidadas crezcan, se afirmen y sean autnomas. Est legitimado para las mujeres en nuestra cultura, y no para los hombres, quienes deben rebelarse al modelo de masculinidad tradicional para ejercerlo.
Retomando el objetivo de este artculo -desenmascarar los ocultos comportamientos de dominio de los hombres a los que ya no se define como machistas-, quiero comenzar por poner a estos comportamientos un nombre que los identifique. Diversos autor@s estudios@s de la vida cotidiana (Miller, Bourdieu, Glick, Castaeda, etc.) han llamado a los pequeos comportamientos masculinos para estar por arriba de las mujeres: pequeas tiranas, terrorismo ntimo, violencia blanda,suave o de muy baja intensidad, tretas de la dominacin, machismo invisible o sexismo benvolo. Desde 1990, yo los he denominado micromachismos (en adelante mM). Y as lo hice, porque si definimos al machismo como la ideologa y las prcticas de la superioridad masculina, estamos hablando de l pero en sus formas micro asociado al trmino micropoderes del socilogo francs Foucault- -, por lo casi imperceptibles, especialmente invisibles y ocultos para las mujeres que los padecen y que boicotean su creciente autonoma en el mundo actual.
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Si bien estos comportamientos se pueden descubrir en diversos mbitos de la relacin entre mujeres y varones, en las siguientes lneas me ocupar de aquellos que se producen en el espacio de la pareja heterosexual con hij@s.
Los mM son pequeos y cotidianos ejercicios del poder de dominio, comportamientos suaves o de "bajsima intensidad" con las mujeres. Formas y modos, larvados y negados, de abuso e imposicin de las propias razones, en la vida cotidiana, que permiten hacer lo que se quiere e impiden que ellas puedan hacerlo de igual modo. Son hbiles artes, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente quizs no tanto para sojuzgar sino para oponerse al cambio femenino.
Ahora que la "grandes" machismos y dominaciones masculinas se aceptan cada vez menos, probablemente sean las armas, trucos, tretas y trampas ms frecuentes que los varones utilizan actualmente para obstaculizar la rebelda femenina al rol social asignado y encasillarlas en l. Son los pequeos machismos que pese a ello, producen poderosos efectos en las mujeres
Todos los mM son comportamientos manipulativos que ocupan una parte importante del repertorio de comportamientos masculinos "normales" hacia las mujeres.
Se ejercen intentando mantener y conservar las mayores ventajas, comodidades y derechos que lo social adjudica a los varones, socavando la autonoma personal y la libertad de pensamiento y comportamiento femeninos. Por eso, desde una posicin de lucha contra la desigualdad de gnero, hay que contribuir para que los mM sean erradicados del repertorio de actitudes masculinas. Ponerlos en evidencia, nombrarlos, deslegitimarlos, y cuestionar la posicin desde arriba que origina su ejercicio. son buenos primeros pasos en este camino
Machismo puro y duro y micromachismos se basan ambos en una creencia masculina procedente del modelo de masculinidad tradicional con el que se socializa a que los varones. Esta creencia es la que supone que los varones tienen mayor valor que las mujeres, dando por sentado que ellas deben estar disponibles y al servicio de los propios deseos, placeres y razones. Y desde esa posicin y para asegurarla, es lcito utilizar diversos procedimientos grandes o pequeos de control, imposicin y boicot a la autonoma femenina.
El sentirse superior implica sentirse con derecho a hacer la propia voluntad sin rendir cuenta, a tener la razn sin demostrarlo, a no ser opacado por una mujer, a ser reconocido en todo lo que hacen, a que lo propio no quede invisibilizado, a ser escuchado y cuidado, a aprovecharse del tiempo de trabajo domstico femenino y por supuesto a forzar e imponerse para conseguir los propios objetivos. Los avances de las mujeres cuestionan este derecho, y los mM son unos de los modos masculinos ms 95
frecuentes de ejercer la defensa de estos privilegios de gnero, y de oponerse al cambio de las mujeres que procuran ser tan autnomas como ellos.
Al comenzar a reflexionar hace ya doce aos sobre los mM, los defina fundamentalmente como maniobras mas o menos puntuales en lo cotidiano, enfatizando como bsico su carcter de imperceptible, en este caso dado su "pequeez" -micro-. Sin embargo, en los ltimos aos he incluido tambin en esta definicin a otros comportamientos que he ido observando y que tambin son imperceptibles o invisibles micro-, aunque no por ser "pequeos" sino debido fundamentalmente a que se ven como naturales an para los mismos varones y por ello se hacen invisibles aunque no sean "pequeos". Ya no son puntuales y suelen ser la estructura que sostiene las maniobras puntuales. Se trata aqu de maniobras mltiples simultneas, estrategias ms o menos globales de comportamiento, o permanencia natural en situaciones de comodidad que sobrecargan a las mujeres
Muchos de estos comportamientos no suponen intencionalidad, mala voluntad ni planificacin deliberada, sino que son hbitos de funcionamiento frente a las mujeres, que se realizan de modo automtico, sin reflexin alguna. Otros en cambio s son conscientes, pero en uno u otro caso, los varones son expertos en su ejercicio por efecto de su aprendizaje durante su proceso hacerse hombres
Dada su invisibilidad, los mM se ejercen generalmente con total impunidad, produciendo diversos grados de malestar y dao a las mujeres especialmente sobre su autonoma-que no son evidentes al comienzo de una relacin de pareja y que se van haciendo visibles a largo plazo, y favoreciendo el mantenimiento de la posicin ventajosa masculina
Para intentar mantener esta posicin, los varones se sirven de diferentes modalidades de mM, a las que me he permitido agruparlas provisionalmente en cuatro categoras que pueden ayudar a hacerlos ms visibles en su complejidad. Estas categoras, que siempre estn ms o menos entrelazadas son:
Los mM utilitarios, que tratan de forzar la disponibilidad femenina aprovechndose de diversos aspectos "domsticos y cuidadores" del comportamiento femenino tradicional. Se realizan especialmente en el mbito de las responsabilidades domsticas. Los mM encubiertos, que intentan ocultar su objetivo de imponer las propias razones abusando de la confianza y credibilidad femenina.
Los mM de crisis que intentan forzar la permanencia en el statu quo desigualitario cuando ste se desequilibra, ya sea por aumento del poder personal de la mujer, o por disminucin del poder de dominio del varn
Los mM coercitivos que sirven para retener poder a travs de utilizar la fuerza psicolgica o moral masculina.
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Una caracterstica comn a todos estos mM es que se rigen por la lgica machista del doble rasero: lo que vale para m no vale para ti, situacin que muestra claramente quien decide el juego y los privilegios que se adjudica. Lgica por otra parte opuesta a la democrtica donde la consigna una voz, un voto refleja la propuesta de un rasero igual para todos, con iguales posibilidades de elegir. Ningn varn ejerce todos estos mM, pero casi todos son expertos en el uso de varios de ellos. En las descripciones que har a continuacin mostrar ejemplos muy tpicos, y dejar fuera otros ms sutiles que cada da sigo descubriendo que los varones crean para seguir con sus propsitos. Espero que dichas descripciones contribuyan a que las personas lectoras puedan ir descubriendo su propio catlogo de mM ejercidos (ellos) o sufridos (ellas), ampliar el siempre inacabado descubrimiento de las manipulaciones masculinas, y establecer actitudes de resistencia (ellas) o autocrtica (ellos) a estos comportamientos.
El objetivo masculino de conservar la posicin ventajosa, diferencia claramente a los mM de las manipulaciones "femeninas" que muchas mujeres realizan. Ellas, a diferencia de los varones, muchas veces se comportan de forma manipulativa, pero especialmente para romper una posicin de subordinacin o, para dentro de ella conseguir ms influencia, poder, o ejercer derechos que les son negados o que no creen tener derecho a tener, y no como los varones que, en los mM manipulan para conservar su posicin.(como alguien me deca: usan la mano izquierda porque no se sienten autorizadas socialmente para usar la derecha.
De los utilitarismos a las manipulaciones encubiertas
La primera categora de mM es la de los utilitarios. Dos elementos los caracterizan, uno, su ndole utilitaria y el otro que lo son generalmente por delegacin o por apartamiento de los varones de situaciones de responsabilidad compartida. Son estrategias de imposicin de sobrecarga por evitacin de responsabilidades, y su efectividad est dada no por lo que se hace, sino por lo que se deja de hacer y que se delega en la mujer, que as pierde energa vital para s misma. Son probablemente, los mM ms naturalizados e invisibilizados por mujeres y varones, y en lo cotidiano una de las frmulas ms eficaces de resistencia masculina al cambio
Se realizan especialmente en el mbito de las responsabilidades domsticas, provocando eficazmente en las mujeres un forzamiento de disponibilidad. Derivan de la obediencia interesada y sin crtica a uno de los mandatos de la masculinidad tradicional, el que prescribe que al hombre debe ocuparse de lo pblico (lo importante) y no de lo domstico, tanto si se ocupa de la provisin de dinero y proteccin, como si no lo hace.
Como hbito o como actitudes conscientes, este tipo de mM son probablemente los que ms contribuyen a sostener la desigualdad en las parejas de los pases desarrollados donde las mujeres han logrado la conquista de amplios espacios de libertad. Pueden consistir tanto en maniobras puntuales o estrategias globales que permiten a los varones naturalizar y aprovechar abusivamente y sin culpa alguna el poder que anteriormente definimos como heteroafirmativo femenino. Las mujeres - sometidas a los roles asignados- tambin naturalizan ese poder como propio por 97
naturaleza, y lo defienden para s con toda la sobrecarga que implica-. Es interesante saber que el socilogo Bourdieu llama patriarcado suave o por consenso al sistema que logra dominar al subordinado no ya por la fuerza sino logrando hacerle creer que elige lo que el dominante espera de l .
En esta categora podemos distinguir al menos dos grupos de mM que corresponden a dos aspectos de lo domstico. Cada uno incluye comportamientos especficos, algunos de los cuales describir a continuacin:
1) No responsabilizacin sobre lo domstico: Se trata de diversas formas, desde las directas a las soterradas, de no implicarse en un tipo de responsabilidad que un vnculo respetuoso, recproco e igualitario supone compartida: la atencin del hogar, como lugar en el que se proveen los recursos materiales que permiten desarrollarse a las personas La falta de implicacin puede ser total o ser una seudoimplicacin, donde el varn se define como ayudante de la mujer, lo que le obliga a ella a ejercer la gerencia del hogar, teniendo que organizar e indicar lo que los dems (ayudantes) deben hacer en casa, con la sobrecarga consiguiente.
2) Aprovechamiento y abuso de la capacidad "femenina" de servicio: aqu el varn se adapta a lo asignado por los roles tradicionales (l proveedor, ella cuidadora) para no ocuparse del "servicio a l@s dems" Con ello se aprovecha de la capacidad de servicio hacia otras personas en la que las mujeres son expertas por su socializacin de gnero. Son comportamientos que fuerzan, o peor aun, "convencen" y apoyan el autoconvencimiento de las mujeres, para que naturalmente ejerzan diferentes roles de servicio: madre, cocinera, esposa, asistenta, gestora, psicloga, acompaante social, secretaria para pedir citas mdicas, la que espera con la comida lista, telefonista, portera y hasta quien guarda la ropa masculina. Estos roles son inducidos con diferentes mM en lo domstico y en lo pblico tales como: a)Naturalizacin y aprovechamiento del rol de cuidadora en lo domstico. Entre ellos: -Delegacin del trabajo de cuidado de los vnculos y las personas: Estrategia global con mltiples maniobras por las que se fuerza de varias maneras (ver mM encubiertos) a la mujer a cumplir el mandato cultural de ser la encargada de cuidar la vitalidad de la pareja, el desarrollo y seguimiento medico-educativo de l@s hij@s, los vnculos con ell@s, con la familia de l e incluso con sus amigos,- y tambin los animales y las plantas-, adems de transferirles el trabajo de la comunicacin. Al no hacerse cargo el varn de esta actividad -llamada "trabajo emocional"-, abusa, quiralo o no, del tiempo y la disponibilidad femenina en tanto obliga a las mujeres a esa enorme tarea que no se puede dejar de hacer, ya que sin l no es posible el desarrollo personal y vincular. -Requerimientos abusivos solapados: son pedidos exigentes, casi rdenes, pero que se realizan sin pedir explcitamente. Requerimientos mudos a travs de gestos, preguntas o comentarios al pasar que apelan a activar automticamente los aspectos cuidadores del rol femenino tradicional, logrando que la mujer cumpla ese pedido sin percatarse que lo est haciendo no por deseo propio sino 98
por presin invisible. Al no ser estos pedidos explicitados, tampoco requieren ser agradecidos cuando se satisfacen, ya que segn el varn nunca existieron. Por efecto de estos mM las mujeres se ven llevadas "naturalmente" a atender el telfono o el timbre en casa, a levantarse cuando falta la sal, a acompaar al hombre al mdico, a comprar su ropa. La frecuente pregunta dnde est? (que tiene el subtexto: bscamelo y dmelo), sin buscar previamente alude tambin a estas presiones, as como tambin aceptar el rol de nio tirnico en el que se colocan los varones al enfermarse -Negacin de la reciprocidad en el cuidado: es este un comportamiento de rechazo del varn a ofrecer real y eficiente cuidado o ayuda a la mujer cuando sta lo necesita, negndole as en la prctica el derecho a ser cuidada. Con ello le impone su creencia, derivada de la masculinidad tradicional, de que l es el nico digno de atencin. Este mM se hace visible cuando la mujer necesita atencin por estar enferma, por tener que ocuparse de su familia de origen o por tener sobrecarga de trabajo. Es frecuente que en estas situaciones, los varones nieguen las necesidades femeninas de ayuda, minusvalorando sus sntomas o el cansancio, criticando la forma en que ella hace las cosas, o apelando a su no saber, para no hacerse cargo
b) Naturalizacin y aprovechamiento de la "ayuda al marido" en lo laboral. Con esta estrategia micromachista, usada habitualmente por varones que trabajan de modo autnomo, ellos naturalizan los aportes laborales femeninos para el mantenimiento o la expansin de su trabajo. Se apela a la "ayuda" femenina -en algunos casos adjudicndoles un rol profesional, o en otros no-, pero sin reconocimiento interpersonal ni laboral. Los efectos negativos de este mM se hacen ms evidentes en casos de divorcio. Varones con pequeas empresas o que no trabajan por cuenta ajena, consiguen as gratuitamente gestoras, secretarias, enfermeras, asesoras de negocios, correctoras de estilo, contables, administrativas, contratistas, conductoras de arado, etc. La contracara de este mM es la naturalidad con que los varones se sienten con derecho a irritarse cuando sienten que las mujeres no reconocen algo de la ayuda masculina en cualquier situacin..
Una estrategia micromachista muy utilizada por hombres ms o menos "modernos que rene elementos de esta categora y de la prxima que describiremos es lo que en Espaa se llama "escaqueo", y consiste en eludir o esquivar la responsabilizacin sobre diversos aspectos de lo domstico pero atribuyendo esa inaccin a mltiples justificaciones, que encubren lo que no se puede decir como adulto que se dice colaborador e igualitario: que no se desea, no interesa, no gusta, incomoda, o se siente con derecho a no involucrarse en lo domstico. Esta estrategia no solo se ejerce sobre la pareja, sino tambin sobre madres, hermanas o compaeras de piso en el mbito estudiantil, pero es utilizada constantemente ante mujeres que cansadas ya no piden compartir lo domstico, pero sobre todo con aquellas que lo piden terminado al final enojadas o resignadas pero sin lograr habitualmente la cooperacin masculina adecuada.
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Las justificaciones masculinas para escaquearse generalmente giran alrededor de dos ejes: el primero, la "ignorancia" masculina sobre todo lo atinente a lo domstico, y el segundo la naturalizacin de la maternidad y el cuidado en las mujeres segn la particular ecuacin: posibilidad de embarazarse = obligacin de planchar, cuidar hijos y suegros. Dos justificaciones habituales para no abandonar estos comportamientos cuando son puestos en evidencia son la afirmacin que las mujeres no quieren abandonar su rol de ama de casa -ocultando la poca predisposicin masculina a "pelear" el nuevo lugar-, y que l ya bastante tiene con cumplir su rol de proveedor (es sorprendente que esta justificacin la realizan incluso varones vinculados a mujeres que trabajan fuera del hogar).
Ahora bien, los varones se creen sus propias justificaciones? La experiencia con grupos de varones reflexionando sobre ello lleva a concluir que muy poco, excepto la de que ellas lo hacen mejor. Casi todos reconocen que de tontos tienen poco, pero que lo domstico es incmodo y que no gusta, y encontrar artimaas para no hacerlo recargando a la mujer que se ocupa de ello no quita el sueo. Y aunque reconozcan que se escaquean ello no les lleva a cambiar por qu?. Sin duda, la creencia en su intocable derecho "masculino " a no hacer est en la base de todo esto, y el efecto que esto tiene sobre la mujer se vuelve secundario.
Una de las pruebas del xito de esta estrategia es el grado en que se toleran estas justificaciones por parte de quienes rodean al ejecutante, frecuentemente con enfado o con cierta sonrisa, pero que casi nunca con la crtica que s reciben las mujeres , cuando, se irritan de esta manipulacin.
El resultado del uso reiterado de estos mM utilitarios es que se produce una desigual distribucin de la carga mental y fsica que supone la ocupacin de lo domstico, lo que lleva a un acrecentamiento de la calidad de vida del varn y la cantidad de tiempo privado para s, a expensas de la mujer, y un desmejoramiento del nivel de vida femenino, ya que consume sus energas y reservas emocionales no pudindolas dedicarlas a s misma .Muchas veces las mujeres perciben estos comportamientos, pero no su objetivo y aunque les molestan, al final se acostumbran a ellos, ya que perciben la inutilidad o el alto costo de sus esfuerzos para que el hombre deje de hacerlos.
Otra categora de mM son los encubiertos Se caracterizan por su ndole insidiosa, encubierta y sutil, razn por la que son muy efectivos. Aunque el objetivo del varn que los ejerce es claro - forzamiento de disponibilidad de la mujer para mantener las cosas en la direccin elegida por l-, ste es ocultado tras "otras razones. Conducen a que la mujer coarte sus deseos y haga lo que no quiere.
Son los ms manipulativos, y por sus caractersticas de encubiertos, la mujer no suele percibirlos, aunque es golpeada psicolgicamente por ellos con diversas 100
intensidades. Podemos agrupar a estos mM en varios tipos de comportamientos, de los que describir algunos:
1) Creacin de falta de intimidad: son comportamientos con los que el varn intenta controlar las reglas de juego de la relacin a travs de la distancia, y con eso lograr que la mujer se acomode a sus deseos: cundo estar disponible, cunta intimidad tener, cunta tarea domstica realizar y qu merece compartirse. Estn sostenidos en la creencia varonil de su derecho a apartarse sin negociar y a disponer de s sin limitaciones (sin permitir ese derecho a la mujer). Los ms frecuentes son:
a) Silencio: independientemente de las dificultades de los varones para hablar (especialmente de su mundo emocional), el silencio es una maniobra de imposicin de los propios intereses, porque callar lleva a imponer el silencio a quien est con uno. Permanecer en silencio no es slo no hablar, sino no sentirse obligado a hablar, dar explicaciones, o dar informacin de s en el vnculo (recurso que solo pueden permitirse quienes tienen poder), y por tanto imponer el no dilogo y obligar a la mujer a llenar el hueco comunicativo. Va acompaado generalmente de la "expectativa de telepata" por la que se impone a las mujeres la obligacin de descifrar lo que el varn est pensando. Este silencio masculino cabe diferenciarlo del silencio contemplativo de un encuentro amoroso, y de los silencios, resentidos, temerosos o impuestos, que suelen estar condicionados por la falta de legitimacin de la palabra del silencios@, quien es obligad@ a callar u opta por hacerlo para no ser castigado, y que son propios de los grupos subordinados las mujeres, entre ellos-.
b) Aislamiento y mal humor manipulativo: se trata aqu de un paso ms del anterior. Este mM suele utilizarse cuando ella quiere intimidad, respuestas o conexin y no se inhibe en sus requerimientos ante el silencio masculino Se pone distancia y se impone a la mujer el no acercamiento. Este aislamiento puede ser fsico -encerrndose en algn espacio de la casa o en alguna actividad- , o mental, encerrndose en sus pensamientos.
c) Avaricia de reconocimiento y disponibilidad: Se trata de mltiples comportamientos de retaceo de reconocimiento hacia la mujer como persona y de sus necesidades, de sus valores, o de sus aportes al bienestar psicofsco masculino y familiar. Muchas mujeres reconocen este mM, al que llaman ninguneo, que tambin sufren en otros mbitos donde no se les reconoce su aporte. Estos mM conducen frecuentemente al hambre de afecto (el que, en mujeres dependientes, aumenta su dependencia). Provocan adems la sobrevaloracin de lo poco que brinda el varn -ya que habitualmente lo escaso suele vivirse como valioso- . A veces pueden tomar la forma de conducta al acecho (no toma la iniciativa en alguna responsabilidad familiar, espera y luego critica. Yo lo hubiera hecho mejor.
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2) Seudonegociacin. Se trata aqu del falseamiento de la comunicacin: el varn est dispuesto a hablar para aparentemente negociar la resolucin de alguna situacin, pero en realidad no est dispuesto a moverse de su posicin, o a lo sumo se digna a "hacer concesiones". Como actualmente no es polticamente correcto ser inflexible, se cubren las apariencias, hablando sobre el problema, pero sin intentar negociar la solucin. Muchas veces esta maniobra va acompaada del apartamiento del dilogo culpando a la mujer por sus malas formas (si me lo hubieras dicho de otra manera!)
3) Inocentizacin: mM muy frecuente consistente en declararse sin responsabilidades es decir inocente-, en cuanto a determinados hechos en lo cotidiano. Aunque disfrazadamente, se asientan en la creencia en el derecho a estar libre de tener que dar cuenta de lo que se hace y s exigirlo a quienes le rodean, y de no implicarse en cosas que los varones definen como ajenas a su posicin. Existen al menos dos tipos de estos mM: a) Inocentizacin culpabilizadora Se habla mucho de la culpabilizacin, actitud consistente en juzgar y condenar a la mujer que no ha hecho bien algo (bien = cumplir su rol tradicional) hacindola sentir en falta de los modos ms variados: apelando a su no saber hacer, al incorrecto desempeo del rol de esposa o madre, o a su tontera o maldad. Esta actitud incluso se utiliza para responsabilizarla por lo que a l le pasa, y an ms, culpabilizarla de la inhibicin o irritacin que ella siente o expresa confusamente cuando l impone sus criterios. Exageras y estas loca son dos expresiones frecuentes para expresar esta actitud masculina Pero este comportamiento culpabilizador tiene su contracara, ya que al realizarlo el varn se coloca siempre como juez y fiscal atento a la falta ajena, y por ello nunca se sienta culpable ni responsable de lo sucedido, proclamando su eterna inocencia.
b)Autoindulgencia y autojustificacin: son otras formas de inocentizacin por las que el varn presenta excusas y autoexcusas frente a la no realizacin de tareas o actividades que hacen al compartir en un vnculo respetuoso e igualitario. Con ellas intentan quedar bien y ocultar su falta de inters o dificultad para manejarse en relaciones no impositivas. Muchas de estas maniobras sirven de apoyo al escaqueo, previamente nombrado. Son maniobras que intentan bloquear y anular justos reclamos femeninos ante acciones o inacciones del varn que la desfavorecen. Hacen callar imponiendo el criterio masculino, pero apelando a otras razones, y eludiendo la responsabilidad por lo que se hace o deja de hacer. Entre este grupo de mM se destacan: - Echar balones fuera: este universal comportamiento masculino en el que se utiliza el mecanismo psicolgico de la proyeccin sirve para diluir la propia responsabilidad en momentos en que se es reclamado por algo no hecho, o hecho mal. no me lo dijiste, es tu culpa, o si-pero son algunas frases frecuentes con los que se expresa este mM -Hacerse el tonto (y el bueno): en este mM el varn elude responsabilizarse por sus actitudes injustas, su desinters en el cambio o el no tener en cuenta a la mujer, apelando a diversas razones que segn l, son inmodificables o que no suponen maldad. Entre estas maniobras evasivas se encuentran el aludir a las 102
obligaciones laborales (No tengo tiempo para ocuparme), la buena intencin, la torpeza, la parlisis de la voluntad u otros defectos personales (no sirvo para eso, no puedo controlarme, es imposible para m, "me olvid pero no tuve mala intencin"). -Impericias selectivas: con este tipo de mM se busca evitar responsabilidades (y se las impone a la mujer) a partir de declararse inexperto para determinadas tareas (de la casa o del cuidado de la familia). Por ejemplo, es frecuente, para no planchar, exponer el argumento de que dejar la ropa bien planchada es muy difcil, ocultando que no le gusta hacerlo. -Minusvaloracin de los propios errores :A travs de esta manipulacin masculina, los propios errores , descuidos, desintereses, abusos de derechos y equivocaciones son poco tenidos en cuenta por el mismo varn, y cuando lo son, se perciben como banales y son fcilmente disculpados. Inversamente, se est poco dispuesto a aceptar los errores de la mujer, tachndola frecuentemente de inadecuada o exagerada en sus preocupaciones por las cosas, los vnculos y las personas. -Delegar responsabilidad por propios errores. Este mM tan frecuente se puede resumir en la frase dnde pusiste..?. En realidad l no sabe dnde estn sus cosas, pero es ms fcil decir que la responsable es ella.
Otros mM encubiertos en los que me extender son los engaos y mentiras (en la que muchos varones son expertos), el paternalismo, el abuso de confianza o las desautorizaciones encubiertas.
De la defensa del statu quo a las coacciones
La tercera categora de mM es la de los mM de crisis que se utilizan en perodos en los que el estable disbalance de poder en las relaciones de pareja entra en crisis y se desequilibra en direccin a una mayor igualdad, tanto debido a un aumento de la autonoma femenina, como por una disminucin del la sensacin de control y dominio del varn debido, por ejemplo, a razones de prdida laboral o de limitacin fsica. Generalmente estas situaciones de cambio se acompaan de reclamos por parte de la mujer de mayor igualdad en la relacin.
El empleo de estos comportamientos tiene por objetivo evitar el cambio de statu quo, retener o recuperar poder de dominio, eludir el propio cambio o sosegar los propios temores a sentirse impotente, inferiorizado, subordinado o abandonado (que, son algunos de los tpicos los temores con los que los varones, desde la socializacin genrica, suelen reaccionar ante las relaciones igualitarias con las mujeres).
Estos mM son eficaces no slo para impedir que la mujer sea ms autnoma o para evitar sentirse dependiente de ella, sino tambin para impedir los reclamos de ella respecto a la necesidad que l tambin cambie modificando sus hbitos. 103
El varn, al sentir que pierde poder de dominio (y por tanto seguridad), puede utilizar especficamente estos mM u otros de otras categoras, aumentando su cantidad o su intensidad . Suelen utilizarse frecuentemente en una secuencia determinada, segn la capacidad de resistencia de la mujer frente a la presin masculina hacia el no cambio. Ejemplos de uno de los primeros y uno de los ltimos utilizados en dicha secuencia son los dos siguientes: 1) Resistencia pasiva y distanciamiento. Ante mujeres que estn acrecentando su autonoma, estos mM son de gran efectividad Su caracterstica es utilizar diversas formas de oposicin pasiva y abandono con el fin de debilitar las fuerzas que la mujer est utilizando para realizar la experiencia de aumento de su autonoma. La frase: "tu sabrs que hacer "(con tus tareas domsticas si vas a trabajar) es una buena sntesis de estos comportamientos
2) Darse tiempo. Este mM se realiza cuando en el momento de reacomodo del vnculo el varn percibe que la mujer ya no se deja manipular y exige inflexiblemente un cambio de su parte. Ante dicha exigencia, l formalmente reconoce la validez de dicha exigencia, pero postergando y alargando el tiempo de comienzo de dicho cambio hasta que haya algo que lo obligue (en general, el hartazgo femenino o un ultimtum de separacin). Con esta maniobra se manipula el tiempo de la respuesta al pedido de cambio intentando dilatar la situacin de injusticia en la pareja. Es una claro ejercicio de imposicin y dominio en tanto obliga a la mujer a aguantar y a someterse a los tiempos y deseos del varn, que es quien conserva el poder de decisin del momento de comenzar un cambio (o de reconocer que no quiere o no puede hacerlo).Si la mujer no tiene claridad y firmeza en sus propuestas, con este comportamiento puede sucumbir a ser ganada por cansancio, reestablecindose el statu quo.
Los modos de dilatar la decisin de cambio, o simplemente el dilogo, pueden ser variados pero suelen girar alrededor de las siguientes frases: Necesito tiempo, ya hablaremos!, ya veremos!, lo pensar!. Otro modo frecuente de hacerlo es a travs de la negativa a acceder a una ayuda teraputica para el cambio, y si se lo hace, postergar frecuentemente la consulta antes de decidirse realmente a hacerla.
De los otros varios mM de crisis se pueden nombrar tambin: 3) Aguantar el envite, comportamiento ante el reclamo femenino, en el que el varn no se piensa mover de su posicin, y aguanta lo que haya que aguantar hasta que ella se canse. 4) Refugio en el estilo: maniobra muy eficaz de paralizar un reclamo apelando que no fue dicho de la manera correcta (segn l y segn lo que se espera socialmente de una buena mujer): si me lo pidieses de otra manera!, no sabes ms que chillar!, son alguna de las frases utilizadas.
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La ltima categora con la que nos encontramos es la de los Mm coercitivos. Su caracterstica particular es que en ellos el varn usa la fuerza moral, psquica, econmica o de la propia personalidad) (no la fsica) de un modo directo, para intentar doblegar a la mujer, limitar su libertad, expoliar su pensamiento, su tiempo o su espacio, y restringir su capacidad de decisin. Estos comportamientos intentan hacer sentir a la mujer con menos autonoma, sin la razn de su parte, sin tiempo, espacio o libertad. Su efectividad se constata por la percepcin femenina de la prdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para defender los propios derechos, decisiones o razones, lo que provoca en ella un acrecentado sentimiento de derrota.. Entre ellos podemos nombrar a dos bastante frecuentes:
1) Uso expansivo-abusivo del espacio fsico y del tiempo para-s: Este grupo de mM se apoya en la idea de que el espacio y el tiempo son elementos que los varones pueden utilizar prioritariamente sin consultar como afecta a los dems este uso, hacindolo de este modo de una forma expansivo- abusiva a costa del tiempo y espacios ajenos, teniendo la mujer poco derecho a hacer lo mismo. En cuanto al uso del espacio, son mM aparente banales en el mbito hogareo, la invasin de la ropa masculina por toda la casa, la utilizacin del silln del saln para su siesta impidiendo el uso de ese espacio comn, la monopolizacin del televisor a travs del adueamiento del mando, o la ocupacin con las piernas de todo el espacio inferior de la mesa cuando se sientan alrededor de ella. En cuanto al uso del tiempo: la creacin de tiempo de descanso o diversin a costa de la sobrecarga laboral de la mujer que le quita tiempo a ella (por ejemplo utilizar el varn el fin de semana para sus aficiones, o postergar su llegada a casa luego del trabajo), la negacin a donar tiempo para otros, o la definicin como algo impostergable de ciertas actividades que en realidad no lo son y que lo alejan del hogar. De la eficacia de estos mM dan muestra diversos estudios sociolgicos sobre la distribucin del tiempo, que muestran que, en promedio, los varones tienen ms tiempo libre que las mujeres (y a costa de ellas) .y menos tiempo para lo domstico. (tambin a costa de ellas)
2 )Apelacin a la superioridad de la lgica varonil Este tipo de mM es muy eficaces con mujeres que tienen un modo perceptivo o intuitivo de abordaje de la realidad. Lo caracterstico de ellos es que se recurre a la razn, la lgica y los argumentos vlidos para imponer ideas, conductas o elecciones desfavorables a la mujer. Son utilizados por varones que se creen con derecho a monopolizar la definicin de la realidad, suponiendo que tienen la nica razn o que la suya es la mejor. Quienes las realizan no tienen en cuenta los sentimientos y deseos ajenos ni las alternativas, y suponen que exponer su argumento les da derecho a salirse con la suya. Se utilizan hasta que la mujer d lgicas razones (aunque a juicio de l ella nunca las tendr). La obligan a tener muy en claro su propia posicin y sus propias razones si no quiere someterse. Un mM frecuente de este grupo es la monopolizacin de la definicin de la 105
seriedad o no de los temas de discusin por parte del varn: lo que dices son tonteras!, es una frase que la sintetiza.
Existen tambin otros mM de este tipo: las coacciones a la comunicacin, la insistencia abusiva para lograr fines (el ganar por cansancio) o la imposicin de intimidad o de sexo . Cuando comenc a escribir sobre los mM coercitivos haba incluido en esta categora algunos (el control del dinero o la intimidacin por ejemplo)que ya no lo estn. El trabajo social de estos ltimos aos en la visibilizacin de las formas no fsicas del maltrato hacia las mujeres, ha logrado que ya puedan ser incluidos en la lista de los maltratos psicolgicos.
Efectos de los micromachismos
Aunque uno a uno los mM pueden parecer intrascendentes y banales, su importancia deriva de su uso combinado y reiterativo. que crea un clima ms o menos txico de agobio y mortificacin, que sutilmente va encerrando, coartando o desestabilizando en diferentes grados a la mujer, atentando as contra su autonoma personal y su integridad psicolgica si ella no lo descubre antes(a veces pueden pasar aos sin que lo haga), o no sabe contramaniobrar eficazmente. Los mM van creando as las condiciones para perpetuar la disponibilidad de la mujer hacia el varn, y evitar lo inverso.
Una de las razones de la gran eficacia de los mM es que, dada su casi invisibilidad van produciendo un dao sordo y sostenido a la autonoma femenina que se agrava en el tiempo. Al no ser coacciones o abusos evidentes es difcil percibirlos y por tanto oponer resistencia y adjudicarle efectos, por lo que cuando stos se perciben, no suelen reconocerse como producidos por estas trampas manipulativas
Independientemente de las particularidades de cada mujer los mM generan efectos comunes en ellas -no muy diferentes aunque de menos intensidad-, a los efectos de formas importantes de abuso. Entre estos efectos, que repercuten en la calidad de vida femenina podemos destacar algunos, que se presentan en diverso grado en muchas mujeres: - Sobreesfuerzo psicofsico, con disminucin de las reservas emocionales y de la energa para s y para el desarrollo de los intereses vitales - Inhibicin del poder personal, con un enlentecimiento del desarrollo personal, limitacin de su libertad y un aumento de actitudes defensivas y de queja ineficaz. Una de las estrategias femeninas utilizadas para recuperar poder es la utilizacin del recurso de la "mano izquierda" (que usan habitualmente quienes no se sienten legitimados para usar "la mano derecha") - Inhibicin de la lucidez mental (tontificacin) con bloqueo o disminucin de la valenta, la crtica, el pensamiento y la accin eficaces, la protesta vlida, y el proyecto vital. 106
- Deterioro variable de la autoestima y de la autocredibilidad, con aumento de la desmoralizacin y la inseguridad, y aparicin de sentimientos de incompetencia, derrota, distancia emocional o impotencia - Malestar difuso, irritabilidad crnica y un hartazgo sin motivo de la relacin, de los cuales las mujeres se culpan, por no percibir su origen.
En la relacin de pareja, el entramado de las estrategias micromachistas lleva a : - Favorecer una relacin asimtrica, no igualitaria, antidemocrtica y disfuncional, donde la autonoma y desarrollo del varn se realiza a costa de la mujer. - Encarrilar paulatinamente la relacin en direccin a los intereses del varn, ya que los mM provocan frecuentemente el dejar hacer femenino que permite que predominen los tipos de situaciones que el varn desea. - El etiquetar a la mujer como la culpable de las crisis y/o deterioro del vnculo, cuando ella desea un cambio y l se niega a moverse hacia la igualdad en el ejercicio de derechos, o cuando ella se queja ineficazmente y el rpidamente se "inmuniza" no escuchando. A veces, la mujer percibe que algo anda mal en el vnculo y l lo niega. Al no poder clarificar la causa (que es generalmente el deterioro vincular derivado de la falta de igualdad relacional a la que los mM contribuyen), ella, por mandato de gnero tiende a autoculparse y l, que no se reconoce como micromachista, queda ubicado como inocente no responsable de la situacin. - Una convivencia no dialogante ni colaborativa, o una guerra fra con transformacin de la pareja en un lugar donde la mujer no puede relajarse y con un empobrecimiento variablede la relacin, crendose el terreno favorable para otros abusos o para la ruptura de la relacin.
Micromachismos y cambio
Los mM atentan en diversos grados, contra la libertad, autonoma y capacidad de elegir femeninas. Hoy da esto es difcil de justificar. Por ello los varones deberan (deberamos) esforzarse por reconocer y modificar estos comportamientos y las mujeres conocerlos, y conocer sus efectos para resistirse a ellos y desenmascarar a quienes los ejercen. La puesta en evidencia de estos comportamientos y la percepcin de los daos que producen, puede contribuir de modo efectivo a generar cambios en las mujeres y en sus sintomatologas efectos de los mM, as como a generar aumento de la responsabilizacin de los varones por el ejercicio y dao de sus actitudes en lo cotidiano.
La experiencia de mujeres que han podido visualizar y comprender las manipulaciones micromachistas muestra que ellas estn en mejores condiciones de:
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- conocer las trampas sutiles masculinas para conservar oponerse al cambio femenino, retener poder de dominio, monopolizar el ejercicio de muchos derechos cotidianos, y encausar las cosas en su beneficio. - reconocer el lenguaje de accin y manipulacin -que no de palabras-, tan propio de los varones, y cuestionar la creencia tan arraigada que dice que la manipulacin y la "mano izquierda" es un arma fundamentalmente femenina. - ampliar y legitimar la percepcin de los comportamientos masculinos que ellas sufren y que los varones generalmente no reconocen realizar. - aprender a desenmascarar estos comportamientos, y aumentar las posibilidades de crear modos directos de inmunizacin, evitacin y resistencia -ya que lo que se ve claramente puede ser mejor combatido-, y desmontar las coartadas masculinas, disminuyendo los comportamientos quejoso-confusos. - disminuir la culpabilizacin inducida por estas maniobras
Y con todo ello, recuperar su pensamiento y posibilidades de accin autnoma en la vida cotidiana de pareja. La experiencia de trabajo con los varones, en cambio, muestra que, para ellos reconocer la existencia y frecuencia de sus mM les supone todo un desafo, que puede ser un estmulo para una posicin defensiva (no es para tanto!, o yo no soy as!), o para un cambio hacia una mayor prctica igualitaria. Cambio, que en relacin a estos comportamientos significa autodiagnosticarse sin autoengaarse, y procurar la desautomatizacin y desactivacin de dichos comportamientos.
Para este cambio masculino es necesario lograr que los varones puedan estar dispuestos a una autocrtica sobre su ejercicio cotidiano y naturalizado de los "privilegios de gnero", una que no se excuse tras las ideas que el comportamiento micromachista no es algo consciente, que es difcil de modificar o que es un automatismo heredado, o que ellas tambin tienen comportamientos dominantes (recuerdan el mM encubierto de las autocomplacencias?). Esta autocrtica puede nacer y estar guiada por varias motivaciones, pero una imprescindible es la del convencimiento sobre la injusticia y dao que produce los comportamientos micromachistas. Si esta autocrtica es real, el paso siguiente para los varones ser poner en juego un esfuerzo para el cambio pese a las dificultades y renuncias pertinentes, ya que la sola intencin no basta. Y eso significa un entrenamiento concreto para lograr la prctica sin jerarquas de la democracia de gnero cotidiana, abandonando las pequeas pero dainas actitudes manipulativas, no por beneficio propio sino para -por un sentido tico y de justicia-, no aprovecharse de las mujeres.
Es necesario adems una reflexin que desmonte los elementos desigualitarios de la socializacin masculina asumida (aquella que avala el autocentramiento, la autoridad sobre las mujeres y por tanto la creencia en tener derechos sobre ellas), Cualquier trabajo con varones dirigidas al logro de la igualdad requiere estos elementos Los modos de hacerlo son varios, y los grupos de varones pueden ser un laboratorio de reflexin-accin muy importante para ello. 108
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Para finalizar, un pequeo truco dedicado a los varones heterosexuales para que puedan realizar una autodeteccin de los propios mM en la pareja. El truco consiste simplemente en lo siguiente: Ante situaciones vitales compartidas, en la que estn en juego espacios, tiempos, personas, bienes, etc., preguntarse, lo que vale para m, vale para ella? Si la respuesta es no, tendr que aceptar que algo de la desigualdad est poniendo en juego. Y si agrega la pregunta por qu no, y cmo logro salirme con la ma? podr descubrir un comportamiento micromachista y su finalidad. Espero que para quienes se animen a realizarse esas preguntas estas lneas puedan ser un estimulante catlogo de autoobservacin.
Bibliografa de referencia * Alvaro,M. (1996). Los usos del tiempo. Madrid:Instituto de la Mujer. * Bourdieu, Pierre (1998). La domination masculine. Pars: Editions de minuit * Bonino, Luis (1995). Micromachismos, En Corsi, Jorge. La violencia masculina en la pareja., B.A:Paids (2004). Las microviolencias y sus efectos: claves para su deteccin, en Ruiz Jarabo C. y Blanco, P (Comp) La violencia contra las mujeres. Prevencin y deteccin. Madrid: Diaz de Santos * Burin,Mabel, Meler,Irene (2000). Varones, gnero y subjetividad femenina. B.A:Paids * Coria,Clara, Freixas, Ana y Covas Susana (2005). Los cambios en la vida de las mujeres. Barcelona:Paidos * Castaeda,Marina (2002). El machismo invisible. MxicoDF: Paids * Connell, Robert. (2005). Masculinidades. Cambridge: Polity Press. * Corsi Jorge y Bonino,Luis. (2003). La masculinidad como factor de riesgo, en Corsi y Peyr (ed) Violencias sociales. Barcelona:Ariel * Christian, H. (1994). The Making Of Antisexist-Men. Londres: Routledge * Godelier, Maurice (1982) La production des Grands Hommes. Pouvoir et domination masculine chez les Baruya de Nouvelle Guine, Pars:Fayard * Jonnasdttir, A(1993).: El poder del amor. Madrid: Ctedra. * Miller, A(1996). Terrorismo ntimo. Barcelona: Destino.. *Sau, Victor. (2001) Diccionario ideolgico feminista II. Madrid:Icaria *Simon Rodriguez, E. (1999) Democracia vital. Madrid;Narcea *Weltzer-Lang, D. (2005). Les homes aussi changements. Pars: Lienne et Courier
-------------------------------------------------------- Para otros aspectos de la definicin de los micromachismos puede consultarse: Sau, Victoria. (2001) Diccionario ideolgico feminista II. Madrid:Icaria
Agradecimiento: A Susana Covas, feminista -y compaera de muchos aos-, cuyo saber, claridad ideolgica, coherencia existencial y "militancia" cotidiana, me siguen permitiendo conceptualizar temas como los de este artculo, a niveles de profundizacin a los que slo no hubiera llegado. --------------------
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