La Oveja Negra y Demás Fábulas - A. Monterroso

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La oveja negra y dems fbulas La Oveja negra En un lejano pas existi hace muchos aos una Oveja negra.

Fue fusilada. Un siglo despus, el rebao arrepentido le levant una estatua ecuestre que qued muy bi en en el parque. As, en los sucesivo, cada vez que aparecan ovejas negras eran rpidamente pasadas po r las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pud ieran ejercitarse tambin en la escultura. -------------------------------------------------------------------------------EL ESPEJO QUE NO PODA DORMIR Haba una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se vea en l se se nta de lo peor, como que no exista, y quiz tena razn; pero los otros espejos se burla ban de l, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajn del tocador dorman a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupacin del neurtico. -------------------------------------------------------------------------------EL BURRO Y LA FLAUTA Tirada en el campo estaba desde haca tiempo una Flauta que ya nadie tocaba, hasta que un da un Burro que paseaba por ah resopl fuerte sobre ella hacindola producir e l sonido ms dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro y de la Flauta. Incapaces de comprender lo que haba pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos crean en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo me jor que el uno y el otro haban hecho durante su triste existencia. -------------------------------------------------------------------------------EL PARASO IMPERFECTO Es cierto dijo mecnicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardan e n la chimenea aquella noche de invierno ; en el Paraso hay amigos, msica, algunos li bros; lo nico malo de irse al Cielo es que all el cielo no se ve. -------------------------------------------------------------------------------EL FABULISTA Y SUS CRTICOS En la Selva viva hace mucho tiempo un Fabulista cuyos criticados se reunieron un da y lo visitaron para quejarse de l (fingiendo alegremente que no hablaban por el los sino por otros), sobre la base de que sus crticas no nacan de la buena intencin sino del odio. Como l estuvo de acuerdo, ellos se retiraron corridos, como la vez que la Cigarra se decidi y dijo a la Hormiga todo lo que tena que decirle. -------------------------------------------------------------------------------EL ECLIPSE Cuando Fray Bartolom Arrazola se sinti perdido acepto que ya nada podra salvarlos.

La selva poderosa de Guatemala lo haba opresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topogrfica se sent con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir a ll, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la Espaa distante, p articularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora. Al despertar se encontr rodeado por un grupo de indgenas de rostro impasible que s e disponan a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolom le pareci como el lecho en que descansara, al fin, de sus temores, de su destino, de si mismo. Tres aos en el pas le haban conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. In tento algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreci en el una idea que tuvo por digna de su talento y de si cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristteles. Record que para ese da se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo mas i ntimo, valerse de ese conocimiento para engaar a sus opresores y salvar la vida. -Si me matis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura. Los indgenas lo miraron fijamente y Bartolom sorprendi la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeo consejo, y espero confiado, no sin cierto desdn. Dos horas despus el corazn de fray Bartolom Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclips ado), mientras uno de los indgenas recitaba sin ninguna inflexin de voz, sin prisa , una por una, las infinitas fechas en que se produciran eclipses solares y lunar es, que los astrnomos de la comunidad maya haban previsto y anotado en sus cdices s in la valiosa ayuda de Aristteles. -------------------------------------------------------------------------------La Rana que quera ser una rana autntica Haba una vez una Rana que quera ser una Rana autntica, y todos los das se esforzaba en ello. Al principio se compr un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiad a autenticidad. Unas veces pareca encontrarla y otras no, segn el humor de ese da o de la hora, has ta que se cans de esto y guard el espejo en un bal. Por fin pens que la nica forma de conocer su propio valor estaba en la opinin de la gente, y comenz a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba ot ro recurso) para saber si los dems la aprobaban y reconocan que era una Rana autnti ca. Un da observ que lo que ms admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piern as, de manera que se dedic a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas c ada vez mejores, y senta que todos la aplaudan. Y as segua haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr qu e la consideraran una Rana autntica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las coman, y ella todava alcanzaba a or con amargura cuando decan que qu buena Rana, que pareca Pollo.

-------------------------------------------------------------------------------El Rayo que cay dos veces en el mismo sitio Hubo una vez un Rayo que cay dos veces en el mismo sitio; pero encontr que ya la p rimera haba hecho suficiente dao, que ya no era necesario, y se deprimi mucho. -------------------------------------------------------------------------------La Tortuga y Aquiles Por fin, segn el cable, la semana pasada la Tortuga lleg a la meta. En rueda de prensa declar modestamente que siempre temi perder, pues su contrincan te le pis todo el tiempo los talones. En efecto, una diezmiltrillonsima de segundo despus, como una flecha y maldiciendo a Zenn de Elea, lleg Aquiles.

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