SAM STORMS: LOS DONES DEL ESPRITU SANTO EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

FEBRERO 21, 2011 DE LUMBRERA

por Sam Storms [Fuente y traduccin CB]

A menudo surge esta pregunta: Si los supuestos milagros o dones de seal del Espritu Santo son vlidos para los cristianos despus de la muerte de los apstoles, Por qu estuvieron ausentes de la historia de la iglesia hasta su presunta aparicin en el Siglo XX?

Mi respuesta es la siguiente: 1) No estuvieron ausentes. Posiblemente fueron menos frecuentes, pero el argumentar que tales dones fueron totalmente inexistentes es ignorar un cuerpo significativo de evidencia. Despus de estudiar la documentacin de las afirmaciones de la presencia de estos dones, la conclusin de D.A. Carson es que hay suficiente evidencia de que alguna clase de estos dones carismticos continuaron espordicamente a travs de los siglos de la historia de la iglesia, que es intil insistir en trminos doctrinarios que cada relato es espurio o el fruto de la actividad demoniaca o de una aberracin psicolgica (Mostrando el Espritu, p.166). Aqu hay solo un poco de ejemplos (para mayor evidencia, leer el libro de Ronals Kydd, Los Dones Carismticos en la Iglesia Temprana [Editoriales Hendriksen]). Justino Mrtir (A.D. 100-165) presumi a Trifo el judo que los dones profticos permanecen con nosotros (Dialogo con Trifo, 82). Ireneo (A.D. 120-200) tambin da testimonio de la presencia de los dones del Espritu. l escribe: Hemos odo de muchos de los hermanos que tienen presciencia del futuro, visiones y palabras profticas; otros por la imposicin de manos, sanan a los enfermos y recuperan la salud (Contra las Herejas, 2:32,4). Omos de muchos miembros de la iglesia que tienen dones profticos, y, por el Espritu hablan todo tipo de lenguas, y traen a luz los pensamientos secretos de los hombres por su propio bien, y exponen los misterios de Dios (Contra las Herejas, 5:6,1). Es imposible enumerar las carismas que por todo el mundo la iglesia ha recibido de Dios (Contra las Herejas, 2:32,4).

Eusebio mismo concluye que la carismata estaba todava en operacin hasta el tiempo en que Ireneo vivi (Historia Eclesistica, 5:7,6). Eusebio cita a Apolinario diciendo que los dones profticos deben continuar en la iglesia hasta la venida final, como el apstol insiste (EH, 5:16,7). Epifanio, quizs el oponente ms vocal de los montanistas, no los atac porque ellos practicaban los dones del Espritu. Es ms, l declar que la carisma [de la profeca] no est inoperativa en la iglesia. Todo lo contrarioLa iglesia santa de Dios da la bienvenida a estas mismas [carismas] que los montanistas, pero los de nosotros son verdaderas carismas, autenticadas para la iglesia por el Espritu Santo. (Panarion, 48). Otro ejemplo digno de mencin es de Agustn (354-430), que ms temprano en su vida propugnaba el cesacionismo. Sin embargo, en sus escritos posteriores retract su negacin de la realidad perpetua de los dones milagrosos y cuidadosamente document no menos que 70 casos de la sanidad divina en su propia dicesis durante un perodo de dos aos (ve su Ciudad de Dios, Libro XXII, cap. 8-10). Vase especialmente los artculos de Richard Riss, Lenguas y Otros Dones Milagrosos en el Siglo Segundo hasta el Decimonoveno en Basileia, 1985. 2) Puede sorprender a algunos el darse cuenta que tenemos un vasto

conocimiento de solo una pequea parte de lo que sucedi en la historia de la iglesia. Sera terriblemente presuntuoso concluir que los dones del Espritu estuvieron ausentes de las vidas de personas de las cuales no sabemos casi nada. Simplemente no sabemos qu estaba pasando en las miles de miles de iglesias y reuniones de casa de cristianos en los siglos pasados. No puedo decir con confianza que los creyentes regularmente oraban por los enfermos y los vean sanados ms que t podrs decir que no lo hacan. No puedes decir que nunca profetizaban para la edificacin, exhortacin y consolacin (1 Cor.14:3) de la iglesia ms que yo podra decir que si lo hacan. Ninguno de nosotros podr decir con confianza alguna si innumerables cristianos por toda la tierra inhabitada oraban en lenguas en sus devociones privadas. Esas apenas son las cosas por la cuales esperaramos documentacin extensa. Debemos recordar que esto fue mucho antes que la imprenta o las ventajas de los medios de comunicacin. La ausencia de evidencia documentada para los dones espirituales en un tiempo cuando la evidencia documentada por la mayor parte de la vida de la iglesia era, en el mejor de los casos, escasa, no es un bueno motivo para concluir que tales dones no existan.

3)

Si los dones eran espordicos, puede haber una explicacin aparte de la

teora de que fueron limitados al primer siglo. Debemos recordar que antes de la Reforma Protestante en el Siglo XVI el cristiano medio no tena acceso a una Biblia en su propio idioma. La ignorancia bblica imperaba. Ese no es el tipo de ambiente en que las personas estaran conscientes de los dones espirituales (sus nombres, naturaleza y funcin) y por ende no sera el tipo de ambiente en que esperaramos que ellos buscaran y oraran por tales fenmenos o los reconocieran si se manifestaran. Si los dones fueron escasos, y otra vez, esto no lo podemos saber, puede ser un resultado tanto de la mucha ignorancia y el aletargamiento que eso engendra como de cualquier principio teolgico que limita los dones a la vida de los apstoles. 4) Relacionado con este punto previo es el hecho de que Dios

misericordiosamente nos bendice con lo que no merecemos y con lo que rehusamos, o somos incapaces de, reconocer. Estoy persuadido de que numerosas iglesias hoy en da que propugnan el cesacionismo experimentan estos dones pero los descartan como algo menos que una milagrosa manifestacin del Espritu Santo. Por ejemplo, a una persona con el don de discernimiento de espritus se le podra describir como poseyendo una sensibilidad y perspicacia extraordinaria. De una persona con el don de palabra de ciencia pueden decir que tiene un profundo entendimiento de verdades espirituales. De alguien que profetiza se le dice que habl dando un aliento oportuno a las necesidades de la congregacin. De alguien que impone manos sobre los enfermos y con xito ora por sanidad se le dice que Dios todava contesta la oracin pero los dones de sanidad ya no estn en operacin. A estas iglesias no los pillaran muertos clasificando tales fenmenos por los nombres dados a ellos en 1 Cor.12:7-10 porque ellos estn comprometidos a la teora de que tales fenmenos no existen. Si esto sucede hoy en da (y s lo sucede, as como en una iglesia donde yo ministraba por muchos aos), hay toda razn para pensar que esto ha ocurrido repetidamente a lo largo del curso de la historia subsiguiente al primer siglo. Consideremos un ejemplo hipottico. Supongamos que un hombre haya sido asignado a escribir la historia descriptiva de la vida de la iglesia en lo que ahora es el sur de Francia en, digamos, el ao 845 A.D. Cmo catalogara lo que vera y oira? Si fuera ignorante en cuanto a los dones espirituales, no siendo educado, o quizs un cesacionista muy educado, su relato no dara ninguna referencia a la profeca, sanidad, milagros, palabra de ciencia, etc. Tales fenmenos muy bien podran existir, y aun florecer, pero seran identificados y explicados con otros trminos por nuestro historiador hipottico.

Siglos despus descubrimos su manuscrito. Sera justo concluir por sus observaciones que ciertos dones espirituales cesaron despus de la edad apostlica? Por supuesto que no! Mi punto con esto es simplemente que en el pasado y en el presente el Espritu Santo puede fortalecer el pueblo de Dios con dones para el ministerio que no reconozcan ni, por cualquier otra razn, los expliquen con otros trminos que los de 1 Corintios 12:7-10. La ausencia de una referencia explcita a cierta carismata es, por lo tanto, una base dbil para argumentar a favor de la retirada de ellas de la vida de la iglesia. El ministerio de Carlos Spurgeon es un buen ejemplo. Lea cuidadosamente el siguiente relato tomado de su autobiografa: Mientras que predicaba en el saln, en una ocasin, yo seal a un hombre en medio de la muchedumbre a propsito, y dije: Hay un varn sentado ah que es un zapatero; l deja su tienda abierta los domingos, y estuvo abierta la maana del ltimo da de reposo, tom nueve peniques, y su ganancia fue cuatro peniques; vendi su alma a Satans por cuatro peniques! Un misionero de la ciudad, mientras que iba por sus rondas, se encontr con este hombre, y viendo que estaba leyendo uno de mis sermones, le pregunt: Conoce usted al Sr. Spurgeon? Si, respondi el hombre. Tengo cada razn para conocerlo, he ido a escucharlo; y, bajo su predicacin, por la gracia de Dios soy una nueva criatura en Cristo Jess. Le contar como sucedi? Fui al saln de msica, y tom mi asiento en el centro del lugar; el Sr. Spurgeon me mir como si me conociera, y en su sermn me seal y cont a congregacin que yo era un zapatero, y tena mi tienda abierta los domingos; y s lo hice, seor. No me hubiera preocupado eso; pero tambin dijo que tom nueve peniques el domingo anterior, y hubo una ganancia de cuatro peniques; pero cmo l supo eso, no poda decir. Luego me di cuenta de que fue Dios quien haba hablado a mi alma a travs de l, entonces cerr mi tienda el siguiente domingo. Al principio tena miedo de ir a orlo de nuevo, no sea que le cuente a las personas ms acerca de m; pero despus yo fui, y el Seor me encontr, y salvo a mi alma. Spurgeon luego agrega este comentario: Recuerdo de hasta una docena de casos parecidos en que sealaba a una persona en el saln sin tener ni el menor conocimiento de esa persona, ni idea alguna de que lo que yo estaba diciendo era lo correcto, salvo que crea que estaba siendo movido por el Espritu al decirlo; y tan sorprendente ha sido mi descripcin, que las personas se han ido, y han dicho a sus amigos: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo

cuanto he hecho; sin duda, l tiene que haber sido enviado por Dios a mi alma, sino no pudiera haberme descrito con tan precisin. Y no solo eso, pero he conocido muchos casos en que los pensamientos de los hombres han sido revelados desde el plpito. A veces he visto a personas golpear con el codo a sus vecinos, porque recibieron un golpe preciso, y se les ha odo decir, cuando ya se estaban yendo, El predicador nos dijo lo que habamos dicho el uno al otro cuando entrabamos en la puerta (La Autobiografa de Carlos Spurgeon, [Curt & Jennings, 1899], Vol. II, pp.226-227). Qu debemos hacer con todo esto? Mi opinin es que este es un ejemplo perfecto y no poco comn de lo que el apstol Pablo describi en 1 Corintios 14:24-25. Spurgeon ejercit el don de profeca. No lo llam como tal, pero eso no cambia la realidad de lo que el Espritu Santo cumpli a travs de l. Si alguien fuera a examinar la teologa y ministerio de Spurgeon, y los relatos documentados de ello por sus contemporneos y por bigrafos subsecuentes, la mayora de las personas concluiran, por la ausencia de una referencia explcita a la carismata milagrosa como la profeca y la palabra de ciencia, que tales dones han sido retirados de la vida de la iglesia. Pero el testimonio de Spurgeon nos dice lo contrario! 5) Si admitimos que ciertos dones espirituales eran menos frecuentes que otros en

la historia de la iglesia, su ausencia muy bien puede deberse a la incredulidad, apostasa, y otros pecados que sirven solo para apagar y contristar al Espritu Santo. Si Israel experiment falta de poder por su rebelda repetida, si Jess mismo no pudo hacer all ningn milagro, salvo que san a unos pocos enfermos poniendo sobre ellos las manos (Marcos 6:5), todo por la incredulidad de ellos (Marcos 6:6), entonces no debemos sorprendernos con la infrecuencia de lo milagroso en perodos de la historia de la iglesia marcados por ignorancia e inmoralidad personal. No es por ninguna razn que los historiadores se refieren a los aproximadamente 500 aos de la vida de la iglesia, durante que los dones estuvieron supuestamente ausentes, como la Edad de las Tinieblas! 6) El argumento que estamos considerando es este: si el Espritu Santo quera

que la iglesia experimentara los dones milagrosos, no estaran tan notablemente ausentes de la historia de la iglesia. Tomemos el argumento subyacente principal y apliqumoslo a algunos otros temas.

Todos creemos que el Espritu Santo es el maestro de la iglesia. Todos creemos que el Nuevo Testamento describe Su ministerio de alumbrar nuestros corazones e iluminar nuestras mentes a comprender las verdades de la Escritura (vase 1 Juan 2:20, 27). Sin embargo, dentro de la primera generacin despus de la muerte de los apstoles la doctrina de la justificacin por fe estaba siendo atacada. La salvacin por fe ms obras pronto se convirti en la doctrina estndar y no fue desafiada con xito hasta la firme postura de Martin Lutero en el siglo XVI. Mi pregunta, entonces, es la siguiente: Si Dios quiso que el Espritu Santo siguiera enseando e iluminando a los cristianos con respecto a verdades bblicas vitales despus de la muerte de los apstoles, por qu languideci la iglesia en ignorancia de esta verdad fundamental por casi 1.000 aos? Si Dios quiso que el Espritu Santo ilumine las mentes de Su pueblo tocante a verdades bblicas despus de la muerte de los apstoles, Por qu languideci la iglesia en ignorancia de la doctrina del sacerdocio de los creyentes por casi 1.000 aos? Por qu los cristianos sufrieron de la ausencia de las bendiciones experienciales que esta verdad vital pudiera haber trado a la vida de la iglesia? Ustedes que creen en rapto pretribulacional de la iglesia tambin deben explicar la ausencia de esta verdad del conocimiento colectivo de la iglesia por casi 1.900 aos! Sin duda tu respuesta ser que nada de esto comprueba que el Espritu Santo ces Su ministerio de enseanza e iluminacin. Nada de esto comprueba que Dios dejo de querer que Su pueblo entendieran tales principios doctrinales vitales. Precisamente! Y la infrecuencia relativa o ausencia de ciertos dones espirituales durante el mismo perodo de la historia de la iglesia no prueba que Dios se opuso a su uso o que neg su validez para el resto del siglo presente.

Tanto la ignorancia teolgica de ciertas verdades bblicas como una prdida de las bendiciones experienciales que los dones espirituales traen pueden, y deben, atribuirse a otros factores aparte de la sugerencia de que Dios previ a tal conocimiento y poder slo para los creyentes de la iglesia temprana.

7)

Por ltimo, y ms importante de todo, es el hecho de que lo que s o no ha

ocurrido en la historia de la iglesia es al final irrelevante a lo que nosotros debemos seguir, orar por, y esperar en la vida de nuestras iglesias hoy en da. El criterio final para decidir si Dios quiere dar ciertos dones espirituales a su pueblo hoy en da es la Palabra de Dios. Me horroriza y entristece continuamente el escuchar a las personas citar la supuesta ausencia de una experiencia particular de la vida de un santo admirado del pasado de la iglesia como una razn para dudar la validez actual de ella. Tanto como admiro a los gigantes de la Reforma y otros perodos en la historia de la iglesia, yo pretendo emular a los gigantes del Nuevo Testamento que escribieron bajo la inspiracin del Espritu Santo. Admiro a Juan Calvino, pero obedezco al apstol Pablo. En resumen, ni el fracaso ni el xito de los cristianos en das pasados es el estndar final por el cual determinamos lo que Dios quiere para nosotros hoy. Podemos aprender de tanto los errores como los logros de ellos. Pero la nica pregunta de relevancia final para nosotros en cuanto a este tema es: Qu dice la Escritura?