Sobre La Metalurgia Del Estaño

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AnMurcia. 9- 10, 1993-94. pgs.

30 1-306
A PROPSITO DE UN LIBRO RECIENTE SOBRE LA
METALURGIA DEL ESTAO. EL MTODO CIENTFICO
EN LA INTERPRETACI~N ARQUEOL~GICA,
COMO POSIBILIDAD PARA FORMULAR PREVISIONES,
O LAS TRES LEYES FUNDAMENTALES DE LA
ARQUEOMETALURGIA
Jos Mara Blzquez Martnez
Departamento de Historia Antigua
Universidad Complutense de MadriJ
RESUMEN
Reflexiones y comentarios sobre un estudio de la agro-metalurgia del estao desde una
perspectiva fsico-metalrgica. Se analizan los aspectos arqueolgicos de la cuestin y se
recurre al empleo de la etnologa comparada.
Palabras clave: Agrometalurgia. Interpretacin arqueolgica. Etnologa comparada.
SUMMARY
Reflexions and comentary about a study of the agro-metalurgy of tin from the fisico-
metalurgical perspective. It coincides in its analysis with two arqueological aspectos of the
problem and also with the complex proccesses of comparative etnology.
Key words: Agrometallurgy. Archaeological. Interpretation. Compared Ethnology.
Acaba de publicarse un libro que ofrece una visin interpretation through petroglyphs (Bulletin of Metals
novedosa del tema, por lo que nos vamos a permitir su Museum, Sendai, Japon, vol. 18, nov. 1992, p. 44), del que
comentario. Se trata del trabajo de A. Madroero, fsico la obra que comentamos constituye la edicin espaola:
metalrgico e investigador del Centro Nacional de Investi- A. Madroero, Una posibilidad de rastreo de los orgenes
gaciones Metalrgicas del Consejo Superior de Investiga- de la Metalurgia del Estao en Espaa (Cuadernos do
ciones Cientficas, The ancient tin trade in Galicia and its Seminario de Sargadelos, Edicios do Castro, 1994).
* Ciudad Universitaria. 28040 Madrid.
302 A PROPSITO DE UN LIBRO RECIENTE SOBRE LA METALURGIA DEL ESTANO ... AriMur<.icr. Y- 10. 193- 94
En dicha obra se muestra un puro trabajo de laboratorio
y de gabinete, apenas sin arqueologa de campo'. Se llega a
una interpretacin del significado de los petroglifos galle-
gos en base al estudio del material arqueolgico expuesto
en la obra de F. J. Costas Goberna et all. Petroglifos del
litoral Sur de la Ra de Vigo (Publicacin no 8 del Museo
Municipal Quiones de Len de Vigo (1984). Lo que aqu
vamos a analizar son las posibilidades de que las predic-
ciones que se enuncian en The ancient ... petroglyphs~, se
vean confirmadas en posteriores publicaciones arqueolgi-
cas. Por de pronto, en la reciente publicacin de los
arquelogos A. de la Pea Santos y J.M. Vzquez Varela
Los petroglifos gallegos (Edicios do Castro, 1992) apa-
rece la confirmacin de la ms atrevida de las prediccio-
nes, la de la existencia de grabados con el mismo significa-
do fuera de Galicia. Y nos consta que entre estos autores,
A. Madroero por un lado, y A. Pea Santos y J.M. Vzquez
Varela no hay ni hubo relacin ni conexin alguna. Son un
perfecto ejemplo de investigaciones independientes, reali-
zadas con metodologas distintas, con algunos temas en
comn, y conclusiones distintas pero concordantes. En la
obra de A. Madroero, que empieza con la problemtica
del origen del bronce, el problema fundamental es el cmo
fue la metalurgia del estao, y la cultura material a la que
seguro que dio lugar. Se llega a la interpretacin de los
petroglifos como el ltimo e inevitable peldao, presentn-
dolos con un contenido de preescritura interpretable en
trminos del quehacer material, y sacndolos (deseamos
I El Dr. Madroero se ha asomado a la geografa gallega, ha
manejado elementos tomados sobre el terreno. Si a pesar de ello afirma-
mos que no ha hecho trabajo de campo es porque de manera general el
mtodo operativo de la Arqueologa consiste en la recuperacin de los
restos antiguos y su interpretacin. en base a su contexto, comparativo o
absoluto. y a lo que nos es conocido de acuerdo con el legado cultural del
Mundo Antiguo. Estamos tan habituados a este esquema. que quizs no
siempre se valore adecuadamente la posibilidad de aceptar nuevas pautas
de investigacin cientfica que procuren una ampliacin de los conoci-
mientos sobre la Antigedad por otra va que la del encontrar un nuevo
rastro o reliquia. El libro que nos ocupa no parte de hornos de estao que
conozcamos o de minas del mismo mineral que hayan dejado restos
arqueolgicamente estudiables. Parte de la teora de la ciencia, de imge-
nes metalrgicas. de un conocimiento suficiente del campo que pisa, pero
avanza en su investigacin con la ayuda de la razn terica y con el apoyo
de piezas que hasta ahora nadie se haba atrevido a catalogar dentro de
este contexto. pero que con razones ms que probables admiten este
nuevo encuadramiento. Esta nueva forma de afrontar el tema equivale a
lo que ocurrira si por ejemplo. la Geologa demostrase incuestionablemente
que en determinados tiempo y regin tuvo lugar un importante cambio
climtico. habra que introducir este hecho, hasta ahora desconocido en el
contexto de aquel Mundo, en la interpretacin de los restos, arquitectni-
cos, de utillaje, etc.. aunque ello pudiera suponer un retoque en anteriores
interpretaciones de dichas reliquias. Un utensilio se interpreta en funcin
de lo que se sabe o se supone que era el quehacer cotidiano del hombre
antiguo, y se sabe tan poco acerca de los detalles de aquel Mundo. que
hay que aceptar que algunos conocimientos obtenidos a travs de la
Arqueologa pueden sufrir una importante alteracin cuando para
reinterpretar restos antiguos aceptemos la existencia de pautas de coni-
portamiento de las que no qued rastro alguno.
que para siempre) de su contexto exclusivamente religioso
y mgico.
Por el contrario, en la obra, cannicamente arqueolgi-
ca, de Pea Santos y Vzquez Varela se intenta determinar
los elementos ms significativos y10 repetitivos dentro de
la amplsima iconografa de los petroglifos y su compara-
cin con grafos de un horizonte similar, pero ubicados en
reas distintas, para su estudio con criterios arqueolgicos.
El trabajo Una posibilidad de rastreo ... en Espaa
aparece montado, exclusivamente, sobre una pregunta f-
til, aparentemente inocente: Cmo fue el origen del esta-
o? Cmo fue posible el que el hombre prehistrico vis-
lumbrase la ventaja de aadir el estao, tan escaso y tan
ignoto, al cobre, cuya asentada cultura provena del lejano
Oriente?
Aceptando una nica y muy razonable hiptesis de
trabajo La clave a tal pregunta debe estar muy a la vista,
fcilmente revelable (el conocimiento abstracto de los me-
tales por parte del hombre prehistrico) en el solar en
donde estn ubicadas las menas del estao el autor se
desplaza a Galicia y analiza la composicin qumica de las
distintas fases que componen las menas del estao. Acude
al entorno de una pequea mina de estao y comprueba
que los minerales que aparecen por la superficie estn
compuestos de unas fases fcilmente desmoronables en la
mano, que contienen unos bellos clculos de casiterita cris-
talizada (similar al azabache, de tan amplia tradicin en la
bisutera de la zona), y grnulos de estao metlico puro,
fcilmente agrupables en un lingote mediante un muy sim-
ple proceso de fundicin (el estao funde a una temperatu-
ra de 232C).
Como atinadamente y con conocimiento de causa se
recoge en el libro, los glbulos de estao pueden ser
reconocibles en los textos clsicos (practican el intercam-
bio de especies o dan pequeas lminas de plata [grnulos
de estao aplastados?] recortadas en lugar de moneda
Estrabn 111, 3, 7). Los clculos de casiterita son
reconocibles en el texto de San Isidoro asociados al estao
(Etimologas, Libro XIV, 22) y diferenciables del azaba-
che (Etimologas, Libro XVI, 4,3). Las fases desmoronables
presentan todos los aspectos morfolgicos de la sal pur-
prea, pero que al molerla se hace blanca (Estrabn, 111,
3, 7) y que el gran gegrafo asocia a los habitantes de las
islas Casitrides Tienen metales de estao y plomo, y los
cambian, as como las pieles de sus bestias, por cermica,
sal y utensilios de bronce que les llevan los mercaderes*
(Estrabn, 111, V, 11). Si ellos tienen sal qu sentido tiene
que la adquieran? Simplemente, que lo que adquiran era
cloruro sdico de las salina meridionales, para uso mdico,
para condimentacin y conservacin de los alimentos
(San Isidoro, Etimologas, Libro XVI, 2, 2).
Pero la gran sorpresa es que esta sal blanca que
acompaa al estao, son substancias cuarcferas y
estannferas que sin ms que un simple calentamiento al
fuego forman un excelente vidrio. Salta a la mente el relato
de Plinio (Historia Natural 6. 379) y San Isidoro (Etimolo-
gas, XVI, 16) el casual descubrimiento del vidrio por
unos mercaderes que hacen fuego en una playa.
Es decir, el primitivo buscador de piedras llamativas,
en el blanco entorno de los atractivos negros clculos de
casiterita descubre glbulos metlicos y una sal que fun-
de con el fuego dando vidrio. Esta sal se lleva al Medio
Oriente como colorante de los vidrios. Es la primera ola
del estao.
En Oriente estn probando como aadir fundentes al
horno de cobre, para mejorar la formacin de la escoria
(hacindola ms fluida y separable de los glbulos de co-
bre que el horno rinde), ya que en las explotaciones del rey
Salomn en el desierto de Arabah han aprendido que aa-
diendo xido de manganeso al horno, la reduccin del
xido de hierro es ms fcil y fructfera. Al aadir esta sal
blanca, no slo funciona mejor el beneficio en el horno,
sino que el cobre obtenido (bronce) es mejor y ms
fluido, lo que da lugar a procesos como la cera perdida, no
posible con el cobre puro.
Como el mineral de cobre abunda por doquier, en el
solar del estao gallego se extiende la actividad metalrgi-
ca avanzada, que permite exportar lingotes de bronce (piel
de buey) y de estao.
La asociacin del estao-vidrio-bronce permanece en
el recuerdo de los clsicos, sin ms que unos leves reto-
ques en sus escritos. Cuando de tiempos de Tiberio se
relata lo de un esclavo que obtuvo un vidrio que poda
devaluar la plata (por simple densidad un vidrio y un metal
pesado son inconfundibles), y que los abollamientos del
cliz de estao los correga con un simple martillado, lo
que en realidad est diciendo San Isidoro (Etimologas,
16,6) es que el cliz era de un metal con aspecto similar a
la plata y con alguna relacin con la materia prima del
vidrio (el artesano era vidriero).
La metalurgia del bronce adquiere durante una cierta
poca una importancia estelar. Los clsicos describen al-
gunas operaciones del beneficio, que practicaban los nati-
vos, como por ejemplo, las operaciones de lavado de los
minerales para librar los grnulos de estao esta tierra es
arrastrada por los ros, y las mujeres, una vez amasada la
arena, la lavan en tamices tejidos en forma de cesta
(Estrabn, 111, 2, 9). Pero como el relato literario aparece
incompleto, en Una posibilidad de rastreo ... en Espaa
se toma la postura de cnumerar, a la luz de la moderna
Metalurgia Extractiva, como tuvieron que ser las distintas
operaciones de extraccin y laboreo que daban lugar a la
produccin de piezas de bronce, as como los utensilios y
la infraestructura y equipamientos necesarios.
Aparecen as los lavaderos de mineral en piletas en
cascada, los hornos de fundicin con sus salidas conjuntadas
en un solo receptculo de recogida para conformar lingotes
de un cierto tamao, moldes para hachas de taln (fcil-
mente confundibles en un dibujo simplista con puales),
etc. Curiosamente, estas figuras, en forma ideogrfica, apa-
recen repetitivamente recogidas en los petroglifos galle-
gos. Tantas y tan repetidas coincidencias no pueden ser
fruto, en modo alguno, de la casualidad. Para mayor abun-
dancia, las operaciones de laboreo de minerales y de meta-
lurgia extractiva, mostradas en las formidables lminas de
De Re Metallica, escrita en Basilea en 1556, describen,
casi al pie de la letra, aunque con las enormes diferencias
que la dispar tcnica pictogrfica impone, las mismas ope-
raciones metalrgicas que pueden advertirse a partir de los
repetitivos petroglifos gallegos.
As pues, los petroglifos gallegos pueden ser considera-
dos un mensaje pictogrfico con la utilidad o misin pbli-
ca de sealizar los puntos de reunin estacional, las rutas
del comercio, la ubicacin, en fin, de ferias y eventos
relacionados con el quehacer del estao y del bronce.
Y nadie debe pedir como una demostracin de este
aserto, al viejo estilo, algo as como que en el prximo
futuro se encuentren vasos cermicos con escenas de la
vida cotidiana, en la que un metalurgo extrae piezas de un
dibujo similar a lo que aparece dibujado en los petroglifos,
como a una alabarda por ejemplo. Primero de todo porque
en la ciencia estamos acostumbrados a admitir hechos an-
tes de que se comprueben (el planeta Neptuno fue bauti-
zado as por Le Verrier por lo mucho que le hizo sudar al
verle; pero se saba por clculo donde estaba con toda
seguridad, el ltimo de los planetas. Segundo porque ya
estn encontradas las pruebas indiscutibles, y son los gra-
bados de Agrcola. En stos, la conclusin se construy
lo) estableciendo qu elementos tenan que constituir el
utillaje y las operaciones de la actividad econmica del
estao [recordemos que la Metalurgia Cientfica no es ms
que Fsica y Qumica]; y 2") comprobando que estas previ-
siones encajan prcticamente con los grabados petroglifos.
La coincidencia con los grabados de Agrcola es una agra-
dable comprobacin que nos dice que los modos meta-
lrgicos del Mundo Antiguo van a mantenerse (al menos
en sus aspectos externos) hasta casi el siglo XVII, hasta los
inicios del uso masivo del carbn mineral en la metalurgia
extractiva del hierro. Aunque Agrcola no hubiese escrito
su libro, podran haberse interpretado los petroglifos como
un contenido metalrgico.
Siguiendo con el paralelismo, o ms bien relacin ca-
sual entre el vidrio y el estao, fijmonos en que no hay un
solo grabado antiguo de un horno de vidrio. Y, sin embar-
go, aceptamos que tales hornos tuvieron que existir (no se
sabe con qu aspecto), ya que las piezas del vidrio clsico
pueblan las vitrinas de mltiples museos. Del mismo modo
en Fsica se aceptaba la existencia de las ondas electro-
magnticas enunciadas por Maxwell, por ms que se tard
mucho tiempo hasta que Hertz las visualizara.
Es decir que la Ciencia no da como cierto un aserto
hasta que no se comprueba empricamente no es ms que
un mal uso del lenguaje. La Ciencia se basa en el empirismo,
pero emite conclusiones y predicciones sobre magnitudes
invisibles. Isaac Newton, a consecuencia de meditar sobre
304 A PROP~SI TO DE UN LIBRO RECIENTE S( IBRE LA METALURGIA DEI2 ESTANO.. At~Mirr.<.~tr. O- 10. 1993-94
algo tan real como la cada de una manzana estableci algo
tan abstracto como es la gravitacin; y para admitir la
gravitacin los fsicos de su tiempo tuvieron que aceptar el
concepto de campo de fuerza que hasta entonces no se
haba necesitado.
La emisin de esta conclusin presupone, lgicamente,
la previsin de que en otros lugares del mundo con activi-
dades similares, deberan advertirse pictogramas, petroglifos
o similares, con escenas recogiendo lo esencial de las ope-
raciones (como ms abajo diremos la formulacin de lo
que podra ser la primera ley de la Arqueometalurgia po-
dra hacerse as: lo que tuvo que ser fue siempre, y fue
siempre igual. Lo accesorio es lo que englobamos en el
concepto CULTURA ).
En este contexto, el texto Los petroglifos gallegos
(pp. 36-38) muestra dibujos de laberintos similares a los
que en los petroglifos gallegos simbolizan los homos de
fundicin de estao, en Comualles, en Irlanda, en Italia, en
Grecia, en Creta y en Palestina. Y para mayor abundancia
en algunos muy escasos puntos de los EE.UU. (en
Hollywood y en Arizona).
Est claro que como mltiples casualidades o coinci-
dencias no pueden aparecer simultneamente, hay que ad-
mitir la capacidad de previsin de la Arqueometalurgia, o
lo que es igual, su madurez y su eficacia. En sntesis, la
Arqueometalurgia no es la utilizacin de la analtica meta-
lrgica para el estudio de piezas arqueolgicas, sino una
filosofa para presentar problemas. Problemas que, una vez
planteados, debern ser resueltos desde los distintos ngu-
los de abordaje que las Ciencias y las Humanidades ofre-
cen. Parodiando el lenguaje de los principios fundamenta-
les de cualquier campo del Conocimiento, podramos enun-
ciar una Segunda Ley de la Arqueometalurgia, o sea,
decir que no es que la Arqueometalurgia sea rabiosamente
interdisciplinaria, porque ello no sera mas que decir que
La Verdad es interdisciplinaria. Mas propiamente dira-
mos que un excesivo academicismo hace a los mtodos de
investigacin histrica excesivamente monodisciplinarios.
Y continuando dentro de un talante razonablemente
ldico, podra decirse, en tercer lugar, que las cuestiones
de mayor inters dentro de la Arqueometalurgia no son
alambicadas cuestiones ni excelsos detalles. Antes bien,
son preguntas bien fciles y bien simples, con lo cual
acabamos de tener la satisfaccin, nada menos, que de
pronunciar tantos Principia como Newton en su Mecnica.
Por encima de la aportacin concreta que el libro que
comentamos nos trae al tema del estao su inters es teri-
co: Nos ensea prcticamente algo muy importante sobre
la metodologa del trabajo cientfico interdisciplinar en el
mbito de la Arqueometalurgia y en el de la Arqueologa.
La actual Ciencia de los Metales no puede aportamos una
historia de la Metalurgia, pero tenemos la oportunidad y la
obligacin de aceptar las pautas que la ciencia metalrgica
impone en la interpretacin del legado metalrgico anti-
guo. Si por ejemplo, el anlisis de unas escorias indica que
en un cierto punto se beneficiaba plata, habr que aceptarlo
por ms que un texto clsico hable inequvocamente del
beneficio del oro, y slo del oro, en aquel punto. Tal acep-
tacin no significa la inhabilitacin del caudal de conoci-
mientos que suponen los textos clsicos, sino que el autor
no conoca la verdad completa. Por otra parte son perfecta-
mente compaginables ambas aportaciones, dado que la geo-
loga nos explica porqu en la montera de un yacimiento
de plata es esperable la existencia de pequeas cantidades
de oro libre, cuyo benefici sirvi para llamar la atencin
sobre dicho enclave.
En temas de incuestionables o muy probables aspectos
metalrgicos no debe exigirse para su aceptacin que di-
chos conocimientos se limiten a confirmar, a completar o a
ampliar conocimientos prexistentes, elaborados en el mar-
co de la Arqueologa convencional. Antes bien, deben ser
aceptados aun cuando supongan una grave alteracin o
contradiccin de ideas anteriores, pues en resumen no son
sino la consecuencia de plantear la interpretacin de los
mismos ya conocidos hallazgos metalrgicos, pero desde
otro punto de vista diferente. Esta filosofa no es ms que
la aceptacin del mtodo de la Fsica Clsica. Albert
Einstein y L. Infield escriban en su obra The evolution of
the Physics (escrita en 1938) prrafos como los siguientes:
The formulation of a problem, is often more essential that
its solution, which muy be merely a matter of mathematical
or experimental skill. Scientific concepts often begin with
those used in ordinary language for the affairs of evet-y
day life, but they develop quite differently. Thev are
transformed and lose the ambiguity associated with them
in ordinary language, gaining in rigorousness so that they
muy be applied to scientijc thought~. La aceptacin de
esta lnea de pensamiento va a permitir lo que es habitual
en la Fsica, la prediccin. Si en la Fsica en su versin ms
clsica, basta con tomar nota de unos cuantos registros de
posiciones-tiempo separadas y discontinuas de un proyec-
til (con intervalos de desconocimiento), para prever con
precisin y seguridad las futuras posiciones del proyectil
en su trayectoria todava no recorrida, debemos pensar que
puede haber previsiones arqueometalrgicas (la ciencia
metalrgica no es sino Fsica y Qumica) que deben ser
aceptadas sin la necesidad de exigir su comprobacin con
descubrimientos de nuevos restos o escritos que las consta-
ten. De hechos puntuales y discontinuos en el tiempo pue-
den inferirse prolongadas y continuas evoluciones en el
tiempo.
Las diferencias esenciales entre los mtodos de trabajo
de la Fsica y de la Arqueologa clsicas son dos. La pri-
mera estriba en la cantidad de conocimiento previo a la
elaboracin del razonamiento, del conocimiento de parti-
da. Mientras que la Fsica utiliza slo un escassimo nme-
ro de indiscutibles Leyes Fundamentales, la Arqueologa
intenta partir de cuantos ms conocimientos experimenta-
les puntuales (restos arqueolgicos de asentamientos veci-
nos en el espacio y en el tiempo), mejor. De hecho, la
creacin por excelencia del arqueolgico es el concepto de
Cultura de.... El concepto cultura amalgama un am-
plio conjunto de aspectos materiales junto con la filosofa
vital de la sociedad que los produca. As como los fsicos
interpretan la realidad a la luz de sus Leyes intemporales,
el pensamiento humanista pivota sobre culturas definidas
en tiempo y espacio.
La segunda es en el papel del Hombre, que en las
Humanidades juega un papel contradictorio. Por una parte,
un Julio Csar, o un Napolen, o un Alejandro Magno
pueden alterar el curso de la Historia. Por otra parte, el
inventor aislado no existe; existe el conocimiento cultural
que se transmite, conocimiento que naci despacio y difu-
so y se extiende como mancha de aceite. Cualquier resto
arqueolgico, si no es encasillable en una cultura, suele
carecer de valor propio.
Por el contrario, un diseador de aviones, por ejemplo,
no se preocupa de la esttica de su producto (simplemente,
le sale el avin tanto ms bello cuanto ms profundamente
conoce la ciencia del diseo). Nadie le pregunta cuntos
aviones parecidos hay existentes?. Que un avin asitico
y un avin europeo se asemejen solamente significa que
fueron diseados con los mismos principios para misiones
de utilizacin similares, pero sin difusin cultural algu-
na.
Si definimos la Arqueometalurgia, no como una ma-
yordoma de laboratorio (anlisis de una ptina para facili-
tar la recuperacin de una pieza, asimilacin de una pieza a
la composicin de la vecina mena para identificar su ma-
nufactura local o su procedencia del comercio, etc.), sino
como la aventura de tomar la filosofa del relojero de
Einstein (ms adelante lo describimos), e intentar recrear
lo que pudo o tuvo que ser la Historia de la Metalurgia a la
nica luz de las escasas leyes de la Ciencia de los Metales,
la aventura mental puede ser realmente apasionante. Y en
el fondo, esto no es ms que el trueque de la deduccin
humanstica a partir de mltiples resultados arqueolgicos
(el hombre es indefinible; llamamos hombre a un compo-
nente de una Sociedad), por la induccin cientfica (antes
que el hombre apareciera, el Mundo se cre y se rega por
las leyes intemporales del Universo).
Por ejemplo, basta mirar a los valores de energa libre
en las reacciones qumicas que liberan (en el homo de
beneficio) al buscado metal de la ms o menos compleja
molcula (mena metlica) en la que se presenta combinado
en la naturaleza (lo que en Qumica se denomina Diagra-
ma de Ellingham), para ver que la Historia de la Metalur-
gia estaba predeterminada antes de que el Hombre apare-
ciese sobre la faz de la Tierra.
Vamos a hacer un muy somero repaso. El antedicho
diagrama se inicia con el oro como nico metal en el que
no hay que gastar energa para conseguir su liberacin. A
continuacin siguen los metales liberables con poco gasto
energtico, y el cobre, plomo estao, estando en el umbral
de este grupo, la plata. Las mltiples formas del hierro y el
zinc continan la escala de requerimiento energtico. Los
siguientes, cromo, vanadio, exhben unas necesidades de
energa liberalizadora que slo fueron alcanzables con la
revolucin industrial. En menas ms estables el aluminio,
el magnesio y el titanio justifican su no aparicin hasta el
prximo ayer, cuando la electrometalurgia rebasaba el po-
der liberador del fuego. Cerrando la sucesin, el uranio,
torio y cesio nos abren la poca de los ingenios nucleares.
Surgen curiosidades, sin duda, en la contemplacin del
diagrama de Ellingham. Como el nquel (en el teatro de
operaciones del mundo antiguo no hay menas de nquel)
aparece con valores de energa prximos al hierro, se pue-
de asegurar, aunque nunca podr ser arqueolgicamente
demostrado, que si los espaoles hubiesen retrasado en
algunos siglos su arribo a las Amricas, se habran encon-
trado con una Metalurgia del Cobre, una Metalurgia
del Bronce, una Metalurgia del Nquel, y una Meta-
lurgia del Hierro. Continuando, ya muy informalmente,
en esta lnea, no podemos por menos que sonrer con la
idea de un neo-Atahualpa despreciando al oro desde su
trono de acero inoxidable, al igual que en los banquetes de
la emperatriz Eugenia de Montijo se despreciaba la plata
usando cucharas hechas del entonces novsimo aluminio.
No es la calidad de los metales lo que despierta la codicia
de los humanos, sino su escasez o rareza.
Pero volvamos a la posible armonizacin de la filosofa
que rige la investigacin en la Historia con el pensamiento
de la Fsica como interpretacin del Mundo. Parece difcil
evitar el pensamiento instintivo de decir lo que es bueno
para la Fsica no tiene por qu serlo para la Historia, que es
el registro de la Humanidad y no de la Materia Inanima-
da. Para mayor abundancia, hay otra frase muy interesan-
te de Albert Einstein en The evolution of the Physics: A
scientist looks as a man trying to understand the mechanism
of a closed watch. He can never open the watch; he can
only form a picture of a mechanism that would explain
what he sees happening on the face of the watch. He will
never be able to compare this picture with the real
mechanism, but he certanly believes that, as his knowledge
increases, his picture of reality will become simpler and
simpler and utill explain a wider and wider range of the
sensous impressions. O lo que es lo mismo, la Fsica no
busca la Verdad del Mundo, sino el poder predecir (con el
lenguaje matemtico), el comportamiento futuro del mun-
do inanimado en cuanto a lo que nuestros sentidos puedan
llegar a apreciar. Este aserto hara sonrer a los biofsicos.
que con sus redes neuronales, su inteligencia artificial y su
ingeniera gentica, intentan demostrar que, al final y a la
postre, el hombre no es sino un montn de tomos
(Memento homo quia pulvis est et in pulverem reverteris).
Realmente, una vez puesta en marcha la maquinaria de
la Arqueometalurgia ante un tema concreto, el nico real
problema mental estriba en comprobar si el resultado es lo
que pudo ser o lo que tuvo que ser. Y nos tenemos que
acostumbrar a no preguntarnos si pudo haber aviones ms
?nh A PROPSITO DE UN LIBRO RECIENTE SOBRE LA METALURGIA DEL ESTANO.. AnMurc,ici. 9- 10. 1993-94
bellos que los que el diseo y el clculo han producido; la
Verdad es slo una. Cuando Foucault reuni a los acad-
micos en los Invlidos de Pars y les demostr con su
famoso pndulo que la rotacin de la Tierra era compro-
bable y medible, nadie intent ver el giro planetario como
el logro de una cultura de los pndulos. Las conclusio-
nes de la Ciencia no son una hiptesis, son un retazo del
Conocimiento conseguido por la va de la induccin a
partir de unas leyes, con quizs, alguna medicin puntual
en el objeto de estudio. La piedra de toque de la calidad
del mtodo inductivo a partir de poco ms que un puado
de leyes, es s u capacidad de prediccin. Y tal capacidad
le exime de necesitar una comprobacin a travs de
excavaciones arqueolgicas. Cuando se enjuicia una pre-
visin, se puede y se debe enjuiciar el rigor de cada uno
de sus pasos, pero es improcedente el pedir una com-
probacin mediante el resultado de excavaciones ar-
queolgicas.
Ante la similitud entre algunos aspectos comunes entre
los hornos de beneficio precolombinos, africanos y del
mundo clsico, podramos enunciar la ley fundamental de
la Arqueometalurgia como: lo que tuvo que ser fue siem-
pre, y fue siempre igual. Lo accesorio es lo que englobamos
en el concepto CULTURA.
Para mostrar las posibilidades de esta filosofa no que-
da sino mostrar en la literatura arqueometalrgica algn
ejemplo de aplicacin de la utilizacin de la Ciencia de los
Metales en la interpretacin de restos metalrgicos, en la
que dicha interpretacin, fundamentada en las leyes de la
Fsico-qumica, contenga alguna previsin, no alcanzable
por la va de la Humanstica. Aunque no necesita ser de-
mostrada, si sera deseable que apareciese como ms o
menos o comprobable.
Aadamos que en casos como ste que comentamos
una cosa es la lgica que formulamos y otra el modo en
que la aplicamos y las implicaciones concretas que deter-
minados puntos de referencia pueden llevar consigo; y es
posible que las afirmaciones del Dr. Madroero en diferen-
tes aspectos del problema que toca puedan ser sometidas a
revisin por l mismo o por otros y que en el avance de la
investigacin algunas o varias de sus afirmaciones puedan
y deban ser revisadas. Ello no quitar valor a esta obra
cuya lectura es sugestiva y fecunda para cuantos tenemos
ante los ojos la historia de la investigacin sobre las tcni-
cas metalrgicas a lo largo de los tiempos. Sea, pues, bien-
venida lo mismo que la excelente Forschungsbericht sobre
el tema que nos ofrece en el prlogo nuestro discpulo y
amigo el Dr. Gonzlez Blanco.

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