Poesía Argentina Contemporánea

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Poesa Argentina Contempornea

Algunos poemas de Alberto Muoz


DE LA VCTIMA Ellos saben que la vctima sostiene su cabeza hasta ltimo momento. La orden de morir no es de Dios sino de un hombre que abandona. Dios alguna vez les ha dictado:- No enves a la muerte a este hombre-, y ellos han temblado en un dudoso castellano:- No lo envo a la muerte, mi Seor, lo envo a tu morada.DE LOS AJUSTES El verdugo quita su capucha y con ella va su rostro, intacto. Una lmina carnal es su cabeza. Una tela blanca. Sobre esa pelcula propicia aparecen los otros rostros, los ejecutados. De quince a diecisiete segundos tarda cada impresin para borrarse y retornar en otra. Estos ajustes son convenio de su sangre y su moral. El verdugo se llega hasta una zanja, introduce su cabeza en el limo y una suerte de lquido devuelve otra vez su semblante verdadero, que debe con rigor ser cubierto con una capucha. Obedece a una ley lquida. es eterno y fecunda con un gas. Alberto Muoz De Tratado de verdugos. (Ediciones Filofalsa) CAMIONES No ha sido el mundo una forma de la fiebre lquida. hijo mo, ests ah, tomado a tu tren, al lado de un ro que te dice en su tamao de agua: camiones. Camiones junto a la azalea blanca. has puesto una lnea sucesiva de camiones; no tienen otra ruta que tu mnima mano blanca entrndolos al mundo. los quitas del desastre. Qu otro modo hay de la justicia, sino la forma del camin en la azalea blanca. Hijo, ests ah, en el parapeto de la monstruosa evidencia; los grillos han tomado la cabina de tu camin!, engrasan sus patas verdes, apagan la luz, rompen la baha donde ingresa el vapor de los aceites; estn cerca de las azaleas, pero ellos creen que son criaturas del budismo que han llegado a una orilla milagrosa...

Oh, hijo mo, ah ests jugando con tu pala mecnica; mi tractor de lata est a quince kilmetros de la azalea blanca. Llegars? LA VIDA EN LAS ESTAMPAS Una joven japonesa entra en nuestro cuarto. Estamos asustados. La joven japonesa es de papel, pertenece a una estampa polcroma del siglo XVIII. Estamos asustados. Ha escapado de la composicin del artista Suzuki Harunoba, dejando a su amado decbito supino con el falo hinchado y los ojos en blanco. Estamos asustados. Parte del papel de su cara est quemado y una de las piernas qued en la estampa por encima del noble que la penetra: a qu viene esa joven a nuestro cuarto, si somos cristianos acostumbrados a nuestras vrgenes, que no se mueven de su sitio?

YERBAL II En su pelo, en su piel, hay un nuevo perfume, difcil decir de qu Marguerite Duras. Una mujer entra en la peluquera con mscara facial: su marido ha venido de la noche cosido a un traje de ora costurera. la mujer no ha podido dormir si bien, abierta, de su camisa sala en los paseos el oro del pezn y la blancura. Oh, los maridos!, que bajan al aljibe de las contrarias a buscar el agua de las yeguas , intiles vuelven a sus camas, al apero de las cortinas. MI madre trabaja el rostro de las mujeres engaadas. Qu dira Helena Rubinstein si supiera que no es pintura azul el manto de los celos? BALADA DE LA CRCEL DE WILDE Soy Oscar, preso en Wilde. tengo una flor en el ojal un girasol. Me pinto la boca con un trueno. Ayer me dijeron que voy a morir de todo lo que ama. A veces, cuando se apagan las luces de la crcel, me quedo con los ojos abiertos y vienen a pedirme que los cierre, que el mundo no puede dormir cuando tengo los ojos abiertos. Alberto Muoz. De Camiones 2

(Ediciones en Danza). TREN CRUZANDO EL PUENTE DE HIERRO Por el ro Las Conchas llegbamos a Bella Vista. Cruzbamos el puente de hierro tragados por un palacio de canciones y gritos. Slo el olor a huevo proveniente de la canasta de mi madre me devolva a las ropas: el vagn se mova como una yegua nerviosa en las murallas del tbano. Nadie soportaba el olor del ro Las Conchas cambiaron su nombre por el de Reconquista. El puente de hierro separaba el cuarto de los nenes de la habitacin de la abuela que durante la luna se levantaba en camisn para rezar y orinar. La luz exterior viva de los curiosos y de las oraciones amarillas flotando como abejas en la palangana de metal. Viajbamos los domingos. No haba obreros colgados de la caldera slo mujeres gordas con crisantemos arrastrando por los vagones criaturas y periquitos. Mis padres discutan el arte de Virgina Luque el derecho del matrimonio a no levantar una roca inslita la manera en que los das se parecan a los clavos. Nadie soportaba a Las Conchas. El olor provena del ro Reconquista. Yo llevaba mi nombre atado a una hebilla por temor a que hicieran con l los mismo que haban hecho en el bautismo del Reconquista. Que de pronto pap o Lorenzo dijeran Antonio o Ferdinand y mi cabeza girara llevndome indefenso como un pescado o como un rey turbado por el acero que le acercan a la garganta. Oh el olor a huevo crudo de la canasta de Amelia me devolva al vagn de madera. Comamos- deca mi madre- improvisando un mantel de mrmol sobre sus rodillas tomates partidos a la mitad y agua de lluvia para que los soldados abandonen sus supersticiones: madre si venimos de Las Conchas

por qu Dios me dijo una vez cruzando el Reconquista: Yo soy el camino. LOS DAS PERDIDOS Al mirar una locomotora vemos una mquina Singer al mirar una Singer vemos la rueda de hierro la rueca al burro girando alrededor del molino levantando agua. al ver el agua vemos el aljibe con su roldana giratoria al ver el giro de la roldana escuchamos el canto del xido al escuchar cantar tocamos el hombro de la amada tocamos la curva del pez tocamos la seda. Al tocar el hombro vemos el hilo de las despedidas al escuchar el adis omos el golpe del viento en las velas al ver la nave escuchamos la tierra girar en su canto de xido. Al or el giro de la tierra movemos un asno alrededor del molino al mirar el aspa levantamos el agua y omos las velas al or la nave tocamos el hombro de los peces tocamos la curva del tren tocamos la seda. Alberto Muoz. De Trenes. (Ediciones en Danza). LA CABEZA DE ORFEO FLOTA SOBRE EL RO HEBRO Todas las hojas son del viento... L.A.Spinetta

Las Mnades arrancaron las extremidades de Orfeo y echaron su cabeza en las fras aguas del Hebro. Nada impidi que su cabeza siguiera encantando. El ro volvi a reunirlo nuevamente. Ms grande y ominosos flot sobre las aguas camino a Lesbos. Mientras las Musas enterraron su antiguo cuerpo al pie del monte Olimpo su lira continu cantando pulsada por el viento. El agua tuvo un repertorio similar al de las hojas pero el genio del poeta se diluy entre los peces. Todas las hojas fueron del viento menos la luz de Orfeo.

TOCABAS EL PIANO Ibas en madera con pedales sentada tocando el piano de un lado al otro del motivo parada de tocar sentada y blanca en el silencio con las hojas abiertas tu odo dejaba de leer entre tus piernas de par en par.

JUAN CARLOS PAZ Qu fro hay....Jess! Csar Vallejo Oyendo toda la verdad juntada en una noche como una rana escuch el diapasn de los presentes. Extrao los grandes abrigos ningn profeta ve subir la savia por el brote. Oyendo ms que otra cosa no tengo caray! un sobretodo y algo falta de m con este fro y el sonido de los ptalos flotando. Alberto Muoz De Pianoforte. (Ediciones en danza)

algunos poemas de Jorge Fondebrider


Alfabetos El ronco mecanismo de un motor hace que el vidrio vibre.

La noche es gutural, es consonante y apenas pasas las horas subrayadas por el ruido sordo de la estufa, del ascensor que baja, de una sirena salida de las sombras. La lengua del insomne se apoya en cavidades y el aire transcurre por los huecos que le deja el entresueo a la vigilia. Los das, sin embargo, son vocales delante de un espejo, la radio, el desayuno, cerrar con doble llave y ver el mundo golpeando contra el yunque de la luz. Y as resultan slabas porfiadas, que, unidas, confirman las palabras de la maana misma, cuando empieza la propia oscuridad. El Liffey Cuando se sale el primer da del hotel el mundo es siempre muy hermoso. Y est el Liffey. El cauce de este ro, que arrastra poco agua, divide la ciudad: de un lado estn los pobres con sus voces y el pelo colorado; del otro, el sur que piensa detrs de las puertas amarillas. En las orillas negras no hay pjaros ni nada. Slo hay un lecho oscuro como las chimeneas de la ciudad de Dubln que humean para el viento, exactamente al sur, en el extremo justo del invierno cuando son fras las monedas. Una razn Busqu una imagen que no entra en el presente austero y obligado de estos das. Los pensamientos que ahora, apenas hilvanados, dependen de la agenda remiten a un pasado que ya no reconozco como propio. Por eso canto el mar, que me es ajeno. Lenguas Eliot dijo que podemos conmovernos oyendo recitar un poema en una lengua de la cual no entendemos ni una sola palabra. Por eso fui, para escuchar a qu sonaba eso. Y aquel poeta que parado delante de un atril y un poco despeinado,

probablemente no saba que yo era un extranjero que me haba elegido a m. El hombre recitaba mirndome a los ojos. Yo quera, y en realidad deseada, justificar mi tiempo oyendo recitar esos sonidos, conmoverme. Despus de cada verso l me observaba hacindome su aliado, pidindome el apoyo que slo una mirada que no entiende puede dar mientras el mundo tiembla en el espacio y dos personas piensan. Tesorera Darwin observa los pinzones. Despus, en Inglaterra, afianza su teora y Spenser la corrompe. Habr entonces que esperar por ms de un siglo a que los genios locales se den cuenta de que pagando un mes despus y un viernes por la tarde, la plata de un cheque miserable trabaja el sbado y domingo, y la ganancia aumenta a expensas del trabajo de los otros. Alejandro No fue por el to de mi padre, que se hizo rico fingiendo ser un ptico en los pueblos de provincia y me llevaba al jockey club a ver a sus caballos. Ni fue por ese primo al que le dimos techo y una sombra de familia cuando lo echaron de la casa, pero ni siquiera vino a los entierros. Por otra parte, Martn no me gustaba y ella no quera Jos Luis, Gustavo apenas prosper por unos das y no pude convencerla de Guillermo. Por eso fue Alejandro, que nos encuentra grandes, cansados de antemano, con muy poco dinero, muy contentos. Jorge Fondebrider de Los ltimos tres aos (Libros de Tierra firme)

Ms poemas de Fondebrider
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de: "Imperio de la luna" Sophie Curioso mecanismo el que la pone a un dedo humedecido de mi suerte. Hermosa, playa de s, muy alta como esas mujeres del todo inalcanzables desnudas en la pgina central. Pero un perfil no basta ni la excusa de diecinueve aos y todo por delante fresco y nuevo dispuesto a fracasar. Sophie me dura una semana. Imperio de la luna Que siga el mar barrindonos la playa entre los cerros con humo de cigarro por las nubes y estrellas navegantes. Puede seguir el mar. La luna es lo que veo: la piedra en la avenida, lo blanco y lo real de cada noche. Sin fe Aqu me duele el pecho, mezquino los aplausos y ella duerme. Verdad es otra cosa: soy yo el que est perdido, es esta la memoria que no tengo, son otras las palabras. Canto mal Lo que esta voz tan ronca est queriendo, tratando de decir... Todo se aprende. El resto es un milagro. Por o contra De acuerdo con respuestas recibidas

uno cree o ya no cree. Cada cual est lanzado. La historia que desfila muestra el puo. No se puede vivir con un "quisiera".

De "Standards" How deep is the ocean Era una tarde as, no la verdad: la idea del mar, sus huesos en la arena cuando el sol se hundi detrs del horizonte profundo y para siempre. Line for Lyons a la memoria de Chet Baker Era joven. Despus perdi los dientes, cay por la ventana. Ahora es la grgola asomada al curso de este ro. El ro divide la ciudad bajo la lluvia. La lluvia no cesa de caer. Un da me arrancar los ltimos cabellos. Va a destruir lo que queda del len. Lush life Lo vulgar reposa en convenciones igual que la belleza: telaraa que aumenta con los das, postales de Pars y todos esos sitios a los que llaman Ritz y nada significan. They cant take that away from me Es difcil tolerar que los recuerdos dependan de una casa. Pero esta casa tiene mis recuerdos y si me voy, aqu se quedan. Por ms que ponga todo en mis valijas

sombras de amor no se descuelgan, se mueren con la casa.

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