Populismo Weffort
Populismo Weffort
Populismo Weffort
An antes de que se instaure la dictadura en 1937 es posible encontrar indicios de la composicin de fuerzas sobre la cual se asienta la nueva estructura poltica. la Constitucin de 1934, por ejemplo, indecisa entre los principios liberales de 1891 y los principios "sociales" (semi-corporativista) de la nueva etapa, expresa en porte la composicin alcanzada en el perodo post-revolucionario. Consagra las diversos iniciativas del gobierno provisorio en relacin con los derechos sociales de los trabajadores urbanos, incluye un captulo sobre el "orden econmico y social" que consolida las medidas de carcter nacionalista ya asumidas, al mismo tiempo en que consagra los reivindicaciones liberales de "representacin y justicia" de las clases medias (por ejemplo la creacin de la Justicia Electoral) y no interfiere contra los intereses sociales de la gran propiedad. No obstante parece que el nuevo sistema slo estar plenamente consolidado a partir de 1937 cuando con la instalacin de la dictadura, el poder personal de Vargas, y con l el poder del Estado, se instauran por sobre todos las fuerzas sociales presentes en el juego poltico. Con el fin de la dictadura de Vargas en 1945 se podra plantear la siguiente pregunta: la vuelta del pas a la democracia habra alterado las condiciones polticas como para hacer posible un rgimen pluralista? Esta pregunto viene a propsito, pues con la cada de Vargas nace en el pas un nuevo sistema de partidos. Adems de eso, el movimiento para derribar la dictadura coincide con el fin de la guerra y consigue unir los amplios sectores antifascistas. Pareca iniciarse, en fin, lo verdadero democracia brasilera, meta que acariciaban desde los aos 20 los sectores liberales de las clases medias urbanas. No obstante, la vuelta del pas a las normas democrticas manifest en una amarga frustracin para todas las tendencias polticas todava vinculados a la idea de una democracia liberal. la joven democracia brasilera tendr como apoyo bsica el mismo compromiso social que ya haba funcionado como apoyo a la dictadura, tendr como principal fundamento de legitimidad las masas populares y como jefes a los lderes populistas. Ya en 1945, un peridico liberal interpret a la nueva situacin de la siguiente forma: el voto secreto transfiere el soborno de los individuos para los grupos, las clases, los sistemas de intereses". El nuevo sistema partidario se basa en dos agrupaciones creados bajo el patrocinio de Getulio Vargas y buscan dar una forma organizado al mismo esquema de alianza de clases en que se apoyara su primer perodo de gobierno. El partido Social Democrtico debera dar expresin a los sectores conservadores vinculados con las actividades agrarias y de hecho consigui mantener por muchos aos el dominio de la mayora de las zonas rurales en base a una "poltica de clientela" similar en muchos puntos a la del "coronelismo" de la Repblica Viejo. El Partido Trabalhista Brasilero debi dar expresin poltica a las masas trabajadoras urbanos, objetivo que slo muy parcialmente habra sido alcanzado. Nacidos del poder, dependientes en gran porte del prestigio personal de Vargas y adems siempre vinculados, directo o indirectamente e todos los gobiernos siguientes (con la excepcin de los seis meses del Presidente Quadros), ambos partidos tienden a funcionar como partidos de patronazgo. El tercer gran partido, La Unin Democrtica Nacional, se forma durante la campaa contra la dictadura y se apoye parcialmente en grupos de clase media urbana y liberal y en algunos importantes sectores rurales. Durante casi todo el periodo democrtico se orient por una lnea de oposicin en el esquema PSD-PTB y al populismo en general (aunque en la fase final haya participado en la campaa de Quadros a la Presidencia).
La presencia ostensiva de las clases populares en la poltica comienza en 1945. Los datos sobre la participacin electoral pueden dar una idea de la importancia del hecho: en 1934 los electores suben al 22%. Es esta la primera vez en que las clases populares aparecen libremente en el escenario. La libertad relativo es, por cierto, solamente posible dentro de los lmites de una estructura de poder que permanece esencialmente la mismo del perodo anterior. De todas maneras, terminada la dictadura, termina tambin el monopolio de Vargas sobre la manipulacin de la opinin pblica (todava cuando este lder haba sido siempre la mayor figura del populismo al cual todos los dems populistas con la nica excepcin de Quadros, estuvieron de algn modo vinculados). En los primeros aos de vida democrtica reaparece Carlos Prestes como jefe del Partido Comunista y con todo el prestigio que le confiere la dictadura. Pero el P.C. que en estos primeros aos lleg a ser uno de los mayores partidos del pas, fue puesto en la ilegalidad en 1947 perdiendo gran parte de su influencia popular. Dominado durante la mayor porte del tiempo por el esquema populista expreso en la alianza PSD-PTB, la nueva democracia difiere por lo tanto radicalmente del modelo liberal y la diferencia ms notable est en que en esa democracia de masas, el Estado se representa de modo directo a todos los ciudadanos. De hecho, todas las organizaciones que se presentaron en el modelo clsico, como mediadores entre el Estado y los individuos San antes entidades anexos al propio Estado, organismos efectivamente autnomos. la estructura administrativa semi corporativa creado durante la dictadura persiste. El Estado ampla su esfera de influencia en la economa, siguiendo la orientacin nacionalista con la creacin de la usina siderrgica de Volta Redonda y con el establecimiento del monopolio estatal de petrleo (Petrobrs), entre otras importantes empresas de economa mixto. Adems los sindicatos mantienen durante todo el perodo democrtico la mismo estructura dependiente del Estado, aunque los lderes asuman una libertad mayor de comportamiento. Dentro de los marcos en que el Estado se pone en contacto directo con los ciudadanos, las ideologas tienden a ocupar un lugar relativamente secundario. Los aspectos decisivos de la lucha poltica -las formas de adquirir y de presevar las funciones de dominio poltico- estn siempre vinculados a una lucha entre las personalidades que tienden a obscurecer los motivos doctrinarios. La nica ideologa realmente significativo como tal durante esta etapa fue el nocionalismo, asociado ntimamente a la idea de intervencin estatal en la economa. Y el nacionalismo, en coherencia con el cuadro general, nace tambin del propio Estado, particularmente influido por los militares desde los aos 30 y consolidado como orientacin de gobierno por la dictadura. Como ideologa, su estrecha dependencia de la iniciativa estatal es esencialmente la mismo, tanto en lo referente a la poltica de desarrollo nacional intentado por Vargas en su segundo gobierno y que puso nfasis en la crecci6n de empresas pblicas, cuanto a los grmenes del nacionalismo popular de los ltimos aos del gobierno de Goulart que acentuaron la necesidad de las reformas de estructura y de la ruptura de la dependencia del pas en relacin al capital extranjero. La continuidad de esta "democracia de masas", que como tal preserva muchas de las caractersticas polticas en formacin desde 1930, no est totalmente ajena a la persistencia de los mismos marcos estructurales en que vive lo sociedad brasilera desde la revolucin. A pesar de todos estos cambios, de la compenetracin de las estructuras sociales y econmicas, permaneci igual en varios aspectos fundamentales. Por un lado, el proceso de industrializacin que se intensific en el decenio de 1950 no pudo, segn Furtado, independizarse de las influencias ejercidas por el mercado externo, adems, de acuerdo a los estudios de Fernando Henrique Cardoso, el propio desarrollo industrial pas a depender cada vez ms del capital extranjero y no fue capaz de crear un empresariado industrial que pudiese formular una poltica nacional. Lo que quiere decir que se frustr tambin una importante
posibilidad de superacin de la transicin social que desde los aos 30 caracteriza la estructura del Estado. Al lado de la continuidad del compromiso, no se pierde de vista, por lo tanto, la continuidad de la crisis del poder. El agravamiento de la crisis, particularmente en los ltimos aos del gobierno de Goulart fue, tal vez, la nica novedad de la etapa democrtica. A pesar de los muchos semejanzas con el perodo anterior, sta es la etapa donde se vuelve cada vez ms claro el choque de las fuerzas sociales en la gran transicin que sirve de base al poder. En realidad, desde los primeros aos de la democracia, los golpes de estado aparecen como una alternativo poltica parca los grupos insatisfechos con las orientaciones del rgimen. La oposicin de la derecha a la entrega del gobierno a Vargas, democrticamente electo en 1950, por gran mayora popular; la crisis de 1954 que concluy con su suicidio, los dificultades planteadas por la derecha a la ascensin de Kubitchek en 1955, y despus a Goulart en 1961, como sucesor de Quadros renunaante, San algunos factores caractersticos de la progresiva deteriorizacin del sistema de poder. Por otro lado, las clases populares, con el margen de libertad permitida por la nueva situacin, presionan de manera creciente y las formas de accin popular comienzan, en ciertos casos, a ir ms all de los esquemas tradicionales de manipulacin: los frecuentes huelgas de trabajadores, la creciente importancia de los grupos de nacionalistas, la movilizacin de la opinin pblica en torno a las reformas de las estructuras (en particular a la reforma agraria), la extensin de los derechos sociales de los trabajadores en el campo en los "ligas campesinas" y en las organizaciones sindicales. En una palabra comienza a formarse en el pas un movimiento popular de estilo nuevo. Nacido ahora en el interior de los cuadros institucionales y en amplia medida dependiente de la poltica populista de Goulart, este movimiento planteaba problemas cuyas soluciones implicaban cambios de base en la composicin de las fuerzas superacin de los lmites urbanos de la manipulacin de los sociales sobre las cuales se apoyaba el rgimen. En realidad, la superacin de los lmites urbanos de la manipulacin de las masas -con un principio de movilizacin de las masas rurale- signific que comenzaba a destruirse uno de los dos elementos bsicos de la estructura del Estado -la gran propiedad de la tierra- que el populismo en ningn momento antes haba tratado de alcanzar. En los ltimos aos de este perodo democrtico se vuelve ms evidente la existencia de una solucin de compromiso entre los grupos dominantes el cual se hace cada vez mas precario, y tambin se hace ms clara la presin de las clases populares sobre las estructuras institucionales. Se crea entonces una situaci6n singular: todos los grupos, incluyendo algunos sectores populares urbanos, participan directo o indirectamente del poder; no obstante, como ninguno de ellos persigue la hegemona poltica, todos perciben el ESTADO como una entidad superior de la cual esperan solucin para todos los conflictos y problemas. Con relacin a los sectores empresariales, por ejemplo, afirma Cordoso que se los identifica subjetivamente con el gobierno pero se consideran subjetivamente como "pueblo", y como tal exigen proteccin y prebendas: el empresariado obtiene el mximo provecho al ser una clase econmicamente dominante si no lo es totalmente, desde el punto de vista poltico". Esta situacin de dependencia de los distintos grupos sociales frente al Estado es una realidad desde la crisis que puso trmino al rgimen oligrquico. No obstante, en estos ltimos aos se amplan las expectativas exactamente cuando, desde el punto de vista econmico el proceso de industrializacin llega a los lmites de su coexistencia con los sectores agrarios crean. do as una situacin de conflictos potenciales. Y una vez ms, como dice Furtado, los conflictos entre los intereses agrarios y las industrias no se expresan en forma polticamente directo. La tensin no puede salir a luz porque el desarrolla industrial va unido el crecimiento de los
sectores ms tradicionales de la economa agraria -la agricultura para el mercado interno- que identifica el debate poltico de sus intereses con la agricultura en general. En estas condiciones, ninguno de los grupos dominantes ms significativos se revela capaz de ofrecer apoyo a una poltica de reforma todava cuando algunas de ellos pudiesen obtener ventajas con los cambios de estructuras. Y una vez ms, las masas populares San llamados a aparecer como una fuerza capaz de ofrecer sostn al reformismo gubernamental a travs de esta poltica, al propio Estado. Con todo, la nueva situacin acarrea problemas ms complicados. En tanto que en todo el perodo anterior la accin de los gobiernos populistas no fue mucha adems de optar, a travs del juego de los intereses dominantes, por las lneas de menor resistencia popular, en el actual la situacin impone al Estado superar de manera radical este juego de intereses. En cuanto que en el perodo anterior el proceso poltico haba creado, a travs del populismo combinado con la relativa impotencia de los grupos dominantes, la imagen de un Estado soberano ahora se impone al Estado la necesidad de probar la realidad de su soberana, lo que supone un enfrentamiento con poderosos intereses locales y extranjeros. Si tenemos en cuento la naturaleza de la participacin poltica de las clases populares, percibiremos las graves limitaciones que se impone a esta poltica de reformas que llego a constituirse en la orientcicin bsica del gobierno de Goulart. La importancia poltica de la participacin popular estuvo desde sus orgenes en la dependencia a la existencia de una transaccin de intereses entre los grupos dominantes. Si ellas sirvieron como uno de los fundamentos de la legitimidad del Estado, fue slo posible dentro de los lmites muy restrictos de manipulacin que se inhiba de desarrollar una poltica autnoma. Fueron fuente de legitimidad del Estado en cuanto podan tambin ser masas de maniobras dentro de la alianza de las clases populistas. El gran compromiso social sobre el cual el Estado se apoyaba se vio entonces condenado por todas las tendencias de que se compone. Condenado por la derecha y por las clases liberales medias, que se amedrentaron ante la creciente presin popular; por los grandes propietarios, que se oponen rotundamente a la idea de la reforma agraria y a la movilizacin campesina; por la burguesa industrial, en amplia medida asociada con los intereses extranjeros o dependientes de ellos, y que tambin se conmueve con la creciente agresividad popular. Y no obstante las eventuales intenciones de algunos de sus lderes, estaba tambin condenado por el propio movimiento populista cada vez menos capaz de mantener los clases populares dentro de los lmites permitidos por los reglas del juego.
CAPITULO IV Formacin de las clases populares, populismo, urbanizacin y migraciones La emergencia poltica de las clases populares se encuentra condicionada, como vimos en el capitulo anterior, por la situacin de crisis y de inestabilidad que caracteriza al Estado en el periodo posterior a 1930. A partir de la revolucin que derroca el orden liberal-oligrquica,
comienzo a establecerse una estructura de Estado de caracter semicorporativo que se ensartar apta para promover la incorporacin de las clases populares urbanos tonto como las demos clases en formacin. Examinado por lo tanto el surgimiento de los clases populares en la escena poltica desde el punto de vista de los transformaciones que se verifican en el nivel de las estructuras del Estado, se vuelve claro que aparecen envueltas en una relacin de manipulacin; slo sirven a la legitimacin del Estado en lo medida en que, paradjicamente, San tambin masas de maniobra para los grupos que controlan el poder; sus intereses sociales reales de clase slo encuentran algn grado de expresin en la medida que poltcamente se ajustan y subordinan a los intereses dominantes; y, en fin, su autonoma de comportamiento como clase no pudo ir ms all de los lmites impuestos por esta relacin de manipulacin -all est el motivo de lo paradjico- que posibilite su emergencia. En estas condiciones encontramos una de las races de algunas caractersticas dominantes en el comportamiento poltico popular, caractersticas en general percibidas y presentados de manera negativo. Nos referimos a los temas de "ausencia de conciencia de clase" por la identificacin de las masas populares con ideologas "superclasistas" (nacionalismo por ejemplo), "ausencia de un comportamiento poltico racional" por la sumisin emotiva de los liderazgos personalistas, "ausencia de representacin poltica propia" por la identificacin con los lderes venidos de otras clases, etc. En fin, todo pasa como si las clases urbanas, por ser promovidas desde arriba a la participacin del Estado, estuviesen condenadas a una subordinacin poltica que no pueden romper sin poner en peligro los condiciones de su propia incorporacin. Conviene sealar, por lo tanto, que ste es slo uno de los aspectos del problema. Depende no solamente de las circunstancias en que se origina la crisis desorden liberal-oligrquico y que se dan las primeras condiciones para el inestable compromiso poltico de los ltimos decenios, sino tambin las peculiaridades de la formacin y de urbanizacin posteriores a la crisis de las estructuras agrarios tradicionales. Para evitar una interpretacin unilateral que contradice la experiencia histrica de los ltimos decenios, sera conveniente insistir en la crtica a la ligereza de una interpretacin que considera la emergencia popular simplemente dependiente de las vicisitudes por las que pasa el Estado. En rigor, la relacin de manipulacin de los grupos dominantes sobre las clases populares no podra mantenerse aisladamente de las condiciones sociales que impulsan a estos sectores a tomar porte en el juego. la manipulacin por lo menos en los dimensiones observados en el populismo no es posible sin envolver y por cierto que contradictoriamente algn grado de la expresin real de los intereses sociales de los clases emergentes. Sera un contrasentido suponer que esto puede haber servido como base de apoyo, y hasta cierto punto de legitimacin de un rgimen que ignorase los problemas impuestos por su situacin social. En base a estas consideraciones, se impone cambiar las perspectivas de anlisis de las condiciones de formacin de la nueva estructura de poder hacia las condiciones en que se forman las clases populares y las presiones que crean sobre las estructuras del Estado. Nuestro punto de vista es que en ambos procesos -de la formacin de una nueva estructura de poder y de la formacin de las nuevas clases- tan diferentes entre s como pueden ser fenmenos que se dan al nivel de la poltica y al nivel de la estructura social, San dimensiones de un proceso ms general; la crisis de conjunto de las antiguas estructuras por fuerza del desarrollo de su contradictoria dinmica interno y de las alteraciones verificados en el modo de su integracin dependiente del sistema capitalista internacional. Parece no haber duda entre los socilogos de que la interpretacin del populismo requiere la consideracin de ambas dimensiones referidas. Del mismo modo parece haber un acuerdo en
concebir al populismo como expresin del proceso de transicin y de crisis que se manifiesta tanto al nivel del Estado como de la estructura social. Todo el problema est en saber cmo se concibe este proceso de transicin y qu tipo de t. locin puede tener con las formas de la emergencia popular dominante en muchos partes del mundo dependiente. Este captulo y el siguiente se dedican al anlisis de las condiciones sociales que explicaran la adhesin de las clases populares a los formas populistas del comportamiento poltico. En este captulo haremos referencia a las hiptesis funcionalistas que buscan asociar el populismo a las llamados procesos de movilizacin, o de "puesta en disponibilidad" de sectores sociales anteriormente identificados con "normas tradicionales de conducta". En el siguiente, entraremos e proponer una hiptesis de carcter histrico-estructural para la explicacin del populismo como expresin de las peculiaridades del proceso de formacin de las clases populares en un pas dependiente. Como se percibir, estas hiptesis no San necesariamente excluyentes: la vigencia del populismo entre los clases populares es un hecho conocido y considerado desde el punto de vista de la primera hiptesis, del mismo modo que la segunda no puede dejar de considerar la importancia de los fenmenos de movilizacin presentes en procesos tan importantes como la urbanizacin y los migraciones rurales. Con todo pensamos que tambin quedar claro que la adopcin de uno u otro de estos puntos de vista como el populismo o los llamados procesos eje interprelativo supone perspectivas tericos distintas y conduce a resultados distintos para el conocimiento del proceso de transicin. 1. Populismo y ciudad. Cuando indagamos en el Brasil por es condiciones sociales de los movimientos populistas o nacionales-populares, un hecho se destaca de manera inmediata: como fenmeno de masas estos movimientos tienen un carcter predominante urbano. Diferentemente del coronelismo, que tuvo el dominio de las reas rurales del Brasil hasta 1930 y que despus de la revolucin persisti durante mucho tiempo en varios regiones del pas, y de otras antiguos formas de dominacin poltica como el "caudillismo" de algunos pases de tradicin espaola, los movimientos populistas San peculiares de las ciudades, particularmente de las grandes ciudades. En los elecciones de 1950 Vargas obtuvo cerca del 41 % de la votacin total del pas en les tres Estados ms urbanizados, San Pablo, Guanabara, y Ro. En estos mismos Estados los otros dos candidatos, Eduardo Gomes y Cristiano Machado, obtuvieron proporciones significativamente menores en sus votaciones, 27% y 13% respectivamente. El mismo argumento puede ser visto a partir del anlisis de otros datos: en 1950, Vargas obtuvo un 40.99% de la votacin total del pas, pero en estos tres Estados ms urbanizados sus votos constituyeron aproximadamente un 61% de los votos de estos Estados, o sea, un 20% encima del porcentaje nacional.
Ntese adems, que para las mismos elecciones, la correlacin entre urbanizacin de los Estados y los votos de Vargas es superior a 0.50 en cuanto que para Gmez y Machado obtenemos correlaciones negativas.
Correlacin Voto x Urbanizaci6n (a) Para 17 Estados (b) Ciudades + 20.000 Pob. totol Ciudades + 100.000 (incluidas capitales) 0.54 Pob. total 0.29 0.12 Vargas 0.64 Gomes 0.29 Machado 0.34
Destquese, con todo, la importancia especial de algunas grandes ciudades. En este sentido cabra observar que San Paulo parecera ocupar, en relacin con su regin e indirectamente en relacin al pas, una posicin semejante a la de Buenos Aires en la Argentina. El mejor ejemplo de la importancia de San Paulo en la creacin de condiciones favorables a los movimientos populistas es, sin duda, el de la carrera poltica de Janio Quadros. Administrador de la ciudad y despus diputado estadual, surge como 1der de resonancia en 1953 cuando es elegido Prefecto de la ciudad. Prestigiado por esa notable victoria electoral -cerca del 70% de los votos en un pleito en que Quadros, apoyado por un pequeo partido, se encontr con la oposicin del oficialismo estadual y de todos los grandes partidos concentrados en los otros dos candidatos- Quadros gana con el 38,4% de los votos, el gobierno del Estado en 1954, tambin apoyado por un frente electoral poco significativo (PSB-PTN). En 1960, el exprefecto de San Paulo y ex-gobernador del Estado llego a la Presidencia de la Repblica. Adems, es sabido que la capital paulista fue un punto de apoya fundamental para Vargas en 1950 y tambin para Adhemar de Barros (ex-interventor durante la dictadura) en las elecciones gubernamentales de 1947. Adems de San Paulo, cabra mercionar Recife como otro ejemplo dentro de un pequeo grupo de grandes ciudades que incluye tambin a Porto Alegre y Guanabara. Bastante menor que San Paulo, la capital de Pernambuco disfruta de una evidente condicin metropolitana en el contexto predominantemente agrario de su regin con 19% de la poblacin de Pernambuco (1960), es ya en 1946 una ce las bases de apoyo de Agamenon Magalhaes (ex-interventor de la dictadura de Vargas), para la reconquista del gobierno estadual. En 1958 la amplia mayora, 37.1 % contra 22.8% del segundo candidato, conseguida all por su ex-prefecto, Miguel Arraes, garantiz su victoria al gobierno del Estado. Con todo, si no hay duda en Cuanto a la existencia de una alta correlacin entre ciudad y populismo hay an mucho campo en cuarto a los cuestiones relativas a la interpretacin de estas relaciones. Habra que reconccer en primer lugar que esta constatacin no excluye la posibilidad de la existencia de formas populistas agrarias. Aun cuando la vigencia del populismo como fenmeno urbana parece tener vigencia general en Amrica Latina, habra
que referir los casos de Mxico y de Bolivia, donde los revoluciones nacionales abrieron camino a la incorporacin masiva de las poblaciones rurales al juego poltico, crendose las posibilidades de un populismo agrario. Habra que referir, an el caso del peronismo, forma populista de races urbanas que, no obstante, pudo conquistar tambin una amplia penetracin rural. En el Brasil mismo, es posible registrar alguna penetracin de Arraes en reas rurales de Pernambuco, del mismo modo que una amplia penetracin de Ademar de Barros en los pequeos municipios del Estado de San Paulo en 1962.
2. Populismo y 1a Movilizacin social En realidad el problema planteado se relaciona menos a una situacin determinado, como inadvertidamente se podra llegar, que a las peculiaridades del proceso de cambio de los relaciones sociales que, en el caso de Brasil, encuentran en la ciudad un lugar privilegiado. Haber insistido sobre este aspecto u uno de los mritos que tiene que reconocerse a autores como Germani y Deutsch que, retornando la temtica de 1a "democratizacin fundamental" de Manshein, intentan, con el concepto de la "movilizacin social" dar una perspectiva poro el estudio de las relaciones entre la estructura social y el comportamiento poltico en los pases en transicin. Dejamos para despus algunas observaciones sobre los lmites de la adecuacin de este concepto a la situacin de crisis vivida por los pases dependientes. De todos maneras es innegable su utilidad para resaltar ciertas dimensiones importantes del proceso de cambio social como la urbanizacin, las migraciones, la expansin de las comunicaciones, etc. en sus relaciones con el desarrollo econmico. Segn Deutsch, la "movilizacin social es un nombre dado a un proceso global de cambio que afecto partes substanciales de la poblacin de pases que pasan de modos tradicionales a modos modernos de vida". En este contexto terico que concibe el proceso de transicin como el pasaje de una "sociedad tradicional" a una "sociedad moderna", movilizacin puede ser definida como un proceso en el cual los principales conglomerados de viejos "concomitentes" sociales, econmicos y sicolgicos se rompen o se deterioran e igual que los personas se vuelven disponibles para nuevos patrones de socializacin y comportamiento". Y la relacin del proceso de "movilizacin social" con la poltica -aspecto que nos concierne de modo inmediato- se establece, siempre en el marco de uno teora de "modernizacin", del siguiente modo: La movilizacin social tiende a generar presiones para una ampliacin y transformacin parcial de las funciones de los lites, del reclutamiento y de las comunicaciones elitistas. En este sentido, los antiguas lites de los jefes tradicionales, patriarcas y notables locales se revelan cada vez ms inadecuados y el liderazgo poltico tiende a transferirse hacia las nuevas lites polticas de organizaciones partidarias o casi partidarias, formales o informales, legales o ilegales, pero siempre dirigidos por los "new marginalem" que estn expuestas de modo ms o menos profundo al impacto de la educacin moderna y de la vida urbana". Gino Germani, ms preocupado con la explicacin de la situacin de Amrica latina, particularmente con el paroxismo y dems movimientos nacionales -populares-, ofrece una versin ms especfica del concepto de "movilizacin social"; se tratara de un "proceso psicosociol6gico a travs del cual grupos sumergidos en la "pasividad" correspondiente al patrn normativo tradicional (predominio de accin prescriptiva a travs del cumplimiento de normas internalizados), adquieren cierta capacidad de comportamiento deliberativo, alcanzan niveles de aspiracin distintos a los establecidos por el patrn preexistente, y, en consecuencia, ejercen actividad en el campo poltico".
Planteado en estos trminos, el proceso de movilizacin social contiene, de manera implcita o explcita, una concepci6n determinado del proceso de transicin que nos parece dudosa si se tiene en cuenta la importancia de las relaciones de dependencia en el proceso de formacin de los sociedades latinoamericanos. En consecuencia esta concepcin de transicin porte, de forma implcita o explcita, de una asimilacin histricamente discutible entre la experiencia europeo del siglo pasado y la experiencia latinoamericana de los ltimos decenios. De cualquier modo, cabe a los autores ubicados en esta lnea de pensamiento funcionalista el mrito de haber llamado la atencin hacia algunos de los aspectos ms importantes de la naturaleza terica, parece indiscutible el inters de la nocin de "movilizacin social" para el estudio de las condiciones sociales del populismo en la medida en que llamo la atencin hacia hechos tan reales en cuanto a la urbanizacin y la industrializacin, la expansin de los medios de comunicacin, etc. Adems, el hecho de que el concepto est centrado en el cambio de actitudes y de estructuras normativas, sin cualquier especificacin para una clase o grupo social en particular, no impide evidentemente su particularizacin para los clases populares ejemplificadas en los trabajos pioneros de Gino Germani sobre el paroxismo. Tenemos por lo tanto la nocin de "movilizacin social" en forma neutra; aceptemos la referencia, que es esencial, al cambio de las estructuras normativas, donde, entre parntesis, por ahora, los compromisos tericos que el concepto contiene, y sus formulaciones originales, con la idea del pasaje de una sociedad tradicional a una "sociedad moderna". En fin, la relacin del populismo en el Brasil como en la Argentina con los procesos como la industrializacin, la urbanizacin, las migraciones, la expansin de las comunicaciones, etc., parece un hecho suficientemente manifiesto. Y esto observacin permite una especificacin a las realizados anteriormente sobre la relacin entre el populismo y la ciudad. En realidad, el populismo, parece particularmente arraigado en aquellas ciudades de mayor ritmo de crecimiento, pero fuertemente impactadas por el desarrollo industrial y las migraciones. la importancia especial de San Pablo en la produccin de las condiciones sociales para el populismo est, sin duda, relacionado con su peculiar situacin en el conjunto de las grandes ciudades brasileras como la capital industrial del pas y su ciudad de ms rpido crecimiento. Estas consideraciones aconsejan una presentacin, inevitablemente limitado a los datos disponibles, de algunos indicadores de la "movilidad social" en curso en el Brasil en los ltimos decenios. Observemos inicialmente que el proceso de urbanizacin se intensifica despus de 1930 y tomo un ritmo que puede ser estimado a partir de los siguientes nmeros:
BRASIL: CRECIMIENTO URBANO 1920 - 1960 Porcentaje de poblacin total en aglomeraciones urbanas Ao 1920 1940 1950 1960 Pob. Tojal (miles) 30,636 41,253 51.944 70,967 20.000 o ms 11.3 15,3 20.2 28.1 100.000 o ms 8.7 10.7 13.2 18.8
Es sabido que esta intensificacin del proceso de urbanizacin acompaa en cierta medida el desenvolvimiento y las liberaciones internos. Con todo sera conveniente destacar al margen, el hecho de que el crecimiento de algunas de las grandes ciudades brasileras de hoy es anterior a este perodo. la precedencia cronolgica del proceso de urbanizacin al de industrializacin da una mejor posibilidad de distinguir dos grandes etapas en el crecimiento urbano, la primera relacionado al desarrollo de las funciones urbanos asociados a la economa agraria (funciones comerciales, administrativos, etc.) y la segundo conectado con el desarrollo industrial y la crisis agraria es un hecho de mayor importancia en el procese de formacin de las clases populares urbanas. Mencinese aqu, a propsito del temo que debera ser referido posteriormente, el conocido carcter minoritario de la clase obrera industrial en el conjunto de los clases populares urbanas del pas. En lo referente o las migraciones, se observa que hasta 1930 la inmigracin extranjera represent una contribucin significativo, aunque mucho menor que la observada en la Argentina, para el crecimiento de la poblacin del pas (incluidos las reas urbanos y rurales). Adems, se observa, despus de 1930, una sensible reduccin del movimiento migratorio extranjero.
INMIGRANTES ENTRADOS EN EL PAIS / 1890-1949 1890-1899 1900-1909 1910-1919 1920-1929 1930-1939 1940-1949 1.198.327 622.407 815.453 746.647 332.838 114.085
Como se sabe, la mayor porte de la inmigracin extranjera se dirigi hacia el Estado a, San Pablo, donde la agricultura del caf en franco desarrollo permiso la substitucin del trabajo esclavo por el trabajo libre. Para este misma Estado se dirige tambin, despus de 1920, la mayor porte de la migracin interna. El movimiento de las dos corrientes migratorias puede percibiese claramente con los siguientes datos:
INMIGRANTES ENTRADOS EN EL ESTADO DE SAN PABLO - 1827-1946 Extranjeros 1827-1880 1881-1920 1921-1930 1931-1946 21,842 1.764,321 486,249 183.445 Nacionales 400 67.801 221.378 659.762
FUENTE: Segn datos presentados por Vicente Unzer de Almeida y Octavio T. Mendes Sobrinho, Migracao Rural-Urbana, Secretara de Agricultura, San Pablo, 1951, pgs. 77-79.
Ms difcil, con los datos disponibles, es saber qu proporcin de ambos movimientos migratorios se dirige a las ciudades y qu proporcin a las actividades agrcolas, del mismo modo que es difcil saber las proporciones de migrantes segn el origen, rural o urbano. Lo que parece cierto es que las migraciones internas, sin especificacin en cuanto a su origen, asumen considerable importancia para el crecimiento de los grandes ciudades. A propsito, una publicacin del IBGE estima que del aumento total de 2.190.000 habitantes observado entre 1940 y 1950 en los ocho municipios que tenan ms de 250.000 habitantes en 1950, cerca de 1.500.000 se debi al proceso migratorio. Es de suponer que la migracin rural tiene una parte de este crecimiento, aunque no disponemos de informacin que permita avalar su magnitud. Segn la misma publicacin, la contribucin de la migracin rural para el crecimiento de 5.365.000 habitantes verificado en las ciudades con ms de 5.000 habitantes entre 1940 y 1950, puede estimarse en cerca de 2.323.000, a sea 43.3% del crecimiento verificado. Por otra parte, un estudio reciente sobre el desarrollo urbano entre 1950 y 1960 estima un xodo rural de 6.8% millones que contribuiran en ms de la mitad (54%) del crecimiento de 12.7 millones en la poblacin urbana del Brasil durante el decenio. La intensificacin del proceso de urbanizacin se acompaa de una notable expansin de las posibilidades de comunicacin, y tambin de participacin electoral segn nos permite avalar la poca informacin disponible al respecto.
Por otro parte, Jurez Bronceo Lpez observa que en 1960 hubo un promedio de 72 ejemplares de diarios y gacetas (peridico de tipo gremial cuya periodicidad es inferior a cuotro veces por semana) por cada 100 habitantes de la capital de San Pablo y Ro de Janeiro. En las capitales de los otros Estados, menos urbanizados, lo proporcin es de apenas 29. En las regiones interiores del Sur y Centro-Sur, la proporcin es de 4 y 5 respectivamente, no
llegando a la unidad en el interior de los dems Estados del pas. Esta misma relacin entre urbanizacin y expansin de las comunicaciones podr ser observado en el cuadro siguiente donde se comparan datos de 1940 y de 1960 para las ciudades y para el campo.
PROPORCION DE VIVIENDAS QUE DISPONEN DE RADIO SOBRE EL TOTAL DE DOMICILIOS DE LA REGION, SEGN LA SITUACION DEL DOMICILIO (1940-1960) Viv. Urbanas Nordeste Este Sur Centro-Oeste 21.3 26.5 6.7 Viv. Rurales 0.9 0.9 0.1 Viv. Urbanas 28.2 61.7 75.8 Viv. Rurales 1.5 7.5 26.6 -
FUENTE: Censos de 1940 y 1960 (Datos preliminares). 3. "Movilizacin y clases populares" En el Brasil, como en otros pases de Amrica Latina, la vigencia de los procesos de "movilizacin social" parece perfectamente clara, aunque an no definidos en todos sus aspectos con el detalle y rigor que sera de desear. El problema est en saber qu relacin pueden guardar aquellos procesos con los movimientos populistas. Parece no haber ninguna duda de que debieron producir algn impacto al nivel de las estructuras polticas. Queda, con todo, por determinar en qu sentido se producirla este impacto, y en qu sentido tendera a alterar los formas del comportamiento poltico. En otras palabras, resto esclarecer cul es el poder explicativo de las hiptesis centrados en la nocin de "Movilizacin Social" y cules son sus lmites. Sobre el carcter predominante popular de las masas que adhieren a los movimientos populistas parece no haber lugar a dudas. En uno de los estudios pioneros sobre el temo, dice Germani al comparar las diferencias de bases sociales entre el fascismo y el peronismo, que "en tanto que en Europa el proceso de "proletarizacin" haba dejado como "masas disponibles" (R. Aron) a los clases medios, en la Argentina la industrializacin y la urbanizacin hablan colocado en este estado a las clases populares". Y la vigencia del peronismo entre las clases populares argentinas parece ser ya un hecho suficientemente documentado. En el caso del Brasil, la relacin entre populismo y clases populares es tal vez menos evidente, pues el populismo brasileo puede tener una amplitud social mucho mayor. De cualquier modo, en ninguno de los dos casos, sera posible afirmar que la presencia popular significara la exclusin de la participacin de otros sectores sociales. En la situacin brasileo, aun todo, por circunstancias histricas sealados en los captulos anteriores, la percepcin de la presencia popular, a pesar de que sta es siempre mayoritaria, puede presentarse relativamente oscurecida por la presencia de otras clases sociales. lo que no es bastante para que se dude de las profundos races populares de los movimientos populistas, particularmente en los grandes centros urbanos. No obstante, si no hay lugar para discusin sobre el carcter predominantemente popular de la adhesin de las masas al populismo, tanto como sobre la relacin del populismo con los procesos de "movilizacin social", ya se presenta de modo ms problemtico el asunto de la
interpretacin de estos hechos. Entre las hiptesis inspirados en los teoras de "modernizacin" conviene mencionar una, tal vez la ms frecuente, que se refiere a la composicin de origen agrario reciente de las clases populares, las cuales resultaran de un proceso de urbanizacin que se supone habra sido mucho ms rpido que el realizado en Europa o en los Estados Unidos. Desde este punto de vista, las clases populares portadoras de tradiciones agrarias y recin incorporados a la vida urbana, sin experiencia de clase y sin experiencia poltica, estaran disponibles para la manipulacin "desvindose" de las formas del comportamiento poltico que "tericamente" estaran adecuadas a su situacin de clase. Se busca as explicar el populismo por la relacin con la "movilizacin" provocado por los procesos de urbanizacin y de industrializacin, que en Europa corresponde a lo etapa ureo de los movimientos obreros y socialistas. En este sentido, el anlisis que hace Germani del peronismo adquiere un carcter ejemplar. Buscando explicacin a la adhesin popular a Pern, enumera el autor algunas observaciones que San bsicas para su interpretacin: 1) "Rpido proceso de industrializacin y urbanizacin masivo". "Como consecuencia de la rapidez del proceso, la clase popular masificada era de formacin reciente, careca de experiencia sindical y no haba sido an politizada por los partidos tradicionalmente obreros"; 2) Exista "el problema de la integracin de las masas populares, que se presentaba, a pesar de eso, agravado por el hecho de la creciente concentracin urbano en la zona del Gran Buenos Aires". Cabe resaltar que parecera esencial a esta concepcin la constatacin de la asincrona entre los diferentes niveles en que se da el proceso de transicin en los pases de Amrica latina. En el caso que ahora nos interesa, el problema estara puesto por la excesivo rapidez de los procesos de "movilizacin social" ante la relativa lentitud y rigidez de los procesos de "integracin', o sea de la incorporacin de las masas "movilizadas" a las normas y a las estructuras institucionales vigentes. En otros trminos, apelando a la nocin de asincrona, el autor nos propone una explicacin de los movimientos populistas que debe operar en dos niveles: el primero referido a los caractersticos de comportamiento de los masas que resultan de una "movilizacin" rpido y reciente; el segundo, referido a la rigidez de les estructuras institucionales para promover la incorporacin. Ambos niveles, aun cuando pueden distinguirse como componentes de un mismo proceso estn evidentemente relacionados: la "movilizacin" se considerar ms o menos rpida en funcin a la mayor o menor capacidad de "integracin . las observaciones que hacemos arriba se refieren al primer nivel. Desde este punto de vista, se podra decir entonces que la peculiaridad del comportamiento poltico popular latinoamericano frente a lo que se observa en la tradicin obrera europeo, estara dado por la presencia en la Amrica Latina de condiciones que se imagina ausentes en Europa -por ejemplo el ritmo excesivamente rpido de la urbanizacin y la composicin agraria reciente de las clases populares- e inversamente, por la ausencia en la Amrica latina de condiciones presentes en Europa, por ejemplo, la tradicin urbana de las clases, populares, las experiencias de clases, etc. No est en nuestros objetivos entrar en un anlisis comparativo entre Europa y Amrica Latina con el fin de verificar el grado de comprobacin emprica de estas hiptesis. En realidad, nuestra preocupacin es antes que nada mostrar la necesidad de hiptesis alternativos para explicar la adhesin de los clases populares a los movimientos populistas. Nuestro punto de vista, que pretendemos hacer explcito en el Captulo siguiente, es que esta adhesin no se explica por la ausencia de experiencia urbana o de clase sino exactamente por un tipo particular de experiencia enraizada en las condiciones propias de la formacin social de los pases dependientes.
Con todo, podra ser de utilidad la presentacin de dos observaciones atingentes e las hiptesis anteriormente referidos. En primer lugar, sera conveniente observar que sera dudoso, por lo menos en lo tocante al crecimiento de las grandes ciudades en el Brasil, afirmar la existencia de un ritmo ms intenso que el observado en el perodo de la industrializacin de los Estados Unidos y de algunos pases europeos. En rigor, los datos de que disponemos son insuficientes para cualquier afirmacin al respecto (ver la tabla siguiente). De cualquier modo, con todas sus precariedades, ellos pareceran indicar que el ritmo de crecimiento de las grandes ciudades (brasileas) no habra sido, como frecuentemente se imagina, muy notablemente superior a los pases como Inglaterra, Alemania y Estados Unidos.
URBAMZACION: PORCENTAJES DE LA POBLACION EN CIUDADES CON MAS DE 100.000 HABITANTES SOBRE LA POBLACION TOTAL PARA ALGUNOS PAISES Ao 1920 1940 1950 1960 Brasil (a) 8.7 10.7 13.2 18.8 Argentina 1947-36.8 45.5 Mxico 10.2 15.1 18.6
En segundo lugar, habra que referir que la importante contribucin de las migraciones rurales en la formacin de las clases populares es un hecho que merece algunas especificaciones. Segn la investigacin realizada por Bertram Hutchinson en seis ciudades brasileas, es posible concluir que la migracin de las reas rurales se realiza tpicamente en dos etapas -que adems no son necesariamente cumplidas por la misma generacin (...). Si consideramos que en Rio de Janeiro y San Pablo completan el 46% de las muestras combi nadas, en cuanto que fueron encontrados en estas ciudades solamente 20% de nuestra categora de nacidos en el campo podemos concluir, en razn a esta discrepancia, que la corriente migratorio de origen inequvocamente rural se dirige principalmente no a los dos centros urbanos dominantes sino a las ciudades menores (). No obstante, no tenemos conjeturas serias sobre las razones de este hecho,
pudindose mencionar la mayor proximidad y el carcter menos intimidante de la ciudad menor como factores que probablemente tienen importancia. Este movimiento migratorio de primera-etapa acta, sin duda, como un trampoln a travs del cual la primera generacin de migrantes, o ms probablemente sus hijos, efectan el movimiento siguiente en direccin a las ciudades mayores, contribuyendo de este modo para constituir el fuerte grupo de adultos nacidos en pequeas ciudades que encontramos en nuestra muestra.
Por otra parte, estudios realizadas sobre el origen de los migrantes de San Pablo y de Recite sugieren que la presencia de migrantes de origen rural, dentro de muestras de migrantes, parecera ser proporcionalmente mayor en la primera ciudad capital industrial situado en una regin de agricultura relativamente moderna- que en la segunda metrpoli, de una regin agraria reconocidamente atrasada y decadente. Sobre San Pablo, Unzer de Almeida y Mendes Sobrinho observan que, del total de las "personas que componen las familias migrantes" incluidas en su investigacin, 48,9% vienen de las reas rurales;(91) entre los migrantes nacidos en el Estado de San Pablo, San de origen rural 51.6%, entre los brasileos de otros Estados, 36.4% y entre los extranjeros 31.9%. 0 sea, el componente rural en la migracin para San Pablo es mayor cuando se origina en su propia regin, que adems de 6ren agrcola relativamente moderno en cuanto a tecnologa, relaciones de trabajo, etc., se encuentra ampliamente sometido a la influencia de la capital y de las dems ciudades del Estado. Levy Cruz, en investigacin efectuada sobre Recife, segn los mismos criterios muestrales que el anterior, observa que apenas 15.4% de los migrantes naci en el campo (19.3% para los hombres y 11.9% para las mujeres) y que solamente 21.1% de los migrantes con 10 aos y ms ejerci la agricultura o la pecuaria antes de ir a Recife (35.0% para los hombres y 7.9% para las mujeres). Por otra porte, del total de los migrantes, rurales o urbanos, 55% vinieron directamente a la capital, en cuanto que 36.1% tuvo alguno otra ciudad como segunda residencia. Las observaciones de Hutchinson, tanto corno esta rpida comparacin entre las proporciones de migrantes rurales en contingentes migratorios situados en San Pablo y Recife, sugieren dos observaciones importantes para nuestra indagacin sobre la participacin de los migrantes de origen rural en la composicin de las clases populares de las grandes ciudades. La primera observacin es que la participacin de migrantes venidos directamente del campo en la composicin de 1a poblacin de los grandes centros no es tan grande como generalmente se supone y que una porte bastante significativa de los migrantes de origen rural pasan por experiencias urbanos en ciudades menores antes de llegar a las grandes ciudades ("step by sted migration"). La segunda observacin es que el pasaje directo de una actividad agrcola a una
actividad urbano de gran ciudad perece ms probable cuanto mayor el nivel de urbanizacin del migrante o de la regin, incluido lo que se podra designar como urbanizacin de la agricultura. En trminos ms generales, ambas observaciones conducen al mismo resultado: pasan en general por algn tipo de experiencia urbano, o de influencia urbano, antes de que ocurra la migracin hacia la metrpoli. Ninguna de estas proposiciones niega de hecho, de resultado bastante evidente, la importancia de la migracin general para el crecimiento urbano en general. Tampoco niega el hecho de la formacin reciente de las clases populares. Se trata slo de delimitar la significacin y la magnitud, frecuentemente exagerada por muchos autores que se ocupan del populismo y del comportamiento popular, de la participacin de los trabajadores de origen rural en la composicin de los clases populares. Nuestra hiptesis es que la mayora de los migrantes pasa por alguna experiencia urbana antes de conquistar la metrpoli y que los saltos directos, por ejemplo de la "fazenda tradicional" a la "fbrica moderna", son mucho menos frecuentes de lo que se imagina. Aunque no tenemos informaciones de conjunto sobre el origen de las clases populares, ya sea de San Pablo o ya de Recife, que nos permitan dar una respuesta a estos problemas, se dispone con todo de elementos para algunas inferencias. Segn las informaciones sobre San Pablo en relacin con las profesiones de los jefes de familia, antes y despus de migrar, se puede estimar que slo 36.5% de los migrantes ejercieron actividades agrcolas. Por otra parte, seleccionado las informaciones presentadas por los autores sobre un grupo de profesiones urbanas (despus de migrar) que a grosso modo se pueden designar como populares, encontramos que la participacin agraria no va ms all de 39.0%. Con los datos disponibles, nuestra conclusin es que, en el mismo caso de San Pablo, hay muchas razones para dudar de la veracidad de la hiptesis generalmente aceptada respecto a la composicin agraria reciente de las clases populares de las grandes ciudades. Si los migrantes que ejercieron alguna actividad agrcola son minoritarios entre los migrantes populares, es muy dudoso que puedan ser mayoritarios entre las clases populares. Por el contraro, hay elementos para suponer que su participacin es mucho menor de lo que generalmente se piensa. Mediante estos hechos la hiptesis de la mayora agraria reciente de las clases populares slo podra ser aceptada en la medida en que se verificara una tan intensa movilidad estructura en los grandes ciudades que significara una formidable tendencia a la ascensin de las antiguas clases populares urbanos hacia posiciones de clase media, dejando de este modo espacio abierto para los recin llegados. Este aspecto ser considerado en el capitulo siguiente. Consideremos ce nuevo, por consiguiente, las relaciones entre los procesos de movilizacin social y el movimiento populista. Como conclusin, se podra afirmar que, en realidad, estos relaciones cubren apenas un aspecto, y el ms general de nuestro problema. La urbanizacin, como las migraciones, la expansin de las comunicaciones, etc. se hallan en relacin con el populismo en la medida en que ubican a amplios sectores de la poblacin del pas en situacin de disponibilidad poltica. Situacin de disponibilidad que, en las condiciones vigentes en la sociedad brasilea de estos ltimos decenios, es por cierto muy difcil de encontrar en el campo, con una mayora de analfabetos excluida por ley de la participacin electoral y donde an pesa de modo excesivo el poder econmico y social de los grandes propietarios de tierras. En efecto, sera bastante precario hablar de libertad poltica de las masas rurales antes de los esfuerzos de movilizacin que comienzan a mediados del ltimo decenio con las ligas Campesinas y que se intensifican en 1963 con la sindicalizacin rural y los debates sobre la reforma agraria. Antes de que el movimiento popular urbano extendiese su accin al campo, permanecen ah, aunque en estado de decadencia; las condiciones ya haban permitido en otros tiempos la vigencia del coronelismo como fenmeno poltico de escala nacional. En fin, no
sera fortuito que la ley del solario mnimo de 1943 slo vino a tener aplicacin cuando se constituy en tema de los movimientos populistas. En estas condiciones, no ha de sorprender la vigencia urbano del populismo como fenmeno de masas. En contraposicin a las poblaciones rurales, las poblaciones urbanas, y en particular en las grandes ciudades, se encuentran disponibles para la participacin poltica, y tambin, por lo tanto, para la manipulacin populista, pues tienen, cuando menos la libertar de adherir individualmente el cualquiera de los lderes que surgen en el mbito de la crisis de los grupos dominantes. Con todo, la determinacin de los races sociales del populismo exige mayores especificaciones. Los procesos sociales de "movilizacin social" favorecen la creacin de una situacin de disponibilidad relativa de las masas populares para la participacin, o sea aparecen como condicin de posibilidad para todo y cualquier forma de comportamiento pacfico que implique algn tipo de opcin de porte de los individuos. De este modo los procesos de "movilizacin social" constituyen tambin condicin de posibilidad paro el populismo, mas no pueden explicarnos por qu las masas populares se han orientado por ese estilo de comportamiento y no por otro cualquiera. Por estas razones, entendemos que la interpretacin del populismo en trminos de los procesos de "movilizacin social" necesita cuando menos, ser complementado. Tal vez ms an que esto, la propia nocin de movilizacin social -entendido como la aceptacin de los teoras de la "modernizacin" necesitara ser redefinida para poder ajustarse a las explicaciones de las formas reales del comportamiento poltico popular.
CAPITULO V FORMACION DE LAS CLASES POPULARES: POPULISMO Y ESTRUCTURA DE CLASES La consideracin de las migraciones, de la industrializacin y de la urbanizacin desde el punto de vista de las teoras de la "modernizacin", ha conducido a veces a un oscuro segundo plano algunos aspectos de estos procesos sociales que San de mayor relevancia para la explicacin del comportamiento poltico popular, y adems para el entendimiento de la situacin de transicin vivido por los pases latinoamericanos en los ltimos decenios. El inters puesto en el cambio de las pautas de conducto de las masas "movilizadas", supuestamente en transicin de la "sociedad tradicional" a la sociedad moderno", ha conducido a le exageracin de invertir los trminos del problema, poniendo en un plano secundario los fundamentos y decisivos aspectos histricos y estructurales que envuelve la transicin. Llamar la atencin hacia estos aspectos -en particular aquellos referidos a la formacin de las clases populares- constituye el objeto del presente captulo. Es cierto que los autores que se han ocupodo del tema dentro de los delineamientos de las teoras de "modernizacin", han buscado en cierto sentido situar histricamente su anlisis. Por otra Porte, tambin se acepta que las migraciones y el crecimiento urbano e industrial, si bien significan para los individuos movilizados una alteracin de sus posibilidades de
identificacin con determinados estructuras normativos, no pueden dejar de incidir sobre la composicin interno de las clases sociales y sobre sus relaciones. Habr que reconocer, con todo, que aquellos mismos autores que han llegado m lejos en las indagaciones en el mbito de las teoras mencionadas, reconocen como ncleo de le teora de la transicin el pasaje de una situacin supuestamente estructurada en trminos tradicionales otra supuestamente estructurada en trminos modernos. Y de este modo, para sentir como supuesto aquello que se debera examinar se llego o inhibir la formulacin de una perspectiva capaz de explicar la situacin de transicin en sus propios trminos. No se trato aqu, conviene esclarecer, de negar la importancia de la "movilizacin" y la vigencia de tendencias modernizadoras en el cuadro de la situacin latinoamericana, sino intentar definir de modo ms concreto su significacin histrica y por lo tanto, delimitar su alcance interpretativo. Evidentemente, no se puede recursar la posibilidad analtica de la consideracin de estos hemos por separado de los transformaciones que hacen relacin con el marco histrico-estructural y a la situacin de clases de los individuos "movilizados". Con todo, esta perspectiva, aunque sea capaz -como vimos en el captulo anterior- de traer a luz una condicin de posibilidad de un tipo determinado de comportamiento poltico, no puede, sin embargo, explicarlo. La "movilizacin" pone a los individuos a los cuales alabe, cualquiera sea la clase social a la que pertenezcan o a la cual se incorporen, y cualquiera sea la circunstancia histrica, en situacin de disponibilidad, para la participacin poltica, cualquiera que sea el tipo o el contenido real de esta participacin. Y de este modo, tiende a desubicarse del mbito del anlisis el problema de explicar el por qu de esto forma concreto de comportamiento y no de otras formas posibles o sea el problema propiamente histrico de la formacin de los clases populares y de su emergencia poltico. Nuestro objetivo en este captulo consiste en tomar, desde un punto de vista histricoestructural, los mismos procesos sociales ya referidos en el captulo anterior. Nuestra hiptesis es que la adopcin de un comportamiento populista por porte de las clases populares en un cuadro poltico configurado por la crisis de poder, se debe, en ltima instancia, a las circunstancias en que estas clases se forman en los condiciones de desarrollo capitalista brasilero despus de 1930. Las clases en proceso de formacin en los cuadros de una sociedad dependiente en transicin, su presencia en la poltica estar condicionada por varios rdenes diferentes de factores, la primera se refiere a la creciente heterogeneidad interno de su composicin econmica y social originada en la diversidad de las formas de produccin (diversidad regional, sectorial, tecnolgica, ecolgica, etc.) propias de un pas dependiente que se ve obligado a combinar etapas diversos de desarrollo capitalista en respuesta a las circunstancias creados internamente por las crisis y transformaciones en el plano internacional. La segunda se refiere a la movilidad social en el inferior de estos marcos heterogneos que caracterizan a las clases populares. Y finalmente habra que referirse al carcter contradictorio de la experiencia de formacin de los clases obreras de las grandes ciudades (en especial San Pablo): en posicin econmica y social "privilegiada" franca a los dems sectores populares urbanos y rurales, con muchos de sus miembros en situacin de ascenso social (que han venido directamente del campo, que han pasado por una experiencia urbana en los ciudades menores, que han pasado a otros sectores de la economa urbana), la que no podr, de todos modos, dejar de sufrir la desigualdad tpicas de las relaciones sociales capitalistas. En los pases dependientes, las clases populares enfrenten una forma particularmente aguda de expresin de la clsica contradiccin, vigente en cualquier pas capitalista, entre la experiencia de la igualdad entre los ciudadanos y la experiencia de la desigualdad como clase.
El proceso de formacin de las clases populares urbanas en el Brasil se encuentra marcado por un amplio proceso de movilidad social, En el caso de la movilidad parecera depender menos del trueque de posiciones dentro de una estructura de status, como define el concepto de manera estricta, que de los procesos relacionados con el crecimiento del empleo urbano e industrial. En el cuadro de la notable ampliacin de los estructuras ocupacionales urbanas, particularmente en la regin sur, se podra afirmar que la formacin de los sectores populares polticamente mas significativos -a comenzar por la clase obrera industrial- est ms en dependencia de la ascensin de personas ya pertenecientes a las clases populares que de la decadencia de grupos pertenecientes a las clases "no-populares". En las condiciones propias de la urbanizacin de la economa y de la sociedad en un pas de formacin agraria y dependiente, los sectores populares urbanos emergentes con el populismo, particularmente aquellos localizados en las grandes ciudades, se forman mucho ms con la contribucin directo e indirecto de la migracin rural, de la migracin urbano de regiones ms pobres y de la transferencia de personas hasta entonces pertenecientes a sectores urbanos "menos favorecidos", que con la decadencia social de personas pertenecientes a las "clases medias", la burguesa de pequeos propietarios o a un artesanado de condicin pequeo burguesa. la medicin de los procesos de movilidad en el interior de las clases populares en el perodo que consideramos requerira una investigacin especial. Habr que considerar aqu las medidas indirectas para poder inferir la amplitud e intensidad de estos procesos de desubicacin que favorecen el crecimiento de sus sectores urbanos. Alguien expuso que, slo por inferencias ser posible llegar con alguna aproximacin en torno a la mayor o menor contribucin relativo de los grupos sociales ascendentes y descendentes en su formacin. De cualquier modo, la importancia de la movilidad social en el interior de las clases populares parece ser fundamental para entender su comportamiento poltico. Como una tentativa para explicar el comportamiento populista de la clase obrera industrial paulista, algunos intelectuales brasileos sostienen algunas veces que el obrero ya realiz, al migrar del campo a la ciudad, una "revolucin individual" en su estilo de vida y por esta razn prefiere optar entre alternativas polticas abiertas por los grupos dominantes en vez de interesarse en realizar l mismo una "segundo revolucin. En fin, ello no se encontrara, por lo menos en cuanto duren las condiciones que propiciaron su formacin como clase, entre aquellos que nada tienen que perder. La metfora de la revolucin individual -cuyo parentezco con la nocin de "aristocracia proletaria" no es slo ocasional y por cierto exonerado. Aun cuando fuese cierto que la gran mayora de la clase obrera industrial -donde por cierto se podran encontrar algunos sectores con una condicin relativamente "privilegiado" en el conjunto de las clases populares del pas- tuviese su origen directamente en las masas rurales -o sea en los extremos ms pobres de la sociedad brasilea- an as no habra motivo para suponer que el cambio de posicin significase algo tan radical como puede sugerir la palabra 'revolucin'. De cualquier modo, la imagen de esta revolucin avant la lettre, que por su xito en el plano individual, conducira al desinters de la clase por la revolucin social, es muy rica en sugestiones. Tenemos as sealado una hiptesis -pues como tal habra que redefinir la metfora en trminos conceptuales- como un punto de partida para proporcionar hiptesis interpretativas sobre las condiciones sociales del comportamiento popular. Su inters como punto de partida est en que, distintamente a las hiptesis de corte funcionalista mencionadas anteriormente, orienta la atencin, en menor grado hacia nociones como inexperiencia de clase o "inexperiencia poltica de la nueva clase obrera (nociones que suponen siempre una pauta abstracto debido e la experiencia), que hacia el hecho de la experiencia real, histricamente
efectiva, de la clase en su formacin y en su comportamiento. Por otra parte, al llamar la atencin hacia la experiencia real, nos permite dejar de acto las hiptesis sobre los llamados "residuos" o remanentes tradicionales en el comportamiento obrero. Si los 'residuos' son reales estn dados en la experiencia de formacin y en el comportamiento de clase, y en esa hiptesis ya no pueden ser tomados como residuos mas deben ser entendidos como elementos presentes en la accin y en las relaciones sociales. De este modo, la metfora de la revolucin individual -imprecisa para los fines del anlisis como el resto de la metfora- nos coloca directamente ante el problema de explicar el comportamiento populista en trminos de las condiciones estructurales en que se forman las clases populares y las circunstancias histricas y polticas en que este proceso de formacin transcurre.
2. Crecimiento del empleo y ampliacin del consumo Segn nos parece, la relacin entre movilidad social en el interior de la clase y el comportamiento poltico sugerido por 1a imagen de la revolucin individual no debe tomarse slo con referencia a la clase obrera industrial. Por cierto que dentro del conjunto de 1as clases populares urbanas, la clase obrera ha sido en casi todos las formas de populismo urbano -y en este sentido mucho ms en la Argentina que en Brasil- una especie de sector estratgico. No es por casualidad que tanto Vargas como Pern, aunque con grandes diferencias, buscaran controlar a estos sectores a travs de le organizacin sindical. Con todo no nos parece que haya muchos motivos para suponer que slo para este sector tuviera vigencia la relacin sugerida entre movilidad y comportamiento, a pesar de la situacin relativamente privilegiada de algunos estratos obreros frente a los dems estratos populares. La relacin, si en algn sentido es vlida para los obreros industriales frente a los dems sectores populares, es tambin correcta para los trabajadores en los transportes y en comercio, del mismo modo que es vlida para el conjunto de las clases populares urbanas frente a las masas rurales, y el conjunto de los trabajadores del campo, por ejemplo, es verdadera para los de San Pablo y los del Nordeste. Queremos sugerir que el cuadro de la notable heterogeneidad de la composicin social de 1as clases populares de un pas dependiente en proceso de desarrollo, la movilidad social y, sus variables, se presentan de modo casi necesario para todos los sectores populares y tiende a intensificarse a medida que el desarrollo se intensifica. Se trata, en ltima instancia, del simple fenmeno de transferencia de mano de obra entre sectores y ramos de produccin en los cuadros de una estructura de empleo en proceso de crecimiento. En estas circunstancias la expectativa de ascensin social tiene muchas oportunidades de hacerse efectivo y de constituirse en un elemento fundamental para la orientacin de la conducto individual. En el cuadro de una sociedad como la brasilea en los ltimos decenios, los movimientos de ascensin -en la peor de los hiptesis de la expectativa de ascensin- afectan a todos los sectores populares. Tomado desde este punto de vista, el tema de la movilidad si bien no excluye el inters de las escalas usualmente construidas con el criterio del prestigio social (en realidad ms adecuada para el estudio de lo movilidad entre clases diferentes) podra encontrar indicadores ms adecuados y sensibles o partir de criterios relacionados a las posibilidades de participacin econmica y social. Queremos referirnos a criterios que permitan distinguir en la amplia gama de posibilidades de acceso al consumo, de bienes, de servicios, de educacin formal, de cultura, etc. Criterios que, adems, podran permitir distinguir, por lo menos indirectamente, diferencias de prestigio asociadas o la diversidad de estilos de vida vigentes en el interior de una clase y, frecuentemente, en una mismo categora ocupacional.
Infelizmente las informaciones disponibles son an muy insuficientes para estas fines. De cualquier forma contamos con datos que nos permiten caracterizar algunos aspectos de la heterogeneidad de las situaciones vividos por las clases populares e inferir lo tendencia generalmente ascensional de la movilidad en condiciones de ampliacin de las estructuras ocupacionales urbanas. Contamos al respecto con tos resultados preliminares del censo de 1960, el primero de los censos brasileos en ofrecer datos sobre la distribucin de los ingresos. Adems de limitarse a un nico ao, el censo se limita a considerar las escalas de renta por sector de actividad y por regin, dimensiones excesivamente generales. No obstante, aun con estas limitaciones, estos datos son muy sugestivos para una primera aproximacin.
Estos datos no dejan lugar a dudas en cuanto a la desigualdad de la distribucin de los posibilidades de consumo entre las regiones y entre los sectores (aunque deba advertirse que la comparacin con el campo est relativamente perjudicada por la frecuencia de las formas m monetarios de renta). Tambin parece claro que esta desigualdad atae igualmente a aquellas categoras de renta que aproximadamente podran ser consideradas "populares". Observemos a propsito que el salario mnimo legal vigente desde setiembre de 1958 hasta octubre de 1960 de las ciudades capitales de la regin Nordeste, tendra que ser localizado en la tercera columna del cuadro, entre 3.301 y 4.500 cruceiros; en la cuarta columna, entre 4.501 y 6.000, habra que localizar los salarios mnimos para las ciudades capitales del Sur y el Este. No obstante, como el censo se realiz en los primeros das de setiembre de 1960, y por lo tanto solamente en este mes coincide con estos niveles mnimos legales del salario, hay motivos para considerar como de utilidad la adopcin de nuevos salarios mnimos como criterio alternativo de comparacin. En este caso, la mayora de los salarios mnimos vigentes en las ciudades capitales del Nordeste debera localizarse entre 4.501 y 6.000; del mismo modo, los salarios del Este y Sur pasaran a la clase de 6.000 a 10.000. Tomando estos criterios que San evidentemente slo aproximativos, podramos considerar como pertenecientes a las clases populares todos los individuos localizados en las categoras de renta correspondientes al mnimo y en aquellas inmediatamente superiores. Y la heterogeneidad de la distribucin hacia los sectores populares podra entonces ser resumida del siguiente modo:
Primer Criterio Niveles Inferiores al mnimo % NORESTE Secundario Terciario SUR Secundario Terciario 47.9 25.7 13.5 12.5 Nivel Mnimo % 27.3 16.2 29.3 20.5 Segundo Criterio Niveles Inferiores al mnimo % NORESTE Secundario Terciario SUR Secundario Terciario 75.2 56.7 42.8 32.7 Nivel Mnimo % 12.7 16.6 35.5 33.3 Nivel Superior al mnimo % 6.9 13.5 16.7 25.1 Nivel Superior al mnimo % 12.7 28.4 35.5 33.3
Por otra parte, se sabe que las diferencias de situaciones entre campo y ciudad, considerados como conjuntos relativamente homogneos, tienden a ser mayores que las diferencias encontradas en estos sectores urbanos. Ya los dos primeros cuadros nos sugieren un orden de magnitud para estas diferencias. Con todo, en vista a las consideraciones hechos sobre el problema que presenta una medida monetaria conjunta de la capacidad de consumo de las masas rurales, consideraremos solamente algunos sectores rurales que reciben salario.
RELACION ENTRE EL SALARIO MEDIO EN LA AGRICULTURA Y EL SALARIO MINIMO LEGAL (a) ESTADO Trabajador c/azada Cortador de Caa Arador Comn
(1) Maranhao Cear Pernambuco Baha Minas Gerais Rio de Janeiro Sau Paulo Paran Ro Grande do Sul 84 93 74 150 437 49 345 132 98
(2) 76 67 64 67 58 60 77 106 92
(3) 61 54 48 50 50 55 66 90 86
(2) 77 70 73 94 59 61 82 109 95
(3) 62 56 54 70 51 56 71 93 89
(3) 89 76 66 65 61 76 76 123 92
FUENTE: Inquerito sobre salrios rurais, IBGE. Anuario Estatstico do Brasil, 1965.
Adems, hay motivos para creer que, ms all de las diferencias entre regin y sector de produccin, ser posible encontrar diferencias de condiciones de vida entre las clases populares segn los Estados en el mbito de las regiones y segn las ciudades (principalmente capital e interior) en los lmites de los Estados. De este modo es muy probable que el crecimiento del empleo urbano, y particularmente del empleo industrial, en los ltimos decenios tenga resultado como ampliacin de las posibilidades de consumo por simple efecto de la movilidad que acompaa el crecimiento del empleo urbano. Cabe insistir que en este sentido, se observa ascensin social no slo en e pasaje de campo e la. ciudad sino tambin en la transicin de la pequea ciudad a la gran ciudad y en la transferencia de un sector urbano de produccin a otro. El crecimiento del empleo en el sector industrial fabril, donde las clases populares disfrutan de una condicin relativamente ventajosa en trminos de salario, estar jugando probablemente un importante papel en este proceso de movilidad ascensional. A propsito, se observa en la tabla de abajo que la participacin del sector manufacturero fabril crece, por lo menos hasta 1955, ms rpidamente que el empleo urbano. Es de suponer que algo semejante habr ocurrido, aunque nos falten datos para comprobarlo, con el llamado terciario funcional, o sea los sectores del terciario que, como los transportes y el comercio, tienden a acompaar el desarrollo del sector industrial.
de la clase y la posibilidad de una mayor o menor movilidad interno en condiciones de crecimiento de la estructura ocupacional.
3. Populismo, alianza de clases y dependencia Una primera proposicin de carcter general sobre el problema podra ser el siguiente: en las condiciones vividas por una sociedad de formacin agraria y dependiente en la etapa de crisis de los estructuras agrarias y de desarrollo urbano e industrial, los sectores de los clases populares urbanos, formados por ascensin social ms que por decadencia, tienden a reconocer como legitimas las reglas del juego vigente en el cuadro social y poltico en el cual comienzan a participar. Tienden, adems, en estas condiciones estructurales e histricas que son tambin condiciones de crisis de las instituciones polticas y de las relaciones entre los grupos dominantes, a identificarse con los partidos y lderes de algn modo asociados previamente el status quo y que -aunque salidos de clases no-populores (o tal vez por eso mismo)- pueden ser percibidos como identificados con los intereses populares de mayor participacin social y econmica. Esta hiptesis, segn nos parece, da cuento de algunos aspectos fundamentales del comportamiento poltico de las clases populares urbanas durante el perodo populista. Su carcter de masas, o sea de mero conglomerado de individuos con relaciones sociales perifricas entre s, est condicionado de modo directo por la heterogeneidad de su composicin que obscurece una posible conciencia de sus intereses comunes como clases y por las posibilidades de movilidad interclase que enaltecen el inters individual en ascenso. Del mismo modo, el reconocimiento de la legitimidad de la dominacin de los lderes de los partidos populistas est dado -y casi "por anticipacin"- en los circunstancias concretas en que las clases populares urbanas se forman, en un movimiento multiforme de ascenso que conduce a identificar en el status quo a aquellos que se solidarizan y promueven los condiciones de ascenso. Ah encontramos tambin una de las races del autoritarismo tpico de todas las formas de relacin lder-masa en el populismo, sea de carcter carismtico o populista. Del mismo modo, encontraremos en las circunstancias en que se forman los clases populares uno de los fundamentos de la "falta de auto-representacin" y falta de conciencia de clase, como tambin de la inexperiencia de clase y, de la inexperiencia poltica. En una palabra, se explica de este modo no slo que las masas populares hayan estado, por las propias circunstancias de su formacin social, en "situacin de disponibilidad" para la "participacin bajo manipulacin populista".
a. Diferencias de salario medio de los obreros, segn algunos ramos industriales. Ramos industriales seleccionados 1939 Metalurgia 119 Mecnica 144 Material de transportes 186 Mineras no-metlicas 99 Papel y cartulina 95 Textil 92 Productos alimenticios 88 Salario medio de obreros 1949 1959 125 111 134 118 153 121 89 86 89 103 92 89 81 86
b. Diferencias de salario medio de los obreros, segn el empleo de fuerza motriz en los establecimientos. Tipo de estab. por fuerza motriz 1 0 a 99 100 y ms Salario medio de obreros 1949 1959 91 90 103 103
c. Diferencies de salario medio de los obreros, segn el tamao de los establecimientos. Tipo de estab. por N de obreros de 1 a 19 de 20 a 99 de 100 a 499 de 500 y ms FUENTE: Censos Industriales Salario medio de obreros 1949 1959 77 79 101 100 105 103 107 109
No obstante, esta relacin entre movilidad social y comportamiento poltico contiene el germen de una contradiccin, que conviene esclarecer: En qu sentido y dentro de qu lmites se puede hablar de una identificacin entre los sectores populares urbanos y el status quo? En otras palabras: qu carcter es el de esta identidad entre los sectores de los clases dominantes en un rgimen poltico que se encuentra, de algn modo, bajo control de las clases dominantes? los trminos de la contradiccin estn planteados: las circunstancias en que se forman las clases populares y que las conducen a esta identificacin son las mismas que en vez de negar, reafirman su carcter general de los clases sociales dominadas en el cuadro de desarrollo de un sistema econmico y social basado en la desigualdad y en la oposicin de intereses entre las clases. Lo que se afirma, por lo tanto, es que, en circunstancias histricas dadas, una orden basada en la desigualdad social puede ser aceptable inclusive por algunos sectores de las clases dominadas. Convengamos, por esa, en que el esclarecimiento de los trminos en que se da la contradiccin no es, ni pretende ser, su eliminacin. Trtase aqu no slo de un hecho terico, sino de un hecho real en las condiciones en que emergen los clases populares. Adems, debe quedar claro que nuestro problema aqu no es de la legitimacin de la dominacin populista sobre la masa, considerado en s mismo. Si fuese posible considerar esta relacin de dominacin aislada de las relaciones entre las clases sociales, ella no tendra mayor significado, ni para la teora ni para la experiencia histrica. Desde Weber, se sabe que toda forma de dominacin implica el reconocimiento par parte de los dominados de la legitimidad de los mandatos. Ms an, es sabido en la historia de los movimientos populares que, en general, el liderazgo tiene sus orgenes sociales en la, clases superiores. Observemos tambin que, por otra parte, el populismo, noda tendra de peculiar si la aceptacin del status quo por parte de las clases populares significase slo el reconocimiento de la hegemona de una o de varias clases dominantes sobre el conjunto de la sociedad. Como se sabe, el reconocimiento de la hegemona de las clases dominantes -o sea de las instituciones
que ella patrocina, del mismo modo que de su cultura- est presente en todas las lneas "reformistas" del movimiento popular. La peculiaridad del populismo viene de que surge como forma de dominacin en las condiciones de "vaco poltico", en la que ninguna clase tiene la hegemona y exactamente porque ninguna clase se figura capaz de asumirla. Conviene recordar que el populismo aparece cuando se da la crisis de hegemona oligrquica y de las instituciones liberales que obliga a un amplio e inestable compromiso entre los grupos dominantes, presidido por el fortalecimiento poltico del Ejecutivo y del poder econmico y administrativo del Estado. En estas condiciones de crisis de hegemona, se reserva al lder o al partido populista la funcin de intermediario entre los grupos dominantes y las masas. De este modo, el reconocimiento de la legitimidad de la dominacin populista por parte las clases populares significa, en cierto modo, una mediacin -una forma de la hegemona inexistente- hacia el reconocimiento del status quo dominante. En una palabra, la adhesin de los masas al populismo tiende necesariamente a obscurecer la divisin real de la sociedad en clases con intereses sociales conflictivos y a establecer la idea del pueblo (o de Nacin) entendido como una comunidad de intereses solidarios Parecera darse el caso de que lo que es vedado a las clases dominados como tales -reconocer la dominacin de las dems clases en situacin de crisis hegemnica- es permitido a los individuos que la componen a travs de subterfugio del reconocimiento de los liderazgos populistas. En la estructura interna de este aparente absurdo est la raz de la irracionalidad esencial del populismo, de la emocionalidad necesaria de la relacin lder-masa. Como tambin la explicacin de la impresociabilidad y de la aparente -irresponsabilidad del comportamiento del liderazgo populista: expresin de una situacin contradictoria, obligada a formular objetivos que no pueden incidir del mismo modo que, en ciertas circunstancias, pueden incidir objetivos que nunca pensaron formular. Estas consideraciones nos conducen ahora a examinar, otro lado de nuestro problema. En efecto, aun cuando debamos admitir que la formacin de las clases populares urbanas pasa, en general, por un movimiento de ascenso a mayores oportunidades de consumo, es poco probable que pudisemos considerarlas masas satisfechas, en el mismo sentido en pareceran encontrarse las clases obreras de algunos europeos y de los Estados Unidos. En estos pases la expansin del consumo y de las tcnicas de manipulacin parecera haber conducido a una relativa prdida de la identidad de los obreros como clase, una dilucin de sus tradiciones de solidaridad social y de conciencia comn de los propios intereses, en los tiempos duros de las primeras etapas del desenvolvimiento capitalista. Y con esta masificacin de las clases obreras algunos observan una creciente despolitizacin de su comportamiento. En el Brasil, como en otros pases latinoamericanos, si cabe alguna comparacin con los pases avanzados, ser slo para marcar las diferencias: aqu se observara una masificacin prematura, o sea masificacin de una sociedad de escasez, al revs de la "abundancia", y de clases populares en formacin al revs de una clase ya plenamente constituida. De este modo, si se puede hablar de "aburguesamiento" de la clase obrera, aqu habr que reconocer un proceso, peculiar en un pas dependiente, de proletarizacin de las clases populares urbanas, aunque esto signifique para la mayora un ascenso social. Si ah 1as clases obreras parecen perder una tradicin propia y despolitizarse", aqu las clases populares ganan politizacin y si pierden algo es, en el casa de los migrantes rurales, la tradicin de la sumisin a los grandes propietarios de tierra. En efecto, en las condiciones de un pas dependiente y de formacin agraria como el Brasil, la satisfaccin que se asocia al ascenso social de amplios sectores populares urbanos tiende a acompaarse de 1a insatisfaccin caracterstica de las posiciones sociales conquistadas. Por una parte, la movilidad social que responde a 1a ampliacin de 1a estructura ocupacional no tiene mucho que ver con una flexibilidad mayor de la estructura de clases. En su estudio ya
mencionado, Hutchinson observa: ... de toda la generacin de hijos que ascendieron, aproximadamente dos tercios no lo conseguiran si no fuese por los nuevos puestos creados por la economa de la ciudad. Esto es lo contrario de lo que sucede con los que descienden: poco menos que un dcimo de estas personas han sido obligadas a ocupar nuevas posiciones debido a contracciones en las oportunidades de la categora de origen. Y concluye en resumen, al contrario de la creencia generalizada y de las expectativas iniciales de este estudio, San Pablo con todo su tumulto social no manifiesta un grado de movilidad social, o de ruptura de las barreras de clase mayor de lo que es comn en el mundo occidental: en la realidad es algo menor.
MOVILIDAD SOCIAL EN SAN PABLO SUPONIENDO NO EXISTIR LA MODIFICACION DE ESTRUCTURA COMPARADA CON LA MOVILIDAD SOCIAL REAL Status del hijo en relacin al pas Ms alto Igual Ms bajo
Por otra parte, si bien es verdad que la formacin de las clases populares va acompaada de una ampliacin de las posibilidades de consumo como resultado del desarrollo de 1a economa urbana, tambin es cierto que estas clases se encuentran en situacin desventajosa cuando nos referimos al problema de la distribucin de los frutos del progreso tecnolgico. Mas an que el crecimiento del capital industrial se hace con una participacin relativamente decreciente del factor trabajo, el crecimiento de los salarios se encuentra siempre por debajo de los aumentos de la productividad. En el caso del Brasil, durante muchos aos, los aumentos salariales estuvieron en realidad bajo los crecimientos del costo de vida, que indica una tendencia general a le baja del solario real (ver anexos 1, 2 y 3). En estas condiciones, sera incorrecto suponer que la adhesin las clases populares a los lderes populistas signifique slo identificacin con el rgimen, subordinacin a la manipulacin ejercida por otras clases. La adhesin popular lleva tambin las seales de la insatisfaccin social creado por las condiciones en que se procesa el desarrollo y que reserva a los clases populares los sacrificios mayores. Nuestra primera proposicin necesita, por lo tanto, ser aqu reformulada. Las clases populares ascienden cuando la participacin econmica y poltica se encuentran de hecho doblemente determinadas. La conquista individual de una nueva posicin dentro ce la gama de posibilidades que ofrece la composicin heterogneo de
estas clases no significa, a pesar de todas las posibles ilusiones, el pasaje a una clase "superior" y, por el contrario, trae consigo todos los problemas que afectan la nueva posicin conquistada, y en ltima instancia, al conjunto de las clases populares. En una palabra, la victoria individual trae como germen una frustracin social. Esta experiencia contradictoria de la formacin social de estas clases se expresa tambin al nivel poltico: la conquista de la ciudadana, o sea la conquista de la igualdad de derecho, no elimina la desigualdad de hecho; antes por el contrario, da la posibilidad de que se manifieste la insatisfaccin en forma de desigualdad. Esta doble determinacin de la situacin social y poltica de las masas es una de las races para la explicacin de la ambiguedad permanente de su comportamiento en el perodo del populismo: las clases populares en ascenso sirven a la legitimacin del rgimen en la medida en que presionan a travs de los polticos populistas, por su incorporacin poltica y econmica al sistema; pero en este mismo proceso de incorporacin ellas traen al escenario poltico sus insatisfacciones presentes y tienden a convertirlos en permanente amenaza de superacin del status quo. De este modo, todo la poltica populista paga un precio por lo adhesin popular, cualquiera que sea la amplitud de su capacidad de manipulacin. Ella debe asumir en el plano poltico responsabilidades con la democratizacin del Estado y en el plano econmico un compromiso con la expansin de las posibilidades de consumo, lo que impone en lo mnimo una poltica de crecimiento del empleo. En otras palabras, ella debe ser capaz por lo menos de garantizar la preservacin y la intensificacin del ritmo de desarrollo econmico y social que anteriormente propiciaran el surgimiento de los clases populares y que ahora mantienen la vigencia de las alianzas populistas. Habr que convenir que en las condiciones estructurales tpicas de un pas dependiente esta no es una tarea simple. Exactamente porque la presin popular se dirige sobre la ampliacin del consumo y de la participacin poltica, ella impone al capitalismo dependiente un serio desafo: compatibilizar el desarrollo econmico y el desarrollo democrtico. Y esto significa, en ltima instancia, romper radicalmente con toda la pasada formacin de las sociedades dependientes. Los movimientos populistas, nacidos de la crisis de esta formacin, y por lo tanto comprometidos con ella desde el nacimiento, tu. vieron el mrito de proporcionar la tarea, pero se revelaron incapaces de realizara.