Cuento La Princesa Laca

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En un lejano reino de Oriente, as llamaban a la hija de U Tin, un humilde artesano. Le pusieron este nombre porque no exista nadie ms hbil que ella lacando todo tipo de objetos. Todo lo que la joven grababa sobre las bandejas, los tiestos, las tazas y las cajas que fabricaba su padre parecan cobrar vida en sus manos. Un rey orgulloso reinaba sin oposicin en el pas. Se haba autoproclamado Ms brillante que el sol. Nada de lo que pasaba en su reino se le escapaba, y as, la fama de la Princesa Laca lleg hasta l. Hizo llamar a uno de sus ministros y le dijo: Ve y mira si esta presunta princesa es tan diestra como se dice. Si es as, pgale para que ponga su talento a mi nico servicio. El ministro recibi una bolsa llena de dinero y se puso rpidamente en marcha. Cabalg durante una jornada entera sobre su caballo. Ms all del curso del ro lleg por fin al pueblo donde viva U Tin con su hija, y enseguida encontr el camino hacia su taller. El ministro pidi para ver el trabajo de la Princesa Laca, y ste le pareci admirable. A partir de ahora servirs nicamente a nuestro resplandeciente soberano.

U Tin se interpuso tmidamente: Seor, mi hija no podr jams contentar el gusto refinado de un personaje tan poderoso. Los lacados que hacemos estn destinados a la gente humilde, a los campesinos, a los pescadores A su vez, la Princesa Laca aadi: Se dice que nuestro rey ama los objetos cubiertos de hojas de oro y de piedras preciosas. Necesitaremos que nos d con qu comprar todo esto a fin de que nuestros lacados sean de su agrado. El ministro arque el entrecejo: Me estis pidiendo dinero? Quin os ha hablado de dinero? Espabilad y haced maravillas! Yo regresar a recoger vuestro trabajo. Sali del taller, salt sobre su caballo y parti al galope. Sonrea muy contento: la bolsa segua estando en su bolsillo, y all se quedara. Para intentar, a pesar de todo, satisfacer al rey, U Tin se adentr en un bosque espeso donde crecan grandes y bellos rboles de la mejor de las resinas, la que le permita obtener el color ms buscado: un negro profundo y perfecto. Entonces, con esa laca, la Princesa amas y model una pasta tan oscura y lisa como el ala de un cuervo. No mostraba sus obras a nadie. Cuando la joven acababa una pieza, la guardaba en la bodega, aresguardo del sol y de las miradas indiscretas. Ni siquiera U Tin penetraba en ese lugar. Pasaron tres meses, y el ministro regres para tomar posesin de los objetos destinados al rey. La Princesa Laca los haba colocado dentro de grandes cestos cuidadosamente cerrados. El ministro los hizo cargar sobre una carreta que regres a la capital bien escoltada. Ms brillante que el sol tom con impaciencia una pieza lacada al abrirse el primer cesto. Grit sorprendido: Cmo? Cmo se ha atrevido? Se inclin sobre las otras piezas para examinarlas. Las escenas grabadas por la Princesa Laca tenan todas el mismo motivo: el sufrimiento del

pueblo de Birmania, aplastado bajo la ley de un tirano. El rey se enfureci terriblemente. Su ministro sinti un sudoso recorrerle la espalda: si era juzgado responsable de la ofensa, rodara su cabeza. Ms brillante que el sol dijo con voz amenazadora: Llvame hasta esta insolente! Debe ser castigada all mismo! Unos instantes ms tarde, el rey se sent en su carro flamgero y decenas y decenas de hombres armados lo acompaaban. El ministro abra el camino a toda prisa: el miedo le daba alas. Los soldados entraron en el taller de U Tin. Arrastraron al exterior al viejo y a su hija, y los arrojaron a los pies del rey. Mas brillante que el sol se inclin hacia la Princesa Laca, y le resopl en la cara: Tus imgenes no son ms que mentiras! Majestad, no hay nada en esas piezas lacadas que no haya visto yo con mis propios ojos. Pues bien! Que le arranquen los ojos! orden el rey. Perdonad a mi hija! implor U Tin . Soy yo quien debe ser castigado. Los vecinos se haban reunido en masa alrededor del taller. Ms brillante que el sol dijo con voz potente, a fin de ser escuchado: Es cierto! Este viejo tambin es culpable. Ser expulsado de mi reino. En cuanto a su hija, que ha osado usurpar el ttulo de Princesa, le indulto los ojos pero stos nunca ms volvern a ver la luz. El rey abandon el lugar. Algunos soldados permanecieron all a fin de construir una prisin que no tard mucho en alzarse en el centro mismo del pueblo. No tena puerta. Se dej tan slo una minscula trampilla para poder introducir comida y agua, pero esa trampilla estaba hecha de tal manera que no permita que la luz del da penetrara en su interior. Los soldados dejaron una brecha abierta en uno de los muros, travs de la cual empujaron a su prisionera, y la cerraron despus con ladrillos y mortero.

La Princesa Laca se encontr de pronto sumida en una completa oscuridad. Ara durante un buen rato las paredes con sus uas, hasta hundirse en el llanto. Haba sido apartada del mundo de los vivos. Un hilo de aire sec las lgrimas de la Princesa Laca: cerca de su cara haba una grieta. No se filtraba ninguna luz, pero s dbiles ecos procedentes del exterior: risas de nios, una cancin de campesinos, la llamada de los barqueros Si la Princesa Laca poda escuchar a la gente del pueblo, sin duda ellos, a su vez, podran or sus palabras. Se acerc cuanto pudo a la grieta y empez a hablar. Aquello que se le impeda mostrar en sus lacados, lo atestiguara su voz. A partir de ese momento, no hubo ms da ni noche para la Princesa Laca. En la prisin, olvid el transcurrir del tiempo mientras contaba sin descanso lo que sus ojos haban visto. No tena ni hambre ni sed, tena la impresin de volverse cada vez ms ligera a cada palabra que pronunciaba. Cuando la Princesa Laca se sinti, por fin, tan ligera como un leve aliento, como un suspiro, supo que ningn muro podra retenerla ms. Que por fin seria libre. Ms brillante que el sol no haba salido ms de su palacio desde que haba hecho encerrar en prisin a la Princesa Laca. Tema una revuelta de su pueblo. Dentro de sus aposentos reales, ya no se senta seguro. Desconfiaba de sus soldados, de sus ministros, y hasta de su propia familia. En las horas sombras de la noche, Ms brillante que el sol reciba a innumerables espas, a los cuales pagaba, a fin de estar informado de todo cuanto suceda. Una tarde, uno de ellos le trajo un objeto idntico a uno de los que la Princesa Laca haba tenido el valor de enviar al palacio. Dnde lo has conseguido? Habla! Majestad, estas piezas lacadas estn por todas partes le confes el espa. Ms brillante que el sol hizo venir a su ministro. Por qu no has hecho nada para evitar esta nueva afrenta?

Yo no s nada, Majestad. Entonces tendr que ocuparme yo mismo de la falsa princesa! El ministro se apresur a acompaar a Ms brillante que el sol. T no vienes le dijo el rey Un hombre cuya cabeza va a rodar no puede serme til. En el pueblo, al borde del ro, eran incontables los talleres. Los artesanos se afanaban en sus tareas, fabricaban bandejas, tiestos, tazas y cajas. En todos ellos se vean las mismas escenas que la Princesa Laca haba representado. Haba decenas, centenas millares; nunca nadie podra impedir que tantas piezas lacadas circularan por el reino. Cmo es posible? grit el rey Han dejado escapar a la falsa princesa! Se dirigi a la prisin. sta segua en el mismo lugar en que haba sido construida, y sin puerta alguna por donde salir. A grandes mazazos, hicieron un gran agujero en el muro de la prisin: no haba rastro alguno de la Princesa Laca en su interior. Cerca del lugar donde se encontraba la trampilla, Ms brillante que el sol vio un gran nmero de tazas y cascos. Nadie pareca haber tocado el agua y la comida que contenan. El rey se sinti enloquecer: No puede haberse escapado! Encontradla, soldados, encontradla! Mientras sus hombres registraban el pueblo, Ms brillante que el sol entr en un taller. Aplast con furia las piezas lacadas que all se encontraban. De repente, grit salvajemente y salt como si hubiesen clavado algo en un taln del pie: una cara se multiplicaba en cada uno de los pedazos esparcidos por el suelo. All donde Ms brillante que el sol posaba su mirada, se le apareca la sonrisa de la Princesa Laca. Sali del taller y se puso a correr gesticulando e intentando escapar, pero aquella cara segua multiplicndose a su vista: en las hojas de los rboles, en el polvo del camino, sobre el agua brillante de los helechos.

El tiempo es como un ro: flui sin fin. Cuntos das, semanas, meses, pasaron desde que la Princesa Laca desapareci? Se perdi la cuenta. Los artesanos continan trabajando tal y como la Princesa Laca les ense a hacerlo, y sobre los objetos que fabrican muestran siempre la vida del pueblo tal y como sus ojos pueden verla, con toda la verdad. Ninguno de entre todos estos hombres y mujeres debe temer ya ms la clera del rey. Hace ya mucho tiempo que Ms brillante que el sol se arroj al ro para escapar del rostro de la Princesa Laca, que lo atormentaba sin cesar. El pueblo recuper su aspecto habitual, ya no hay prisin alguna. Por todas partes se escuchan hoy las risas de los nios, el canto de los campesinos y la llamada de los barqueros. En las noches de luna llena, se cuenta que, por el cielo estrellado, por encima de las pagodas doradas una silueta luminosa se desliza como una nube: la Princesa Laca. Fin

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