Necroturismo Final
Necroturismo Final
Necroturismo Final
Cierre los ojos e imagnese un lugar tranquilo. Qu pasa por su cabeza? Un balneario? Una playa? Un convento dominico? Si usted pens en un cementerio, dio en el clavo. Visitar tumbas est de moda. Sobre todo porque la experiencia es un tres en uno: sosiego, arte e historia en un mismo recinto.
Una visita guiada de Roberto Valencia (texto de El Salvador) y lex Ayala Ugarte / Fotos: Jess Blanco (Medelln), Roberto Valencia (El Salvador), Gloria Ziegler (Buenos Aires), Salva Sol (La Habana) y lex Ayala (La Paz)
Evita superstar
i el cementerio de La Recoleta, en pleno centro de Buenos Aires, fuera un libro, estaramos hablando de un clsico de la literatura. Pero no lo es. Es ms, al principio no era ni siquiera un cementerio. Hasta 1822 fue una simple huerta dentro del convento de unos frailes recoletos. Luego llegaron los entierros: entierros y ms entierros; porque un intenso brote de fiebre amarilla hizo que la alta sociedad capitalina se trasladara a sus alrededores en 1870. Y el lugar acab por transformarse en el ltimo descaso de las familias ms ricas y poderosas de la ciudad. Aqu cada nicho y mausoleo es una historia. Y cada historia tiene un argumento como para armar una telenovela. Por eso lo ms aconsejable es hacer la visita en compaa de algn gua especializado. Ellos van siempre un poquito ms all que los turistas; y donde uno aprecia slo un par de bustos por ejemplo, en la tumba de Salvador Mara del Carril y Tiburcia Domnguez, su seora esposa llegan a ver el final surrealista de una disputa. El problema de esta pareja fue el siguiente: durante una fuerte discusin el seor Carril le dijo a su mujer que nunca ms le dirigira la palabra. Amenaza que cumpli literalmente. Despus Tiburcia, para vengarse, dej escrito como ltima voluntad en su testamento que quera que su busto diera la espalda al de su marido. As fue y aquel enfado monumental de aos atrs qued plasmado para siempre en el cementerio. A veces, los guas tambin cuentan ancdotas relacionadas con miedos ntimos que muchos hemos tenido en algn momento de nuestras vidas. Como la protagonizada por Alfredo Gath, propietario de un gran almacn llamado Gath & Chaves. De l dicen que mand instalar un complejo dispositivo elctrico para poder abrir su atad desde dentro (por medio de un pulsador que le colocaron entre los dedo de una mano), ya que le daba pavor la posibilidad de ser enterrado vivo. Pocas tumbas, sin embargo, son tan peculiares como la de Alfredo Gath; y lo que ms resalta en La Recoleta se podra decir que son las bvedas. No es para menos: ms de setenta de las casi cinco mil que, se calcula, hay dentro de este recinto han sido declaradas Monumento Histrico Nacional.
*** Bvedas las hay para todo gusto. Hay muchas con smbolos masnicos. Hay una con forma de gruta construida por un poeta con sus propias manos. Hay otra ocupada por un joven cuidador del cementerio, David Alleno, que trabaj toda su vida para comprarla; que luego la decor con una efigie con balde y escoba que le representaba; y que acab pegndose un tiro para estrenarla. Hay una en recuerdo a Rufina Cambaceres, quien supuestamente fue sepultada con vida sin que nadie se diera cuenta. Y hay una mezcla de estilos en ellas impresionante: desde el barroco hasta el morisco, pasando por el bizantino. Entre todas, la ms visitada tanto por los que van con los tour-operadores como por aquellos que se dan un paseo por cuenta propia es la de Eva Pern: Santa Evita. En este caso, por las vueltas que dio el cuerpo antes de terminar en el cementerio. Eva Duarte de Pern muri a los treinta y tres aos y fue embalsamada por el doctor Pedro Ara. Craso error quizs, pues cuando el ex presidente Pern fue derrocado, los golpistas que tomaron el poder secuestraron el cuerpo de su mujer para acabar de una vez por todas con lo que la abanderada de los descamisados representaba. Pero les sali el tiro por la culata. A pesar de que cambiaban el cuerpo constantemente de escondrijo, siempre aparecan ramos de flores de sus seguidores all donde lo llevaban. Y finalmente decidieron deshacerse de ella trasladndola a una tumba de Miln con nombre falso. Quince aos despus, cuando Pern estaba exiliado en Madrid, el cuerpo fue desenterrado y le fue restituido. Y una vez muerto Pern, entregado a sus hermanas, quienes lo llevaron hasta La Recoleta para que ocupara un lugar en la bveda maciza de la familia. Hoy dicen que hay toneladas de cemento encima suyo para que nadie caiga en la tentacin de volver a secuestrarla. Y son muchos los que se paran frente a ella para llorar, dejarle cartas, conversar o hacerle pedidos; la mayor parte, sin darse cuenta de una realidad macabra: el ex general Pedro Eugenio Aramburu, el hombre que dio la orden de hacerla desaparecer en su momento, es su vecino en el cementerio. Y as ser, seguramente, hasta el fin de los tiempos.
Males de ultratumba
l tiempo corre y algunos mueren. Mientras que otros se hacen mayores. Eso es precisamente lo que ha pasado con los guas del Cementerio General de La Paz, nios que dejaron de ser nios y ahora son jovencitos que rara vez se dejan ver entre los mausoleos. Antes, ellos eran los responsables de un tour extraoficial que recorra las tumbas del padre Espinal, el compadre Palenque o los benemritos de la Guerra del Chaco; y que haca siempre un stop en el pabelln de los nios violados, donde yacen Patricia Flores, lvaro Tavera y otros menores que fueron abusados hasta la muerte. Algunos de los muchachos-gua vuelven de vez en cuando, me dijo un funcionario hace poco ms de un mes. Pero no es lo habitual, como hace aos, cuando los ms osados se atrevan a dormir durante las noches ms fras en nichos vacos; y ahora son otros habitantes del camposanto los que reconstruyen su historia cuando les preguntan. Ramiro Cahuana, intrprete de morenadas, valses y boleros, es uno de los que conoce bien a los inquilinos del cementerio. Uno de los ms extraos relata es un seor que me contrat para que acudiera a un velorio pagndome parte por adelantado. Cuando acud a la cita me di cuenta de que el muerto era l. Era un suicida. Otros son escritores malditos, como Vctor Hugo Viscarra, a quien le suelen llevar trago. Muchos, personajes ilustres, como el ex presidente Germn Busch. Y los hay que son revoltosos: por un lado, los ladrones de tumbas, dedicados a robar marcos de bronce y floreros; por el otro, profanadores, sobre todo estudiantes de medicina en busca de cuerpos para sus prcticas. *** Pero cuando se llevan un crneo o un cadver luego lo pagan, me dice, durante uno de sus paseos, uno de los serenos. Aqu hay espritus rondando aade. Por la noche a menudo escuchamos ruidos y crujidos; y como a las doce, a veces, a gente hablando, caminando, llorando. Pero es normal. Las almas nos acompaan, vigilan con nosotros. Segn el antroplogo Alejandro Barrientos, ste es un lugar especial, y uno debe protegerse cuando lo visita. No es un sitio slo para pasar o permanecer. Es un territorio extrao, lleno de sentimientos perturbadores. Por eso dice, aqu siempre hay que cuidarse. Hay que pedir permiso a los
difuntos para no contraer enfermedades como el orejo, que es cuando a uno le agarra el muerto. Estos males de ultratumba, segn Barrientos, afectan, sobre todo, a los ms dbiles, a las embarazadas por ejemplo. Cuando les da el orejo a ellas comenta, los bebs nacen con olor a podrido y anquilosados. Por otro lado advierte, cuando alguien entra en las tumbas o rompe el equilibrio entre ellas corre el riesgo de tener dolor de huesos, falta de nimo y acabar muriendo. Pero tampoco hay que asustarse demasiado re el sereno cuando le hablo de las investigaciones de Barrientos. Para m, ms que los difuntos, son peores otros enemigos: el hambre, que mato con coca, y el fro, que combato a base de cigarrillos. *** Para albailes como Luis Chuima, ms que por el cuerpo, el Cementerio General entra por los ojos; y se explica a partir de los pequeos detalles de los nichos. Muchos estn decorados como si se tratara del rincn ms especial de la casa del difunto. Los de beb tienen juguetitos; otros, un vasito de aguardiente; casi todos exhiben fotos; y las flores tienen tambin un particular significado: los tonos blancos son para los jvenes, las rosas y claveles para los adultos y los colores oscuros para los ancianos. Segn Barrientos, aunque parezca todo lo contrario, aqu nada es al azar: todo tiene su lgica. Si los lunes, por ejemplo, uno ve a mucha gente fumando frente al horno crematorio, es porque existe la creencia firme de que fumar el primer da de la semana es una manera de acompaar a los quemados subraya. Y si uno lo que ve es a alguien con pinta de maleante husmeando en una tumba, lo ms posible es que se trate de uno. Ya que lanceros, auteros y descuidistas suelen guardar tierra de muerto en el bolsillo para no ser sorprendidos in fraganti cuando delinquen. Algunos tienen hasta su atita particular para protegerse de la Polica, dice Barrientos. Las atitas son crneos que uno guarda en casa y cuida como si fueran de la familia. A las atitas se les bautiza, se les viste, se les da de fumar y se les habla; y cada 8 de noviembre, en el denominado Da sin Sombra, aconsejan llevarlas al cementerio. En tan sealada fecha a veces regresan los aguateros y lustrabotas que hasta hace poco eran nios; y si alguien les reclama, vuelven a convertirse en guas improvisados.
agujeritos. Melara es el gua y tambin, la cara visible de El Salvador Turismo, el nico tour-operador privado que ha apostado por esto: El necroturismo est creciendo. Cada mes sube la demanda. *** Los Ilustres est en el centro de la capital, junto al gigantesco mercado Central, entre la suciedad y el caos que ste genera. Se inaugur a mediados del siglo XIX y alberga mausoleos que impresionan. Como le ocurre al resto de la ciudad, tiene problemas de iluminacin, hacinamiento y pavimentacin, pero quiz eso sea parte de su particular encanto. Es importante que miren a su alrededor, porque en cualquier lugar van a encontrar algn detalle bonito dijo Melara al poco de haber iniciado la caminata. Los detalles son las cruces y las lpidas, obvio. Pero tambin los ngeles alados, los querubines, las vrgenes y los cristos crucificados, obras de arte a la intemperie, hechas algunas con mrmol de Carrara. Jos Salvador Escalante lleg en el bus con su esposa Evy. Es salvadoreo pero reside en los Estados Unidos desde que se fue a los diecisiete aos. Ahora tiene sesenta y cinco. Supo del necroturismo por un correo electrnico y no quiso desaprovecharlo. Su bisabuelo era el ex presidente de la Repblica Jos Mara Peralta; su abuelo, cuado del ex presidente Manuel Enrique Araujo. Es decir, ambos fueron ilustres. Y l ha sido hoy uno ms entre la treintena de turistas que pag quince dlares por el transporte, la visita guiada y una bebida. Qu le est pareciendo? Excelente respondi tajante cuando an faltaba la mitad del recorrido.
Desde hace poco ms de un ao se organizan en San Salvador visitas guiadas a Los Ilustres, un sector de su cementerio central en el que estn enterrados los ancestros de la poderosa oligarqua salvadorea. El necroturismo, que es como se llama esta prctica, no se invent en El Salvador, ni mucho menos. Los camposantos de Viena, Praga, Atenas o Pars son desde hace tiempo reclamos de primer orden. Pero la peculiaridad aqu es que los recorridos son slo nocturnos. Melara lo advirti antes de desabordar: Aunque tenemos lmparas, hay secciones sumamente oscuras, as que fjense por dnde caminan, porque a veces hay
Recomendable dijo tambin. En Los Ilustres descansan figuras trascendentales como el hondureo Francisco Morazn, padre del centroamericanismo; el paraguayo Agustn Barrios Mangor, un guitarrista excepcional; o Justo Armas, nombre que la leyenda dice que adopt el emperador mexicano Maximiliano I tras su supuesta llegada a El Salvador. Y entre los salvadoreos, los lderes comunistas Farabundo Mart y Schafik Hndal; el dictador Maximiliano Hernndez; o el mayor Roberto dAubuisson, considerado el autor intelectual del asesinato de Monseor Romero. Pero ms all de los nombres ms sonados, el recorrido por el cementerio permite al salvadoreo promedio conocer muchos porqus: por qu el principal hospital pblico del pas se llama Rosales, por qu el hospital de nios se llama Bloom o por qu el museo de antropologa se llama David J. Guzmn, por citar tres ejemplos. Aqu est enterrado mi presidente favorito, Manuel Enrique Araujo, y arriba, sobre la gran roca, vamos a ver un Cristo con los brazos extendidos que se parece al Cristo de Corcovado de Brasil dijo Melara en el tramo final de la visita. Y en efecto, apareci una escultura que se parece al Cristo de Corcovado de Brasil. El recorrido ha terminado. Hay satisfaccin generalizada. Ya dentro del bus que aleja a los visitantes del cementerio, Melara toma el micrfono, lo enciende, se gira, y con los brazos apoyados sobre el respaldo del asiento dice entusiasmado: Ahora vamos por la alameda Manuel Enrique Araujo y ah mismo est el Museo David J. Guzmn. En el bus se impone entonces un silencio cmplice. Son los nombres de toda la vida que ahora tienen ms sentido que nunca. *** El otro cementerio emblemtico de Medelln, visitado regularmente por operadores tursticos y devotos de Escobar, es el de Montesacro: el de los ricos. Aqu fue enterrado en 1993 el narcotraficante y aqu exhumaron sus restos en noviembre de 2006 para resolver una denuncia de paternidad de dos supuestos hijos. Dos acontecimientos capaces de atraer en su da a miles de personas, a toda la fanaticada de quien fuera bautizado por algunos como el Robin Hood de los ms pobres de Colombia. Segn Alonso Correa, encargado de mercadeo de la funeraria San Vicente, para bien y para mal, pero sobre todo para mal, Escobar fue un tsunami que arras con todo, que fue capaz de cambiar incluso los valores de parte de la sociedad de aquel momento. Y debido a su influencia explica, algunos clientes comenzaron a pedirnos atades caros, mariachis y otros elementos un tanto alejados de los servicios funerarios tradicionales. Camilo Andrs Jaramillo, compaero de Correa, aade que en los 80 y los 90 el negocio march mejor que nunca. Ganbamos ms que la Coca-Cola, bromea. Pero a qu precio? se pregunta. Hasta para nosotros era desolador recibir tanto cadver. Actualmente, la tumba de Escobar, a quien se responsabiliz de ms de cuatro mil asesinatos, luce siempre con flores. Y est idenficada por una lpida que dice: Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a uno malo, examnate a ti mismo.
res o le dan las gracias mediante placas de metal que se agolpan junto a su lecho. Segn uno de sus cuidadores, la gente viene aqu porque bendice a las embarazadas y a los recin nacidos. Y el ritual al frente suyo es el siguiente: como haca su viudo, se golpea con un argolla el mrmol en un intento por despertar a la difunta; a continuacin uno le habla; y cuando uno se despide y se va, aconsejan hacerlo sin dejar de mirarla. Pero ella no es la nica santa aqu: la ltima morada del Hermano Jos es tambin una de las ms concurridas del cementerio, sobre todo por los habaneros. All yace LeoFotografa: Salva sol S. (Barcelona-Espaa).
cadia Herrera, una mujer con poderes que deca encarnarse en un espritu llamado Tata Jos, a quien los devotos le suelen ofrecer flores, monedas y amuletos santeros. Aqu ocurren cosas muy extraas, reconoce el celador arqueando unas vivarachas cejas. Y pone otros dos buenos ejemplos: las personas que fueron enterradas de pie y los casos de momificacin espontnea, que se suceden con cierta frecuencia. Este ltimo fenmeno tiene mucho que ver con los terrenos arcillosos del recinto y con los antiguos atades de hierro llamados tiburones por su forma, ya que ste es un material que favorece la conservacin de los cuerpos. Y hoy son miles las ancdotas acerca de cadveres que, despus de aos, fueron hallados casi igual que cuando los enterraron. Entre ellos: una muchacha vistiendo su traje de novia y un nio de seis aos. *** Con todo, la necrpolis de Coln no ha sido la primera en habitar La Habana. Este honor le corresponde al ya desaparecido cementerio Espada, que debe su nombre al primer obispo de la ciudad, el vasco Juan Jos Espada, que no escatim esfuerzos a la hora de levantar un sitio de descanso para los difuntos. Este lugar qued emplazado en lo que actualmente son las cntricas calles San Lzaro, Vapor y Aramburu y, en su momento, reciba tres muertos al ao. Pero ya no queda ms que una lpida de recuerdo. Hasta que se procedi a su construccin, los nativos de la isla seguan diferentes rituales: algunos estiraban los cuerpos y los cubran con caracoles; otros
Tumba de La Milagrosa.
disecaban los cadveres de sus caciques o conservaban por dcadas sus huesos en pequeas estatuas hechas con maderas huecas; y haba grupos que depositaban a sus muertos en agujeros dentro de cuevas que despus sellaban con la ayuda de una roca. Pero todo aquello termin en la poca de la conquista. Desde entonces se han erigido decenas de cementerios en la isla; y los ms importantes tras el de Coln son el Bautista, el Chino y el Macabeo. El primero, llamado tambin el de los protestantes, se alza cerca del ro Almendares desde 1884; y antao, cuando an se empleban carruajes tirados a caballo, cobraba cuatro pesos de oro por los enterramientos adultos y dos si trataba de un feto. El Chino fue el ltimo de los cementerios de La Habana construido en el siglo XIX y se emplaza, como el de Coln, en el barrio de El Vedado. En l, la vegetacin no es un elemento decorativo, sino predominante, porque los chinos acostumbran a dejar escrito en su testamento con qu plantas sern acompaados en su descanso eterno. Y pese a que fue nacionalizado en 1967, para dar el visto bueno a los entierros todava se sigue necesitando la autorizacin escrita del casino Chung Wa, una especie de rgano administrativo que maneja algunos asuntos de la comunidad china de La Habana. El Macabeo, finalmente, es conocido por una realidad un tanto ttrica: en uno de sus panteones, en vez de restos, hay seis pastillas de jabn fabricadas por soldados alemanes en los campos de concentracin nazi con grasa obtenida de los cuerpos sin vida de los prisioneros judos.