Friedrich Katz

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rnemoriss en 1954 y su desc&

fue tomada dc su libro Reminireen-

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~ ~ a b a en las haciendas de MCxico j o durante el porfiriaG: modalidades y tendencias


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y profundas trnnsforrnaciones que tuvieron lugnr en el campo de Mixico entre 1876 y 1910: la cxpropiacidn de las tierras comunales dc las aldeas y la disminucidn del snlnrk real de los trabajadores en las haciendas. Segirn 10s datos disponibles, al finelizar el forfiriato mis del 95 or ciento de las aldeas comunales habian perdido sur tierras.' El vnlor h quisitivo del jornal que recibian t s trab hajadores agricolas en las haciendas disrninu~denormemente entre h876 y
Se han puesto dc relieve dos de las muchas

1910.'

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Decir escuetamente que disminuyi el valor de 10s salaries renles qlte se pagnban a 10s trabnjnciores en ins haciendns, no tiene mucho significndo. Los salarios 9610 eran una parte del ingresc-dd pt6n -de h_a&zda y para' detep minor su estindnr de vidn hay que tomar en cuentn otros Vahores. ~ T e g i n acceso i - o c i s g de la hgeienda Si e+endeumQcuQn ZEra= ?ir. y en uC tirminos? --_ e nelmpedn a I n o ttFnbi$&rbre?a por

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Revolution, MCxico, 1966, pp. W32 micropelicula de El Colegio de

Econbmica,

MC-

Frank Tannenbaum. The Mezican Agrarian Revolution, Nueva York. 1926, pp. 1 s Aun ue en el canrenso general de la opinidn I r ma oria de lar tierrra comu3. nolcs de lor Jdcaa lueron expropiadas durante cl rigimen Dlaz, lorn estudiosoa no estin dc acuerdo acerco dc la magnilud exacto d e e a r confiscacionea VCase George McCatchen McBride, The Land Sysrem 01 Mexico, Nueva York, 1923: Moida Goridlez Navarro, El Porjiriato: la vida social, pp. J87-212;Fernando Condlez Hoa, El arpecto agrario de lo Revoluciin Mcxicuna. Poder Ejecutivo Federal, Direccidn de Aprovirionamientos, Direccidn de Tallerer Crificos. MCxico 1919; Moisir Conriles Navarro. El capitdismo nocionolistq ed. B. Costa-Amic. MCxico, 1970, pp. 227-53. Francisco Bulner que estuvo muy allegado al rCgimen porfiriono, cscribid en 1916 que el 1 por 5 ciento de Iar aldear eomunaler habion logrado conservnr rus tierras: The Rho@ Truth About Mexico: President Wilson's Responsilility, Nueva York. 1916, p. 85. 2 Gonzilez Roa y Tannenbaum opinan que lor sslarior renles disminuyeron ed treinta por ciento durante la era porfiriana: Tannenbnum, op. cit, p. 149, y Gonzilez Roo, op. cit., pp. 180-81. En la obra preparado por el Seminario de Historia Moderns de MCxico, Estadisticas ccono'micas del Porjiriato: Fuerza de trabajo y octividad ccondmica por sectores, ed. El Colcgio de Mixico, 1964, pp. 147-48,re calcula que la disminucibn promedio del salrrio minimo real en conjunto fue de cerca de veinte por ciento entre 1877 y 1911. No fue uno disminuci6n continua. Hubo una tendencia a l a alw dc ralorios haeta 1898-1899.De ahi en adelante bajaron gradualmente hosta 1908 y nluy abruptamente entre 1908 y 1911. E peonaje pot endcudomiento es una eapecie de trabajo forrndo que se desarrolln l cunndo existe un nimero de requisites previor para la erclavitud en la agricultura

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c ; ~ L \ ~ - i ~ b Este ensayo pretende examinar algunos d e 10s efec~oade estos odelantos ~orosnmente cumplia o se ~ o d i a se l~acercumplir el sistema de peonaje por sobre las condiciones lnborales en Ins h a c k C a s del Porfiriato. No f s e n i a a m i e n t o 3 , Siel-lab a ~ ~ a r c e& _! ~ era su parke a e la coserua o r r una s i n i ~ i ? i - b c t n C~~IEIGS-S r haciendas iTc ?6poca. hast. el ii euG? r =n $ &En ue conii"$oh& ae*$t~ la momento es poco lo que se ha investigado sobre las condiciones que prevaUC servicios tenia u e restar a la I ~ c i & & - - ea r r a a t a r ~ o iQS . ~ ppst i idades ~ n ~ ~ ~ ~ d d ~ & ~ t ~ ? - ~ ~ ~ $ ~ ~ ~ c ilecian ; n diferentes haciendas para oder hacer unn sintesis seria. Aqui fr2bajadores i en las solamente intentark sefialar ciertas A - m m P u n t o s era de tiempo completo y qub morcio'4_mmp-rendia aTos temporales? de MCxico entre m g 1910. En este ensayo se discuten Ias variaciones r e m s en estos a s p e c t o s k las condiciones de traba&Se ~ r e t e n d edeterminar cuin difundido e importante era-naje por e n d e u d a n ~ i s el MCxico~rJiriano,analizar las en circunstancias en que se e m p w A e s t e peonaje e indagar quC otra alterna-=-__ .-tiva--=6aio podia emplearse. De 10s estudios disponibles se pueden seiialar ciertas modalidodes y tendenEs dificil resolver estas cuestiones no s610 por.falta de datos cuantitativos cias en las condiciones prevalecientes e n . la3 haciendas hacia finales del sino tambiCn por las t_endenciaa_tan-&!_s.tema_agrigda mesiglo XVIII y principios del XIX.' ,En tirminos genernles ltabia cualro closes xican0 durante el period0 de Dim. La expro i a c i e ~ e ngran escala de tierras de trabajadores en las haciendas mexicanas: in&enas cre6 una nueva r ~ e l y a - ma~io&%ra.~mmm~lmt.dones, dc Ls mi;% y en rnenor _---1tg1 i~d"*igs, tenian necesi!?p & %b?$dorer ermanente conocidos por divcrsos n o r n b r e ~ : ~ =a<ferta y la demanda no se concentraban en las mlsmas ireas. as exmayoria cran trabajadores a.qicolas, pero hnbia tambiCn vaqueros, pastores o artesanos; 21 i propiacioncs mhs grandes tuvieron lugar en la regidn mhs densamente poque labraban las tierras de la hacienda por tiempo blada del centro de MCxico; las plantaciones se desarrollaron principalrnente iio; -. en Ins tierras tropicales del sur, poco pobladas, mientras que la mineria se concentr6 en 10s igualmente poco poblados estados norteiios. El desarrollo Bohumil Badura, "Biografia de la hacienda d e San Nicolb de Ulapa", lbcro-Americana Pragensis, aiio IV, 1970; Ward Bamt, The Sugar Hacienda of the Marqueses del del sudoeste de 10s Estados Unidos a1 terminar la Guerra de Secesi6n y Ins' Valle, Minneapolin, 1970; Jan Bazant. "Peoncr. arrendatarios y medieros en MCxico. conexiones ferrocarrileras entre 10s Estados Unidos y M6xic0, y dentro de ' La Hacienda de Bocas hasta 1867': estudio presentado en el XL Congrew lnternocionul Mexico mismo, afectaron profundamente la oferta y la demanda de maqo de Americnnistra, Roma, 1972; David A. Brading. "The Structure of Agricultl~ralProd e obra. duction in the Mexican Bejio during the Eighteenth Centuryw, a u d i o presentado en el XL Congreso Internacional de Americaniatar. Rome, 1 n Fransois Chevalier. L4 9;
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(tales como un poderoso grupo de grandes latifundistns, escasez de mano de obra, etcttera). pero el gobierno re niega oficiolmente a implementar la ~sclavitudaunque la tolere ticitamente la recondzca bajo otro nombre. b e fue el caso en la mayoria d e las colonias espaiiolas cuando el Estado erpaiiol abolid o limit6 la esclavitud de 10s indios y 10s trabajos fonados, como eran la encomienda y el repartimiento, y proclam6 la libertad d e 10s indios. El sistema d e peonaje por endeudamiento era un instrumento que reconocla oficialn~enteque loo indioa eran hombres libres pero en la prictiea ataba a muchos de ellos a la tierra que trabajaban. VCasi el origen de este sistema en Silvio Zavala, "Los origener coloniales del peonaje en Mexico". en Estudios Indianos, Madrid, 1935. El peonaje por endeudrmiento no era exclusive de HispanoamCricr. Vdrse Pete Daniel, ?'he Shadow 01 Slavery, Peonage in the South, Chicago. 1972. El thrmino pedn se presta a ~nuchasconfusionea. Frecuenternente se le da el aignificado de pebn endcudado. En Tos siglos XIX y XX, el tdrmino pedn significa rimplemente un trabajador, generalmente en la agricultura pero tambiin en la mineria; el tCrmino no implica nutomitic~rnenteel endeudamiento o la residencia en una hacienda. Se dabs una gran variedad de ~ n l b r e sa 10s peones residentes, sobre todo el de peo'n acasillado. En tiempos de la Colonia era cornen el tCrmino equivalente de ~ b o r i oo d e 8aMn. En este ensayo el concept0 peonaje por endeudamiento se aplica a 108 peones endeudados residentes en una hacienda. No st aplica a lor trabmjadores temporales que muchas veces tambiCn estaban atados a la hacienda por endeudamiento ni a 10s trabujedores residentes permanentes que no estaban endeudados con la hacienda o cuva deuda era tan i n ~ i ~ n i f i c a n tque no estaban atados a Csta. e

jormacio'n de lor latijundios en Mbico, ed. Fondo de Cultura Econbmrca, MCxico. 1976; Ursula Ewald, "Das Poblaner Jeauitenkollegium San Francisco Javier und win h n d wirtschaftlicher Crossbesitz", lahrbuch f i r Ceschichte oan Staat, l i r t s c h l l t nnd Ceseflrchalt Lateinamerikas Bd. 8, Colonia, 197l;'Urrula Ewald, "Versucl~ezur dnderung der Besitzverhiihniare in den letzten Jahnehnten der Kolonialzeit; Bestrelungen im Hochbecken van Pueblo-naxcala und seiner Umgelung mur RGckfiiltrung von Ilacienda Land an Cutrrorbeiter und Indianische Dorrgemeinrchrhen", Iahrluch j i r Ceschichre von Slaat, Wirtrchalt und Cesellscholt Lateinamerikar, Bd. 7. Colunia, 1970; *Enticlue Florescano, Origen y desarrollo de lor problemas agrarios de Mixico, 1500-1821, ed. Era, MCxico, 1979; Charles Gibson, Los aztecas k j o el dominio erpaiiol, 1519-1810, ed. Siglo XXI, Mixico, 1975; Isabel Conzila Sincheq "La retenci6n por deudas y 10s trotlador de trabajadora tlaquel~ualeso alquilados en lar haciendas. como rustitucidn de 10s repartimientos de indios durante el aiglo XVIII", Andes del lnstiruto Nacional de Antropologia e Historia, MCxico, 1968; Charles H. Harris, 111, "A Mexican Latifundio; The Economic Empire of the SCchez Navarro Family, 1765-1821". P1t.D. Disr. University of Texan at Austin, 1968; Charles H. Harris. The Scinchez Navarro. A Socio. economic Study 01 a Coahuilan Latilundio, 1846-1853, Cl~icogo, 1964; James D. Riley, "Santa Lucia: The Development and Management of a Jesuit Hacienda in the xvtr, Century': ensoyo presentado en el XL Congreso Internacional do Amcricanistas, Roma, 1972; Enrique Semo y Gloria Pedrero. "La vida en una hacienda aserradera mexicana a principios del siglo xrx". ensayo presentado en el XL Congreso Internacional de Americanistas, Roma, 1972; William B. Taylor, Landlord and Peasant in Colonial .8azaca, Stanford, I972

hacienda.

ia variaciones regionales y particulares de coda

en tierras de la hacienda, y e 1 2 a I a r i o _ g G ~ ~ ~ ~ .--les pa&a, - i K i K d e den 10s .- . or G Labajo r compos-del h ~ ~ p d a d o . ' L a impor:- m T a relativa do ca a uno Xe estos lngresos voriaba de XGienda en hacienda. , L . . ....** i w - y s61_0 --. - .* .Frecuen-. -temente el pe6n n z e c i b i a racihn, pero con su salario podia cornurar maiz de la llacienda a precio inferior al >el mercadoP Las c~ndiciones~variabon, aun dentro de la misma hacienda. En lo hacienda de Bocas, en San Luis Potosi, algunos de 10s eones acasillados recibian raciones de maiz de la hacienda con regularidax en tonto que la mayoria compraba maiz a la hacienda al precio de un peso cincuenta centavos por fanega.. Lo primera obligaci6n de 10s peones era labrar las tierras del hacendado o cuidar el ganado cuando fuera necesario, pero a veces tenian que hacer trabojos dom6sticos y ocasionalmente se les requeria para pelear por la hacienda.' En algunas haciendas habia una diferencia muy bien marcnda entre 10s emplcudos privilegiodos y 10s otros tmbajadores perrpancntcs.-En Bocas 110. bio cincuento y cinco sirvientes privilegiados llamados peones acornodados. A diferencia de 10s otros-peones residentes, llamados peones acasillados, 10s acomodados recibion con regularidod raciones, ademis de una parcela. Los 265 peones acasillados no recilian rnci6n.' En algunos casos se obligaba a todos 10s peones permanentes a trabajar algGn tiempo sin poga.' - Con excepci6n de 10s ranchos y haciendas ganaderas situados en las Breas mnrginnlcs de MCxico, porece que 10s peones de residencia permanente constituion uno rninorin en la fuerzn loboral de la moyorio de las haciendas mexicanas. Los trobajodores temporales rea~izabanIn mayor parte del trabajo. Formoban un grupo complejo, mucho m6s dificil de describir y de precisor que el de 10s peones residentes. Los trobajodores~eventualespodian ser residentes de nldeas indigenas libres y dueiios de tierras, o odian ser pequeiios propietarios que buscoban un ingreso complementorio. A gunos procedian de
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aldeos cefcnllas a la hncierida y alli vivian, trnlajando durante el dia en la Iiocienda. Otros procedian de aldens apartadas y tenian que vivir eh la hacienda por largas temporadas. A veces se les pagaba en efectivo, A 10s troboja ores en otras ocasiones con el uso de tierras de la libres se les podia permitir el uso de 10s apacentarnientos o se lcs con el aprovechnmiento de 10s magucyes, como era el cnso en a hacienda de San Nicolis Ulopa?' Este tip0 de trabojo eventual Itabia una gran concentraci6n que en el Bajio l~obiaun tip0 lnados indios v a g o ~ No eran residentes .~ qite libres, silt0 trabajodores ~nigratorios cienda y lucgo cn otra, o en las ininas, trabajo en la ciudad. Un tercer grupo de trabajador:~ vivia permanentemente en lo hacienda y ohtenia la parte nlis considerable de su ingreso de Ins tierros que lo hacien2 da pouia a su disposicibn. Sug terrene? eran rn_ayores 3ue 10s de 10s p residentes y tenian que pagar a la hoclenda, en eGGtLo o en productos', por d - S d e la tierra. Ademis estaban obligados a trabajor para la hacienda una parte del aiio. Habia tombiin medieros y arrendntorios quc no estaban obligados a dar servicios a la hacienda, pero que pagaban a1 dueiio uaa suma fija de dinero o una porte de la cosecha.JB Los ar spodian alquilar desde una pequeiia parcela hasta una gran extensi6n o un rancho entero;" habia quienes teniun tierros propias uder116s tlc Ins que alquilnban. Algt~nosarrendotarios y apnrmros ct~ltivuban por si lnismos sus tierras, mientras que otros contrataban trabajadores. AI- . gunos contrataban a trabajodores de la hacienda para cosechar, y mientras unos estnbun obligndos a vendcr un producto a la hacienda, otros podian venderlo en el mercado librePs Los convenios con 10s medieros eran mtryry.variables, pero quiz8 no tanto como 10s dc 10s arrendiitiirlm. A dgunos hacendados les interesnl)a mis la 3ue les correspondia en la aparceria, mie~itrasque a yorte de la _gosecl~a otros les intercsaba-mas el tralojo, los medieros vivian en lo Irncic~idamisma o en aldeas cercanos; unos eran agricultores de subsistencia que apcnas si cubrinn SIIS neccsidndes, rnientros que otros producion exccdc~ltcs. Los convenios con 10s pequeiios arrendatarios o medieros eron generalmente por poco tiempo y el hacendado se creia faciiltndo para revocarlos o camLiarlos

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Bazant, op. cit., pp. 9, 1 . 9 6 Ibid., pp. 16, 19. 1 John H. Coatsworth, "The Impact of Railroads on the Economic Development ol Mexico, 1877-1910", Ph.D. D i s University of Winseonrir~,1972, pp. 178.212. 8 Bazant, op. cit., pp. 15-19. 0 Ibid.. pp. 19, 50.
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10 Brading, op. cit., p. 3 . Badura, op. ct., p. 101; Baunt. op. cit., pp. 29-30; 7 Ewald, "Dos Poblsner Jesuitenkullegium. .*, pp. 66-67; Condlez Slnchez, op. cit., ' pp. 24849; Gibson. op. cit., p. 254, l1 Bodura, op. cit., pp. 1W105. 1 2 Brading, op. cit., . 35. 1s Ibid., pp. 32-33;laznnt, op. cit., pp. 3440; Badura, op. cit.. pp. 104105, 1 4 Baulnt, op. cit., pp. 42 y ss. 15 Ibid., pp. 36-42.

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En 10s estudios sobre las haciendas a1 final de la Colonia, llama la atenci6n el poco inter& en la exglotaci6n que origin6 tsntas &s a fines contr6 que 10s precios en las mHs altos que 10s que rivaban en las tiendas vecinasSm Parece que esta situaci6n cambi6 radica mente en el siglo XIX. El emperador Maximiliano quiso ganarse el apoyo d e 10s cnmpesinos indigenes suprimiendo las tiendas de raya en 1865.M ~ C u i fue la causa del cambio habido entre finales del siglo XVIII y prinl cipios del x ~ x , la segunda mitad de este iiltimo? S610 podemos especular. y Posiblemente influyeron 10s comerciantes espaiioles del period0 colonial que no querian perder sus lucrativos mercados. Tambidn puede explicarse el cambio por el hecho de que 10s indios estaban en posicibn m6s ver~tajosapara negociar en el si lo X V I I ~ , cuando todavia conservaban tierras comunales que empezaron a per er en el XIX. Para responder a estns preguntas hacen fnlta investigaciones mis cuidadosas sobre las tiendas de raya. Los peones acasillados del centro de Mixico no eran, como tan frecuentemente se dice, 10s mis explotados y oprimidos. Gozaban, lo mismo que 10s

va ueros y otros trabajadoru no agricolas, de cierta seguridad y siempre po ian contar con una cantidad bisica de bienea y aliment-. Con frecuencia se supone que todo esto lo pagaban con la irdida de su libcrtad, per0 l~emosdemostrado que no todos 10s acasillados el centro de Mdxico estaban en ese caso. Brading considera que en el Bajio 10s acasillados formaban una Clite privilegiada nl lado de otros traba'adores de las haciendasP Este hecho podria explicar en parte a diferencia de actitudes entre arrendatarios y medieros por un lado, y peones acasillados por el otro, durante las luchns sociales en MCxico. La mayoria de loa levantamientos qtle tuvieron lugar en MGico durante los siglas xvln, XU y xx a iniciaron en'las aldeas de indios libres que defendian o tratnban de recuperar sus tierras o se suscitaron como protesta r 10s im uatoa elevados. Hubo, sin embargo, algunos levantamientos en as hacien as, pero m 10s pocos cams en que ha sido posiblc encontrar el origen social de 10s invol~~crados, ha visto ae que no eran peones acasillados sino arrendatarios principalmente. El levantamiento en la hacienda de Bocas, en 1780, fue obra de arrer~datariosy hparentemente &lo un pe6n acasillado pa~ticip6?~ Cuando en 1869 sa levant6 la aldea dqCapu7@ cercana Ba%uc& muchoa de 10s arrendntarios de Ins haciendas ~ w s u n i e r o n L i i In~urrectos.~ otro lado, Ias fuerzas e Por que organizalan 10s lracendndos para combatir a las aldeas indigenad se formaban con peones acasillados y_rerrueroa. En 1870 la hacienda de San repeler el ata ue de Ins aldeas kirMiguel us6 a s w w o n e s acasillados cundantes que haliTaK-pZ^riEko sus tierras en favor e la hacienda.04 La pr~Xmanifestaci6n de la Revoluci6n de 1910 en la aldea de Narnnjo. en @ichdacwfue un atnque de 10s vecinos de la localidad, no contra Ins aut o w s federales, sino contra 10s peones acasillad_os de una hacienda que - ---les habia quitado sus tierras?'

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28 Ta lor, op. cit., pp. 67-110. En pocos a t a d o r de Mlxico 10s poderowr caciques indios &rempeiiaron un papel oomo el que desempeiiaron en Yucatin; viase Moisls G o n d e z Navarro, Raza y tierra.. y Nelson Reed, La guerra de castas de Yucatdn, ed. Era, Mbico, 1971. 2* Riley, op. cit.. p. 22. Bazant, op. cit.. p. 25, deja la cuestidn en el aire porque encontrd muy poco evidencia. Dice que la tela se vtndia 33 por ciento mir cara que al precio de mayoreo, lo cual era menos que el sob'reprecio de 50 por ciento que CO. braban Inr tiendar. Charles Harris, 'A Mexican Latifundio.. . ,tampoco es muy ex" p l i c i t ~acerca de 10s precios en lar tiendas de raya, aunque si prueba que la tienda de rnya dc loa Sinchcz Navarro tenia un monopolio pricticamente abwluto (p. 211). Mientrar que Bazant calcula que lor salarios en la hacienda de Bocar eran suficientes para permitir un nivel minimo de vida (p. 23). Harris encontrd que en Iar haciendas d e 10s Sincl~ezNavnrro. "nun con la racidn y la vivienda gratis que consiatia en una misera cham en alguno de lo8 caecos, era imposible que a n trabajador pudiese vivir con su ralario y menos si tenia farnilin" (p. 166). "La Gnica forma de cornpietar su prcaupuerto era el endeudamiento, lo cual obviamente era el objeto del ristema de peonaje" (p. 167). Minirterio d e Gobernaciin, Colcccidn d e leycs, decretos y reglamentor que internamente jorman el sisternu politico, administrativo y judicial dcl Imperio. Mhxico, 1865, pp. 185-87.

31 Brading, op. cit., p. 37. MoisCs Gonzilez Navarro tambidn reiiala la "relativa reguridad de lor peonen endeudador" en Yucatin en cmparacibn eon l a del "indio Iibre" hacia el final de la Colonia: op. cit., pp. 20-21. 3' Baurnt, op. cit., pp. 48-49. Bazant encontrd tendenciaa remeJanto en otro levantamiento en San Luis Potori en cl sido xrx: "Lrublevacidn de l a Sierra Gorda que propugn6 por reducir o abolir las lentaa,, pero no por aumentar e l jornal del pebn, parece confirmar la infonneci6n de Bocar en el rentido de que 10s arrendatrdoe, y no 10s peoner permanenter, re hallaban en rituncibn critics, por lo menos en algunar perter del estado en San Luir Potori" (p. 42). Parece que cae fue el caw en uno do loo . m h graves levantamientos indlgenar de Mixico. la Guerra d e Cartar d e Yucatin, en el riglo xrx. Segtin Moi&s Gonzilez Navnrro, "la guerra fue iniciada e im ulrada por loa moyas de la frontera, lor huite, 7 por quiener J l o recienternente hatian d e j d o de pertenecer a esa categoria. Lor mayar occidentalea, en cambio, por largo tiempo acostumbrador a1 peonaje, acabaron or unirse a lor blancos.. Esor indior "babian tranrferido su lcaltad del pueblo a fa hacienda" (Gonrilez Navarm. Ruza y tierra.. , p. 87). 53 Jeeda Silva H e m g , El agrarisrno mexicano y la relorinn auraria, ed. Fondo de Cultura Emn6mica. Mlxico. 1959, pp. 97-98. 3 4 Coatsworth, o cit.. pp. 245-49.- ' 35 Paul ~riedric!. A ~ r a r i a nRevolt in o Meiican Yilla~e. En~lewood Cliffs. New Jersey, 1970, p. 5 1 : ~ pesar d e estar tendencinr no se d e G ;xagcrar la pashidad de

."

N o obstante l a escasez d e - d e s , es evidente que ya se pirede hablar tle la situacidn d e Iz3iferentes grupos de trabajadores de Mixico nntcs del PorIiriato en tkrminos de su sia!us, sus condiciones d e d a , su acceso .a 10s bienes y su relacihn con las estructuras .%7ioeconi%micas existentes.
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L E q~ i medida se prolongaron en el ~ r i o d o u 10s pntrones quc I a lnes del ~IJ&JJI~ y p~i!~ci ios del existinn en Ins ]loci Una de-sI en confronta el historivdor que est&i estc problema es la naturaleza d e stts fuentes. A rimera vista parece una contradiccidn q u e ha a menos itiformacibn y se ayan estudiado menos las h n ciendas de fines el siglo XIX y comienzos del xx, que las de periodos atiteriores. D e s p u b de todo, e s una Cpoca menos remota, ya habia algunns estadisticas a1 terminar e l siglo X I X y vivian todavia muchos de 10s participantes. Lag r e v o l u c i o n e ~ a ~ r a r i aafortttnadas tienden generalmente a producirs abundant0 literatura s o b r e Ins condiciones de la tencnc~ad e lo tierrn an& = a Revolucibn. Los nuevos %biernos revolucionar~os facilitan a lo; bistorrailores ios d i v o s de las liaciendns confiscodas, pero MCxico es urrn no~nble excepci6n a la regla. Todavia n o se ha publicado una descripcibn importante de las condiciones existentes en las haciendas porfirianes.'a Las po-

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10s peones de hacienda. IIubo cnsos en qus 10s residenten iniciaron sus propios movimientos socinles. pero a diferencia de 10s hubitantes ante Ins autoridodes gubernnmentales, Fran ois Chevalier describe 10s esfuerzos de 10s hnbitantes de las haciendas do1 norte de hlirico y de Cunnojuuto para obtener para si mismos la categoria de pueblo independiente durante el final del siglo X V I ~ I y primera mitad del XIX. Franqois Chevalier, "The North Mexican Haciendas, Eigliteenth and Nineteenth Centuries", The New Vorld looks at its History, Austin, Texas, 1963, pp. 101-106. Ewald, "Versuche ' zur Andrrung . ..", encontrd que en la regiQn de Tlaxcalu-Puebla hub0 intento$ seme. jnntes. A pnrecer, la mayoria fracasnron, per0 en contados casos 10s peones residentes 1 lograron su prophito. En el liltirno a60 de eobierno coloninl 10s peones residentcs de la hacienda de Son Miguel obtuvieron permiso de la3 nutoridodes para formur cl pueblo eut6nomo de San Sebostiin Buennvista en tierrns de lu l~ncienda(pp. 246-47). Son rarisimos 10s casos conocidos de lcvantarnientos4 el sirlo XIX en ue hayan psr. en (icipado peones ucasilladoa. En 1869, Chivez Ldpeq canlpesino rert!ucionnrio quc operaba entre Chalco y Puebla, llsm6 a 10s acasillados a rebelarse. Acusd a 10s hacen. d a d o de "someternos a 10s mayores abusos: han estnblecido un sistema de explotaci6n medinnte el cual nos vemos privados de 10s mis simples placeres de la vida". A ~ J renremente tuvo cierto Cxito y mis de 1500 hombres se adhirieron al rnovirniento. Aunclue no se snbe quC clasc de hombres se le incorporaron, el hecho de ayelar a 10s acasillados indica que pretendia gunnrse su apoyo. John H. Hart, "Mexicnn Agrnrinn Precursors", The Americas, 29:2, octubre de 1972, pp. 131-50. Ta~nbiCnson raros 10s estudios inbditos sobre las hacier~dnsporfirianas. E x ~ e ~ l c i i ~ ~ importnnte es Edit11 Boorstein C:outtirier, "Hacienda de San Juan Hueyapa: The lii+ tory of a Mexican Social and Econotilic Institution, 1550-1940", P1t.D. Diss., Columbia University, 1965, que describe detalladamente In l~isloriny organizaci6n de llnn bacien. da cerca de I'achuca. I

cas descripcioiies qtle se ha11 publicado liasta hoy, basadas, en 10s arcl~ivos de Ins mismas haciendas, se rcmontnr~al periodo colonial o a principios dcl siglo XIX. No es el lin de este ensayo discutir las corn lejas ratoncs dc esto. Probablentet~teIan contribuido a la escasez de dntos e l ~ e c h o e que Ilirbied ran transcurrido~~eintictiat~~ entre el inicio de la R e v o l u & 6 n U - . aiios na y-el k r r o U o en gran e&ala_de l a _ ~ ~ r n a Ro hay qtte olvidar, por otra parte, que en gerierrl losXacenda&os lograron conservar parte de sus tierras y slts arcliivos. Puesto q u e 10s ltacendados eran el blnnco dcl ataq u e del gobierno revolucionario, n o habia razdn para que pusiernn srts a r clrivos n disposici6n dc 10s ltistoriadores mientras estuvieran mt posesibn dc cllos. En la estadistica porfiriana, aparte dc unos cuantos datos sobre el aiio de 1884," no se refleja n i n g i n interks por el peonaje por endeadamiento, ni por 10s colivet~iosde arrendamiento y aparceria e n Ins hnciendas. Mieutrns 10s libros de las haciendas particulares n o est6n a disposicidn de 10s investigadores, s61o se puede contar con c u a t r o grandes fuentes: relatos cle pcriodistas y reformadores sociales de la ipoca; @ ,J ates e n las Cirnarav ell el period0 de Diaz y sobre todo en el de?de*o&! investigciones Listdricas y antropoldgicas d e caricter local, y _2 informes de diplomiticos cxtranjeros. El primer0 eu un conjitnto inlportantc de fuentes muy valiosnsJa aunque de utilidad limitada, porque el gobierno de Diaz controlaba casi toda lo prensa y 10s diarios d e oposicidn tenian circulacidn escasa y esporidica. Sc ltacia todo lo posible para evitar que 10speriodistas de la oposici6n y 10s refornlndorcs sociolcs tuvierun acccso a las ltacicndns porfirianas, dc mnrlcra qtte 10s informes provenientes de esns fuentes no son continuos y suelen con- . centrarse en la flagrante iniquidad del sistema. Es relativamente grandc el nhrnero de panfletos, a y r 'li6rOmrFa peonaje por endeudamiento en Yucatiin y el Vallc Nncional en Oaxaca, per0 en el rigimen de IJiaz se pttblich mity poco sobre las h a c i e ~ ~ i l a s centro y del norte d e M6xico. del

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agyaraa:

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Algunos dutns estndisticos sot~reel peonaje por endeudnmiento en el sur dc MCxico rn 1tlO.t sc encllentran en Inlormes y ducurnentor relarivos a comercios inferiur y exferiur, rrgricultura e inclurtriu, julio de 1885 n febrero de 1891. 38 AndrGs hlolinn Enriquce Los grandes problemus nocionales, rd. Ern. MCxico,;l978; Wistallo Luis Orotoo, Legislucidn y jurirprudencia sobrc terrerros bcklius, Imp. ]dc El Tiempa, Mdxico,.!895; Wistano i,rtis Oro2.co. "La cuesti6n agrarian, en JesGs Silva Nrrzog, La cuestton de la rierra, ed. Instituto Mcxicnno de Investigndoncs Econbmicns. 4 vol. Mi.xico, 1960; John Kenneth Turner, op. cit., Lee octor, de 10s wngresos cut6licos ograrios celebrnclos en 10s primeros aAos del rig10 xx contienen infames muy valiusos sobre las condiciones de trubajo; vtase Congreso Agricola de Tmlancingo, Mtxicu. 1905. Hay datos importai~tesen el dinrio Regeneracidn editado por lm herlnanos Flores Mag6n. Todavia no se estudin ni se evulirn sistemiticomente todo el mcrpo de literaturn producida por 10s viajrros txtranjerou que visitaron MCxico en 10s siglos X I X y XX. En. contrd Ins mejores descripcio~~es Ias condiciones de trsbajo en I& haciendas mexide cnnas ell: Cltnnning Arnold y J. Tnbor Frost. o cit.. I-lenry Bnerlein. 011. cit.; C:l~arlcs Flandruu, Vita MCxico, Urbanit, 1M4; Hurry &nf Kessler, Noriten iibe Mexiko, Lcip. zig, 1921.

Los debates en la c i m a r a de Diputados son una fuente imvortnnte pero t cllbren un period0 mu corto, pues poco se d i s c t ~ t i a ~ c o n d i c i o n e ~ i m ~ ~ ~ t e s c n Ins lp<i&&diGGG el Porfiriato2 Despuis d , ~ ; , u : e u a n d o e 1 p " x haje h l e g a l y pricticamentecabolid6, Tos debates gira en torno a a reL- m a agraria. S61o se discuti6 nmpliamente el tema duronte el periodo-Z r ! M a d e r o z u i d o 10s reformadores a&r,raristas estuvieron representados en la C6rnara y subsistia todairia* p G n a ~ e or endeudamiento.*' I Las o b n s de historia local y 10s ~ u $ i ; - % i i i 6 ~ o ~ ~ klocales adquieren os cada dia mayor importancia. Sin embargo, hasta ahora algunm de 10s mejores relatos~antro~oldgicos histdricos se hen cot~centradoerr las comue nidades que lograron conservar sus tierras durante el rigimen de Diaz.'O En 10s Cltimos aiios l a tendencia se ha invertido en estudios tales como el de la aldeq de Narnnjo, en Michoacin, de Paul Friedrich," y en el estudio de la grnn hacienda d e 10s Garcia Pimentel, en cl estndo de Morelos, que realizan en la actualidad algunos antropdlogos de la Unirersidnd Iberoameri~ana.~ Entre 10s observaiores mhs interesados de las condiciones de trabajo en la ipoca porfiriana, estaban 10s diplomiticos que teninn que rendir informes fidedignos a 10s inveraionistas potenciales. El informe mhs ambicioso y mls complete, asi como menos conocido, es el que prepar6 el attacht agricola de la-embajada alemana de Buenos Aires, quien deseaba disminuir la dependencia de Alemania respecto a 10s productos agricolas de 10s Estados Unidos. Como consideraba seriamente ue Hispanoamirica podria sustituir a 10s Estados Unidos, Kaerger llevd a cn o una misidn de casi tres aiios para estudiar lus condiciones de la agricultura en toda IIispanonmCrica. En vistn de que el objeto era incremetttar las exportaciones a Alemania y estimular las inveniones alemnnas en Hispanoan~irica, en su detallado estudio pttso ! de relieve las condicioncs del trabajndor agricola. Kaerger estaba ndmirablemente dotndo para la tarea. Durante mucllos aiios habia escrito sobre la situa- . ci6n de la agricultura en Alemania, sobre todo en las lieredodes prusianas, y habia publicndo un buen nGmero de informcs sobre 10s trabnjadores ngricolas polacos emigrados a Aleinnnia. Kaerger tuvo en buena medidn la cooperaci6n de 10s terrntenientes hispanoamericanos. Unos eran alemanes, otros tenian negocios con 10s numerosos comerciant)es alemanes que operaban en t 10s distintos pnises de HispanoamClrica, y otros miis tenian la esperanza de que 10s alemanes inviriieran en sus propiedades. El resultado de este viaje

es un documento irnico, l~uhlicadoen Leipzig, y es una de Ins bases del vresente estudio."

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sto que a1 finalizar el siglo XVIII y empezar el XIX las condiciones orales en Mixico seguian dos grandes patrones: por un lado el del norte y el sur, y por otro, el del centro. Pero durante la era porfiriana el trabajo en Ins haciendas tom6 diferentes rumbos en el sltr tropical, en la rnesa central y en el norte del pais. Con el enorme aumento de la demanda de productos de lns zonns tropicales, principalmente de 10s estados de Yucatin, Tabasco, Chinpas, parte de Oaxaca y Veracruz, hubo un correspondiente aumento d e la producci6n. De 1877 a 1910 l produccidn dc caucho, caf6, tabaco, h e n e q J n y azircar a~t. a mentd n ~ t a b l e m e n t e .A excepci6n del azircar, que tnmbiin ae cultivabn en ~ la regi6n del centro, casi todos estos productos procedian de las tierras Ilanas del trbpico. Los a ricultores del sur tenian vnrias maneras de incrementar la produccidn: aumentando el uso de mnquinarin;@J utiliznndo mnuo de obra
4s Karl Kaerger, op. cit. El text0 original conliena p i r r a b r que no nporecen en la versi6n impresa, ae encuentra en Deutsches entralarchiv, Potsdam AAII 14460. Vdam mis noticias wbre la misidn de Kaerger en Friedrich Katz, Deutschland. Diaz und die Mexikunische Revolution. Berlin, 1964. pp. 154-56. Aunqua el informe d e Kaerger contiene sin duda la mis valiosa deseripcidn de Ias condiciones de trabajo en Im I~aciendar mexicanas. tambiin tienen importancia algunos informes de norteamericanos. 1.0s n~ejores son la recopilacibn de informes de oliciala en m i s de currents localidaded de M . S. xico: "Agricultural Labor in Mexico", Reports from the Consuls of the United Stater on the Commerce. Manu~ctures,etc.. of their Conrulcrr Districts, N. 67, reptiembre d e 1886, Washington, 1886, pp. 525 ss. Un informe de 1% 8: Special Consular Reports, Money and Prices in Foreign Countries. V. xrtt. port 1, Wasliington, 1 % pp. 111 s , 8. . rnenciona 10s snlarios y 108 precios per0 no la. condiciones laboraler. The Bulletin of the Department o/ Labor, vt, Wasl~in~ton, 1902, contiene un informe detallado de Walter E. Weyl sohre "Condiciones Laboroles en Mdxico". A diferencia de Kaerger, Weyl no haso ru informe en su propia experiencia sino en inform- secundarios. 44 Tabla explicativa wbre la cuesti6n: Aurnenro 3 k procluccio'n, 1877.1910 (en toneladas) . 2 Articuloa Caucl~o Cafd Tabnco Sisal Azicar

%c

1877

1910

Los discursos m i s i~nportantespronunciados en la Cilnara sobre telnas, asi como articuloe 7 pnnflctor relevant^, re publicaron en l a obrn citada de Jes3s Silva Herzog. La cuestion d c la tierra. Oscar Lewis, Tepoztlin, un pueblo d e MCxico, ed. Joaquin Mortiz. MOxico, 1971; Robert Redfield, Tcpoztldn. A Mtrican village, Chicago, 1930; Luis Gonzilez y Gonrile% Pueblo en vilo. Microhistorih d e Son l o s i d e Gracia, MCxico, 1 W . 4 1 Friedrich, op. cit. 4' Agraduco a1 profesor Arturo Warman y al equipo de investigadores que encabaa en la Univemidad Iberoamericsna. 10s infornles que me proporciond sobre 10s condiciones econ6micas y socialea en 1s hacicnda da Santa Ana Tenango en Morelos.
30

27 8 161 7 504 11 383 629 757

7 443 28 014 8 223 128 849 2 503 825

Fuente: Estadisticas econdmicas del porliriato: Frrerza de rruboio y uctividud econcimica por sectores, Mdxico, 1961, pp. 71-82. No se incli~yeel algod6n porque se cultivaba principolmente en rl nortc y rnis adelante st: estudiarin 10s condiciones que prevalecian olli.

contratada;.q] cnmbiando el modo de utilizar a loo trabajadores de la hacic,~dn, y % aumentando el nGn~ero de trabajadores procedentes de Ins aldens comunales. La m:canizaci6n se utilizabn Lnicamcnte en la transformaci6n de la materin prima. Pricticamcnte no se procur6 emplear mnquinaria para In siembra y la cosecha: la mano d e obra era m8s barata que la m a q l ~ i n a r i a ? ~ Los trabajndorcs que contrataban 10s lincendados del sur proveninn casi siempre de otras pnrtes d c Mixico. Los trnbajadores europcos rest~llabandemasiatlo curos y un intento de llcvnr trnbnjadores italianos n Yucntiin culm i ~ ~ 6 urr fracaso. En Yucatin contrataron ttabajadores corcarlos y cl~inos, en per0 mucl~os no pt~dieronsoportar el clima, Ins etifermedades y 10s mnlos tratos, y caycroil et~Icrmoso m ~ r i c r o n ?Esto en si misrno no habrin sido ~ raz6n suficicnte para no continlrar con la prjctica, per0 d~rrnnteel periodo de ni;lz-rP.;b la importaci6n- de trqbajadores extranjeros nl aumentar la -oierta de m a n e ~ r a a c ~ - o _ C- ~ ~ - Ticnicamente estos trabajadores cran o dcportados o trabajndores voluntarios contratados, per0 en la prictico IIO liabia mucl~adiferencia entre unos y otros. Los deportados eran: g;indigerlns de 10s tribus fronterizas que liabinn resistid; n IosKcTndados que confiscaban sus ticrras, cspecialmente yuquis de Sonora, 10s cuales fucron dcportndos por millnres a Yucatin;" descontc~~tos politicos del cct~troy Ilorte dc Mixico, contrarios a1 rigimen de Dim, aldeanos y traba'ndores urbanos principalmente, que fueron enviados a lar plantaciones d e kucitlir~,d e Valle Nncional en Oaxaca, 0 a Tabas. C: f i ~ ' c r i m i n a l e s , tanto delincuentcs demasiado pobres para liberarse o o8 ctrando inenos porn evitar la deportaci6n mediante el soborno, como vagos dcsocupados que las leyes porfir~anasconsideraban criminalcs.'" Los trabajadores contratados eran campcsinos dcsposeidos y trabajadores desemplcados de la ciudnd de M6xico y de otras partes del centro, atraidos a 10s tr6picos por 10s altos salarios que se ofrccinn o simplementc inducidos . n firmar contratos d ~ t r a n t euna borrachera. Un ohservador simpntizante del rigimcn dc l)iaz decia que cl etigancllado era genernl~~lente hon~brequc un pricticnmente era secuestrado en Ins ciudades de la zona templada o fria de Mixico. Con frecuencia enfermos, muclias veqes a l ~ o ~ a d o s pulque, y conen tratados durnrlte la borrachera, estos hombres t r a ~ ~ trasladados casi en cuerda y elltregados n talitos cientos de pesos por cabeza. Los concentrabarl ell recilltos cercados co11 nlambre dc pLas, en condiciones sonitarias atroces;
4 5 Vease Lntlro Viatlus. "El prol~lemade la pzqueiia propiedad", en Jesis Silva Herzoa. La cuestidll & lu tizrra, p. 117; Kaerger, Londtvirtschu/t ucld Kolunisntiun.. ., 11,

la sangre vicinda por el alcohol y corroidos por la enfernledad, ernti fci. ciles victimas de Ins afecciones tropicales, dc la insnlubridad y de la infecci6nP0 En 1914, John Lind, representante especial en Mixico de Woodrow Wilson, y el alniirante Fletcher de la flota norteamcricann en Verncruz, fucron invitados a visitar una plnntaci6n de caiia de azlcar, propiednd de un estadounidense de nombre Etliery Sloane, la cual empleaba irnicamente trobajadores contratados. Mbs tarde el primer0 informaba:
COII

Los tral)ajcdores q ~ el c ~ gobicrno l ~ a b i aenvindo n l ~ ieran priicticamcntc prisioncros. El aln~irantcFletcher y yo vimos el cspect6culo inusitado en el siglo xx de grupos de oclio o diez hombres discn~inndos entre el mnizul, acompaiiados por un arrendor, un cacique, un indio de In costa, alto y fornido, con un pat de pistolas a In cintura, y un lhtigo negro de ocllo o diez pies, siguiendo de cercn a1 grupo qrte excavaba, m i e ~ ~ t r n s otro hclo nl del campo, un hombre con unn escopeto, con el cnii6n ascrrndo, 10s vigilnbn. Estos hombres salian a trabajnr en la mniiana vigilados por estos capataces y lor Ins noclles eran encerrados cn un grnn tcjnbhn. Tnnto cl nl~ni. rante bletcher como yo n t i b m o s asornbrndos de que pudiern existir esa situaci6n, pero exi~tia.~' Jolln Kennet11 T L I ~ I I ~ I _ _ O ~ ~ I V ~ s e ~ n ~ j n net e Vnllc Nuciotlul, 11na sitzci6n n OZ~ncn,gue describii vividnrnente en su ya famosn obra @zim i q p h r ~ - --&nildice que la vida promedio de-un enga_ncliado era de m e n o x e un aiio.

El esclavista de Valle ~ i c i o n a -escriLib Turner- ha descubierto que es l mbs bnrato comprar un esclnvo en 45 d6lnreu. hncerlo morir de fntiga y cle hambre en siete meses y gastnr otros 45 cl6lares en titlo nuevo, q u e dar a1 primer esclavo mejor alimentnci611, no hacerlo trabajnr tanto y prolongar asi su vidn y sus horns de trnbajo por u n periodo miis Iar60.b2 Ta~nLiCn sc contratnlmn trnbnjndores en Ins zotlns mndcrerns dcl cstaclo iudoriental de Tulasco. La promesa de altos sueldos atroin n 10s ttnbajndores a las propiedades de 10s hermanos Mcjnres. Efectivamente se cti~nplia lo prometido el primer aiio, pero transclirrido Cste, el trabajndor no podia partir y era obligado n seguir trnbajando con 10s Mejr~respor lo ntitnd dc la paga dcl primer a i i ~ . ' ~ v c i ~ dem d a y de traI~n$ & 10s pe_ones ocnsilia& &l sur dc vi exico se n w e j n h c a l k &a mtis a Ins condiciones dk 10s trahuiaJotes

--

p. 650.
46

G O I I ZCJmara Zavala, Resen'a Ristdrica de la industria Benequenera rle Yucuran, U~~ hlCridu, 1936, 1,. 59; I)e~~tscl~ts Ze~~trularchiv, Potsdam Nr. 1571; Deutsche Gesandtschnl~ in Cllinn, Emigrutiol~llocl~Mexiko, 1909-1910. '7 Gonzilez Navarro, Raza y tierra.. . pp. 03-29. 3 Turner, up. cit.. 1111. 59-70, 96, 126. ' 49 Ilid., pp. 6465.

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Wallace Tllompson, The Peuple of rlfexico, Nueva York, 1921, p. 327. Unite11 States Documen~s.Foreign Relations Committee, lnvestigaiiun o j hfcxican Aljairs, 2 vol., 66 111. Congress, Second Section, Saute Document Nu. 62, Wnsl~in~ton, 1919. Testimony of John Lind, vol. 11, p. 2326. 6 Turner. op. cit., p. 50. ' 53 J. D. Hatnirez Garrido. "La csclavitud m Tnbarco, Mexicu, 1915". cn Silva Ilenog Lu crcesti6rr d r lu tierra, IV,p. 35.
50
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.-. s-c Esto se ve claramente en el cambio de la situaci6n de los>cx~-, sillados en las plantaciones henequeneras de Yucatln. Antes de que se cultavara eJIienequ6n e r g r a n escda, las liaciendas yucatecas producian maiz y criaban ganado. El viajero, diplomltico y ar uc6lo o, John Lloyd Stephens, nos dej6 en su libro Incidents 01 Travel in Zentra! America, Chiapar and Yucutan, una clara descripci6i; de la situaci6n de 10s peones a~uillados en ese pimmer ~eriodo,En 1845 visit6 u n K h i m r X n t a millas cuadradi;, per0 silo una pequeiia parte esti cultivada y el resto no es m6s que potrero para el ganado". Observ6 que habia algunos vaqueros "que recibian doce d61ares a1 aiio y cinco almudes de maiz a la semana", pero ue I%-yoria de 19s tramrran luncras, llamados asi "por estar o ligados a trab+~~&n~&lunes, -- a cambio de utilizar el agua potable de la ha< ciendn". Seiiald que no estaban obligados a permanecer en Ta TiaEienda, a menos que es~v&rnn e&Ud.ados con el amo, "pero esto pricticameate 10s ata de pies y ma no^".^ Posteriormente, al terminar el siglo XIX y comenzar el xx, con el eno_rme increment0 de la ~ o d u c c i 6 nde henequ6n, el cultivo del maiz decr'ecz-&m i x t i i r e a s en 184544500 ~390'7? Como consecuencia SC, redujemayoria de 10s acasido para su a[pe_ntau n a gran diferenGa

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El medio legal de atar criados a una hacienda consiste en hacerles un pago adelantado que, en su situaci611, significa que el trabajador que huye de la hacienda puede ser regresado a la fuerza por la policia. Los pagos por adelantado se hacen generalmente cuando un 'oven nacido en la hacienda llega a la edad de 18 o 20 aiios, o se casa. E amo le do entonces cien, ciento cincuenta o doscientos pesos para que establezca su casa y ambas partes tlicitamente acuetdan que esa suma, y cualquier otra que se adelante posteriomente, en caso de accidente o de enfermedad, nunca se pagari. A ese precio vende su libertad el joven yu~ateco.~'

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a forma de esclavitud .pb desenh ea&r Be - & p & n . Al venderse una das, pero en Yucatln esta priictica, que existia en teoria, fue sustituida por otra. El valor del pe6n se fijaba en el mercadoindependientemente de la deuda quii %ubiesecontraido; nerales del m e r c a ~ e s ~ c i a l m e n deLpm$ete ade lascolldiciones a e k n i ~ n Alreded;;. de 1 95 it precio de un eiin oscilaba entre doscien. ~&rkIltos pesos. En 1900, con el auge henequh. el precio del trabaindor subid a 1500 y 3 000 pesos:' y despuis de la crisis de 1907 baj6 .-de nievo a 400 pesosb8 En los primeros a60s del period0 de Diaz yl hasta el carnbio de siglo, las condiciones de 10s acasillndos eran, no obstante, mucho mejores que las de 10s deportados y de 10s contratados. Los hacendados sentian cierta obligaci6n hacia 10s peones. En 1901 Karl Kaerger infom6:

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En 10s Cltimos aiios del Porfiriato la situaci6n de 10s acasillados empeorb progresivamentc. Al desplomarse 4 precio del heneqoin y aumentar las exigencias de la International Harvester Corporation a 10s hcnequeneros yu. catecos, 10s salarios adelantados a 10s trabajadora dismilluyeron constantemente.8' Lo antes dicho no debe hacernos creer que las condiciones de trabajo eran las mismas en todo el sudeste tropical de Mixico. Habia difere~lciasno s610 regionales, sirlo tambidn de una hacienda a otra. En sf--predominaba~ 10s peones acasillados sin *=a-en o&;lig ~rabaiadores controtados. Unas oyXan en eTpeonaje tra icional, o d e 10s aca$l~a_(ros tcnbn gu peguja . La diferenci-entre las fi"aC1GGIas y gantaciones ma-nejaG principalmente con trabajadores permanent- y las que emplenbun sobre todo trabajadores tem orales en la siernbra y la cosecha. En Ins lincos cafetaleras de Chia as, las e cacao de Tabasco y algunas de las tabaqueras, la mayor parte de os trabajadores eran temporales. En las fincas cafetaleras del Soconusco, Kraeger encontrb 241 trabajadores temporales y solamentc . 50 ermanente~..~ diferencia era mayor todavia en una finca tabaquera La de &n Andrb Tuxtla, .que empleaba 264 trabajadora temporala y s6lo 14 permanentes" En las fincas cafetaleras de 10s alemones en la regi6n del Soconusco, en Chiapas, la mayoria de los trabajadores eran migratorios d e Los Altos, empleados por dos o tres mesa. El propietario les hacia un corto adclanto a cuenta de sueldo y pagaba el transporte hasta la finca. Su reducido salario de cuatro reales (cincuenta centavos) se reducia todavia mBs porque les pagaban en moneda guatemalteca, que valfa 25 por ciento menos que la m e x i ~ a n a . ~ ~ Kaerger aporta una de las pocas descripciones que se encuentran de Ias tiendas de raya:
*

Stepllens, op. cit., p. 414. 6s -. Ilencolren. revista editada por la Comisibn Reguladora del IIenequdn, 30 de El /I abril de 1918.- p. 14. Baerlein. op. c i t , p. 1%. 1' 61 Hubert Boecken, "Der Sirallhnf', Der Tropenp/lanzer, 4 Jrg. 1900, I, 23, 6 8 Turner, op. cit., p. 14. Diversas fuentes insisten en qlte poco importaba a1 hacendado el monto real de la deuda de un pe6n si se empeiieba en consenarlo. Acumulaba deudas de padres a I~ijos, Ialsifieaba libros, o simplcmente deelarabs quc el p d n le debia.
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migratorio estaba obligado ao-rt

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herger, op. cit., Ir, p. 490. Friedrich Katz, "Plantagenwirtschaft und Sklaverei: Der Sisrlbru auf der lialbinsel Yucatin bis 1910". Zcitschri/t 11% Ceschichtswiuenccb~/t, VI. Berlin, Jahrganb 1959, Heft 5, pp. 1024-25. 61 Kaerger, op. cit., 11, p. 543, 6 2 Ibjd., p. 511. ' 8 Ibld, pp. 543-44.

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medieros tres hectolitros de maiz por cada yunta de bueyes, m b un peso a la aemana y unos veintidds a veinticinco pesos en una sola entrega. LIegada la cosecha, tenian que pagar todo esto con maiz que el hacendado re. cibia a un precio inferior a1 que 61 habia cobrado. "Dadas las circunstancias", decia Kaerger, "no ks de &rprender que a1 final el mediero no d l o no recibiera ni un grano d e maiz, sino que acabara debiendo al hacendado."a* En 1912, Gabriel Vargas, di utado por Jalisco, inform6 a la CHmara que muchos hacendados exigian to avia m i s a sus medieros. El dinero y la semilla que adelantaban para la siembra se pagaban al tiempo de la cwecha con un sobreprecio del 100 por ciento y mis. Si moria un buey de la hacienda mientras lo utilizaba un mediero, Cste tenia que reponerlo, lo cual, segiin Vargas, ocurria a menudo pues 10s bueyes que prestaban eran casi siempre 10s mhs vie'os y d6biles de la hacienda.No habia seguri a d alguna para 10s medieros. Fueran cuales fueran las condiciones del contrato, el hacendado podia presentarse inten~pestivamente a1 debido tiernpo y confiscar sencillamente toda la cosecha. No habia ningGn tribunal ante el cual recurrir. En la Cpoca de Diaz, despuis de la expropiacidn de las tierras comunales, aumentd la gente que buscaba alquilar tierras, lo cual favorecia la e x p l ~ t a c i d n . ~ Muy distinta era la situacidn en las haciendas de productos tropicales del centro de Mixico, sobre todo en las azucareras, donde habia pocos medieros 10s hacendndos cultivaban directamente sus tierras igual que en el sur de XlCxico. Sin embargo, en 1- primeras no habia cambios tan nlarcados dentro de la hacienda misma. A diferencia del henequCn, el tabaco y el calk, que recientemente habian tenido un auge, el cultivo de la caiia de &car tuvo importancia desde el principio de la Colonia. Tierras donde se cultivaba maiz a medias, se dedicaron a la caiia de azicar. Los grandes cnmbios que esto produjo fueron externos y no dentro de la hacienda misma. La producci6n se increment6 en tierras comunales expropiadas. 4 La fuerza de trabajo estaba formada por trabajadores temporales con una minoria d e acasillados. Ct~adrillasde trabajadores temporales libre% ue no recibian adela~ttosni estaban atados por deydas a la hacienda, realiz%n el trabajo. La expropiacidn generalizada de les tierras comunales propiciaba esta situacidn. Los salarios variaban entre tres y cuatrq &ales diarios, sin hacienda03 alimentos. S41n t e ~ i b i a ~ ~ e n ~ q ~ 4 e ~ J x . ffacualeros En las ha-

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Ibid., p. 637. Gabriel Vargas. "lniciativa de ley sobre mejoramiento de la situaci6n actual de 10s peones y medieros de las haciendas", en Jesls Silva IIenog. La cuesrio'n de a rierro, rr, p. 271. Se ha escrito mucho, sobre todo despub de la Revolucidn de 1910, sohrc ]a explotaci6n de 10s medieros. Uno de 10s articulos mais interesantes y m i s reveladores. es el del general villista Juliin @lo Juvera, quien habia dado tierras en aparccria. Relata el complicado sistema de prhtamos que tenian que solicitar 10s medieros para util i i r animales de tiro, lo cual 10s colocnba en manos de 10s prestamistas. Juliin Juvera, "La mineria de Iw rnedieros". en Marte R. C6ma, La reforma agruria en lm filar villistas, ed. BINEHRM, Mhxico, 1966, pp. 2343s. *I Wiatano Luis Omzco, "La cuesti6n agrarian, cit., pp. 236-37.
89 90

ciendos habia un tlacuolero por cada diez o doce peones y se encargaba de ir c a d a ~ ~ c dia a lo2 .pueblos de 10s trabajadores a recoger las tortillas er ~ l e s _ p p r a B s r rus f a m i k r En 10s pueblos habia , encargados de . p n n a t a r y vigilar a 10s trabajadocs. Recibian un- J O de cuatro Q cinco reales, m C u t t xeal dlarlo por cada diez trabajadores que vigilaban. Habia haciendas que paga. H e a p i t i n - - u n su&To-lijo de un -pe_so diario, sin extras, o sea cosi d doble de lo que recibian 10s peones.Era muy raro que 10s trabajadores permanentes recibieron un edazo de tierr& - b u e ~ a , a que la tierra de rie&Y se dedicaba a l a a% azirar, pero en cam ~ c i b i r l o s610 pagaban una suma minima por el alquiler? , Habia prollibiciones para 10s peones residentes. En la hacienda de Santa Ana, en Morelos, no podian abandonar el casco para i r a pueblos corno Cuautla, sin permiso expreso, pero no hay indicios de que se les fonara a permanecer en la hacienda; por el contrario, si alguno se presentaba tarde a trabajar, el capataz lo echaba de su casa. Dada la abundancia de mano--de en el ~ e n & ~ & Mt5xic0~-estono llama la ate6cibn. Aparenternente 2 pe6n acasillado de una hacienda azucarera se consideraba afortunado. Los acasillados de la hacienda de Santa Ana casi no tomaron parte en la Revolucidn a pesar de ester situada en la regi6n zapatista. Las porciones de ttr_re_noip_s_ervjblepara cosechas comerciales, que la ha. cenda no cultivaba, se cedian a 10s acasillados o se sembraban a medias, y corno eran pocas las parcelas de alquiler muchos 10s interesados, qyien conseguia una se sentia dichoso. En Santa na habia una minoria prlvilegiada que.al uilaba tierras o que tenia el derecho a a=ntar gnnado en tierrar de l a h i i 5 s t a n d o en cambio 10s bueyes a 10s arrendatarios. Lo3 a r r a datarios ocupaban un buen niimero de labradores, llamados g a i i a n e s i n d & - -t o ~ ,que eran 10s mhs pobres en la hacienda." E dificil precisar si el peonaje por endeudmiento en el centro de Mbxis co aumentd o disminuy6 e n la 6poca de Diaz. Aparentemente operaban h e r zas contradictorias. Mientras en las haciendas aumentaba el nimero de tra. bajadores residentes con el consiguiente aumento de las deudas en que incus rrian, disminuia la necesidad del hacendado de atar a 10s trabajadores a la tierra mediante el endeudamiento. Se explica que decreciese el peonaje por endeudamiento. Hemos dicho ya /! que entre 1876 y 1910, el despojo generalizado de las tierras comunales cre6 un proletariado desposeido que la incipiente industria del centro de M6xico no podia absorber. Por otro lado, el increment0 demogrhfico en pueblos que, corno Tepoztlln, habian podido conservar sns tierras comunales, obligb a

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*2 Kaerger, op. cit., 11, p. 493. John Womack dice que lor hacendados de sitios m b apartador de Morelos, sobre todo lor Amor y 10s Garcia Pimentel. intentaron rumintar el personal permanente y depender menos del trabajo temporal: Zapara y la rcvolucio'n mexicana, ed. Siglo XXI. M6xico. 1972, p. 4 . 6 Kaerger, op. cit., p. 593. 84 Camunicaci6n verbal del profesor Arturo Wannan.

10s que no podian tener acceso a ellas, a buscar traJbaJo en las 11aciendas.8~ Con la aJbunda-wia d e mano de obra barata y sin corn romlsos, 10s hacendnhizenda; es decir, dos no tuvieron ya necesidad de sujetar 10s peEea a esta situaci6n les permitia ocupar temporalmente a gran niimero de trabajadores sin tener que mantenerlos durante todo el aiio. MoisQ Gonzilez Navarro opina que el exceso de mano de obra t g a b a haziendo desaparecer el peonaje por e_nde"da-mie$p_e! m u ~ e ~ del centro de la Re~Gblica?~ o s Sin embargo, iste n o era el caso en todas partes. En la regi6n de TlaxcalaPuebla, 10s hacendados seguian r e c t u x e g peonttje par endeudarnientopara defend& de la-cornpetencia ue representnba la indmtrk-textil, que pagaba salnrios m i s elevados. Con l a competencia el jcund . & s1tbi6 a cinco reales mientras q u e el e6n e n d e l l d a m biendo d e dos y medio a tres reales por dia. peonnje por endeudamiento continu6 con especial vigor en esa regibn," sin que a1 parecer los industriales 4ayan protestado, pues la abundancia d e mano de obra cubria de mbra sus - necesidndes. El aumento de la deuda global de 10s trabajadores a las haciendas no se debi6 necesariamente a1 deseo o a la necesidad del hacendado de ntar a SIIS p o n e $ mediante el endeudamiento. Fue tambiCn consecuencia del a m e n t o del _ d+&-me&aros y wdstttrios, del despojo de las tierras coml~nales de la modalidad del arrendamiento y la aparceria que se practicaba en lar haciendas del centro de .M(rico. Casi todos 10s me$emry cllltivaban tienastxzmnadp b r e s que pagnban con una proporci6n continuamente creciente de,ilas cosecl~asy su situaci6n era realmente muy precaria. Cuando la cosecha era buena, apenes si obtenian lo suficiente para subsistir sin poder acumulnr reserva alguna, y si era mala, no teninn mis revedio que endeudarse con la hacienda. Los cuantiosos adelantos de 10s hacendados a 10s acasillados cumplian dos, fines: a~egurabanal hacendado una fuerza permanente de trabajo y cren-. ban a1 mismo tiempo una relacibn de protector-protegido entre el hacendado y sus peones. Los sueldos que se adelantaban en la Pascua de Resurreccidn y en Navidad, y en ocasiones seiialadas de la vida del trabajador, como el dia de su boda, por ejem lo, y que ticitamente se aceptaba que no se pagarian, eran una expresi6n 8e la magnanimidad del hacendado y de su inter& par el bicnestar de sus trabajadores. En muchos cnsos el prestigio y la importancia del trabajador crecia al parejo de su deuda con el hacendado. Los ndelantos eran el precio que el hacendado pagnba o creia que tenia que pagar para ganarse la lealtad d e sus peones acasillados. t S e justificabnn sus esperanzas? Un estudio realizado a principios del siglo xx parece indicar lo contrario. El episcopado de Tulancingo encarg6 a un terrateniente, el doctor Refugio Ga-

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liado, que investigase la cuestidn del peonaje por endeudamiento, asi como si~s efectos sobre la productividad y la actitud de 10s peones hacia sus ambs. No se entrevist6 a 10s peones, linicamente a 10s hacendados d e la regi6n y sus respucstas a las pregi~ntasresultaron sumamente revelndorasP8 EI doctor Calindo queria averiguar tres cosas; si el peonaje por endeuda~niento aumentaba o disminuia la productividad del trabajador; si fomentaba stis buenos o malas relaciones entre hacendados y peones, y hasta q u i grado estaba difundido el peonaje por endeudamiento en la regi6n de Tulancingo. Cuarenta y un hacendndos coritestaron el cuestionario v lo mavorin - f14e muy explicita acerca de la relnci6n entre el peonaje P! indcudamiento _y O la Eoductividad del [rnbGadpr?' . , El doctor Galindo preguntb: " ~ L ~ e gde recibir la habilitacidn pasnn 10s o peones uno o mHs dias en la ociosidad?" El 60 por ciento d e las respucstas fue a f i r m a t i v ~ ? ~ ~ " ~ E s t o sprtstamos 10s estimulan a ser m6s trabajadores?" El 78 por ciento de 10s hacendados contest6 negativamente.P0I, .: lnsistiendo en el tema el doctor Galindo pregunt6: " ~ L o speones m8s endrogados con sus alnos, son 10s mejores o 10s peores o no hay diferencin?" Los hacendndos respondieron en el mismo tenor: 56 por ciento considerobart que ernn 10s p e ~ r e s . ' ' ~ I Un linico hacendndo respondi6 lo contraqio; ,"Explica en su cartn que en su locnlidad, Huayacocotln, hay indios nahuatlacas, buenos trabajadores, y otomies y tepehuas, malos tralnjndores, alzados y faltistas; 10s amos se apresuran a dar 10s pristnmos a 10s buenos (nahuatlacas) y no a 10s malos (otomies y tepehuns)"Pos h t e es uno de 10s pocos casos en qrle 10s hacendndos lograron converlcer a 10s peones de que 10s adelantos a cuenta dc sueldo eran una muestra de generosidad, per0 obviamente lo habinn conseguitlo aprovechando el secular antagonism0 entre 10s nahuas y 10s otomies y tepehuas. I, El estudio indica que el peonaje por endeudafniento creaba el resentimient k d e l o s eeo_n_es -que en In mayoria de 10s casos no conducia a un sentitniento de grupo avorecido por la generosidad del hacendado. Galindo prcgunt6: " ~ L o speones endrogados acusan a sus amos de dolo en SIIS cuentas, lo que ellos llaman hacerles 'cargndilla'?" El 66 por ciento de 10s haccndpdos contest6 a f i r ~ n a t i v a m e n t e ? ~ de 10s comentnrios recibidos explica con Uno clnridad lo que esto significnba en la prictica para el I~acendado:
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Evidentemente, cuando un pe6n se va'con una deuda que comprende no


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Boletin de la Sociedad Agricola Mexicana: Segundo Congrcso Agricola de Tulancingo, Mixico, 1906, pp. 128-59.
013

Biblioteca del
lhid.

aw-ibid., p. 133-34.
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Oscar Lewis, op. cit.. pp: 72-73. m Gondlez Novarro, El poriiriato, la vida social, p. 222. *' Kaerger, op. cit.. 11, p. 638.

Ibid.. p. 134. Ibid., pp. 13435. Ihid.. p. 135. Ibid., pp. 137-38.

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poder pagar jambs, sicnte el desaliento moral que es consecuente a1 qire se considera sin eu libertad para poder trabajnr aqui y allit; y este desolierito se refleja etr In acci6n fisica, dc lo que rcsulta qrle el trabajo qrle hacc es muy deiicicnte, t a n t ~ ,por lo ma1 ejecutaclo como por la lentitud con que lo verifica y el! este caso la deuda del pe6n es perjudicial para 61 y para su amo, pues aquil se hace el cargo de tte conlo esti debiendo, tiene su anio que resignarse a sufrir sus morosida es y srls faltas, contando con la seguridad dc q u e quedartin impu~ies, orque, ~ d qu6 manera se plree d c castigar a ese pe6n sus faltas? Si se e pega, la ley castiga al que se toma justicia por su mano; si se lleva a la jtnticia, se carecc del trabajo del pebn, el patr6n pierde el tiempo y el re0 sale del juzgado con s6lo una amonestaci6n que nada aprovecha 11i corrige y s610 sirve para acrecentar su insolencia. ~ S le despide de la finca? No, porque est6 debierldo lrna C cantidad que el patr6n no se resuelve (I perder y tal vez no llaya quien uiera devolver lo que aquel semicomprado debe. Y esto evidencia que p d n , mientras m i s endrogado es m i s iniitil?-

dos de Tulancingo sobre los f~rnestosresultados del sistemn sobre In productividad y las relaciones de traba'o cqsistia en In r e g i b . De 41 I~acendados que contestaron el cuestionario Ai&lindo, s6lo 10, o sea el 24 por cicnto, no adelantaban sueldos a s r ~ strabajadores; el 22 por ciento, o sea 9, ade. lantaban de 1 a 10 pesos, lo cual evidentemente no 10s ataba a In l~acierida, y 22, o sea el 56 por cie~ito,llncian adelantos tan cuantiosos que era inlposible o sumamente dificil pagarlosPor Galindo ntribuia esto al temor que tenian 10s l~acendados quedarse sill de trabajadores si no aplicaban la coerci6n necesaria y 61 mismo se ponia conlo ejemplo para demostrar que 10s tenlores eran infilndados: Yo mismo, desde el aiio de 1888, quit6 de la hacienda de Snn Francisco Huatengo y en el rancho de Tortugas la costumbre de dar habilitaci6n en la Semana Santa, y desde esa fecha se ha restado cada Jueves Santo 50 centavos solamente a cuenta de cada pe6n a ulto, a Ins mu'eres de ellos, para que compren ese dia algo mds d e recaudo. Y sin em argo, en 15 aiios que segui girando esa l~acicnda(el Iltimo, ,el de 1903), rarisirna vez, tres o cuatro en todos 10s 15 aiios, necesiti emplear semaneros ambulantes; antes cada aiio 10s necesitaba para la siembra y la cosechp. En consecuencia, puedo asegurar que es vano el motivo de ase i r a r a 10s peones en el servicio de la finca, para seguir 1 costumbre de djlda . la llnmada h a b i l i t a ~ i 6 n . ~ ~ ~

&to justamente fue 10 que Ilevd a 10s l~acendadosen la regi6n de Tulancingo a abandonar el peonajc por endeudamiento. i Manuel Brassetti, administrador de hacienda, explica por q r ~ se stlspendi6 el peonaje ~ o endeudamiento er~TochntIaco:. ' r -- 1 .

En esta finca habia el siste~nade peones de aiio, todos ellos endeudadisimos, flojos, borrachos, malos trabajadores y niiry renlilgosos; despuds de estudiar 1)ien determini perder la suma de tres mil pesos q ~ r edebinn y desde 11ace dos aiios, la gente es semanera acasillada. Curndo eran de aiio, dejaban de trabajar el sibado antes 'de Semana Santa, toda la Semana Sarrta se embriagabari y con trnbajo sa lograba que snlieran a trabnjar el Martes d e Pascua. Desde que son semaneros, trabajan el Lunes y el Martes Santos, y el Lunes de Pascua ya estin en el trabajo. Asi como antes el lu~rcsno saIia m i s que la rnitad de la cuadrilla, en la actualidad son muy raros 10s quc se quedan. Ln conrecuencia, mi opinidn es que dicho mEtodo o costumbre es defectuoso, y se presta a1 continuo abuso de la gente, dindose lugar a que 10 insulten 8 llno con sus suposiciones d e la famosa "cargadilla". En la actualidad estH11 m l s contentos, no e s t h tutoreados, saben que si trobajan tienen Oraya y sia no, no. Y ellos mismos han llegado a convencerse de la bondad de cste sistenia, habiindose Ilegado el caso de que digan a 10s peones de otras haciendas: "vendidos, nosotros somos libres".lW NO obstante la halagiieiiagexperiencia de 10s hacendados que abandonaron e l sistema de peonaje por endeudamiento y el comin acr~erdode 10s hacenda.
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Seria interesante averiguar por qub perduraba el sistema de peonaje por endeudamiento en la regi6n de Tulancingo, si la mayoria de 10s bacendados opinaban que era codmproducente. ~ S e r i amiedo a las innovaciones? 4 0 apego a una tradici6n feudal? Quizds tambiip tuviera algo que ver el hecho de que en Ahunyotepec
62 centavos; aIli estin 10s trabajos de la instalacib de tomes y cables

estin 10s traba'os del ferrocarril de Hidalgo, en donde cado pe6n 6nna

de la luz eldctrica de Necaxa quc necesitan muchisirnos brazos y que pagan a cada pe6a 7 5 centavos. Debido a esto ha muy pocos peones de aiio; Qtos ganan 31 centavos diarios y el maiz o tienen a cuatro pesos cargn.RO'

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Es posible que, lo mismo que en la regi6n de Tlaxeala.Puella, la competencin de empresas no agricolas llaya sido un factor determinante. Cabe preguntarse si tales deudas se traducian siempre en peonaje por endeudamiento. En casi todos 10s estados de Mbico, kgalmente las deudns significnban que el trabajador no podia dejar la hacienda sin cubrir su ileuda, que la constante reducci6n del salario real hacia casi imposible saldar.
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Ibid., pp. 137-38. h i d . , pp. 144-45.

Ibid., p. 132. Ibid.. pp. 145-46. lo* Ibid., p. 147.

No se puede determinar l~astnq u i punto forzabnn los l ~ a c e ~ ~ d n d opermaa s necer en. la hacienda a 10s trabajadores descontentos o intentaban llacerlos volver por la fuerza cuar~dohuiar~. Esas medidas podrian 11al)er sido anticconBmicas dado el exceso de brazos en el centro dc Mixico; pero por otro lado tambikn es posible que 10s hacendados temieran perder autoridad a1 suprimir el peonaje por endeudamiento. Todas estns c~~estiones requieren mavor investieaci6n. Cnsi todos 10s liombres d e las aldcas que perdieron sr~stierras com~~nales tuvieron que deperider en parte de Ins haciendas porn su subsistencia, conio acasillados o en alglrna otra forma. LO inico que se puede comprobnr con estadisticas es que, como dice Frank Tannenbaurn, In mayoria de 10s habitantes siguieron residiendo en sus pueblos. Mientras se les despojaba de sus tierras comunales, Ins aldeas n~ismaslograron conservar cierta autonon~in.reteniendo n veces equeiias extensiones de tierra que, si bien no alcanziban para mantener a a poliaci6n un aiio entero, si producian lo suficiente para alimentarla durante algunos meses. Otras perdieron sus tierras. Poco se sabe del destir~oque corrieron esos pueblos expropiados, ero el estudio realiza. do por Paul Friedrich e n J e l pueblo d e Naranjo, en Rlichoacin, que perdii todas sus tierras a favor de la hacienda de Cantabria, p ~ ~ e d e un ejemplo ser comiin. La hacienda recikn formada trajo de fuera a todos sus acasillados y a la mayoria de sus medieros y solarnente nlquil6 tierros a unos c ~ ~ n n t o s arrendatarios locales, seguralnente a 10s que estaban en mejores relaciones con la hacienda. La Bran mayoria de 10s habitantes de Naranjo tuvieron que buscar trabajo temporal en haciendas distantes,'1 cosa muy natural, ya que a la hacienda le interesaba tener acasillados a 10s fieles a ella. La manlobra tuvo Cxito pues pocos acasillados se unieron a1 movimiento revolucionario en 10s pueblos y siguieron fieles a las haciendas. Se requieren m i s estudios sobre la conducta de 10s acasillados, arrendatarios, medieros y trabajadores eventuales durante la Revoluci6n. En Ias haciendas del centro de Mkxico inicamente un pequeiio grupo medio de contratistas de t E n h j d e r e s , -c arrcUdPtarios a c m ~ - d a d o s , tenia posibilidad d movilidad ascendente. La gran mas-de 10s acasillados, e trabajndores eyentuales, arrendatarios y medieros, no s61o e s t a a n en la imposi6nTdd de acumular ahorros, sino que sus medios de vida se reducian constantemente. Sin embargo, en el momento en que las aldeas comr~nales padecian el descenso precipitado de su forma de vida y una inseguridad siempre en aumento, 10s peanes acasillados estaban, comparativamente, en mucho mejmsituaci6n. La fidelidad al arno solia verse premiada con el nscenso a indos de confianza.
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ern tambidn distinta. Lo misn~oque en el sur, la demanda de prod~lctos agricolas del norte venin acornpafiatla por la es_casez de n ~ a ~ n o obrn. Y lo de ~nisrnoque en el sur, predominaban difcrentes ToFmPs de t r a l n h forzado. I Sin embargo, norte y sur tonloron caminos de desarrollo rnuy diferuntes en t i e m ~ o sdel Porfiriato. Y d n d c antes de la Conquista, el norte habia permanecido a1 margen de ; la evoluci6n del centro y del sur. La tierra no era adecuac!apara In a ricult11ra J sostenia ' ~ e i k _ g r u p o de agI_iciJt~res,-tiL fa ta- dc s gran es p o m a s capaces de trabajar, pus0 limitn a la expansi6n espaiiola hacia el norte y s61o llegaron pobladores a las regiones mi2 g m s y sus drededores. El norte sig\1i6 escasarnente poblndo, con tribus dc indios guerreros que desanirnaban 10s intentos de colonizaci6n. La situaci6n er11peor6cuando Mexico perdi6 Ins tierras scptentrionales rnis lCrtilcs al qucdar vencido en la guerra contra 10s Estados Unidos. Esa situaci6n tuvo diversos resultados. Las haciendas predominaron milclio m i s en el norte que en el centro o en el sur hasta finales del siglo x ~ x . Los pocos pueblos indigenes libres que sirvieran de contrapeso ernrl de tri. bus agricolas, de las cuales la m i s importante era la de 10s yaquis de Sonora. En tiempos de lo Colonia se fundaron algunos pueblos con indigenas rle . Tlaxcala. Igual que en la Europe medieval, donde el castillo dcl seiior era IIII refugio en tiempo de grlcrrn, asi In casa de la hacienda protcgia a lor habitnntes de 10s ataques de 10s indios hostiles. Esto doba o 10s hncendndos uir poder casi absoluto sobre sus criados en haciendas en Ins que, como la de +los SIncl~ezNavarro, en Conh~~ila, todos 10s trabajadores estaban prictica~ mente atados a la tierra mediante el peonaje por endeudamien~o tenian escasas posibilidades de huii.rrrPdrriio t d o . &mo dice Fransois Xevalier, el , tener que contar con 10s peones para defender las haciendas d e ataques & 10s indios, daba a istos cierta fuerza, y para finales del siglo XVIII algunos peones residentes habian adquirido una buena medida de independencia?13 Durante el period0 de Diaz liubo cambios q i e afectaron prolundnmente el riorte de Mixico, sobre todo la zona limitrofe con 10s desarrollo del sudoeste norteamericano y el ferrocarril que 11ni6 a Mixico -- - ----la Irontera de 10s Estados Unidos, a b r i e r o i un nuevo mercado para cl el ganado y 1 sminerales del norte de Mixico, lo que a su vez 0 casez de braz?s. Pero a diferencin del sur, y a excepci6n de pocas aldeas indigenas que despojar y pocos indios qrle trnb Sonora, l~abia jaran por la fuerza en las haciendas. Era tambiin mucl~om i s dificil formar una nuevn esclavitud con 10s convictos y 10s trabajadores contratados y era ficil escapar cruzando la frontera. Estados Unidos no regresaba a 10s peones endeudados. Por otro lado, Ins minas que por aiios necesitnban brazos con urgencia, no titubeaban en contratar a 10s peones f ~ g i t i v o s ? ~ ~
;
a

estados del norte del pais, la modalidad del trabajo en las haciendas
1.

8I

Tannenbaurn, op. cit, cap.

Friedrich,

op.

cil., pp. 44-46.

Harris, Lor Sa'nchcz Navarro.. ., pp. 338s. Chevnlier. "Tl~eNor~hMexican Hacienda.. .",pp. 99ss. Aai ~ucediuen Nuevo Ledn (Gondlez Nuvarro, El Por/irialo, lu vicln social, !. , 219) y en Coalluila (S~unley Ross. Fruncirco I. Mudero. Apo'slol de la democractcc R.
1'1 1'2 "3

Para atraer y conscrvar a sus trnbajadores, 10s hacendados norteiios tenian qlre ofrecerles algunos incelltivos, el mayor de 10s cuales era un salario creciente que elev6 10s sueldos de 10s labradores en algunos lugares del norte, a un nivel mucho m i s alto ue en el resto del pais. Mientras que en el sur y el centro 10s medieros so ian pagar a1 hacendado casi dos terceras partes de la cosecha, en el norte s610 pagaban un tercio o la mitad. Los medieros de La Laguna pagaban la tercera parte de la cosecl~ade algod6n si ellos ponian lo semilla, n n i g l g - y apere. S i 10s proporcionaba el hacensdo, pagaban la mitad de la cosecha o una renta de trn peso diario. La hacienda aurnentd algo sus ingresos obligarldo a 10s tercieros (aparceros que s6lo pagaban un tercio de la cosecha a la hacienda) a vender al hacendado la parte que les tocaba a un precio inferior al del mercado. Tenian, ademis, que trabnjar en la hacienda cuando se les requeria, por tres reales nl din, que era menos de la mitad de lo que se pagaba a 10s trabajadoresbl' A1 necesitar brazos, algunos hacendados de Coahuila utilizaron nuevos m6: todos paternalistas qtte proporcionaban al trabajador un minimo de seguridad. Francisco Madero estableci6 escuelas y servicios midicoa en su hacienda de La L y n n , y en tiempa. de hambre 0 de desempleo proporcionaba alimen- 1 tos a 1- hebd e 18s aldeas cercanas que trabajaban temporalmente en su hacienda-( a muchos que no trabajaban). Con esto, Madero gan6 una gran popul.ri&d y 4 u hacienda fue la m6s productiva d e La L y n a . Muchos2 otros hacendados siguieron eu ejemploFm Casi todos los algodonales tenian riego y 10s medieros podian contar con un ingreso seguro, per0 no sucedia lo mismo en las haciendas que poducian maiz 0 trigo, en donde la tierra que se daba en aparceria pocas veces tenia

riego. En Danamachi, en el estado de Sonora, 10s hacendados proporcionnbon semilla, animales y aperos y 10s medieros conservaban dos terceras pnrtes de la cosecha, pero si solamente alquilaban las tierras, no pagabnn m8s que la cuarta nrte de la cosecha. Las condiciones no eran las mismas en todas Ins hncien as; variaban segtin la calidad de la tierra, las lluvias y la distanci de la frontera con 10s Estndos Unidos. Mientras m6s lejos de la frontera, las industrias o de las minas, eran mlis duras las condiciones para el mediero y el hacendado se inclinaba rnis por el peonaje por endeudamiento. En Durango, por ejcmplo, habia mucho m6s peonaje or endeudamiento que en 10s estados fronterizos de Sonora, Chihuahua y Coo uila. En el norte, don& ahundaba la tierra y escaseaba la mano de obra, Ins v u i l d a b s ntb gmmks-y 10s arrendatarios estaban -- p ~ b i J ~ en ad de obtener ~ ~ ~ hhmeza s~tbsistsncia,transIormi~lrloseeta una ~ s p e c i e u e de clase media agricola, pero al mismo tiempo, la situacidn para muchos era m b precaria. La tierra en el norte es mHs pobre que en el centro y, sobre todo 1asJluvias son rnis irregulares". De vezcn cunndo, era de esperar una mala coseaa, pero mientras en el centro de Mixico el arrendatario se endeudaba todavia rnis cuando perdia la cosecha, y si tenia tierras propias regresaba a su pueblo a arrancar una misera subsistencia por el resto del aiio, el campesino deI norte podia encontrar trabajo en las minas o cruzar la frontera. No era mlly dilicil, pues el trabajo agricola s61o le ocupaba tres meses a1 aiio. Asi es como surgid en el norte un nuevo tip0 de trabajador aemindustrial, semiagricola, completamente desconocido en el centro y en el sur de Mi-

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rnericana, ed. Grijalbo, Mbxico, 1959). En 1904, el International Bureau of the American Republics, cnlcul6 que, por lo que toea a la agricultura. "escasean 10s brazos, la influencia de las costumbres se ltace sentir en cierta medida. y 10s sueldos son m i s altos que en el centrow: International Bureau of the American Republics, Menco. Washington, 1904, p. 405. Esto ee evidencia en una entrevista concedida por el algodonero norteamericano del estado de Durango, Wallace C. Morrow, a1 Mexican Herald el 7 de febrero de 1907. Advirtib que el 10 por ciento de la cosecha de algod6n de Durango podria perderse por falta de mano dc obra. Declar6 ademis que "hay una real escasez de brazes. Cnsi todas Ins empresas viejas han creciao considerablemente requiriendo m i s trabajsdores. Pero hay menos. Muchos mexicanos de Duran,*o han cruzado la frontera. atraidor por 10s altos salarios que se pagan en 10s Estados Unidos, otros 11an decidido trnbajar en las minas o en la construccidn del ferrocarril. En estos irltimos 10s salarios son mis del doble d c lo que se pagaba a un pedn hacc unos cuantos aiios. Algunos algodoneros -tin ofreciendo el doble de lo que antes pagahan sin poder conseguir sufiEientes trabajadores". No eorprende que 10s hacebdados y las autoridades porfirianas se opusieran con frecuencia a esas concesiones a$os trabajadores y procuraran prcsionarlos abn mls. En 1894 el gobernador de Tamaulipas propuso instituir 10s trabajos forudos en todo el estndo, per0 esa le habria acabado con el mito del trabajo libre y ]as autoridades nacionlles Pornriato . opusicron rotundamente: Conzlilez Navarro. El Porfiriato, w la vida social, p. 220. 1114 Kaerger, op. cit.. 1 . p. 593. 1 116 Rose, op. cit.. pp. 388.

En unas cuantns regiones agricolas altnme~rteespecializadns y dirigidas lracia la exportacidn, tales como la regidn algodonera de La Laguna, en Coohui- , . la, habia muchos trabaindores event&, pero en otras mucl~asdedicadas sobre todo a la ganaderia. donde se requerian vaqueros durante todo cl uiio, yredominobaiilos traba'adores ~ e r m ~ r l ~ a t ~ ~ L o formabano el dcgs T a ~ s mento miis numeroso e la fuena laboral de Ids haciendas norteiias y sa situaci6n era much0 m i s favorable que la de 10s trabajadores del resto de Mixico. En San Luis Potosi 10s vaqueros gnnaban cinco pesos nl mes, rnis alimentos. En Chihuahua, siete u ocho pesos mlis alimentos en 1902.R1aEn la mayor de las haciendas norteiias de la familia Terrazas, 10s salarios hahian subido a quince pesos a1 mes en 1913.1'' Hnbia u c a g r a l par cnda siete u p

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Pastor Rouaix, "El fraccionamiento de la propiedad en 10s estados frotiterizo$', en J. Silva Henog, Lo cuesridn de la tierra, 1, p. 165. Los gerentes de minas y de compaiiias constructoras del ferrocarril se quejnban constantemente de que 10s trabajadores abandonaban el trabajo para volver a la ,lia. cienda; cf., Harvey O'Connor, The Guggenheims, p. 324. El 12 de julio de 1906, el Mexican Herald inform6 quc sc tuvo que "contratar 1000 trabajadores jnponeses para suplir a 10s mexicanos qtte abandonaban el trabajo para volver a Iu hacienda 0 a la ciudad'., a fin de poder terminar la construcci6n de la etapa del ferrocarril dc Tuxpan a Mortznnillo. Mds de 3000 trabajadores habian abandonado la compaiiia. 3 " Kaerger, op. cit.. 11. pp. 706.707. 11.e Entrevisra con Nicolis Fernindn, en Pindaro UrMstegui hfiranda, Tcstimonios

ocho vs ueros, que ganaba treir~tapesos a1 mes,I2O y para que obtuvieran un ingreso comp ementario a muchos vaqueros se les ~ r m i t i a tener ganado proio clue a p a c e d a en tierrns de la hacienda. OZ1 Los vaqueros disfrutaban de estos bencficios porque en 10s ranchos ganaderos de 10s Estados Unidos habia gran demanda y, como tenian c G ! o s 7 y con frecuencia portaban armas, podian abandonar la hacienda con mhs facilidad que cualquier otro trabajador. La situaci6n de loscpastoresera semejante a la de 10s va Habia tres ~ a t e ~ 0 r i a . s : a ~ d ; l a l e s , encargados de 10 000 ovejas, tenian el sueldo mis 10s alto: treinta pesos al mes. Los pastores y basts encargaban de 2 000 cae bezas de ganado rnenor, lo& pa_st~res&dia 10s basteros de noclle, y ganaban, rcspectivamente, qtrirlce y veinte pesos a mes. c a s r n h qlte muchos vaqueros, pero no recJhie_n-ali~n&~.~~ La diferencia entre 10s v g ~ ~ o x ~ a s k o ~ 10s arrendatarios eti las ha_cien:es das del noxge+residia en la e t i v a sep:urz% -b?+d deT@uGegozgban 10s primeros. Tenian el trabojo y la paga asegura os todo el a50 y no liabia mucllas fluctuaciones qtle obligaran n 10s llacendados a despedir a sus vaqueros y pastores. En cambio, 10s trabajadores-s-e 'a seminJiistria1es l---e gr~lesode la fuerza dc La - s o &S rbnn & s e s t a b a n m s t a n t e m c t ~ t eamenagdos. Halia ciclos de incstnbilidad en la eco-

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menticios dc primern necesidad Iia venido a empeorar una sitttacibn econdmica ya dificil. El maiz subid de 3.5 a 7 pesos el hectolitro; 10s frijoles; de 6 a 15 pesos. . Los salnrios se redujeron a 75 centavos o ut1 peso diari~"?'~ No es f h i l resolver ciertas dudas relativas a Ins condiciones de trabnjo en las haciendas del norte de MCxico. iHasta quC punto estaba genernlizqdo y era efectivo el peonaje por endeudamiento? 2QuC porci6n de la fuerza de labor estaba formada or trabajndores temporales y quC parte por permnnentes? i H a l i a posibiEdad de movilidad asandente? Mientras que eristen informes sobre el peonaje por endeudamiento en el centro y sur de MCxico, muy poco se sabe sobre el norte. Como ya vimos, la cercania con 10s Estndos U n i d o ~ " y la competencia de las nuevas industrins parecen indicar que ~ era mucho m6s dificil atar a1 trabajador a la hacienda en el norte que en cualquier otra parte de Mixico. Esta suposici6n se ve confirmada por la legislaci6n sobre el peonaje, que era muy distinta en el norte. En Nuevo Le6n y Sonora, la ley estipulaba ue la deuda del pedn no podia exceder el equivalente de tres meses de sue do.IM La legislacidn reconocia In creciente movilidad de 10s trabnjadores agricolas y la fuerza de industrinles y mineros que 10s hacendados se veian obligndos a reconocer. Los peones d e hacienda constituian inevitablemente una buenn parte del ersonnl en las obro del ferrocarril, en Ias minas y en la indtkrin. Tanto 8 i a z c o ~ y oo s hncen pdos l deseaban inverqidn extranjera y no podian % ~ e i i - ' i i e e b l i&lutomiinto d= tra-%i+adoF& de las haciendas. &o f o s I i n c e n d l ; a ~ ~ ~ querian reaarcirse de sus pEr3i'iis:-Los iridustriales y 10s mineros estaban conformes con p n g r cierto

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a mcrchos mineros. Fluctuaciones ciclicas se~nejantesafectaban a 10s trabajndares rnexiconos en el sudoeste de Estados Unidos. Cuando las recesiones o crisis no eran simultineas, 10s trabajadores agricolas podian encontrar otra ocupaci6n. Si la cosecha era mala, podian trabajar en Ias minas y, si no Itabia trabajo en las minns, podian cmigrar a Estados Unidos. Y si alti no hnl~ia trabajo, podia11 trnbajar en los haciendas o sembrar a medias. Pero si sotrevenia uno crisis general, su situncidn era dcsesperada y eso fue justametite lo qcte sucedid en visperas de la Revol11ci6nMexicana, lo cual explicn por quC los tralajadores agricolas del norte tuvieron tanta participaci6n en la fnse inide In Revoluci6n. En 1908, millares db mexicanos que tralajaban en 10s Estados Unidos quedaron desocupados y Ins autoridodes norteamericanos 10s embarcaron de regreso a M d x i ~ o Para 1909, la crisis ciclica l~nbiaafecta.~~ do pro[undarnerltc a Mixico y millares de rnineros uedaron sin trubajo. Ese rnismo a60 In 6rdida de la cosecha de maiz en e norte 110 tuvo paralelo. El cdnsul de A emania en Chihuahun envi6 un informe en 1909, resumiendo con toda claridad el desastre: "El aurnento de 10s precios de 10s articulos ali-

drl proceso revolucionurio de MCxico, ed. Argin, MCxico, 1970, pp. 92-93.
120

Knerger, op. cit., It, pp. 706-707. Ibid.. p. 707. 1 1 ILid., p. 717. ~ ~ 12s R. L. Sandels,, "Silvestre Terrazns, the Press and tlie Origins ol IIIC hlexicnn Revolution in Cl~il~unl~ua". PI1.D. Diss.. University of Oreson. 1967, p. 162.

Deulsclles Zenrralarclriv Potsdam, AA 11, Nr. 4491. C6raul en Cllilluallua b Biilow, 5 dc octubre do 1909. Descripci6n semejonte por el cdnsul de Alemania en Colin~o,. Deutscl~esZcntralarclliv Potsdani. Nr. 4492, 21 de octubre de 1908. y Deutscllcs Zentralarcliiv I'otsdam AA 11 Nr. 44W,Cbllsul en Glladalajara a Biilow, 6 de noviembrs dc 1906. ' 3 Mucl~os 2 obscrvadores notaron que en Iao postrimerins del Porfiriuto a~ralcn~~~l~;l la escasez de niano de obra en el norra debido a I; emigraci611 a Ertados Unidos. Un experto agricolu escribi6: El jorllal exiguo en mucl~isimasregiones del psis seiala la eausa de Ir escadt de I~razos,pucs 10s nacionales, quizi por efecto mismo de las exigenciau de la vida, tienden a emigrar en bltsco dc trabajo mi* biel remunerado, formindose a d - u ~ i a ola cmigratoria alarmanre, muy especialmente llacia Is vccina dcl norte. En esta nocibn, cl jornalero obtiene remuneraci6n mis equitntiva y eondiciones de vida y alimentncidn m i s Ilalagodoras, sin tener que sulrir Ins explotacioncr ir~moderados por pnrte d lor administradores dc las fincas y por no pocos propietarios, clue casi : convicrten a1 infeliz en un verdadero esclavo. 1.11s infamantes tiendas de raya, loo prCs~urnos,etcCtera, etcetera, llacen del jornalero una victima de 10s terratel~ientes (Gusmvo Ilurbn, "lmportancia de la agricultura y del fraccionamiento cle Ins tierrns". en J. Silva Ilemog, Lu cuestidn de la iierro. I, 11. 190). l?Q GonzQlez Navarro, El Porliriuio, lu vidu sochl, p. 220. En Sonora. : n 1881, Ias deudas se limitaron a tres meses de sueldo, pero dos aiios despuCs se modilic6 lo Icy permitiendo n lus peones acumulnr deudas por el equivrlenta a seis Incses de sucldu. 1.0s gol~iernosde Cltil~ual~ua Sinaloa intentaron limitar el monto de la dcudo que y podia c:olltrner un pe611. Estas leyes elan un retorno o la legidacidn de las postrimcrias de la Colonia; vCase Silvio Zavalr, op. tit. .
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compensacihn, pFro t a n b a j a q u e les permidera recuperarla obligando a 10s nnliguos campestnos a s u m a n d o a reponer las sumas gnstadas a1 contrntarlos. Q. En conjunto, 10s t r a b a j a d g e s d e Ins haciendas del norte tenian mucho m i s movilidad ascendente q u e l del centro y el sur. Como habia un caporal por a c a d a siete u ocho vaqueros, n o e r n dificil q u e ascendiera un vaquero qtrc dur a b a a l g i n tiempo e n lo hacienda. Los arrendatarios q u e trnbajaban tres o cuatro meses al aiio e n el campo, podian ganar dinero trabajando el resto del aiio e n Ins minus o e n Estitdos Unidos. Muchos pudieron ahorrar lo bastantc a r a comprar u n ranchito o establecer una tienda modcsta. Sin embargo, al L d o de la movilidad ascendente, ltabia movilidad descendente. Mientras quc los peones endeudados del s u r estaban hasta cierto punto protegidos porque reresentaban una invcrsibn que el hncendudo n o queria perder, 10s trnbajadores lbres del n o r t e n o t e n i a n esa proteccihn. Los modelos tradicionales de paternnlismo n o eran n a d a comunes e n el norte?2'

CONCLUSIONES

p.

3'1 La descripci6n de la9 condicio~lesde trabajo en Ias haciendas porfirianas se basa en gran medida en 10s informes de Kaerger. Una investigaci6n realizada quince aiios antes, cuyos rcsultados r e onexaron a un informe consular norteamericano sobre 10s condiciones lal~oralesen ly6xico ("Resources of MCxico", Reports from the Consuls 01 the United S~uresX I X . april-se Itember 1886, Washington, 1886, pp. 498-568) confirma las observaciones de Kaerger. k o se sabe con certeza si el Departamcnto de Estadu ilnprimii una encuesta robre MCxico o ai las autoridader norteamericanas efectuaro~~ o encomendaron la investigaci6n. Las t r a preguntas mis relevantes de la investigaciin se referian a 10s salarios del trabajador agricola, a Ins condiciones de 10s contratos para trabajos agricolas y la oferta de brazos. La investigacidn cubrid una minima parte tlcl territorio. Contiene pocos datos sobre 10s estados fronterizos; no menciona a Boja Califort~ili,Sonura ni Cl~il~uel~un y silo menciona 110s loculidudea de Coahuilu. En ocllo localidades del sur de MCxico, situadas principalmente en Chiapas y Tabasco, escaseaba la mano de obra. En seis de ellas se mencionan deudas elevadas. y en dqs, contratos anuales por lor que se hacian adelantos al comenzar el aiio. Con 10s datos, hay un comentario muy revelador: "NingBn propietario de la localidad aceptarii a un trabajador que no sea au deudor", escribia el agente en Pichucalco (p. 534). "Si el trabajador dcbe menos de 100 pesos, 10s contratos se firman ante el j u n de lo civil, y ante el juez de primern instancia si la deuda es mayor. %to re debe a que todavia existe la servidumbre en Chiapas, restos desafortunados de la esclavitud del pasado", informaba el agente desde Catzaji, Distrito de Palenque, Chiapes (p. 537), y el de Jonuta, Tabasco, decia: "Los trabajadores del campo estin sujetos en uno especie de servidumbre, derivado por una deuda de $300.00, $400.00, $500.00 o mis. contraida por el siewo y por la ley que rige en 410s contratos, permitiendo el confinomiento formdo del siervo. Al que con causa justificada quiere cambiar de arno. se le cunceden tres dins de plau, por cada $100 que deba para conseguir otro amo dispuesto a liquidar Is deuda" (p. 557). cinco localidadgs estudtadns en el centro de MCxico se encontri que De treinta en quince h a h a s u f i c i e n t ~trabajadores y en dieciskis escaseaban. Las primeras se encontraban en 10s estados d MCxico, Michoacin, Jalisco. QuerCtam y Morelos y ! Ins segundas en las regioneo subtropicales dc Veracruz y Guerrero y en 10s estados de Tlaxcala y Oaxaca, en 10s cuales todavia habia extensas tierras comunales. Reeordemos que cuando se escribid este informe todavia habia muchas aldeas que no habian sido despojadas de sus tierras y no tenian necesidad de trabajar en las haciendas. No hay una relaci6n indudahle entre la escasez de mano de obra y 10s contratos anuales de peonaje, aunque ri aparece una tendencia. De vcinticinco localido.des en que re pudo oljtener datos sobre 10s contratos de trabajo, en once se menclonaron

D e todo lo anterior podemos sacar varias conclttsiones. N o s e percibe clara. mente un ~ n t r h d f m m e - e n - n b del peon& par_ endeudamienlo durante la-era p o r f i r i a n s Las n ~ i s m a scausas producian efectos distintos e n distintas circunitancias. L a creciente demanda de productos m* r% urtida a la cuantiosa inversi6n extranjera, gener' 1 1 el eonuie pprtte -m- d njex n a-i e tes a la e s c l q i t u d En cambio, en e l m las mismas causas produjero~tcfectos dZmGralrnente op~testos:_dismin~ry& en muchos casos, depayp_r-?ijyo! y, completo el peonnje por endeudamiento. Hemos visto las razortes de esas di~ ~ ~ ~ _ ~ 1 ~ n a o------ industrias on~ ~ d ee ~ --~ f -v e r e ~ ~ c i a del:peonajeaporx%ideu ~ e ~falta g mientras-i-c een cl snu rr tproptcto T aumento amtento, que el o e la p f o x i m i a - T c o n ios m t a i o s mo y creciente demartda de brazos e n las - g 16 m i r r a ~ r - ~ ~ n ~ r T a l e 6 i I i t a r peonaje. Resulta mucho m8s dificil evaluar el o n et&saArToE-'e%- e 1 d i d e Mixico, pues operaban [uerzas contrarias qite o debilitaban o reforzaban el peonaje p o r endeudamiento. H a y una tendencia lineal documentada a lo l a r g o de la historia d e M6xico desde 1427 hasta 1910: la constante expansidn de la propiedad privada a expensas d e la propiedad comunal. El p r i m e r caso de q u e tenemos noticia ercrita tuvo lugar e n 1427, cuando las f u e n a s de la t r i l e alianza d e Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan conquistaron Atzcapozalco. a s crbnicas aztecas relatan q u e se premi6 a los guerreros valerosos con tierras del territorio conquistado, mientrns q r ~ c pueblo cornGn, demnsiado cobarde para pelenr, n o obtuvo cnsi el nada.lza I L a expansi6n fue gradual en tiempos del Imperio azteca y d e la Colonia espaiiola. Tanto el gobierno azteca como el espaiiol ternian q u e 10s terratenientes adquiriesen demasiado poder. Al consumarse l a Independencia, creci6 la importancia politica de 10s terratenientes y la Gxpansi6n d e sus latifundios lleg6 a un punto critic0 despuis d e 1876. Pricticamente desaparecieron Ias tierras camunales de las aldeas. ~ H u b o una expansibn d e las modalidades de trabajos forzndos parnlela a la expansibn d e las tierras y el poder? LEI desarrollo de 10s grandes 1-m-firiana d i o ~ resultorlo un r

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d e ~ ~ d n scontratos a n u a l ~ en diecioclio, trahajadores libra ayarceria. En aqudllas o y donde existia cierta forma de peonaje por endeudamiento, solo t r a informaron que no escaseaban 10s brams. Entre las que tenian trabajadores libres Lal~iaocho donde escaseaba la rnano de obra; en las otras d i a no faltaba. En wtos informes 1 .par. . ceria siempre esti relacionada con la abundancia de trabajadores. Se estudiaron trece localidades en el norte. En tres eacaseaba la mano de obra y en diez hubia suficiente. Solamente en tres habia deudas o contratos at~uales, Iar demis OCII allan trabajadores libres. Onicamente en una de btas escaseol~ala mano de obra. dos de las tres localidades donde existia cierta clase de peonaje por endeudamitnto, escoseaban 10s brazos. Debemos advertir que el informe se escrili6 en 1P.X y de entonces hasta 1910 creci6 enormcmente la demanda de trabajadoreu CII el norte de MCxico. '2' Friedrich Katz, Ancient American Civiliza~ionr,Londrer. 1972, pp. 146-47.

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&formado por unos cuantos terratenienles, su policia y SIN emplendos, y urla inmensa q~u_chedymbre peones endeudados? Bste es uno de 10s prode Iblemas m i s arduos y de m b dilfcti sofi1ci6n de toda la historia de Mixico. P o r lo que toca a1 centro 4e Mdxico, no ha pruebas de que la exponsi6n de 10s latifundios tuviera relaci6n directa con e aumento de 10s trabajos forzados. En las regiones apartadas del norte y del sur 10s ajr~stesde trabajo evoIucionaron en formas diferentes y aporenternente en ornlos casos l ~ t ~ b o cicrtn relnci6n, aunque en el norte s61o dur6 hasta 1870. Hny qrle t o k a r en considcraci6n dos fen6menos muy relacionados aunque no idCnticos que influyeron en las condiciones del centro de Mixico: el cambio en el n h e r o d e trabajadores residentes permanentes en 10 hncienda, y el cambio en la extensi6n del trabajo forzado, incluyendo el peonaje por endeudamiento. Casi todas las haciendas requerian ambos tipos de trahajadores: re!j&enleS-pcrnanentes d ~ n t todo ej-aiio y traba'adores eventuales en dee terminndas tcmJo&u proporcidn dependia de o i cosos: -@Factores-" -- ecol6 icos-y econ6micos tales como la producci6n de la hacienda (Tas g a n a eras necesita~nmBstrabojadorespermanentes que las agricolas), la calidad de la tierra (las haciendas cultivaban directamente las tierrns buenas y alquilabnn 0 daban en nparcerio las malos) y la proximidad del

dispon_ibilidad dl'tr_aba'adores eventuales, que dependia de factores demogrdficos y d e l a can-iraad- e tlerras comu~~ales 10s pueblos donde (en tstas no eran suficientes, no quedaba m8s remedio que trabajar en las haciendas). Tnmbi6n influian los intcntos del Estado por controlar lo lisigriaci6n de trabajadores evcntnales. Hasta mediados del siglo XVI hubo una escasez de tralajodores libres para trabajar temporalmente en las propiedades espaiiolas, debida, en parte, a la disminuci6n alarmante de la poblaci6n indigella en 10s primeros 060s de la Conquista y, en parte, a que las aldeas indigenas conservaban todavia sus tierras comunales. No .habia mucllos incentivos econ6micos pora trabajar en las haciendas y las outoridades coloniales tuvieron que recurrir 01 reportimiento pora controlor la asignnci611 dc mano dc qbra indigma. Ern m6~vet1tujoso tener una numerosa plonta de peones residentes, estalle e independiente de 10s funcionorios gubernamentoles. No es de extraiiar ue Woodrow Borah encontrara que en el s i d o XVII el grueso de la fuerra e trabajo estuviesc for! mada par peones e n d e t ~ d a d o s . ~ ~ el siglo XVI y principios del xvrr ]leg6 En a1 miximo el trabajo forzado de 10s habitantes de las aldeas c o m ~ n a l e s ? ~ ~

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Woodrow Boroh, New Spuin's Certrury o/ Depression, Berkeley, 1951, p. 39. L abolici6n oficiol drl repartimiento en 1963, m i a bien r e f o d que debilit6 el n peonaje por endeudamiento, pues para compensar la pCrdida de loo bmzos del repartimiento procuraban conservnr m i s y m i s peones rwidentes en sus propiedades (Borah, OD. cit, DD. 40-41; Silvio Zuvala. OD. cit.. D. 328). Durante aleJn tiemw la Corona r il;tcni'.ribcir el -peonaje y r e"d&damkito. estaLleciendo u n limite (generalmente cuatro meses de salaries) a a s deudas qlce podia ocumular un pedn indio. Estas dispo. siciones no se aplicahan (I mestizos, ncgros ni mulatos. Lns leyerr no se aplicaron en
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La situaci6n conlli6 ell el siglo XVIII. El lento crecimiento dc la poblucibrl indigeao, la escosez de tierres cun~unulesdcbida tanto ol dcspojo co~llool incrcnlento de la poblncidn, las disposicio~lesde lo Corona pora asignar trabnjndores mediante el repartimiento y el surgimiento de UII nurneroso sector clr lnestizos desposeidos sin derecllos sobre las tierras comnnolcs, favorecicro~~ el nilmento de trnbajadores cventualcu. Como resultado, pora finales clel siglo XVIII, en el centro de M6xico 10s haciendas no aumentabon el nilrnero dl? sus trabnjodores residentes y dependio~~ melros de Ios trabajos lorzados y el yconoje por endeudamie~~to. dntos disponibles confirman que is0 ern lo tellLos clcncia en el siglo XVIII. Con el Porliriato surgi6 une uueva sit11aci6n. La enpro iaci6n de las ticrras cr1-r on1e6 dos tendcncins opuestas. Por un la o, o ~ l n ~ e ~ l t o r o n 10s trabajadores eventuhJ6~-baEI~i33~ 1-6st1acendados del cenlro tuaeron catla vtx-e recurrir-01 tr_nbajo krzado. Por el otro, 01 adquirir rrlris t T r r q m m r h a s - ~ ~ I T n 9 y l ~ r eles hocie~~ilas-prcIerion correr riesgos culs, no tivindolas directo~nentes ~ n o dorlas en alquiler o aparcerio. La sit11oci611dc 10s npnrceros era ton prccoria por Ins raroncbs mencionadus antes, que era inevitable contraer deudas ae llregq no podion pagor. Dodo el progreso actual c e la invcstignci6n sobre el agro nlexicn~~o d11ra11te el Porfirinto, es muy dificil evaluar lo fuerzolrclativo de esos dos trl~clen. cias (glenos ~ s i d n h d pwwjepor edet&mi~wtcr, p r o nm~3ros e 1115~tt-uh i a d o r e s & n - Q -e p d- el t La difercnciaci6n y la estratificlicidn sociul dentro de las Iraciet~dasern niucho ~ n i s colnplejo d e lo que g e ~ i e r i ~ l ~ ~ isenduponc. No erati irrlicr~n~e'ntc e te clos gnlpos: el dcU~uccncludo,el adrninistrndor o ma ordorno y uaos cug!tos empleados farorqcidos, y el de la gran nraso amorfa 10s pones. Habia por lo menos tres grupos de empleados claramente diferenciados que ttrvirron diferente deearrollo k n la ipoci porfiriana. El grupo de aquellos que t e n i a ~accc~ so a los.&n~g o a la ~ e r r a ,movil-id~d ascendente libertnd de nlovi~~riei~to y seguridnd~,mejor6 su situaci611 en t i e m p o ~ b ~ ~ ~ - ~ a ? 9eguiJ6- l i 6~--; grupo formado por trah-ai_.&oe_s que en tirrninos absolutes estahan ell p E e s c o ~ ~ & i c u l que antes, pero que en tCrmi~los es relotivos habion mejorotlo con d Porfiriuto, y LIII Glti~nogrupo cuya siboci6n err~pcorddesde 1876 Ilustu 1910, tonto en tCrmi11os obsolutos colno en tirminos relatives. En el primer grupo sc encorltroban, adembs del n r un eittnero crcciente de.ticnicos contratados p a r a manejar la maquiaaria odquiritlu erl las h a c i e n d o s - ~ o ~ m ~ & ~ como i i p e r s o n o l ~ d c ~ i g ~ i i que au, ~ a el cia nlentd notablernente de 1876 a 1910. Dcbemos incluir aqui a los arrerld~tarios m6s pr6speros, corn0 10s habilitados de las fincas tobaceleras de Sen-Tuxtla. Probablemente caben tambiin en esta categoria 10s gpnoderos de In hncienda de S ~ n t a Ana, en Morelos, y los tercieros mds ricos de La Laguen, cn s er~co~ltroban vp4ueros. 10s Coahuila. En el peldofio m6s bajo de e

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lodo su vigor y postrriol.mente 10s vimeyes permitieron que loa peones acumularat~ tlcudas mucho mi8 cuantiosrs. Silvio Zirvalu. illid.

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como en otras partes del pais y contaban con policia propia. Mientras no llegaron ahi 10s ejCrcitos revolucionarios, estos estados no se vieron afectados por la Revoluci6n. Si a todo esto se afiade el aislamiento fisico del sur de !vlCxico y la dificultad para tener noticias de lo qrle sucedia en otras partes del pais, se comprende ficilmente por qu6 no Iiubo movimientos revolucionarios o fueron rnuy tardios. Todo parece indicar que la mayoria de 10s acasillados no se incorporaron a la Revoluci6n. En la hacienda de Santa Ana, en el mismo coraz6n del territorio zapatista en Morelos, 10s acasillados residentes en el casco de la ha1 cienda no se unieron a los revolucionarios y a1 parecer se opusieron a reparto . ,agrario hasta 1938. Paul Friedrich observ6 la misma actitud en algunos de . L*' lor acasillados de la hacienda de Cantubria, en Michoac6n."" Podcrnos dar ei~rtas er~licaeionesa e s t a actitud,aunque cierramente falta much0 pol in; vestigar. La rivalidad entre 10s peones acasillados de Ias haciendas y 10s re. sidentes en 10s pueblos libris cerca.nos era tradicional.'en $l65ico, ); probablernente cohinu6 a ~ n - d ~ s p & * U S los puebloi perdieron sus tierras comumi: ub l a . L relativa ieguridsd que disfrutaban, asi como el paternalism0 del,Paa cendado, les dabin 'unsentimiento de superioridadry. reforzaban sui lazos con '. la hacienda. No todos 10s 'acasillados o b s e ~ a f o ~misma actitud: Despu+i la. de 1917 muchos de ellos participaron activamente en el movimiento agrario :: en Yucatin y l o mismo pudo suceder en otras pa,ties de,Mkiccl:. .-; .:. . :.I! .., :: En e l q d a w & f u i r o i l o s antiyos dukiim de t i e r r q ,&miinalu, ahora dkspoja 0s' y trabajando como airendatbri~~~,%idieros 6"trabajadbiG eventuales en. las haciendas, quienes formaron el 'grueso de 10s ejircitos .revolucionarios. Parit_ elks, la revoluci6n anu~ciaba: devoluci6n ':de su5 tie' ... la' . . . .*, ,. ....*!....? ..$+ :.,, .';.;:,! ,,: ->,.:i , <..{ j~:??,-!~, r;:'.>;: 3pt::$.. ;, 5 . \ . : .. itr!,. rras* :!. ., :$. .... ,-{.::', ;*,- - .. ,.r. No puede decirse' lo mi'smo d * : S ~ ~ b d , p i ; ~puebl& iidigenis.antt$ S del Porfiriato y el grueso de 10s Eabajadores en las haciendas del norte no eran peones despojados. Las- fuerzas 'revolucionarias dgnprlte-estaban, f o ~ m a das por t r . a b . . j a ~ d r $ ~ s t x i a ! e s , semiagricolaii: por v a q u e G s ~ ~ j ' p o ia p L toxe9:Ts poco lo. que sabemoq sbbre .]as razones .que.10s empujhyon, a: la. I Re- ,. volucibn, aunque sin'duda la incertidumbre de su situaci6n, sobre todo la 'de 10s trabajadores. 'agricola~industr,iales,debe haber! influido. Por. ejemplo, en Chihuahua se produjeron a1 &ism0 tiemdo ties crisis en visperas de: la;.Re: : voluci6n: la crisis de 1907..1.308,en. Estados Unidos dej6 sin trab'ajo a miles .de mexicanoa-'qu$::trabajaban 10s 'estados fronterizos del: sudoiste; Esto en, mismo ocasion6 el cierr* de rnuchai minas.en el norti de Mixico; a lo cual . . . . ., . .. se aiiadi6 la @t&&-de fa< cosechas en 1909.: - . . Cabe, preguntarse por q~iis<,~unieron. R~.v.oluci6n. vaqueros que, a,%. 10s ' sobre todo erii 'el "norte, disfrutaban d e taitos privil$gios en las haciendas: Ha9 ciertos indicios d e que no se incorporaron sino hasta despuCs de 1913-1914. cuando el Estado expropi6 muchas haciendas y 1 s adrninistradores inducian a los;.vaquei&%~ ~ ~ a l , ~ ~ t a ~ ~ ~mismoH iempo. n dplazai.: al. vender' .. el* ~ ~ -, ~ i e las d . .:+, - ,-,; . .,,:&qJ."t..,:**?. ,. ;: > ;<<$ ., & $ + 5 : !@; % A : & * .%:?q:*F,i!.<.4 ; ;$. 2: ,. . . X= ,'&p!&ii.:y ....,.....!: .. .:: s.,?. ! , c. 3 .; t . .. @$,:.+' ,j'pr ;;i: .,. ;,!.:.-. ,.:-.:?. pb;!$l&f3:! .">? . ; .:I. . : :' ....... .. - . . . . . . . . >,;.,. ... . .,-.:, .<.:.' . .....*+.:,,+; +:; :

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muchas cabezas de ganado a1 otro lado de la frontera. Esta hip6tesis, como 1 tantas otras. necesita confirmaci6n. No llama la atenci6n que fuese solamente una pequefia fracci6n del primer grupo, cuya situaci6n mejor6 durante el rBgimen de Diaz, la que se incorpori, a la Revoluci6n y que esta pequefia fracci6n se concentrara en el norte, donde muchos hacendados tomaron las armas junto con buen ntimero de sus empleados. Y aun cuando 10s hacendados no participaran, hubo mayordomos que participaron, como Nicolis Fernindez, caporal de una hacienda de 10s Terrazas, que se convirti6 en uno de 10s m k notables tenientes de Pancho Villa. En cambio, en el sur no sucedia lo mismo por razones obvias. La relaci6n entre el caporal del norte y 10s vaqueros a su mando era muy distinta de la relaci6n entre el contratista o el capataz y 10s trabajadores en una hacienda del sur. El caporal no.habia reclutado a sus vaqueros por la fuerza, ni podia restringir la libertad de movimiento, ni recibia una parte de sus salarios. Para 8 era m& fHcil tomar,el ~ a r t i d o sus~vaqueros de que para un ... -*-* capataz del sur el de sus peones. . , A pesar de las enormes diferencias entre una localidad y otra, en el mo- , vimiento revolucionario de 1910 a 1920 surgieron ires tendencias regionales. En el centro, 10s antiguos dueiios de tierras cornunales (o sus descendientes) exigian la devoluci6n de sus tierras y con frecuencia las ocupaban cuando , no se 1es reconocian oficialmente sus derechos. En el norte, la Revoluci6n fue mucho r b amplia y heterogknea y abarc6 a todas las cleses sociales, n inclusive a 10s hacendados. Ni campesinos nk trabajadores agricolas se distinguieron en las jefaturas: Aunque se formularon demandas de tierras y el gobierno expropi6 temporalmente algunas haciendas, pocos campesinos recibieron tierras y menos aiin las ocuparon siquiera por una corta tern@rada:+El movimiento revolucionario del sur no cobrd vigor sin0 cuando el poder po..:., litica y represivo de 10s hacendados cedi6 ante las fuerzas venidas de fuera. Desde ese momento, 10s antiguos duefios de tierras comunales y multitud de acasillados unieron sus fuerzas en uno de 10s movimientos m h radicales del pais. No cabe dentro $1 tema de este ensayo, intentar ~elacionarrestas tenden- . cias con 10s complejos patrones de desarrollo de las haciendas mexicanaa des:;, de 1876 hasta 1910. Ciertas relaciones parecen muy claras, otras muy oscuras. Las mGltiples conexiones entre la organizaci6n social y las condiciones de tra.> hajo en las haciendas porfirianas y la oportunidad, las formas. y la estructura de 10s movimientos revolucionarios subsecuentes, constituyen ciertamente un campo significative y fascinante para investigaciones posteriores; '
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