03 ES Lavallé
03 ES Lavallé
03 ES Lavallé
HERIDA
QUE SE HIZO A lA IlUMANlDAO":
EL CUESll0NAMJENTO DE lA ESQ.A.m'lJI) EN Qmro
A PINAu!s. DE lA ·iPoc'A.COlONlAL
Bemard Lavallé·
1Q. Si bien jurídicamente el esclavo no podía legar nada, el frustrado Códiso Ne¡Jro carol(1IO
de 1784, <we reiteraba esta prohibición admitía sin embargo dispepsas para la mujer y los hijos de
los esclavos que hubieran perseverado en la tJt"'"f'l. Ver Código Negro carolino Q CódtgCJ Negro
.. español, ed. Javier Malagón Barceló, Santo DomingO, 1974, cap. 18, ley V.
31
modernamente "el precio del mercaclo". Este no podía ser elevado pues María
Antonia, con 60 años ya, después de una dura vida de trabajo en los platanares,
estaba cruelmente aquejada de reumatismos. No lo entendió así el amo que
pidió una cantidad exorbitante. María Antonia exigió una nueva dio
testigos que certIficaron de su estado ñsico, pero D Estanislao Delgado se
maf)tuvo finne y no rebajó el precio que había· fijado, aduciendo él también
testimonios favonbles a su . posición. Entre .apelaciones a divelSOS,:niveles
jurisdiccionales, el asunto se alargó. En 1806, esto es nueve años después de su
inicio, no estaba resuelto todavía.
A veces, la discrepancia entre amo y esclavo en cuanto al precio era
relativamente mínima, lo cual no impedía largas discusiones que la Justicia tenía
que zanjar. En 1800, María Dolores Carcelén había podido juntar 450 pesos
.cuando el no quería menos de 500. Pero la' diferencia ·podía ser mucho
más importante. En 1B01, Juan Manuel O live. ros , que perteneciaa D.Juan de
Borja en la Chaquibamba, cuenta cómo, queriendo
liberarse, desde años atrás cuando estaba en Popayán había ido juntando 300
pesos poco a poco y a muy duras penas. Infol'flUldo de 'esa intención,D. Juan
de Borja Larraspuru dijo estar de pero pidiÓ previamente una tasación,
encargada a un regidor de Quito perlIo en el1ntmeJoy conoslmlento de esclavos
y del que, sin duda alguna, no esperaba una decisión lesiva para sus intereses.
En efecto, la evaluación fue muy desfavorable a Juan Manuel Oliveros pues se .
le estimó en mucho,más de·loque podía ofrecer,de.manera que el amo, para
acabar con· una situaci6n molesta. para ambas pa.rtes, vendió su esclavo a un
tercero por 440 pesos,casi un 5.0% más de 10 propuesto por éste que vio alejarse
sin duda definitivamente sus esperanzas de libertad
De manera muy evidente, esas discusiones no pocaSNece5 bizantinas de los
dueños eran meroS ardides para no verse obligados a vender al esclavo.-ID
vemos nitidamente en. repetidas ocasiones. En 1801, para, evitarlo, Da. Juliana
Carcelén contestó aJuliana Villads, su esclava, que ya no le era posible negociar
la libertad de una de sus nietas porque' acababa de cederla a uno de sus primos
vecino de Ía lejana Cuenca, lo cual dificultaba evidentemente cualquier
averiguación. En su demanda,juliana argumentaba que no -creia para nada los
argumentos aducidos y denunciaba una confabulación de los dueños:
Yo tengo fundamento para creer que el caso corre de mera cqnfianza entre mi señpra
y su primo, más por negarse a la libertad de mi nief;a, evitar la tasadón de ésta y
levantarle el vah;>r alto que por odio a mí.
,TodoJo que adquiere el esclavo es para su dUeño. De esta regla general sólo se
exceptúa qu(! mane,jase por consentinÍiento expreso o poco que
declaiado: de su amo. 13 '
13. El Código Negro carolmol op. cit., cap.' 19, leyés n: y 111 prohibía ya las manumisiones
únicamente motivadas por el pago del precio del esclavo, arguyendo que las cantidadeS reunidas
para ello eran a menudo fruto de robos, préstamos usureros o·prostitución. Solo los esclavos de
compottamiemo irreprpcbable"podrian comprar en adelante 'su libertad. El mismo C6dtgo
(caP. 18) que el esclavo no debería sObrepasar la éuarta 'palte de
su valor, en la medida en que el aumento de su ahorro no podfa Inclinarle a sacudir el yugo
de la esclavitud. ..
I
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para comprar su libertad, pero ,ocultando el nombre del,benefactor. Así lo hizo,
y su madre entregó la cantidad al religioso que ,le dio la caita de libertad
correspondiente. Ahora bien, viendo D. Juan Rojas que Micaela, ya libre, se
negaba a vivir con él y, según confirmaba ella, no asistía en su cassa por no Ser
conformea(su) conciencia pues, sin duda, según se desprende de sus palabras,
no quería ser su amante, la había mandado apresar pOniéndola ante una
alternativa: devolver el dinero o ser su esclava. Después de bien mirado el
asunto, la Justicia confirmó la manumisión de Micaela. '
Las cosas se podían complicar aun por situaciones imprevistas pero en las
que los amos no querían ser defraudados: En 1762, D. Vicente G6mez deCastJIlo,
presbfteropobredesolemnldad, demand6 a MaríaJosefa del Bosque, una mulata
que había sido esclava de su madre y habia comprado su libertad en 225 pesos.
Ahora bien, pocos meses después de celebrarSe la venta, Maria JoSefa habia
dado a luz un niño que vivía escondido en Latacunga. Cuando, mucho más
tarde, D. Vicente Gómez se percató de ia'situación, consideró que el chico le
pertenecía pues no había sido notificado en la carta de libertad,tanto cuanto
que, removiendo papeles de escribanos, se comprobó que la esclava solo había
entregado la cantidad de su más de un año después delnadmiento
de su hijo. María Josefa argumentaba, sin prueba, que su ama era sabedora' de
su estado y le había subido el precio precisamente por esto. Añadia que, de todas
formas, ella había mantertidoa su hijo desde su nacimiento, esto es desde hada'
seis años, lo cual reduciría a nada el pedido financiero del presbítero pues hábrii
que descontar del precio de su hijo una cantidad correspondiente.'
Más complicada aún era la situación de Jerónima Nates, de Riobamba. En
1753, 'esto es siete años después de comprar su libertad por_ 450 'pesos a D.
Eugenio Urquiso, un tal D. Lorenzo Nates que juzgaba tener derechos sobre ella
, impugnó su manumisión, acusando al escribano que' había levantado er' acta
-a pesar de no desconocer, al parecer, los derechos de D. Lorenzo.. Qe tener una
pluma tan venenosa como sangrienta. En este caso también, los pasos dados
por el demandante apuntaban a recuperar una esclava pero, sobre todo, a las
dos hijas que ésta había desde su manumisión.
Después de servir cuarenta años al, doctor Alfonso Cepeda, clérigo 'lde
Cuenca, María Chiquinquirá Días pidió. ser liberada al Procurador general y
Defensor de esclavos de Guayaquil. Explicó que su amo Por Inserblble¡ kleebó
de su cása; la bot6, cuando se dio cuenta de que tenía lepra. Abandonada, no
tuvo más remedio que ir mendigando por las calles, como lo atestiguaron
, muchos vecinos. María Chiquinquirá ,afirmaba que se trataba de un caso de
manumisión forzosa:
Desde el punto que el duei\o da de mano [Le. aparta del servido doméstiCO] a su
esclavo, dejándolo vivir asu arvitrio, seha<:e éste libertino, de la clase de aquellos'
que las Leyes de Partidas llaman hQrroS.' '
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A pesar de los testimonios, el dueño 'se empeñó en dertlOstrar que no había
abandonado a su esclava albergada cerca de la casa de un sobrino de su padre.
Puntualizó incluso que éste, solia darle de comer. En la larga y
argumentada resistencia del doctor'Cepeda -el expediente negó a más de 250
fundaba menos en su voluntad de conservar a Maria Chiquinquirá que
en evitar perder sus derechos sobre las dos hijas que ésta habia tenido desde,
que vivia fuera de la casa de su amo, a favor de quien, finalmente, sentenció
la JustiC,ia. '
Otras veces, considerando, los' como hemos visto, que los cortos
bienes del, esclavo les pertenecian por derecho, podian oponerse a la
manumiSión cuando esto hubiera significado perder 10 que éste Es
particularmente esclarecedOr lo que sucedió en 1795 a Miguel Arboleda, cuyo
expediente ofrece una interesantisima historia de vida: DeSde' nUio habia sido
de D. Francisco Arboleda en lina hacienda de la gobernación de Popayán.
Sugeto atrabajo Insopórtabk, capitán de negrps durante quince años, estaba ya
muy enfermo (mal de orina, reumas en la cabera y lesión en unaplerna y otroS
qUé Oe) afllgian con rlgór). A pepr de tan lastimero estado, cuando murió el
amo, los herederos desOyeron la intención del esclavo de comprar su libertad.
Lo separaron de su esposa y de suS hijos, queriendo venderlo 400 pesos en las
minas de Barbacoas. Apel6 al gobernador de Popayán, en vano. DeCidió irse
hasta Quito P3f3hacerse oir, y allf explic6 porqué sus nuevos amos
no lo quemn manumitir: a lo largo de su vidahabiapodido reunir bienes de
cierta importancia, entre otras' cosas, 27 vacunos, 17 caballos y 15 puercos,
estimados en 1.324 pesos, con los que pensaba pagar la libertad de toda su
familia y Que los herederos, sin más ni más, habim embargado. ,
A la inversa, los duedos no parecen haberse opuesto mucho a la liberación
de esclavos ya inútiles por la edad Y los padecimientos anteriores. En 1795,
Francisca de Gantes, parda de Guayaquil,' propUSG comprar su libertad. Lo
consiÍltió el arito pero, para que la tasación le fuera más favorable y el precio
un tanto rebajado, Francisca describió ante escribano que
lascertific6, todas sus dolencias debidas a maltratos y exceso de durante _
una larga vida de esclava: úlceras en las piernas, 'conlU$iones en laspartes ocultas
y un tumor en un seno a de un enfermedades tQdas cuyo
tratamiento, según insistia iba ,a costar mucho·,a su amo si no la" quería
liberar. '
A veces, efectivamente, podia parecer a los amos que más valia -esto era más
económico- liberar a un· esclavo. En 1790, Cristóbal de' la Trinidad,' de la
hadenda: en la zona del Chotaj que fuera de los jesuitas antes de su
expatriaci6n, se encamin6a Quito y escribió nada menos que al presidente de
la Audiencia para pedir ser relevado del trabajo dada su edad y las dolencias que
le aquejaban. En el testimonio que se le exigió, el director de las Temporalidades
fue mucho más allá de 10 pE:dldo por el esclavo. DeSpués de retratar a Cristót>al
+
•
36
de manera extremadamente critica y de, explicar que, de hecho, flSicaplente
estaba ya totalmente inútil, propuso nada menos que manumitirlo gratuitamen..
te, pero con la condición de que abandonase sin tardanza la hacienda; en la que
tenía sobre los demás esclavos una influencia en todo negativa.
Bernarda Mina, esclava mía, ptiede buscar amo a quien passar a serVir.' Su preciO es
de quatrocientos y sinquenta pesos, en cuya virtud, el que la ptiCde "
ocurrir a mí. ' ' ,"
Para conseguir su' pr0p6sito,el esclavo tenía entonces' un ,plazo fijo qUé
oscilaba entre una semana,y un mes,' período. durante el cual podía dejar de
acUdir a casa de su amo cómo era normalmente su obligación y, 'en Quito,
pasaba noches en la Cárcel de Corte si era en el Recogimiento de Santa
Marta si era mujer¡ ,
, En la documentación que hemos 'manejado, estos cambios de amo '-o¡ mejor
.... (Icho, los problemas surgidos a propósito de ellos- son bastante numerosos €48
de los 127 expedientes en que los esclavos son demandantes, osea, casi:un
38 %). Es de notar además que', {X)nel tiempo, siguen una curva sostenida'mente
ascendente: 3 de 1741 a 1'750, O de 1752 a 1760,5 de 1771 a 1780,12 de 1781
a 1790, 19 de 1791 a 1800, yde 1801 a 1810,30 personas estuvieron involucraaas '
en pleitos por cambio de amo. de que, hacia finales de' la época
estudiada, los esclavos recurrían cada vez más a tal posibilidad o, al quizá
ésta se hacía más difícil o problemátlcapor encontrar amos más reticentes?
Ambas hipótesis no son además exduyentes una de la otra. 14
El;
14. Código Negro carolino, op. cit., aJ ,esclavo la posi,bilidad de
pero solo en cas,o de maltratOs o falta de alimentoS y veStIdo, pero puntuaUzaba también que dicho
.,
37
En .efecto" éstos distaban mucho.' de estar siempre de aQlerdo con las
manifestadas· por sus-esclavos'deseosos de setvira otro. Una vez
más, como en los casos antefiormenté analizado.$ en que los.esclavos quedan
comprar su libertad, las discusiones surgían a menudo cuando se trataba de fijar
el precio exigido; No nos alargaremosdemastado sobre este aspecto dados sus
parecidos con los regateos anteriormente Sin embargo, vale la pena
subrayar que, a falta 'de acuerdo entre las partes,;la)usticiapedía una segunda-
tasación, en, genefal por dos; personas diferentes:,)y en general fallaba por un
p1ecio intennedio. 15 - ,
cambio no se podía realizar ¡:x>r meroapricho del esclavo¡ por temor a un castigo justo o seducción
de otTOS:arnos., De tO<io§ rnocIQs. el verse
podía lVe,nqer contra S\l voluntad (cap.
leyes HII). , ..","
, t 5: Para contrarrestar las maniobras de los amOs que qúeríanimpedir la mudanza de '4n esclavo
subiéndole indebidamente el precio, ver lo dispuesto al respecto por el códt.go Negro carolino, cap.
22, leyes IV-VI.
que éste lo negaba y oporúa unsinfin de argumentos especiosos, la Justicia
sentenció a favor de Maria· entre. otras cosas en ccmsit:lBraclón a que dicho
Ttburcto es del mismo colorquejuana Viterl'(1794) como si el hecho de ser
esclavo de otro negro fuera \casi por si solo una especie de baldón.
Muchos expedientes insisten. en, tono dramático sobre las enormes e
innumerables dificultades que tenianque vencer los demandantes para prObar
sus argumentos. En 1796, María del Mazo, de Quito, quiso cambiar de amo
aduciendo lasobradaseutctade(sus) amos y que queria reunirse con su esposo.
Pero, cuando hizo público su intento, le fue imposible encontrar testigos por una
raZ6n muy comprensible que .explic6 en una carta al 'Superintendente:
mas en el dla se me a dificultado, motivp a que los castigos sólo consta a los sirbientes
de la mesma casa, los que dizen no.poder declarar llevados del temor al y"
porque seria necesaria la Ucencia de los amos sin ia qual no pueden ser testigos:
Cuando, algíln tiempo más tarde y a raiz de esta carta, la Justicia envió un
asesor al amo, en cólera su esposa destruyó el papel que se le entregó
y, no bien se fue el funcionario, apaleó a Maria, la trasquiló y la encerró en un
aposentó con la mayor fmpietJad, Corno a un puerco, de forma que la esclava,
nó tuvo más remedIo que huir. '
De todas, formas, dadas las relaciones de parentesco, poder ointeres que
unfan, a los aínos entre eIlos, se supone que era bien dificil para los esclavos
hacerse escuchar y convencer con sus argumentos, máxime· quiZás en las
ciudades más pequeñas. Mariana González, mulata de Da. Gertiudis Coles de
Peralta,
, en Cuenca, lo expresaba sencillamente cuando decfa que desconftába.
mucho deun posible éxito en su demanda porestar(su) ama emparentada con
. '
la mayorparlé del lugar y ser mucho elpoderY s«¡Uito que Íúme. Por 10 mismo, '
no habia' quien la ayudara resistúmdolos testigos a exponer la verdadjJOrel tprror
que tienen a dicha doña Gerlnidls. Hasta el corregidor, sin serpatrlsiO deI/uga,.,
se deSeiltendfa del caso (1764).
Otro ejemplo esclarecedor es elde cuatro esclavos de la hacienda santiago,
cerca de'lbarra y perteneciente a D.JoséZaldumbi(ie. Se fueron hasta Quito Para
exponer sus quejas. Allí, como solta suceder en semejantes circunstancias,
fueron encarcelados y, desde su celda, escribieron a laJustida insistiendo en sus
temores de ser desoidos en virtud de hallarse emparentado (don José
Zaldumbide)' con los mas bistb/es sugetos de esta ciudad. Todo esto no parece
haber carecido de fundamento. Cuando algún tiempo después la Justicia
comisionó aJOBé Espinosa de los Monteros para visitar la hacienda y averiguar
el trato que se <daba en ella a los esclavos, el informe del inspector fue tan
favorable, incluso 'tan idiUc<> en cuanto se referiaal comportamiento del amo,
que nodejade set lJl'l:lY sospechoso, como lo suponfan los cuatro dell'iandantes
(1801);- ' . .
39
•
,LOS aueñoS no vadIaban en contraatacar, judidalmente Q dentras maneras,
'cuando se querían oponer al. deseo de mudanza de su esclavo. Para 'aquellos,
era evidente que la posibilidad de cambiar de amo era una limitadón lesiva 'e
inaceptable de sus derechos. 1.0 escribía claramente, en .1749 de la
Cuesta, propietario de Joaquín Congo. Se oponía. al deseo de éste' por
considerarlo contrario ,al peifecto dominIo que tenía sobre sus no
absolutq en sus vidas, peros!en la disposicIón de suserbtcto, yen 1808 Da. Jose61
Carcelén que tal posibilidad ofend({Q)Y dfsmlnu({Q) la potestad de los
amos; lo'cual era evidente. A la 'inversa, para los eSclavos el cambio de amo era,
seg6n expresión de Norberta de la Flor en 1801. estepequeño vesttglode lIbertad
que' han dejado las leyes, Y por lo mismo tan valorado. De tan encontradas
posiciones no podían sino surgir dificultades y conflictos.
Baltasara de Santa Cruz, una parda, quiso cambiar de dueño, pero por el
precio de. 25O.pesos que había costado el añoar;lterior y no los 300 que exigía
ahora el amo,.Mariano Ye.pes.A raíz de esta entre los dos
una situadón alta'mente c;:onflictiva. Cuando se presentaron eventuales
compradores, Mariano denigrp asuesclava figurando
que(era) vtclat:{a, a otras que (había) robado (:Iot;e dob/(mes. A.1 final del periodo
legal, arguyendo Mariano Yepes que nadie queria comprar a Baltasara, le· dio
veinticuatro horas para encontrar a - que la cantidad exigida,
amenazándola con retirarla al' día siguiente del recogimiento de Santa Marta
, donde estaba mientras tanto (1796). Después de estudiar el caso, laJustida dio
la razón a Baltasara y la autorizó a ser vendlda al comprador que proponía 250
pesos. Incluso se podria citar otra decisión jodidal en la que se condenó a un
amo, Javier Balareso, a una multa de 50 pesos por haber exigido un predo
notoriamente exagerado de ullaesclava suya y'de su hijo (1796).
Otro caso interesante fue el de José Navarro y Maria Ontañeda, un
matrimonio-de pardos. Cuentan cómo quisieron cambiar de Jlmo, el capitán
Gregorio Sánchez de Orellana,'
)
porque los maltrataba. Este se enfureció
. cuando
propusieron fijar su precio en 400 lo que hablan costado en almoneda
pública. El capitán no quiso sáber *nada, se 11es<> a cuáIQuier traspaso, los
amenazó con la espada y los mandó a la Cárcel dé Corte donde no se preocupó
jamás por darles el sustento. Tal era la .versión 4el matrimonio. La de D. Gregario
Sánchez de era en todo opuesta. Lo$ denundaba por haberle
amenazado varias veces, por haber venido a provQC3.r en su propia casa y ...
haberle dejado sin comida, ya que habían conservado para si el sueldo que
ganaban y era normalmente para el dueño (1788).
¿Cuál era la verdad? Bien difícil es dedrlo ya que, .por supuesto, en tales
circunstancias cada parte aduciaargumentos y preseqtaba una versión de los
hechos totalmente diferente de la que daba laparte'adversa, con la única mira
no de hacer triunfar la Justida sino de salir con la $\{ya. Parece además evidente
qúe no. faltaron terceros para aprovecharse del sistema y. tratar de comprar
40
.
a precio un tantorébajado, para lo cual solicitaban y manipulaban en
.
Por esta se: ven los enteraipente pribados del serbicio; ,que apenas
conosen un esclabo bUC:J:l(> que se valen.de. estos perversos artificios para
a despecho de sus propiosdueños: ¿N:Qignora el seductor el de
Gregaria, pero por quitiulne a su. marido se han meditado estos arbitrios que la
legislación Severamenté (1792). ".' . ,í ?
(tenía) por más conveniente tasarla en·el precio medio o supremo quetWiel iJ'l6mo
para evitar por este precio la sujestiónde que se balen personas maliriÍencionadas
para inqu:ietar esclabos agenos; tomarlos baratos molestar 1Qs tribunales (l793) 16
Otras vecesí no era difícil llegar a hacer con sar a ,un esclavo 'deseoso<ie
cambiar de amo que sus falsas e inducidas por aquel.que le
qqería comprar, como en caso de la parda Ni olasa de Ruales que t:etiró su
petición se averiguó que, según , había actuado:
\ ,
16. En su ya citado estudio sobre Nueva Granadaep.74),J
el aumento de loS intentos de manumisión dolosa y de ca biqs de amo ,.esto es
interesadamente suscitados por un cbn la escasez d mano de' obra finalés
dePsig10, entre cosas por la atonía y·p1-ikttCtíl suspenst de lairata partircle 178<f . .
¡
I
41
Dicho esclavo no aguantó la sepanci(>ri y Da. Elena inició trámites para volver
a, compnrlo.Como el nuevo amo no 'quiso Da. Elena .incitÓ al
esclavo a.pedir cambio de casa. arguyendo que padecía.sevicja, lo cual nQ,pate(.'e
haber sido cit!rto.El>3.11lPtenninó por acceder, pero Da. Elena no pudo obtener
satisfacc:ión. Sin duda en la en que el
un comprador enLoja que le pagaba al contado, le dio fa preferencia.
defraudando :así a Da.' Elena que solo podíabacerloen tresplaws.
, refjerea •las razones adudda$ .por k>s eSclavos para justificar
legalmente voluntad de mwdarse,más de una vq de cada tres, aluden a las
viOlencias que han, sufrido y hacen' debidamente 'Certificar por médicos, amigos.
o testigos. Estamos ahí ante· una especie de martirologio lleno deJracturas,.llagas
con el tiempo convertidas en tumores, abortos a nlíz de paliza$, cicatrices
horrendas, recuerdos de palizas, encarcelamjentos, etc... ,Nonos
alargaremos sobre este aspeCto, sin duda el más de IÓS expedientc:s.
aunque: también,alU'los esclavos tenían no pocas dificultades para .hacerse otro
Citemos, tanS<'{lo a Mari'lno, Ghiriooga, que pedía :ser comprado por otro amo
Qadoqueal servici(¡).del actual:'
17. A pesar de sus es de notar que. cúatro' atíos más tarde (1798). Maximl1iano
Coronei. ya Tesorero de la Catedral. 'estuvo de nuevo invdtuaado en otro asunto. bastante
intrincadO, de \ID negro suyo qué quería cambiar de amo pali:ser tratado. por fm. con...,.",.
humanidad. '
,
42 l .
destinaba: el comprador que se habia presentadd 0784},Maña Gómez pedía
otro amo porque el suyo acababa de ser de Urubamba en
el sur del- Pero, y' ella se nega,ba a seguirle a su :nutvodestino del.
Carmen, mulata guayaquitelíaesclava desde de una vectnade LIma, Da.
Lotenza de.Atamburu, no queríaacornpañada
·
ésta decidió regresar a
sU tierra (1 776). Los esclavos argüiantambién ra nes familiares: Maria de laS
Nieves, parda eSClava de
t
JU,ana Suasti, pidió ambiar. de ama por la sevicia
padecida, pero no tardó en:confesar a la Justicia que; en realidad, quena irse
a reunir.con su marido esclavo en Cuenca y del sepárada desde hada
mucho tiempo (1793). En cuanto a Ignacia esclava del fa.moso negrero
D. Cárlos de Araujo, pidiócámbiar de amo, exigiendo ser vendida con
todos' sus hijOs '(1801).18 i
" 'Entre los lugares a que los negtPS ·se negaban rotundamente a ser
deshaft¡,rallzados, según expresión 'de la-época, figuraban en pnrner.lugarlas
mioasde Barbacoas. Estos yacimientos de oro comienzos del
siglo XVII reun[an en' efecto t<Xla una serie de características negatiVas para los
esclavos quiteños, los más de ellos a la vida urbana, a losoficios
caseros o de artesanos. Barbacoas estaba situa$. muy lejos de Quito, en la
ctjenca del no Telembi al sudoeste de la de Popay.tn (hoy Nariño
erl COlombia); el clima, en esa 'tierra baja, húmeda¡ y calurosa, era muy diferente
del que reipaba en el corredor interandino; el era dunsilno' tanto en la
como en los lavaderos; las cuadrillas ,ran cambiadas a menudo de
destinQ para conseguir mayor rentabilidad; en finJ el Estado no tenia en'
:z,on,a,uÍla presencia muy efectiva y no siempre era capaz de impqner susnollll3s , .
a 'lOs amos cooiciosos o a los capataces inhum¡:mos, ni tampoco. su relátiva
Pro., a los d,esamparados. 19 En pocas palabrfts, para los eSClavOS,de QUito"
bs minas de Barbacoas significaban el infierno como le expresa Mana del Mazo
terminantemente a ir allá: '' ,
18.. Esa vo,,'untad de los esclavos de no ser aparta,dos dcfllugar donde siempre habían vivido
y. sus familiares o amigos, esto es de no ser a lugares alejados corno meros
fi,Je .la caut¡! fundamental de los disturqios que surgietron a finales del siglo en las
cañem del ChOta,-Mira. Ver a este propósito nuestro artículo en la nota 8. ,Es de notar, además.
que a partir de éomienzos del siglo XIX, esto es después del período estudiado en el citado artíCúlo;
en láidocumentación las quejas de los esclavos <;hotanos cada vez mjs numerosas y explicitaS
al tiempo que los amos más preocupados por la de sus haciendas, seftales evidentes
de una creciente tensión en la zona.
19. Para un excelente análisis introductorio sobre las y la sociedad de Barbacoas en la
éPQC8 39111 ver Jean Pierre region miniare de la ,colonie i
.,Barbac:;oas ,1750-1830 CEcooomie,. vie politique BU,lIBIiAde
, Andines, 1988, No. 2, 81-104; ver tambiétl dlibro deG.
Colmenares citado en la nota 1. • -
43
es parage en que tiraniun·los negros, a más de que por 10 resular,sólo
se emplean a éstos en las minas y yo ignoro enteramente este trabajo, pues en
dudad no emplean los esclavos sino en el ministerio de cosina, ropa (1796).
la
SomoS esclabos, y al fin no nos, falta :luz del cielo, .1 pot esto hemos eXtmbatk'l0
con el enemigo a fin de no perder almas, la de dicho Onorio{el capitiril
y aún las ,nuestras propias. I
·1
"
: quel.lrt bruto.
.,.
( De' aUi"a
"". ..'...
" . ,.,! "
......'
l ' , ' ..
. '
r,
., '.;
esclavitud,' 'no habiarriás qite un paso.' De hecho, éste' sedaba, vecds unas
esclidadO ene'scasos rodéos :retóncospara tapal'ipenas lo quizás atrevida: del
ataqoo, 'otras de· manera rotwlda y abierUi, 'apárentemente sm .
Nttida Y Juliana" VilIacís..eScribia.:
':. t I
,",
a manera de máximá ese mismo año: "Los hombres tOdosen'suórigen fuef9,l)
No hupo no hl.ll;>o amo": ,.".
.. ;' " , . '" ' .'
. 'Ep cuant9 falta. otra nos
oscUra iÓfFlil;.. pet:9:ep'la séá aln1a
y
racional éérlsitlva,' tiene' ¡guaf él amo como el sIervo".,' . ,
Por eso mismo, del Mazo, nacida en África, argUía contra su amo que
le ella hubiera eJealdoaotro a
cOfIlprarla p,or.uo. insuficiente y de tcxios m,QEios
a lo 'que podía encontrar:" en el mercado de,'BarOOc0a5! ' .
'y ,no de pobres litigantes no les resta valor. Aquellos, sin duda,
dieron a éstos un discurso X unas fonnulaci0nesi que les faltaban bien tenían
muy claro el objetivo a alcanzar. Inclusive por lO mismo se puede afirmar que,
segün una expresión moderna, abogados y proFuradores contribuyeron asf a
concientizar. a sus defendidos. I
20. Por las mismas Jaime JaramilJo Uribe tatos de teoor aemejantemente
significativos procedentes de Cali, Cartagena y lo cual confirma cómo los alegatos
qui,teños se dentro.de 1.m cuesqonamiento bastante difundido, en ellfJlperio. Ver-La
eontrbversia jurídica y fll0s6.,nai librada en la Nueva G. en tomo a la Ilbetad6n de los esclavos
y la' importancia económica y social de la esclavitud en el XIX", en BnIaytlf'tJ,e btstorla,soclaI,
t. 1, op. cit., pp. 231-233. i '
.', il. Sé"rata de la Real Cédula del 31 de máyo de 1789. derogada algunos aftosmAs tarde,
á'mlz de las qUejas,de los amos y de los acontecimientos de Haití, apal1lrdemcdJados cIeI primer
;del.sigto XIX defensores de los esclavos la repetida veces, ,como aquf, para
SUI; aflUmentos., ' ! . '
I
41
Tooos:estos textos fruto de su tiempo. Desde comienzos
de la época aquf estudiada, los esclavos demuestran su anhelo dé libettad'y no.
pocas veces insisten en lo que significa y representa parae,lIos 'con la ayuda de'
sus abogados. Sin partir de mediados de los 1790,pasaIl1OS a
otra a, otrosplan!eamientos más atrevidos' y contundenteS; ,á
condenas la esclaVitUd en si y a la afirmaci6n de una igualdad. funáafllentaJ
-natural, o racional según lOs C,asos- tal como la propugnaban ,a fÍna1esdélá
centuria los SectoreS miS' avanzados de la de las Lúces intento
practicarla para con
nunca citada pero sin duda presente en la mente de no ,POCOS autores 9id1OS
alegatos.. ' ' .. 1, ' , ' , '
á una
Au.,n. e este. a. u. t9.'r.se,.
posterior- ,a laque
'ese
..... nq.·.a . 6 .es
.... pa. elo.· di
. ·ferent. e.-L.im.a.
-lts Rrimeros decenios de
-.,i
elocuentemente qu(! hémos analizado i.!n
... ud.iencia .<Ie Quito,.
la. A es..,t.ro.l.s.u.,. a.. . e.·rto... ril.(:luso.,11. ,)undico,
cómo muy lejos de reducu;se al soJo ambtente rrbanQ,
. m.:
.
e
abarc6 implicó' también a .los esclav9S 'del lejano" Chota, como lo
demoStramoS en' el artículo citado en la· rióta '8. i ' ' . .. ,
Las demandas referentes íos cuanto, a li
concesión -O la negación- de la" lo hOY, puede, parec.ef
-o' inc1usi:ve triquiñ.ue1as- sobre la decision de!éambiar dt!, amo, .la v:oluntad
d. .,ec..la.ra,'.,da d,.(!n.·0.
ira.,sp.as
. . a.d.O,. com
.. o. m.ero. m,febl.e. ,t,ad.o. e,so.,., al, . p.arece.r..
a .10 largo de, la segunda mita? del siglo; !MIl sin duda
algtlna, más. q.ue. indicios, aUnque de, un cuestionam,ientQ
«sde :cle,ntr(}. del estatuto'Qe,la .és<;lavitud. tiempo, como. hemOS
dicho,.1osalegatos de los. .4efensores, Io.s. esclaros ,con?tro t:livel
de (Íiscul'$t?. y formulación por Jos y
pianteamientQs nuevoS de la época-' cQmo. tarfibién en .el grupo
ya , .!. . ,",' :
Perq no, se. ha infénr que la de los dueños no segpían
flnnemeJ1te aferrados a sus Distabani.tOdavía .IL""cho de .acePtar,o
imag¡nar, la PQSibil,idad de úna de.unaevQluCiÓn-de)a
esclavitud que en los Andes iba a pervivir. cjiurante las dos generaciones
posteriores a la Independ,enda. 26
. 26. Ver al respectÓ' las acérrimas reaccitmes' de de la región, 'en particular las de'
. Da
..aba(X)3S" an.le. los ¡n.t.ent. os de "human..i.za.ci6n. " de la . VitUd. que;su.po
Ca1ollflO de,118.3"Y la Real eMula (J mstruccl61i sobre la (Jd , t6n, tralf:'y'oi;uPfJéióti de kls esclavos
... " .q. Nes. ro
... n!a,,. .n....e,) ".Códis
de 1189. en las ponencillS de Manuel Luceqa Salmqra.l
septiembre de 1993. y:al Congreso nóViembre
dé 1'993: (N .. E.: ReCtenteniente publicadas en Manuel Lucenp. Salmórál, $,otweplM
esc""lttud quUeña en el contexto del reformismo borbónicq Abya, Yala: Quito. 1994). .