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Descripción de China
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Libro electrónico356 páginas4 horas

Descripción de China

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La «Descripción de China» de Matteo Ricci es considerada una de las obras más importantes acerca de la civilización, filosofía, historia, costumbres y geografía de China, tanto por el rigor de sus fuentes literarias como por la riqueza y autoridad de las orales, en especial los literatos chinos con los que el jesuita italiano tuvo trato. Primero de los cinco libros de su prolífica «Historia de la introducción del cristianismo en China» (también conocida como «Commentarj della Cina»), la «Descripción» es un trabajo etnográfico que cabe hoy enmarcar en el ámbito de las disciplinas que estudian los puentes culturales entre Europa y Asia, particularmente con el Lejano Oriente y China. Ricci consigue presentar a los lectores occidentales una China comprensible, pero que representa al mismo tiempo un desafío para la cartografía europea de los saberes.
IdiomaEspañol
EditorialTrotta
Fecha de lanzamiento15 nov 2023
ISBN9788413642277
Descripción de China
Autor

Matteo Ricci

Primer sinólogo en sentido moderno, los chinos lo llamaron «xitai», esto es, «maestro del Extremo Occidente». Jesuita, matemático y cartógrafo, fue también autor de libros de oración, aritmética, mnemotécnica o sobre la existencia de Dios. Su vida y su obra estuvieron ligadas a la gran expansión misionera dictada por la política y la ampliación comercial que llevaron a cabo España y Portugal en su apertura a las Indias Orientales. Durante las tres décadas en que predicó el cristianismo en China, supo introducirse en el círculo de los literatos chinos y ganarse la confianza de las grandes figuras de la dinastía Ming.

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    Descripción de China - Matteo Ricci

    PLIEGOS DE ORIENTE

    lejano oriente

    EL ARTE DE LA GUERRA

    Sunzi

    Introducción, traducción y notas de Albert Galvany

    FIGURAS DE LA EXCEPCIÓN EN LA CHINA ANTIGUA. SABIOS, DESVIADOS Y AUTÓCRATAS

    Albert Galvany

    REGRESAR A CHINA

    Carles Prado - Fonts

    SANZIJING. EL CLÁSICO DE TRES CARACTERES

    Wang Yinglin

    Introducción, traducción y notas de Daniel Ibáñez Gómez

    LA RUTA DEL SILENCIO.

    VIAJE POR LOS LIBROS DEL TAO

    Iñaki Preciado Idoeta

    LOS LIBROS DEL TAO. TAO TE CHING

    Lao tse

    Edición y traducción de Iñaki Preciado Idoeta

    LAS VEINTICUATRO CATEGORÍAS DE LA POESÍA

    Si Kongtu

    Edición de Pilar González España. Preludios de Gong Bilan

    EL CAMINO DE CHUANG TZU

    Thomas Merton

    Traducción de José Coronel Urtecho

    FICCIONES FILOSÓFICAS DEL ZHUANGZI

    Romain Graziani

    Traducción de Anne - Hélène Suárez Girard

    EL PABELLÓN DE LAS PEONÍAS

    Tang Xianzu

    Edición y traducción de Alicia Relinque Eleta

    Descripción de China

    Descripción de China

    Matteo Ricci

    Edición de Giuseppe Marino

    Illustration

    PLIEGOS DE ORIENTE

    SERIE LEJANO ORIENTE

    Título original: Della entrata della Compagnia di Giesù e Christianità nella Cina (libro I)

    © Editorial Trotta, S.A., 2023

    www.trotta.es

    © Giuseppe Marino, edición, 2023

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN (edición digital e-pub): 978-84-1364-227-7

    CONTENIDO

    Siglas

    Estudio introductorio: Giuseppe Marino

    Cronología de Matteo Ricci

    Nota a la traducción

    Bibliografía

    DESCRIPCIÓN DE CHINA

    1. De la razón para escribir esta historia y de la manera en la que en ella se ha de proceder

    2. Sobre el nombre, magnitud y lugar de China

    3. Acerca de las cosas que produce la tierra de China

    4. Sobre las artes mecánicas de esta tierra

    5. De las artes liberales, ciencias y grados que se confieren en China

    6. Del gobierno de China

    7. Sobre las cortesías y algunos ritos

    8. Sobre la fisonomía, el culto del cuerpo, la vestimenta y otras costumbres de los chinos

    9. De las supersticiones y algunos abusos de China

    10. De las varias sectas religiosas que existen en China

    Índice analítico

    Índice general

    SIGLAS

    ESTUDIO INTRODUCTORIO

    Giuseppe Marino

    «No me provoca tristeza —de este modo la quiero llamar— el estar lejos de mis parientes secundum carnem, a pesar de que yo sea muy carnal, sino el hecho de que me he alejado de Vestra Paternitas que quiero más que a mi padre. No sé qué tipo de pensamiento a veces me viene a la mente, pero sé que me provoca cierta forma de melancolía que me parece que es buena, y me extrañaría no tenerla. Y pienso que mis padres y hermanos de aquel colegio donde nací y me crie, los cuales quise mucho y quiero, se olviden de mí, a pesar de que los tengo a todos muy frescos y tan presentes en mi memoria».

    (LT 19)

    1. RICCI, EL CRISTIANISMO EN CHINA Y EL MANUSCRITO DE LA DESCRIPCIÓN

    El jesuita italiano Matteo Ricci (1552-1610) —Lì Mǎdòu, 利瑪竇, según su nombre chino— es sin duda el primer sinólogo de la historia en el sentido moderno, el denominado xitai para los chinos, esto es, «el maestro del Extremo Occidente»1. Su vida y obra estuvieron ligadas a la gran expansión misionera dictada por la política y por la ampliación comercial que llevaron a cabo dos países puntales de la cristiandad, España y Portugal, en su apertura a las Indias Orientales, lo que trajo como consecuencia —al menos de manera transitoria— la penetración del cristianismo en China. La evangelización de Oriente entre los siglos XVI y XVII, que conllevó la expansión no solo de los preceptos cristianos, sino de los de una civilización entera, la europea, supuso el último intento en época moderna de introducir la religión occidental siglos después del periodo nestoriano (635 d.C.-781 d.C.)2 y del posterior esfuerzo alrededor del año 1294. El recorrido de Matteo Ricci se inició en el mismo punto en el que en 1514 comenzaron a arribar las primeras naves portuguesas: el estuario del río de las Perlas (Zhujiang), enfrente de Cantón (Guangzhou), más concretamente en la residencia jesuita de Zhaoqing; después, continuó por los cuatro institutos que la Compañía de Jesús mandó edificar estratégicamente desde el sur de China hacia el norte: Chaozhou, Nanchang, Nankín y Pekín.

    La habilidad con la que Ricci y sus compañeros supieron introducirse en el círculo de los literatos chinos e impresionarlos con un mundo, una ciencia, un arte y una cultura ajenos a China no necesita presentación ni aclaración, al igual que su manera de ganarse la confianza de las grandes figuras de la China Ming. Todos los hechos relativos a la misión evangelizadora de China, desde finales del siglo XVI hasta principios del siglo XVII, fueron descritos por Ricci en su obra omnia, redactada definitivamente durante los últimos años de su vida, cuando ya había alcanzado cierta madurez y experiencia. Claro está que los jesuitas, a partir de mediados del siglo XVI, contaban con el apoyo de Macao, esto es, de los establecimientos comerciales concedidos a los portugueses, que sirvieron de lanzadera para la penetración de las misiones europeas en el interior de China. El contacto entre chinos y europeos no solo conllevó en el territorio una revolución agrícola, y, en un sentido más amplio, gastronómica; la introducción de metales como la plata; o de armas, algunas ya conocidas por la dinastía Song (siglos X-XII), sino que se trató de un intercambio intelectual y cultural a gran escala entre Oriente y Occidente.

    La Descripción de China de Matteo Ricci es una de las manifestaciones más claras de esta interacción cultural o interculturación que consigue presentar a los lectores occidentales una China comprensible para la mentalidad de Europa. Este conocimiento transmisible, construido por Ricci sobre la base de un examen previo del medio, ofrece un desafío tanto a la cartografía europea de los saberes sobre el mundo como también a su gramática3.

    Con el título Descripción de China el autor se refirió constantemente en sus cartas a los diez capítulos que se traducen en este volumen y que conforman el primero de los cinco libros —subtitulado De la entrada de la Compañía de Jesús y de la cristiandad en China...— de su prolífica Historia de la introducción del cristianismo en China4.

    La Descripción presenta un conjunto de materias totalmente distinto en relación a los contenidos de los otros cuatro libros, pues Matteo Ricci proporciona una panorámica completa del país, de su etnografía, geografía, productos, artes, lengua, literatura, gobierno y religión. Los restantes libros de la Historia están enfocados más hacia la religión, las fundaciones de las residencias, los viajes por el interior de China y los varios trabajos realizados para difundir la doctrina cristiana, sus estudiantes de matemáticas, la acogida de los príncipes imperiales, las cortes de Nankín y Pekín y sus respectivas residencias y colegios, las conversiones, etcétera.

    El interés que hoy suscita Matteo Ricci va más allá del aspecto religioso o, incluso, del sinológico, habida cuenta de que los escritos del jesuita italiano se enmarcan en el ámbito de las disciplinas que estudian los contactos culturales —los llamados «puentes»— entre Europa y Asia, particularmente con el Lejano Oriente y China. Además, tales escritos podrían resultar útiles en vista de la creciente desorientación actual en materia de intercambios culturales, políticas de inmigración, etc. Por tanto, la actualidad de un libro como este radica no solo en el testimonio directo que nos proporciona en relación al diálogo cultural entre Europa y Asia, sino que, más aún si cabe, la Descripción de China resulta un documento único por ser pionero en la inmersión histórica, política, social, religiosa y cultural que el misionero llevó a cabo en China durante varias décadas5, como pone de manifiesto el propio autor, sabedor de la singularidad de su empresa: «A pesar de que sobre estas mismas materias circulan muchos libros en Europa, con todo, creo que a nadie le desagradará conocerlas a través de nosotros, que vivimos en este reino desde hace más de treinta años, discurrimos con las personas más nobles y principales de las provincias, tratamos continuamente en ambas cortes [Nankín y Pekín] con los principales y más ilustres magistrados y literatos del reino, hablamos su lengua, aprendimos sus ritos y costumbres y, por último, lo que más importa, día y noche tenemos en nuestras manos sus libros, los cuales jamás fueron considerados por los otros que vinieron a China, sino que solo supieron por boca de otros, los cuales no fueron tan instruidos como nosotros» (DE xi).

    A través de la lectura de la Descripción se llega a entender su compleja envergadura intertextual, por su vínculo con la tradición clásica (Heródoto, Tácito, Tito Livio), con la geografía, la etnografía y otras materias afines del saber occidental, sin dejar de lado, desde luego, la influencia que absorbe la narración de la idiosincrasia del pueblo chino. La obra de Ricci es una relación necesaria para la reconstrucción histórica y social de China bajo la dinastía Ming y el gobierno del emperador Wanli. Pero, además, estamos ante un testimonio imprescindible del impacto mutuo de dos tradiciones ancestrales y milenarias. No cabe duda de que tanto la Descripción como el resto de su Historia son escritos que abarcan diversas áreas temáticas, pero de una manera más profusa si se compara con otras obras que tratan sobre Asia o China pertenecientes a épocas anteriores, como es el caso de Il Milione de Marco Polo, relato que contiene un sinfín de datos de interés, pero que no deja de ser un informe sobre un viaje. Además de ofrecer una información más detallada que los textos europeos anteriores, los escritos de Ricci supusieron en su día una contribución esencial en lo que se refiere a la comprensión de China por la mirada de Occidente6. Ello es así debido sobre todo al calado de la relación que ofrece Ricci de la realidad circundante, que resulta una articulación narrativa harto compleja por la voluntad del propio autor de enriquecer sus escritos con sucesos verídicos que modificaron la sociedad china de antaño. A ello debe sumarse la sensibilidad del cronista jesuita respecto a la comprensión extremadamente difícil de una cultura milenaria que sigue resultándonos ajena, la china, aunque en la actualidad, y en buena medida gracias a la globalización, la conocemos un poco mejor.

    Desde su llegada a Macao, Matteo Ricci apuntaba diariamente todo tipo de sucesos, anécdotas y curiosidades que le iban pareciendo más relevantes, a la vez que avanzaba progresivamente en el aprendizaje de la lengua, las costumbres y la religión china, hasta el punto de llegar a convertirse en un extraño en su propia patria y en su lengua materna (DE xii). De ahí que, a partir de finales de 1608, el jesuita empezara a redactar sus memorias con la intención de enviarlas a Roma antes de finales de 1609 gracias a los barcos que navegaban desde Macao hacia la India. El lugar de composición de estos últimos escritos, entre los que se incluye la Descripción, fue por lo general Pekín. Al parecer, Ricci trabajó en el manuscrito hasta «pocos años antes de su muerte» (FR clxx), según cuenta el historiógrafo jesuita Daniello Bartoli (1608-1685). Tras el fallecimiento de Matteo Ricci el 11 de mayo de 1610, el jesuita italiano Nicolò Longobardo (1565-1655) custodió el manuscrito de la Historia. En primer lugar, anunció su existencia al General de la Compañía, Claudio Acquaviva (1543-1615), así como la intención de enviarlo a Roma a través de la nave que llegaba hasta la India. Dos años más tarde, el 21 de noviembre de 1612, Longobardo relata que el manuscrito se enriqueció, pues se «añadieron después algunas cosas que faltaban, de modo que estos cinco libros fueran bien preparados», e incluso se llegó a traducir al portugués (FR clxx). La última voluntad de Ricci fue la de enviar la Historia a Acquaviva antes de una hipotética publicación, pero lo más importante era que no pasara por otras manos.

    Sucedió, pues, que la Compañía decidió enviar a Roma al jesuita francés Nicholas Trigault (1577-1628), que había llegado a Macao en la primera mitad de 1610, es decir, después de la muerte de Ricci. A principios de 1613, el manuscrito de la Historia viajó hacia Roma bajo la tutela del jesuita Trigault, quien, según el estudioso jesuita D’Elia, incorporó 19 hojas a las 122 autógrafas de Ricci7. Entre las instrucciones que Longobardo dio al francés para que se siguieran en Roma constaban estas tres: la necesidad de revisar el «modo y estilo» del texto; que la relación de Matteo Ricci fuese hecha en «voz viva» al General de la Compañía; y, por último, que la obra fuese traducida al latín (FR clxxii). Cuando Trigault llegó a Roma, llevó consigo el manuscrito ricciano original de la Historia y un retrato del jesuita italiano. No está del todo claro si, tras ser examinada la obra de Ricci, fue mirada con recelo por parte de la curia romana, en particular debido a su método evangelizador largamente criticado a principios del siglo XVIII. Pero lo que sí se puede afirmar es que tanto el autor como su manuscrito se vieron envueltos en un completo silencio. A decir verdad, la condena eclesiástica de la estrategia de Ricci, debido sobre todo a algunas de sus traducciones conceptuales de los textos teológicos fundamentales, en particular las disputas sobre los ritos chinos del siglo XVIII, determinaron este olvido que se prolongó durante siglos, exactamente hasta que en 1939 el papa Pío XII afirmó la rectitud del método y del camino espiritual señalados por Ricci (DE x).

    Los folios del manuscrito en papel chino de la Descripción pertenecen indudablemente al autor italiano. Su escritura menuda, su trazo fino, unas pocas correcciones y unos añadidos al margen de puño y letra de Ricci son los rasgos típicos que convirtieron este códice antiguo en un clásico entre los estudiosos del jesuita. A partir de los libros IV y V de la Historia se hace visible la intervención del padre Trigault, quien completó el texto añadiendo algunas informaciones sacadas de los apuntes de Ricci, más una narración sobre la muerte del autor y el relato de las negociaciones sobre el entierro de Ricci en tierra china. No menos importante será la participación del italiano Sabatino De Ursis (FR clxxv), si bien este tipo de injerencias no repercuten en los primeros diez capítulos de la obra. En otras palabras, el texto de la Descripción que aquí presentamos salió únicamente de la pluma de Matteo Ricci, con la pretensión de dar a conocer al pueblo chino los confines del resto del mundo y precisar las características de las civilizaciones europeas y del Asia central, meridional y sur-oriental.

    El verdadero cambio de rumbo en el proceso divulgativo de la Historia en Europa y, por ende, de la Descripción, llegó en el otoño de 1615 con la impresión en Augsburgo de la traducción del manuscrito ricciano al latín llevada a cabo por el padre Trigault, bajo el título De Christiana Expeditione apud Sinas ab Societate Iesu suscepta, ex P. Matthaei Riccj commentariis Libri V, auctore P. Nicolao Trigautio, Belga8. Este título siguió empleándose para las subsiguientes reimpresiones en latín (1616, 1617, 1623 y 1684) y, asimismo, para las traducciones en las lenguas vulgares: en alemán (1617), en español (1621), en italiano (1622) en francés (hubo tres ediciones: 1616, 1617 y 1618) y en inglés (edición parcial por Purchas en 1625) (FR clxxvii). Resulta curioso, como subrayó D’Elia, que finalmente la circulación del texto se deba a la obra traducida al latín, que siguió vigente durante más de tres siglos. En todo este proceso de diseminación de los escritos riccianos, el manuscrito original quedará relegado al olvido y no se publicará hasta principios del siglo XX. El manuscrito ricciano fue editado por primera vez en la edición de Pietro Tacchi Venturi (1911) y posteriormente en la de D’Elia (1942), edición esta última promovida por el régimen fascista y con el visto bueno de Mussolini y de Giuseppe Bottai. En época más reciente, la Historia ha vuelto a ser editada por Piero Corradini y Maddalena Del Gatto (2010), y más tarde se publicó por separado la Descrizione della China (2011), editada por Valli y Mignini.

    Es importante señalar que, hasta la fecha de publicación de la edición del jesuita Pietro Tacchi Venturi, quien encontró el manuscrito ricciano en 1911 en Macerata, la obra del jesuita italiano se atribuyó a Trigault, autor de la traducción latina. No obstante, hay que decir que las dos primeras publicaciones del siglo XX tenían un propósito bien específico en el periodo histórico en el que vieron la luz, a saber: revalorizar la figura de Matteo Ricci, «orgullo de la nación italiana» e «hijo casi olvidado»; o, dicho en otras palabras, contrarrestar la figura de Trigault, quien, siguiendo la perspectiva italiana nacionalista, se apropió el mérito de la obra del de Macerata. En consecuencia, a partir del redescubrimiento en Italia de Matteo Ricci y sus crónicas asiáticas, la edición de Trigault pasó a ocupar un segundo lugar, si bien hay que reconocer la importancia del trabajo del jesuita francés, que resultó fundamental para la difusión de la obra de Ricci y de su método9, y, por tanto, para ensalzar el valor de su Historia.

    De acuerdo con D’Elia, la edición de Tacchi Venturi despertó el interés por los estudios riccianos, tanto en China como en el resto del mundo, tanto en el campo sinológico como en el ámbito de las relaciones entre Europa y China, y en otras materias afines. No obstante, la edición de D’Elia fue la primera versión que siguió un rigor más sinológico, pues no solo añadió su responsable detalles de lugares, hechos y personajes, al servirse de las fuentes chinas, sino que cambió y mejoró la fonética del texto italiano según las exigencias de su tiempo. Es más, el editor jesuita, en su copiosa edición del texto ricciano, decidió completar el texto de la Historia —o si se quiere de los Commentarj, como la denominó Tacchi Venturi y, antes de él, Trigault— con las cartas y otros textos inéditos del jesuita de Macerata. Por último, hay que recordar que tras la publicación de Trigault, la obra de Ricci adquirió títulos diferentes en las traducciones siguientes, como el de Diary o Journal10.

    La Descripción se diluyó en las múltiples copias que se realizaron en latín, que sucesivamente acabaron por ser traducidas a muchos idiomas europeos. En consecuencia, la obra que ahora presentamos se convirtió en una de las fuentes principales a través de la cual los curiosos escritores, y no solo estos, extrajeron valiosa información sobre la China de finales del siglo XVI y principios del XVII.

    2. ORÍGENES DE LA DESCRIPCIÓN

    El 13 de septiembre de 1584, desde Zhaoqing, en la provincia de Cantón, ciudad con más de cuarenta y siete mil habitantes11, Matteo Ricci escribía al factor real de Filipinas Juan Bautista Román: «... lo demás lo dejo, ya que me propongo redactar una relación mucho más detallada después de haber vivido más tiempo en esta tierra» (LT 58)12. Esta mención revela que el autor italiano tenía pensado redactar su Descripción desde su llegada misma a la China continental. En efecto, el 20 de octubre del mismo año, y desde la misma ciudad, Ricci escribía más claramente al prepósito general de la Compañía, Claudio Acquaviva: «Para que V. P. se consuele, desearía enviarle una Descripción de toda la China, mas todavía no he podido saber con certeza la altura de Pekín hacia la parte septentrional...» (LT 103).

    Más de diez años después (1596), el 12 de octubre, en otra carta desde Nanchang (capital de la provincia de Jiangxi) dirigida al jesuita de Cesena Giulio Fuligatti, Matteo Ricci escribía: «La Descripción de China se envió a Europa por varias vías, pero con muchos errores»; y en la misma misiva adelantaba a su compañero la posibilidad que tuvo de entrar en la «ciudad real», es decir, Pekín, y su primer retrato de esta ciudad, el lugar «más adentro de China» y uno de sus deseos más recónditos (LT 326). A día de hoy, no se conoce ningún ejemplar de esta obra, que sin duda debió de ser diferente de la versión que llegó hasta nuestros días —esta que se traduce en el presente volumen—, aunque es cierto que sirvió al autor como base para componer el primer libro de su Historia13. Ruggieri, en su viaje de vuelta a Europa, donó una copia de la Descripción al cardenal de Austria, y otra copia al papa Gregorio XVI. Al parecer, la Descripción se componía de un mapa geográfico, del que se trajeron muchas copias a Europa enrollado en rótulos muy grandes como el que, posteriormente, se regaló a Felipe II. A pesar de que no tenemos ninguna noticia de esta primera Descripción, es probable que se tratara de una copia de la carta completa que Ricci intentó terminar en septiembre de 1584, a la que se refiere en la larga misiva a Román14. Existe también otra carta más tardía, pero más cercana a la fecha de composición de la Historia y, por ende, de la segunda Descripción, redactada el 17 de febrero de 1609 y enviada al jesuita João Álvarez, en la que Matteo Ricci expresaba claramente su intención de dejar escrita una relación en la que estarían señalados todos los sucesos de los que fue testigo en China para evitar posibles confusiones y malentendidos (LT 524-525).

    Más allá de la Descripción, la producción literaria de Ricci en China es verdaderamente impresionante: de sus cartas se colige que participó en la composición del Catecismo15 de Michele Ruggieri, en letra china e impreso en Zhaoqing; que compuso un Mapamundi16 en chino que mandó «imprimir, pese a que tiene algunos errores, pero para ellos es la cosa más verdadera que tienen en esta materia» y «tres globos terrestres también en su lengua y letras» (LT 103). A la redacción del Catecismo de Ruggieri siguió la del famoso Tianzhu shiyi (Verdadero significado de la doctrina del Señor del Cielo), un catecismo más completo, impreso en Pekín en 1603. Se trata de una obra que, según Ricci, contenía una serie de ataques a las doctrinas budistas. El éxito que tuvo el Tianzhu en China convenció al padre Alessandro Valignano de la necesidad de imprimirlo para su uso en Japón, como así se hizo en 1605.

    Asimismo, con el fin de mitigar el odio de los budistas, «nuestros enemigos», Matteo Ricci decidió imprimir una obra muy breve y de carácter estoico, pero «acomodada a la cristiandad», titulada Venticinque sententie (Ershiwu yan), redactadas entre febrero de 1599 y mayo de 1600 y publicadas en 1603 (LT 384). Unos años más tarde, en 1607, y con el apoyo del matemático y político Xu Guangqi, el jesuita italiano tradujo el texto de los Elementos de geometría de Euclides (Jihe yuanben), utilizando la edición latina al cuidado del jesuita Cristoforo Clavio, maestro de Matemáticas de Ricci en el Collegio Romano. Asimismo, en 1608 publicó los Paradossi (Jiren shipian o Diez capítulos de un hombre extraordinario), un texto que tuvo mucho éxito para la difusión de la religión cristiana en China, cuyos capítulos tratan varios asuntos: la vida después de la muerte, la memoria, las miserias humanas, el ayuno de los cristianos, el paraíso, etcétera (LT 460-461).

    En medio de estas empresas editoriales, Matteo Ricci también tradujo varias obras al chino, entre otras el Calendario Gregoriano (1608), un escrito que nunca vio la luz de la imprenta en Asia17 «por ser cosa de mucha sospecha en China hacer nuevos calendarios», pero «acomodado su año de modo que los mismos cristianos pueden saber todas las fiestas del año» (LT 384). La noticia de que sus obras circulaban incluso entre los cristianos de Japón debió de consolar al jesuita italiano, pese a saber que, en

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