Agentes y lazos sociales: la experiencia de volverse comunidad
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La confluencia de actores, individuales y colectivos, de distintos contextos, contribuyeron a la reconstitución del tejido social y la creación de los lazos que dieron sentido de comunidad a los colonos y al desarrollo de su capacidad de agencia para la trasformación positiva de su entorno y de su vida.
Esta experiencia se recupera en esta obra, a partir de una serie de entrevistas con los actores del movimiento, mediante un análisis retrospectivo y desde varias perspectivas teóricas. Su estudio permite comprender mejor las dinámicas sociales acontecidas y posibilita su reproducción para enfrentar de manera organizada y con éxito problemas en contextos urbanos y sociales particulares.
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Agentes y lazos sociales - Antonio Sánchez Antillón
INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE OCCIDENTE
Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ
Gómez Gómez, Elba Noemí (coord.)
Agentes y lazos sociales : la experiencia de volverse comunidad / Coord. de E.N. Gómez Gómez ; pról. de G. Morfín Otero ; epílogo de D. Carbajal López.-- Guadalajara, México : ITESO, 2015.
280 p.
ISBN 978-607-9361-97-6
1. Iglesia y Problemas Sociales – Guadalajara, Jalisco – Historia. 2. Iglesia y Problemas Sociales – México – Historia. 3. Comunidades Eclesiales de Base – Guadalajara, Jalisco – Historia – 1946-2000 – Tema Principal. 4. Comunidades Eclesiales de Base – Guadalajara, Jalisco – Historia – Siglo XX. 5. Comunidades Eclesiales de Base – México – Historia – 1946-2000. 6. Comunidades Eclesiales de Base – México – Historia – Siglo XX. 7. Participación Social – Guadalajara, Jalisco – Historia. 8. Participación Social – México – Historia. 9. Educación y Promoción Popular – Guadalajara, Jalisco – Historia – 1946-2000 – Tema Principal. 10. Educación y Promoción Popular – Guadalajara, Jalisco – Historia – Siglo XX. 11. Educación y Promoción Popular – México – Historia – 1946-2000. 12. Educación y Promoción Popular – México – Historia – Siglo XX. 13. Desarrollo Comunitario – Guadalajara, Jalisco – Historia – 1946-2000 – Tema Principal. 14. Desarrollo Comunitario – Guadalajara, Jalisco – Historia – Siglo XX. 15. Desarrollo Comunitario – México – Historia – 1946-2000. 16. Desarrollo Comunitario – México – Historia – Siglo XX. 17. Sociología Urbana. I. Morfín Otero, Guadalupe (pról.) II. Carbajal López, David (epílogo) III. t.
[LC] 361. 80972352 GOM [Dewey]
Diseño original: Danilo Design
Diseño de portada y diagramación: Beatriz Díaz Corona J.
Este libro es producto de la investigación Agentes y lazos sociales: reconstrucción del tejido social en Polanco
con clave JAL-2010-07-146807. Financiado por el Fondo Mixto CONACYT y Gobierno del Estado de Jalisco.
La presentación y disposición de Agentes y lazos sociales. La experiencia de volverse comunidad son propiedad del editor. Aparte de los usos legales relacionados con la investigación, el estudio privado, la crítica o la reseña, esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, en español o cualquier otro idioma, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, inventado o por inventar, sin el permiso expreso, previo y por escrito del editor.
1a. edición, Guadalajara, 2015.
DR © Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO)
Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO,
Tlaquepaque, Jalisco, México, CP 45604.
www.publicaciones.iteso.mx
ISBN 978-607-9361-97-6
Índice
Portada
Portadilla
Página legal
Índice
Prólogo
Introducción
I. Lo que enmarca, da sentido
Las Comunidades Eclesiales de Base. Agentes en el proceso de movilidad social de los sectores populares
Lomas de Polanco. Del desencanto al encantamiento del espacio
Conciencia, poder y esperanza en la iglesia de los pobres: entrevista a un sacerdote diocesano impulsor de las CEB
II. Temáticas emergentes
Análisis y contraste de los ideales de tres fundadores y tres herederos de las Comunidades Eclesiales de Base
La solidaridad. Matices de vinculación
La dimensión pedagógica de las emociones sociales en los proyectos alternativos
Compasión sin justicia. Los límites de la experiencia política en Lomas de Polanco
III. Narración de una vivencia pastoral
Amigos solidarios
IV. Epílogo
Reflexión final
Acerca de los autores
Contraportada
Prólogo
MARÍA GUADALUPE MORFÍN OTERO [*]
Comencé a leer este libro por el final, por el hermoso texto de Pedro Arriaga, SJ, un himno a la fraternidad vivida en comunidad, ¿dónde más?, y volvieron a abrirse viejos sentimientos. Los llamamos a veces cicatrices, pero son más que una herida. Son también un manantial. Quizá por eso, mientras escribo ahora corren algunas lágrimas. Ya cumplidos mis 60 años.
Anduve por ahí, es cierto, unos años, por esas calles de Lomas de Polanco, de mi ciudad, Guadalajara. No había terminado mis estudios de abogada, en la Universidad de Guadalajara. Tenía cerca de 20 años, era 1974. Poco antes, los jesuitas se habían cambiado de Puente Grande, Jalisco, de un confortable seminario rodeado de jardines y hermosas vistas a un río —que no estaba tan contaminado—, a una colonia entonces muy periférica en Guadalajara, al final de la avenida 8 de Julio, pasando la colonia Echeverría, que estaba cerca de la avenida Lázaro Cárdenas, y también al final de la avenida Colón, al lado de la cual había entonces profundos canales de agua en los que varias veces mi vocho amarillo estuvo a punto de ahogarse porque si llovía de noche no se veía nada. Ramón Mijares, SJ, fue el líder de ese cambio. Él, a quien había conocido en Roma, cuando hacía su doctorado en Espiritualidad y yo incursionaba en la Gregoriana como la alumna más chiquita de la universidad, en un plan de estudios intenso de solo un año.
Luego, la amistad con Ramón se reforzó, pues mi hermano Carlos (Patacho) entró como novicio y fue su maestro de novicios en esa etapa de su formación. Cuento una anécdota curiosa: la ayuda que mi mamá brindó a la instalación de los jesuitas en la Calle 14 de Lomas de Polanco, se tradujo no solo en hacer los cojines de una rústica sala que aún hasta hace poco sobrevivían sino que llegó al extremo de desprenderse de una buena cocinera y linda persona, Licha Espíndola, y convencerla de que pasara mejor a trabajar al noviciado; así no peligrarían las tempranas vocaciones por cuestión de alimento. Ramón Mijares bromeaba a veces diciendo que estaba más agradecido por la llegada de Licha a la Compañía que por la del mismo Patacho.
Han pasado tantos años; Lomas de Polanco ya no es periférica ni tan marginal como lo era entonces; Licha reposa ya en la paz de Dios; su hija Lety se casó felizmente con el Tabaco
, hermano jesuita que dejó el convento y regresó a su natal Tabasco donde han hecho una hermosa familia. Patacho llegó a ser, hasta hace muy poco, provincial de los jesuitas en México. No creo que Ramón repita su broma a estas alturas tan convencido, por más alivio que le haya traído tener una buena cocinera en aquellos tiempos de mudanza: en todo caso, Licha supo y Patacho ha sabido nutrir el proyecto de Ignacio de Loyola a su manera y en su tiempo.
Fueron pocos años los que estuve en esas calles: hasta 1976 y quizá un poco más, casi hasta el final de un movimiento popular vivido en la colonia, poco antes de la negociación final del problema del alcantarillado con el presidente municipal Guillermo Reyes Robles.
De eso hice mi tesis de abogada: Análisis de legislación urbana, el caso Lomas de Polanco en Guadalajara, con un capítulo relativo a ese movimiento reivindicativo: la movilización social en dicha colonia, contra unas obras de urbanización del Consejo de Colaboración Municipal de Guadalajara. Esta institución, vinculada al ayuntamiento, constituía una fórmula ideada para hacer obras públicas (agua, drenaje, banquetas, pavimentación) cuya realización correspondía a los fraccionadores, según la Ley de Fraccionamientos entonces vigente. Guadalajara vivió entre 1940 y 1970 fuertes procesos de migración rural a urbana, y esto hizo necesario legislar sobre los fraccionamientos populares, pero era ley incumplida.
En la práctica, los terrenos para vivienda eran promocionados y vendidos por los fraccionadores, quienes incumplían muchas de sus promesas y empezaban a recibir ganancias al vender con un contrato de promesa de venta nada más. La ley ordenaba no vender sino hasta que el ayuntamiento hubiera recibido las obras ya terminadas.
Casi con todo vendido de manera anticipada, y recibido oficialmente el fraccionamiento por la administración municipal, en vez de que el ayuntamiento aplicara las fianzas a los fraccionadores por lo incumplido, por las obras mal hechas o insuficientes, cobraba las obras pero a los colonos, vía el Consejo de Colaboración Municipal, con citatorios tramposos y peores mañas para simular asambleas donde ellos mismos las aprobaban. Los colonos se las veían difíciles para pagar puntuales las letras de sus terrenos, pues en algunos casos estaban en procesos de autoconstrucción de su vivienda; por eso, veían llegar el cobro municipal como una afrenta. De esta manera resumo un constante proceder que se repitió en más de 70 fraccionamientos populares estudiados por mí y sobre todo por Margarita Sánchez Van Dyck, que en torno a esta forma de urbanizar hizo su tesis doctoral en Psicología Social en la Escuela de Altos Estudios de París, y que fue colaboradora del noviciado en Lomas de Polanco en sus inicios.
Los años que estuve cercana a Lomas de Polanco como aprendiz de abogada dejaron una marca, una huella, una forma de pronunciar un nosotros
social que antes no había acabado de deletrear. Lomas de Polanco fue para mí un pasaje de entrenamiento para conocer un mundo de injusticias contra el pobre, las y los pobres. Pobreza de recursos, aclaro, pues enorme riqueza en muchos otros sentidos había. Mi marca fue una cicatriz; una huella de la impotencia vivida al intentar aliviar tanto dolor: el de tantos expulsados por el abogado del fraccionador —un tipo cínico este abogado, que alguna vez visité en sus oficinas— por no haber pagado sus letras; el del doble cobro indebido por parte del ayuntamiento por las obras de alcantarillado; el de tantos embargados por no haber pagado sus letras a las tiendas de electrodomésticos donde habían comprado refrigerador, estufa y otros utensilios para su hogar. Yo era solo una muchachita que quería ser solidaria y no encontraba las herramientas para hacer de su tarea jurídica algo que dejara huella justa. Por eso llamé a un buen abogado para ayudarme con la tarea, Manuel Bailón Cabrera. Los buenos abogados no se quiebran, me decía a mí misma, pero yo me quebré muchas veces. No me alcanzaba a consolar ni el amor de mi familia ni el afecto de la gente de la colonia. Algunos nombres de esa etapa siguen presentes en la memoria de la gratitud: Miguel y Marina, Manuel y Tere, Elías y Esther, el flaco Rafael, Jorge, tantas chicas, Lourdes, y las demás hermanas de María Reparadora, Orfa María (en la colonia vecina de La Longaniza), doña Virginia y Consuelo, los Cedillo, los jesuitas, ordenados, y los novicios, todavía desordenados; Ramón Mijares como maestro de novicios, Hugo Zermeño, que fue quien me llamó pidiendo ayuda, desde su papel de coordinador de las Comunidades de Base Cristianas, Pedro Arriaga y Javier Torres Nafarrate, entonces jesuitas recién ordenados. Recuerdo a párrocos como Cándido, en la parroquia de María Magdalena, y a otro ya mayor. Años después conocí al párroco Nacho Virgen, en la parroquia de La Asunción, y a Alfredo López Casanova, amigo escultor y pintor, seglar, para cuya Vía de la Cruz en esta última parroquia escribí los poemas de cada estación.
Pero mi historia con Lomas de Polanco es mucho más que algo que duele. Es también, como dije, un manantial. Un manantial es una forma de consuelo. Y claro que consoló ese proceso vivido en comunidad, consistente en haber tramitado un amparo colectivo con la ayuda de Manuel Bailón y la firma de más de 500 familias que confiaron en nosotros contra el injusto cobro, y haber logrado, a pesar de la derrota en un juzgado federal (sumada a las tantas derrotas en juicios mercantiles contra los colonos desalojados), una negociación aceptable con un alcalde sensible. Ya no estaba yo recorriendo las calles cuando esto se celebró, pero el manantial fluyó y fluye. Me regaló una mirada, es decir, un aprendizaje de la mirada. El prodigio de conocer la bondad de tantas personas de primera mano. Personas que abrían la puerta de su casa y de su afecto, lleno de bendiciones. Fui también muy feliz en Lomas de Polanco.
Desde entonces, gracias a ese aprendizaje, al conocer y recorrer zonas urbanas populares, leo, interpreto, traduzco, entiendo. Por años seguí en cercanía con el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (IMDEC) fundado por mi querido amigo Carlos Núñez, y luego trabajé como consultora en temas de derecho urbano en Jalisco, sobre todo, y en Colima, para mitigar los efectos de la desigualdad social que hace inhumanas nuestras ciudades. Siempre con equipos interdisciplinarios donde volví a encontrarme con Margarita Sánchez Van Dyck y conocí a personas muy valiosas como Rosa Luz Mejía, Diana Ortega, María Eugenia Verduzco, arquitectas algunas, psicólogas sociales otras, con quienes estudié e hice propuestas para la incorporación de ejidos al desarrollo urbano, entre otros proyectos.
Luego, en 1997, inicié un camino oficial como defensora de derechos humanos, y seguí trabajando desde ese enfoque lo relacionado con los derechos de los pobladores de la urbe: las explosiones del 22 de abril de 1992 en Guadalajara, las víctimas del trasporte público urbano, los basureros en funciones en la zona metropolitana de Guadalajara, el cuidado de las zonas de recarga de mantos acuíferos, la civilizada relación de la policía y demás autoridades con los pobladores (el no a las detenciones arbitrarias, a la tortura, a los patrullajes con militares), fueron temas de mis recomendaciones como ombudsman de Jalisco.
Lomas de Polanco fue abrevadero fecundo cuando recorrí las calles de Ciudad Juárez, o las de Tapachula, para entender cómo los trazos de una ciudad pueden hacer insegura la vida de las mujeres. Para subrayar que la seguridad no es cosa solo de patrullas y policías sino sobre todo de alumbrado, centros comunitarios a la mano, rutas de camión completas, parques y plazas habitados por los vecinos, calles por donde se pueda transitar para acudir en auxilio. Es cosa de iluminar la vida pública, y no solo con los focos del alumbrado sino con el compromiso ético de servir al recibir el mandato, cualquier mandato de gobierno en México. De servir cumpliendo con la Constitución, que es lo que realmente nos constituye como pueblo y nos da cohesión.
Desde antes de Lomas de Polanco, pero en buena parte gracias a la experiencia vivida, escribo poesía. Concluyo esta presentación con esa estación de la Vía de la Cruz de Alfredo López Casanova, cuyos magníficos relieves estuvieron en la parroquia de la Anunciación y que esperamos vuelva pronto a estar expuesta de nuevo, allí, donde pertenece.
Decimocuarta estación
Jesús es sepultado
Enterrarte fue tu certificación humana
más plena aún que el nacimiento
más asumida en su destino
de fundirte con todo, vegetal o cordero,
hacerte grano
y desde ahí
en el sepulcro virgen
en la gruta oscura
las piedras mover y conmoverlas
hacer brotar la luz.
Solo, finalmente,
tu calvario cumplido,
sin ángeles ni madre,
sin amigos,
los reinos de la muerte conociste.
En una noche tuya
los calabozos nuestros
tus ojos hirieron.
Supiste de los siglos de ignominia
de las cruces del pobre y la ceguera
que levantó los muros divisorios
atravesó tu reino
hizo esclavos, amos,
despojados, dueños.
Y miraste a tu Polanco y te dolía
la afrenta cotidiana
la cárcel que se hizo
para el que no puede pagar su libertad.
Hemos sido vejados como ovejas
en el matadero.
Nuestra historia está aquí
y fue pagada
letra con letra
en la oficina del fraccionador
la ventanilla del ayuntamiento
la obra de colaboración.
Y seguíamos tan pobres
y sin pavimento
tan pobres y sin agua
tan pobres y sin escrituras
tan pobres y sin techo
pues éramos lanzados cerro arriba
por la mano mortal de la justicia
ésa que sin titubeos
discrimina al pobre y lo marca
con el hierro de una sentencia fría.
Ah, Señor nuestro, tantas cruces
hemos vivido aquí y Tú las viste
las tomaste contigo, las viviste
en esa noche eterna y tenebrosa
de conocer la soledad total
la desazón sin fin
de no ser nada más que un hombre muerto.
Te enterraron, Jesús, y no sabían
que esa cueva lecho de tinieblas
ese agujero de la madre tierra
hundido en abandono
sería la vasija
femenina y sagrada
donde germinaría
en nuevo ciclo de vida
la Resurrección.
Porque fue manantial, sigo escribiendo. Y agradezco haber sido parte, pequeña sin duda, pero parte de la historia que ahora se presenta.
[*] Es abogada y maestra en Literaturas del Siglo XX por la Universidad de Guadalajara. Se ha desempeñado como Ombudsman del estado de Jalisco, comisionada para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en Ciudad Juárez y como titular nacional de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Femitra). Es escritora y consultora independiente especializada en los temas de derechos humanos, democracia y procesos de paz.
Introducción
Vos sos el Dios de los pobres,
el Dios humano y sencillo,
el Dios que suda en la calle,
el Dios de rostro curtido,
por eso es que te hablo yo
así como habla mi pueblo,
porque sos el Dios obrero,
el Cristo trabajador.
Vos vas de la mano con mi gente,
luchas en el campo y la ciudad
haces fila allá en el campamento
para que te paguen tu jornal.
LUIS ENRIQUE MEJÍA GODOY [*]
Esta obra aborda, bajo distintas ópticas, la convergencia que se tejió en los años setenta, ochenta e inicios de los noventa del siglo XX, en Lomas de Polanco, colonia popular situada al sur de la ciudad de Guadalajara, entre las experiencias en educación popular, las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y la organización política, las cuales impactaron de manera diversa en la formación de actores sociales. El libro recupera las experiencias participativas de actores y colectivos de Lomas de Polanco en un diálogo abierto entre la conformación de lazos sociales y el desarrollo de la capacidad de agencia.
El tema tiene como antecedente algunas incursiones investigativas sobre agencia, agentes y ciudadanía, donde se coincide en la pretensión de dar voz a los actores sociales e ir más allá de lo reivindicativo y organizativo para preguntarse por los sujetos y sus circunstancias, por el sujeto colectivo frente a la problemática social, por las implicaciones y los saldos educativos; por la dimensión personal: los sueños, las utopías, la imaginación, las redes y los mundos de vida.
La posición ética que en este libro se postula tiene que ver con el reconocimiento de los sectores populares como sujetos activos con capacidades y potencialidades para enfrentar la propia situación, para participar, para organizarse y empoderarse desde el desarrollo de la capacidad de agencia; en este sentido, los proyectos alternativos juegan un papel de mediación a partir de la puesta en juego de una serie de recursos, estrategias e intercambios socioculturales.
El libro recupera los lazos sociales y la reconstitución del tejido social en Lomas de Polanco a partir de la acción conjunta entre comunidad, universidad, organizaciones políticas, sacerdotes y religiosas del llamado clero progresista. La colonia de Lomas de Polanco es un asentamiento humano que inicia a finales de la década de los cincuenta, pero su crecimiento poblacional fue por demás acelerado, llegando a los cuarenta mil habitantes en los años ochenta. Sus pobladores fueron principalmente migrantes que se asentaron en terrenos ejidales, desde donde se enfrentaron a múltiples retos: construir su casa, tratar de regularizar sus terrenos y conseguir la instalación de servicios públicos, lo cual los llevó a incursionar en la esfera pública desde diversas formas organizativas. Los promotores iniciales de dichos esfuerzos fueron religiosos jesuitas, religiosas de María Reparadora y sacerdotes diocesanos, quienes, en su pretensión de catequizar, pudieron escuchar que las demandas básicas tenían prioridad sobre los ritos y rezos. Este tema de la colonia se desarrolla con mayor amplitud en el capítulo 3 de esta obra.
El tipo de organización que se fue gestando tuvo como sustento un movimiento internacional nacido de la trasformación que tuvo la iglesia católica a raíz de dos grandes eventos internacionales: el Concilio Vaticano II y el encuentro de los obispos latinoamericanos en Medellín, Colombia. Las nacientes comunidades cristianas pretendían insertar el Evangelio desde la idiosincrasia y anhelos populares. Las comunidades cristianas se denominaron Comunidades Eclesiales de Base (CEB), en las cuales, al hacer una reflexión evangélica encarnada en los clamores y necesidades materiales de la gente, se fue vinculando el campo de lo religioso con el civil, de tal modo que fue ineludible pasar de un compromiso cristiano a un compromiso ciudadano, lo cual se tratará con mayor detalle en el primer y tercer capítulos de este libro.
Otro rasgo de la experiencia recuperada fue la construcción de proyectos alternativos como la cooperativa de consumo, la de panadería y la de servicios funerarios, entre otros. Asimismo, se implementaron proyectos educativos que pretendían el impulso cultural mediante la creación de una biblioteca, de grupos artísticos–culturales, una radio popular y eventos y proyectos diversos. Muchos fueron los jóvenes y adultos de los años ochenta que fueron formados como líderes.
Entre 1972 y 1973, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) creó el Centro Polanco con el propósito de prestar servicios psicológicos a la colonia. Nació con el nombre de Central de Servicios de Psicología. Posteriormente perfiló sus actividades hacia la atención de cuestiones educativas, como el rezago escolar y los problemas de lectoescritura, pero en los últimos años retomó los servicios de apoyo psicológico y psicoterapéutico.
La obra tiene como antecedente inmediato la investigación Agentes y lazos sociales. La reconstrucción del tejido social en Lomas de Polanco
, que tuvo como objetivo la recuperación de experiencias participativas de actores y colectivos en esta colonia, en la búsqueda de generar nuevas maneras de participación en la vida comunitaria.
La estrategia metodológica que se desplegó durante la pesquisa se inscribe en la metodología de corte interpretativo–cualitativo, ya que pretende recuperar la voz de los sujetos implicados en el estudio. Este planteamiento da cuenta de los procesos de significación, simbolización y comunicación; rescata la subjetividad del investigado y la del investigador; por último, pretende acercamientos complejos a la realidad estudiada, y por ende, permite el uso de diversas estrategias de recolección de datos y la confluencia de distintos métodos. En esta línea nos apoyamos en el cruce de tres perspectivas metodológicas: la hermenéutica (en tanto la recuperación de las formas simbólicas); la participativa (en tanto que desde el principio y hasta el final del trabajo, el actor investigado es protagónico; y la histórica (desde la historia oral, que busca recuperar la voz de aquellos que no han sido tomados en cuenta en la historia oficial, de aquellos héroes desconocidos
).
La investigación cualitativa no trabaja con la selección de alternativas sino con juegos de lenguaje abiertos a la irrupción de la información; se investiga lo que no se conoce y se busca el descubrimiento de estructuras de sentido. Como sugiere Michel Foucault (1994), aquí se pone en juego la capacidad del investigador para interrogar al discurso de la historia en cuanto a lo que dice y lo que quiso decir. No se trata entonces de acceder únicamente a las historias contadas sino a lo que no está contado, pero que se encuentra representado. Es aquí donde se acude a la hermenéutica en tanto que atiende al flujo de significados y simbolismos, sucediéndose en la interacción y la intersubjetividad, de cara a la memoria colectiva.
La hermenéutica profunda, como un marco que pone de relieve el hecho de que el objeto de análisis es una construcción simbólica, significativa que requiere una interpretación; reconoce la inserción de las formas simbólicas en contextos sociohistóricos; se parte del supuesto de que las construcciones simbólicas se estructuran internamente de diferentes maneras, y por lo tanto, son susceptibles de diversos métodos de análisis; y la inclusión de la ideología desde el reconocimiento multifacético del fenómeno social, del fenómeno sociocultural.
Por su parte, el interés principal de la historia oral es considerar lo subjetivo de la experiencia humana concreta y del acontecer social histórico como lo expresan los sujetos sociales. La historia oral ha venido a cubrir un vacío manifiesto en la historiografía contemporánea. Así, en las últimas tres décadas, un conjunto de puntos de partida conceptuales, métodos de análisis y herramientas de investigación le han permitido a la historia oral consolidarse como una práctica de investigación científica y adquirir el perfil de un amplio movimiento de interacción académica y disciplinaria. El enfoque biográfico ha sido un decidido impulsor de la revaloración de los métodos cualitativos y ha propiciado su utilización y su enriquecimiento con el aporte de nuevos enfoques y perspectivas de análisis, básicamente, y en torno a lo que constituye su materia prima: la oralidad (Aceves, 1999).
En lo que a continuación se presenta, hay datos cuantitativos y narrativas que se combinan para lograr inferir las bases sociales de los lazos solidarios, de esperanza, emotivos, políticos, educativos y religiosos en Lomas de Polanco. La estrategia