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Crítica de la razón andina
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Libro electrónico284 páginas6 horas

Crítica de la razón andina

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For Professors: Free E-Exam Copies
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 ene 2018
ISBN9781945234200
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    Crítica de la razón andina - Carlos Abreu Mendoza

    AGRADECIMIENTOS

    Como todo volumen editado, el nuestro es un proyecto colectivo que debe mucho al diálogo y a la interacción entre los seis investigadores aquí presentes. Como editores nos sentimos afortunados de haber sido testigos privilegiados de la evolución del proyecto desde el diálogo inicial que tuvo lugar en el congreso de LASA 2014 hasta el momento en que entregamos el manuscrito a la Editorial A Contracorriente. Agradecemos a su editor, Greg Dawes, el entusiasmo que mostró por el proyecto desde el primer día y su apoyo y colaboración a lo largo de todo el proceso. Nos gustaría reconocer también la colaboración de Sara Castro-Klarén que participó como discussant en el panel de LASA y luego leyó varias versiones de los ensayos aquí presentes, aportando comentarios y sugerencias muy valiosas.

    Asimismo, queremos agradecer al Departamento de Modern Languages y al College de Liberal Arts de Texas State University por el auspicio que aportaron para la publicación del libro y, especialmente, a Robert Fischer, chair del departamento de Modern Languages, y Michael J. Hennessy, decano de Liberal Arts, que creyeron en el proyecto y ofrecieron los fondos para financiarlo.

    Por último, estamos muy agradecidos a Radio Panamericana en La Paz, Bolivia, por el permiso de usar la foto del presidente Evo Morales en su ceremonia de re-inauguración en Tiwanaku en 2015, en su segunda gestión, para la tapa del libro.

    Carlos Abreu Mendoza & Denise Y. Arnold

    TABLA DE ILUSTRACIONES

    Figure 1.1 The re-inauguration of President Evo Morales at the site of Tiwanaku in 2012. Source: http://cdn.elpais.cr/wp-content/uploads/2015/01/Evo-Morales.jpg, p. 37.

    Figure 1.2 Guaraníes wait for the Morning Star in the ancestral ceremony of that name. Source: Government of the Autonomous Department of Santa Cruz web page: http://www.santacruz.gob.bo/imagenes_galeria/18062012182026lucerodelalbaenscz4.jpg, p. 39.

    Figure 1.3 A feline devouring an anthropomorph on a spoon handle, probably used for measuring psychoactive substances (ca. AD 700-1000). Source: Object 093 (16.3 cm high) in the collection of the Museo arqueológico R. P. Gustavo Le Paige S. J., San Pedro de Atacama, Chile, in Llangostera & Torres (1988 [1984], p. 41), p. 43.

    Figure 1.4 The San Pedro closed rectangular tunic with a feline above and two-headed serpent below. Source: Quitor-2, n° 1983:15, in the Museo Arqueológico R. P. Gustavo Le Paige, S. J., San Pedro de Atacama, Chile, p. 45.

    Figure 2.1 The opening page of Talavera’s account, displaying the first textual insertion (above the Biblioteca Nacional stamp) and the underlined proper nouns (the three names of the Apu Guamacco), p. 65.

    Figure 2.2 The second textual insertion, below the unlinked double lines, displaying a shift in size and handwriting of the text, p. 66.

    Figure 2.3 Guaman Poma depicts a Christian-Andean couple holding rosaries and praying before an image of the Crucified Christ. Source: The Guaman Poma website. Digital photography and transcription of El primer nueva corónica y buen gobierno 2006 (ca. 1615/2006). Royal Library of Denmark, Copenhagen, 30. The chapter of the indians of this kingdom, drawing 308, p. 821. See http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/835/en/text/?open=idp546096&imagesize=XL, p. 70.

    Figure 2.4 Indigenous artisans painting a sculpted crucifix, as represented by Guaman Poma. Source: The Guaman Poma website. Digital photography and transcription of El primer nueva corónica y buen gobierno 2006 (ca. 1615/2006). Royal Library of Denmark, Copenhagen, 23. The chapter of the parish priests, drawing 267, p. 673. See http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/687/en/text/?open=idp460272&imagesize=XL, p. 72.

    Figura 3.1 Frontispicio, Rivero y Ustariz & von Tschudi, Antigüedades peruanas, p. 98.

    Figura 3.2 Lámina LIV, Rivero y Ustariz & von Tschudi, Antigüedades peruanas, p. 100.

    Figura 3.3 Izcue, detalle de lámina, El arte peruano en la escuela., p. 112.

    Figura 4.1 Portada del poemario Ande, de Arturo Peralta. Grabado: Manuel Domingo Pantigoso, p. 123.

    Figura 4.2 Portada de la primera edición de El pez de oro (1957). Diseño: Carlos Salazar Mostajo. Grabado: Timotheo Aliaga, p. 129.

    Figure 5.1 Santy Quinde Barrera Baidal. Photo from YouTube. Source: https://www.youtube.com/channel/UCBTV1DOxJwkk5ZTvrOX_zCA, p. 139.

    INTRODUCCIÓN: CRÍTICA DE LA RAZÓN ANDINA

    ¹

    Carlos Abreu Mendoza

    TEXAS STATE UNIVERSITY

    Crítica de la razón andina recoge el intercambio surgido tras el encuentro de 2014 con motivo del 32° Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos que tuvo lugar en Chicago. Mi objetivo cuando organicé aquel panel fue invitar a una serie de especialistas con una larga trayectoria en el campo de los estudios andinos y ponerlos en diálogo con investigadores jóvenes. La idea era reflexionar sobre la relevancia de dualismos como centro/periferia y local/global en el pensamiento sobre los Andes, las consecuencias de la centralidad del Perú dentro de los estudios andinos y la vigencia de metanarrativas que articulan la andinidad de la región. Por una serie de circunstancias que impidieron a última hora la participación de algunos de los investigadores presentes en este volumen, el encuentro de LASA no nos permitió dialogar plenamente y la cuestión quedó en el aire hasta que volvimos a retomarla en posteriores conversaciones y nos planteamos organizar esta colección de ensayos.

    Al enfrentarse a este libro los lectores tendrán en mente una serie de publicaciones que han abordado la crítica de diferentes razones en una obvia paráfrasis de las tres Críticas kantianas con el objetivo de deconstruir, refutar o subvertir la razón latinoamericana (Castro-Gómez, 1996; Muyolema, 2015), subalterna (Mignolo, 2000), poscolonial (Castro-Gómez, 1998), postmoderna (Mignolo, 1996), indolente (de Sousa Santos, 2000/2003), o decolonial (Acosta, 2014, 2015). El lenguaje crítico de estos proyectos presenta claros paralelismos con los estudios poscoloniales, siendo A Critique of Postcolonial Reason de Gayatri Chakravorty Spivak (1999) la obra que cifra en su título la deconstrucción de la crítica de la razón como desafío teórico fundamental de la poscolonialidad. El sentido crítico de esta obra se vuelve explícito desde el comienzo cuando Spivak declara que su objetivo es examinar las estructuras de producción de la razón poscolonial (p. xii). Su propuesta de deconstruir la producción discursiva que componen las grandes narrativas del pensamiento occidental––kantiana, hegeliana y marxista––para su examen de la figura del informante nativo implica también el reconocimiento del magisterio de este pensamiento como un paso necesario para poner en práctica una nueva relación con estos textos. Para Spivak se trata de ver if the magisterial texts can now be our servants, as the new magisterium constructs itself in the name of the Other (p. 7). En últimas, el objetivo sería desenmascarar la operación por la cual el informante nativo ha sido desplazado de la posición de narrador, definido como está por su carencia y por su incapacidad de ser un sujeto equilibrado que pueda de realizar las operaciones de la razón determinadas por las tres Críticas kantianas (pp. 10-37).

    Lo que proponemos en este volumen se desmarca de una exclusiva atención a la teoría y va más allá de la reducción de la crítica a un lenguaje que, según Rita Felski (2015), insiste en verbos que desenmascaran un sentido oculto como interrogar, desenmascarar, exponer o subvertir (p. 5). Más que un debate exclusivamente teórico anclado en los paradigmas dominantes de la deconstrucción, el pensamiento decolonial y los estudios poscoloniales, nuestro enfoque propone examinar las distribuciones empíricas, estéticas, políticas y disciplinarias a las que se somete lo andino y que lo llevan a encarnarse en conceptos como andinismo o andinidad. Nos interesa empezar a construir una genealogía de los Andes como concepto regulatorio de los imaginarios sociales que han dado forma a los debates sobre lo andino a lo largo de la historia y desde diferentes puntos del continente. En lo que sigue ofrezco un breve recorrido por la terminología, las articulaciones teóricas y las circunstancias históricas que han determinado el estudio y la crítica de lo andino y sus derivaciones semánticas.

    Antes que nada, necesitamos delimitar nuestro objeto de estudio, tarea que nos aboca irremediablemente a un ejercicio de explicación nominal que parte del vocablo Ande, cuya etimología adelanta las tensiones que delimitarán la inconmensurabilidad de aquello que el término y sus derivados contienen o aspiran a contener. Para explicar los orígenes del signo lingüístico que apunta al significado de la cordillera que recorre Suramérica, se han propuesto orígenes quechuas, aymaras y españoles. Las tensiones que ocultan las diversas etimologías posibles del término Ande revelan las complejas operaciones discursivas que tienen lugar en la creación de un nombre propio. Como afirma Mark Thurner (2011) refiriéndose a la gestación de la historia, la realidad que designa y delimita todo nombre emerge de una ausencia doble:

    on the one hand, its creative and contentious condition of possibility is the void between words and things, names and the denominated; on the other hand, this possibility is engendered by death, that is, by the abyss of oblivion and estrangement that threatens to separate the (words and things of the) past from the (words and things of the) present. (p. 2)²

    Por lo tanto, desde su misma creación como nombre propio derivado de la palabra Ande, lo andino se presenta como una entidad paradójica que articula, en cada acto de enunciación, complejas negociaciones, intercambios y conflictos sobre su presente y su pasado. Asimismo, como señalan Pieter de Vries & Monique Nuijten (2003), habría que pensar el término en su condición plural––los andinos––en tanto que está designación referiría con mayor precisión a la población de una determinada región que comparte una serie de atributos comunes (p. 64). Sin embargo, como señalan estos investigadores, el uso plural de la palabra no termina de registrar el sentido espacial presente en los gentilicios y otras denominaciones empleadas por los habitantes de esta región, quienes prefieren términos regionales como huancainos, jaujinos o simplemente serranos para identificarse. De acuerdo con la interpretación de de Vries & Nuijten, lo andino sería entonces un término que surge a partir de un discurso transnacional que agrupa identidades dispersas a partir de un contexto global de comunidades imaginadas.

    En relación a la formulación de un concepto de lo andino, habría que tener en cuenta lo que nos recuerda Jorge Coronado en este volumen cuando afirma que las construcciones de este concepto se dan también en la universidad norteamericana como una manera de homogeneizar la cultura andina dentro de patrones y conceptos de la antropología internacional. Un ejemplo de cómo estos discursos científicos buscan insertar sus objetos en esquemas globales sería el Vicos Project de Cornell University citado por Coronado, iniciativa que se convirtió en el modelo de los proyectos de desarrollo e intervención en Latinoamérica financiados por los Estados Unidos en la década de los sesenta y setenta para combatir la amenaza del comunismo, los excesos de la teología de la liberación y, posteriormente, los carteles de droga. Estos proyectos se desarrollan dentro del marco institucional de los area studies que surgen tras la segunda guerra mundial como una manera de sostener el liderazgo estadounidense en la escena política y económica global. La constitución de estos estudios es paralela a la creciente influencia que las ciencias sociales y la antropología ejercerán a nivel institucional sobre todo a partir de la guerra fría (Mignolo, 2003). En el caso de los Andes, la creación de varios Centros de Estudios Andinos como los de Cornell y Berkeley data de esta época, así como el acceso a las becas Title VI para el estudio de las lenguas de la región. A la reorientación de recursos económicos hacia el estudio de los Andes correspondió una construcción disciplinaria de lo andino que, en muchos casos, promovía la ideología neo-imperialista estadounidense traduciendo culturas subdesarrolladas como la andina a la antropología del primer mundo (Mignolo, 2003, p. 21) y reafirmando una ideología de modernización y desarrollo que reproduce la antigua dialéctica entre lo europeo y lo indígena en términos de suciedad e higiene o salud y enfermedad (Mignolo, 2000, p. 153).

    Es preciso notar que el debate sobre los area studies sigue en vigor, pese a que los intereses geopolíticos de Estados Unidos se han desplazado a otras partes del mundo como China y Oriente Medio y, en consecuencia, los fondos para el desarrollo de proyectos institucionales y la investigación sobre los Andes se han visto reducidos drásticamente. Siguiendo a Mignolo, el investigador americanista John Carlos Rowe (2011) subraya la necesidad de emplear conceptos más flexibles y transnacionales para superar la dependencia de los centros institucionales del poder y el eurocentrismo de los area studies (p. 29).³ Los estudios andinos se han visto igualmente interpelados por los desafíos disciplinarios que los estudios latinoamericanos plantearon a los area studies desde el marco de la globalización, la economía neoliberal y los postulados teóricos de la postmodernidad; se trataría de lo que Sophia McClennen (2007) ha identificado como the urge to dismantle the geographical borders of their fields and to reconsider the ideological framings of their work as well. Latin American Studies, which had always been mindful of the United States as a dominant factor, began to emphasize space as flow, as liminal, as transnational (p. 173-174). Dentro de esta tendencia, en los últimos años han surgido espacios de discusión importantes para reflexionar sobre lo andino, añadiendo prefijos y adjetivaciones que definen más adecuadamente la naturaleza del término en un presente neoliberal y globalizado marcado por migraciones masivas, la deterritorialización, y la reconfiguración de los marcadores que determinan la identidad cultural. Como una forma de enfrentarse a estos desafíos, se han propuesto términos como Andean transversality u orientaciones transandinas. El primero destaca la intersección de espacios que se produce en lo andino y ha sido empleado por Anke van Dam & Ton Salman (2003) para superar las limitaciones del uso singular de términos como andino o andinidad, que consideran unidimensionales y cerrados.⁴ Estos investigadores señalan que, en el contexto de los flujos migratorios del presente, la andinidad pierde su locus y su cualidad distintiva, lo que lleva a buscar nuevos términos como dispersión, hibridez, polifonía y deterritorialización, capaces de expresar la certeza de que la identidad ya no está determinada por el lugar de origen sino por la movilidad de los sujetos (p. 31).

    Esta conciencia de la importancia de las relaciones culturales que operan en la realidad de lo andino aparece también en la propuesta del volumen editado por Vicente Bernaschina Scürmann & Marco Thomas Bosshard (2015), quienes proponen una orientación transandina para los estudios andinos.⁵ Para llevar a cabo este reordenamiento metodológico, los editores enumeran la condiciones históricas que afectan profundamente a la cultura andina desde el siglo pasado––las migraciones de la sierra a la ciudad, la diáspora hacia centros metropolitanos fuera de las fronteras nacionales, el fracaso de la representación política de los pueblos indígenas por parte de los estados nacionales––con el propósito de explicarlas a partir de la pervivencia de cuatro articulaciones históricas que determinan las prácticas y los discursos andinos: la constitución de la región como un complejo cultural común por parte de las comunidades indígenas del altiplano andino, la institución de mecanismos de control y administración en el Virreinato, la fragmentación de la zona andina en Estados nacionales y, por último, las migraciones transnacionales (pp. 925-927).

    Los ensayos de nuestro volumen presentan un marco temporal similar en tanto que cada uno de ellos abarca una o varias de estas articulaciones y reconstruyen complejos procesos culturales a partir de varios nombres derivados de la palabra Ande tales como lo andino o andinismo. Una ojeada a la organización de estos ensayos ofrecerá al lector el criterio cronológico que hemos seguido para ordenarlos. Inaugura el volumen Denise Y. Arnold con una contribución que ahonda en el debate sobre la relevancia del sitio arqueológico de Tiwanaku para los orígenes del pueblo aymara y también para la nación de Bolivia en tanto que, como demuestra Arnold, Tiwanaku tiene lazos tanto amazónicos como andinos. De esta perspectiva que se remonta a periodos históricos previos a la conquista, como el Horizonte Medio, y llega al estado plurinacional de Evo Morales, pasamos al trabajo de Caroline Garriott que cuestiona las interpretaciones unilaterales de la conversión al Cristianismo de las poblaciones andinas durante el siglo XVII a partir del examen exhaustivo de un documento eclesiástico de la localidad de Huamanga. A este riguroso examen sincrónico de un instante preciso de la época colonial, le sigue el ensayo de Jorge Coronado, cuyo marco temporal va de la Independencia hasta el presente para trazar, desde los estudios peruanos, la genealogía de lo andino como término que ha dado forma a la diversidad de saberes que se han construido para interpretar la región. El trabajo de Elizabeth Monasterios continúa la tarea historicista de Coronado para concentrarse en la contribución del escritor arequipeño Gamaliel Churata a la vanguardia del Titikaka dentro del contexto de las demandas descolonizadoras que marca la primera mitad del siglo XX en la región andina. En el último ensayo del volumen, Hannah Burdette cierra nuestro dilatado marco temporal con una aproximación transnacional que analiza el contacto de inmigrantes andinos con las poblaciones nativo americanas de los Estados Unidos para interrogar la construcción de la indigeneidad en el continente.

    Como se observa en este breve resumen, los ensayos del volumen cubren un marco temporal inmenso que va desde el desarrollo y la expansión de culturas prehispánicas como Wari, Chavín y Tiwanaku hasta el activismo de un ecuatoriano migrante en Nueva York concentrado en reclamar su condición indígena. Reconociendo los desafíos abismales de una cronología inconmensurable––pues sería disparatado aventurar que un libro podría abordar exhaustivamente semejante totalidad––nuestro volumen presenta un cruce disciplinario que parte de la arqueología, la historia, la antropología, los estudios culturales, la etnohistoria y la literatura, con el objetivo de analizar el espacio donde confluyen y divergen las narrativas y los discursos con los que estas disciplinas han dado cuenta de la construcción de lo andino. Los ensayos se enfocan en casos concretos que ofrecen una instántanea para vislumbrar la articulación de lo andino en diferentes momentos de su historia. Nos interesa subrayar la cualidad esquiva de los Andes y lo andino como objetos de estudio, así como las fuerzas hegemónicas que entran en juego para imponer un significado sobre estos términos y crear fracturas que surgen de una rígida temporalidad que pretende reconciliar el pasado precolombino con el presente poscolonial.

    La reflexión de Thomas A. Abercrombie (1998) sobre las tres aproximaciones más influyentes en relación al pasado andino puede sernos de utilidad en este punto. Abercrombie distingue el proyecto materialista de John V. Murra centrado en la descripción de un tipo de economía específicamente andina, el historicismo de John H. Rowe para reconstruir la historia de los Incas de manera cronológica a partir de las crónicas y archivos y, por último, el enfoque estructuralista de Tom Zuidema para comprender las complejas estructuras andinas desde la cosmología inca (p. xvii). De este modo, observamos que los estudios andinos han mostrado una frecuente y polifacética interacción de investigadores de diversas disciplinas––el mismo Abercrombie empezó en el campo de la antropología y continuó su trabajo académico en un departamento de historia.

    Asimismo, el estudio de los Andes se ha visto marcado por la naturaleza fragmentaria de las fuentes disponibles y por la necesidad de considerar sistemas semióticos que apelan a la memoria y no a la escritura (Castro-Klarén, 2008a, p. 106). El estudio de las culturas andinas anteriores a la conquista ibérica, por ejemplo, viene determinado por el hecho que carecían de una escritura alfabética, lo que ha llevado a etnohistoriadores, antropólogos, estudiosos de la literatura e historiadores del arte como De la Jara (1964), Brotherston (1992), Silverman (1998, 2012), Arnold (2000, 2007, 2012), Cummins (2002), Arnold & Espejo (2010a, 2013, 2015), Arnold & Yapita (2006), Salomon (2004) y Rappaport & Cummins (2012) a investigar cuestiones relacionadas con la materialidad y los usos sociales y simbólicos de diversos objetos como textiles, cerámicas, joyas, esculturas y queros. Como recuerda Sara Castro-Klarén (2008a), en el mundo andino los objetos tienen un valor especial en tanto que se presentan como lugares de memoria y conocimiento donde textiles y queros funcionan no solo como un testimonio del pasado,

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