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Bienvenido, Míster Mao
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Libro electrónico149 páginas2 horas

Bienvenido, Míster Mao

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Si Europa pudo levantarse después de la Segunda Guerra Mundial gracias al dinero estadounidense del Plan Marshall, bien podríamos decir que hoy es todo el mundo capitalista el que sobrevive gracias a la liquidez de la economía china, lo que se dice todo un Plan Mao. Pasen y vean.

China incrementa a gran velocidad sus inversiones en todo el mundo. Entre acusaciones de "neocolonialismo" y la exigencia de preservar la seguridad nacional, las empresas chinas –públicas en su inmensa mayoría– siguen ganando posiciones en entornos estratégicos, tanto a nivel geopolítico como sectorial. La crisis en los países desarrollados les brinda una oportunidad de oro.
Con unas reservas de divisas estimadas en 4 billones de dólares a mediados de 2014 –la tercera parte del total mundial–, China rastrea el planeta de punta a punta para maximizar beneficios con una visión de largo plazo. Si al principio su inversión se centraba en los recursos energéticos y minerales, ahora busca cada vez más apropiarse también de tecnologías avanzadas y adquirir know how.
A estas alturas de la partida, no es descabellado plantear que serán los chinos quienes llegarán primero a Marte y colonizarán la Luna. ¿Colonizarán también la economía española?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 nov 2014
ISBN9788446040972
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    Bienvenido, Míster Mao - Xulio Rios

    Akal / A Fondo

    Xulio Ríos

    Bienvenido, Míster Mao

    China incrementa a gran velocidad sus inversiones en todo el mundo. Entre acusaciones de «neocolonialismo» y la exigencia de preservar la seguridad nacional, las empresas chinas –públicas en su inmensa mayoría– siguen ganando posiciones en entornos estratégicos, tanto a nivel geopolítico como sectorial. La crisis en los países desarrollados les brinda una oportunidad de oro.

    Con unas reservas de divisas estimadas en 4 billones de dólares a mediados de 2014 –la tercera parte del total mundial–, China rastrea el planeta de punta a punta para maximizar beneficios con una visión de largo plazo. Si al principio su inversión se centraba en los recursos energéticos y minerales, ahora busca cada vez más apropiarse también de tecnologías avanzadas y adquirir know how.

    A estas alturas de la partida, no es descabellado plantear que serán los chinos quienes llegarán primero a Marte y colonizarán la Luna. ¿Colonizarán también la economía española?

    Xulio Ríos es licenciado en Derecho y director del Observatorio de la Política China (www.politica-china.org).

    Asesor de Casa Asia y promotor y coordinador de la Red Iberoamericana de Sinología, ha dedicado varias obras al análisis de la realidad política y económica de China, sobre la que escribe habitualmente en los diarios El País, La Vanguardia o El Correo, y en revistas especializadas como Política exterior.

    Reputado especialista en cuestiones internacionales, entre sus obras recientes cabe destacar La política exterior china (2005), El problema de Taiwán (2005), Mercado y control político en China (2007), China, de la A a la Z (2008), China en 88 preguntas (2010), China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping (2012) y Las relaciones hispano-chinas. Historia y futuro (coordinador, 2013). Recientemente ha visto la luz su traducción al gallego del Sun Zi Bing Fa (A Arte da Guerra de Sun Zi, Teófilo Edicións, 2013).

    Diseño de portada

    RAG

    Director de la colección

    Pascual Serrano

    Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

    Nota editorial:

    Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

    Nota a la edición digital:

    Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

    © Ediciones Akal, S. A., 2014

    Sector Foresta, 1

    28760 Tres Cantos

    Madrid - España

    Tel.: 918 061 996

    Fax: 918 044 028

    www.akal.com

    ISBN: 978-84-460-4097-2

    Presentación

    Desde aquel «indulto» que permitió que no se aplicara al toro de Osborne la directiva europea que eliminaba los carteles publicitarios de las carreteras por razones estéticas, la silueta del astado se convirtió en un símbolo de la España más tradicional y costumbrista. Pero la mayoría de quienes lo llevan como adhesivo en su automóvil, o los turistas que lo compran estampado en camisetas, gorras o cualquier otra indumentaria, no saben que una quinta parte de la empresa Osborne, es decir, del toro hispano, es propiedad de una empresa china desde hace unos meses. Igual sucede con el emblemático Edificio España de Madrid, que bien podría llamarse Edificio China porque ha sido comprado por una inmobiliaria de este país.

    Por si les sirve de consuelo, la mítica empresa sueca de automóviles Volvo, tras pasar a ser estadounidense, ha terminado también en manos chinas. Y si todos asociamos los todoterreno Hummer a Estados Unidos, también debemos saber que hace varios años que General Motors vendió la división que fabricaba ese vehículo a una empresa del país asiático.

    La convulsión de la economía china es espectacular: es la segunda potencia económica del mundo, el primer exportador de mercancías y el primer consumidor de petróleo. El 30 por 100 del crecimiento económico del planeta corresponde al país que nos ocupa. 600 millones de chinos salieron de la pobreza en los últimos 35 años, mientras muchos se han quedado con la imagen de las hambrunas de finales de los cincuenta.

    Las paradojas de tratarse de un Estado comunista son innumerables. Para empezar, es el mayor contribuyente a las misiones de paz entre los miembros del Consejo de Seguridad. Sin embargo, se trata de una potencia mundial que dedica a Defensa un 1,4 por 100 del PIB en un mundo donde la media ronda el 3 por 100. Las empresas chinas, en su mayoría públicas, invirtieron en 2013 73.000 millones de dólares en el exterior, de modo que la comunista China, con 18.000 empresas fuera de su país, es el tercer país en inversión extranjera en el mundo. Como es sabido, el país de Confucio posee la mayor reserva de divisas del mundo, 4 billones de dólares, la mitad de los cuales está invertido, es decir, prestado, a gobiernos capitalistas para que puedan mantener el gasto de su economía. Pero a diferencia de lo que sucede en Occidente, donde las divisas las poseen empresas privadas e individuos, en China las controla el gobierno. Así, el gobierno chino es el principal banquero de América Latina y el Caribe, donde ha concedido más préstamos que todas las instituciones financieras internacionales juntas. En África tienen 2.500 empresas que han contribuido a más del 20 por 100 del desarrollo de ese continente. Las autoridades chinas han comprado miles de millones de euros de bonos de deuda pública de países europeos en crisis y se prevé que en 2020 la inversión total en Europa alcance los 250.000 millones de dólares. De modo que, de nuevo otra paradoja, mientras llevan décadas martilleándonos con las críticas al papel del Estado como banquero y empresario, el Estado comunista chino se ha convertido en el banquero y el empresario de la economía capitalista del mundo.

    En China el gobierno controla la economía: la política monetaria, las divisas, las exportaciones, la inversión exterior. Empresas públicas europeas privatizadas por la crisis en aras de las recetas neoliberales están siendo compradas por empresas chinas, que son públicas o bajo control del Estado chino. Y es curioso, pero aunque muchos piensen que el gobierno chino no representa legítimamente a su pueblo, siempre lo representará más que las grandes empresas y bancos que en Occidente controlan la economía.

    El imaginario occidental representa a los países comunistas como un lugar donde los ciudadanos no pueden salir y es difícil para los extranjeros entrar. Sin embargo, se prevé que en 2020 China sea el primer emisor y receptor de turistas del mundo. Por cierto, que, para quienes en España asocien «chino» con camarero de restaurante o dependiente de bazar, les recordamos que el ticket medio de gasto del turista chino en el paseo de Gràcia barcelonés es de 1.362 euros, el doble que los rusos.

    Bienvenido, Míster Mao concede especial interés a la importancia de China y su economía en España. Por eso tenemos que recordar que somos el cuarto país europeo con más proyectos de inversión en China, y el noveno del mundo con mayor inversión procedente de allí. China es el séptimo socio comercial de España, por delante de la mayoría de países europeos. Empresas que creemos tan españolas como la hostelera NH o la cárnica Campofrío son propiedad parcial de firmas chinas. Y se considera que al menos la quinta parte de la deuda pública española se encuentra en manos de los chinos.

    Si Europa pudo levantarse después de la Segunda Guerra Mundial gracias al dinero estadounidense del Plan Marshall, bien podríamos decir que hoy es todo el mundo capitalista el que sobrevive gracias a la liquidez de la economía china, lo que se dice todo un Plan Mao. Por eso, en la colección A Fondo, hemos querido conocer cómo funciona la presencia de la economía de ese país en el mundo y en España en particular. Para ello hemos contado con quien pocos dudarán es la persona que más sabe de China en España, Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, asesor de Casa Asia y promotor y coordinador de la Red Iberoamericana de Sinología. Xulio Ríos dirige asimismo el Informe Anual sobre Política China que se publica desde 2007 y el Simposio Electrónico Internacional sobre Política China, y es autor de una docena de libros sobre China, país en el que ha residido varios años de forma permanente.

    Pascual Serrano

    Prólogo

    El aumento de la presencia inversora china en España, ya sea en los mercados de deuda, financieros o en el sector productivo, ha venido despertando sensaciones ambivalentes y agridulces. Para unos, se trata de una expresión más de la lógica del mercado y, convertida China en una economía relevante y en una gran po­tencia en este ámbito, es natural que se comporte en el exterior como un actor más, lo cual debería aceptarse como un hecho natural evitando reservas y proteccionismos injustificados y trasnochados. Para otros, sin embargo, atendiendo a factores de naturaleza política e ideológica pero también en ocasiones en virtud de las incertidumbres que acostumbran a rodear su comportamiento en ámbitos más plausibles, es recomendable cierta prudencia con China por cuanto en su conducta exterior pesan complejos factores limitantes que oscilan entre la oblicuidad de sus intenciones y un actuar, a menudo, poco respetuoso con la legalidad local.

    Paradójicamente, China presume a nivel internacional, como nota sobresaliente de su modelo, de no imponer condiciones políticas o de otro tipo a su ayuda o a sus inversiones en la forma que sea, a diferencia de otros países e instancias como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial, entidades con quie­nes España tiene una relación preferente y que sí han impuesto directamente o a través de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) severas reglas, por ejemplo, para facilitar préstamos, incluyendo modificaciones constitucionales (en un país en que dicho tema parece tabú) operadas con total opacidad, nocturnidad y alevosía. Asimismo, reconociendo déficits en su actuación que justifica, en parte, por su inexperiencia, defiende las virtudes de su evolución.

    En los momentos más álgidos de la crisis, con los tipos de interés de la deuda y la prima de riesgo por los cielos, China resonaba en algunos ambientes como un bálsamo amortiguador para reducir los elevados costes de financiación del Tesoro público. Las declaraciones de las autoridades chinas refrendando su confianza y apoyo en la economía española eran recibidas como agua de mayo cuando, al mismo tiempo, la Santísima Trinidad de la economía mundial (las consultoras Moody’s, Fitch y Standard & Poor’s) rebajaban las expectativas poco menos que al nivel del suelo. Y, en efecto, China acudió al rescate de la economía española suscribiendo una cantidad incierta de deuda pública, aunque, otra vez, no faltaron voces señalando los «riesgos» de esta situación por cuanto podría llegar a condicionar la libertad política de nuestros gobernantes en algunos temas delicados relacionados con el gigante asiático e incluso más allá.

    No hace mucho incluso, en el año 2011 particularmente, en algunos medios se llegó a citar a China como una especie de pulmón artificial de España por la serie de respiros que dio a la economía española en diversos momentos. Pero, ¿hasta qué punto se empoderó China de la economía española

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