Para muchas mujeres, el cuerpo es una jaula de la que no pueden escapar. un lugar oscuro que les produce vergüenza, dolor, impotencia. Hoy quiero hablaros de una mujer cuyo cuerpo fue clave para dibujar su magnífica, única y delirante personalidad. Un cuerpo roto, un dolor intenso que resultó la fuente de su sufrimiento y, paradógicamente de su inagotable y gran talento: hablo de Frida Kahlo.
En su desgarrador viaje, Frida eligió transformar el dolor en en arte, el invierno en verano, en lugar de lamentar su condición de enferma crónica, de doliente perenne, de mujer yerma. Decoró su cuerpo como un altar con flores frescas, lo pintó de colores, lo convirtió en un templo y, a pesar del intenso dolor con el que cabalgaba por la vida, se convirtió en uno de los iconos más admirados de todos los tiempos. Ella no pudo parar el dolor, cada vez más intenso, pero si teñirlo de verano y amarse como nadie podría hacerlo. A pesar de todo.
Quizá por eso Frida es un referente para quienes necesitan reconciliarse con su cuerpo. Venga de donde venga el dolor. Para ella, el dolor era físico, un accidente le dejó esa terrible herencia de por vida. Para otras mujeres, el dolor viene de rincones desconocidos y en muchas ocasiones, es el resultado de no aceptar su cuerpo...
Transformemos ese dolor. Reciclemos los complejos en algo mágico... En algo apasionante, en hacer lo que deseamos sin miedo a ser juzgadas. Amémonos. Creamos en nosotras y creemos con nosotras. Transformemos el invierno del alma en un verano maravilloso.
Frida no solo logró ser una de las más grandes artistas de la historia, si no un referente en la moda. Este milagro se recoge en uno de los más grandes libros de fotografía, el de de la artista Miyako Ishiuchi.
En las fotos, la japonesa muestra imágenes del guardarropa de Frida, una "colección de cicatrices" donde recorre sus corsés, sus zapatos, sus gafas, su laca de uñas...
Algunas de las joyas que la pintora creó desde su dolor. Auténtica inspiración, tendencia viva que cubría de belleza el sufrimiento.
Y en 1932, mientras Frida se hacía trenzas en el pelo y lucía faldas de Tehuana, la moda marcaba su dictadura con grises trajes de chaqueta y vestidos de raso. Pero ella, miró para otro lado y se hizo eterna. Cerró la puerta al invierno y dejó pasar el verano por la ventana. Aprendamos a amar nuestro cuerpo, transformemos la insatisfacción en belleza, los complejos en colores y el dolor... En flores frescas.