Después de la
Unicef, le toca a la Ciudad de Buenos Aires lanzar una campaña en favor del amamantamiento. Con un eslogan bien claro: "Prioridad 1: los chicos".
Porque a partir del momento en que una mujer da a luz, ella ya no importa. Primero viene su bebé. Ella queda anulada como persona (de hecho, la publicidad no muestra una persona, muestra una teta), como mujer, como ser humano subjetivo, que piensa, elige, tiene opiniones, hace elecciones, sufre o goza. Lo único que importa es su bebé, y lo que la sociedad considera pertinente
en ese momento para ese bebé.
Pongo en cursiva "en ese momento", porque la presión increíble que desde hace unos años reciben las mujeres para amamantar es exactamente la misma que recibían durante la Segunda Guerra Mundial en Europa para
no amamantar y para que se incorporaran a la industria de guerra dado que la fuerza laboral masculina estaba menguando.
Como muy bien lo explica Marcelo Pisarro en la entrada
Día de la madre: amamantar hasta que las lolas sangren, de su blog Nerds All Star, "
las publicidades gubernamentales, en relación al amamantamiento, vibraron al son de los vaivenes económicos y políticos".
Lo que hoy nos presentan como una obligación absoluta so pena de que nuestro bebé se muera a los seis meses o sufra retraso mental y físico, en otras épocas era considerado nefasto para la sociedad.
¿Lo que cada mujer desea, elige, quiere, puede? Eso no importa: primero los chicos, de acuerdo a lo que impone cada época.
En la
página del Gobierno de la Ciudad te dicen: "Dale el pecho a tu bebé cuando lo pida y olvidate del reloj". Encima, ¡a demanda! Toda la vida dijeron que a los bebés había que imponerles horarios sino se volvían malcriados y caprichosos, y ahora hay que darles la teta a demanda. Y tienen el desparpajo de explicar que "una lactancia prolongada ayuda a formar personas fuertes e independientes".
¿Independientes? Fuertes, vaya y pase, pero ¿independientes? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra, y más si le damos teta cada vez que chillan?
Y que las mujeres se vuelvan esclavas del bebé (porque esa es la realidad del amamantamiento a demanda, cuando hay que dar la teta entre 8 y 12 veces por día), que
ellas pierdan su independencia, eso no importa.
Pero aparte, si hablamos de dar "lo mejor" para el bebé y considerarlo la prioridad número uno, entonces todas las madres y todos los padres tendrían que mudarse al campo, porque la contaminación de las ciudades es nociva para los recién nacidos.
Y también tendrían que hacer campañas públicas para incitar a los padres y las madres a tirar la tele por la ventana, por la mala influencia que representa (¿esa campaña se hará por la tele?), y a dejar de tener Internet para no exponer a su hijo al peligro de los pedófilos.
¿Lo hacen? No. Aunque está comprobadísimo que la contaminación hace estragos a los recién nacidos. Pero eso sí: con el cuerpo de las mujeres se dan todos los gustos para imponer lo que está bien y lo que está mal.
Hace unas semanas, salió uno de esos brillantes estudios que demostró que los bebés cuyas madres no trabajan y
se aburren se quedan en casa ocupándose de sus hijos son más inteligentes, o más felices, o más sanos, no me acuerdo. Algo por el estilo.
Las madres, claro, ¿eh? No los padres. No se trata de que uno de los dos padres, no importa cual, se quede en casa cuidando al crío. No, señor. La nota decía "las madres". Son ellas las eternas abnegadas las que tienen que sacrificar su carrera para que el bebé sea más feliz.
Bueno, entonces lancemos una campaña para que las mujeres se queden en casa cuidando al bebé y dejen de trabajar. Qué raro, no, porque es exactamente lo que pregonaban los gobiernos dictatoriales como el de Franco o de Videla: las mujeres en la casa cuidando a los hijos y recibiendo al marido cuando llega exhausto de laburar.
Hoy, parecería totalmente incongruente que el Estado promueva ese tipo de sociedad. Pero al fin y al cabo, si es "lo mejor para el bebé", ¿por qué no? Todo sea para el bebé, ¿no es así? Cagándonos en lo que desea su madre para su propia vida, porque ella es lo de menos. Encima sería una manera de luchar contra la desocupación...
De hecho, me parece que la presión que existe para incitar a las mujeres a una lactancia "prolongada", como dice la campaña, es un intento pernicioso de que las mujeres regresen a sus casas. Porque a ver, intenten amamantar trabajando ocho horas por día fuera del hogar. Es imposible. Y no me digan que con la hora que "regalan" por ley a las mujeres que amamantan, se pueden arreglar.
Decir que las mujeres tienen que amamantar sí o sí de manera prolongada y a demanda, es equivalente a decirles que tienen que dejar de trabajar. Genial. En una época en que dos sueldos alcanzan apenas para vivir, me parece fantástico poner esa presión sobre las mujeres.
Y mientras tanto, el papá se desenvuelve en su profesión, sube los escalones de la jerarquía de la empresa, gana dinero... Y la mamá, totalmente dependiente del padre de la criatura, se dedica a hacer de vaca lechera, y minga que después pueda volver a laburar con el mismo salario que antes y en las mismas condiciones. Ni que hablar de tener una verdadera carrera en la que se sienta realizada.
Después se preguntan por qué las mujeres ganan, en promedio, un 14% menos que los hombres...
Así que la objetividad de la ciencia que asegura que lo mejor para el bebé es, dependiendo de las necesidades económicas de la época, no amamantar, o amamantar, me la paso por el culo.
Más allá de las campañas oficiales, algunos aseguran que (cita textual sacada del sitio web de una de esas organizaciones terroristas pro-amamantamiento a toda costa): "
La leche de la madre es propiedad del hijo".
O sea, el cuerpo de la madre es objeto de una apropiación:
un derecho patrimonial del que dispone el bebé. Esto es totalmente inconciliable con la visión de las sociedades occidentales sobre la libertad individual, el derecho a disponer y a decidir sobre su propio cuerpo. Porque
el primer derecho humano es el derecho a la integridad física.
Una cosa es que se diga que la lecha materna es más sana para el bebé. Por qué no. Pero otra, muy distinta, es que se diga que las mujeres tienen la
obligación moral de amamantar, porque es
considerar a las mujeres como máquinas cuya finalidad es el bien del otro. Y yo lo lamento, pero tenga o no hijos, mi misión en la vida no es sacrificar mi felicidad, mi independencia, mi carrera, mi desenvolvimiento profesional, por otro ser. Si algún día tengo hijos, pretenderé ser ante todo una mujer feliz, equilibrada, contenta con su familia y con su trabajo y sus actividades, a fin de ser un ejemplo de plenitud para mis hijos, en lugar de dar una imagen de sacrificio, abnegación, y forzozamente, de resentimiento, como tantas madres, cuyos hijos luego se quejan de que grite todo el tiempo y sea una resentida de la vida.
Muchas mujeres (y hombres) son víctimas de estas ideologías que parecen hacer la apología de la Mujer con una M mayúscula (Mujer abnegada, Mujer sacrificada), sin darse cuenta a qué punto este tipo de discurso es machista, violento y liberticida.
El mandato impuesto a las mujeres, en nombre del interés del bebé, de renunciar al derecho a disponer de su cuerpo, es una doctrina que las transforma en máquinas.Hoy día, con la cantidad de campañas que hay y
el terrorismo ejercido por los ayatolás de las organizaciones tipo Liga de la Leche, ya no se trata de informar, sino, de manera insidiosa, de instaurar
vergüenza, culpabilidad y un sentimiento de incapacidad a las madres indignas que, por razones de salud, porque les duele, por razones de no-disponibilidad porque trabajan, o simplemente porque les causa rechazo, no pueden o no quieren amamantar.
Aconsejar y ayudar, por qué no. Pero manipular y culpabilizar para forzar la decisión, de ninguna manera.
Amamantar puede doler muchísimo. Aceptar un dolor extremo durante varios largos minutos, hasta doce veces por día, durante varios meses, es algo que una mujer puede hacer porque lo elige, pero no por obligación. Y si lo hace por obligación, lo más probable es que le duela aún más y termine haciéndolo con odio.
Un estrés y un resentimiento que, necesariamente, transmitirá a su bebé.
En esas condiciones, ¿sigue siendo lo mejor para el bebé?
Además, la campaña de la Ciudad de Buenos Aires me parece terriblemente culpabilizante, porque reza al final: "
Tu amor es el mejor alimento".
Confundir amor y alimentación del bebé es una idea realmente extraña. El amor de una madre (o de un padre) no se mide de acuerdo al modo de alimento utilizado. Esto es, nuevamente, culpabilizar a las madres que no amamantan:
¿quiere decir que ellas aman menos a su bebé que las que dan la teta?¿Entonces puedo decir sin equivocarme que las parejas que viven en la ciudad aman menos a su bebé que las parejas que viven en el campo? ¿Que las parejas que dejan que sus hijos vean tele los aman menos que las parejas que no tienen tele?
Déjense de joder, por favor...
Yo creo precisamente que se puede dar la teta con amor,
si se hace con ganas y por elección, pero también se puede dar el biberón con amor. Y que al final, lo importante no es qué alimento se da al bebé, sino cómo se lo da. ¿Qué es mejor? ¿Dar la teta sin ganas, con resentimiento, reticencia y dolor, o dar un biberón con amor, cariño y ternura,
y que encima el papá lo pueda hacer y, así, involucrarse profundamente en los cuidados de su bebé en los primeros meses de su vida?
Tampoco es que estoy pregonando dar mierda a los bebés. Las preparaciones artificiales son sustitutos perfectamente aceptables. El niño o la niña no se va a morir porque reciba leche en polvo. No estamos hablando de niños de Africa, ni de los que vivan en situaciones de extrema pobreza, y cuya opción a la lecha materna es... nada.
Y si realmente creen que su hijo será más inteligente porque bebe leche materna... es francamente preocupante.
El otro día una mamá estaba dando un biberón a su hijo de 3 meses. Una mujer que apenas la conocía le preguntó: "¿Por qué le das un biberón?"
¿Y a vos qué mierda te importa? ¿Yo te pregunto cuántas veces por día te masturbás y si te gusta la sodomía?
Tengo una amiga HIV positivo que tuvo un bebé (de hecho, ¿habrá que quemarla en la hoguera por haber tenido un bebé siendo seropositiva?) y, lógicamente, no podía amamantar, para no contagiarlo(*). ¿Se imaginan su estrés y su desesperación cada vez que le preguntaban por qué no daba la teta? ¿Qué podía responder? ¿"Porque tengo HIV, imbécil"?
Esa manera de inmiscuirse en la vida privada de los demás, y en particular de las mujeres, me da por el quinto forro de los ovarios.
Las mamás primerizas ya tienen suficientes miedos, dudas, angustias, con respecto a su nueva responsabilidad. No necesitan que encima las culpabilicen y las presionen y les hagan la moral sobre el amamantamiento. Y reducir la función materna a la producción de leche es realmente patético.
Así que como siempre digo, informar sí, pero ¿puede ser que cuando la mamá esté informada de los beneficios de la lactancia, dejen de hincharle los ovarios de una vez por todas y la dejen tomar su decisión sin que tenga que justificarse?
Información, sí. ¡Terrorismo, no!
(*) De hecho, algunas de estas organizaciones extremistas en favor del amamantamiento exclusivo durante los primeros 18 años del bebé no vacilan en sostener que es mejor que una mujer seropositiva amamante, ¡¡porque así construye la inmunidad del bebé y lo protege contra el sida!! La verdad que esta gente está mal de la cabeza...
PD: Es muy llamativo que el tipo de mamá y de bebé que muestra la campaña del Gobierno de la Ciudad sea bien blanco y bien rubio. Sin hablar del hecho de que se menciona a "los chicos", invisibilizando a las chicas. En realidad la campaña debería decir: "Primero los varones blancos".
PD2: Minutos después de publicar esta entrada, leo esta nota en el suplemento Las 12, de Página/12. ¡Ni que me hubiera copiado!