miércoles, 28 de diciembre de 2011
Una juez argentina quiere procesar a los ministros de Franco vivos
miércoles, 15 de junio de 2011
Quién está ejerciendo violencia en España
martes, 9 de noviembre de 2010
El almirante Massera ya está en casa
domingo, 6 de junio de 2010
Continúa el acoso de la policía marroquí contra Zineb El Rhazoui
domingo, 23 de mayo de 2010
Argentina, doscientos años de golpes de Estado militares
miércoles, 31 de marzo de 2010
Quitad el burka a las monjas
sábado, 27 de marzo de 2010
Una carta del poeta Miguel Hernández a su mujer desde la prisión
Miguel Hernández
Madrid, 12 de septiembre de 1939
Mi querida Josefina:
Esta semana, como las anteriores, llega martes y no ha llegado tu carta. También empiezo a escribir ésta para que me dé tiempo a echarla después, cuando el correo me traiga la tuya, que no creo que falte hoy. Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros y desesperarme. Prefiero lo primero y así no hago más que eso, además de lavar y coser con muchísima seriedad y soltura, como si en toda mi vida no hubiera hecho otra cosa. También paso mis buenos ratos espulgándome, que familia menuda no me falta nunca, y a veces la crío robusta y grande como el garbanzo.
Todo se acabará a fuerza de uña y paciencia, o ellos, los piojos, acabarán conmigo. Pero son demasiada poca cosa para mí, tan valiente como siempre, y aunque fueran como elefantes esos bichos que quieren llevarse mi sangre, los haría desaparecer del mapa de mi cuerpo. ¡Pobre cuerpo! Entre sarna, piojos, chinches y toda clase de animales, sin libertad, sin ti, Josefina, y sin ti, Manolillo de mi alma, no sabe a ratos qué postura tomar, y al fin toma la de la esperanza que no se pierde nunca. Así veo pasar un día y otro día, esperanzado y deseoso de correr a vuestro lado y meterme en nuestra casa y no saber en mucho tiempo nada del mundo, porque el mundo mejor está entre tus brazos y los de nuestro hijo.
Aún es posible que vaya para el día de mi santo, guapa y paciente Josefina. Aunque yo, la verdad, creo que estos amigos míos llevan las cosas muy despacio. Han estado de vacaciones fuera de Madrid y han regresado esta semana pasada. No han podido venir a verme porque ahora es imposible para todo el mundo. Es casi seguro que los veré la semana que viene. Me decías en tu anterior que guardara la ropa cuanto pudiera. No te preocupes, que si no tengo ropa cuando salga, con ponerme una mano en el occipucio y otra en el precipicio, arreglado. Así y todo procuro conservarla y uso la más vieja y todo son cosidos y descosidos y ventanas por todas partes. El pijama se me ha roto y le he puesto un remiendo que es media camisa, porque se me veía toda la parte de atrás y era una verdadera vergüenza. Por lo que a mí me pasa, me figuro lo que os pasará a vosotros y como esto siga así, me veo contigo como Adán y Eva en el Paraíso.
¡Ay, Josefina mía! No nos queda otro remedio que aguantar todo lo malo que nos viene y nos puede venir, para el día que nos toque aguantar lo bueno. ¿Verdad que llegará ese día? Yo nunca he dudado de que llegará y de que seremos más felices que hasta aquí hemos sido. Esta separación nos obliga a respetar a nuestro Manolillo más que respetamos al otro. Manolillo del que no dejo de acordarme nunca. Dentro de un mes hará un año que se nos murió. Eso de que el tiempo pasa de prisa, para nadie es más verdad hoy como para nosotros y a mí me cuesta trabajo creer que ha pasado un año desde que cerró nuestro primer hijo los ojos más hermosos de la tierra.
Dios, a quien tú tanto rezas, hará que el día diecinueve de octubre lo pasemos juntos, si no hace que lo pasemos el día ventinueve de este mes. No quisiera pasar, ese día lejos de ti. Iremos a dar una vuelta al campo y si tú eres decidida, visitaremos la tierra donde nos espera. Tengo ganas de hablar contigo. La otra noche soñé a Manolillo ya con cinco o seis años de edad. Cuídalo mucho, Josefina que crezca fuerte y defendido contra toda enfermedad. Cuando te sea posible come mucha fruta y mucho vegetal, principalmente patatas. Es lo que más conviene a tu salud y a la de nuestro sinvergüencilla.
No me dices muchas cosas suyas. Supongo que ya hablará más que un loro. Si supieras que ganas tengo de oír su voz: se me ríen los huesos sólo de imaginarla, con que mira lo que me voy a reír el día que la oiga de verdad. Dime el peso que tiene, que no lo has pesado hace mucho tiempo. Estoy enfadado con Manolo y con las Marianas, a ninguno de los cuatro se les ocurre escribirme unas letras. No se acuerdan de mí, que no los olvido. Dime también algo de la abuela y la tía, que tampoco me han mandado una sola letra (...).
Bueno. Voy a dejar el lápiz y a esperar tu carta, a ver qué me trae de bueno. Nada. Hoy no recibo carta tuya. No me gusta que te retrases en escribirme. Vaya plantón que me he llevado al pie del que vocea el correo. No hay derecho. Espero que me digas algo de nuestra familia de Orihuela, de mi madre especialmente y de la de Pepito. Anteayer he recibido una carta de un amigo de la huerta, Trinitario Ferrer, muy amigo de mi hermano y me dice que se ve con él todos los días. Di a Vicente que le diga que por ahora no puedo contestarle, pero que me alegra mucho saber de él. Voy a terminar mi carta diciéndote que seas menos perezosa conmigo o de lo contrario no te voy a escribir en un mes. Y nada más porque no parezca larga ésta a la censura y porque hagan todo lo posible para que llegue a tus manos.
Manolillo: adiós, un beso ¡pum! Otro beso ¡pum! Otro, otro, otro, ¡pum, pum, pum!
Manolo: escribe, dejando a un lado por un rato las barbas y las perezas.
Marianas: a ser buenas y a pelearos una vez a la semana solamente.
Josefina: recibe para ti y para nuestro hijo y para nuestros hijos mayores el cariño encerrado y empiojado y ... perdido de tu preso
Miguel
¡Adiós!
En la fotografía que ilustra el post aparecen el poeta Miguel Hernández y su esposa, Josefina Manresa ,durante los años de paz de la II República Española.
miércoles, 13 de enero de 2010
La verdadera historia del Pele, beato mártir de la Cruzada Nacional
viernes, 21 de noviembre de 2008
Mossos d'Esquadra o grises de Franco
lunes, 27 de octubre de 2008
El derribo de la prisión de Carabanchel como metáfora
martes, 2 de septiembre de 2008
Leyes de Peligrosidad Social
martes, 17 de junio de 2008
Raimon en Montjuïc
domingo, 15 de junio de 2008
El expediente del "Tribunal especial para la represión de la masonería y el comunismo" contra Mariano Carilla Salillas
Así pues, mi sorpresa fue mayúscula cuando recibí las veintitantas páginas fotocopiadas que integran la reproducción del expediente, abierto y concluido en 1948: resulta que ése Mariano Carilla
Quien se afilió al PCE en octubre de 1937, según se da por probado en el expediente, fue mi abuelo y no su primo. Más: según el denunciante (chivato, para ser más exactos), un falangista local, mi abuelo había militado antes de la guerra en Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña. Y según el informe del sargento de
¿Por qué Mariano Carilla Salillas se hizo miembro del PCE? Probablemente por el mismo motivo por el que otras personas del pueblo, entre ellos el alcalde y el teniente de alcalde, ambos también militantes de Izquierda Republicana (según información de Roberto Mateo, investigador local), dieron ése paso, y en compañía de otras siete u ocho personas constituyeron el “radio” (organización local) de Lanaja: para protegerse de los anarquistas locales. Según se deduce del expediente, mi abuelo -al igual al parecer, que algunos otros republicanos del pueblo- tuvo serios problemas durante la guerra, como consecuencia de su negativa a sumarse a
El Consejo de Aragón y las colectividades agrarias aragonesas habían sido disueltas por el Gobierno republicano en agosto de 1937, para lo cual se había enviado a la región unidades militares de obediencia comunista mandadas por Enrique Líster, que liquidaron el asunto por la vía rápida. Sin embargo, si dos meses después los militantes de Izquierda Republicana de Lanaja decidieron dar el paso de afiliarse al PCE y crear ése partido en su pueblo para protegerse de los anarquistas, significa que las cosas no se habían calmado y que los ánimos debían seguir calientes entre los antiguos colectivistas y quienes siendo republicanos, se habían enfrentado a ellos. En marzo de 1938 el pueblo sería ocupado por los franquistas y acabarían las disputas entre los campesinos, empezando para todos una larga etapa de represión y silencio.
Según el expediente y en lo que podríamos llamar el pliego de cargos, se dá por sentado que mi abuelo fue miembro del PCE y que tanto su mujer como sus suegros eran de izquierdas; su suegro era Donato Navarro Mairal, el najino que cuarenta años antes estuvo en la guerra de Filipinas y fue prisionero de los tagalos. Más sorpresas: la persona que según la documentación judicial le denunció, fue un falangista de Lanaja, Manuel Lasheras, con el que al parecer mi abuelo mantuvo cierta amistad toda su vida; es decir, Mariano jamás supo el origen de una investigación que pudo haber tenido consecuencias fatales para él.
viernes, 31 de agosto de 2007
Robocop en Chile
miércoles, 22 de agosto de 2007
Nuevo Manifiesto por la recuperación de la Memoria Histórica
domingo, 11 de febrero de 2007
Zugazagoitia y Companys
Socialista y vasco, el bueno de Zuga, como se le conocía popularmente, fue un brillante intelectual y un dirigente político de categoría, pero por encima de todo su verdadera vocación y oficio fue el periodismo. Dirigió EL SOCIALISTA y escribió montones de artículos en los que probó su indiscutible agudeza y sus dotes de observación. Sin embargo también era hombre de carácter fuerte y prejuicios arraigados, y ello le llevó a una cruda polémica política con otro personaje central de aquellos años, el presidente catalán Lluís Companys, polémica cuyo desarrollo y conclusión dan qué pensar vistas como están de nuevo las cosas en España.
Ocurrió que tras el 6 de octubre de 1934 y la aventura tragicómica de la proclamación de la República Catalana –gesto al que el President se vio arrastrado contra su voluntad por individuos que no dudaron en poner tierra de por medio al fracasar la asonada-, Companys hubo de pechar con las consecuencias –como le recordaría él mismo al vencido general Goded apenas año y medio después, el 19 de julio de 1936-, y como consecuencia, dio en la cárcel con una condena a cadena perpetua. Zuga escribió entonces en EL SOCIALISTA durísimos artículos contra Companys, al que tachó de aventurero irresponsable, y recibió contestación del dirigente catalán en idénticos términos. Fue una polémica desagradable, de esas que dejan poso en los protagonistas.
Tras las elecciones de febrero de 1936 Companys y sus compañeros salieron de la cárcel y volvieron a la actividad política e institucional. La guerra iniciada a causa del fracasado golpe de Estado militar del 17 de julio siguiente, llevó a Zuga a importantes cargos en los sucesivos gobiernos legítimos españoles. Que se sepa, los destinos de uno y otro no volvieron a cruzarse hasta algunos años más tarde, ya acaecida la derrota republicana y habiéndose refugiado ambos en París.
Tras la caída de Francia en el verano de 1940, Franco pidió a sus socios nazis que le fueran entregados los más significados dirigentes republicanos que pudieran capturar los alemanes. Es así como La Gestapo arrestó y entregó a la policía política española a, entre otros, Companys, Zugazagoitia, el ex ministro anarquista Joan Peiró y Cipriano Rivas Cherif, cuñado de Azaña. Entre paréntesis, hay que anotar que al parecer, cuando La Gestapo entregó a Lluís Companys a los policías españoles les hicieron firmar un documento conforme lo recibían “intacto”; las palizas salvajes llegarían más tarde, ya en territorio español y a cargo de funcionarios policiales franquistas.
En el traslado en automóvil de Companys desde Hendaya hasta Madrid, hubo una parada para hacer noche en Burgos. Llevado a un centro de detención, azares de la vida o bromas del destino hicieron que se metiera a Companys en una celda que ocupaba Julián Zugazagoitia, también en camino a Madrid.
Por una noche los dos hombres compartieron el reducido espacio de la celda y la vela insomne propia de quienes, muy probablemente, sabían que iban a morir. Algún tiempo más tarde Zuga contó que Companys y él pasaron la noche entera conversando (ahora se diría “dialogando”) acerca de todo: del pasado, de los errores cometidos, y sobre todo, del futuro, de proyectos para cuando retornara la democracia a España. Al amanecer, Zuga y Companys de despidieron con un abrazo silencioso. Al presidente catalán lo llevaron a Barcelona, donde sería asesinado muy poco después en los fosos de Montjuïc. A Zugazagoitia le asesinaron algo más tarde, y aún tuvo tiempo de visitar otras prisiones y encontrar otros compañeros a los que narró esta historia.
La moraleja creo que está al alcance de cualquiera.