VERONICA BONACCHI
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Dos tristes ironías. El hombre que se transformó en el íntimo amigo de muchos a fuerza de retratar a sus hombres de bar, hablando sobre todo de las pasiones del fútbol y de las mujeres como sólo viejos conocidos pueden hacerlo, murió un día antes del 20 de julio, rodeado no sólo de sus afectos sino del mayor de los reconocimientos. Y la otra: el hombre que no tenía aspiración de trascendencia, que apenas soñaba con hacer reír a la gente, ahora nos hace llorar.
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Diario Clarin
VIERNES 20 JUL 2007
Ultimo Momento
Los humoristas gráficos homenajearon al "Negro" Fontanarrosa a través de sus personajes
"Qué lo parió" dicen Langer y Rubén Mira, junto a Sendra en la contratapa de Clarín. Daniel Paz y Rep lo recuerdan en Página/12. Varios ilustraron al célebre perro Mendieta llorando, como el que acompaña al personaje "Gaturro" de Nik en La Nación. En tanto, en una emotiva y multitudinaria ceremonia, familiares y amigos despidieron al humorista. El cortejo fúnebre pasó antes por Rosario Central, donde los hinchas le rindieron homenaje.
Fontanarrosa, de Rosario Central, Argentina
Un hombre simple que aspiraba a hacer reír. Compartió charlas con el filósofo Savater, fue amigo de Joan Manuel Serrat y, por supuesto, un habitué de la confitería El Cairo, de Rosario. Homenajeado, querido, respetado. Así fue el genial dibujante que, como nadie, retrató el fútbol y las mesas de café.
En el complicado arte de la simpleza,supo describir al gaucho, supo ponerle gracia a la insoportable levedad de las conversaciones de los argentinos adictos a la mesa de café; supo traducir al papel el fanatismo por el fútbol (un fanatismo que era suyo, desde que a los diez años vio por primera vez un partido entre Rosario Central, su equipo, y Tigre). "Si hubiera que ponerle música de fondo a mi vida, sería la transmisión de los partidos de fútbol", dijo él, inocultablemente fanático, y referente de los amantes del deporte nacional.
La mesa de los "galanes" eternos
La Mesa de los Galanes, el encuentro de personajes retratados por la certera pluma de Roberto Fontanarrosa, es una de las tantas comprobaciones empíricas de que el culto a la amistad resiste contratiempos y almanaques. Más de treinta años pasaron desde la primera vez que el grupo se juntó en el bar El Cairo, en Rosario, para discurrir sobre política, fútbol y mujeres. Nadie sabe bien cómo empezó todo, a pesar de los esfuerzos de la memoria. "No tenemos fecha de fundación", bromea Ricardo Centurión, uno de sus incondicionales. Joan Manuel Serrat y Ernesto Bitetti también compartieron un café con la inoxidable barra de amigos.
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