Donde quieras que estés,
tan dormida en esta noche
abrazada a tu luna de dormir,
voy cerrando mis ojos.
Se que estoy del otro lado
con mi luna del desvelo,
volando con la tuya
llevando entre ellas,
la condena
de no ser nunca
nuestra única luna.
Juan
Te he pensado tanto,
lentamente y sin límites,
desde mis pies
hasta la utópica unión
del cielo y el mar.
En un profundo silencio,
como el andar
del caracol bajo la lluvia.
Sin darme cuenta,
me encontré con el nombre
que mis ojos susurraron.
Suavemente y sin prisa,
la noche nos paseó,
bajo los párpados
por este camino sinuoso,
de sueños, risas
y pobres relatos.
Siempre,
vos allá, y yo del otro lado,
vos con tu luna de dormir
y yo con la del desvelo.
Aquel día que mis ojos
te estrenaron,
supe que serías infinita,
aún sin poder vencer
el tiempo y las distancias.
Vos allá, y yo del otro lado,
vos con tu luna de dormir,
y yo con la mía.
Hoy te vuelvo a pensar,
en este ocaso.
En esta vejez del silencio,
solo, junto a mi luna,
aunque el aire se lleve tu voz;
para mi, siempre estarás.