Garbo fue utilizado toda su vida como semental para la cría, confinado en una diminuta jaula de la que no podía salir. Lo utilizaron con el único objetivo de lucrar un criador sin escrupulos hasta que el negocio dejó de ser rentable. Entonces lo llevaron a una perrera para ser sacrificado.
Ahora está en acogida, disfrutando por primera vez de una vida digna.
Tiene 7 años, un caracter alegre y sociable, y toda una vida por delante para compartir con una familia que le compense el sufrimiento que ha padecido y lo quiera como se merece.