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246 pages, Paperback
First published October 18, 1910
“Esta historia trata de gente bien o de aquellos que están obligados a simular que lo son.”Llevaba mucho tiempo queriendo leer este libro, el primero que leo de Foster, y me alegré mucho cuando lo publicó Navona en sus ineludibles y nada más y nada menos que traducido por Eduardo Mendoza. Será por eso que me ha defraudado tanto o será porque gustándome el tono, la novela tiene ese estilo de comedia inglesa tan atractiva, siendo una lectura divertida e interesante, algunas cosas me han cabreado e indispuesto contra el autor de manera insalvable. Vayamos por partes.
“La verdad es que existe una vida exterior con la que ni tú ni yo tenemos contacto y en la que cuentan los telegramas y la furia. En cambio las relaciones personales, a las que nosotras damos una importancia preeminente, no la tienen en ese mundo. Ahí, el amor equivale a compromiso matrimonial; la muerte, a funeral. Tengo ideas claras al respecto, pero mi duda estriba en sí esa vida exterior, que me parece a todas luces horribles, no será la vida real. Tiene, ¿cómo te diría?, tiene entidad, carácter… Y si, a la larga, las relaciones personales no conducirán a una especie de ñoñez sentimental.”En medio de ambas familias hay dos campos de batalla. Por un lado, Leonard Bast, trabajador con pretensiones intelectuales y sociales, pero con graves problemas económicos para satisfacerlas, casado con Jacky Bast, una mujer de oscuro pasado de la que se siente responsable, aunque en realidad la sufre como una carga. Por el otro, Howards End, la casa de campo que parece simbolizar una Inglaterra en grave peligro de extinción.
“Para ellos, Howards End era una casa. No podían saber que para ella había sido un espíritu para el que anhelaba un heredero espiritual... ¿Es posible legar las posesiones del espíritu? ¿Tiene descendencia el alma? ¿Puede transmitirse la pasión por un olmo, una parra, una gavilla de trigo cubierta de rocío, cuando no existen lazos de sangre?”El futuro de esta casa es una de las cuestiones que aquí se dirimen. Y no es que esté en contra de quién es el que sale victorioso en esta batalla, es algo lamentable, la vida suele serlo, y seguramente el autor tiene razón. Tampoco puede decirse nada de lo desolado que queda el otro campo de batalla, todos sabemos que casi siempre pierden los mismos, aunque ¿de verdad era necesario, E.M. Forster, el papel que juega aquí una estantería de libros? Mi problema viene con la fuerte y desagradable impresión de que el autor cree que todo acaba como debe o que cada uno recibe lo que en el fondo merece. Y no es menor mi problema con la última cuestión: ¿el papelón que juegan aquí las mujeres? Aquí el abismo es igualmente insuperable, aquí no he entendido nada de nada.
“La vida real está llena de pistas falsas y de señales que no conducen a ninguna parte. Nos fortalecemos, con infinito esfuerzo, para afrontar una crisis que no se produce jamás. La trayectoria más triunfal encubre un despilfarro de energías que podrían haber movido montañas; la vida más infructuosa no es la del individuo que se ha visto sorprendido sin estar preparado, sino la del que se ha preparado y no ha sido nunca sorprendido.”Todo muy bien, pero ¿y Margaret? ¿Cómo interpretar su papel, sus decisiones?
“Henry podía ser como quisiera, porque le quería, y algún día utilizaría el amor para hacer de él un hombre mejor. La piedad anidaba en el fondo de sus acciones a lo largo de toda la crisis. La piedad, si se me permite generalizar, anida en el fondo de todas las mujeres. Cuando un hombre nos aprecia, nos aprecia por nuestras buenas cualidades y por profundo que sea su aprecio, cuando nos hacemos indignos de él, nos abandona inexorablemente. Por el contrario, la indignidad estimula a las mujeres. Hace emerger lo más hondo que hay en ellas, para bien o para mal.”Desde luego, con desenlaces como los de esta novela uno entiende un poco más a Annie Wilks, la perturbada protagonista de Misery, la novela de Stephen King.
"The water crept over the mud-flats towards the gorse and the blackened heather. Branksea Island lost its immense foreshores, and became a sombre episode of trees. Frome was forced inward towards Dorhester, Stour against Wimborne, Avon towards Salisbury, and over the immense displacement the sun presided, leading it to triumph ere he sank to rest. England was alive, throbbing through all her estuaries, crying for joy through the mouths of her gulls, and the north wind, blew stronger aginst her rising seas. What did it mean? For what end are her fair complexities, her changes of soil, her sinuous coast? Does she belong to those who have moulded her and made her feared by other lands, or those who have added nothing to her power, but have somehow seen her, seen the whole island at once, lying as a jewel in a silver sea, sailing as a ship of souls, with all of the brave world's fleet accompanying her towards eternity?"
"You and I and the Wilcoxes stand upon money as upon islands. It is so firm benath our feet that we forget its very existence. It's only when we some one near us tottering that we realise all that an independent income means."
"Discussion keeps a house alive. It cannot stand by bricks and mortar alone."
"How easily she slipped out of life."