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190 pages, Paperback
First published October 1, 1984
How do we seize the past? Can we ever do so? When I was a medical student some pranksters at an end-of-term dance released into the hall a piglet which had been smeared with grease. It squirmed between legs, evaded capture, squealed a lot. People fell over trying to grasp it, and were made to look ridiculous in the process. The past often seems to behave like that piglet.
In 1850, from Constantinople, Flaubert announces three projects: ‘Une nuit de Don Juan’ (which reaches the planning stage); ‘Anubis’, the story of ‘the woman who wants to be fucked by a god’; and ‘My Flemish novel about the young girl who dies a virgin and a mystic… in a little provincial town, at the bottom of a garden planted with cabbages and bulrushes…’
…many critics would like to be dictators of literature, to regulate the past, and to set out with quiet authority the future direction of the art. This month, everyone must write about this; next month, nobody is allowed to write about that. So-and-so will not be reprinted until we say so. All copies of this seductively bad novel must be destroyed at once. (You think I am joking? In March 1983, the newspaper Libération urged that the French Minister for Women’s Rights should put on her Index for ‘public provocation to sexist hatred’ the following works: Pantagruel, Jude the Obscure, Baudelaire’s poems, all Kafka, The Snows of Kilimanjaro – and Madame Bovary.) Still, let’s play. I’ll go first.
Ahead of them lay the Nile, bathed in mist, like a white sea; behind them lay the dark desert, like a petrified purple ocean. At last, a streak of orange light appeared to the east; and gradually the white sea in front of them became an immense expanse of fertile green, while the purple ocean behind them turned shimmering white.
„Cîndva, la mijlocul anilor 1850, [Juliet Herbert] s-a angajat ca guvernantă a nepoatei lui Flaubert, Caroline, și a petrecut la Croisset un număr nedeterminat de ani. Ulterior, s-a întors la Londra. Flaubert îi scria, iar ea îi răspundea; din cînd în cînd, se vizitau chiar. Asta-i tot ce se cunoaște. Nu s-a păstrat nici măcar o singură epistolă din cele adresate ei, sau scrise de ea. Despre familia femeii, nu știm aproape nimic. Nu se știe nici măcar cum arăta. Nu ne-a parvenit nici o descriere a guvernantei și nici unul dintre prietenii lui Flaubert nu s-a gîndit să-i închine vreun rînd după moartea maestrului, cînd erau consemnate memoriile tuturor femeilor importante din viața lui”.
“La vanidad es un loro que salta de rama en rama y parlotea a la vista de todos." FlaubertCon aires del mejor Vila-Matas, “El loro de Flaubert” es un ensayo que pudiera ser una novela que pudiera ser un ensayo en el que, combinando múltiples y eficaces formas de expresión, Barnes indaga en el Flaubert escritor y en el Flaubert persona, dos Flaubert como lo dos loros disecados que se disputan el honor de ser aquel que sirvió de inspiración al autor para escribir su relato “Un corazón sencillo”, aunque sin descartar que el verdadero bien pudiera ser otro.
“Siento la tentación de escribir un Diccionario de tópicos sobre el propio Flaubert. Un diccionario cortito: una guía de bolsillo que oculte una bomba de relojería; un texto de aspecto serio pero al mismo tiempo engañoso. La erudición heredada, pero en forma de píldora; y con algunas de las píldoras envenenadas. Este es el atractivo, y también el peligro, de la ironía: la facilidad con que permite al escritor estar en apariencia ausente de su obra, pero, en realidad, presente con sus indirectas.”Y no cabe duda de que un gran punto a favor de Barnes es la forma en que ha conseguido hacerme interesantes y muy amenas todas esas disquisiciones sobre el autor de Madame Bovary. Como interesantes son todas esas cuestiones sobre literatura y su relación con la vida, e ingeniosas las irónicas puyas que descarga sobre esos críticos capaces de discutir seriamente acerca del lugar exacto en el que el autor besó a un perro buscando coincidir con el beso que previamente su amante había estampado en el mismo animal.
“No se puede cambiar a la humanidad, sólo conocerla”… nos presenta aquí a Braithwaite, un inglés apático, médico de profesión, que, tras la muerte de su esposa, se vuelca en resolver el asunto del loro (“Más vale malograr la ancianidad que no saber qué hacer con ella”) mientras especula acerca de la vida del autor de esa famosa novela en la que una mujer engaña a su marido, de profesión médico, dándole pie a reflexionar sobre la vida en general y sobre la suya en particular,…
“Para ser feliz había que cumplir tres requisitos previos, ser estúpido, ser egoísta y gozar de buena salud.”
“No hay que participar: la felicidad está en la imaginación, no en el acto. El placer se encuentra primero en la ilusión, y luego en el recuerdo… Hay quienes se abstienen y observan, pues le tienen tanto miedo a la decepción como a la satisfacción. Otros se lanzan, disfrutan, se arriesgan a conciencia… Sé muy bien a cuál de las dos categorías pertenezco; y sé en cuál estaba Ellen.”… así como acerca de la dificultad de conocer profundamente a alguien…
“Ellen. Mi esposa: una persona a la que tengo la sensación entender mucho peor que a un escritor extranjero que lleva cien años muerto… En los libros las cosas quedan explicadas; en la vida, no. No me extraña que la gente prefiera los libros. Los libros le dan sentido a la vida. El único problema radica en que las vidas a las que dan sentido son las de otros, jamás a la del lector.”... y la peligrosa curiosidad que nos empuja a querer hacerlo…
“¿La curiosidad es siempre un obstáculo que se opone a los propios intereses? O bien, más simplemente, ¿no será que nuestro deseo de conocer lo peor es la perversión favorita del amor?... Yo amé a Ellen, y quise saber lo peor… Ellen no me devolvió nunca esta caricia. Me apreciaba, siempre estaba automáticamente dispuesta a aceptar, como si fuese un asunto que no valiese la pena discutir, que me amaba pero siempre pensaba, sin dudarlo, lo mejor de mí. Esa es la diferencia. Ni siquiera trató de buscar ese panel deslizante que da paso a la cámara secreta del corazón, la cámara en la que se guardan los recuerdos y los cadáveres.”… y lo mal pensada que está esta vida nuestra.
“Se pueden enmarcar las verdades acerca de la literatura antes de haber publicado un solo libro; pero las verdades sobre la vida sólo pueden enmarcarse cuando ya es demasiado tarde y todo da igual.”