Hacía mucho que no disfrutaba tanto de una serie, que no la bebía con ansia. Se me ocurren un montón de adjetivos, magnífica, brutal, atrapante, magistral, etc...
Personalmente, yo que rozo los 60 no puedo dejar de verme reflejado en las distintas fases de la vida, esto va de la decada de los 30 a los 40, y cualquiera, aunque su historia personal sea distinta (obviamente), puede sentirse reflejado en los distintos personajes.

El paso del tiempo, inescrutable e ineludible, la madurez que te atrapa aunque intentes esquivarla acomodándote en su plácida perspectiva con una sonrisa a aquel que fuiste y que dejaste atrás. Esos sueños llenos de energía que van cambiando a otros sueños más tranquilos. Al fin y al cabo la vida.
Si siguieran mostrando la siguiente década, y la siguiente, aún veríamos la gran diferencia, más diría el abismo de tu yo de tu yo de 30 con el de 40, 50 ó 60.
Lo increíble es que en 10 episodios se narren esos cambios de manera tan magistral, que el guión sea tan acertado, la dirección, la idea original en sí.

Como actor, mención aparte hago con todo el elenco. Maravillosos, compañeros. Mucho tiempo sin fascinarme con una interpretación, especialmente de los dos protagonistas y en general de todos. Además, rara avis, se les entiende cuando hablan. De hecho, pensaba que como actor sería la típica serie que uno haría sin cobrar simplemente por el placer de participar y de aprender.

El último capítulo, con un plano secuencia de 50 minutos termina desarmándote.
Ole a todo el equipo, Sorogoyen a la cabeza (genio), Sara Cano y Paula Fabra.
Qué gusto cuando las cosas se hacen bien.