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Voto de mr albor:
8
7.1
25,555
Romance. Drama. Ciencia ficción
Un escritor que creía escribir sobre el futuro, en realidad estaba escribiendo sobre el pasado. En su novela, un misterioso tren salía de cuando en cuando con dirección al año 2046. Todos los que subían a él lo hacían con el mismo propósito: recobrar los recuerdos perdidos. Se decía que en 2046 nada cambiaba. Nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, porque ninguno de los que viajaron regresó jamás. Con una excepción. Él estuvo ... [+]
9 de agosto de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
2046 es la culminación de la trilogía del amor del autor hongkonés Wong Kar-Wai. Una trilogía que rezuma nostalgia y melancolía por todos sus poros, pues en ella nuestro autor vuelca todo el imaginario de su infancia en Hong Kong. Y sí, por si el lector se lo cuestiona, resulta necesario para su disfrute conocer las películas predecesoras, en especial su precuela, In The Mood for Love, posiblemente la película más aclamada de este cineasta. Tanto es así que en esta historia convergen todos los personajes del particular universo de recuerdos presentado en esta trilogía de películas (inclusive la referencia a 2046, el número de la habitación de hotel en la que tenían lugar los encuentros de la pareja de In The Mood…)
En la puesta en escena vuelve a resaltar por lo estilizado de la propuesta, que huye del naturalismo. De nuevo en esta ocasión Wai cuenta en la dirección de fotografía con la colaboración de Christopher Doyle y Pun-Leung Kwan, siendo este uno de los puntos fuertes de la cinta al lograr imágenes de tal estilo, elegancia y exquisitez que difícilmente se borrarán de las retinas del espectador. Son recurrentes en la paleta de colores el esmeralda y el rojo, junto a los virados al sol, colaborando a sumergirnos en una estética, por momentos cercana a lo onírico. En lo formal también se pueden apreciar similitudes con su precuela. Así en 2046, al igual que en aquella, la curiosa disposición de la cámara y el encuadre escondido en algunas escenas introducen al espectador, como voyeur, en la escena (a veces en un plano subjetivo que nos hace cómplices de la mirada del señor Chow); también la composición de los primeros planos de los personajes encuadrados por los objetos o el mobiliario, más comunes en su precuela, siguen haciendo acto de presencia. El esmero puesto en el aspecto de cada plano confieren un carácter teatral e incluso artificioso a la película, más pronunciado si cabe que In the Mood…
La historia se centra especialmente en las vivencias de uno de los miembros de la pareja protagonista de In the Mood for Love, el señor Chow, de nuevo interpretado por el galardonado Tony Leung, por lo que esta película podría funcionar como secuela de su predecesora si no fuera porque los sucesos narrados contradicen la cronología de los hechos de su precuela, lo que ayuda a recalcar el carácter irreal y fantasmagórico de los acontecimientos, vinculados a las memorias y sentimientos; a la nebulosa de los recuerdos y añoranzas en su esencial inexactitud. Haciendo el ejercicio de comparar ambas se manifiestan curiosos contrastes entre ambas, como si la una fuera la contraparte. Así, por poner tan solo un ejemplo, si en In The Mood for Love, se nos muestra un amor platónico que es reprimido, apenas sin contacto físico, en 2046 se nos muestra lo cotrario, encuentros sexuales constantes entre parejas sin amor; si In the Mood… Los protagonistas se muestran discretos y contenidos, en 2046 son pasionales, desmedidos, lujuriosos…
La película comienza con una historia "cyberpunk". Por un momento lo “real” y la ficción se entremezclan en un juego de ficción dentro de la ficción configurando dos ámbitos narrativos dentro de la película. En uno rememoramos junto a Chow sus vivencias, dando saltos constantes de tiempo, manifestando, antes que una representación cronológicamente exacta de hechos, el carácter subjetivo de escenas que representan las memorias de nuestro protagonista. En paralelo se nos presenta un mundo futurista de estética cyberpunk, que no es sino un relato escrito por el propio señor Chow. En él un pasajero solitario viaja en un tren; el tren hacia 2046, donde se dice que nada cambia. Es el tren de los recuerdos perdidos, en el cual se suben aquellos que desean recuperar lo que una vez tuvieron y perdieron. Así los sucesos de la anterior película cobran el carácter de recuerdos perdidos; de unas vivencias idealizadas por la memoria, de un amor del pasado que el señor Chow tratará en vano de sentir de nuevo. Se pone de manifiesto una de las temáticas recurrentes de este autor, la temporalidad de la que somos testigos impasibles y de la cual solo podemos apropiarnos mediante el recuerdo y la imaginación.
En definitiva, 2046 nos sumerge en una atmósfera poética marca de este cineasta hongkonés. Estamos ante el cierre con broche de oro de esta magistral trilogía; si bien su principal “hándicap” es su falta de autonomía con respecto a sus predecesoras, las cuales funcionan como historias independientes. 2046 es una síntesis del estilo de este autor que debe recibirse como una experiencia estética y emocional. Esta obra brilla con luz propia por el cuidado y la dedicación que se reflejan en un trabajo tan artísticamente equilibrado, por su genial uso de la fotografía y por el manejo de recursos cinematográficos en cada plano, por la profundidad de sus temas, por la complejidad de sus personajes y por las buenas interpretaciones. La edición y el montaje son también arriesgados, el autor opta por una narrativa fragmentaria y no lineal que otorga al conjunto la apariencia de un "puzzle" en el cual solo es posible comprender el todo cuando ya están dispuestas todas sus partes. Por mi parte, y ya para concluir, considero que la así llamada Trilogía del amor de Wong Kar-Wai es un medio ideal para introducirse a la filmografía de este aclamado autor y dejarse encandilar, como en mí caso, por su fascinante y evocador universo. 2046 en particular funciona como síntesis de las obsesiones del autor: la soledad, la imposibilidad del amor, el peso del pasado sobre nuestro presente, la memoria, la añoranza y los recuerdos etc.
En la puesta en escena vuelve a resaltar por lo estilizado de la propuesta, que huye del naturalismo. De nuevo en esta ocasión Wai cuenta en la dirección de fotografía con la colaboración de Christopher Doyle y Pun-Leung Kwan, siendo este uno de los puntos fuertes de la cinta al lograr imágenes de tal estilo, elegancia y exquisitez que difícilmente se borrarán de las retinas del espectador. Son recurrentes en la paleta de colores el esmeralda y el rojo, junto a los virados al sol, colaborando a sumergirnos en una estética, por momentos cercana a lo onírico. En lo formal también se pueden apreciar similitudes con su precuela. Así en 2046, al igual que en aquella, la curiosa disposición de la cámara y el encuadre escondido en algunas escenas introducen al espectador, como voyeur, en la escena (a veces en un plano subjetivo que nos hace cómplices de la mirada del señor Chow); también la composición de los primeros planos de los personajes encuadrados por los objetos o el mobiliario, más comunes en su precuela, siguen haciendo acto de presencia. El esmero puesto en el aspecto de cada plano confieren un carácter teatral e incluso artificioso a la película, más pronunciado si cabe que In the Mood…
La historia se centra especialmente en las vivencias de uno de los miembros de la pareja protagonista de In the Mood for Love, el señor Chow, de nuevo interpretado por el galardonado Tony Leung, por lo que esta película podría funcionar como secuela de su predecesora si no fuera porque los sucesos narrados contradicen la cronología de los hechos de su precuela, lo que ayuda a recalcar el carácter irreal y fantasmagórico de los acontecimientos, vinculados a las memorias y sentimientos; a la nebulosa de los recuerdos y añoranzas en su esencial inexactitud. Haciendo el ejercicio de comparar ambas se manifiestan curiosos contrastes entre ambas, como si la una fuera la contraparte. Así, por poner tan solo un ejemplo, si en In The Mood for Love, se nos muestra un amor platónico que es reprimido, apenas sin contacto físico, en 2046 se nos muestra lo cotrario, encuentros sexuales constantes entre parejas sin amor; si In the Mood… Los protagonistas se muestran discretos y contenidos, en 2046 son pasionales, desmedidos, lujuriosos…
La película comienza con una historia "cyberpunk". Por un momento lo “real” y la ficción se entremezclan en un juego de ficción dentro de la ficción configurando dos ámbitos narrativos dentro de la película. En uno rememoramos junto a Chow sus vivencias, dando saltos constantes de tiempo, manifestando, antes que una representación cronológicamente exacta de hechos, el carácter subjetivo de escenas que representan las memorias de nuestro protagonista. En paralelo se nos presenta un mundo futurista de estética cyberpunk, que no es sino un relato escrito por el propio señor Chow. En él un pasajero solitario viaja en un tren; el tren hacia 2046, donde se dice que nada cambia. Es el tren de los recuerdos perdidos, en el cual se suben aquellos que desean recuperar lo que una vez tuvieron y perdieron. Así los sucesos de la anterior película cobran el carácter de recuerdos perdidos; de unas vivencias idealizadas por la memoria, de un amor del pasado que el señor Chow tratará en vano de sentir de nuevo. Se pone de manifiesto una de las temáticas recurrentes de este autor, la temporalidad de la que somos testigos impasibles y de la cual solo podemos apropiarnos mediante el recuerdo y la imaginación.
En definitiva, 2046 nos sumerge en una atmósfera poética marca de este cineasta hongkonés. Estamos ante el cierre con broche de oro de esta magistral trilogía; si bien su principal “hándicap” es su falta de autonomía con respecto a sus predecesoras, las cuales funcionan como historias independientes. 2046 es una síntesis del estilo de este autor que debe recibirse como una experiencia estética y emocional. Esta obra brilla con luz propia por el cuidado y la dedicación que se reflejan en un trabajo tan artísticamente equilibrado, por su genial uso de la fotografía y por el manejo de recursos cinematográficos en cada plano, por la profundidad de sus temas, por la complejidad de sus personajes y por las buenas interpretaciones. La edición y el montaje son también arriesgados, el autor opta por una narrativa fragmentaria y no lineal que otorga al conjunto la apariencia de un "puzzle" en el cual solo es posible comprender el todo cuando ya están dispuestas todas sus partes. Por mi parte, y ya para concluir, considero que la así llamada Trilogía del amor de Wong Kar-Wai es un medio ideal para introducirse a la filmografía de este aclamado autor y dejarse encandilar, como en mí caso, por su fascinante y evocador universo. 2046 en particular funciona como síntesis de las obsesiones del autor: la soledad, la imposibilidad del amor, el peso del pasado sobre nuestro presente, la memoria, la añoranza y los recuerdos etc.