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Voto de mnemea:
10
7,1
25.555
Romance. Drama. Ciencia ficción
Un escritor que creía escribir sobre el futuro, en realidad estaba escribiendo sobre el pasado. En su novela, un misterioso tren salía de cuando en cuando con dirección al año 2046. Todos los que subían a él lo hacían con el mismo propósito: recobrar los recuerdos perdidos. Se decía que en 2046 nada cambiaba. Nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, porque ninguno de los que viajaron regresó jamás. Con una excepción. Él estuvo ... [+]
16 de febrero de 2009
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una confusión me llevó a coger un tren, que me trasladaba sin saberlo a una habitación de un hotel cualquiera. Una habitación que presentaba con todo el orgullo que una puerta puede soportar el número 2046.
Y tras ella se encontraban unas bellas mujeres, cada una con su propio carisma, todas demasiado perfectas para que con inteligencia el objetivo de la cámara se deslizara hasta relegar su posición a un lado, compartido con una inerte pared. Lo excesivo cansa, y no se
debía quitar protagonismo a nada, a nadie.
Los años se suceden, las personas pasan por su vida, la del personaje número 2047. Y él puede escribir y disfrutar de lo que luego quedarán como vivencias, como mujeres que habrá despreciado en ese instante, y habrá añorado al evocarlas en ese tren.
Tres lágrimas han bastado para encumbrar esta belleza, ni siquiera consecutivas, no derramadas en la parte por la que mejor he viajado, pero suficientes para despertar.
Una de esas mujeres me ha recordado cuál es mi paso firme, el nuevo que siempre se debe dar. Tal vez no haya sido ella, tal vez fuera la forma en la que él habló del paseo que ella dio en su vida. Todo tiene un significdado, pero como siempre me quedaré con mi propio sentido, el que se aleja de las explicaciones que se dan. El que me hace escribir esto, el que no siente respeto por el amor del que se habla, pero que respeta las imágenes y las palabras, se inunda con la música y se extiende de forma amorfa, ilógica, para dar un propio significado. Este no lo comparto.
No necesito un viaje a ese año, el 2046, en el que los recuerdos se pueden volver a encontrar. Yo nunca cogeré ese tren, pero siempre podré volver a ver la película para anhelar paredes inertes que descuiden mis textos.
Y tras ella se encontraban unas bellas mujeres, cada una con su propio carisma, todas demasiado perfectas para que con inteligencia el objetivo de la cámara se deslizara hasta relegar su posición a un lado, compartido con una inerte pared. Lo excesivo cansa, y no se
debía quitar protagonismo a nada, a nadie.
Los años se suceden, las personas pasan por su vida, la del personaje número 2047. Y él puede escribir y disfrutar de lo que luego quedarán como vivencias, como mujeres que habrá despreciado en ese instante, y habrá añorado al evocarlas en ese tren.
Tres lágrimas han bastado para encumbrar esta belleza, ni siquiera consecutivas, no derramadas en la parte por la que mejor he viajado, pero suficientes para despertar.
Una de esas mujeres me ha recordado cuál es mi paso firme, el nuevo que siempre se debe dar. Tal vez no haya sido ella, tal vez fuera la forma en la que él habló del paseo que ella dio en su vida. Todo tiene un significdado, pero como siempre me quedaré con mi propio sentido, el que se aleja de las explicaciones que se dan. El que me hace escribir esto, el que no siente respeto por el amor del que se habla, pero que respeta las imágenes y las palabras, se inunda con la música y se extiende de forma amorfa, ilógica, para dar un propio significado. Este no lo comparto.
No necesito un viaje a ese año, el 2046, en el que los recuerdos se pueden volver a encontrar. Yo nunca cogeré ese tren, pero siempre podré volver a ver la película para anhelar paredes inertes que descuiden mis textos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Tras las mil horas frente al cristal que esa androide pudo pasar junto a un deseo, él pudo decir sobre la azotea de ese hotel, donde todas las mujeres bellas respiraron, estas palabras:
El amor es una cuestión de oportunidad. No sirve de nada conocer a la persona idónea demasiado pronto o demasiado tarde. Si yo hubiera vivido en otro lugar, mi historia podría haber tenido un final muy diferente.
Otro lugar, otro final, ahora todo está más claro.
El amor es una cuestión de oportunidad. No sirve de nada conocer a la persona idónea demasiado pronto o demasiado tarde. Si yo hubiera vivido en otro lugar, mi historia podría haber tenido un final muy diferente.
Otro lugar, otro final, ahora todo está más claro.