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Voto de Melli:
8
7,9
47.680
Cine negro. Intriga. Drama
Los Ángeles, 1937. El detective Gittes, especializado en divorcios, recibe la visita de la esposa de Mulwray, el jefe del Servicio de Aguas de la ciudad, que sospecha que su marido la engaña. Al mismo tiempo, Gittes descubre que los agricultores acusan a Mulwray de corrupción por su negativa a construir un pantano que paliaría la sequía que sufren. Poco después, el escándalo salta a la prensa, pero la cosa se complica cuando una mujer ... [+]
16 de junio de 2007
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
1974 fue un año medio raro. No por que haya muerto Perón, haya caído la dictadura salazarista en Portugal o haya renunciado el presidente Nixon por el famoso Watergate; sino porque fue el año en que hubo mucho espectáculo y poco premio en más de una ocasión y en diferentes certámenes.
Por un lado la famosa Naranja Mecánica de Rinus Michels, bajo la batuta de Johan Cruyff, desplegó un fútbol total en el Mundial de Alemania. Con el concepto claro de tratar bien la pelota, predominar el toque por sobre el pelotazo, la técnica por sobre la táctica y el ataque como mejor defensa, Holanda brilló como ninguno en ese Mundial y como casi nadie en la historia del Fútbol. Llamativamente cayó en la final ante el conjunto local, capitaneado por el inolvidable Franz Beckenbauer, menos vistoso pero no menos eficaz, y el espéctaculo brindado por aquel brillante equipo se quedó sin el premio que mereció (la Copa). Hoy en día, no hay nadie que piense en el fútbol-espectáculo y no se acuerde de Rinus Michels y su gran equipo de artistas.
Lo peculiar es que ese mismo año, en el ámbito que nos ocupa, ocurrió algo similar. Roman Polanski sorprendió a todos con una obra que gozaba de un ritmo insuperable, una notable historia con un brillantísimo guión, magníficas interpretaciones y una banda sonora como pocas, guiño al engaño y al suspenso; y curiosamente esa película que hoy es un punto de referencia obligatorio dentro de Cine Negro, tampoco obtuvo un premio acorde a su exquisitez. Una todavía más genial segunda parte del Padrino, su director y sus actores, se llevaron justificadamente la mayoría de las condecoraciones, dejando a Polanski con el consuelo del guión.
Décadas después, el mundo no se olvida de Polanski, de Nicholson y de ese ícono del cine que no fue muy premiado pero sí glorificado, que fue Chinatown.
Por un lado la famosa Naranja Mecánica de Rinus Michels, bajo la batuta de Johan Cruyff, desplegó un fútbol total en el Mundial de Alemania. Con el concepto claro de tratar bien la pelota, predominar el toque por sobre el pelotazo, la técnica por sobre la táctica y el ataque como mejor defensa, Holanda brilló como ninguno en ese Mundial y como casi nadie en la historia del Fútbol. Llamativamente cayó en la final ante el conjunto local, capitaneado por el inolvidable Franz Beckenbauer, menos vistoso pero no menos eficaz, y el espéctaculo brindado por aquel brillante equipo se quedó sin el premio que mereció (la Copa). Hoy en día, no hay nadie que piense en el fútbol-espectáculo y no se acuerde de Rinus Michels y su gran equipo de artistas.
Lo peculiar es que ese mismo año, en el ámbito que nos ocupa, ocurrió algo similar. Roman Polanski sorprendió a todos con una obra que gozaba de un ritmo insuperable, una notable historia con un brillantísimo guión, magníficas interpretaciones y una banda sonora como pocas, guiño al engaño y al suspenso; y curiosamente esa película que hoy es un punto de referencia obligatorio dentro de Cine Negro, tampoco obtuvo un premio acorde a su exquisitez. Una todavía más genial segunda parte del Padrino, su director y sus actores, se llevaron justificadamente la mayoría de las condecoraciones, dejando a Polanski con el consuelo del guión.
Décadas después, el mundo no se olvida de Polanski, de Nicholson y de ese ícono del cine que no fue muy premiado pero sí glorificado, que fue Chinatown.