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Voto de Ceferino:
7
5,2
5.557
Terror
Cecilia, recién llegada de Estados Unidos, ingresa como novicia en un convento de la remota campiña italiana. Allí es recibida por el Padre Tedeschi, quien la introduce en las rutinas religiosas. Un día descubre que está embarazada y lo que parecía un milagro, por conservar aún su virginidad, resulta ocultar un siniestro secreto que hará que busque salir de aquel lugar desesperadamente.
22 de abril de 2024
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmaculada.
Vibrante, provocativa, desconcertante, salvaje y angustiante, Sydney Sweeney ha hecho el milagro, y no solo por lo intensa que resulta su actuación, sino que además poniéndose al hombro desde el principio a un proyecto que tenía todas las fichas para fracasar y contra todo pronóstico, sorprende y sale con éxito.
La actriz en su rol de productora, exhumó un proyecto que estaba enterrado tras un intento fallido para su realización hace 10 años, compró el guion, convocó a un director ya conocido para su colaboración, Michael Mohan, y ella misma le puso el corazón y la piel a cada sensación de Cecilia, su personaje, interpretación por la cuál muestra sus fichas en el género de terror y en su trascendencia dramática.
Desde la primera escena ya se da indicios de que entraremos a un mundo desconocido y en el que nada anda bien, una escena que brilla por lo angustiante de su contenido y con la gran virtud de descolocarnos inmediatamente como espectadores, agarrarnos fríos aún inicialmente y la forma de romper el hielo que posee, produce una alarma instantánea para empezar a prestarle atención.
"El sufrimiento es amor", bajo una frase repetitiva bien podríamos estar en presencia de una crítica mordaz hacia los hábitos católicos en pos de venerar los sacrificios de Jesús y de alguna manera fundamentar el propio sufrimiento del ser humano para creerse estar a la par, dándole tintes de asumir a la religión con componentes sectarios, llevando giros que resultan ciertamente conspiranoicos y desasosegantes detrás de los milagros que a final de cuentas le dan una visión bastante perversa a la persecución de esos sucesos misteriosos.
Es interesante como a pesar de su poca duración, se toma su tiempo para ir amoldando su historia, tomándose sus espacios de relajo, de sarcasmo hasta de un interesantísimo toque de erotismo jugando con los límites muy finos sobre esa herramienta, las etapas de terror resultan por momentos psicológicos, y por otros dando pantallazos de extremismo francés, muy sangrienta y visceral moviéndose constantemente por estados de atmósfera muy sombríos y tenebrosos.
Si hablamos de Sydney Sweeney, probablemente estemos ante la mejor interpretación de su carrera hasta el momento, pasional, expresiva e histérica, son calificativos que definen sus mejores momentos durante el desarrollo, haciéndose dueña de la turbación que le toca confrontar a su personaje, Cecilia, ornamentando fragmentos de desconcierto y confusión tal como la estuve viviendo como espectador.
Un final que sin dudas, dividirá aguas, para algunos correcto y para otros quitándole la potencia de lo generado anteriormente, aunque la fortaleza de ese final no se encuentra en el objeto de lo que nos dejan ver y lo que no, sino en esos casi dos minutos de un primerísimo primer plano de Sweeney que bien podrían deducirse como la máxima liberación de las tensiones a las que fue expuesta Cecilia (Sweeney) de un modo histriónico que le colocan el moño a un descomunal trabajo de su parte en el que le puso su dinero, su corazón y su espíritu para que funcione.
Calificación: 7.3
Vibrante, provocativa, desconcertante, salvaje y angustiante, Sydney Sweeney ha hecho el milagro, y no solo por lo intensa que resulta su actuación, sino que además poniéndose al hombro desde el principio a un proyecto que tenía todas las fichas para fracasar y contra todo pronóstico, sorprende y sale con éxito.
La actriz en su rol de productora, exhumó un proyecto que estaba enterrado tras un intento fallido para su realización hace 10 años, compró el guion, convocó a un director ya conocido para su colaboración, Michael Mohan, y ella misma le puso el corazón y la piel a cada sensación de Cecilia, su personaje, interpretación por la cuál muestra sus fichas en el género de terror y en su trascendencia dramática.
Desde la primera escena ya se da indicios de que entraremos a un mundo desconocido y en el que nada anda bien, una escena que brilla por lo angustiante de su contenido y con la gran virtud de descolocarnos inmediatamente como espectadores, agarrarnos fríos aún inicialmente y la forma de romper el hielo que posee, produce una alarma instantánea para empezar a prestarle atención.
"El sufrimiento es amor", bajo una frase repetitiva bien podríamos estar en presencia de una crítica mordaz hacia los hábitos católicos en pos de venerar los sacrificios de Jesús y de alguna manera fundamentar el propio sufrimiento del ser humano para creerse estar a la par, dándole tintes de asumir a la religión con componentes sectarios, llevando giros que resultan ciertamente conspiranoicos y desasosegantes detrás de los milagros que a final de cuentas le dan una visión bastante perversa a la persecución de esos sucesos misteriosos.
Es interesante como a pesar de su poca duración, se toma su tiempo para ir amoldando su historia, tomándose sus espacios de relajo, de sarcasmo hasta de un interesantísimo toque de erotismo jugando con los límites muy finos sobre esa herramienta, las etapas de terror resultan por momentos psicológicos, y por otros dando pantallazos de extremismo francés, muy sangrienta y visceral moviéndose constantemente por estados de atmósfera muy sombríos y tenebrosos.
Si hablamos de Sydney Sweeney, probablemente estemos ante la mejor interpretación de su carrera hasta el momento, pasional, expresiva e histérica, son calificativos que definen sus mejores momentos durante el desarrollo, haciéndose dueña de la turbación que le toca confrontar a su personaje, Cecilia, ornamentando fragmentos de desconcierto y confusión tal como la estuve viviendo como espectador.
Un final que sin dudas, dividirá aguas, para algunos correcto y para otros quitándole la potencia de lo generado anteriormente, aunque la fortaleza de ese final no se encuentra en el objeto de lo que nos dejan ver y lo que no, sino en esos casi dos minutos de un primerísimo primer plano de Sweeney que bien podrían deducirse como la máxima liberación de las tensiones a las que fue expuesta Cecilia (Sweeney) de un modo histriónico que le colocan el moño a un descomunal trabajo de su parte en el que le puso su dinero, su corazón y su espíritu para que funcione.
Calificación: 7.3