Melodrama nostálgico de factura clásica y tono melancólico que pese a su plausible intención de transmitir mayoritariamente emoción, sensibilidad y añoranza, acaba trasladando más bien sensaciones que se mueven entre el empalague, la pedantería y el hastío.

Filmada brillantemente con la inclusión de algunos magníficos planos secuencia, la película narra la historia de un exiliado que una vez instaurada la democracia en España, regresa a su ciudad natal (Gijón) para reencontrarse con el que fuera el amor de su juventud, una juventud y unos sueños bruscamente interrumpidos por la Guerra Civil y la dictadura.

Este taciturno relato de amor maduro, al margen del refinado tacto fílmico de Garci, encuentra su mayor virtud en las magistrales interpretaciones de todo el reparto encabezado por Antonio Ferrandis y Encarna Paso, con significativa mención para un glorioso José Bódalo, quien protagoniza una inolvidable secuencia junto a Ferrandis caracterizada por reflexivos diálogos y elocuentes silencios. Una cátedra de interpretación por parte de dos de los más grandes actores que ha dado la escena española a las órdenes de un Garci que ya empezaba aquí a mostrar una inclinación hacia la pretenciosidad y la arrogancia cinematográfica que iría en aumento con los años (salvo alguna honrosa excepción), con resultados que a menudo han desembocado en un soberano aburrimiento.

La película, cuya banda sonora incluye versiones del famoso "Canon" de Pachelbel y del "Begin The Beguine" de Cole Porter, consiguió el primer Oscar no sólo para el cine español, sino también para la cinematografía de habla hispana. Todo un logro.