El telón de acero
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Thriller. Cine negro
Un espía ruso es destinado a la embajada soviética de Ottawa (Canadá) con la misión de obtener información sobre armas nucleares, pero, tras un breve periodo de estancia en el país, decide desertar. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2010
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada tres años después del fin de la segunda guerra mundial, "The iron curtain", que toma su título de la célebre expresión de Churchill, es un magnífico ejemplo de filme propagandístico anticomunista.
La historia, basada en sucesos reales, narra la deserción de un criptógrafo de la embajada soviética en Ottawa (Canadá), revelando la trama de espionaje e infiltración que la URSS estaba desarrollando en aquél país con el objetivo de apropiarse de información relativa al arma atómica.
A cargo del filme está William A. Wellman, realizador notable, responsable ya por entonces de algunos magníficos títulos, como "Beau Geste" e "Incidente en Ox-Bow". En el presente caso, y partiendo de la historia real de este desertor ruso, dirige una película de espionaje que mezcla eficazmente los códigos del thriller y del anticomunismo. El filme es un ejemplo del ambiente de desconfianza reinante entre los dos bloques en aquellos años, marcados por el bloqueo soviético de Berlín y por la obtención del arma atómica por parte de la URSS, que tendría lugar en 1949. Es también la época en que comienza el temor a los infiltrados, a los "agentes durmientes", y en suma, a toda institución, colectividad o individuos sospechosos de simpatizar con el comunismo o con comunistas, circunstancia que se plasmará, dentro del mundo cinematográfico, en la puesta en marcha del Comité de Actividades Antinorteamericanas.
La película, rodada en los emplazamientos originales en que se desarrollaron los acontecimientos, prescinde de secuencias o giros espectaculares o efectistas, optando por una notable sobriedad narrativa que resulta reforzada por el aire documentalista que introduce el empleo ocasional de la voz en off. Tanto el guión como las interpretaciones son correctos, aunque no deslumbrantes ni especialmente emocionantes, pues no son estos efectos los que interesa resaltar. En realidad, el objetivo del filme es alertar del peligro de la infiltración comunista (en los ámbitos políticos, científicos, culturales...), y destacar los defectos y crueldades que caracterizan a sus seguidores (ateísmo, frialdad, fanatismo, etc). En clara contraposición se exalta la libertad y comodidad de la vida capitalista, muy hábilmente plasmada en la secuencia en que la esposa del criptógrafo, recién llegada de Rusia, conoce su apartamento, quedando fascinada ante sus secillos lujos, frutos de la sociedad de consumo.
Por todo lo dicho, "El telón de acero" es una película bien realizada, que se ve con agrado por la sencillez y naturalidad de su narración, y que resulta muy interesante como síntoma de una época de desconfianza y temor en la que ambos bloques acorazaron sus telones políticos, militares y culturales.
La historia, basada en sucesos reales, narra la deserción de un criptógrafo de la embajada soviética en Ottawa (Canadá), revelando la trama de espionaje e infiltración que la URSS estaba desarrollando en aquél país con el objetivo de apropiarse de información relativa al arma atómica.
A cargo del filme está William A. Wellman, realizador notable, responsable ya por entonces de algunos magníficos títulos, como "Beau Geste" e "Incidente en Ox-Bow". En el presente caso, y partiendo de la historia real de este desertor ruso, dirige una película de espionaje que mezcla eficazmente los códigos del thriller y del anticomunismo. El filme es un ejemplo del ambiente de desconfianza reinante entre los dos bloques en aquellos años, marcados por el bloqueo soviético de Berlín y por la obtención del arma atómica por parte de la URSS, que tendría lugar en 1949. Es también la época en que comienza el temor a los infiltrados, a los "agentes durmientes", y en suma, a toda institución, colectividad o individuos sospechosos de simpatizar con el comunismo o con comunistas, circunstancia que se plasmará, dentro del mundo cinematográfico, en la puesta en marcha del Comité de Actividades Antinorteamericanas.
La película, rodada en los emplazamientos originales en que se desarrollaron los acontecimientos, prescinde de secuencias o giros espectaculares o efectistas, optando por una notable sobriedad narrativa que resulta reforzada por el aire documentalista que introduce el empleo ocasional de la voz en off. Tanto el guión como las interpretaciones son correctos, aunque no deslumbrantes ni especialmente emocionantes, pues no son estos efectos los que interesa resaltar. En realidad, el objetivo del filme es alertar del peligro de la infiltración comunista (en los ámbitos políticos, científicos, culturales...), y destacar los defectos y crueldades que caracterizan a sus seguidores (ateísmo, frialdad, fanatismo, etc). En clara contraposición se exalta la libertad y comodidad de la vida capitalista, muy hábilmente plasmada en la secuencia en que la esposa del criptógrafo, recién llegada de Rusia, conoce su apartamento, quedando fascinada ante sus secillos lujos, frutos de la sociedad de consumo.
Por todo lo dicho, "El telón de acero" es una película bien realizada, que se ve con agrado por la sencillez y naturalidad de su narración, y que resulta muy interesante como síntoma de una época de desconfianza y temor en la que ambos bloques acorazaron sus telones políticos, militares y culturales.
23 de enero de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El telón de acero se estableció en el Berlín Oriental controlado por los comunistas cuando, para separar definitivamente las dos Alemanias, se comenzó a construir un muro en mitad de la ciudad que sería inaugurado el 13 de agosto de 1961. Fue entonces cuando comenzaron a desarrollarse numerosas actividades de espionaje en todos los países europeos anexionados por la URSS tras la repartición de la Segunda Guerra Mundial.
Durante la Guerra Fría, un espía ruso es destinado a Ottawa, al ver la situación de su país decide desertar y amenaza con revelar secretos de estado. Libre adaptación de las memorias del disidente ruso Igor Gouzenko, dirigida por William A. Wellman y escrita por Milton Krims. Una entretenida intriga de espionaje sórdidamente construida, tratada con un tono semi-documental y anticomunista, que cuenta con unas interpretaciones sumergidas en el realismo.
Durante la Guerra Fría, un espía ruso es destinado a Ottawa, al ver la situación de su país decide desertar y amenaza con revelar secretos de estado. Libre adaptación de las memorias del disidente ruso Igor Gouzenko, dirigida por William A. Wellman y escrita por Milton Krims. Una entretenida intriga de espionaje sórdidamente construida, tratada con un tono semi-documental y anticomunista, que cuenta con unas interpretaciones sumergidas en el realismo.
12 de diciembre de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine bien realizado no quiere decir que sea una película apasionante y de intriga desbordante, y desde luego, en este caso, tampoco es cine propagandístico. Es un thriller de espías, apartado del cine negro, basado en hechos reales. Si está basado en hechos reales no es cine propagandístico, ni se trata de hablar de las miserias de uno u otro lado del telón de acero, a veces se tira de la denominación de propagandístico como para restar valor a una película, y no, está basada en hechos reales. Punto.
Telón de Acero cuenta muy bien la persecución de inocentes, lavados de cerebros, tortura psicológica, tortura física, amenazas, crímenes y demás putadas que tan bien implantó el genocida Stalin para que su querido pueblo sufriera de lo lindo. Está dirigida con pulso firme y con ritmo adecuado y es una película seca, sin acción espectacular. Opta por presentar al mundo capitalista en un plano confortable ante la escasez del otro bando; opción que no obliga al espectador a tomar partido, hay que verla sin valoraciones, como hay que ver el cine, igual que cuando da a entender que los camaradas soviéticos eran bastante ceporros en lo de discurrir, pues tenían que robar a los demás las fórmulas de física y química de primero de carrera porque de la EGB no pasaban. Será por eso que crearon la KGB.
Telón de Acero cuenta muy bien la persecución de inocentes, lavados de cerebros, tortura psicológica, tortura física, amenazas, crímenes y demás putadas que tan bien implantó el genocida Stalin para que su querido pueblo sufriera de lo lindo. Está dirigida con pulso firme y con ritmo adecuado y es una película seca, sin acción espectacular. Opta por presentar al mundo capitalista en un plano confortable ante la escasez del otro bando; opción que no obliga al espectador a tomar partido, hay que verla sin valoraciones, como hay que ver el cine, igual que cuando da a entender que los camaradas soviéticos eran bastante ceporros en lo de discurrir, pues tenían que robar a los demás las fórmulas de física y química de primero de carrera porque de la EGB no pasaban. Será por eso que crearon la KGB.
23 de marzo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La encantadora pareja protagonista es el mejor reclamo de la película. Sobre todo ella, tan etérea, elegante e intemporal. Dana Andrews no es el actor que se merecía esta película. Ambos están sublimes en Laura, de Preminger, pero este registro dramático les queda fuera de su órbita natural. Y se note, vaya si se nota.
Según dice la voz en off los hechos acaecidos son verídicos, cosa que no dudamos, pero la imperturbabilidad de Andrews le resta autenticidad al personaje, naturalidad. Fuerza una pose interesante poco acorde con una persona que se encuentra angustiada, sometida a la lucha interior que provoca traicionar a tu país y abandonarlo para siempre. A esto debe sumársele que no sabes si tu mujer va a poder entrar en el de acogida… En definitiva una potencialidad dramática de la que carece.
Ella es otra cosa. En realidad le va cualquier papel. Esa cara de porcelana, tan suave, tan misteriosa, tan rodeada de una bruma, incluso existencial, la enmarcan en el tipo de mujer que siempre gusta en el cine. Incluso en la vida.
Buena película, muy de la época de la guerra fía, pero bien dirigida, buenos diálogos y alguna escena realmente interesante.
Según dice la voz en off los hechos acaecidos son verídicos, cosa que no dudamos, pero la imperturbabilidad de Andrews le resta autenticidad al personaje, naturalidad. Fuerza una pose interesante poco acorde con una persona que se encuentra angustiada, sometida a la lucha interior que provoca traicionar a tu país y abandonarlo para siempre. A esto debe sumársele que no sabes si tu mujer va a poder entrar en el de acogida… En definitiva una potencialidad dramática de la que carece.
Ella es otra cosa. En realidad le va cualquier papel. Esa cara de porcelana, tan suave, tan misteriosa, tan rodeada de una bruma, incluso existencial, la enmarcan en el tipo de mujer que siempre gusta en el cine. Incluso en la vida.
Buena película, muy de la época de la guerra fía, pero bien dirigida, buenos diálogos y alguna escena realmente interesante.
21 de junio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran Película, narrada con estilo documental y un espíritu auténticamente anti comunista. Interpretaciones soberbias, no solo de Gene Tierney y Dana Andrews, sino de todo el elenco de secundarios. Esto sí es cine, esto es una joya del cine clásico, esto sí debería ser enseñado en los colegios y en las escuelas de cine. Ciertamente el director, ese artesano llamado William Wellman nunca falla, sus obras son un ejemplo de sobriedad, de buen hacer, y siempre tienen mensaje, simple y contundente. Sin estridencias nos sumerge en la historia de ese criptógrafo soviético que decide pasarse al mundo libre antes que regresar a la URSS, y para ello usa como salvoconducto los documentos robados sobre la fabricación de la Bomba Atómica, lo cual se ha llevado a cabo con la complicidad de personajes relevantes de la ciencia y la política del Canadá.
La fotografía en Blanco y Negro y el rodaje en los lugares auténticos donde la trama se desarrolló en la realidad le dan un empujón notable hacia el diez.
La música de Prokofiev, Shostakovich y Kachaturian realza y otorga un aire de intriga a este Cine negro, o más bien documental negro.
La fotografía en Blanco y Negro y el rodaje en los lugares auténticos donde la trama se desarrolló en la realidad le dan un empujón notable hacia el diez.
La música de Prokofiev, Shostakovich y Kachaturian realza y otorga un aire de intriga a este Cine negro, o más bien documental negro.
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