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jueves, 29 de agosto de 2024

PASIÓN (En passion, Ingmar Bergman, 1969): El infierno de la incomunicación.

Pasión (En passion, Ingmar Bergman, 1969), cierra un ciclo de películas que el director inició con Persona (1966) y siguió con La hora del lobo /1968), Vergüenza (1968) - todas ellas comentadas en este blog. Podéis encontrar los enlaces pulsando aquí - y, finalmente, la película que nos ocupa en esta entrada. Tras cerrar la trilogía conocida como "el silencio De Dios" (Como en un espejo, Los comulgantes y El silencio), todas también comentadas en el blog y que podéis en el mismo enlace que anteriormente. Bergman parece abrir un nuevo ciclo donde el tema es otro silencio, un silencio más humano, aunque no por ello menos inhumano, el silencio de la incomunicación.

Siendo considerada una obra menor de Bergman entre sus obras maestras, Pasion es, desde un punto de vista psicológico, una obra de una gran complejidad. Es probablemente por esa complejidad que la obra parece menos redonda que otras. Pero, desde mi punto de vista, no es que la película no sea redonda, sino que su contenido es de una gran densidad concentrada en 1h. 35'.

Como ya nos indica el título, pasión hace referencia al sufrimiento, al padecimiento que cada uno de sus cuatro protagonista carga sobre sí, y como indica también la palabra "pasión", se trata de un sufrimiento sostenido y vivido con intensidad. Me atrevería a decir que se trata de "pasiones apasionadas", siempre interpretadas por unos excelentes actores clásicos de Bergman: Anna - Liv Ullman-, Andreas (Max von Sydow),  Eva (Bibi Anderson) y Elis (Erland Josephson).

Para ello Bergman, y como en las otras películas de este ciclo, utiliza un recurso de manera magistral. Reúne a sus personajes en un espacio cerrado como es una isla (como un témenos junguiano), un espacio que, como ya indiqué en La hora del lobo, cuando se convierte en un espacio de aislamiento se transforma en un espacio infernal, un espacio donde lo neurótico se hace más rígido y se magnifica dejando aflorar las dimensiones más sombrías del ser humano. Este "Témenos" aplicado a estas películas de Bergman, también pueden contemplarse como un espacio cerrado que probablemente servía al propio Bergman para reflexionar sobre él mismo y sus distintos personajes internos, como ya hemos visto en otros comentarios, como por ejemplo en "Como en un espejo" o "El rito". El propio Max von Sydow dice en una entrevista: "hay tensiones entre estos diferentes personajes y sus conflictos, que probablemente son conflictos dentro del propio Bergman." [1]

1. LA DESCONEXIÓN EMOCIONAL.

Un elemento común que presentan todos los personajes de la película es la "desconexión emocional", la dificultad para conectar con su dolor, cada uno de ellos disimulándolo apegado a una pasión que, a la vez que les permite esa desconexión es la causa de su pasión, de su sufrimiento. Veamos:

Andreas se refugia en el aislamiento. Vive solo en la isla, alejado de un pasado relacionado con una difícil relación de pareja y de ciertos problemas legales que aun arrastra (falsificación de cheques, conducir borracho y agresión a un policía que le llevó a la cárcel un tiempo),  y que le han llevado a ocultarse en la isla. Con el aislamiento, Andreas huye de su pasado y, por tanto, de sí mismo. Max von Sydow dice de él: "intenta ocultarse del mundo [...]sumido en un callejón sin salida donde  intenta ocultar su identidad. Intenta no expresar ninguna emoción, y sin darse cuenta su escondite se ha convertido en su prisión."

Andreas Winkelmann

Anna se refugia en la aparente verdad que ella otorga a una relación que se vio truncada por un accidente de coche en el que perdió a su pareja e hijo siendo ella quién conducía. Habla de esa relación de manera idealizada y confluente: "vivimos en una armonía que solo da la sinceridad. Eramos sinceros, creíamos el uno en el otro"  y lo la relaciona con una cierta búsqueda de "perfección espiritual". En su reflexión sobre el personaje, Liv Ullmann nos pone lúcidamente sobre cuál es su verdadera verdad: "Comprendo la necesidad de verdad que siente Anna y que quiera que el mundo tenga cierta apariencia. Pero esa necesidad, ese deseo de verdad, es peligroso para ella. Cuando ve que su mundo no encaja, que no encuentra la respuesta que está buscando, se refugia en mentiras y engaños."

Anna Fromm

Eva se refugia en las apariencias, aparece como una mujer profundamente confusa, perdida y dependiente de Elis, su pareja. Su insomnio da cuenta del malestar que la habita. Artista que se siente fracasada, y a la que Elis no apoya, en un momento le dice a Andreas, con quien mantiene una relación sexual puntual: "Es duro un día darte cuenta de que eres insignificante. Nadie te necesita, pero ahí estás deseando darte a los demás [...] Todo lo que toco lo estropeo." Es interesante lo que Bibi Anderson, su intérprete, dice de ella: "es una mujer que al menos puede admitir de que no pertenece a ningún lugar, de que no es nadie, que es solo un producto voluntad de otros, Sabe que nunca descansará ni conocerá su propio valor. Creo que un día intentará suicidarse."

Eva Vergérus

Elis se refugia en el cinismo y el sarcasmo. Su actitud nihilista le protege de su propia vaciedad. Arquitecto reconocido que es requerido para la construcción de un centro cultural en Milán, responde a la pregunta de Anna de qué es un centro cultural diciendo "es un monumento al sinsentido de nuestras vidas". Dice de él Eva que sólo le vio llorar una vez, cuando perdieron su hijo por un error médico: "No lo había hecho nunca y jamás volvió a hacerlo." Obsesionado con hacer fotos de rostros parece buscar en ellos el alma que no encuentra en sí mismo. Dice de él Erland Josephson: "Creo que Elis Vergérus piensa que es una hipocresía horrorizarse ante la locura de los hombres, y que es una pérdida de tiempo buscar la justicia y la decencia. Ha decidido que el sufrimiento de los demás no le quitará el sueño."

Elis Vergérus

Todos los personajes de la película, cada uno a su manera, son personajes trágicos que en esa isla infernal moran más como espectros que como seres vivos, espectros sin esperanza ni futuro, cada uno de ellos enredado en su propia prisión sin salida: el aislamiento, las falsas verdades, la alienación en el otro y el cinismo. Dice en una escena Andreas a Anna: "Ya no podemos irnos. Es demasiado tarde. Todo llega demasiado tarde."

II. LOS ENCUENTROS.

Unos sucesos fortuitos pondrán en marcha las relaciones entre todos estos personajes que no harán más que reiniciar el sufrimiento del ciclo de las repeticiones tan propio de los infiernos, en psicología de nombres como compulsión a la repetición (Freud), guión de vida (Eric Berne), o como yo la llamo desde una perspectiva gestáltica, gestalt incompleta existencial, y también incluiría el concepto de goce de Lacan. El suceso inicial es una llamada telefónica que Anna debe hacer, para lo cual le pide a Andreas  (que tiene el mismo nombre que su pareja fallecida en el accidente de coche) si puede utilizar su teléfono y que, ante el disgusto de las noticias que recibe, la llevarán a olvidar su bolso en su casa.

II.1. La verdad de Anna.

Andreas abre el bolso de Anna y halla en él un papel que no resiste leer y que revela la verdad de la relación de Anna con su pareja. Algo muy distinto de su versión idealizada: "Ya no quiero vivir contigo.  He intentado no enfrentarme a esta verdad, porque te quiero. No puedo, no quiero, seguir viviendo contigo, y tampoco lo quiero volver a intentar ya que ninguno de los dos quiere cambiar. Pero no me rendiré, ya que solo conseguiremos complicarnos la vida creando así más tensión que derivará en violencia física y psíquica. Por eso te pido que no vuelvas a ponerte en contacto conmigo." Esa es la verdad que se oculta tras la aparente verdad de la que ella habla.

II.2. La necesidad y el dolor del contacto (I): de Andreas

A raiz de la devolución del bolso de Anna, conoce al matrimonio Vergérus, Eva y Elis. Aunque en un primer momento no acepta la invitación para entrar en su casa, un posterior encuentro con Eva desembocará en una cena con ellos. Dice la voz en off acerca de ese encuentro: "Sin saber por qué el acepta. El ambiente es cálido, agradable y amistoso. De repente siente cariño por aquellas personas." Efectivamente, el contacto con ellos pone de relieve la necesidad de contacto de Andreas, el dolor del aislamiento como el dolor de soledad impuesta, no elegida. Podemos aquí considerar el aislamiento físico como una extensión del mecanismo de defensa del aislamiento (separación del pensamiento de los contenidos emocionales), en tanto en cuanto presupone que la no-relación evita el conflicto emocional.

El ambiente es cálido, agradable y amistoso.

Después de ese contacto observamos en Andreas la reacción de dolor ante su soledad que, insostenible, le lleva a emborracharse y que vagando solitario entre la nieve grita "¡¡Andreas!!", como si con ese grito se buscara a sí mismo, como si se buscara tras haberse perdido. Justamente eso es algo que se observa a menudo, al menos en ciertos tipos de carácter: recibir aquello que dolorosamente falta, y de lo que uno se defiende tanto, inevitablemente reactiva el dolor. En Andreas veremos que esa tensión entre lo que necesita y le da miedo recibir se transforma en un movimiento de ida y vuelta, un ir hacia lo que le falta y, al mismo tiempo,  un volver como rechazo.

II.3. La necesidad y el dolor del contacto (II): de Eva.

En una visita que Eva hace a Andreas se nos muestra el vacío afectivo en el que ella vive en relación con Elis, una relación determinada por su cinismo y su dependencia emocional. Analizemos algunas de sus frases:

- Le aburro. Formo parte de su aburrimiento general. El mundo es indiferente al sarcasmo de Elis, pero yo no.

Como bien dice Eva, ser pareja de alguien como Elis es formar parte de esa mirada vacía, escéptica y descreída que con su ironía y su sarcasmo lo corroe todo, sobre todo aquello que está cerca de él y que se interesa por él (El mundo es indiferente al sarcasmo de Elis, pero yo no). La distancia que imprime este tipo de nihilismo es una distancia que sobretodo debe hacerse sentir a lo que esta cerca, puesto que es aquello de lo que debe protegerse más, ya que es lo que más le puede dañar. Bajo su influencia, Eva vive en el hastío donde nada puede crecer excepto su desesperación y caída en el sinsentido, lo que acrecenta la dependencia que siente de él.

- Y lo peor de todo es que le quiero. Le amo, no hay otra forma de explicarlo. Si supiera como demostrarle que le quiero.

Justamente este es el problema: ¿cómo demostrarle amor a Elis, a alguien que no cree en el amor, que no quiere amar ni quiere ser amado? Este es el daño que recibe Eva. Creer que ella es el problema, cuando el problema,  por lo menos en este sentido, es Elis y su actitud hacia el mundo que la incluye a ella. En un momento de esta escena Eva dice "todo lo que toco lo estropeo", pero visto en este sentido proyectivo, y también desde su dependencia emocional,  podría leerse como "todo lo que me toca me estropea" o "todo lo que me toca dejo que me estropee."

Esta carencia afectiva que sufre deriva, en este mismo encuentro, en una relación sexual con Andreas a quien le confiesa su poco autoestima y lo dependiente que es de Elis, quien parece que la desanima en todos sus proyectos artísticos. Al mismo tiempo tiene un fuerte sentimiento de culpa por hablar mal de él. Observémoslo cuando antes de irse le dice a Andreas. "¿Ves lo horrible que estoy? ¿A qué nunca te has acostado con una amante más horrible que yo? ¡Di que me equivoco!"

Las identidades borrosas.

El genio de Bergman plantea este encuentro como un bello contraluz donde sólo vemos los perfiles de Eva y Andrea (dos identidades borrosas), y que cuando se besan parece que esos perfiles se funden el uno con el otro, y que como en el cuadro de Edvard Munch "El beso" quedan unidos en una fusión que borra toda identidad, fusión que va más allá del deseo y del amor, para entrar en esos límites que se borran en el lugar del goce (en un sentido psicoanalítico).

El beso...

Y más allá de Eva, tras separarse para volver a su casa, vemos a un nervioso Andreas preguntándole si le llamará, o que le escriba, o que cuando le volverá a ver... Tras irse, le vemos inquieto, dando vueltas en su casa hasta que estirándose sobre su cama lanza un desgarrado grito. De nuevo el dolor tras estar en contacto con aquello que necesita...

III. LA REPETICIÓN

Una forma de concebir lo que podríamos llamar el infierno psíquico implícito en lo neurótico coincide con conceptos como los ya enunciados: compulsión a la repetición, guión de vida, gestalt incompleta o el goce lacaniano. El infierno de estar viviendo, de una manera u otra, siempre lo mismo. En Pasión, Bergman nos presenta dos formas de vivir ese infierno de la repetición, la que viven Eva y Elis, y la que vivirán Anna y Andreas. Eva y Elis viven la repetición como una continuidad de insatisfacción, mientras que, como veremos, Anna y Andreas la vivirán como discontinuidad, como un ir y volver donde la violencia se hace presente.

III.1. La repetición en Eva y Elis.

O la repetición como una monotonía de los días que transcurren entre el aburrimiento y el hastío, en todo caso sostenidos con el cinismo de Elis y la dependencia y la culpa de Eva. Dos formas de mantenerse unidos por el miedo al abandono, como evitación de la soledad y del sentimiento de culpa. Hay una escena de la película en la que Elis le revela a Andreas que Anna y Eva eran inseparables desde hace muchos años, así como que también se conocían desde pequeños Elis y Andreas X (la pareja fallecida de Anna y que, a partir de ahora llamaré Andreas X). Luego le cuenta que Andreas X y Eva estuvieron un año de amantes, y con su cinismo habitual dice: "no me quejo, todos lo sabíamos", y luego añade: "Un día ella lo dejó, no se por qué. No me atreví a preguntar..." (luego veremos  la versión de Anna). Ambos siguen así, con una vida de mutua ignorancia y de desafección, pero con la disposición de que más vale vivir con desamor que sufrir el dolor del abandono, una variante del refrán de "más vale malo conocido que bueno por conocer". Elis se refugia en su nihilismo y en su profesión, mientras Eva lo hace teniendo algún amante (como la pareja de Anna), o alguna historia como con Andreas.


III.2. El final de la historia de Eva y Elis.

En un salto inesperado de la película nos enteramos, a través de Eva,  de que Andreas y Anna están saliendo juntos. Eva le dice que "no estoy enfadada ni celosa. Anna me ha contado lo vuestro" y tras añadir que les quiere mucho a los dos sigue diciendo "Está muy enamorada. Yo también, pero es difícil saber que siente Anna." Y sigue diciendo "Os quiero mucho a los dos. Yo también te quiero Andreas. Siempre pienso en tí. Amor mío"para añadir finalmente: "Ten cuidado con Anna, no se por qué lo digo, pero ten cuidado." Aparece entonces Elis, quien muestra un semblante en el que se hace evidente que sospecha algo, pero siguiendo su tónica disimula, y Eva, siguiendo la suya, también disimula y se muestra cariñosa con él... Y así, esta pareja va a seguir consumiéndose en ese hastío del mundo de las apariencias que les envuelve. Desde este momento, Eva y Elis ya no aparecen más en la película.




III.2. La repetición en Anna y Andreas.

La relación de Andreas con Anna empieza, como dice la voz en off de la película: "Anna y Andreas llevan unos meses viviendo juntos. Ella traduce y él ha aceptado la sugerencia de Elis (trabaja para él). Son moderadamente felices, sin peleas ni pasiones." Sin embargo, y a diferencia de Eva y Ellis, sus heridas llevan la relación inevitablemente hacia el conflicto y, como resultado de éste y la dificultad de manejarlo hacia la violencia. Violencia que también se gesta en su sistema defensivo: la idealización que lleva a Anna al engaño, y el aislamiento que lleva a Andreas al rechazo del contacto. Hay dos escenas, una de Ana y otra de Andreas, mediadas un sueño de Anna, que anticipan el conflicto inevitable.

- Escena de Anna: Negación y culpa.

Anna le habla a Andreas de su matrimonio. Empieza, de nuevo, son su versión idealizada y de su relación fusional y confluente en el sentido más romántico del término: el otro me completa. Así dice: "... Pensábamos lo mismo, lo hacíamos todo juntos, es difícil explicar como dos personas se convierten en una." Esta construcción fusional (propia del mecanismo de la confluencia) es como un "retorno a casa", pero un retorno a una casa pre-edípica, es decir, donde los límites y diferenciaciones aún no están establecidas, es un retorno al útero materno. Anna habla de la construcción de un hogar que hicieron con Andreas X y dice: "Construimos algo juntos. No sé como definirlo. Era algo seguro. Algo eguro". Sin embargo, la relación fusional no sostiene que esa fusión se rompa en ocasiones, y entonces la completitud se torna incompletitud, la seguridad en inseguridad y miedo, y esas roturas son las causantes de fuertes momentos de tensión, conflicto y también violencia. Dice Anna: "Teníamos discusiones muy violentas, pero nunca nos atacábamos con crueldad o desconfianza, y siempre éramos completamente sinceros. No había atisbo de engaño en nuestra relación". Aquí podemos observar el autoengaño de Anna, porque entonces... ¿de dónde surgía esa violencia?

No olvidemos que Andreas conoce la visión de Andreas X por el escrito que leyó sacado del bolso de Anna y que, en la película, aparece en distintas ocasiones subrayando la frase: "creando así más tensión que derivará en violencia física y psíquica". Como espectadores, y sabedores de este escrito, nosotros observamos directamente el autoengaño de Anna sobre su relación, como la observa Andreas. Anna parece que, en nombre de esa fusión que necesita experimentar, reelabora constantemente la gravedad de los sucesos de su relación para mantener su "lugar seguro", y lo que ella llama "verdad" y "sinceridad"  es su necesidad de mantener ese lugar desde el prisma de su necesidad. En ese sentido, y como consecuencia, Anna también engaña y no es sincera en su relato, es decir, a ojos de Andreas, Anna le engaña, o no le dice toda la verdad, no le es sincera, y eso es lo que observamos también nosotros como espectadores.

... como dos personas se convierten en una.

El relato continúa, y seguimos observando como Anna siempre hace la misma maniobra basada en el mecanismo de defensa de la negación. Habla del conflicto, pero rápidamente este es reelaborado para fortalecer la relación, lo cual, como sabemos a través de la nota de Andreas X, no es cierto. Hay en ella una constante negación de la realidad. Y hablando de él dice "... me fue infiel (recordemos, con Eva). Me di cuenta de lo mucho que le quería y lo superé. Y desde entonces nos tratamos con más delicadeza". Y así, con esa negación, continua: "Lo peor fue cuando me abandonó. Averigüé donde estaba y el cambió de opinión y volvió. Y nos sentimos todavía más unidos". Pase lo que pase... siempre más unidos. Pero la nota de Andreas X dice algo muy distinto. Anna tampoco le cuenta que la infidelidad fue con Eva, y en su versión, fue él quien la dejó a ella. Una vez más Andreas y los espectadores nos damos cuenta de estos detalles... 

Finalmente tenemos el relato del accidente en el que nos damos cuenta de la vivencia disociada que tuvo Anna de lo sucedido. Se nos hace evidente su dimensión traumática... también fundamental para comprender su mundo psíquico: el sentimiento de culpa que, aun disociado, la habita. "No sabía que la vida podía ser así. No sabía que la vida podía dar tanto sufrimiento." Un sueño de Anna nos pondrá en relación con esta dimensión traumática y ese núcleo duro del sentimiento de culpa.

- Sueño de Anna: la culpa.

Dice la voz en off antes de que el sueño se muestre: "Las advertencias están latentes y se manifiestan de improviso. Anna contó un largo sueño que la había preocupado durante semana santa." Siguen entonces las imágenes del sueño... Veamos sus escenas:

1. El sueño empieza con un bote que parece de refugiados que hacinados, uno sobre otro, están durmiendo al llegar a la orilla del mar.

Esta es una imagen clásica de algunos sueños, en que la llegada desde el mar se relaciona con la emergencia de contenidos psíquicos reprimidos, o disociados en el caso de sueños traumáticos. Anna es la que está despierta mientras el resto permanecen dormidos.

Desembarcando en la orilla del mar

2. Anna baja del bote y anda por la orilla. "Estaba sola. Sentí que necesitaba compañía, que me abrazaran, descansar. Pero sabía que lo había perdido para siempre." La ayuda que pide primero a una joven y luego a una mujer le es negada. La primera huye de ella negándole cobijo, y la segunda también huye y ni siquiera le habla, pero su expresión lo dice todo.

En esta escena del sueño se unen la soledad y el rechazo. El blanco y negro del sueño, la miseria del lugar, sus personajes, hacen de él un espacio desolador (para esta escena, Bergman recuperó material rodado para la anterior película Vergüenza.) En el rechazo de las dos mujeres ya asoma la sombra la culpa, como si su actitud denotara que conocieran algo terrible de ella. En las propias palabras de Anna se entrevé también la sombra del castigo: "sabía que lo había perdido para siempre."

la mirada del horror...

3. En la siguiente escena, y siempre en ese entorno desolador, Anna se halla entre mujeres que miran a otra que está sentada cerca de unos maderos que arden. "¿Quién es esa mujer?" - pregunta - "Van a ejecutar a su hijo" - les responde una mujer -. "Va de camino al lugar de la ejecución". Anna se acerca entonces a ella, y tras contemplarla, de repente, se arroja sobre su regazo y le pide perdón: "perdóname, perdóname".


Perdóname, perdóname...

Pero la mujer la arroja lejos de ella. No hay perdón.

Pero no hay perdón...

En esta escena se clarifica el tema del sentimiento de culpa: la culpa de Anna por haber perdido a su hijo en el accidente que protagonizó. La imagen de la madre triste y apenada, que es también la madre resentida que odia a la causante de la muerte de su hijo, son una proyección psíquica de la madre que fue Anna y que la culpa a ella de lo sucedido. Anna se culpa de su muerte, como en la siguiente escena también se culpará de la muerte de Andreas X. 

4. En la última escena vemos a Anna corriendo cuando de repente se para y empieza a gritar (aunque no se oye su voz): "¡Andreas! ¡¡Andreas!!" Y vemos la imagen de un hombre muerto en el suelo...

¡Andreas! ¡¡Andreas!!

Viniendo de la escena 3, poco hay ya que añadir. Al sentimiento de culpa por la muerte de su hijo hay que añadir la de la muerte de Andreas X. En todo caso, el sueño desvela el fondo dramático y desesperado que se oculta tras su idealización.

- Escena de Andreas: aislamiento y humillación

Hasta esta escena que vamos a comentar, Andreas se ha mantenido en esa contención emocional que le caracteriza como un hombre muy poco expresivo en todos los sentidos. No obstante, hay que destacar la relación que mantiene con Johann Andersson (Erik , otro personaje de la película que es un solitario que no se relaciona con nadie, y a quien la sociedad aun se lo pone peor justamente por esa condición de solitario. Andreas es atento y cuidadoso con él, también preocupado. Es quizá el personaje por el que Andreas muestra más calidez y simpatía. A su vez Johann aparece como una persona vulnerable y frágil, que también es atento y cuidadoso con Andreas. Sin embargo, Johann se suicidará después de haber sido humillado y agredido brutalmente por personas desconocidas de la isla que le culpan de la muerte violenta de animales que está sufriendo la población. Deja una carta para Andreas, y entre las cosas que le dice destaca lo siguiente: "... sentí que no quería seguir viviendo, porque ya no podría mirar a nadie a la cara. Ya no quiero vivir más. Te escribo esta carta, querido Andreas, porque siempre has sido bueno conmigo, y siempre te has preocupado por mí." Hay que destacar que, leyendo esta carta, vemos llegar la emoción en Andreas...

Johann Andersson

Afectado por la muerte de Johann (con el que establece una proyección de sí mismo: el futuro que le aguarda) y el trato humillante y brutal que sufrió, Andreas por fin se abre a Anna (quien le dice que se vayan de viaje)  como una alma rota, o como parece que le dijo su ex-pareja: "Tienes un cáncer en el alma". Andreas se nos presenta como un hombre que ya no está en el mundo, o que está alejado de él totalmente y, como metáfora, dice que ante el se alza un muro desde el que: "no puedo hablar ni mostrarte que estoy feliz. Veo tu rostro y sé que eres tú, pero no puedo alcanzarte. Estoy al otro lado de ese muro. Me he quedado fuera." Un hombre paralizado ante la vida, en la acción y en lo emocional. Vemos entonces la proyección antes citada sobre Johann: la humillación. La humillación sufrida y el. miedo a sufrir más humillación: "Tengo miedo de que me humillen. Es una tristeza eterna. He aceptado humillaciones que ahora forman parte de mi ("Tienes un cáncer en el alma"). Es horrible ser un fracaso."

He aceptado humillaciones que ahora forman parte de mí.

Como ocurre con las personas humilladas, ellas también se humillan a sí mismas: "Pero no me respeto [...] La mayoría de la gente no tiene una gran autoestima. Humillados, ahogados y escupidos. Esta vivos y eso es lo único que saben." Andreas habla como un ser humano que ya se ha rendido, que no ve más alternativa que ese aislamiento al que se somete, ese vivir detrás del muro: "Se nos llena la boca hablando de libertad. Pero no creo que exista. ¿O es sólo una droga que usan los humillados para poder soportarlo? Ya no lo aguanto más." Es un hombre harto de sí mismo, que no se soporta, cansado de vivir en estas condiciones y atormentado: "... los sueños que me persiguen, o con la oscuridad llena de fantasmas y recuerdos." Y la conclusión es: "Ya no podemos irnos. Es demasiado tarde. Todo llega demasiado tarde."

IV. CONFLICTO Y VIOLENCIA: LA PRESIÓN AGRESIVA LATENTE.

Dice Bergman en una entrevista acerca de esta película: "Mi idea es todavía que existe una maldad que no se puede explicar, una maldad virulenta y terrible [...] Una maldad irracional y que no está sujeta a ley alguna. Cósmica. Gratuita, inmotivada. No hay nada de lo que tengan tanto miedo los hombres como de esta maldad incomprensible e inexplicable." [2]

No creo que para el mal mostrado en esta película haya que invocar algo cósmico. Tampoco creo que haya que recurrir a la "banalidad del mal" propuesto por Hannah Arendt, o por lo menos a una banalidad que no están banal. Los hechos que suceden en la película encuentran su respuesta en el concepto propuesto por Lacan de "presión agresiva intencional" o la liberación explosiva de esta bajo la forma de violencia física i psíquica. Los que queráis profundizar en ella encontraréis este concepto desarrollado en la entrada "El hombre lobo: visitantes de la sombra II: El licántropo (El hombre lobo) y la naturaleza de la violencia." (pulsa aquí para acceder a la entrada)

Las dos escenas planteadas en el punto anterior, nos muestran el muro detrás del cual ambos se refugian, el aislamiento (en su dimensión emocional y relacional) en Andreas, y la confluencia (junto a la idealización) en Anna; así como la razón de fondo sobre la que estos muros defensivos se construyen: la culpa y la humillación. Inevitablemente, el conflicto es cuestión de tiempo.

IV.1. La advertencia.

Cuando la relación empieza, recordemos, la voz en off de la película nos dice: "Son moderadamente felices, sin peleas ni pasiones." Esa misma voz, tras la muerte de Johann, nos dice: "... llevan un año viviendo en relativa armonía. Han tenido peleas y reconciliaciones, causadas por malentendidos o su mal genio..."  Esas peleas y reconciliaciones ya son un indicio de lo que está por llegar. Esta voz es previa a una escena donde aparece una reacción de Andreas que ya es un indicio de que la tensión puede aumentar en cualquier momento. Tras la muerte de Johann, Anna se retira a una habitación a rezar por él, pero al entrar Andreas y decirle ella esto, él responde: "Rezas por ti misma" y ella responde enfadada: "¡Vete! ¡ Déjame en paz!" A lo que Andreas le devuelve: "Vaya actuación. ¡Menuda actuación!"

¡Vete! ¡¡Déjame en paz!!

Este pequeño momento ya nos muestra la fragilidad, que lleva a una reacción agresiva, cuando la acción de uno resquebraja el muro del otro. Andreas reacciona a la fragilidad que la muerte de Johann le crea, y al conocimiento que tiene de la carta de Andreas X provoca que proyecte lo que el siente que es la humillación que este debió sufrir de Anna, y es desde esta proyección (en la que él, potencialmente, se siente expuesto a lo mismo), que lanza ese comentario agresivo, de la misma manera que Anna reacciona inmediatamente como animal acorralado al sentir su mundo y su equilibrio cuestionado.

Tras esta escena aparece la escena del monólogo de Andreas que antes hemos comentado. Luego ya vemos el distanciamiento que surge en la pareja, se nota en sus acciones y en el lenguaje corporal, también en el lenguaje verbal intrascendente, casi forzado a romper el silencio que se corta entre ellos. Es a partir de ese momento que "estalla" la violencia, pues el muro, como toda estructura defensiva contiene la agresividad latente o presión agresiva (descrita por Lacan, y de la que ya hemos tratado en este blog en distintas entradas) y que, en un momento dado, cuando dicha estructura se siente frágil o resquebrajada deja paso a esta presión agresiva que se libera en forma de violencia.

IV.2. La liberación de la presión agresiva como violencia.

Anna, que siente su mundo confluente, su ideal de relación fusional amenazado reacciona con esa violencia, es decir, con voluntad de dañar, y así le dice, entre otras cosas: "Ahora sé la verdad. Sé como eres. Y te desprecio profundamente. Vivir contigo es un infierno y quiero irme de aquí."  Y tras esto llega la violencia. Andreas, resquebrajado el muro que le protege de la humillación, reacciona con gran violencia (la presión agresiva se libera) amenazándola con una hacha y pegando a Anna... Recordemos la nota de Andreas X: "creando así más tensión que derivará en violencia física y psíquica."

Aparece la violencia.

Desde este momento ya todo se precipita. Ya en el final de la película, cuando ambos van en coche conducido por Anna, aparece todo. Andreas, finalmente, le cuenta que conoce la carta de Andreas X, no sin antes decirle algo paradójico: "Quiero ser libre. Quiero recuperar mi soledad. No puedo seguir viviendo así" (recordemos lo que anteriormente ha dicho: "Se nos llena la boca hablando de libertad. Pero no creo que exista"). En todo caso, y siempre ante el silencio de Anna, Andreas le pone de manifiesto, aunque con esa voluntad violenta de dañar, el engaño que se oculta tras toda su idealización y la falsedad de todo aquello de "vivir en la verdad", de "ser sinceros": "... no tienes mucho éxito con los hombres. El problema lo tienes tú o lo tienen los hombres (Anna no dice nada pero acelera el coche). Esta afirmación es también una proyección suya, pues efectivamente también se podría decir que "No tengo mucho éxito con las mujeres. El problema  lo tengo yo o lo tienen las mujeres"Siempre hablas de la verdad, de vivir la verdad. ¡Menudo engaño! [...] ¡Todo era mentira! ¡Todo mentira! (Anna, siempre en silencio acelera aún más el coche). Cálmate... ¿Me vas a matar como mataste...?" En un terreno resbaladizo y a esa velocidad alta Anna hace un brusco movimiento de volante que desvía el coche, y sólo la rápida acción de Andreas impide que el accidente se pueda consumar. "¡Has perdido el juicio!" - grita Andreas -.



IV. 4. La repetición.

Cuando Andreas le pregunta por qué vino a buscarlo, Anna, después de la maniobra con el coche, le responde que para pedirle perdón (lhay que reconstruir la fusión, volver al equilibrio como sea)... La película acaba con Andreas saliendo del coche y Anna arrancando y yéndose. Al final vemos unos imágenes de Andreas confundido yendo y volviendo por el camino, yendo y volviendo... y a medida que la cámara se acerca se vuelve su imagen más borrosa hasta que finalmente se difumina mientras cae al suelo desesperado. La voz en off la cierra definitivamente diciendo: "Esta vez se llama Andreas Winckelman."

Yendo y volviendo, yendo y volviendo...


El ciclo de la repetición se cierra una vez más. Andreas y Anna se separan como ya acabaron con sus anteriores parejas. Se tiene la sensación de que se juntaron para que su sufrimiento se reactualizara de nuevo, para que su historia volviera a empezar para acabar de nuevo igual. Él, un apego evitativo; ella un apego ansioso... cada uno con su muro alzado, cada uno, inconscientemente, listos para intentar romperlos desde sus fondos culpables y humillados, listos para soltar su presión agresiva reprimida. La película acaba con "Esta vez se llama Andreas Winckelman", como podría haber acabado diciendo "Esta vez se llama Anna Fromm", o incluso "Esta vez se llaman Eva y Elis Vergérus".  Como Andreas en la última imagen de la película, todos ellos son seres humanos borrosos, de identidad frágiles y vulnerables que sienten que pueden ser pisoteados en cualquier momento.

Esta vez se llama Andreas Winckelman.


V. UNA ÚLTIMA REFLEXIÓN: LOS ANIMALES ASESINADOS.

Llama la atención en esta película el papel adjudicado a los animales (raramente utilizados por Bergman): 
La imagen del perro al que se intenta ahorcar, y al que Andreas salva en el último momento; las ovejas muertas y mutiladas; o al final de la película un caballo al que se rocía de gasolina en su establo y es quemado. Cuando acaba la película no sabemos quien es el individuo que comete esos actos, aunque si sabemos que Johann Andersson fue humillado y agredido brutalmente por creer que era él el responsable de esas muertes por gente de la isla. Todo una metáfora de la inocencia vulnerada. Desde nuestra heridas más profundas todos podemos ser el maltratador y el maltratado., y ambos a la vez Una metáfora de la agresividad con la que los seres humanos nos tratamos en distintos ámbitos, y como dice Andreas X en su carta, y lo comprobamos en la película una "tensión que derivará en violencia física y psíquica." 

Todos podemos ser el maltratado o el maltratador, y ambos a la vez. ¿No es acaso la humillación sufrida por Johann Andersson un ejemplo de ello, o las humillaciones que se infringen Anna y Andreas? ¿O las de más bajo nivel (no por ello menos dañinas) entre Eva y Elis? Quizá la imagen más representativa de esta dinámica maltratador-maltratado por la que oscilamos en ocasiones, sea esa imagen del coche al final de la película, y que mientras la tensión entre Anna y Andreas crece, y Anna acelera más el coche, y las palabras duras de Andreas se encuentran con el silencio cortante de Anna, la cámara enfoca un pequeño oso de peluche colgado del parabrisas que oscila agitadamente de un lado a otro como el perro al que se había intenta ahorcar: una imagen de la situación de tensión y asfixia en la que ambos protagonistas se hallan en ese momento, hasta que la presión agresiva se libera como violencia.



NOTAS.
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[1] Los archivos personales de Ingmar Bergman. Editado por Paul Duncan y Bengt Venselius Ed. Taschen, pág. 145

[2] Ver nota 1, pág. 144


ENLACES RELACIONADOS
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domingo, 13 de mayo de 2018

ANOMALISA (Richard Kauffman, 2015): Persona y alienación.

Anomalisa (2015) es un pelicula de animación top motion dirigida por Richard Kaufmann y Duke Johnson. Sus protagonistas son unos muñequitos construidos mediante una impresora 3D a los que dieron voz David Thewlis (a Michael Stone), Jennifer Jason Leigh (Lisa Hesselman) y Tom Noonan (a todos los demás personajes). El hecho de ser una película de animación con la que se aborda una temática dramática que aborda una crisis existencial de madurez, y que pone de relieve elementos como qué tipo de vida vivimos, que hemos elegido en relación a ella, o la compleja pregunta de quiénes somos, le da un tono onírico, de ensueño que la convierte en una película en cierto modo hiperrealista.  La historia está basada en la comedia dramática del mismo nombre, también escrita por Kaufmann (con el  pseudónimo de Francis Fregoli - el nombre del hotel en la película), y que tiene como protagonistas a Michael Stone, un gurú experto en "Servicio al Cliente", cuyo viaje a Cincinatti para promocionar un libro suyo en una convención que se celebra en un hotel le va a enfrentar a su realidad vital.

La historia empieza en el vuelo, donde le vemos, después de tomarse un antidepresivo, leyendo una carta de un antiguo amor de hace once años, de nombre Bella - que vive en Cincinatti -, a la que parece que abandonó de una manera brusca: "¡que te jodan! ¡lo digo en serio! ¿¡Te vas sin más, después de lo que me dijiste!? ¿¡De lo que tenemos, después de tus putas promesas!? ¡Me follas y después te largas!" Tras aterrizar se dirige al hotel que acoge la convención y donde tiene la habitación obsrvando en él ese aire depresivo y melancólico.

Michael Stone.
I. EL HOTEL. ENCUENTRO CON EL PASADO Y "LA PERSONA".

La acción transcurrirá en el hotel "The Fregoli", y me parece importante, en este sentido, reflexionar un poco sobre lo que podríamos llamar la simbología del hotel, un lugar que nos hospeda circunstancialmente, un lugar de paso que, momentáneamente, nos acoge cuando nos apartamos de nuestro hogar y lugar de vida cotidiano. En ese sentido, el hotel, al alejarnos de esa cotidianeidad, nos enfrenta, en ocasiones, a nosotros mismos y, desde su distancia, nos lleva a reflexionar sobre esa cotidianeidad en la que vivimos. 

Observamos en sus expresiones y en su lenguaje corporal el pesar que parece acompañar a Michael. Primero en una conversación telefónica con su mujer y su hijo, en la que ya da la impresión de que se trata de alguien que experimenta su realidad cotidiana con insatisfacción. Su soledad también se presiente cuando desde su habitación le vemos observar, a través de la ventana, y quizá a modo de espejo, a alguien que se halla en otro edificio y que delante de un ordenador empieza a masturbarse. Llama pronto la atención en la película la general uniformidad del tono de las voces, practicamente iguales en hombres que en mujeres, lo cual ya nos da una pista de como percibe Michael su entorno. Uniformidad... con la cual suelen ir de la mano la rutina y la mediocridad. En esas circunstancias Michael vuelve a recordar a Bella: "Que coño te he hecho Michael. Es un puto misterio como el puto origen del universo. Dices que quieres pasar el resto de tu vida conmigo y luego resulta..." Y como consecuencia, decide llamarla y encontrarse con ella en el bar del hotel.

La escena del encuentro con Bella nos sirve para familiarizarnos con la problemática de Michael que él mismo define como que quizá "tenga algún problema psicológico"... y añade "llevo huyendo mucho tiempo". No tarda en aparecer la mediocridad en la que parece inmersa su vida cuando le hace unas preguntas extrañas a Bella: "Oye, tú notaste algún cambio, o sea, ¿crees que tú cambiaste? [...] ¿Cambiaste cuando estábamos juntos? ¿Te cambié yo? ¿Cambiaste tú? ¿Hubo algo que cambió, pasó alguna cosa?", así como su narcisismo al plantearle subir a su habitación como consecuencia de que: "Me siento tremendamente solo. Como estuvimos juntos creí que me ayudarías a averiguar..." Bella se enoja y le planta en la mesa. Mientras anda un tanto borracho por la calle vuelve a surgir la imagen de Bella y asistimos a las últimas palabras de la carta: "y luego sales por la puerta casi sin despedirte. Que te vaya de puta madre Mike. Besos, Bella".

Encuentro con Bella.
- Sobre la alienación.

De ese encuentro podemos observar que la "problemática psicológica" de Michael responde a algo que él mismo registra, la de "llevar huyendo mucho tiempo". Una huida que no es más que huída de sí mismo, una huída que, como veremos, le ha llevado a una cierta alienación, es decir, al extrañamiento de sí mismo. En la alienación suelen darse factores psicológicos, así como también sociológicos, es decir, a la imposición, más o menos sutil, de criterios tanto de orden familiar como de orden social que afectan al modo de vida de tal manera que el individuo se aviene a cumplir una expectativa de lo que personal o socialmente se considera adecuado, renunciando así a la escucha de sus propias expectativas vitales. Cuando Michael habla con Bella por teléfono le manifiesta que "me aburro, me aburro mucho". Podríamos decir que Michael está entrando en un intermedio entre depresión y crisis existencial en la que se suele contactar con esta extrañeza que causa el sentimiento de aridez, desmotivación y aburrimiento por llevar una vida que uno siente que no ha elegido, que ha adoptado sin pararse a sentir si era lo que quería, si respondía a las propias inquietudes, aspiraciones y deseos.

Vemos también en esta escena un clásico ejemplo del mecanismo de la proyección que Michael realiza sobre Bella cuando le pregunta si notó algún cambio, si algo había cambiado en ella. En realidad son preguntas que le atañen a él mismo, y que reapropiadas le llevarían a preguntarse: ¿He notado algún cambio? ¿He cambiado? ¿Cambié cuando estábamos juntos? ¿Me cambiaste tú?... La respuesta es sencilla: es difícil cambiar cuando se lleva tanto tiempo huyendo de uno mismo. Estas preguntas conllevan una cuestión que Guillermo Borja planteó en su libro "La locura lo cura", cuando dice:

Permítamonos un tiempo para reflexionar sobre nosotros mismos, a solas. Perdamos por un instante la distracción externa, percibamos con sinceridad qué es nuestra vida [...] vea simplemente lo que hoy tiene en sus manos. ¿Si hoy muriese estaría satisfecho?

Esta breve reflexión usualmente la minimizamos. No porque le tengamos miedo a la muerte, sino por el miedo a aceptar nuestra frutración vigente. No es fácil ver con claridad que esto lo hemos repetido toda la vida: huir. [1]

En términos junguianos podríamos decir que Michael sufre de un acartronamiento de su "persona" por un exceso de identificación con el ideal del yo que exige el modelo social:

Debemos aprender adaptarnos a las exigencias culturales y colectivas de acuerdo con nuestro papel en la sociedad -nuestra ocupación o profesión y nuestra posición social - y a la vez continuar siendo nosotros mismos. Debemos desarrollar una adecuada máscara de persona y un ego. Si esta diferenciación fracasa, se forma un pseudoego; el modelo de personalidad se basa en la imitación estereotipada o en una mera representación obediente del papel que colectivamente se nos ha asignado en la vida. El pseudoego es un precipitado estereotipado de normas colectivas. [2]

Michael es un hombre que sufre de un profundo sentimiento de vacío, sufre de no-ser. Hay un momento en la película en la que le sucede como una pequeña revelación, cuando frente al espejo empieza su rostro a moverse sin control, sus mandibulas y su boca moviéndose espasmódicamente... Al acercarse la mano a la cara parece que esta se le vaya a desencajar, pero justamente en éste momento oye una voz distinta, una voz que se aparta del constante tono monocorde con el que Michael oye a los distintos personajes que se cruzan en su historia.


II. EL HOTEL. ENCUENTRO CON EL PRESENTE Y LA LLAMADA DEL ÁNIMA.

Efectivamente, como un llamado, Michael, al oir esa voz, se viste agitado y sale al pasillo del hotel a la búsqueda ella. Tras llamar a varias puertas encuentra finalmente a Lisa, una joven admiradora de su obra que ha venido a Cincinatti junto a su amiga. Michael está admirado por su voz y las invita a tomar algo en el bar. Lisa es una joven insegura y tímida que oculta con su melena una cicatriz en su rostro, de una autoestima maltrecha. Sin embargo, Michael, cautivado por su sensibilidad y ternura, también por su sencillez y espontaneidad, la invita a su habitación, donde hay un momento entrañable cuando ella le canta "Girls just want to have fun" de Cindy Lauper. Finalmente intiman y mantienen relaciones sexuales. Dice Michael luego: No quiero perderte como perdí a los demás.




En términos psicológicos podríamos ver en la aparición de la voz diferenciada y femenina, cuando Michael se mira en el espejo, como la llamada del ánima - el arquetipo junguiano - que tomará presencia en su proyección sobre Lisa. Ella se reconoce en la palabra "anomalía", es decir, aquello que se halla, por su inadecuación, fuera de lo supuestamente "normal". Si bien en este caso habría que entenderla como a-normatización, es decir, una llamada para salir de ese exceso de normalidad adaptativa a las expectativas, tanto familiares como sociales que Fritz Perls denominó "normatización". En ese sentido Michael es el perfecto individuo normatizado, de ahí su falta de sentido y su aburrimiento. Lisa actuará sobre Michael como un revulsivo, asumiendo una de las funciones características del ánima, en la que esta se erige como un indicador del camino a seguir para comprender lo que le ocurre a nuestra psique, en este caso, a la psique de nuestro protagonista, a quien le podemos atribuir las siguientes palabras de Jung:

... se impone admitir que la actitud racional de la consciencia del presente, a pesar de sus innegables éxitos es, en muchos aspectos humanos, impropia, infantil, la que lo hace inadaptada y contraria a la vida. La vida queda seca y paralizada". [3]

Así es como está Michael: inadaptado y contrario a la vida, seco y paralizado. El encuentro con Lisa - desde nuestra visión como ánima -, constituye una oportunidad para que Michael entienda lo que le sucede. Recordemos que ya le dijo a Bella "creí que me ayudarías a averiguar... [lo que me sucede]

III. INTERMEDIO CRÍTICO: EL SUEÑO.

Esa misma noche, mientras ambos duermen en la cama de la habitación de Michael, éste va a tener un sueño. Vamos a ir con él por partes, ya que es el núcleo de la película. Empieza así:

Michael es despertado por el timbre del teléfono en su habitación del hotel. Se trata del gerente del hotel quien le reclama para tratar un tema delicado y para el que tiene que bajar a su despacho. Siguiendo sus indicaciones (bajar en ascensor hasta la última planta) llega hasta su despacho tras preguntar a una mujer que está, junto a otras, trabajando en una sala.

En los sueños los descensos suelen ir relacionados con la entrada en el mundo del inconsciente y, por lo tanto, con el encuentro con sus contenidos. La planta baja, relacionada con los sotanos y también con los desvanes, encierran esos contenidos reprimidos que el yo resiste a darles presencia en su consciencia. Es importante destacar que en ese primer encuentro, y junto al gerente, nos encontramos con una sala donde todo son mujeres trabajando obedientemente en sus despachos (el elemento femenino). El sueño continua de la siguiente manera:

Al entrar en el despacho del gerente se encuentra en una sala muy grande, este le indica que para acercarse coja un carrito eléctrico. Michael tiene que sortear un socavón que hay camino del despacho del gerente. Una vez frente a él éste le comunica que por la noche ha tenido compañía, y añade "los gerentes somos muy discretos con los escarceos de nuestros clientes". De repente el gerente le dice: "te quiero [...] te quiero y sé lo que te conviene. Si quieres tener una aventura lo entiendo, pero que sea conmigo... Tenla con quien quieras, menos con Lisa." 

El encuentro con el gerente ya pone de relieve la objeción que se pone a que Michael se relacione con alguien - Lisa - que "le llama" a ser "sanamente anómalo", a desuniformizarse. La frase del gerente "sé lo que te conviene" es una frase que a veces nos llega de distinta manera, ya de los entornos familiares, pero que también está implícita en las expectativas que una sociedad nos transmite en referencia a aquello que espera de nosotros como individuos.

El Gerente.

Y sigue el sueño: Michael arranca el carro eléctrico, pero consternado se desboca por el socavón y sale corriendo, y mientras huye el gerente dice: "No, espera, somos todo tuyos, somos uno para tí. Vuelve"

Esta frase del gerente, mientras Michael huye, y teniendo en cuenta que este personaje del sueño es una proyección de él, se tendría que contemplar, desde su reapropiación, es decir, desde aquello que dice la frase que también es propio. Desde una perspectiva narcisista, la frase reapropiada se puede entender de dos maneras posibles, por un lado la que diría: "Sóis todo míos, sóis uno para mí", o también la inversa, que diría: "Soy de todos vosotros, soy uno para todos". En todo caso haría referencia a dos formas de uniformidad en la que, en un caso, uno ve a los demás en función de sí mismo, mientras que en el otro uno se pierde en función de los demás como manera de agradar y de ser aceptado. En Michael da la sensación que la primera es la forma imperante. Sorprende que cuando va hacia lo que desea - Lisa, como antes con Bella - diga tan rápido frases como "no quiero perderte" o  "quiero estar contigo, necesito estar contigo", para luego acabar huyendo. No deja de ser significativo, en este sentido, el título del libro de "servicio al cliente" que Michael presenta en la convención, "How May I help you help them (¿Cómo puedo ayudarte a ayudarlos?) que, y desde la perspectiva del sueño, podría también transformarse en "How may you help me to help me (Cómo puedes ayudarme a ayudarme)". Sigue el sueño entonces con:

Al salir del despacho, y ya en la sala donde hay varias mujeres trabajando, el gerente le dice si le gusta alguna de ellas. Mientras huye, una de ellas le dice que si quiere podemos follar... O a mi, le dice otra, añadiendo que menos con Lisa. "¡A Lisa no!" añade otra mujer enojada mientras él huye.

Aquí tenemos definida una parte de la problemática de Michael, y que podríamos resumir en "folla pero no te impliques emocionalmente". Es muy probable que nuestro protagonista pertenezca al tipo de hombre enrredado en un fuerte complejo materno. Una vez más podemos aplicar a Michael unas palabras de Jung:

La libido que domina la conciencia del hijo, ávido de progreso, exige la separación de la madre; más a ello se opone el anhelo del hijo por la madre bajo la forma de una resistencia psíquica que, según la experiencia, se expresa en la neurosis en toda suerte de angustias, es decir, miedo a la vida. Cuando menos se adapta el hombre a la realidad, tanto mayor se torna en ansiedad, que entonces se le interpone por doquier en su camino, creándole cada vez más obstáculos. [4]

Las huídas, como la que protagonizó con Bella, o como con la que acabará protagonizando con Lisa, permite a Michael seguir siendo fiel a ese "anhelo materno". De la misma manera que mantiene una relación de insatisfacción con su mujer y su hijo, puesto que ellos no son más que una parte de la imagen acartronada de su ideal del yo social (mientras corre por el pasillo del hotel se desprende su mandibula del rostro como imagen de la personalidad fragmentada  que és).

Folla conmigo, pero con Lisa no.

Sigue el sueño: Huye desesperado hasta llegar a la habitación donde Lisa está con su amiga y se la lleva con él, mientras la amiga dice: "A donde vas Michael. No puedes escapar". Finalmente entra en su habitación y le dice a Lisa: "Tenía que salvarte, corrías peligro [...] No quieren que estemos juntos y te matarán si es necesario. El gerente me lo ha confesado, son la misma persona, me quieren, todos son la misma persona, menos tu y yo, no existe nadie en el mundo salvo tú..."

Es decir, el "todos son la misma persona" no es más que la proyección del mundo interno de Michael sobre el mundo externo. Una proyección que implica una percepción del deseo del otro (en el sueño manifestado como "te queremos") como un deseo invasor que aplasta el ser de Michael. Sin embargo, Lisa - igual que en su momento lo debió ser Bella - es también una proyección de una imagen, otra bien distinta, la imagen de su propia alma. Es muy bello el diálogo que se establece entre ellos en esta fase del sueño, pues parece el diálogo entre el yo que, de repente, descubre su alma o su ser, un alma o ser del que se ha estado tanto tiempo separado:

Michael: ¡No existe nadie en el mundo salvo tú!
Lisa: ¿De verdad? eso es muy bonito... Voy a llorar.
Michael: Mira, tenemos que estar juntos. Siempre tenemos que protegernos y cuidarnos.
Lisa: ¡Dios mío! ¡Dios mío...! ¿estas seguro?
Michael: Si, si... (visiblemente emocionado), por fin te he encontrado.
Lisa: Llevaba tanto tiempo esperando esto



El sueño acaba con los golpes en la puerta del gerente, y de muchas más otras voces, llamándole: ¡¡Michael!!".

El sueño de Michael reúne las dos actitudes que en el conviven de manera conflictiva y sin resolución salvo la huida. Por un lado, tenemos aquella que, como decía Jung,  "está avido de progreso" (realizar el propio deseo), y que el yo del sueño interpreta; pero, por otro lado, también tenemos aquella que retiene y evita salir a la vida (obligando a cumplir con el deseo del otro, con la expectativa externa), representada por todos los otros personajes del sueño, excepto por Lisa, el alma o el ser de Michael que vive abandonada en su mundo interno como consecuencia de sus miedos neuróticos.

IV. DE LA PROYECCIÓN POSITIVA A LA NEGATIVA: LA HISTORIA CONTINUA.

El sueño de Michael sería el intento para que éste se de cuenta de ese mundo interno, de lo que representan personajes como el gerente o las mujeres del sueño, así como lo que representó en su momento Bella. Como he escrito en un texto inédito:

Finalmente, sólo la desidentificación (o desposesión) y la reapropiación de la proyección del ánima la transforma en aquello que podemos considerar como su valor más positivo: en una guía que nos dirige y acompaña (como Beatriz a Dante en el Paraíso) hacia las profundidades de nuestro mundo inconsciente. Actúa como una función mediadora que guía al yo entre la consciencia y el inconsciente colectivo. Es por ello que von Franz (1999) nos indica que para que esta función se desarrolle se requiere en primer lugar una actitud del hombre en la que “toma en serio sus sentimientos, estados de ánimo y expectativas inconscientes” [5]

Tras despertar del sueño, y no pudiendo reapropiarse de sus contenidos, se va a cumplir el pronóstico del sueño: "No quieren que estemos juntos y te matarán si es necesario" - dice el yo del sueño, es decir, reapropiado, que es lo que representan el resto de personajes del sueño, se transforma en "no quiero que estemos juntos, y te mataré si es necesario", es decir, te abandonaré y seguiré huyendo como siempre he hecho. Vamos a ir viendo así como Lisa es desinvestida de la proyección positiva del ánima y sufre de su contrapartida: la proyección negativa, el deseo devorador del otro. Asistimos, mientras desayunan juntos, a como se impone la proyección de ver en ella ese deseo que pretende imponerse - aunque en realidad no sea así -. De repente empiezan a molestarle cosas que hace Lisa, el ruído del tenedor al chocar en los diente de su boca, las observaciones que le hace sobre como decirle a su familia que les deja para irse con ella, a lo que Michael le observa que "estás un pelín mandona", hablar con la comida en la boca... Y es así cuando junto la voz de Lisa , Michael empieza a escuchar también la voz con la que oye a todos sus personajes... En este momento Lisa ya va pasando a ser "la misma persona" como todas las personas que rodean a Michael.

Cara a cara con la máscara.

V. LAS VOCES EN CONFLICTO.

Michael dejará - huirá una vez más - a Lisa tras la presentación de su libro, una presentación en la que parecerá un loco al mostrarse las dos voces que le habitan como conflicto: la de su persona y la de su ser. Dice en un momento, en una de esas alternancias:

... cada uno de sus clientes tuvo una niñez, cuerpos distintos, sufrimientos distintos. ¿Qué es lo que define al hombre? ¿Qué es sufrir? ¿Qué significa estar vivo? No lo sé... ¿Qué es sufrir? No lo sé. ¿Qué es estar vivo? ¡No lo sé!

Preguntas, obviamente, dirigidas a él mismo, pues no tiene, efectivamente, ni idea de que responder a ellas. Y así, poco a poco, va surgiendo su verdadero sufrimiento al que hay que leer siempre en clave proyectiva. Así parece decir de Lisa:

He perdido a mi amor. Ella es un barco a la deriva que se va alejando de mi y ya no me queda nadie, no me queda nadie. No me queda nadie.

En este texto la realidad implicaría sustituir una parte de él, y que tendría que decir: "Yo soy un barco a la deriva que se va alejando de ella". Y sigue un poco más tarde diciendo:

Quiero llorar y no puedo. Es el Prozac doctor Horowitz. Es el Prozac... Se me pone cara de llorar como pueden ver pero no lo consigo, necesito lágrimas [...] Necesito llorar para desahogarme y acabar con esto.

Aquí toca su sufrimiento, un sufrimiento que nada puede curar como no sea querer verlo y escucharlo, estar junto a él, comprenderlo y darle lugar. Se le puede engañar: "Prozac, doctor Horowitz. Es el Prozac". Calmar, incluso engañar, pero no curar. El sufrimiento del no-ser, del ser pura imagen, de vivir siempre huyendo de sí mismo, no se cura con medicación, necesita la visión y el valor de abordar esa realidad propia. El valor, como en el sueño, de enfrentarse a ese ser dañado y olvidado, sometido y sesgado, que aguarda a ser visto y reconocido. Sólo esa mirada y escucha, ese reconocimiento, son el camino para que ese sufrimiento, poco a poco, se transforme en  capacidad y deseo de realización sobre la propia vida.

Y así siguen intercalándose panfletos de empresa junto a alegatos contra la manipulación social, el dolor y la tristeza con el siempre rían:

Nuestro tiempo es limitado y se nos olvida. Todos morimos y ya está, como si no hubiésemos existido. ¡Así que deben sonreir! - dice mostrando una perfecta máscara acartronada -.

¡Así que deben sonreir!

El final de la película nos muestra a Michael volviendo a su casa - el destino de su huida -, donde todo parece seguir igual... Pero él ya no está bien. Sólo frente al pequeño autómata japonés que compró en el sex-shop después de ver a Bella, es la única voz que ya siente distinta... Ya no conoce a nadia como nada sabe de sí mismo, de su gran vacío existencial. Probablemente ni con el Prozac podrá seguir engañándose. O asume el conflicto o, posiblemente, le aguarda una profunda depresión o una gran crisis. Como contrapartida las últimas imágenes nos dejan con las palabras de Lisa, Anomalisa:

Querido Michael, siento que te fueras. Lo entiendo, bueno, no lo entiendo, pero lo acepto. Me alegro mucho de haberte conocido. Nunca había querido a nadie así, creo. Igual nos volvemos a ver en mejores circunstancias. Besos, Lisa, Anomalisa.

Posdata. He buscado anomalisa en un diccionario de japonés. Resulta que significa DIOSA DEL CIELO. No es que yo me vea así, pero es curioso.

ANOMALISA... DIOSA DEL CIELO.

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[1] Borja, Guillermo. La locura lo cura. Ed. La llave, pág. 135
[2] Whitmont, Edward C. La persona. La máscara que usamos en el juego de vivir. En Espejos del yo. Imágenes arquetípicas que dan forma a nuestra vida. Christine Downing Compiladora. Editorial Kairós, pág. 24
[3] Jung, C. G. Psicología y alquimia. OC 12. Ed. Trotta, par. 74.
[4] Jung, C. G. Símbolos de transformación.Editorial Paidós, pág. 304
[5] Cardona, Jaume. Caminos de consciencia. La cita de Von Franz, Marie Louise corresponde a su libro Archetypal Dimensions of the Psyche. Shambala Editions (1999)

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ENTRADAS RELACIONADAS.


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FRESAS SALVAJES (Ingmar Bergman, 1957): El mensaje de los sueños.











LAS HORAS (Stephen Daldry, 2002): Sobre la depresión y la crisis existencial.










OTRA MUJER (Woody Allen, 1988): Un sueño y la crisis de mediana edad.










EL DÍA QUE NIETZSCHE LLORÓ (Pinchas Perry, 2007): Sobre la crisis de mediana edad y el dolor de la soledad.