Aceptaremos, como punto de partida de nuestra meditación, que la intencionalidad es la modalidad arquetípica de la conciencia de imagen y que su captación hace uso de una epojé dispuesta a poner entre paréntesis el ropaje lingüístico que...
moreAceptaremos, como punto de partida de nuestra meditación, que la intencionalidad es la modalidad arquetípica de la conciencia de imagen y que su captación hace uso de una epojé dispuesta a poner entre paréntesis el ropaje lingüístico que posee originariamente al fenómeno. Gracias a ellos podremos mostrar cómo es unificada una significación con un aparecer. De este modo será constituida la relación entre los juicios que motivan actos de significación en relación con imágenes fenomenológicamente constatables susceptibles de poner un ser efectivo en vivencia. Es sabido que la oposición entre lo imaginario y lo real, como modos de presentación del ser, no solo ayuda a definir la imagen más allá del orden de la ontología clásica, también auxilia a pensar el ser a través de lo imaginario. Con ello se ha constituido una ontología de la imaginación donde el mundo viene al ser a partir de la imagen y donde lo imaginario permite pensar el ser como manifestación. Recordemos que en los §§ 32-34 de Husserliana XXIX, frente a la basculación entre lo real y lo imaginario, hay una búsqueda de una dimensión más profunda, anterior a un mero modo de ser del mundo, capaz de revelar una dimensión preontológica donde la imagen en sí ya no puede ser pensada bajo la gramática de la mímesis. Ella sería anterior al acontecimiento ontológico de lo mundano: explicando que si el ser no está dado únicamente a la aparición cósica es porque también es posible materializarlo en el discurso. Con ello accedemos a los problemas del horizonte de agenciamiento del aparecer y, por añadidura, a la posibilidad de una fenomenología política a partir de la estética trascendental.