MISCELÁNEA____________________________________GÁRGORIS 17.2023
¿A DÓNDE NOS LLEVA EL CONOCIMIENTO
DE LA ZOOARQUEOLOGÍA?
RESUMEN
the analysis that we make based in
anarchaeological context.
La zooarqueología es una de las
muchas disciplinas que se vale la
arqueología para determinar el
estudio de las sociedades del
pasado, mediante el registro del
material óseo. Esta disciplina
estudia los restos animales
presentes
en
los
sitios
arqueológicos,
desde
la
identificación taxonómica hasta sus
implicaciones
culturales.
Trataremos de describir los
comienzos de esta disciplina y los
diferentes
métodos
que
utilizaremos para contar y
jerarquizar los análisis que
hacemos de los materiales, en un
contexto arqueológico.
KEYWORDS
Zooarchaeology, quantification,
origin.
Isabel Cáceres Sánchez1
INTRODUCCIÓN
n un yacimiento arqueológico
encontramos
multitud
de
información, derivada tanto de la
cultura material como del contexto en
que se desarrolla; uno de los estudios
que más han proliferado, y se han
desarrollado en los últimos años, ha
sido la incorporación de las labores
relacionadas con el análisis de los restos
biológicos de la fauna.
E
PALABRAS CLAVE
Zooarqueología,
origen.
cuantificación,
Una vez que aparecen los restos
biológicos, además de las restricciones
naturales, estos sufren una serie de
inconvenientes a la hora de ser
recuperados en las actividades
arqueológicas (sobre todo para los
períodos
más
recientes).
Estos
inconvenientes pueden ser el sumo
interés por un área bien definida en el
yacimiento, sólo se centra la actividad
en recuperar las zonas de estructuras,
que a veces son las más llamativas y se
abandonan las áreas de deposición de
desperdicios. También, hay que resaltar
el poco interés que ha suscitado el
estudio de los restos óseos, bien por la
ABSTRACT
Zooarchaeology is one of the many
disciplines that archeology resorts
into order to determine the study
of past societies through the bone
material record. This discipline
studies the animal remains that are
found in archaeological sites, from
taxonomic identification to its
cultural implications. We will try to
glimpse the origins of this discipline
and the different methods that we
will use to count and hierarchize
the analysis that we make based in
1
Doctora en Prehistoria (ZooarqueologíaTafonomía). Docente de la Consejería de
Desarrollo Educativo de la Junta de Andalucía.
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moluscos(malacofauna) que se suelen
conservar, en muy buen estado.
Toda investigación posee una
serie de registros, uno de ellos, son los
restos biológicos de animales, pero no
deben de tener como fin saber qué es lo
que se consumía, sino también, es
prioritario conocer más a estas
poblaciones de animales. ¿Pero qué
información podemos obtener de los
restos óseos encontrados en un
yacimiento? Estos son muchos y
variados,
podemos
destacar
la
identificación
taxonómica
representada,
en
un
conjunto
faunístico, cuantificación del número de
individuos, determinación de la edad,
sexo y las partes esqueléticas
implicadas, conocimiento de la fauna
que se relaciona con las sociedades
nómadas y sedentarias, técnicas de
aprovisionamiento animal y
su
explotación,
comportamientos
subsistenciales, las estrategias de
adquisición,
el
tratamiento
y
procesamiento de los animales
muertos, la utilización del animal como
materia prima o alimento, estudio de las
migraciones, estudio de la cadena
operativa en la industria del hueso.
Otros, campos de estudio, son también,
domesticación,
ritos
funerarios,
manifestaciones
artísticas,
la
reconstrucción del paleoambiente,
paleoclima, los nichos ecológicos, la
estacionalidad…
falta
de
especialistas
o
el
desconocimiento de todo lo que pueden
aportar los estudios zooarqueológicos y,
además tenemos que decir, la falta de
partidas presupuestarias destinadas a
los análisis faunísticos.
Hoy día, la zooarqueología en
España, está bastante extendida por
toda la comunidad científica, pero hasta
hace poco, esta disciplina no formaba
parte de la actividad arqueológica y ha
tenido que irse abriendo paso, poco a
poco,
dependiendo
de
las
universidades, que iban formando
arqueólogo/as especializados en esta
materia, ante la evidencia en los
registros arqueológicos. Cada día más,
cobra importancia la información
contextual ósea para la interpretación
del yacimiento, y la correlación entre el
comportamiento de las sociedades
humanas y el medio ambiente.
Bueno, una vez recuperamos el
resto fósil entra en juego la
Zooarqueología o Arqueozoología, que
es una de las ciencias auxiliares de la
Arqueología, encargada del estudio de
éstos restos óseos. Pero, ¿qué es lo que
diferencia la zooarqueología de la
paleontología, si las dos estudian restos
de animales?, podemos decir a groso
modo que, la paleontología se dedica al
estudio de los seres vivos del pasado
geológico;
mientras
que
la
zooarqueología es el estudio de las
interacciones del pasado entre los
humanos y los animales provenientes de
los
contextos
arqueológicos.Los
materiales que estudia esta disciplina
abarca desde los huesos de los
mamíferos (macrofauna o microfauna)
que suelen ser los más abundantes,
hasta los de aves (avifauna), anfibios,
reptiles, peces (ictiofauna) y conchas de
Por ejemplo, para (Gautier,
1983), las etapas que comprenden un
estudio zooarqueológico las podemos
establecer en:
• Observación y descripción de las
especies animales con las que los
grupos
humanos
se
relacionaron.
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•
•
Establecimiento y estudio, a
partir del análisis de los restos
animales, de la naturaleza de las
relaciones establecidas entre
grupo humano y especies
animales,
extrayendo
así
conocimientos que permitan
explicar los motivos de la
presencia del propio material
faunístico en el yacimiento: cría
de ganado, comensalismo,
carroñeo, actividad cinegética,
pesca, etc. Así mismo, se dará
explicación a la entidad de estas
relaciones:
alimentación,
obtención de materia prima,
fuerza de trabajo, actividad
complementaria
de
la
agricultura, etc.
Determinar las consecuencias
biológicas y/o ecológicas sobre
las especies animales de la
intervención humana: razas
domésticas, modificaciones del
medio ambiente y del paisaje,
etc.
Una vez que se ha realizado el
análisis metodológico, con todos los
datos obtenidos se extraen las
conclusiones acerca del uso que las
sociedades humanas del pasado dieron
a los animales presentes en el
yacimiento, así como, de su desarrollo y
devenir histórico que puedan extraerse
de ellos.
Su estudio va dejando atrás la
identificación y cuantificación de
especies para centrarse en cómo
llegaron allí los restos óseos, es decir, los
restos que se localizan en los sitios
arqueológicos procedentes de la fauna
que
constituyen
acumulaciones
formadas a través de tiempos variables
y debido a acopios diferentes, puesto
que los animales han sido utilizados por
los humanos a lo largo de la historia con
diferentes
objetivos,
desde
proporcionarle alimento, en una
primera etapa, hasta de animales de
compañía en otra o bien por sus pieles
para utilizarlas como ropa de abrigo, o
como materia prima para realizar
objetos musicales o de adornos y como
fuerza de trabajo, o bien, se puede
encontrar en el registro, no por una
actividad antrópica sino debido a
diversos agentes naturales.
Mediante todo lo anterior, e
interpretando siempre la evidencia
zooarqueológica a la luz de otros datos
arqueológicos,
contribuir
al
conocimiento de los grupos humanos,
desde la dieta hasta la economía, el
ambiente,
los
patrones
de
asentamiento, los movimientos de
población, los intercambios, etc.
De ahí, que los restos faunísticos
incluyen una información previsible no
sobre el consumo de alimentos, sino las
dietas utilizadas por los humanos en el
pasado, también sobre la cría y caza de
los
animales,
estacionalidad,
paleoambientes y el estatus social de la
población; en definitiva, hay que
ponerlos en un plano interpretativo de
lo cultural.
Para
obtener
toda
esta
información, la zooarqueología, se vale
de una serie de técnicas como la
tafonomía, técnicas microscópicas,
técnicas experimentales, análisis de
patrones de representación, análisis
genéticos, etnoarqueología, genética,
isótopos,
ecología
histórica,
paleoecología, etnología… (Cáceres
Sánchez, 2003; Yravedra, J., 2006).
Poco a apoco, la zooarqueología
moderna se va abriendo paso como
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esclareciendo los modos de vida y de
trabajo, de los grupos humanos.
disciplina con identidad, gradualmente,
otras ciencias se van agregando a la
metodología
de
los
registros
arqueológicos como puede ser la
etnoarqueología, que intenta de
explicar el significado de los procesos
cognitivos, sociales e ideológicos de las
sociedades pretéritas.
ZOOARQUEOLOGÍA: ¿DE DÓNDE NOS
VIENE
EL
NOMBRE
DE
ZOOARQUEOLOGÍA?
La arqueología como ciencia
(Trigger 1986, 2006; Willey 2000), se
vale de una multitud de ciencias
auxiliares, tanto en el campo de las
ciencias sociales como de las ciencias
básicas, como puede ser la biología o
geología, que son las que más están
relacionadas con los restos orgánicos,
que se conservan en un yacimiento, bien
sea paleontológico o arqueológico.
También tenemos los estudios
tafonómicos, que en los últimos años
han alcanzado un gran auge, y nos
aporta información sobre la manera
como se han constituido los conjuntos
de huesos descubiertos en los
yacimientos arqueológicos; que se
configuran como la profundización y
extensión del estudio de las evidencias
humanas, ya sean producidas por
agentes biológicos no humanos, como
carnívoros, roedores o bien físicosquímicos; y en la acumulación y
evolución en el tiempo de las
acumulaciones faunísticas (Domínguez,
M., 1999, 1998).Así mismo están los
análisis espaciales del territorio e
incluso los trabajos de experimentación,
que nos sirven para explicar los
procesos del pasado (Anconetani, 1997;
Domínguez, M., 1997).
Para conocer su procedencia,
nos tenemos que remontar a los inicios
del siglo XVIII, donde los fósiles
adquieren un verdadero significado, a
raíz de la publicación Recherches sur les
ossaements fossiles, publicada en 1812,
por Georges Cuvier, que fue el
verdadero punto de partida para la
ciencia. Para sus estudios sobre fósiles
de vertebrados se sirvió de la Anatomía
Comparada, como principio guía, que le
permitió enunciar el principio de la
Correlación Orgánica. En aquella época,
la paleontología estaba naciendo en la
intersección entre la geología y la
biología. Y Cuvier lo que hacía era
reconstruir los esqueletos a partir de los
restos óseos, digamos que era un
historiador de la fauna, su ciencia, por
tanto, era una suerte de arqueología
zoológica, ejecutada con un método
empírico
y
con
pretensiones
matemáticas.
De
éste
trabajo
arqueológico y deductivo, se ocultaba
una anatomía forense, la reconstrucción
no acababa una vez que se había
identificado, nombrado y dibujado al
esqueleto. La anatomía de un ser vivo
ponía de relieve sus hábitos y
costumbres, el tipo de alimentación y de
En general, los objetivos de
trabajo en éste campo, están centrados
en las estrategias económicas que
llevaron a cabo las sociedades del
pasado. Estas actividades realizadas
entre sí, y unidas a los modos de
producción, nos darán a conocer cómo
se
organizan
estas
sociedades
prehistóricas. Poco a poco, y debido a
las nuevas corrientes de estudio, y a las
nuevas metodologías arqueológicas y la
incorporación de otras disciplinas, la
Prehistoria nos permite, una nueva
secuencia cultural, planteando nuevas
hipótesis de trabajo donde se van
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Foto 1. Lámina 217 de Cuvier, Recherches sur les ossemens fossiles… Del libro de Juan Pimentel
vida que había llevado el animal, puesto
que bajo su óptica funcionalista y
finalista todo cumplía un cometido
(López y Truyols, 1994; Pimentel, 2010).
geólogo Charles Lyell. En el campo de la
arqueología, explicó la prehistoria en
términos evolucionistas, influencias
recibidas de su amigo Darwin. Basó sus
estudios de las culturas prehistóricas,
con paralelos etnográficos, para poder
llegar así establecer similitudes, a través
de los datos arqueológicos, con las
civilizaciones modernas. Para ello, se
tuvo que enfrentar a los fieles
defensores de las anticuadas y
desusadas proposiciones en las que se
fundamentaban
el
difusionismo
cultural, que no admitía la identificación
de las comunidades prehistóricas como
visibles antecesoras de las civilizaciones
recientes. Podemos considerar que
Lubbock fue el primero que propuso una
clara distinción entre el Paleolítico,
Neolítico, Edad del Bronce y Edad del
Hierro.
Los trabajos de los británicos fueron
fundamentales, en el campo de la
geología, con Willian Smith (1769-1839),
sus observaciones de las capas de la
roca y los fósiles que estas contenían
llegó a determinar que en cada conjunto
de estrato se podían identificar una
serie de fósiles, que iban de los más
antiguos a los más modernos, y se
repetían en diferentes localidades. Sus
observaciones fueron fundamentales
para los estudios de arqueología y
zooarqueología; y sentó las bases de lo
que sería la paleontología estratigráfica.
John Lubbock (Avebury, 18341913). Naturalista y prehistoriador
aficionado, de principios del siglo XIX. Su
formación autodidacta le viene de su
amistad con dos naturalistas de
renombre, como Charles Darwin y el
Para nuestro campo de estudio,
aunque, fue un científico que destacó en
otras investigaciones, destacaremos en
sus trabajos, dos temas fundamentales
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Los arqueólogos, a raíz de aquí,
empezaron a determinar que, en los
sitios adscritos al paleolítico, los
registros líticos venían acompañados de
una fauna extinta, como eran los
mamuts, los osos de las cuevas y los
rinocerontes lanudos (Casteel, 1976).
Arqueología y paleozoología empezaron
a realizar trabajos conjuntamente y
aplicar sus propias técnicas y métodos
de estudio como fueron los trabajos
realizados sobre domesticación animal
(White, 1955; Bökönyi, 1969; 1988;
Flannery, 1967; Driesch, 1976; Olse &
Olsen 1981).
para comprender su aportación al
campo de la zooarqueología, como
fueron sus obras PrehistoricTimes, en
1865 y The Origin of Civilization and the
Primitive Condition of Man, en el año
1871. También, tenemos que destacar
los trabajos llevados a cabo por de J.
Wyman, A. Morlot, L. Lartet, G. Mortillet
…
A través de los trabajos
arqueológicos de Edouard Lartet (1860),
se demostró la contemporaneidad del
hombre y los mamíferos extintos y en
1861 estableció el primer sistema
cronológico de culturas de la Edad de
Piedra: período del gran oso cavernario,
periodo del mamut, época del reno,
época de los uros y del hacha pulida, que
se convirtieron en los fósiles guía para la
paleontología; sin olvidar las etapas del
oso y del reno de Gabriel Mortillet.
Estas
investigaciones
se
centraron, principalmente, en Europa,
Asia Menor, norte de África, Inglaterra,
Francia y Estados Unidos; llevadas a
cabo, principalmente, por biólogos. Sus
líneas de investigación estaban
centradas en la descripción de los restos
óseos y la identificación taxonómica de
la fauna; conocimiento de la fauna del
pleistoceno que estaba relacionada con
las primeras sociedades de cazadores
del
paleolítico;
como
era
el
aprovechamiento animal y sobre todo el
proceso de domesticación que eran los
estudios estrella en la época. Podemos
decir que, hacia finales del siglo XIX y
comienzos del XX, la arqueología, en
general, se inclinó hacia los estudios
particularistas; la preferencia que
predominaba sería el historicismo o
corriente histórico-cultural (Trigger,
1992)
Hasta finales del s. XIX es cuando
podemos establecer la relación
sistemática entre los grupos humanos y
los restos fósiles de animales, que nos
vienen de los descubrimientos de
yacimientos arqueológicos, tanto en
cueva como al aire libre, en los que se
presentan juntos huesos de animales,
restos humanos e industria lítica, como
nos lo demuestran los trabajos de
Casimir Picard y Jacques Boucher de
Perthes (Cáceres Sánchez, 2015).
A principios del s. XX, la
arqueología va precisando sus métodos
y técnicas de trabajo, de esta forma, la
paleozoología se va centrando en
nuevos campos de estudio, como era el
estudio de los animales asociados a las
sociedades sedentarias y adquirieron,
así, el nombre de arqueozoología. Los
primeros trabajos llevados a cabo por
arqueozoólogos son los del suizo L.
Rütimeyer.
Ya a mediados del siglo XX hay
que destacar los trabajos del
arqueólogo ruso Sergei Aristarkhavic
Semenov, con su obra Tecnologic
Prehistórica, donde propone estudiar
las huellas de corte y de uso de los
instrumentos de hueso y líticos y
contractarlos
con
trabajos
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de los yacimientos arqueológicos
disponen de un estudio integral de la
fauna.
experimentales y etnográficos. Este
trabajo trajo a escena los estudios
tafonómicos
que
determinaban
describir el estudio de la incorporación
de restos, señales sobre los restos óseos
en el proceso de los organismos de la
biosfera a la litosfera.
Desde sus inicios ha recibido
diferentes denominaciones, según el
campo de estudio, donde se haya
desarrollado: paleozoología (Thenius,
1961), arqueozoología (Reitz & Wing,
1999), etnozoología (Cleland,1966,
Vayda &Ra Aport, 1968), osteozoología
(Reed,1963, Uerperman, 1973), Fauna
en arqueología (Estévez, 1991),
paleobiología(García
y
Bernáldez,
2013), antropozoología.
En esta época hay que destacar
una serie de estudios que poseen una
visión amplia de la disciplina, por un
lado, tenemos los estudios realizados en
centros de veterinaria de Munich, que
ponen más hincapié en los aspectos
zoológicos, qué en los arqueológicos,
esto lo vemos reflejado en los trabajos
de J. Boessneck, en 1965. Por otro lado,
tenemos los trabajos de los americanos
que estaban más interesados por la
formación
de
modelos
arqueozoológicos y la formulación
matemática de los fenómenos. Hay que
destacar los trabajos de (Binford, 1981;
Shipman,
1981;Grayson,
1984;
Behrensmeyer, 1975; Behrensmeyer y
Hill, 1980; Gifford, 1981, 2018; LeMoine
y Mac Eachem, 1983; Gould, 1980;
Wylie,1985; O´Connor, 2000). Estos
autores
utilizan
el
término
zooarqueología.
El término que más se ha
utilizado en este país es el de
zooarqueología, por su relación con la
arqueología, para diferenciarlo de la
paleontología (Legge, 1978, Lyman,
1982, 2001; Morales 1989; Domínguez,
1999,1996), a la que siempre ha estado
vinculada.
La estabilización del uso de la
zooarqueología en España, vino a raíz de
la consolidación de la arqueología
procesual o New Archaeology, en la
década de los años 60 y 70, del siglo
pasado. Esta nueva corriente surge
como crítica frente al historicismo y
estuvo dirigida a entender el pasado en
un sentido dinámico, estimando como
clave de los desarrollos culturales, la
constante adaptación de los seres
humanos al medio (Binford 1965). La
relación arqueología-zoología comenzó
a gestarse al mismo tiempo que la
arqueología prehistórica, es decir, a
partir de los trabajos de autores
anglosajones, incorporados en la Nueva
Arqueología y se ha ido consolidando
hasta nuestros días. Para ellos, la
arqueología está unida a la prehistoria y
no hay ruptura entre las ciencias
sociales y naturales, de ahí, que la
Los estudios ingleses están
centrados en el estudio de los restos
animales pero relacionado con otras
disciplinas como la sedimentología y la
palinología;
los
animales
están
considerados una parte de la
arqueología, hay que destacar los
trabajos de Poplin, 1983,1987.
TERMINOLOGÍA
Como hemos ido desglosando,
vemos que, el estudio de los restos de
fauna
en
un
yacimiento
es
relativamente reciente, aunque ya
podemos decir que está consolidada en
el campo de la arqueología y la mayoría
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en todos los estudios, depende de las
inferencias que queramos obtener.
Estos métodos nos dan un cómputo de
la abundancia y composición de la
muestra que tengamos de restos óseos,
pero teniendo en cuenta que cada uno
mide una variabilidad de manera
divergente. Independientemente del
índice de cuantificación que utilicemos
no supone más que un método de
estudio que nos aporta información del
conjunto a analizar.
mayoría de los zooarqueólogos sean
arqueólogos–historiadores.
Los estudios zooarqueológicos
en la península ibérica han sufrido un
largo retroceso respecto a los realizados
en Europa, y dentro de éste retraso
también se refleja desigualdades entre
las áreas geográficas. Las zonas más
avanzadas en los estudios de la fauna
han sido la cornisa cantábrica, la zona
mediterránea, zona centro y algunas
provincias determinadas, pero hay que
resaltar que esta disciplina siempre ha
destacado en los estudios referentes a
periodos de la prehistoria (paleolíticoneolítico-edad del cobre…). La
incorporación de estadisciplina en
nuestro país se la debemos a la creación
de Laboratorios de Zooarqueología, en
las Universidades del País Vasco, Madrid
y Barcelona (J. Altuna, M. Morales, J.
Estévez).
Así, para Gautier, subraya que el
conjunto zooarqueológico no es,
generalmente, más que una muestra
cuantitativa muy limitada de la
tanatocenosis de la que procede, por lo
que parece imposible e incluso hasta un
ejercicio infundado el plantearse su
reconstrucción (Gautier, 1984).
Número de Restos (NR)
El número de restos se trata de
los restos fragmentados o completos
que se han identificado por partes
anatómicas y taxonómicas; y equivale al
total de especímenes óseos que
componen la muestra de estudio. Sin
embargo, para Chaix y Méniel, el
número de restos puede establecerse a
diferentes niveles. De cada uno de éstos
se
pueden
obtener
diversas
informaciones sobre dicho parámetro:
• Para el conjunto de un
yacimiento, el número de restos
debe completarse con la tasa de
determinación y, si es posible,
con los datos relativos a la
fragmentación.
Estos
parámetros
nos
permiten
valorar la potencialidad de la
serie de la que disponemos, a
sabiendas de que cuanto mayor
sea la cantidad de restos
determinados y menor su
ELEMENTOS DE CUANTIFICACIÓN DE LA
FAUNA Y DISCUSIÓN
La zooarqueología de los
mamíferos nos aporta una serie de
herramientas, que nos permiten
avanzar, sobre los aspectos tanto
taxonómicos como anatómicos hasta la
cuantificación e interpretación. Las
unidades básicas de cuantificación son:
Número de Restos (NR), Número
Mínimo de Individuos (NMI), Número de
Especímenes
Identificado
(NSP),
Mínimo Número de Especímenes
Identificado (NISP), Mínimo Número de
Elementos (MNE), Número Mínimo de
Unidades Anatómicas (MAU).
En una muestra, se utilizan
diferentes métodos de cuantificación y
su relación con las preguntas de
investigación, pero no todos ellos los
podemos utilizar con la misma facilidad,
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llevar a cabo la cuantificación de
número de ejemplares de una especie,
que sería necesario para reconocer
todas las partes identificadas.
fragmentación, más resultados
podremos obtener del estudio.
•
•
•
•
Según la naturaleza de la
ocupación. En el caso de
yacimientos de larga ocupación
se trata de situar el número de
restos por fases cronológicas, y
por estructuras en el interior de
dichas fases.
Por especies. Estos recuentos se
establecen a partir de la
determinación de los restos
óseos
por
unidades
estratigráficas. Pero no siempre
la determinación alcanza el nivel
de la especie. En numerosas
ocasiones
debemos
de
contentarnos con indicaciones
menos precisas como: la familia,
el género, o incluso el orden,
cuando no se trata de una
indeterminación absoluta.
Por categoría anatómica. Se
trata de los inventarios hueso a
hueso de cada una de las
especies. Aunque no siempre
contamos
con
efectivos
suficientes.
Por el grado de fragmentación.
No situamos a nivel de cada uno
de los huesos de una especie,
para los que se va a establecer
un inventario de piezas enteras,
partidas por la mitad, en tres,
etc. Describiendo, según los
casos, las diversas partes de
estos huesos (Chaix y Méniel,
2001).
Por ejemplo, el NMI no sólo no
se calcula de modo automático, sino
que, con frecuencia, varia, para una
misma muestra de autor en autor. Otro
problema adicional que presenta este
índice se debe al hecho de no ser
aditivo, con todos los inconvenientes
que ello conlleva. Como quiera que la
mayoría de estos inconvenientes, que
desaconsejan el uso aislado del NMI
como
índice
de
abundancia
taxonómico/esquelético,
son
inexistentes en el caso del NR, la
recomendación que podemos hacer es
la de utilizar, simultáneamente, ambos
parámetros, NR y NMI, como
estimadores de abundancia, tanto
absoluta como relativa, en cualquier
tipo de contextos arqueológicos
(Morales,1989).
Sin embargo, la abundancia de
cada categoría taxonómica puede ser
medida a partir de los conteos de
especímenes óseos por taxón, mediante
el Número Mínimo de Individuos (NMI)
calculado para cada taxón particular, o
la cantidad de biomasa que estos
taxones aportan, estimación que puede
hacerse a partir del peso de los huesos o
el peso vivo promedio de los animales.
En todo estudio de restos óseos hay dos
medidas básicas que sirven de soporte
para el cálculo de otras medidas
procedentes: una es el Número de
Restos (NR), o el Número de
Especímenes
Identificados
(NSP)
(Grayson, 1991). Y, cuando hay restos
que pueden ser atribuidos a un
determinado taxón, entonces tenemos
Número de Especímenes Identificado
por Taxón (NISP) (Grayson, 1984;
El Número Mínimo de Individuos (NMI)
El número Mínimo de Individuos
se utiliza en el campo de la
zooarqueología ante la necesidad de
conocer cuántos animales aparecen en
un yacimiento. Varios autores plantean
diferentes planeamientos, a la hora de
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que se establecen. El primero se conoce
como NMI de frecuencia: constituido
por el efectivo de la parte del animal
mejor representada. El segundo
denominado de combinación, se
obtiene sumando los NMI de
frecuencias
establecidas
sobre
elementos diferentes, y para los que se
dispone de un criterio de exclusión: los
jóvenes por un lado y los adultos por el
otro, o los pequeños y los grandes, los
machos de las hembras o, incluso, los
animales sanos de los enfermos. Si el
hecho de aumentar el NMI, en cierta
manera mejora, ya que nos aproxima al
número inicial, las posibilidades de
comparación se reducen. En este caso,
aparecen sesgadas las comparaciones
que no descansan sobre bases idénticas
(Poplin, 1976).
Lyman, 1994). Ésta es una medida que
te posibilita calcular en forma directa la
afluencia de las diferentes piezas que
forman el esqueleto (Reitz y Wing 1999,
2008; Castaños 1984; White 1952;
Chaplin 1971; Klein y Cruz Uribe 1984).
En general, para estos autores,
este método tiene una serie de ventajas
y desventajas. Entre las ventajas están:
• Puede ser calculado a medida
que se realiza la identificación
del material;
• Su valor es aditivo.
Entre las desventajas, las más
representativas, son:
• No todos los huesos son
igualmente identificables;
• El
número
de
huesos
identificables pueden variar de
una especie a otra; en el campo
de los vertebrados, no todas las
especies cuentan con el mismo
número de elementos en su
esqueleto, por lo que produce
una diferenciación a tener en
cuenta en la cuantificación.
• Depende
del
grado
de
fragmentación; pero éste índice
de fragmentación no se aplica y
afecta a todos los restos óseos
por igual.
• Se pueden dar diferencias de
rangos en la conservación de los
diferentes partes de un
esqueleto, sobre todo los
inmaduros
presentan
más
problemas de conservación que
los adultos.
• Está sujeto a sesgo de las
técnicas de recuperación y
recolección (Grayson 1984;
Lyman, 2008).
El Mínimo Número de Elementos
(MNE)
El Mínimo Número de Elementos
es una medida de abundancia de partes
esqueléticas. Y expresa la frecuencia con
que se hallan representadas cada una de
las
categorías
anatómicas
que
componen el esqueleto (Binford, 1984).
En la identificación de los restos es
necesario determinar tantoEl Número
de Restos Identificados (NRI) que, por sí
solo, puede dar lugar a una valoración
errónea de la abundancia relativa de las
distintas especies, como el Número
Mínimo de Individuos (NMI) que es la
cantidad más pequeña de animales
necesaria para justificar todos los
huesos
identificados
(Binford,
1983,1984), y precisar el concepto de
lateralidad que hace determinados
sectores
anatómicos
excluyentes
(Mengoni, 1999).
Para Grayson y Lyman, el
Número Mínimo de Individuos (NMI) es
equiparable al número de individuos
Poplin ha definido varios NMI, en
función de los diversos métodos por los
-XXI-
MISCELÁNEA____________________________________GÁRGORIS 17.2023
Foto 2. Representación gráfica de restos de Capra por elementos anatómicos (Cristina Real, 2019)
necesarios para dar cuenta de todos los
huesos identificados para un taxón dado
(Grayson 1984; Lyman 2008). Las
ventajas del MNI de forma general son
que no se ve afectado porque una
especie tenga más huesos identificables
que otra y que está condicionado por el
hecho de que hayan ingresado animales
enteros o sus partes seleccionadas.
importante. Ello es así, entre otros
factores, porque el NMI no toma en
consideración más que los animales
efectivamente representados por al
menos un resto, mientras que la
cantidad inicial de sujetos implicados no
tiene por qué estar representada.
El segundo error se encuentra en
el hecho de que el NMI incita a ver
animales enteros allí dónde, tal vez, sólo
determinadas partes de los mismos
pueden estar representadas (Chaix y
Méniel, 2001).
Esta combinación de criterios
también la vemos en, Chaix y Méniel,
dónde establecen dos tipos de errores.
Uno es que, desde el momento en que
se trata con fragmentos de huesos,
suele ser el principal tipo de evidencias
en los registros arqueológicos; el NMI
aparece muy subestimado. Raramente
se podrá estimar la cantidad inicial de
individuos, pero cuando esto es posible,
su relación con el NMI se muestra muy
Número
Mínimo
de
Unidades
Anatómicas (MAU)
Otra de las medidas utilizadas es
el Número Mínimo de Unidades
Anatómicas o MAU, este elemento se
obtiene de dividir el MNE establecido
-XXII-
MISCELÁNEA____________________________________GÁRGORIS 17.2023
los tres factores anteriores
pueden verse modificados en
yacimientos que presentan por
alguna razón un número
considerable de individuos
inmaduros.
para cada unidad anatómica por las
veces que esa unidad está presente en
un esqueleto completo (Binford
1978,1981, 1983,1984; Stiner 1994).
Hay determinados autores que
ponen en cuestión la facilidad de la
relación (NMI/NR) entre ambas
funciones, entre ellos está Poplin
(1976); la base de esta apreciación está
en la conclusión a la que llega Ducos
(1968) en su análisis, que se pueden
resumir en tres suposiciones:
• Que el número de huesos
proporcionado por cada especie
(k) es el mismo.
• Que
existe
una
misma
probabilidad de conservación.
• Que todos los restos de la
muestra tienen la misma
probabilidad de ser recogido e
identificados.
Sin embargo, la solución más
razonable es aceptar como solución más
adecuada la conservación de ambos
tipos de cálculos que comparados
entresí pueden incluso ampliar la
información en el sentido de que
aportan una idea del tratamiento que
cada conjunto óseo ha sufrido antes de
consolidarse
como
muestra
(Castaños,1984).
Los trabajos de las últimas
décadas referentes al método de
cuantificación, en zooarqueología, es
muy amplia referida, a las diferentes
medidas que se emplean para
establecer perfiles anatómicos. Se
pueden consultar (Lyman, 2008;
Morlan, 1994; Stiner, 2002; Grayson y
Frey, 2004; Grayson, 1984).
En cambio, años más tarde, Poplin
estudia con detalle los factores que en
su opinión pueden modificar la relación
NR /NI (número inicial de individuos):
• El número (k) de huesos varía
mucho de unas especies a otras
debido a la propia estructura del
esqueleto.
• El papel jugado por la
conservación diferencial de cada
parte del esqueleto debe
tenerse también en cuenta.
• El estado de fragmentación de
los propios restos modifica
notablemente la capacidad de
discriminación específica según
la especie de que se trate.
• Por último, la edad de los
ejemplares
influye
notablemente tanto en el
número
de
huesos
proporcionados (K) como en el
grado de fragmentación y
conservación y en ese sentido,
El Número Mínimo de partes del
esqueleto (NMPS)
El número mínimo de partes del
esqueleto (NMPS) tiene como interés
anular los efectos de la fragmentación.
Se trata, para cada hueso del esqueleto,
del número mínimo de piezas que
pueden individualizarse dentro de un
conjunto. Habitualmente, este número
es más bajo que el número de restos; la
diferencia entre ambas se debe a la
fragmentación. El hecho de liberarnos
de la fragmentación permite observar
con más precisión la selección de partes
del esqueleto; por otro lado, este
parámetro facilita en gran medida el
establecimiento del número mínimo de
individuos (Chaix y Méniel, 2001).
-XXIII-
MISCELÁNEA____________________________________GÁRGORIS 17.2023
determinan que agentes bióticos y
antrópicos han participado en la
formación del registro. Por eso, el
estudio zooarqueológico nos aporta una
información más integral del registro,
sin valorar algunos procesos más que
otros, por la novedad de las disciplinas,
sino que debemos obtener conclusiones
de comportamiento de los grupos
humanos y carnívoros, reconstruyendo
la interacción entre los agentes
primarios integradores del registro y los
agentes
secundarios
como
modificadores del registro.
CONCLUSIÓN
En general podemos decir que la
zooarqueología abarca un campo de
estudio muy amplio y siempre ha
adquirido más protagonismo en los
períodos más antiguos, como es el caso
de la prehistoria, que se ha convertido
en una fuente de información debido a
la falta de referencia escrita; pero cada
día más se está desarrollando en los
diferentes campos históricos para
comprender los procesos de formación
de un depósito. La zooarqueología no
sólo se delimita a conocer nuestro
pasado, sino que, nos puede ayudar a
conocer que cambios alimenticios o
climáticos, nos pueden suceder, ya que
maneja referencias muy técnicas.
BIBLIOGRAFÍA
•
Hoy día, la zooarqueología ha
evolucionado y se vale de otros muchos
campos interdisciplinares que tienen
como base el estudio de los restos óseos
y ya no sólo se dedica a la relación de los
grupos con una caracterización
económica y de subsistencia, sino a
temáticas más complejas, de cualquier
período histórico. En las últimas
décadas han surgido una serie de
corrientes y profusión de autores
comprometidos en cada una de las
subdisciplinas que participan en el
mismo registro óseo, y donde cada uno
se va centrando en una serie de
procesos que van saliendo de los
registros; y a veces caemos en una
superespecialización de determinados
procesos tafonómicos, alejándose así,
de su objetivo principal que es el estudio
de los huesos.
•
•
•
La
heurística
de
la
zooarqueología nos lleva a tener un
conocimiento más exhaustivo del
comportamiento humano a partir del
registro arqueológico, sin perder de
vista los estudios tafonómicos que nos
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