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Simón Bolívar y el Perú

2021, Bolívar y el Perú

Bolívar, fue el libertador de América y principalmente del Perü, lo hizo contra la voluntad de muchos seudo patriotas peruanos, que para proteger sus intereses preferían el dominio español. Sin embargo, después que el ejército gran colombiano, consiguió la victoria y luego de que Bolívar dejara el Perú, esta clase criolla se adueñó del poder, sometió a los pueblos indígenas y los explotó con más crueldad que los propios españoles y gobernó desde Lima dando las espaldas al verdadero Perú. Todavía los descendientes de esa casta militarista y civilista traidora siguen denostando contra Bolívar, procurando manchar su gloria y presentarlo como el “enemigo número uno del Perú” cómo si “el Perú” fuera exclusivamente esa casta parásita, traidora y vende patria que ha usurpado el poder estos dos últimos siglos, dejándolo en la miserable condición de crisis, corrupción y decadencia en que actualmente se encuentra. El espíritu de Bolívar y el de Tüpac Amaru, mueven las luchas sociales de los pueblos indígenas y mestizos del Perú y America latina, para sacudirse de sus cadenas y lograr su verdadera liberación, construyendo el sueño bolivariano de una patria libre continental.. JAGS

“SIMÓN BOLÍVAR Y EL PERÚ”. Por: Julio Antonio Gutierrez Samanez Hay historiadores sueltos de huesos y de lengua que, desde la comodidad de sus poltronas burocráticas, juzgan a Bolívar, con epítetos despectivos, sin comprender la grandeza de este hombre signado por el infortunio de haber sido huérfano y haber enviudado cuando apenas empezaba a vivir su matrimonio. Circunstancias de las que salió gracias a su formidable voluntad y carácter que fueran modelados, precisamente, para ser lo que soñó: el libertador de América. Nada hay que pueda mellar esa grandeza, ningún reproche miope o envidia venal sobre sus supuestos errores, odios y fobias. Bolívar, siempre estuvo por encima de ellos, trabajando sin descanso en el objetivo principal: la liberación de los pueblos oprimidos por España y lo logró a punta de innumerables sacrificios, de su salud, su fortuna, su vida misma: extraordinaria, brillante, al punto que, al pasar el tiempo, como se lo predijera el cura Choquehuanca en Pucará: “Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina”. No hace mucho, en Inglaterra, tras un estudio profundo sobre las grandes personalidades de la historia universal, la BBC declaró a Bolívar: el mejor ser humano de la historia del siglo XIX. Por estas razones: “Con solo 47 años de edad peleó 447 batallas, siendo derrotado solo 6 veces. Participó en 79 grandes batallas, con el gran riesgo de morir en 25 de ellas. Liberó 5 naciones, cabalgó 123 mil kilómetros, más de lo navegado por Colón y Vasco de Gama juntos. Fue jefe de Estado de 5 naciones. Cabalgó con la antorcha de la libertad la distancia lineal de 6 mil 500 kilómetros, esa distancia es aproximadamente media vuelta a la tierra. Recorrió 10 veces más que Aníbal, 3 veces más que Napoleón y el doble de Alejandro Magno. Sus ideales de libertad fueron escritos en 92 proclamas y 2632 cartas … Venció al imperio más poderoso de su tiempo…el ejército que comandó nunca conquistó… solo liberó” (1) La naturaleza humana pocas veces es iluminada por la presencia de un hombre de genio, no es un exabrupto genético ni un caso sobrehumano. Simplemente, brota de las contradicciones insuperables; la presión y el dolor a que se somete a las personas contra su voluntad, es lo que las hace crecer y desarrollase por encima de las medianías. El genio no nace sólo por la dureza o perversidad de las adversidades, también los ideales más esclarecidos pueden guiar la inteligencia perspicaz del ser humano hasta la genialidad. El carácter dominante e indomable, la tozudes u obstinación para alcanzar los ideales a toda costa, caracterizan a este hombre: pequeño, microcéfalo, enfermizo, de tez oscura, pero dueño de un ego superlativo y una capacidad de convencimiento y autoconvencimiento que llegaba al fanatismo. Como dice de él, el general O’leary: “Genio creador por excelencia, sacaba recursos de la nada”. (2) Y de la nada, contra una élite cobarde, vende patria y traidora como fue la élite seudo patriota peruana, con la que tuvo que lidiar y casi llegar a la guerra; pues, al mismo tiempo que le llenaban de adulaciones y discursos patrióticos, preparaban la traición: conferenciaban con las fuerzas enemigas realistas, para hacerle la guerra o asesinarlo. Ahora podemos saber lo que conversó a solas con San Martín en Guayaquil (3) y por qué San Martín ofreció pelear bajo su mando, pues sabía de la conducta traicionera, cobarde y vil que ejercían los jefes políticos y militares criollos del Perú, en su mayoría, terratenientes y comerciantes encopetados con títulos nobiliarios comprados, a quienes no les convenía que alguien los separe francamente de su “madre patria”, España. Eran los mismos que vinieron al Cusco con sus tropas en defensa del su rey para ahogar en sangre la gesta de los Túpac Amaru. Todo esto lo sabía, lo trataba y comentaba el libertador Bolívar. Sin embargo, la filiación criolla elitista, hispanista y reaccionaria de los nuevos seudo historiadores les hace decir que Bolívar fue el libertador, pero al mismo tiempo “enemigo número uno del Perú” (Libro de Herbert Morote (2007). (4) Falso: Bolívar fue enemigo de esa casta criolla parásita, traidora, que estuvo a punto de entrar en combate con las fuerzas colombianas, recién llegadas, cuando José de la Riva Agüero, “primer presidente criollo peruano” se atrincheró en Trujillo con su ejército y por, feliz intervención de su vice presidente, Antonio Gutiérrez de la Fuente, fue depuesto y enviado al destierro, en 1823. Poco antes, Riva Agüero había escrito a San Martín, cuando este ya se había retirado a la Argentina, pidiéndole que se le una para derrotar al Congreso, a lo que el libertador argentino contestó indignado que el ofrecimiento de sus servicios: “fueran jamás hechos a un particular y mucho menos a su despreciable persona? Es incomprensible su osadía grosera al hacerme la propuesta de emplear mi sable en una guerra civil”. “¡Malvado! – Ud. Sabe si éste se ha teñido jamás en sangre americana? Y me invita Ud. A ella… - Dice Ud. Iba a ponerse a la cabeza del ejército que está en Huaraz, ¿y habrá un solo oficial capaz de servir contra su patria y más que todo a las órdenes de un canalla como Ud.?” (5) Después Riva Agüero, había decidido sacar a los colombianos aún a costa de unirse con las fuerzas realistas del Virrey. (Preferible unirse a los españoles que someterse a Bolívar, había dicho). (Ver Basadre, 2005) (6) O cuando el segundo presidente criollo, peruano, el “Marqués de Torre Tagle”, ante la toma de Lima por las fuerzas realistas del general Rodil, se pasó al enemigo y se atrincheró junto con sus ministros en la fortaleza del Real Felipe, que estaba tomada por el ejército español, donde murió a causa del escorbuto el 6 de setiembre de 1825. El historiador Jorge Basadre, trata de exculparlo por un manifiesto que escribió en el 6 de marzo de 1824, pero encuentra indefendibles “su sumisión al rey de España y sus ataques a la causa patriota”. (7) Es decir, a su traición. Entonces ¿De qué Perú era enemigo Bolívar? ¿Sería, acaso, de aquel Perú que le dotó de soldados valientes que decidieron en dos grandes combates la independencia de todo el continente? ¿Ese pueblo que le dotó de víveres, armas, dinero y todo lo necesario, para tener un ejército capaz de expulsar al virrey español en apenas 16 meses? Proeza que exigió grandes sacrificios del pueblo, de los potentados terratenientes y del clero. Dicen que Bolívar derrotado era más temible que Bolívar vencedor. Estando enfermo en Pativilca, lo visitó Joaquín Mosquera, ministro plenipotenciario de la Gran Colombia, y, al escuchar las dificultades de la guerra y ver el estado de postración a que lo había reducido la enfermedad, le preguntó: ¿Y qué piensa hacer ahora? Bolívar se había incorporado de un salto para responderle a viva voz: “¡Triunfar!”. Solo el genio de este hombre pudo haber realizado ese portento. Levantó un ejército peruano con la ayuda de colombianos, argentinos y chilenos, capaz de alcanzar el triunfo y la gloria, contra un ejército más experimentado y que doblaba en número al suyo. Idealista y previsor, sabía que, si Sudamérica no se unía, sería dominada por el poder de la América del norte, como lo previno en su Carta de Jamaica de 1815, allí concibió la idea del Congreso Anfictiónico de Panamá, realizado en 1826, para constituir la gran nación, que aún hoy, dos siglos después, no hemos podido forjar y sufrimos las consecuencias: el atraso, la pobreza, el subdesarrollo y la corrupción. La creación de Bolivia, también se le atribuye a Bolívar, se dice, sin fundamento, que fue el autor de la “separación” del Alto Perú del seno de nuestra patria. Hecho completamente falso, puesto que, el Alto Perú, desde la intendencia de Puno ya pertenecía al nuevo virreinato del Río de la Plata (1776). En 1796, la Intendencia de Puno volvió al Perú. Y, cuando Sucre, después de la victoria de Ayacucho, se dirigió al Alto Perú para sofocar a una fuerza militar española remanente, que se disolvió sin entrar en combate, se encontró con un clima político adverso a reintegrarse al Perú y que deseaba la autodeterminación. Sucre, que no era un político hábil, fue superado por ese sector dominante que pugnó por hacer triunfar su causa. Este sector, para mantenerse y tener apoyo militar le puso a su país el nombre Libertador. -Basta leer las cartas entre Bolívar y Sucre para saber cómo ese asunto se les salió de las manos y no fue fruto de la manipulación de Bolívar. Por el contrario, este militar, siempre ajustado a las leyes grancolombianas y a su constitución, recusó a Sucre el haber intervenido sin tener experiencia en esos asuntos políticos del Alto Perú, permitiendo e incitando a su independencia y soberanía, lo que afectaba a los intereses de la Gran Colombia, pues, con ese ejemplo, la ex audiencia de Quito también, pretendería su soberanía absoluta. Bolívar esperaba “someter la decisión de los altoperuanos al Congreso del Perú” (como afirma Velazco Aragón en su obra “El Bolívar Andino” (Cusco, 1972) (8); además, ésta libre determinación venía todavía desde: “las primeras Juntas Americanas que fueron las de Chuquisaca, el 25 de mayo de 1809 y la de La Paz el 16 de julio de 1809”, (Velazco Aragón); mucho antes de la independencia del Bajo Perú. Pero, cuando el mismo Bolívar llegó, ya los hechos estaban consumados y el 10 de julio de 1825, en Chuquisaca, se constituyó la República de Bolívar, que después cambió a Bolivia. Bolívar preparó la constitución Vitalicia. Sucre, se vio forzado a mantenerse como presidente, con un ejército de ocupación que pronto tuvo que salir de ese país y, él mismo, tras un atentado en Chuquisaca del que salió herido, tuvo que alejarse del poder y volver a su patria con sus tropas auxiliares, ante la invasión de Bolivia por las fuerzas de Gamarra en julio de 1828. A su retorno a Colombia, el “gran Mariscal de Ayacucho”, título que le confirió el Estado peruano, asumió, nuevamente el mando militar de la Gran Colombia, esta vez contra la insania de su antiguo subalterno, el general La Mar, presidente del Perú, quién con la finalidad de retener la presidencia, invadió Colombia, dispuesto a integrar territorios del Ecuador hasta Cuenca, su ciudad natal. El no ser peruano de nacimiento, lo desautorizaba de la presidencia. Tal aventura le costó una estrepitosa derrota al ejército peruano en el Portete de Tarqui, (27 de febrero de 1829), por la hábil maniobra y dirección del general Sucre. La Mar, marchó al exilio, abandonado por sus compinches. Ese fue el vergonzoso pago que dieron estos militares traidores al pueblo que los liberó, pues la mayor parte de los vencedores de Ayacucho, fueron colombianos. Y, ahora, para los descendientes de esa casta criolla: Bolívar es el enemigo número uno del Perú, el causante de su ruina, y otras sandeces por el estilo. Después de esa última brillante campaña militar contra La Mar, Sucre murió asesinado en el paso de Berruecos el 4 de junio de 1830, cuando la otrora Gran Colombia empezaba a disgregarse por causa de la anarquía y la corrupción. También atentaron contra la vida de Bolívar, en Bogotá en 1828; entonces, Bolívar tomó el camino del exilio. Mas, su salud ya no le permitió embarcarse y murió, pobre, enfermo y traicionado por la misma gente a la que encumbró cuando gozaba del triunfo y la gloria. LA LABOR CULTURAL DE BOLÍVAR EN EL PERÚ. Pese a que trabajó con denuedo en la organización del ejército libertador, (“Exaccionando” a los pobres pueblos, expropiando a los “pobres” terratenientes, saqueando las alhajas de oro y plata de las iglesias, dicen sus gratuitos detractores, sin comprender que de otro modo no se hubiera conquistado la libertad) (9). Ya en el poder, Bolívar dictó una constitución liberal en la que se priorizaba el carácter laico de la educación, la creación de ministerios y la organización de la economía, la recuperación de nuestros valores culturales y la libertad de los esclavos indígena y africanos. La llegada del Libertador al Cusco, fue una apoteosis nunca vista, las damas cusqueñas le obsequiaron una corona de oro con brillantes que, cuando se la impusieron, se le pasó hasta el cuello, pues era, como dijimos, pequeño y microcéfalo. Yo vi esa corona en el museo Nacional de Bogotá y estuve en la quinta en que vivió en esa ciudad, que hoy es un estupendo museo en su memoria. Durante su estadía en el Cusco entre el 25 de junio de 1825, hasta fines de julio de ese año. Se aplicó a construir el futuro, por esa razón fundó nuestro plantel escolar por decreto del 8 de julio de 1825, un colegio laico, que priorizara el estudio de las ciencias y las artes, es decir las armas fundamentales para el desarrollo económico y social, a través de la educación Al respecto el Amauta José Uriel García Ochoa, en el artículo, “La visita de Bolívar al Cuzco” (Revista del IAA N.º 9, Cuzco, 1959) escribió: (Bolívar) “Para la educación popular, creó dos colegios, de varones y de niñas, respectivamente, sin aquel carácter de privilegio clasista del coloniaje y con sentido laico, hecho que también constituía una innovación opuesta al espíritu confesional. Antes, no había colegios sino para las clases privilegiadas; los pocos existentes eran para la juventud de las altas jerarquías y había solamente un establecimiento -también de sentido clasista- para los hijos de los Caciques descendientes de los Incas. Los hijos del pueblo en general, analfabetos toda la vida, no recibían otra instrucción que la enseñanza oral del catecismo en las iglesias parroquiales. Bolívar clausura el Convictorio de San Bernardo, regentado por eclesiásticos, después de la expulsión de los jesuitas, sus fundadores. Suprime asimismo el “Colegio del Sol”, de los Caciques, llamado por otro nombre “San Francisco de Borja” o más simplemente “San Borja”. En lugar de ambos clausurados, funda el “Colegio del Cuzco” y el “Colegio de Educandas”, ambos de “ciencias y artes”, es decir, de ciencias y de artes (letras) modernas, de la época, “exactas” y humanas, en contraposición a la única “ciencia” excelsa y divina, implantada por la Conquista, trecientos años atrás: la teología. Colegios, además, para niños y niñas de “cualquier clase” tanto de la ciudad como del Departamento” o sea, en su otra condición, para los niños campesinos. Las denominaciones laicas que dio a ambos establecimientos, sin someterlos a la advocación de las santidades, eran igualmente un desafío al elemento conservador y a la mentalidad escolástica de la pedagogía colonial (que no obstante prevaleció poderosa en la República). Para que los colegios fundados -prosigue Uriel García- tuvieran una base económica con qué sostenerse y perdurar, Bolívar dio otro zarpazo para abatirle al pasado: confiscó los bienes de la iglesia, sin indemnización, aunque en mínima parte, pero con la audacia propia de un libertador, hecho que en todos los años de la República ningún gobernante, aún de los más “democráticos” se atrevió ni se atreve a hacerlo (…) Sustrayéndolos así del patrimonio eclesiástico, designó como local del colegio de varones el antiguo convento de los jesuitas, incluso el templo de La Compañía, que ahora ha vuelto al dominio del clero. El local de San Bernardo, lo destinó para el colegio de niñas. Los bienes raíces rústicos y urbanos, de San Bernardo y del colegio jesuítico de los Caciques, pasaban a ser bienes de los nuevos establecimientos”. (10) Bolívar extendió esa educación laica a la mujer, como un caso único e inusitado, sólo su genio le hizo comprender que la mitad del género humano, tenía también derecho a la educación y a tomar parte en la lucha por el desarrollo y progreso de los pueblos. Dos siglos después, podemos ver los resultados. La mujer ha conquistado su lugar en todos los espacios de la actividad y el conocimiento. Recién, podemos decir que la especie humana está equilibrada, tras milenios de opresión de un género por el otro. Quizá de ese modo recompensó el amor de su famosa amante la patriota quiteña Manuelita Sáenz, que lo acompaño en tantas jornadas militares y que, en setiembre de 1828, lo salvó de la muerte, en manos de sus enemigos. LA DEUDA DEL PERÚ CON BOLÍVAR No solo el Perú le debe la libertad, sino que, también, le hizo “el perro muerto”, el congreso peruano se había comprometido a otorgarle una pensión que no cumplió. Sabido es que el libertador, ya en Colombia, fue traicionado por Santander y muchos conjurados que intentaron asesinarlo el 25 de setiembre de 1828; pues eran contrarios a la imposición de su constitución vitalicia y su dictadura. Bolívar hizo un gobierno con muchas convulsiones en su contra, por parte de adversarios mediocres, ambiciosos y mezquinos, hasta que se retiró a mediados de 1829. Al año siguiente decidió partir hacia el destierro, pobre, enfermo, apenas con una reducida escolta de sus amigos más íntimos. No alcanzó a tomar el barco que lo conduciría a Europa. Cuando murió, en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830, hasta la camisa que le pusieron para velarlo era prestada, tenía 47 años. “Aré en el mar, edifiqué en el viento”, habían sido sus últimas palabras de agonía. El Perú nunca auxilió a su Libertador, por el contrario, le ofreció la peor ingratitud que llega hasta esta época, en que un seudo historiador de pensamiento reaccionario y criollo, pese a declararlo “Libertador”, pues, no había cómo mezquinarle ese título, le clava el falso dicterio de “enemigo número uno del Perú”, además lo acusa de querer hacerse emperador de las naciones que libertó. Debería darnos vergüenza, si no supiéramos que tal escritor, es hijo de aquella casta criolla, parásita y traicionera. No es hijo del pueblo llano que dio su vida y su sangre para lograr la libertad. Dicho sea de paso, es imperdonable que el propio Carlos Marx haya denigrado la memoria de Bolívar, en un desafortunado escrito con pensamientos prejuiciosos y falsos, puramente ideológicos, cuando en 1858 escribió una biografía del Libertador, para una Enciclopedia Americana, basándose exclusivamente en fuentes contrarias y enemigas, trata al héroe latinoamericano de “cobarde, traidor, manipulador, rapaz, inconstante y con ínfulas monárquicas” (11). Lo que muestra que “el mayor pensador del milenio”, estuvo absolutamente equivocado en este aspecto: Ignoró la magnitud del espacio liberado por Bolívar, arrancado al más cruel imperio colonialista del mundo, sin considerar que liberó a millones de personas de la servidumbre y esclavitud; ignoró el esfuerzo constante de más de 17 años de actividad militar y política que minó su salud, acabó con su fortuna y lo dejó en la peor pobreza y abandono. Desde el Cusco del incario, donde dio tantas muestras de la grandeza de su ilustración y su genio, su mentalidad liberal y laica, con la fundación de nuestro amado colegio, reivindicamos a Bolívar y rechazamos las ofensas inferidas por epígonos de los Riva Agüero, Torre Tagle y demás traidores que lo hostilizaron y combatieron cobardemente. En su recuerdo, el propio Libertador José de San Martín, que lo sobrevivió en 20 años, al enterarse de su muerte le dedicó estas palabras: “Los hechos militares de Bolívar le granjearon, con razón, la fama de ser considerado como el hombre más asombroso que ha conocido la América del Sur. A Bolívar lo que le caracteriza por, sobre todo, formando en cierto sentido su rasgo especial, es su constancia a prueba, que se fortalecía en sus dificultades, sin dejarse abatir por ellas, por más grande que fuesen los peligros a los cuales se hubiera arrojado su alma ardiente”. (12) Cusco, mayo del 2022 BIBLIOGRAFIA (1). Simón Bolívar, Personaje del milenio. https://www.bbc.co.uk/spanish/extra9912mileniopersonajetapa.shtml (2). Arciniegas, Germán. “Bolívar”, Selección de Selecciones del Reader’s Digest, 1944. Pág. 259 cita: Memorias, O’Leary. (3). Lecuna, Vicente. “La entrevista de Guayaquil”. Tomo II, Caracas 1963. (4). Morote Herbert. “Bolívar Libertador y enemigo N.º 1 del Perú”. Jaime Campodónico Editor, Lima 2007. (5). Revista de la Sociedad Bolivariana del Perú. “Documentos. Carta del General San Martín a José de la Riva Agüero”, Pág. 79. Lima 1979. (6). Basadre, Jorge. “Historia de la República del Perú (1822-1933”) Tomo I, Cap. 2, Periodo 1, p. 77. Colección de El Comercio, de Lima. (7). (Ibidem, p. 96). (8). Velazco Aragón, Luis. “El Bolívar Andino”, Cusco, 1972. P. 179. (9). Morote H. obra citada. Cap. II (10). García Ochoa, José Uriel. “La visita de Bolívar al Cuzco”. Revista del Instituto Americano de Arte, N.º 9, Cuzco, 1959, Págs. 15-16. (11). Méndez, Ana Irene. “El Bolívar de Carlos Marx”. QUÓRUM ACADÉMICO Vol. 16 N.º 2, Julio - diciembre 2019. P. 34-49 Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela. https://biblat.unam.mx/hevila/Quorumacademico/2019/vol16/no2/3.pdf (12). Arosemena Garland, Geraldo. “El monumento a la gloria de Ayacucho”, Lima, 1924. P. 21.