A EDUCACIÓN Y LOS APORTES DE LAS NEUROCIENCIAS
La educación del ser humano ha sido objeto de estudio y críticas durante toda la
historia de la humanidad. En su libro Pedagogías del Conocimiento3
, Louis Not (1983) nos
hace reflexionar acerca del rol fundamental del educador cuando menciona que “la
educación de un individuo es la puesta en práctica de medios apropiados para
transformarlo o para permitirle transformarse...” y está en las manos del educador esta
enorme responsabilidad.
Si hablamos de medios apropiados para una innovación o transformación de la
educación y de la práctica pedagógica, corresponde en primer lugar entender qué será
transformado. El ser humano está dotado no solamente de habilidades cognitivas, de
razón, sino también de habilidades emocionales, sociales, morales, físicas y espirituales,
todas ellas provenientes del más noble órgano de su cuerpo: el cerebro. En el cerebro
encontramos la respuesta para la transformación y es en él donde ocurrirá la
transformación: en el cerebro del maestro y en el cerebro del alumno.
Al analizar los informes mundiales en lo que
se refiere al alto porcentaje de niños, niñas y
adolescentes que no presentan las competencias,
capacidades y habilidades básicas con relación a la
lectura, escritura y cálculo, el índice de reprobación
en los grados de primaria o la deserción escolar,
llegamos a inferir que la brecha entre los resultados
proyectados y los resultados reales de las reformas
educativas se debe a que se ha propuesto una transformación sin antes entender que esta
transformación viene desde adentro, de las estructuras mentales no sólo del educando
sino principalmente del educador. CEREBRO Y APRENDIZAJE
Como punto de partida para vincular cerebro y aprendizaje, tenemos que empezar
por conocer algunas características fundamentales del cerebro humano. El proceso de
aprendizaje involucra todo el cuerpo y el cerebro, quien actúa como una estación
receptora de estímulos y se encarga de seleccionar, priorizar, procesar información,
registrar, evocar, emitir respuestas motoras, consolidar capacidades, entre otras miles de
funciones.
El cerebro, es el único órgano del cuerpo humano que tiene la capacidad de
aprender y a la vez enseñarse a sí mismo. Además, su enorme capacidad plástica le
permite reorganizarse y reaprender de una forma espectacular, continuamente. Con
aproximadamente 100 mil millones de células nerviosas llamadas neuronas, el cerebro va
armando una red de conexiones desde la etapa prenatal y conformando un “cableado”
único en cada ser humano, donde las experiencias juegan un rol fundamental. Este gran
sistema de comunicación entre las neuronas, llamado sinapsis, es lo que permite que el
cerebro aprenda segundo tras segundo.
Cada cerebro es único, irrepetible, aunque su anatomía y funcionalidad sean
particularmente de la raza humana. Es poderoso en captar el aprendizaje de diferentes
maneras, por diferentes vías pues está naturalmente diseñado para aprender. Si el
educador conoce cómo aprende el cerebro, y cuáles son las influencias del entorno que
pueden mejorar o perjudicar este aprendizaje, su planificación o propuesta curricular de
aula contemplará diferentes estrategias que ofrecerán al alumno varias oportunidades
para aprender desde una manera natural y con todo el potencial que tiene el cerebro para
ello.
El cerebro aprende a través de patrones: los detecta, los aprende y encuentra un
sentido para utilizarlos siempre cuando vea la necesidad. Además, para procesar
información y emitir respuestas, el cerebro utiliza mecanismos conscientes y no
conscientes. Estos factores nos hacen reflexionar acerca de lo importante que es la actitud
del maestro frente a las propuestas de aprendizaje y frente a los alumnos. El ejemplo
juega un rol fundamental en el aprendizaje por patrones y de forma no consciente.
Las emociones matizan el funcionamiento del cerebro: los estímulos emocionales
interactúan con las habilidades cognitivas. Los estados de ánimo, los sentimientos y las
emociones pueden afectar la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones, la
memoria, la actitud y la disposición para el aprender. Además, las investigaciones han
demostrado que el alto nivel de stress provoca un impacto negativo en el aprendizaje,
cambian al cerebro y afectan las habilidades cognitivas, perceptivas, emocionales y
sociales. Un educador emocionalmente inteligente y un clima favorable en el aula son
factores esenciales para el aprendizaje.Resumen. El escrito intenta destacar la relevancia de la vinculación de las neurociencias con la educación.
El término cerebro y sus implicancias se están haciendo presente, y cada vez con más frecuencia, en
ámbitos educativos. Comenzó en sucesivas aproximaciones relacionadas con maduración y desarrollo en
la niñez y con la educación inicial y primaria para actualmente avanzar en su preocupación por el estudio
de la anatomía, el funcionamiento y las implicancias que de ello se desprende para las distintas edades
evolutivas en su repercusión con el aprendizaje en general y los aprendizajes académicos en particular.
Nuestro propósito es hacer consideraciones desde contextos de aprendizajes universitarios en relación con
los últimos avances referidos a factores biológicos, genéticos y neurológicosLa década de los 90 fue la década del cerebro; hoy se insiste en que este nuevo milenio se halla abierto
a la consideración del cerebro en ambientes educativos.
Diversos investigadores sostienen que sólo a través de una conciencia de las diferencias y las similitudes
entre la educación y las neurociencias, será posible lograr una fundamentación común necesaria para una
ciencia integrada de la educación, el cerebro, la mente y el aprendizaje.
Palabras clave: Educación – Aprendizaje- Neurociencias- Neuropsicología- Transdisciplinariedad Los estudios neurobiológicos de la conducta, que se llevan a cabo en nuestros días, cubren la distancia entre
las neuronas y la mente. Existe una llana preocupación por cómo se relacionan las moléculas responsables
de la actividad de las células nerviosas con la complejidad de los procesos mentales. Carnine (1995),
hace algo más de diez años atrás, ya se aventuraba a pensar que la investigación sobre el cerebro tendría
repercusiones directas en la educación y, basándose en el trabajo del Premio Nobel de Medicina de 1972,
Gerald Edelman, sobre la capacidad del cerebro humano para categorizar, postuló que esta capacidad
podía ser la clave para comprender las diferencias individuales.
La tarea central de las llamadas neurociencias es la de intentar explicar cómo es que actúan millones de
células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células
están influidas por el medioambiente, incluyendo la conducta de otros individuos (Jessel, et al. 1997).
Precisamente, las neurociencias están contribuyendo a una mayor comprensión, y en ocasiones a dar
respuestas a cuestiones de gran interés para los educadores; por ejemplo, hay evidencias según lo muestran
las investigaciones de que tanto un cerebro en desarrollo como uno ya maduro se alteran estructuralmente
cuando ocurren los aprendizajesLas investigaciones han demostrado que durante el desarrollo de nuevas vías neurales (Doetsch, 2005 y
Schinder, 2002), nuestras sinapsis cambian todo el tiempo y es así como recordamos una y otra experiencia
o vivencia. Hay quiénes hablan ya de neuroeducación, entendida como el desarrollo de la neuromente
durante la escolarización (Battro, 2002a), no cómo un mero híbrido de las neurociencias y las ciencias de
la educación, sino como una nueva composición original. Battro (2002b) señala que por razones históricas
los caminos de la neurobiología y la educación tuvieron pocas ocasiones de encontrarse; por primera vez
lo hicieron al buscar las causas de la debilidad mental y también en la indagación del talento excepcional.
Lo interesante del asunto es que se afirma que la neuroeducación no ha de reducirse a la práctica de la
educación especial solamente, sino que ha de constituirse en una teoría incipiente del aprendizaje y del
conocimiento en general; y sobre todo, es una oportunidad de ahondar en la intimidad de cada persona y
no una plataforma para uniformizar las mentes.
Hemos encontrado suficientes antecedentes de que tanto los neurotransmisores dopamina como
acetilcolina incrementan los aprendizajes en los estudiantes. Cuando podemos ordenar una nueva
información en una conexión ya existente, es decir, aprender algo nuevo, estos dos agentes no sólo refuerzan
nuestra concentración, sino que proporcionan además satisfacción y, tal cual lo afirmaba Comenius, allá
por el siglo XVII: todo aquello que nos produce complacencia, agrado o contento en nuestras instancias de
aprendizaje, queda reforzado en nuestra memoria. Podemos remarcar entonces la importancia no solo de
los conocimientos previos sino también de lo valioso que es estudiar algo que agrade. Cerebro, motor del conocimiento
En párrafos anteriores destacamos la importancia de la experiencia y el aprendizaje como factores clave para
modelar de alguna manera al cerebro. Sabemos que las condiciones cognitivas previas están genéticamente
dadas sólo como una potencialidad, y que se desarrollan en una interacción con el entorno, es decir, por el
aprendizaje y la educación (Koizumi, 2004), configurándose de esta manera lo que llamamos experiencia.
Los procesos de aprendizaje y la experiencia propiamente dicha van modelando el cerebro que se mantiene
a través de incontables sinapsis; estos procesos son los encargados de que vayan desapareciendo las
conexiones poco utilizadas y que tomen fuerza las que son más activas. Si bien las asociaciones entre
neuronas se deciden, sobre todo, en los primeros quince años de vida, y hasta esa edad se va configurando
el diagrama de las células nerviosas, las redes neuronales dispondrán todavía de cierta plasticidad. Las
sinapsis habilitadas se refuerzan o se debilitan a través del desarrollo por medio de nuevos estímulos,
vivencias, pensamientos y acciones; esto es lo que da lugar a un aprendizaje permanente.
La enseñanza y la formación en la niñez ofrecen estímulos intelectuales necesarios para el cerebro
y su desarrollo, ya que permiten el despliegue de las capacidades cognitivas y hacen más viables los
aprendizajes. Precisamente, entre los tres y los diez años el cerebro infantil es un buscador incesante de
estímulos que lo alimentan y que el mundo ofrece. Y, a su vez, es un seleccionador continuo que extrae
cada diminuta parte que merece ser archivada. Esta decisión se basa en los procesos de atención que
hacen que, de entre la amplia gama de estímulos, los órganos de los sentidos seleccionen los que conviene
elaborar conscientemente. A los niños les encantan las sorpresas y a sus cerebros también… un entorno
cambiante y variado que cada día despierte la curiosidad hacia lo nuevo, lleva casi de modo automático a
aprender (Friedrich y Preiss, 2003).
Algunas investigaciones (Yakovlev y Lecours, 1967, en Blakemore y Frith (2005) señalan que la corteza
frontal sigue desarrollándose más allá de la niñez y que hay dos grandes cambios para destacar que se
producen justamente después de la pubertad: uno es que a pesar de que el volumen total del tejido cerebral
permanece estable, se da un incremento en la mielina de la corteza frontal después de la pubertad. La mielina
se reconoce como un aislador e incrementa la velocidad de transmisión de los impulsos eléctricos entre
neuronas. Mientras la sensibilidad, y las regiones motoras del cerebro se tornan totalmente mielinizadas
en los primeros años de vida, la corteza frontal continúa con este proceso también en la adolescencia. Esto
destaca que la velocidad de la transmisión entre neuronas de la corteza frontal puede llegar a ser mayor
después de la pubertad.
Otros estudios postulan que se produce un recorte de sinapsis en la corteza frontal en ese período, lo cierto
es que hay evidencias fuertes de que el desempeño de tareas de función ejecutiva mejora linealmente con
la edad (Anderson, Anderson, Northam, Jacobs y Catroppa, 2001 en Blakemore y Frith, 2005). Es posible
que el exceso de sinapsis en la pubertad, que aún no han sido incorporadas dentro de sistemas funcionales,
especializados, den como resultado un desempeño cognitivo pobre durante algún tiempo; solo después © Coordinación de Publicaciones Digitales. DGSCA-UNAM
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Revista Digital Universitaria
10 de abril 2009 • Volumen 10 Número 4 • ISSN: 1067-6079
de la pubertad se recortan los excedentes de sinapsis configurándose en redes eficientes y especializadas.
Por lo tanto podemos afirmar que el cerebro sigue desarrollándose tanto en la educación secundaria como
terciaria, por ende es adaptable y necesita ser moldeado y formado. Cualquier conjunto de estímulos que
resultan de interés para el cerebro refuerza o causa nuevas conexiones y esta posibilidad se conserva a lo
largo de la existencia
ONCLUSIONES
Hoy en día, educadores, padres de familia y toda la comunidad educativa, tienen a
la mano la posibilidad de empezar un importante proceso de innovación en la educación
que sea fundamentado científicamente y sostenible en el tiempo.
Las investigaciones realizadas en el ámbito neurocientífico vinculadas al
aprendizaje, la memoria, las emociones, los sistemas sensoriales y motores, sistemas
atencionales, motivación, ritmo sueño/vigilia, por mencionar algunas de ellas, pueden y
necesitan estar armonizadas con las propuestas de aprendizaje impartidas en el aula, con
las propuestas curriculares de los centros educativos, con el sistema de evaluaciones y
principalmente con la formación continua del docente por tratarse de un conocimiento de
vital importancia para el campo educativo.
Como es un imperativo para nuestras naciones promover el desarrollo humano, no
podemos perder de vista que este va de la mano con la mejora en la calidad de la
educación. Ahora bien, para mejorar la calidad de la educación, los países necesitan
adoptar propuestas innovadoras. Es allí donde surge la Neuroeducación como una de las
propuestas a ser tomada en cuenta. Innovar es transformar, es apostar por una educación
para el Siglo XXI. Por tal razón, es de vital importancia implementar en nuestras aulas
nuevos componentes que abran camino a un nuevo modelo de práctica pedagógica, un
modelo que considere la armonía entre el cerebro, el aprendizaje y el desarrollo humano.
BIBLIOGRAFÍA
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Zuluaga, Jairo. Neurodesarrollo y Estimulación. Colombia. Editorial Médica Internacional.
2001
Gardner, H. Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences. Estados Unidos. Basic
Books, inc. 1983
Kandel, E; Jessell, T.; Schwartz, J. Neurociencia y conducta. Madrid. Pearson Prentice Hall.
2005
Drago DSM - Distribuidora San Martín
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